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fade into you | timothée chalamet.
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: Actores :: Otros
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fade into you | timothée chalamet.
Ficha de la serie
•Titulo: Fade into you.
•Autor: De mi autoria.
•Adaptación: Ninguna adaptación y no se permite.
•Género: Romance, drama.
•Contenido: Escenas explícitas +18, lenguaje vulgar.
•Advertencias: Toca temas delicados cómo la ansiedad, depresión, drogadicción.
•Otras páginas: Wattpad
¡¡¡Hola a todos!!! He aquí una vieja usuaria de este foro que me enseñó hermosas cosas. Mi nombre es Agustina, antes de me decían Erika (seg nombre), so... cómo quieran llamarme está bien. Mi antigua cuenta creo que está desactivada así que la subiré en esta nueva. Decidí subir esto aquí por los viejos tiempos. Enjoy.
Última edición por Bonjour el Sáb 09 Mayo 2020, 10:14 pm, editado 1 vez
Bonjour
Re: fade into you | timothée chalamet.
Prólogo
Su cabello, su mirada, él.
Sonreía mientras movía su cuerpo lentamente al ritmo de la música, no tenía los pies completamente en la tierra y sus cinco sentidos estaban fallando, pero se veía apacible.
Cada tanto abría sus ojos y me miraba para luego cerrarlos nuevamente. Con cada movimiento hacía que mi corazón se acelerara. Él intentaba acercarse a mí poco a poco; quiero que vuelvas a tocar mi piel pero no estoy tan inconsciente como para dejarlo pasar, Chalamet.
Bonjour
Re: fade into you | timothée chalamet.
Hola! :) Gracias por leerAndy Belmar. escribió:Holaaaa aquí tu nueva lectora, me encanta Timothée!!
Bonjour
Re: fade into you | timothée chalamet.
1: Constante movimiento
Año nuevo siempre fue alegre para mí. Música, amigos y familia.
Este diciembre del año 2018 no está siendo habitual como las demás fiestas. Hay menos emoción, más desinterés. No hay tantas risas, no hay unión. No hay un por qué concreto.
-¿Quieres ayudarme a preparar la mesa?
Mi madre estuvo con una sonrisa todo el día y es muy hermoso para mí, iluminaba todo el lugar con esa dulce sonrisa.
-Claro, solo déjame terminar con unas cosas - le dije mientras la veía desde las escaleras.
Subí rápidamente dónde era mi cuarto.
Extrañaba mucho esta casa, pasé prácticamente toda mi vida aquí; tal vez por eso se siente diferente, estar lejos de casa tanto tiempo te da un panorama más grande de las cosas, observas cosas que antes pasabas por alto porque siempre estaban allí. Esto es un grave problema, la rutina y la cotidianidad te ciegan completamente, no aprecias bien que frente a ti hay felicidad o tristeza; sin embargo, puede ser simplemente madurez, las cosas, la gente, la vida, están en constante movimiento.
Lo que más amaba de Inglaterra era el invierno y la primavera, las nevadas y el tiempo frío sin que te penetre los huesos. Es hermoso estar sentado en el escalón de la entrada de mi casa y observar como cae la nieve, mientras tanto, dentro está la chimenea encendida con mi papá escuchando a Charles Aznavour.
Desempaqué lo último que quedaba en mi valija, no era tanto, lo suficiente como para unas cuantas semanas, tomé un abrigo que fuese lo suficiente abrigado como para salir y no congelarme en el intento.
-¿En qué puedo serte de ayuda? – le pregunté a mi mamá mientras recorría la cocina.
-Solo pon el mantel y la vajilla, somos cinco –me sonrió mientras revolvía la salsa para la futura lasagna.
¿Cinco? Generalmente somos más pero esta vez estaba segura que seríamos cuatro personas; papá, mamá, Nathan y yo.
-¿Por qué cinco? –pregunté entrecerrando mis ojos.
-Nathan viene con una amiga –responde mi padre entrando a la cocina mientras sostiene unos siete libros.
No dije nada, solo seguí con lo que me habían ordenado hacer. Que Nathan haya invitado a un acompañante no me desagradaba, me desagradaba la idea de pensar quién sería. Nathan tiene 20 años y es una persona madura, tranquila e inteligente, pero sé que ese chico siempre trae algo entre manos. El verano pasado lo observé diferente, él ya no era un niño y se notaba, pero también se notaba la desconexión que tenía con su "yo interior" y aunque viviéramos en Nueva York a unas cuantas calles de distancia no quiere decir que nos viéramos seguido. Él tiene una vida con la música y le está yendo de maravilla, tanto que no puedo ir a visitarlo y él tampoco se acerca a mí en lapsos de cinco meses, es más, ni siquiera quiso volar conmigo hasta aquí.
-No parece agradarte mucho la idea –me dice mi papá al terminar de acomodar todos los libros en una estantería.
-Sinceramente me da igual –dije encogiéndome de hombros-. Solo no puedo dejar pasar de alto que Nat no me haya visitado en... no sé –divagué- ¿Seis meses?
-Está muy ocupado, Fran –defendió.
-Yo también, papá, pero tampoco lo estoy tanto como para no caminar seis calles –eché mi cuerpo hacia adelante apoyándome en la mesa.
-No estas equivocada en eso –me dio la razón-, pero no peleen hoy por eso, mañana es año nuevo –suplicó.
Lancé un largo y fuerte suspiro haciendo notar mi inconformidad. Él tenía razón, además, yo tampoco fui la mejor. Al independizarme e irme tan lejos estuve mucho tiempo sin comunicación; la emoción, la gente nueva y la ciudad te ciegan.
-Bien –resoplé indiferente.
Él sonrió dulcemente y tocó mi mejilla antes de retirarse del comedor.
Eran las siete de la tarde cuando Nathan llegó a casa; entró congelado, con la nariz como un tomate. Me abrazó fuertemente al verme y despacio me dijo al oído, "te extrañé".
Mi cara dibujó una sonrisa y lo abracé aún más fuerte dejándolo sin mucho aire.
-Me asfixias –dijo sin aliento.
Lo solté y reí hasta que vi una cabellera rubia subiendo las escaleras, ¿Era la invitada de mi hermano? Por supuesto que era ella.
-¡Hola! –dice mi madre emocionada a la recién llegada.
-Hola, buenas tardes –saludó la rubia mientras se sonrojaba un poco-. Me quedé observando su jardín, es hermoso –sonrió observando nuestro pequeño jardín que contaba con un árbol alto cubierto de nieve y arbustos marchitos, mi madre era tan buena cuidándolo que aunque no hubiese tanta vegetación se veía muy bello.
-En primavera es mucho más hermoso –mencioné tomando distancia de mi hermano para poder saludarla.
-Ella es Bonnie, mi mejor amiga –nos la presentó Nathan haciendo un ademán.
Estuve todo el día pensando que iba a tener una cuñada pero fallé. Bonnie es muy hermosa, ojos marrones, pecas, su cabello cae hasta sus hombros y tiene muy linda sonrisa, agradable. No pintaba ser una mala persona.
Ayudé a Nathan y Bonnie a llevar sus bolsos a lo que era la habitación de Nathan. Aproveché el momento que éste estaba desempacando para hablar un poco con los dos.
Bonnie se sentó en el pie de la cama mientras observaba como caía la nieve en la ventana que se encontraba frente a ella que realmente era muy encantador, no paraba de nevar. En cambio Nathan se sacaba todo su abrigo empapado por la nieve.
-¿Qué tal el viaje? –pregunté agradablemente.
-Largo y terrible –responde Bonnie seguido de reírse.
-¿Qué sucedió? –reí levemente.
Nathan espira para luego soltar el aire que retuvo un tiempo en sus pulmones y con una gran sonrisa dijo...
-Al lado nuestro había un señor con no tan agradable aliento –hizo una cara de asco-. Ni dormía muy callado –negó con la cabeza.
-Los compadezco –dije seguido de lanzar una pequeña carcajada.
-¿Qué hay de ti, Frances? –preguntó Nathan.
- ¿Qué hay de mí? –Suspiré- Terminé con Kenneth hace unos cinco meses después de que me enterara que estaba con otra chica... -expresé y luego pausé unos segundos-, mi trabajo va muy bien por suerte –recalqué-, pude sacarme ese estúpido tatuaje que me hice a los catorce años –mencioné victoriosa moviendo levemente los brazos de un lado a otro-. Nada más interesante que eso. Ahora que estoy aquí necesito tomarme unas vacaciones de mi mente, mi trabajo y seguir mi rumbo.
Al finalizar los dos se quedaron mirándome sin saber que decir; sé que Nathan tenía muchas palabras en la punta de la lengua, él nunca se queda callado, siempre sabe que decir y también tiene la última palabra en todas las conversaciones, pero fue mucha información para Bonnie.
Aunque parece que lo de mi ex novio fue doloroso, lo cual sí fue, no me importa tanto como para llorar y ver películas románticas como autocastigo. Soy bastante optimista, tengo mis decaídas a un pozo sin fondo de vez en cuando, pero siempre salgo de allí con la cabeza más en alto.
-Era... -pausa para corregirse- es un estúpido –afirma Nathan mientras asiente con su cabeza-. Pero veo que lo llevas bastante bien...
-Claro que sí, no voy a lamentarme toda la vida. Tengo muchas cosas que hacer –sonrío con total sinceridad.
Las cosas seguían intactas en nuestra relación de hermanos. Esta vez sentí a Nathan tranquilo y feliz, cómo si no hubiese problema alguno en el mundo, así era él.
Razoné que al pensar de más las cosas la realidad se deformó en mi cabeza, cuando realmente no estaba pasando nada grave, todo se observaba normal. Seguramente es la angustia y ansiedad de que mañana será un nuevo año, de que todos nos hacemos más viejos y no nos damos cuenta hasta que el almanaque marca un diferente año.
La muerte de mi abuelo no ayudaba mucho cómo para que este año nuevo sea igual a años anteriores ya que mi abuela aún no lo supera y fue muy duro para todos, era muy querido.
Tenemos una mesa enorme en el comedor que siempre estaba repleta con mis abuelos, tíos, primos, vecinos, amigos y nosotros, por supuesto. La mayoría al terminar la escuela se fueron a diferentes lugares, otros simplemente se mudaron por gusto, y mi familia en sí no pudo venir este año. Entonces aquí estamos.
-Podríamos ir a la ciudad... -menciona Bonnie- después de la cena, claro -prosiguió.
-Si, esa era la idea -señaló Nathan mientras se levantaba de la cama para caminar hacia la salida-, pero hay que esperar a que se termine toda la conserva que hay en el mini bar -declaró y desapareció del corredor.
-Hay que esperar a que nuestros padres se vayan a dormir -le expliqué a Bonnie- eso quiso decir -dije señalando la puerta de salida refiriéndome a mi hermano.
Las noches en Londres eran pintorescas y muy heladas. En mi mente pensaba rechazar la oferta de salida a último momento e irme a dormir acobijada con el estómago lleno, pero Nathan me obligaría a salir, así que me mentalicé y me obligué a ir.
Además, ¿Que tan mal me harían unos cuantos tragos?
Este diciembre del año 2018 no está siendo habitual como las demás fiestas. Hay menos emoción, más desinterés. No hay tantas risas, no hay unión. No hay un por qué concreto.
-¿Quieres ayudarme a preparar la mesa?
Mi madre estuvo con una sonrisa todo el día y es muy hermoso para mí, iluminaba todo el lugar con esa dulce sonrisa.
-Claro, solo déjame terminar con unas cosas - le dije mientras la veía desde las escaleras.
Subí rápidamente dónde era mi cuarto.
Extrañaba mucho esta casa, pasé prácticamente toda mi vida aquí; tal vez por eso se siente diferente, estar lejos de casa tanto tiempo te da un panorama más grande de las cosas, observas cosas que antes pasabas por alto porque siempre estaban allí. Esto es un grave problema, la rutina y la cotidianidad te ciegan completamente, no aprecias bien que frente a ti hay felicidad o tristeza; sin embargo, puede ser simplemente madurez, las cosas, la gente, la vida, están en constante movimiento.
Lo que más amaba de Inglaterra era el invierno y la primavera, las nevadas y el tiempo frío sin que te penetre los huesos. Es hermoso estar sentado en el escalón de la entrada de mi casa y observar como cae la nieve, mientras tanto, dentro está la chimenea encendida con mi papá escuchando a Charles Aznavour.
Desempaqué lo último que quedaba en mi valija, no era tanto, lo suficiente como para unas cuantas semanas, tomé un abrigo que fuese lo suficiente abrigado como para salir y no congelarme en el intento.
-¿En qué puedo serte de ayuda? – le pregunté a mi mamá mientras recorría la cocina.
-Solo pon el mantel y la vajilla, somos cinco –me sonrió mientras revolvía la salsa para la futura lasagna.
¿Cinco? Generalmente somos más pero esta vez estaba segura que seríamos cuatro personas; papá, mamá, Nathan y yo.
-¿Por qué cinco? –pregunté entrecerrando mis ojos.
-Nathan viene con una amiga –responde mi padre entrando a la cocina mientras sostiene unos siete libros.
No dije nada, solo seguí con lo que me habían ordenado hacer. Que Nathan haya invitado a un acompañante no me desagradaba, me desagradaba la idea de pensar quién sería. Nathan tiene 20 años y es una persona madura, tranquila e inteligente, pero sé que ese chico siempre trae algo entre manos. El verano pasado lo observé diferente, él ya no era un niño y se notaba, pero también se notaba la desconexión que tenía con su "yo interior" y aunque viviéramos en Nueva York a unas cuantas calles de distancia no quiere decir que nos viéramos seguido. Él tiene una vida con la música y le está yendo de maravilla, tanto que no puedo ir a visitarlo y él tampoco se acerca a mí en lapsos de cinco meses, es más, ni siquiera quiso volar conmigo hasta aquí.
-No parece agradarte mucho la idea –me dice mi papá al terminar de acomodar todos los libros en una estantería.
-Sinceramente me da igual –dije encogiéndome de hombros-. Solo no puedo dejar pasar de alto que Nat no me haya visitado en... no sé –divagué- ¿Seis meses?
-Está muy ocupado, Fran –defendió.
-Yo también, papá, pero tampoco lo estoy tanto como para no caminar seis calles –eché mi cuerpo hacia adelante apoyándome en la mesa.
-No estas equivocada en eso –me dio la razón-, pero no peleen hoy por eso, mañana es año nuevo –suplicó.
Lancé un largo y fuerte suspiro haciendo notar mi inconformidad. Él tenía razón, además, yo tampoco fui la mejor. Al independizarme e irme tan lejos estuve mucho tiempo sin comunicación; la emoción, la gente nueva y la ciudad te ciegan.
-Bien –resoplé indiferente.
Él sonrió dulcemente y tocó mi mejilla antes de retirarse del comedor.
Eran las siete de la tarde cuando Nathan llegó a casa; entró congelado, con la nariz como un tomate. Me abrazó fuertemente al verme y despacio me dijo al oído, "te extrañé".
Mi cara dibujó una sonrisa y lo abracé aún más fuerte dejándolo sin mucho aire.
-Me asfixias –dijo sin aliento.
Lo solté y reí hasta que vi una cabellera rubia subiendo las escaleras, ¿Era la invitada de mi hermano? Por supuesto que era ella.
-¡Hola! –dice mi madre emocionada a la recién llegada.
-Hola, buenas tardes –saludó la rubia mientras se sonrojaba un poco-. Me quedé observando su jardín, es hermoso –sonrió observando nuestro pequeño jardín que contaba con un árbol alto cubierto de nieve y arbustos marchitos, mi madre era tan buena cuidándolo que aunque no hubiese tanta vegetación se veía muy bello.
-En primavera es mucho más hermoso –mencioné tomando distancia de mi hermano para poder saludarla.
-Ella es Bonnie, mi mejor amiga –nos la presentó Nathan haciendo un ademán.
Estuve todo el día pensando que iba a tener una cuñada pero fallé. Bonnie es muy hermosa, ojos marrones, pecas, su cabello cae hasta sus hombros y tiene muy linda sonrisa, agradable. No pintaba ser una mala persona.
Ayudé a Nathan y Bonnie a llevar sus bolsos a lo que era la habitación de Nathan. Aproveché el momento que éste estaba desempacando para hablar un poco con los dos.
Bonnie se sentó en el pie de la cama mientras observaba como caía la nieve en la ventana que se encontraba frente a ella que realmente era muy encantador, no paraba de nevar. En cambio Nathan se sacaba todo su abrigo empapado por la nieve.
-¿Qué tal el viaje? –pregunté agradablemente.
-Largo y terrible –responde Bonnie seguido de reírse.
-¿Qué sucedió? –reí levemente.
Nathan espira para luego soltar el aire que retuvo un tiempo en sus pulmones y con una gran sonrisa dijo...
-Al lado nuestro había un señor con no tan agradable aliento –hizo una cara de asco-. Ni dormía muy callado –negó con la cabeza.
-Los compadezco –dije seguido de lanzar una pequeña carcajada.
-¿Qué hay de ti, Frances? –preguntó Nathan.
- ¿Qué hay de mí? –Suspiré- Terminé con Kenneth hace unos cinco meses después de que me enterara que estaba con otra chica... -expresé y luego pausé unos segundos-, mi trabajo va muy bien por suerte –recalqué-, pude sacarme ese estúpido tatuaje que me hice a los catorce años –mencioné victoriosa moviendo levemente los brazos de un lado a otro-. Nada más interesante que eso. Ahora que estoy aquí necesito tomarme unas vacaciones de mi mente, mi trabajo y seguir mi rumbo.
Al finalizar los dos se quedaron mirándome sin saber que decir; sé que Nathan tenía muchas palabras en la punta de la lengua, él nunca se queda callado, siempre sabe que decir y también tiene la última palabra en todas las conversaciones, pero fue mucha información para Bonnie.
Aunque parece que lo de mi ex novio fue doloroso, lo cual sí fue, no me importa tanto como para llorar y ver películas románticas como autocastigo. Soy bastante optimista, tengo mis decaídas a un pozo sin fondo de vez en cuando, pero siempre salgo de allí con la cabeza más en alto.
-Era... -pausa para corregirse- es un estúpido –afirma Nathan mientras asiente con su cabeza-. Pero veo que lo llevas bastante bien...
-Claro que sí, no voy a lamentarme toda la vida. Tengo muchas cosas que hacer –sonrío con total sinceridad.
Las cosas seguían intactas en nuestra relación de hermanos. Esta vez sentí a Nathan tranquilo y feliz, cómo si no hubiese problema alguno en el mundo, así era él.
Razoné que al pensar de más las cosas la realidad se deformó en mi cabeza, cuando realmente no estaba pasando nada grave, todo se observaba normal. Seguramente es la angustia y ansiedad de que mañana será un nuevo año, de que todos nos hacemos más viejos y no nos damos cuenta hasta que el almanaque marca un diferente año.
La muerte de mi abuelo no ayudaba mucho cómo para que este año nuevo sea igual a años anteriores ya que mi abuela aún no lo supera y fue muy duro para todos, era muy querido.
Tenemos una mesa enorme en el comedor que siempre estaba repleta con mis abuelos, tíos, primos, vecinos, amigos y nosotros, por supuesto. La mayoría al terminar la escuela se fueron a diferentes lugares, otros simplemente se mudaron por gusto, y mi familia en sí no pudo venir este año. Entonces aquí estamos.
-Podríamos ir a la ciudad... -menciona Bonnie- después de la cena, claro -prosiguió.
-Si, esa era la idea -señaló Nathan mientras se levantaba de la cama para caminar hacia la salida-, pero hay que esperar a que se termine toda la conserva que hay en el mini bar -declaró y desapareció del corredor.
-Hay que esperar a que nuestros padres se vayan a dormir -le expliqué a Bonnie- eso quiso decir -dije señalando la puerta de salida refiriéndome a mi hermano.
Las noches en Londres eran pintorescas y muy heladas. En mi mente pensaba rechazar la oferta de salida a último momento e irme a dormir acobijada con el estómago lleno, pero Nathan me obligaría a salir, así que me mentalicé y me obligué a ir.
Además, ¿Que tan mal me harían unos cuantos tragos?
Bonjour
Re: fade into you | timothée chalamet.
2: ojos verdes
Al terminar la cena Bonnie, Nathan y Frances se tomaron el tiempo para arreglarse lo que más pudieron para poder salir al lugar dónde frecuentaban cuando eran más chicos... la ciudad y a cualquier lado dentro de ella.
Antes, con 16 y 17 años, tenían amistades con edades avanzadas los cuales siempre ayudaban a que estos dos chicos entraran dónde quisieran; se puede decir que ambos tuvieron una adolescencia plena pero sin tantos excesos.
En las borracheras recordaban anécdotas que pasaban. Aunque ambos salían nunca estaban juntos en las fiestas, pero lo más gracioso de todo era cuando debían volver a casa en un estado deplorable y ambos debían cuidarse uno al otro. Lo que siempre tuvieron presente fue el día que Nathan, con tan solo 14 años, tuvo que ocultar a su hermana, borracha de 15 años, en los arbustos de la casa porque Nathan no podía subirla por las escaleras ya que su estado también era lamentable. Al otro día, su padre encontró a Frances dormida en el césped y, cómo deberán imaginar, ambos no salieron por cinco meses.
—Hace mucho frío –expresó Bonnie al sentir la brisa de aire cuando salió afuera, había dejado de nevar hace un par de horas.
—Sí, pero ya te vas a acostumbrar, es cómo tener el cuerpo caliente y meterse a una piscina con agua helada –asegura Nathan mientras se sube al auto que unos momentos antes había conseguido convenciendo a su padre ebrio que se lo prestara.
—¿A dónde vamos? –pregunta Frances frotándose ambos brazos seguido de prender la calefacción del auto.
—Primero –señala Nathan levantando un dedo— debo recoger a unos amigos –luego de eso levanta dos dedos—. Después iremos a "Schonwald".
Schonwald era un lugar muy estrambótico, dónde iban personas con dinero, tenía un ambiente agradable pero no lo suficiente como para socializar con todos los que frecuentaban allí, pasaban música alternativa y era muy famoso por las personas que acudían.
Frances jamás acudió a ese lugar antes, en cambio Nathan lo había hecho hace un tiempo gracias a los contactos de la industria de la música en el que él estaba metido, al igual que Bonnie, ella si frecuentaba el lugar cuando vivía aquí hace unos cinco años.
Luego de una larga vuelta llegaron a una casa blanca de dos pisos; había una fiesta dentro ya que la música se lograba escuchar a una cuadra de distancia. Había gente afuera cubierta con mantas mientras tomaban algo.
Los tres bajaron del auto. Bonnie saludó a unas cuantas personas de ahí afuera y se quedó charlando con ellos. Mientras Nathan entraba a la casa, Frances estaba indecisa con si esperaba en el auto o seguía a su hermano, optó por la segunda opción y caminó rápidamente hacia la entrada de la casa. La puerta estaba abierta y adentro había mucha gente por todos lados. Frances con cierto nerviosismo tomó su largo cabello negro y se lo llevó a un lado de su hombro, caminó abriéndose entre la gente en el momento que divisó a su hermano.
Alguien tomó su brazo e hizo que ella parara y volteara.
—¿Fran? –preguntó un chico alto con ojos color verde.
—¡Harry! –exclamó emocionada, tomó al chico y lo abrazó fuertemente.
Harry era compañero de Frances en la escuela y antiguos vecinos; de niños jugaban todo el tiempo y prácticamente crecieron juntos.
Fueron buenos amigos durante mucho tiempo pero todo cambió cuando ambos en una fiesta, muy ebrios, se acostaron y así tuvieron su primera vez juntos.
Ellos se querían mucho y Frances empezó a sentir cosas por él pero decidió jamás decírselo sólo para cuidar la gran amistad que tenían, a él le pasó lo mismo, y callaron mucho tiempo. Ya de grandes se dieron cuenta que el estar juntos sería imposible, por lo que decidieron jamás tocar el tema de aquella fiesta y seguir cómo sin nada. Frances pudo seguir y superar, en cambio él no.
Tiempo después, Harry cortó lazos con ella dejándole de hablar para poder superarla, Frances no se lo tomó del todo bien ya que no sabía el por qué; su mejor amigo había desaparecido de la nada. Después de un tiempo, Harry se fue a California con su novia de ese entonces y jamás se volvieron a hablar después de 17 años de amistad.
Ninguno guardó rencor. Él pensó durante unos meses volver a hablarle pero sintió que no era lo correcto después de lo que hizo.
Así dejaron que el tiempo fluya; todo cómo un bonito recuerdo.
—Te extrañé –dijo Harry cerrando los ojos mientras la abrazaba.
—Yo también, realmente no pensaba encontrarte aquí –habló Fran deshaciendo el abrazo
—Es la casa de Celestine –gritó Harry acercándose a ella ya que era imposible hablar con la música.
Celestine era compañera de Frances y Harry en la escuela, no eran amigos de ella pero Celestine era la niña que sus padres le dejaban hacer de todo y por ende hacía fiestas en su casa, iba ebria a la escuela y todos querían ser su amigo. Al crecer la chica tuvo éxito siendo modelo de algunas revistas, gracias a su carisma ganó muchos amigos y oportunidades a lo largo de su vida, cómo también una adicción al alcohol.
—Pensé que estaba en Francia –grita Frances.
—No sé nada, solo pasábamos con los chicos por aquí y heme aquí –dice Harry tocándose el pecho.
—¿Cuando volviste?
—Hace cuatro días, en una semana debo volver a California —responde agachando la cabeza.
—¡Qué bien! —exclama hipócritamente— ¿Sigues con Merry? —pregunta desganada e intrigada.
—No —niega con la cabeza con el ceño fruncido— terminamos hace un año —declara sonriendo.
Frances lo observó incrédula; realmente no le importaba pero siempre pensó que el ruludo se alejó de ella por culpa de Merry; claramente no fue así y de igual manera todo encajaba cómo si así fuese.
—Deberíamos charlar antes de que me vaya —acota Harry con esperanza a que diga que sí.
—Supongo que deberíamos —le responde divagando— pero ahora no importa —continúo esperando a que esta conversación no se torne densa.
—Claro.
Frances y Harry caminaron hacia la cocina dónde había luz y menos bullicio; allí se encontraron a Nathan, Celestine y otro par de chicos y chicas.
Frances se encontraba nerviosa, el ambiente en esa habitación se notó tenso, al menos cinco de los que se encontraban tenían los ojos dilatados cómo un agujero negro y no hablaban entre ellos. No era de extrañarse al ver todas las bebidas alcohólicas que se encontraban desparramadas en cada superficie donde se podía apoyar una botella. A los segundos de inspeccionar la sala vio un tumulto de drogas en una de las mesas donde habían personas sentadas, algunos se encontraban muy felices, otros en una situación muy parecida al pánico.
—Qué ambiente tan raro –declara Frances mirando a su alrededor con cierta cara neutra.
—Normal en estos lugares –asegura Harry y ríe levemente.
—¿Vamos? –Le pregunta Nathan a Frances para luego voltear a Harry— ¡Hey! ¿Cómo estás, hermano? –dice y tiende su mano para recibir un choque de Harry.
—Vivo, es lo que importa –responde él con una sonrisa de lado.
—Claro que sí –dice Nathan tocando el hombro de Harry.
Nathan y Harry eran amigos pero no con tanta intensidad cómo la relación que Harry tenía con Frances, pero aún así se llevaban muy bien y al salir generalmente dejaba a su hermana al cuidado del ruludo, si piensan que eso salía bien... pues no.
— Acompáñanos, iremos a Schonwald —continuó mirando a su hermana esperando que a ésta no le incomodara la invitación.
—No vine solo –menciona señalando detrás de su espalda.
—Bueno, cómo quieras, si quieren ir ya saben el camino –dice éste tomando la mano de Harry en forma de saludo, seguido a esto abandona la sala dejando solos a los ex mejores amigos.
Frances saluda a Harry con un beso en la mejilla sin decir una palabra, le sonríe tímida y se dispone a salir de aquella casa.
—Iré en un rato –declara el chico de ojos verdes antes de que ella desapareciera de su vista.
Ésta sin dejar de caminar lo voltea a ver y sonrió mostrando sus dientes.
Ella caminaba con cuidado entre la gente para que ninguno le tirara la bebida encima o la quemaran con algún cigarro, llegando a la puerta de salida choca con un chico que, en muy mal estado, estaba sentado en las escaleras de la casa. Éste tomaba su cabeza entre sus manos cómo tratando de recobrar un estado mejor.
—Lo siento, permiso –le dice Frances al pasar a su lado.
Sin más, sube al auto en el lado del copiloto, se mira en el espejo retrovisor para revisar su labial rojo y divisar a tres personas más en la parte trasera.
—¿Hola? –saluda a las personas de atrás mirándolos.
—Ellos son Claire, Kathy y Philip –nombra Bonnie que se encontraba sentada en las piernas del tal Philip.
—Un gusto –sonríe Frances a todos, luego se acomodó en su asiento y Nathan puso el auto en marcha al tal famoso lugar.
Una noche fría, luminosa, con gente por doquier. Se sentía el aire a descontrol, felicidad, juventud. Frances pensaba que hace tanto tiempo no salía por su trabajo; estaba tan ocupada que se había olvidado lo mucho que le gustaba salir con amigos y pasarla tan bien que olvidaba todo lo que había ocurrido aquellas noches de descontrol.
Se veía ansiosa y emocionada, podía volver a ser ella completamente, aquella chica que había enterrado en su ser para poder concentrarse en sus responsabilidades.
Claire, la chica pelirroja, le pasó una botella de vino blanco a Frances, ésta la recibió y al tomar unos tragos con Tame Impala de fondo se dio cuenta que la noche recién comenzaba.
Antes, con 16 y 17 años, tenían amistades con edades avanzadas los cuales siempre ayudaban a que estos dos chicos entraran dónde quisieran; se puede decir que ambos tuvieron una adolescencia plena pero sin tantos excesos.
En las borracheras recordaban anécdotas que pasaban. Aunque ambos salían nunca estaban juntos en las fiestas, pero lo más gracioso de todo era cuando debían volver a casa en un estado deplorable y ambos debían cuidarse uno al otro. Lo que siempre tuvieron presente fue el día que Nathan, con tan solo 14 años, tuvo que ocultar a su hermana, borracha de 15 años, en los arbustos de la casa porque Nathan no podía subirla por las escaleras ya que su estado también era lamentable. Al otro día, su padre encontró a Frances dormida en el césped y, cómo deberán imaginar, ambos no salieron por cinco meses.
—Hace mucho frío –expresó Bonnie al sentir la brisa de aire cuando salió afuera, había dejado de nevar hace un par de horas.
—Sí, pero ya te vas a acostumbrar, es cómo tener el cuerpo caliente y meterse a una piscina con agua helada –asegura Nathan mientras se sube al auto que unos momentos antes había conseguido convenciendo a su padre ebrio que se lo prestara.
—¿A dónde vamos? –pregunta Frances frotándose ambos brazos seguido de prender la calefacción del auto.
—Primero –señala Nathan levantando un dedo— debo recoger a unos amigos –luego de eso levanta dos dedos—. Después iremos a "Schonwald".
Schonwald era un lugar muy estrambótico, dónde iban personas con dinero, tenía un ambiente agradable pero no lo suficiente como para socializar con todos los que frecuentaban allí, pasaban música alternativa y era muy famoso por las personas que acudían.
Frances jamás acudió a ese lugar antes, en cambio Nathan lo había hecho hace un tiempo gracias a los contactos de la industria de la música en el que él estaba metido, al igual que Bonnie, ella si frecuentaba el lugar cuando vivía aquí hace unos cinco años.
Luego de una larga vuelta llegaron a una casa blanca de dos pisos; había una fiesta dentro ya que la música se lograba escuchar a una cuadra de distancia. Había gente afuera cubierta con mantas mientras tomaban algo.
Los tres bajaron del auto. Bonnie saludó a unas cuantas personas de ahí afuera y se quedó charlando con ellos. Mientras Nathan entraba a la casa, Frances estaba indecisa con si esperaba en el auto o seguía a su hermano, optó por la segunda opción y caminó rápidamente hacia la entrada de la casa. La puerta estaba abierta y adentro había mucha gente por todos lados. Frances con cierto nerviosismo tomó su largo cabello negro y se lo llevó a un lado de su hombro, caminó abriéndose entre la gente en el momento que divisó a su hermano.
Alguien tomó su brazo e hizo que ella parara y volteara.
—¿Fran? –preguntó un chico alto con ojos color verde.
—¡Harry! –exclamó emocionada, tomó al chico y lo abrazó fuertemente.
Harry era compañero de Frances en la escuela y antiguos vecinos; de niños jugaban todo el tiempo y prácticamente crecieron juntos.
Fueron buenos amigos durante mucho tiempo pero todo cambió cuando ambos en una fiesta, muy ebrios, se acostaron y así tuvieron su primera vez juntos.
Ellos se querían mucho y Frances empezó a sentir cosas por él pero decidió jamás decírselo sólo para cuidar la gran amistad que tenían, a él le pasó lo mismo, y callaron mucho tiempo. Ya de grandes se dieron cuenta que el estar juntos sería imposible, por lo que decidieron jamás tocar el tema de aquella fiesta y seguir cómo sin nada. Frances pudo seguir y superar, en cambio él no.
Tiempo después, Harry cortó lazos con ella dejándole de hablar para poder superarla, Frances no se lo tomó del todo bien ya que no sabía el por qué; su mejor amigo había desaparecido de la nada. Después de un tiempo, Harry se fue a California con su novia de ese entonces y jamás se volvieron a hablar después de 17 años de amistad.
Ninguno guardó rencor. Él pensó durante unos meses volver a hablarle pero sintió que no era lo correcto después de lo que hizo.
Así dejaron que el tiempo fluya; todo cómo un bonito recuerdo.
—Te extrañé –dijo Harry cerrando los ojos mientras la abrazaba.
—Yo también, realmente no pensaba encontrarte aquí –habló Fran deshaciendo el abrazo
—Es la casa de Celestine –gritó Harry acercándose a ella ya que era imposible hablar con la música.
Celestine era compañera de Frances y Harry en la escuela, no eran amigos de ella pero Celestine era la niña que sus padres le dejaban hacer de todo y por ende hacía fiestas en su casa, iba ebria a la escuela y todos querían ser su amigo. Al crecer la chica tuvo éxito siendo modelo de algunas revistas, gracias a su carisma ganó muchos amigos y oportunidades a lo largo de su vida, cómo también una adicción al alcohol.
—Pensé que estaba en Francia –grita Frances.
—No sé nada, solo pasábamos con los chicos por aquí y heme aquí –dice Harry tocándose el pecho.
—¿Cuando volviste?
—Hace cuatro días, en una semana debo volver a California —responde agachando la cabeza.
—¡Qué bien! —exclama hipócritamente— ¿Sigues con Merry? —pregunta desganada e intrigada.
—No —niega con la cabeza con el ceño fruncido— terminamos hace un año —declara sonriendo.
Frances lo observó incrédula; realmente no le importaba pero siempre pensó que el ruludo se alejó de ella por culpa de Merry; claramente no fue así y de igual manera todo encajaba cómo si así fuese.
—Deberíamos charlar antes de que me vaya —acota Harry con esperanza a que diga que sí.
—Supongo que deberíamos —le responde divagando— pero ahora no importa —continúo esperando a que esta conversación no se torne densa.
—Claro.
Frances y Harry caminaron hacia la cocina dónde había luz y menos bullicio; allí se encontraron a Nathan, Celestine y otro par de chicos y chicas.
Frances se encontraba nerviosa, el ambiente en esa habitación se notó tenso, al menos cinco de los que se encontraban tenían los ojos dilatados cómo un agujero negro y no hablaban entre ellos. No era de extrañarse al ver todas las bebidas alcohólicas que se encontraban desparramadas en cada superficie donde se podía apoyar una botella. A los segundos de inspeccionar la sala vio un tumulto de drogas en una de las mesas donde habían personas sentadas, algunos se encontraban muy felices, otros en una situación muy parecida al pánico.
—Qué ambiente tan raro –declara Frances mirando a su alrededor con cierta cara neutra.
—Normal en estos lugares –asegura Harry y ríe levemente.
—¿Vamos? –Le pregunta Nathan a Frances para luego voltear a Harry— ¡Hey! ¿Cómo estás, hermano? –dice y tiende su mano para recibir un choque de Harry.
—Vivo, es lo que importa –responde él con una sonrisa de lado.
—Claro que sí –dice Nathan tocando el hombro de Harry.
Nathan y Harry eran amigos pero no con tanta intensidad cómo la relación que Harry tenía con Frances, pero aún así se llevaban muy bien y al salir generalmente dejaba a su hermana al cuidado del ruludo, si piensan que eso salía bien... pues no.
— Acompáñanos, iremos a Schonwald —continuó mirando a su hermana esperando que a ésta no le incomodara la invitación.
—No vine solo –menciona señalando detrás de su espalda.
—Bueno, cómo quieras, si quieren ir ya saben el camino –dice éste tomando la mano de Harry en forma de saludo, seguido a esto abandona la sala dejando solos a los ex mejores amigos.
Frances saluda a Harry con un beso en la mejilla sin decir una palabra, le sonríe tímida y se dispone a salir de aquella casa.
—Iré en un rato –declara el chico de ojos verdes antes de que ella desapareciera de su vista.
Ésta sin dejar de caminar lo voltea a ver y sonrió mostrando sus dientes.
Ella caminaba con cuidado entre la gente para que ninguno le tirara la bebida encima o la quemaran con algún cigarro, llegando a la puerta de salida choca con un chico que, en muy mal estado, estaba sentado en las escaleras de la casa. Éste tomaba su cabeza entre sus manos cómo tratando de recobrar un estado mejor.
—Lo siento, permiso –le dice Frances al pasar a su lado.
Sin más, sube al auto en el lado del copiloto, se mira en el espejo retrovisor para revisar su labial rojo y divisar a tres personas más en la parte trasera.
—¿Hola? –saluda a las personas de atrás mirándolos.
—Ellos son Claire, Kathy y Philip –nombra Bonnie que se encontraba sentada en las piernas del tal Philip.
—Un gusto –sonríe Frances a todos, luego se acomodó en su asiento y Nathan puso el auto en marcha al tal famoso lugar.
Una noche fría, luminosa, con gente por doquier. Se sentía el aire a descontrol, felicidad, juventud. Frances pensaba que hace tanto tiempo no salía por su trabajo; estaba tan ocupada que se había olvidado lo mucho que le gustaba salir con amigos y pasarla tan bien que olvidaba todo lo que había ocurrido aquellas noches de descontrol.
Se veía ansiosa y emocionada, podía volver a ser ella completamente, aquella chica que había enterrado en su ser para poder concentrarse en sus responsabilidades.
Claire, la chica pelirroja, le pasó una botella de vino blanco a Frances, ésta la recibió y al tomar unos tragos con Tame Impala de fondo se dio cuenta que la noche recién comenzaba.
Bonjour
Re: fade into you | timothée chalamet.
3: Schonwald.
"¿Cuatro tragos serán suficientes?"
La chica con pelo negro piensa si tal vez debería dejar de tomar por miedo a la resaca de mañana. Mira su trago con mucho amor, también con los ojos perdidos, mareada, y con su labial rojo corrido, decide tomar unos cuantos más.
Había perdido de vista a casi todos los chicos, menos a Philip, que lo divisaba a un par de metros. La oscuridad, luces rojas y otras titilantes no dejaban a Frances ver bien a su alrededor, pero podía ver a la gente bailando, otros tomando mucho alcohol, cómo también a la gente en la zona "V.I.P" consumiendo sustancias fuertes cómo cocaína.
Ella se decidió por quedarse en la barra, cuatro vasos vacíos de diferentes bebidas la rodeaban. Chupó la rodaja de limón que estaba en el vaso del cual estaba tomando, hizo un fondo con lo poco que le quedaba. Ahora eran cinco vasos vacíos.
Estuvo hablando todo este tiempo con la chica de la barra, que reía con las incoherencias que Frances decía.
—Creo que no debería seguir tomando –expresa la chica a la bartender.
—Yo creo que deberías disfrutar la noche allá bailando que estar aquí tomando cada cosa que hay en el menú –le responde apoyándose en la barra tomando su cara con una mano.
—Yo creo... —dice Frances con la voz temblorosa— que cada uno tiene diferentes formas de divertirse –prosiguió señalándola—, ésta es la mía. –La bartender se incorpora y hace un gesto de desinterés mientras reía—. Pero... —prosiguió Frances levantándose de su silla— tienes razón, iré a bailar. –Dicho esto caminó lentamente hacía la pista de baile.
Sonaba de fondo She Past Away-Rituel, cuando vio que Harry junto a otros chicos entraban a la fiesta. Harry localizó a Frances rápidamente y se acercó a ella. Ésta empezó a mover su cuerpo al ritmo de la música, balanceándose de un lado a otro moviendo su cabello divertidamente cómo solía hacer cuando ambos salían y se reencontraban luego de haberse perdido en la pista de baile.
—¿Estás tan ebria cómo pienso? –Harry le dice al oído mientras le sostiene ambos brazos para que se quede quieta.
Ella no escuchó del todo bien porque la música sonaba muy fuerte, pero aun así asintió riendo. Él rió también, la tomó de la mano llevándola dónde se encontraban los otros chicos. No se presentó nadie, todos estaban bailando en un mundo totalmente aparte.
Frances movía el cuerpo libremente, cómo si nadie la mirara. Las vibraciones recorrían su cuerpo de pies a cabeza haciendo que sus movimientos fueran casi involuntarios, al cerrar los ojos veía aquella luz que se apagaba de repente rápidamente haciendo que sienta adrenalina en su cuerpo. Cada segundo que pasaba las náuseas se apoderaban más de ella, por lo que tuvo que correr hacia lo baños que había visitado un tiempo antes.
Ya en el baño entró al primero que estuviese desocupado y sin cerrar la puerta empezó a vomitar. Mezclar vodka, ron, whisky, tequila y vino no fue una grandiosa decisión.
Luego de jalar la cadena, se acercó al enorme espejo para mirarse el rostro. Con los ojos negros por el delineado corrido y labios medianamente pintados, tomó un poco de agua del grifo. Pasó sus dedos entre su pelo tirándoselo hacia atrás, se vio nuevamente al espejo, observando cómo su rostro se movía al igual que todo a su alrededor, entrecerró los ojos y prosiguió a salir del baño.
Al salir estaba un chico apoyado en la pared que daba a la puerta del baño, Frances lo divisó unos segundos y éste le habló antes de que ella se fuera de ahí.
—¿Estás bien? –pregunta el chico con rulos.
—Estuve peor –responde tocando su estómago— ¿Vienes con Harry o sólo eres de por ahí? –dice apoyándose en la pared a su lado.
—Vengo con Harry –responde confundido—, estabas bailando a mi lado.
—No veo la cara de todas las personas que me rodean.
—Yo tampoco, pero tu cara fue imposible de no ver.
Hubo un silencio, no incómodo, solo fue silencio. Frances sintió que recuperó su conciencia, aunque no fue así, sintió cómo sí alguien le hubiese tirado un balde de agua fría por un milisegundo. Decidió mirar al chico que se encontraba a su lado. Facciones marcadas, ojos claros y con pupilas muy dilatadas cómo si alguna sustancia hiciera su efecto correctamente.
—¿Tu nombre? –pregunta ésta.
El chico voltea a verla, ambos se quedan unos segundos mirándose a los ojos, ambos estaban igual de puestos pero con diferentes sustancias. Se veía la profundidad en sus ojos, ambos ocultaban algo en su interior pero ninguno sabía qué, sólo sabían que podían ver oscuridad.
Una sensación de frío recorrió por el cuerpo del desconocido. Inhaló fuertemente dejando que el aire penetrara sus pulmones, al soltar el aire sintió un cosquilleo y relajación. Antes de hablar mostró media sonrisa a la chica; estrechó su mano en forma de saludo y dijo su nombre fuertemente para que se escuche a través de la música.
—Timothée.
La chica con pelo negro piensa si tal vez debería dejar de tomar por miedo a la resaca de mañana. Mira su trago con mucho amor, también con los ojos perdidos, mareada, y con su labial rojo corrido, decide tomar unos cuantos más.
Había perdido de vista a casi todos los chicos, menos a Philip, que lo divisaba a un par de metros. La oscuridad, luces rojas y otras titilantes no dejaban a Frances ver bien a su alrededor, pero podía ver a la gente bailando, otros tomando mucho alcohol, cómo también a la gente en la zona "V.I.P" consumiendo sustancias fuertes cómo cocaína.
Ella se decidió por quedarse en la barra, cuatro vasos vacíos de diferentes bebidas la rodeaban. Chupó la rodaja de limón que estaba en el vaso del cual estaba tomando, hizo un fondo con lo poco que le quedaba. Ahora eran cinco vasos vacíos.
Estuvo hablando todo este tiempo con la chica de la barra, que reía con las incoherencias que Frances decía.
—Creo que no debería seguir tomando –expresa la chica a la bartender.
—Yo creo que deberías disfrutar la noche allá bailando que estar aquí tomando cada cosa que hay en el menú –le responde apoyándose en la barra tomando su cara con una mano.
—Yo creo... —dice Frances con la voz temblorosa— que cada uno tiene diferentes formas de divertirse –prosiguió señalándola—, ésta es la mía. –La bartender se incorpora y hace un gesto de desinterés mientras reía—. Pero... —prosiguió Frances levantándose de su silla— tienes razón, iré a bailar. –Dicho esto caminó lentamente hacía la pista de baile.
Sonaba de fondo She Past Away-Rituel, cuando vio que Harry junto a otros chicos entraban a la fiesta. Harry localizó a Frances rápidamente y se acercó a ella. Ésta empezó a mover su cuerpo al ritmo de la música, balanceándose de un lado a otro moviendo su cabello divertidamente cómo solía hacer cuando ambos salían y se reencontraban luego de haberse perdido en la pista de baile.
—¿Estás tan ebria cómo pienso? –Harry le dice al oído mientras le sostiene ambos brazos para que se quede quieta.
Ella no escuchó del todo bien porque la música sonaba muy fuerte, pero aun así asintió riendo. Él rió también, la tomó de la mano llevándola dónde se encontraban los otros chicos. No se presentó nadie, todos estaban bailando en un mundo totalmente aparte.
Frances movía el cuerpo libremente, cómo si nadie la mirara. Las vibraciones recorrían su cuerpo de pies a cabeza haciendo que sus movimientos fueran casi involuntarios, al cerrar los ojos veía aquella luz que se apagaba de repente rápidamente haciendo que sienta adrenalina en su cuerpo. Cada segundo que pasaba las náuseas se apoderaban más de ella, por lo que tuvo que correr hacia lo baños que había visitado un tiempo antes.
Ya en el baño entró al primero que estuviese desocupado y sin cerrar la puerta empezó a vomitar. Mezclar vodka, ron, whisky, tequila y vino no fue una grandiosa decisión.
Luego de jalar la cadena, se acercó al enorme espejo para mirarse el rostro. Con los ojos negros por el delineado corrido y labios medianamente pintados, tomó un poco de agua del grifo. Pasó sus dedos entre su pelo tirándoselo hacia atrás, se vio nuevamente al espejo, observando cómo su rostro se movía al igual que todo a su alrededor, entrecerró los ojos y prosiguió a salir del baño.
Al salir estaba un chico apoyado en la pared que daba a la puerta del baño, Frances lo divisó unos segundos y éste le habló antes de que ella se fuera de ahí.
—¿Estás bien? –pregunta el chico con rulos.
—Estuve peor –responde tocando su estómago— ¿Vienes con Harry o sólo eres de por ahí? –dice apoyándose en la pared a su lado.
—Vengo con Harry –responde confundido—, estabas bailando a mi lado.
—No veo la cara de todas las personas que me rodean.
—Yo tampoco, pero tu cara fue imposible de no ver.
Hubo un silencio, no incómodo, solo fue silencio. Frances sintió que recuperó su conciencia, aunque no fue así, sintió cómo sí alguien le hubiese tirado un balde de agua fría por un milisegundo. Decidió mirar al chico que se encontraba a su lado. Facciones marcadas, ojos claros y con pupilas muy dilatadas cómo si alguna sustancia hiciera su efecto correctamente.
—¿Tu nombre? –pregunta ésta.
El chico voltea a verla, ambos se quedan unos segundos mirándose a los ojos, ambos estaban igual de puestos pero con diferentes sustancias. Se veía la profundidad en sus ojos, ambos ocultaban algo en su interior pero ninguno sabía qué, sólo sabían que podían ver oscuridad.
Una sensación de frío recorrió por el cuerpo del desconocido. Inhaló fuertemente dejando que el aire penetrara sus pulmones, al soltar el aire sintió un cosquilleo y relajación. Antes de hablar mostró media sonrisa a la chica; estrechó su mano en forma de saludo y dijo su nombre fuertemente para que se escuche a través de la música.
—Timothée.
Bonjour
Re: fade into you | timothée chalamet.
4: reiterando el momento
¿En dónde estoy?
Un rayo de sol se posaba en mis párpados dificultando el poder abrirlos.
Tomé mi frente apretándola; no soportaba el dolor que me producía abrir completamente mis ojos, ¿por qué tuve que tomar tanto? Que idiota.
Me senté despacio en el borde de la cama. Al apoyar ambos pies en el suelo sentí la alfombra debajo de ellos. Froté mis ojos con ambas manos y bostecé con mucha pereza, por fin abrí los ojos. Había salido el sol; se sentía el olor a tostadas cómo también el olor a frío, aquel olor a humedad.
Aún tenía puesto el vestido blanco que me puse anoche pero no tenía puestas las medias. Observé mi vestido "blanco" que había pasado a ser multicolor por la suciedad que cargaba, y recordé algunas cosas. Reí por lo bajo y me paré para desvestirme y ponerme una bata que colgaba en la puerta del placard.
Acercándome a la puerta de mi habitación para poder salir de ella escuché unas cuantas voces en la primera planta. Abrí la puerta despacio y me asomé por las escaleras para poder escuchar la charla sigilosamente.
Papá, mamá, Nathan y Harry.
—¿Ya despertaste? –dicen a mis espaldas.
Me exalté lanzando un pequeño grito tropezando con un escalón al darme la vuelta, todas las voces en la planta inferior callaron al unísono. Era Bonnie con su bolso en el hombro.
—Lo siento –se disculpó riendo—, no era mi intención asustarte.
—Si ya desperté –bufé y caminé hacía el baño.
—¡Nos vemos luego! –gritó. La saludé con la mano antes de cerrar la puerta.
Mi intención era pasar desapercibida para poder escuchar la charla que estaban teniendo. No recuerdo nada, ni cómo llegué, ni que pasó después de las tres de la madrugada; lo único presente, y claro, en mi mente era la chica bartender, que agradable muchacha. Pero ¿después? ¿Qué sucedió? Maldita sea, jamás volveré a tomar cómo si el alcohol de todo el mundo debería desaparecer en mí.
¿Qué hacía Harry aquí? Hasta dónde mi mente recordaba él se había ido temprano de la fiesta.
Tomé una ducha caliente para bajar todo aquel dolor que se presentaba en mi cuerpo. Luego vi mi rostro en el espejo empañado, pasé mi mano en este para poder verme mejor. No se veía tan mal, exceptuando las ojeras que me llegaban hasta el mentón.
Bajé rápidamente las escaleras, moría de hambre. Divisé la cocina dónde no se encontraban ninguno de mis padres.
—Pensé por un momento que habías muerto –soltó Nathan cuando me asomé por la puerta de la cocina.
—Casi pero no –murmuré—. ¿Qué haces aquí? –pregunté volteando hacía Harry que se encontraba sentado tomando un café con ambas manos entrelazadas en la mesa.
Este me miró incrédulo y luego con una mirada de obviedad absoluta.
Levantó una ceja y acotó...
—Te traje aquí –dijo señalándome— en mi espalda –señaló su espalda frunciendo el ceño—. Y... —Nathan echó una risita devolviendo el café, que estaba tomando, a la taza— me vomitaste encima –finalizó con mala cara.
—Y le declaraste tu amor a todo el mundo, prácticamente –se burló Nathan.
Hice una mueca de disgusto y me removí sobre mi sitio, y me excusé sin ninguna pena.
—Estaba muy ebria –dije haciendo énfasis en "muy"—. Lo siento –me disculpé con Harry haciendo puchero, él solo me guiñó un ojo haciéndome entender que no había problema sobre aquello—. ¿A qué te refieres con "declaraste tu amor"? –Pregunté devolviéndome a Nathan que jugaba con su celular.
—Sólo estabas muy amorosa –me responde restándole importancia sin siquiera mirarme—. Con Timothée más que nada –susurró burlón.
¡Por Dios! ¿Cómo se me pasó por alto? El baño, el vómito, la charla, su cabello y sus ojos... Qué horror y que idiota.
—¿Que qué? –pregunté haciéndome la confundida.
—No te hagas la tonta –refunfuñó Harry.
—Miren –me limité a decir llamando la atención de ambos—, no recuerdo nada, estoy segura de que anoche ni siquiera recordaba mi nombre –acepté apenada.
Arrebaté la taza que se hallaba en la mano de Nathan y tomé un gran trago dejando la taza sin ninguna gota de café. Ninguno hizo sonido alguno, ambos me miraban con una genuina incredulidad. Me senté en la silla que quedaba en el medio de ambos muchachos silenciosos.
—¿No dirán nada? –continué alternando la vista entre Harry y Nathan buscando respuestas.
Ambos se encogieron de hombros.
Harry estuvo a punto de acotar algo pero entró mi madre con muchas bolsas de compras a la cocina.
—Ya despertaste –se dirige mi madre hacia mí dándome un beso en la mejilla.
No sabía que decir o hacer, aún me dolía mucho la cabeza y tenía a dos chicos frente a mí que sabían todo lo que había pasado anoche y no quieren decir ni una palabra.
Sólo me limité a sonreírle. Ésta sacó de las bolsas un frasco de aspirinas moviéndolas de un lado a otro devolviéndome la sonrisa.
—Uf necesito de esas –dice Harry levantándose de la mesa.
Se acercó a mi madre que estaba abriendo el frasco para después darle una pastilla, luego a mí y por último a Nathan
—Nos salvaste –manifesté luego de tomarme la aspirina.
—Cómo en los viejos tiempos –añadió con detenimiento y salió de la cocina.
Tomé el cereal de la alacena y comencé a comerlo desde la caja. Ambos chicos estaban silenciosos; Nathan más que nada, ya que estaba embobado con su estúpido juego en el celular.
—Entonces... —divagué caminando hacía el ruludo— ¿Qué sucedió exactamente anoche? –pregunté con firmeza.
—No es que yo estuviera totalmente consciente cómo para recordar todo lo que pasó anoche –parloteó.
Me senté frente a él. Éste me miró serio y yo lo miré desafiante con intolerancia. Hizo una mueca cómo si algo se le hubiese aclarado en la mente.
—Estabas muy ebria... –comenzó.
—No me digas –dije irónicamente. Me miró dando vuelta ambos ojos y exhaló.
—Desapareciste en un momento de la noche con Timothée, pero luego te encontramos en la barra dormida.
Nathan soltó una carcajada y yo lo miré atónita.
—Te levanté y te traje aquí, nos volvimos muy temprano realmente –siguió asintiendo con la cabeza frunciendo los labios—. Ya aquí me quedé dormido en el sofá esperando a que Nathan llegase –contó mirando a Nathan incrédulo.
—¿Manejaste borracho? –refunfuñé.
—No –contestó secamente, hizo un silencio y añadió:— Tomamos un taxi que vomitaste y tuve que cargarte en mi espalda unas cinco cuadras ya que el chofer no quiso seguir con el viaje con una chica que le vomitó el asiento trasero... y a mí –contó sosteniendo su cabeza con la mano.
Tapé mi rostro avergonzada apoyando mi rostro en mis piernas flexionadas.
—No pasa nada, Fran. No tomabas hace mucho tiempo –agregó Nathan.
—Lo sé –dije sin despegar mi cara de mis rodillas— pero no sé qué pasó antes de todo eso –miré a ambos apenada.
Nathan pensó algo unos segundos y preguntó algo que no se me había ocurrido hacer por distraída.
—¿Ya te fijaste en tu celular?
Me levanté y corrí hacia la planta alta para buscar mi celular que no había encontrado anteriormente y tampoco quise seguir buscándolo.
Saqué todas las sabanas de la cama esperando a que cayera al suelo, y así fue.
Tenía cinco porciento de batería. Lo desbloqueé para luego revisar la galería de fotos y whatsapp. No había nada raro en la galería de fotos, sólo una foto borrosa cómo si la hubiera sacado sin querer. En cambio, en mis mensajes, tenía muchos recientes. Miré uno por uno, había mensajes de destinatarios desconocidos por la ausencia de foto. Nathan preguntándome dónde estaba muy mal escrito.
Bueno, aunque fue una noche demasiado loca no había cosas que no podría solucionar. Borré a todos aquellos contactos que no sabía quiénes eran y solucionado.
Bloqueé mi celular seguidamente de tirarme a la cama boca arriba.
No recuerdo que pasó anoche con Timothée, tampoco recuerdo bien su rostro. Tengo alguna que otra escena borrosa en mi cabeza dando vueltas.
Tomé mi rostro tratando de hacer memoria y se me vino un momento a la cabeza: yo yéndome de su lado ya que un chico me pidió bailar. Pero no estuve con él, quiero decir, no estuve con Timothée en todo este tiempo desaparecida.
Un mensaje me sacó del trance para recordar. Tomé mi celular, era un mensaje, de un número no agendado. Sólo decía "Hola". Toqué la foto del desconocido para poder divisarlo bien.
Si, era Timothée.
Entonces sí estuve con él en un momento de la noche, si no... ¿Cómo consiguió mi número? ¿Se lo dio Harry? No lo creo, Harry no tenía mi número. ¿Y Nathan? No le pasaría mi número sin me consentimiento.
Maldita sea. Si quería averiguar que sucedió debería hablar con él y preguntárselo... o solo fingir que nada pasó.
Bonjour
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