highway to drama. {novela.

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El triunfo es la recompensa del esfuerzo. O tal vez.. el esfuerzo es la recompensa de la participación. April lo sabía. Lloraba, reía, sonreía. Todo para la cámara. Todo para el triunfo. Todo para Broadway. Dentro de ella estaba esa chispa que tenía que salir, que luego de tantos años tenía que salir. Debía y podía. Su corazón, blindado de valores que con el vicio de ganar, se iban alejando y perjudicando a la jovencita. Lograría todo, sí, a su manera, pero mis queridos amigos, lo hizo con un simple toque de, drama.

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Y así me encontraba, caminando por la gran manzana, algo más que emocionante para mi. April Rowes no lucha para vivir, vive para luchar. Simples tacones crema pisando las baldosas más famosas del mundo, así me encontraba, dichosa de mi misma buscando el éxito en la gran ciudad de Estados Unidos. El éxito es como un tren, todos los días pasa pero si no te subes tú se subirá otro. Cuando creas que la vida está por terminar porque agobiado te sientas ya, lucha aun más por lo que quieras alcanzar. Mamá y papá siempre pensaron que mi ego acabaría con todas mis metas, pero no iba a dejar que una simple opinión corrompiera con mi seguridad. Sí, tal vez tenía una personalidad algo irritante, pero no venía a hacer amistades. Éxito, musicales ¡obras de teatro! Tanto por lograr y tan poco tiempo.

La humildad de todas formas seguía, nunca iba a cambiar mi forma de ser. Nací en Alabama, y me sentía a gusto con eso. Granja, amor, muchos hermanos, música, tantas cosas que extraño. Siempre fui, de todas formas, una niña extrovertida e hiperactiva. Positiva y sonriente a todo. Dulce y amorosa. O así es como me describen mis padres. 
Estaban tan preparada para Nueva York que vivir sola en un departamento con pocos lujos no me asustaba. No le tenía miedo a nada. Iba a lograr cualquier cosa que me propusiese, por más que cueste.


¿Estaba sola? Para nada joder. Gracias al cielo tenía un compañero con el cual compartía mis gustos y mis sueños, mi querido Andrew Williams. Un poco afeminado, muy divertido y una diva. Mi mejor amigo, mi fiel admirado y mi compañero de cualquier travesura. Vivíamos juntos y tal vez ambos eramos inexpertos pero a la vez estábamos tan preparados. Él Sinatra, y yo Streisand. Eramos inseparables, cada momento juntos. Una que otra vez discutíamos, tal vez para ver quien era mejor en just dance o quien lograba la nota más alta de todo el estado americano. De todas formas, solucionábamos los problemas siempre, sí, siempre.

No estaba enamorada, o puede que sí. Erick Richards, compañero de Andrew y mío de la secundaria. Base en el equipo de basquet, popular y con todo detrás suyo. Cliché adolescente. Un niño engreído, pesado, malcriado y muchos adjetivos negativos por usar. Me gustaba, mucho, totalmente distinto a mi. Había madurado y puede que este amor de adolescencia se había ido pero cuando lo vi comprando una lata de salsa de tomate en una tienda cercana a mi hogar aquí en Nueva York, el amor volvió a crecer. ¡Patético! ¡¿Pero vieron eso?! ¡Esta en Nueva York! ¡N U E V A  Y O R K! ¡El mismo lugar que yo! 
¿Me saludo? Oh claro que no, sólo me miró, se rió, y nada más. Viva el amor.