>>descendants [audiciones abiertas] n.c.

Autumn's Love - Parte 1. 
Amara's POV

No soy ese tipo de chica que lee libros a montones, la típica hípster, la que se saca selfies a todo momento, ni la chica nueva en la ciudad, la depresiva insegura de sí misma o la típica compradora compulsiva y menos soy la que se emociona por todo lo nuevo actuando como “posser”. La verdad, ni siquiera sé quién soy, o como encajo en este mundo.

En fin, hoy es un día especial les digo ¿porque? aprobé mis exámenes de la carrera, no con las mejores notas pero los aprobé. Algo bueno salió de prender el computador de vez en cuando. Como recompensa iré de compras, más que nada saldré a pasear por ahí. Por las avenidas principales donde hay tiendas. 

Apagué mi computadora y me dirigí al baño. Luego de una larga ducha de 45 minutos, envuelta con la toalla camine hasta mi habitación. Este piso me está costando el dinero del trabajo de verano con la señora Stevens. Cuidando a los dos odiosos gemelos Kyle y Kevin. Vale la pena, tengo mi propio espacio. 

Acabé con unos jeans azules un suéter con un zorrito en él y unas botas. El clima decía que no haría calor ni tampoco frio. Un clima típico de otoño. Tome un morral de los percheros, guarde todo lo que llevaría.

Ya lista tome la llaves del piso y salí de ahí asegurándola con llave. Camine por los pasillos hacia las escaleras, nada mal para estar en un 3er piso. Mientras bajaba los escalones mi estómago se manifestaba de lo vacío que se encontraba. 

–Debo pasar por un café luego – susurre para mi misma. 

En la entrada se encuentra el portero, amablemente me abre la puerta e intercambiamos saludos. Me pare en la vereda a ver si algún taxi me parase, no soy una chica de transportes públicos. Bueno no lo sería hoy, al menos.

Los diez minutos largos de mi vida esperando que aparezca un maldito taxi. ¡Dios! esto va a ser una mancha en mi día. Pienso en otro modo para ir hacia el centro, el subterráneo. Suerte para mi no es hora pico, eso seria como pleno mediodía en McDonalds multiplicado por cinco.

En los corredores me cruzo a un cantante callejero esta apoyado en la pared con una guitarra en mano, es negra y cada nota que toca hace eco en su pequeño amplificador. Paro mi camino para observarlo, la canción era bastante familiar. 

“Because honey your soul could never grow old, it's evergreen. And, baby, your smile's forever in my mind and memory…” 

El chico mantenía sus ojos cerrados mientras cantaba, pareciese como si quisiera ocultarse de todos, la timidez es su máscara. Hay que tener agallas para cantar en el subterráneo. Me quedo viéndolo solo para saber si abrirá los ojos. Era moreno, alto, cabellos negros con una mecha teñida en parte de adelante, la ropa que usaba era un simple suéter de hilo azul, jeans pre-rasgados negros y unos borcegos. Su rostro era muy peculiar, sus rasgos parecían se asiáticos pero no lo era, su piel lo delataba. Pude observas dos pequeño lunares alineados en su mejilla derecha.  Muy tierno a mi parecer. Su voz es áspera y nada peculiar. Linda a su estilo. 

Noto que no tiene el estuche en el suelo como signo de “necesito dinero, canto por dinero” canta para su gusto. Eso es nuevo, de todos modos es en vano cantar en el subterráneo, lo digo porque la gente se preocupa más en los horarios del próximo tren. Viven en su burbuja burocrática. 

La canción termina con un solo del guitarra acústica que agregó él. Me gusta la música coma todo ser humano y como no llevo prisa tengo tiempo para socializar con este músico misterioso. Lo aplaudo, él todavía no nota mi presencia. Hasta que sube la mirada y me ve.

–Tocas bien – le digo un cumplido para romper el hielo.
–Oh gracias, es por diversión – se encoje los hombros.
–Lo noté – sonrió – ¿Siempre estás aquí? – pregunto.
–Solo hoy – negó – la mayoría del tiempo doy concierto para las palomas en el parque – su comentario me causa risa, a lo que él solo sonríe.
–y tu ¿vienes por aquí seguido? – me pregunta mientras se quita la guitarra del hombro.
–Si, no, es que me tomo otra línea no ésta – explico.
–Que mal ya pensaba agregar esta estación como para venir a diario – me mira con una sonrisa mientras guarda la guitarra. Asiento en modo de comprensión.
–No te lo recomendaría, esta es la línea se satura mucho, es horrible en horas pico – escucho un pequeña risa por departe de él, no sabía de qué se reía. – ¿Porque ríes? – frunzo el entrecejo.
–No por nada – niega con los ojos achinados por la sonrisa.
–Me gusto el cover, es de este cantante inglés, el pelirrojo – batallaba en recordar su nombre.
–Ed Sheeran – respondió a mi duda.
–Sí él – sin más que decir me despido de él – Bueno nos vemos… chico – sonreí y me encamino hacia la boletería.
–Espera – lo miro esperando que me dirá – ¿me podrías decir tu nombre?
–Es Amara, Amara Cooper – le ofrezco mi mano en forma de saludo – el tuyo ¿es? 
–Hood, Calum Hood – la estrecha y luego me despido de él. Me grita algo pero no lo oigo por el ruido del tren que está en camino. 

Corrí para tomarlo y justo a tiempo lo logré. Tome asiento y tan pronto arrancó saque mi teléfono para conectar los audífonos. Se podría decir que el otoño es mi estación favorita, el verano se fue y el invierno lentamente anuncia su llegada. Pasan las estaciones en las cuales no pude evitar mirar a parejas que subían agarradas de las manos, abrazadas o intercambiando saliva. Me puse a pensar, ¿existirán los amores de otoño? ¿Y los de invierno? ¿Por qué no existirían? Están los de primavera y los de verano, puede que se relacione con el cambio climático y al ser frio te dice que no hay oportunidad de enamorarse. Estupideces.

Ignorando el hecho de muestras de afecto, la llegada a mi destino se acerca, guardo mis audífonos apagando la música. Me levanto del asiento y me paro frente a la puerta de salida.

Salgo del subterráneo pero me equivoque de estación, esta calle nunca la había visto. Empiezo a preocuparme, y camino por las calles en busca de una conocida. Aunque es en vano, miro extrañada el cartel con el nombre de dicha calle, no tengo idea de donde estoy. Diviso una tienda de música al final de la cuadra. Es el único negocio abierto aquí así que el dueño debe saber algo.

Bien no se si esta bien la verdad es que no se si el apellido es Garfio o es nombre jaja

12 de diciembre de 1923
Boston, Massachusetts.

Caminé a través de la habitación dando vueltas por doquier. Hoy no era ningún día feliz como solían ser los demás..., tal vez ayer, antier, pero hoy no.
Podía sentir los sollozos de mi madre en el cuarto siguiente. Ella escribía cartas para alguien desconocido para mi, pues dijo que era una amiga suya que le ayudaría a mi padre a encontrar un trabajo. Claramente eramos una de las familias mejor acomodadas económicamente en todo Boston, pero ahora ha venido una racha de mala suerte para todos, empezando por que han despedido a mi padre de su trabajo para contratar personas más jóvenes, que enseguida, serían despedidas también; luego, mi abuela estaba muriendo en el hospital, por complicaciones que le han traído su vejez, y ahora, mi hermana no podrá estudiar medicina como ella quiere ya que no hay dinero suficiente para pagar su escuela.
Nadie vendrá a visitarme ni decirte ''nieto'', no podré preguntarle a mi hermana lo que ha aprendido en su escuela ni decirme todas las amistades que ha hecho, ni tampoco podré preguntarle a mi padre como le ha ido en el trabajo.
—Hijo —mi madre abrió la puerta dejando al descubierto sus ojos rojos—, por favor no duermas tarde, debes ir a la escuela. Iré con tu padre y nos quedaremos en el hospital con tu abuela. No salgas por favor. Si necesitas algo, tu hermana está en su habitación y Killian está dormido en su cuna. Hasta luego.
—Está bien.
Más bien mi contestación salió como un susurro al ver lo mal que estaba mi madre, posiblemente ella esté peor que yo.
Ella salió y yo no tuve ganas de nada más.
No tenía sueño, ni hambre, ni ganas de ninguna actividad externa, ni siquiera bañarme. Me bañé ayer, ¿por qué debería hacerlo hoy?
Siempre me sacaban de clase y me castigaban por platicar o contestarle a los profesores, recuerdo que mi madre se preocupaba por mi y me regañaba, pero yo no hacia nada, solo reía y nada mas, lo volvía a hacer. Una vez al ver mis calificaciones me pegó una bofetada pero luego se disculpó, yo solo dije que no lo volvería a hacer pero no fue una promesa, de todos modos no la habría cumplido.
Estaba completamente ''loco'' como dice mi hermana, de un chico llamado Silas. Era de una familia de enfrente. El era un hombre y yo estaba consciente de esto. Pero el me gustaba, Silas era genial. Tenía unos ojos azules hermosos, era irresistible para mi. Solo había hablado con el en la escuela y me di cuenta de lo amigable y divertido que era.
—Bueno, em... ¿te dije mi nombre? —río.
—Como cuatro veces —digo—. Silas.
—¡Exacto! —exclama sonriente—, Ephraim, ¿no?
Dios mío, ¿el sabía mi nombre? ¡Sabía mi nombre!
—Si —estoy seguro de mi sonrojo.
—Lindo nombre, Eph.
¡Me puso un apodo! ¡AHH!
Quería salir a tomar aire y librarme de todo por esta noche.
Pero recordé las palabras de mi madre: ''No salgas por favor''.
Yo soy muy rebelde como para hacerle caso a mis padres, ¿o no?
Salí y escuché llorar a mi hermana en la habitación de mi hermano menor, Killian. El estaba dormido y ella solo soltaba leves sollozos y lo observaba tierna-mente desde su lugar.
Bajé la mirada y salí de la casa sin avisarle, no habría problemas si ella estaba demasiado ocupada.
Al volver a subir mi vista, me fijé en las estrellas; generalmente eran brillantes y una historia por ver en cada una de ellas. Pero hoy estaban apagadas, la oscuridad predominaba el lugar y los faros iluminaron las calles. Vi un par de autos pasar a través de la noche y crucé la calle llegando al callejón mas cercano.
Sentí miradas tras de mi y al voltear, no me encontré con nada más de a las hojas caer. Me abracé a mi mismo intentando sacar más calor de mi abrigo negro, que era lo único que me protegía del invierno.
Oí un ruido en un basurero del callejón, uno en especial, oscuro y sin salida.
Me acerqué a pasos lentos y descuidados, chocando con algunas bolsas de basura que tapaban mi camino. El ruido se hacía más fuerte y al llegar frente a el, salté hacia atrás cuando sentí algo salir del contenedor: nada más y nada menos que un gato.
El animal maulló y salió rápidamente para cruzar la calle y perderse entre el montón de casas.
Yo había caído al suelo y suspiré antes de tratar de levantarme, pero una soga en mis manos me detuvieron. Mi corazón paró por un momento mientras yo estaba más que asustado. Otra mano cubría mi boca.
—No grites si quieres salir de esta —la voz tras de mi sonaba dura, como de un hombre mayor.
Me jaló hacia arriba y yo tuve que levantarme. No me equivoqué, el hombre tenía por lo menos unos 35 años, no muy viejo pero ya era mayor. Tenía barba de días y su poco cabello era color negro, al igual que sus ojos, los cuales no se notaban bien en la oscuridad.
Forcejé un poco y el hombre me empujó hacia adelante, guiándome al final del callejón.
—No me ayudas, niño. Basta.
—Por favor —atiné a decir bajo.
El hombre solo negó y rió.
—Calla y camina. —Me empujó aun mas fuerte— ¡Vamos!
Asentí varias veces asustado y de forma rápida. Escuché al hombre reír de nuevo.
Sentí una pistola cargarse y subí la mirada para ver a otro hombre llegar y apuntarme justo en la frente. Caminó más cerca de mi.
—¡Rápido, danos todas tus pertenencias! —ordenó.
—¡No tengo nada!—dije, al parecer el hombre no me creyó.
—¡Hazlo!
El hombre de atrás me sacó mi reloj y se lo guardó. Me pegó fuertemente a la pared haciendo que choque mi cara contra el fuerte material. Podía sentir un dolor en mi nariz, y sangre caer de ella.
El segundo, sacó mi billetera del pantalón y la guardó igual, yo no traía nada mas que eso. Al notarlo, el hombre ajustó su abrigo y bajó un poco el arma.
—¿No traes nada más? —pregunta.
—No, no —dije rápido.
Estaba seguro de que rompería y lloraría en cualquier momento.
—Vamos, niño. Tienes un minuto para irte —dijo preocupado—. No quiero hacerte daño, y mi jefe viene para acá. Vete, por favor.
El hombre de atrás quitó la soga de mis manos y yo sobé mis muñecas rojas sin saber que hacer.
Pero antes de que corriera una voz llegar a mis oídos.
—¡Aquí nadie se irá! —un tercer hombre más mayor llegó y al correr tomó el arma del otro. Este hombre debía ser su jefe, era gordo, rubio y se veía fuerte.
—Por favor, señor. No es necesario...
—¡Claro que lo es! —habló alterado.
Me apuntó con el arma y sin que yo esperara, me disparó.
Sentí un dolor en mi pecho, insoportable. No podía resistirlo, caí al suelo. El dolor era tan fuerte que ya ni podía sentirlo, solo una opresión y como mi pechó dejaba de funcionar. Mi aire de iba y cada vez podía respirar menos.
Mi vista se nublaba y mi corazón paraba.
Toqué mi pecho, mi mano se llenó de mi propia sangre y yo solo miré a los hombres mientras trataba de tomar aire.
Podía escuchar sus gritos.
—¡Pero, señor. Es el hijo de Greg! —grita.
—¡No lo sabrá nadie! —responde.
Mi padre era conocido por muchos y tal vez también por ellos.
—¡Estaremos en muchos problemas!
Los oigo. Mi vista está negra ahora. Solo oigo, gritos y ninguna palabra que yo pueda entender.
Si tan solo hubiera escuchado a mi madre.
''No salgas, por favor''
Mi rebeldía me ha llevado a todo esto.
¿Cómo estarán mis hermanos, mi abuela, mis padres? ¿Que me sucederá ahora? ¿Y Silas? ¿Lo dejaré?
Los hombres se iban corriendo y sentí otros pasos, pasos lentos.
—¿Eph?
Podía reconocer su voz, era Silas.
—¡Ephraim, despierta! —grita.
Mi consciencia se iba y no vi ninguna luz, solamente me fui, lo dejé.
Perdí mis sentidos y simplemente no volví a sentir ni pensar nada.
Había muerto.

Hey, mi nombre es Valerie y he venido audicionar en tu hermosa nc(?). Me encanto la trama y es algo que me venia emocionando desde que vi los cortes de la película (aun no la veo ). Me inquieta un poco algo de los personajes y si llego a ser elegida lo arreglaría en la historia, bah. Y se que la historia tiene unos problemas gramáticos, pero es el único que tengo ya desarrollado y lo escribí a los 12, así que disculpa. 

Con la mirada fija en los transeúntes, la fémina observaba todo desde la lejanía del departamento donde se encontraba. El frio de la mañana en la ciudad contaminada de gente despertaba sus cabellos rubios que cubrían su piel como cual pelaje de gato. Entrecerró los ojos para que estos no se secaran al recibir la ventisca desde el norte. Los brazos similares a los de oso la rodearon acariciando el plano vientre al final de su recorrido por el cuerpo de muñeca de la mujer.

—Te extrañare —murmuro la gruesa voz en su oído.

—No, no lo aras —dictamino a sabiendas de la vil mentira—. Es mejor que te vayas ahora.

—Creí que te haría bien escucharlo —susurro, depositando un beso frio en su cuello. La soltó con brusquedad y se distancio para tomar la chaqueta de su colgador y desaparecer del cuarto barato.
Sin mucho interés en sí misma y solo para no parecer demente frente a quien la observase por la ventana cubrió su cuerpo pulcro con una manta de la cama que descansaba en el suelo sucio lleno de basura y ningún rastro de evidencia que delatara a su acompañante anterior.

Suspiro obteniendo como fruto el halo provocado por su cálido aliento combinado con el frio de la naturaleza. Algo que viniera de ella sin ser toxico. Miro atenta sus uñas largas aburrida, la habitación seria suya hasta que decidiera dejarla pues el caballero pago gentilmente todo para no hacer demasiados problemas. 
De pie, dejando el banquillo frente a la ventana detrás, camino a paso lento por la habitación, obviamente anoche no había tenido la oportunidad de ver determinadamente donde se había entregado como tantas veces, tomo una de las velas depositadas ahí sin menor interés de si llegase a ser ocupada y la acerco a su nariz para olfatearla y ver si lograra captar el aroma de esta, frambuesa.

Bostezo cansada, cubriendo su boca solo por costumbre mas que cortesía. Se acercó al baño para limpiarse.
Abrió la llave del lavamanos escuchando como el agua caía helada, mojo sus manos y tomo un poco para despejarse el rostro con modorra, seco sus manos y abrió la llave de la ducha despojando la manta descargándola sobre el suelo del baño, se deshizo de la ropa interior que vestía y se metió rápidamente por el cambio de clima al que se enfrentó; a medida que se acoplaba tomo el jabón y lo restregó por donde sabia más tacto había tenido su amante anterior.

Abandono el baño desnuda, sin la intención de cerrar la venta y preservar algo de intimidad. 

Se vistió rápidamente acariciándose las piernas con crema para dejarlas más suaves a la vez que se aromatizaba sin ser cargante como lo haría con algún perfume, así continuo con todo su cuerpo y tomo los tacones acercándose al espejo para retocar el rostro de porcelana fina que tenía, tan frio  y a la vez cálido, lleno de falsa inocencia perdida entre el sub mundo de los secretos que la humanidad ocultaba, el carmín italiano adorno los rosados labios sin vida, cumpliendo con la meta de hacer una pareja perfecta con las perlas blancas de dentadura. El delineador y el rizador acompañados siempre juntos sin separarse en ninguna ocasión, cepillo la melena morena trenzándola de lado para no hacer tanto alboroto, los pendientes colgando de sus orejas y las gafas de sol para terminar su disfraz.

Sonrió satisfecha para la caza de amantes a la que se dirigía, observo por última vez la habitación y tomo el puro que olvido su cliente dejando el cuarto. En su camino sonrió al residente cercano de su habitación para que le encendiera su puro, quien ante la belleza no se negó y cayo rendido ante ella obedeciendo cuan esclavo.

Tal cual emperatriz en su imperio abandono el palacio de cuarta al que se entregó como muñeco, con puro en mano vistiendo de marca y de oro cubriéndola, cualquier compañía envidiaría ser contrincante de ella.