Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Alone together.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Alone together.
• Titulo: Alone together.
• Autor: Pudin.
• Adaptación: No, todo ha salido de mi cabeza.
• Género: Drama y romance.
• Contenido: Letras, supongo.
• Advertencias: Lenguaje altisonante | Escenas demasiado cursis
• Otras páginas: No, aunque quizá la suba a wattpad más tarde~
• Autor: Pudin.
• Adaptación: No, todo ha salido de mi cabeza.
• Género: Drama y romance.
• Contenido: Letras, supongo.
• Advertencias: Lenguaje altisonante | Escenas demasiado cursis
• Otras páginas: No, aunque quizá la suba a wattpad más tarde~
Sus ojos verdes causaron que mi corazón se detuviera por un milisegundo. La oscuridad caía a su alrededor, se desplomaba al son de un himno mal entonado. Fui capaz de crear miles de historias, miles de canciones y miles de poemas. Fui capaz de fabricar sueños y pesadillas basadas simplemente en los finos rasgos que se transcribían en su rostro.
Nunca había sido amante de los cuentos de hadas, de aquellas historias en donde princesas delgadas con grandes vestidos rosas encontraban a su príncipe azul y vivían felices para siempre, a pesar de todos los hechizos que la bruja malvada lanzaba para impedirlo. Me gustaba leer el amor, me gustaba conocer las diferentes y más temibles etapas de locura que éste llegaba a provocar. Y nunca me obsesioné con ello, nunca pensé más allá de las letras y de las palabras.
Mi táctica maestra era no soñar despierta, y ocupar la cabeza con información inútil, con datos y preguntas sin respuesta para así evitar los momentos de silencio, aquellos en los que podría verme vulnerable ante cualquier tipo de sentimiento.
Pero cuando vi sus ojos nada de eso sirvió.
Cuando su mirada cruzó la cafetería toda la información de Europa desapareció. Olvidé el orden exacto de los elementos en la tabla periódica. Olvidé cuales eran los ingredientes que conformaban el arroz con leche o el cereal. Olvidé mi nombre y la razón por la cual vivía.
Mi plan había caído, se había quemado, y ahora las cenizas eran lo único que me quedaba.
Nunca había sido amante de los cuentos de hadas, de aquellas historias en donde princesas delgadas con grandes vestidos rosas encontraban a su príncipe azul y vivían felices para siempre, a pesar de todos los hechizos que la bruja malvada lanzaba para impedirlo. Me gustaba leer el amor, me gustaba conocer las diferentes y más temibles etapas de locura que éste llegaba a provocar. Y nunca me obsesioné con ello, nunca pensé más allá de las letras y de las palabras.
Mi táctica maestra era no soñar despierta, y ocupar la cabeza con información inútil, con datos y preguntas sin respuesta para así evitar los momentos de silencio, aquellos en los que podría verme vulnerable ante cualquier tipo de sentimiento.
Pero cuando vi sus ojos nada de eso sirvió.
Cuando su mirada cruzó la cafetería toda la información de Europa desapareció. Olvidé el orden exacto de los elementos en la tabla periódica. Olvidé cuales eran los ingredientes que conformaban el arroz con leche o el cereal. Olvidé mi nombre y la razón por la cual vivía.
Mi plan había caído, se había quemado, y ahora las cenizas eran lo único que me quedaba.
Última edición por Pudin. el Lun 29 Dic 2014, 12:57 am, editado 3 veces
Pudin.
Re: Alone together.
—¿Annmarie?
Asentí.
—Annmarie, yo… —Suspiró—. Soy Oliver.
—Lo sé —murmuré.
Metió las manos en los bolsillos de su desgastado pantalón de mezclilla, apartando por unos instantes sus ojos de mí.
—Siento que…
—No digas nada —lo interrumpí.
—Pero esto es un tanto difícil, ¿no? —Sonrió, y unos pequeños hoyuelos se formaron al lado de su boca, adornando su rostro—. Conocer… Conocer a tu futuro esposo en estas circunstancias tan… poco usuales.
—Por lo menos te conocí antes de la boda —susurré, dándome cuenta de lo estúpidas que realmente sonaban mis palabras—. Mi padre quería esperar hasta la luna de miel para presentarnos.
—Eso sí sería un gran problema.
Dirigí la vista hacia la taza con café que descansaba sobre la mesa. Pequeñas nubes de humo salían cuidadosamente de ella, incapaces de ser más fuertes, de no perderse en el aire y existir por más tiempo. Dejaron su rastro en los vidrios de mis gafas, como una pista de que su vida había terminado demasiado rápido, sin que ellas pudieran hacer algo para impedirlo.
Seguramente Oliver no esperaba a alguien como yo. En realidad nadie nunca espera a alguien como yo. Quizá su sueño era casarse con una súper modelo de Victoria Secret y adueñarse de uno de los equipos de fútbol más importantes de América; y no estar obligado a permanecer el resto de su vida con una simple chica que guarda sus mejores recuerdos entre páginas de libros en la biblioteca y que oculta sus sentimientos en el fondo de su mochila.
Él no quería estar conmigo.
Y yo no quería estar con él.
Tal vez todo había sido cosa del destino, claro, y de un contrato millonario firmado por nuestras familias.
—En unos días es la boda, ¿cierto? Oh, podríamos… llevarnos bien, conocernos y ver que… que pasa —balbuceó—. Como amigos.
Me incorporé con cuidado de la silla, causando que un fuerte rechinido inundara el lugar al moverla y que todas las personas que disfrutaban de sus desayunos en las mesas cercanas se giraran a verme con enojo escondido en sus rostros. Oliver dio un traspié, alejándose unos centímetros de mí. Su cabello rubio caía por su frente, como un flequillo meticulosamente medido para no llegar a cubrir sus ojos. Sonrió, con torpeza, esperando a que dijera algo, a que diera cualquier señal de vida, a que saliera corriendo o a que rompiera en llanto.
Saqué un billete de diez dólares del bolsillo trasero de mi pantalón y lo dejé sobre la mesa, para luego recoger mi bolso del suelo y colgarlo en mi hombro.
—¿Me podrías llevar a casa? Necesito terminar un trabajo de la universidad.
—Pensé que…
—Tengo que graduarme —susurré—. Es lo único que me queda ahora.
—Entiendo —asintió—, pero déjame pagar a mí, ¿está bien?
Oliver estiró su brazo y tomó el billete que había dejado sobre la mesa, guardándolo rápidamente en los bolsillos de su chaqueta.
—Ni siquiera ordenaste algo —bufé—. Yo fui la que ordeno, yo soy la que tiene que pagar.
—Vas a ser mi esposa.
—Y eso no significa que tienes que pagar absolutamente todo lo que consumo.
—De hecho, sí, significa eso. Porque voy a estar a cargo de ti y tendré que pagar tus deudas y tus vicios y tus errores y todo lo que… sea de nosotros.
—Ah, así que sólo soy un perrito pequeño que cambió de dueño —resoplé—. Como ahora mi padre no podrá mantenerme, tú tendrás que hacerlo; porque no soy lo suficientemente capaz de conseguir empleo y ganar mi propio dinero y pagar mi propia comida.
Oliver arrugó la nariz, incapaz de decir cualquier cosa para defenderse. La sonrisa se había borrado tan bruscamente de su rostro que ni siquiera me había dado cuenta de ello, ahora sólo una torcida mueca de incomodidad invadía sus labios. Apartó sus ojos de los míos, dirigiéndolos hacia el mostrador.
La gente no dejaba de mirarnos, esperando ver que seguía a continuación, esperando escuchar perfectamente las palabras para no perder ni un solo detalle de nuestras vidas, ningún pequeño detalle de nuestra patética existencia.
—Déjame pagar a mí —susurró.
—Nunca en la vida.
—¿Por qué eres tan así?
Sus ojos volvieron a encontrarse con los míos, tan rápidamente que dolió, dolió como una bofetada en el rostro o un golpe en el estomago. Dolió verlos tan cerca.
—Porque quiero ser así.
Me di la vuelta y salí de la cafetería lo más rápido que mis pies me lo permitieron, llevándome decenas de pares de ojos amarrados a mi espalda, millones de pares de ojos que querían saber más, más de la historia, más del final, más de cómo comenzó todo.
De repente me sentí pérdida dentro de una de esas telenovelas que solía ver mi madre por la noche.
—¡Annmarie!
Mis botas resonaban sobre el pavimento, mientras zigzagueaba entre la gente y trataba de no tropezar y quedar con el rostro embarrado en la banqueta.
No quería casarme, ni siquiera creía en eso de las ceremonias y los hasta que la muerte nos separe y las cosas que suelen ilusionar a todas las mujeres de mi edad. Yo sólo quería ser alguien, por mi cuenta, no tener que detener mis pasos para hacer que los de los demás avanzaran. Quizá había hecho mal en reaccionar de la manera en la que lo hice, en lograr que Oliver se sintiera como si hubiera hecho algo demasiado malo cuando en realidad sólo trataba de ser amable, cuando en realidad sólo intentaba que toda esta situación de terror no fuera tan insoportable.
Asentí.
—Annmarie, yo… —Suspiró—. Soy Oliver.
—Lo sé —murmuré.
Metió las manos en los bolsillos de su desgastado pantalón de mezclilla, apartando por unos instantes sus ojos de mí.
—Siento que…
—No digas nada —lo interrumpí.
—Pero esto es un tanto difícil, ¿no? —Sonrió, y unos pequeños hoyuelos se formaron al lado de su boca, adornando su rostro—. Conocer… Conocer a tu futuro esposo en estas circunstancias tan… poco usuales.
—Por lo menos te conocí antes de la boda —susurré, dándome cuenta de lo estúpidas que realmente sonaban mis palabras—. Mi padre quería esperar hasta la luna de miel para presentarnos.
—Eso sí sería un gran problema.
Dirigí la vista hacia la taza con café que descansaba sobre la mesa. Pequeñas nubes de humo salían cuidadosamente de ella, incapaces de ser más fuertes, de no perderse en el aire y existir por más tiempo. Dejaron su rastro en los vidrios de mis gafas, como una pista de que su vida había terminado demasiado rápido, sin que ellas pudieran hacer algo para impedirlo.
Seguramente Oliver no esperaba a alguien como yo. En realidad nadie nunca espera a alguien como yo. Quizá su sueño era casarse con una súper modelo de Victoria Secret y adueñarse de uno de los equipos de fútbol más importantes de América; y no estar obligado a permanecer el resto de su vida con una simple chica que guarda sus mejores recuerdos entre páginas de libros en la biblioteca y que oculta sus sentimientos en el fondo de su mochila.
Él no quería estar conmigo.
Y yo no quería estar con él.
Tal vez todo había sido cosa del destino, claro, y de un contrato millonario firmado por nuestras familias.
—En unos días es la boda, ¿cierto? Oh, podríamos… llevarnos bien, conocernos y ver que… que pasa —balbuceó—. Como amigos.
Me incorporé con cuidado de la silla, causando que un fuerte rechinido inundara el lugar al moverla y que todas las personas que disfrutaban de sus desayunos en las mesas cercanas se giraran a verme con enojo escondido en sus rostros. Oliver dio un traspié, alejándose unos centímetros de mí. Su cabello rubio caía por su frente, como un flequillo meticulosamente medido para no llegar a cubrir sus ojos. Sonrió, con torpeza, esperando a que dijera algo, a que diera cualquier señal de vida, a que saliera corriendo o a que rompiera en llanto.
Saqué un billete de diez dólares del bolsillo trasero de mi pantalón y lo dejé sobre la mesa, para luego recoger mi bolso del suelo y colgarlo en mi hombro.
—¿Me podrías llevar a casa? Necesito terminar un trabajo de la universidad.
—Pensé que…
—Tengo que graduarme —susurré—. Es lo único que me queda ahora.
—Entiendo —asintió—, pero déjame pagar a mí, ¿está bien?
Oliver estiró su brazo y tomó el billete que había dejado sobre la mesa, guardándolo rápidamente en los bolsillos de su chaqueta.
—Ni siquiera ordenaste algo —bufé—. Yo fui la que ordeno, yo soy la que tiene que pagar.
—Vas a ser mi esposa.
—Y eso no significa que tienes que pagar absolutamente todo lo que consumo.
—De hecho, sí, significa eso. Porque voy a estar a cargo de ti y tendré que pagar tus deudas y tus vicios y tus errores y todo lo que… sea de nosotros.
—Ah, así que sólo soy un perrito pequeño que cambió de dueño —resoplé—. Como ahora mi padre no podrá mantenerme, tú tendrás que hacerlo; porque no soy lo suficientemente capaz de conseguir empleo y ganar mi propio dinero y pagar mi propia comida.
Oliver arrugó la nariz, incapaz de decir cualquier cosa para defenderse. La sonrisa se había borrado tan bruscamente de su rostro que ni siquiera me había dado cuenta de ello, ahora sólo una torcida mueca de incomodidad invadía sus labios. Apartó sus ojos de los míos, dirigiéndolos hacia el mostrador.
La gente no dejaba de mirarnos, esperando ver que seguía a continuación, esperando escuchar perfectamente las palabras para no perder ni un solo detalle de nuestras vidas, ningún pequeño detalle de nuestra patética existencia.
—Déjame pagar a mí —susurró.
—Nunca en la vida.
—¿Por qué eres tan así?
Sus ojos volvieron a encontrarse con los míos, tan rápidamente que dolió, dolió como una bofetada en el rostro o un golpe en el estomago. Dolió verlos tan cerca.
—Porque quiero ser así.
Me di la vuelta y salí de la cafetería lo más rápido que mis pies me lo permitieron, llevándome decenas de pares de ojos amarrados a mi espalda, millones de pares de ojos que querían saber más, más de la historia, más del final, más de cómo comenzó todo.
De repente me sentí pérdida dentro de una de esas telenovelas que solía ver mi madre por la noche.
—¡Annmarie!
Mis botas resonaban sobre el pavimento, mientras zigzagueaba entre la gente y trataba de no tropezar y quedar con el rostro embarrado en la banqueta.
No quería casarme, ni siquiera creía en eso de las ceremonias y los hasta que la muerte nos separe y las cosas que suelen ilusionar a todas las mujeres de mi edad. Yo sólo quería ser alguien, por mi cuenta, no tener que detener mis pasos para hacer que los de los demás avanzaran. Quizá había hecho mal en reaccionar de la manera en la que lo hice, en lograr que Oliver se sintiera como si hubiera hecho algo demasiado malo cuando en realidad sólo trataba de ser amable, cuando en realidad sólo intentaba que toda esta situación de terror no fuera tan insoportable.
Pudin.
Re: Alone together.
Me encantan esos personajes femeninos que no esperan un milagro, que trabajan para conseguir lo que quieren y que no dependen de un hombre. Desde ya debo decir que me agrada Annmarie. Y la redacción... shit, eso fue hermoso.
Saludos .
Saludos .
Kit Walker
Re: Alone together.
owww, muchas gracias me alegra que te haya gustado. Ahora mismo la sigo. Muchas gracias por comentarWaters. escribió:Me encantan esos personajes femeninos que no esperan un milagro, que trabajan para conseguir lo que quieren y que no dependen de un hombre. Desde ya debo decir que me agrada Annmarie. Y la redacción... shit, eso fue hermoso.
Saludos .
Pudin.
Re: Alone together.
Capítulo dos.
Me detuve.
Descolgué el bolso de mi hombro y saqué mi celular de debajo de todos esos libros y esas hojas sin importancia que por alguna razón aún guardaba. Marqué rápidamente el número telefónico del departamento de mi hermano, esperando a que no estuviera en una de esas “juntas de negocios” que generalmente tenían lugar en bares baratos y hoteles de quinta.
Contestó al tercer tono, con un leve jadeo.
—¿Qué diablos quieres ahora?
—¿Qué es lo que estabas haciendo?
—Estaba en el baño, hermana. Pensé que era mi jefe el que llamaba y salí a contestar, pero no, eras tú, mi amada y querida Annmarie —rió—. No, enserio, ¿qué quieres ahora?
Recargué mi espalda en la pared de uno de los negocios que consistían la avenida. Era una boutique con ropa de imitación traída de Asía y sin el equipo necesario para recibir tarjetas de crédito.
—¿Puedes venir por mí?
Bufó.
—¿Lugar?
—Calle… segunda —contesté.
—¿Qué mierda haces allí?
—Papá nos organizó una cita a mí y a… Oliver —suspiré—. Creo que el feminismo de mis venas emergió demasiado rápido y lo hice sentir un poco incomodo… ahora no tengo quien me lleve a casa.
Una carcajada atravesó el teléfono.
—¡Así se hace, Ann! ¡Enséñale a que no se meta nunca contigo!
—Calla, Jack… sólo ven por mí y ya.
—Voy, tranquila. Tú hermano va a rescatarte como siempre.
—Mi gran héroe.
Colgó.
Guardé el celular de nuevo en mi bolso y comencé a tararear una canción en mi mente. Debía de mantener a mi cerebro ocupado, debía de distraer mis pensamientos para no atormentarme, para no caer y deprimirme. Mi padre me había vendido a su mejor amigo para casarme con su hijo, y eso estaba bien, estaba completamente bien. No moralmente, pero ya me había acostumbrado. Había dejado de afectarme, de importarme. Sólo un papel y ya, sólo un compromiso sin sentido y sin recompensa para mí. Nada más. Nada menos.
Una niña de cabello rubio y ojos negros se detuvo frente a mí, levantando su rostro para poder mirarme a los ojos.
—Me gusta tu suéter —dijo, con una pequeña sonrisa de lado en su boca.
—¿Ah sí? —Bajé la cabeza, revisando que clase de suéter era el que me había puesto esa mañana para haber llamado la atención de alguien. Era un gato. Era un simple y corriente suéter de un gato—. A mí también.
—Mi gato se llama Pete —susurró—. ¿Y el tuyo?
—Oliver.
Su madre llegó y la tomó bruscamente de la mano, jalándola y alejándola de mí sin ni siquiera decir algo. La pequeña se giró un poco y me sonrió, aquella sonrisa que los niños solían regalarles a los extraños en los momentos menos oportunos.
—Te encontré.
Me giré. Oliver estaba aproximadamente a un metro de mí, mirándome con un signo de interrogación escondido entre su cabello y las manos ocultas en los bolsillos de su pantalón.
—Sorpresa.
—Pagué —avisó.
—¿Y mi dinero?
—Lo guardaré para nuestro ahorro familiar —sonrió.
—No vamos a tener una familia —dije—. Ni siquiera vamos a vivir en la misma casa.
Arrugó la nariz, y supuse que era algo que hacía muy seguido, ya que en los pocos minutos que llevaba de conocerlo lo había hecho unas tres o cuatro veces.
—¿Y la clausula?
—¿Clausula?
—Sí —rió—. Tenemos que vivir juntos al menos dos meses para que el contrato sea validado, sino nuestros padres estarán claramente enojados.
—Bien, creo que hay unas cuantas cosas que le tengo que preguntar a mi madre —bufé.
Se acercó unos centímetros más a mí, viéndome fijamente a los ojos. No era capaz de decir que sus ojos no eran lindos, que su sonrisa no era… un tanto delirante, pero no podía dejar que algo así terminara con mis propósitos, mis claros sueños de hacer mi vida en otro país, vivir en una cabaña quizá, con dos o tres gatos, y escribir en mis tiempos de soledad. No podía abandonar todo por unos ojos y una sonrisa.
Bajé la mirada, tratando de parecer distraída, tratando de parecer como si no estuviera viendo sus ojos, como si nunca lo hubiera hecho, como si nunca lo haría.
—¿Aún quieres que te lleva a casa?
—Mi hermano vendrá por mí —indiqué—, pero gracias.
—Se suponía que nos conoceríamos, Annmarie —suspiró—. Nos vamos a casar en dos semanas y ni siquiera sé cuál es tu color favorito.
—En ese caso… es el gris —murmuré—. ¿Algo más?
—Eso no ayuda mucho.
—Nunca dije que lo haría.
El sonido de un claxon rompió el oxigeno por la mitad. Levanté la mirada y vi como un coche negro con los vidrios polarizados se había estacionado frente a nosotros.
—Ese es mi hermano —avisé.
—Hey, vamos, Annmarie. Sólo… ven conmigo. Podemos hablar en el camino —suspiró—. Lamento lo que ocurrió en la cafetería, ¿está bien? Podemos comenzar de nuevo, desde el principio… Soy Oliver.
—Lo siento.
Estuve a punto de correr, de alejarme finalmente de aquella persona con la que supuestamente me casaría, pero algo me detuvo. Culpa o arrepentimiento…o quizá la mano de Oliver tomando fuertemente mi muñeca.
Su rostro estaba a unos pocos centímetros de mí, a una distancia casi invisible. Era capaz de sentir su respiración, de combinarla con la mía, de vivir de ella. Sus ojos se veían mucho más profundos de cerca, tan repletos de libertad y vida, tan hermosos. Estaba totalmente segura que aquellos ojos hipnotizadores serían la inspiración de grandes poetas, serían la causa principal por la cual las personas se sentirían esperanzadas y repletas de optimismo.
Me mordí el labio inferior, agradeciendo que él no pudiera leer mis pensamientos.
—¿Crees que a mí realmente me gusta todo esto? —Preguntó, en un susurro—. Me voy a casar con una persona que ni siquiera quiere conocerme… ¿Piensas que eres la única que tiene derecho a reclamar y escapar y… esconderme? —Suspiró—. Yo lo haría, pero estoy aquí, tratando de hacer que todo esto no sea la mierda que es.
—Tengo que irme.
—Me vas a escuchar primero —resopló, apretando un poco más mi brazo—. Vamos a casarnos, y a ser felices, porque si no nuestros padres nos mataran por hacerles perder una gran fortuna en esta tontería.
—Suéltame…
—Ahora le vas a decir a tu hermano que yo te voy a llevar, ¿está bien? —Me soltó—. Y hablaremos en el camino.
Sólo una vez había sentido tanta rabia. Sólo una vez había tenido tantas ganas de golpear a la persona que se encontraba frente a mí. Esa vez había sido cuando mi padre me hablo de aquel contrato, de aquel sacrificio que debía de hacer por él. Pero ahora era totalmente diferente, porque no conocía bien a Oliver, porque no era mi padre y no le tenía ni un poco de respeto.
—¡No vuelvas a hablarme de esa manera! —Le grité—. No soy tu maldita perra como para que me digas lo que tengo que hacer, ¿entiendes? Me casaré contigo, pero a los dos meses me iré de regreso a mi casa, o a otra parte, pero no estaré cerca de ti —sentencié.
Él asintió, bajando la cabeza.
—Yo… lo siento, me desespere un poco y…
—Púdrete.
Corrí hacia el coche de mi hermano, quien había bajado la ventanilla y visto toda la escena que acababa de ocurrir.
—Estuve a punto de salir y darle una lección a ese tipo —sonrió, mientras entraba al vehículo—. Pero, Annmarie, tuve miedo de que me golpearas.
Descolgué el bolso de mi hombro y saqué mi celular de debajo de todos esos libros y esas hojas sin importancia que por alguna razón aún guardaba. Marqué rápidamente el número telefónico del departamento de mi hermano, esperando a que no estuviera en una de esas “juntas de negocios” que generalmente tenían lugar en bares baratos y hoteles de quinta.
Contestó al tercer tono, con un leve jadeo.
—¿Qué diablos quieres ahora?
—¿Qué es lo que estabas haciendo?
—Estaba en el baño, hermana. Pensé que era mi jefe el que llamaba y salí a contestar, pero no, eras tú, mi amada y querida Annmarie —rió—. No, enserio, ¿qué quieres ahora?
Recargué mi espalda en la pared de uno de los negocios que consistían la avenida. Era una boutique con ropa de imitación traída de Asía y sin el equipo necesario para recibir tarjetas de crédito.
—¿Puedes venir por mí?
Bufó.
—¿Lugar?
—Calle… segunda —contesté.
—¿Qué mierda haces allí?
—Papá nos organizó una cita a mí y a… Oliver —suspiré—. Creo que el feminismo de mis venas emergió demasiado rápido y lo hice sentir un poco incomodo… ahora no tengo quien me lleve a casa.
Una carcajada atravesó el teléfono.
—¡Así se hace, Ann! ¡Enséñale a que no se meta nunca contigo!
—Calla, Jack… sólo ven por mí y ya.
—Voy, tranquila. Tú hermano va a rescatarte como siempre.
—Mi gran héroe.
Colgó.
Guardé el celular de nuevo en mi bolso y comencé a tararear una canción en mi mente. Debía de mantener a mi cerebro ocupado, debía de distraer mis pensamientos para no atormentarme, para no caer y deprimirme. Mi padre me había vendido a su mejor amigo para casarme con su hijo, y eso estaba bien, estaba completamente bien. No moralmente, pero ya me había acostumbrado. Había dejado de afectarme, de importarme. Sólo un papel y ya, sólo un compromiso sin sentido y sin recompensa para mí. Nada más. Nada menos.
Una niña de cabello rubio y ojos negros se detuvo frente a mí, levantando su rostro para poder mirarme a los ojos.
—Me gusta tu suéter —dijo, con una pequeña sonrisa de lado en su boca.
—¿Ah sí? —Bajé la cabeza, revisando que clase de suéter era el que me había puesto esa mañana para haber llamado la atención de alguien. Era un gato. Era un simple y corriente suéter de un gato—. A mí también.
—Mi gato se llama Pete —susurró—. ¿Y el tuyo?
—Oliver.
Su madre llegó y la tomó bruscamente de la mano, jalándola y alejándola de mí sin ni siquiera decir algo. La pequeña se giró un poco y me sonrió, aquella sonrisa que los niños solían regalarles a los extraños en los momentos menos oportunos.
—Te encontré.
Me giré. Oliver estaba aproximadamente a un metro de mí, mirándome con un signo de interrogación escondido entre su cabello y las manos ocultas en los bolsillos de su pantalón.
—Sorpresa.
—Pagué —avisó.
—¿Y mi dinero?
—Lo guardaré para nuestro ahorro familiar —sonrió.
—No vamos a tener una familia —dije—. Ni siquiera vamos a vivir en la misma casa.
Arrugó la nariz, y supuse que era algo que hacía muy seguido, ya que en los pocos minutos que llevaba de conocerlo lo había hecho unas tres o cuatro veces.
—¿Y la clausula?
—¿Clausula?
—Sí —rió—. Tenemos que vivir juntos al menos dos meses para que el contrato sea validado, sino nuestros padres estarán claramente enojados.
—Bien, creo que hay unas cuantas cosas que le tengo que preguntar a mi madre —bufé.
Se acercó unos centímetros más a mí, viéndome fijamente a los ojos. No era capaz de decir que sus ojos no eran lindos, que su sonrisa no era… un tanto delirante, pero no podía dejar que algo así terminara con mis propósitos, mis claros sueños de hacer mi vida en otro país, vivir en una cabaña quizá, con dos o tres gatos, y escribir en mis tiempos de soledad. No podía abandonar todo por unos ojos y una sonrisa.
Bajé la mirada, tratando de parecer distraída, tratando de parecer como si no estuviera viendo sus ojos, como si nunca lo hubiera hecho, como si nunca lo haría.
—¿Aún quieres que te lleva a casa?
—Mi hermano vendrá por mí —indiqué—, pero gracias.
—Se suponía que nos conoceríamos, Annmarie —suspiró—. Nos vamos a casar en dos semanas y ni siquiera sé cuál es tu color favorito.
—En ese caso… es el gris —murmuré—. ¿Algo más?
—Eso no ayuda mucho.
—Nunca dije que lo haría.
El sonido de un claxon rompió el oxigeno por la mitad. Levanté la mirada y vi como un coche negro con los vidrios polarizados se había estacionado frente a nosotros.
—Ese es mi hermano —avisé.
—Hey, vamos, Annmarie. Sólo… ven conmigo. Podemos hablar en el camino —suspiró—. Lamento lo que ocurrió en la cafetería, ¿está bien? Podemos comenzar de nuevo, desde el principio… Soy Oliver.
—Lo siento.
Estuve a punto de correr, de alejarme finalmente de aquella persona con la que supuestamente me casaría, pero algo me detuvo. Culpa o arrepentimiento…o quizá la mano de Oliver tomando fuertemente mi muñeca.
Su rostro estaba a unos pocos centímetros de mí, a una distancia casi invisible. Era capaz de sentir su respiración, de combinarla con la mía, de vivir de ella. Sus ojos se veían mucho más profundos de cerca, tan repletos de libertad y vida, tan hermosos. Estaba totalmente segura que aquellos ojos hipnotizadores serían la inspiración de grandes poetas, serían la causa principal por la cual las personas se sentirían esperanzadas y repletas de optimismo.
Me mordí el labio inferior, agradeciendo que él no pudiera leer mis pensamientos.
—¿Crees que a mí realmente me gusta todo esto? —Preguntó, en un susurro—. Me voy a casar con una persona que ni siquiera quiere conocerme… ¿Piensas que eres la única que tiene derecho a reclamar y escapar y… esconderme? —Suspiró—. Yo lo haría, pero estoy aquí, tratando de hacer que todo esto no sea la mierda que es.
—Tengo que irme.
—Me vas a escuchar primero —resopló, apretando un poco más mi brazo—. Vamos a casarnos, y a ser felices, porque si no nuestros padres nos mataran por hacerles perder una gran fortuna en esta tontería.
—Suéltame…
—Ahora le vas a decir a tu hermano que yo te voy a llevar, ¿está bien? —Me soltó—. Y hablaremos en el camino.
Sólo una vez había sentido tanta rabia. Sólo una vez había tenido tantas ganas de golpear a la persona que se encontraba frente a mí. Esa vez había sido cuando mi padre me hablo de aquel contrato, de aquel sacrificio que debía de hacer por él. Pero ahora era totalmente diferente, porque no conocía bien a Oliver, porque no era mi padre y no le tenía ni un poco de respeto.
—¡No vuelvas a hablarme de esa manera! —Le grité—. No soy tu maldita perra como para que me digas lo que tengo que hacer, ¿entiendes? Me casaré contigo, pero a los dos meses me iré de regreso a mi casa, o a otra parte, pero no estaré cerca de ti —sentencié.
Él asintió, bajando la cabeza.
—Yo… lo siento, me desespere un poco y…
—Púdrete.
Corrí hacia el coche de mi hermano, quien había bajado la ventanilla y visto toda la escena que acababa de ocurrir.
—Estuve a punto de salir y darle una lección a ese tipo —sonrió, mientras entraba al vehículo—. Pero, Annmarie, tuve miedo de que me golpearas.
Última edición por Pudin. el Lun 29 Dic 2014, 6:47 pm, editado 1 vez
Pudin.
Re: Alone together.
weno, yo te stalkeé en tu pvt hace unos minutos y omg, no pude evitar leer tu novela por el título, me llamó demasiado la atención. en fin que, soy may, tu nueva lectora <3
y y y bueno, annmarie es muy mona (?) me gusta que no sea la típica chica rosita que todo quiere tener (?)
pd: comento el cap 2 más abajo ‹3
y y y bueno, annmarie es muy mona (?) me gusta que no sea la típica chica rosita que todo quiere tener (?)
pd: comento el cap 2 más abajo ‹3
miss patterson.
Re: Alone together.
JAJAJAJAJA QUÉ TÍA ES ANN. No sé pero yo a mi manera me he imaginado los ojos de Oliver y y qkqjepns Amo el nombre de Oliver‹3 por una serie (?)
Y Jack, el tío es el típico hermano que te jode a todas horas y idk.
Lo que no acabé de entender es ¿los padres de ambos muchachos son ricos o...? ¡ME DIO PENA OLI! JAJAJAJA. Ann lo trató un poco... fuerte. Pfff, esa chica sí que tiene carácter.
ME GUSTÓ BASTANTE SO SIGUELA CUANDO PUEDAS.
besos bae <3
Y Jack, el tío es el típico hermano que te jode a todas horas y idk.
Lo que no acabé de entender es ¿los padres de ambos muchachos son ricos o...? ¡ME DIO PENA OLI! JAJAJAJA. Ann lo trató un poco... fuerte. Pfff, esa chica sí que tiene carácter.
ME GUSTÓ BASTANTE SO SIGUELA CUANDO PUEDAS.
besos bae <3
miss patterson.
Re: Alone together.
Well, me encantó. No sé que poner pero quería comentar, lol. Me encanto Pudon, la forma que redactas, OMG. Pudin, Giu here. Abrí el tema bc Alone Together = FOB = Giu re gorda fan, hasta que después de leer todo vi tu user Y ERAS PUDÍN, espero que estés bien. Espero que subas cuanto antes .
shakermaker
Re: Alone together.
Nueva lectora. Parece que tienes mucho sin escribir. Síguela si puedes! :)
cesiatmaine
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.