pleasures

pleasures

" La verdad es simple. Las mentiras, tan solo palabras. "

Pequeñas, pequeñas palabras que hacen que agüen nuestros ojos, pequeños instantes que hacen de un día corriente algo especial y que permanecerá en nuestros recuerdos... La vida se basa en pequeñas cosas pero no muchos saben apreciarlas. Unos por que viven demasiado y no se preocupan de los detalles y otros viven demasiado estresados como para pararse a pensar.

" Me han calificado de muchas formas: despistado, embobado, surrealista, empanado, disléxico, etc. Sin embargo cuando yo veía el valor de lo que había a mi alrededor otros pensaban de manera egoísta en sus propias  cosas. "

Muchos pueden pensar que este tipo de personas son anulados socialmente ―geeks― ni personas depresivas o aburridas, aun que realmente no tiene el por que. Son personas analizantes, soñadoras ―algunas―, poetas de la vida que saben apreciar distintos tipos de belleza.

Las palabras son el método de explicar una parte de lo que sentimos, pero en ocasiones sobran las palabras.



‣ audiciones
‣ muro
‣ reglas
‣ turnos
‣ expedientes
‣ personajes (prox)
‣ cabecera

capítulo uno

Comidas y vidas borgianas.

Si entraba un piano en su campo visual sus manos se descontrolaban y no podía evitar que las notas de algunos conciertos o sonatas le cantaran. ¡Es que mírenlo! Una madera tan brillante como la luna (se podía describir un claro de luna ahí); perlas parlantes y en el sentido más halagador de la palabra; una banqueta que desaparecía ni bien te sentabas en ella y la comodidad permanecía o no importaba. Delicia, eso es. 
No lo pudo evitar, Sinéad corrió hacia él. Apenas tenía un teclado viejo en su casa y con tan poco dinero no podía ir a ningún lugar para tocar su instrumento preferido, pero ahora había una oportunidad gratis y libre. En su reciente trabajo limpiando mesas en un restaurante demasiado, demasiado caro, jamás había podido tocar el piano que acompañaba las comidas de las personas. Y el que tocaba le parecía un bueno para nada. Ahora tocaría después de tanto tiempo en un buen piano. 
Las manos trabajaron solas, e, imitando la escena de “Immortal Beloved”, tocó notas erróneas, asquerosamente erróneas. Todos voltearon con una mueca de disgusto hacia la muchacha y el dueño del lugar, el chef y los empleados miraron tanto sorprendidos como indignados y furiosos a la dueña de ese ruido molesto. Un segundo de silencio, desconcierto; sonaron algunas toses y si existiese un sonido de mandíbulas por el suelo, los vidrios ya estarían rotos por las ondas sonoras.
Sinéad apoyó su cabeza poniéndola de costado en el piano y con los ojos cerrados comenzó a tocar Moonlight Sonata. Tocó unos dos minutos del primer movimiento y luego, sin previo aviso y repentinamente, pasó al tercero, pero antes quitó su cabeza del piano y, todavía con los ojos cerrados, se dispuso a tocar nuevamente. 
Se escapó una lágrima para hidratar el fa sostenido y la chica sonrió ¿nostálgica?, ¿melancólica?, ¿o feliz? Bah, sonrió. Y finalizó. Se escucharon aplausos de los pocos clientes que estaban quedando ya que faltaba poco para que el lugar cerrara. Sinéad sonrió como un agradecimiento tímido y volvió a su labor, temiendo ser castigada más que nada. Es injusto que la castiguen por la pasión, pero hay reglas también (claro que para ella la pasión gana). 
De todas formas, se quedó con ganas de tocar Für Elise… 
— ¿Por qué demonios no pediste empleo como pianista? —dijo sorprendido el dueño del lugar, que estaba allí todos los días—. ¿Estás loca? Y por si tengo que aclarar, estoy ofreciéndote empleo. 
Sinéad sonrió avergonzada sin mostrar sus dientes, con un leve rubor. Para ser sinceros, Sinéad era de esa clase de personas sin horarios ni obligaciones, de esas que no mezclan amor y pasión con el trabajo. Es más, por lo único por lo que trabajaba era para pagar su ambiente o la echarían en menos de lo que canta un gallo. 
— Lo siento, pero no. 
— Oh, sí estás loca. ¡De todos modos!, tienes futuro, ¿qué haces desperdiciando tu vida aquí? No voy a permitir eso. 
— ¿Me está echando? 
— No, pero sí incentivando. 
— Gracias, señor Chedeville—dijo entre pequeñas risitas a causa de las palabras del señor—. De veras, pero ya me las arreglaré. 
Y siguió su turno normalmente. 
En un trabajo así, Sinéad aprendió de toda clase de personas. Hay desde ricachones que ni siquiera saben sentarse sin ayuda, hasta ricachones sumamente orgullosos que creen saber hacer todo. Desde luego, están los hijos de los ricachones; generalmente no saben ni por qué respiran, sólo saben que tienen dinero y, los hijos, necesitan cualquier tipo de mujeres; las hijas necesitan un esposo a los diecinueve. El ambiente solía ser aburrido, pocas veces había alguna persona interesante para entablar conversación o que no tratase de sirvientes a los empleados del lugar.
Su salida del restaurante Comidas borgianas era exactamente a las 11:30 de la noche, siempre de manera puntual. En esta época del año (otoño), llevaba al trabajo algún jean oxford, zapatillas o botas y, para después de su turno ya que en él debe usar obligatoriamente una remera negra y un delantal del mismo color, alguna campera de lana o sweater. Pero esta noche el viento era repentinamente fuerte y el frío le llegaba hasta las más invisibles venas, aunque al ser inmune a los resfríos lo disfrutaba mucho. 
Hablando de los efectos del viento, un joven que iba caminando por allí con unas hojas en su mano derecha se vieron desparramadas por todos lados en menos de un segundo. Soltó una maldición al aire, con enojo e impaciencia, llamando la atención de Sinéad, quien rió levemente por lo caprichoso que sonó el chico y se dispuso a ayudarlo. 
Sin intención, hojeó los tres papeles que ella levantó: uno era de hoteles baratos, otro de alquileres en barrios bajos y otro era una poesía de Artaud. Le entregó las hojas a su dueño, él las tomó seriamente y siguió caminando. 
— De nada—murmuró irritada la castaña y siguió caminando hacia su destino. 
— Gracias—dijo el chico a sus espaldas—. 
— ¿Te gusta Artaud? 
— Algunas cosas, sí. 
Sinéad asintió de manera aprobativa y se paró bajo un techo cuando empezaron a caer gotas gruesas desde el cielo, y el chico “poeta” se paró a su lado. 
— ¿Debo ofrecerte pasar la noche en mi casa?
— Qué chica lista. 
— Tienes suerte de que yo sea de esas personas nómadas que se han quedado en casas de extraños. Pero te advierto que sé de defensa personal.
Los dos sonrieron apenas y empezaron a caminar hacia el centro de la ciudad. Sinéad vivía en un pequeño departamento frente a una biblioteca, a la derecha de una disquería y a la izquierda de una casa de fotografía, tal vez por eso dejó de mudarse constantemente, porque había encontrado un lindo lugar donde podía permanecer un poco más de tiempo. No era muy grande, ni muy chico, pero era más chico que grande. Tenía un pequeño living/comedor donde había un sofá rojo oscuro, un televisor, una mesa pequeña de madera con dos sillas, una enorme biblioteca y como decoración algunos cuadros surrealistas y trapos floreados colgando de la ventana o los muebles. A la izquierda había un arco que dirigía a una apretujada cocina bastante rústica y pintoresca, como toda la casa. A la derecha había un pasillo con tres puertas: una a la habitación que también estaba lleno de trapos, cuadros extraños, fotografías, logos de películas y cosas que parecían sacadas de una máquina del tiempo que fue a los años sesenta; una al baño, todo blanco y extremadamente limpio con un olor a vainilla que reinaba en toda la casa; y una a un depósito, repleto de cajas con recuerdos del pasado de Sinéad que no podía tener en todas las partes de la casa. Eso fue todo lo que le mostró al chico cuando llegaron al lugar.
— Por cierto, soy Philipp. 
— Sinéad. 
— De acuerdo, entonces, buenas noches Sinéad. Dormiré mirando cuadros de Dalí—Sinéad rió y asintió. 
— Buenas noches. 

Spoiler:

Me gusto el hecho de que sean nómadas, haha hace tanto que no escuchaba esa palabra..., en si pienso que ambos personajes son demasiado interesantes, al igual que sus historias, en verdad quede fascinada con el capítulo. Sinéad es muy original, Phillipp igual, idk, los amo simplemente. Espero el siguiente. 
Por cierto, todo quedo hermoso zoe ñ.ñ

capítulo dos

"what if..." can go and fuck itself.

¿Y si? Era la constante palabra que pasaba por la mente de Blue. Era justificable que eso pasara por su mente, pues cuando se vive en un lugar no tan grande como Florencia, se mantienen el constante  ¿Y si intento hacer esto? ¿Y si voy a este lugar? ¿Y si cambio mi vida? Hasta que llegó el momento en que dejo de decir “¿Y sí?” y comenzó a hacerlo realidad. A pesar de solo tener dieciocho años, en su vida comenzó a hacer muchas cosas. Cuando vivía en Florencia, sus padres le pagaron clases de danza, después le apasiono más crea la música que bailarla. Y finalmente se dio cuenta que lo suyo era el arte, aunque anterior a eso pasó por la escritura. Sus clases de arte comenzaron casi seis meses antes de que su padre falleciera. Después de que su padre muriera, todo se fue durante un tiempo.
Blue tiene intacto en su memoria el momento en que su madre decidió salir de su habitación para decirle únicamente que la enviaría a Liverpool con sus tíos. También recuerda como su mundo se desmorono en ese momento, o como llego a la casa de André, uno de sus hermanos mayores y le dijo:

— Me voy a Inglaterra.

Su hermano no reaccionó bien, después de todo Blue seguía siendo su nenita, la niña pequeña de casa. Cuando sus tres hermanos estaban enterados, discutieron por bastante tiempo con su madre. Y finalmente se rindieron, y así lo había hecho ella, pero mucho antes que sus hermanos. Sus nonos ni por enterados se dieron, y cuando lo hicieron se pusieron furiosos con su madre, rompieron todo el vínculo con ella por un tiempo. Y siempre estaban atentos de Blue. Siempre.
Sus tíos la recibieron en el aeropuerto y ella ya no tenía más que hacer. Estaba indignada. Después tuvo que ver la gigante casa de sus tíos en Allerton. Lo cual le pareció bastante molesto y monótono. Si le gustaba Italia era por la libertad de pensamiento que tenían las personas, en Liverpool definitivamente todos parecían tan reservados. El primer día ella deseo que sus tíos vivieran en Latinoamérica. Pero no lo hacían.
Y ahí estaba ella, encerrada en el estudio que sus tíos le habían permitido quedarse, buscando inspiración para poder pintar un poco el lienzo frente a suyo. Estaba pensando en Italia, pero ella ni si quiera recordaba la casa veraniega de sus padres. Ni si quiera recordaba el aspecto del Puente Viejo.
Se levantó de un golpe y salió dando un portazo. Sus tíos ni escucharían eso, nunca estaba en casa. La única que permanecía en casa era Minerva, la nana, pero ella se perdía en la gran cocina, donde Blue a veces pensaba que existía incluso algún pasadizo por el cuál Minerva se escabullía. Duró meses intentado retratar a Minerva en un pasadizo. Pero no pudo. Minerva no pasaba de los treinta y cinco y Blue siempre la tentó a que se fuese porque era joven y tenía tiempo.
Cuando estuvo frente a su armario, arrancó uno de sus muchos abrigos y se retiró. Inglaterra e Italia ni si quiera compartían el mismo clima. Era frustrante.
Dando pasos silencios que hacían eco, salió de su casa. Y el viento friolento golpeó su rostro, como si le hubiese dado una bofetada a la realidad. Blue era mucho más valiente. Ella salía e intentaba reconstruir su vida, ya había viajado por casi toda Liverpool, ya se la conocía de memoria, o eso creía. Había viajado fuera de Liverpool. Sus tíos le habían dado un auto, un auto era un pedazo de libertad e independencia. Había comenzado con St Helens y Formby. Luego fue a Cheshire aunque no viajo más que a dos ciudades. Y Después aterrizó en Gran Mánchester; donde se quedó mucho más tiempo, en eso duro bastante, pero esa era la ventaja de tener familiares con dinero. Viajo con sus tíos a Shropshire, donde se tomó la molestia de conocer casi todo el lugar, igualmente con sus tíos fue a Staffordshire y Lancashire. De ahí para allá no conoce ni un solo lugar más de Inglaterra, y sinceramente para ella, Londres está completamente fuera de su interés visual, cultural, político y social.
Sobó sus manos intentando darles calor, cosa en la que falló épicamente, porque el frío era impenetrable. Así que no tuvo más remedio que guardar sus manos dentro de los bolsillos del abrigo verde, cosa que detestaba, porque usualmente jugaba con sus manos cuando salía a caminar.
Realmente. Blue nunca encontraba nada interesante en Liverpool. Por lo que solía ir a museos, como el Walker Art, o museos y exposiciones poco conocidas en el centro de la ciudad. Ella en realidad no frecuentaba cerca de Anfield, porque le aterraba la cantidad de “vándalos” según sus tíos, que frecuentaban por allí. En realidad ella no los consideraba malas personas, pero terriblemente peligrosas, sí.
Blue dio vuelta en la esquina y el viento empuja su cabello pelirrojo todos sobre su rostro. Cuando lo quitó de su rostro pudo notar, como dos hombres golpeaban a un chico. Y eso la aterró. Pensó en darse la vuelta y volver por donde vino. Lo único que podía pensar era que estaba en el lugar equivocado. Su piel se puso como de gallina. Lo proceso y quiso gritarles, pero tampoco pudo. Así que se quedó varada ahí, observando hasta que los dos hombres decidieron que era suficiente y se marcharon presurosos dando la vuelta por la otra esquina de la calle.
Blue no lo pensó dos segundos cuando estaba arrodillada junto al muchacho rubio. Quien a pesar de los golpes era sublime. El tipo de chico que Blue pintaría en un lienzo. En realidad no estaba tan golpeado, su ceja sangraba al igual que su labio, y tenía un gran moretón en la mejilla, pero lo había pateado tantas veces.

— Tú… — Susurró el muchacho como si no sintiese algún dolor —, no deberías estar aquí.

Blue levantó la ceja.

— Oh, pero lo estoy — Respondió y sin remordimiento alguno acerco su mano a la cara del muchacho —, ¿te duele?

El gemido del muchacho fue la respuesta a su pregunta.

— ¿Cómo me has dicho que te llamas?

Blue le miró directamente a los ojos. Azules. Grandes. Pestañas grandes.

— No lo he dicho. ¿Puedes levantarte?
— Oh, por supuesto que puedo. Pero prefiero quedarme aquí para llamar la atención.

Sarcástico.
Arrogante.
Blue le ignoró.

— No creo que pueda levantarte yo sola.

El muchacho carcajeó burlonamente, pero eso definitivamente no sonó como una risa.

— Ni yo tampoco.

Ella rodó los ojos, con ese tipo de personas era con las que menos podía. Le parecían insoportables, en todo el sentido de la palabra, derrochaba arrogancia, era quisquilloso, se notaba a metros que era un egocéntrico terrible, y seguro humillaba a las personas con cualquier cosa.

— Tienes que hacer un maldito esfuerzo.
— Oh, pero bien podrías dejarme moribundo aquí.

Dramático. Ella quiso golpearlo, no había hablado con él más de cinco minutos, pero quiso hacerlo.

— Sí, podría hacerlo — Concordó asintiendo la cabeza —, y debería, ¿sabes? No luces más que como un problema. Pero resulta, que no soy una mala persona. Y tú realmente no luces más que como un chico idiota golpeado. Así que déjate ayudar ahora, o me iré. En serio.

Esta vez, fue él quien rodó los ojos. Bien y el muchacho se levantó con un poco de ayuda de ella. Caminaron casi media hora, el sentía que se le estaban quebrando las costillas y sus piernas flaqueaban de cuando en cuando, pero no parecía en lo absoluto. Siempre le disgustó mostrarse como alguien poco capaz, alguien débil. Hizo su mayor esfuerzo. El muchacho reconoció el lugar por donde iban y hasta quiso gritar la palabra que paso por su cabeza. Rica. Él alguna vez lo fue. Seguramente ella era una mimada, que pedía y obtenía. Pero no lucía así.
Ella lucía angelical, en realidad lo hacía. ¿Pero que sabía él? Si él siempre lograba sacar una conclusión a primera vista de las personas, y esta vez no quería hacerlo. No podía. Cuando ella finalmente frenó en una casa. Él se percató de que era así, ella era una chica de dinero. Pero lucía tan sencilla.
Mientras ella abría la puerta él se recargó sobre la pared. Cuando entraron, casualmente se toparon con una señora, de la cual él asumió, era su madre, en la sala. Peter notó que la pelirroja a su lado no se alteró ni un poco.

— ¿Blue?

Blue. Se llamaba Blue.

— Minnie.

¿Minnie?

— ¿Blue? ¿Qué haces, por el cielo? ¿Quién es este jovencito? ¡Oh, santo cielo! ¡Está lleno de moretones! — Miró preocupadamente a Peter y sus ojos se movieron hacía Blue, a la cual más que con reprendimiento, miró con curiosidad — Pensé que no tenías amigos acá, Blue.
Aquel comentario le causo gracia. En ese momento eso era lo de menos. No importaba en lo absoluto.
— Él no es mi amigo. Ni siquiera le conozco. Unos tipos le estaban propinando una paliza y yo…
— No evitaste ser buena. Como siempre.
— No, no quería ver morir a alguien.

Peter se sintió ofendido.

— ¡No iba a morir! ¡Puede defenderme solo!
— Pero, de hecho, no lo hiciste.
— Tú no hiciste mucho tampoco.
— ¡Já! ¡Te traje hasta aquí, Sei uno stronzo! ¡Vaffanculo! ¡Difettoso! — Eso definitivamente sorprendió a Peter, que solo entendió dos palabras, pero él hablaba polaco, al menos compartían dos idiomas. Luego Blue miró a Minerva, con inocencia —, mi scusi se impreco cosi ' tanto.

Y se retiró dejando a Peter allí.

— Ella nunca insulta en italiano. Aunque, debes agradecer que no fue en véneto.
— ¿Es Italiana? ¿Es usted su madre?

Algo dentro de él le gritó que no fuera curioso. A él, después de todo, no le importaban las personas, no le importaba nadie más que él mismo.

— ¿Yo? No, su madre vive en Italia — La señora miró a un lado y se acercó a Peter —, su padre falleció hace menos de un año. Pero detesta hablar al respecto — Minnie cortó el tema antes de que él respondiera cualquier cosa —, te traeré hielo para ese moretón en la mejilla. Sea lo que hayas hecho para que te golpearan así, debió haber sido muy malo. Y no me digas que algo más duele.
— De hecho…

Sus manos se dirigieron a sus costillas.

— Lo mejor será llamar a un doctor.
— No creo que debería, señora.
— ¡Oh! — Ella se rió alegremente — No me llames señora, aun no paso de los cuarenta. Soy Minerva, y deberías presentarte a ti mismo de igual manera.
— Peter.
— ¿Peter a secas?

Peter tomo su chaqueta y la dejo a un lado. Suspiró.

— Peter Townes.

Minerva no reconoció el nombre, así que sin decir una palabra más, se retiró de allí, dejando a Peter solo, quien no sabía qué hacer. Y a pesar de ser tan inteligente, no se quedó sentado allí, se levantó y caminó por el lugar. Había algunos cuadros, pero ninguno que fuese conocido para él. Se acercó precisamente a uno, donde se veía un grandísimo bosque en llamas, y un chico sobre la cima de una montaña mirando como este se quemaba, el chico parecía un viajero, y tenía el cabello tan rubio como él. Se acercó mucho más y notó la firma “Blue”.

Ahora sabía algo más de ella que su nombre, donde vivía y sus aspectos físicos, pintaba, aparentemente. En segundos apareció Minerva con el hielo.

— Solo hay pinturas de Blue acá. Es gracioso, porque en su estudio y habitación, tiene retratos de famosos pintores. No de ella.
— Es muy buena.
— Lo es.

Y durante todo el día, Peter quiso verla, pero ella no se dignó a salir de nuevo. Minerva le dijo después de que el doctor le revisara, que como era muy tarde podía quedarse.
Y en la noche soñó con Blue.

Spoiler:

velvet escribió:leo sinceramente no se que decirte. En parte darte la enorabhuena, me parece un capítulo precioso sinceramente y creo que mejor que el anterior, que también me gustó, pero hiciste un cambio genial. Por otra parte decirte que para mi no fue nada aburrido, me gustó, sobretodo menciones tan honorificas. película preciosa por cierto, gary oldman me sorprendió. creo que has sabído transmitir a la perfeción un sentimiento tan profundo, me gusta como has introducido su pensamiento social y el hecho de que ella haya dicho que no, es curioso. Pero como se han conocido ambos, curiosamente dulce y algo loco invitando a un desconocido a su casa. y finalizando con dalí. sinceramente, me quito el sombrero.

me he quedado igual que la primera vez leo, para mi es simplemente hermoso.

bueno Lau ahora voy con lo tuyo ahque. Lo primero decir que comparto con Blue esa maldita pregunta de el y si... En verdad es frustrante.
Y en verdad haber pasado por un cambio tan grande debe ser más bien un tanto desagradable, y veo eso de que no tiene una completa libertad. en fin. ese momento en el que se larga y agarra el auto, lo comprendo, en ocasiones me pasa algo parecido. y llega a un peligroso lugar juju, y ah ese chico que idiota encima que pretende ayudarle. Bueno pues me encanta, me encanta blue totalmente por su personalidad. también la forma en que lo has ido describiendo como la parte de que empieza a decir características del chico. Y bueno luego la escena que le insulta en italiano me encanta, absolutamente. y después el hecho en el que ve sus cuadros y Minnie le explica también me agradó no se, fue cute(?)

Pues no fue naaaaaaaaaaaaaada malo si no todo lo contrario querida lau -debo encontrarte un mote jeje- y respecto al code espero que no te importe que haya editado el mensaje con este. igualmente tengo guardado tu capítulo original si lo quieres o cualquier cosa y ya está el link del muro.