•Soulmates•

Mi nombre es Juliana.  
En inicios del foro solia decir que mi nombre era Jazmin, por temas de seguridad (apenas tenia como 14 y siempre me inculcaron el temor de no revelar info personal sobre mi persona y pues yo bien paranoica) al final me di cuenta que el foro es un lugar seguro.

Y pues que no falte el mini comentario subliminal: Siguela pronto!

Cerraba y abría los ojos tratando de enfocar la vista con desesperación y lo único que era capaz de escuchar era su corazón palpitar y su respiración agitada, como si anteriormente hubiese estado corriendo y se hubiera sentado a descansar; porque de dos cosas estaba seguro, una era que se encontraba sentado y la otra era que mientras más se esforzaba, menos podía ver.

Entonces recordó algo.

Cuando estés allá será diferente, habrán muchas cosas diferentes, pero lo primordial es no perder la concentración, no lo olvides. Jamás pierdas tu enfoque Abel. Jamás. O estarás perdido.

Y supo lo que debía hacer.

Cerró sus ojos y cuando se sintió más desesperado ante la oscuridad llevó sus manos a su cabeza. Al principio no hubo ningún cambio, pero luego de cinco minutos su respiración se normalizó. Lo estaba logrando, abrió los ojos lentamente aún cegado por una espesa neblina. Poco a poco sus pulsaciones fueron bajando y luego de un rato su vista comenzó a enfocarse de forma gradual. 

Al recordar esa voz también recordó que no había pasado por alto el hecho de que lo llamó Abel.

Ya no era más aquel chico de familia numerosa que había crecido en los campos de Cheimóna, ya no pertenecía a Gaia, su planeta natal, sino que ahora era Abel; un simple y común humano de Tierra, con un propósito un poco diferente al de los demás.

Atrás había dejado una vida llena de recuerdos, era como si empezara de cero, solo que nunca creyó que se sentiría de esa forma.

Lo primero que vio fueron sus manos y su primera duda se despejó en cuanto las movió frente a él; no cambiaban de forma, seguían con sus mismos cuerpos tal como su mentori le había dicho que sería, el que cambiaran de aspecto era un mito de novato. Esto lo animó de alguna forma, tenía miedo de que al materializarse en Tierra su cuerpo cambiara o se deformara o algo, pero estaba entero y sus manos seguían iguales, así que eso significaba que probablemente su rostro también.

Esto lo impulsó a levantar la mirada y tratar de descifrar donde se encontraba.

En alguna de sus muchas clases le habían dicho que lo primero que debía hacer al momento de llegar era comprobar su estado físico y mental, cosas como si recodaba su nombre real y el nuevo, su edad, de donde era, y una vez que todo anduviera bien debía tratar de asimilar donde se había materializado, empezando por lo simple: si era de día o noche, si hacía calor o frío, si había gente o estaba solo y así…

Lo primero que se dijo es que estaba anocheciendo y que la temperatura ya estaba en descenso porque sintió una ventisca, que muy para su sorpresa, logró darle un escalofrío. Cosa extraña, ya que donde él vivía siempre hacía frío, por lo cual estaba acostumbrado a ese clima. Debía ser gracias al viaje, era la primera vez que era él el que creaba uno de tanta magnitud y desde siempre había sabido que existían efectos colaterales, como la baja de defensas, la sensibilidad, la pérdida momentánea de algunos sentidos y en los casos más extremos, desmayos y pérdida de memoria temporal.

Agradeció que no le tocara eso último, sino habría sido horrible.

Se puso de pie ayudándose de la pared que había sus espaldas, estaba en una especie de edificio y el lugar estaba desierto, habían luces encendidas pero no sabía bien de donde venían. Se quedó quieto unos segundos esperando que el suelo dejara de dar vueltas y cuando se sintió un poco mejor tomó aire y caminó.

Daba cada paso con más seguridad que el anterior y al cabo de unos segundos vio a gente caminar, trató de simular que no le emocionaba ver por primera vez a alguien de la tierra, y también trató de no quedarse pegado analizando a cada persona que veía, pero era casi imposible cuando de pronto sus sentidos se agudizaron y podía escuchar al hombre que estaba a casi cinco metros de él como si le estuviera hablando al oído.

Se afirmó de un poste de luz, consciente del aspecto que debía tener; pálido y enfermizo, bajó la cabeza para pasar más desapercibido y se concentró en sus pies, cubiertos por unos extraños zapatos negros.

Al principio cuando le habían entregado su vestimenta se había sentido raro. En Gaia no solían usar ese tipo de cosas. Incluso preguntó si GAP era la sigla de algún grupo musical de Tierra. A lo que se rieron de él. Simplemente pensó eso porque había estado escuchando música de allí; grupos como Nirvana, Guns and roses, ACDC, que le habían recomendado para iniciar su nueva identidad, también supo que las personas usaban ropas con la imagen de esos grupos, solo que GAP no lo conocía.

Claro, hasta que se enteró que solo se trataba de un tipo de ropa…o ¿cómo le habían dicho? ¡Marca! Marca de ropa, raro ¿no?

Ahora que se encontraba en vivo y en directo con las personas de la tierra, se dio cuenta de que su atuendo era de lo más normal. Si llevara puesta su ropa diaria, más de alguno se habría volteado a verlo.

Pestañeó al escuchar una conversación que dos mujeres tenían a los lejos. Tenía que acostumbrarse al ruido, definitivamente. Miró a aquellas dos chicas disimuladamente e intentó entender de qué hablaban. Pero no hubo caso, a pesar de que entendía a la perfección el idioma, no sabía de qué iba el tema que hablaban. 

Entonces fue cuando miró detrás de ellas.

Podría ser un novato cuando de Tierra se trataba, pero sabía identificar un centro comercial cuando lo veía. Se la pasaban mostrándoselo en los exámenes teóricos.

Suspiró y aun sin estar seguro de que ya se encontraba bien, se encaminó hacia la entrada del lugar.

Su mente colapsó por el exceso de información una vez dentro, pero él no hacía más que girar de un lado al otro la cabeza al percibir las distintas voces, admirado. Jamás se había visto tan rodeado de gente, y le fascinó.

Pronto la adrenalina corrió por sus venas y su cuerpo tomó energía. Caminó hasta donde percibía más ruido, solo porque tenía el deseo, le habían dicho que el primer día podía ser tan abrumador como gratificante, lo importante era no perder la cordura.

Se encontró en lo que parecía en centro del lugar, con escaleras que se movían por si solas. También las conocía, por imágenes, y concordó con los Gaianos que decían que  Tierra era un planeta de máquinas. No pudo resistirse ante tal descubrimiento y caminó hacia ellas con el fin de usarlas por primera vez.

Disimuló su cara de emoción, se sentía un niño pequeño.

En el segundo piso, había más gente que en el primero, caminó e imitó las expresiones que veía en la gente, algunos disfrutaban del lugar, otros tenían cara de que no hallaban la hora de salir de ahí, el optó por tomar una actitud relajada, por suerte le costó menos de lo esperado, había entrenado toda su vida para ese momento, a esas alturas, que él calculaba cuarenta minutos desde que se había materializado, ya era suficiente para mimetizarse y pasar desapercibido.

Recorrió un poco más la zona, para analizarla.

Su metori había escogido enviarlo a ese lugar por alguna razón, debía descubrir cuál.

Estaba tan distraído tratando de controlar sus resientes y sensibles sentidos cuando sin querer chocó con alguien. Abel, se concentró en el chico que había golpeado y se sintió estúpido, ¿cómo tan distraído?, estaba tan acostumbrado a que su poder lo previniera de cosas, que había olvidado que los primeros días en Tierra su don se encontraría inhibido. Otro efecto secundario.

—Oh, genial—se quejó el chico con el que se había topado.

Abel con rapidez se agachó, dándose cuenta con alegría que su agilidad había vuelto. Ayudó a recoger cosas y a meterlas en una especie de malla compacta de color azul con letras blancas, plástico le llamaban.

Cuando ya no quedaban más cosas tomó un objeto entre sus manos y se puso de pie riendo levemente.

Era un Shampoo para bebé.

Le había hecho gracia, porque había entendido que eso no iba para el chico que tenía enfrente.

Sin más soltó:

—Pues no te sentaría mal, pero ¿no crees que ya estás algo pasadito?

Al parecer los chistes tenían el mismo efecto allí en la tierra, porque la reacción del chico le recordó a la de su hermano cuando le gastaba bromas pesadas; se fastidió.

—Muy gracioso—respondió él quitándoselo de forma brusca y metiéndolo en uno de los plásticos azules.—Es para mi perro.

¿Qué dominios era un perro?

Seguramente sabía, pero había olvidado el significado de esa palabra en inglés.

—Que gran escusa—dijo relajado, simulando que sabía a la perfección a lo que se refería.

Por un segundo al ver la reacción del chico pensó en que lo había descubierto, pero luego descifró que solo lo había ofendido.

—Es un chiste—reparó inclinándose para hacerlo más obvio.

Pensó que le iba a contestar, pero algo lo detuvo, buscó en su ropa y sacó una pequeña máquina a lo que Abel ya conocía como un celular.

Iba a irse, sabiendo que ya no tenía nada más que hacer ahí y que debía seguir buscando pistas en el lugar, cuando aquel extraño pronunció un nombre que despertó su interés; Mark, solo que no recodaba por qué. Lo miró, pero esta vez con más atención.

Y ocurrió algo.

Algo lo impactó de sobremanera, tan rápido que se asustó.

Había percibido algo.

¿Cómo había sido tan tonto como para no haberlo notado antes?

Él.

El chico frente a él.

Estaba siendo vigilado.

Holas:

como te atreves a dejar el capitulo de esa manera? acaso no te das cuenta como sufrimos por los cortes de suspenso que le implantas a la historia de esa manera?
Me encanta saber mas sobre el planeta de donde viene los protectores y sus efectos a la hora de llegar a la tierra. Asi como lo veo, y tu forma de narrar deberias abrir un tema general para la info importante. Please siguela lo antes posible me muero por saber mas de Gaia. Otra cosilla, se meolvido mencionar sobre el tema de personajes. No puedo creer que escogieras nombres mitologicos griegos y me mata la curiosidad y te basas en mas cosas griegas para la trama de la novela.


Besitos