Silence is Salvation

—¿Está listo?—el señor Stark estaba más que impaciente por saber si su nuevo producto ya podía ser usado. Sus empleados estaban desesperados por lo mucho que el jefe los presionaba y agotados por los arduos días de trabajo.
—Está lista, señor—uno de sus empleados le dio la gran noticia.
— ¿El sujeto está preparado?—él estaba cada vez emocionado por saber si ya todo estaba listo. El trabajador asintió con la cabeza y el señor Stark se levantó de su escritorio y se dirigió al centro de prueba.
Stark Industries estaba trabajando en un nuevo producto, que, según ellos cambiaría al mundo, bueno, así fue pero no de la manera que ellos esperaban. ¿Cuál era el objetivo de esa droga? Mejorar la capacidad mental de quién la consumiera.
Tres empleados con sus respectivos trajes de protección entraron al Centro de Prueba, mientras que el señor Stark estaba a salvo detrás del vidrio.
El sujeto de prueba era un chico de unos veinte tantos años, muy guapo y con una larga vida por delante. Aceptar probar una nueva droga no fue la mejor, ni la más inteligente, decisión que tomó en toda su vida, él nunca imaginó el riesgo que corría.
La jeringa estaba lista al igual que el chico, acostado en una camilla con correas sosteniendo sus piernas y brazos. Luego de recibir la orden, uno de los empleados se encargó de inyectarle la droga al chico. Este comenzó a convulsionar, su cuerpo no aguantó mucho, la droga había matado las neuronas y células de su cuerpo, y junto a ellas al chico.
—Primera prueba, fallida— el señor Stark habló a su grabadora, se sentía un tanto decepcionado— Lleven el cuerpo al deposito.
Sí, tenían una morgue, no sé si eran muy crueles o les gustaba estar preparados.
Levantaron el cuerpo e hicieron lo que su jefe les ordenó, al dejar el cuerpo en una de las tantas camillas, el chico resucitó, sus ojos eran cristalinos, su cuerpo se había descompuesto de manera inmediata y solo pensaba en comer. Los empleados se asustaron tanto que quedaron totalmente inmóviles, eso le hizo al chico fácil la tarea de comérselos.
El señor Stark nunca supo que le había pasado a sus empleados, pero nunca le importó.
Uno de sus tantos empleados hizo algo que no debió, tomó la droga y comenzó a venderla de manera ilegal.
Así fue como todo esto comenzó.
Mientras tanto, Kyra presentaba su último examen.
Fue su último día feliz. El último día que se sintió segura. El sol de junio se colaba por la ventana dibujando un ribete dorado sobre su pupitre. Había llegado a la última pregunta, una gota de sudor se resbaló por su frente y sus lentes caían de a poco, arregló sus anteojos en el puente de su nariz y respondió con rapidez. Finalmente, el señor Godoy gritó ''Lápiz abajo''.
De los pupitres alineados brotaron suspiros, protestas y bostezos que nadie pudo acallar, ni siquiera el señor Godoy que gritó la frase por segunda vez. Fue pasando por cada pupitres recogiendo los exámenes, al llegar al de Kyra lo observó por un momento y luego le dio una mirada de aprobación. La chica suspiró aliviada y sonrío. Siempre tuvo la sensación de ser la favorita de Godoy, aunque nunca supo el porqué.
Salió de la secundaria alegre, estaba feliz de poder pasar las vacaciones con sus abuelos y no pudo dejar de sonreír hasta que escuchó una grito proveniente de la secundaria, intentó ignorarlo y seguir caminando pero su instinto le digo que no era lo correcto, dejó sus cosas en el suelo y entro corriendo a la secundaria, los gritos provenían del baño femenino, la chica abrió la puerta y entro con rapidez. Al hacerlo, se arrepintió de haberle echo caso a su instinto.
En el suelo yacía el cuerpo de una chica, tenía en la mano una jeringa, junto a ella con su cabeza sobre su regazo, estaba una rubia quien era la dueña de los desgarradores gritos.
—¿Qué le pasó?—la castaña no quería saber, pero aún así preguntó.
—Leyó de esa nueva droga en Internet—Kyra sabía de qué estaba hablando la chica—La compró y se le inyectó, cayó muerta minutos después—susurró las últimas palabras con dolor. Kyra le dio una mirada de consolación y luego observó a la chica. Sus ojos estaban abiertas, pero no tenían vida, comenzaba a oler a podrido y de la boca de la chica que hace unos minutos estaba muerta salían gruñidos sin sentido. Kyra retrocedió y la rubia se levantó extrañada—¿Que es esa cosa?
Ambas chicas se percataban de que lo que estaba frente a ellas no era algo normal, comenzó a caminar con lentitud en dirección hacía ellas y Kyra con un arma improvisada golpeó fuertemente a la criatura en la cabeza, acto seguido, cayó al suelo y la rubia lloró aún más.

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