octubre.

Capítulo 1

"Ha pasado un año que el prestigioso colegio O'Donell ha sufrido aquel ataque inesperado perdiendo a dos profesores y diez alumnos entre ellos al propio autor intelectual, Peter Thompson.
La última investigación confirmo la inocencia de Cassie Ness, su novia ya que desde un principio todas las dudas cayeron sobre ella, al ser la persona más apegada a él. Luego de siete meses internada en el Hospital McFadden a causa del disparo de Thompson que casi termina con su vida, el juez evaluó la situación y la declaro inocente ya que no había pruebas que demostraran lo contrario."

—¿Qué piensas sobre eso, Cassie?

Lo observe, estaba sentado en el sillón con una pierna sobre su rodilla, una mano sosteniendo su rostro y la otra sosteniendo una libreta. —¿Estas contenta de que te hayan declarado inocente? —Me pregunta cambiando de posición como si quisiera estar más cerca de mí. Normalmente hacia eso cuando no estaba seguro de que yo fuera a responderle.

El nudo comienza a cortar mi garganta, mis ojos se llenan de lágrimas pero no soy capaz de llorar sin embargo desato el nudo y me decido a hablar.

—No lo sé. —Miro mis manos buscando una respuesta ¿Era realmente inocente? Para la ley estaba segura que si pero no estaba muy segura de ser inocente para mí misma o para Peter. —Es extraño. Es decir, debería sentirme feliz por saber que ya no estará el detective Halls detrás de mí... —Las palabras se me atoran atropelladamente en mi garganta.

—¿Pero? —Pregunta el doctor Christian interesado, dándome pie a seguir hablando.

—Pero me siento tan culpable de no saber por lo que estaba pasando Peter. Era su novia y pensaba que estaba bien… Yo… Yo jamás hubiera imaginado nada. —Dejo salir las palabras, una lágrima cae y sin darme tiempo a reaccionar estoy llorando con pesadez. Había pasado un buen tiempo desde que había dejado de llorar, dos meses para ser exactos, me lo había prometido a mí misma y estaba bien con eso hasta ahora que me di cuenta que había un montón dentro de mí que simplemente quería salir.

—No te culpes, Cassie. Nadie lo vio venir, ni siquiera su madre. —Se puso de pie y camino hacia a mí. —Ya sé que estas cansada de llorar, pero llora hasta que te quedes sin lágrimas. —Christian esta arrodillado frente a mí y ya no me mira analizándome como un psicólogo miraría a su paciente, me mira como un padre miraría a su hija. Como mi padre me miraría. —Toma ese consejo como algo personal. —Me dice antes de ponerse en pie. —Me iré para que puedas estar tranquila. —Pero rápidamente niego con la cabeza.

—No, creo que ya paso. —Contesto secándome las lágrimas —Gracias —Me sonríe y también lo hago. Pienso un año atrás y jamás me hubiera imaginado que lo más cercano a un amigo que podría tener fuera un psicólogo de unos cuarenta años con una gran obsesión por los seres mitológicos.

—¿Lo has pensado? —Me pregunta volviendo a su sillón azul marino.

Un año debía ser suficiente para mí, además que debía demostrarle a mamá que estaba bien, que podía hacerlo. Pero la verdad era que no estaba del todo segura, no sabía si soportaría las miradas o los murmullos por lo bajo de las personas yo sola, sin Peter caminando a mi lado y sonriéndome de vez en cuando haciéndome saber que no importaba lo que ellos dijeran.

—Lo he pensado. —Respondo por fin, el doctor Christian me observa incitándome a hablar con tan solo su mirada. —Es hora de volver. —Digo soltando un suspiro, él sonríe pero no dura por mucho tiempo.

—Sabes que eso quiere decir que ya no tendrás más terapias —Asiento. Lo sabía. —A menos que la necesites realmente. —Vuelvo a asentir. —Te diré algo Cassie que probablemente ya lo has pensado. No será fácil, claro que no. Habrá personas que aun crean que no eres inocente, que fue tu culpa, inclusive que deberías estar muerta junto con Peter pero debes hacerle frente a esas cosas, no te escondas. Si el primer día no estuvo bien, entonces vuelves al otro día y si ese día tampoco estuvo bien entonces habrá otros días. Intenta obtener tu vida de vuelta hasta que la tengas.

—¿Qué pasa si no la vuelvo a tener? —Le pregunto.

—La tendrás. —Me aseguró.

Salgo de la oficina y doy un respiro profundo y largo, tenía que empezar otra vez y no tenía idea de cómo hacerlo. Estaba tan perdida como cuando recién llegaba O'Donell y no conocía a nadie, todo el mundo me observaba como si fuera de otro planeta y entonces estaba él, sonriéndome como llevándole la contra a los demás pero Peter esta vez no me esperaría allí. Él ya no estaba.

—¿Esperas a tu madre, Cassie? —Me pregunta la secretaria del doctor Christian, una mujer grande pero jovial y entonces me doy cuenta que aún estoy sosteniendo el picaporte con fuerza.

—Oh no. Me iré caminando. —Respondo para luego salir del consultorio.


Después de estar un buen rato sentada en soledad en una plaza, viendo como unos niños se divertían corriendo y pensando lo lindo que sería volver el tiempo atrás, decido volver a casa. Cuando llego mamá está hablando con papá por teléfono por lo que me detengo. Sabía que no estaba bien escuchar conversaciones ajenas pero lo hago igual. Ella le exige que vuelva, le promete que olvidaría todo y entonces se queda en silencio. Le había cortado.

—Ya déjalo de una vez por todas, mamá. —Se sobresalta al verme entrar, está en pijamas sin embargo su cabello corto está perfecto al igual que su maquillaje.

—No me avisaste para que te fuera a buscar, Cassie. —Evita mi pregunta.

—Mamá.

—No quiero hablar de tu padre contigo. —Me avisa de mal humor antes de que pudiera decirle algo más. — ¿Por qué no me llamaste? —Insiste.

—Quería caminar sola y pensar. —Está a punto de decirme algo pero no lo hace, simplemente se queda en silencio y me observa quitarme mi abrigo. —He tomado una decisión. —Ella me escucha con interés. —Volveré al colegio. —Me sonríe pero esta tan aterrada como yo, se acerca y me abraza con fuerza, también lo hago a pesar de estar un poco enojada por cómo me contesto. Pero la necesitaba, no sé cuánto tiempo pasamos así, pero puedo asegurar que fueron minutos, unos cuantos minutos en que ninguna dijo nada pero a la vez dijo todo.

Había sido difícil para mí pero pensé en lo difícil que había sido para ella, ver a su hija a punto de morir, a su marido alejarse de ella, los periodistas atormentándola por saber algo de mí o de Peter, el odio que recibía por los padres de mis compañeros y al fin de cuentas todo eso me pasaría a mí, solo rogaba ser tan fuerte como ella para poder soportar todo.