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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Cliché. n.c
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Re: Cliché. n.c
No hay problema gracias por avisar! Entonces sigue Lichi aka dragón
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: Cliché. n.c
- ally:
- AYY, ALLY, ME RE GUSTO.
norah es super interesante como personaje, tipo, tiene un aire cínico/hipster/punk rock going on y me gusta mucho su pelo (??) así bien colorinche me encanta. si yo pudiese también me lo teñiría de muchos colores.
esa frase la voy a implementar a mi vida diariaally escribió:– Quería buenas fotos del primer día, la única forma de conseguirlo es con buen ángulo, no en medio de un tumulto de adolescentes extasiados con hormonas revueltas.
como cuida de su cámara como si fuese su vida entera se parece a mi con mi computador ahre. no, pero se nota que le importa mucho la fotografía y todo lo del periódico escolar, aunque parezca una chica a la que no le importarían ese tipo de cosas (??). no se si me explico.– Por favor, ya tengo problemas por los padres que tengo, la prensa no dejaría mi trasero tranquilo si salgo en alguno de los anuncios de mi madre. No es lo que necesito.
HHHHHHHHHHHHMMMMMMMMMMMMMMM. HUELO PROBLEMAS FAMILIARES. #MOMMYISSUES ah. ¿anuncios? es algo así como esos productores de comerciales y eso?? por alguna razón me imagino algo así como campaña política y no se porqué.
lUCAS Y MEGAN SON MUY TIERNOS, QUÉ ONDA.
lucas dándole ese consejo al niño sería muy raro si eso me sucediese. sería en plan, "eh, no se quien eres, pero sigue tus sueños" y estaría re "ok". igual le dio un buen consejo, muy sabio lucas, muy sabio. (??)...no tengas miedo de preguntar, porque puede ser la mejor decisión de tu vida – terminó la oración con la mirada perdida en Megan, quien ahora se acercaba a ellos. Ella le sonrió, besó la mejilla de Lucas y dirigió su vista al niño.
meganxlucas me gusta por ahora............. sospecho que luego va a haber algún dramón entre ellos dos.
EEEEEEEEEEEEEEN FIN, EL CAPÍTULO ESTUVO GENIAL, Y ME ENCANTO. NO PUEDO ESPERAR AL PRÓXIMO.
Invitado
Invitado
Re: Cliché. n.c
A lizzie se le dañó la computadora, por lo que no podrá subir, por lo tanto, seguiría @bigtimerush.
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: Cliché. n.c
¡Juro que creí que había comentado! :'c lo siento, de verdad, gran inteligencia la mía :c ¡Me ha encantado el cap Ally! Drew me cae de maravilla jaja y Norah ni se diga :) Espero el próximo cap con ansias
baekhyun.
Re: Cliché. n.c
No había tenido el tiempo suficiente para leer, siento mucho comentar a estas alturas querida Ally, pero recién terminé tú capítulo y debo de admitir que quede maravillada; increíble como todos tus caps Ally ñ.ñ Escribes hermoso, y vaya que si estoy entusiasmada con esta colectiva, seguro que si, de hecho espero pronto el próximo capítulo de no se exactamente quien xd
Pd: Idk, amé a cada uno de tus pj's, pero Norah me encantó aún más e.e
trunks
Re: Cliché. n.c
Ally siento mucho no comentar hasta ahora Es que estuve viaje tras viaje por las fiestas y no me había dado de tiempo de nada, salvo comer como una vaca Chicas, ya estoy trabajando mucho en mi capitulo, odio hacerlas esperar porque deben de estar emocionadas
p.d. TUS MEJILLAS BROTAN GOTAS DE CLICHESIDAD me reí mucho, lo juro.
p.d. TUS MEJILLAS BROTAN GOTAS DE CLICHESIDAD me reí mucho, lo juro.
- To Ally:
- Primero que todo y porque fue el primer chico potencialmente ardiente del que hablaste en tu capitulo, DREW es un bombom. – Ajá – exclamó aún riendo. – Vamos Drew, no seas un idiota. Ayúdame a bajar. Esta escena me hizo reir por lo lindos que eran i swear – Lo haría, pero te estaría mintiendo si te dijera que la situación no me parece divertida ni que el hecho de que dependas de mí en algo me agrada y mucho. POR QUE ES TAN LINTUPIDO Y CUANDO DIJO A VER SI SEGUIRÍA MIRANDO SU TRASERO POR EL RESTO DEL A;O Me encanta que con palabras simples logres hacer un cometido gracioso y justo, haciéndole toda la justicia a tus pjs y despues, MEGAN Y LUCAS, AY, ME MATARON DE AMOR son tipo la relación perfecta de ultimo a;o que siempre es Me super encanto que Lucas (amo a ese nombre, si tengo un hijo se llamara Lucas ) haya encontrado su seguridad en Mega, porque, vamos, que chico admite eso? Es tan jodidamente lindo, y lo que hizo por el junior me dejo tipo Me matan de amor y te pido desde ya que, por favorcito, no vayas a matarlos ahque. Bueno, Ally, me encanto tu capitulo, lo sabes, y espero no decepcionar anadie con el mio Besos, ily
bigtimerush.
Re: Cliché. n.c
Capítulo 02. "Do you really think that i want to lose my myself in your smile, Liam? Ha, wherever." Morgan Lewis - Liam Black - by Mey. |
Había perdido la extensa cuenta de cuántas veces había sonreído sin gracia en el retrovisor del auto de mi madre. Ya saben, ensayo y error; presionándome a mí misma a creer en el hecho de que solo recibiría buen karma. Era desvariadamente impresionante como me había encapsulado en mis propias expectativas. Y buenas o malas, tenía que obligarme a tragármelas con una sonrisa.
O intento de sonrisa, más bien.
El peso de un último año se asentó en mi estómago con una determinación devastadora. De no ser por la compañía de mi madre todo el trayecto y sus líneas consoladoras, había empezado a hiperventilar sonoramente, mi corazón martillando en los oídos y con cerebro en blanco.
Después de la precipitación de pensamientos en mi cerebro, un conglomerado de irritación se concentró en mi semblante al notar que, a pesar de que lo intentara, la máquina expendedora de muffins empaquetados no iba a darme mi calmante cremoso.
Acaricié con mis dedos los números distribuidos a la derecha, correspondiéndose a cada fila de diferentes sabores.
Era una de mis costumbres favoritas desayunar con un muffin rebosante de chocolate (el cual se iría a mi trasero, básicamente) y un café con vainilla una vez a la semana. El reloj en mi muñeca apuntaba que apenas eran las siete en punto, por lo que el plan de buscar mi muffin e ir a la cafetería por un café de mierda tenía que estar tomando lugar.
Y, obviamente, la maquina no estaba funcionado ni conmigo, ni con mi escasa paciencia.
Así que, recosté mi cabeza del frío metal y me golpeé repetidas veces, preguntándome por qué parecía que el día iba a ser una basura.
Alguien carraspeó detrás de mí, y pude sentir la sonrisa deslizándose en mis labios cuando me volví.
—Mor…
Corrí a sus brazos (no tan dramático como suena), y me apreté contra su pecho duro. Cerré los ojos en el hueco de su cuello, y me alegré de que todavía usara el perfume que le había regalado por su cumpleaños: Invictus.
Lo sostuve sobre mí fuertemente una vez más.
—Hola para ti también, encanto —su extraño acento australiano amortiguado por mi cabello.
Me alejé un poco, controlando un poco más el rubor en su presencia, y le di una sonrisa.
—Cielos, Jake —exclamé, abriendo mis labios en un O—. El azul te sienta bien.
No había notado que en sus manos había una bolsa de Starbucks. Me topé con su mirada traviesa una vez más y mi mejor amigo de infancia me dijo:
—Pensé que te gustaría tomar tu desayuno favorito conmigo. Y sí, puedo decir que lo sé por tu baba corriendo.
Rodé los ojos mientras tendía mi mano. —Dame un descanso.
El me lo dio, posando su mano en mis hombros y guiándome fuera del pasillo que daba con la cafetería. Abrí la bolsa e inmediatamente el olor me golpeó.
—¿Muffins?
Jake asintió, mientras le sonreía abiertamente a alguna fulana que le parpadeó coquetamente. Definitivamente no extraña esto. Ser mejor amiga de uno de los eslabones más importantes del fútbol americano nunca se me haría fácil. Mucho menos si mi idiota favorita lucia tan guapo tratando de no ser irresistible. A pesar de los horrendos estereotipos, yo lo quería como a un hermano desde que le rompió la nariz a algún idiota que hizo sonidos de vaca mientras pasaba por el campo de entrenamiento. El adorable guiño después de mi expresión de shock selló el trato.
—Tres —apretó mi hombro. —Estoy esperando un beso de agradecimiento.
Le di una mirada de asco fingido. —Puedes besar mi puño, si no te importa.
Jake se rió de mi réplica, asintiendo a diestra a siniestra a los babosos que exclamaban: “¡Hey, Jake!”. A pesar de que Jacob White era un completo jugador, los chicos no dejaban de idolatrarlo. Él era tan bueno en el deporte que practicaba y lo sabía, pero prefería dejarlo hasta ahí. Por deseos de su padre (quien asistía a cada juego y compartía sus palomitas conmigo) él trabajaba duro en no ser un perdedor más. En fin, otros chicos que buscaban aceptación y ser predecibles. Casi sentí pena de ellos. Casi.
—Morgan, no atendiste mis llamadas. —cerró de un portazo su casillero, de pronto siendo demasiado serio para mi gusto.
Mordí mi labio inferior, el cual temblaba por lo pétreo de sus ojos verdes. —Sí, bueno yo… estuve ocupada —respiré, finalmente—. Ya sabes, niños por aquí, niños por allá. Ser niñera no es sencillo para mí.
Y no estaba mintiendo totalmente. Mis vacaciones de verano se vieron resumidas en cuentos para niños, citas con el parque, golosinas prohibidas y mamás orgullosas.
Me miró de forma escéptica. Me encogí.
—Claro, ¿por eso no podías buscar un segundo para atender y retenerme de ir a tumbar tu puerta? Fantástico.
Dejé que la frustración en sus palabras se filtrara.
—Bien, bueno. ¿Tal vez Savannah si lo hizo?
Recibí un arqueamiento de cejas a cambio. Abrí mi casillero, justo al lado del de él y saqué algunos libros, sin siquiera saber que clases tenía hoy. Una presión en mi garganta me gritaba que no se sentía bien mentirle a mi mejor amigo desde primer año.
—No, de hecho tu único mensaje de voz en dos meses fue bastante claro.
Parpadeé, empujando las ridículas lagrimas lejos. Jake apretó su mandíbula, aunque sus ojos me pedían honestidad.
—Escucha, Jake, lo siento, ¿sí?
Rogué con mi mirada que se conformara. Demonios, yo podía haberlo arrastrado a mi infierno si hubiese sido más egoísta. Pero no, no iba a serlo con el único chico que limpió con paciencia mis lágrimas por la fila de chicos que me hirieron, ni con el que se quedaba a mi lado después hasta que me dormía, y malditamente no iba a serlo con el que me puso a mí, Morgan Lewis, por encima de todas las chicas del campus.
—Eventualmente me lo dirás, y yo estaré aquí para oírlo. ¿Si, compañera? —me pellizcó la mejilla; sus ojos verdes compresivos.
—Definitivamente, compañero —ajusté mi mochila y le mi sonrisa más brillante.
La secretaria que estaba encargada de entregar a todos los Seniors los planes de la semana y ocupaciones parciales, me dio una mirada pesada a través de sus gafas. El aroma artificial de durazno empezaba a causarme nauseas.
—Oiga, señora, apreciaría si se apresura un poco. Tal vez bastante.
Sin inmutarse por mi probablemente grosero comentario, continuó tecleando en su anticuada computadora. La practicidad en el hecho de tener que ir a la oficina de la amargada Shelly para buscar un par de papeles era nula.
Tamborileé mis dedos alrededor de su escritorio, mirándola fijamente.
—No hagas que mi paciencia se acabe, niña.
Alcé una ceja.
—¡Bueno, usted malditamente no está ayudando a que yo lo evite!
De repente y para mí “suerte”, el padre de mi medio hermano Max salió de su oficina. Tan galante como siempre, me dedicó una mirada interrogante, pero no menos amable. El calor subió desde la puntas de los pies hasta la raíz de mis cabellos.
—Buenos días, señor estimado Director —la amargada Shelly casi se abanica con sus manos. Puse los ojos en blanco disimuladamente ante tal acto bochornoso.
El director del Hamilton High, mejor conocido como David para mí, tenía los mismos ojos rayando en lo divertido y un poco en lo recatado de mi hermano mayor. Mi madre definitivamente había tenido muy buenos gustos. Usualmente no lo veía fuera del instituto, exceptuando las veces que pasaba por Max y por mí para una cena con su esposa. De ceño lindo y actitud intimidante, el padre de mi encantador era hermano era todo lo que conocía de una figura paternal. Había sido sorprendentemente paciente con Maximiliano, a pesar de que éste, de vez en cuando, hacía que retrocediera. Yo lo veía en sus ojos, zigzagueando entre una lista de sentimientos encontrados: La redención. Mi madre le había dado su apellido, pues David estuvo ausente durante los primero quince años de crianza de mi hermano. El señor David y su esposa, Sharon, parecían enamorados de la idea de que Max les perdonara, pero eso no estaba a la vuelta de la esquina.
Para nada petulante y cordial, le dio un asentimiento rápido a la mujer detrás del escritorio. Jure que había oído un suspiro. Bueno, no es como si la culpara, realmente. Todo el armario del señor Maxwell debía tener un sinfín de trajes elaborados a la medida.
—Buena elección de corbata, Director —lo saludé mientras me daba un cálido abrazo.
El no pasó desapercibido el tono divertido en mi voz, así que me devolvió una sonrisa simpática.
—Sí, ¿verdad? Bueno, mi esposa no estaba totalmente de acuerdo. Ella odia el rojo, pero, ¿sabes? Creo que combina con mis ojos.
Ambos reímos, mientras la secretaria se retorcía. Una vez que el chiste fue parte del pasado, David le dedicó a la secretaria Shelly un gesto amenazante escondido debajo de una simple pregunta:
—¿Todo bien por aquí?
Me limité a mirar burlonamente a la mujer que me había tratado grotescamente hace unos minutos. Ella parecía desconcertada, pero asintió como una foca con retrasos mentales.
—Sí, señor. Toma, Morgan. ¡Último año, ¿eh?! Buena suerte.
Tomé las hojas grapadas de su mano temblorosa y negué con la cabeza ligeramente, riéndome por debajo de mi aliento antes de salir con David a mi lado.
—Y bien, ¿cómo estás, Morgan? ¿Cómo está todo en casa?
Genuina sinceridad y un destello de preocupación en sus preguntas, así que traté de que mi voz sonara igual. —Todo perfecto, señor, gracias. Sin embargo, Max continúa siendo una piña debajo del brazo.
—¿Golpea a tus novios? —él se rió, encontrándole todo el sentido a esto. Batallé por ocultar una sonrisa. —Dile gracias por mí.
Antes de que llegáramos a la puerta principal, y por ende, al estacionamiento, le pregunté:
—¿Y Sharon? Mándele saludos de mi parte, señor Maxwell.
—Ella pregunta cuándo vas a hornear un par de tartas de limón —el abrió los ojos, fingiendo tormento.
—Bueno, haré planes para ir. Seguro. Quizás Max quiera ir a lamer la batidora.
Él alborotó mi cabello; sus ojos grises siendo dulces. —Eso estaría genial, Morgs. Gracias.
Saqué de mi mochila rosa los papeles que, potencialmente, me arrojarían en un círculo de quehaceres en apenas la primera semana. Preparándome mentalmente para organizar un calendario con notitas de colores fluorescentes, expiré antes de desdoblarlo.
—¿Por qué tan nerviosa, Morgs? No es como si hubiera una bomba ahí dentro o algo.
Jake me distrajo de mis dedos moviéndose entre temblores.
Faltando diez minutos para las diez, con el estómago felizmente lleno y el café reposando a mi lado, miré a mi mejor amigo arrugar la nariz.
—Bueno, puedo decirte que estoy deseando haber caído en la misma clase que tú. Ya que, ¿a quién mandaré cartitas de amor entre clases?
El rodó los ojos y siguió ojeando mi copia de Orgullo y Prejuicio. Sin mirarme, contestó:
—Yo lamentaré si no estamos juntos, encanto. Tú y yo somos un equipo fantástico.
—Claro —concordé, sonriendo de lado—. Mientras yo trabajo, tú me arrojas las envolturas de chocolates.
—Mientras yo trabajo —replicó, golpeando mi hombro—, tú deseas estar debajo de mí.
Le transmití desaprobación. —Eww, Jacob. Retráctate.
Solo oyendo su risa armoniosa capaz de hacer que te caigas de bruces, escaneé las hojas informativas sin en realidad leer algo. Leerlas cinco minutos antes parecía una buena idea para mí. Justo había cerrado mi libro cuando Darcy discutía con Elizabeth, diplomática y arrogantemente sobre el orgullo y la vanidad, por lo que la curiosidad me carcomía.
—Dame eso, Jake. Leeré un poco más.
El despegó su vista de la primera hoja y dijo: —Nope.
Sentarse a admirar como sus músculos rellenaban deliciosamente la manga de su camisa azul era tentador, pero no para mí. Porque, a diferencia del resto de la población femenina del instituto y sus adyacentes, yo tenía un cerebro. O eso me repetía a menudo.
—Vamos, Jake, dámela —casi deletreé la petición.
Sus labios se curvaron, encontrando mi desesperación entretenida en medio de todo el murmullo de voces del pasillo principal.
—Lee mis labios, encanto: No.
Mi pecho se hundió. Tarado.
—Bien —alcé las manos caminado un poco en reversa después de advertirle: —Voy a tomar agua y calentar mi café en la cafetería, y cuando vuelva, quiero mi libro de vuelta. No es divertido.
El me retó agitando mi libro en el aire.
—Como quieras.
Y al momento de que me volteé, luchando para no quedarme ahí y arrancarle mi copia a Jake, lo sentí.
Caliente. Rápido. Por todas partes.
Mordí mis labios hasta sentir la sangre bailar en mi lengua, ahogando el grito de dolor. Todo lo que podía ver era mi suéter blanco con encaje con una terrible mancha de café esparciéndose y mojando desde mis pechos, hasta mi abdomen. Mi cerebro, entre estímulos y respuestas, trabajaba demasiado rápido como para controlar la molestia burbujeante.
Entonces alcé la vista y mi corazón se situó al nivel de mis pies.
«Santa mierda», exclamé para mis adentros. Contuve la respiración furtivamente y mi corazón sufrió un ataque de miedo y atracción.
A menos de cinco centímetros estaba Liam Black.
Todo dentro de mí se convirtió en lava cuando su mirada conectó con la mía. Penetrantes y al mismo tiempo, suaves, los ojos cafés del chico más codiciado del instituto lanzaban disculpas.
—Lo siento tanto, ha sido totalmente mi culpa. ¿Te encuentras bien?
Mi corazón saltó al oír su grueso acento británico. A pesar de que había pasado un año desde su llegada, cada una de las chicas lo miraba como si fuera lo más nuevo y ardiente en el mercado. No es como si merecieran ir a la cárcel por tal razón, puesto que, en base a lo que yo veía, ellas estaban totalmente en su derecho. Cabello suave y acomodado hacia arriba pero medianamente oculto bajo una gorra de beisbol, ojos con determinación y el poder de arrodillarte, y camiseta blanca ajustada.
El seguía esperando.
—Yo…
A raíz de que estaba sonando patética, una ligera sonrisa curvó sus labios.
—¿Tú…?
Un extraño brillo en sus ojos llamó la atención de los míos.
—Quiero decir, estoy, uhm, bien. Sí, bien.
Tragué, queriendo aliviar el ardor que subía de mi estómago a la garganta.
—¿Tú estás, uhm, bien?
Liam tocó con sus dedos los pliegues de mi ceño fruncido, sonriendo encantadoramente y… con ese brillo de vuelta en sus ojos. Mi corazón tronó en mis costillas fuertemente, y tuve que obligarme a apartar levemente mi rostro. La electricidad era un susurro desplazándose por mi rostro, posiblemente colorado.
—Perfecto, entonces, ¿por qué tartamudeabas?
Me congelé en sus ojos. Y entonces lo vi.
Se estaba burlando de mí.
Hasta ese momento, el alrededor y lo que estaba en mis manos había pasado a un segundo plano. Las hojas pesaban de repente mucho en mis manos y bajé la mirada solo para encontrarlas empapadas del café de Liam.
Lo miré, mi seguridad afianzándose y mi sangre golpeteando en mis venas. Por distintas razones.
—Tartamudeaba porque no encontraba palabras para decirte que eres un idiota. Pero, ya ves, salieron más fácil que un “no te preocupes”.
Liam miró mi mano y de vuelta a mí. Y de mi mano, a mí, otra vez. Frunció su perfecto ceño y tomó el papel casi roto entre mis manos. La pequeña que nunca había tenido atención de un chico que no estuviera en su liga, se calentó hasta la médula por el contacto. Sin embargo, no fui lo suficientemente capaz de disfrutarlo con ella, pues una voz a mi lado hizo que la incredulidad ondeara en mi pecho.
—Oye, no vayas ahí, amigo —sentenció con voz monocorde y fría Jake.
Liam, apartó su mano de la mía y miró con una sonrisa sin humor a mi mejor amigo.
—Jake —lo saludó secamente—. ¿Qué tal?
—Mantén tus manos para ti mismo.
Casi uniendo mis cejas en una expresión de WTF, miré a Jake, quién no podía despegar su sonrisa confiada de Liam.
La tensión me puso aún más inestable.
—Hey —llamé a Liam, quién puso a sus ojos de vuelta en mí en un dos por tres. —Necesito una copia de las actividades, y tú necesitas resolverlo.
Ignorando la energía que me mantenía a mi estómago subiendo y bajando, arqueé una de mis cejas en respuesta a su silencio. Inescrutable y curioso me miraba de hito en hito.
—Por supuesto, Morgan —pronunció mi nombre con lentitud y una sonrisa adorable, pero mirando a Jake en vez de a mí.
No pude evitar reconocer cuán jodidamente hermoso sonaba mi nombre saliendo de sus labios.
—¿Tal vez quieras moverte un poco? Ya casi…
Y el timbre sonó, obligando a todos a correr a sus aulas.
Claro, a todos menos a mí, a Liam y Jake.
Santo Jesús.
O intento de sonrisa, más bien.
El peso de un último año se asentó en mi estómago con una determinación devastadora. De no ser por la compañía de mi madre todo el trayecto y sus líneas consoladoras, había empezado a hiperventilar sonoramente, mi corazón martillando en los oídos y con cerebro en blanco.
Después de la precipitación de pensamientos en mi cerebro, un conglomerado de irritación se concentró en mi semblante al notar que, a pesar de que lo intentara, la máquina expendedora de muffins empaquetados no iba a darme mi calmante cremoso.
Acaricié con mis dedos los números distribuidos a la derecha, correspondiéndose a cada fila de diferentes sabores.
Era una de mis costumbres favoritas desayunar con un muffin rebosante de chocolate (el cual se iría a mi trasero, básicamente) y un café con vainilla una vez a la semana. El reloj en mi muñeca apuntaba que apenas eran las siete en punto, por lo que el plan de buscar mi muffin e ir a la cafetería por un café de mierda tenía que estar tomando lugar.
Y, obviamente, la maquina no estaba funcionado ni conmigo, ni con mi escasa paciencia.
Así que, recosté mi cabeza del frío metal y me golpeé repetidas veces, preguntándome por qué parecía que el día iba a ser una basura.
Alguien carraspeó detrás de mí, y pude sentir la sonrisa deslizándose en mis labios cuando me volví.
—Mor…
Corrí a sus brazos (no tan dramático como suena), y me apreté contra su pecho duro. Cerré los ojos en el hueco de su cuello, y me alegré de que todavía usara el perfume que le había regalado por su cumpleaños: Invictus.
Lo sostuve sobre mí fuertemente una vez más.
—Hola para ti también, encanto —su extraño acento australiano amortiguado por mi cabello.
Me alejé un poco, controlando un poco más el rubor en su presencia, y le di una sonrisa.
—Cielos, Jake —exclamé, abriendo mis labios en un O—. El azul te sienta bien.
No había notado que en sus manos había una bolsa de Starbucks. Me topé con su mirada traviesa una vez más y mi mejor amigo de infancia me dijo:
—Pensé que te gustaría tomar tu desayuno favorito conmigo. Y sí, puedo decir que lo sé por tu baba corriendo.
Rodé los ojos mientras tendía mi mano. —Dame un descanso.
El me lo dio, posando su mano en mis hombros y guiándome fuera del pasillo que daba con la cafetería. Abrí la bolsa e inmediatamente el olor me golpeó.
—¿Muffins?
Jake asintió, mientras le sonreía abiertamente a alguna fulana que le parpadeó coquetamente. Definitivamente no extraña esto. Ser mejor amiga de uno de los eslabones más importantes del fútbol americano nunca se me haría fácil. Mucho menos si mi idiota favorita lucia tan guapo tratando de no ser irresistible. A pesar de los horrendos estereotipos, yo lo quería como a un hermano desde que le rompió la nariz a algún idiota que hizo sonidos de vaca mientras pasaba por el campo de entrenamiento. El adorable guiño después de mi expresión de shock selló el trato.
—Tres —apretó mi hombro. —Estoy esperando un beso de agradecimiento.
Le di una mirada de asco fingido. —Puedes besar mi puño, si no te importa.
Jake se rió de mi réplica, asintiendo a diestra a siniestra a los babosos que exclamaban: “¡Hey, Jake!”. A pesar de que Jacob White era un completo jugador, los chicos no dejaban de idolatrarlo. Él era tan bueno en el deporte que practicaba y lo sabía, pero prefería dejarlo hasta ahí. Por deseos de su padre (quien asistía a cada juego y compartía sus palomitas conmigo) él trabajaba duro en no ser un perdedor más. En fin, otros chicos que buscaban aceptación y ser predecibles. Casi sentí pena de ellos. Casi.
—Morgan, no atendiste mis llamadas. —cerró de un portazo su casillero, de pronto siendo demasiado serio para mi gusto.
Mordí mi labio inferior, el cual temblaba por lo pétreo de sus ojos verdes. —Sí, bueno yo… estuve ocupada —respiré, finalmente—. Ya sabes, niños por aquí, niños por allá. Ser niñera no es sencillo para mí.
Y no estaba mintiendo totalmente. Mis vacaciones de verano se vieron resumidas en cuentos para niños, citas con el parque, golosinas prohibidas y mamás orgullosas.
Me miró de forma escéptica. Me encogí.
—Claro, ¿por eso no podías buscar un segundo para atender y retenerme de ir a tumbar tu puerta? Fantástico.
Dejé que la frustración en sus palabras se filtrara.
—Bien, bueno. ¿Tal vez Savannah si lo hizo?
Recibí un arqueamiento de cejas a cambio. Abrí mi casillero, justo al lado del de él y saqué algunos libros, sin siquiera saber que clases tenía hoy. Una presión en mi garganta me gritaba que no se sentía bien mentirle a mi mejor amigo desde primer año.
—No, de hecho tu único mensaje de voz en dos meses fue bastante claro.
Parpadeé, empujando las ridículas lagrimas lejos. Jake apretó su mandíbula, aunque sus ojos me pedían honestidad.
—Escucha, Jake, lo siento, ¿sí?
Rogué con mi mirada que se conformara. Demonios, yo podía haberlo arrastrado a mi infierno si hubiese sido más egoísta. Pero no, no iba a serlo con el único chico que limpió con paciencia mis lágrimas por la fila de chicos que me hirieron, ni con el que se quedaba a mi lado después hasta que me dormía, y malditamente no iba a serlo con el que me puso a mí, Morgan Lewis, por encima de todas las chicas del campus.
—Eventualmente me lo dirás, y yo estaré aquí para oírlo. ¿Si, compañera? —me pellizcó la mejilla; sus ojos verdes compresivos.
—Definitivamente, compañero —ajusté mi mochila y le mi sonrisa más brillante.
La secretaria que estaba encargada de entregar a todos los Seniors los planes de la semana y ocupaciones parciales, me dio una mirada pesada a través de sus gafas. El aroma artificial de durazno empezaba a causarme nauseas.
—Oiga, señora, apreciaría si se apresura un poco. Tal vez bastante.
Sin inmutarse por mi probablemente grosero comentario, continuó tecleando en su anticuada computadora. La practicidad en el hecho de tener que ir a la oficina de la amargada Shelly para buscar un par de papeles era nula.
Tamborileé mis dedos alrededor de su escritorio, mirándola fijamente.
—No hagas que mi paciencia se acabe, niña.
Alcé una ceja.
—¡Bueno, usted malditamente no está ayudando a que yo lo evite!
De repente y para mí “suerte”, el padre de mi medio hermano Max salió de su oficina. Tan galante como siempre, me dedicó una mirada interrogante, pero no menos amable. El calor subió desde la puntas de los pies hasta la raíz de mis cabellos.
—Buenos días, señor estimado Director —la amargada Shelly casi se abanica con sus manos. Puse los ojos en blanco disimuladamente ante tal acto bochornoso.
El director del Hamilton High, mejor conocido como David para mí, tenía los mismos ojos rayando en lo divertido y un poco en lo recatado de mi hermano mayor. Mi madre definitivamente había tenido muy buenos gustos. Usualmente no lo veía fuera del instituto, exceptuando las veces que pasaba por Max y por mí para una cena con su esposa. De ceño lindo y actitud intimidante, el padre de mi encantador era hermano era todo lo que conocía de una figura paternal. Había sido sorprendentemente paciente con Maximiliano, a pesar de que éste, de vez en cuando, hacía que retrocediera. Yo lo veía en sus ojos, zigzagueando entre una lista de sentimientos encontrados: La redención. Mi madre le había dado su apellido, pues David estuvo ausente durante los primero quince años de crianza de mi hermano. El señor David y su esposa, Sharon, parecían enamorados de la idea de que Max les perdonara, pero eso no estaba a la vuelta de la esquina.
Para nada petulante y cordial, le dio un asentimiento rápido a la mujer detrás del escritorio. Jure que había oído un suspiro. Bueno, no es como si la culpara, realmente. Todo el armario del señor Maxwell debía tener un sinfín de trajes elaborados a la medida.
—Buena elección de corbata, Director —lo saludé mientras me daba un cálido abrazo.
El no pasó desapercibido el tono divertido en mi voz, así que me devolvió una sonrisa simpática.
—Sí, ¿verdad? Bueno, mi esposa no estaba totalmente de acuerdo. Ella odia el rojo, pero, ¿sabes? Creo que combina con mis ojos.
Ambos reímos, mientras la secretaria se retorcía. Una vez que el chiste fue parte del pasado, David le dedicó a la secretaria Shelly un gesto amenazante escondido debajo de una simple pregunta:
—¿Todo bien por aquí?
Me limité a mirar burlonamente a la mujer que me había tratado grotescamente hace unos minutos. Ella parecía desconcertada, pero asintió como una foca con retrasos mentales.
—Sí, señor. Toma, Morgan. ¡Último año, ¿eh?! Buena suerte.
Tomé las hojas grapadas de su mano temblorosa y negué con la cabeza ligeramente, riéndome por debajo de mi aliento antes de salir con David a mi lado.
—Y bien, ¿cómo estás, Morgan? ¿Cómo está todo en casa?
Genuina sinceridad y un destello de preocupación en sus preguntas, así que traté de que mi voz sonara igual. —Todo perfecto, señor, gracias. Sin embargo, Max continúa siendo una piña debajo del brazo.
—¿Golpea a tus novios? —él se rió, encontrándole todo el sentido a esto. Batallé por ocultar una sonrisa. —Dile gracias por mí.
Antes de que llegáramos a la puerta principal, y por ende, al estacionamiento, le pregunté:
—¿Y Sharon? Mándele saludos de mi parte, señor Maxwell.
—Ella pregunta cuándo vas a hornear un par de tartas de limón —el abrió los ojos, fingiendo tormento.
—Bueno, haré planes para ir. Seguro. Quizás Max quiera ir a lamer la batidora.
Él alborotó mi cabello; sus ojos grises siendo dulces. —Eso estaría genial, Morgs. Gracias.
Saqué de mi mochila rosa los papeles que, potencialmente, me arrojarían en un círculo de quehaceres en apenas la primera semana. Preparándome mentalmente para organizar un calendario con notitas de colores fluorescentes, expiré antes de desdoblarlo.
—¿Por qué tan nerviosa, Morgs? No es como si hubiera una bomba ahí dentro o algo.
Jake me distrajo de mis dedos moviéndose entre temblores.
Faltando diez minutos para las diez, con el estómago felizmente lleno y el café reposando a mi lado, miré a mi mejor amigo arrugar la nariz.
—Bueno, puedo decirte que estoy deseando haber caído en la misma clase que tú. Ya que, ¿a quién mandaré cartitas de amor entre clases?
El rodó los ojos y siguió ojeando mi copia de Orgullo y Prejuicio. Sin mirarme, contestó:
—Yo lamentaré si no estamos juntos, encanto. Tú y yo somos un equipo fantástico.
—Claro —concordé, sonriendo de lado—. Mientras yo trabajo, tú me arrojas las envolturas de chocolates.
—Mientras yo trabajo —replicó, golpeando mi hombro—, tú deseas estar debajo de mí.
Le transmití desaprobación. —Eww, Jacob. Retráctate.
Solo oyendo su risa armoniosa capaz de hacer que te caigas de bruces, escaneé las hojas informativas sin en realidad leer algo. Leerlas cinco minutos antes parecía una buena idea para mí. Justo había cerrado mi libro cuando Darcy discutía con Elizabeth, diplomática y arrogantemente sobre el orgullo y la vanidad, por lo que la curiosidad me carcomía.
—Dame eso, Jake. Leeré un poco más.
El despegó su vista de la primera hoja y dijo: —Nope.
Sentarse a admirar como sus músculos rellenaban deliciosamente la manga de su camisa azul era tentador, pero no para mí. Porque, a diferencia del resto de la población femenina del instituto y sus adyacentes, yo tenía un cerebro. O eso me repetía a menudo.
—Vamos, Jake, dámela —casi deletreé la petición.
Sus labios se curvaron, encontrando mi desesperación entretenida en medio de todo el murmullo de voces del pasillo principal.
—Lee mis labios, encanto: No.
Mi pecho se hundió. Tarado.
—Bien —alcé las manos caminado un poco en reversa después de advertirle: —Voy a tomar agua y calentar mi café en la cafetería, y cuando vuelva, quiero mi libro de vuelta. No es divertido.
El me retó agitando mi libro en el aire.
—Como quieras.
Y al momento de que me volteé, luchando para no quedarme ahí y arrancarle mi copia a Jake, lo sentí.
Caliente. Rápido. Por todas partes.
Mordí mis labios hasta sentir la sangre bailar en mi lengua, ahogando el grito de dolor. Todo lo que podía ver era mi suéter blanco con encaje con una terrible mancha de café esparciéndose y mojando desde mis pechos, hasta mi abdomen. Mi cerebro, entre estímulos y respuestas, trabajaba demasiado rápido como para controlar la molestia burbujeante.
Entonces alcé la vista y mi corazón se situó al nivel de mis pies.
«Santa mierda», exclamé para mis adentros. Contuve la respiración furtivamente y mi corazón sufrió un ataque de miedo y atracción.
A menos de cinco centímetros estaba Liam Black.
Todo dentro de mí se convirtió en lava cuando su mirada conectó con la mía. Penetrantes y al mismo tiempo, suaves, los ojos cafés del chico más codiciado del instituto lanzaban disculpas.
—Lo siento tanto, ha sido totalmente mi culpa. ¿Te encuentras bien?
Mi corazón saltó al oír su grueso acento británico. A pesar de que había pasado un año desde su llegada, cada una de las chicas lo miraba como si fuera lo más nuevo y ardiente en el mercado. No es como si merecieran ir a la cárcel por tal razón, puesto que, en base a lo que yo veía, ellas estaban totalmente en su derecho. Cabello suave y acomodado hacia arriba pero medianamente oculto bajo una gorra de beisbol, ojos con determinación y el poder de arrodillarte, y camiseta blanca ajustada.
El seguía esperando.
—Yo…
A raíz de que estaba sonando patética, una ligera sonrisa curvó sus labios.
—¿Tú…?
Un extraño brillo en sus ojos llamó la atención de los míos.
—Quiero decir, estoy, uhm, bien. Sí, bien.
Tragué, queriendo aliviar el ardor que subía de mi estómago a la garganta.
—¿Tú estás, uhm, bien?
Liam tocó con sus dedos los pliegues de mi ceño fruncido, sonriendo encantadoramente y… con ese brillo de vuelta en sus ojos. Mi corazón tronó en mis costillas fuertemente, y tuve que obligarme a apartar levemente mi rostro. La electricidad era un susurro desplazándose por mi rostro, posiblemente colorado.
—Perfecto, entonces, ¿por qué tartamudeabas?
Me congelé en sus ojos. Y entonces lo vi.
Se estaba burlando de mí.
Hasta ese momento, el alrededor y lo que estaba en mis manos había pasado a un segundo plano. Las hojas pesaban de repente mucho en mis manos y bajé la mirada solo para encontrarlas empapadas del café de Liam.
Lo miré, mi seguridad afianzándose y mi sangre golpeteando en mis venas. Por distintas razones.
—Tartamudeaba porque no encontraba palabras para decirte que eres un idiota. Pero, ya ves, salieron más fácil que un “no te preocupes”.
Liam miró mi mano y de vuelta a mí. Y de mi mano, a mí, otra vez. Frunció su perfecto ceño y tomó el papel casi roto entre mis manos. La pequeña que nunca había tenido atención de un chico que no estuviera en su liga, se calentó hasta la médula por el contacto. Sin embargo, no fui lo suficientemente capaz de disfrutarlo con ella, pues una voz a mi lado hizo que la incredulidad ondeara en mi pecho.
—Oye, no vayas ahí, amigo —sentenció con voz monocorde y fría Jake.
Liam, apartó su mano de la mía y miró con una sonrisa sin humor a mi mejor amigo.
—Jake —lo saludó secamente—. ¿Qué tal?
—Mantén tus manos para ti mismo.
Casi uniendo mis cejas en una expresión de WTF, miré a Jake, quién no podía despegar su sonrisa confiada de Liam.
La tensión me puso aún más inestable.
—Hey —llamé a Liam, quién puso a sus ojos de vuelta en mí en un dos por tres. —Necesito una copia de las actividades, y tú necesitas resolverlo.
Ignorando la energía que me mantenía a mi estómago subiendo y bajando, arqueé una de mis cejas en respuesta a su silencio. Inescrutable y curioso me miraba de hito en hito.
—Por supuesto, Morgan —pronunció mi nombre con lentitud y una sonrisa adorable, pero mirando a Jake en vez de a mí.
No pude evitar reconocer cuán jodidamente hermoso sonaba mi nombre saliendo de sus labios.
—¿Tal vez quieras moverte un poco? Ya casi…
Y el timbre sonó, obligando a todos a correr a sus aulas.
Claro, a todos menos a mí, a Liam y Jake.
Santo Jesús.
Sigue: Bugg.
- Ay por Dios, siento que sus ojos hayan tenido que leer eso Realmente no sabia de que otra manera introducirlos y quise apresurarme a subir antes de empezar clases (ma;ana). En realidad espero que haya sido aceptable. No dejemos que se estanque chicas
bigtimerush.
Re: Cliché. n.c
- mey:
- primero que nada: lIAM FUCKING PAYNE
listo podemos proseguir (??)
AH PERO MORGAN NO TE QUEJES QUE SE TE VA A EL TRASERO QUE A MI SE VA A LA ZAPAN aguanten los cupcakes, de igual manera.
eso es amistad, carajo. (?)No había notado que en sus manos había una bolsa de Starbucks. Me topé con su mirada traviesa una vez más y mi mejor amigo de infancia me dijo:
—Pensé que te gustaría tomar tu desayuno favorito conmigo. Y sí, puedo decir que lo sé por tu baba corriendo.
jake me suena a esos playboy populares, definitivamente. pero parece ser uno bastante dulce, por ahora. por lo menos con morgan.
A KICK IN THE TEETH IS GOOD FOR SOME A KISS WITHA FIST IS BETTER THAN NONE WHOA A KISS WITHA FIST IS BETTER THAN NONE :rhianpls:Le di una mirada de asco fingido. —Puedes besar mi puño, si no te importa.
me pego la fan de florence + the machine, perdón
vUELVO EN CINCO ME ESTOY DERRITIENDO DE AMOR BRBLiam tocó con sus dedos los pliegues de mi ceño fruncido, sonriendo encantadoramente y… con ese brillo de vuelta en sus ojos. Mi corazón tronó en mis costillas fuertemente, y tuve que obligarme a apartar levemente mi rostro. La electricidad era un susurro desplazándose por mi rostro, posiblemente colorado.
APA JAKE Y LIAM PELEA PELEA PELEA PELEA!!!!!!!!!1!!
AHQ.
en fin me gusto muchísimo el cap mey, estuvo muy bonito y morgan me encanta yA LEO EL DE DANI
Última edición por ácido. el Sáb 16 Ene 2016, 3:57 pm, editado 2 veces
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Re: Cliché. n.c
Primero que todo, la foto que pusiste para el capítulo me encantó en serio, es hermosa.
Luego, me emociona demasiado ver un capítulo más en esta nc, porque en realidad es una de mi favoritas y verla avanzar me llena de emoción.
Tu capítulo es hermoso Mey, en serio, me encanta la personalidad de morgan y tu redacción es perfecta. Lo único es que era en tercera persona, pero no hay problema, por este capítulo lo podemos dejar así, pero aparte de eso, todo es hermoso Mey, en serio, lo amé.
espero el capítulo de Dani
Luego, me emociona demasiado ver un capítulo más en esta nc, porque en realidad es una de mi favoritas y verla avanzar me llena de emoción.
Tu capítulo es hermoso Mey, en serio, me encanta la personalidad de morgan y tu redacción es perfecta. Lo único es que era en tercera persona, pero no hay problema, por este capítulo lo podemos dejar así, pero aparte de eso, todo es hermoso Mey, en serio, lo amé.
espero el capítulo de Dani
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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