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ii. masquerades. - Página 2 Empty Re: ii. masquerades.

Mensaje por pantone. Sáb 28 Mar 2020, 3:58 pm



andy belmar:
Gracias por seguir con nosotras, Andy ii. masquerades. - Página 2 1477071114 Realmente, esperamos que salga adelante ii. masquerades. - Página 2 2416783629 SALUDOS VIRTUALES ii. masquerades. - Página 2 1620280664



pantone.
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ii. masquerades. - Página 2 Empty Re: ii. masquerades.

Mensaje por pera Sáb 28 Mar 2020, 4:18 pm

Hola Becca  ii. masquerades. - Página 2 2686721104  Me fascina que resurjas de las cenizas, más porque con eso conlleva que seguiremos con este hermoso proyecto baba . La verdad es que mi mente a estado en otras cosas últimamente, al parecer mis profesores piensan que cuarentena es sinónimo de estar desocupado y nos llenan con trabajo ii. masquerades. - Página 2 917567405 , por lo tanto había perdido un poco la noción de que era lo que quería resaltar con esta idea, gracias al cielo que a través del prologo lo he recordado. 
Siempre me ha gustado los comentarios excéntricos, así que me disculpo si te incomoda un poco  ii. masquerades. - Página 2 1608199403.
prologo:
pera
pera


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ii. masquerades. - Página 2 Empty Re: ii. masquerades.

Mensaje por pantone. Miér 01 Abr 2020, 11:07 am



pandie:
Las cosas están igual por acá, Annie *cries in spanish*, pero me alegra a sobremanera que reencontraras el rumbo con el prólogo ii. masquerades. - Página 2 1054092304 En efecto, has dado en el clavo: es un hombre quién escribe la carta y sí, está escrita desde un futuro no tan tan lejano, así que conoceremos la historia a medida que pasa el tiempo ii. masquerades. - Página 2 1327833117 Muchas gracias por seguir en esto ii. masquerades. - Página 2 1477071114



pantone.
pantone.


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Mensaje por trunks Miér 01 Abr 2020, 1:18 pm

Dioses me ha encantado el prólogo, juro por el ángel que estoy llorando y sufriendo en lo más profundo de mi alma porque he leído algo tan hermoso que no superaré jamás   ii. masquerades. - Página 2 1054092304 Becca te luciste, siempre lo haces, pero sentí un dolor tan profundo al leer esa carta (que por cierto ya me voy a releer tus fichas para ver si o sí de cuál personaje era porque quiero saberlo ah jajajaja), que emoción que me hayas roto el corazón así y apenas iniciemos con la nc ahhhhh 
Estoy muy feliz de que hayas regresado, yo siempre te esperé ayyy, y estoy tan contenta de que continuemos con esta joyita de nc y bastante emocionada que estoy, neta, xd lamento un comrntario tan pequeño pero siento que si comrnzaba a citarlo terminaría citando todo el cap y llorando por todas las palabras   ii. masquerades. - Página 2 1313521601  perdoname ah te prometo un largo comrntario en tu cap y ahí si no me voy a limitar, lloraré fuerte y con ganas jajajaja
trunks
trunks


https://blackthornxchalamet.tumblr.com
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Mensaje por pantone. Vie 03 Abr 2020, 1:40 pm



trunks:
AYYY, ALEC ii. masquerades. - Página 2 2998878722 Tu comentario fue suficiente para saber que logré lo que quería: romper corazones, ah ii. masquerades. - Página 2 3613945505 (?) Me alegra saber que logré plasmar el dolor del personaje y que puedan sentirlo también ii. masquerades. - Página 2 1022085747 Mil gracias por la paciencia, espero subir el capítulo la próxima semana ii. masquerades. - Página 2 1477071114



pantone.
pantone.


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ii. masquerades. - Página 2 Empty Re: ii. masquerades.

Mensaje por pixie. Vie 03 Abr 2020, 2:51 pm

cada vez somos más ii. masquerades. - Página 2 1857533193 ii. masquerades. - Página 2 2841648573

___________________________________________


ausente.
pixie.
pixie.


http://lachicaimposible.tumblr.com
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ii. masquerades. - Página 2 Empty Re: ii. masquerades.

Mensaje por pantone. Sáb 04 Abr 2020, 3:48 pm



spellman. escribió:cada vez somos más ii. masquerades. - Página 2 1857533193 ii. masquerades. - Página 2 2841648573
QUÉ BELLO, AH ii. masquerades. - Página 2 1022085747 ii. masquerades. - Página 2 1477071114



pantone.
pantone.


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ii. masquerades. - Página 2 Empty capítulo uno.

Mensaje por pantone. Miér 22 Abr 2020, 7:50 pm

01
capítulo uno; escrito por pantone.
ALEXANDER
Nochebuena, un año atrás.


Arrojo los documentos contra la pared sin pensarlo dos veces. Luego, agarro un tintero y lo lanzo en la misma dirección. El desastre en mi cabeza se ilustra en la mancha negra y chorreante que queda estampada.

Mi queridísimo padre realmente se había esforzado para arruinarme la noche.

—Señor —jadea Alfred, mi mayordomo—. ¡Por favor!

Hago oídos sordos. Camino hacia el escritorio, buscando entre una pila de carpetas una en particular. Los papeles se precipitan como una cascada por todas partes y, cuando la encuentro, y una vez que he leído lo que tiene en su interior, la rompo, descargando mi enojo contra ella. La despedazo hasta que mis manos comienzan a arder y me he asegurado de que es irreparable.

—Señor, todavía quedan otros veintitrés...

—Destrúyelos.

—¿Señor?

—Ya me has oído. Quémalos, cómetelos, pero haz que desaparezcan.

—¿Está consciente de que hay respaldos digitales, verdad? —pregunta, haciendo que mis mejillas ardan. En medio de mi arranque, lo había olvidado por completo. Airado, me dirijo hacia la puerta dando zancadas, listo para largarme de aquí—. Hay papeles que requieren su firma, joven Doyle. Las actas del acuerdo con AstraZeneca, la solicitud del Hospital Saint Thomas....

—¿Cuántas veces tengo que repetirlo? —con una furia casi salvaje, me vuelvo hacia la delgada figura que rebusca entre los papeles—. ¡Voy a renunciar como heredero y no habrá presentación!

El anciano queda boquiabierto. Giro sobre mis talones y abro las puertas de par en par, azotándolas detrás de mí. Entonces, echo a correr por el pasillo tan rápido como el esmoquin me lo permite y presiono el botón del ascensor mil veces, como si así fuese a llegar más rápido.

—¡Señor! —escucho que grita Alfred a mis espaldas; está en la entrada la oficina, sin aliento. El timbre del elevador suena y las puertas se abren—. ¡Vuelva aquí! —exclama, y su voz deja de ser audible una vez que me interno en la cabina.

Siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento.

Tras años de éxito en los que logré evitar el asunto una infinita cantidad de veces y darle a entender que tenía planeado hacer otras cosas con mi vida, Albert Doyle al fin había encontrado la mejor ocasión para presentarme públicamente como el único heredero de su compañía farmacéutica en la cena de caridad de este año, a sabiendas de que todos los socios de la empresa estarían presentes y no tendría escapatoria, al menos que quisiese quedar como un patético irresponsable, socialmente hablando, y aceptara servirme como la comidilla de la noche.

Vaya mierda…

El ascensor se detiene tres pisos abajo y tengo que disimular mi sorpresa cuando veo de quién se trata.

—Doyle —dice en forma de saludo, adentrándose, y el botón que presiona resulta ser el mismo del piso al que me dirijo.

—Hurley —respondo de la misma manera, con voz átona. ¿Conocen el silencio incómodo que se produce cuando te quedas solo con alguien que solías conocer y con quien no tienes nada de qué hablar? Pues esa clase de silencio inunda el pequeño espacio entre ambos, y me siento obligado a romperlo—. ¿Qué haces aquí?

—Mi padre me pidió que viniera a recoger unos papeles para terminar de arreglar el contrato que tu padre hizo para adquirir un edificio en Kensington, antes de la fiesta —manifiesta.

Esta vez, no me molesto en volver a romper la tensión y, en cambio, me pregunto por qué el trayecto se siente tan largo.

—Me enteré de que tienes una habitación en el Quantum Court —comenta al azar. Mi padre había hecho negocios con su padre para que pudiera obtener un apartamento en el lujoso alojamiento que pertenecía al negocio familiar de Charles con tal de estrechar sus relaciones diplomáticas.

—Es cómoda —me limito a declarar. Para mi suerte, las puertas del ascensor se abren y respiro con alivio.

—¿Estás en Goldsmiths? —pregunta, a lo que yo asiento con la cabeza—. ¿Primer año?

—Segundo.

—Es una buena universidad.

Mi celular comienza a sonar una vez que pasamos por la recepción y miro fugazmente la pantalla: es Cameron. Me apresuro a colgar, presintiendo lo que va a decirme; saco la llave del valet parking del bolsillo interno de mi chaqueta y aprieto el botón más fuerte de lo que esperaba. Los nervios van a fallarme.

Cuando llegamos a la entrada del edificio, un automóvil negro está esperando a Charles.

—Nos vemos más tarde, Doyle —se despide, y mis ojos se tuercen una vez que se da la vuelta. No iba a aparecer en esa cena ni de broma.

Mi teléfono vuelve a sonar en el momento que el aparcacoches aparece con mi Audi, así que ignoro la llamada, por segunda vez, y entro en mi carro. Mi celular vibra un par minutos después, pero por un motivo distinto.

“¿Ya estás cerca?”

Aretha, una rubia flamante, a quien conocí hace tres semanas en Elektra y había prometido llevar a la celebración de Nochebuena, había enviado el mensaje. Estoy a punto de cancelar la invitación, cuando otro mensaje cae y alcanzo a leerlo desde la barra de notificaciones.

“Tú padre está buscándote. Deberías venir pronto”.

Mascullo un juramento. La conexión entre Cam y yo me asusta en momentos como estos, y pienso que quizá nuestras mentes están conectadas y puede leer lo que pienso, aunque estemos a cien kilómetros de distancia.

No hay escapatoria… voy a necesitar más de una cerveza esta noche.

El semáforo de un cruce se pone en rojo, y aprovecho la oportunidad para responderle a Aretha.

“Paso por ti en seguida. Iremos por café”.


+

COLEEN
Un año atrás.


Tengo el celular en la mano y el corazón en la garganta. Hace frío, pero mis piernas no se mueven exactamente por eso: llevo casi media hora tratando de procesar mi situación actual... y creo que mi trasero ha comenzado a pegarse en la banca. Le doy una mordida a mi sándwich, a quien había puesto como excusa para salir a cenar, y contengo las lágrimas.

Es Nochebuena y estoy en medio de mi turno de trabajo porque no pude ir a casa. Había gastado lo último que me quedaba en el pago del alquiler y, prácticamente, no me quedaban más de cinco libras; ni siquiera tengo idea de cómo voy a sobrevivir lo que resta del año, solo espero que lo que sea que tenga mi refrigerador sea suficiente.

Mi inconsciente se encarga de no dejarme en paz. No iba a funcionar, Cole, volaste demasiado alto.

¿Cuándo deberíamos dejar ir los sueños tontos?

¿Cuándo deberíamos dejar de insistir en que podemos hacerlo todo?

Llevo medio año viviendo sola y no podría estar peor. Había venido a New Cross siguiendo un sueño irreal y, pese a que había obtenido una beca, tengo que trabajar para solventar el gasto del apartamento y la comida —porque morir de hambre no es una opción para mí—, y el dinero apenas me alcanza para cubrir la mensualidad y los materiales…

Materiales.

¿Enserio, Coleen? De todas las cosas que pudiste estudiar y considerando tus posibilidades, ¿artes? ¿Quieres estudiar artes?

Pasan otros dos minutos cuando reparo en el papel que tengo en la mano izquierda; lo he apretado tan fuerte que se humedeció y la tinta me manchó la mano. Le echo un vistazo... mis ojos caen automáticamente en el número de tres cifras al final del recibo y no puedo evitar suspirar.

Trabajas demasiado, Coleen. La voz de mi abuelo resuena una y otra vez en mi cabeza. Entre una cosa y otra, logré decirle que no podría llegar a cenar con ellos, con la explicación de que me asignaron el turno a último momento y la cafetería estaba abarrotada. Al menos, mis tío-abuelos habían llegado este año para pasar la Navidad con nosotros, por lo que no estarían solos. Cuando me preguntó si había otro problema, respondí que no; que quería que mi jefa confiara en que podía hacer esto y no podía dejar a mi compañera sola. ¿Qué iba a responder? ¿Que no tenía dinero para regresar? ¿Que si no pagaba el alquiler perdería el apartamento más barato que pude encontrar? Seguro insistiría en ayudarme, pero no quiero ser una carga. No más.

Al final, dijo entender la situación y que se encargaría de decirle a mi abuela más tarde. Mis ojos se empañan, de nuevo. No quiero ni imaginar cómo va reaccionar ella…

—¿Coleen? —una voz femenina de acento fuerte me llama y volteo: una chica castaña espera tras de mí con una bandeja vacía—. ¿Te molesto?

—Descuida, Monna, terminé de cenar —le digo, tragándome lo que resta del sándwich y frotando mis manos para limpiarme las migas—. ¿Qué sucede?

—Necesito que entres. El lugar está lleno y creo que estoy apunto de explotar —exhala, dejándose caer sobre el apoyabrazos de la banca—. La señora Aldrich acaba de irse y me dijo que nos encargáramos de cerrar.

—¿Habrá surgido una emergencia? —pregunto, poniéndome de pie. Nuestra jefa no suele dejarnos por cualquier motivo.

—Creo que mencionó que su hijo quemó el pavo —dice, caminando a mi lado. La escena me parece ridículamente graciosa y mis cejas se levantan.

—Sí, creo que eso suena como una emergencia —declaro, confundida. Una ligera ola de calor me golpea cuando entramos a la cafetería y puedo sentir como mis mejillas se derriten; todas las mesas están llenas.

—Voy limpiar la barra para avanzar —se adelanta Monna, tomando un paño.

—Me quedaré en la caja.

Las dos horas siguientes pasan volando. Gente yendo y viniendo, gastando absurdas cantidades de dinero. Regalos ostentosos, vestidos y trajes nuevos. Una competencia para ver quién luce mejor; quién tiene más, quién se ve más feliz.

Cuando el reloj marca las nueve, el lugar ya está solo. Monna está en el baño, cambiándose, yo estoy limpiando las mesas y mi celular vibra por milésima vez en la noche. Ya no necesito ver la pantalla para saber de quién se trata: mi abuela. Ignoro la llamada, como he hecho con las anteriores, y sigo ordenando todo. Cuando termino, me dirijo a la caja para hacer el cierre de ventas, y no pasan más de cinco minutos cuando la campanilla de la entrada suena y la puerta se abre de golpe.

Un chico de cabellera oscura vestido con traje de etiqueta se dirige hacia mí con paso firme, seguido por una chica. Miro por sobre el hombro del pelinegro y quiero golpearme: había olvidado cambiar el letrero a cerrado y no había puesto llave.

—Disculpe, señor, pero hemos cerrado —me apresuro a decir. A pesar de que él parece solo un poco mayor que yo, mantengo las formalidades.

—¿Ah, sí? Y yo puedo comprar todo, si quisiera —replica con arrogancia, clavando la vista en el menú.

Inhalo con fuerza. De cualquier manera, ha sido responsabilidad mía no cerrar a tiempo.

—¿Puedo tomar su orden?

—Un Insomnia Negro y… ¿qué quieres tú? —pregunta a su acompañante. Alguien no quería dormir esta noche.

La despampanante rubia a su lado parece no decidirse y me detengo a observarla por un segundo; piernas esbeltas, figura perfecta, maquillaje impecable, tacones de muerte, un vestido que nadie en su sano juicio se pondría con el frío que hace afuera…

—Un mousse de café light —dice al fin. Su voz era más aguda de lo que esperaba.

—Lo que pida la princesa. Ya oíste —el chico se dirige a mí con una autoridad despreciable.

—¿Algo más? —respiro hondo, rogando que el último hilo de paciencia que me queda sea lo suficientemente fuerte. Pero la tentación es más fuerte—. ¿Lo quieres con verduras, fibra extra especial sin carbohidratos?

—¿Disculpa? —es el moreno quién responde, pero la chica no podría estar más ofendida.

Suspiro con irritación y mi vista se dirige hacia la esquina derecha de la cafetería. La cámara todavía está encendida.

Maldita política de servicio al cliente.

—Son dieciséis cincuenta —digo, con el tono más amable que puedo. El muchacho rueda los ojos y no tarda en darme un billete de veinte libras—. ¿De casualidad no llevas monedas?

—¿Sabes qué? Quédate con el cambio… cómprate algo de comer, yo invito —sus palabras irradian una soberbia insufrible y, por primera vez, me mira directamente a los ojos. Siento que mis puños están apunto de estrellarse en su rostro—. Parece que lo necesitas más que yo.

Lo que necesitaba. Justo cuando pensaba que las cosas no podrían ponerse peor, aparece un tipo con problemas de autocontrol para cerrar la noche con broche de oro.

Solo le había pedido monedas.

—Vaya, muchas gracias, lo aceptaré con gusto —el esfuerzo que hago para mantener la compostura y fingir una sonrisa es sobrehumano, y me felicito por lograrlo—. Tomen asiento, enseguida preparo su orden —y justo cuando me doy media vuelta, y a sabiendas de que la cámara no me enfoca bien, me aseguro de decir en un tono apenas perceptible lo que, espero, sea la gota que rebalse el vaso—, imbécil.

—¡Suficiente! Nos vamos —el chico explota sin más y siento una clase de satisfacción calentándome el pecho; una sensación similar a cuando has ganado algo—. No voy a soportar esto.

—Pero, Alexander…

—¡Nos vamos! —interrumpe a la rubia, quien apenas se las arregla por correr detrás de él.

El silencio que inunda el lugar después de que salen es placentero y sonrío para mis adentros, esperando que entre de nuevo. En medio del arranque, olvidó su billete y, ahora, no planeo hacer otra cosa con él que no sea guardarlo como un recuerdo de victoria. Si tan solo hubiese ocurrido unas horas antes, probablemente habría reconsiderado la idea de ir a casa.

—¿Soy yo o habían personas aquí? —pregunta Monna, acomodándose el abrigo. Asiento con la cabeza; ya comenzaba a preguntarme en dónde rayos se había metido—. ¿Qué sucedió?

Ni yo tenía idea.

—Algo parecido a un milagro de Navidad.


+


Ha comenzado a nevar. Las luces navideñas centellean por todas partes y el sentimiento efímero de la celebración que está en el aire casi me resulta nauseabundo. Continúo caminando a mi apartamento tan rápido como puedo, pero, de repente, el aliento me falta y tengo que detenerme. Me dejo caer en la primera banca que encuentro, me doblo sobre mis rodillas, llevo mi cabeza al agujero que formo con mis brazos... y me deshago en llanto. Me descompongo sin más.

El sonido de los villancicos y las risas de las personas me aturden. Había juntado el valor suficiente para responderle a mi abuela y, aunque traté de sonar tan tranquila como pude, escuchar la tristeza en su voz no hizo más que quebrarme. Una vez que colgué, la idea de tirar la toalla de una vez por todas inundó mi cabeza, y el plan me pareció tan brillante, tan fácil, tan reconfortante... que me odié a mí misma.

Al darme cuenta de lo que estaba considerando, comencé a correr. Corrí, como si pudiera escapar de mis pensamientos; como si fuera la solución a mis problemas. Como si así pudiese llegar a casa.

Otras personas la pasan peor, ¿y estoy quejándome por esto?

¿Acaso soy tan débil?

La autocompasión es una de las cosas más repugnantes que puede experimentar el ser humano y me desprecio justo ahora por sentirla. De pronto, el olor a comida a mí alrededor no hace más que ahondar el vacío formado en mi estómago, y vuelvo a poner los pies en la tierra.

—Maldita sea —reniego entre dientes. Justamente, mi abuela había terminado la llamada aconsejándome que comiera bien, como si temiera que no lo hiciera.

Comer bien. No puedo recordar la última comida real que tomé y me río al pensar en la precisión de sus palabras. Sí, tengo hambre.

—Maldita sea...

—¿Vienes o prefieres seguir quejándote? —pregunta con serenidad una voz masculina.

—Me quedo —ni siquiera volteo a verlo. Tal vez, ya estaba alucinando.

—Por favor, ven. Me sentiré completamente responsable si te quedas aquí y te congelas.

—Ni siquiera me conoces.

—Ya crucé palabra contigo, no hay vuelta atrás.

—Por favor, vete.

—No voy a dejarte sola…

—Vete —tan pronto como siento el calor de un cuerpo sentándose a mi lado, volteo a verle: un chico asiático de cabello castaño y semblante amigable me observa, y tengo que apartar mi rostro de inmediato al darme cuenta de su cercanía.

La expresión de su rostro cambia y sus ojos se abren ligeramente.

—Eres tú —apenas alcanzo a entender lo que dice porque lo ha susurrado—. ¿Estabas…?

Ni siquiera termina la pregunta, pero entiendo a qué se refiere. Siento los ojos hinchados, las mejillas entumecidas y la nariz congestionada.

—Es por el frío —alego, limpiando bruscamente mi rostro con la manga de mi abrigo. Ojalá mi nariz no esté tan roja—. ¿Me conoces de algún lado?

—Ya veo. Y… ah, sí, de la universidad. Casi siempre estás con un tipo moreno de ojos claros y una chica castaña —explica.

—¿Me espías? —estoy casi segura de que se refiere a Txomin y Milanka.

—No, exactamente. Soy bueno recordando rostros y lo de hoy a sido mera casualidad —continúa, despreocupado, para luego sonreír ampliamente—. Me llamo Jianming. Han Jianming.

—Anna. Anna Schmidt.

—No, no eres Anna. Tu nombre suena como nombre de chico —dice, recostándose en la banca con gesto pensativo—. Algo como Caín, Cailin... Coil... ¡Colin!

—Coleen —lo corrijo; no es la primera persona que me lo dice. Entrecierro los ojos, escudriñándolo. Comienzo a creer que sí me espía—. ¿Estamos en el mismo departamento?

—No, pero mi mejor amigo sí.

—¿Bellas artes?

—Sí, en teatro —aclara—. Es por eso que te veo a veces.

Quizá, debería poner más atención a las personas a mi alrededor.

—Me conoces —murmuro, pateando débilmente un pequeño montículo de nieve.

—Solamente de vista, tampoco te emociones.

—Yo... a ti no. Solo sé que te llamas Jiaming y que estudias en Goldsmiths, por lo que acabas de decirme —una nube de vaho sale de mi boca mientras hablo; nieva suavemente—. ¿Y qué haces caminando por aquí a esta hora?

—Vivo en un apartamento a un par de cuadras —explica Jianming, su tono es suave y relajado—. Mis padres son chinos tradicionalistas y no celebran Navidad ni el Año Nuevo occidental, así que no me dejan regresar a Londres en vacaciones porque tengo que trabajar.

Ante la declaración, gesticulo un “ah” y él se limita a encogerse de hombros.

—¿De qué parte de Londres eres? —inquiero.

—Soho. ¿Y tú eres de por acá?

—No, también soy de Londres. De Enfield... —una vez que menciono el nombre, el intento de sonrisa que había logrado formar se desvanece por completo y siento que voy a volver a llorar. Saco mi celular para poner mi atención en otra cosa y contemplo la pantalla brevemente; son pasadas las diez y media—. Tengo que irme.

—¿Vives sola? —cuestiona. Asiento con la cabeza—. ¿Tienes planes?

— Planeaba ir a dormir, ha sido un día largo —admito, pero no he terminado de ponerme de pie cuando mis tripas rugen, literalmente hablando. Si mi abuela hubiese escuchado eso...

Busco mirarle a los ojos, pero Jianming me evade rápidamente. Sus boca se frunce y crea una clase de punta con el labio superior, formando una sonrisilla similar a la de una tortuga.

—Tienes hambre.

—Fue un gusto, Jianming —digo de manera brusca, dándome media vuelta. Casi puedo imaginar mis mejillas ruborizándose.

Apenas me he alejado un par de metros de la banca cuando vuelve a hablarme de nuevo.

—Treinta minutos.

La curiosidad me gana, y me obligo a detenerme.

—¿Qué?

—Treinta minutos —dice, como si aquello tuviera sentido—. Dame treinta minutos y ya no te separarás más de mí.

Una risa débil se me escapa y volteo a verlo. ¿Qué trataba de hacer?

—¿Y ahora qué me ofreces?

—Vamos a cenar —propone, caminando hacia mí—. Voy a hablar mucho, pero vale la pena.

—¿Qué vale la pena? —pregunto, sin entender completamente. Las comisuras de mis labios amenazan con hacerme sonreír.

—Pues, conocerme —declara, con tono divertido, encogiéndose de hombros.

—Es tarde... y es Nochebuena —hago notar; es probable que no haya nada abierto a esta hora en un día como este.

—Hay un La Poule au Pot cerca de aquí que cierra a media noche... y abren en días feriados —contraataca.

—No tengo dinero —confieso, llevándome las manos a los bolsillos por el frío. Sé de antemano que los precios del lugar que sugiere están fuera de mi alcance.

—Yo invito —dice, y casi sonríe con los ojos—. Tu amistad puede servir como préstamo.

Por primera vez en la noche, me permito reír sinceramente. En otro momento, seguramente hubiera rechazado la propuesta de alguien a quien había conocido hace menos de media hora, pero la situación está a mi favor, mi estómago está apunto de hablarme y el sujeto me parece extrañamente agradable.

Qué imprudente, Coleen.

—Voy a pagarte —aseguro, comenzando a caminar.

—¿Eso es un sí? —pregunta con cierta incredulidad, y su sonrisa no hace más que agrandarse cuando afirmo—. ¿Qué tal si mejor tú invitas a la próxima?

—Lo que digas, Jianming —suelto, dándome por vencida. El tipo no tenía caso.

—Puedes llamarme Jin —sugiere de forma graciosa, caminando a mi lado. Lo miro de reojo; podría jurar que la sonrisa está a punto de romperle el rostro—. ¿Sabes, Cole? Es la primera vez en la vida que celebro Navidad.

—Es mi primera vez celebrándola lejos de casa.

De repente, la nevada se vuelve más escasa y me percato de que el ambiente me parece más tolerable que antes; las luces no me provocan palpitaciones y siento una especie de tranquilidad creciendo en mi interior. Levanto la mirada al cielo.

Quizá se trataba de otro milagro de Navidad.

—Entonces, Jin —comienzo, tratando de entablar una conversación—, ¿acaso vas por la calle salvando la vida de las personas?

El asiático medita por un momento antes de responder.

—Supongo que algo así.


+

Actualidad.

—¿De qué me perdí? —cuestiono en voz baja, tratando de recomponerme. Apenas pude dormir dos horas y me quedé dormida… el primer día de clases. Aún así, logré llegar al salón a una velocidad extraordinaria.

Milanka había decidido mudarse, a última hora, a un apartamento con su novia, y pasé toda la noche ayudándole a guardar sus cosas en cajas porque compartía el cuarto con ella. En la madrugada, mientras mis párpados se volvían pesados y llenaba el formulario de alojamiento universitario solicitando un nuevo compañero, intenté armar un pequeño drama, diciéndole que me abandonaba porque se había dejado vencer por el amor. El asunto terminó rápido porque la castaña alegó que estaba exagerando, pues solo se cambiaría a una habitación en el mismo piso en el que vivíamos.

Mi respiración es agitada y creo que estoy a punto de sufrir un paro cardíaco.

—No te preocupes, el profesor Phillips acaba de llegar —responde Apollo, quien logró apartarme un asiento delante de él y se encarga de apaciguarme en situaciones como estas.

—Bien, muchachos, creo que ya estamos todos —empieza nuestro joven catedrático, dándome una mirada elocuente. Acto seguido, recoge una pila de impresiones de su escritorio y los divide entre los primeros de la fila—. Las cosas en el departamento son un desastre, por lo que voy a ser breve. Bienvenidos a Diseño Editorial uno. Pueden pasarlos —indica a mis compañeros.

Cuando el folleto llega a las manos de todos y el profesor Caleb llega a la parte en la que da lectura al programa y las actividades, los lamentos no se hacen esperar.

—Esto es demasiado, señor Phillip —se queja una chica al otro lado del salón.

—Y si ésta es su primera clase, no tienen ni idea —declara, casi riendo—. La universidad ha establecido ciertas actividades educativas con el propósito de intercambiar conocimientos con estudiantes de distintas carreras y años a fin de explotar sus capacidades creativas en todas, todas las materias, así que... nadie se salva —recalca, ante la vista de los rostros infelices de la clase—. No digo que sea fácil, pero vamos a tratar de enfocarnos en las dos actividades principales y que tienen mayor ponderación...

—¿Cuál es exactamente el propósito de la exposición en el Centro de Arte Contemporáneo? —lo interrumpe alguien, y busco la página en que se menciona la actividad.

—No puedo decir mucho al respecto por ahora porque aún nos estamos poniendo de acuerdo, pero es posible que tenga que ver con Diseño Editorial dos. Una vez que tenga los detalles, voy a comentárselos.

—¿No puede darnos una idea? —las murmuraciones se alzan en apoyo, y el catedrático cede ante la curiosidad.

—Puede ser que tenga que ver con el aniversario de una revista, en la que por cierto trabajo, que comienza en “V” y termina en “ogue”. Y,  si todo sale bien, es bastante probable que puedan realizar prácticas en la sede londinense el siguiente semestre… considérenlo como una oportunidad para que conozcan uno de sus posibles ambientes laborales —revela, con aires de misterio—. Dejando eso de lado, tengo que comentar algo sobre la otra actividad antes de que nos vayamos, porque también será evaluada.

Después de tomar agua, tiene que golpear un par de veces el escritorio con la mano para atraer la atención

—La siguiente información es confidencial, hasta cierto punto, así que espero su discreción. Bien, como saben, cada año, un departamento de la universidad se encarga de organizar la Fiesta de Verano. Pero, como mencioné anteriormente, las cosas van a ser distintas y ésta es una de esas actividades integradoras. Este año, los departamentos de arte, diseño, historia, música y teatro van a ser los encargados de inaugurar esta dinámica y hacer posible la que, se espera, sea la mejor hasta el momento. A continuación, voy a mencionar a quiénes serán los líderes de comités en el departamento y a quiénes los profesores de artes hemos elegido, respecto a nuestra experiencia personal trabajando con ellos. Estudiantes que han demostrado un sentido de responsabilidad que nos hace confiar en que esto será realidad —dice, dándole una ojeada al folleto que tiene en las manos—. Por favor, levanten la mano si escuchan su nombre, necesito saber quiénes de ustedes están en esta clase para entenderme con ellos más adelante. Samantha Brown, Txomin Singh, Apollo Caine, Sophie Williams y Coleen Pearce.

Cuando escucho mi nombre, no puedo evitar hacer un mohín al imaginar la cantidad de problemas extras que tendré este semestre. De repente, Apollo está sacudiéndome de los hombros y lo miro de reojo; la felicidad no cabe en el cuerpo del rubio, quién no para de repetir “estamos juntos en esto”. Justamente, somos los únicos de la lista en esta clase.

Mi celular vibra en el bolsillo de mi pantalón, notificando que tengo un mensaje, y me apresuro a revisarlo.

“Te toca invitar la cena de iniciación. Nos vemos en La Taberna a las diecisiete”.

Se trata de Jin recordándome la clase de ritual que habíamos creado para ponernos al corriente de nuestro primer día de clases... y que, en realidad, realizamos cada semana bajo el motivo de que el lunes cuenta como el primer día de clases, relativamente hablando.

“Copiado”.

“A las diecisiete. ¡No lo olvides!”

Estoy a punto de responderle cuando otra ola de comentarios se levanta y el profesor menciona algo que no alcancé a escuchar. Las voces vienen de todas partes; todas haciendo preguntas al mismo tiempo.

—Silencio. ¡Silencio, por favor! Es lo único que diré por ahora. Tengo que ir a una reunión.

—¿Cuál será la temática? —la voz de quien interroga se eleva por sobre las otras y se roba el protagonismo, materializando, quizá, la pregunta que teníamos todos.

El hombre de ojos hazel hace una pausa dramática y recorre con la mirada todo el salón de clases, tensando el ambiente. Casi todos están inclinados hacia adelante sobre sus asientos, listos para hacer explotar la reacción de entusiasmo que desencadenaría la siguiente revelación.

—Pero no lo escucharon de mí, ¿de acuerdo? —advierte, y tengo el leve presentimiento de que este pequeño secreto de estado habrá llegado a los oídos de media universidad al final del día—. Baile de máscaras.


buenas, buenas:





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Mensaje por pixie. Jue 23 Abr 2020, 4:57 am

beca:

Me encantó, y i'm crying por que esto empezó ya de manera oficial. Que ganas tengo de leer más y saber más de todas ii. masquerades. - Página 2 1477071114

tranquila, yo creo que es lo más normal del mundo que se nos queden ciertas escenas en la mente de películas, series o libros y de alguna forma las utilicemos. lo cierto es que no creo conocer ninguna de las dos así que me lo apunto y así le echaré un vistazo ii. masquerades. - Página 2 77880782


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ausente.
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Mensaje por lovesick Jue 23 Abr 2020, 6:02 pm

ii. masquerades. - Página 2 3136398239 :
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Mensaje por pantone. Sáb 25 Abr 2020, 7:33 pm



spellman.:
Muchas gracias por el comentario, Zoe ii. masquerades. - Página 2 1022085747 Aclarando tus dudas: el Alexander es un ser dramático y ya verás más de sus arranques semi-fundamentados y Aretha era su conquista en aquel momento porque el man es promiscuo, ah ii. masquerades. - Página 2 3800005825 Y gracias por el amor a Jin ii. masquerades. - Página 2 3613945505 ii. masquerades. - Página 2 1477071114 Por otro lado, si te gustan las descripciones rebuscadas, el libro es una delicia y la película está en youtube ii. masquerades. - Página 2 971829111

No puedo esperar por ver qué les depara a todos sus pj's en el futuro ii. masquerades. - Página 2 2841648573



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Mensaje por pantone. Sáb 25 Abr 2020, 7:54 pm



lovesick:
Alexander es un caos andante, en todos los ámbitos... y ya caíste en sus encantos, ah ii. masquerades. - Página 2 1313521601 (?) Nunca he visto The end of the fucking world, pero es interesante que menciones la referencia (es el multiverso, lol). Me alegra mucho saber que pude plasmar a Charles ii. masquerades. - Página 2 1054092304 Gracias por el comentario, Bren, espero tu capítulo con ansias ii. masquerades. - Página 2 1477071114



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Mensaje por trunks Sáb 25 Abr 2020, 11:46 pm

Antes que nada hola ah   ii. masquerades. - Página 2 2686721104  ¡de verdad me da mucha ilusión iniciar con este proyecto ya que tenía muchas ganas de escribir! AY fue hermoso ver capítulo y no pude detenerme hasta leerlo completito xd Becca hermosa, estuvo increíble como siempre, pero mejor te dejo acá un súper comentario con mis reacciones y todo como te lo mereces je
becca uwu:

Espero el cap de Brenda con ansias uwu
trunks
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Mensaje por pantone. Lun 27 Abr 2020, 9:39 am



trunks:
Los estudiantes de artes somos unos con la frustración, y es bueno saber que no estamos solos ah ii. masquerades. - Página 2 3613945505 (???) Mil gracias por tu comentario, Alec, me emocionó saber que te emocionó ii. masquerades. - Página 2 1477071114 A mí también me hace mucha ilusión que hayamos podido recuperar esta idea para desarrollarla ii. masquerades. - Página 2 2416783629 NOS LEEMOS PRONTOOO ii. masquerades. - Página 2 1620280664



pantone.
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