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The Punk Muffins Tour.
O W N :: Archivos :: Canceladas
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Re: The Punk Muffins Tour.
creo que hoy habrá capítulo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
peralta.
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Re: The Punk Muffins Tour.
LITERALMENTE ESTABA ESPERANDO ESTE GIFdragón. escribió:[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
peralta.
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Re: The Punk Muffins Tour.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
En días como estos deseaba no tener el sueño tan ligero. Deseaba haber comprado más píldoras antes de que el vuelo hacia Phoenix saliera, quizá y así hubiera dormido como no lo hacía en días. Deseaba que ni Sydra ni Brittany se enteraran que desde hace una semana las estaba tomando porque había vuelto. Kusuz había vuelto, después de ocho meses con noches tranquilas, dentro de lo que ella podía catalogar como “tranquilas”
Tenía cinco años cuando los doctores le informaron a su padre que padecía de insomnio. En ese tiempo creyeron que todo era resultado de la depresión por la muerte de su madre, y estaban en lo cierto, pero después de dos años y docenas de hiptónicos, Ziggy seguía con insomnio. “Debes alejarlo, Zamora. Dile a uykusuzluk (que significa “falta de sueño” en turco) que se vaya.” le dijo su padre la octava noche consecutiva de ese mes que la encontró en la sala de estar dando vueltas. Al ser tan pequeña y con los dientes de adelante en crecimiento, solo podía pronunciar kusuz… e intentó, intentó con todas sus fuerzas irse a dormir, pero despertaba cada hora y media como reloj.
Cuando Zamora estaba cerca a cumplir los siete años, un psicólogo amigo de la familia le comentó a su padre sobre una especie de tratamiento que consistía en distraerla con algún pasatiempo como pintura, instrumentos, libros, actividad física, lo que fuera durante el día para que así en la noche estuviera cansada y pudiese dormir. Así que lo hizo, al ser dueño de una tienda de instrumentos le enseñó a Ziggy a tocar el violín, luego el piano y ella quiso más por lo que cuando cumplía los nueve Zamora Koren tocaba a la perfección alrededor de veintiocho instrumentos, estaba en el equipo de atletismo de su escuela, cantaba regularmente y solo sufría de insomnio un par de noches cada dos meses.
Para poder cuidar de su hija, en especial durante las vacaciones, su padre comenzó a llevarla cada año al festival de música en Ibiza al que asistía por cuestiones de trabajo. Ziggy tenía once cuando conoció a Brittany en una de sus vacaciones, se hicieron amigas de inmediato por tres razones 1) le gustaba cuidar de la pequeña y tímida Britt (siempre quiso una hermana), 2) le encantaba escuchar cantar a la madre de Britt, y 3) porque a Britt le gustaba que el padre de Ziggy las llevara por un helado cuando iniciaba el concierto de la noche. Se emocionaba cada año al saber que vería a Britt cuando fuera a Ibiza, y al parecer no era la única, su padre y la mamá de Britt habían mantenido contacto. Así que con trece años, y Britt con doce, recibieron la noticia de que sus padres habían iniciado una relación, estaban aliviadas porque si no se decidían, ellas iban a obligarlos. Ya para inicios del año siguiente Ziggy tenía una mamá de nuevo, y de bonus se había ganado una hermana. Todo era como se supone que debía ser, normal.
Pegó un saltito al escuchar la voz de la azafata indicándole que ya podían salir del avión. Asintió educadamente y la mujer se dirigió a los asientos de atrás para informarles lo mismo a otros pasajeros.
Movió por el hombro a la peli-negra junto a ella. Recibió un quejido débil en respuesta. Insistió de nuevo para luego revisar la hora en su teléfono celular, eran casi las ocho de la mañana. Se apresuró a desabrocharse en cinturón de seguridad, pero este no cooperaba. Comenzaba a desesperarse.
—¿Estás bien? —preguntó Brittany reprimiendo un bostezo.
—Sí, solo necesito estirarme. —comentó forcejeando con el cinturón, Britt le ayudó divertida. Ziggy sonrió en agradecimiento.
—¿Cómo dormiste?
—De maravilla.
—Ziggy. —el tono de regaño era evidente en su usualmente delicada voz.
—De verdad. —Se puso de pie recogiendo su bolso y tomando la botella de agua que había pedido al despegar.
Su hermana la detuvo tomándola del codo. —Hemos compartido habitación por más de cuatro años, creo saber cuando has dormido y cuando no.
—No tenía sueño, es todo.
—Oh no. —Se llevó ambas manos a la altura de la boca. —Ziggy, por favor dime que todo está bien.
—Le prometí a Reb ayudarla con sus maletas, debo ir.
—Zamora, por favor.
—Britt, Britt. Tranquila, —la tomó por los hombros para calmarla. —además, recuerda que yo me preocupo por ambas.
—Papá dijo que debíamos cuidarnos mutuamente.
—Papá dice muchas cosas.
—Si pasa algo necesito saberlo. —casi y dijo la verdad, no podía con Brittany en ese estado, siempre había sido su debilidad.
—Hablamos luego, te quiero. —la besó en la mejilla y salió a paso rápido.
Pero no lo hicieron, durante el camino hacia el hotel evitó a toda costa que su hermana tocara el tema, era buena evadiendo. Habló con ella, sí, pero gracias a que Rebekah estaba con ellas no debía forzar el cambio de tema de conversación. Simplemente no quería que nadie se preocupase, ya era grande, podía cuidar de sí misma (o eso creía).
Ya instalada en la habitación que compartiría con su hermana y Rebekah, se metió al baño para cambiarse a algo más cómodo. Quería despejarse un rato antes de volver a todo el ajetreo. Debía ensayar con Sydra y Svy a las once, intentar que Carter y Ryder hagan algo de calentamiento de voz en lugar de esconderse de ella. “Yo soy la asistente, no tú. Así que relájate, Ziggy. Tienes suerte.” Le había dicho decenas de veces Aleen al percatarse que ella hacía su trabajo. Luego, a la una debía ayudar a las Wild Lilies para su turno en el soundcheck, si es que podía encontrar a Derrie por alguna parte o a Emma y Nova sin resaca.
—Muero de hambre, ¿quieres ir a desayunar? —comentó Britt mirándose en el espejo.
—No gracias, vi que el hotel tiene una cancha y una pista así que iré a correr un poco. —tomó sus audífonos de la mesita de noche.
—Creí que solo ibas a correr cuando-
—Cuando necesito aire fresco, sí. —Interrumpió a Rebekah. —Si quieren pueden venir conmigo.
—Paso. En serio necesito comida. —Brittany tomó su teléfono celular y las dejó.
—Estoy confundida, ¿dije algo que no debía? —su castaña amiga se sentó al pie de su cama.
—En absoluto.
—¿Ziggy, por qué estás tan nerviosa?
—¡No lo estoy! —la cara de Reb denotaba sorpresa, entonces se dio cuenta que le había gritado. —Lo siento, estoy cansada. Es todo.
—Entiendo. Es por Theo ¿no?
Zamora tragó duro. Si bien su cambio de humor actual no se debía a Theo, bien podía echarle la culpa a su ex-y-único-novio. Había funcionado antes así que le siguió la corriente a su amiga.
—¿Te ha llamado de nuevo?
La última vez que Theo la llamó fue hace como cuatro meses preguntándole si podía mandarle unos libros que dejó en su casa, a la Universidad en la que estaba. Ziggy lo mandó a la mierda, pero de todos modos le envió los condenados libros, se trataba de Theo después de todo.
—Quería saber cómo iban las cosas. —mintió, aunque no del todo pues hace unos días se mensajearon por escasos tres minutos. Theo necesitaba ayuda con un trabajo.
—No entiendo cómo se te hace tan sencillo hablar con él. Yo no puedo ni cruzarme con Thomas.
—Uh. Hablando del susodicho. Ya sabes qué harás cuando lo veas ¿no?
—No reaccionar impulsivamente.
—Esa es mi Reb. —La despeinó. —Ahora, ve a desayunar.
—No eres mi madre.
—Ya quisieras que lo fuera.
De bajada a la pista mientras buscaba un playlist adecuado, entre los muchos que tenía, al pasar por la salida del comedor del hotel chocó contra la espalda de alguien. La gran espalda de alguien porque Ziggy era delgada y pequeña, pero fuerte aun así. El tipo con el que se había topado se dio la vuelta sorprendido.
—¡Ziggy! —Exclamó él sonriendo ampliamente.
—Zamora para ti. —se acomodaba la camiseta.
—Vamos, quedamos en que puede que ya no esté con Rebekah, pero tú y yo aún somos amigos. —Intentó acercarse para abrazarla.
—Eres un idiota. Un idiota sin tacto, Thomas.
—Pero soy tu amigo y estoy contento de verte porque.-
—Bien, dime qué es lo que necesitas. —Lo cortó. —No estarías hablándome en ese tono si no necesitaras algo.
—Me ofendes.
—Te conozco, es diferente.
—Tú me chocaste, pero esa no es la idea. En fin, ¿puedes darle algo a Reb, de mi parte?
—¿Me meteré en problemas?
—Probablemente. —Ziggy lo miró molesta. —Te deberé un gran favor ¿sí? —la castaña asintió cansada. —Gracias.
—Si esto afecta la estabilidad emocional de mi Reb, te juro que no habrá ni un día tranquilo para ti en lo que quede del tour. —amenazó.
—Entendido, solo asegúrate que lo lea. —dijo Thomas sacando un papel pequeño doblado en dos del bolsillo de su chaqueta.
La oji-azul miró la nota sorprendida. —¿Qué tienes, cinco años? Existen los celulares, redes sociales.
—Cambió de número, me bloqueó. —enumeraba con los dedos.
—Te lo merecías, supongo.
—Nunca escuchaste mi versión de la historia. —el tono usado por Thomas parecía auténtico, Ziggy sentía que estaba siendo muy dura con él.
—Sinceramente, no creo que nada de lo que digas vaya a cambiar mi apoyo por Reb.
—Es más complicado de lo que parece. —El castaño se llevó ambas manos a la cara, lucía cansado. —Deberías ser más imparcial.
—Y lo soy, créeme. Pero no contigo, o por lo menos no ahora.
—Muy justo.
Zamora no tenía tiempo para rastrear el sarcasmo de Thomas o para disculparse, con el tiempo medido y la hora libre que se le acababa, lo dejó dándole una palmada en el hombro como si de alguna forma esto fuera una respuesta.
El rubio estaba cansado, no durmió en todo el viaje hasta Phoenix por estar hablando con su más reciente crush: Brazil. No se arrepentía, claro que no. Por lo menos Brazil ya no le huía, ese definitivamente era un gran avance. Ahora solo necesitaba conseguir una cita con ella, el resto se daría muy fácil luego de que ella se diera cuenta de la increíble suerte que tuvo al salir con alguien como Kenzo Ogden. Pero él no era un Dexter Hepburn, ya quisiera serlo. Kenzo se tomaba su tiempo, nada de una noche, aun así nada que lo atara.
A penas entró a la habitación dejó su mochila y sus maletas sobre la cama que sería de Reed, se quitó los zapatos y los dejó tirados en la entrada, su tío de seguro se los aventaría cuando entrase. Siempre era lo mismo.
Cuando Adam entró cuidó de no tropezar con el desorden al que ya estaba acostumbrado, le pidió que recogiera sus cosas o que por lo menos estas no pasara a su lado de la habitación. Kenzo, por su parte, le enseñó el dedo del medio mientras seguía recostado de estómago en su cama. Adam resopló y bajó a desayunar no sin antes patear las cosas del rubio hacia el lado de este.
Disfrutaba del silencio y estaba quedándose dormido hasta que Reed entró, no le prestó atención, ni siquiera cuando su hermano gruñó exageradamente, hasta que sintió cosas caer sobre su espalda. Se paró rápidamente ocasionando que sus discos, ropa y demás cayeran al suelo.
—Get your shit together, Kenzo. Es la última vez que lo repito. —indicó Reed arrojando las maletas vacías a la cama de Kenzo.
—Muchos envidiarían esta relación de hermanos. Amor fraternal, increíble. —comentó sarcástico.
—Muchos no soportarían vivir contigo.
—Justo en la hermandad. —dramatizó el oji-azul.
—No sé cómo les gustas a las chicas.
—Soy alto, rubio de ojos azules, talentoso e increíblemente atractivo. Como Taylor Swift, sólo que punk rock y hombre.
—Olvidaste jodidamente idiota y tan molesto como una astilla en el trasero. —dijo Reed acercándose al gran ventanal que daba hacia el sector de la piscina y las canchas. Que lastima que solo fueran a quedarse un día en Phoenix. —Kenzo, ¿cuándo fue la última vez que viste a una chica que llora mientras corre?
—En la televisión, como hace una semana. En la vida real, desde que la preparatoria. Todos odiaban gimnasia. ¿Por qué?
—Porque estoy viendo a una justo ahora.
—Estás jodiéndome
—Si no me crees, mírala por ti mismo.
Kenzo se levantó y efectivamente había una chica corriendo alrededor de la cancha de tenis, pero no parecía que estuviese llorando, era como si se frotara los ojos por cansancio, él sabía de eso. Frunció el entrecejo. Entonces se preguntó quién demonios corría a las ocho y media en la mañana. De ser por él, estaría durmiendo y no despertaría hasta que fuese medio día, pero tenía el soundcheck y le había prometido a Vans enseñarle a tocar la guitarra a cambio de que ella le consiguiera nuevas cuerdas para la suya.
Kenzo detestaba los deportes. Detestaba los deportes y detestaba a la gente que practicaba deportes y detestaba a la gente que los veía y detestaba a las personas que no detestaban a las personas que los veían o los practicaban. Así de simple. Gracias a su excelente metabolismo no debía preocuparse porque su sedentarismo lo llevara a la obesidad, y tocar la guitarra también hacía su parte para mejorar sus brazos. “No es la guitarra, es que te la jalas muy seguido.” Se había burlado Adam.
No se dio cuenta cómo pasó, pero estuvo observando a la chica por diez minutos. Reed lo había dejado. Entonces ella se detuvo y Kenzo la reconoció, era esta chica… Zamora. Asistente o coach o lo que sea de Greeless y Wild Lilies. Zamora era amiga de Brazil, o eso pensaba. Las veía hablar por lo que de cierta forma deberían ser cercanas, y si alguien podría decirle cosas sobre la morena sería ella. En lo que llevaba del tour solo había cruzado palabras con la oji-azul un par de veces, nada importante.
Se puso los zapatos y bajó con su celular a la cancha. Ella seguía corriendo. Bufó molesto porque si iba a hablarle necesitaba alcanzarla así que comenzó a correr.
—¿Brazil te ha hablado de mí? —La sorprendió apareciendo por el lado derecho ocasionando que Ziggy se sobresaltara y tropezara.
—¡¿Qué ocurre contigo?! —Gritó desde el suelo.
Kenzo ignoró el reclamo y siguió. —Entonces, ¿crees que le guste a Brazil?
—Ofrecerme una mano para levantarme sería un buen gesto. —bufó la chica aun molesta.
—Nah, yo no soy Otelo. —Puede que el rubio lo haya dicho sin querer, pero las mejillas de Ziggy enrojecieron.
—Pues deberías aprender unas cosas de él.
Rodó los ojos dramáticamente y le ayudó a levantarse.
Ziggy, al lado del chico, se sentía como un duende. Este le llevaba por más de una cabeza y media (si contabas el peinado, ella lo hacía). Lo miró forzando molestia, pero justo ahora, con él, no podía. Supuso que era por cómo la miraba. Kenzo era atractivo, de eso no había duda. Incluso le había llegado a gustar como por tres minutos cuando presentaron las bandas frente a The Punk Muffins, pero en ese entonces ella estaba con Theo por lo que solo lo tomó como un crush casual. Al comenzar el tour y verlo más seguido, Zamora estaba segura que su corto crush por Kenzo Ogden solo fue porque al cantar su voz le había erizado la piel.
—Y bien, Brazil. ¿Qué puedes decirme sobre ella?
—¿Qué te hace pensar que te diría algo sobre ella? —él la miró confundido. —Sé lo que planeas.
—Ella me gusta e intento conseguir una cita. ¿Eso me hace una mala persona?
—No eres alguien bueno, si me preguntas.
—Mira, si haces esto por mí prometo hacer lo que me pidas, y créeme, siempre cumplo lo que prometo.
—Tenemos un trato, entonces.
—Bien. Algo más, ¿podrías decirme por qué me ves así? —extrañamente bajó la mirada a sus pies. Kenzo no podía estar nervioso, supuso que era incomodidad. —Mejor no. No importa. No quiero saberlo. Ya es bastante difícil hacer contacto visual contigo.
Zamora se echó a reír. —Estoy tratando de averiguar por qué vistes todo de negro siempre.
—Tal vez en realidad soy gótico y oscuro —sonrió mordiendo levemente el aro negro de su labio inferior.— pero solo en determinados días. Ya sabes, como cuando hay luna llena.
—Es ideal para sacrificios.
—Exacto. —ambos rieron, pero rápidamente se convirtió en una risa incómoda.
Desde que habló sobre una de sus muchas crisis existenciales con Ricky, Tessa estaba solo cinco por ciento más tranquila. Agradecía constantemente tener gente tan extraordinaria junto a ella. Sonaba estúpido, pero veía a Ricky y Delaware más como unos padres para ella que los suyos propios. Y hablado de padres, extrañaba al suyo, hace dos semanas que no hablaba con él. Shelby le había dicho que tampoco podía comunicarse con él. Estaba preocupada. Delaware decía que el estrés afectaba su voz así que debía calmarse.
―Perfecto, mi niña. Como siempre. ―Delaware le hizo una seña a Cindy indicándole que habían terminado con el piano por hoy. La morena miró a Tessa sonriendo y levantando ambos pulgares en aprobación. ―Cindy, ya debes reunirte con Monica para que les dé las indicaciones para esta noche. ―La morena asintió y se despidió de ambas.
―Gracias, Delly. Pero todo se lo debo a ese maravilloso té de jengibre. ―Tessa se acercó a su colorida coach sonriente.
―No es así, debes darte más crédito. ―Delaware acomodaba las partituras de las canciones que presentaría Tessa. ―El té es solo un placebo, te ayuda a lograr lo que quieres. Consigues llegar a esas maravillosas notas porque tienes una voz estupenda. Sólo necesitas más confianza y eso hace el té.
―Detesto decir esto, pero estoy de acuerdo con la dictadora. ―ambas voltearon la vista hasta el marco de la puerta que es de donde provenía la voz.
―Ricky, no debes estar aquí. Tessa está en pleno ensayo. ―indicó la mujer con tono severo.
―De hecho ya terminé. ―Delaware miró a Tessa indicándole que le siguiera la corriente. ―o no, no lo sé.
―Ya deja que mi pobre kći se relaje. Se lo merece.
―En esta industria, relajarse te hace perder tiempo valioso. Mi niña no puede permitirse eso.―Hizo comillas en “relajarse”.
―Tranquila, Delly. Está bien. ―Tessa intentaba calmarla.
―Tessa, no hagas caso a lo que este tipo diga.
―¿Y mi kći debe hacer lo que la dictadora ordene? No. No lo creo. Tessa, no tienes por qué obedecerle.
―Ah, pero esto es increíble. Me quitas autoridad frente a la niña. Hablaré con Chelsie sobre esto. ―le advirtió Delaware.
―Sólo digo que ella es joven, tiene que disfrutar.
―Ustedes dos. ―La oji-azul interrumpió apuntándoles. ―Tienen problemas, una fuerte atracción y yo no voy a solucionarlo ―tomó sus cosas que estaban sobre el piano. ―y me niego a ser usada como excusa en sus discusiones. ―se despidió de ambos dándoles un beso en la mejilla. Le susurró a Delaware que no la odiara por eso y los dejó solos.
La mayor de las Kravitz debía verse con su hermana después del ensayo, hace mucho que no hablaban como es debido y ella simplemente no podía distanciarse de su hermana, se lo había prometido cuando participaba en The X Factor.
Cuando Shelby cumplió dieciséis, le regaló una portátil nueva y al encenderla aparecía una ventana con un mensaje que decía: “ Maakt niet uit hoe beroemd ik te zijn, als dat gebeurt, je zult altijd mijn zus en ik zal met je zijn als je me nodig hebt. Liefde, Maltyssa. (No importa lo famosa que llegue a ser, si es que eso pasa, tú siempre serás mi hermana y estaré contigo cuando me necesites. Te quiere, Maltyssa.)” Shelby y ella eran un equipo hasta que su madre comenzó a hacer diferencias y comparaciones entre ellas. Quería pensar que no lo hacía con mala intención, pero le era complicado sacarle el lado bueno a sus constantes recriminaciones. A veces pensaba que lo hacía para empujarla a ser mejor, ya saben, algo de presión ayuda de vez en cuando.
Y como fuera el asunto, si bien Tessa no tenía a toda su familia en el tour, las personas que más quería la acompañaban. Esperaba ansiosa la llegada a Los Ángeles pues Anabelle y ella irían de compras. Quería enmendar, de cierta forma, la falta de atención que tuvo para con su prima. Hace días que ni Ed ni Lucas le hablaban y eso la desconsolaba, para alguien tan apegada a su familia como Tessa, la falta de comunicación era imperdonable.
Recogió su rubia melena esperando que Shelby no se ofendiera por lo que iba a hacer. Mentirle respecto a lo que opinaba sobre su canto le remordía la conciencia, fue para no herirla y aun así no dejaba de ser mentira, pero ya lo había hecho y ahora solo quedaba ayudarla.
Divisó a la rubiecita sentada sobre unos parlantes, traía los audífonos puestos, pero se los quitó apenas vio a Tessa. Shelby sonreía y el corazón de Tessa daba brincos por ver a su hermana feliz.
―Chéri. ―la saludó estrechándola entre sus brazos.
―Tessa, Tessa, se me va el aire. ―se quejó la pequeña rubia con el rostro hundido en el pecho de Tessa.
―¿Me excedí?
―Sólo un poco, pero está bien.
―Perdona, es que me alegra verte.
―Igual a mí, siento que no hemos hablado en siglos.
―Esto de ser famosa está absorbiéndome, ―la semi-rubia se sentó al lado de Shelby. ―sinceramente creo que en cualquier momento fallaré, no sirvo para esto.
―Deja eso, sabes que no es cierto. ― la sonrisa de autocompasión de Tessa se tensó. ―Estás siendo muy negativa y se supone que eres Tessa Kravitz, lo equivalente a un sol. ―Shelby apoyó sus codos sobre las rodillas. ―Yo, por otro lado… sólo soy peso muerto para Amelia.
―Oh, chéri deja la cara larga. Amelia siempre ha sido severa con nosotras, pero es porque-
―Porque quiere que seamos las mejores, lo sé. ―la oji-azul, Shelby, suspiró apoyando la cabeza en el hombro de su hermana. ―Si mamá supiera que la llamamos por el nombre de pila…
―Seguro nos mata, pero sigue siendo nuestro secreto ¿eh? ―Tessa extendió el meñique frente a Shelby, seguido Shelby entrelazó el suyo, pero aún tenía una expresión de tristeza. ―Chéri, sé que nuestra gezin no es la mejor del mundo, pero anda. Podría ser peor.
―No sé cómo logras verle el lado bueno a las cosas.
―No es sencillo, constantemente muero por dentro. Pero no hablemos de mí, por esta hora nos concentraremos en ti. ―Agarró suavemente la nariz de su rubia hermana.
―¿Yo? Uh, está bien. ¿Qué tienes en mente?
Tessa le hizo una señal para que se parara y la siguiera hasta un camerino vacío. Una vez dentro vio a una de las coachs de canto sentada en un piano.
―Shelby, sé que te gusta cantar y quiero ayudarte.
―Oh, Tessa. No tienes por qué, de verdad.
―No aceptaré un “no” por respuesta. Déjame ayudarte. Ella es Ziggy, es una de las mejores. ―Indicó mirando a la pequeña, en comparación a ella, chica que se acercaba a las Kravitz.
―Sin ofender, pero ¿por qué no Delaware? ―preguntó Shelby.
―Amo a Delaware. Es estupenda, pero muy correcta… aunque es una de las razones por las que la amo, pero si la hubiera llamado para que nos ayudara es muy probable que mamá se hubiera enterado y no quiero meter en problemas a nadie. Además, Delaware es mía y admito que sentiría celos. ―Sonrió de lado. ― Ziggy no dirá nada y yo tampoco.
Shelby giró para ver a su hermana.―Je t’amine, Tessa. ―volteó en dirección a Ziggy. ―Merci.
―Ik hou van je, Shelby. ―respondió Tessa.
El tema de Kristy le había rondando la mente por días. Quería hablarlo con Circe, pero extrañamente ella se había distanciado bastante desde el after party en New York. Cuando la veía, si es que lo hacía, siempre estaba con Ed y eso le jodía el día. Ed era un buen chico y lo que quieran, pero Tristan no lo quería cerca de su Cece. Ya no sabía sí aún podía decir que era su Cece. Estaba celoso, sí, pero no sabía qué tipo de celos eran aquellos.
A penas logró evadir a Rob, que no dejaba salir a ninguno del camerino desde que Kenzo y Adam decidieron darse una vuelta por el estadio en Texas y aparecer cuando Tristan y Blake estaban por salir al escenario como la mitad de Mad Sounds. Rob le advirtió que debía regresar en diez minutos o iría a buscarlo.
Le estaban sudando las manos, se las secó en su camiseta negra de Slayer. Inhaló nervioso, todo esto sería más sencillo si Circe estuviera ayudándole. Intentó tomar el agarrador de la puerta pero esta se abrió dejando salir a una Sydra que le sonrió y le hizo espacio para que pasara, cuando lo hizo ella salió cerrando la puerta detrás de él. El camerino de Greenless estaba casi vacío, solo habían dos personas, pero una de ellas era justo con la que quería hablar.
—Carter. —Saludó al chico sonriéndole al reflejo de este en el espejo, él sonrió de regreso. Se relamió los labios y continuó nervioso, iría al directo al punto—Kristyana, una pregunta.
—Tristan, dos cosas: 1) ya te he dicho que puedes decirme “Kristy”, —La, ahora peli-azul, con un peine en la mano derecha y un envase de laca en la izquierda comenzó a rosear y peinar a su hermano. —y 2) No. No te tintaré el cabello hasta dentro de dos semanas. Si quieres perderlo prematuramente ese ya es asunto tuyo, pero no quiero ser la culpable de que uses una peluca para finales del tour. —Carter rio por lo bajo mientras intentaba encontrarse con los ojos de su hermana a través del espejo.
—Uh, no es eso. Pero deberías pensar mejor lo segundo. Me vería bien con el cabello púrpura. —Sonrió nervioso intentando que ella hiciera lo mismo, no pasó. —Lo que quería preguntarte es acerca de… ¿sabes quién demonios son Tristán e Isolda?
—Bueno, Tristán eres tú, aunque sin acento. —Kristy seguía con la vista ocupada en el cabello de Carter. —Pero no creo que exista alguna chica que actualmente se llame Isolda. —Esperó que él se riera como Carter lo estaba haciendo. Lo miró por el espejo y se dio cuenta que estaba honestamente confundido. —¿De verdad? —Tristan bajó la mirada.
—De verdad.
—Okay. Básicamente son los protagonistas de una leyenda de amor sobre un tipo y una especie de princesa irlandesa que-
—¿Especie de princesa? —Carter la interrumpió. —Isolda era la princesa.
—Como sea. —Le restó importancia. —Fueron dos amantes hechos el uno para el otro que pasaron por varias cosas para estar juntos. Ya sabes, lo usual. Uh, pero los sinvergüenzas —su voz se tensó. —traicionaron la lealtad del Rey Marcos. Es por eso que no debes confiar en los demás. —Lo apuntó con el peine, algo como una señal de advertencia. —¿Qué más? ¿qué más? —habló más para sí misma como si esto le ayudara a recordar. —Ah, y la leyenda fue de las que impulsaron el avance cultural del siglo diecinueve.
—Siglo dieciocho. —Corrigió Carter.
—Diecinueve. —Repitió ella. —Recuerda que tú fallaste esa pregunta y otras más, por eso sacaste una B. —Su hermano puso los ojos en blanco. —A todo esto, recuerdo que dijiste que eras bueno en la escuela.
—Me fue bastante bien en Historia e Inglés, es verdad. —admitió Tristan. —pero puede que haya faltado la semana que avanzaron eso.
—En serio no puede ser que no sepas esa historia, es como… es como un requisito para graduarte. —Carter sonaba sorprendido. —Yo la sé.
—Si lo dices de esa forma, me siento estúpido.
—No lo eres. —pensó ella en voz alta. —Quiero decir, ahora la sabes ¿no? —Él asintió. —Los Mercury te han enseñado algo, pero debo preguntar ¿por qué querías saberlo?
Esto lo dejó descolocado. Nervioso se sentó en la silla vacía al lado de Carter, su puso a jugar con el borde de su camiseta como si esto fuera a restarle incomodidad a la situación.
—Curiosidad y… esto es gracioso, pero Circe tiene esta loca idea que-
—Solo dilo. —Dijeron los mellizos al unísono.
—Circe cree que como soy Tristan, tú, uh, tú eres mi Isolda.
Los tres se quedaron en silencio por unos segundos.
—Dios, Tristan, me alagas, pero por ahora estoy interesado en las chicas. —Carter bromeó tratando de ayudarlo. —¿Ya está? —preguntó a su hermana refiriéndose a su cabello, ella se limitó a asentir. Se puso de pie tocando el hombro del pelirrojo como si le tuviera lastima. —De todos modos te haré saber si cambio de opinión. —y se marchó dejándolos con ese momento penoso.
Hasta ese momento Kristyana no había pensado en Tristan más que como un amigo con el que podía hablar de sus constantes dudas existenciales, a quien no le importaba lo tosca y engreída que resultaba constantemente, alguien con quien no le molestaría ver una maratón de alguna serie en Netflix por dieciocho horas seguidas. Alguien como Damian, ambos eran sus amigos, solo eso.
No fue hasta ahora que se percató del pálido cuello de Tristan, de lo puntiaguda que era su nuez de Adán, que no se había rasurado en una semana y que sus cejas se tornaban más espesas cerca del centro. Las de Nikola no eran así en absoluto, sus cejas, por alguna extraña razón, tenían la perfecta simetría y espesor. Pero Nikola era otra cosa, a Nikola quería asesinarlo, y es más, ni siquiera debería estar pensando en él en este momento.
No supo cómo debía reaccionar, ni que decir porque tenía que decir algo ¿no es así? Pero ¿qué se supone que debía decir? Algo como “Así que Tristán e Isolda ¿eh? ¿Eso significa que te gusto? ¿Quieres llevarme a una cita?” Espera. Él ni siquiera había dicho eso, solo dijo que Circe tenía esa idea sobre ellos. Entonces Kristy estaba armando todo un embrollo por nada. Bastante patético.
—He terminado aquí y tú deberías estar detrás del escenario, se supone que entran en quince minutos. —Comentó guardando sus cosas en los estuches correspondientes. —Nos vemos. —indicó desde el marco de la puerta.
—Kristyana, espera. —Ella se dio la vuelta abrumada y con las mejillas rojas de vergüenza. —Esto es bastante raro, no quería ponerte incómoda. ¿Podemos solo olvidar que mencioné eso?
—Conoces a Circe mejor que yo. —Intentó sonreírle. —Sale con cada idea. —Tristan asintió y con eso dio por terminada aquella humillante escena.
Siete en punto de la mañana y desde hace media hora la pequeña de nariz respingada no cerraba el pico. La mayoría de la gente en el avión dormía plácidamente, si Kathe pudiera le encajaría la incómoda almohada de avión, pero se trataba de Eden y bueno, es su hermana. Pobre de quien tuviera que aguantar a la menor de los McPhee cuando se encontraba en ese estado, la emoción la consumía por completo y parecía que la saliva le sobraba pues hablaba y hablaba y hablaba y hablaba. Increíble pensar que esa chica fue tartamuda por una etapa de su niñez.
Toda esa emoción se debía a que, gracias a Zack (en realidad a Rainbow), Eden y Katherine podrían ser parte de The Punk Muffins Tour. Convivir con famosos, la idea sonaba como de ensueño para Eden, no podía pedir más (quizá hacerse famosa por gracia divina, pero ese era un agregado).
—¿Estás segura que nos querrán ahí? —Katherine sonaba nerviosa.
—Somos las McPhee, deben hacerlo; —en ocasiones, varias de hecho, Eden tenía este aire de confianza que no es muy común en las chicas de su edad. A Kathe le sorprendía el positivismo en la pequeña rubia, tanto como le sorprendía lo ajustado de su top. —además, Zack dijo que estaba bien.
—No, Zack dijo que le daba igual.
—Es lo mismo. Rainbow estará ahí, Marc y Jason también, y por amor a Dios, veremos a Dexter, adoramos a Dexter.
—Dexter siempre ha sido bueno. —acotó la rubia mayor.
—Cuando no piensa con el pene. —susurró, pero Kathe pudo escucharla.
—Eden, lenguaje. —reclamó.
—Pero entiendes lo que quiero decir ¿no?
—No estoy segura, creo que no fue buena idea venir.
—Kitty, por Dios, cálmate. —puso los ojos en blanco. —Todo va a salir bien.
—No sé qué haremos ahí. —confesó resoplando.
—Arabella, Lucy e Ian también están ahí. No creo que sea aburrido.
—Será como digas, Eden. —Kathe frunció el entrecejo. —Solo recuerda mis palabras, esto no será como lo imaginas.
—Será mejor, ahora calla. Tengo sueño y quiero dormir por lo menos quince minutos. Soft Kitty, warm Kitty. —susurraba acomodándose en el hombre de Katherine.
No pasaron ni diez minutos y Eden volvió a parlotear. Kathe arrugó incómoda el panfleto que la azafata les entregó. No le interesaba saber sobre los otros destinos de la aerolínea, por otro lado, Eden parecía muy entusiasmada porque de Canadá a Hawaii, solo tenían una escala y el doble de bocadillos de cortesía. “No vamos a Hawaii, Eden.” Kathe repetía cada que la rubiecita sacaba los pros de un vuelo a la isla. “Podríamos hacerlo, ¿crees que los chicos vayan ahí si le pongo cara de cachorro a Rainbow? Soy muy buena dando lástima. Zack dijo que tengo talento.” Intentaba no reparar mucho en esa frase, se la había dicho durante una discusión y tratándose de su hermano, intentaba sacarle el lado bueno a todo lo que hacía.
No es como si Eden esperase que las recibieran como a gente de la realeza, pero mínimo esperaba ver a su hermano esperándolas en el aeropuerto. A cambio solo recibieron un mensaje de texto que decía: “Alguien llamado Sasa o Sasha irá por ustedes, Rainbow tiene una sesión de fotos así que iré con ella. Supongo que si no llegan en dos días deberé informar a la policía. –Zack.” No pudo evitar sentirse decepcionada, pero rápidamente pensó en Zack y que él merecía tiempo con Rainbow.
—Increíble. Ni siquiera se dignó en aparecer. —bufó Katherine apretando los agarradores de sus maletas. —No debí esperar que lo hiciera.
—Fue por Rainbow, está bien. —decía Eden buscando a ese tal Sasha, solo lo había visto el último día que los Punk Muffins estuvieron en Quebec, y si en algo era buena era en recordar rostros.
—Como sea, Eden. Como sea.
—A veces pienso que es una mala persona, —admitió —pero recuerdo lo de la primaria y se me pasa.
—No puedes dejar que el único gesto de hermano que tuvo contigo sirva de excusa para todo lo que hace.
—También es tu hermano y… ¡Ya lo vi! —exclamó evadiendo la cruda verdad de Kathe.
Caminaron a paso rápido haciéndose campo entre las decenas de personas que iban y venían de un lado a otro. Una vez frente a él se arregló la melena rubia y sonrió ampliamente, le gustaba dar buenas impresiones.
—Hermanas de Zack, supongo. —la rasposa voz del chico le erizó la piel.
—Wow, que voz. —dijo Eden. —Te conservaré. Seremos amigos, ya verás.
—Me pagan por cuidar a la gente, no para hacer amigos.
—Hablas, pero no hago caso, Sasha. —decía entregándole sus cosas.
—Solo cuida que no beba ni muestre más de lo que ya ves y te aseguro que te dejarán conservar tu trabajo. —comentó Kathe siguiendo a su hermana a la camioneta negra.
Camino al hotel Eden se esforzó para que Sasha les hablara, lo único que consiguió fueron unos monosílabos y pequeñísimas sonrisas. Pero algo era algo ¿no? Kathe, por otro lado, se había quedado dormida con los audífonos puestos.
Al llegar Sasha bajó sus cosas y fue a registrarlas. Les dijo que no se movieran, que ya regresaría y las llevaría a sus habitaciones, pero a Eden no le puedes dar órdenes. No es rebelde, algo así. Es difícil que se quede quieta, es todo.
Arrastró a Kathe por el hall cuando un tipo pasó justo delante de ellas obligándolas a frenar, él no se enojó ni nada. En cambio les sonrió y siguió con su camino. El rostro de Katherine no tenía precio, Eden deseaba poder tomarle una foto, pero solo abrió la boca lo más que pudo. Ambas lo siguieron con la mirada hasta que se mezcló con la gente que entraba al hotel.
—Dios, míralo. Es atractivo… en todo el sentido de la palabra. —siseó recobrando el sentido.
—Uh, no. Digo, sí. —Kathe se colocó nerviosamente un mechón de cabello tras la oreja. —No es la gran cosa.
—Kitty, por favor. Está bueno, pero necesito saber su nombre.
—Eden, no creo que lo volvamos a ver. No vale la pena.
—¿Dónde queda tu sentido aventurero, Kitty?
—Eden, yo-
—Es Jayden. —Dijo una voz familiar al lado de las rubias. —Coach de canto o instrumentos, acabo de olvidarlo.
—¡Arabella! —Tan pronto como Katherine lo dice, la pequeña intenta esconderse.
—Katherine, por Dios. Shh. —Susurró —Intento pasar desapercibida.
—¿Qué has hecho ahora? —preguntó la rubia menor.
—Esa no es la forma en la que saludas a una vieja amiga, Eden.
—Ha pasado mucho, Ara. —siguió Katherine.
—Es lindo verlas, las extrañaba. Pero justo ahora no tengo tiempo, y si alguien pregunta, —hizo una seña para que se acercaran, como si fuera a contarles un secreto. —ustedes ni me han visto. —se aclaró la voz. —E imitando al director Dwight: Cubra ese abdomen, señorita McPhee. — dijo antes de desaparecer detrás del botones que pasó por recepción.
Katherine no quiso bajar a desayunar y se negó rotundamente a acompañarla a dar una vuelta por los alrededores. La dejó porque todos merecían de vez en cuando un momento sin Eden. No encontraba a nadie conocido (es decir, veía famosos, pero nadie cercano) y eso comenzaba a deprimirla, esto no debía ser así, quizá si hubieran llegado un poco antes pudieron haber acompañado a TPM a su sesión de fotos. Lo que sea sonaba mejor que estar sola.
Se detuvo en la máquina dispensadora del piso en el que estaban las habitaciones de la gente del tour. Sacó un dólar presionó el código y en segundos tenía una barra de chocolate en sus manos. Se deslizó por la pared a un lado de ella y comenzó a comer mientras revisaba su teléfono esperando por un milagro, como que Zack las llamara o algo.
—¿Puedo sentarme? —preguntó alguien. Eden solo atinó a mascullar algo con la boca llena de chocolate. El chico se sentó junto a ella sosteniendo una bolsa de papitas. —Soy Peter. —el moreno le extendió la mano y Eden le devolvió el saludo. Pasaron unos segundos sin que lograra abrir el empaque. El tal Peter se rindió y lo dejó sobre sus piernas. —¿Y vienes con el tour o eres una turista perdida?
—Con el tour. —Respondió.
—¿Te imaginabas que las cosas fueran así? —preguntó de la nada.
—Es mi primer día aquí, de hecho.
—Oh. ¿Te contrataron recién o…?—Peter tomó la bolsa e intentó abrirla de nuevo.
—Soy amiga de The Punk Muffins. Llegué hace un par de horas. —explicó quitándole la bolsa y sacando una navaja del bolsillo de sus pantaloncillos. Abrió el empaque y se lo entregó. Peter no podía creer que algo así cupiera en su ropa.
—Gracias.
—¿Qué hay de ti?
—Soy primo de Sydra, es parte de Greenless. —La sonrisa de Eden se ensanchó.
Debieron quedarse hablando por quince minutos, Eden ya había agarrado confianza así que la emoción volvió en ella.
—Me agradas, y no lo digo porque en todo el tiempo que llevamos hablando no me has visto los senos ni una sola vez. —Peter la miró sorprendido. —Debí advertirte, pero por algo no pasó. Como sea, declaro que eres mi primer amigo aquí así que ahora estaré pegada a ti.
—¿No hay opción?
—En absoluto.
—Me parece bien, entonces.
bxmbshell.
Re: The Punk Muffins Tour.
El mayor de los Hepburn se sintió completa y rotundamente ofendido por el hecho de que a penas Blaire llegara, Jason pasó a ignorarlo. Comprendía que cuando se trataba de la castaña, Jason no razonaba… más de lo usual, y todo bien con eso, pero estaban a días de cumplir una década de amistad y a Jason parecía valerle mierda. Ni por sus cortas relaciones se preocupaba como lo hacía por sus amigos, así que estaba algo decepcionado. Por otro lado una parte de él se desesperaba para que finalmente Blair y Jason dejaran aquello del estira y afloja y estuvieran juntos porque POR UN DEMONIO QUE ERA FRUSTRANTE VERLOS ASÍ. Casi lo mismo que pasaba con Rainbow y Marc, pero Marc era muy distinto a Jason así que aquello era aún más incierto.
Las sesiones de fotos eran parte de lo que disfrutaba de ser famoso. Desde pequeño había sido muy fotogénico así que esto le resultaba sencillo. Los fotógrafos lo adoraban, pero ¿quién no adoraría a Dexter Hepburn?
Primero sacaron fotos de la banda, después fueron individuales y justo ahora sacaban las fotos de dos en dos. Después de Dexter y Jason seguía Mainbow, digo, Rainbow y Marc. Dexter actuó tosco con Jason durante la sesión, estaba más concentrado en salir bien en las fotos (como si ya no lo hiciera).
—Muy bien, chicos. Conseguí fotos perfectas. —dijo el fotógrafo de Rolling Stones. —Que vengan Rainbow y Marc, por favor.
—Hey, Dex. —lo llamó Jason. Dexter lo ignoró y siguió caminando rumbo a Kristy que tenía otra camisa para él. —Dex, hombre, ¿ocurre algo?
—No sé, Jason. ¿Crees que ocurre algo?
—Okay, estás molesto. No sé por qué, pero lo estás. —El pelinegro le lanzó una mirada filosa. —La sección rítmica debe permanecer unida ¿recuerdas?
—¿Tú lo recuerdas?
—Oh. Ya entiendo, es porque he estado pasando mucho tiempo con Blair, ¿me equivoco?
―Dejé plantada a Adelice por ti, idiota. ―escupió molesto. ―¿Entiendes? Adelice. Dejé a ese ejemplar de mujer por ayudarte.
—No me odies, hermano. —dijo mostrándole su mejor cara de “lo siento”.
―Perra, yo te amo. ―Bromeó Dexter después de unos segundos, golpeando el pecho de Jason. No podía enojarse con él, no en vano era su mejor amigo.
―Igual yo. No homo, pero eres hot as fuck. No homo, pero si fuera chica estaría contigo 24/7.
―No homo. ―dijeron ambos al unísono.
―Entonces qué dices, ¿momento Jexter? —Jason empezó a alistar sus cosas para seguirlo.
―Nah, ahora yo soy quien no tiene tiempo. Llevaré a Mia por un café.
―¿Puedo ir con ustedes?
―No. Jódete.
―Me lo he ganado. —Dexter asintió y tomó sus cosas. —Supongo que te veré para el almuerzo.
―¡Nos vemos, perra! ―exclamó Dexter caminando hacia la puerta del estudio levantando ambas manos y mostrándole el dedo del medio.
―¡Deja de decirme así, tú… Dexter! ―respondió alzando el tono de voz, pero Dexter ya se había ido. —Así nos llevamos. ―explicó el rizado al darse cuenta que varios habían volteado a verlo.
Con la llegada de Mia sentía que tenía su propio corrige-desastres en el tour, entonces si la jodía con alguna chica (lo que últimamente ocurría mucho), ahí estaría Mia para arreglarlo. Algo similar a como cuando eran niños. Solo que Mia estaría un poco atareada cuando Beckham llegase, en parte esta salida le serviría para decirle con algo de tacto que su hermano se les uniría en Los Ángeles. Mia de seguro lo mataría, pero Beckham también era su primo ¿no? Lucinda podría ser una corrige-desastres también, pero ella tenía este extra de celos de hermana que dificultaba sus conquistas, por asó decirlo.
—Entonces, PiaMia. ¿Cómo te fue en Italia? —caminaban por las soleadas calles del Hollywood Boulevard. A Dexter parecía no molestarle que las chicas los detuvieran cada dos minutos para tomarse fotos.
—Ya te he dicho que no me gusta ese apodo.
—Antes no te molestaba. —estaba firmándole una foto a una chica.
—Eso fue cuando no había una cantante con ese nombre.
—Pia Mia es sexy. Quiero decir, es muy sexy. —Enfatizó el “muy” levantando los brazos. Siguieron caminando. —Pero no me cambies el tema.
—Si de verdad quieres saberlo… fue maravilloso, aprendí tanto.
—Así que la vida universitaria es divertida, ¿quién lo diría?
—No dije eso, dije que es una nueva experiencia.
—Meh. —se encogió de hombros. —Ser músico me sienta mejor.
—La fama es efímera.
—Como mis relaciones. —la semi-rubia rio por lo bajo. —Hablando de relaciones, ¿cómo vas en eso?
—Dexter, no pienso hablar de eso contigo. Mucho menos en un lugar público.
—No hay nada de malo. Estás con tu hombre de confianza.
Mia suspiro resignada y se detuvo, Dexter la imitó. —Nada. Ningún novio. Nada.
—Pero tuviste citas ¿no?
—Un par, sí.
—Oh, me alivia. O sea que ya no eres virgen. Puedo estar tranquilo. —sacó un paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero.
—Uh. Sobre eso... —los ojos marrones de Mia se dirigieron al suelo, apenada.
Dexter se quitó las gafas negras y la miró estupefacto. —Mia, por favor. Eres una Hepburn.
—Millonet-Hepburn. —aclaró.
—Pero tienes sangre Hepburn corriendo por tus venas. No puedes decirme que-
—Sigo siendo virgen. —lo interrumpió. —No es grave, Dexter deja de hacerme sentir peor.
—De hecho estoy aliviado y sorprendido.
—¿Cómo dices?
—Sí, mira. Ni Lucy ni tú tienen permitido ser sexualmente activas porque sería incómodo y ustedes son mis niñas. Y no olvidemos a Rainbow. —aclaró.
—¿Pero Ian, Beckham y tú sí?
—Es diferente.
—Porque son hombres ¿huh?
—No. Dios, no. Eso es muy misógino. —echó la cabeza hacia atrás. —Sería porque Beckham es molesto y si fuera a tener sexo sería con una chica confundida que al final decidiría que es lesbiana. —Mia lo codeó, pero no pudo evitar reírse. —Ian es reservado y todo, pero creo que está en tu misma situación. —Ladeó la cabeza en dirección a ella. —Y bueno yo, yo soy un prostituto. Lo sabes, lo sé. Gracias a internet medio mundo lo sabe y supongo que estoy bien con eso. —Aspiró profundamente el cigarro que acababa de encender. —Pero ustedes son diferentes, ¿sabes? merecen algo mejor. Así que no tomes mis bromas tan apecho, no quiero presionarte.
—Gracias, lo digo en serio. —sonrió y él le devolvió el gesto.
—Soy más que un rostro y cuerpo hermoso ¿huh?
—Dexter, tienes una doble moral muy extraña.
—Soy un tipo complejo, qué puedo decirte. —respondió llevándose el cigarro a la boca. —¿Quieres ir por unos cafés? —Mia asintió. Elevó el tono de voz para decir: —Por cierto, Arabella, tú también puedes venir.
De entre los arbustos que estaban detrás de ellos salió una Arabella con una cámara grabando y una fotográfica colgada de su cuello. Sonrió avergonzada.
—Creí que mi trabajo encubierto era bueno. —musitó juntándose con ellos.
—Lo es. Pero te conozco tan bien que ya sé cuando estás siguiéndome.
—Supongo que me faltó creatividad.
—A todo esto, ¿por qué estás aquí? —le preguntó Dexter aplastando el cigarrillo con la suela de su zapato.
—Perdí la recepción de internet en el estudio. —se encogió de hombros. —Puedes decir que el internet está roto y por eso estoy afuera.
Los tres caminaron hasta un Starbucks cercano. Ya con sus bebidas y a punto de salir del local Arabella se detuvo de golpe, le pidió a Mia que le sostuviera el café y se acercó corriendo a la mesa donde se encontraba su objetivo.
—Oh por. ¡Christopher! —pegó un gritito —Pero por qué sigues sentado, ven y abrázame.
—Pero si es Arabella Allman. —el peli-negro se levantó y obedeció.
Ya separados le pegó un zape al muchacho. —No te he visto desde la VidCon del año pasado. Ingrato.
—Lo sé. Nunca hicimos ese review juntos.
—Marc no dejó que me quedara más tiempo si él no estaba, y él no quería ir. —explicó. —¿Pero qué hacen aquí?
Ya que ninguno respondía, el hermano de Christopher, que era al único que reconocía por los vines en los que aparecía, respondió. —Veníamos siguién-
—Mera coincidencia. —lo cortó la rubia junto a ellos.
Arabella asintió y jaló a Dexter y Mia junto a ella. —Ella es Mia, prima de Dexter. —la oji-miel les sonrió. —Y supongo que ya todos conocen a-
—Dexter Hepburn. —se apresuró a responder la rubia. —¿Quién no lo conocería? —Dexter sonrió.
—Samantha es muy efusiva. —explicó Chris.
—Arabella, no quiero cortarte la emoción, pero Dexter ya debe volver. —sentenció Mia mirando la hora en su teléfono celular.
La castaño-rojiza asintió y prosiguió.—¿Chris, te interesaría un trabajo en el tour? Aún hay espacio para un vlogger, puedo arreglar las cosas para que vengan con nosotros. ¿Les gustaría?
—¡Pero claro que sí! —exclamó Samantha.
Arabella y Christopher intercambiaron números quedando en llamarlo para que se reuniera con los managers y vieran los detalles del puesto de vlogger.
C’est la vie ¿no? Las cosas pasan por algo. Las emociones son las que te indican que sigues vivo y blah, blah, blah. Sí, bueno, Tristan justo en este instante tenía una mezcla de emociones. Dolor, abatimiento, rabia, decepción, traición… sentía como si la persona en la que más confianza había depositado hubiera tirado todo eso a la mierda (y tanto Circe como Ed hicieron eso). Y claro, el corazón se le oprimía cada vez más. Ni el color rojizo de su cabello se comparaba con el de su rostro. Adam juraría que el rostro de su amigo irradiaba calor. Kenzo escuchaba sus dientes rechinar y Blake, él simplemente se removió nervioso en su asiento.
—Tristan, calma. Mira, de seguro que hay una explicación. —Dijo el único rubio, Kenzo, quitándole el teléfono celular que mostraba el dash de Instagram con las fotos que acaban de ser subidas por la cuenta de Arabella.
Dos fotos y un video fueron subidos, en una se veía a Rainbow y Freddie besándose en la fiesta de cumpleaños de Marc; en el video, Sydra salía de un armario seguida por Dexter, y en la última foto se podía ver a Circe y Ed besándose en el after party de New York.
—Chicos, ya traje lo que me pidieron. —Ed venía entrando a la habitación cargando unas bolsas. —No encontré gomitas sabor limón, pero conseguí unas de lima. —Se quedó callado al ver cómo los demás lo miraban, tragó sonoramente.
—Uuuuh. —dijeron todos al unísono.
—Será mejor que corras, Edmond. —dijo Reed acercándosele y tomando las bolsas. —Vio la foto de Circe y tú besándose.
—¡Voy a matarte! —Gritó Tristan levantándose furioso del sofá.
Ed no tuvo tiempo para correr porque cuando se dio cuenta Tristan lo tenía estampado contra la pared sosteniéndolo del cuello.
—Tri-Tristan. Puedo explicarlo. —pedía Ed intentando zafarse del agarre del chico.
—¡Tristan, tranquilo. Se supone que no debías saberlo! —Blake se acercó rápidamente intentando que el pelirrojo soltara el débil y pálido cuello de Ed.
—¡¿Tú sabías de esto, Blake?! —Tristan soltó a Edmond que se puso a toser en el suelo. El castaño bajó la mirada. —¡Se supone que eras mi amigo!
Tristan apretó los puños y salió de la habitación no sin antes patear la maceta que estaba a un lado de la entrada. Los chicos salieron de la habitación tratando de detener al pelirrojo.
Mientras él iba de salida, Arabella venía corriendo, molesta y con el entrecejo fruncido.
—¡Eres un hijo de puta, Edmond! —Gritaba Arabella golpeando el pecho del peli-negro. —¡Cómo pudiste arruinar el OTP del fandom! ¡Cómo pudiste arruinar mi OTP!
—¿De qué hablas, Arabella? Tú subiste la foto. —Decía Kenzo intentando alejarla de Edmond, ayudado por Reed.
—Por supuesto que no. ¿No leyeron toda la descripción acaso? —Los hermanos Ogden se miraron confundidos.
—Dios santo, ¿alguna vez leen algo completo? —ambos se encogieron de hombros. —Fue Margo, y ambos suéltenme porque no importa lo mucho que te ame, Kenzo. —el rubio ladeó la cabeza. —Estoy dispuesta a pasar sobre ti para matar a ese rompe-otps.
—Mala elección de palabras. —Con esto dicho, Reed cargó a Arabella intentando alejarla de la escena. “Vaya que esta chica es intensa.” pensó.
—¡Ya bájame, Reed! —La pequeña pataleó sin éxito.
El castaño la bajó a una vez estuvieron cerca a los ascensores. —Cálmate, esto no es algo en donde debas meterte.
—No entiendes la gravedad de esto.
—Entonces explícame. —Reed se inclinó levemente hacia ella, con las cejas enarcadas y una sonrisa dibujada en su rostro.
—Sé lo que intentas, pero no vas a distraerme. Ni ahora ni nunca.
—Fuerza de voluntad. Me gusta.
Arabella rodó los ojos y lo empujó a un lado. —Tú. —dijo apuntando a Ed y elevando el tono de voz lo suficiente para que sonara a amenaza y resonara por todo el pasillo. —Prepárate porque la ira de esta fangirl va a caer sobre ti. Has pisado terreno peligroso, Edmond. Ah, y una cosa más. Estás oficialmente fuera de mi lista de gente cool. — se dio media vuelta rumbo a su habitación. Puede que no sonase como la amenaza más peligrosa del mundo, pero Ed estaba verdaderamente asustado.
Le quedaba un par de horas antes de la siguiente sesión de fotos para Billboard. No debía preocuparse por maquillar o peinar a alguien durante dos maravillosas horas así que decidió pasar su tiempo libre discutiendo con Damian sobre cuál fue el mejor año para DC Comics. Pasar tiempo con Damian se había le vuelto costumbre. Ambos se llevaban de maravilla y eso aliviaba el alma de Kristy. Desde que Carter la cambió por, bueno, todos. Extrañaba tener algo parecido a un hermano, pero claro, esto no lo admitiría. Cuando hablaba de temas como esos con Vesna ella solo asentía y le sonreía, era muy buena escuchando, incluso cuando no tenía ni idea sobre qué hablaba Kristy.
“Oh, Kristyana, si fueras más amable conocerías más gente”, su siempre adorable subconsciente se comportaba extra arpía en estas situaciones.
—No, te digo que lo mejor fue en 1966
—Dios, Kristy. Fue un buen año, pero piensa en esto: DC comics en 1992. —insistía el rizado.
―Dios, Damian, eres tan friki. ―Bromeó empujándolo suavemente, pero con la fuerza necesaria para hacer que el chico se moviera. ―Y eso viene de una súper fan de Star Trek que obtuvo solo dieces en su vida académica, así que sabes que tu situación es grave. —Ambos estallaron en risas por poco dejando caer el platón de palomitas de maíz saladas, ambos habían acordado nunca comer las dulces porque simplemente eran horrendas.
Siguieron hablando sobre sus teorías acerca de Lost y sobre lo decepcionante que les resultó el final de la serie. Hasta que Carter apareció mirándolos moviendo las cejas de arriba abajo y con una sonrisa cómplice.
―Kristy, ¿estás abandonando tu asexualidad? ―Bromeó Carter sentándose al medio empujando Damian y a su melliza.
―Yo no soy asexual. Soy arelacional. —le corrigió.
—No de nuevo. Se supone que debemos conocer gente nueva —insistió Carter.
—Yo no necesito gente nueva.
—Eso demuestra lo mucho que necesitas gente nueva.... —Carter le quitó las palomitas.
—Tengo a Damian —apuntó a su amigo. —e intento hacerme amiga de Hellen. —“Para ayudar a Damian.” Pensó.
Carter rodó los ojos y se levantó dejándolos solos de nuevo.
Si Carter lo decía, todo ese asunto de socializar sonaba sencillo. Él siempre había sido el mellizo social. El amistoso. El que era invitado a todas las fiestas del instituto. Pero antes, en la primaria, todo el mundo sabía que si invitabas a Carter, Kristy iría. Eran un paquete. Un paquete y punto. Pero entonces entraron a la adolescencia y cada quien siguió su camino.
Pasados quince minutos, Vesna se les había unido así que los tres comenzaron a hablar de temas random. Quizá y Carter tenía razón, ser sociable no la mataría.
—¿Y qué estamos viendo? —preguntó Nikola sentándose junto a ella. Vesna y Damian podían ver la vena del cuello de Kristyana palpitar.
—Tienes tres segundos para levantar tu brazo. —no fue necesario contar, el chico lo levantó inmediatamente.
—¿Nikola, cómo entraste? —preguntó Damian.
—La puerta. La dejaron abierta. —explicó. —Y debí tocar ¿no es cierto? —Kristy le ofreció su mejor cara de reprobación. —Lo siento.
—No importa, ya estás dentro. —masculló entre dientes, más no tenía ese usual tono agresivo que siempre usaba con él.
Nikola supo cómo unirse a la plática sin que terminara en una de sus discusiones habituales con Kristy, las que ella siempre iniciaba, por supuesto.
—Deberías intentar ser así todo el tiempo. —susurró Nikola. La oji-miel volteó a verlo. —Eres más agradable. Y quizás por primera vez no sonaste sarcástica o a la defensiva o como si pensarás que soy un idiota.
—NO NECESITO QUE ME DIGAS CÓMO DEBO SER.
—Y ahora me estás gritando. —Nikola se levantó exasperado. Kristy lo imitó. Estaba por despotricar contra el cuándo escuchó que alguien más había entrado.
—Kristy. —una voz familiar la llamaba, giró encontrándose con Tristan a centímetros de ella. —No me mates. —dijo antes de tomarla por lo hombros y juntar sus labios con los de ella. Con una mano tomó el rostro de la chica y con la otra la sostuvo por la cintura. Kristyana se quedó quieta, le tomó unos segundos seguir el beso. Sentía sus mejillas arder. —¿Quieres salir conmigo? —susurró juntando su frente con la de ella y dando por terminado el beso. Seguía con los ojos cerrados.
—No puedo. No así. —Kristy se alejó, su voz era débil. No quiso mirar ni escuchar a nadie. Salió corriendo pensando en lo vergonzosa que había sido esa escena y lo estúpida que había sido por darle esa respuesta a Tristan.
De momento, Mad Sounds había terminado su sesión de fotos para Billboard. Kristyana nunca llegó para arreglarlos, en su lugar mandó a Hellen. Ninguno preguntó por qué. Tristan no había dicho palabra alguna y ni había mirado a Adam o Ed. Cuando el fotógrafo les anunció que podían descansar, que ya terminó con ellos, Tristan fue directo a cambiarse y salió rumbo a la camioneta. Adam intentó seguirlo, pero no tuvo suerte.
—Empezaré a cargar el auto ahora, —anunció Rob. Kenzo y Reed observaron desde sus respectivos asientos, en el set al aire libre, cómo el hombre acarreaba un par de bolsos a la camioneta, y luego regresaba por otros dos. Fastidiado su tío masculló— Oh, no, No se levanten. ¡No se molesten!
—No te preocupes, no lo haremos —gritaron juntos.
Ambos esperaban que Rob les avisara cuándo podían volver al hotel. Eran más de las ocho y se morían de hambre. Rob dijo que podían ordenar comida a la habitación, pero los chicos querían pasar por McDonald’s. Adam intentó hacer una broma diciendo: “Felicidad con cada comida feliz, es justo lo que necesitamos.” pero ninguno estaba de ánimos para seguirle la corriente.
Ya en sus respectivas habitaciones por lo menos Kenzo, Adam y Reed podían respirar paz. Tenían comida y podrían dormir tranquilos sin concierto por esa noche. Cuando Adam salió en busca de unos refrescos, Kenzo, con su muy buen tacto, fue libre de soltar el vómito verbal que estaba aguantándose desde la tarde.
—Cuando Arabella se pone intensa nada la detiene ¿eh? —comentó el rubio guardando su teléfono celular y tirándose a la cama de su hermano, este no le respondió. —Dijo que me ama, fue… solo… wow. Quiero decir, ha lanzado indirectas todo el tiempo, pero solo hoy la escuché decirlo.
—Ella es así todo el condenado tiempo, no te des tanta importancia. —gruñó Reed sin despegar la vista de su teléfono.
—Y a ti te gusta, por supuesto.
—¿Estás de broma?
—Sólo digo lo que he visto. —El rubio se encogió de hombros.
—Kenzo, Arabella Allman está fuera de mi lista.
—Bueno, justo por eso Arabella Allman acaba de entrar en la mía.
—¿Qué dices?
—Eso mismo, que la invitaré a salir.
—¿Por qué, en el mundo, alguien haría eso?
—¿Y por qué no? —el rubio se levantó de la cama.
—Sabes que Marc es su hermano, ¿no?
—Marc está ocupado con otras cosas. Rainbow y Tessa, por ejemplo, aunque Rainbow significa más para él por lo que Tessa está disponible igual. Arabella y Tessa, suena muy bien.
—Kenzo, serás gilipollas.
—Como sea, tengo que pedirle una cita a Arabella. Vuelvo pronto.
—¿Qué, lo harás de verdad? —El rubio asintió.
Rápidamente Reed dejó su teléfono celular y se abalanzó sobre Kenzo. Estuvieron forcejeando como niños por un par de minutos hasta que se cansaron y quedaron tendidos en el suelo. Adam venía entrando, pero al verlos así dio media vuelta y salió de la habitación.
—Jamás digas que no hago nada por ti.
—¿Cómo se supone que va a ayudarme el hecho de que salgas con ella?
—Confía en mí.
—¿Sabes qué? No me importa, has lo que quieras. Arabella ni me interesa.
—Vas a amarme por esto, Reed.
La habitación de Arabella solo estaba a cuatro de la suya así que fue sencillo, pero debía ser rápido, Reed podría salir en cualquier momento.
Tocó la puerta dos veces, cuando estaba por tocar una tercera una Ara desganada y extrañamente apagada le abrió la puerta. Lucía como si hubiera estado llorando, pero sus ojos no estaban hinchados.
—Preguntaría qué ha ocurrido, pero tiempo es lo que me falta.
—No quiero ser grosera, Kenzo. —dijo secándose una lágrima con la manga de su polerón. —Atenderé reclamos desde mañana y en este momento no tengo tiempo para burlas.
—Esa nunca ha sido mi intención.
Arabella suspiró. —¿Qué necesitas?
—Que salgas conmigo, ya sabes, en una cita.
La pequeña Allman abrió los ojos sorprendida
—¿Qué ocurre aquí? —preguntó ella. —He imaginado esto decenas de veces, pero algo me dice que no confié.
Kenzó sonrió mordiéndose el aro del labio. —Una salida de amigos. Solo eso… y sé que quieres fastidiar a Reed tanto como yo.
—No sé cómo el hecho de que salgamos fastidie a tu hermano, pero estoy dentro. —intentó forzar una sonrisa. —¿Cuál es el plan?
—Mi plan es hacer cosas que te hagan querer salir conmigo de nuevo. ¿Cuál es tú plan?
—Molestar a Reed.
—Razonable.
Más tarde esa noche, Arabella estaba tendida en el suelo de la habitación que compartía con Jackie y Margo. Sus pobres feels de fangirl se destrozaron en cuestión de horas. Ni Kenzo con aquella extraña forma de pedirle una cita pudieron mejorar su humor. Desde que las fotos fueron publicadas, sentía que todos la veían mal.
Ninguno de los managers le reclamó, es más, aplaudieron -de cierta forma- su trabajo y el de Margo. “Simple marketing, muy bien.” le escuchó decir a Kelsie. Incluso la señora Kravitz les pidió que estuvieran atentas a Marc y Tessa, si conseguían fotos de ambos besándose, serían recompensadas.
Ella no pensaba subir las fotos ni el video. Siempre había sido muy selectiva con su contenido, se lamentaba no haber borrado las fotos antes. Bueno, de hecho ella no tomó la foto de Circe y Ed, esa noche Margo le había pedido prestado el teléfono cuando el suyo se quedó sin batería y como ella intentaba que Jackie bailara, no le molestó. Y hoy en la mañana se lo volvió a prestar porque quería que le pasara unas fotos para ponerlas en su blog, pero no supo que Margo hizo de esa foto un archivo no visible, así Arabella no lo borraría (la conocía bien).
Seguramente cuando fuera mañana todos exigirían su cabeza como recompensa.
—¿Podría ponerse peor? —Arabella estaba boca abajo contra el piso alfombrado.
—Mira, si les explican las cosas, puede que no se molesten. —sugirió Jackie picándola con una zapatilla para que se levantara.
—Te dije que Margo solo te traería problemas. —Nikola parecía distraído, pero eso no le evitaría decirle: “Te lo dije.”
—¿Hola? —Margo llamó la atención de todos. —Sigo aquí. Y Ara, no te preocupes, nos pagan por hablar y publicar de ellos, y eso fue lo que hicimos. Además, no nos hemos metido en problemas.
—Sé que soy nueva aquí. —La suave voz de la segunda rubia hizo que todos la miraran, incluso Arabella. —Pero yo creo que hicieron bien, la gente merece la verdad.
—¡Ives! —le reclamó Nikola.
—¿Ven?, hasta Jackie 2 está de acuerdo conmigo. —Margo se paró y levantó a la pequeña rizada del suelo. —Arabella, recuerda lo que te dije. —Allman asintió. —Además te di créditos, cualquiera en mi lugar se hubiera cargado todo el trabajo como suyo.
—Dios, siento que somos Perez Hilton.
—No. —Margo se apresuró a corregirle. —Somos más bonitas y astutas.
Un par de minutos después Reed apareció en la puerta, sinceramente no esperaba que apareciese, es decir, cuando Jackie y Nikola le mencionaron lo de la noche bizarra, el chico se había reído, pero no dijo si iría o no.
Ives y Nikola escogieron dos cortos que los dejaron impresionados, Reed y Arabella no pelearon incluso cuando la oportunidad se dio en repetidos momentos. Ahora todos veían este programa super raro en el que gente rara iba a hacerse tatuajes igualmente raros cuando caía la noche. Estaban encantados.
—Se me acaba de ocurrir una idea para un programa como este. —Todos voltearon a verla pidiéndole así que continúe.
Así que Arabella se las dice. Y Reed no puede creer que tenga a una persona tan enferma y retorcida… y brillante sentada a junto a él.
—Necesitarás gente a la que le guste hacer eso, o que por lo menos haga eso a cambio de dinero. —dijo Reed regresando la vista a la televisión.
—Qué poca agudeza visual. —Reed no pudo evitar mirarla y preguntarse qué chica de dieseis decía frases como esas.
—Estás loca.
Arabella chirrió los dientes. ―Reed, hazme feliz.
―¿Cómo? —preguntó despreocupado.
―No sé, muérete. —Tanto Margo como Jackie, Ives y Nikola rieron.
Era casi la una de la madrugada, Nikola y Ives se fueron a sus respectivas habitaciones. Jackie bostezaba seguido así que Arabella mandó a dormir a su soulmate. Margo fue a cepillarse los dientes dejando a Reed a solas con Arabella (Jackie estaba nockeada por el sueño así que no contaba como una persona consiente en esa habitación).
—Se ha hecho tarde. —Reed se puso de pie. —Debo irme.
—Pues ve. No te estoy deteniendo.
—Ya se me hacía raro que no te pusieras en ese plan.
—Bien. —gruñó y lo acompañó a la puerta.
—Arabella. —la llamó, hizo que lo mirara. Pensó en qué decir y lo único que salió fue: —Debes dejar de escribir sucios fanfics sobre mi hermano y otro miembro de su banda.
—No es sucio. —le corrigió —A las fans les gustan, lo sé porque bueno, esa es mi vida.
—Vaya vida la tuya.
—Kenzo me invitó a salir. —Esa, definitivamente, no era la respuesta que esperaba Reed. —¿Puedes creerlo?
—¿Ah, sí? —“Ajá” siseó ella en respuesta. —Cool.—fue lo más fingido que escuchó la pequeña.
—Reed, por favor. Es Kenzo Ogden, es uno de mis crushes más fuertes.
Reed estaba apretando sus puños tan fuertes que sus nudillos se estaban poniendo blancos. Quiso maldecir a su hermano pero solo dijo: —No sé por qué creíste que me interesaría saberlo.
—No seas idiota, Reed. —La voz de Arabella era filosa— Quiero decir, sé que lo eres. Pero trata de no ser una idiota ahora mismo.
En otra habitación del hotel, en la de Augustus específicamente, un grupo se encontraba reunido. El cuarto estaba casi oscuro, de no ser por la tenue luz de la única lámpara que Peter y Thomas dejaron encendida.
—Muy bien, gente. ¿Ideas para el plan “Hagamos que Gus salga con Tessa Kravitz”?—Peter lucía animado.
—¿Puedo preguntar algo? —Dijo Lucy reprimiendo un bostezo. —¿Por qué, idiotas, me llamaron para esto? Son casi las dos de la mañana.
—Porque eres parte del squad ¿que no? —suspiró Peter. Lucy soltó un quejido de cansancio aceptando el hecho de que sí, era amiga de Augustus.
—Elliot y yo hemos hablado —Thomas quiso señalar a su compañero y a él, pero Elliot estaba durmiendo a su lado. —Como sea, quedamos que lo primero es un acercamiento discreto, o sea. Gus va por buen camino.
—Creo que olvidan algo importante, —habló Mia que estaba sentada junto a Lucy, también bostezando. —Gus está comprometido, y me dijeron que Tessa anda con ¿Marc Allman?
—Mi Gus no será ningún infiel, —rápidamente protestó Lucy. —tampoco convertirán a Tessa en una rompe hogares.
—Se trata de lo mejor para mi hermano. —Thomas estaba siendo contagiado por el cansancio.
—¿Y mi hermana no es lo suficientemente buena? —Sydra, quien no había hablado hasta ahora miró mal a Thomas.
—Syd, sabes que no me refería a eso.
—Porque tienen razón. —Sydra cambió el tono de voz. —Es decir, quiero a mi hermana pero nunca los vi como pareja. La idea de Rita y mi Gus no me entusiasma.
—Por eso estamos reunidos. —explicó Peter.
—¿Puedo decir algo? —todos miraron a Augustus.
—Adelante. —pidió Peter.
—No estoy buscando una relación romántica con Tessa, somos amigos… o creo que ni eso.
—Es que no te esfuerzas. —por gracioso que suene todos lo dijeron al mismo tiempo.
—Okay, —El pelinegro, Augustus, levantó las manos en señal de rendición —ya me voy a dormir. No puedo hacer que entren en razón. —Se recostó sobre su cama. —No se queden hasta muy tarde.
Tessa se sentía más cómoda compartiendo habitación con Cindy y Blythe que en la de Marc. Sonaba embarazoso, pero ellos no habían intimado, las noches que pasaban juntos eran solo eso, sin nada de contacto físico de ese tipo. Por eso ya no quería compartir habitación con él, sentía que lo decepcionaba, que Marc esperaba más y ella era muy cobarde para dárselo. Y de todas formas ella no podía porque no estaba segura qué eran Marc y ella. Cindy le había aplaudido la decisión inteligente, le dijo que no debía sentirse forzada ni obligada a darle nada a Marc.
Despertó al escuchar el ruido que su celular hizo contra la madera de la mesita de noche. Cindy se quejó levemente. En la pantalla del aparato se veía el mensaje de Derrie: “Estoy en tu puerta, urge que hablemos.”
Cuidando de no hacer ruido ni despertar a nadie, Tessa caminó cuidadosa a abrir la puerta. Salió cerrando, no del todo, la misma para que ni Blythe ni Cindy escucharan.
—Rainbow quiere quitarte a Allman. —Tessa no pudo evitar reírse ante el comentario de la pelirroja. —No es gracioso.
—No pretendía ser grosera.
—No importa.
—¿Puedo preguntar por qué vienes a decirme esto, justo a esta hora? —se tallaba los ojos con el dorso de su mano.
—Se me ocurren cosas locas por las noches. —admitió Derrie.
—Entonces, ¿sólo viniste a advertirme?
―Mira Tessa, estoy de tu lado, ¿sí? ―La pelirroja puso uno de sus brazos por sobre los hombros de Tessa. ―No me agrada Rainbow.
―¿Pero a mí sí? ―La miró enarcando una ceja, confundida. ―Espera, creí que se llevaban bien.
―Sí, bueno, hubo un cambio de planes.
―¿Es por Freddie? ―Sí, Tessa, al igual que todos, había visto las fotos que Margo publicó en el Instagram de Arabella y el suyo.
—Es un conflicto de intereses, únicamente eso.
Un largo viaje desde Inglaterra, pensar en una aparición exagerada, su habilidad para localizar gente y una rápida llamada a Dexter habían sido más que suficiente para entretener a Beckham.
¿Quiénes se creían para dejarlo fuera del tour? Todos sabían lo mucho que significaba esto para él, pero parecía que no les importaba. De Mia se lo esperaba, pero ¿de Ian y Lucy? No le llamaron para avisarle del tour. Si no hubiese hablado con su madre y si esta no le hubiera comentado lo de la invitación de Dexter, Beckham pudo haberse perdido el tour que llevaba esperando desde hace meses.
Ya imaginaba a su hermana tratando de disculparse argumentando que no se lo dijo por su bien. “Pensé que era mejor que te concentraras en la Universidad. Era para que no volvieses a caer en el fanatismo.” Mia era excelente dándole discursos sobre que existían más cosas en el mundo, además de ser fan de personas que ni sabían que existía. Pero entonces Dexter se hizo famoso y su hermana se quedaba sin argumentos.
Y como fuera, él ya estaba en Los Ángeles. Listo para pasar tiempo con Adelice Coleman, Tessa Kravitz y Nova Walker, sus crushes más fuertes. No. Él no era un acosador, solo un simple fanboy de dieciocho años muy dedicado, que por cierto ni bien terminó el primer semestre en la Universidad empacó y compró el primer boleto para The Punk Muffins Tour.
Le pagó al taxista y llevó sus maletas a recepción. Rápido sacó su teléfono celular y comenzó a escribir. Únicamente le mandó el mensaje a Dexter y Mia, usó la clave de número privado para decirles que bajaran a recepción, que era urgente y demás.
Dexter bajó molestó, Mia venía saliendo de la reunión esa a la que Peter los llamó así que se encontró con su primo en el ascensor. No sospechaban nada así que bajaron sin saber quién les había mandado el mensaje. Dexter temía que fuera otra broma de Derrie, no estaba de humor para eso, pero al ser los únicos que lo recibieron se calmó un poco.
Calma que desapareció al abrirse las puertas del ascensor y reconocer la espalda del chico que estaba parado a tres metros de ellos. Entonces recordó que se le había ido decirle a Mia que Beckham llegaría.
—Sorpresa, perras. —Beckham se dio la vuelta dramáticamente, adoraba hacer eso, y con su mejor imitación de Emma Roberts en American Horror Story: Coven, continuó —¿Creyeron haber visto lo último de mí?
bxmbshell.
Re: The Punk Muffins Tour.
Mil perdones, cami. Tuve que borrar tu mensaje para que siguiera la otra parte del capítulo. srsly, sorry
bxmbshell.
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