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fresh pair of eyes.
O W N :: Actividades :: Actividades :: Concursos :: My Sweet St. Valentine
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fresh pair of eyes.
- ficha:
- Título: Fresh pair of eyes.
Autor: lucy, yo.
Adaptación: no - sin embargo este OS esta muy influenciado por misfits (serie) y fresh pair of eyes, de brooke waggoner.
Género: romance y drama. aunque incluye mucha comedia, por que no lo pude evitar. también hay amistad, y esas cosas.
Contenido: "— ¿Estamos bien?
— Siempre — Contesta, y la respuesta le deja un sabor metálico en la boca." Lucas y su vida llena de delincuencia, monos de felpa, y malas decisiones.
Advertencias: senos, drogas, alcohol. incluye más groserías de las necesarias. y son 6.000 palabras, creo. así que, es largo. MUY largo.
Otras Páginas: no.
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(I WANT TO BE SEEN WITH A) FRESH PAIR OF EYES
(I WANT TO BE SEEN WITH A) FRESH PAIR OF EYES
Lucas no tenía idea en qué estaba pensando cuando creyó que comprar cocaína del chico con el hoodie rojo y aliento a marihuana era una buena idea. Probablemente en nada, como solía hacerlo cuando hacía cosas estúpidas. O tal vez pensaba en su ex-novia Molly y su nuevo novio besándose del otro lado del callejón. Sí, probablemente eso era lo que pensaba cuando le entregó esos cincuenta dólares a un tío que olía a drenaje.
Pero lo único que se le vino a la cabeza cuando el tipo a su lado (chaqueta de cuero, camisa blanca, rosario de metal - parecía cool, casi bordeando la línea gángster) sacó su placa de policía fue un muy bien utilizado "Hijo de tu puta madre." Y luego echó a correr. Cosa igual (O incluso más) estúpida que su acción anterior. Lucas estaba cavando su propia tumba mientras el policía lo tackleaba en el estacionamiento, leyéndole los derechos y esposándolo. Ya podía imaginarse el rostro de su madre cuando se enterase de que su pequeño bebé (quién, afrontémoslo: ya no era tan bebé. ¡Tengo dieciséis, mamá!) Estaba en prisión. Siendo usado como esclavo sexual, o algo.
Afortunadamente, la corte llegó a un acuerdo. Es un niño, apenas es legal en Detroit, ¡tío! Y era una bolsita de cocaína (Había intentado convencerles que era polvo para flan, y la cosa no había terminado para bien), ni que tuviese una plantación entera en su jardín trasero como el tipo que se la vendió. Así que lo habían dejado ir con una advertencia y tres meses de servicio comunitario con tres adolescentes igual de locos que él. Tercos, drogones, y probablemente, peligrosos. Le pareció algo (in)justo.
Su madre, nada feliz, decidió que era tiempo de tomarse un tiempo del trabajo para asistir a su hijo. Y para tener una razón más para odiarle. Le había dicho que si no se comportaba como un adulto (¡Tengo dieciséis, mamá!) iba a tener que acudir a las tácticas de maternidad más duras. Como, por ejemplo, echarle de casa. Lucas le aseguró de que eso no pasaría jamás, que el cambio estaba en la vuelta de la esquina, el destello de la ciudad del cambio - ¡Suban todos al tren de la seriedad y la estabilidad mental! ¡Destino: Ciudad adulta y saludable! ¡Choo-choo!
(Para ser honestos, la presión del cambio le pesaba como ochenta toneladas en los hombros. Por supuesto que era mucho más fácil decir que hacer. Sin mencionar que su hogar permanente estaba en la línea de peligro. La esperanza que su madre tenía en él lo abrumaba a más no poder. Agregando eso, y el hecho de no querer terminar como su padre lo ponía más nervioso que nada en el mundo. ¿Y si fallaba? ¿Y si, al final, no lo lograba? ¿Y si terminaba como su padre, en prisión, solo, con un hijo esperándole en casa odiando el aire en el que respira - que la mujer que alguna vez amó lo odié más que nada en el mundo después de haberla lastimado más de una vez?).
Lucas era más que el legado de sus padres, piensan. No tenía por qué terminar como alguno de ellos. El hecho era que, Lucas era un accidente esperando a suceder. O terminaba en prisión por acosar sexualmente a un par de estudiantes universitarias, o terminaba teniendo un hijo complicado, un trabajo de cuarta y nadie en quién confiar o amar. ¿Fácil decisión, no?
El servicio comunitario comenzó a la semana siguiente. Son cuatro idiotas siendo liderados por lo que parece ser un ex profesor de deportes con un complejo de Dios, superado en esteroides. Sus puños se cierran cuando la chica morena del lado derecho de Lucas le dice que se vaya al demonio, y el chico a su izquierda ríe levemente.
— Hay gente que cree que ustedes están destinados a ser criminales — Les dice su oficial de libertad condicional. Mike, Lucas recuerda. La chica morena a su lado rodea los ojos. Algo que hace que inmediatamente le recuerde a Molly, su ex-novia. La mente se le pone en blanco por un momento cuando se da cuenta de que abre la boca para hablar.
— ¿Y si estamos destinados a serlo?— Contraataca Lucas, cruzándose de brazos mientras Mike le mira boquiabierto —. Puedo imaginarme a este tío — Mira de reojo a al tipo a su izquierda quien lo mira con el ceño fruncido, confundido más que molesto— como un asesino serial de chicas rubias altas y bronceadas. Apuesto a que te gustan tetonas, ¿no?
A decir verdad, Lucas solo hacía ese tipo de comentarios para meterse en la cabeza de las personas. Así es Lucas, simplemente ama meterse en la vida personal de las personas y arruinarles completamente la paciencia. O para lastimar sus sentimientos. Cualquiera que venga primero lo acepta con los brazos abiertos.
Un silencio fúnebre cae entre ellos.
De un momento a otro, la chica al lado de la morena, la última en la fila, rubia de ojos celestes grandes y redondos escondidos detrás de unos anteojos gruesos, suelta una carcajada y dice bajo de aliento, "Qué desgraciado."
Después de que Mike volviese a la realidad y se pusiese al tanto de que había quedado con la boca abierta como una 'O' cual idiota, optó por dar una larga presentación sobre su vida. Luego de que la misma terminara, (Resulta que Mike estaba casado una tía que tenía una pastelería y tenía un hijo en camino, como si eso le importara a alguien en la sala) Lucas al fin conoce a sus compañeros de verano. Y son todo lo que él esperaba: Tercos, drogones, molestos e irrespetuosos. Lucas se sentía en casa.
Primero fue el chico a su derecha, un tío llamado Trent. Trent parecía salido de un programa de supervivencia. Guardaba sus cartas de Digimon en el bolsillo su mono anaranjado, y su navaja en el bolsillo restante. Cuando sonreía, sus ojos verdes no mostraban nada. Estaba en Servicio comunitario por haberle roto la nariz a su padrastro. Hablaba sobre cumplir metas, anime y navajas, y Lucas decidió, después de la segunda oración, que no se iba a esforzar en escucharle.
La segunda fue la chica a su izquierda, llamada Sydney. Sydney se robaba el aliento de todos los que la miraban. La morena era una belleza. Bastante idiota, pero era una belleza. Le gustaba maquillarse frente a ellos mientras hablaba, aplicándose brillo labial, o simplemente sobra de ojos. Estaba atascada haciendo servicio comunitario por robar una caja de maquillaje de una tienda en el centro de la ciudad. Tenía cabello castaño y un ojo morado. Cuando Trent le preguntó que le había sucedido, le levantó el dedo del medio.
Luego fue su turno. ¿Y qué se suponía que debía decir? Hola a todos, mis queridos hermanos, psicópatas en construcción, me llamo Lucas. Leo comics, me gusta tejer, y tengo ese miedo constante y punzante que me persigue a cualquier lado que voy de que pronto me convertiré en mi padre. Además, me atraparon comprando cocaína. Pero soy bastante guay. Al final, opta por un: — Soy Lucas. Compré cocaína frente a un policía. Me gusta que me arresten. Y soy guay. Bien guay. Vivo con mi madre mientras mi padre está en prisión por querer acostarse con chicas de mi edad. Ah, también me gustan las drogas.
Guay, susurra Trent bajo su aliento, y Lucas no puede evitar la sonrisa orgullosa que se dibuja en sus labios.
Por último, es el turno de la chica de gafas grandes. Tiene el cabello rubio, probablemente tintado porque tiene raíces que se verían desde China. No dice mucho - su nombre es Danielle, le gusta el chocolate. No dice porque está en esa pocilga a la que llaman centro de rehabilitación. Sus ojos azules, grandes y redondos, no tienen miedo de posarse en los demás. No hay miedo en su mirada. Lucas ve un mar de violencia cuando la misma pestañea para volver a posar sus ojos en él. Se siente, de alguna manera, familiar.
Cuando llega a casa, su madre le pregunta cómo le fue. Lucas se encoje de brazos y piensa en la chica de los anteojos.
El segundo día Mike les obliga a hornear pasteles de fresa para caridad en la cocina del centro de rehabilitación. Trae a su esposa para enseñarles, lo que ella llama, el arte de la pastelería. La única que parece realmente escuchar es Danielle, concentrándose en verter la cantidad exacta de ingredientes para dejarlo perfecto. Sydney intenta, pero se rinde después de cinco segundos y, cuando Mike y su esposa los dejan para trabajar solos, ofrece sacarse la camiseta si se encargaban de sus pastelitos. Antes de que Lucas pudiese siquiera gritar YO POR FAVOR Trent toma su lugar en la cocina. Desgraciado.
Si somos honestos, decir que se esforzaron sería mentir. En el momento que Sydney se desabrochó el mono y mostró sus senos, la cocina se convirtió en una pelea de harina cuando Danielle le rodó los ojos y le arrojó harina en los pechos. No faltó mucho tiempo para que Sydney se volviese loca, y para que Lucas gritase "¡Pelea de gatas!" y Trent se uniese con un "meow" espontaneo. Sydney comenzó a arrojarle cualquier tipo de ingrediente que pudiese encontrar. Huevos, fresas, cucharas, incluidos tarros y medidores. Parecía una guerra, y ambas chicas buscaban sangre.
Pronto Trent y Lucas se unieron a la batalla, ambos tomando lados. Naturalmente, Trent eligió quedarse con la bonita. Lucas, por supuesto, con su suerte, le tocó sentar cabeza con la rara. La pelea continuó por unos largos dos minutos (en los cuales Lucas se los pasó observando a la muchacha a su lado, sus ojos bañados en enojo puro) hasta que Mike y su esposa interrumpieron y los enviaron a casa con un sermón sobre la responsabilidad y - Dios mío, ¡¿Quién arrojó los platos de vidrio?!
Antes de irse, Lucas vio como Danielle se acercó a Sydney y le dijo, con los ojos brillando con enojo recientemente púlido: — Intentas hacer algo así otra vez, cara bonita, y te patearé tan fuerte que tus ovarios van a salir por tu boca.
Lucas suelta la carcajada más grande cuando ve el susto en el rostro de la morena. Trent muerde una sonrisa. Danielle camina por el largo pasillo hasta que gira a la izquierda, y se pierde de su campo visual.
Tres días después, Trent le enseña a usar una navaja. Sydney los observa mientras deberían estar doblando ropa para los pobres, riéndose del rostro frustrado de Trent cuando se da cuenta de que Lucas es pésimo utilizando artefactos que pueden matarte, retocando su maquillaje. En la esquina, Danielle parece ser la única trabajando.
Y es un poco raro, porque Lucas nunca se había sentido tan en casa con nadie más.
— ¡Oye, Danny! — Le grita Lucas desde su lugar, observando como la misma trabaja. Ni siquiera levanta la vista de sus quehaceres, ya detestando el apodo del chico — ¿No quieres intentarlo tú? sabes, es más fácil que sacarle los ovarios a alguien por la boca.
Sydney lo fulmina con la mirada como si pudiese matarlo de esa forma. Lucas está seguro de que Danielle desearía poder hacer lo mismo, por la manera en la que lo observa.
— No - no lo necesito — Responde simplemente. Trent parece un poco sorprendido, pero pronto lo deja pasar como un simple comentario. Lucas piensa que, tal vez, haya más de Danielle de lo que conoce el ojo.
No es hasta una semana después que Lucas puede tener una conversación a solas con la misma. Es día de entregar juguetes a caridad, y Mike les había explicado que se separarían en grupos de a dos para entregar los mismos a las distintas familias en distintas Iglesias de la zona. Y le asignaron, por supuesto, a la rara. Otra vez. Gracias, Universo. ¿Nunca la bonita? ¿En serio? Caminaban por las calles de la Avenida Redhood, en un silencio bastante incómodo. Ambos cargaban grandes cajas de juguetes para niños, ¿Y no se le ocurría alguna broma para aligerar el ambiente? ¿Qué clase de chico raro eres, eh? ¿Uno qué no puede hablar con la chica que amenazó con castrar a otra solo por qué le arrojó un poco de harina? ¿La chica que aparentemente no necesita clases sobre cómo usar una navaja porque ya sabe cómo usar una? Decepcionas a tu público, Lucas.
— Así que...
— Hm...
Silencio otra vez. Bleh.
— Detesto el servicio comunitario — Murmura, levantando un poco más la caja hacía su pecho. Las manos le duelen como la mierda. A decir verdad, Lucas nunca fue el más fuerte de su clase. O el de alguna clase, pero, lo que sea.
— ¿Por qué?
La pregunta lo toma desprevenido. No había esperado una respuesta por parte de ella, mucho menos que lo hubiese escuchado. Siempre había asumido que ella estaba encerrada en su pequeño mundo, y que rara vez dejaba que alguien lo penetrara. Danielle lo mira expectante, como si su respuesta fuese importante. Sus ojos grandes y azules lo perforan en formas que no deberían existir.
— Bleh — Responde, después de unos segundos de silencio para recuperarse de la sorpresa —. No me gusta tener que lidiar con todas las cosas que dejan los demás para quedar bien. A nadie le importa donar, o esas cosas. Para la gente, es como deshacerse de cosas que no necesitan sin tener que quemarlas o pagar por un basurero, u algo así. Una necesidad, o, lo que sea.
Su propia respuesta lo deja un poco sorprendido.
Claramente, la respuesta la deja pensando. Lucas sonríe orgulloso. Se acaricia la barbilla con la mano, y, después de unos minutos de pensamiento, cuando llegan a su destino, al ver las caras sonrientes de las familias, los niños riendo, Danielle se acerca con una media sonrisa. Le da un mono de felpa, gris, gastado, con las patas demasiado largas y sucias con lodo, estéticamente desagradable, y le susurra, — Al final de cuentas, lo vale, ¿no crees?
Esa noche, a Lucas le cuesta dormir. No puede dejar de pensar en la sonrisa de Danielle, en sus ojos. Violentos, demasiado guiados por el instinto, y en la sonrisa dulce de esa tarde, en sus gruesos anteojos, y se dice a si mismo que se odia cuando recuerda que prefirió pasar la tarde con un par de senos. ¿Quién era realmente Danielle? Se preguntó, rodando entre las mantas de seda, ¿Qué habrá hecho alguien como ella, gafas y sonrisas, para terminar en un agujero negro como lo era el centro de rehabilitación?
Es el día número veinte de su servicio comunitario cuando Trent le dice que está saliendo con Sydney. Aparentemente, el tío con el que antes salía la golpeaba, Trent lo atrapó en el acto y le rompió un par de dientes. Incluso se besan frente a él, mientras pican basura en un parque cerca del centro. Trent viste la sonrisa más grande que Lucas alguna vez haya visto. Cuando ve a Sydney, está acariciándole el brazo y los mira con ojos grandes. Si Danielle está sorprendida, no lo demuestra; A su lado, sigue picando botellas de plástico como si fuera un hobby.
— ¿En serio? — Dice, un poco escéptico —, No se conocen desde hace, no lo sé... ¿veinte días?
— El amor no conoce de tiempos — Ataca Sydney, cruzándose de brazos. Trent imita las acciones de su novia, como una pareja de preescolar.
— Tampoco de cerebros — Murmura detrás la rubia, probablemente rodando los ojos.
— Tranquilos, amigos — Habla Lucas antes de que una pelea se desate, conteniendo la risotada —, ¡Estoy feliz por ustedes, son grandes noticias! — Tomando a Trent por los hombros, lo apartó un poco, pegándolo más a su cuerpo, como para contarle un secreto, sin apartarlo de ambas chicas, intencionalmente — ¿Y? ¿Ya le has dado de tu amiguito? Ya sabes, ¿Te dejo inyectar su flor?
Detrás de ellos, puede oír a las dos muchachas haciendo ruidos de desaprobación.
— No — Le informa Sydney cuando Tret abre la boca para hablar. El mismo la cierra, un poco despechado, y asiente con la cabeza, con una mueca de infelicidad —. Para que lo sepas, soy virgen. Y así me quedaré hasta que me case — Concluye, y por primera vez, Danielle le sonríe. La sonrisa no es amenazante, ni tampoco es grosera. Una verdadera sonrisa.
— Creo que eso es genial — Le dice sinceramente, y Sydney le devuelve la sonrisa, un poco sorprendida.
— Creo que eso es terrible — Dice Lucas de repente, abrazando fuertemente a su amigo, como si soltarlo pudiese hacer que rompiese en llanto allí mismo. Para sorpresa de nadie, Trent le abraza de vuelta.
Una semana y media después, el primer mes pasa volando. Después de aquél día, Sydney y Danielle se convierten en mejores amigas. De repente, así como así, Danielle sabe todos los secretos de Sydney, y viceversa (Lucas piensa que es bastante sexy. En cambio Trent, estando involucrado en medio de todo eso, no. Lo que sea). Todos se encuentran en el centro, y Lucas reclama por un abrazo grupal. Nadie acepta, para sorpresa de nadie. Hay pizza que horneó la esposa de Mike porque, al fin y al cabo "se la merecen por no haber intentado asesinarme hasta ahora." (Eso suena menos tentador de lo que debería). Es uno de los días en el que pueden relajarse un poco antes de salir a trabajar otra vez.
Es extraño. Trent y Sydney tienen las manos entrelazadas como si soltarse implicaría que nunca volverían a tocarse otra vez. Danielle está acostada en el suelo, comiendo la última rebanada de pizza de peperonni, y Lucas tiene sus piernas descansando sobre ella. ¿Quién lo hubiese pensado? Los tercos, drogones, molestos y probablemente alcohólicos chicos problemáticos encuentran un hogar dentro de ellos mismos. Pero de repente, un flash los ciega por unos momentos, haciendo que Sydney suelte una pequeña exclamación de sorpresa.
Cuando por fin pueden abrir los ojos, y del gran "¿Qué mierda?" que escapa de la boca de Danielle, ven a la esposa de Mike, la Sra. Moore, con una cámara en mano y una sonrisa en el rostro. La misma los observa por última vez y se va de la sala.
— Eso fue raro — Lucas murmuró, rascándose los ojos con determinación. Debajo de sus pies, Danielle ríe un poco. Por alguna razón, lo hace sonreír. Una idea se plantó inmediatamente en su cabeza — Hey, ¿jugamos verdad o consecuencia?
— ¿Qué? — Preguntó Trent, la propuesta tomándolo desprevenido. Su cara mostraba una sonrisa divertida — ¿Ese juego de niñas de doce años?
— Dice el tío que juega a rebotar pelotas naranjas — Contraataca divertida Danielle. Su sonrisa dulce muestra que era una simple broma, sin embargo, Trent sostiene su mano libre en su corazón, como si el comentario le hubiese lastimado verdaderamente. La misma ríe un poco antes de contestar, y su sonrisa hace que algo tironeé el corazón de Lucas al saber que esa risa no era dirigida a él —. Yo digo que sí.
— ¡Yo también! — Contesta Sydney, moviéndose para terminar en el suelo junto a su amiga quién ya yacía sentada y expectante, obligando a su novio a sentarse a su lado. Lucas junta sus manos en un aplauso rápido y se sienta como indio del lado derecho de Danielle — Bien, ¡Yo primero! Tr -
— ¡Danielle! ¡Danny! ¡Danina! ¡Danonina! — Interrumpió Lucas, demasiado emocionado como para que le importen las miradas extrañadas de sus amigos — ¿Verdad o consecuencia?
— ¿... Verdad?
No hace falta que piense demasiado en su pregunta.
— ¿Por qué estás en Servicio Comunitario?
El mundo pareció parar el momento en que la pregunta salió de sus labios. La mirada divertida de Danielle pronto se volvió una más dura, forzada y helada. Sus ojos, azul océano, se vuelven fríos y distantes en un segundo, y esa violencia que había presenciado antes (una que nunca había sido dirigida hacía él) se hizo presente en los mismos. Su corazón se sentía pesado en su pecho, sabiendo que todo ese odio, todo ese enojo – iba dirigido únicamente a él. Sus manos se transformaron en puños y su sonrisa se borró completamente. Sydney, a su lado, permanecía boquiabierta. Claramente sabía que había sucedido con ella y las razones por las que se encontraba en el grupo. El momento en el que la rubia se levantó, los dientes apretados, Lucas se arrepintió profundamente de su decisión.
— ¡Ese no es tu problema, lunático! — Gritó la rubia, el enojo evidente en su voz, dando grandes pasos hasta la salida. La puerta se cerró con un gran estrépito y la habitación se sentía vacía se repente.
— ¿Qué demonios, Lucas? — Exclamó Sydney, mirándolo como si hubiese cometido el peor crimen del siglo. Estaba decepcionada, y en sus ojos brillaban llamas de enojo. Trent, a su lado, miraba a su novia, la puerta y a su amigo, sin comprender nada.
— ¡Tenía curiosidad! — ¿Es que nadie se lo pregunta?, piensa sin creerlo.
— Si tanto quieres saberlo — Sydney le dice, interrumpiendo sus pensamientos. Estaba levantada, mirándolo desde arriba y lo hace sentir como la escoria que es. Trent se levanta con ella. Los ojos se ambos se clavan en su piel y no lo dejan ir. Siente como los juzgan, lo observan —, ¡Bien! ¿Sabes por qué demonios está cumpliendo Servicio Comunitario? Por qué apuñaló a un tipo que intentó tocarla. ¿Feliz, Lucas?
— Espera, ¡¿Qué?!
Pero Sydney y Trent ya estaban fuera de la sala.
"¿Qué demonios, tío?" Era verdaderamente lo único que Lucas podía pensar mientras caminaba hasta su hogar. La pizza ahora le pesaba en el estómago, y tenía un nudo constante en la garganta, sabiendo el mal que le había provocado a su... ¿amiga? ¿Qué demonios era Danielle para él? No se sentía de esa forma. Había algo más. Algo que Lucas no sabía describir con sus propias palabras y pensamientos.
Necesitaba cocaína. Necesitaba consumir. Necesitaba un poco, necesitaba olvidar de todo. ¿Quién habría pensado que tener amigos te hacía sentir tan pésimo? ¿Tan desagradable? ¿Quién sabía que sentir todas estas cosas extrañas por una chica a la cual literalmente le importas tres peniques podía llevarte al borde del abismo? ¿Y si alguien sabía, por qué no le había avisado antes? Lucas extrañaba eso de poder sentirse bien sin tener que, ya sabes, comer azúcar por la nariz.
Todo era una mierda.
Sin darse cuenta, había terminado en un callejón. Por supuesto, Lucas conocía el mismo como la palma de su mano. Allí había comprado, consumido y hasta vendido más cosas de las que su orgullo le permitía numerar. Su subconsciente lo había arrastrado hasta el lugar donde lo había comenzado todo. Observó a la gente a su alrededor, rubias con demasiado delineador y poca ropa, muchachos con ojos perdidos, jeringas en el suelo, gente rota - Un poco más destruida que él mismo. ¿Valía la pena arriesgar todo por unos minutos de olvido?
Las sirenas de los policías fueron suficiente advertencia. La respuesta era un firme y controlado: No. Por supuesto, los policías, quiénes ahora se encontraban atrapando a absolutamente cualquiera que decidiera estar cerca, no le creyeron una palabra. La noche cada vez se ponía mejor y mejor. Gracias, Universo.
Afortunadamente, los policías pudieron determinar que no estaba drogado (Después de largas explicaciones y de contar del uno al cien al revés) y le dieron un viaje a casa de cortesía. Gracias, policía de Seattle. Gracias. ¿Y quién estaba en la puerta para recibirle? Una madre preocupada, en bata, tiritando bajo el frío de Seattle a pesar de ser verano. Los policías le dieron el adiós, y dejaron el humo de su patrulla como recordatorio de que alguna vez estuvieron allí. Su madre lo abrazó con todas sus fuerzas y se encerraron dentro de su hogar. Donde, obviamente, su madre comenzó con el sermón matutino.
La cocina le olía a depresión.
— Te lo he dicho, Lucas — Sonaba desesperada, casi igual de hundida que su hijo —. Te dije, pero nunca escuchas. Eres igual que tu padre...
¿Era eso cierto? ¿Lucas realmente se estaba convirtiendo en su padre? ¿En un delincuente? ¿Ese era su destino, ser y vivir en escoria? Parecía que eso era todo lo que la gente veía en él: a su padre.
Las piernas comenzaban a fallarle cuando interrumpió el griterío de su madre.
— Voy a la cama — Dijo, sin ánimos de escuchar más discusiones.
(Aunque, si somos honestos, no pudo siquiera cerrar los ojos).
La mañana siguiente, en el centro comunitario, las cosas no iban bien. Lucas ahora no podía esperar a que las horas de Servicio terminaran. Danielle no lo miraba a los ojos, y Sydney no se atrevía a hablarle por proteger a su amiga. Trent era el único dispuesto a hacerlo, y, aun así, lo hacía de manera distante, como si hacerlo le costase horrores. Intentaba concentrarse más y más en las tareas, pero sus ojos, eventualmente, siempre terminaban en Danielle. Era inevitable, y bastante molesto, pero, ¿Qué se suponía que iba a hacer? ¿'Hey, lamento haberte hecho sentir tan vulnerable, no tenía idea de que habías apuñalado a un tío. Ni que casi te violan. Y también siento cosas por ti, creo. No lo sé, tal vez'? No era tan fácil como las películas lo hacían parecer.
Y su vida continúo igual de triste y solitaria por una semana más. O por lo menos, hasta que encontró a Danielle llorando en el vestidor una mañana temprano.
Fue algo así como un milagro: La única manera en la que Lucas pudiese levantarse remotamente temprano era si estaba sufriendo de depresión. Y, ese día, había decidido presentarse al grupo más temprano y dibujar penes en la pizarra de quehaceres, o algo para entretenerse y dejar de pensar en su patética vida. En el momento que abrió la puerta para cambiarse su mono, la encontró llorando (más bien, limpiándose las lágrimas, sorbiéndose la nariz y corriendo todo su delineador), sentada en el suelo, cigarrillo en mano, coletas en el suelo.
— ¿Danny? — Dice, cuidadosamente, acercándose sigilosamente hacía ella. La misma levanta la cabeza para verlo, e intenta fulminarle con la mirada lo más que puede con los ojos llenos de lágrimas y el maquillaje corrido.
— ¿Qué quieres? — Suena más como un perrito lastimado que como algo amenazante, pero Lucas no se atreve a comentarlo.
— ¿Qué sucede? — Habla Lucas, ignorando su pregunta por completo. Danielle esconde su cabeza entre sus piernas.
— Te odio — Le responde, y el corazón se le parte un poco.
— Yo también me odio.
Danielle toma una bocanad de aire. Las manos le tiemblan cuando deja caer lo último de su cigarrillo al suelo y lo apaga con la palma de su mano. Ni siquiera hace una mueca de dolor.
— Me invitaron a una fiesta, en la casa de una chica popular llamada Macy — Comenzó, sorbándose la nariz —, esas a las que las chicas como yo nunca son invitadas — Lucas ignora sus pensamientos cuando su cerebro empieza a cuestionar quién demonios no querría tenerla cerca —. Una oportunidad que no podía perder... Y había un tío. Era guapo, y, bueno - hablamos un poco. Me gustaba. Yo le gustaba. Me pidió que le acompañe a la cocina y... comenzó a tocarme. Y... y...
Lucas cerró el puño hasta que sus nudillos se volvieron blancos.
— Y luego le clavaste el cuchillo.
—... En el ojo — Agregó.
— Ruda — Soltó, y a su lado, Danielle dejó escapar una risita. Sin embargo, Lucas no podía compartir su tranquilidad. El corazón le pesaba tres toneladas en el pecho, y sentía una furia inhumana. Cuando pensaba en el hombre que se había atrevido a hacer semejante cosa lo asqueaba hasta más no poder. Lo hacía sentir inútil, impotente, ineficaz. Como si, por arte de magia, no estar ahí para ella - para salvarla - fuese su culpa. Danielle lo observaba en silencio, observaba la forma en la que su rostro se volvía de color rojo carmesí con cada segundo de silencio que pasaba.
El simple pensamiento de encontrar a Danielle en una situación así hace que la sangre le hierva y, de verdad, a Lucas le encantaría entender que mierda le está pasando. Danny parece querer preguntar cosas, sobre él, sobre todo, pero no abre la boca para vociferar ninguna.
Pausa.
Danielle espera, conteniendo su aliento como si su vida dependiese de ello.
— Me atraparon con droga, como ya sabes. Yo. Ugh... Mi vida es un caos — Le confiesa, apoyando su cabeza en su mano —. Mi madre quiere echarme, mi padre está en la cárcel, y - y todos creen que voy a convertirme en él. Que, al final, no importa lo duro que trabaje, cuanto me esfuerce, mi vida va a caer en picada y terminaré como él. Solo. Lastimando a todos los que me rodean y- y. No lo sé. Quisiera que alguien me viese como algo más que un criminal, o - o, no lo sé.
Danielle lo miró con una mueca de confusión, como si no entendiese la situación. Y, ¿quién podía culparla? Lucas no se entendía a sí mismo. ¿Realmente esperaba que alguien más lo hiciera?
— Supongo que... — Prosiguió, con un nudo en la garganta —. Solo quiera alguien que me vea con ojos distintos.
Eventualmente, la rubia negó con la cabeza, — Nunca creí... — Comenzó, pero se interrumpió rápidamente —. Siempre que te veo, a ti - a Lucas, veo a un chico intentando escapar de algo. Eres Lucas, no tu padre. Solo tienes que ser como tú te imaginas a ti mismo, ¿No crees? No - no necesitas a alguien que se dé cuenta por ti.
Una electricidad le recorre la espalda y es como un sentimiento de adrenalina lo corrompe por completo. Por qué - por supuesto, ¿Cómo no lo había visto antes? Se sentía tan estúpido. Si había alguien, en algún lugar en la Tierra, que le importase Lucas remotamente, sería a ella. Con sus gafas grandes, con su instinto violento, la chica que acuchilló a un tipo en el ojo. La chica que siempre estuvo ahí, de alguna manera u otra, en sus pensamientos.
La sangre le sube al cerebro y siente que su cerebro es pisado mil veces por un tren cuando se acerca a los labios de su amiga... ¿Amiga? ¿Puede considerarla como una después de cuan evidentes son sus sentimientos hacía ella? El corazón le late tan rápidamente que se sorprende cuando Danielle no comenta sobre ello. Espera, tachen eso Se sorprende cuando Danielle no dice nada, sino que toma sus manos. No exige nada, solo las sostiene. Como si se aferrara a ellas porque de su vida dependieran.
Cuando sus labios se apoyan en los suyos, y puede sentir, literalmente, el sabor a fresas de su lápiz labial y el humo de un cigarrillo gastado, Danielle se aleja, soltando sus manos y levantándose del suelo abruptamente. Y de verdad, Lucas intenta mantener la sonrisa en su rostro, no por él sino por ella, pero no puede evitar que tiemble un poco.
— Creo que... — Interrumpe Danielle —. Quiero, em. Qu-quiero ser solo amigos, Lucas.
Oh.
— Oh.
— Um...
— ¿E-estuve mal - o? — Pregunta con la cola entre las patas. Dios mío, lo arruiné, piensa. Arruiné mi oportunidad.
— ¡N-no! ¡n-no! — Le asegura, levantando las manos en aire —Es solo que… nadie nunca se queda, Lucas. Y – y. No quiero perderte.
— Danny, yo...
— Lo siento, Lucas — Le dice, la voz pesada — ¿Estamos bien?
— Siempre — Contesta, y la respuesta deja un sabor metálico en la boca.
Y lo deja para que se ahogue en sus penas, solo, en la oscuridad del vestidor del centro de rehabilitación. Sus ojos se sienten pesados, ahora, como si estuviese a punto de llorar. ¿Qué demonios? No ha llorado desde el segundo grado cuando se rompió el tobillo. Y esa es una buena razón para llorar, no - no está estupidez.
Gracias, Universo. Otra vez.
Al final, todo vuelve a la normalidad después de tres días. Sydney y Trent no sueltan sus manos, Danielle sigue siendo la única dispuesta a trabajar, y Lucas continúa molestando a todo el mundo. Excepto que, las miradas a Danielle se han puesto peor. Cada vez que tiene la oportunidad, le observa. Sus ojos azules, y su cabello, su todo. Es una montaña rusa emocional. Porque está bastante seguro de que está completamente enamorado de ella. Cada vez que le ve, siente que vuela. Su visión se difumina, por alguna estúpida razón, y solo quiere arrojarse sobre ella y besarla hasta que se le acabe el aliento. Y es estúpido. Pero es amor.
Puto amor. ¿Qué bien le hace a las personas si la persona que amas nunca te amará de vuelta?
Trent le dice que algún día se dará cuenta, que Danielle volverá y caerá a sus brazos por que la última vez que habló con Sydney le había dicho lo enamorada que estaba de él. Lo cual es probablemente una mentira, pero se siente bien saber que Trent mentiría por él. Sydney, en cambio, le dice todo tipo de cosas para conquistar a Danielle, como su colonia favorita, como adora el aroma a menta, los chocolates con fresas - ya saben, cosas que serían útiles si ella siquiera pudiese verle a los ojos.
Lo evita a cualquier costo. Nunca permite que estén en la misma habitación juntos, solos en la oscuridad. Si Sydney o Trent no están allí, escapa rápidamente de su agarre. Pero, por lo menos, todavía ríe de sus chistes y deja que le acaricie el cabello de cuando en cuando. La sonrisa vuelve a su rostro en el cuarto día y, ¿es muy triste si Lucas admite que es lo único que quiere ver en su rostro para siempre?
La vida es una mierda, realmente.
Pero Lucas comprende cuan mierda es la vida después de quince días, el último día del segundo mes, cuando recibe la llamada de una Sydney preocupada a las tres de la mañana, gritando desde la otra línea del teléfono diciendo que hubo un accidente,un auto, Trent, Trent, Trent. Un tipo borracho y está muerto, Dios mío, Lucas hay policías por todas partes y él no está, no, no sé qué hacer -
Para cuando Lucas llega al Hospital, ya está muerto. Golpeó su cabeza contra el parabrisas con tanta fuerza y potencia que los vidrios se le incrustaron en el cerebro a tal punto que solo pudo vivir cinco minutos después del choque. El conductor borracho muere en el camino al Hospital, y de repente, Lucas ya no tiene un mejor amigo. Ya no hay Trent. Ya no hay - ya no está.
Sydney está en el suelo, llorando y sosteniéndose el pecho, su mano tironeando la camiseta carmesí, como si estuviera buscando algo que ya no está. Danielle está sentada, a su lado, lágrimas silenciosas corriéndole por las mejillas, y sus labios se mueven, como si estuviese recitando las últimas palabras que su buen amigo le había dicho. Cuando las ve a ambas, abre los brazos y las atrapa en un abrazo tan fuerte que las deja sin aliento por un tiempo. Mientras las sostiene (se promete a si mismo que no iba a dejarlas ir), Sydney le admite, en el oído, como si fuese un secreto de niños, que preferiría que fuesen los brazos de alguien más. Lucas admite que él también.
Y es aún más extraño que aquella vez cuando se sentía en casa rodeado de gente que apenas conocía. Ahora, se siente vacío. Como si algo faltase, como si la ausencia de su amigo le pesara tanto en los hombros que, al fin y al cabo, ya no le importaba si terminaba como su padre o no, porque él no estaba aquí para verlo. De sus ojos brotan lágrimas, y se pierden debajo de su barbilla.
Pasa una semana antes de que el fantasma de su mejor amigo se le aparezca, sentado en el borde de su cama. Por supuesto, no es su fantasma. Probablemente sea el producto de las tres botellas de vodka vacías debajo de su cama. Trent lo observa, con los ojos verdes brillando en la oscuridad. En el medio de su cabeza hay un vidrio incrustado, y la sangre cea de la herida. Sonríe. Y Lucas quiere decirle un millón de cosas, porqué tuviste que irte, las chicas te extrañan, demonios, y-yo te extraño - pero las palabras no salen de su boca. Como si estuviera cosida, o algo similar.
Desaparece a los tres segundos.
El día de su funeral, mientras observa el cajón de su mejor amigo descender a la tierra, a ese agujero del cual él nunca va a salir, sin despedidas ni bienvenidas ni cartas de felicitaciones ni pizzas ni tartas de fresas o juguetes para los pobres, ni siquiera monos anaranjados o anime o navajas, Lucas tiene una epifanía observando la foto que la Sra. Moore le tomó el primer mes, hundiéndose junto a él. De un momento a otro, se encuentra junto a la chica de sus sueños.
— No creo que esto de 'solo amigos' esté funcionando — Le susurra al oído, con una sonrisa triste bailando en sus labios —. Tengo el presentimiento de que la vida para nosotros - los tercos, drogones y problemáticos - no dura mucho tiempo, y creo que lo mejor sería explorar todas nuestras opciones.
Danielle toma su mano.
Al final, estarían bien. Siempre lo estaban.
- an:
- BuEEEEENO. eso fue todo. ojalá les haya gustado. quise incluír mucha amistad al fic, por que, al fin y al cabo, la amistad también es gran parte de san valentín. bueno, gracias por leer, y que tengan un feliz 14 de febrero
Invitado
Invitado
Re: fresh pair of eyes.
KÉ JENIA SOS, LU.
Yo, qué voy a saber, me hiperventilé con el título. pensÉ QUE ERA EL MEJOR QUE HABÍA LEÍDO EN EL MUNDO. Y luego leí todo lo que escribiste y dije qué aCERTADO TÍTULO PARA VOS, LU. Porque sos genial, no sé. Genial, con como escribís y lo que me hiciste sentir. Y en advertencias ponés que vas a mencionar senos, y bueh, reí.
Pero Lucas y el tengo dieciséis mamá. lo enTIENDO TANTO. Me encantó cómo lo escribiste todo, magistral. Re gracioso, qué decirte.
Y trENT porque me encantaba lo de sus tarjetas de Digimon y su navaja que te apUESTO NO SABÍA USAR (bueh, quizás sí). Y que le pasó lo que le pasó (SE MURIÓOOOOOOOOporque yo amar spoilers) y luego cuando apareció en la cama de Lucas. |?| Sí, me encantaron los dos.
luCAS EN ESPECIAL CUANDO SALE CORRIENDO DE LA POLICÍA PORQUE LO IMAGINÉ COMO LO MÁS GRACIOSO DE LA VIDA QUE ME DIERON GANAS DE SER ÉL PARA EXPERIMENTAR ESA ADRENALINA DE LLEVAR COCAÍNA EN LA MANO MIENTRAS ME PERSIGUE UN TIPO DE DOS METROS.
Y nada, lo de la vida que dura poco y las opciones que tienen que ser exploradas me mató. Tantas gracias, Lu.
Yo, qué voy a saber, me hiperventilé con el título. pensÉ QUE ERA EL MEJOR QUE HABÍA LEÍDO EN EL MUNDO. Y luego leí todo lo que escribiste y dije qué aCERTADO TÍTULO PARA VOS, LU. Porque sos genial, no sé. Genial, con como escribís y lo que me hiciste sentir. Y en advertencias ponés que vas a mencionar senos, y bueh, reí.
Pero Lucas y el tengo dieciséis mamá. lo enTIENDO TANTO. Me encantó cómo lo escribiste todo, magistral. Re gracioso, qué decirte.
Y trENT porque me encantaba lo de sus tarjetas de Digimon y su navaja que te apUESTO NO SABÍA USAR (bueh, quizás sí). Y que le pasó lo que le pasó (SE MURIÓOOOOOOOO
luCAS EN ESPECIAL CUANDO SALE CORRIENDO DE LA POLICÍA PORQUE LO IMAGINÉ COMO LO MÁS GRACIOSO DE LA VIDA QUE ME DIERON GANAS DE SER ÉL PARA EXPERIMENTAR ESA ADRENALINA DE LLEVAR COCAÍNA EN LA MANO MIENTRAS ME PERSIGUE UN TIPO DE DOS METROS.
Y nada, lo de la vida que dura poco y las opciones que tienen que ser exploradas me mató. Tantas gracias, Lu.
PARACETAMOL
Re: fresh pair of eyes.
mUERO, me alegraste la vida aga. me pone sUper feliz que te haya gustado y que te hayas tomado el tiempo para dejar un comentario agsdhga muchas gracias por tanto perdón por tan poco (??)Hans escribió:KÉ JENIA SOS, LU.
Yo, qué voy a saber, me hiperventilé con el título. pensÉ QUE ERA EL MEJOR QUE HABÍA LEÍDO EN EL MUNDO. Y luego leí todo lo que escribiste y dije qué aCERTADO TÍTULO PARA VOS, LU. Porque sos genial, no sé. Genial, con como escribís y lo que me hiciste sentir. Y en advertencias ponés que vas a mencionar senos, y bueh, reí.
Pero Lucas y el tengo dieciséis mamá. lo enTIENDO TANTO. Me encantó cómo lo escribiste todo, magistral. Re gracioso, qué decirte.
Y trENT porque me encantaba lo de sus tarjetas de Digimon y su navaja que te apUESTO NO SABÍA USAR (bueh, quizás sí). Y que le pasó lo que le pasó (SE MURIÓOOOOOOOOporque yo amar spoilers) y luego cuando apareció en la cama de Lucas. |?| Sí, me encantaron los dos.
luCAS EN ESPECIAL CUANDO SALE CORRIENDO DE LA POLICÍA PORQUE LO IMAGINÉ COMO LO MÁS GRACIOSO DE LA VIDA QUE ME DIERON GANAS DE SER ÉL PARA EXPERIMENTAR ESA ADRENALINA DE LLEVAR COCAÍNA EN LA MANO MIENTRAS ME PERSIGUE UN TIPO DE DOS METROS.
Y nada, lo de la vida que dura poco y las opciones que tienen que ser exploradas me mató. Tantas gracias, Lu.
Invitado
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