"Liars."

Hola Mishel geial que te haya gustado el prólogo surgió en un arranque de inspiración
siii estas chicas son muy misteriosas y eso que es solo el inicio
Estoy de acuerdo contigo, el tema de la ambientación y los personajes le quedó muy lindo a Jay
pronto estará el primer capitulo

La campana sonó indicando que el primer periodo había terminado, los pasillos se atestaron de jóvenes locuaces. De la puerta de la directora se vio salir a cuatro chicas, luego de compartir una mirada cómplice cada una tomo un rumbo distinto.

Por otro lado, la alumna nueva de Vaughn caminaba perdida intentando encontrar su próxima clase. Mientras que algunas personas la miraban intentando descifrar quien era, otras solo ignoraban su presencia.

Una figura menuda se paró en frente de ella con una sonrisa amable.

—¿Tú debes ser Milla Becker?, soy Riley Andrews y la directora me pidió que fuera tu guía el día de hoy. —Se presento la castaña, siempre con una sonrisa en los labios.

—Uhm sí. —Dijo con el ceño fruncido. — Creo que es mi día de suerte ya que no encuentro el laboratorio de química.

—Conozco muy bien ese lugar, te llevo. —Respondió Riley.

—Supongo que gracias.

Ambas se dispusieron a ir a su próxima clase.

Mientras que dentro de los baños de mujeres de la escuela dos chicas se encontraban hablando.

—No creo que esa mierda sea buena Lana. —advirtió Joss a su prima.

Lana la miro con una sonrisa despreocupada antes de dejar un poco del polvo blanco, que había comprado esa mañana, en el mesón del lavamanos y haciendo tres líneas finas con él. Inhalo una de esas líneas sintiendo con placer como ingresaba a su sistema.

Sin previo aviso la puerta se abrió provocando que ambas chicas en su interior se alarmaran.

—Lo siento. —Dijo la culpable de asustarlas. —Ya veo porque tan asustadas. —Bromeo viendo las líneas de cocaína que Lana había formado.

—¿Quieres? —Le invito la pelinegra a la intrusa.

—No debería. —Respondió. —Pero un poco no lastima a nadie.

—Lo ves Joss, ella lo entiende. —Comento Lana a su prima, la cual solo se limito a rodar los ojos y salió del baño. —Soy Lana.

—Cordelia Mayers. —Se presento la rubia antes de acercarse al lavabo e inhalar una de las líneas que se encontraban ahí.

Rosalie Kean caminaba de manera altanera por los pasillos, con una sonrisa confiada en los labios y una mirada que lograba que todos salieran de su camino. Era un nuevo año escolar y una nueva oportunidad para reinar cada centímetro de la escuela. Ahora que Vera no estaba el camino se hacía mucho más fácil. Camino a su clase se ganó algunos suspiros de los muchachos y la mirada recelosa de Thea Whittaker.

—El olor a perfume de imitación irrita mi nariz. —Le comento Thea en voz alta a una de las chicas que la acompañaba, intentando enfurecer a Rosalie.

—Debe ser el tuyo Whittaker, hasta aquí apesta. —Le respondió brusca.

—Querida, tu no podrías comprar mi perfume.

—Dorothea y Rosalie basta de discusiones. —Las reprocho la maestra Beatrice Andrews mientras pasaba por su lado.

—Es solo Thea señorita Andrews. —Corrigió la chica.

—Al laboratorio Thea. —Le ordeno a la chica siguiendo su camino.

Thea rodó los ojos y siguió a la profesora hasta el salón que rápidamente tuvo todos sus lugares ocupados.

—Me parece que tenemos rostros nuevos este año. —La señorita Andrews reviso una hoja que llevaba con ella y continuo. —Cordelia y Anthony Mayers, ¿quiénes son?

Anthony levanto su mano, no se veía muy contento por el hecho de tener que presentarse, mientras que Cordelia, su melliza, jugaba con uno de sus lápices sin prestan atención.

—Es un gusto tenerlos este año con nosotros, ¿Le gustaría presentarse señor Mayers?

—Soy Anthony, ella es mi melliza Cordelia y venimos de Las Vegas. —Hablo fuerte para que todo el salón lo escuchara.

—La ciudad del pecado. —Comento Noah desde el fondo del salón, a su lado un aburrido Alistair juagaba con su teléfono celular.

—Señor Hartley que alegría volver a verlo y señor Langford no creo que me quiera confiar su aparato el primer día de clases. —Llamo su atención la profesora.

—No señora. —Dijo mientras lo guardaba.

Delante de ellos se encontraban Riley y Lana, la primera prestaba atención a todo lo que se hablaba en el salón mientras que la segunda dibujaba cosas sin sentido en una hoja que había arrancado de su cuaderno.

—Milla Becker. —Pronuncio la profesora Beatrice. —¿Te gustaría presentarte?

La castaña soltó un suspiro desde su lugar y asintió tímidamente levantándose de su lugar.

—Soy Milla y vengo desde New York. —Comenzó diciendo la chica evitando dirigir la mirada a sus compañeros. —Creo que una de las cosas que me destacan es el ballet.  

—Eso es precioso Milla, gracias por compartirlo con la clase. —Sonrió satisfecha la maestra. —Bien chicos y chicas, a lo que nos reúne el día de hoy.

—Perdón por la tardanza maestra Andrews. —Una agitada Mishel se asomo en la puerta.

—Supongo tendrás una buena excusa.

—Estuve en dirección. —Se encogió de hombros, ingreso al salón y tomo asiento en el único lugar vacío, a un lado de Milla.

La clase en el laboratorio de química comenzó, mientras que en el aula de 17 los alumnos de ultimo año esperaban impaciente a que su nuevo profesor llegara.

—Esperar es mucho más aburrido que la misma clase de literatura. —Comento Rosalie a la chica que se encontraba en el banco continuo, Nadia Klein.

La chica solo se limito a darle una mirada y asintió de acuerdo con sus palabras.

—Me parece que no quieren hablar contigo Kean. —Se burlo Ethan Wesker desde el asiento trasero a ella.

Gregori Mayers ingreso al salón escudriñando con su mirada a cada una de las personas que ahí se encontraban. Finalmente optó por sentarse al final del salón en donde nadie lo molestara.

—Muy bien alumnos, tomen asiento y guarden silencio. —Ordeno la directora de la institución, la señora Peterson. —Vengo a presentarles a su nuevo profesor de literatura.

Un hombre, de no más de cuarenta años, ingreso al salón provocando que los suspiros y murmullos se hicieran presente.

—Buenos días alumnos, mi nombre es Jack Muniz y espero que podamos tener una buena relación maestro-estudiante.

—Creo que más de alguna aquí quiere eso. —Murmuro Ethan rodando los ojos.

—Hola, soy Martjin. —Se presento en un murmullo a su compañero de al lado, ignorando completamente lo que pasaba en el salón.

—Gregori Mayers. —Respondió el chico.

—Mayers. —Pensó unos segundos antes de reconocer el apellido. —Eres el hijo del nuevo Sheriff. — Recordó. — Mi padre hablo con él hace unos días, dijo que era un buen tipo.

—Si. —Murmuro distante y volviendo su atención a la clase.

—Quizás tu padre pueda resolver el caso de Vera. —Le comento Martjin a Gregori en un murmullo.

—¿Quién es Vera? —Le pregunto interesado el muchacho nuevo.

—Era. —Le corrigió el chico. —Desapareció hace unos meses, creo que murió.

—¿No es un poco morboso decir eso?

—Uhm, tienes razón.

Ambos volvieron su vista hacia el pizarrón, el profesor había comenzado a anotar distintos libros que tendrían que leer a lo largo del año escolar.

Los teléfonos de todos los alumnos comenzaron a vibrar indicando un nuevo mensaje, en sus miradas se mostraba la confusión ante el mensaje que les había llegado. En los distintos salones comenzaron los cuchicheos acerca del contenido del mensaje.

—Tiene que ser una maldita broma. —Murmuro Lana apagando su teléfono y guardándolo en su estuche de lápices.

—¿Quién seria tan trastornado para enviar este tipo de mensajes? —Le pregunto Riley preocupada a su compañera de puesto.

—Solo olvídalo Rils. —Le murmuro apoyando su cara contra la mesa y cerrando los ojos.
Mishel volteo a ver a ambas chicas con una mirada asombrada.

—Esta bien chicos, celulares a un lado. —Ordeno la maestra Andrews a los alumnos de penúltimo año.

Thea releía el mensaje por quinta vez sin poder creer que alguien aun recordara a Vera. Mishel a su lado le movió el brazo indicándole que la señora Andrews se encontraba frente a ella con una mirada molesta.

—Dorothea, ¿Quieres compartir lo que estas leyendo con la clase?

La mirada intimidante de la profesora penetro los ojos de Thea obligándola a suspirar y negar.

—Guardare el teléfono. —Murmuro, en cualquier otro caso Thea hubiera debatido en esta discusión hasta ganar, sin embargo, dada la complejidad del mensaje prefirió evitarse las molestias.


Nadie mas en la escuela volvía a hablar del tema hasta el descanso del almuerzo. En una mesa lejana a las demás se encontraban Riley, Alistair, Mishel y Milla.

—¿Quién es Vera? —Pregunto curiosa la última.

El mensaje había llegado a todos los estudiantes, incluidos los nuevos.

—Una excompañera. —Respondió Thea sentándose en uno de los asientos sobrantes.

—¿Dónde dejaste a tus aduladoras Whittaker? —Cuestiono Mishel.

Thea rodó los ojos ignorando su comentario.

—Tenemos que descubrir quien es la persona que mando ese mensaje. —Dijo Thea bastante seria. —Y juro que si es el payaso de Billy Newman lo golpeare de las pelotas.

—Lo descubriremos. —Respondió Riley estando de acuerdo.

—¿Descubrir qué?, ¿Por qué tanto caos por un mensaje de texto? —Indago el chico.

—Alistair, un mensaje diciendo que Vera esta muerta no es algo que sea de nuestro agrado. —Asevero Mishel.
 

—Si los miras atentamente todos son unos simios. —Le comento Lana a su nueva compañera, Cordelia.

—Tienes razón. —Murmuro en respuesta viendo como los jugadores del equipo de football americano entrenaban. 

— Que hay de las animadoras, sus pompones me provocan convulsiones.

—Estoy de acuerdo. —Soltó una gran carcajada ignorando a las personas que se encontraban cerca.

A leguas se notaba que ambas chicas se encontraban bajo el efecto de alguna sustancia.

—Ese de ahí es mi hermano Gregori. —Menciono la chica Mayers apuntando al numero 9 del equipo.

—Para ser su primer día parece adaptarse bien.

—Mmm si, el es perfecto para eso. —Rodó los ojos la chica. —Además tuvo que venir hace algunos días para comenzar con el entrenamiento. —Continúo mirando a los jugadores antes de reconocer a otro. —El numero 6 es mi mellizo, Anthony.

Ambas se encontraban sentadas en el césped del campo de entrenamiento, a su alrededor se encontraba un paquete vacío de patatas fritas y dos latas de bebidas energizantes.

—El 10 es Noah Hartley, está en nuestro grado. —Indico Lana señalándolo.

—Hey Thompson. —Le llamo Ethan a la chica, se acercó con una sonrisa y escondiendo algo entre sus manos. —Tengo algo nuevo.

—Cordelia te presento a Ethan Wesker, mi dealer.

—Un gusto conocerte, supongo. —Dijo la chica.

—¿Supongo que tenemos una potencial clienta aquí? —Pregunto el chico.

—Claro que la tienes, solo si viene con una muestra gratis. — Comento Lana riendo.

—La primera es de prueba. —Acordó el chico tirando a las manos de Lana una pequeña bolsita con dos pastillas.

—Espero que la mercancía sea de calidad. —Bromeo Cordelia.

—Lo mejor que encontraras en Reno. —Aseguro Ethan.



—Martijn podrías por favor prestar atención a lo que te estoy diciendo. — Dijo Nadia agotando la poca paciencia que tenía.

Hace algunos minutos que la chica le explicaba a Martjin acerca de la cena que habría esa noche en su casa. Solo las familias mas reconocidas en la ciudad asistirían a la importante cena, en celebración de la nueva relación de la hija de en medio de Maxwell Klein, Nadia, con el heredero de la familia Quandt, Martjin.

—¿Entonces son novios? —Pregunto Rosalie sentándose en la mesa junto a ellos.

—¿Qué haces aquí? —Cuestiono Martjin.

—Nadia tiene que ayudarme con unos asuntos del baile de bienvenida. —Respondió encogiéndose de hombros.

—Acordamos hablarlo después de clases.

—No perderé el tiempo hablando contigo después de clases, tengo muchas cosas importantes que hacer. — Alardeó la chica Kean.  —¿Ustedes creen que sea cierto lo del mensaje? —Interrogo en voz baja.

—Vera esta desaparecida, no muerta. —Aseguro Nadia.

—¿La haz visto? —Cuestionó Rosalie.

—No, pero afirmar que Vera está muerta es muy grave.

La cafetería repentinamente quedo sumergida en el silencio, a través de los ventanales que daban al pasillo de la oficina de la directora se vio pasar a los padres de Vera, sus rostros fríos provocaban que todos apartaran la mirada, exceptuando por tres chicas que se mantuvieron firmes.

—¿Qué hacen aquí? —Murmuro Riley a Mishel y Thea.

—No creo que sea algo que me interese saber. —Respondió Thea, observó una vez mas los ventanales antes de levantarse y alejarse de las chicas.

Los teléfonos de Riley y Mishel vibraron dando a entender que habían recibido un nuevo mensaje. Bajo las curiosas miradas de Alistair y Milla tomaron sus teléfonos.

“¿Asustadas chicas?, lo que se viene es mucho peor”
                                                                               XOXO, V.

Las personas siempre hablaran sin saber. Vera pensaba que el solo hecho de que las personas inventaran cosas acerca de ella la hacían importante.

Como la vez que en noveno grado Peter Ross invento que ella había seducido a un profesor, con 15 años Vera no se tomo el tiempo de desmentirlo y dejo que cada uno sacara sus propias conclusiones. La mayoría de los chicos pensó que era real y básicamente se dedicaron a admirarla en secreto, mientras que las chicas no la veían de buena manera.

—Ese color no es convincente para mí. —Señalo Rosalie mirando con disgusto las telas que adornaban a un lado del pequeño escenario que fue puesto para el baile.

—Fue el maldito color que tu ordenaste, no tenemos el presupuesto para volver a cambiarlas. —Respondió Nadia molesta.

La chica indico que las telas fueran dejadas en su posición a pesar de los comentarios negativos de Rosalie.

—Nadia. —Le llamo Martijn a sus espaldas. —No podre acompañarte hoy. —Informo, la chica asintió molesta.
Martijn iba a ser su transporte para ir a la ciudad vecina en busca de unas cosas que faltaban para el baile. Decidió ignorar su presencia y volver a sus labores. —Podría decirle a alguien que te lleve. —Propuso caminando a su lado.

—No, no necesito de tu ayuda.

Nadia ideaba un plan en su cabeza que le ayudara, su auto estaba en el taller mecánico y Martijn como buen “novio” pasaba a buscarla cada mañana. Ahora pensaba que seria una buena excusa para terminar su relación, aunque los padres de ambos no estarían muy contentos con la decisión.


La clase de filosofía estaba por iniciar, Nicholas Thompson esperaba ansioso a que sus alumnos ingresaran. Al paso de unos diez minutos el salón ya se encontraba repleto, podía reconocer entre todos a su hermanita Joss y a su prima Lana. Un rostro le llamo la atención, era la chica que había conocido en el verano, Riley.

—Buenos días alumnos. —Comenzó evitando todo contacto visual con la nombrada.

Por su lado Riley quería que la tierra se abriera bajo sus pies y desaparecer, no podía creer que la persona que estuviera enfrente de ella fuera la misma con la que paso algunos de sus días en verano.

—¿Estas bien? —Indago Milla al ver a su reciente amiga con la mirada perdida.

—Si, solo estaba pensando que deberíamos ir a tomarnos un café.

La chica la miro algo extrañada antes de aceptar.


Lana limpiaba la última mesa antes de la apertura del café, luego de las clases trabajaba en el café Pangolín para poder ayudar con algunos gastos y poder comprar sus cosas.

—¿Qué hay Lana? —Noah entro a la cafetería, su madre era la dueña del café y había días en que el chico le ayudaba atendiendo.

—Todo bien. —Le sonrió, eran algo así como amigos ya que habían compartido varias veces en el café. —¿Tu madre tuvo problemas?

—Si, tenía junta con la maestra de Hope. —Aclaro. —¿Te parece si abrimos?

—Claro, ya tengo todo listo.

Minutos mas tarde Riley y Milla entraban al local sintiendo como el aroma a café recién hecho ingresaba a sus fosas nasales.

—Hola Riley. —Le saludo Lana acercándose para tomar su pedido. —Eres la chica nueva, ¿No?

—Soy Milla Becker un gusto. —Sonrió amable.

—Lana Thompson. —Respondió con sonriente, acto seguido tomo el pedido de ambas chicas. —Noah les traerá sus cafés.

—¿Quién es Noah?

—Es el hijo de la dueña, va en nuestro grado. —Aclaro Riley.

—Bien chicas, aquí tengo un Latte vainilla para Riley y un Frappé de moka para Milla. —Noah dejo sus pedidos con una sonrisa y miro a Milla por unos segundos. — Tu eres la nueva profesora de ballet de mi hermanita.

—¿Nos conocemos? —Milla lo miro dudosa.

—No, te vi el sábado dando clases a las niñas. —Murmuro algo avergonzado.

—Noah la mesa ocho necesita que la atiendan. —Lana le dijo salvándolo de su humillación.

—Voy.

El chico se fue avergonzado mientras que Riley y Lana reían por su forma de actuar.

—Eso fue algo raro. —Admitió Milla riendo.


Gregori caminaba junto a Martijn por las calles de la pequeña cuidad, iban en busca de las luces para el gimnasio. Martijn no se salvo de Nadia y tuvo que buscar las luces para luego llevárselas a su hermana Mishel.

—¿Entonces es una relación por conveniencia? —Le pregunto el rubio sorprendido de que esas cosas aun sucedieran.

—Éramos amigos antes de eso, yo estaba enamorado de su hermana y ella no quería estar con nadie. —Se encogió de hombros. —Nuestros padres acordaron la relación ya que era conveniente para ambos.

—¿Y porque no te dejaron estar con Mishel?

—Porque no es la primogénita y un montón de basura que invento mi padre.

—Eso apesta.

—Dímelo a mí.


En otro lado de la ciudad se encontraba Thea batallando con uno de los vestidos que esperaba utilizar en el baile. Para algunas el vestido que utilizarían no era tan relevante, pero para Dorothea era una de las cosas que definían su posición en la escuela.

—No Shelby, no puedo mandarlo a agrandar. —Vocifero molesta la chica a una de sus acompañantes. —Una se adapta al vestido no el vestido a ti.

La chica asintió atemorizada por la actitud de Thea. El vestido que había apartado semanas atrás ya no se ajustaba a su cuerpo como lo hacía el día que se lo probo por primera vez.

—¿Qué haces parada junto a mí?, ve a ver si lo tienen en una talla más. —Le ordeno Whittaker furiosa mientras se quitaba el vestido.

Shelby volvió con otro vestido en las manos, el mismo modelo, pero en una talla más.

—Espero que esta vez le hayas acertado. —Thea le culpo por el incidente de las tallas.

Dorothea sonrió cuando se vio al espejo, el vestido le quedaba perfecto. Se miro unos minutos mas antes de ir a pagarlo.

—Serian mil quinientos dólares. —Dijo la dependienta.

Thea saco la tarjeta negra, que su padre le había dado para sus gastos, y se la paso a la mujer detrás de la máquina registradora.

—Luego de esto tenemos que ir donde Jeanny a que me haga una nueva manicure. —Indico Thea a Shelby, la cual asintió rápidamente.

—Disculpe señorita, la tarjeta no tiene saldo suficiente.

—¿Cómo que no tiene saldo? —Respondió molesta. —Seguro tu maquina de quinta no funciona, inténtalo de nuevo. —Le ordeno.

Luego de tres intentos Thea sentía como la sangre se acumulaba en sus mejillas, su mente maquineaba un plan con el cual no fuera a salir humillada de todo esto.

—Yo pago. —Dijo el chico detrás de Thea extendiendo su tarjeta hacia la dependienta que la acepto con una sonrisa.

—¿Quién eres tú? —Pregunto la chica con una sonrisa.

—Gregori Mayers y tu me debes mil quinientos. —Dijo, Martijn a su lado soltó una gran carcajada.

—¿Qué haces tú aquí?

—Vengo a buscar un vestido de mi madre, pero tranquila no te pediré prestado. —Respondió el chico Quandt con una sonrisa que solo provoco que Thea blanqueara los ojos.

—Entonces, ¿Cuándo obtendré mi dinero?

Cuestiono Gregori con una sonrisa, por mas que esa sonrisa haya causado algo en el interior de Thea solo lo ignoro y asintió volteando a recibir su bolsa.

—Mañana tendrás tu deposito, espero tus datos.


Cordelia y Anthony caminaban por las oscuras calles de Reno, ambos se mantenían en silencio mientras se acercaban a su casa. Tres patrullas de la policía pasaron por su lado rápidamente, ambos se miraron confundidos al ver que se detuvieron en la casa de al lado a la suya.

—¿Crees que sea algo malo? —Pregunto Cordelia a su mellizo.

—Deberíamos acercarnos a ver.

Ambos caminaron hacia la casa, antes de poder acercarse un oficial puso la cinta amarilla para proteger el perímetro de las personas que se dedicaban a observar.
Riley y Milla se acercaron a la cinta observando a los agentes moverse de un lado para otro.

—¿Sabes que esta pasando? —Le pregunto Riley a Cordelia.

—No, lo siento.

El hecho de que fuera la casa de Vera no le daba muy buena espina. La chica Andrews saco su teléfono enviándole un mensaje a Thea, Lana y Mishel. Por suerte no vivían muy lejos, así que en cuestión de minutos estuvieron en la escena.

—¿Qué paso? —Pregunto Mishel.

—Aun no lo sabemos. —Respondió Milla ya que Riley no despegaba sus ojos de la casa.

—¿Crees que debemos preocuparnos? —Murmuro Thea a Lana.

 —Claro que sí.

—¿Lana?

—Cordelia, ¿Qué haces aquí?

—Vivo a un lado, ¿Conocías a quien vivió aquí?

—Éramos amigas, pero desapareció hace mucho. —Respondió.

—Oh, lo siento. —Murmuro la rubia. —Por cierto, el es mi hermano Anthony.

El muchacho solo le sonrió a Lana antes de volver su vista a la casa.

—¡Vera! —El grito desgarrador vino desde el interior de la casa.

Las chicas reconocieron la voz, era la mujer que le había dado la vida a Vera.

—No es cierto. —Murmuro Mishel.

—Aun no sabemos si lo es. —Dijo Thea incrédula.

Riley se acercó a Mishel para abrazarla mientras las lágrimas caían por los rostros de ambas.
Una camilla salió de la casa, y encima de ella había una bolsa negra. Eso solo significaba una cosa, el cuerpo de Vera Crawford había sido encontrado. 

Holaa:

Haaaa que emoción los dos capitulos Jay, el siguiente cao me toca a mí y prometo estar a la altura de los caps que subió Jay!!! :)