la lluvia nos vuelve a sentir | 3er lugar

LA LLUVIA NOS VUELVE A SENTIR

alina; solitario | con la miel en los labios by aitana | 515 palabras

Las nubes grises se acercan, incluso puedo olerlo. Es increíble cómo funciona la mente y lo poderosa que puede llegar a ser. Cómo, sin que te des cuenta, se puede poner en tu contra. Y es que, desde ahora, era fiel creyente de que un corazón roto iba más allá que quedarme en pijama todo el día y comer helado;  era el hecho de que, no sólo te dolía el pecho, sino todo el cuerpo. La manera en la que el cuerpo se queda sin lágrimas y cómo, en un intento por protegerse, dejas de sentir absolutamente todo. Las sonrisas se vuelven muecas vacías y el alma parece haber salido del cuerpo.

Todo se oscurece conforme pasa el tiempo, pero se ilumina por momentos con rayos de luces. Recuerdo el día en el que el infierno comenzó. Empezó con un “tenemos que hablar” y fue escalando poco a poco. Si soy sincera, no logro recordar mucho de lo que dijiste aquel día; lo único que recordé (y recuerdo) fueron todos los momentos que pasamos juntos. Mientras me decías todo lo malo, yo sólo recordaba lo bueno. Tú hablabas de todas las peleas y yo recordaba todas las veces que amanecí en tus brazos. Hablabas de las brechas que teníamos y yo podía escuchar tu risa en recuerdos. Relatabas malos momentos que terminaron en lágrimas, pero yo pensaba en todas las veces que terminábamos llorando de lo agradecidos que estábamos con el universo de habernos juntado.

Estruendo. He de esconderme de la lluvia y lo que trae consigo, de la sensación que aún siento en mi piel de tus brazos tratando de hacerme entrar en calor. Leo nuestra conversación con la esperanza de que puedo encontrar los errores y remediarlos, aunque lo único que consigo es que la tormenta estallé y el agua alcance mi rostro.

La tormenta empeora, estruendo tras otro. La poesía que juraste ver en mí ha muerto. Tomo todos los pedazos de papel que me han mentido y me llenaron de ilusión. Con el encendedor, veo cómo todo se consume tan rápido, la forma en la que desaparece en cenizas y todo se vuelve gris. Han muerto, pero nada cambia. Con las manos temblorosas, enciendo un cigarrillo. Necesito las cenizas, me he aferrado a ellas, sin importar lo mucho que mate, en un intento por salvarme.

Los estruendos se silencian y la lluvia se aminora. Pienso en lo que me dirías si me vieras así. Cómo se formaría una mueca en tu rostro al ver el cigarrillo en mis labios. La forma en la que me reprochas mentalmente me hace apagarlo. El sabor de la nicotina no se compara con la miel de tus labios.

Las gotas cesan, pero la oscuridad sigue presente, al menos hasta que el sol aparezca. Cierro los ojos y trato de dormir, pero lo único que logro es recordar cómo todo empezó, por un beso robado en un taxi. Después de varios intentos fallidos, sólo logro conciliar el sueño con la idea de que, algún día, volverás y cumplirás con todo lo que alguna vez me prometiste.