Looking down the sky{Mini-historias-PEDIDOS

¿Qué es?

La música era estrepitosa, si la dejaban opinar. Y como no tenía con quien hacerlo, debía de guardárselo para sí.
“Todo es por él, tu tommo” Se repetía una y mil veces. O diez mil. Se había convertido en su mantra, un mantra muy raro, pero era a lo que recurria alguien como ella para calmarse, sobre todo teniendo en cuenta donde y por que se encontraba allí.
Con chicas gritando como psicópatas rodeandola, el sonido de las bocinas cerca del lugar donde estaba sentada, y las miradas de superioridad que recibia de vez en cuando desde arriba del escenario, sentia que perderia la paciencia de algun momento a otro.
Era la única sentada dentro de esa masa de gente, por lo que se había sentido identificada con un señor gordo un par de filas, atrás: ambos tenían la misma cara de aburrimiento. Ella al menos tenía su celular, y una…interesante noche con Louis por delante. Estaba ansiosa por ello.
Él casi no pisaba L.A., y ella prácticamente vivía ahí, lo que hacía todo más complicado de lo que ya estaba. Los últimos meses habían sido tormentosos para ambos, él de gira, ella haciendo promociones. Lamentaba decir que no coincidían mucho. Sin embargo, era muy detallista, lo cual compensaba todo lo demás. Y ella le devolvería sus atenciones esa noche; todo estaba arreglado de regreso en su departamento, listo para una noche romántica. Solo ella y Louis; pero en esos momentos, con la bocina tan cerca de su oído izquierdo que ya lo daba por muerto, sumándole a toda esa gente, eso se le antojaba muy lejos.
Miro su reloj, impaciente ¿Cuánto duraban estas cosas? Se estaba comenzando a impacientar. ¿Era acaso mucho pedir una noche a solas con su tommo?  No lo creia.
La bocina a su izquierda hizo vibrar las sillas una vez más, y eso incremento su ira-frustración. ¿Es que acaso no pudo conseguirle mejor lugar? ¡Era su novia, por todos los cielos! ¿Ni siquiera algo mínimamente decente?
Soltó un bufido cuando recordó quien le había dado esos lugares. Maldito sea Harry. Él nunca la quiso, pues casi desde el momento en que la conoció, la odió. Lo cual era mutuo, tenía que aceptarlo. El rizado no estaba entre sus favoritos. Ni tampoco el negro, pero ese ya no estaba en la banda, así que era uno menos por el cual preocuparse. Los había descubierto varias veces intentando meter cizaña en su relación, tenia motivos para odiarlos que no fueran de su agrado. A veces llegaba a pensar seriamente que el ruloso en cuestion fuese gay, por que, ¡por todos los cielos! siempre estaba dando lata para que su perfecta relacion con su novio se jodiera, no la podían culpar por tener aquellos presentimientos. Cualquier otra en su lugar pensaria lo mismo. Y si él no la odiara tanto, hasta llegaria a pensar que el flechazo era con ella, pues fea no era. Para nada, no por algo era uno de los mismisimos angeles de Victoria Secret, ¿no?
Pego un grito cuando sintió que se mojaba desde la cabeza hasta espalda, levantando la mirada solo para ver al dueño de una camisa blanca y unos ojos verdes sapos que la miraban raro. Nunca pudo descifrar la mirada que el idiota le dirigía de vez en cuando. Tampoco era como si le interesara tanto saber su significado, así que cuando la recibía, la ignoraba. Pero no esa vez, no cuando le había mojado su campera carísima de diseñador, y sus zapatos loubutini. Sin contar con su elaborado peinado y maquillaje de salón, que había durado horas, y estaba pensado para el culón de su novio.  Se las iba a pagar muy caro.
Levanto la cabeza, dirigiendo su furiosa mirada hacia el chico ojos de musgo, y este le dio una sonrisa, que si para sus fans fue traviesa e infantil (las malditas siempre endulzaban todo), a ella se le antojo maquiavélica.