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LET'S RUN AWAY
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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LET'S RUN AWAY
Hola lectores, mi nombre es Laura White Blizzard y tengo 15 años. Lo primero que me gustaría decir es que esta novela no es autobiográfica, y que no ganareis nada buscando algo que lo sea en sí, ni yo ni vosotros. Escribir es una de mis muchas pasiones al igual que ver buenas películas una tarde de lluvia y el tiro con arco. Esta novela trata sobre el destino (para los que creen en el) y, de alguna manera decirlo, sobre el amor. Aun que no lo creáis esta novela también es un fanfiction, aun que no real. Es de Cara Delevingne y otros actores como Logan Lerman, pero dentro de la historia, como he dicho, no encierra ningún hecho real así que no, no he aprendido a hablar inglés de repente y tengo la gran suerte de conocer a mis ídolos sin ninguna razón, simplemente aparecen en la novela como ellos pero sin ser ellos, es decir; mismo físico, misma personalidad. Diferente profesión. Y aun que soy una de las pocas personas que odia que juzguen a una persona por su profesión, en este caso me veo obligada ha hacerlo, ya que me parece absurdo poder hablar con actores famosos de un día para otro, creo que es extremadamente improbable. Espero que disfrutéis leyendo como yo lo hago escribiéndola.
Última edición por Laura White Blizzard el Vie 07 Ago 2015, 8:45 am, editado 1 vez
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
1. The first few times
Las primeras veces nunca son sencillas. Recuerdo la primera vez que fui en bicicleta, incluso con ruedines resulté ser pésima en esa actividad ya que, cuando mi padre soltó mi sillín, aun diciéndome que no lo soltaría, a las dos pedaleadas probé el rasposo sabor del suelo.De repente, un timbre que anunciaba que los estudiantes deberían ir a las aulas correspondientes de su primera clase, interrumpe mis pensamientos de la infancia. Veo como una avalancha de jóvenes de mi misma edad y mayores que yo, abren sus taquillas y cogen libros de todo tipo: historia de la música, solfeo, arte dramático... Veo grupos sociales como en el instituto; las tontas presumidas que se creen populares pero no lo son, las inteligentes que se creen inferiores que las presumidas pero en realidad les sobrepasan en todo, los chicos en corro que cuchichean comentarios desagradables sobre las supuestas populares mientras ellas se enroscan el pelo y sonríen pensando que están mirándolas por su increíble e inigualable belleza... Después se dirigen deambulando cada uno a una clase distinta.Tardo unos segundos en reaccionar y luego observo a mí alrededor intentando buscar algo en concreto pero sin saber muy bien el que. Entonces me acuerdo que el día anterior mi padre me había dado un plano de la universidad. Lo saco, lo desdoblo e intento encontrar el aula de inscripciones o algo semejante.
- ¿Perdona buscas algo? – me pregunta una mujer de mediana edad que viste una bata verde, bastante desastrosa, y en los bolsillos de esta, una serie de utensilios para la limpieza.
- Si buscaba la sala de dirección o conserjería.
- Oh, ¿es tu primer día en Oxford?
- Si – una mujer observadora.
- Ah bueno, en ese caso tienes que ir allí, a la puerta roja, es la sala de registros. – me dice todo señalando una puerta roja casi al final del pasillo, que desentona por completo con la decoración del sofisticado edificio.
- Muchas gracias. – le respondo intentando poner mi voz más dulce evitando un gesto repulsivo a causa de la cantidad de bolsas de basura que lleva en un carro de aluminio.
Ella, me responde con una mueca agradable y se marcha produciendo un estridente ruido con el carrito lleno de escobas, mochos y pulverizadores con un líquido azul.
Me dirijo a la sala roja, que aun que no reciba ese nombre, es más cómodo y más reconocible con ese pseudónimo.
Abro la puerta y la cierro detrás de mí, me giro y voy a una barra alta con una montaña de papeles con diferentes títulos: "Musical de primavera", "Campamento de verano", "Inscripción universitaria 2017-2018". Cojo el último que he leído y me propongo rellenarlo.
- Perdone, ¿tiene un bolígrafo para prestarme? – me dirijo a una señora que se esconde detrás de la barra, con rostro amargado y un extraordinario parecido a la recepcionista de Monstruos S.A.
Me alcanza un boli de malas maneras y gira de nuevo su silla abriendo un cajón lleno de enormes carpetas marrones y viejas. La miro durante un largo momento buscando una razón a su poco interés en el contacto social y llegó a dos conclusiones que son aparentemente lógicas; 1) quizás no le gusta su trabajo o 2) simplemente es así su forma de ser. Aparto mi mirada de ella por miedo de que me pueda mirar y se crucen las miradas provocando un momento que querría evitar y a continuación miro el papel y leo la primera palabra: Nombre.
- ¿Puedo poner Sam? – le digo a la señora que aun sigue con las carpetas.
- ¿Como es tu nombre?
- Samantha.
- Entonces escribe Samantha. – me dice sin apartar la vista del cajón, mientras ordena las carpetas de forma minuciosa.
Un poco resignada por su falta de amabilidad, sigo rellenando el formulario y cuando lo acabo se lo doy a la mujer. Ella mira el papel, coge un post it y escribe algo.
- Toma, este será tu horario según lo que has rellenado en el formulario de inscripción, y este papel es para que se lo entregues al profesor cuando entres a clase. – cojo ambas cosas que me ofrece, y ella, vuelve a abrir el cajón de carpetas y sigue concentrada en lo suyo. Miro el horario y veo que la primera clase es en la aula dieciséis, donde hace ya diez minutos que ha empezado la clase sobre historia contemporánea.
- Gracias. – le digo a la mujer. Ella no muestra afecto alguno como respuesta de mi agradecimiento, sino, más bien indiferencia.
Salgo de la sala roja y busco en el plano el aula dieciséis. Cuando la encuentro, antes de entrar en clase miro mi reloj de mano y veo que han pasado cinco minutos desde que había salido de la sala roja. Así que descuelgo mi mochila de mis hombros, y de esta saco un estuche más grande que el espacio que deberían merecer los objetos de su interior y escribo en el post it que afirmaba que era nueva junto con mi nombre y el motivo de mi tardanza, y cambio el cero del número diez por un cinco. Guardo el tippex y el bolígrafo y me cuelgo la mochila de nuevo. Cuento hasta tres en mi mente y suspiro, ocupando otros tres segundos. Giro lentamente el pomo y entro.
Todos los alumnos dejan de centrar su atención en el profesor y fijan su penetrante mirada en mí, bastante intimidante. Cierro la puerta despacio y ocupo ese incomodísimo silencio en hacer ruido con mis botas para ir donde se sitúa el profesor. Le doy la nota, la mira y la deja en la única mesa de ochenta y seis sillas en la sala.
- Puedes sentarte por la última fila, hay una silla libre – Y así hago, me dirijo hacia ese puesto libre. Al lado de una chica con una melena rubia y muy larga y unos ojos azules como el mar Egeo.
- Se llama Samantha. No hagáis como si fuera nueva, tratarla como si fuera fija en esta universidad desde vuestra llegada a Oxford.
- Sam, prefiero Sam – digo mientras dejo la mochila a mi lado.
Última edición por Laura White Blizzard el Vie 07 Ago 2015, 8:50 am, editado 1 vez
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
2. Julie Monette Rosseau
Intento concentrarme en lo que dice el profesor sobre los seis tipos de intérpretes que pueden existir en América en la edad contemporánea, que son: indios secuestrados, españoles náufragos hechos prisioneros y redimidos, extranjeros aculturados, jóvenes catecistas y misionarios y, cómo no, soldados españoles de los cuarteles. Poco a poco, la voz del profesor se va alejando, como si hubiera abierto la puerta y nos siguiera hablando desde el pasillo, caminando hacia la lejanía, pensando que le seguimos escuchando mientras se aleja (aun así, estando en clase no le escuchamos, sino que fingimos escucharle. Como creería que le escuchamos yéndose de la clase?) empiezo a notar que la mirada se me emborrona y el punto de visión central se hace cada vez más pequeño, eso consigue que me centre en unos garabatos que hay en el respaldo de la silla que tengo delante, nada interesante, lo típico, una nota suicida o algo similar. Oigo mi nombre y abro los ojos repentinamente y apoyo el lápiz en la libreta que esta apoyada en mis rodillas, y relajo la postura cuando veo que la voz no es proveniente del mandamás, sino de la chica a mi lado. Me está mirando con cara de preocupación, y me pasa un papel encima de mi libreta sin estar doblado, solo un trozo arrancado de papel cuadriculado "Estas bien? Parece que te estás durmiendo. Mi nombre es Julie" En seguida le tiendo la mano y voy a decir mi nombre cuando ella murmura:
- Samantha no?
- Si no te importa, prefiero Sam. Pero si, Samantha White Blizzard, encantada Julie. – le digo aun estrechándole la mano. Ella suelta la suya y coge el papel de mi libreta que me había dejado anteriormente, lo dobla y se lo guarda en el bolsillo delantero de sus pantalones cortos azul marino.
- Julie Monette Rousseau. – me dice mirándome otra vez y con una sonrisa de oreja a oreja.
Oigo con alivio el timbre que anuncia el cambio de clase. Cojo la libreta de mi regazo y el lápiz que sorprendentemente estaba en el suelo y ni me había dado cuenta de que se me había caído.
- Que te toca? – oigo una voz que no reconozco, levanto la mirada del suelo un poco mareada por haber estado ocupada en el hallazgo del puñetero lápiz que se había entremetido debajo de mi asiento, y veo que es Julie la que me está hablando.
Supongo que no había reconocido su voz por que la única conversación que habíamos entablado, había sido en susurros para no causar mala impresión con una sanción por insurgencia en mal comportamiento en mi primera clase en Oxford.
La miré unos segundos esperando a que la sangre me bajara de la cabeza y volviera a repartirse de forma proporcional por el resto de mi cuerpo. Julie, aun posando sus ojos en los míos, alza una ceja, con lo que yo reacciono:
- Emmm... Espera creo que... - Cojo mi mochila y saco el horario. – Un momento que mire... - observo que tengo el horario al revés y lo giro. - Literatura avanzada, en el aula 19.
- Lo mismo. – sonríe – vamos, te espero.
Acabo de recoger mis cosas y salgo de clase con Julie. Oigo como ella me habla sobre las cosas que el profesor ha hablado en la clase anterior, pero sinceramente, no he prestado atención al profesor en toda la clase, porque narices le iba a escuchar a ella sobre el mismo tema? No me importa lo mas mínimo la historia contemporánea, me sirve con saber que es en la época en la que yo vivo y que... No, creo que ya está. Después de dos minutos de bajar escaleras y recorrer pasillos con alumnos chocando entre ellos, llegamos a la siguiente clase. Entro y me siento en la primera fila pensando que si estoy más cerca del profesor quizá le preste más atención, pero creo que esta decisión aun que lógica, no será efectiva.
Julie se sienta a mi lado y enciende un Macbook aparentemente nuevo. Al mirarla, me planteo una conclusión; después de todas las películas que he visto, jamás me habría imaginado que una clase de universidad tendría mesas. No son mesas como las del instituto, sino que salen de un extremo de la silla y se van haciendo grandes a medida que suben a la altura del abdomen, pero aun así, creía que en ninguna clase volvería a sentir el deseo de masticar un chicle, y cuando el profesor me llamara la atención, pegarlo descaradamente debajo de la mesa. Creía que nunca más mantendría esa mirada desafiante con un superior a mí. Creía que nunca volvería a sentir esa satisfacción. Pero ahora que se que tienen mesas, me replanteo esa misma conclusión; no tengo chicles.
Ha pasado media hora desde que he entrado a esta clase, es más interesante que historia contemporánea. La profesora menciona varios autores ilustres de novelas increíblemente fascinantes de las cuales se han hecho versiones cinematográficas por su gran éxito. Me vienen a la mente millones de tráilers en los que mencionan en su presentación, que han estado inspiradas en el best-seller de ese año. Parece que al final, ver tantos tráilers me está ayudando a entender de una forma más coloquial, cómo se expresa la señorita, es decir, a entender a lo que se refiere.
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
3. Annalise Odell Prescott
A pesar de que las clases de literatura avanzada de la señorita O'nille son muy interesantes, levantarme cada día a las seis de la mañana, no me ayuda a mantener mis ojos y oídos postrados en ella.
Llevo solo dos semanas en Oxford y milagrosamente me he aprendido los nombres de mis profesores y casi mi horario completo, pero no me quejo, por que Julie tiene prácticamente el mismo horario que yo, y digo prácticamente por no decir que tiene el mismo. Solo no coincidimos en una materia; ella los martes y los jueves entre las 12:00h y las 14:00h y las 18:00h y las 19:00h tiene antropología y yo tengo poesía. Pero ella, cada martes y cada jueves a esas horas insiste en acompañarme al aula 105B que está a la otra punta de su aula, y a pesar de que le he dicho millones y millones de veces que tengo la suficiente capacidad intelectual para recordar donde se sitúa el aula 105B, ella me sigue acompañando porque a) aun que es la persona más amable que he conocido b) también es la más cabezota y testaruda.
"3 días antes"
- Creo firmemente que es hacia la derecha.
- Pero el letrero indica que es hacia la izquierda. – recalqué yo.
- Pero yo llevo más tiempo en Inglaterra que tú.
- Pero yo al menos sigo el mapa.
- Pero ya sabes que yo siempre tengo razón, haber, soy francesa...
- Vale. – dije resignada siguiendo su paso hacia el camino de la derecha – pero tus razones defensoras hacia los franceses no son muy convincentes que lo sepas.
- Pero siempre te convenzo.
Y me convenció. Y seguimos el camino de la derecha. Y lo seguimos. Y lo seguimos.
Y nos perdimos.
"3 días después"
La puerta se abre bruscamente y detrás de ella aparece una chica de pelo muy oscuro y ojos marrón chocolate.
- Disculpe señorita... - dice O'nille.
- Annalise Odell Prescott. – responde ella.
Me viene a la mente la primera vez que entré en mi primera clase de mi primer día en Oxford. Seguramente se está sintiendo igual, o peor, porque va cargada de libretas, libros, agendas... Sin mochila ni bolso alguno y sin entender por qué lleva tanta cantidad de material.
- No me consta ninguna Annalise en la lista de asistencia, y esta clase esta completa. – dice la señorita O'nille al cabo de uno minutos.
- A que clase querías ir Annalise? – dice Julie alzando la mano (supongo que para que ella sepa a quien dirigirse).
- Prefiero Anna y... - se me esboza una sonrisa – evolución humanística.
- Por supuesto, con su permiso profesora, acompañaremos a Anna a la aula 37.
- Acompañaremos señorita Monette?
- Sam y yo. – hace una pausa y mira a Anna – va muy cargada. – acaba de decir con una mirada convincente (es muy buena en eso)
- De acuerdo. Cinco minutos.
Julie deja sus cosas en la mesa plegable y baja las escaleras de la derecha. Yo, como no, la sigo.
- Gracias. – dice Anna con una sonrisa mientras le cogemos parte del material.
Salimos al pasillo con un silencio estremecedor.
- A que ha venido esa entrada tan triunfal? – rompe Julie.
- Bueno, es mi primer día en Oxford, y aun que he llegado dos semanas más tarde de que el curso empezara, mi mente aun no se ha acostumbrado a la rutina.
Julie y yo reímos.
- Y por qué no has venido estas dos semanas? – pregunto yo.
- Eso tiene explicación – ríe – hace dos semanas no vivía aquí, vengo de Gales, y bueno, a mi padre le ofrecieron un trabajo en Londres y la universidad más conocida por su alto nivel es Oxford y está cerca de Londres, decidieron inscribirme aquí. Entre la mudanza y las inscripciones de mis hermanos en el colegio. Pues han pasado dos semanas. – inspira y expira – y antes de que me preguntéis por qué llevo tanta cosa encima es porque hoy tenía que llevar a mis hermanos a su primer dia de clases igual que yo, y como los he llevado con el coche de mi padre he dejado todo lo que necesitaban en el maletero junto con lo mío de la universidad, los he llevado al cole, he vuelto al coche, he venido a la universidad, lo he recordado, lo he cogido todo, he entrado y he pensado que lo podría haber dejado en el coche pero me he dejado las llaves puestas en el contacto y he cerrado con el botón exterior de la puerta así que si... soy un poco desastre.
- Menudo ajetreo para una única mañana. – dice Julie.
- Si – resopla Anna.
Las tres reímos.
- Ya hemos llegado, evolución humanística, aula 37.
- Gracias por acompañarme em...
- Yo Sam y la rubita Julie.
- Sam? – dice Anna arqueando la ceja – como Sam de chico?
- No, Sam de Samantha. – recalco.
- Mira, parece que compartimos una misma afición por los diminutivos.
- Si. Bueno. Que tengas una clase productiva, si es que puedes tenerla. – digo riendo.
- Gracias. Otra vez. – dice Anna con una gran sonrisa y entrando (ahora si) en su aula.
- Solamente 5 minutos. Esto es un record para ti Sam, ibas delante y no te has perdido. ¡Genial! – exclama Julie.
- Ja ja, que graciosa. – le digo dándole un golpe burlón en el hombro derecho.
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
4. The white stars
Giro la llave y oigo detrás de la puerta que mi perro Putsy empuja la puerta ladrando (lógicamente no sabe que si empuja la puerta, no se va a abrir ya que se abre hacia la dirección contraria)
- Putsy si no bajas no puedo entrar! – le chillo desde afuera.
- Putsy baja! – le repito.
Esta vez baja y puedo abrir la puerta. Entro y la cierro.
- Hola, hola. ¿Qué tal te ha ido el día? – si me responde me asusto – bueno pues espero que mejor que a mí, he tenido gramática y sociología. ¡SEGUIDAS! ¿Tú sabes lo que es eso? – claro que no lo sabe – por suerte tu eres un perro y no tienes que ir a la universidad. ¿A que si que eres un chucho feliz? – le digo rascándole la panza.
El solo se dedica a darme lametazos en el brazo a modo de gracias, y luego se va bajando las escaleras de dos en dos. Putsy es muy grande y energético, y esos dos adjetivos no combinan muy bien porque, por muy contenta que estés, cuando viene corriendo a saludarte con la lengua afuera un labrador de treinta y cinco kilos y se abalanza encima de ti tirándote al suelo, no es muy agradable.
Entro en mi habitación y miro la hora en mi reloj de pared; las nueve y media de la noche. Corro las cortinas y cierro la ventana.
Aun tengo que hacer una opinión personal de diez hojas sobre mi obra literaria preferida para literatura avanzada.
La señorita O'nille es muy maja, y me encantan sus clases, pero a la hora de hacer los trabajos ambas se vuelven unas autenticas capullas.
Ella y sus clases.
Enciendo mi portátil y abro un documento de Word, le doy al botón de encender de mi impresora y mientras hace una serie de ruidos extraños voy a la habitación de mi padre. Se ha quedado dormido encima de la colcha y se ha olvidado de apagar la luz de la mesilla. Le apago la luz, le bajo los pies al suelo, le bajo la colcha, le vuelvo a subir los pies a la cama y lo tapo con la colcha.
- Buenas noches papa. – le digo dándole un beso en la mejilla y le entorno la puerta de su habitación.
- ¡Ay por dios Putsy! Que manía tienes con ponerte ahí sentado como un pasmarote cada vez que me doy la vuelta. – me mira confundido – no me mires con esa cara, algún día me dará un infarto, en serio, tienes que dejar de hacer eso.
Bajo las escaleras y Putsy baja detrás de mí, le pongo más bolitas de pienso en su cuenco y verifico que le queda agua. El al ver que le pongo comida y agua entiende que se tiene que ir a dormir así que se mete en su cama como un ovillo y le doy un huesito como premio. Nunca he entendido por que a los perros se les da un premio para irse a dormir es como: "Buen perrito, te quiero mucho, toma un premio y ahora, duérmete y no toques mas los cojones"
Cierro la luz del comedor y la de las escaleras y subo a mi habitación con toda la casa oscura. Entro en mi habitación y me siento en mi silla de ruedas de color rosa chicle (quizá un tanto infantil para tener diecinueve años, pero, el rosa es uno de los colores que más me gustan) Me acerco el portátil y pongo las manos sobre las teclas y tecleo: Opinión personal de Ciudades de papel del exitoso autor John Green.
"2 horas más tarde"
Nada. No se me ocurre nada.
Tengo el cerebro vacío.
"1 hora más tarde"
Creo que lo dejaré para mañana. Apago el portátil y la impresora y pongo el despertador dos horas antes de mi hora habitual. Enciendo mi luz de la mesilla y apago la lámpara grande que cuelga del techo que, raramente se apaga con un cordel de bolas pequeñas y plateadas que cuelga de ella, en lugar de apagarse como todas la demás de la casa; con un interruptor.
Me tumbo en mi cama boca abajo con la cara hundida en la almohada y a tientas apago la luz de la mesilla. Me doy media vuelta y miro las estrellas blancas fluorescentes que hay en el techo. Me imagino a mi misma con siete años enganchándolas, con mi madre cogiéndome de los pies para que llegara, ya que era mi primer día en Inglaterra y yo quise poner antes las estrellas que la cama. Mi madre no se parecía nada a mí, ella era rubia, yo morena, ella tenía los ojos marrones y yo azules... de gustos tampoco nos parecíamos, de hecho más bien éramos contrarias. Cuando yo ponía One direction y cantaba y bailaba por toda la casa, ella iba y me cambiaba el CD y me ponía música clásica de ambiente, pero aun así, la echo de menos. Murió dos días después del día de las estrellas. Leucemia aguda, pero yo no lo sabía, o no era consciente supongo.
Estas estrellas son el único recuerdo que me queda de ella aparte de las fotografías, y a mí las fotografías nunca me han parecido un buen elemento para recordar. Creo que la memoria es la mejor cámara de fotos que puede existir. Y prefiero recordar a mi madre como un ideal que sonríe y me ayuda a colocar unos adhesivos en el techo, que no como una mujer triste estirada en una cama blanca y con pañuelo de flores en la cabeza. Sin mirada, sin sentimientos, sin ser ella propia. Lloro pero sin lágrimas, intentando llorar con ellas, pero no puedo, porque esta tristeza es diferente a las anteriores, noto como un vacío dentro de mí, como si me faltara algo, como si lo único que deseara en este momento fuera coger todas esas estrellas y apelotonarlas para formar a mi madre de nuevo. Poder abrazarla,poder demostrarle poco a poco que puede estar orgullosa de mi, poder echarla de menos y que algo cambiara. Pero ahora echarla de menos no va a servir de nada,solo sirve para aumentar la ira. La ira de saber que yo no pude hacer nada, que no pude impedirlo, de no poder dejar de pensar que está muerta y no poder dejar de pensar que no es posible que esté muerta. Me dejo caer por el cansancio y cierro los ojos, y me la imagino, tumbada a mi lado, deseándome dulces sueños por última vez.
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
5. Logan Monette Rosseau
- ¡MIERDA! ¡Me lo he dejado! – exclama Julie demasiado alto como para que toda la universidad se girara a ver quien se había dejado algo y el que, al igual que Anna y yo.
- ¿Qué? – decimos Anna y yo.
- El trabajo de literatura avanzada, joder, mierda... - dice más bajo que antes.
- Tenemos literatura avanzada por la tarde, a la hora de comer puedes cogerlo. – le aconsejo yo.
- Sí ya, no tengo llaves de casa, mi padre me ha dado dinero para comer en el McIncomible y me ha dicho que para cuando acabase las clases de tarde el ya estaría en casa y asi no se preocuparía de que las perdiera. ¿Os lo podéis creer? Me llevo cada dia las puñeteras llaves a la universidad, y justo el dia que las necesito, a mi padre se le ocurre la brillante idea de que las puedo perder y me obliga a dejarlas en casa porque según él no las necesitaría hasta la tarde.
- Bueno, tu padre no sabe que en lugar de ser una descuidada con las llaves lo eres con los trabajos. – dice Anna entre carcajadas.
- No, yo no me rio. Ya verás la señorita O'nille, me va a poner veinte hojas más para mañana.
- Tengo un plan. – dice Anna con una sonrisa malvada.
Anna, Julie y yo nos congeniamos muy bien desde que llegué yo y luego llegó Anna. Tenemos las mismas ideas y nos soportamos entre las tres. Soportar a Julie es fácil, porque es bastante tranquila, pero Anna es bipolar exprés. Cambia de idea cada dos por tres, menos en los planes mordaces, en eso nunca falla, tiene una gran capacidad para idear planes de todo tipo. No sé cómo, sabe abrir una puerta con una horquilla del pelo. Ella dice que en YouTube lo puedes aprender, pero yo, por curiosidad, lo he buscado y en lugar de eso me salió como operar una ballena azul con una horquilla de pelo, y eso, aparte de antihigiénico y repulsivo, no me proporciona nada. No creo que mañana mismo decida operar a una ballena azul y de repente diga: "¡Oh no! No tengo bisturí. ¡Ah! Ya sé. Usaré una horquilla ya que el grandioso Youtube me lo enseñó a hacer". No. Creo que no.
- Vamos a comer al McIncomible las tres juntas por que aun que Julie no lo haya dicho como somos un pack iremos las tres. Después iremos a casa de Julie, yo abro la puerta en un momento y ya está. Gracias a dios, hoy me ha apetecido estarme un poco más en el baño y me he peinado mejor que cada dia y ¡Bualá! – dice sacándose una horquilla de detrás de la oreja.
- Brillante plan. – dice Julie – pero es Voilà no Bualá.
- Si claro, tú tienes ventaja. Sam, ¿Cómo lo habrías dicho tú? – me pregunta Anna.
- Ciertamente no sabía ni que esa expresión existía. – contesto yo.
Julie fue a antropología y yo a poesía. Es martes, y por primera vez Julie me ha dado un voto de confianza y me ha dejado ir sola con Anna, porque ella también tiene poesía.
- ¿Qué creéis que quería decir Shakespeare en esta cita?
Varios alumnos levantan la mano, entre ellos, Anna.
- ¿Annalise? – dice el profesor Jacobsen.
- Anna, mejor Anna, y creo que Shakespeare no quería decir nada y quizá tampoco quería decir mucho. Simplemente expresó con una pluma lo que no se puede expresar con palabras al aire. Es una forma de liberación supongo, de dejar grabado en algún sitio lo que él pensaba sobre el amor, y como él creía que lo sentían las personas, a través de los personajes de sus obras. – dice Anna sobre una cita de Romeo y Julieta.
- Interesante opinión. ¿Alguien más?
Nadie más levanta la mano, parece como si con la respuesta de Anna se hubieran quedado atónitos.
Después de poesía y antropología Anna, Julie y yo comeremos en el McIncomible. Solo teníamos una clase por la mañana de tres horas, que empezaba a las diez de la mañana y acababa a la una del mediodía. Aun que no tendremos hambre, para llevar a cabo el plan de Anna tenemos que comer pronto para poder llegar a la clase de las dos y media.
Una vez hemos llegado, Julie se pide un menú Happy Meal de cuatro nuggets con patatas normales y agua, Anna se pide un cuarto de libra sin pepinillos con patatas deluxe y fanta de naranja, y yo que soy la que más come, y la que siempre tiene hambre, me pido una McPollo con doble de queso y doble de bacón (me encanta el bacón) con patatas normales y agua.
- Vale, haber, entonces vamos a mi casa, Anna abre la puerta con la cosa esa que lleva en el pelo que en francés es fourchette pero no sé como se dice en inglés la verdad.
- Horquilla. – le dice Anna a Julie.
- Pues eso, horquilla. Después yo entro corriendo y apago la alarma. Mi padre está trabajando y supongo que mi hermano estará aun en el instituto, ya que el creo que acaba a las tres. Mi madre está hoy justamente en casa de mis abuelos porque mi abuela está un poco chunga.
- Si, exacto, después de apagar la alarma tu subes a buscar el trabajo mientras yo te robo algo de la nevera y me lo como y Anna, no sé que estará haciendo la verdad, pero bueno, después de eso tu vuelves poner la alarma y Anna vuelve a cerrar la puerta con la horquilla y vamos corriendo a buscar el autobús que nos lleve hasta la universidad. – digo yo.
- De acuerdo pero una sola pregunta. ¡¿Cómo leches puedes pensar en que luego vas a comer algo de mi nevera si estas engullendo ahora mismo una hamburguesa que no te cabe ni en la boca!? – dice Julie.
- No lo sé, simplemente siempre tengo hambre. – digo yo con la boca medio llena.
Acabo de comerme la ultima patata de mi menú y me bebo el último trago de agua que me queda en la botella. Las tres salimos corriendo a buscar el autobús que nos lleve a casa de Julie, no está muy lejos, así que solo son dos paradas. Bajamos del autobús y Anna mientras corre va sacándose la horquilla del pelo. Llegamos a la puerta y Anna empieza a abrir la puerta.
- ¿Pero haber tú que vives en un castillo? – dice Anna cuando ve que tiene tres cerraduras en la puerta.
- Es que una vez nos robaron. – dice Julie inocente.
Anna pone los ojos en blanco y tan rápido como puede para que la alarma no pite abre las otras dos cerraduras con bastante rapidez. Julie entra corriendo y Anna detrás de ella, yo la última. Julie teclea un código en un aparato que pasa de tener una luz roja parpadeante a verde y luego se apaga. Sube corriendo las escaleras y yo, como he prometido cojo un polo de naranja de su congelador y me lo como mientras Anna va colocando la horquilla de forma que luego pueda cerrar bien de nuevo la puerta. Julie baja corriendo las escaleras de dos en dos, cosa que me recuerda a mi perro (yo bajo así y me las cómo. Literalmente)
Julie vuelve a conectar la alarma con un código diferente y mientras nos dice "Venga, venga, venga lentorras" nos va empujando hacia la salida. Anna cierra la puerta una vez todas estamos fuera y vuelve a cerrar las tres cerraduras. Oigo como de fondo pasan los autobuses y como se paran en la parada de en frente de la casa de Julie, y me aterroriza que baje alguien y nos acuse de ladronas sin pasa montañas.
- ¡Eh! ¿Pero que hacéis? – el corazón me da un vuelco, y me giro para ver quién nos ha pillado infraganti. Es un chico de pelo oscuro y ojos azul turquesa y nos está mirando con cara de: "¿Qué puñetas está pasando aquí?".
- ¿Logan? ¿Oye tú no tenias clase hasta las tres? – dice Julie cada vez más bajo a medida que él se va acercando a la casa.
Me fijo que en las manos lleva unas llaves, y pienso que si nos hubiéramos esperado unos minutos más no tendríamos que haber hecho todo lo que hemos hecho.
Sí, perosi el profesor que nos da clase a última hora no viene, nos dejan ir a casa. Porquepara quedarnos en la clase con un sustituto sin hacer nada, mejor nos vamos acasa a descansar un poco de ver las caras de los profesores, o si lo prefieres,como dicen ellos: Os vais a a casa para aprovechar el tiempo para adelantartrabajos y estudiar. – yo rio ante ese comentario –Y ahora me toca a mipreguntar ¿Qué demonio haces en casa? Papa m'a dit qu'il ne vous apas donné les clés pourquoi ne pas arriver en retard. – acaba dedecir el chico. Yo me quedo anonadada porque está realmente sexy hablando enfrancés.
- ¿Por qué hablas en francés? Es decir, ya sé que es nuestro idioma materno, pero no es necesario que hables en clave. Ellas son mis dos mejores amigas, la de los ojos marrones es Anna, y la que los tiene igualitos que tu es Sam.
- ¿Sam como nombre de chico? – dice el levantando una ceja. Tiene una forma muy peculiar de levantar las cejas.
- No, em... En realidad es de Samantha. – digo riendo.
- Si si que vale, traducción por favor, no he entendido nada de lo que ha dicho en la última frase. – dice Anna.
- Dice que nuestro padre le ha dicho que no tenia llaves por qué no vendría hasta la tarde. – traduce Julie – y hemos venido porque me había dejado un trabajo para esta tarde en casa y como Anna sabe abrir cerraduras con una horquilla, pues hemos venido a buscarlo.
- ¿Una horquilla? – dice Logan. ¿Es que ningún francés sabe lo que es una horquilla?
- Une fourchette – traduce Julie de nuevo.
- ¿De verdad sabe hacer eso? – dice Logan.
- Si. Bueno encantada Logan, pero tenemos que irnos corriendo porque tenemos una clase dentro de diez minutos. – digo yo dándole la mano como en la edad mediana. Qué tontería.
- Adiós Logan – dice Anna haciendo una reverencia y riéndose de mi.
- ¿Eres un poco cabrona no? – le digo cuando ella está a mi altura y lo suficiente alto para que el me oiga.
El solo se limita a mirarme mientras yo le miro de reojo caminando hacia la parada de autobús, sonríe y se gira.
- Adiós hermanito – le dice Julie dándole un beso en la mejilla.
- Hasta la tarde – dice el mientras con los dedos busca la llave correcta para abrir cada una de las cerraduras que contiene la puerta de su castillo.
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
Hasta ahora esto es todo lectores/as. Espero que esta semana pueda colgar más. Recordar que si os gusta porfavor me haceis un favor enorme si me comentais. Besitos lectores/as <3
Laura White Blizzard
Re: LET'S RUN AWAY
6. Joshua Rayne Hadaway
- Emmm... 1. El de las gafas de culo de botella al estilo Daniel Radcliffe en Harry Potter, 2. el que estropea el grandioso sabor del frapuccino añadiendo azúcar ecológico en lugar de blanco para, simplemente, hacerse el interesante ya que todo el mundo sabe que el azúcar ecológico sabe a pezuña de cabra o 3. el del pelo color verde moco al que la única excusa consistente que le salva es que haya engañado a su mujer con otra, la mujer se haya enterado y ella piense que la monogamia no es aceptable. Así que ha cogido su champú y lo ha cambiado por tinte permanente. Porque, haber, ¿Cómo un ser de este orbe tiene el valor para ponerse ese color en el pelo? – dice Anna de carrerilla como aquel que se aprende palabra a palabra el discurso de la graduación.
- Una pregunta difícil... - dice Julie repasando uno a uno los hombres que ha enumerado Anna.
- Yo tengo otra pregunta. Pero más que difícil es comprometedora. ¿Cómo puñetas sabes que el sabor del azúcar ecológico es comparable al de una pezuña de cabra? – le pregunto a Anna con cierta expresión repulsiva.
Ella se limita a mirarme fijamente y a repetir: "tu solo responde". Y yo me limito a sacarle la lengua. Un ritual que practicamos muy a menudo.
- Bien, ya me lo he pensado. – dice Julie con una sonrisa – Como ya sabéis, apoyo firmemente a mi propia asociación de un único miembro que cree que las gafas no convierten a las personas en patitos feos, si no que les dan un toque de asistente sexy. Así que el Harry Potter para una sola noche, eso sí, sin que se quite las gafas. El de las pezuñas de cabra... creo que en la relación. Porque es humilde.
- ¿Cómo sabes que es humilde? – pregunta Anna interrumpiéndola.
- Por el hecho de usar azúcar ecológico. Usar azúcar ecológico conlleva que le importa más mantener la madre naturaleza que tener piorrea. Emmm... Quien falta... ¡Ah sí! El de pelo de moco al pozo. Te toca Sam. – dice Julie mirándome.
- Haber... Para la primera opción el del pelo de moco. Porque, descartando la opción de la mujer rencorosa... - digo mirando a Anna – creo que teñirse el pelo de un color inusual quiere decir que...
- Que eres un hortera en toda regla. – acaba Julie triunfante.
- No, - sigo yo – quiere decir que tiene personalidad y que no le importa lo que digan los demás sobre su aspecto. No es superficial. – miro al del azúcar ecológico – el ecologista... No me acaba de convencer por que solo los pijos consumen comida ecológica. En algunas cafeterías hay azúcar ecológico gratis, pero si no es gratis, creedme que el ecológico cuesta el doble que el blanco de toda la vida. Así que al pozo que van; él y el azúcar ecológico. Por último el Harry Potter en la relación. Más que nada porque necesito una persona inteligente en mi vida, ya que yo no poseo esa gran cualidad.
- Que lleve gafas no significa que sea inteligente. La sociedad que ha creado la imagen de los empollones con gafas en una autentica basura. Yo soy de matriculas de honor desde bien pequeña y nunca he llevado gafas. – dice Julie.
- Y encima eres rubia. Otra imagen de la sociedad basura. – comenta Anna.
- No, perdona que te rectifique mi querida procaz amiga. La expresión es; rubia de pote, tonta del bote. Yo soy rubia natural. Así que en mi caso ser rubia no tiene nada que ver. – recalca Julie.
- Ya bueno. – sigo yo – pero estudios han demostrado que nueve de cada diez empollones llevan gafas.
- Y yo soy esa persona diez. Te toca Anna. – dice Julie contenta.
- Mi ranking es el mismo que el de Julie. Añádeme a tu asociación de Harry Potters gigolós. – dice Anna riéndose.
Yo pongo los ojos en blanco y mientras le doy unos sorbos a mi té helado de frambuesa miro quien entra por la puerta del Starbucks. Entra un chico alto, castaño y de ojos marrones seguido de otro chico de cabello moreno... espera... ese no es...
- Julie tu hermano por las 9.
- ¿Sam tienes que usar un recurso militar para decirme que Logan está entrando por la puerta? – dice Julie riéndose a carcajadas. Yo me pongo roja como un tomate y Anna me mira y se ríe también.
- ¡Eh Logan y acompañante! – dice Anna mientras con la mano les indica que se acerquen.
- Hola... Sam de Samantha y... ¿Anna? – dice Logan acercándose a la mesa.
- Solo Sam. – digo yo riéndome.
- Si, Anna de Annalise. Pero solo llámame Anna también. – dice Anna mirando a Logan.
- Si si muy bonito y a tu hermana que le den. – dice Julie fingiendo un enfado.
- Perdona. – dice Logan acercándose a Julie y abrazándola.
- Y él es Joshua. Es un amigo del instituto. Casi todos los sábados quedamos para jugar a la Xbox y para hacer bromas telefónicas en Starbucks. – dice Logan. Joshua nos da dos besos a cada una de nosotras.
- Y es Josh, Logan te he dicho mil veces que cuando me presentes uses el nombre corto. Joshua es demasiado sofisticado. – dice Josh. Anna y yo (como no) reímos ante ese comentario.
Una vez Josh y Logan han pedido sus bebidas (Logan: Mocca con caramelo, Josh: batido de naranja con hielo) nos proponemos hacer las llamadas. Tengo que decir que yo nunca he hecho bromas telefónicas.
- Vale, a ver... Emmm... Sam, dime una cifra. – dice Logan.
- ¿Una cifra? ¿Para qué?
- Tu solo di una cifra. La que sea. La que primero te venga a la cabeza. – insiste él.
- Dieciocho. – respondo.
- Bien, Josh apunta. Anna, te toca. – dice Logan. Josh se saca un papel y un bolígrafo en miniatura (de esos que te suelen dar en las agencias inmobiliarias por que 1. son feos o 2. no funcionan en su totalidad) y escribe el numero dieciocho.
- Veintiuno. – dice Anna entusiasmada.
- Julie?
- El tres. – dice Julie colocándose una mano bajo la barbilla y apoyando el codo en la mesa.
Doy un sorbo a mi bebida.
- Y por último, Josh apunta una cifra de cuatro dígitos detrás de esos números. ¿Qué numero nos queda? – dice Logan mirando el papel que contiene Josh.
- El numero afortunado, o no tan afortunado es el 71 82 13 56 78. – recita Josh mirando el papel.
- ¿En serio tío? ¿Números consecutivos? ¿No tienes imaginación? – dice Logan riéndose y señalando los últimos cuatro números.
- Hoy no estoy especialmente inspirado. – dice Josh.
Logan coge su Iphone 5S y marca el numero. Se lo coloca en la oreja y durante unos segundos se crea (repentinamente) un silencio absoluto en todo el Starbucks, como si todos quisieran escuchar la llamada.
- Si, hola Señora. ¿Perdone seria usted tan amable de decirme si tiene alguna amiga suya que se case dentro de poco? Si claro. Bueno verá, como usted puede entender ya que una vez también fue joven, querríamos gastarle una broma a su amiga con respecto a su despedida de soltera. Sí, claro no haremos nada raro con la información. No, no le diré que usted nos ha proporcionado su nombre. Vale. No espere no cuelgue, para hacer la broma telefónica necesito su número. Josh apunta. 72907658930. De acuerdo, muchas gracias. Que tenga un buen día.
- Tío, ¿de verdad te ha dado su número? – pregunta Josh entre risas.
- Si. Apunta René Wyman Towner.- dice Logan. – Vale, Sam, vamos a ver. – dice mientras me pasa el papel. – Voy a hacerte un favor que me agradecerás toda tu vida.
- Sorpréndeme. – le digo mientras miro el papel.
- He notado que eres tímida. Y eso no me gusta, pero nada. Creo que con la vergüenza no se llega a ninguna parte, asi que necesitas un buen subidón de adrenalina moderada. – me dice, y me da su Iphone.
- Ah no no no no no no y no. – digo yo.
- Si si si si. Marca. – me dice. Y me mira fijamente. Yo sin saber el porqué miro sus ojos azul brillante y seguidamente miro el papel y marco el numero en su Iphone, como si me lo hubiera mandado a hacer con la mirada. Me coloco el móvil en la oreja y mientras suenan los característicos "piiips" de las llamadas, noto como el corazón se me acelera desmesuradamente.
- ¿Sí? Hola, - miro el papel - ¿Es usted René Wyman Towner? - intento que la voz no me tiemble y ponerme seria - Si, perdone señora. Soy miembro de The watch, el cuerpo policial de Londres y le llamo para comentarle que el coche que hemos encontrado en el aeropuerto lleno de armas tiene la matricula que corresponde a su nombre en nuestro archivo. Bueno señora, no me interesa que su prometido le haya dicho que ha cogido el coche para ir a trabajar. Le digo que nuestros perros rastreadores han olido armas en su coche. Otra vez señora, que me parece muy bien que su prometido le haya dicho que lo ha cogido para ir a trabajar. Pero a ver señora, ¿Usted sabe de que trabaja su prometido? De empresario. Ya claro, nuestros perros son los mejores perros rastreadores del Reino Unido, y le digo que han detectado armas en el maletero de su coche. Lo hemos abierto y contenía tres tipos de armas diferentes. Está bien señora. Me parece una brillante idea que como merecido no le vuelva a dejar entrar en casa y le ponga las maletas en la puerta, usted haga lo que crea conveniente. Si, de nada, es mi deber. Adiós.
- Joder – dice Logan mirándome con sus grandes ojos azules. – yo iba a gastarle una broma sobre la despedida de soltera, pero lo tuyo ha sido mucho mejor. ¡Eso sí que es una broma telefónica! – dice aplaudiendo.
- Bueno, yo me he quedado flipando en cómo se me ha ocurrido todo así de sopetón. – digo riendo y devolviéndole el Iphone. Josh me pasa el mini bolígrafo y me dice "Bien reina de las bromas telefónicas, haz los honores"
- Julie, dime una cifra por favor. – digo mientras aprieto el botón que hace disparar la punta del bolígrafo al exterior.
Laura White Blizzard
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