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"Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
aw me dan risa pobre de los dos , que tengas que cuidar dos bebes asi de la nada y que no sepas nada sobre bebes siguela pronto
aranzhitha
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
Pliiiiis siguelaaaa!!
Me encanta la nove
SIGUELA!!
Me encanta la nove
SIGUELA!!
Karli Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
ambos se van a qdar con los bbs siguelsa!!!
jamileth
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
Nueva lectoraa!
Ame alos bebes!
Ahora los cuidaran la rayis y Joe ! :)
Siguelaaaa!
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 5
-¿Qué ha sido eso? -preguntó Joe.
-No estoy segura -contestó ___-. Vamos a ver.
Las criaturas se contorsionaban en el canasto, agitaban la manta que los cubría y hacían muecas.
-Van a llorar -dijo ___ y levantó a una criatura en brazos.
Joe observó con recelo a la criatura que seguía en el canasto.
-No me gusta oír llorar.
-Pues va a tener que soportarlo -insistió ___ con firmeza y le pasó a la criatura que tenía en brazos antes de que él pudiera alejarse-. Ahora tendrá que tolerarlo.
Joe se desplomó en la cama; sostenía a la criatura como si fuera una bomba a punto de explotar. ¿Cómo era posible que eso estuviera sucediéndole a él? Hacía una hora que seguía su rutina pensando en la emocionante cita que lo esperaba. Nunca había imaginado que terminaría cuidando bebés ajenos. Sus planes no incluían cuidar criaturas. No tenía antecedentes ni entrenamiento. Tendría que hacerlo otra persona. Esperanzado miró a su alrededor, pero ___ ya estaba ocupada con la segunda criatura.
Bebés. ¿Qué son, después de todo? Seres humanos en miniatura. Nunca le había prestado atención a las conversaciones sobre bebés y en ese momento lo lamentó.
La criatura se contorsionó y eructó. Joe miró a ___ alarmado.
-¿Qué está haciendo? -preguntó.
Ella los miró y suspiró exasperada. No le tenía la menor consideración. Ella no tenía más experiencia que él en ese tipo de asunto, pero no se dejaba vencer por el pánico.
-Tienen nombres -dijo levantando al otro bebé para tranquilizarlo-. Esta es una niña, se llama Danni. El nombre de la que tienes tú está en el cuello de su trajecito.
Joe bajó la vista y vio el nombre de Donna bordado en la tela.
-Ay, Dios. Son niñas -se estremeció-. Por nada en el mundo les cambiaré el pañal.
-Actúas como si fueras un bebé -estuvo a punto de echarse a reír-. Por Dios, somos adultos. Podemos organizarnos y somos capaces de hacerlo.
-¿Eso crees? -no estaba seguro.
Al ver su expresión de terror, ___ se echó a reír. No pudo evitarlo. Nunca había visto a un hombre tan desvalido. Era un hombre atractivo, mundano y dispuesto a disfrutar la vida, pero estaba ahí dominado por un diminuto bebé. Era ridículo.
-Me alegro de que esta situación te parezca tan divertida -dijo Joe con tono glacial-. Adelante, sigue divirtiéndote. Pero este bebé está haciendo algo y no me imagino qué puede ser.
-Mira -___ tocó la mejilla suave de la criatura y ésta movió la cabeza en tanto buscaba algo con la boca-. Tiene hambre.
-Hambre? -observó el canasto-. ¿Con qué la vamos a alimentar?
___ levantó al otro bebé y lo apoyó en su hombro para darle unas palmaditas consoladoras.
-Janine ha dejado cuatro biberones con leche, pero casi se acabaron. Tendré que ir a la tienda...
-Lo haré yo -se ofreció de inmediato esperanzado-. Iré a comprar lo que quieras.
Ella lo miró con recelo.
-Soy consciente de que mi primera reacción ha sido salir de aquí lo antes posible, pero sé que éste es más problema mío que tuyo. Te agradezco la ayuda que me das.
-¿De verdad? -estaba realmente sorprendida. Había pensado que Joe era demasiado egoísta e insensible como para darse cuenta de la realidad.
-Sí -se puso de pie y dejó a la criatura en el canasto-. Iré a la tienda y volveré, lo juro.
Antes que nada buscó un teléfono público para marcar el número del centro nocturno.
-Por favor, comuníqueme con Chenille.
-Cariño ¿dónde estás? -contestó ella a los pocos segundos-. Estoy a punto de salir.
-Se me ha presentado un imprevisto, Chenille -le explicó con tristeza-. Si me fuera posible, estaría a tu lado.
-Ah -suspiró ella-. ¿Podrás venir para la segunda presentación? Quiero que pasemos juntos el resto de la noche. Prométeme que llegarás.
-Lo intentaré, Chenille, te aseguro que lo intentaré.
Gimió cuando colgó el teléfono. ¿Por qué habían tenido que aparecer precisamente esa noche esos bebés? No tuvo tiempo para lamentarse de su mala suerte. Debía comprar algunas cosas. Se volvió y sacó la lista que ___ le había dado.
Uno, leche preparada. Dos, pañales desechables, del tamaño más pequeño. Tres, un libro, cualquiera, con instrucciones para cuidar a los bebés.
Tenía consigo un biberón de modo que no fue difícil comprar la misma preparación. Tuvo más dificultad con los pañales. ¿Eran Donna y Danni recién nacidas? ¿Cómo podía saberlo? Terminó comprando cuatro tamaños diferentes, por las dudas. En cuanto al libro, no encontró ninguno relacionado con el cuidado de bebés. Miró a su alrededor, antes de ponerse en la fila y añadió una bolsa de patatas fritas, un aderezo para las mismas y una caja grande de galletas. Presentía que la noche iba a ser larga.
-¡Vaya! -exclamó la mujer de la caja registradora al marcar los precios de los diferentes tamaños de pañales-. ¿Cuántos bebés tiene, señor?
-Demasiados -respondió sonriendo con tristeza-. Me están agotando.
Se oyeron murmullos de conmiseración en la tienda cuando él sacó el carrito. Se sintió como un tonto mientras subía la voluminosa compra en el ascensor. Cuando llegó a la puerta del apartamento de ___ se sentía como un mártir.
Pero cuando ___ le abrió la puerta para dejarlo pasar, su complacida autoconmiseración desapareció al instante. Ella estaba hecha un desastre.
DIsculpen la tardansa aqi el cap
-¿Qué ha sido eso? -preguntó Joe.
-No estoy segura -contestó ___-. Vamos a ver.
Las criaturas se contorsionaban en el canasto, agitaban la manta que los cubría y hacían muecas.
-Van a llorar -dijo ___ y levantó a una criatura en brazos.
Joe observó con recelo a la criatura que seguía en el canasto.
-No me gusta oír llorar.
-Pues va a tener que soportarlo -insistió ___ con firmeza y le pasó a la criatura que tenía en brazos antes de que él pudiera alejarse-. Ahora tendrá que tolerarlo.
Joe se desplomó en la cama; sostenía a la criatura como si fuera una bomba a punto de explotar. ¿Cómo era posible que eso estuviera sucediéndole a él? Hacía una hora que seguía su rutina pensando en la emocionante cita que lo esperaba. Nunca había imaginado que terminaría cuidando bebés ajenos. Sus planes no incluían cuidar criaturas. No tenía antecedentes ni entrenamiento. Tendría que hacerlo otra persona. Esperanzado miró a su alrededor, pero ___ ya estaba ocupada con la segunda criatura.
Bebés. ¿Qué son, después de todo? Seres humanos en miniatura. Nunca le había prestado atención a las conversaciones sobre bebés y en ese momento lo lamentó.
La criatura se contorsionó y eructó. Joe miró a ___ alarmado.
-¿Qué está haciendo? -preguntó.
Ella los miró y suspiró exasperada. No le tenía la menor consideración. Ella no tenía más experiencia que él en ese tipo de asunto, pero no se dejaba vencer por el pánico.
-Tienen nombres -dijo levantando al otro bebé para tranquilizarlo-. Esta es una niña, se llama Danni. El nombre de la que tienes tú está en el cuello de su trajecito.
Joe bajó la vista y vio el nombre de Donna bordado en la tela.
-Ay, Dios. Son niñas -se estremeció-. Por nada en el mundo les cambiaré el pañal.
-Actúas como si fueras un bebé -estuvo a punto de echarse a reír-. Por Dios, somos adultos. Podemos organizarnos y somos capaces de hacerlo.
-¿Eso crees? -no estaba seguro.
Al ver su expresión de terror, ___ se echó a reír. No pudo evitarlo. Nunca había visto a un hombre tan desvalido. Era un hombre atractivo, mundano y dispuesto a disfrutar la vida, pero estaba ahí dominado por un diminuto bebé. Era ridículo.
-Me alegro de que esta situación te parezca tan divertida -dijo Joe con tono glacial-. Adelante, sigue divirtiéndote. Pero este bebé está haciendo algo y no me imagino qué puede ser.
-Mira -___ tocó la mejilla suave de la criatura y ésta movió la cabeza en tanto buscaba algo con la boca-. Tiene hambre.
-Hambre? -observó el canasto-. ¿Con qué la vamos a alimentar?
___ levantó al otro bebé y lo apoyó en su hombro para darle unas palmaditas consoladoras.
-Janine ha dejado cuatro biberones con leche, pero casi se acabaron. Tendré que ir a la tienda...
-Lo haré yo -se ofreció de inmediato esperanzado-. Iré a comprar lo que quieras.
Ella lo miró con recelo.
-Soy consciente de que mi primera reacción ha sido salir de aquí lo antes posible, pero sé que éste es más problema mío que tuyo. Te agradezco la ayuda que me das.
-¿De verdad? -estaba realmente sorprendida. Había pensado que Joe era demasiado egoísta e insensible como para darse cuenta de la realidad.
-Sí -se puso de pie y dejó a la criatura en el canasto-. Iré a la tienda y volveré, lo juro.
Antes que nada buscó un teléfono público para marcar el número del centro nocturno.
-Por favor, comuníqueme con Chenille.
-Cariño ¿dónde estás? -contestó ella a los pocos segundos-. Estoy a punto de salir.
-Se me ha presentado un imprevisto, Chenille -le explicó con tristeza-. Si me fuera posible, estaría a tu lado.
-Ah -suspiró ella-. ¿Podrás venir para la segunda presentación? Quiero que pasemos juntos el resto de la noche. Prométeme que llegarás.
-Lo intentaré, Chenille, te aseguro que lo intentaré.
Gimió cuando colgó el teléfono. ¿Por qué habían tenido que aparecer precisamente esa noche esos bebés? No tuvo tiempo para lamentarse de su mala suerte. Debía comprar algunas cosas. Se volvió y sacó la lista que ___ le había dado.
Uno, leche preparada. Dos, pañales desechables, del tamaño más pequeño. Tres, un libro, cualquiera, con instrucciones para cuidar a los bebés.
Tenía consigo un biberón de modo que no fue difícil comprar la misma preparación. Tuvo más dificultad con los pañales. ¿Eran Donna y Danni recién nacidas? ¿Cómo podía saberlo? Terminó comprando cuatro tamaños diferentes, por las dudas. En cuanto al libro, no encontró ninguno relacionado con el cuidado de bebés. Miró a su alrededor, antes de ponerse en la fila y añadió una bolsa de patatas fritas, un aderezo para las mismas y una caja grande de galletas. Presentía que la noche iba a ser larga.
-¡Vaya! -exclamó la mujer de la caja registradora al marcar los precios de los diferentes tamaños de pañales-. ¿Cuántos bebés tiene, señor?
-Demasiados -respondió sonriendo con tristeza-. Me están agotando.
Se oyeron murmullos de conmiseración en la tienda cuando él sacó el carrito. Se sintió como un tonto mientras subía la voluminosa compra en el ascensor. Cuando llegó a la puerta del apartamento de ___ se sentía como un mártir.
Pero cuando ___ le abrió la puerta para dejarlo pasar, su complacida autoconmiseración desapareció al instante. Ella estaba hecha un desastre.
DIsculpen la tardansa aqi el cap
Nani Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
Jimee Jonas <3 escribió:
Nueva lectoraa!
Ame alos bebes!
Ahora los cuidaran la rayis y Joe ! :)
Siguelaaaa!
bienvenida :D
Nani Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
AHHH me dio tanta ternura como
Joe buscaba el libro de como cuidar bebes
Mi vidaaaaaa es aun amor SIGUELA
Amo tus noves son geniales :D
Joe buscaba el libro de como cuidar bebes
Mi vidaaaaaa es aun amor SIGUELA
Amo tus noves son geniales :D
Karli Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
jajaja pobre joe cita arruinada jaja pero esta bien asi se queda con la rayiz
aranzhitha
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
nueva lectora
me llamo mitzy :D
me encanta se ve super interesante
siguela
me llamo mitzy :D
me encanta se ve super interesante
siguela
Invitado
Invitado
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 6
La primera vez que la había visto presentaba un aspecto de dominio, estaba perfectamente peinada y controlaba sus emociones.
En ese momento veía a una mujer diferente. Tenía la mirada perdida, el pelo se le desprendía del moño y volaba en todas direcciones, estaba descalza y se había quitado la chaqueta. A la blusa que vestía parecía faltarle el botón superior y tenía una mancha oscura encima de un seno.
-Menos mal que ya has vuelto -gimió-. No puedo hacerlo sola. Deprisa. Las dos gritan a todo volumen.
Los gritos procedentes de la alcoba confirmaron lo dicho por ella. Joe titubeó, pero ella lo agarró de la manga y tiró de él.
-Míralas -gimió estrujándose las manos-. Las he llevado en brazos y consolado por turnos, pero nada me ha dado resultado.
Tenía razón. Las dos criaturas aullaban con los rostros enrojecidos y los cuerpecitos contorsionados por la rabia. Joe nunca había visto algo parecido y se asustó.
-¿Están... bien? -preguntó inclinándose hacia las pequeñas-. Parece que algo no marcha bien. A lo mejor están enfermas. Quizá deberíamos llevarlas a urgencias.
Ella lo negó con un movimiento de cabeza.
-No creo que sea nada. Seguro están enfadadas porque no las han dado de comer. ¿Dónde están los biberones?
-Aquí -dejó las bolsas en el suelo y sacó un grupo de cuatro botellas pequeñas-. ¿No debemos calentarlas o hacer algo con ellas?
-Lo haré yo. Usaré el microondas. Trata de calmarlas mientras termino.
-¿Yo? -se volvió para mirar a las pequeñas y fue presa del pánico-. ¿Qué tengo que hacer?
-Levanta a una y mécela un rato, luego haces lo mismo con la otra. Es lo único que he hecho desde que te has ido -cansada se pasó la mano por la frente.
Al mirarla, Joe sintió un ramalazo de simpatía. ___ parecía agotada, pero al mismo tiempo más accesible que cuando estaba perfectamente peinada. A pesar del ruido creciente que los rodeaba, Joe le sonrió para animarla.
-Ve a calentar los biberones -le dijo-. Yo me encargaré de las cosas aquí.
-Bien -correspondió a su sonrisa con agradecimiento y el rostro pareció iluminársele. Levantó la bolsa con los biberones y se volvió-. No tardaré.
Joe se ocupó de los bebés. No tenía otra opción. Las criaturas exigían atención.
Parecía que Donna estaba más inquieta y lloraba tanto que se ponía morada. Mientras los gritos le desgarraban los oídos, él se dio fuerzas para levantarla, pero se sintió como un hombre perseguido por un tigre. Donna se contorsionaba de tal manera que le resultaba difícil sostenerla.
-Oye -trató de apoyarla en su hombro, pero no tuvo suerte-. Cálmate, cariño -la niña le pateaba el pecho.
-Debes calmarte -con torpeza trató de darle unas palmaditas, pero comprendió que no servía.
Joe sintió que la frente se le perlaba de sudor. Aquel era un trabajo difícil. De hecho, tenía la sensación de estar luchando contra aquella criatura. ¿Quién hubiera imaginado que algo tan pequeño podía ser tan fuerte y gritar a ese volumen? Deseó poder calmarla. Por primera vez en su vida le dio importancia a las habilidades de la comunicación. Deseó poder hablarle, averiguar qué le pasaba y darle una solución rápida para que dejara de llorar.
-Ya está -___ le entregó un biberón y levantó a Danni-. Comprueba si está demasiado caliente -le demostró cómo debía hacerlo vertiendo un poco de leche preparada sobre el dorso de su muñeca.
-¿Cómo sabes que se hace así? -preguntó.
-No sé -contestó mientras se sentaba al lado de Joe-. Quizá lo haya visto en el cine o en la televisión -se acomodó y le acercó el biberón a la criatura-. Toma -murmuró-. Es hora de comer.
Joe la observó y la imitó. En poco tiempo, los aullidos desaparecieron y se oyó un alegre sonido de satisfacción mientras las niñas comían.
Joe levantó la mirada y se encontró con la de ___. Los dos se echaron a reír.
-Sólo tenían hambre -comentó él-. Intentaré hacer lo mismo la próxima vez que tenga que prescindir de una comida. Gritaré hasta que alguien venga a alimentarme -suspiró mirando al bebé-. Pensándolo bien, debería estar gritando en este momento. ¿Qué hora es?
-Tarde -lo miró-. Podemos pedir que nos traigan una pizza.
-He comprado unas galletas, patatas fritas y una salsa de queso en la tienda -ojeó la habitación y se preguntó qué habría pasado con la bolsa porque sólo vio cajas y cajas de pañales.
-Como te he dicho, podríamos encargar una pizza -hizo una mueca y Joe, ahogando la risa, se volvió para mirarla.
-¿Es que eres una fanática de la buena alimentación? -le preguntó sonriente.
___ sonrió antes de volver a concentrarse en la pequeña que tenía en brazos. Hacía un momento estaba casi histérica por culpa del llanto. En ese momento sentía que se llenaba de tranquilidad interna.
De modo que eso se sentía al tener una criatura. Nunca había pensado en ello. Sus planes no incluían hijos. Sus ilusiones desde pequeña se habían concentrado en lograr una vida excitante. Mientras otras chicas jugaban con muñecas, ella llenaba una carpeta que llevaba consigo adonde fuera. Incluso en el presente, el trabajo era lo más importante. Sin embargo, se dio cuenta de lo agradable que era tener a una criatura en brazos.
Se enderezó. No le serviría de nada caer en el embrujo de la maternidad. Desvió su atención de la vida nueva que tenía en el regazo y se volvió para ver al hombre que estaba a su lado.
Joe miraba a la niña que tenía en brazos con expresión pensativa. Poco faltó para que soltara la carcajada. Era gracioso, pero sus sentimientos hacia él habían dado un giro. Al principio, cuando pensaba que era Adam, lo había despreciado por considerarlo despiadado y cruel, el tipo de hombre que se aprovechaba de las mujeres y luego se olvidaba de ellas. Luego había descubierto que no era tan malo y que se llamaba Joe. De cualquier manera, sabía que era un donjuán.
Aun así, tenía que reconocer que la: había ayudado sin quejarse demasiado.
La primera vez que la había visto presentaba un aspecto de dominio, estaba perfectamente peinada y controlaba sus emociones.
En ese momento veía a una mujer diferente. Tenía la mirada perdida, el pelo se le desprendía del moño y volaba en todas direcciones, estaba descalza y se había quitado la chaqueta. A la blusa que vestía parecía faltarle el botón superior y tenía una mancha oscura encima de un seno.
-Menos mal que ya has vuelto -gimió-. No puedo hacerlo sola. Deprisa. Las dos gritan a todo volumen.
Los gritos procedentes de la alcoba confirmaron lo dicho por ella. Joe titubeó, pero ella lo agarró de la manga y tiró de él.
-Míralas -gimió estrujándose las manos-. Las he llevado en brazos y consolado por turnos, pero nada me ha dado resultado.
Tenía razón. Las dos criaturas aullaban con los rostros enrojecidos y los cuerpecitos contorsionados por la rabia. Joe nunca había visto algo parecido y se asustó.
-¿Están... bien? -preguntó inclinándose hacia las pequeñas-. Parece que algo no marcha bien. A lo mejor están enfermas. Quizá deberíamos llevarlas a urgencias.
Ella lo negó con un movimiento de cabeza.
-No creo que sea nada. Seguro están enfadadas porque no las han dado de comer. ¿Dónde están los biberones?
-Aquí -dejó las bolsas en el suelo y sacó un grupo de cuatro botellas pequeñas-. ¿No debemos calentarlas o hacer algo con ellas?
-Lo haré yo. Usaré el microondas. Trata de calmarlas mientras termino.
-¿Yo? -se volvió para mirar a las pequeñas y fue presa del pánico-. ¿Qué tengo que hacer?
-Levanta a una y mécela un rato, luego haces lo mismo con la otra. Es lo único que he hecho desde que te has ido -cansada se pasó la mano por la frente.
Al mirarla, Joe sintió un ramalazo de simpatía. ___ parecía agotada, pero al mismo tiempo más accesible que cuando estaba perfectamente peinada. A pesar del ruido creciente que los rodeaba, Joe le sonrió para animarla.
-Ve a calentar los biberones -le dijo-. Yo me encargaré de las cosas aquí.
-Bien -correspondió a su sonrisa con agradecimiento y el rostro pareció iluminársele. Levantó la bolsa con los biberones y se volvió-. No tardaré.
Joe se ocupó de los bebés. No tenía otra opción. Las criaturas exigían atención.
Parecía que Donna estaba más inquieta y lloraba tanto que se ponía morada. Mientras los gritos le desgarraban los oídos, él se dio fuerzas para levantarla, pero se sintió como un hombre perseguido por un tigre. Donna se contorsionaba de tal manera que le resultaba difícil sostenerla.
-Oye -trató de apoyarla en su hombro, pero no tuvo suerte-. Cálmate, cariño -la niña le pateaba el pecho.
-Debes calmarte -con torpeza trató de darle unas palmaditas, pero comprendió que no servía.
Joe sintió que la frente se le perlaba de sudor. Aquel era un trabajo difícil. De hecho, tenía la sensación de estar luchando contra aquella criatura. ¿Quién hubiera imaginado que algo tan pequeño podía ser tan fuerte y gritar a ese volumen? Deseó poder calmarla. Por primera vez en su vida le dio importancia a las habilidades de la comunicación. Deseó poder hablarle, averiguar qué le pasaba y darle una solución rápida para que dejara de llorar.
-Ya está -___ le entregó un biberón y levantó a Danni-. Comprueba si está demasiado caliente -le demostró cómo debía hacerlo vertiendo un poco de leche preparada sobre el dorso de su muñeca.
-¿Cómo sabes que se hace así? -preguntó.
-No sé -contestó mientras se sentaba al lado de Joe-. Quizá lo haya visto en el cine o en la televisión -se acomodó y le acercó el biberón a la criatura-. Toma -murmuró-. Es hora de comer.
Joe la observó y la imitó. En poco tiempo, los aullidos desaparecieron y se oyó un alegre sonido de satisfacción mientras las niñas comían.
Joe levantó la mirada y se encontró con la de ___. Los dos se echaron a reír.
-Sólo tenían hambre -comentó él-. Intentaré hacer lo mismo la próxima vez que tenga que prescindir de una comida. Gritaré hasta que alguien venga a alimentarme -suspiró mirando al bebé-. Pensándolo bien, debería estar gritando en este momento. ¿Qué hora es?
-Tarde -lo miró-. Podemos pedir que nos traigan una pizza.
-He comprado unas galletas, patatas fritas y una salsa de queso en la tienda -ojeó la habitación y se preguntó qué habría pasado con la bolsa porque sólo vio cajas y cajas de pañales.
-Como te he dicho, podríamos encargar una pizza -hizo una mueca y Joe, ahogando la risa, se volvió para mirarla.
-¿Es que eres una fanática de la buena alimentación? -le preguntó sonriente.
___ sonrió antes de volver a concentrarse en la pequeña que tenía en brazos. Hacía un momento estaba casi histérica por culpa del llanto. En ese momento sentía que se llenaba de tranquilidad interna.
De modo que eso se sentía al tener una criatura. Nunca había pensado en ello. Sus planes no incluían hijos. Sus ilusiones desde pequeña se habían concentrado en lograr una vida excitante. Mientras otras chicas jugaban con muñecas, ella llenaba una carpeta que llevaba consigo adonde fuera. Incluso en el presente, el trabajo era lo más importante. Sin embargo, se dio cuenta de lo agradable que era tener a una criatura en brazos.
Se enderezó. No le serviría de nada caer en el embrujo de la maternidad. Desvió su atención de la vida nueva que tenía en el regazo y se volvió para ver al hombre que estaba a su lado.
Joe miraba a la niña que tenía en brazos con expresión pensativa. Poco faltó para que soltara la carcajada. Era gracioso, pero sus sentimientos hacia él habían dado un giro. Al principio, cuando pensaba que era Adam, lo había despreciado por considerarlo despiadado y cruel, el tipo de hombre que se aprovechaba de las mujeres y luego se olvidaba de ellas. Luego había descubierto que no era tan malo y que se llamaba Joe. De cualquier manera, sabía que era un donjuán.
Aun así, tenía que reconocer que la: había ayudado sin quejarse demasiado.
Nani Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
dangersitajonas escribió:nueva lectora
me llamo mitzy :D
me encanta se ve super interesante
siguela
bienvenida gracias por pasarte :D
Nani Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
[color=blue][ahhhh que lindos
son me encantan como se estresan
porque no saben que hacer jejejeje
son un amor
siguela me encanto el cap!!/color]
son me encantan como se estresan
porque no saben que hacer jejejeje
son un amor
siguela me encanto el cap!!/color]
Karli Jonas
Re: "Un Regalo En Mi Puerta" - Joe y tu Terminada
awww cosa me encantan los bebes, ya quiero leer mas siguela pronto
aranzhitha
Página 3 de 32. • 1, 2, 3, 4 ... 17 ... 32
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