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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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I'll still be here when you're ready
O W N :: Originales :: Originales :: Drama y Romance
Página 1 de 1. • Comparte
I'll still be here when you're ready
- ficha:
- Titulo: I'll still be here when you're ready
Autor: flower.
Adaptación: no
Género: Romance y drama
Contenido: +13
Advertencia: menciones a trantornos alimenticio
Otras páginas: -
Esperar era una tortura. Los diversos escenarios que se reproducían en su cabeza no ayudaban al nerviosismo que padecía la joven. El tic de su pie seguía en movimiento generando ruido con sus tacos, las miradas de molestia de las demás personas ya no le pesaban. Era su primera sesión debían entender, su leguaje corporal exudaba “es mi primera vez”. Una mano se poso sobre la suya en el brazo del sillón individual. Volteó su mirada asustada del repentino calor, se cruzo con los ojos cafés de Edward Daniels.
Edward Harry Daniels, el fotógrafo quien solía tomar fotos de ella. Un muchacho de cabello rizados como fideos de color café oscuro que hasta podía confundirse con negro. Después de un largo camino de trabajo duro logro trabajar en un empresa la cual le pagaba bien, aunque no esperaba tomar fotos de mujeres extremadamente delgadas y con una belleza la cual no se cruza en las calles. Pero poco a poco logro sacarle el lado bueno. El conocer a Brooklyn Mayfair, modelo profesional, no fue un gusto a primera vista, la arrogancia de la joven sumado a su mal carácter no eran gratos para cualquier personal de la empresa. Nunca supo que fue lo que le hizo interesarse por ella, ¿su sonrisa? ¿su emoción cada vez que la sesión conlleva temática con fur? o ¿la vez que la espió durante una charla por teléfono donde la vio llorar? Sea cual fuera la razón, él estaba a sus pies.
Conocer el interior de Brooklyn Mayfair era como adentrarse en un laberinto, ocultando secretos y traumas que desembocaron trastornos en ella, dando el origen a la joven que ven las portadas de las revistas más populares. Todos dicen conocer a Brooklyn, pero de seguro no saben su verdadero nombre.
De una manera Edward con sus modales de chico de familia, luego de varios intentos logro conseguir que la modelo se abriera. Desarrollar sentimientos era inevitable, comenzando desde empatía hasta el deseo de querer protegerla del mundo exterior.
—Te siento tensa —susurró Edward. —No tienes que preocuparte, todo va a salir bien. —apretó la mano de la chica brindándole una sonrisa.
—Tú lo dices porque no serás quien entre ahí —sus ojos apuntaron a la puerta donde con letras doradas se presentaba “Dra. Phelps, psiquiatra”.
—¿Recuerdas lo que nos prometimos anoche? —preguntó el joven, buscando los ojos de la morena.
Superar un trastorno con efectividad lleva tiempo, el camino es largo, no tenia que trastabillar después de los logros que obtuvo con su compañero, quien con ojos nobles soportó las rabietas y descargo de una destruida joven que necesitaba ayuda. Un paso a la vez.
—¿Que debo acallar la voz en mi cabeza que me dice que vaya a vomitar? —bromeó, aunque no sonó como tal puesto que Edward no rio.
—No, Nai —negó.
La joven se sorprendió al escuchar su verdadero nombre de los labios del joven quien es dueño de que cada latido de ella desde que lo conoció.
Cuando abrió la boca para responder fue interrumpida por otra voz.
—Mayfair, Brooklyn —la voz de una mujer resonó en la sala.
De inmediato se levantó, deslizando su mano lejos de quien la estaba sosteniendo, resintió la falta de calor. “Tu puedes” murmuro en lo bajo para que solo la morena escuchara. Brooklyn tomo aire y lo soltó, se encaminó hacia la puerta que se encontraba semi abierta y la cerró.
—Toma asiento, póngase cómoda señorita Mayfair —la doctora ordeno al mismo tiempo que ella tomaba asiento en su sofá. Delante se encontraba un diván color gris decorado con almohadas de gamuza rojo.
En lo que la joven se ubicaba la doctora revisó unos documentos, su vista estaba concertada en las hojas. La ansiedad de saber que pensaba al leer todo su historial redactada su médico y/o notas familiares, carcomían a la pobre Brooklyn Mayfair.
—Bien, Srta. Mayfair, me presento —se sacó los anteojos. —Mi nombre es Marian Phelps, un placer conocerla. —extendió su mano, la cual no dudo en corresponder la joven. —Antes que nada, quisiera que me cuentes el porque de tu visita.
Una hora más tarde, se cumplía ya el tiempo de atención de Brooklyn con la doctora. Ahora el ansioso era joven quien lo expresaba mordiéndose la uña de uno de sus dedos. Pero se relajó cuando vio a su novia salir del consultorio con una sonrisa, no era de felicidad era de alivio, de por fin pude sacar algo de peso del costal. Una vez se despidió asegurando la próxima sesión, se encamino junto con su pareja hasta la salida.
Tomados de la mano caminaron hasta llegar al auto de Edward, que estaba estacionada una cuadra lejos.
El viaje en auto hasta el departamento de Brooklyn fue silencioso. El joven esperaba que su novia le contase como le fue, al ver que lo único que hizo la joven fue recostarse sobre el asiento con la mirada ida, decidió no presionar.
—La doctora dijo que mi recuperación tomaría mucho tiempo —musitó. Sorprendido por el repentino inicio de conversación no respondió. —Que depende de mí la duración del tratamiento. —tomó un respiro ahogando un nudo que se asomaba —Si llego a ser una molestia en tu vida y te canso, dímelo y yo me alejare, este es un camino largo y si sientes que te retengo por favor dímelo. —Edward frunció el ceño, no entendía a donde quería llegar la joven que ya tenia lagrimas en sus ojos.
El castaño bajo la velocidad, mientras en su cabeza procesaba todo lo que la morena le había confesado, estaciono en una calle. Por la cabeza de Brooklyn pasaron muchas cosas, como por ejemplo “terminara conmigo estoy segura y luego me dejara aquí” ahogo otro nudo.
—Nai, yo sé que superar todo esto llevará tiempo —soltó, su vista estaba en el parabrisas —Si no quisiera estar contigo ni te abría sugerido buscar ayuda profesional, de hecho, no me hubiera interesado en conocerte. Así que si ahora yo estoy aquí acompañándote será para siempre, claro si me dejas. —sonrió esta vez conectando con los ojos de su novia, el amor que nunca pensó en experimentar. Extendió su mano para tomar la de la joven para entrelazarla. —Sin importar el tiempo y las decisiones que tomes durante el camino, estaré aquí para cuando estés lista. —depositóo un beso sobre la mano de su amada.
Brooklyn o Nai, como le gustaba decirle Edward a la morena, asintió con una sonrisa, sin que ella lo pudiese contener lagrimas cayeron acariciando las piel de sus mejillas. Ella no estaba sola, nunca lo estuvo.
Edward Harry Daniels, el fotógrafo quien solía tomar fotos de ella. Un muchacho de cabello rizados como fideos de color café oscuro que hasta podía confundirse con negro. Después de un largo camino de trabajo duro logro trabajar en un empresa la cual le pagaba bien, aunque no esperaba tomar fotos de mujeres extremadamente delgadas y con una belleza la cual no se cruza en las calles. Pero poco a poco logro sacarle el lado bueno. El conocer a Brooklyn Mayfair, modelo profesional, no fue un gusto a primera vista, la arrogancia de la joven sumado a su mal carácter no eran gratos para cualquier personal de la empresa. Nunca supo que fue lo que le hizo interesarse por ella, ¿su sonrisa? ¿su emoción cada vez que la sesión conlleva temática con fur? o ¿la vez que la espió durante una charla por teléfono donde la vio llorar? Sea cual fuera la razón, él estaba a sus pies.
Conocer el interior de Brooklyn Mayfair era como adentrarse en un laberinto, ocultando secretos y traumas que desembocaron trastornos en ella, dando el origen a la joven que ven las portadas de las revistas más populares. Todos dicen conocer a Brooklyn, pero de seguro no saben su verdadero nombre.
De una manera Edward con sus modales de chico de familia, luego de varios intentos logro conseguir que la modelo se abriera. Desarrollar sentimientos era inevitable, comenzando desde empatía hasta el deseo de querer protegerla del mundo exterior.
—Te siento tensa —susurró Edward. —No tienes que preocuparte, todo va a salir bien. —apretó la mano de la chica brindándole una sonrisa.
—Tú lo dices porque no serás quien entre ahí —sus ojos apuntaron a la puerta donde con letras doradas se presentaba “Dra. Phelps, psiquiatra”.
—¿Recuerdas lo que nos prometimos anoche? —preguntó el joven, buscando los ojos de la morena.
Superar un trastorno con efectividad lleva tiempo, el camino es largo, no tenia que trastabillar después de los logros que obtuvo con su compañero, quien con ojos nobles soportó las rabietas y descargo de una destruida joven que necesitaba ayuda. Un paso a la vez.
—¿Que debo acallar la voz en mi cabeza que me dice que vaya a vomitar? —bromeó, aunque no sonó como tal puesto que Edward no rio.
—No, Nai —negó.
La joven se sorprendió al escuchar su verdadero nombre de los labios del joven quien es dueño de que cada latido de ella desde que lo conoció.
Cuando abrió la boca para responder fue interrumpida por otra voz.
—Mayfair, Brooklyn —la voz de una mujer resonó en la sala.
De inmediato se levantó, deslizando su mano lejos de quien la estaba sosteniendo, resintió la falta de calor. “Tu puedes” murmuro en lo bajo para que solo la morena escuchara. Brooklyn tomo aire y lo soltó, se encaminó hacia la puerta que se encontraba semi abierta y la cerró.
—Toma asiento, póngase cómoda señorita Mayfair —la doctora ordeno al mismo tiempo que ella tomaba asiento en su sofá. Delante se encontraba un diván color gris decorado con almohadas de gamuza rojo.
En lo que la joven se ubicaba la doctora revisó unos documentos, su vista estaba concertada en las hojas. La ansiedad de saber que pensaba al leer todo su historial redactada su médico y/o notas familiares, carcomían a la pobre Brooklyn Mayfair.
—Bien, Srta. Mayfair, me presento —se sacó los anteojos. —Mi nombre es Marian Phelps, un placer conocerla. —extendió su mano, la cual no dudo en corresponder la joven. —Antes que nada, quisiera que me cuentes el porque de tu visita.
Una hora más tarde, se cumplía ya el tiempo de atención de Brooklyn con la doctora. Ahora el ansioso era joven quien lo expresaba mordiéndose la uña de uno de sus dedos. Pero se relajó cuando vio a su novia salir del consultorio con una sonrisa, no era de felicidad era de alivio, de por fin pude sacar algo de peso del costal. Una vez se despidió asegurando la próxima sesión, se encamino junto con su pareja hasta la salida.
Tomados de la mano caminaron hasta llegar al auto de Edward, que estaba estacionada una cuadra lejos.
El viaje en auto hasta el departamento de Brooklyn fue silencioso. El joven esperaba que su novia le contase como le fue, al ver que lo único que hizo la joven fue recostarse sobre el asiento con la mirada ida, decidió no presionar.
—La doctora dijo que mi recuperación tomaría mucho tiempo —musitó. Sorprendido por el repentino inicio de conversación no respondió. —Que depende de mí la duración del tratamiento. —tomó un respiro ahogando un nudo que se asomaba —Si llego a ser una molestia en tu vida y te canso, dímelo y yo me alejare, este es un camino largo y si sientes que te retengo por favor dímelo. —Edward frunció el ceño, no entendía a donde quería llegar la joven que ya tenia lagrimas en sus ojos.
El castaño bajo la velocidad, mientras en su cabeza procesaba todo lo que la morena le había confesado, estaciono en una calle. Por la cabeza de Brooklyn pasaron muchas cosas, como por ejemplo “terminara conmigo estoy segura y luego me dejara aquí” ahogo otro nudo.
—Nai, yo sé que superar todo esto llevará tiempo —soltó, su vista estaba en el parabrisas —Si no quisiera estar contigo ni te abría sugerido buscar ayuda profesional, de hecho, no me hubiera interesado en conocerte. Así que si ahora yo estoy aquí acompañándote será para siempre, claro si me dejas. —sonrió esta vez conectando con los ojos de su novia, el amor que nunca pensó en experimentar. Extendió su mano para tomar la de la joven para entrelazarla. —Sin importar el tiempo y las decisiones que tomes durante el camino, estaré aquí para cuando estés lista. —depositóo un beso sobre la mano de su amada.
Brooklyn o Nai, como le gustaba decirle Edward a la morena, asintió con una sonrisa, sin que ella lo pudiese contener lagrimas cayeron acariciando las piel de sus mejillas. Ella no estaba sola, nunca lo estuvo.
- hola:
- Hola! que tal? Me llamo Florencia, de antemano te agradezco por haberte pasado a leer, espero haya sido de tu agrado. Me disculpo si esta un poco horrible aun sigo aprendiendo y no escribo desde hace mucho tiempo. Ahora, haré unas aclaraciones, los personajes son míos pero los adapte de una idea de rol de una nc que ya no existe (ya la busque :c) y no quería dejarlos morir sin tener alguna escena.
Puedes comentar, se agradecen la criticas uwu.
Gracias, otra vez
14th moon
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