Viviendo en un libro.{Todos los artistas p.

Aveces pienso en las cosas de la vida y me niego a aceptar que es cierto.

Capítulo 01.

Las maletas a mis costados estaban ordenadas de una manera que todos la podrían coger su maleta fácilmente, observo a mi alrededor, todo parece tan inhumano, las personas caminan sin ninguna prisa, algunas entretenidas en su conversación con la otra persona que le acompaña, otras con un celular en mano, quizás viendo una conversación por una red social. Mis padres han tomado la magnífica idea de mudarnos a Puerto de Plata, por lo menos era un lugar tranquilo y lejos de lo que yo llamaría un lugar destructivo.

Una sonrisa traviesa se asoma en los labios de mi hermano, le miro con una ceja enarcada sin saber bien el porqué de aquella sonrisa, su mirada se vuelve hacia mí y su sonrisa deja de ser traviesa a ser inocente. Ian es un chico completamente extraño, tenerlo como hermano mayor es confuso, no tenemos una buena relación, pero conozco todas sus facetas, de su sonrisa tierna hasta la más vil y fría sonrisa. Sus cabellos rubios estaban desordenados, y estaba segura que mi cabello no era el mejor ahora.

-¿En qué piensas enana?-su pregunta me hace dar un bufido, era un completo idiota, de eso cabe duda.

-En que este lugar es completamente extraño, no me da buena espina.-digo con sinceridad, hablo enserio, por más tranquilo que sea este lugar, no me da muy buena espina. Una risa limpia resuena en mis oídos, Ian se estaba riendo de mi comentario, rayuelas, lo matare algún día.

-Para mí es perfecto, dicen que las chicas más hermosas se encuentran aquí, para mí, es un punto para papa por seleccionar bien el lugar.- la razón por la cual es un completo idiota ya lo están viendo, es un rompecorazones, todo comenzó en cuanto Alessa apareció en su vida y le destrozo su corazón.

-¡Chicos! ¿Acaso no van a entrar?-la voz de mi madre se hace presente antes de que comente algo respecto a lo que a mi hermoso hermano-nótese el sarcasmo- ha comentado, Ian y yo recogimos nuestras maletas y nos adentramos a lo que ahora será nuestra casa.

Una casa acogedora y enorme, ser la menor de dos hermanos no es algo que me alegre, Ian es el idiota, Elliot es callado y distante, su aspecto físico es igual que su personalidad, sus ojos azules cielo muestran frialdad, su desordenado cabello color café nos indica lo poco que le interesa estar arreglado, es alto y delgado, es un completo vago, pero de esos que por lo menos corren y hacen un poco de ejercicio. Somos tan diferentes, mi cabello castaño oscuro y mis ojos mieles, soy baja de estatura y a pesar de tener quince años, tenía apariencia de menos, no sabía si eso era algo bueno, pero no me gusta que se burlen de mi estatura.

Ian reclama la primera habitación, Elliot elige la del fondo, y como siempre ha de ser, me toca la habitación que queda en el medio de ambos, un suspiro de exasperación sale por mis labios, odiaba tener que estar en medio de ambos, Ian por las noches tenía a sus “amigas” mientras que Elliot subía la música para no tener que escuchar los gemidos de las rubias tetonas chillonas. Al entrar a mi habitación sonrío y pongo mis maletas a un lado, era de tamaño medio y las paredes eran de un color azul oscuro, seguro esta habitación era de hombre, pero no me importa, me encantaba el azul.

Al ritmo de Olly Murs comienzo a limpiar mi habitación, no solo a limpiarla, sino por igual a desempacar mis cosas, todo estaba cubierto de polvo, seguro tiene tiempo que no se limpia. Me acerco a mi computadora para poner otra canción, pero tengo tanta suerte que tropiezo con el cable de cargar y la computadora cae en el suelo rompiéndose, mis ojos se abrieron con sorpresa y solo algo llegó a mi mente: mi madre me va a matar.

Recojo la ahora rota computadora y murmuro una maldición, no era de maldecir, pero esta ocasión lo meritaba, mis ojos se cristalizaron y la preocupación se hizo presente en mi cuerpo, arrugo mi ceño, no me tomen por loca, pero esta ya es la quinta vez que se me rompe algo, y créanme, mis padres no están de acuerdo con que se me caigan las cosas de la mano, la última vez que se me rompió algo me advirtieron con no comprarme nada hasta que no sea lo suficiente madura como para poder sostener algo sin romperlo.

-Vaya Alÿsha, no pensé que tus manos fueran de mantequilla.-la burlona voz de Ian se hizo presente, levanté la vista y le miré con  preocupación, su sonrisa burlona abandonó su rostro y maldice por lo bajo, se acerca a mí.-No te preocupes, no diré que has vuelto a romper algo, tan solo no llores, sabes cuánto odio eso.-se agacha a mi altura y me quita el ordenador, me sonríe levemente.-Ahora descarga tu ira en mí, se supone que te he roto el computador.-comenta enarcando una ceja, sonrío enormemente y le abrazo, podrá ser un idiota, pero su lado bueno siempre está ahí, en muy fondo de su corazón.

-Gracias.-murmuro en su oído y sonrío, para luego separarme de él y suspirar, ahora tenía que aparentar estar enojada.- ¡Acaso no tienes cuidado!-grito con el ceño fruncido, debo de admitir que amaba mis clases de teatro, gracias a ellas puedo controlar mis emociones.

-¡Oh vamos solo fue un accidente!-me grita devuelta  luciendo ofendido, traté con todas mis ganas de no reírme.-No es para que actúes de esa forma.

-¿¡Que no actué de esa forma!? ¡Me has roto la computadora idiota! Nada más sirves para romper cosas.-gruño molesta, solo basta con recordar lo idiota que es y ya me he molestado. Los pasos de mamá se escucharon por los pasillos.

-A ver, los dos se me van calmando y me dicen la razón de su pelea.-una mujer de unos cuarenta años, cabello castaño claro y unos hermosos ojos azules nos mira con los ojos entrecerrados.

-Ian rompió mi computadora, él tiene la culpa señora.-comento intimidada por su mirada, mi madre podría ser una mujer muy cariñosa, pero era como el mismísimo hielo cuando se trata de mí o Elliot, para ella su favorito era Ian.

-¿Qué Ian hizo qué?-preguntó sin poder creerlo, ¿Ven a lo que me refiero? Incluso cree que es un ángel.
-Fue un accidente ma, yo ya se lo dije, pero no me quiere perdonar.-comenta haciéndose el inocente, algo que en realidad, en esta ocasión si lo era.

-Alÿsha Marie Cook Álvarez, ¿Podrías simplemente perdonar a tu hermano? No lo hizo apropósito.-Sus labios pronuncian mi nombre completo con un deje de autoridad, pestañeo varias veces y miro a Ian con los ojos entreabiertos, su sonrisa de “Hey, soy un idiota con cara de niño bonito y de apariencia de ángel” aparece en su rostro y me dieron unas terribles ganas de matarlo.

-Lo siento.-murmuro lo suficientemente alto como para que mi madre y Ian escuchen, Ian ríe y se me acerca.-Te juro que te mato si me haces decir eso otra vez.-susurro en su oído al momento en que me abraza, el ríe y besa mi frente.

-Yo también te amo Alÿsha, y te digo que en cuento pueda arreglar tu compu lo haré-dice alejándose, mamá lo mire con una enorme sonrisa plasmada en su rostro y suspira, se da la vuelta y se aleja de mi habitación, Ian hace lo mismo sin dejarme golpearlo siquiera.

Frase que siempre recordaré: A veces pienso en las cosas de la vida y me niego a aceptar que es cierto.

Heslow: