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Mensaje por TecnoPanda2419 Dom 01 Abr 2018, 4:07 pm

...



¡GRACIAS, LAS AMO! 


Última edición por TecnoPanda2419 el Vie 23 Nov 2018, 3:17 pm, editado 1 vez
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MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 Empty Re: MIS SUEÑOS Y TU |EN2|

Mensaje por AngelMalfoy Dom 01 Abr 2018, 5:40 pm

Realmente es lindo leer que pudiste ser mas fuerte de los que trataron de tirarte a abajo, y si a nadie mas que a vos misma se tiene que sentir agusto con lo que hace, eso es quererse a si mismo♡
Cuenta conmigo ♡ espero que sigas la novela ☆
AngelMalfoy
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MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 Empty Re: MIS SUEÑOS Y TU |EN2|

Mensaje por TecnoPanda2419 Lun 02 Abr 2018, 1:56 pm

AngelMalfoy escribió:Realmente es lindo leer que pudiste ser mas fuerte de los que trataron de tirarte a abajo, y si a nadie mas que a vos misma se tiene que sentir agusto con lo que hace, eso es quererse a si mismo♡
Cuenta conmigo ♡ espero que sigas la novela ☆
¡Muchísimas gracias Angel! Eres un sol. Sé que cuento con tu apoyo, y de verdad, muchas gracias por leer este desastre de historia♥
TecnoPanda2419
TecnoPanda2419


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MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 Empty Re: MIS SUEÑOS Y TU |EN2|

Mensaje por TecnoPanda2419 Mar 10 Abr 2018, 7:05 pm

MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 Tumblr_static_tumblr_static_n4jjdpsda3kkwkso0o40w40k_640




Capítulo 05


“Mensajes”


 
—Lo sé. —inquiere vagamente, y mis pestañas no se baten nuevamente al escuchar la frase.
¿Lo sabe?
¿Cómo rayos lo sabe?
— ¿Cómo…?—a penas formulo la primera parte de mi curiosa pregunta, el se me adelanta para evitar tener que responderla. Ciertamente, he comprendido que no le gusta cuando le preguntan algo, o al menos cuando yo lo hago. Sus manos, las cuales están completamente sucias se deslizan alrededor de la barandilla, ensuciándola un poco. El material es tan delicado y vacío que me entran unas ganas de ir a buscar la cámara.
Mi sueño de ser una fotógrafa comenzó cuando era pequeña. Pasaba los siete años cuando me compraron mi primera cámara, y aunque esta solo tomara fotos de elefantes, jirafas, y leones cuando yo apuntaba hacia el sol, yo no me aburría.
Quería guardar, o más bien, congelar el recuerdo persistente —y bueno— de admirar y apreciar los colores y matices de la vida, como el cielo se difuminaba con trazos en las nubes, las estructuras solidas que parecían ser muy históricas en las ciudades; capturar momentos que me hacían sentir maravillada era sin duda uno de mis pasatiempos favoritos.
Más cuando se trataban de mis amigos, sin que Ángel se diera cuenta la capturaba en una imagen. Siempre lucía elegante y aunque a veces su malhumor era indomable seguía intacto su estilo. El color rojo y los vestidos ajustados resaltaban en la foto, pero no tanto como su rostro lleno de mucho y poco.
Hipnotizante.
Solo que ella no se daba cuenta de que yo era aspirante a fotógrafa cuando decía que necesitaba que le tomaran fotos para subirlas a sus redes sociales.
Años después me concedieron el deseo y me compraron otra, pero esta vez sí tomaba lo que yo quería. No paré de congelar momentos hasta que debía subir las imágenes a la laptop, porque sino la memoria de esta se acababa.
Es irónico que estudie una carrera donde los recuerdos—lo que más miedo me causa—sea lo que más predomine.
Mis ojos se mueven de sus lentes a sus manos, de sus manos a su cabello desprolijo y de su cabello hasta esos rasgos faciales determinantes. Todo en él me cautiva, desde la forma en que muerde el interior de su mejilla al yo comenzar con mis preguntas, hasta como se encarga de ajustar sus lentes en el puente de su nariz.
Y dudo mucho que los tenga puestos por carecer del sentido de la vista.
—Estas exhibiéndote mucho. —dice, y a penas lo digiero noto como la camisa empieza a rodarse por la brisa que incluso, se esfuerza por sacudir mi cabello, aunque este permanezca encima de mis hombros con sus ondas.
Me lo acomodo y le echo un vistazo. La nuez de Adam sube y baja en un momento donde sus glándulas salivales le obligaron a tragar. Es allí cuando tengo la certeza de que no soy una adolescente ya, y que es diferente que te mire un chico de dieciséis a que te mire uno de más de veintiuno.
Y permanezco en paz porque no me siento intimidada como para ir a cambiarme.
—Entonces Jason… ¿Sabías que el ser humano tiene más de veinte sentidos? —sus ojos trazan una definida línea que separa la ironía y la diversión. —Tenemos veintiséis sentidos, como por ejemplo el equilibrio o la cinestesia… —soy interrumpida, nuevamente por esa voz idílica.
—Tú eres alguien a la que le encanta hablar. —asiento repetidas veces con la cabeza, hasta que el mareo se apodera de mí.
—Exacto…—me remuevo un poco, logrando echar un vistazo al interior de su departamento, donde un caballete y unas pinturas forman un camino hasta una parte del espacio que no puedo ver— ¿Bellas Artes?
— ¿Qué?
Ruedo los ojos.
— ¿Si tu carrera es Bellas Artes? —Lo pienso, y cambio de idea de repente—Estudias Bellas Artes, lo cercioro mediante ser tu musa, ver el lienzo que está dentro de tu departamento y además, tus manos están llenas de carbón.
—Aun no puedes considerarte mi musa si no te he pintado.
Y ya que tengo miedo de que me haga pensar así de mi propuesta confirmada salgo a buscar la cámara, y cuando la tengo en manos vuelvo al balcón. Fijo el lente y le tomo una fotografía espontanea donde sale mirando hacia el horizonte. Por lo cual es mí culpa su desorientación tras oír el click.
Me entretengo observando lo melancólica que es la foto, y lo atractivo que es Jason con simples prendas.
Deja de examinarlo tanto, Katelyn.
— ¿Me has tomado…?—le enseño como salió para no hablar de ello.
Su pelo oscuro despeinado se ve ligeramente inclinado hacia la izquierda por el viento, sus manos entrelazadas reposan sobre la barandilla, su vestimenta reservada da un toque peculiar al contexto, y sale de espaldas a la cámara pero de frente al horizonte.
Guindo la correa en mi nuca y me giro para enfrentar su misterio.
—Debo irme—dice ojeando su reloj. —No fue un gusto saber que eres mi vecina.
—Para mí sí. —veo la hora también y mis ojos casi salen de su órbita. Por alguna razón me estiro para depositar un beso en su mejilla y corro entrando al departamento. Nunca me he podido liberar de la costumbre de darle besos a una persona cuando estoy apresurada o desesperada, y es realmente ridículo. Más cuando pude llegar a ver como se quedaba perplejo y miraba como corría.
Quiero y exijo que la tierra se divida en dos, me trague y no me escupa nunca.
Cuando me adentro en el baño con un nudo en el estómago, me desvisto y me ducho. No tardo más que tres canciones de country cuando ya me veo envuelta en una bata celeste y una toalla en la cabeza.
Salgo resbalándome un poco y preparo mis cosas. Mi exasperación no crece sino al encontrarme buscando conjuntos decentemente formales para la conferencia de trabajo, y al tenerlo todo me visto. Hago luego un café mientras me maquillo y desayuno mientras me arreglo el cabello.
Me coloco los zapatos al ya cerrar con llave la puerta y salgo en dirección al elevador. Presiono el botón y con el corazón latiendo a mil y los pulmones exigiéndome que deje de correr para que puedan colmarse de aire.
Me veo consumiendo más de seis litros de oxigeno por minuto al volver a estar corriendo en sentido a algún lugar ejecutivo.
La palpitación en mi sien incrementa al dar un giro para ver si hay algún taxi o autobús cerca, pero lo único que capto es la mirada inquisitiva de las personas viéndome. Ojos puestos en una diminuta mujer.
Un hombre de contextura rígida y cejas espesas me inspecciona con altanería al yo esperar por un medio de transporte que me traslade a mi entrevista de trabajo, la cual, espero y aspiro que no esté sujeta a esas preguntas que hacen usualmente.
La prominencia laríngea sube y baja por su garganta. Se coloca a mí lado, haciéndome a mí muy pequeña e inofensiva. Es cuando siento unos brazos rodearme y alzarme entre el barullo de gente que merodea por las calles.
— ¡Katelyn! —me sacude en sus fuertes y musculosos brazos. Seguramente evita las toxinas y cualquier sustancia alucinógena que lo derribe como pino. Puedo protestar como su voz puede ser tan grave pero dulce cuando mi nombre sale disparado de sus regordetes y oscuros labios.
Pregunta, ¿cómo sabe mi nombre?
— ¡Hace tanto que no te veía! ¡Por un momento creí que no eras tú y que por mera coincidencia era una chica con tu mismo cabello, color de piel, rostro y mirada extraña!
Arqueo una ceja.
O intento hacerlo, porque es evidente que a pesar de que haya practicado sigo pareciendo una mujer con cólicos.
— ¡¿No me recuerdas?! —sacudo mi cabeza— ¡Soy Ivo Tremer! ¡Fuimos compañeros en la preparatoria y mi padre es quien les dio el trabajo a tus padres!
Sus gritos están a punto de volverme una paranoica sorda.
— ¡Tremer! —Finjo acordarme de él y su apariencia afroamericana— ¡Sí claro que te recuerdo, tú eras el…él que me veía en clases todos los días!
— ¡Sí! ¡Pero qué pequeñas estas! ¡¿Qué interfirió en tu crecimiento?!
Tal vez algún antepasado de mis padres biológicos, no lo sé.
— ¡Tu familia es de estatura alta!
—Prefiero ser pequeña. Tampoco es que mi metro cincuenta y cinco afecte en mi capacidad intelectual y coeficiente.
Se muerde la lengua y veo como una risa se desliza por sus labios.
—Nómbrame cinco hombres que fueron poetas, periodistas o diplomáticos.
—Andrés Mata, Efraín Huerta, Edgar Allan Poe, Shakespeare y William Wordsworth —respondo rápidamente.
Sus ojos color miel se abren con orgullo.
Y pensar que lo creí un hombre altanero.
—Ya no somos niños inmaduros Ivor. ...—digo, pero me doy cuenta de mi error—Ivo. —Corrijo— Antes solo nos preocupábamos por tener los dedos suficientes para contar y resolver los problemas matemáticos.
— ¿Qué pasó Duende?
Percibo el aroma a hortalizas que lo arropa, y debo separarme para hacer caso omiso a un posible episodio.
Duende.
Ivo Tremer.
Mi cauteloso compañero.
—Que al parecer, cuando uno crece no tenemos lo suficiente para resolver los problemas. Y es frustrante el hecho de que haya gente que sean quienes los provoquen, que sean personas como tú y como yo, que sean capaces de deleitarnos y ahogarnos en el océano al mismo tiempo. Eso es lo que pasa, ¿pero sabes lo peor? —solo me presta atención, y puedo reconocer que preciso llamar urgentemente a Jackson. —Cuando nosotros mismos somos quienes originaron la tormenta.
Mis pantalones vibran, así que saco el celular.
Recibo un mensaje de parte de un número desconocido.
« No seas tonta »
 Miro a ambos lados, hasta que veo como un hombre con capucha se esconde en un callejón.
Pero a punto de cruzar la calle el autobús se adelanta.
¿Tonta?




(^3^)


Después de mil años, actualizo. Gracias por esperar, las amo♥


Última edición por TecnoPanda2419 el Jue 21 Jun 2018, 5:59 pm, editado 1 vez
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Mensaje por PrincessArleneSplinter Mar 10 Abr 2018, 7:51 pm

Tu novelas es bien bonita me gusta mucho espero que sigas es muy interesante y misteriosa me encantan ese tipo de novelas
Saludos MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 2529252940
PrincessArleneSplinter
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http://princesscadencetlkzarafina.blogspot.com

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Mensaje por AngelMalfoy Mar 10 Abr 2018, 8:03 pm

AME EL CAP!!!!!
SIGUEEEEEEEEE ☆☆☆☆☆
AngelMalfoy
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Mensaje por TecnoPanda2419 Miér 11 Abr 2018, 1:02 pm

PrincessArleneSplinter escribió:Tu novelas es bien bonita me gusta mucho espero que sigas es muy interesante y misteriosa me encantan ese tipo de novelas
Saludos MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 2529252940 
¡Hola! Gracias linda, eres un sol♥ Y bienvenida.
TecnoPanda2419
TecnoPanda2419


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MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 Empty Re: MIS SUEÑOS Y TU |EN2|

Mensaje por TecnoPanda2419 Miér 11 Abr 2018, 1:03 pm

AngelMalfoy escribió:AME EL CAP!!!!!
SIGUEEEEEEEEE ☆☆☆☆☆
♥Pronto el siguiente capítulo Angel♥
TecnoPanda2419
TecnoPanda2419


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Mensaje por TecnoPanda2419 Jue 21 Jun 2018, 6:36 pm

MIS SUEÑOS Y TU |EN2| - Página 2 Tumblr_owy7qiOOHJ1tw5trjo1_500


Capítulo 06 


"Mentiras y reglas"






Las puertas del transporte rojo se abren, dándome el acceso a trasladarme al lugar de trabajo plácidamente. Observo a Ivo, los recuerdos que parecen no acabar me angustian así que intento en lo posible conservarme alejada de ellos. Me hace una seña que comprendo al instante, con un salto me subo al autobús y busco una fila compuesta de dos asientos desocupados para que ambos nos sentemos.
Unos señores nos ceden sus puestos y bajan. Siento una parte de mi rostro arder, y sé que se trata del efecto de unos ojos puestos en mí.
Palidezco al notar, por la ventana, como el chico de capucha sonríe perversamente, y teclea en su móvil. Cuando levanta su cabeza, un nuevo mensaje llega a mí, y el miedo puro me incapacita a pedir ayuda, hablar de esto, o preguntar a alguien si saben quién es.
Leo: Si llegas a decirle a alguien sobre esto, a la policía, a tu amigo, o a cualquiera, juro que no solo te enviaré mensajes.
— ¿Está todo bien Duende?
Asiento dedicándole una sonrisa.
Lo último que haría sería decirle: No, ¿ves a ese extraño que está escondiéndose en el callejón a unos metros de nosotros?, me está mandando mensajes, y eso me asusta mucho.
Primero, me está observando.
Segundo, creo poder salvar mi propio trasero en caso de que se me acerque.
El viaje se me hace eterno tras intentar innumerables veces guardarme el secreto. En Ella y Él, el libro que antes pensé que sería eternamente de Harry y mío (porque una parte de mi cree que ese hombre ya no existe), se hablaba mucho del miedo, y sé que en uno de los capítulos, hubo un señor que se encargó de intimidar a Mercedes, la protagonista.
Lo primero que ella hizo fue escribir una carta y discretamente dársela a Harrius para que la leyera, ya que había posibilidades de que la estuvieran vigilando.
No supieron de quien se trataba, pero al menos dejó de acosarla cuando Harrius empezó a dormir con ella para mantenerla a salvo de cualquier tipo de secuestro.
 
Harry.
 
No evito soltar un suspiro cargado de angustia. ¿Por qué se hizo tal cosa? No es como si yo tuviera poder sobre él para decir que ha cometido miles de errores, o que ha arruinado su vida. No lo juzgo, no sería capaz pero, duele saber que quizás haya cambiado para destruir los momentos que compartió conmigo mientras lucía como El Nerd de la institución.
 
— ¡Esto no está bien, Hazza! —susurré eufórica cuando salimos a escondidas de los chicos, hacia la pequeña cabaña que se encontraba a muchos metros de distancia, al otro lado del lago.
 
Ese día habíamos ido de campamento, aunque estuviéramos a nueve grados, y con solo unas carpas, ropa abrigada, y una fogata calentándonos. No sabía que tramaba el chico que sostenía mi mano con firmeza, y sonrió con una avidez que no le caracterizaba. Hasta que nos plantamos frente a la puerta de madera y el forcejeó para abrirnos paso a la hogareña cabaña. Corrió arrastrándome, en dirección a la cálida sala, donde unas galletas, y unas tazas reposaban en la mesa ratonera, que se situaba frente a la chimenea. Comimos en completo agrado y hablamos de temas diferentes, yo le platicaba acerca de mi pasión por viajar con él, mientras que él hablaba sobre la época de Hitler.
 
Éramos un hermoso caos. Entonces, me tomó de la mano, y las risas desaparecieron cuando guió una de sus manos hasta mi nuca, atrayéndome con lentitud, disparando mis nervios, mis sentidos y mi corazón. Sus labios rozaban los míos en lacónicos segundos para matarnos un poco más, para aclarar que nos precisábamos y complementábamos. Me atrajo a su cuerpo, y me senté a horcajadas sobre él, sus dedos acariciando mi piel, y los míos jugando con su cabello.
 
Dejó rastros de besos y sensaciones en mis labios, mentón, hasta que llegó a mi cuello y mordió este tan seductoramente que un gruñido se escapó de mí garganta. Condujo sus manos hacia los bordes de mi camisa, y gracias a que vestía un pijama, mi pecho se libró de la única prenda que lo cubría.
 
—Es la primera vez que haremos esto, Harry—dije, con la respiración más pesada que el día en que me invitó a salir.
 
No veía arrepentimiento en sus ojos, y como en mis esferas tampoco existía ese sentimiento, nos despojamos de nuestras prendas con rapidez, y disfrutamos de cada caricia.
Sus dientes mordían cada parte de mí, y su boca succionaba la zona de mi cuello. Yo me senté sobre él, viajando mis ojos a los suyos y sonriendo, esta era nuestra primera vez, y nos íbamos a deleitar. Por eso sus prolongaciones colocaron mi cabello tras mis orejas, y nos contemplamos durante un rato más.
 
—Eres tan hermosa—susurró antes de preguntarme si aceptaba esto, y se fundió sobre mi debilucha corporación, con un cuidado y amor indigno de una chica como yo. Jadeé, al sentir un pinchazo en mi intimidad, y aferré mis uñas a su espalda, como auto reflejo.
Todo era perfecto, desde sus suaves movimientos que estremecían mi interior y exterior, la forma tan dulce en la que me miraba, sus palabras entrecortadas alagándome, la noche, el ambiente, y las velas que nos proporcionaban tanto calor como luz.
 
Pero recuerdo que no hacían falta, Harry era la única luz que yo deseaba en mi vida.
 
Bastaron solo tres años para que aquel chico con el que compartimos virtud, se olvidara de lo especiales que éramos juntos. Se olvidó de lo mucho que nos queríamos y de lo diferentes y buenos que nos sentíamos. Sabíamos que ese día, el de la despedida, sería el último en el que tuviéramos contacto, y escucharíamos palabras positivas.
 
—Tenemos que bajar. —asiento en busca de aire por las circunstancias. Me mudé para sucumbirme en la paz, y solo me hundí en un mar infinito de misterio. — ¿Estás bien? No creo que tus respuestas hayan sido sinceras hace un rato. —frunce sus cejas, y una mueca que expone su preocupación me induce a inhalar lentamente.
—Son los nervios, solo eso. —susurro.
— ¿Nos vemos luego? Tengo que irme—le sonrío, aceptando su propuesta—Suerte en la entrevista.
 
Cincuenta preguntas complejas más tarde.
 
— ¿Te parece bien comenzar la otra semana? —pregunta la señora Helor. Ojeando su libreta informativa, y su agenda. —Eres una chica con talento, no veo el problema de contratarte ya mismo, pero según mi jefe debemos ponerte en prueba una semana.
—Entiendo. —las comisuras de sus labios se alzan, y un brillo en sus ojos le da un toque cálido a su manera de hablar. Aunque esté en sus cuarenta y seis años, la señora Helor luce extremadamente bien.
—Claro que entiendes linda. —arrugo mi nariz, acción que me caracteriza al estar confundida y perdida. —Es tu crianza lo que te llevó a ser tan educada, así que entiendes todo lo que se te diga porque escuchas con atención—me río y ella me guiña un ojo—Soy muy observativa, por eso soy la secretaria de Benn.
—Ese puesto le va como anillo al dedo.
—Sí, además—se inclina hacia mí y coloca una de sus manos a un lado de su boca, posición confidente—es mi esposo. —levanto las cejas asombrada. Lo que menos me esperaba era que ella fuera la esposa del fundador de la compañía. —Literalmente el anillo está en mi dedo.
—Disculpe la indiscreción pero, ¿hace cuánto están casados? —de inmediato, esa felicidad se ve titubeante en sus expresiones.
—Hace dos años. Mi antiguo esposo murió, arrebatándome las fuerzas de trabajar y convivir, pero tras unas cuantas terapias decidí que era hora de salir y lo conocí en una conferencia. ¿Y tú? ¿Has tenido novio? Para tener veintiuno y ser tan hermosa, no creo que hayas estado soltera.
—Mi primer novio es de New York, bueno, se mudó allí al cumplir los once. —Susurro—Fue la primera y única vez que me enamoré.
— ¿Primer novio? ¿Hubo más? ¿Se cuidaron al ya sabes qué?
—Sí, sí y…—mis mejillas comienzan a arder—sí. Luego al venir a Ámsterdam, salí con otro chico pero terminamos a la semana porque yo no era la única, y pues, prefiero quedarme así mientras estudio, soltera. —suelta una carcajada. El vestido negro que se ajusta a su figura se baja un poco en el área de los pechos, pero no parece importarle.  En realidad, todo es irrelevante si está hablando con alguien. Las puertas de la oficina se abren y el señor Benn cruza corriendo hacia nosotras, con un gesto alegre en su rostro.
—  ¿Me estoy volviendo loco o, Helor está riéndose indiscretamente? —ella lo fulmina con la mirada.
—Culpa mía—digo, atrayendo su atención. Me levanto y estrecho nuestras manos, presentándome. —Soy Katelyn.
— ¿Katelyn? ¿La universitaria que quiere la vacante de recepcionista los días de semana? —asiento. — ¿Ya te entrevistaron?
Según Helor, el señor no le gustaba ser muy formal porque no lo era, sin embargo, se veía obligado a serlo cuando las conferencias se avecinaban.
—Sí y estuvo muy bien, lo que necesitamos, todo está en ese diminuto cuerpo—expresa mi nueva amiga y el señor le sonríe.
—Pues, comienzas la próxima semana Katelyn. —afirmo con mi cabeza. El día no me está yendo tan mal, solo espero y aspiro que al llegar al departamento, Jason se encuentre porque debo tomar las fotos principales hoy mismo.
 
Tras conversar una hora de más con los comprometidos—quienes se trataban como novios adolescentes, lo cual me encanta y enternece— me despedí y avisé a la chica de la recepción que sería sustituida por mí debido a un viaje que tenía que realizar, me encogí de hombros y caminé hasta la parada de autobuses que no quedaba tan lejos. Suspiro, el imaginar que abandoné a mis padres por evitar los recuerdos, me hace sentir mal,
los amo demasiado como para poner en duda mi felicidad por la suya, pero en verdad requería esto.
Mi bolsillo vibra y saco el celular para ver quién me ha enviado un mensaje. Se me olvidó el problema sumamente grave de estar siendo acosada por un desconocido con aires de delincuente.
¿Qué tal por allá? ¿Ningún autobús cerca?”
 
Debe de estar loco para creer que le voy a contestar. Ahí es cuando otro mensaje llega.
 
“Te aconsejo que vayas caminando a casa, porque a esta hora ningún transporte va a pasar por ti”
 
¿Puedo gritar?
 
Sacudo mi cabeza.
 
Ya te volviste loca Katelyn.
 
Este hombre al parecer me enviará mensajes cada hora, aparentemente dos solamente. Así que, le hago caso a su consejo, las calles están aglomeradas de moradores y turistas que comienzan a tomar fotos y escuchar las hermosas historias de Ámsterdam. Mis pies se precipitan a caminar más rápido cuando siento gotas de lluvia empezar a caer sobre mi cabello, y gracias a mi poca precavida manera de ser, no traje un paraguas.
 
Al llegar a mi precioso departamento. Me quite el abrigo y lancé mi calzado hacia no sé dónde. Y fui directamente a la cocina para prepararme café, me senté con una taza humeante acompañándome, y empecé a leer cada apunte que realicé con ayuda de Daniel la última noche que dormí en casa. Forcé la vista cuando la letra de mi amigo hizo acto de presencia, y la claridad  tamaño de esta no ayudó mucho, por ende me tuve que inclinar y de paso, acercar la hoja paira leer uno de los puntos que debía enfocar en las fotos. Misterio, intriga, arte, eran unos de los factores más importantes. Jason irradia de ellos hasta en su forma de caminar o verte tras esos oscuros lentes de sol que, a pesar de saber que no lo es, me hace dudar entre si es ciego.
 
Escribo las primeras páginas del trabajo, y recalco los adjetivos que favorecen a mi modelo en un futuro cercano. Tenemos que conocerlo a la vez que tomamos las fotos, es como una excusa para hacernos socializar o interactuar con quien congelamos en la cámara. Al terminar la primera parte, estoy completamente libre para ir a recoger mi cámara y partir al departamento del loco vecino que aceptó ayudarme.
 
Llegan dos mensajes a mi teléfono, los cuales decido ignorar, para partir hacia el balcón y gritar el nombre del hombre que me llama mucho la atención. Creí haber escuchado en algún momento de su conversación con el bar ténder, la noche en la que nos encontramos, que nunca regresaba a su casa a más de las cinco. Déjenme decirles que, ya eran las seis y estaba desesperada por terminar definitivamente con la parte que más me perturba del trabajo.
 
Me apoyé de la baranda cruzada de brazos, sintiendo las leves gotas golpeando mi piel. Lo iba a esperar, aunque se hicieran las doce de la noche o las dos de la madrugada. Hicimos un trato, y no lo haré descansar hasta que obtenga lo que quiero.
 
Ya comenzaron las mentiras, creo que necesitamos más reglas, querido Jason.


•••


Perdón por la tardanza. Al fin ya estoy de vacaciones, y los trabajos no consumen mi tiempo.
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Mensaje por Jiyong Vie 22 Jun 2018, 6:17 am

Siguelaaaaaaaaaaaa :D
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Mensaje por TecnoPanda2419 Lun 06 Ago 2018, 9:51 pm

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Capítulo 07


“Ojeras”




 
¿Sabes ese momento en el que crees que los minutos pasan tan lentos, que te desesperas? 
Pues así me encuentro yo, tratando de distraerme y canalizar cada sentimiento de impaciencia que me lleve a saltar de este balcón al de Jason, y entrar como si nada. Cuando reviso la hora en mi celular, el aire desaloja mis pulmones y en mi estómago los órganos dispuestos a hacer funcionar mi sistema, se enredan como lianas en una selva.  Ajusto mi cámara en mis manos y, con la respiración acelerada gracias a la adrenalina trasportándose en mis venas, levanto la gran camisa que cubre mis atributos superiores, paso una pierna por la baranda, y esta queda colgando entre el vacío que se extiende.
 
—Necio, se supone que… ¡Caracoles! —mis manos buscan frenéticamente el material sucio y firme del balcón de Jason para mantener el peso que me impulsó a casi caerme. Mis mejillas se inflan como siempre, y la fría secreción sudorípara se esparce por mi cara, resbalando por la piel de esta y desapareciendo dentro de la camisa de mi pijama de puntos celestes. Mis dedos resbalan y me esfuerzo por tirar de ellos y lanzarme hacia el extremo, uno de mis pies cae encima de la superficie lisa del lugar que no debería estar pisando con mis pantuflas ridículas. Toco unas cuantas veces el cristal, intentando no parecer una corrompida chica.
 
Empujo la figura cuadriforme con ambas manos y me adentro en el departamento a tropezones. Esto necesita una gran aseada, pienso al escanear la habitación del muchacho sin pudor. De pequeña solía ser más curiosa de lo que soy ahora, ya veo porque mi madre escondía todos los muñecos de cerámica fuera del alcance de mis ojos azules.
 
Sonrío ante eso, pero el gesto nostálgico se desencaja cuando reposo mis ojos sobre una pintura fresca que yace entre las sombras del espacio. Los pensamientos abarcan cada ángulo de mi mente, ahogándome por los recuerdos vertiginosos que desplazo hasta el hueco de mi cabeza para no mirar dos veces al pasado, mis hebras teñidas de rubio se pegan a mis pómulos humedecidos y detengo el manejo de mis pies, solo para recuperarme antes de actuar.
 
— ¿Me dibujabas? —su voz se escucha como un susurro en mi oído, tan lejana y cercana a la vez que el miedo incrementa su dominio en mí. Mis piernas desisten al apreciar como si fuera real su caluroso aliento golpeándome, igual que esa noche. — ¿Me veía guapo? —el humor distorsionando su seria pregunta.
 
Recuerdo haberle mandado a callar por los nervios a flor de piel.
 
Retorno mi mirada al dibujo. Una chica de cabellos azules fulgurantes se halla de espaldas, desnuda hasta el alma, y la mitad visible de su rostro reporta una sonrisa alarmante que lanza abajo todos los tormentos y las emociones negativas. Que borra cualquier cosa que pueda cambiarte y volverte un pecador incomprensible. Los trazos son tan reales que siento vergüenza de mis bosquejos, mi forma de expresarme en un papel cuando desconozco mi poder, queda atrás, comparándose con el arte del que mis ojos son víctimas.
 
Lo que me confunde, es que la mitad está incompleta. Como si algo le hubiera bloqueado y no pudiera seguir por cuenta propia.
 
Apunto con el visor hacia la puerta de la entrada del cuarto más desordenado que he visto en la vida, captando el gran desastre de manchas de pintura en las paredes y las mantas que cubren lo que sospecho, es cerámica. El dibujo se divisa en su totalidad, a la izquierda de la imagen y cuando mi dedo tiembla contra el disparador, la puerta se abre trayendo una tenue luz y una silueta conocida, siendo sorprendida por el flash que lo ataca al presionar el botón.
 
— ¡¿Qué rayos?! —Sin quererlo una carcajada se escapa de entre las paredes de mi estrecha garganta y opto por conducir mi camino hacia el chico de lentes oscuros. — ¿Colibrí? ¿Qué haces aquí?
 
—Regla número uno, no replicarle nada al otro respecto a sus decisiones. —Enfatizo en «respecto», atrayendo la idea de explicarle lo que pienso, pero descartándola inmediatamente—Te esperé durante horas, y cómo tú no llegabas decidí entrar a ver si lograba conseguir algo interesante. Tuve que suplicarle al profesor que me permitiera extender la fecha a tres días más.
 
—Hum—sus labios se curvean en una insolente y renovada sonrisa, que en cierto punto es escalofriante— ¿Me esperaste? —pregunta reprimiendo una risa.
 
—No te creas tan importante—digo cruzándome de brazos, sus lentes se resbalan ligeramente y yo sin precaución elevo mi mano y los ajusto en el puente de su nariz. El tacto ajeno siempre me ha fascinado, acariciar a un niño de la calle, o sujetar el brazo de una persona desconocida me han dado a entender que pocos disfrutan la espontaneidad que la vida nos trae; pero desde aquella noche en la que me convertí en el juguete de un hombre, eso comenzó a ser cargante para mí. Ya no quería ni tratar de jugar con los bebés de los autobuses que me balbuceaban. —Necesito tomarte unas fotos, así mismo, a lo natural. —retiro mis dedos de su fisonomía y enderezo mi espalda.
 
— ¿No puede ser más tarde? Son las cuatro de la mañana. —no sé porque, pero una oleada de tristeza me invade al ser consciente de sus palabras y la razón que tienen. No tengo ni la mínima idea de si ha trabajado todo el día y ansiaba la hora de llegar a su casa para dormir. —Aw, ya te deprimiste. Es un honor ser quien causó eso. —pronuncia con sorna.
 
—Ay, cállate. —golpeo su pecho con mi puño blando y agradezco mentalmente ser de estatura baja para escurrirme y pasar por un lado de él con una desenvoltura extraordinaria, irrumpiendo aun más en su hogar. —Entonces vamos a contar historias para dormir. —Induzco—Existe una enfermedad llamada Tripanosomiasis Africana, también conocida como la enfermedad del sueño, ¿sabes cómo se contagia? —inquiero, disfrutando la emoción de hablar sin parar toda una madrugada.
 
Cath había llamado tiempo atrás, para informarme que iba a ordenar unas cuantas cosas con Luke, y no la veo desde hace un día. Lo mismo sucede con Ángel y Arlette, ambas han estado atosigadas con sus carreras universitarias, y a pesar de todo eso escudriñan espacios en sus agendas para conversar conmigo, pero ayer no alcanzamos a contactarnos.
 
Y desenredar mis cuerdas vocales y mover mi lengua para articular palabras que me hagan olvidar todo por un momento, es lo que más ambiciono.
 
—Por una mosca llamada Tse-tsé—mi sonrisa se agranda y aplaudo varias veces, suspendiendo las ganas de arrojarme a él para apretarlo con mis brazos. —Último año de preparatoria, una profesora enormemente rara, y una clase de enfermedades que dar.
 
—Pues hizo muy bien su trabajo, para que aun recuerdes eso luego de tantos años—una nueva interrogante titila en mi subconsciente y hago una mueca, mi lado husmeador resulta convertirse en una tonelada de intranquilidad cuando las hipótesis vuelan como aves internamente en mi pequeño ser inocente. Lo miro, aunque  sustente su expresión irónica y sin sentimiento alguno, lo noto cansado al quitarse la chaqueta para dejar al desenmascarado sus extremidades. La camiseta nívea manchada de negro se torna más atrayente y las grabas en ella también. —Yo no puedo recordar muchas cosas de la preparatoria, y las que aun tengo presentes las refresco en mis días libres.
 
—Aun así pareces saber todo—se sienta frente a mí en el suelo, su mirada repara en mí y segundos después se desvía a la pared de su derecha, una que está atestada de palabras, fechas, y dibujos sin sentido cualquiera para mí, señalo uno de los número.
 
2013, es el mismo número de la pintura—señalo sin titubear, siendo espectadora del acto que cometen sus músculos contraídos al oírme. —Aprovechando que Mr. No quiero responderte nada, está muy persuasible, dime que significa.
 
—Eres muy entrometida—alude.
 
—Lo sé, pero sea lo que sea ten en cuenta que no soy quién para juzgarte. Si ese año fue en el que asesinaste a un perrito, lo entenderé. —Vaya, mi madurez me sorprende. —Si es un secreto, no veo porqué exponerlo, si es tu número favorito, entonces estaré al corriente de algo que posiblemente a los demás les parezca irrelevante, pero a mí no. —me acomodo en mi zona y me arreglo para la plática sincera que puede que a ambos nos haga falta. Descargarnos con alguien es una de las cosas que mi madre me aconsejaba, y durante toda mi vida lo he puesto en práctica. Jason, probablemente nunca haya gozado de una figura de confianza para contarle sus miedos y secretos, sus sueños y metas, sus logros o simplemente, lo que comió en la tarde.
 
Yo sí, y si hace falta, le voy a ofrecer todo lo que me fue dado.
 
—A cambio, tendrás que decirme un secreto Colibrí, uno que te destroce—la sonrisa persiste en su boca, y mis pulmones se oprimen por el dolor. Es tan cínico que transmite desconfianza, pero tan honesto que lo demás se vuelve un manojo de estupidez acumulada.
 
—Bien—cedo. Aparta los lentes que lo escondieron de mi completo análisis, y las ojeras marcadas debajo de sus ojos encantadoramente azules me atrapan sin cautela.
 
—13 de Junio del 2013—expresa firme, sin una gota de abatimiento decorando sus facciones desvergonzadas. —Fue la vez que perdí a mi hermana menor.


Última edición por TecnoPanda2419 el Lun 06 Ago 2018, 10:11 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Jiyong Lun 06 Ago 2018, 9:55 pm

Siguela pronto☆♡
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Mensaje por TecnoPanda2419 Lun 06 Ago 2018, 9:59 pm

Angelica_Queen escribió:Siguela pronto☆♡

Estos días estaré fuera debido a un viaje. Pero haré todo lo que esté a mi alcance para actualizar más seguido♥
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Mensaje por TecnoPanda2419 Lun 01 Oct 2018, 11:20 am

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Capítulo 08

"Máscara por máscara"


[ltr]Eso me trasladó a una reflexión que dejó el aire de mis pulmones denso, mis ojos decayeron y puedo confirmar que la tristeza estuvo vagando por los tejidos de mi corazón. O iba a llorar por él y la soledad en la que está sumido, o lloraría por ella y la oscuridad en la que debe estar metida. De una u otra forma, eso corroía sentimientos que creí perdurables, escudos para no avanzar en el camino tan largo y desafiante de mi norte. Definitivamente, tras su declaración, mi mundo se sacudió y me congelé, alarmada.[/ltr]
[ltr]Evangeline es—porque sé, y confío en que sigue en algún lugar, con un órgano vital latiendo y un cerebro funcionando—una chica que desapareció hace unos años, cuando ella y Jason habían cumplido diecinueve. Reconocida por poseer un corazón incansable y deseoso de la vida.[/ltr]
[ltr]Inalcanzablemente astuta, y rota de a ratos, como su hermano: Uno de los mejores estudiantes de su facultad, alguien que, aunque quiso ocultar la madrugada de hoy lo tanto que le afecta eso, no pudo; lo vi tan desnudo en alma, que por un breve instante distinguí fisuras en las partes más recónditas de su espíritu. [/ltr]
[ltr]Aún acostada en mi cama, divago ante ese recuerdo importante e imponente. Al principio tuve miedo de sentir que el dolor punzante se instauraría en la zona de mi sien, pero nada ha sucedido todavía. Pienso en sus ojos recurriendo a esa pared repleta de cosas que le hacen memoria a su vida entera, cosas con un valor indeterminable. [/ltr]
[ltr]Luego de que él me contara acerca de ella, yo no dudé ni un poco y hablé:[/ltr]
[ltr]—La otra noche, ya fuera del bar me vi en la alternativa de comprar unas pastillas para que mi amiga se sintiera mejor en la mañana. 
Pero no podía caminar con ella ebria, así que llamé a mi madre para que la buscara, aprovechando que ella estaba en casa. —murmuré, muerta del temor que empezó a colarse por mis venas. Tragué fuerte y me aclaré la garganta para hablar con mayor honestidad—Estuvimos en la acera unos minutos, la ayudamos a acostarse en el asiento trasero del taxi, les entregué mi bolso, y mi teléfono. Y al irse, me dirigí a una tienda que estaba a unos kilómetros del bar, compré algo para aliviar el dolor de cabeza, y me largué. Había un atajo cerca, por lo que no hice más que ir hacia él, pero fue la peor decisión que tomé en mi vida—Ninguna expresión de conmoción, o comprensión, o de tener simplemente algún rastro de empatía por mí apareció en su rostro.—Terminé perdiéndome, crucé unas esquinas y lo que logré ver fue a unos tipos, todos con pasamontañas y carteras—me detengo, para aliviar la tensión en mi cuerpo y la complejidad de esa vívida noche.—Supe que no era buena idea andar en ese callejón. Busqué el camino que había tomado antes de llegar a ese sitio, pero uno de ellos me atrajo hacia una de esas paredes. Pudieron lastimar mi brazo con unos raspones para controlarme, y me gritaron que me quedara tranquila si no quería que me hicieran daño. Obviamente no me quedé quieta. [/ltr]
[ltr]— ¿Qué hiciste? —coloco la cámara entre nosotros dos, y aprieto el disparador, captándolo en su estado más vulnerable. El parpadeó, pero recuperó su visión justamente cuando masajeé mis antebrazos. [/ltr]
[ltr]—Eso mismo, con un Iphone que no era de mi pertenencia, sino de un amigo. Activé el flash, se cegaron por un tiempo, pero no el suficiente para que consiguiera escapar. Me golpearon en el estómago, y en las piernas, me arrebataron el teléfono y...me dejaron sola con uno que estaba tan oculto en sus vestimentas que no pude analizarlo. Yo me encontraba débil, por lo que él me cargó y me llevo al final de ese estrecho espacio. —Tú puedes decirlo, dilo. —Yo grité, pero no sirvió de nada. [/ltr]
[ltr]— ¿Abusó de...? —afirmo con mi cabeza, y guardamos silencio. Ni él ni yo nos movimos, ni hablamos, ni hicimos más que maquinar y adentrarnos en unos mundos tan detestables, que el sentimiento flotó en la habitación. [/ltr]
[ltr]Los efectos no cedieron sino hasta que salté el balcón y me encerré en mi cuarto, con ventanas cubiertas por las cortinas, y un corazón destrozado. La presión abordó mi inestable ser, y recordé infinidades de momentos tormentosos. «Lo recordé todo.» [/ltr]
[ltr]Debería estar preparándome para salir a tomar fotos de lo que sea y venderlas, como siempre. Eso me ha estado manteniendo bastante con el dinero estos meses que no he querido señalar a mis padres para que depositen unos ochocientos dólares en mi cuenta bancaria. [/ltr]
[ltr]Me acomodo en el borde del colchón y lanzo todas las sábanas a un lado, repaso una lista mental de las páginas faltantes en el trabajo, enorgullecida de haber adelantado varios temas ayer, por lo que pongo las fotos de Jason junto a las hojas, y me voy a cepillar los dientes mientras leo el periódico virtual que descargué en mi celular. [/ltr]
[ltr]Leo acerca de unas desapariciones en otros países, y unas que sucedieron aquí en años anteriores, soportando la tentación de indagar sobre una tal Evangeline en la comisaría. Salgo a la cocina, me sirvo el café que calenté al despertarme, y salto para sentarme en la isla. [/ltr]
[ltr]Harry recorre mi mente una vez que bebo un sorbo, y me lo imagino inconscientemente dándole una calada a su cigarrillo, con una visión vacía al futuro, y una que otra queja hacia las personas que evidentemente lo odian. Pensar en lo joven que se veía y la vida tan planificada que tenía, provoca en mí unas enormes ganas de rendirme y salir hacia New York sin importarme nada. [/ltr]
[ltr]No es que no pueda hacerlo, pero sería un acto irracional e inmaduro tratar de hallar pedazos de él que sigan siendo iguales. [/ltr]
[ltr]— ¿Ya terminaste? —Doy un respingo, y volteo a ver a la voz proveniente de Jason, quien yace parado en el marco de mi habitación, vestido tan monocromático que el contraste se hace presente cuando yo visto mi mejor pijama de pájaros rosados con azul y amarillo. Abro mi boca para replicarle su entrada, pero me interrumpe: —Usaré la regla número uno con orgullo. [/ltr]
[ltr]—Te salvas por poco. —estiro mi brazo y le invito a tomar mi mano. Él no la agarra, pero se encamina a pasos rápidos y se posiciona a una distancia prudente para dos conocidos, que saben más del otro que su propia familia y amigos. —Estaba imaginándome unas cuantas tonterías, e iba a salir a fotografiar al azar en la plaza. [/ltr]
[ltr]«Le estoy contando cosas que carecen de importancia—pienso—. Aun así, me escucha, lo sé» [/ltr]
[ltr]—Tú lo dijiste: ibas a hacerlo. —levanto mis cejas, y una pregunta a su seguridad me apalea. [/ltr]
[ltr]Jason actúa a veces tan aterradoramente indiferente a los demás que, me pregunto si en un punto de su vida respetó la agenda ordenada de la gente antes de romperlas.  [/ltr]
[ltr]— ¿Qué planeas? ¿Allanaremos una empresa? —la broma se agudiza, y una ligera sonrisa curva sus resecos labios rosados. Aterrizo en mis pies entumecidos por el frío y beso su mejilla, para ese segundo ya me veo colando más café y llenando una taza blanca con el contenido, estrechándosela. [/ltr]
[ltr]—Dejando de lado tu absurdo comportamiento, —acepta la bebida caliente—necesito pintarte ahora. He estado ocupado últimamente, y no he podido terminar otros proyectos, pero hay una nueva tarea, así que ponte tu mejor vestido, que no tengo mucho tiempo. [/ltr]
[ltr]— ¡Hacen diez grados, ¿y quieres que me ponga un vestido?!—aturdida por su petición, empujo su pecho con mi mano, alejándolo de mí. Se tambalea, y hace malabares para que el líquido no se derrame en su ropa limpia. [/ltr]
[ltr]—Te lo quitarás en el salón, igualmente—se encoge de hombros, y al procesar sus palabras recojo un libreto viejo del suelo y lo enrollo para golpear la cabeza de Jason con este. —Es una obra al desnudo. [/ltr]
[ltr]— ¡No me desnudaré para ti! ¡No importa si es para una pintura, me niego a que alguien más me vea desnuda! —mis gritos lo ensordecen, y gruño. Mis mejillas se inflan, y el calor las arropa, avergonzándome.[/ltr]
[ltr]—Fuiste tú la que hizo el trato—enfatiza—, no yo. Aprende a aceptar las consecuencias de tus actos, Colibrí. [/ltr]
[ltr]Rayos. [/ltr]
• • • 

[ltr]Incentiva a esconderme detrás de las telas que envuelven el gran salón del tío del Señor Stark, aprecio como mis brazos cubren mis atributos superiores para que nadie los mire—he perdido confianza respecto a eso—, teniendo en cuenta que solo somos nosotros dos en la Jaula de los Sueños.  [/ltr]
[ltr]De espaldas a él, a su lienzo, sus pinceles, pinturas y sombras, tarareo lo que fue la primera canción que compusieron Luke y Cath la primera semana de habernos mudado a Ámsterdam, poniéndole un ritmo apartado del original, casi acústico.  [/ltr]
[ltr]Los reflejos del sol de esta tarde, a través de los cristaleros les dan a los ciento cincuenta metros cuadrados calidez, como si en vez de ser un lugar que se utiliza en casos especiales, fuera un lindo hogar para los incomprendidos, con colores por doquier, y mantas con las que podrías arroparte si tienes frío; lo que, por supuesto estoy sufriendo ahora que la exclusiva prenda que hay en mi cuerpo, son mis calzones. [/ltr]
[ltr]— ¿Qué era esto? —inquiero, me amoldo a una pose exhaustiva, y propongo a mis manos tolerar lo gélido del mundo exterior e interior. Giro mi cuello para verlo, y mi corazón late en mis costillas al saber lo atento que está al sombrear mis curvas, que no son lo suficientemente redondas como para tardar horas y horas en ellas. [/ltr]
[ltr]Su enmarañado cabello crecido y azabache juega con sus pestañas, y su barba de tres días te da un vistazo a su ajetreo emocional, haciendo caso omiso a que, lo que menos demuestra él, son emociones. Me mira unos segundos y después continúa con su creativo y activo trabajo. [/ltr]
[ltr]—Un punto de reunión para viejos compañeros de mi tío. —las palmas de mis manos sudan, y las arrastro por la fina capa bajo mi trasero—Sé que preguntarás de qué trataban sus reuniones, pero no lo sé. No mantengo una relación constante con él. [/ltr]
[ltr]— ¿Cómo puedes no saberlo? —tiemblo. Si algún día dije que amaba el frío, pues hoy retiro lo dicho. [/ltr]
[ltr]—Puede que a ti te encante viajar por la historia de los demás, pero para otros, eso es ridículo.—el eco en las cuatro altas paredes resuena en mis tímpanos.—Yo, por ejemplo, nunca seré visto preguntándole a la gente a mi alrededor por otra persona, tampoco me veré interesado en ellas. [/ltr]
[ltr]—Pero...me hiciste decirte algo que no había salido de mis labios en ningún momento—musito desgastada. [/ltr]
[ltr]—Katelyn, no lo tomes a lo personal. —sonríe a su modo, con la ironía decorando sus facciones—Si tu no hubieses querido confesar aquello, no te hubiera rogado ni obligado a decirlo. Si tengo una pizca de curiosidad por ti, directamente te lo diría. [/ltr]
[ltr]— ¿Estás insinuando que le haga mi interrogatorio a tu tío acerca de lo que hacía con sus amigos aquí? —cansada, cancelo mí miedo y extiendo mis extremidades de la zona norte de mí corporación. 
Expuesta a nadie, dejo de verlo, y permito que mi frente sea lo que me desconcentre. —No le encuentro razón para ir con él si su sobrino está conmigo. [/ltr]
[ltr]Es más que obvio que Stark y yo poseemos puntos de vista diferentes.  [/ltr]
[ltr]—Sí, ¿y si ese sujeto se negara a hablarte del hecho? ¿Qué harías? —Buscaría a uno que accediera. [/ltr]
[ltr]Él es raro. [/ltr]
[ltr]Su forma de ser me resulta inconclusa, debe de haber una pieza faltante que ha enterrado en un cajón para que ningún ser vivo sea testigo de su existencia.  [/ltr]
[ltr]Uh, no ha conocido a mi yo realmente insistente, porque yo conoceré hasta lo que él mismo desconoce. [/ltr]
[ltr]—Buscaría a uno que accediera—respondo, de acuerdo con mis pensamientos. —El problema es que, tú te rindes con facilidad.[/ltr]
[ltr]—No me rindo. [/ltr]
[ltr]—Está bien, solo terminas con más preguntas que respuestas, y no te esfuerzas en... [/ltr]
[ltr]—Lo hago. —el sol baja con el tiempo hasta que no queda nada de él. La luna es quien nos regala su luz para acabar con la obra de este día. —Yo recopilo información de una manera distinta. [/ltr]
[ltr]— ¿Cómo? —me pongo sobre mis pies, y siento sus globos oculares anclados en mi espalda desnuda, sin pudor de ver más allá. Pero con un pánico creciendo en la boca de mi estómago me ato una bata para que no logre observar otra vez mi piel cuando aleje su vista del papel. [/ltr]
[ltr]—Investigo por medio del silencio. Las personas cantan demasiadas cosas si tu solo te mantienes analizando sus movimientos, estudiando sus personalidades, y sacando hipótesis de lo que son capaces de cometer o no. [/ltr]
[ltr]— ¿Ah sí? [/ltr]
[ltr]—Tu descripción de mí, es relevantemente errónea. —me atrapa viéndolo, y me dirijo hacia una esquina para vestirme.— ¿En serio crees que intento aparentar ser malo?  [/ltr]
[ltr]—Creo que intentas mostrar caretas—arquea una ceja. Entonces la frialdad en sus orbes se convierte en llamas de fuego apagadas, como si la furia estuviera allí, pero no en su totalidad para causar un incendio. —Hubo un chico. Él frecuentaba tirar conversaciones a la basura con tal de no revelar sus secretos, sus temores, lo que fuera; y me interesó saber por qué alimentaba esa personalidad en vez de cambiarla, o ejecutarla. [/ltr]
[ltr]«No llores, Kate. Es mejor si ambos toman caminos diferentes» [/ltr]
[ltr]—Era tímido, inexpresivo, y cuando explotaba, sus más allegados deseaban no estar ahí para presenciarlo. Te ignoraba, o a veces respondía con sabiduría, en palabras más breves: un extraño de pies a cabeza. Se convertía en un dulce chico, y al día, en un terrible hombre. —Un terrible hombre que amaba. [/ltr]
[ltr]—Ve al grano. —manda con desdén. [/ltr]
[ltr]—Eran caretas, porque cuando pudo ser él mismo conmigo... [/ltr]
[ltr]Hizo que las cosas pequeñas aumentaran su tamaño sorprendentemente, que viera ángulos distintos, que lo lindo se transformara en precioso.  [/ltr]
[ltr]Pero lo que alcancé a comentarle fue: [/ltr]
[ltr]—Noté que no estaba haciendo nada más que protegerse, porque en algún momento alguien que amaba, le dañó de una manera drástica...—mi celular vibró—, lo abandonó en una etapa donde lo único que necesitaba era compañía. Y pienso que tú, Jason, estás en la misma situación. [/ltr]
[ltr]«Déjame ayudarte» Susurro.[/ltr]
[ltr]«Lo haré lo mejor que pueda, lo prometo. Máscara por máscara, hasta que no quede nada más para esconder tu verdadero rostro» [/ltr]
  
[ltr]Desconocido: [/ltr]
 
[ltr]«Mantente lejos, niña. Dos pájaros pueden morir si no me obedeces.» [/ltr]
 
[ltr]—Estoy bien, ¿a dónde crees que vas? No hemos terminado. [/ltr]
[ltr]Recojo la cámara de entre las ropas y la enfoco hacia un hombre, con una masa musculosa muy llamativa y unos ojos pretenciosos. Sale con un pincel en los dedos índice y pulgar, con manchas en el labio, el mentón, y parte del fleco, sus pestañas ondeadas por el brillo, y una mueca confusa. [/ltr]
[ltr]—Conquistaré al mundo esta noche, mañana te cuento como me fue. —y sonrío. [/ltr]
[ltr]La foto no podría haber salido más agradable a la vista.[/ltr]
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Mensaje por TecnoPanda2419 Dom 18 Nov 2018, 2:55 pm

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Capítulo 09


"Nadie"








—Tenemos todo en orden, sí. No han pasado semanas pero te extrañamos aquí,—dice mi mamá, con llanto interfiriendo en la llamada que decidí hacer esta mañana, al terminar la otra parte del trabajo que estoy a punto de finalizar debido a su simpleza.— ¡Ah!, tu padre recibió más de veinte pacientes ayer en su hora laboral, ¿No crees que es maravilloso? Ha logrado recibir unos treinta y tantos, hace unos meses, pero esto es grandioso.
No los he visitado como prometí desde un principio, por absolutamente todo lo acontecido, asustada por que mi personalidad transparente les revele que estoy desangrándome por un cristal que rasgó parte de mi alma. Muy dramático si lo dijera, pero está plasmado ahí lo que no puedo evadir.
Además, cada que me ponía nerviosa hablaba con mi madre. Ella posee eso que casi nadie tiene, como la sabiduría de un anciano guerrero, la dulzura que precisamos los seres vivos, la calidez de una manta o un abrigo en los días de invierno, y la autoridad de un presidente a la hora de la toma de decisiones. Nunca le he ocultado nada, fue la primera a la que le dije que tuve relaciones con Harry, y a la que le expresé que me dolía dejarlo a él y a mis amigos en la distancia, como si ya no importara lo que opinaran, o su vitalidad en este planeta. Es a la que le expongo mis exámenes en voz alta, o las conferencias que están acercándose lentamente.
Me habló otra vez de mi papá, y se enmudeció tan de golpe que mi corazón brincó adentrándose en la taquicardia, pero comprendí en un santiamén más tardío que era mi turno de hablar.
—Mami...,—musito apenada, mirando mis desgastadas medias violetas vagando de punta a punta en el alféizar de la ventana—mami yo no te he contado...—las lágrimas emergen, y levanto mi cabeza hacia el techo para que las gotas saladas como el mar no caigan resbaladizas como jabón por mi rosadas mejillas infladas con aire.—cosas que una hija le debe contar a su madre sin miedo a ser juzgada.
— ¿Juzgarte? Oh bebé—. Llora, rompiéndose por mí. Sintiendo mi aflicción, mi pesadez, como si el oxígeno fuera aún venenoso y costara respirarlo seguidamente.—Yo jamás haría eso, ni en mil años, ni en mil siglos.
—P-pero...,no quiero decírtelo por teléfono.—digo. Hastiada por el grisáceo del techo, reposo los ojos en el más allá de la ventana, viendo un sol apretado en una nube roja y una anaranjada. Siendo un cuarto para la siete, el paisaje se ve temprano a empezar, y yo adoro sus danzas de colores. Más si es en Ámsterdam, pero aun más si es en New York.—Es muy complejo como para tomárselo con calma.
—Mi cielo, puedes confiar en mí, ya te lo he dicho.—la llamada se vuelve borrosa y rugosa.—Estoy pasando por un sitio que carece de señal, ¿te parece si nos vemos en...? Hum, ¿mañana entregarás el informe?
—Sí.
—Bien, ¿te parece que nos reunamos mañana a las cuatro en la plaza? Pediré la tarde libre, no hay problema. He trabajado muy duro como para ganarme un descanso extra, y una amiga de allí puede cubrirme también.—suspira, asustada quizás, por mí o por ella, o por ambas y lo que será en un futuro al que no quiero mirar por un lapso.
—Claro que sí mamá, nos vemos allí. Te llamo después—y la comunicación se corta, asimismo como lo hago yo al instante en escuchar el sonido blanco. Se cortan mis pulsaciones en las sienes, en las manos, se corta mi voz, mi respiración; y entonces lo único que deseo es llorar, igual que cuando me caí del árbol con Jackson, y el cayó encima mío.
O peor.
Lanzo el aparato en la acolchada y celeste cama con almohadas suaves y cojines con mensajes extranjeros. Uh, mensajes.
El tipo de la capucha tiene un horario animado, y al menos duerme como una persona normal gracias a que, en toda la noche y parte de ahora no me ha fastidiado con sus amenazas vacías.
¿Pájaros? ¿Qué quiere decir con eso?
¿Y de quién me debo mantener alejada? 
Porque algo que Ángel me enseñó es que cuando alguien malo me dice que no...para mí siempre será un Sí.

• • •




Salto el balcón afirmado la correa de la cámara en mi nuca, por encima de los nudos no desatados de mi cabello teñido de rubio, nivelado a los hombros. Y tropiezo con mis pies, yéndome de largo para darme en la frente con la barandilla.
—Miércoles, jueves, y la semana entera.—mi intento de maldición entorpece mi concentración junto al punzante dolor, que seguro se irá pero vendrá con un moretón de compañero fiel. Espero sentada de piernas cruzadas hasta recuperar la conciencia al cien por ciento, y gateo para entrar en su habitación dorada por el brillo de la pintura.
Me estabilizo y camino hacia la cama matrimonial con una figura alta en ella, durmiendo arropado en cobijas gruesas pero livianas para tirar de ellas. Me arrepiento al segundo de haberle arrebatado sus sábanas cuando lo veo en unos bonitos, apretados y negros calzones...con unas nalgas redondas bajo ellos.
—H-hum.—bosteza y abre sus parpados listo para mirarme horrorizado, como creía...pero solo gira, me ve y se sienta en el borde, deslizando sus manos en su rostro somnoliento y mañanero para restregarle. Después las posa a los lados de su cuerpo, y yo le sonrío abiertamente, restandole ganas al llanto de hace un rato.—Hazlo, supongo que es así.
Y no vacilo en alzar el objeto fotográfico y sentir la imagen en los dedos una vez que disparo. La admiro, anonadada, y casi me enamoro de Jason.
—Eres demasiado atractivo.—murmuro sumergida en la ensoñación, y me comprimo a reír como loca por culpa de la felicidad que apasiona.—Hoy acabaré el trabajo, ya escribí toda la información, lo único que necesito son unas dos fotos más y ya, libertad breve.
Asiente, y se endereza, presumiendo su metro ochenta que me hace estúpidamente mediana a su costado.
—¿Eres nativo de Ámsterdam? Es que no lo pareces, tienes un algo que te diferencio mucho de los holandeses—él me sonríe con ironía, y me empuja a su izquierda para pasar al baño, donde se cepilla los dientes.—Si respondes te digo lo que sea.
—California, y descendencia Italiana por mamá. —apunta hacia sus esferas—Ojos azules.—responde robóticamente.— ¿Segunda pregunta tal vez?
— ¿Y la obra?
—Está hecha, hoy la entrego.—frunzo mis labios, dispuesta a bombardearlo de porqués, cómos y cuándos, pero hago un retiro de bandas, y adjunto una cinta distinta en mi computadora mental, un ofrecimiento.
— ¿Quieres ir al parque en unas horas?
Ausculto la regadera activada, desplomando agua sobre su cuerpo y me encojo de espaldas a la puerta abierta del baño de azulejos.
—No nos comprometemos, ese es el trato.—recuerda, atropellando sus palabras. Pero yo nunca dije que no podíamos salir a hacer nuestro trato, públicamente.
—¡Ay, ya deja de prestarle atención a lo que dije!—reprocho al borde de la histeria.—Okay a eso de las reglas, pero no a seguirlas al pie de la letra.
—Si es así, le hablaré de ti a mí familia.
— ¡No!—gruño cual perro rabioso y me doy la vuelta para ver el interior del cuarto de aseo rutinario, pero me estrello contra la piel mojada de su pecho, que se me hace costumbre.— ¿Cómo te bañaste tan...? ¡No! Ese no es el caso.
—Te estoy molestando.—dice por lo bajo. Y al procesar su vaga frase, tomo un cojín y lo dirijo hacia él, quien ríe a carcajadas, burlándose.—Ay Colibrí.
Minutos revolotean en la atmósfera y hacemos un estrecho compromiso al que preferimos llamar de otra manera, como acuerdo. Porque los conocidos no deben llamarse amigos y mucho menos, deben verse juntos por mucho tiempo, la gente pensaría cosas que no son verdaderas, por ejemplo: que somos esos que se besan en lugares románticos, y que sabemos secretos innecesarios del otro.
Salí un tercio antes que él de su apartamento, vestido como usualmente entre esa maraña de ropas negras, y hoy grises, sin color en absoluto. Acudí a la pintura, a la obra grandiosa de arte, hecha por un hombre magníficamente creativo. Se veía tan real que me pregunté si estaba realmente allí, apreciandome en un lienzo, o si yo estaba dentro de ese cuadro vertical, desnuda y friolenta, con bajas temperaturas en mi cuerpo.
Más al atardecer recibo un nuevo mensaje que decido leer, perdiéndome en las líneas de un párrafo regular, enviado por mi gran mejor amigo Jackson:
«Heeello, me tienes olvidado bichito. Debe ser porque te conseguiste a un tipo menos guapo por ahí que lleva mi título, ¿ah? ¿Qué tal? 
La carrera de actuación no va ha superar mis expectativas, creí que...bueno, debería renunciar, congelar la actuación y eso. Te necesito, tu resolvías mis acertijos y mis problemas...además, me apoyabas y me escuchabas. Hace dos meses que no hablamos, ¿en serio me olvidaste?
Quiero hablar contigo, ¡aaaah! Pasó algo, te lo diré, pero por favor, llámame en cuanto puedas.»
Llamar, eso se ha convertido en algo obligatorio desde aquí, no puedo saludarlos en la mejilla, porque aunque estén extremadamente presentes como el viento, están en su mayoría ausentes, no los veo, no los abrazo. Solo vagabundean en mi mente, y a veces en la línea telefónica.
Los extraño.
Y lo extraño, a él, un poco menos o al contrario. Pero eso sí, sigue doliendo.

• • •




Camino de regreso al apartamento, en un vaivén aburrido, con el afroamericano a mi derecha y Daniel a mi izquierda, perteneciendo los tres a mundos lejanos al nuestro propio, agotados por las clases a las que asistimos y aun así nos encantan. Hago el décimo octavo intento de entablar una conversación viva, afanosa con ellos, desatando una vieja cordura que retenía temas triviales que no tocaba porque, me gustaba—o me gusta—cambiar el rumbo de las charlas, hacerlas extrañas, chistosas e interesante. 
Hoy, la otra yo, una Katelyn excitada por la vida, de ojos color celeste no está en su actitud racional, no formula preguntas estratégicas, no sonríe mostrando los dientes, y posiblemente no posee el mismo tono azul en sus globos oculares, sino uno oscuro.
Esa Katelyn coloca sus pies en el asfalto de azabaches, y piensa que los contemplan en su posición despreocupada, viendo los cristales invisibles enterrados en sus brazos, en sus piernas, o en sus pechos cerca del corazón, y desaparecen, se desvanecen a medida que avanzan al apartamento. 
Y engancho mis brazos en los de los chicos.
—Mal día, ¿me equivoco?—sacuden sus cabezas, y Daniel parpadea, aparentemente porque hay una fuerza que lo empuja a las lágrimas. Suspiro, absorta en mis pensamientos, en las soluciones que vuelan dentro y fuera de los archivos en mi mente, como si una bombilla frágil y linda se encendiera. Corro, arrastrándolos—. Las tareas, las pruebas, pueden esperar. Ustedes se darán un baño de media hora y, mientras, prepararé puré de patatas, con un fresco pollo frito y ensalada de tomates, cebollas, lechugas...—Ivo sonríe con sus gruesos labios sellados, imaginando las escenas. Subimos a mi piso, abro la puerta y entramos—Adivinen, compré helado, lo llevo en la mochila. Veremos una película para despejarnos y, cuando se rían, solo así empezaremos a pensar en Diseño Gráfico y Fotografía, y en Medicina.
Me abrazan, los dos deteniéndome abruptamente y creciendo de pronto sobre mí. Me enroscan en sus extremidades, y mi punto de vista se transforma.
—Eres una grandiosa amiga, Duende—murmura Ivo en mi cabello.
—La mejor, y sabemos que tu también te sientes fatal, como si hubiera un camión de carga meciéndose contigo de hamaca. —río, con torpeza. Su susurro haciendo cosquillas en mi piel.—Puedes llorar, sin prejuicio. Te queremos Kate.
Él no sabía que ya estaba llorando..., interiormente eso pasaba. Era como si la vida no supiese abstenerse a la maldad, a lo tóxico.
Sin un espacio desocupado en mi cerebro maquinador, preparo lo prometido y le agrego toques de astucia con picante, porque adoro el picante, y más cuando tengo que beber agua a montones por su culpa. Corto uno vegetales para mezclarlos con una pizca de aceite de oliva, y echo pimienta en la superficie. 
Jackson, ese nombre, ese chico, ese ser humano me desestabiliza en cuanto me acuerdo del mensaje, y sin querer el filo del cuchillo resbala y se pasa por mi dedo. La sangre empieza a emerger y arrojo el utensilio lejos para abrir la llave y meter la herida bajo el agua.
El timbre suena, y me estreso.
— ¡¿Quién se ha terminado de bañar?!
— ¡Yo!—grita Ivo, y entiende que le toca abrir la puerta. Escucho unos murmuros, pero me concentro en apartar la vista de la cortada, y cerrar el grifo. Tomo un paño y lo dejo tapar la piel abierta.
— ¡Katelyn! ¡Te buscan!
Camino a zancadas a la entrada y la postura de Jason me aturde la vida entera. Lleva sus lentes como de costumbre, y su cabello desprolijo como esta mañana, pero su ropa..., está mojada, y goteando en la alfombra.
Salgo y cierro la puerta para establecer una privacidad entre ambos.
— ¿Y a ti qué te pasó?
Sus músculos se contaren y su quijada se desencaja, diciéndome: Viniste a arruinarlo como siempre.
—Nada que importe.—asiento—. ¿Y a ti?
Miro brevemente el paño y me encojo de hombros.
—Absolutamente nada interesante—. El rasca su nariz, y yo solo me acerco voluntariamente a quitarle los lentes—. Si te quitas esto, créeme que llamarás la atención de varia chicas.
—Por eso los  utilizo—. Levanto mis cejas, ya sin hacerle caso al ardor de la cortada.
—No te preocupes, tengo un amigo así.
— ¿Qué? —me da por presentarle una sonrisa pícara y él entiende la referencia justo antes de yo soltar una carcajada—. ¡No! No soy gay, sólo que no me hace gracia tener a una mujer cerca mío.
—Yo soy una mujer—. Es su turno de reír por mi frase, pero yo no le veo sentido a su burla. No he dicho anda fuera de lugar, ni a lo que se le pudiera ver el doble sentido.
—Tu eres una niñita, Colibrí.
—Claro que no—. Su figura intimidante aparece y se compone tras oír una puerta abrirse. Al verificar que no es la mía, volvemos a mirarnos—. Sé cosas que una niña no.
—También desconoces de cosas que las mujeres saben—dice—¿Por qué lo tomas como una crítica destructiva?—pregunta tomando mi mano, y apartando la tela oscurecida para estudiar la herida—. Solo digo, y no lo tomes tampoco como un halago, que si alguien te dice niña, deberías sentirte bien.—rompe una tira del paño y la ata en la lesión—. Actualmente, esta sociedad se basa en quien es más o quién es menos, dependiendo de qué apoyan, o qué saben, o qué hacen, ellos te calificarán y te pondrán un título. Que te diga niña es una forma de decirte que ves las cosas desde perspectivas diferentes a lo que las mujeres de hoy en día ven, les falta brillo.—Suelta mi mano, y por el adormecimiento que sufrió ésta después, la tomo—. Y ese lo tienes tú. O bien podría ser, que tratan de llamarte frágil, débil, inocente, molesta...y no es mentira lo último.
Planto un puñetazo en su abdomen y ríe.
—Gracias, supongo—. Él suspira, y la melancolía navega por nosotros.—Y-yo...si quieres decir algo, lo que sea, puedes hacerlo. Sentir no te devalua, ni te hace menos hombre. Si no quieres, yo...
—No, está bien así—. Sacude su cabeza—. Desde el secuestro de Evangeline no puedo hablar así con nadie. Cuando tú y yo empezamos con esto, realmente me sentí como una persona otra vez, tenía años ya sin intercambiar palabras, formando una conversación normal.
—Y lo extrañaste.
—Me estaba volviendo loco—. Suspira—. Se siente bien, lamentablemente he vuelto a prescindir de eso.
Asiento, y cruzo mis piernas, deliberando en las propuestas de mi mente. ¿Sería buena idea?
—Eh. Sé que dijimos que no nos comprometeríamos a conocer a nuestra familia y amigos pero...hice un almuerzo para luego ver un maratón de Harry Potter con unos amigos. Tú puedes unirte, no es necesario que hables, pero como no nos pudimos reunir en el parque, podemos hacerlo aquí—. Sonrío.
—Nunca en la vida me uniría—. Mis mejillas se encienden como luces navideñas y la puerta del apartamento se abre. No sé porqué miércoles la humillación me tocó de repente, si ambos habíamos aclarado esto.
Hubiese querido decir que vi culpa en sus ojos, pero no había nada, nada, nada en ellos.
—La comida se va a enfriar más Kate. —advierte Daniel, y me abraza por la espalda, viéndolo a él y a mí, viéndonos a los dos—. ¿Quién eres tú?
—Nadie—Dice. La confusión nos aborda cuando a la par nos preguntamos varias cosas con la mirada.
Pero se va.
— ¿Entonces no es nadie?
—Es de la universidad, solo quería saber si había clases el lunes Ya sabes días feriados.

♦️ ♦️ ♦️


Creo que voy a sacar esta novela de aquí para moverla a Wattpad.
TecnoPanda2419
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