Un amanecer en el infierno.

La carretera desierta parecía no tener fin, el joven oficial conducía deseando llegar a Greenville mientras que Eva solo parecía idear escenarios ficticios en su cabeza acerca de lo que sucedería si llegaban a encontrar a Derek.
Mentirle a su padre con respecto a su paradero había sido sencillo, sinceramente a él no le importaba donde estuviera Evanna con tal de que no hiciera un escándalo público. Harry había quedado al cargo de Sídney, su amiga había aceptado cuidarle hasta que volviera.
La mayor preocupación de la chica en esos momentos no era su padre, si no como reaccionaria Derek al verla. ¿Le recordaría?, ¿O solo sería el triste recuerdo de un pasado doloroso?
—¿Cuánto crees que falta? —Pregunto Eva volteando a ver a Will.
 
—Una media hora quizás, no estoy muy seguro.  
 
—¿Qué dirías si te digo que me estoy arrepintiendo de esta locura?
 
—Que ya no hay vuelta atrás. —Le señalo un cartel de bienvenida.
 
“Greenville: la ciudad de la felicidad”
 
—Si eso es verdad me mudare aquí. —Bromeo la chica sacándole una sonrisa a su compañero.
 
—¿Eva estás segura de que quieres hacer esto? —Le miro preocupado mientras avanzaban por las desiertas calles de la ciudad.
 
—¿Qué otra opción tengo?
 
Will solo guardo silencio y asintió. Llegaron al centro de la ciudad, pocas personas se encontraban
en él.
 
—Estaciona ahí. —Le señalo Eva un lugar vacío enfrente de la farmacia.
 
—Me siento como en una película de terror. —Comento el chico en cuanto bajaron del auto y observaron en detalle los locales que ahí se encontraban.
 
—Te apuesto que en Londres nunca habías visto algo así. —Rio la chica.
El muchacho ignoro el comentario de Eva y comenzó a analizar la situación.
 
—Deberíamos ir a la comisaria, puedo preguntar por él. —Miro a Evanna en busca de aprobación, la chica asintió.
 
Comenzaron a caminar en busca de la estación policial, los residentes de la ciudad los miraban con recelo. No todos los días se veía a dos extraños caminar por esas calles.
 
—Deberíamos preguntar en donde se encuentra.
Will asintió ante lo dicho por Eva, se acercó a la primera persona que vio en busca de indicaciones.
 
—Hola soy William, ¿Podría ayudarme a encontrar la estación de policías?
 
La anciana lo miro con desconfianza, apunto con su dedo índice en dirección a la izquierda y desapareció a paso apresurado.
 
—Muy específica. —Murmuro Eva, al mismo tiempo que Will le gritaba un “gracias” cargado de sarcasmo.
 
Caminaron en la dirección que había señalado la anciana, una patrulla estacionada fuera de un viejo edificio llamo su atención. Apuraron el paso hasta estar fuera del lugar, un gran cartel les dio la razón, “Comisaria de Greenville” se leía en este.
Se miraron por un segundo antes de entrar. Al pasar las puertas de madera el olor a cigarrillo invadió sus fosas nasales, había seis escritorios a la vista de los cuales solo dos estaban ocupados por oficiales.
 
Dirigieron sus pasos hasta el más cercano, al estar enfrente él oficial les dedico una mirada irritada y espero a que uno de ellos comenzara la conversación.
 
—Soy el oficial Wembley del condado de Beaufort, estamos buscando a un amigo que se ha mudado aquí.
 
—¿Quién es su amigo?, si no me dicen su nombre dudo que pueda ayudarlos. —Su tono de voz demostraba irritación.
 
Al parecer no atendía muchas personas al día, pensó Eva.
 
—Derek Michelson.
 
Luego de que la chica mencionara su nombre el oficial se dispuso a escribirlo en su antigua computadora. Al menos en esta pequeña ciudad la tecnología había llegado.
 
—Calle Elford sesenta y seis. —Les indico. —Esta cerca del cementerio de la ciudad, es todo lo que puedo informar. —Se levanto de su escritorio y camino hacia una pequeña mesa que tenía una cafetera y unas cuantas tazas.
 
Los jóvenes abandonaron la estación y volvieron al auto de Will.
 
—¿Cómo sabremos donde esta esa calle?
 
—Con el GPS. —Contesto el chico, el suponía que era lo más obvio.
 
—Claro. —Murmuro Eva subiendo al auto por el lado del copiloto.
 
Will programo el GPS, este no tardo en comenzar a darle indicaciones de cómo llegar a su destino.
No tardaron más de cinco minutos, el auto se detuvo frente a una pequeña casa de color rojo ladrillo. Las flores de su jardín se veían bien cuidadas, como si alguien se tomara el tiempo de regarlas.
 
Se observaron por unos segundos hasta que Eva comprendido que había llegado el momento de bajarse y tocar la puerta.
Nerviosa abandono el auto, se tomó su tiempo para avanzar el pequeño tramo desde la acera hasta la puerta de entrada. Su mente dudaba, ¿la recordaría?
La puerta se abrió bruscamente dejando ver a un muchacho de unos veintitantos molesto y al parecer a punto de irse. La analizo de pies a cabeza, provocando que Eva se removiera nerviosa.
 
—¿Te puedo ayudar? —Pregunto en un tono poco amigable.
 
Al parecer nadie en esta ciudad conocía la amabilidad.
 
—Estoy buscando a Derek Michelson. —Al escuchar su nombre el chico rodo los ojos.
 
Entro nuevamente a la casa y grito “Te buscan” antes de volver donde Eva y darle una sonrisa fingida antes de subirse a su automóvil y perderse al final de la calle.
 
Un chico apareció frente a ella, sus ojos azules parecían haber estado llorando por horas. Parecía el peor momento para molestarle.
 
—Evanna. —Susurro para sí mismo, acerco su mano a la mejilla de la chica y verifico que no estaba sufriendo de una alucinación.
 
Sin pensárselo dos veces la estrecho en sus brazos fuertemente, Eva no pudo retener las lágrimas y las dejo rodar libremente por sus mejillas.
 
—Lo siento, no cumplí mi promesa. —Se lamentaba él entre sollozos.
 
—¿De qué hablas? —Pregunto entre sollozos Eva separándose unos centímetros de él y mirándole a los ojos.
 
—Le prometí a Michael que si algo le pasaba cuidaría de ti. —Murmuro avergonzado entre lágrimas. —No pude soportar seguir en ese pueblo, todos me miraban como si yo hubiera matado al amor de mi vida.
 
—Todo está bien Derek. —Soltó Evanna limpiando las lágrimas de las mejillas de él. —Yo nunca te culpe, mi hermano te amaba y sé que tú también lo hacías. —Susurro y el asintió ante sus palabras.
 
—¿Por qué no pasa y me cuentas que haces aquí?
 
—Está bien, pero vine con alguien. —Apunto a Will que se encontraba apoyado en la puerta del auto.
 
—Puedes decirle que pase.
 
Eva le hizo una seña al chico para que se acercara. Will saludo a Derek estrechando su mano y los invito a entrar en la casa.

 


En Beaufort las cosas no andaban del todo bien, el padre Kane armaba un escándalo digno de un Oscar ante la fuga de Irina Kane del hospital psiquiátrico. Nadie sabía cómo la mujer había logrado salir del edificio, ningún guardia o doctor había visto a la mujer y preguntarle a los pacientes no era una opción viable.
 
—Tiene un día para encontrar a mi esposa con vida o si no todo el peso de la iglesia y la ley caerá ante ustedes. —Vocifero a los guardias y oficiales que se encontraban ahí, estos sacudieron la cabeza asintiendo y desaparecieron rápidamente de su vista iniciando la búsqueda de la mujer.
 
—Padre Kane, usted debe entender que hicimos todo lo posible pa…—La pobre enfermera no pudo terminar de excusarse cuando la mano del reverendo golpeo su mejilla en una sonora cachetada.
La mujer retrocedió ante el arrebato de Kane, sabía de antemano que nadie sería capaz de juzgarlo así que prefería evitar reclamarle.
 
—¡Alguien más quiere darme alguna excusa barata! —Grito en medio del pasillo.
 
Nadie se atrevió a decir ni una palabra, todos le miraban sorprendidos e intimidados por su actuar.
 
—Espero noticias en una hora. —Se dirigió al Sheriff, el cual solo asintió sin parecer afectado.
 
Sin dirigir su mirada a nadie salió del hospital, dejando tras de él una gran búsqueda y un cuestionamiento, ¿Por qué se había escapado Irina?
 

 
 
—Hace un rato dijiste algo que un da vueltas por mi cabeza. —Murmuro Eva cuando Derek le entrego la taza de café recién hecho.
 
—¿Qué es? —El chico tomo asiento frente a sus invitados.
 
—Dijiste que no cumpliste esa promesa. —Recordó. — ¿Por qué Mike te pidió eso?, ¿Él sabía que esto pasaría?
 
El chico ladeo la cabeza debatiendo internamente si debía responder a eso. Finalmente decidió hacerlo.
 
—En un pueblo como Beaufort tienes que mirar sobre tu hombro cada dos minutos, sobre todo si tu preferencia sexual se dirige a las personas de tu mismo sexo. —Comento jugando con una galleta. — Mike sabía que había personas que intentaban lastimarnos, lo hubieran hecho mucho antes de no ser por tu padre.
 
—¿Mi padre? —Pregunto confundida.
 
—El no permitía que ninguno de sus fieles se acercara a Mike. —Respondió, parecía sincero. —La única persona que permitía atacara el gusto sexual de tu hermano era él, solo tu padre se permitía atacarle.


—¿Cuál crees que era el motivo? —Will parecía interesado en saber un poco más, quizás eran sus habilidades policiacas saliendo a flote.
 
—Quizás en el fondo le quería. —Se encogió de hombros. — Hubo un caso similar años atrás, en el que una pareja de chicos fue asesinada brutalmente en el pueblo.
 
“Nunca se encontró un culpable, aunque dudo que alguien haya sido perseverante en la búsqueda del asesino. Imagina las mentes de esas personas, estaban cegadas por sus ideales religiosos así que nunca se tomaron la molestia de buscar a un criminal, solo porque este les había hecho el favor, había librado su pueblo de dos homosexuales. Mike tuvo suerte de que quisieran iniciar una búsqueda, tu padre fue el culpable de que eso no se llevara a cabo.”
 
Eva proceso sus palabras, algo confundida, ¿qué quería decir con eso?
 
—¿Estás diciendo que mi padre no tuvo que ver con la muerte de Michael?
 
La pelinegra no podía creer lo que decía, paso días culpando a su padre por la muerte de su hermano, gasto su energía y tiempo persiguiendo a la persona incorrecta.
 
—No metería mi cabeza a la guillotina por él. —Reconoció Derek. —Pero podría haber otro culpable detrás de la muerte de Mike.
 
—¿Tienes alguna idea de quien podría ser? —Will le interrogo nuevamente.
 
—Si la tuviera ya habría hecho algo, ¿No crees?
El policía asintió de acuerdo ante sus palabras. Las palabras dichas por Derek rondaban la cabeza de Eva, al parecer nada era tan fácil en Beaufort.
 
—Tal parece que tu conoces mejor a mi familia. —Murmuro con una sonrisa irónica.
 
El solo se encogió de hombros sin darle importancia.
 
—Ya debemos irnos. —Dijo Will al ver la mirada de Eva.
 
Ambos se levantaron, al mismo tiempo que Derek les daba una mirada cómplice.
 
—¿Ustedes son una pareja?
 
—No. —Soltó rápidamente Eva. —Es un buen amigo solamente.  —Murmuro avergonzada.
 

 

—Alice tus ideas son pésimas. —Murmuro Andy.
 
James asintió de acuerdo con las palabras de la castaña, Alice les dedico una mirada irritada y continúo escribiendo en su cuaderno.
 
—No son pésimas, son poco entendidas. —Le echo un pequeño vistazo a las palabras que había redactado y sonrió.
 
—¿Nos vas a mostrar que tanto escribes? —Cuestiono James, la chica llevaba una media hora escribiendo en ese pequeño cuaderno y tenia a sus amigos inquietos.
 
—Es mi tarea de filosofía. —Respondió alzo los hombros y guardando el cuaderno en su bolso.
 
—¿Cuál es el plan entonces? —Pregunto Andrea.
 
—Tengo que entrar a la oficina de papá. —Comenzó a explicar. —Entrar a la de nuestra casa será fácil, pero la dificultad esta en pasar a la de la iglesia.
 
—Debe haber una hora en la que tu padre no este en la iglesia. —Dijo Andy.
 
—La hay. —Murmuro Alice rodando los ojos. —Cuando va con Marjorie.
 
Los tres se miraron y silenciosamente acordaron que esa sería la hora en que entrarían a la iglesia.
 
 


Las cinco de la tarde se marcaban en el reloj digital del auto, Evanna dejaba su mente volar mientras miraba por la ventanilla el paisaje boscoso.
 
Repasaba las palabras que Derek había dicho, intentaba buscar una pista alguna palabra clave, peor nada iluminaba su cerebro.
 
—Creo que no deberías darle tantas vueltas al asunto. —Comento Will volteando a ver a su compañera por un segundo.
 
—¿Crees que voy detrás de la persona equivocada? —Pregunto atormentada, el hecho de estar juzgando a su padre sin pruebas contundentes ponía en duda su razonamiento.
 
—Creo que tus instintos te llevaran a encontrar al culpable. —Dijo el.
 
—¿Y si me equivoco?, quizás todo este tiempo he tratado de hacer culpable a mi padre solo para tener una persona a la cual culpar por lo que le paso a Mike. —Suspiro apoyando su cabeza en la ventana. —Si mi padre es inocente, tendré que volver a comenzar.
 
—Sabes que estaré ahí si tienes que iniciar de nuevo. —Will tomo su mano izquierda dejando un casto beso en ella.

Una sonrisa se poso en los labios le la chica que entrelazo sus dedos con los de el. Will le transmitía cierta sensación de seguridad que había perdido hace un tiempo.



 
—Recuerden, si ven que alguien viene solo griten aleluya o amén. —Dijo en un susurro la menor Kane.
 
Alice, James y Andy se encontraban dentro de la iglesia, se habían asegurado de que ninguna persona estuviera ahí antes de ejecutar su plan.
 
—¿Por qué aleluya? —Inquirió James.
 
—Es una iglesia, me parece normal gritar alguna de esas cosas. —Andy fue la que respondió rodando los ojos.
 
Alice los miro por ultima vez antes de infiltrarse en la oficina del reverendo. A primera vista todo parecía normal en esta. El sofá color marrón estaba cubierto con una fina capa de polvo, como si nadie se hubiera sentado en el por un tiempo. Comenzó a deambular por el lugar intentando encontrar algún papel o algo que lo inculpara.
 
Se acerco al escritorio de caoba antiguo, unos papeles se encontraban encima de este. A primera vista parecían ser citas bíblicas para su próximo sermón, ignoro estos y se dedico a mirar en cada uno de los cajones.
 
—¿Qué mierda? —Murmuro tomando una carta, iba dirigida a Michael Kane.
 
La puso dentro de su bolso, siguió buscando y se topo con unos papeles del hospital psiquiátrico, pero estos tenían fecha del 2014. Comenzó a leerlos prestando atención a una marca negra en donde debería estar el nombre.
—¡Amén! —La voz de Andy resonó en la iglesia.
 
Alice guardo rápidamente los papeles en su bolso y se acercó a la puerta empujándola para tener un pequeño espacio para observar hacia afuera. Andy fingía unas lágrimas contándole una historia falsa al reverendo que solo le miraba con falsa preocupación.
 
La puerta crujió cuando sin querer se apoyo mas de la cuenta, llamo la atención de las tres personas que estaban ahí. El padre rápidamente busco de donde provenía el sonido, dispuesto a encontrar un culpable.
 
El sonido de las puertas de entrada a la iglesia le distrajeron. Una voz femenina fue la salvadora de Alice.
 
—Tenemos que hablar. —Dijo con la mirada en dirección al reverendo Kane, que solo podía demostrar sorpresa.
 
—¿Qué haces aquí? —Le pregunto acercándose a la mujer.
 
Rodeo su brazo con su mano y la obligo a salir de su lugar sagrado. Alice aprovecho su oportunidad para escapar por la puerta trasera.
 
—¿Qué encontraste? —Pregunto James agitado.
 
Ambos chicos habían corrido al encuentro con la pelinegra.
 
—Aún no estoy segura, pero creo que no es nada bueno. —Saco de su bolso los papeles y les miro con preocupación.
 
Esto recién comenzaba y cada minuto que pasaba lo hacía más confuso.

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