We .Are .Rare

—¿Holly? —alguien murmura mi nombre detrás de mí, me quedo pensando unos segundos si es enserio esto, no es normal que alguien me hable. Termino de meter mi libro de Literatura, y decido voltearme para mirar a aquella persona misteriosa.
—Eh... sí, soy yo. —respondo dudosa.
—Hola, me llamo Azul, y tengo que hacer el trabajo de detención contigo y —de su bolsillo, saca una pequeña hojita, y comienza a decir los nombres de mis compañeras con las que debía de hacer el trabajo.
—Oh sí... Nos íbamos a juntar a la salida en mi casal, ¿crees que te dejen ir? —Azul asiente, e inmediatamente, le mando un mensaje a mi mamá para avisarle que otra chica iba a llegar después de la escuela, tal vez había hecho un cálculo exacto de la comida, no le gusta servirnos demás o menos, cree que la comida lleva una porción exacta, tal vez y es una de las razones por las cuales estoy en mi peso; la llevo hacía las demás para presentarse mutuamente y que todas nos conociéramos, en lo personal, Azul es una persona muy agradable, y por lo poco que la conozco se ve, que es igual que nosotras, no entiendo porque en este instituto son tan apretados, aunque a mí no me interesa tanto tener amigos...
Mi celular comienza a vibrar, lo saco de mi bolsillo y es mi madre, avisándome que ya había llegado y que no nos tardáramos en salir.
—Mamá dice que está a fuera, vamos chicas. —les digo animada, van detrás de mí, para poder irnos a mi hogar.
—Hola, mucho gusto niñas, yo me llamo Judith y soy la madre de Holly ¿ya le avisaron a sus padres que iban a irse con nosotras? no quiero al llegar a sus casas, esté la policía a fuera, buscando pistas si las han robado o algo similar. —y aquí va a contar sus chistes, si pudiera desaparecer lo haría, por lo menos no está contando la vez que creyó que me había escapado de la casa.
—Sí señora, yo le dije a mis padres que iba a ir a su casa. —responde Gabriela.
—Me alegra, porque nosotras como madres, nos preocupamos demasiado por nuestros hijos, aunque tengan diecisiete años, los vemos como de cuatro, de hecho, hace un año, Holly no me avisó que llegaría temprano y hubieran visto estaba tan preocupada, creí que no llegaría. —cállate por favor.
—Bueno, se nos hará tarde mamá, ya vamos, además, muero de hambre. —la interrumpo con cierto nerviosismo.
—Cierto, vamos ya chicas, súbanse todas y no olviden ponerse el cinturón de seguridad, más vale prevenir un accidente que lamentar.
—Váyanse ustedes, yo las alcanzo. —dice Fernanda. Seguramente, la conversación de mi madre la ahuyentó, pero ya es normal... así pasa con todas las amigas que he llevado a casa. Decido no decir nada, me siento fatal ¿porque no puedo tener una amistad normal?
—Entonces ¿nos alcanzas en casa de Holly? —indaga Alÿ.
—Sí, es que recordé que Max está solo y necesita doble ración de comida, mamá llega hasta las nueve, además Holly vive a unas cuadras, según su dirección. —se despide de nosotras, y enseguida corre para alcanzar el bus.
Subo al copiloto, bajo la ventana, y me dispongo a observar todo mi al rededor, algunos chicos seguían ahí en la entrada de la escuela, riéndose a carcajadas, y otros simplemente se estaban platicando, se supone que eso es lo normal, platicar con tus amigos hasta las tres de la tarde, ir a ver a tu novio en su entrenamiento de fútbol, al terminar, que él te lleve a tu casa, platicar un rato y al atardecer, despedirte de él con un beso. Pero bueno, eso solamente sucede en las películas o por lo menos, eso no me pasa a mí.
—¿Estás bien? —cuestiona Azul, detrás del asiento.
—No lo sé. —volteo hacia ella, para que pueda oírme.
—¿Que pasa?
—Cuando lleguemos te platico. —respondo apenada, decido volver a la posición de hace poco, antes de que mi madre no me regañe.
El trayecto fue muy corto, ya que Alysha, Gaby y Azul se la pasaron platicando y cantando todo el camino, varias veces me hicieron reír, son unas personas increíbles.
Al llegar, mamá sacó de su bolso unas bandas para el cabello, dándonoslas a todas para que nos recogiéramos el pelo.
—Temporada de piojos. —se limita a decir con una sonrisa, todas ríen y le hacen caso a su petición, incluyéndome.
—Que linda es tu casa. —habla Gaby animadamente.
—Gracias. —respondo con amabilidad. —¿No tienen hambre? —espero no ser la única glotona, ya que mi estómago comenzaba a crujir y no deseaba que nadie escuchara y se diera cuenta de mi apetito voraz.
—Yo sí, no he comido desde hace tres horas. —reprocha Azul con apetito.
—Bueno, iré a servirles, mientras tanto, estaría bien que se pusieran de a cuerdo con su proyecto. —dice mamá amablemente, y enseguida de retira a la cocina, todas nos vamos a la sala para charlar amistosamente.
—¿Qué era lo que tenías Holly? —pregunta Azul, dejándome pensativa.
—Nada, es solo que... me da miedo.
—¿De qué? —cuestiona Alÿ.
—Siempre que llevo amigas a mi casa, simplemente desaparecen al conocer a mi progenitora, la quiero mucho, de verdad, pero a veces...
—Oye, no debes de creer que todas te van a dejar, tu madre es una persona encantadora, y no es que quiera avergonzarte, simplemente, le importas. —confiesa Gaby, haciéndome sentir mejor.
Las horas pasaron rápidas, y en poco tiempo había llegado Fernanda, con una bandeja repleta de pastelillos, los cuales sabían deliciosos.
—Podríamos colocar esta foto más a la derecha y en este lado colocar información, acerca de como el refugio de la avenida North salvo a 3 conejos infectados,a causa del maquillaje. —dijo Gabriela, no podría creer como las personas eran tan malas con los animales, ellos no son ningún ser para experimentar.
—Yo cortaré algunos marcos para las fotos. —Azul comenzó a tomar medidas para que no salieran los marcos disparejos.
—Supongo que Alysha, Holly y yo iremos recogiendo el desorden, no puedo creer que casi acabemos y no son ni las cuatro. —comenta Fer con sorpresa.
—Tal vez, podríamos ver una película, digo... no, que tontería. —comencé a recoger con deprisa los residuos de los recortes, con la esperanza que nadie haya escuchado mi bobo comentario, solamente me faltó decir, que jugáramos a las escondidillas.
—Me gusta Penelope, la chica que está hechizada y tiene una nariz de cerdito. —responde Fer animada, recogiendo la basura de la misma rapidez que yo, su comentario me alegró bastante, a lo mejor y mi idea no era tan mala después de todo.
—A mí me gusta Nemo. —Alÿ se integra en nuestra conversación, haciéndome recordar que amo las películas de Disney.
—Yo preparo las palomitas. —dice Gabriela, aún con la mirada enfocada hacía las cartulinas y escribiendo.
—Ya veré que hago yo. —ríe Azul, mientras terminaba de pegar los marcos.
—Entonces, buscaré una que sea del agrado de todas. —contesto animada, mamá entro a revisar qué tal íbamos y al darse cuenta que ya habíamos terminado, nos dijo que ella terminaría de recoger la basura, y mientras nosotras nos pusiéramos a ver una película.
Gabriela se dispuso a preparar la botana, y Azul decidió ir a ayudarla; entretanto Alysha, Fer y yo, nos pusimos a buscar alguna película que nos llamara la atención, mi madre había dicho que nos dejó una variedad de películas para escoger, pero nos llevamos con la enorme sorpresa de los títulos que llevaban estas.
—Los cambios de tu cuerpo volumen uno, Las malas decisiones y el herpes genital, el condón un amigo que debe usarse después del primer bebé, Sexo después del matrimonio. —Fer leía los títulos, logrando ponerme roja como un tomate, esto es tan vergonzoso. Afortunadamente, encontramos una película decente.
—¿Qué película verán? —indaga mamá, llegando de sorpresa a la sala.
—Veremos "Las damas de honor" —respondo, mostrándole la portada.
—Bien, iré al super por carne para la cena, llego a las siete, diviértanse, los teléfonos de emergencia están en el refrigerador,los detectores de incendios funcionando, las rutas de evacuación están marcadas,cierren con seguro,la alarma está encendida, si alguien intenta entrar a la casa aprieten el botón rojo la policía llegará en 5 minutos, el bunquer de emergencia tiene acceso de voz Holly...creo que están seguras,ya me voy.
—Sí, mamá. —digo apenada.
—¿Has vivido así toda tu vida? —pregunta Fer, extrañada, me limito a asentir, no quiero decir más.
En poco tiempo llega Gaby con las palomitas, un caramelo especial, y Azul llega con la salsa secreta, nos ponemos a ver la película, y de verdad me la estaba pasando bien con ellas, cada vez que podían hacían algún comentario o alguna broma, nunca sentí un silencio incómodo con ellas.
Hoy fue un día estupendo, con Aly, Fer, Azul y Gabriela me la pasé muy bien, realmente no me dio vergüenza mi madre, solamente al principio, ellas no te juzgan, al contrario, te apoyan y escuchan, había olvidado tanto cómo era una amistad.
Termino de desenredarme el cabello, y ponerme la pijama, Copito se sube a mi cama, y comienza a besar mi mejilla, acaricio su sedoso pelo y el simplemente se limita a chupar mis manos.
—Si mamá te ve aquí, nos mata a ambos. —río angustiada, él no me hace caso, y se echa al borde de la cama; que fácil sería ser un perro, sin preocupaciones ni nada parecido.
—¿Puedo pasar? —pregunta mi madre detrás de la puerta, rápidamente tiro a Copito a su pequeña almohada, y sin darle importancia, sigue durmiendo.
—Claro.
—Hablé con las mamás de tus amigas, y las invité a tomar un té, ya sabes, para conocernos mejor, me cayeron muy bien todas, se ve que son niñas de casa. —sonríe ampliamente, decido no hacer alguna objeción, aunque por dentro me moría de vergüenza, pero sé que ella necesita amigas, al igual que yo.
—¿Y papá, no ha llamado? —trato de cambiar la conversación, logrando que su rostro cambiara completamente, y de feliz, cambiara a un rostro triste.
—No sé, deberías llamarlo tú.
—¿Me dejarías hacerlo?
—Como quieras. —dice seria. —Ya me voy a dormir, no me siento bien.
—Buenas noches.
Sé que al hablar de mi padre, es un tema muy complicado para ella, pero los amo a los dos y quiero saber cómo está.
—Mamá.
—¿Qué sucede?
—¿Tú aún lo quieres? —aquella pregunta hace que pequeñas lágrimas desciendan sobre ella, dejándome con una enorme duda y gran culpa.
—Hasta mañana.

Domingo… el día al que nunca deseo llegar ya que después viene el lunes, maldito y estúpido lunes. Me levanté gracias a mi considerado hermano quien, sabiendo que yo estaba durmiendo, estaba practicando con su banda a todo volumen en el piso de abajo.