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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
~The rose's emporium~
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
~The rose's emporium~
- Ficha:
- Ficha de la serie
• Titulo: The Rose's Emporium
• Autor: Roses.
• Adaptación: No
• Género: Drama.
• Contenido: De todo.
• Advertencias: Ninguna por el momento.
• Otras páginas: No.
~The rose's emporium~
Un disparo.
Luego vino el silencio.
Silencio que duró los siguientes dos años. Había perdido mucho tiempo de su vida y lo peor es que el tiempo jamás vuelve. Su regreso tuvo como bienvenida a un padre adicto y miles de fragmentos por componer. Pero a pesar de que pareciera que no había nada que la convenciera de quedarse, si lo había. Era algo que le zumbaba en el cerebro; la posibilidad de devolverle el favor a quien le había quitado esos dos años de su vida que jamás recuperaría. Una venganza.
Luego vino el silencio.
Silencio que duró los siguientes dos años. Había perdido mucho tiempo de su vida y lo peor es que el tiempo jamás vuelve. Su regreso tuvo como bienvenida a un padre adicto y miles de fragmentos por componer. Pero a pesar de que pareciera que no había nada que la convenciera de quedarse, si lo había. Era algo que le zumbaba en el cerebro; la posibilidad de devolverle el favor a quien le había quitado esos dos años de su vida que jamás recuperaría. Una venganza.
- Lean :AA:
- Soy la persona con menos paciencia en el mundo.
Hola otra vez, para los que no me conocen soy Dan, mucho gusto.
Este tema tiene audiciones abiertas para personajes, pero como dije anteriormente: lamentablemente nO TEngO muChA PaciEncIA, tomé la decisión de publicarlo de todos modos, porque estoy bastante entusiasmada con esta idea (y nadie audiciona), espero que enganchen con la historia y si lo desean, suban sus fichas de personajes en el tema de "audiciones abiertas" (que lo pueden encontrar en mi firma), no aquí por favor para no desordenar el gallinero. De todas formas si nadie audiciona seguiré la historia sin personajes adicionales.
Cualquier duda por MP.
Gracias por su atención.
Que tengan un lindo día.
Fin del comunicado.
- Guía de capitulos:
- Personajes:
- Proximamente
Última edición por Roses. el Sáb 21 Abr 2018, 6:17 pm, editado 4 veces
Roses.
Prólogo
~Prólogo~
Lo lamento, Yuliana.
Fue la última palabra que fue dicha con el fin de reconfortarla, sin embargo no fue así.
¿No hay nada que se pueda hacer?
Quiso saber, pero la mujer negó.
Estaba cansada y el estar luchando con retener las lágrimas no hacía más que masificar el dolor de cabeza.
Esto no podía estar pasando. Sus labios formularon una pregunta a pesar de que ella estaba medio anestesiada por la reciente noticia. La abogada pestañeó antes de responderle.
Al DCSC.
Apenas si lograba tener alguna idea de lo que esas siglas significaban.
Lo lamento.
Le repitió.
Cerró los ojos con una expresión de dolor marcada en el rostro que logró conmover a la mujer. Se imaginó que era otra persona la que le decía esas últimas palabras, más joven…rubia…pero solo le sirvió para sentirse más miserable.
La abogada puso su mano sobre la de Yuliana, demostrando comprensión. Esa sería la última caricia que alguien alguna vez le habría dado.
Fue la última palabra que fue dicha con el fin de reconfortarla, sin embargo no fue así.
¿No hay nada que se pueda hacer?
Quiso saber, pero la mujer negó.
Estaba cansada y el estar luchando con retener las lágrimas no hacía más que masificar el dolor de cabeza.
Esto no podía estar pasando. Sus labios formularon una pregunta a pesar de que ella estaba medio anestesiada por la reciente noticia. La abogada pestañeó antes de responderle.
Al DCSC.
Apenas si lograba tener alguna idea de lo que esas siglas significaban.
Lo lamento.
Le repitió.
Cerró los ojos con una expresión de dolor marcada en el rostro que logró conmover a la mujer. Se imaginó que era otra persona la que le decía esas últimas palabras, más joven…rubia…pero solo le sirvió para sentirse más miserable.
La abogada puso su mano sobre la de Yuliana, demostrando comprensión. Esa sería la última caricia que alguien alguna vez le habría dado.
Última edición por Roses. el Sáb 21 Abr 2018, 6:17 pm, editado 2 veces
Roses.
Capitulo Uno
.
~Uno~
Remembranzas
✦Yuliana
La puerta de metal se quejó cuando la abrieron, ¿era ese el sonido de la libertad? Por primera vez estaba viendo el sol desde el otro lado de la reja. Pero se sentía exactamente igual que adentro.
Frente a ella, en un Volkswagen polo 2005 de azul oscuro, su tía Emma esperaba con la puerta abierta, sin saludos, sin sonrisas, sin abrazos.
Subió de copiloto y de camino a su casa habló solo una vez para preguntar dónde se encontraba su padre.
—Durmiendo —fue la única palabra que obtuvo en respuesta.
Al cabo de treinta minutos llegaron a ver al patio de su casa a través de las ventanas. Antes de que Yuliana bajara del auto su tía la tomó del brazo y posó sus oscuros ojos en los de ella. Para añadirle seriedad a lo que iba a decir esperó un segundo y frunció los labios.
—Las cosas cambiaron, Yuliana.
Recordó que en el pasado le desagradaba cuando su tía le hablaba, porque siempre usaba su nombre completo para dirigirse a ella, pero ahora, después de dos años de que ninguna persona tuviera la amabilidad de llamarla por su nombre, lo que sintió fue nostalgia.
Odió que su tía le recordara que nada era lo mismo, como si no fuera suficiente que ella misma se lo repitiera a cada momento. Era bastante obvio que las cosas habían cambiado.
—Ya sé.
—Se que ya lo tienes más que claro, pero quería recordártelo antes de que entraras.
Cuando puso un pie dentro de la casa fue como si el tiempo no hubiese transcurrido, cuando abrió la puerta de su dormitorio y vio que todo seguía igual, se frustró. Nada era igual, todo era tan malditamente diferente que le molestaba que todo en la casa siguiera como lo dejó.
Respiró hondo y cerró la puerta, sin ser capaz de entrar a su propio dormitorio, eran demasiados los recuerdos, casi podía verse a sí misma hacia dos años atrás.
—Yuliana. —Su tía llamó su atención una vez más. —Quiero que veas algo.
Mientras la seguía trató de descifrar lo que significaba la expresión que la mujer mantenía en su cara; era un verdadero enigma, porque sus emociones siempre se escondían frente una gruesa capa de indiferencia, pero esta vez logró ver un poco más en su seño fruncido, algo que llamó su atención. Estaba tan distraída pensando, que no se dio cuenta hacia donde iban sus pasos, hasta que se detuvo.
Estaba frente a una puerta. Ya sabía, sin necesidad de abrirla, las cosas que había del otro lado. Lo que no sabía era quien se encontraba dentro. Su tía abrió la puerta y dejó que los ojos de Yuliana conocieran a lo que quedaba de su padre.
Lo primero que percibió fue el olor, una mezcla entre cigarro y vino, luego vio un bulto al lado de la cama deshecha, en el suelo.
—Papá. —su voz no llegó a ser más que un murmullo.
Antes había visto las transformaciones de personas en algo completamente distinto a lo que eran, solo que no esperaba que le tocara presenciar la de su padre.
Suspiró y cerró la puerta dejándolas fuera, solo la había llevado hasta ahí para que echara un vistazo. Emma expectante a cada movimiento de su sobrina, esperó para ver su reacción. Poco y nada fue lo que consiguió cuando la joven se dio media vuelta y bajó las escaleras para entrar en la cocina y hacer como si no hubiese visto nada.
Emma nunca había sido una mujer de muchas palabras y no sabía cómo tratar con Yuliana así que hizo lo que mejor sabía hacer; guardar silencio. Y en cierto modo ambas estaban mejor así.
—Prepararé el almuerzo—fue lo único que salió de su boca.
El silencio reinaba en la casa. En más de una ocasión Emma observaba de reojo a su sobrina, quien tenía la mirada perdida pero al mismo tiempo enfocada en algo. Sentía curiosidad de saber que era lo que pasaba por la mente de la muchacha. Ella siempre había sido así, desde que comenzó a hablar; cuando leía o resolvía un problema de matemáticas, solía hacer como si todo el mundo desapareciera. Emma lo creía un don, lo había heredado de su padre, aunque algunas veces le daba un aire demasiado serio para alguien tan joven.
Hasta que por fin habló y su tía supo que era lo que tanto rato había estado pensando.
— ¿Cuánto lleva así?
—Cuando te fuiste, pasaron dos semanas y lo encontré por primera vez tirado en el sillón con la camisa cubierta de vómito. Había bebido hasta reventar—contestó Emma sin escrúpulos ni reservaciones. Lo que Yuliana tenía de callada, Emma lo tenía de directa.
—Primera vez—observó la chica, declaración le dio a entender que hubieron otras veces.
—Sí no lo encontraba en el sillón cantando canciones de los sesenta, lo encontraba inconsciente en la cama.
— ¿Ha ido a trabajar?
—No.
Yuliana se puso de pie.
— ¿Para dónde vas?—preguntó Emma.
—Lejos—después de dos años encerrada, era el único lugar de donde quería escapar, pero al ver la preocupación reflejada en la cara de su tía, claro lo más cercano a la preocupación que su tía podía demostrar con un ceño fruncido, suavizó el semblante—vuelvo pronto.
Necesitaba salir un poco, esa casa ya no era su hogar, sino un recuerdo constante de los errores que había cometido en el pasado.
No tuvo que pensar a donde ir porque apenas cruzó la calle principal de su vecindario su cerebro activó el piloto automático y sus pies la guiaron. Caminó cerca de diez minutos cuando vio la fachada del local; era una cafetería a la que solía frecuentar desde que era pequeña y su mamá la llevaba por helados, no tenía dinero obviamente así que solo se sentó en el lugar más solitario y arrinconado que encontró.
De pronto su cerebro viajó a una época distinta de su vida; se vio a sí misma con quince años entrando por la puerta principal acompañada por una chica de la misma edad, tenían los brazos entrelazados, eran amigas. Pidieron un helado y se sentaron; hablaban, como olvidar la forma en que se hablaban, nunca llegó a sentir ese nivel de conexión con otra persona y solo se dio cuenta una vez que ya la había perdido. Se conocían tanto, compartían tanto que hasta se podía decir que eran hermanas.
De pronto, casi al instante en el que tomaron asiento, entró un chico unos años mayor y se sentó en una mesa cercana, él y la amiga de Yuliana intercambiaron miradas, él sonrió.
—Paris—dijo Yuliana y su voz retumbó en sus propios oídos, devolviéndola al presente.
Ese recuerdo era uno de los más vívidos que tenía, principalmente porque fue el inicio de todo. Si tan solo hubiese sabido en aquel entonces…la historia sería otra.
Suspiró y trató de relajarse, pero por más que intentara, la mirada insistente y a la vez misteriosa que el chico le dedicaba a su amiga, no lograba salir de su mente.
En su cabeza la escena se repetía una y otra vez, lo curioso era que no recordaba en qué momento se fueron del lugar, o si volvieron al día siguiente. En su memoria solo estaban ahí, entrando, comiendo helado, mirándose y ella repetía el nombre de su amiga para que le tomara atención.
Cuando decidió que ya había repetido el recuerdo las veces suficientes, se puso de pie y salió sin más, evitando por completo la mirada del chico de los helados, quien fue el único en darse cuenta de que no había pedido nada.
El aire cálido de los últimos días de febrero la acompañó hasta que llegó a su casa. No le sorprendió el hecho de que aún recordaba bien las calles, las había recorrido tantas veces que había perdido la cuenta.
Cuando entró por segunda vez en el día a la casa, su tía la estaba esperando con la comida ya fría. Yuliana había perdido las ganas de comer desde hacía mucho, pero de todos modos comió porque era conocida por tener un apetito voraz. Bueno, así solía ser antes de.
—En una semana empiezan tus clases.
La muchacha sintió que la comida se volvía miles de pedacitos de piedra dentro de su boca y le costó pasarla por la garganta.
— ¿Dónde?—pronunció con cautela.
—Donde siempre. —la joven parpadeó. —Es tu último año…
— ¿No puedo cambiarme?
—Dudo que con tu historial te dejen ir a otro lugar, de hecho el director fue muy amable al recibirte, no creo que en otro lugar sean tan comprensivos.
—Debe haber otra alternativa—exhaló.
—La hay—pronunció con precaución Emma. Sorprendiendo a Yuliana por la inesperada declaración.
Yuliana la analizó— ¿Cuál?
—Que te vengas conmigo. Hay una escuela cerca de mi casa, no es tan buena, pero aceptan a todos, seguro te aceptarán a ti y puedes tomar un preuniversitario si te hace falta.
—Vives al otro lado del centro, ¿Qué le pasará a…?—no quiso continuar, pero ambas sabían a qué borracho se referían.
—Yo lo cuidaré, vendré a verlo.
La oferta parecía tentadora, no había nada que perder, pero algo la frenaba, una sensación en el estómago, un vacío. Que no se atrevía a decir en voz alta pero podía adivinar lo que era.
Bajó la cabeza, mostrando su indecisión.
—No sé.
La mujer suspiró al escucharla, como si en cierta forma supiera desde antes que esa iba a ser su respuesta.
—Te quedarás.
—No dije eso.
—Pero lo harás porque dudaste, si te quisieras ir habrías dicho que sí sin dejarme terminar. —Su tía se puso de pie. —Cada decisión trae su consecuencia, Yuliana, debes saber que quedarse tiene sus riesgos, más aún cuando todos saben lo que pasó.
Y sin nada más que agregar su tía se marchó. Yuliana se sintió nuevamente sola, pero esta vez ya no tenía quince ni era tan confiada de los demás, ahora estaba a punto de cumplir dieciocho y solo confiaba en sí misma.
Fue a su dormitorio y se acostó en la cama tratando de engañar a su cerebro diciéndose que nada había pasado en los últimos dos años y que era un día normal. Por más que intentó no lo logró, quizá volvería a tener pesadillas esa noche.
Frente a ella, en un Volkswagen polo 2005 de azul oscuro, su tía Emma esperaba con la puerta abierta, sin saludos, sin sonrisas, sin abrazos.
Subió de copiloto y de camino a su casa habló solo una vez para preguntar dónde se encontraba su padre.
—Durmiendo —fue la única palabra que obtuvo en respuesta.
Al cabo de treinta minutos llegaron a ver al patio de su casa a través de las ventanas. Antes de que Yuliana bajara del auto su tía la tomó del brazo y posó sus oscuros ojos en los de ella. Para añadirle seriedad a lo que iba a decir esperó un segundo y frunció los labios.
—Las cosas cambiaron, Yuliana.
Recordó que en el pasado le desagradaba cuando su tía le hablaba, porque siempre usaba su nombre completo para dirigirse a ella, pero ahora, después de dos años de que ninguna persona tuviera la amabilidad de llamarla por su nombre, lo que sintió fue nostalgia.
Odió que su tía le recordara que nada era lo mismo, como si no fuera suficiente que ella misma se lo repitiera a cada momento. Era bastante obvio que las cosas habían cambiado.
—Ya sé.
—Se que ya lo tienes más que claro, pero quería recordártelo antes de que entraras.
Cuando puso un pie dentro de la casa fue como si el tiempo no hubiese transcurrido, cuando abrió la puerta de su dormitorio y vio que todo seguía igual, se frustró. Nada era igual, todo era tan malditamente diferente que le molestaba que todo en la casa siguiera como lo dejó.
Respiró hondo y cerró la puerta, sin ser capaz de entrar a su propio dormitorio, eran demasiados los recuerdos, casi podía verse a sí misma hacia dos años atrás.
—Yuliana. —Su tía llamó su atención una vez más. —Quiero que veas algo.
Mientras la seguía trató de descifrar lo que significaba la expresión que la mujer mantenía en su cara; era un verdadero enigma, porque sus emociones siempre se escondían frente una gruesa capa de indiferencia, pero esta vez logró ver un poco más en su seño fruncido, algo que llamó su atención. Estaba tan distraída pensando, que no se dio cuenta hacia donde iban sus pasos, hasta que se detuvo.
Estaba frente a una puerta. Ya sabía, sin necesidad de abrirla, las cosas que había del otro lado. Lo que no sabía era quien se encontraba dentro. Su tía abrió la puerta y dejó que los ojos de Yuliana conocieran a lo que quedaba de su padre.
Lo primero que percibió fue el olor, una mezcla entre cigarro y vino, luego vio un bulto al lado de la cama deshecha, en el suelo.
—Papá. —su voz no llegó a ser más que un murmullo.
Antes había visto las transformaciones de personas en algo completamente distinto a lo que eran, solo que no esperaba que le tocara presenciar la de su padre.
Suspiró y cerró la puerta dejándolas fuera, solo la había llevado hasta ahí para que echara un vistazo. Emma expectante a cada movimiento de su sobrina, esperó para ver su reacción. Poco y nada fue lo que consiguió cuando la joven se dio media vuelta y bajó las escaleras para entrar en la cocina y hacer como si no hubiese visto nada.
Emma nunca había sido una mujer de muchas palabras y no sabía cómo tratar con Yuliana así que hizo lo que mejor sabía hacer; guardar silencio. Y en cierto modo ambas estaban mejor así.
—Prepararé el almuerzo—fue lo único que salió de su boca.
El silencio reinaba en la casa. En más de una ocasión Emma observaba de reojo a su sobrina, quien tenía la mirada perdida pero al mismo tiempo enfocada en algo. Sentía curiosidad de saber que era lo que pasaba por la mente de la muchacha. Ella siempre había sido así, desde que comenzó a hablar; cuando leía o resolvía un problema de matemáticas, solía hacer como si todo el mundo desapareciera. Emma lo creía un don, lo había heredado de su padre, aunque algunas veces le daba un aire demasiado serio para alguien tan joven.
Hasta que por fin habló y su tía supo que era lo que tanto rato había estado pensando.
— ¿Cuánto lleva así?
—Cuando te fuiste, pasaron dos semanas y lo encontré por primera vez tirado en el sillón con la camisa cubierta de vómito. Había bebido hasta reventar—contestó Emma sin escrúpulos ni reservaciones. Lo que Yuliana tenía de callada, Emma lo tenía de directa.
—Primera vez—observó la chica, declaración le dio a entender que hubieron otras veces.
—Sí no lo encontraba en el sillón cantando canciones de los sesenta, lo encontraba inconsciente en la cama.
— ¿Ha ido a trabajar?
—No.
Yuliana se puso de pie.
— ¿Para dónde vas?—preguntó Emma.
—Lejos—después de dos años encerrada, era el único lugar de donde quería escapar, pero al ver la preocupación reflejada en la cara de su tía, claro lo más cercano a la preocupación que su tía podía demostrar con un ceño fruncido, suavizó el semblante—vuelvo pronto.
Necesitaba salir un poco, esa casa ya no era su hogar, sino un recuerdo constante de los errores que había cometido en el pasado.
✦✦✦
No tuvo que pensar a donde ir porque apenas cruzó la calle principal de su vecindario su cerebro activó el piloto automático y sus pies la guiaron. Caminó cerca de diez minutos cuando vio la fachada del local; era una cafetería a la que solía frecuentar desde que era pequeña y su mamá la llevaba por helados, no tenía dinero obviamente así que solo se sentó en el lugar más solitario y arrinconado que encontró.
De pronto su cerebro viajó a una época distinta de su vida; se vio a sí misma con quince años entrando por la puerta principal acompañada por una chica de la misma edad, tenían los brazos entrelazados, eran amigas. Pidieron un helado y se sentaron; hablaban, como olvidar la forma en que se hablaban, nunca llegó a sentir ese nivel de conexión con otra persona y solo se dio cuenta una vez que ya la había perdido. Se conocían tanto, compartían tanto que hasta se podía decir que eran hermanas.
De pronto, casi al instante en el que tomaron asiento, entró un chico unos años mayor y se sentó en una mesa cercana, él y la amiga de Yuliana intercambiaron miradas, él sonrió.
—Paris—dijo Yuliana y su voz retumbó en sus propios oídos, devolviéndola al presente.
Ese recuerdo era uno de los más vívidos que tenía, principalmente porque fue el inicio de todo. Si tan solo hubiese sabido en aquel entonces…la historia sería otra.
Suspiró y trató de relajarse, pero por más que intentara, la mirada insistente y a la vez misteriosa que el chico le dedicaba a su amiga, no lograba salir de su mente.
En su cabeza la escena se repetía una y otra vez, lo curioso era que no recordaba en qué momento se fueron del lugar, o si volvieron al día siguiente. En su memoria solo estaban ahí, entrando, comiendo helado, mirándose y ella repetía el nombre de su amiga para que le tomara atención.
Cuando decidió que ya había repetido el recuerdo las veces suficientes, se puso de pie y salió sin más, evitando por completo la mirada del chico de los helados, quien fue el único en darse cuenta de que no había pedido nada.
El aire cálido de los últimos días de febrero la acompañó hasta que llegó a su casa. No le sorprendió el hecho de que aún recordaba bien las calles, las había recorrido tantas veces que había perdido la cuenta.
Cuando entró por segunda vez en el día a la casa, su tía la estaba esperando con la comida ya fría. Yuliana había perdido las ganas de comer desde hacía mucho, pero de todos modos comió porque era conocida por tener un apetito voraz. Bueno, así solía ser antes de.
—En una semana empiezan tus clases.
La muchacha sintió que la comida se volvía miles de pedacitos de piedra dentro de su boca y le costó pasarla por la garganta.
— ¿Dónde?—pronunció con cautela.
—Donde siempre. —la joven parpadeó. —Es tu último año…
— ¿No puedo cambiarme?
—Dudo que con tu historial te dejen ir a otro lugar, de hecho el director fue muy amable al recibirte, no creo que en otro lugar sean tan comprensivos.
—Debe haber otra alternativa—exhaló.
—La hay—pronunció con precaución Emma. Sorprendiendo a Yuliana por la inesperada declaración.
Yuliana la analizó— ¿Cuál?
—Que te vengas conmigo. Hay una escuela cerca de mi casa, no es tan buena, pero aceptan a todos, seguro te aceptarán a ti y puedes tomar un preuniversitario si te hace falta.
—Vives al otro lado del centro, ¿Qué le pasará a…?—no quiso continuar, pero ambas sabían a qué borracho se referían.
—Yo lo cuidaré, vendré a verlo.
La oferta parecía tentadora, no había nada que perder, pero algo la frenaba, una sensación en el estómago, un vacío. Que no se atrevía a decir en voz alta pero podía adivinar lo que era.
Bajó la cabeza, mostrando su indecisión.
—No sé.
La mujer suspiró al escucharla, como si en cierta forma supiera desde antes que esa iba a ser su respuesta.
—Te quedarás.
—No dije eso.
—Pero lo harás porque dudaste, si te quisieras ir habrías dicho que sí sin dejarme terminar. —Su tía se puso de pie. —Cada decisión trae su consecuencia, Yuliana, debes saber que quedarse tiene sus riesgos, más aún cuando todos saben lo que pasó.
Y sin nada más que agregar su tía se marchó. Yuliana se sintió nuevamente sola, pero esta vez ya no tenía quince ni era tan confiada de los demás, ahora estaba a punto de cumplir dieciocho y solo confiaba en sí misma.
Fue a su dormitorio y se acostó en la cama tratando de engañar a su cerebro diciéndose que nada había pasado en los últimos dos años y que era un día normal. Por más que intentó no lo logró, quizá volvería a tener pesadillas esa noche.
- :
- Hola, supongo que ya era tiempo de actualizar, no he tenido mucho tiempo esta semana espero tener más y poder subir más seguido. Ojalá les haya gustado el capitulo, lo corregí mil veces para que quedara bien.
Bueno me despido, nos leemos.
Última edición por Roses. el Sáb 21 Abr 2018, 6:19 pm, editado 2 veces
Roses.
Re: ~The rose's emporium~
Me encanta tu forma de narrar. Tan pulcra y detallada, es precioso. La trama es bastante atrayente y quiero saber más. No se porque no tienes comentarios. Todo es hermoso, y espero más chicas descubran esta novela y le den el amor que mereces. :luuv:
Besos.
Besos.
Jules
Re: ~The rose's emporium~
Jules escribió: Me encanta tu forma de narrar. Tan pulcra y detallada, es precioso. La trama es bastante atrayente y quiero saber más. No se porque no tienes comentarios. Todo es hermoso, y espero más chicas descubran esta novela y le den el amor que mereces. :luuv:
Besos.
Ay
Me tocaste el corazón con todo lo que dijiste, de verdad muchas gracias Jules.
Me dejaste sin palabras.
Me tocaste el corazón con todo lo que dijiste, de verdad muchas gracias Jules.
Me dejaste sin palabras.
Roses.
Re: ~The rose's emporium~
Andy Belmar. escribió:Holaaaaa no habia visto este tema, en cuanto termine mi semana del terror lo leo y te hago un bello comentario :)
Gracias Andyyyyyyyy!!!
Muchoamorparati
Roses.
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