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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Pacific Coast Academy.
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Re: Pacific Coast Academy.
Capítulo 07.
Your damn beautiful smile it makes me want to kill you
Se podría decir que era una de esas personas que piensan demasiado. Aun así, quizás no lo suficiente. A veces podía ser una tonta impulsiva, y luego hacerme la cabeza por las consecuencias de mis actos. Algún día aprendería, pero sin duda no era aquel día. Había conseguido convencer a las chicas de que algunos pastelitos rosas iban a reparar los daños causados la noche anterior, por supuesto solo quería hacerlas sentir mal por el papelón al que me habían empujado. Es decir, sí, quizás no debí quedarme dormida junto a Scott ya que ellas podrían malentender el asunto, pero ¿echarlo de esa manera? Por suerte alcancé a disculparme y no perder al primer amigo que había hecho en la Academia. Aunque pensándolo bien, si en verdad se convertía en mi amigo, tarde o temprano terminaría descubriendo que soy un manojo de nervios andante probablemente más rara que mis tres mejores amigas juntas. Pero qué se puede hacer.
Kate parecía muy entretenida frente al espejo del cuarto peinando su melena rubia y ondulada. Ya estaba cambiada, maquillada y una rica fragancia se sentía cuando ella caminaba por el cuarto. En su rostro aún se notaba el cansancio de anoche, el maquillaje tapaba sus ojeras, pero yo sabía perfectamente que la cabeza le punzaría si yo elevaba el volumen de mi voz un nivel más de lo usual.
—¿Zac Efron vendrá a la academia?—Kate se giró para mirarme como a una loca. —No lo sé, pregunto porque ese espejo está rogando que termines de arreglarte. —No pude contener mi carcajada cuando mi miró casi furiosa. La había descubierto, había alguien.
—Un poco de rubor tampoco te vendría mal As. —Su pincel con polvito rosa me llevó a rascarme instintivamente la nariz. Generalmente era un gesto de nerviosismo o de incomodidad, un reflejo mío. —¿No piensas prepararte? —Ella empezó a guardar algunos libros y anotadores en su mochila. No fue hasta ese entonces que me di cuenta de mi estado: En pijama, sin peinar, sentada sobre mi cama con la laptop en brazos. Pensando se me había pasado el tiempo volando. Scott prometió venir antes de entrar a clase para caminar juntos hasta el salón de física, mi oportunidad para demostrar que podía aparentar ser normal. Salté de mi cama y me dirigí al baño.
Cuando la puerta sonó yo había terminado justo a tiempo de vestirme y peinarme. —Ese debe ser Scott. —Alejé las pinturas que Kate acercaba a mi cara. —Compórtate. —Le advertí, apuntando con un dedo. Corrí hasta la puerta del cuarto para abrir.
—Tú no eres Scott. —Le dije al castaño que me recibió decepcionado.
—Soy Liam. Liam Payne. —Él sonrió de una forma tan apacible que no pude evitar hacerlo también. Me llevaba algunos centímetros de altura, tenía un rostro casi tierno, pero sus ojos oscuros estaban comenzando a ponerme nerviosa. —Es un placer. Debes ser Astrid. —No estaba mentalmente preparada para estrechar su mano, sin embargo lo hice. Seguramente ya me había puesto colorada. Diablos, ¿hacía calor o era solo él?
—Astrid. —Salté en mi lugar cuando Drew entró en mi campo visual.
—Ah, hola. —Tenía que admitir que estaba comenzando a sentirme mareada. —¿Cómo sabes dónde está mi cuarto?
—Kate me lo dijo. —Me respondió Liam, aunque no era exactamente a él a quien le preguntaba.
—Creo que me lo decía a mí. —Drew se le acercó con una mirada de recelo. Wow, qué bonitos ojos verdes, ¿siempre habían sido así de verdes? —Por cierto, ¿quién eres?
—Él es Liam. —El susodicho asintió.
—¿Sales con él? —Preguntó Drew, apuntándolo con el dedo.
—¿Qué? —Oficialmente estaba mareada.
—No, no… —Liam rió moviendo su mano en acto de negación.
—Seguramente buscas a… a… —¿Cómo se llamaba?
—Kate. —Completó él, y asentí.
—Astrid. —Scott se unió al semicírculo de chicos lindos que se había formado frente a la puerta. —Siento llegar tarde… ¿Está todo bien? —Scott puso dos dedos en mi frente y luego en mi mejilla, pero la suavidad de su tacto no hizo más que empeorar todo.
—Entonces es con él con quien sales. —Drew ahora apuntaba a Scott.
—¡No salgo con nadie!
—Te vez pálida, Astrid. —Scott aportó una muy útil observación.
—¿Puedes llamar a…?—Antes de que él terminara, exploté.
—¡Kaaaaaate! —Luego de un segundo ella estaba a mi lado.
—Sí, señora. Oh, mierda. ¿Estabas haciendo una fiesta y no me invitaste?—Le supliqué auxilio con la mirada cuando el trío de muchachos la saludó inconscientes de la alarma que sonaba dentro de mi cerebro.
—Kate. —Y en ese momento comencé a ver doble, cuando Liam se multiplicó por dos, pero cambió el color de sus ojos, acercándose a mi amiga rubia a tal punto de causarme claustrofobia.
—Yo me largo. —Fue la única cosa que dije antes de aferrar mi bolso a mi brazo y disparar lejos de ese genterío. Si alguien me tocaba en ese momento, juraría que iba a gritar. Pero no lo hice cuando Scott gritó mi nombre a lo lejos, pero Drew apareció a mi lado. —Lo siento, pero no me siento muy bien. —No se me ocurrió una mejor manera para alejarlo, y quizás fue por eso que él no lo hizo.
—Puedo verlo. ¿Ya desayunaste?
Tardé aproximadamente media hora para comenzar a sentirme verdaderamente mal. Y era por Scott. Pero me conocía demasiado bien a mí misma como para saber que si no me relajaba un poco no iba a durar mucho durante el resto del día. Cerré los ojos para ignorar el hecho de que Drew me miraba con una intensidad que estaba desintegrándome los pulmones. Respiré varias veces y dejé que el aire acondicionado desapareciera con una sola brisa mis preocupaciones. Al abrirlos nuevamente, Drew seguí allí, mirándome. Me colgué durante un par de segundos en sus ojos verdes, pero rápidamente giré la cabeza y rasqué mi nariz. Sin embargo, él no se mosqueó.
—Estás incomodándome. —Mi vaso de café era la cosa más interesante que tenía en mis manos en aquel momento. Por alguna razón, no podía dejar de verlo. Era eso o enfrentar al señor Ojos Bonitos. Aun así lo hice, para chocar con una sonrisa más deslumbrante que muchas perlas bajo la luz del sol. —¿Qué sucede contigo?, si no te alejas…
—¿Vas a colapsar? —Asentí sinceramente. Drew me provocó más poniendo su brazo detrás de mí. Calor. Nuevamente el calor abrasador se apoderaba de mí. —Ha pasado mucho tiempo.
—¿Verdad que sí? —Reí nerviosa.
—Cambiaste mucho desde la primaria. —Me reí. No porque fuera gracioso, para nada. Me reí porque los nervios salían en forma de carcajadas. —Relájate As. —Drew rio como si ningún problema perturbara su paz. Un apretón en mi hombro no relajó mi postura recta, menos cuando esa misma mano se dirigió a mi cintura. Bien, paremos acá.
—Perdón, pero no me gusta que invadas mi espacio tan abruptamente. —¡Sí! ¡Eso fue lo que dije! ¿Increíble, verdad? Moví mi trasero lejos de dónde él estaba sentado, pero aun así se acercó más a mí.
—Perdón, pero me encanta que tú invadas mi espacio. —Quizás ese toque en mi mejilla estuvo de más. —A decir verdad, fue muy bueno volver a verte. Supongo que lo deseaba inconscientemente. ¿Tú no? —Nada. Ni una palabra podía salir de mi boca después de eso. Era posible que Drew se haya dado cuenta del efecto que su cálida sonrisa, combinada con su verde mirada y su cercanía tenían sobre mí. Pero a pesar de que mi mente viajó al infinito y más allá cuando lo tuve a solo un par de centímetros de mi rostro, salté de mi asiento cuando vi a Scott a lo lejos.
—Me tengo que ir. —Y salí disparando de su agarre, escuchando como Drew soltaba algunas maldiciones. —¡Te veré luego! —Le grité a tiempo antes de acercarme a Scott.
—Hey. —Saludó él, pero solo pude empujarlo hacia el salón de clases mientras murmuraba “camina, camina” temerosa de que el chico Anderson regresara por mí. Digamos que fuerza de voluntad no era exactamente “fuerte” en los momentos que compartía con él. Y antes de parecer una estúpida ingenua, mejor me mantenía alejada. Aunque en mi mente no dejaba de preguntarme por qué alguien tan atractivo e inevitablemente reconocido como Drew iba a tener ganas de coquetear conmigo. Porque eso hacía, ¿verdad? Coquetear. Aunque, vamos, me estaría mintiendo a mí misma si decía que no había una considerable falsedad en su sonrisa. No era para nada similar a lo que yo recordaba de él.
Nuestra historia no fue tan trágica como desearía. Simplemente recordarla me provocaba ganas de correr directo a un muro de ladrillos y ver qué pasaba. En su momento, todos decían que él estaba platónicamente enamorado de mí, cuando íbamos a la escuela allá en Portland. Pero yo era demasiado insegura como para creerles, aunque la idea no me disgustaba tanto. En aquel tiempo Drew no era tan guapo como lo es actualmente, se podría decir que la pubertad le sentó de maravilla. Pero más allá de eso, la idea de que un chico estuviera enamorado de mí era esperanzadora, pero siempre creí que era mentira. Lo seguí creyendo hasta que él se mudó, y lo sigo creyendo ahora. Podía parecer una terrible crédula, pero nadie me podía negar que tenía un don nato para ser detallista. Y a pesar de que me espantaba un poco la manera peligrosa en la que me observaba, también lo había observado, y en sus ojos no había una pizca de enamoramiento. Era algo más bien como esa mirada deseosa y llena de maldad, que te pone los pelos de punta por el temor y la curiosidad de saber qué estará pensando cuando te mira con tan malas intenciones.
—Supongo que había mucha fila para los pastelitos, ¿no? —Me reí internamente al ver los corazoncitos flotando alrededor de Violet, aunque la cara de Ruth era de pocos amigos. Ambas nos contaron a Kate y a mí lo que había pasado en el almuerzo con alguien llamado Percy y alguien llamado Kurt. Buenas o malas, tenían una gran influencia en nuestras chicas. A pesar de que el drama de su salida, más las pláticas de Scott que me tenían distraída, me sentía perseguida con el reencuentro con Drew.
Ya sé lo que dije acerca de su mirada y sus malas intenciones, pero creo que todas tenemos un imán hacia aquello que nos hace daño, y la chica que se niegue estará mintiendo. Quería verlo. Quería probar hasta dónde llegaba y cuáles eran sus razones para mirarme de esa manera. Quería saberlo aunque el miedo me estiraba el estómago. Cuando terminó la clase y todos salieron, solo Ruth y Kurt se quedaron dentro, el resto estaba muy entretenido en la charla que ellos tenían, así que aproveché el momento para buscar a Drew. ¿Para qué? No tenía idea. Esperaba averiguarlo al verlo.
—¿A dónde vas? —Kate me atrapó justo cuando comenzaba a alejarme del montón.
—Eh… voy al baño. —Sonreí inocentemente ante su mirada de “sé que estás mintiendo pero voy a fingir que te creo”. Para hacer más creíble mi excusa, le dije: —¿me acompañas?
—Te espero aquí, mientras voy a responder esto. —Alzó su teléfono pero lo movió lo suficiente como para que no pudiera leer su pantalla. Yo me reí y ella también lo hizo. —Ve, anda. —Luego le preguntaría sobre eso. Al entrar en el baño para planear de qué manera podría encontrar a Drew sin que mis amigas conjeturen teorías equivocadas, me sobresalté al escuchar ruidos raros mientras lavaba mis manos, para gastar tiempo. Quizás era alguien con indigestión. Era mejor que me apresurara a irme. Sin embargo, cuando estaba lista para desaparecer, me detuve.
—¡Espera!—Dijo una chica en susurros, desde un cubículo. ¿Era a mí? Me quedé quieta para escucharla de nuevo. —Detente. —Me sentí confundida ya que no me había movido en lo absoluto. Los sonidos raros no se detenían. —Drew, para. —Y entonces entendí. Podría haberme desmayado de la vergüenza en ese mismo momento, pero ellos no me dieron el tiempo. Tapé mi boca con una mano cuando una chica salió a los trompicones desde ese cubículo. Drew seguía adentro del mismo intentando inútilmente que su chica hiciera un escándalo. Ella seguía intentando soltarse, y al verme, salió prácticamente corriendo.
Por alguna razón, no podía despegar mi vista de los ojos de Drew. Maliciosos. Era exactamente como los calificaría. Él hizo exactamente lo opuesto a lo que yo hubiera esperado de un chico descubierto en esa situación.
Me sonrió.
—¡Eres…! —Se apresuró a taparme la boca, pero no hacía falta ya que mi mente no encontraba un calificativo adecuado para gritarle en ese momento.
—Tu peor pesadilla. —De no ser por su mano en mi boca, nuestros rostros hubieran estado unidos por completo. Pero en realidad era el atrevimiento de su mano en mi cintura baja lo que me estaba alterando y provocaba mis constantes quejidos. —No has visto nada, ¿de acuerdo, As? —Traté de transmitir toda la ira que comenzaba a sentir mediante mis ojos. Sin embargo no estaba haciendo un buen trabajo ya que sus facciones no cambiaban. La misma mirada provocadora y la sonrisa de “Yo todo lo puedo”.
Por más que en aquel momento eran tantos los pensamientos que cruzaban por mi mente que me dejaban medio tonta, lo único que pude rescatar fue el hecho de que Kate seguía esperando fuera, y que podría entrar en cualquier momento. Entonces cuando Drew quitó su mano de mi cara pero no se alejó ni un solo centímetro, solo pude decir…
—Yo me alejaría, si fuera tú. —Y probablemente no era mi intención soltar aquella graciosa amenaza, pero ciertamente sentí que necesitaba que esos brazos estuvieran alrededor mío o me caería en ese instante, justo cuando los músculos de mis piernas dejaran de responder.
—¿Es una amenaza? Porque no sonó muy amenazadora. —Quizás sonreí por las cosquillas que me provocaban tenerlo tan cerca, o quizás lo hice porque la cara de Kate era un poema al ver como Drew amenazaba con aprovecharse de mi falsa inocencia. Pero aquella sonrisa se borró rápidamente cuando luego de algunos insultos a Kate no se le ocurrió una mejor idea que estampar su pequeño puño en la nariz de Drew.
—Yo lo hice. —Me apresuré a decir.
—¿Estás bromeando? Yo lo hice. —Me interrumpió Kate.
—Me gustaría decir que me golpeé contra una pared. —Drew sostenía una toalla mojada con sangre, seriamente avergonzado de confesarle a la decana que una chica lo había dejado sangrando. Por otro lado, me parecía inútil que castigaran a Kate por mi culpa. Parte de la culpa era de Drew, por invadir mi tan preciado espacio personal, pero por otro lado, yo era la curiosa que quería ir a provocar al chico de mirada maquiavélica. Fue por eso que tomé la mano de Kate en la mía y con un pequeño apretón le dije a la decana que yo había sido, solo me quedó esperar que Kate entendiera lo que quería decirle con mi mirada.
—En ese caso, puede retirarse, Srta. Kingston. —La preocupación en los ojos de Kate me siguió hasta que ella abandonó la oficina. —Bien, Anderson. No sé porqué no me sorprende. —Drew rodó los ojos. —De alguna manera tendrás que superar esa costumbre maniática de acosar y espantar a todas las chicas de mi academia. —Sabía que era una broma, por el fastidio que Drew demostraba en sus constantes bufidos. Pero no era momento de reír. —Por otro lado, entiendo completamente la reacción de la Srta. Raymonds, aunque aquí en la Academia Costa del Pacífico no aceptamos estos actos de violencia. —Mis mejillas se pusieron rojas. —No se me ocurre mejor idea que imponer un castigo. ¿Crees que podrás con eso, Anderson? —Drew la miró expectante. —Pueden irse, diré que los llamen cuando se me haya ocurrido algo.
—Astrid. —Me llamó él, una vez que salimos. A lo lejos divisé a Kate esperando ansiosamente. Me giré a verlo, con impaciencia. —Supongo que debería decir lo lamento y que estoy arrepentido.
—Deberías. —Afirmé al tiempo que me cruzaba de brazos. Nuevamente en su rostro apareció aquella mirada que me congelaba el corazón y derretía mi oposición. Quería apartar la mirada pero algo dentro de mí me instaba a descubrir qué era aquello que quería decirme.
—Hay un problema. —Me dijo, cuando estuvo cerca. Pensé “no de nuevo”. Y mis ganas de gritarle, de que se atreviera de una vez por todas a soltar aquello que yo desconocía, me llenaron completamente. Lo miré interrogante para que me dijera a qué se refería. En respuesta se acercó a mi oído y susurró: —No estoy arrepentido. —Él puso sus manos en sus bolsillos y caminó un par de pasos hacia atrás antes de guiñarme un ojo. —Un placer encontrarte de nuevo, As. Que disfrutes tu estadía, nena. Y recuerda: ya no tenemos doce años. —Se fue y me dejó suspirando en medio del pasillo con una mente que no se decidía ante lo que en verdad deseaba.
- D:
- Juro que en Word era más largo. Lo hice con una letra diminuta y eran 7 páginas! en fin. Este capítulo es un asco, no hace falta que me lo digan(?) pero espero que al menos se entretengan riéndose. Quise incluirlas y generar situaciones para ustedes pero no sé si me salió bien(?) Perdón por este cap tan horrendo, pero al menos subí(? Espero ansiosa el de Mey, las quiero mucho bbys
bless.
Re: Pacific Coast Academy.
- :
- DEBY NUNCA ME DECEPCIONA CHICAS YO SIEMPRE ME SIENTO TIPO EN MI CAMA Y PIENSO: CUANDO SERÁ EL DÍA EN QUE DEBY ESCRIBIRÁ ALGO CACA PARA QUE MI AUTOESTIMA SE SIENTA BIEN?????????????? ah. Sabes, Debs, a veces te detesto por menospreciar tus capítulos, de veras mereces ir a la horca :datass: En realidad, incluso cuando no lo pones muchas ganas y está corto, nunca le hace falta ese no-sé-qué que le gusta tanto a todo el mundo En serio amé todito tu cap y SI TE ATREVES A PENSAR OTRA COSA TE SACO LOS DIENTES. je.
Eso de Zac me hizo reír mucho, porque me imagine a Kate volteándose tipo así: y a As tipo :filo: En general amo leer de KatexAstrid en serio, mis feels sufren una subida y luego: TÚ NO ERES SCOTT ME DIO RISA PORQUE LIAM SE QUEDÓ TIPO ahqno. Y LUEGO EL ENCUENTRO CON LOS CUATRO, AY DEBYYYYY, SACASTE LA PEOR FANGIRL DE MÍ CON ESO O SEA LOCOOOOOOOO QUÉ TANTA PERFECCIÓN NO ES POSIBLE Y ENTIENDO QUE A ASTRID LE DIERA UN ATAQUE PORQUE SRSLY DÓNDE PASA ESO Y DESPUES AS DIJO KAAAAATE JAJAJAJJAJA AY NO BASTAAA, AMÉ ESA PARTE PORQUE FUE TIPO LINDISMO DOS CHICAS PARA CUATRO CHICOS Viste que la expresion de 'desintegrar los pulmones' es justo lo que yo siento cuando veo a Cesar :solteria: Es una línea muy perfecta Y LUEGO LA INVITÓ A DESAYUNAR O SEA NO SÉ, QUE FASTIDIO HARRY AKA DREW SIENDO TAN BELLO CON ELLA Y TAN MALITOU CON LOS DEMÁS
—Cambiaste mucho desde la primaria. —Me reí. No porque fuera gracioso, para nada. Me reí porque los nervios salían en forma de carcajadas. —Relájate As. —Drew rio como si ningún problema perturbara su paz.
se reía como LOCA Si eso me pasa un día, mejor me mato, me hago un charco en el pisp
—Perdón, pero me encanta que tú invadas mi espacio. —Quizás ese toque en mi mejilla estuvo de más. —A decir verdad, fue muy bueno volver a verte. Supongo que lo deseaba inconscientemente. ¿Tú no? —Nada. Ni una palabra podía salir de mi boca después de eso.
LOCO NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ASÍ SERIA YO SI ALGUIEN ME DICE ESO, NO, PASANDO PENA 100PRE CON LOS CHICOS, PERO AS SE VE LINDIS Y YO ME VERÍA ESTÚPIDA
Te comenté que parecía como si estuvieras escribiendo acerca de lo que piensas de Lauti, y nadie me lo saca de la cabeza CREISTE QUE NO ME IBA A DAR CUENTA
En su momento, todos decían que él estaba platónicamente enamorado de mí (YO Y POSIBLEMENTE TODOS PIENSEN ESO), cuando íbamos a la escuela allá en Portland. Pero yo era demasiado insegura como para creerles, aunque la idea no me disgustaba tanto. En aquel tiempo Drew no era tan guapo como lo es actualmente, se podría decir que la pubertad le sentó de maravilla. Pero más allá de eso, la idea de que un chico estuviera enamorado de mí era esperanzadora, pero siempre creí que era mentira.
Me super encanta que Drew no intente estar cerca de ella solo. Es decir, que la atracción y como se demuestra no parta de una sola persona Somos chicas, pls, nunca corremos en la dirección contraria :truestory:
Y BUENO DESPUÉS LO DEL BAÑO O SEA LA ESTABA VIOLANDO????????? ELLA NO QUISO????????????? :vibracionmodeo ME DESESPERÓ SU SONRISA FUE TIPO TE AHORCOOOOOOOO AYYYY ME ENCANTÓ ESA PARTE ME ENCANTÓ LO JURO
Y DE REPENTE LLEGA SÚPER KAT ACAGARLASALVAR EL DÍA :alfpls: ME LA IMAGINÉ VIENDO A DREW TIPO ASÍ: :matar: je)? AY ME MANDO UN FLASHBACK ESA PARTE, EN SERIO, TE ACUERDAS
—Yo lo hice. —Me apresuré a decir.
—¿Estás bromeando? Yo lo hice. —Me interrumpió Kate.
—Me gustaría decir que me golpeé contra una pared.
o sea ME ENCANTA DREW, OJALA SE ODIE CON ASTRID, VISTE QUE SIEMPRE MI PJ ODIA A TUS NOVIOS
—Astrid. —Me llamó él, una vez que salimos. A lo lejos divisé a Kate esperando ansiosamente. Me giré a verlo, con impaciencia. —Supongo que debería decir lo lamento y que estoy arrepentido.
—No estoy arrepentido. —Él puso sus manos en sus bolsillos y caminó un par de pasos hacia atrás antes de guiñarme un ojo. —Un placer encontrarte de nuevo, As. Que disfrutes tu estadía, nena. Y recuerda: ya no tenemos doce años.
o sea mijo qUE TE PASA CHAO CONTIGOmentira amo a drew en serio es un personaje que quisiera conocer en la real life y me super encanta que sea chico malo pero no de esa impresión es más como irresistible y lo deseas secretamente y un idiota pero no el típico idiota ya sabes.
LAS QUIERO CHIKKKKKKKKKKKS SIGAMOOOOS
P.D: Ya tengo diez pags de mi capítulo PERO COMENTEN BIEN BONITO EL CAP DE DEBY PRIMERO (?)
bigtimerush.
Re: Pacific Coast Academy.
YA TENGO TIEMPO DE COMENTAR, FINALLY
PRIMERO QUE NADA, DEBS, TU CAPÍTULO FUE PRECIOSO, HERMOSO, LO QUE LE SIGUE
ME REÍ UNCHORRO EN LA PARTE DONDE ASTRID TENÍA A TODO EL GENTÍO CON ELLA, POBRECITA, ESTABA DE QUE A PUNTO DE COLAPSAR Y DESMAYARSE. yo hubiera actuado de la misma manera, entro en pánico cuando hay mucha gente hablandome
pero que lindo drew que la acompañó a desayunar, YO LO VOY A CONTAR COMO SU PRIMERA CITA, OC ¿? dejenme fangirlear
"Perdón, pero me encanta que tú invadas mi espacio."
NO SE PQ PERO ME EMOCIONÉ MUCHO CON ESA FRASESITA QUE DIJO, SI YO FUERA AS YA ME HUBIERA COLAPSADO DE TODAS SUS CARICIAS Y PALABRAS
dios mío, pero que niño tan sucio que es drew, PQ ES TAN LINDO PERO TAN SUCIO, CHAO
TODAVÍA QUE SE HACE EL INOCENTE, YA SABEMOS QUE ERES UN SUCIO, VAMOS A IR TODO EL CLAN DE AMIGAS DE ASTRID A ALEJARLO DE ELLA, AHQ.
JAJAJAJAJAJAJA YA VES, POR SER TAN SUCIO TE GANASTE UN GOLPE EN LA NARIZ, POR PARTE DE KATE, esa es nuestra chica
dios mío, enserio que ese drew no se detiene, qUE ACASO TIENEN QUE ACUCHILLARLO PA QUE YA NO INTENTE MÁS ¿¿¿???
vas a ver que al final va a terminar con diez mil golpes pero igual lo amamos
Y ESA ÚLTIMA FRASESITA QUE DIJO ME MATÓ POR COMPLETO OSEA
"Un placer encontrarte de nuevo, As. Que disfrutes tu estadía, nena. Y recuerda: ya no tenemos doce años."
PQ QUIERE QUE RECUERDE QUE YA NO TIENEN DOCE, ACASO ES OTRO DE SUS ACTOS SUCIOS EN CONTRA DE NUESTRA ASTRID, NOBODY KNOWS
tenemos que esperar al siguiente cap para saberlo
pero omg
estuvo precioso tu cap deby, enserio que si. <3
LAS AMO BBS Y ESPERO EL CAP DE MEY
PRIMERO QUE NADA, DEBS, TU CAPÍTULO FUE PRECIOSO, HERMOSO, LO QUE LE SIGUE
ME REÍ UNCHORRO EN LA PARTE DONDE ASTRID TENÍA A TODO EL GENTÍO CON ELLA, POBRECITA, ESTABA DE QUE A PUNTO DE COLAPSAR Y DESMAYARSE. yo hubiera actuado de la misma manera, entro en pánico cuando hay mucha gente hablandome
pero que lindo drew que la acompañó a desayunar, YO LO VOY A CONTAR COMO SU PRIMERA CITA, OC ¿? dejenme fangirlear
"Perdón, pero me encanta que tú invadas mi espacio."
NO SE PQ PERO ME EMOCIONÉ MUCHO CON ESA FRASESITA QUE DIJO, SI YO FUERA AS YA ME HUBIERA COLAPSADO DE TODAS SUS CARICIAS Y PALABRAS
dios mío, pero que niño tan sucio que es drew, PQ ES TAN LINDO PERO TAN SUCIO, CHAO
TODAVÍA QUE SE HACE EL INOCENTE, YA SABEMOS QUE ERES UN SUCIO, VAMOS A IR TODO EL CLAN DE AMIGAS DE ASTRID A ALEJARLO DE ELLA, AHQ.
JAJAJAJAJAJAJA YA VES, POR SER TAN SUCIO TE GANASTE UN GOLPE EN LA NARIZ, POR PARTE DE KATE, esa es nuestra chica
dios mío, enserio que ese drew no se detiene, qUE ACASO TIENEN QUE ACUCHILLARLO PA QUE YA NO INTENTE MÁS ¿¿¿???
vas a ver que al final va a terminar con diez mil golpes pero igual lo amamos
Y ESA ÚLTIMA FRASESITA QUE DIJO ME MATÓ POR COMPLETO OSEA
"Un placer encontrarte de nuevo, As. Que disfrutes tu estadía, nena. Y recuerda: ya no tenemos doce años."
PQ QUIERE QUE RECUERDE QUE YA NO TIENEN DOCE, ACASO ES OTRO DE SUS ACTOS SUCIOS EN CONTRA DE NUESTRA ASTRID, NOBODY KNOWS
tenemos que esperar al siguiente cap para saberlo
pero omg
estuvo precioso tu cap deby, enserio que si. <3
LAS AMO BBS Y ESPERO EL CAP DE MEY
Última edición por bwiyomi. el Mar 26 Ene 2016, 3:06 pm, editado 1 vez
tenshittae
Re: Pacific Coast Academy.
BUENO PRIMERO ESTOY EMOCIONADA PORQUE AL FIN PASAMOS LA PÁGINA AHRE
Y AHORA VOY CON EL CAPÍTULO QUE ME ENCANTÓ ME ENCANTÓ ME ENCANTÓ
primero me parece que el largo es el perfecto para un capítulo, ni muy extenso ni muy corto, como me suelen salir a mí por falta de descripciones.
VOS, FEBY, TENÉS ESE TOQUE ADOLESCENTE DRAMÁTICO EN TUS CAPÍTULOS QUE ME HACEN REÍR MUUUUUCHO
digo, me tenté abusamente cuando se juntaron todos los chicos en la puerta y a As casi le da un ataque
—Él es Liam. —El susodicho asintió.
—¿Sales con él? —Preguntó Drew, apuntándolo con el dedo.
—¿Qué? —Oficialmente estaba mareada.
—No, no… —Liam rió moviendo su mano en acto de negación.
—Seguramente buscas a… a… —¿Cómo se llamaba?
cÓMO SE LLAMABA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
BUENO Y LOS PASTELITOS NUNCA TE LLEGARON, CASI
ay encima Drew es tan seductor, y va tan tranquilo por ahí
ME PARECE QUE ES MEDIO BIPOLAR PORQUE SI NO ENTENDÍ MAL, CUANDO SE VIERON POR PRIMERA VEZ DE VUELTA SALIERON CORRIENDO
—Un placer encontrarte de nuevo, As. Que disfrutes tu estadía, nena. Y recuerda: ya no tenemos doce años.
ese ya no tenemos doce años me dejó con el corazón acelerado y una desorientación fuERTE
O SEA, ME SENTÍA ASTRID BÁSICAMENTE
ESTE TIPO DE COSAS ME EMOCIONAN YO CREO QUE ME HUBIERA IDO TEMBLOROSAMENTE CON LAS RODILLAS MEDIO DÉBILES
Y LE DIJO NENA, NENA ES EL APODO QUE SE USA CUANDO SENTÍS QUE TENÉS TODO CONTROLADO(??)
ENCIMA LO DE YA NO TENEMOS DOCE AÑOS, AH SEGUÍA CON ESO, ES UNA INVITACIÓN A IR AL BAÑO CON ÉL DIGAMOS
—Yo lo hice. —Me apresuré a decir.
—¿Estás bromeando? Yo lo hice. —Me interrumpió Kate.
esta parte me hizo morir de amor porque son tan buenas amigas las dos. KATE LO HIZO EN DEFENSA PROPIA Y DE ASTRID JAJAJAJAJAJAJA QUE ENCIMA ME HIZO TENTAR MUCHO PORQUE DREW NO QUERÍA ADMITIR QUE FUE ELLA
ES QUE SABEN, TANTOS ACONTECIMIENTOS SUCEDIENDO EN LOS PRIMEROS DÍAS IBAN A SOBRECARGAR LA PACIENCIA DE LA POBRE Y DULCE KATE AL PUNTO DE ESTE RESULTADO
en serio no me esperaba nADA de este capítulo, todo era una re sorpresa para mí y hacía gestos de emoción, indignación, pelotudez, todo
ME ENCANTÓ, MUCHO MUCHO
ESPERO A MEY<3<3<3
Y AHORA VOY CON EL CAPÍTULO QUE ME ENCANTÓ ME ENCANTÓ ME ENCANTÓ
primero me parece que el largo es el perfecto para un capítulo, ni muy extenso ni muy corto, como me suelen salir a mí por falta de descripciones.
VOS, FEBY, TENÉS ESE TOQUE ADOLESCENTE DRAMÁTICO EN TUS CAPÍTULOS QUE ME HACEN REÍR MUUUUUCHO
digo, me tenté abusamente cuando se juntaron todos los chicos en la puerta y a As casi le da un ataque
—Él es Liam. —El susodicho asintió.
—¿Sales con él? —Preguntó Drew, apuntándolo con el dedo.
—¿Qué? —Oficialmente estaba mareada.
—No, no… —Liam rió moviendo su mano en acto de negación.
—Seguramente buscas a… a… —¿Cómo se llamaba?
cÓMO SE LLAMABA JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
BUENO Y LOS PASTELITOS NUNCA TE LLEGARON, CASI
ay encima Drew es tan seductor, y va tan tranquilo por ahí
ME PARECE QUE ES MEDIO BIPOLAR PORQUE SI NO ENTENDÍ MAL, CUANDO SE VIERON POR PRIMERA VEZ DE VUELTA SALIERON CORRIENDO
—Un placer encontrarte de nuevo, As. Que disfrutes tu estadía, nena. Y recuerda: ya no tenemos doce años.
ese ya no tenemos doce años me dejó con el corazón acelerado y una desorientación fuERTE
O SEA, ME SENTÍA ASTRID BÁSICAMENTE
ESTE TIPO DE COSAS ME EMOCIONAN YO CREO QUE ME HUBIERA IDO TEMBLOROSAMENTE CON LAS RODILLAS MEDIO DÉBILES
Y LE DIJO NENA, NENA ES EL APODO QUE SE USA CUANDO SENTÍS QUE TENÉS TODO CONTROLADO(??)
ENCIMA LO DE YA NO TENEMOS DOCE AÑOS, AH SEGUÍA CON ESO, ES UNA INVITACIÓN A IR AL BAÑO CON ÉL DIGAMOS
—Yo lo hice. —Me apresuré a decir.
—¿Estás bromeando? Yo lo hice. —Me interrumpió Kate.
esta parte me hizo morir de amor porque son tan buenas amigas las dos. KATE LO HIZO EN DEFENSA PROPIA Y DE ASTRID JAJAJAJAJAJAJA QUE ENCIMA ME HIZO TENTAR MUCHO PORQUE DREW NO QUERÍA ADMITIR QUE FUE ELLA
ES QUE SABEN, TANTOS ACONTECIMIENTOS SUCEDIENDO EN LOS PRIMEROS DÍAS IBAN A SOBRECARGAR LA PACIENCIA DE LA POBRE Y DULCE KATE AL PUNTO DE ESTE RESULTADO
en serio no me esperaba nADA de este capítulo, todo era una re sorpresa para mí y hacía gestos de emoción, indignación, pelotudez, todo
ME ENCANTÓ, MUCHO MUCHO
ESPERO A MEY<3<3<3
Meteora
Re: Pacific Coast Academy.
Son tan bellas, siempre me gusta leer todos los comentarios así no sean mios :( Buenooooo, mañana tengo toooda la tarde para escribir. Las amo
bigtimerush.
Re: Pacific Coast Academy.
ya después de habernos hecho esperar un año el capítulo, no pasa nada si te demorás unos días.
ahnolosuperaba
YO TAMBIÉN LAS AMO<3<3<3
ahnolosuperaba
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Meteora
Re: Pacific Coast Academy.
Capítulo 08.
I back it up.
A la mañana siguiente, con el cobertor violeta pastel sobre mi cabeza y la cabeza latiendo, me dio la impresión de que la noche pasada había transcurrido como un borrón. Un borrón con la sonrisa de Liam y los ojos de Max destacando, como parpadeantes luces de neón imposibilitando mis esfuerzos por no sonreír.
¿Quién lo diría?
La alarma había sonado hace cinco minutos, y me alegraba de haber tomado una aspirina antes de irme a la cama. De lo contrario, me hubiese parado y, amablemente, habría estrellado el despertador a mi lado hacia la cabeza de algún estudiante desde la ventana. Sip, las mañanas no era mi fuerte. Tampoco las tardes. Y honestamente, las noches menos. Así que, de hecho, la expresión con la que miraba al frente mientras caminaba hacia al baño denotaba que tal vez tenía un palo en mi trasero.
—¡Buenos días a ti también, cariño! —canturreó Violet, rociándose con algún perfume de Victoria Secrets.
Cerré detrás de mí la puerta de un portazo, luego de recordar entredientes los pastelitos de As.
No tardé más de quince minutos en el baño, mientras cepillaba los dientes y la crema se escurría por mi pijama, me duchaba velozmente y aplicaba un corrector de ojeras en las bolsas debajo de mis ojos. No era una chica de una hora de cuidados excesivos, privando al resto del mundo de hacer el regular pis mañanero, pero el hecho de que me hubiera quedado despierta con Ruth viendo un nuevo episodio de American Next Top’s Model después de la sucesión de bienvenida, había hecho que casi chillara en cuanto me encontré con mi otra yo dándome una mirada de muerta en el espejo.
—Tengo un hambre demasiado violenta. —comenté, mientras deslizaba mi mano por nuestro gran armario y le daba la espalda a una muy inactiva Astrid.
—Tú siempre tienes hambre. Es extraño cuando no estás devorando a un asno.
Asentí, sacando unos jeans rasgados en parte de los muslos y las rodillas (los cuales me había costado la mitad de la vagina conseguir), y una sudadera rosa sorpresivamente no tan holgada. No quitaba la vista del espejo de tamaño completo de nuestra habitación, cuidando cada detalle. Usualmente no usaba rubor, ni alguna gota de maquillaje, pero lo sopesé mientras abría el estuche negro brillante de nosotras y consideraba usar algo.
—¿Zac Efron vendrá a la academia?
Miré con cara de pocos amigos a Astrid, quién, me escrudiñaba hasta las cejas. Bien. Una de las cosas que más adoraba y odiaba a veces era nuestra capacidad para leernos.
Sabía lo que insinuaba.
—Un poco de rubor tampoco te vendría tan mal As —zigzagueé entre su mirada y mis nervios. Ella me miró de vuelta, como una linda planta en nuestra cama. Inmóvil. —¿No piensas prepararte?
Y empecé a vestirme, pensando en el hipotético desarrollo de ese martes. Los nombres de mis dos nuevos delirios personales se me atragantaron en la lengua.
No fui hasta allí, así que le dirigí una pequeña sonrisa a Astrid, quién quitaba lentamente sus medias violetas hasta la rodilla de dormir.
—Así que… Scott. Tú. Cama. Juntos. ¿Debería pensar de más?
Ella me dio una mirada vacilante. —Negativo, Kat. Sólo. Amigos. Viendo. Una. Película. ¿Funciona para ti?
Pensando en pedirle que me buscara aceite para mis pantalones, me encogí de hombros entre saltitos.
—Claro, primor. Solo me aseguraba —guiñé un ojo—. Te puedo afirmar que ese chico es ultra lindo. Tipo lindo de lamerlo hasta que pierda el sabor.
As se movió por la habitación, arrojando prendas al azar en la cama y amarrando su cabello en una coleta alta. Suspiré. A menudo me preguntaba cómo demonios hacia esa chica. Si se pusiera un saco sucio de papas como vestido, aún sería siendo esa atractiva combinación de dulzura y promesas.
Otras chicas más comunes teníamos que esforzarnos un poco más.
—¡Lo es!, ¿verdad? Pero mi radar no hace el pip esperado.
Hizo un ligero puchero y yo puse mi rostro triste, en silenciosas condolencias. El reloj apuntaba las siete y diez mientras yo peinaba las bendecidas ondas en mi cabello.
—Joder, Astrid. Pero, ¿sabes que es lo mejor que conseguir un pedazo de culo caliente el primer día?
—¿No conseguir uno? —inquirió, sonriendo un poco.
—¡Din, din, din! Además, él podría ser un potencial buen amigo. Eso es un bonus de bienvenida, As. Podría prestar sus hombros para ti.
Entonces volvió a sentarse en donde había estado inicialmente, de repente noté como su cara se venía abajo.
—As —solté el cepillo y me senté a su lado, dirigiéndole ese tono empalagoso-protector que solo usaba con mis chicas. —Cuéntamelo todo.
Ella sonrió, pero con uno de esos curvamientos de derrota. —Drew.
Fue impresionante como pasé de estar helada a raíz de la baja calefacción, a estar caliente de molestia en un par de segundos. Si existía algún chico por el que no tenía nada de respeto y aversión, ese era Drew Maldito-estúpido No-sé-su-apellido.
Abrí y cerré los puños, dando tiempo a que mi fuero interno se calmara. ¿Qué? ¿De todos los idiotas, ese idiota? Muchas jodidas gracias, destino.
—Está aquí —adiviné, mis hombros hundiéndose por su mirada baja. —Supongo que no le diste tiempo para que se acercara, ¿verdad…?
—No, Kate, todo lo contrario. Hablamos, por como diez minutos. Fue matador estar consciente de cómo la conexión entre mi cerebro y mi lengua se averió.
Suspiré, acercándola en un abrazo de hombros. Drew básicamente hacía que los deseos de quitarle la cabeza afloraran en mi piel. Evitando que me cabreara más al recordar su historia, le dije:
—Te juro que no te hará daño, no eres más esa niña inocente que solo quería ser correspondida. Eres esta bomba hermosa que es más fuerte. El no sabrá lo que lo golpeó, dulzura.
Astrid susurró un ‘que le den’, y se apresuró a ducharse.
Era el primer día en la Academia, y que Dios me agarrara confesada si yo iba a poner un pie fuera de la estancia sola. Por alguna razón, a pesar de sentir como mi seguridad se consolidaba, la ansiedad contraía muros y no daba chance a que la lucidez se deslizara fuera.
Desconecté el teléfono que descansaba en la mesita de noche, esperé a que se encendiera y desplacé la vista por el panel con un par de notificaciones en él. SnapChat. Bueno, no era una gran fan (¿Adicta psicótica a las fotos? Paso, muy narcisista) de dicha red social, aunque fuera divertida y práctica; podía decir que solo la usaba por los filtros y para seguir de cerca a Brad Pitt. Así que, naturalmente sentí una odiosa curiosidad por saber la razón del aviso.
Aceché mi mochila entre el armario con la vista fija en la pantalla. Al parecer, l.payne me había agregado por mi nombre de usuario. Desplazando la pantalla fuera de la cámara frontal y mi ángulo poco favorecedor, noté que el mismo usuario había posteado unos Snaps recientemente (uno más reciente que otro).
Hasta ese momento no había procesado el nombre de usuario en relación con el principal autor de mi consecuente embobamiento.
Profanando una larga cadena de maldiciones (chillidos histéricos por los que mi mamá arrugaría la nariz), mantuve presionado el icono de la imagen al lado, ¡y era toda una maldita historia!
Lo primero que vi fue una foto grupal de varios chicos sentados en una mesa de un restaurant, alzando sus vasos de vidrio con Nuvo y con sonrisas perfectas haciendo que el escenario parecería más bien una sesión de fotos profesional. Después de quince segundos de admirar a Liam con justo el mismo atuendo de ayer, con el corazón martilleando mis nervios, una foto de mí me sacó el aire de los pulmones.
Yo, de perfil y sonriendo como si estuviera en el paraíso de los malditos algodones de azúcar, justo en el hueco del cuello de Liam. Él no se apreciaba en la foto, pero sus lunares estaban a la vista.
De seguro mi rostro estaba tan blanco como un papel. El tumulto de sensaciones selló mis labios y la habitación quedó en sumida en silencio.
Hasta que salió Astrid, ignorándome y vistiéndose en dos por tres.
Y sonó la puerta.
—Ese debe ser Scott. Compórtate. —Me advirtió, apuntándome con un dedo. Corrió hasta la puerta del cuarto para abrir.
Muy ocupada procesando significados y causas, asentí ligeramente, percibiendo la sangre en mi lengua.
Cuando acepté la idea de que iba a ir a un internado en la Costa de California, le compré a mi madre un Iphone cinco (lo mejor para lo mejor se quedaba corto), con la intención de tener sus buena energía manteniendo mi cordura cada mañana. Era más o menos vital, y mi salario era como demasiado decente.
Podía recordar la época de los seis años, en los que mi madre era mi solemne princesa, pero siempre haciendo el papel de sobreprotección. Sobre todo cuando caía una y otra vez del skateboard que Max compartía conmigo.
—No, mamá. No banditas. Otro intento, ¿por favor? —le decía, forzando una sonrisa, pero con lágrimas brillantes esperando trazar su camino por mis mejillas femeninamente sonrosadas.
Ella asentía, nunca perdiendo el hilo de preocupación en sus ojos ámbar, alentándome a ser el mejor. Después de que crecí, y llegó la época de los catorce y la invencibilidad, descubrí que mi tan valiosa princesa Mamá, necesitaba a un príncipe que la salvara de vez en cuando. Dos hijos, una casa rentada y un esposo ausente no pintaban el mejor panorama de felicidad absoluta. Y a pesar de que nos miraba a mi hermano a mí con esa mirada tan arrebatadoramente amorosa cada noche, decidí que ella no tenía que seguir esperando más. Fue en ese preciso segundo en el que supe que Max y yo seriamos sus caballeros de armadura. Protegerla y hacerla sentir como una reina era nuestra obligación y una manera de demostrarle que nunca necesitó nada más, tal y como ella nos recordaba.
Así que, FaceTime y tener mucho tiempo libre tratando de hacer amigas en el club de lectura era una cosa nueva para ella.
—Hunter detesta a Paige, lo sabes, Liam. Detesta a todos, en realidad.
Tomé un sorbo, provocando que una nueva corriente de calor me despertara un poco más.
—Sabes que el oculta su amor con gruñidos. No puedes culpar a un perro difícil, no tienes moral para hacerlo —bromeé, levantando una taza a la pantalla de mi teléfono.
A excepción de mi voz, la habitación que había estrenado ayer por la mañana estaba en un encantador silencio. Sin compañeros de cuarto, sólo Liam Payne disfrutando de toda la comodidad. Cuando se estaba acostumbrado a los gritos ininteligibles de Max, a mi madre diciéndome “manicito” (¡Ella creía que eso estaba bien, e incluso lindo!) y en la tarde y parte de la noche, a compañeros vociferando resultados de futbol en tu oído como si estuviera muy jodidamente bien, el silencio era algo que estimabas y era equivalente a ocasión digna de meditación y felicidad.
—Hey, está en nuestros genes. Menos en el de Max, por supuesto —mi madre, Linda White, puso en los ojos en blanco divertidamente.
Esto era lo mejor de hablar con ella.
—Lo tienes. Por cierto, ¿a qué hora llegó Maximiliano? Específicamente le dije que evitara tu trasnocho.
Mi madre ladeó la cabeza y gritó desde el living: —¡Oye, hijo! ¿Debería provocar que Liam se enfurruñara contigo?
Entrecerré los ojos en la pantalla, a la espera de mi hermano mayor.
—¡Cielos, no, mamá! ¡El seguro médico ya está lo suficientemente caro!
Si, Max era todo un neandertal. Un neandertal con una boca tipo anzuelo que hipnotizaba a las chicas más vulnerables. Llevaba meses jodiéndolo con eso, rememorando cada vez como su última ex novia lo llamó en medio de un día familiar en el club de golf más importante de la ciudad.
Me reí entredientes del rostro de mi mama al recibir un beso sonoro en su mejilla por parte de Max. —Hola, Liam —asintió, luchando con una sonrisa.
—Hola, hermanito. Te sientan bien las mañanas.
Mi madre puso cara de tragedia.
—Y a ti te sienta bien esa camisa a cuadros desabotonada, guapo.
Esta vez, ella alzó las cejas hacia mí. —¿Planeas romper corazones, bebé?
Bufé, pasando una mano por mi cabello. Sólo a una, se me ocurrió, pero desplacé la cadena de pensamientos.
—Oigan, tengo clases pronto —les dije luego de mirar el reloj en mi muñeca—. Tú, Max, ¿no tienes entrenamiento hoy?
—No, Landon fue una perra amable y me dio tres días.
Mamá empujó su hombro contra el de él, advirtiéndole con La Mirada. —Vamos, Max, cuida esa boca tuya.
Cuando mi hermano tenía días libres, su objetivo de existencia era hacer lo que hacía mejor, si saben de lo que hablo. Algo que involucrara Pubs, y compras con mamá. Las idas al supermercado no me preocupaban, pero yo había visto cómo miraba a Kingston. De no ser porque adorara su mente-y-labios, podría ponerle un bozal cuando mi hermano estuviera cerca. Puse cara de póker, indispuesto a mostrarle con la expresión que tenía (cuando estaba a punto de tirar del gatillo) por su recordatorio que había leído su mente con éxito.
Siendo atípico y desesperante, sentía como la garganta se me secaba y necesitaba toser cuando el nombre de la rubia pasaba por mis pensamientos.
Y lo odiaba.
—Bien —casi sentí mi mandíbula tensarse cuando el rostro de Max reflejó ese fulgor en sus ojos. —Mamá, tengo que irme.
—Está bien, hijo. ¡Saca muchos dieces por mí! Te amo —moví mis labios al mismo tiempo que ella y finalicé la llamada con el ceño fruncido por el último destello de diversión que obtuve de mi hermano.
Maldito imbécil.
Arremangué la camiseta de cuadros azul a mis codos, topándome con sonrisas fáciles de varias chicas en el camino. Tú pensarías que debería estar acostumbrado a este tipo de cosas. Cosas como chicas atravesándose en mi camino y ofreciéndome sonrisas huecas pero interesadas, o cosas como invitaciones menos sutiles. Pero la triste verdad era que me daba igual. Había aprendido que ser cortés no funcionaba, así que pasé a la fase en la que era reservado y aprovechaba sus beneficios cada tanto. Era gracioso, de hecho, que las chicas pensaran que no tenía un cerebro capaz de ver más que un par de pechos de chica.
El problema era que a las chicas les encantaba los estereotipos inalcanzables.
Visualicé una melena rubia entre los muchos estudiantes y mi cuerpo me traicionó en el terreno de juego. Los nudillos se emblanquecieron sujetando la correa de mi mochila negra y apostaba a que parecía como si estaba tratando muy duro. Los pensamientos se borraron repentinamente en mí cabeza y una sensación embriagadora se trasladó desde mi pecho hasta, dolorosamente, el sur. Estaba noqueado y ni siquiera di una pelea como tal. No era como si quisiera hacerlo en cuanto en mi mente emergió la sonrisa de Katelyn Kingston lanzándome fuera del estómago, y de mí.
Relamí los labios, y aminoré el paso hasta ella.
Pero se dio la vuelta, y no le hacía ni una jodida pizca de gracia a Katelyn.
Gruñendo por debajo de mi aliento, decidí que antes de tomar Física Avanzada, tendría un orgasmo involuntario haciendo contacto con Kat.
—Vamos, Kat, no hagas que te lleve por mis medios. —quería apretar los dientes por su tenacidad, pero me era como imposible.
No con esa sonrisa haciendo malabares con mi control, determinación y sensatez. Le tendí una vez más mi mano, siendo totalmente consciente de que estábamos en el medio de la entrada.
Sus ojos, con la premonición de calcular (nunca lo haría, por más profundo que fuera su ceño) mis movimientos y maquinar replicas, me dieron una mirada tirante.´
Primer strike.
—Dos segundos.
Ella hizo uso de sus labios para un lindo fruncimiento. Katelyn creía que aún quedaba diversión, sin embargo, cuando sus ojos miraban el piso y se aseguraba de poner un pie en frente del otro, yo sonreí porque era obvio que no.
—Bueno, no uses tu tono paternal conmigo, Liam. No es lindo.
El sujeto de la entrada me dio una mirada impaciente y tomó a cambio una petición de que se metiera en sus malditos asuntos con mi ceja alzándose.
Me acerqué dos pasos más a Kat, calentando sus brazos con mis manos moviéndose pausadamente. Casi me envió hacia atrás en mi culo sus labios abiertos y sus mejillas rosadas, pero había probado lo que era tocarla, y mi cuerpo y mente estaban de acuerdo con acoger la sensación hipnotizante. No estaba seguro de la mirada que le estaba dando, pero por alguna razón no podía quitarme los ojos avellana de encima ni por un segundo.
Pero no me decían nada.
—Algo me dice que te acostumbrarás —hablé, a pesar de la música alta.
La cercanía funcionaba. Lo único que me hacía desviar la mirada eran sus labios moviéndose para mí.
—No podré tener suficiente de eso.
Como si le hubieses reseteado el cerebro, me dio una mirada posterior de “¿Qué dije?”, rompiendo nuestra burbuja. Reí cuando sus mejillas se inyectaron de rojo. Pero después mordió sus labios, y naturalmente, yo no quería reírme. Quería morderlos por ella.
Deslice mi mano por su hombro, acercándola y sujetándola lo suficiente para que su quijada no se clavara en el piso, y apreté los puños para drenar la frustración sin que lo notara.
Su cercanía estaba estimulándome. Y eso no era bueno, por lo menos para ella.
Resolví llenar el cálido silencio entre los dos con una conversación, aunque dudara que pudiera mantenerla.
—¿Número de habitación?
Sus pestañas estaban revoloteando por el sueño, y me concentré menos en mí y más en hacer que se sintiera cómoda. Aminoré el paso y posé su cabeza en mi hombro.
—305. Puertas abiertas para ti y si tus amigos se parecen a ti, también.
Lidió con una sonrisa cerrada y fallé miserablemente en no hervir por la idea de mis amigos cerca de ella.
—Oh, Ángel, no está en mi planes compartir la visión de ti.
Su cabeza se ladeó ligeramente hacia mí y su nariz rozó mi cuello. Maldita sea. Apreté los dientes, tanto que mi mandíbula podría tener un tic. Ignoré el calor en mi entrepierna y le devolví la mirada, tratando de no mostrar mis arranques.
—Ah, ¿amigos idiotas? —inquirió, su mano, finalmente posándose en mi cintura y bajando un poco más.
—Kat, dame un minuto y no responderé —susurré, mirando hacia el frente, pero mi cuerpo no estaba de acuerdo en desconocer su toque acompasado.
Solté un sonoro suspiro cuando sacó de mi bolsillo izquierdo delantero mi teléfono.
—El mío está muerto —expresó arrastrando las palabras, tratando de manipularlo con la mano que no estaba atada a mí.
¿Era posible amar tantas pequeñas cosas de una sola persona? Sabía que era enfermizo y que probablemente la lógica debía intervenir, pero todo pasaba a un segundo plano cuando respiraba el mismo aire que ella.
Todo.
Mientras tenía esto en mente, ella deslizaba sus dedos enrojecidos por la pantalla, sin saber qué hacer. Una risita me hizo enterrar mis labios en su cabello. Cerré los ojos por dos segundos, memorizando exactamente lo que inspiraba. Vainilla concentrada. Incontinenti, recordé que era alérgico.
La ironía era una perra.
Borrando y volviendo a empezar unas seis veces (las conté), Kat envió un mensaje. No prestándole atención al destinatario, observé mientras caminábamos por el campus cómo registraba las aplicaciones.
—Me sorprende que no te haya llegado la notificación de que estás por llegar a tus días —ella hizo comillas, y sonrió por su propio chiste.
Carraspeé.
—¿Disculpa?
Kat sonreía como el gato de Cheshire, restregándome la obviedad con sus ojos. —La aplicación de calendario que lleva la cuenta por ti.
Fruncí el ceño divertidamente y le di una mirada reprobatoria. —Creo que te detesto.
A los tres segundos, estaba maniobrando con mi teléfono en su mano con la cámara de Snap y tratando de enfocarnos.
—¿Qué haces? —carcajeé, mirándonos en la cámara de alta resolución.
Había querido gritar los comandos de captura, solo para quedarme con la evidencia de que adoraba su rostro avergonzado. El color subiendo y sus ojos batallando entre ello, y la resistencia.
—Para que no me olvides, Liam —rodó sus ojos, y volvió a su tarea de ángulos y sonrisas.
A falta de una cámara profesional, mi teléfono me hacía practicar mi hobbie favorito cuando quisiera. Las redes sociales estúpidas solo lo hacían más divertido. Usualmente mi entrada estaba llena de fotos de mis amigos haciendo el ridículo en frente de una lentilla.
Tomé entre sus manos mi teléfono con una sonrisa de lado y tomé una foto justo cuando su nariz descansaba junto a mis lunares.
Perfecta.
En mi mente, viendo en un visor gigante los recuerdos de la noche pasada, toqué la puerta del dormitorio. Casi esperé a que fuera Kat la que me recibiera, y rogué porque no me haya jugado una de sus bromas de listilla y me haya arrojado a una situación decepcionante.
—Tú no eres Scott.
Prontamente, la voz de Kat irrumpió en mis pensamientos en cuánto vi a la castaña que sostenía la puerta.
—Astrid es, sin dudas, una castaña de ojos risueños que te hace pensar que todo está bien en el mundo. Nuestros ojos se parecen, pero los de ellas tienen ese atractivo brillo que… —ella gesticuló adorablemente en el aire y yo asentí, no muy seguro de que quería decir. —Te hace querer sonreír todo el día. Menuda, y se parece a Victoria Justice.
Sonreí como un idiota instantáneamente por el recuerdo de Kate, y también por el hecho de que esta chica significaba el mundo para la mía, y eso era invaluable.
—Soy Liam. Liam Payne.
Con esa voz afable que había perfeccionado por mí mamá, me presenté ante la colgada, pero sin dudas linda chica.
Colgada y colorada.
Carraspeé internamente. ¡De eso malditamente hablo!
—Tú debes ser Astrid. Es un placer.
Estreché su mano y de la nada, apareció otro chico. Y luego otro. Casi apreté los labios. Respondiendo lo puntual, quería que Astrid me dejara entrar o se nos haría muy tarde. En medio de una situación de euforia silenciosa para ella, me concentré en no apartarla gentilmente y buscar a Kate.
—¿Puedes llamar a…? —intimé, levantando una ceja.
—¡Kaaaaaate!
Quise poder controlar los latidos de mi corazón…
Qué. Jodida. Mierda. Femenina. Me. Estaba. Pasando.
Entonces ella apareció y una respiración que no sabía que estaba conteniendo, salió junto con una sonrisa chispeante. Con una sudadera rosa que la hacía lucir caliente, intentando no ser sexy y fallando y un par de jeans que quería terminar de rasgar para encontrar la suave piel debajo. Apreté mi labio inferior disimuladamente, no queriendo parecer demasiado irrebatible.
—Sí, señora. Oh, mierda. ¿Estabas haciendo una fiesta y no me invitaste?
Los dos chicos, que a esas alturas no sabía quiénes eran, la saludaron con un par de sonrisas. Claro que sí. Rodé los ojos, y me dispuse a saludarla.
Hasta que llegó Max.
—Kate —dio un paso, ignorándome y a los demás y casi le ladré que retrocediera.
Yo di otra paso y Katelyn nos dió una mueca que parecía tener ganas de ser sonrisa.
No percibí la mirada nerviosa de Astrid, su mejor y aturdida amiga a su lado, y Katelyn tampoco, pues estaba paseando su par de trozos de chocolate meticulosamente entre Max y yo.
—Yo me largo.
Y sin más, uno de los sujetos desapareció tras ella.
Ella alzó una mano en nuestra dirección e hizo que Max y yo retrocediéramos.
—¡Hey, Scott! —Kat llamó al chico que empezaba a gritar el nombre de As por toda la estancia, utilizando un tono autoritario pero agradable.
Yo no podía quitar los ojos encima de ella, y me estaba comportando como una bestia víctima de emociones, pero que me partiera un rayo si la chica que miraba a Scott mientras hablaba no era algo de otro mundo.
—Cuando ella está así, es mejor hacerse un lado. Sin embargo, eso solo dura unos cinco minutos. Quizás puedas perseguirla luego, pero necesito, primero, decir lo siento. Sé que las chicas y yo fuimos unas tontas la noche pasada y…
—No te preocupes, Katelyn —una sonrisa para Kat. Bueno, amigo, una más y te vas. —Tenían toda la razón, y yo debería haberles explicado. Sin rencores, sobretodo sabiendo que quizás tú vas a ser la madrina de nuestra boda.
Kat rió simpáticamente, enviándome escalofríos. —Vaya, lo aprecio. Astrid estaba haciendo que mi trasero doliera.
Él le dio una última sonrisa (estuve a punto de hacer que Katelyn no la mirara), y se escabulló.
—Bueno, hola a ustedes —la sequedad de su voz me punzó, luego se dio la vuelta y cerró la puerta con la llave en su pulsera de oro—. Les notifico que las zorras están por ese pasillo —apuntó hacia la derecha—. Los llevaría pero tengo clases. Porque sí, lo hago. Libros y todo, pruébenlo.
Incapaz de responder y replicar, solo miré sus labios rosados moviéndose. Max, a mi lado, alzó las cejas.
Un muy buen golpe bajo.
—No buscábamos…
Pero ella siseó, atravesándonos con esa mirada de listilla características. Como soy-más-lista-que-los-dos-juntos, y se fue, pasando en el medio de los dos.
Visualicé su rubio cabello tambalearse en sus caderas con su andar, y me derretí un poco. Claro que el efecto se volvió piedra en cuanto mire a Max.
—Mantente alejado por tu propio maldito bien, Max. —dicté con la voz plana y la advertencia en cada silaba, antes de dirigirme a mi clase con los dientes apretados y un golpe de frustración extendiéndose.
Desde que estaba en primer año, había tomado las clases avanzadas. Al principio, me había costado mantenerme al ritmo, con las prácticas de tenis y mi ocupación parcial en el Comando de Policía de California, pero ahora era un pan comido. A mi familia le resultaba irritante que parecía ser perfecto, y aunque a mí no me interesaba pensarlo mucho, definitivamente no era mi elección.
En retrospectiva, me había esforzado un mundo entero complacer a mi padre, Jason Payne, pero posteriormente al ponerme el chaleco antibalas y ser el suplente de un detective, o simplemente acompañar a Nick (jefe de la sede) en operativos, pensé que quería hacerlo de por vida y que jamás me agotaría de ninguna manera. Mi padre tenía un montón de contactos, y la supremacía consideraba que si tenía el permiso de mis padres y del Estado, añadiendo que pronto sería mayor de edad, no había ningún problema.
Frecuentemente me preguntaba en dónde estaría parado si no tuviera ese trabajo como comodín para escapar.
Con ese hilo de pensamientos en la cabeza, esperaba a que el Sr. Fletchins ingresara de una maldita vez.
Alcé las cejas. ¿Primero año y tomaban clases avanzadas? Ambicioso. Sin embargo, me sentí egoístamente encantado de que Kat estuviera en la misma clase que yo.
Ella parecía discutir con sus amigas acerca de algo (se sumaron un par de chicas), y yo estaba disfrutando de mi pequeño pedazo de cielo visual.
Una molesta chica (y apuesto a que estúpida, también, por su tono para nada convencedor y plástico) estuvo susurrando mi nombre toda la clase. Cuando sonó el timbre que anunciaba el segundo bloque, me volteé y le dirigí un ceño fruncido y una mirada que esperaba a que fuera neutral y antipática.
—¿Tienes algún problema con tu voz? Estás desvariando.
El color rojo acudió a sus mejillas, e internamente sentí pena por ella. Estaba cansado de ese tipo de basuras. La mayoría de los sujetos en el campus que recibieran esa atención no la desaprovecharían, pero a mí me irritaba sobremanera la manera en la que no buscaban otras formas.
Haciendo un mohín, recogió sus cosas con la poca vergüenza que le quedaba y me dediqué a hacer lo mismo. Esperando encontrarme con mi rubia favorita, salí del salón rápidamente, encontrándola al frente de una máquina expendedora.
—Insertar un dólar no es tan difícil, Kingston.
Su rostro pasó de desconcierto a pasmo y en seguida, a desconcierto de nuevo. Pero acompañado de algo más.
—Gracias, Sherlock.
Muros.
Estaba intactamente linda con sus gafas y su actitud rebosante de obstinación.
—No te esfuerces tanto, encanto. Debe ser condenamente duro para ti leerme, así que no lo hagas.
Ella asintió de mala gana y me miró directa y profundamente: —No lo voy a dejar, y tú no eres la excepción.
—Como quieras —sonreí, provocándola. —Por cierto, ¿cómo estás? ¿Nada de resaca? Tengo un par de aspirinas en mi mochila, sólo por si…
Kat alzó una mano y negó. —Bueno, tu dímelo, Liam. Revisé Snap hoy.
Pellizqué su atractivo pómulo con el pulgar y la cercanía era pesada.
—¿Y?
Resopló, pero luego me sonrió, en derrota. El dolor en la entrepierna me golpeó. —¿Qué estás tratando de hacer, Liam? No estoy abajo para permitirte entrar en mis pantalones.
Peiné mi cabello un poco y retrocedí con los ojos entornados. —Estás fracasando en intentar leerme, pastelito. Hay más prioridades en la lista, como por ejemplo, provocarte gemidos con un único roce. Pero, en primer lugar, hacer que te veas a través de mis ojos.
Su mandíbula se iba a descolocar por mi arrebato, y escondí mi satisfacción detrás de las cejas levantadas. Bajó su mirada. Luego se concentró en mis ojos, en una disputa irremediable por creerlo.
Y lo entendí.
Demonios.
—Es increíble… —balbuceé, recibiendo su fuerte mirada.
—No vayas ahí, ¿por favor?
¿Es que ella no se veía en un espejo? Menuda mierda injusta, y lo peor de todo esto era que ese solo hecho hacia que quisiera con más fervor nunca irme.
—Está bien, con una condición —le pedí, usando una ridícula expresión demandante y esperanzada.
—No voy a ir a una cita contigo —soltó, cruzando sus brazos.
—No soy un bastardo, Kate, ¡no te lo pediría de esta forma! Ugh. Y, yo no voy a citas —confesé, arremangando el suéter rosa hasta sus codos.
Curvó levemente una esquina de sus labios, posteriormente al estremecimiento.
Concéntrate.
—Iremos de compras al finalizar el último bloque, sé dónde venden las mejores galletas de mantequilla de maní.
Y con solo esa línea, la tuve.
Le di una serena sonrisa a la mujer detrás del escritorio de la recepcionista, pasando sin permiso ni citas a la oficina principal del Director. Sin embargo, antes de tocar la manija de la puerta, la mujer exclamó:
—Joven Payne, me temo que el Director está en una reunión con estudiantes problema. Si quieres, puedes esperar aquí unos cinco minutos; tengo café.
Evité rodar los ojos e hice lo que me pidió, rechazando el café cortésmente. Mi relación con el Director era más cercana de lo que me gustaba alardear; el hombre me leía y podía patearme el culo si yo lo contradecía. Me inspiraba el mismo respeto que mi padre, y por lo tanto, era importante para mí mostrárselo. Mi madre no estaba al tanto de mi trabajo parcial en la Policía, (y por ahora, no estaba en mis planes hacer que la vena de su frente estallara), pero mi padre, Max y obviamente Jev tenían que saberlo. El primero porque era natural, el segundo porque era mi mejor amigo fuera del comando, y Jev, el Director, porque tenía que explicar de alguna forma mi ausencia a partir de las cuatro de la tarde hasta cualquier-hora-de-la-noche. Y claro, porque era un muy buen amigo de mi padre.
Me sobresalté internamente cuando la vi salir por la puerta de la oficina.
La relación de chicos problema y el nombre de Kat no me cabían en la cabeza. Antes de que el reconocimiento trajera la sonrisa que quería ver, me miró con los dientes apretados. Sostenía su mano derecha apoyándola en la izquierda, y desde donde estaba, podía ver los moretones enrojecidos en sus nudillos.
Viendo rojo, me levanté apresuradamente y tomé sus manos entre las mías con un cuidado que era imposible por el tamaño de las mías. Estaba radiante, con la sudadera doblada en su codo y vistiendo una camiseta de tirantes blancas. Eso, en fusión con sus malditos jeans, hacía que mi estómago diera vuelcos placenteros y se desplazara hacia mi entrepierna a la velocidad de la luz.
Focalicé su rostro, buscando desesperadamente su mirada en medio de mi euforia/ira/intriga.
—¿Vas a hacer que mate a alguien hoy? Sabía que eventualmente pasaría, pero no puedes mantenerte a raya, ¿verdad?
Seguro como el infierno que me voz sonaba dura y rasposa, pero no me importaba. Ella me importaba más.
Kat me miró algo aireada.
—No pensaba hacer el papel de damisela en apuros, estúpido.
Bajó el tono de su voz al pronunciar la última palabra por la secretaria, pero de igual manera ventilé mi preocupación con dos palabras: —¿Quién fue?
Ella tenía que hablar en ese momento o irrumpiría en la reunión a golpear algo.
Haciendo una mueca por el dolor al retirar la mano que apoyaba a la otra, posó inocentemente su mano en mi pecho, haciendo que mi temperatura se elevara.
—Si fuera tú, no haría eso.
—Bueno, Liam, si yo fuera tú definitivamente no me preocuparía por un par de moretones.
—Bien, entrégame el maldito memo en donde lo dice. ¿Quién. Fue?
Bajé la cabeza para encontrarme con sus ojos suaves. Suaves. Yo estaba montando una escena y ella sonreía. Fenomenal.
—Golpeé a Drew —confesó, vacilante.
Resoplé.
—¡Golpeaste a Drew! —exclamé, mirándola atónito.
—Sí —replicó con consistencia—, y lo haría otra vez.
Kat retiró su mano (y gracias a Dios estaba lo suficientemente concentrada en mí como para que no notara los latidos rápidos del corazón) y trató de esquivarme para salir.
—Hey, Kat —la llamé, empleando toda mi fuerza de voluntad para no devolverme cuando salimos e indagar que rayos había pasado. —Lo siento, ¿sí? —ella se detuvo y me miró, mordiendo sus labios. —Busquemos la forma de hacerte sentir mejor.
Asintió mientras confesaba lentamente: —Duele.
—Ya sé, cariño, ya sé.
No quitando un ojo de encima de Kate, y el otro por el pasillo de la Academia solo deseando que Drew se me cruzara, me recosté del marco de la puerta mientras la enfermera vendaba en los nudillos de Kate. No me miró ni una sola vez.
—Bueno, cariño, deberías saltarte el resto de las clases. Si mueves mucho la muñeca, la hinchazón empeorará y será doloroso para ti y difícil para los calmantes —Kat asintió, mirándola con agradecimiento. —Cuida tu gancho derecho, chica.
Mientras conducía a Katelyn (había insistido en que era un maniático) hacia su habitación, me contó lo acontecido. Drew era un asno, y yo lo sabía más que nadie. Max y el eran más o menos inseparables. Yo dejé de formar parte de su ridículo grupito en cuanto el dejó de pensar con la cabeza correcta, y empezó a ser su peor versión. El código de chicos no era válido, pues era más sano estar lejos que a matarnos cada vez que nos veíamos. La mayoría de las veces, borraba su sonrisa, o el borraba la mía. Suficiencia más suficiencia no daba un buen resultado.
Entré a mi habitación después, solo para buscar mi billetera e ir por el almuerzo, pero me topé con una escena endemoniadamente no esperada.
—Hola, hermanito —saludó Max desde mi cama una vez que cerré la puerta detrás de un mi de u resonante portazo.
Drew me clavó sus ojos verdes. —Liam, ¿no es genial que compartamos cuarto, hombre?
Sí, absolutamente genial tener una oportunidad de cortar sus bolas mientras duerme.
—No, Ruth, no estoy sangrando por ningún lado —confirmé al otro lado de la línea, quitando la camisa blanca por encima de mis hombros.
Parecía un desastre humano porque me quedé atascada. Mis ataques de impulsividad eran muy oportunos.
—¿Segura? Porque parece que sí.
Cerré los ojos mientras sonreía un poco. —Bésame el trasero.
—Si me preguntas, creo que eres genial. Todas sabemos lo muy patán que es Drew, y quién-sabe-qué le hubiese hecho a As.
Traté de deshacerme de la camisa, y después de varios intentos, lo logré. Suspiré y me recosté en la cama. —Gracias pero no gracias. Él tiene una nariz rota y no le duele, yo tengo casi fracturados los nudillos. Pero valió la pena, me sentí cínica al ver la sangre gotear en el piso. Me encantó.
—¡Ojala hubiese visto la cara de Astrid! —rió mi mejor amiga, haciendo que yo fuera un eco. —Seguro se cagó hasta la mierda y no volverá a ver a Drew nunca más.
—Seguro. Oye, ¿podrían traer el almuerzo? No desayuné y tengo muchísima hambre. Hoy después de eso, podemos ir con Liam a hacer compras.
—¡Cla-aa-ro, mi amor! Te llevaré dos hamburguesas para que le partas la nariz a Kurt. ¿Te animas?
—No soy una boxeadora profe…
—¿Qué? ¿Estás hablando con Señorita histérica rubia? —escuché una voz al fondo, y arrugué los ojos—. ¡Asombroso! ¿Puedes pedirle su autógrafo? Es para mí trasero.
—Ja, ja, imbécil. Te rastreo en mi perímetro y eres marica muerto.
—No puedo esperar —respondió el y sentí la sonrisa en cada palabra.
Puse los ojos en blanco.
—¿Sabes qué? No te hagas drama, ya yo se la voy a partir.
¿Quién lo diría?
La alarma había sonado hace cinco minutos, y me alegraba de haber tomado una aspirina antes de irme a la cama. De lo contrario, me hubiese parado y, amablemente, habría estrellado el despertador a mi lado hacia la cabeza de algún estudiante desde la ventana. Sip, las mañanas no era mi fuerte. Tampoco las tardes. Y honestamente, las noches menos. Así que, de hecho, la expresión con la que miraba al frente mientras caminaba hacia al baño denotaba que tal vez tenía un palo en mi trasero.
—¡Buenos días a ti también, cariño! —canturreó Violet, rociándose con algún perfume de Victoria Secrets.
Cerré detrás de mí la puerta de un portazo, luego de recordar entredientes los pastelitos de As.
No tardé más de quince minutos en el baño, mientras cepillaba los dientes y la crema se escurría por mi pijama, me duchaba velozmente y aplicaba un corrector de ojeras en las bolsas debajo de mis ojos. No era una chica de una hora de cuidados excesivos, privando al resto del mundo de hacer el regular pis mañanero, pero el hecho de que me hubiera quedado despierta con Ruth viendo un nuevo episodio de American Next Top’s Model después de la sucesión de bienvenida, había hecho que casi chillara en cuanto me encontré con mi otra yo dándome una mirada de muerta en el espejo.
—Tengo un hambre demasiado violenta. —comenté, mientras deslizaba mi mano por nuestro gran armario y le daba la espalda a una muy inactiva Astrid.
—Tú siempre tienes hambre. Es extraño cuando no estás devorando a un asno.
Asentí, sacando unos jeans rasgados en parte de los muslos y las rodillas (los cuales me había costado la mitad de la vagina conseguir), y una sudadera rosa sorpresivamente no tan holgada. No quitaba la vista del espejo de tamaño completo de nuestra habitación, cuidando cada detalle. Usualmente no usaba rubor, ni alguna gota de maquillaje, pero lo sopesé mientras abría el estuche negro brillante de nosotras y consideraba usar algo.
—¿Zac Efron vendrá a la academia?
Miré con cara de pocos amigos a Astrid, quién, me escrudiñaba hasta las cejas. Bien. Una de las cosas que más adoraba y odiaba a veces era nuestra capacidad para leernos.
Sabía lo que insinuaba.
—Un poco de rubor tampoco te vendría tan mal As —zigzagueé entre su mirada y mis nervios. Ella me miró de vuelta, como una linda planta en nuestra cama. Inmóvil. —¿No piensas prepararte?
Y empecé a vestirme, pensando en el hipotético desarrollo de ese martes. Los nombres de mis dos nuevos delirios personales se me atragantaron en la lengua.
No fui hasta allí, así que le dirigí una pequeña sonrisa a Astrid, quién quitaba lentamente sus medias violetas hasta la rodilla de dormir.
—Así que… Scott. Tú. Cama. Juntos. ¿Debería pensar de más?
Ella me dio una mirada vacilante. —Negativo, Kat. Sólo. Amigos. Viendo. Una. Película. ¿Funciona para ti?
Pensando en pedirle que me buscara aceite para mis pantalones, me encogí de hombros entre saltitos.
—Claro, primor. Solo me aseguraba —guiñé un ojo—. Te puedo afirmar que ese chico es ultra lindo. Tipo lindo de lamerlo hasta que pierda el sabor.
As se movió por la habitación, arrojando prendas al azar en la cama y amarrando su cabello en una coleta alta. Suspiré. A menudo me preguntaba cómo demonios hacia esa chica. Si se pusiera un saco sucio de papas como vestido, aún sería siendo esa atractiva combinación de dulzura y promesas.
Otras chicas más comunes teníamos que esforzarnos un poco más.
—¡Lo es!, ¿verdad? Pero mi radar no hace el pip esperado.
Hizo un ligero puchero y yo puse mi rostro triste, en silenciosas condolencias. El reloj apuntaba las siete y diez mientras yo peinaba las bendecidas ondas en mi cabello.
—Joder, Astrid. Pero, ¿sabes que es lo mejor que conseguir un pedazo de culo caliente el primer día?
—¿No conseguir uno? —inquirió, sonriendo un poco.
—¡Din, din, din! Además, él podría ser un potencial buen amigo. Eso es un bonus de bienvenida, As. Podría prestar sus hombros para ti.
Entonces volvió a sentarse en donde había estado inicialmente, de repente noté como su cara se venía abajo.
—As —solté el cepillo y me senté a su lado, dirigiéndole ese tono empalagoso-protector que solo usaba con mis chicas. —Cuéntamelo todo.
Ella sonrió, pero con uno de esos curvamientos de derrota. —Drew.
Fue impresionante como pasé de estar helada a raíz de la baja calefacción, a estar caliente de molestia en un par de segundos. Si existía algún chico por el que no tenía nada de respeto y aversión, ese era Drew Maldito-estúpido No-sé-su-apellido.
Abrí y cerré los puños, dando tiempo a que mi fuero interno se calmara. ¿Qué? ¿De todos los idiotas, ese idiota? Muchas jodidas gracias, destino.
—Está aquí —adiviné, mis hombros hundiéndose por su mirada baja. —Supongo que no le diste tiempo para que se acercara, ¿verdad…?
—No, Kate, todo lo contrario. Hablamos, por como diez minutos. Fue matador estar consciente de cómo la conexión entre mi cerebro y mi lengua se averió.
Suspiré, acercándola en un abrazo de hombros. Drew básicamente hacía que los deseos de quitarle la cabeza afloraran en mi piel. Evitando que me cabreara más al recordar su historia, le dije:
—Te juro que no te hará daño, no eres más esa niña inocente que solo quería ser correspondida. Eres esta bomba hermosa que es más fuerte. El no sabrá lo que lo golpeó, dulzura.
Astrid susurró un ‘que le den’, y se apresuró a ducharse.
Era el primer día en la Academia, y que Dios me agarrara confesada si yo iba a poner un pie fuera de la estancia sola. Por alguna razón, a pesar de sentir como mi seguridad se consolidaba, la ansiedad contraía muros y no daba chance a que la lucidez se deslizara fuera.
Desconecté el teléfono que descansaba en la mesita de noche, esperé a que se encendiera y desplacé la vista por el panel con un par de notificaciones en él. SnapChat. Bueno, no era una gran fan (¿Adicta psicótica a las fotos? Paso, muy narcisista) de dicha red social, aunque fuera divertida y práctica; podía decir que solo la usaba por los filtros y para seguir de cerca a Brad Pitt. Así que, naturalmente sentí una odiosa curiosidad por saber la razón del aviso.
Aceché mi mochila entre el armario con la vista fija en la pantalla. Al parecer, l.payne me había agregado por mi nombre de usuario. Desplazando la pantalla fuera de la cámara frontal y mi ángulo poco favorecedor, noté que el mismo usuario había posteado unos Snaps recientemente (uno más reciente que otro).
Hasta ese momento no había procesado el nombre de usuario en relación con el principal autor de mi consecuente embobamiento.
Profanando una larga cadena de maldiciones (chillidos histéricos por los que mi mamá arrugaría la nariz), mantuve presionado el icono de la imagen al lado, ¡y era toda una maldita historia!
Lo primero que vi fue una foto grupal de varios chicos sentados en una mesa de un restaurant, alzando sus vasos de vidrio con Nuvo y con sonrisas perfectas haciendo que el escenario parecería más bien una sesión de fotos profesional. Después de quince segundos de admirar a Liam con justo el mismo atuendo de ayer, con el corazón martilleando mis nervios, una foto de mí me sacó el aire de los pulmones.
Yo, de perfil y sonriendo como si estuviera en el paraíso de los malditos algodones de azúcar, justo en el hueco del cuello de Liam. Él no se apreciaba en la foto, pero sus lunares estaban a la vista.
De seguro mi rostro estaba tan blanco como un papel. El tumulto de sensaciones selló mis labios y la habitación quedó en sumida en silencio.
Hasta que salió Astrid, ignorándome y vistiéndose en dos por tres.
Y sonó la puerta.
—Ese debe ser Scott. Compórtate. —Me advirtió, apuntándome con un dedo. Corrió hasta la puerta del cuarto para abrir.
Muy ocupada procesando significados y causas, asentí ligeramente, percibiendo la sangre en mi lengua.
*****
Liam Payne.
Le ofrecí una sonrisa de “estás exagerando” a mi madre mientras removía la azúcar en mi café con leche. —Hunter no causará más problemas, mamá, ¿está bien? Y si no, Paige puede encargarse de que no enloquezcas.Liam Payne.
Cuando acepté la idea de que iba a ir a un internado en la Costa de California, le compré a mi madre un Iphone cinco (lo mejor para lo mejor se quedaba corto), con la intención de tener sus buena energía manteniendo mi cordura cada mañana. Era más o menos vital, y mi salario era como demasiado decente.
Podía recordar la época de los seis años, en los que mi madre era mi solemne princesa, pero siempre haciendo el papel de sobreprotección. Sobre todo cuando caía una y otra vez del skateboard que Max compartía conmigo.
—No, mamá. No banditas. Otro intento, ¿por favor? —le decía, forzando una sonrisa, pero con lágrimas brillantes esperando trazar su camino por mis mejillas femeninamente sonrosadas.
Ella asentía, nunca perdiendo el hilo de preocupación en sus ojos ámbar, alentándome a ser el mejor. Después de que crecí, y llegó la época de los catorce y la invencibilidad, descubrí que mi tan valiosa princesa Mamá, necesitaba a un príncipe que la salvara de vez en cuando. Dos hijos, una casa rentada y un esposo ausente no pintaban el mejor panorama de felicidad absoluta. Y a pesar de que nos miraba a mi hermano a mí con esa mirada tan arrebatadoramente amorosa cada noche, decidí que ella no tenía que seguir esperando más. Fue en ese preciso segundo en el que supe que Max y yo seriamos sus caballeros de armadura. Protegerla y hacerla sentir como una reina era nuestra obligación y una manera de demostrarle que nunca necesitó nada más, tal y como ella nos recordaba.
Así que, FaceTime y tener mucho tiempo libre tratando de hacer amigas en el club de lectura era una cosa nueva para ella.
—Hunter detesta a Paige, lo sabes, Liam. Detesta a todos, en realidad.
Tomé un sorbo, provocando que una nueva corriente de calor me despertara un poco más.
—Sabes que el oculta su amor con gruñidos. No puedes culpar a un perro difícil, no tienes moral para hacerlo —bromeé, levantando una taza a la pantalla de mi teléfono.
A excepción de mi voz, la habitación que había estrenado ayer por la mañana estaba en un encantador silencio. Sin compañeros de cuarto, sólo Liam Payne disfrutando de toda la comodidad. Cuando se estaba acostumbrado a los gritos ininteligibles de Max, a mi madre diciéndome “manicito” (¡Ella creía que eso estaba bien, e incluso lindo!) y en la tarde y parte de la noche, a compañeros vociferando resultados de futbol en tu oído como si estuviera muy jodidamente bien, el silencio era algo que estimabas y era equivalente a ocasión digna de meditación y felicidad.
—Hey, está en nuestros genes. Menos en el de Max, por supuesto —mi madre, Linda White, puso en los ojos en blanco divertidamente.
Esto era lo mejor de hablar con ella.
—Lo tienes. Por cierto, ¿a qué hora llegó Maximiliano? Específicamente le dije que evitara tu trasnocho.
Mi madre ladeó la cabeza y gritó desde el living: —¡Oye, hijo! ¿Debería provocar que Liam se enfurruñara contigo?
Entrecerré los ojos en la pantalla, a la espera de mi hermano mayor.
—¡Cielos, no, mamá! ¡El seguro médico ya está lo suficientemente caro!
Si, Max era todo un neandertal. Un neandertal con una boca tipo anzuelo que hipnotizaba a las chicas más vulnerables. Llevaba meses jodiéndolo con eso, rememorando cada vez como su última ex novia lo llamó en medio de un día familiar en el club de golf más importante de la ciudad.
Me reí entredientes del rostro de mi mama al recibir un beso sonoro en su mejilla por parte de Max. —Hola, Liam —asintió, luchando con una sonrisa.
—Hola, hermanito. Te sientan bien las mañanas.
Mi madre puso cara de tragedia.
—Y a ti te sienta bien esa camisa a cuadros desabotonada, guapo.
Esta vez, ella alzó las cejas hacia mí. —¿Planeas romper corazones, bebé?
Bufé, pasando una mano por mi cabello. Sólo a una, se me ocurrió, pero desplacé la cadena de pensamientos.
—Oigan, tengo clases pronto —les dije luego de mirar el reloj en mi muñeca—. Tú, Max, ¿no tienes entrenamiento hoy?
—No, Landon fue una perra amable y me dio tres días.
Mamá empujó su hombro contra el de él, advirtiéndole con La Mirada. —Vamos, Max, cuida esa boca tuya.
Cuando mi hermano tenía días libres, su objetivo de existencia era hacer lo que hacía mejor, si saben de lo que hablo. Algo que involucrara Pubs, y compras con mamá. Las idas al supermercado no me preocupaban, pero yo había visto cómo miraba a Kingston. De no ser porque adorara su mente-y-labios, podría ponerle un bozal cuando mi hermano estuviera cerca. Puse cara de póker, indispuesto a mostrarle con la expresión que tenía (cuando estaba a punto de tirar del gatillo) por su recordatorio que había leído su mente con éxito.
Siendo atípico y desesperante, sentía como la garganta se me secaba y necesitaba toser cuando el nombre de la rubia pasaba por mis pensamientos.
Y lo odiaba.
—Bien —casi sentí mi mandíbula tensarse cuando el rostro de Max reflejó ese fulgor en sus ojos. —Mamá, tengo que irme.
—Está bien, hijo. ¡Saca muchos dieces por mí! Te amo —moví mis labios al mismo tiempo que ella y finalicé la llamada con el ceño fruncido por el último destello de diversión que obtuve de mi hermano.
Maldito imbécil.
Arremangué la camiseta de cuadros azul a mis codos, topándome con sonrisas fáciles de varias chicas en el camino. Tú pensarías que debería estar acostumbrado a este tipo de cosas. Cosas como chicas atravesándose en mi camino y ofreciéndome sonrisas huecas pero interesadas, o cosas como invitaciones menos sutiles. Pero la triste verdad era que me daba igual. Había aprendido que ser cortés no funcionaba, así que pasé a la fase en la que era reservado y aprovechaba sus beneficios cada tanto. Era gracioso, de hecho, que las chicas pensaran que no tenía un cerebro capaz de ver más que un par de pechos de chica.
El problema era que a las chicas les encantaba los estereotipos inalcanzables.
Visualicé una melena rubia entre los muchos estudiantes y mi cuerpo me traicionó en el terreno de juego. Los nudillos se emblanquecieron sujetando la correa de mi mochila negra y apostaba a que parecía como si estaba tratando muy duro. Los pensamientos se borraron repentinamente en mí cabeza y una sensación embriagadora se trasladó desde mi pecho hasta, dolorosamente, el sur. Estaba noqueado y ni siquiera di una pelea como tal. No era como si quisiera hacerlo en cuanto en mi mente emergió la sonrisa de Katelyn Kingston lanzándome fuera del estómago, y de mí.
Relamí los labios, y aminoré el paso hasta ella.
Pero se dio la vuelta, y no le hacía ni una jodida pizca de gracia a Katelyn.
Gruñendo por debajo de mi aliento, decidí que antes de tomar Física Avanzada, tendría un orgasmo involuntario haciendo contacto con Kat.
—Vamos, Kat, no hagas que te lleve por mis medios. —quería apretar los dientes por su tenacidad, pero me era como imposible.
No con esa sonrisa haciendo malabares con mi control, determinación y sensatez. Le tendí una vez más mi mano, siendo totalmente consciente de que estábamos en el medio de la entrada.
Sus ojos, con la premonición de calcular (nunca lo haría, por más profundo que fuera su ceño) mis movimientos y maquinar replicas, me dieron una mirada tirante.´
Primer strike.
—Dos segundos.
Ella hizo uso de sus labios para un lindo fruncimiento. Katelyn creía que aún quedaba diversión, sin embargo, cuando sus ojos miraban el piso y se aseguraba de poner un pie en frente del otro, yo sonreí porque era obvio que no.
—Bueno, no uses tu tono paternal conmigo, Liam. No es lindo.
El sujeto de la entrada me dio una mirada impaciente y tomó a cambio una petición de que se metiera en sus malditos asuntos con mi ceja alzándose.
Me acerqué dos pasos más a Kat, calentando sus brazos con mis manos moviéndose pausadamente. Casi me envió hacia atrás en mi culo sus labios abiertos y sus mejillas rosadas, pero había probado lo que era tocarla, y mi cuerpo y mente estaban de acuerdo con acoger la sensación hipnotizante. No estaba seguro de la mirada que le estaba dando, pero por alguna razón no podía quitarme los ojos avellana de encima ni por un segundo.
Pero no me decían nada.
—Algo me dice que te acostumbrarás —hablé, a pesar de la música alta.
La cercanía funcionaba. Lo único que me hacía desviar la mirada eran sus labios moviéndose para mí.
—No podré tener suficiente de eso.
Como si le hubieses reseteado el cerebro, me dio una mirada posterior de “¿Qué dije?”, rompiendo nuestra burbuja. Reí cuando sus mejillas se inyectaron de rojo. Pero después mordió sus labios, y naturalmente, yo no quería reírme. Quería morderlos por ella.
Deslice mi mano por su hombro, acercándola y sujetándola lo suficiente para que su quijada no se clavara en el piso, y apreté los puños para drenar la frustración sin que lo notara.
Su cercanía estaba estimulándome. Y eso no era bueno, por lo menos para ella.
Resolví llenar el cálido silencio entre los dos con una conversación, aunque dudara que pudiera mantenerla.
—¿Número de habitación?
Sus pestañas estaban revoloteando por el sueño, y me concentré menos en mí y más en hacer que se sintiera cómoda. Aminoré el paso y posé su cabeza en mi hombro.
—305. Puertas abiertas para ti y si tus amigos se parecen a ti, también.
Lidió con una sonrisa cerrada y fallé miserablemente en no hervir por la idea de mis amigos cerca de ella.
—Oh, Ángel, no está en mi planes compartir la visión de ti.
Su cabeza se ladeó ligeramente hacia mí y su nariz rozó mi cuello. Maldita sea. Apreté los dientes, tanto que mi mandíbula podría tener un tic. Ignoré el calor en mi entrepierna y le devolví la mirada, tratando de no mostrar mis arranques.
—Ah, ¿amigos idiotas? —inquirió, su mano, finalmente posándose en mi cintura y bajando un poco más.
—Kat, dame un minuto y no responderé —susurré, mirando hacia el frente, pero mi cuerpo no estaba de acuerdo en desconocer su toque acompasado.
Solté un sonoro suspiro cuando sacó de mi bolsillo izquierdo delantero mi teléfono.
—El mío está muerto —expresó arrastrando las palabras, tratando de manipularlo con la mano que no estaba atada a mí.
¿Era posible amar tantas pequeñas cosas de una sola persona? Sabía que era enfermizo y que probablemente la lógica debía intervenir, pero todo pasaba a un segundo plano cuando respiraba el mismo aire que ella.
Todo.
Mientras tenía esto en mente, ella deslizaba sus dedos enrojecidos por la pantalla, sin saber qué hacer. Una risita me hizo enterrar mis labios en su cabello. Cerré los ojos por dos segundos, memorizando exactamente lo que inspiraba. Vainilla concentrada. Incontinenti, recordé que era alérgico.
La ironía era una perra.
Borrando y volviendo a empezar unas seis veces (las conté), Kat envió un mensaje. No prestándole atención al destinatario, observé mientras caminábamos por el campus cómo registraba las aplicaciones.
—Me sorprende que no te haya llegado la notificación de que estás por llegar a tus días —ella hizo comillas, y sonrió por su propio chiste.
Carraspeé.
—¿Disculpa?
Kat sonreía como el gato de Cheshire, restregándome la obviedad con sus ojos. —La aplicación de calendario que lleva la cuenta por ti.
Fruncí el ceño divertidamente y le di una mirada reprobatoria. —Creo que te detesto.
A los tres segundos, estaba maniobrando con mi teléfono en su mano con la cámara de Snap y tratando de enfocarnos.
—¿Qué haces? —carcajeé, mirándonos en la cámara de alta resolución.
Había querido gritar los comandos de captura, solo para quedarme con la evidencia de que adoraba su rostro avergonzado. El color subiendo y sus ojos batallando entre ello, y la resistencia.
—Para que no me olvides, Liam —rodó sus ojos, y volvió a su tarea de ángulos y sonrisas.
A falta de una cámara profesional, mi teléfono me hacía practicar mi hobbie favorito cuando quisiera. Las redes sociales estúpidas solo lo hacían más divertido. Usualmente mi entrada estaba llena de fotos de mis amigos haciendo el ridículo en frente de una lentilla.
Tomé entre sus manos mi teléfono con una sonrisa de lado y tomé una foto justo cuando su nariz descansaba junto a mis lunares.
Perfecta.
En mi mente, viendo en un visor gigante los recuerdos de la noche pasada, toqué la puerta del dormitorio. Casi esperé a que fuera Kat la que me recibiera, y rogué porque no me haya jugado una de sus bromas de listilla y me haya arrojado a una situación decepcionante.
—Tú no eres Scott.
Prontamente, la voz de Kat irrumpió en mis pensamientos en cuánto vi a la castaña que sostenía la puerta.
—Astrid es, sin dudas, una castaña de ojos risueños que te hace pensar que todo está bien en el mundo. Nuestros ojos se parecen, pero los de ellas tienen ese atractivo brillo que… —ella gesticuló adorablemente en el aire y yo asentí, no muy seguro de que quería decir. —Te hace querer sonreír todo el día. Menuda, y se parece a Victoria Justice.
Sonreí como un idiota instantáneamente por el recuerdo de Kate, y también por el hecho de que esta chica significaba el mundo para la mía, y eso era invaluable.
—Soy Liam. Liam Payne.
Con esa voz afable que había perfeccionado por mí mamá, me presenté ante la colgada, pero sin dudas linda chica.
Colgada y colorada.
Carraspeé internamente. ¡De eso malditamente hablo!
—Tú debes ser Astrid. Es un placer.
Estreché su mano y de la nada, apareció otro chico. Y luego otro. Casi apreté los labios. Respondiendo lo puntual, quería que Astrid me dejara entrar o se nos haría muy tarde. En medio de una situación de euforia silenciosa para ella, me concentré en no apartarla gentilmente y buscar a Kate.
—¿Puedes llamar a…? —intimé, levantando una ceja.
—¡Kaaaaaate!
Quise poder controlar los latidos de mi corazón…
Qué. Jodida. Mierda. Femenina. Me. Estaba. Pasando.
Entonces ella apareció y una respiración que no sabía que estaba conteniendo, salió junto con una sonrisa chispeante. Con una sudadera rosa que la hacía lucir caliente, intentando no ser sexy y fallando y un par de jeans que quería terminar de rasgar para encontrar la suave piel debajo. Apreté mi labio inferior disimuladamente, no queriendo parecer demasiado irrebatible.
—Sí, señora. Oh, mierda. ¿Estabas haciendo una fiesta y no me invitaste?
Los dos chicos, que a esas alturas no sabía quiénes eran, la saludaron con un par de sonrisas. Claro que sí. Rodé los ojos, y me dispuse a saludarla.
Hasta que llegó Max.
—Kate —dio un paso, ignorándome y a los demás y casi le ladré que retrocediera.
Yo di otra paso y Katelyn nos dió una mueca que parecía tener ganas de ser sonrisa.
No percibí la mirada nerviosa de Astrid, su mejor y aturdida amiga a su lado, y Katelyn tampoco, pues estaba paseando su par de trozos de chocolate meticulosamente entre Max y yo.
—Yo me largo.
Y sin más, uno de los sujetos desapareció tras ella.
Ella alzó una mano en nuestra dirección e hizo que Max y yo retrocediéramos.
—¡Hey, Scott! —Kat llamó al chico que empezaba a gritar el nombre de As por toda la estancia, utilizando un tono autoritario pero agradable.
Yo no podía quitar los ojos encima de ella, y me estaba comportando como una bestia víctima de emociones, pero que me partiera un rayo si la chica que miraba a Scott mientras hablaba no era algo de otro mundo.
—Cuando ella está así, es mejor hacerse un lado. Sin embargo, eso solo dura unos cinco minutos. Quizás puedas perseguirla luego, pero necesito, primero, decir lo siento. Sé que las chicas y yo fuimos unas tontas la noche pasada y…
—No te preocupes, Katelyn —una sonrisa para Kat. Bueno, amigo, una más y te vas. —Tenían toda la razón, y yo debería haberles explicado. Sin rencores, sobretodo sabiendo que quizás tú vas a ser la madrina de nuestra boda.
Kat rió simpáticamente, enviándome escalofríos. —Vaya, lo aprecio. Astrid estaba haciendo que mi trasero doliera.
Él le dio una última sonrisa (estuve a punto de hacer que Katelyn no la mirara), y se escabulló.
—Bueno, hola a ustedes —la sequedad de su voz me punzó, luego se dio la vuelta y cerró la puerta con la llave en su pulsera de oro—. Les notifico que las zorras están por ese pasillo —apuntó hacia la derecha—. Los llevaría pero tengo clases. Porque sí, lo hago. Libros y todo, pruébenlo.
Incapaz de responder y replicar, solo miré sus labios rosados moviéndose. Max, a mi lado, alzó las cejas.
Un muy buen golpe bajo.
—No buscábamos…
Pero ella siseó, atravesándonos con esa mirada de listilla características. Como soy-más-lista-que-los-dos-juntos, y se fue, pasando en el medio de los dos.
Visualicé su rubio cabello tambalearse en sus caderas con su andar, y me derretí un poco. Claro que el efecto se volvió piedra en cuanto mire a Max.
—Mantente alejado por tu propio maldito bien, Max. —dicté con la voz plana y la advertencia en cada silaba, antes de dirigirme a mi clase con los dientes apretados y un golpe de frustración extendiéndose.
Desde que estaba en primer año, había tomado las clases avanzadas. Al principio, me había costado mantenerme al ritmo, con las prácticas de tenis y mi ocupación parcial en el Comando de Policía de California, pero ahora era un pan comido. A mi familia le resultaba irritante que parecía ser perfecto, y aunque a mí no me interesaba pensarlo mucho, definitivamente no era mi elección.
En retrospectiva, me había esforzado un mundo entero complacer a mi padre, Jason Payne, pero posteriormente al ponerme el chaleco antibalas y ser el suplente de un detective, o simplemente acompañar a Nick (jefe de la sede) en operativos, pensé que quería hacerlo de por vida y que jamás me agotaría de ninguna manera. Mi padre tenía un montón de contactos, y la supremacía consideraba que si tenía el permiso de mis padres y del Estado, añadiendo que pronto sería mayor de edad, no había ningún problema.
Frecuentemente me preguntaba en dónde estaría parado si no tuviera ese trabajo como comodín para escapar.
Con ese hilo de pensamientos en la cabeza, esperaba a que el Sr. Fletchins ingresara de una maldita vez.
Alcé las cejas. ¿Primero año y tomaban clases avanzadas? Ambicioso. Sin embargo, me sentí egoístamente encantado de que Kat estuviera en la misma clase que yo.
Ella parecía discutir con sus amigas acerca de algo (se sumaron un par de chicas), y yo estaba disfrutando de mi pequeño pedazo de cielo visual.
Una molesta chica (y apuesto a que estúpida, también, por su tono para nada convencedor y plástico) estuvo susurrando mi nombre toda la clase. Cuando sonó el timbre que anunciaba el segundo bloque, me volteé y le dirigí un ceño fruncido y una mirada que esperaba a que fuera neutral y antipática.
—¿Tienes algún problema con tu voz? Estás desvariando.
El color rojo acudió a sus mejillas, e internamente sentí pena por ella. Estaba cansado de ese tipo de basuras. La mayoría de los sujetos en el campus que recibieran esa atención no la desaprovecharían, pero a mí me irritaba sobremanera la manera en la que no buscaban otras formas.
Haciendo un mohín, recogió sus cosas con la poca vergüenza que le quedaba y me dediqué a hacer lo mismo. Esperando encontrarme con mi rubia favorita, salí del salón rápidamente, encontrándola al frente de una máquina expendedora.
—Insertar un dólar no es tan difícil, Kingston.
Su rostro pasó de desconcierto a pasmo y en seguida, a desconcierto de nuevo. Pero acompañado de algo más.
—Gracias, Sherlock.
Muros.
Estaba intactamente linda con sus gafas y su actitud rebosante de obstinación.
—No te esfuerces tanto, encanto. Debe ser condenamente duro para ti leerme, así que no lo hagas.
Ella asintió de mala gana y me miró directa y profundamente: —No lo voy a dejar, y tú no eres la excepción.
—Como quieras —sonreí, provocándola. —Por cierto, ¿cómo estás? ¿Nada de resaca? Tengo un par de aspirinas en mi mochila, sólo por si…
Kat alzó una mano y negó. —Bueno, tu dímelo, Liam. Revisé Snap hoy.
Pellizqué su atractivo pómulo con el pulgar y la cercanía era pesada.
—¿Y?
Resopló, pero luego me sonrió, en derrota. El dolor en la entrepierna me golpeó. —¿Qué estás tratando de hacer, Liam? No estoy abajo para permitirte entrar en mis pantalones.
Peiné mi cabello un poco y retrocedí con los ojos entornados. —Estás fracasando en intentar leerme, pastelito. Hay más prioridades en la lista, como por ejemplo, provocarte gemidos con un único roce. Pero, en primer lugar, hacer que te veas a través de mis ojos.
Su mandíbula se iba a descolocar por mi arrebato, y escondí mi satisfacción detrás de las cejas levantadas. Bajó su mirada. Luego se concentró en mis ojos, en una disputa irremediable por creerlo.
Y lo entendí.
Demonios.
—Es increíble… —balbuceé, recibiendo su fuerte mirada.
—No vayas ahí, ¿por favor?
¿Es que ella no se veía en un espejo? Menuda mierda injusta, y lo peor de todo esto era que ese solo hecho hacia que quisiera con más fervor nunca irme.
—Está bien, con una condición —le pedí, usando una ridícula expresión demandante y esperanzada.
—No voy a ir a una cita contigo —soltó, cruzando sus brazos.
—No soy un bastardo, Kate, ¡no te lo pediría de esta forma! Ugh. Y, yo no voy a citas —confesé, arremangando el suéter rosa hasta sus codos.
Curvó levemente una esquina de sus labios, posteriormente al estremecimiento.
Concéntrate.
—Iremos de compras al finalizar el último bloque, sé dónde venden las mejores galletas de mantequilla de maní.
Y con solo esa línea, la tuve.
Le di una serena sonrisa a la mujer detrás del escritorio de la recepcionista, pasando sin permiso ni citas a la oficina principal del Director. Sin embargo, antes de tocar la manija de la puerta, la mujer exclamó:
—Joven Payne, me temo que el Director está en una reunión con estudiantes problema. Si quieres, puedes esperar aquí unos cinco minutos; tengo café.
Evité rodar los ojos e hice lo que me pidió, rechazando el café cortésmente. Mi relación con el Director era más cercana de lo que me gustaba alardear; el hombre me leía y podía patearme el culo si yo lo contradecía. Me inspiraba el mismo respeto que mi padre, y por lo tanto, era importante para mí mostrárselo. Mi madre no estaba al tanto de mi trabajo parcial en la Policía, (y por ahora, no estaba en mis planes hacer que la vena de su frente estallara), pero mi padre, Max y obviamente Jev tenían que saberlo. El primero porque era natural, el segundo porque era mi mejor amigo fuera del comando, y Jev, el Director, porque tenía que explicar de alguna forma mi ausencia a partir de las cuatro de la tarde hasta cualquier-hora-de-la-noche. Y claro, porque era un muy buen amigo de mi padre.
Me sobresalté internamente cuando la vi salir por la puerta de la oficina.
La relación de chicos problema y el nombre de Kat no me cabían en la cabeza. Antes de que el reconocimiento trajera la sonrisa que quería ver, me miró con los dientes apretados. Sostenía su mano derecha apoyándola en la izquierda, y desde donde estaba, podía ver los moretones enrojecidos en sus nudillos.
Viendo rojo, me levanté apresuradamente y tomé sus manos entre las mías con un cuidado que era imposible por el tamaño de las mías. Estaba radiante, con la sudadera doblada en su codo y vistiendo una camiseta de tirantes blancas. Eso, en fusión con sus malditos jeans, hacía que mi estómago diera vuelcos placenteros y se desplazara hacia mi entrepierna a la velocidad de la luz.
Focalicé su rostro, buscando desesperadamente su mirada en medio de mi euforia/ira/intriga.
—¿Vas a hacer que mate a alguien hoy? Sabía que eventualmente pasaría, pero no puedes mantenerte a raya, ¿verdad?
Seguro como el infierno que me voz sonaba dura y rasposa, pero no me importaba. Ella me importaba más.
Kat me miró algo aireada.
—No pensaba hacer el papel de damisela en apuros, estúpido.
Bajó el tono de su voz al pronunciar la última palabra por la secretaria, pero de igual manera ventilé mi preocupación con dos palabras: —¿Quién fue?
Ella tenía que hablar en ese momento o irrumpiría en la reunión a golpear algo.
Haciendo una mueca por el dolor al retirar la mano que apoyaba a la otra, posó inocentemente su mano en mi pecho, haciendo que mi temperatura se elevara.
—Si fuera tú, no haría eso.
—Bueno, Liam, si yo fuera tú definitivamente no me preocuparía por un par de moretones.
—Bien, entrégame el maldito memo en donde lo dice. ¿Quién. Fue?
Bajé la cabeza para encontrarme con sus ojos suaves. Suaves. Yo estaba montando una escena y ella sonreía. Fenomenal.
—Golpeé a Drew —confesó, vacilante.
Resoplé.
—¡Golpeaste a Drew! —exclamé, mirándola atónito.
—Sí —replicó con consistencia—, y lo haría otra vez.
Kat retiró su mano (y gracias a Dios estaba lo suficientemente concentrada en mí como para que no notara los latidos rápidos del corazón) y trató de esquivarme para salir.
—Hey, Kat —la llamé, empleando toda mi fuerza de voluntad para no devolverme cuando salimos e indagar que rayos había pasado. —Lo siento, ¿sí? —ella se detuvo y me miró, mordiendo sus labios. —Busquemos la forma de hacerte sentir mejor.
Asintió mientras confesaba lentamente: —Duele.
—Ya sé, cariño, ya sé.
No quitando un ojo de encima de Kate, y el otro por el pasillo de la Academia solo deseando que Drew se me cruzara, me recosté del marco de la puerta mientras la enfermera vendaba en los nudillos de Kate. No me miró ni una sola vez.
—Bueno, cariño, deberías saltarte el resto de las clases. Si mueves mucho la muñeca, la hinchazón empeorará y será doloroso para ti y difícil para los calmantes —Kat asintió, mirándola con agradecimiento. —Cuida tu gancho derecho, chica.
Mientras conducía a Katelyn (había insistido en que era un maniático) hacia su habitación, me contó lo acontecido. Drew era un asno, y yo lo sabía más que nadie. Max y el eran más o menos inseparables. Yo dejé de formar parte de su ridículo grupito en cuanto el dejó de pensar con la cabeza correcta, y empezó a ser su peor versión. El código de chicos no era válido, pues era más sano estar lejos que a matarnos cada vez que nos veíamos. La mayoría de las veces, borraba su sonrisa, o el borraba la mía. Suficiencia más suficiencia no daba un buen resultado.
Entré a mi habitación después, solo para buscar mi billetera e ir por el almuerzo, pero me topé con una escena endemoniadamente no esperada.
—Hola, hermanito —saludó Max desde mi cama una vez que cerré la puerta detrás de un mi de u resonante portazo.
Drew me clavó sus ojos verdes. —Liam, ¿no es genial que compartamos cuarto, hombre?
Sí, absolutamente genial tener una oportunidad de cortar sus bolas mientras duerme.
*****
Katelyn Kingston.
Katelyn Kingston.
—No, Ruth, no estoy sangrando por ningún lado —confirmé al otro lado de la línea, quitando la camisa blanca por encima de mis hombros.
Parecía un desastre humano porque me quedé atascada. Mis ataques de impulsividad eran muy oportunos.
—¿Segura? Porque parece que sí.
Cerré los ojos mientras sonreía un poco. —Bésame el trasero.
—Si me preguntas, creo que eres genial. Todas sabemos lo muy patán que es Drew, y quién-sabe-qué le hubiese hecho a As.
Traté de deshacerme de la camisa, y después de varios intentos, lo logré. Suspiré y me recosté en la cama. —Gracias pero no gracias. Él tiene una nariz rota y no le duele, yo tengo casi fracturados los nudillos. Pero valió la pena, me sentí cínica al ver la sangre gotear en el piso. Me encantó.
—¡Ojala hubiese visto la cara de Astrid! —rió mi mejor amiga, haciendo que yo fuera un eco. —Seguro se cagó hasta la mierda y no volverá a ver a Drew nunca más.
—Seguro. Oye, ¿podrían traer el almuerzo? No desayuné y tengo muchísima hambre. Hoy después de eso, podemos ir con Liam a hacer compras.
—¡Cla-aa-ro, mi amor! Te llevaré dos hamburguesas para que le partas la nariz a Kurt. ¿Te animas?
—No soy una boxeadora profe…
—¿Qué? ¿Estás hablando con Señorita histérica rubia? —escuché una voz al fondo, y arrugué los ojos—. ¡Asombroso! ¿Puedes pedirle su autógrafo? Es para mí trasero.
—Ja, ja, imbécil. Te rastreo en mi perímetro y eres marica muerto.
—No puedo esperar —respondió el y sentí la sonrisa en cada palabra.
Puse los ojos en blanco.
—¿Sabes qué? No te hagas drama, ya yo se la voy a partir.
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- Hola bebés!! Ojala les haya gustado y les haya transmitido lo que a mí Las quiero mucho
bigtimerush.
Re: Pacific Coast Academy.
- Spoiler:
- a ver mEY MI CAPÍTULO LLEGA TARDE PERO LLEGA Y VA A SER TAN EXCESIVO Y EXPRESIVO QUE VA A TRANSMITIRTE LA EMOCIÓN DE CULPA POR HABER TARDADO JUNTO CON LA FELICIDAD QUE ME CAUSA TU COMENTARIO.
yo ya declaré mi amor por el team liam y no me voy a hartar de reivindicarlo. además, al leer su punto de vista fue algo tan sincero y real, sabés. es como yo me imagino funcionando la mente de un chico, un poco histérico, pero funciona así(?) y me hace ver lo mucho que él gusta de ella y me pone mAL ahre por qué
además, ustedes chicas tienen ese toque adolescente dramático pero genuino en sus capítulos que yo nO CONSIGO Y ME FRUSTRO PORQUE ME ENCANTA ENTONCES SIENTAN CÓMO LAS ALABO—Tú siempre tienes hambre. Es extraño cuando no estás devorando a un asno.
BUENO CHICAS YO ME TENTÉ MUCHÍSIMO QUIÉN MIERDA DEVORA ASNOS FUE TAN BUENO. QUIERO DECIR QUE EL OCHENTA POR CIENTO DE LOS COMENTARIOS DE ASTRID EN EL CAPÍTULO ME HICIERON REÍR TAAAAANTO. LA AMÉ
lógicamente la parte de estamos dando una fiesta en la puerta de la habitación me tentó muchísimo también, en tu cap y en el de feby; entonces no vamos a desperdiciar citas y sigo con la parte de liam de la que yA HABLÉ PERO
ES TAN CURIOSO PORQUE LO VEO COMO UN ROMPECORAZONES QUE NO PRETENDE SERLO QUE LO HACE TODAVÍA PEOR ENTIENDEN ES ALGO TAN SIMPLE CASUAL NATURAL SENSUAL IMPRESIONANTE CAUTIVANTE MELANCÓLICO ME HACE MAL ÉSTO TAMBIÉN—Oh, Ángel, no está en mi planes compartir la visión de ti.
Su cabeza se ladeó ligeramente hacia mí y su nariz rozó mi cuello. Maldita sea. Apreté los dientes, tanto que mi mandíbula podría tener un tic. Ignoré el calor en mi entrepierna y le devolví la mirada, tratando de no mostrar mis arranques.
—Ah, ¿amigos idiotas? —inquirió, su mano, finalmente posándose en mi cintura y bajando un poco más.
—Kat, dame un minuto y no responderé.
no sé en qué pensabas cuando escribiste ésto meybelmar no sé si esperabas que yo tuviera una manada de colapsos nerviosos seguidos de espasmos de emoción o
PERO O SEA FUE TAN NO SÉ DESCRIBIRLO VER SU REACCIÓN A TODAS ESAS COSAS
IMAGÍNENSE SI PROVOCAMOS ESO EN LOS HOMBRES oenmujeres
Y LE DIJO ANGEL LO PUEDEN CREER ANGEL
DALE UN MINUTO KAT UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUN MINUTOOOOOOOOOOOOOOOOOO
por si liam en general no fuera un detonante del punto g femenino(???) durante el capítulo tuvo o un ataque de confianza o de sinceridad, no sé cuál convenga; y se puso mucho más seductor y pAREN TODO
EL COMENTARIO A PARTIR DE AHORA SE LLAMA LIAM VENÍ CONMIGOTomé entre sus manos mi teléfono con una sonrisa de lado y tomé una foto justo cuando su nariz descansaba junto a mis lunares.—No te preocupes, Katelyn —una sonrisa para Kat. Bueno, amigo, una más y te vas.
—¿Qué estás tratando de hacer, Liam? No estoy abajo para permitirte entrar en mis pantalones.
INTERRUMPIMOS TODO UN RATITO SOLAMENTE PARA DECIR ESOOOOOOOOOOOOOOOO SIIIIIIIIIIIIIIII SISIISISISIIS ESO KATE ESO ESO ESO ESO TENÉS TODO BAJO CONTROL TE AMO QUÉ DOBLEGACIÓN NI QUÉ DOBLEGACIÓN QUÉ CITA NI QUÉ CITA VOS VAS POR LA CREMA DE MANÍ SOLAMENTE SÍ SÍ SÍ :pushi: :pushi:
seguimos—Estás fracasando en intentar leerme, pastelito. Hay más prioridades en la lista, como por ejemplo, provocarte gemidos con un único roce. Pero, en primer lugar, hacer que te veas a través de mis ojos.
yo les juro que estaba tentada en suprimir la última oración porque fue todo lo demás lo que me dio unos escalofríos tan fuertes
YO QUIERO GEMIDOS CON UN ÚNICO ROCE POR PARTE DE LIAM PUEDE SER??????????????????
IGUAL DESPUÉS ME DIJE QUE ESTABA QUEDANDO COMO UNA PEQUEÑA NIÑA HORMONAL Y DE TODOS MODOS LO DE VERSE A TRAVÉS DE LOS OJOS DE LIAM NO PARECE MALO EH EH EHHHHHHHHHHHH
AY Y DESPUÉS FUE TAN TIERNO TODO
Y ÉL REACCIONANDO ANTE LO DE DREW POR FAVOR DIOS MÍO AHÍ TIENE QUE HABER UN PAR DE CONFLICTOS Y KURT SE SUMA ENCANTADONo quitando un ojo de encima de Kate, y el otro por el pasillo de la Academia solo deseando que Drew se me cruzara, me recosté del marco de la puerta mientras la enfermera vendaba en los nudillos de Kate. No me miró ni una sola vez.
AH PERO DREW NO SE VA A CRUZAR PORQUE LA VIOLENCIA DE KATE YA FUE SUFICIENTE PARA HOY POR ÉL(??) PERO YO LES APUESTO CINCO PESOS ahre A QUE EN ALGÚN MOMENTO SE VAN A AGARRAR A LAS PIÑAS bue—¡Cla-aa-ro, mi amor! Te llevaré dos hamburguesas para que le partas la nariz a Kurt. ¿Te animas?
YO ESTOY SINTIENDO DILEMAS CON RESPECTO A KURT, RUTH EN REALIDAD ASÍ QUE ACLARARLOS A LOS GOLPES NUNCA VIENE MAL
listo, mi amor. perdón por la demora, a vos y a todas. sepan que las amo y que vuelvo pronto para ponerme al día. deséenme suerte<3
Meteora
Re: Pacific Coast Academy.
- MEEEEEEEEEEEEY:
MIERDA. MEY. TU. CAPITULO.
JASLEDGVNAÑJKSGAKSJGBAÑKJSGBASKJGBAG digamos que amé más o menos TODO DE EL. ESTABA LEYENDO CON UNA MANO EN LA BOCA TIPO OMFG Debo admitir de que la idea de que Liam recién conociera a Kate y actuara como si ya estuviera perdidamente enamorado me sorprende, generalmente así somos nosotras(?) PERO MIERDA QUE AMO SU MANERA DE ACTUAR CON KATE, COMO SI FUERA LA UNICA CHICA EN EL UNIVERSO, COMO SI FUERA LA NIÑA DE SUS OJOS, es un tanto fantasioso PERO ME DERRITE TODA
OKAY ENTIENDEN LO QUE DIGO QUIERO CONOCER A ALGUIEN ASÍEra gracioso, de hecho, que las chicas pensaran que no tenía un cerebro capaz de ver más que un par de pechos de chica.
YA SE QUE ES KURT EL QUE SE PARECIA A PATCH PERO MIERDA NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN EL CUANDO ESCRIBIS DE LIAM Y MENOS SI USAS EL TERMINO DE ANGEEEEEEEEEL. COMO PUEDE TENER TANTO AUTOCONTROL, COMO AMBOS PUEDEN TENER TANTO AUTOCONTROL? YO YA ME ENLOQUECÍ Y SIMPLEMENTE LO ESTOY LEYENDO, NO LO ESTOY VIVIENDO.Su cabeza se ladeó ligeramente hacia mí y su nariz rozó mi cuello. Maldita sea. Apreté los dientes, tanto que mi mandíbula podría tener un tic. Ignoré el calor en mi entrepierna y le devolví la mirada, tratando de no mostrar mis arranques.
TE ODIO MALDITA CURSI ROMÁNTICA POR ILUSIONARME CON ALGUIEN TAN PERFECTO COMO LIAM SABES QUE VOY A HACER? VOY A HACER QUE DREW ENCUENTRE UNA NOVIA QUE DESPUES LO CHOQUE UN AUTO Y QUE ASTRID SE ROBE A LIAM PORQUE NO PUEDE SER, NO PUEDE SER QUE SEA TAN LINDO TAN PERFECTO TAN CABALLERO Y HERMOSO. ME HACE LLORAR PORQUE NO EXISTE.¿Era posible amar tantas pequeñas cosas de una sola persona? Sabía que era enfermizo y que probablemente la lógica debía intervenir, pero todo pasaba a un segundo plano cuando respiraba el mismo aire que ella.—Astrid es, sin dudas, una castaña de ojos risueños que te hace pensar que todo está bien en el mundo. Nuestros ojos se parecen, pero los de ellas tienen ese atractivo brillo que… —ella gesticuló adorablemente en el aire y yo asentí, no muy seguro de que quería decir. —Te hace querer sonreír todo el día. Menuda, y se parece a Victoria Justice.
Sonreí como un idiota instantáneamente por el recuerdo de Kate, y también por el hecho de que esta chica significaba el mundo para la mía, y eso era invaluable.
yyyyyyyyy me morí.
chau deby.
ESTO CHICAS, ES MEBY SABEN, USTEDES LEEN KATE, LEEN ASTRID, PERO SABEN QUE EN REALIDAD SOMOS NOSOTRAS. Y TE AMO MUCHO POR ESO MEY LO SABÍAS NO? ESO FUE HERMOSO ASTRID TAMBIEN TE AMA Y AMA KATE LAS DOS LAS AMAMOS, Y LIAM, LIAM OH LIAM, DEJA DE SER TAN VOS QUE ME DESCOLOCAS.—¿Vas a hacer que mate a alguien hoy? Sabía que eventualmente pasaría, pero no puedes mantenerte a raya, ¿verdad?Bajó el tono de su voz al pronunciar la última palabra por la secretaria, pero de igual manera ventilé mi preocupación con dos palabras: —¿Quién fue?
WOOOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAHHHHHH PARENLONNNNNN SUPERMAN, GUARDAESPALDAS, ÉL QUE TODO LO PUEDEEEEE :aysi: :aysi: Porqué no existe alguien que me diga ese tipo de cosas DDDD: No es como si alguna vez fuera capaz de golpear a alguien en la cara pero de todas formas NECESITO UN HEROE COMO LIAM, PORQUE PORQUE PORQUE SÍ.—Bien, entrégame el maldito memo en donde lo dice. ¿Quién. Fue?Yo dejé de formar parte de su ridículo grupito en cuanto el dejó de pensar con la cabeza correcta, y empezó a ser su peor versión. El código de chicos no era válido, pues era más sano estar lejos que a matarnos cada vez que nos veíamos. La mayoría de las veces, borraba su sonrisa, o el borraba la mía. Suficiencia más suficiencia no daba un buen resultado.
AGUANTE DREWXLIAM LOCO, YO SE QUE INTERIORMENTE SON AMANTES NO JODANDrew me clavó sus ojos verdes. —Liam, ¿no es genial que compartamos cuarto, hombre?
Sí, absolutamente genial tener una oportunidad de cortar sus bolas mientras duerme.
O ABUSAR DE EL(?) Perdón, es hora de que me calme. PERO ES QUE SU RELACIÓN VA A SER GENIAL VAN A SALTAR CHISPAS CHICAS, IMAGINEN LA BODA ASTRIDXDREW/KATEXLIAM VAN A COMPETIR PORQUIEN TIENE EL TRAJE MÁS LINDO Y QUIEN COMPRÓ EL ANILLO MÁS CARO :orgasm:No sé porqué sigo usando mayúsculas seguro ya te aturdí (?) Pero no puedo evitarlo y voy a tener que hacerlo nuevamente MEY COMO TE EXPLICO LO MUCHO QUE AMÉ EL CAP Y A LIAM Y SUS PENSAMIENTOS TAN PERFECTOS DE THE PERFECT MAN Y ES TAN TIERNO TAN BUENO TAN CABALLERO QUE HICISTE QUE ME ENAMORARA DE ÉL SEGURO KATE ESTARIA DELIRANDO.
Me encantó, lo amé, lo adoré, mi libro favorito, como todo lo que escribis esto es perfecto y CUALQUIERA QUE NO PIENSE IGUAL NO TIENE SENTIDO DE LO QUE ES LA BUENA LECTURA porque deberías enseñar a los niños del mundo y a mí(?) cómo escribir tan bien
ai lov iu sou mach #MebyAlwaysBeReal GRACIAS POR TANTO PERDON POR TAN POCO.
Espero tu cap Aniiiiii las quiero a todas SORRY POR HABER TARDADO TANTO D:
bless.
Re: Pacific Coast Academy.
AY CHICAS POR FAVOR ESTOY LLORANDOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO USTEDES SON IMPOSIBLES LAS AMO
bigtimerush.
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