Welcome to Pensford!

Isla 

Todos los demás se habían ido aunque Azul y yo seguíamos sentadas en los sillones de la casa de Niall, y por más de que así le llamara sabía que también era mi casa. Habían pasado tantas cosas allí y por más de que tal vez no es de lo apropiado, todas las noches que me había quedado a dormir me traían muchos recuerdos que me gustaría repetir. Azul y Dylan estaban sentados en el mismo sofá, justo delante de mi, cuando Bobby entró por la puerta y notó mi presencia. 
—Is ¿Les gustaría quedarse a comer?— Podría hacerlo por gentilidad o por la relación que habíamos desarrollado de padre e hija pero no. No se trataba de eso, se trataba del sentimiento que más aborrezco, se trataba de pena. Y aunque mis sentimientos no eran los mejores con ello, asentí. Asentí porque no quería ir a casa, porque tenía el estomago vacío, porque no quería donarle mi comida a Azul. 
—Si no es mucha molestia.— Dije con la voz un tanto cansada, mi segundo padre se acercó y despeinó mi cabellera chocolatada con su mano. 
—Nunca es una molestia. — Luego de que él se retirara, todo se quedó en un tranquilo silencio, Niall había ido a meter a todas las gallinas en su correspondiente corral, y aunque crean que es fácil, las gallinas pueden correr bastante rápido, más después de un día agotador como el que Niall y yo habíamos tenido. 
Los dos chicos que tenía delante podrían ser mejores amigos pero eran tan diferentes; Azul se mantenía seria, casi triste. Parecía pensar por qué su madre la había mandado allí, aunque ya supiera la respuesta y parecía apenada por ella.  Mientras que Dylan... Dylan había cambiado bastante su cara, al principio estaba enojado, con el entrecejo arrugado, al igual que su nariz. Sus cejas se trataban de juntar en un punto. Luego -y esto me estaba enojando bastante- nos miraba con desprecio, como si el fuera alguien mucho más importante que nosotros para compartir el mismo espacio y aire. Sus ojos se posaban en mi y con solo su mirada me hacía sentir inferior. "Pero que te pasa Isla, tu no eres así". Eso era lo único que podía pensar mientras trataba de evitar la mirada de aquel chico y en cuanto reaccioné mis ojos se enfrentaron a los suyos, y por más de que él era bueno sosteniendo miradas, yo era aun mejor, gracias a Dios.  
Pasaron unos minutos y justo en cuanto Maura nos llamó para cenar Niall entró en la casa un poco más manchado de lo que se había ido, una pluma colgando de su hombro. 
— Qué le habrás hecho a la pobre gallina — Me burlé de él como siempre lo hacía. En eso se basaba nuestra relación, en reírnos del otro. Aunque nunca nos enojábamos y solo habíamos peleado una vez cuando teníamos catorce años, no voy a desviarme hacia esa anécdota pero tal vez en otra ocasión sepan qué paso. Él me tomó por el cuello y revolvió mi cabello. 
Cuando nos acercamos, Maura me pasó los vasos a mi, los platos a Niall y en cuanto le pidió a Azul que ponga los cubiertos todo explotó. 
—¿Se supone que yo tengo que ser su sirvienta? No es por nada, pero no pienso hacerlo. — Y ahora nos miraba exactamente igual que como lo hacía Dylan, como si fuéramos inferiores. 

Dylan

—¡Simplemente te está pasando los cubiertos! Agrupas un cuchillo con un tenedor y YA. — Isla era la persona mas fastidiosa que yo conocí en mi vida ¿Cómo es que estas personas la quisieran tanto? Y es una lástima porque enserio es linda, si mantendría su boca cerrada sería perfecta, pero la perfección no existe. 
—Azul, el punto no es que seas nuestra sirvienta sino que aprendas una lección. — ¿Una lección? ¿Lección de qué? ¿Por cual razón estas personas tendrían que enseñarnos algo a nosotros, que habíamos cursado a uno de los mejores colegios privados? Mi muy querida Blue no volvió a abrir la boca hasta que habría terminado de poner los cubiertos en sus lugares correspondientes -aunque cada vez que los colocaba golpeaba con todas sus fuerzas la pequeña mesa de madera-.  
—¿Ahí está bien?— Fue lo único que dijo con un tono tan malo que hasta Maura se volteó a mirar si enserio estaba refiriéndose así hacia ellos. Yo, por mi parte, seguía en el mismo sitio desde que habíamos pisado esa casa -si así me podía referir a ese lugar-, mientras observaba todo y a todos silenciosamente. 
Luego de la escena, Bobby entró en la cocina y tomó asiento en la cabecera de la mesa, todos los demás se las arreglaron con las otras sillas. 
—Dylan, acércate a la mesa.— Claro que no lo haría, me habían insultado a mi y mi mejor amiga ¿por qué compartiría una cena con ellos? — Por favor.
—No tengo hambre. — Todas las personas presentes me miraron, pero por segunda vez Isla mantuvo su mirada con la mía. Era difícil de admitir pero anteriormente ella me había vencido, no podía dejar que eso volviera a ocurrir.
—Agradecería que dejaras de mirarnos como si tuviéramos ébola.— Luego de unos minutos todos comenzaron a comer pero esta chica era testaruda, era insoportable. 
—Si fuera tú no me metería y me iría a limpiar algo.— Juro que en ese momento Niall fijó toda su atención en mi y pude oír como su cerebro le decía al mío que no debería haber dicho eso. Y entonces supe por qué. Isla se paró de su asiento y se acercó peligrosamente a mi ignorando los llamados de los dos mayores presentes en la casa.
—No todos aquí nacimos en una cuna de oro, no todos aquí tenemos la suerte de no hacer una mierda en todo el día y poder seguir teniendo lo que tu culo de niño de mamá quiera. No todos aquí somos unos idiotas, así que piensa en tu madre que te ha dado a luz, piensa en como todos los días se rompe todo trabajando para que tu le pagues diciéndole a alguien que vaya a limpiar. — Podía sentir su aliento desde donde me miraba, tenía sus ojos verdes tan cerca que casi podía ver su alma. Me había robado el aliento, no sabía que decir. 
Aunque ella no espero una respuesta, simplemente les agradeció a los Horan por todo y pidió perdón por lo ocurrido.
 —Te espero junto a Estrella.— Luego de eso se dio la vuelta y se fue. Y pensar que este solo ha sido el primer día de los próximos diez meses. 

Isla

Era patético. Todo en ese chico era patético. Pero yo había actuado igual de idiota. Dios mío, él sabía como hacerme enojar. Tan solo unos instantes después -y sé que eso solo me pareció a mi- Azul salió de la casa y al verme sobre mi caballo comenzó a chillar. 
—¡Un caballo!— Corrió a la par de mi preciosa Estrella y le acarició el hocico. 
—Sube— Respondí mientras la ayudaba a hacerlo. — Agárrate de mi si lo necesitas. 
El camino a casa era algo largo, ya que mi pequeña choza se encontraba muy cerca de la costa de Pensford, porque mi padre es pescador. Sin embargo el viaje fue relativamente corto, y le agradezco a Azul por no haber hablado en todo el recorrido. Solo volvió a hablar cuando le mostré mi cama, donde ella dormiría. 
— ¿Y tú donde descansas?— Tomé unas sábanas y se las entregué para que se hiciera la que ahora sería su cama. Eso no le resultó agradable pero trató de ocultarlo, cosa que valoré. 
— Estaré en el sillón.
—Gracias por dejarme aquí.
—Tampoco te creas que es como tu cama debe ser, con suerte estarás mas cómoda que yo- Apagué la luz y me retiré de allí deseando no haber dejado la cena en la mitad, en realidad estaba hambrienta.