Fly away from here [Draco Malfoy] CANCELADA TEMPORALMENTE

El partido fue mas que genial, porque no solo la pase con Cedric o con Amos, sino que con mi primo, los gemelos, Ron, Ginny y Hermione, sin olvidar a Bill, Charlie y el señor Weasley. No diré que me gusto pasarla con Percy porque lo único que hacia era hablar sobre el estúpido ministerio y de sus jefes. Era el único Weasley que no me había caído bien, y estaba segura de que así seria por siempre.

Luego de la celebración por haber ganado Irlanda, cada uno se dirigió a sus respectivas carpas, por lo tanto me despedí de mis amigos prometiéndoles que los visitaría de lo que quedara de las vacaciones, y claro, después de cobrarle la mitad a los gemelos por haberles dicho quien ganaría y como ganarían. Mis visiones aun eran un misterio para todos, pero les asegure que ganaríamos dinero si seguían mis consejos de anotarse en la lista de apuestas de Ludo Bagman ¿Quien mejor que Effy Potter para las apuestas? Nadie, nadie mas que yo, o al menos que haya otra persona que pueda ver el futuro.

Una vez en la carpa, nos acomodamos para comer algo e irnos a dormir, aunque la celebración seguía, Amos estaba realmente cansado, argumentando que ya no era joven como nosotros, pero que Cedric y yo si podíamos ir a la celebración. Su tono pícaro no lo disimulo al igual que sus cejas levantadas una y otra vez. Cedric seguía incomodo al igual que yo, pero ¿Que mas podíamos hacer? Aunque ambos nos encontráramos en una relación, Amos seguiría molestando de que éramos mejor como pareja. Ya cuando Amos se durmió, lave los platos y los deje arriba de la mesada para que Cedric los secara. Agarre el profeta y comencé a leer las noticias de aquel día, ya que no había tenido tiempo de leer nada.

Y sin pensarlo, sin desearlo, un sonido agudo paso por mis oídos aturdiéndome, y la visión vino sola.

Era un hombre, un hombre el cual no pude distinguirle la cara, pero levantaba su brazo al aire y con un hechizo, apareció la marca tenebrosa. Luego imágenes de gente muerta apareció, estaban siendo atacados por los mortifagos que ocultaban sus rostros tras una mascara. Mataban y masacraban a las personas sin ningún tipo de lamento.

Volví a la realidad cuando Cedric me sacudió el brazo, me había parado sin darme cuenta, pero de inmediato con las piernas temblando corrí hacia el baño y vomite todo lo que recién había comido. Mire mi reloj digital que se haya en i brazo derecho, marchaban cinco minutos antes del ataque.

- ¿¡Effy!? ¿Que sucede? - pregunto Cedric levantando mi cabello cuando volví a vomitar.

- Ya vienen - susurre.

- ¿Quienes? ¿Quienes vienen? - insistió sin entender.

- Los mortifagos - dije casi sin aliento.

Me incorpore con rapidez y fui hacia donde estaba la cama de Amos, lo sacudí un par de veces hasta que el abrió los ojos y me pregunto que era lo que sucedía.

- Vienen los mortifagos ¡Levántese ahora! - grite, corrí hacia una mesada donde había dejado mi varita y la tome firme, lista para el ataque.

- ¿De que hablas? - pregunto Amos.

- ¿Que viste, Effy? - dijo Cedric tomando también su varita.

- Van a venir, colocaran la marca tenebrosa para anunciar que el esta devuelta.

- ¿Quien? - susurro Amos levantándose.

- El innombrable.

Amos negó con la cabeza y se río, Cedric y yo lo miramos sin entender. ¿Puede ser que el era un secuaz de el o algo por el estilo? Desconfiada, apunte mi varita hacia el, alejándome pasos. Amos corto su carcajada y me miro frunciendo el seño.

- ¿Que haces, Effy?

- ¿Acaso estas con el? - pregunte con la voz temblando. No por miedo a enfrentarme a un mortifagos sino por el miedo de que una persona querida sea un traidor.

- ¡Espera, Effy! ¡Mi padre no sabe sobre tus visiones! - exclamo Cedric levantando las manos.

- Es verdad, es verdad. Perdón - suspire y tome una bocanada grande.

- ¿visiones? ¿Estuvieron tomando?

- Papa, Effy tiene visiones. Y no es broma, no es tiempo de demostrártelo.

Deje a Cedric y a Amos hablando, ya casi faltaba un minuto para el desastre. Salí corriendo de la tienda sin hacer caso a los gritos de Amos o Cedric.

- ¡Ya vienen! ¡Vienen los mortifagos! - grite con fuerza, pero nadie me escuchaba, me miraban raro pero volvían a festejar la victoria de irlanda.

Cansada de gritar y de recibir insultos, lance un hechizo provocando una enorme llama por el camino, haciendo que las personas se cayeran hacia atrás para que no les quemara.

- ¡Ya vienen los mortifagos, carajo! ¡Deben irse ahora mismo! ¡O todos ustedes morirán!

Barty Crouch me tomo con fuerza el brazo, provocando que lo mirase repentinamente. Su rostro estaba duro y serio, casi amenazante.

- ¿Que demonios significa esto? ¿Quien eres? ¿Como sabes que vendrán?

Me libere de el con fuerza, lo mire por escasos segundos antes de hablar. ¿Debía confiar en el? El era del ministerio, era el jefe de Percy ¿Y si era tan idiota como este? Por algo el otro estúpido lo alababa tanto, pero no debía pensar demasiado, porque había vidas que salvar.

- Soy Effy Potter - dije levantando la barbilla con orgullo - Mi habilidad es ver el futuro mediante visiones. Ellos vendrán y anunciaran con la marca tenebrosa su regreso.

- ¿El regreso de quien? - murmuro, impactado.

- Voldemort.

Y con solo decir su nombre, miles de hechizos vinieron en mi dirección, lo cuales los esquive al igual que Barty. Los mortifagos habían llegado y comenzaron a atacar. Las personas corrían desesperadas, y solo pude voltear y ver a Cedric y Amos abriendo la boca, viendo el espectáculo con temor. Grite para que reaccionaran y así lo hicieron, corrieron hacia el bosque, donde todos iban.

- ¡Effy! ¡Debemos irnos! - grito Cedric, pero no pude correr con el, porque algo me estaba llamando hacia cerca donde los mortifagos atacaban.

Forcé la vista, y vi una pequeña niña gritar, pidiendo ayuda porque su pie había sido lastimado. Nadie la estaba ayudando. Mire a Cedric y negué con la cabeza, el siguió llamando y trato de avanzar hacia a mi, pero las personas simplemente no le permitían porque estaban desesperados por seguir. Perdí de vista a mi amigo, así que corrí hacia la niña lo mas rápido que pude, atacando y esquivando sus ataques. Los pulmones se me estaban quemando por la falta de aire, mis piernas casi no podían moverse sin tropezar. La gente me chocaba y me tiraba, sin siquiera ayudarme a levantar. Cuando vi que la niña se arrastraba hacia mi y un mortifago iba a atacarla, corrí con mas fuerza y la abrace, deseando que el ataque sea dirigido hacia a mi y poder darle la oportunidad a la niña de vivir.

El rostro de los que ame aparecieron en mi mente; Mis padres, mis abuelos, Harry, Los Weasley, Hermione, Daphne, Cedric, Amos, mi lechuza Sky, y Draco, Draco Malfoy fue el ultimo que apareció.
AL parecer no íbamos a tener nuestra historia de amor... y solo ese pensamiento hizo que una lagrima se resbalara por mi mejilla.

Sentí sobre mi espalda un fuego quemándome la piel, haciéndome apretar los dientes. Apreté con mas fuerza la niña que lloraba, pude sentir su miedo, su desesperación y angustia, las cuales se volvieron uno con la mía.
Pero de repente, el dolor paso, respire con naturalidad y me pregunte si ya estaba muerta. Solo me vi en un espacio blanco, donde podía ver fénix de todos colores danzando con sus alas.

Abrí los ojos, comprobando que no estaba muerta. Pero me sentía mas fuerte, sin ninguna herida y sin ningún cansancio. ¿Que no me había dado un Avada Kedavra? Lo escuche claramente cuando había pronunciado aquel maleficio imperdonable. Gire mi cabeza, y vi que varios mortifagos estaban observándome, parados. Vi como otro tomaba su varita apuntando. Saque la mía y me incorpore.

- ¡Avada Kedavra! - grite al mismo tiempo que el hombre lanzo un hechizo hacia a mi, pero el mio fue mas fuerte y logro matarlo.

Agarre la niña entre mis brazos y comencé a correr con todas mis fuerza, aun esquivando sus ataques y casi tropezándome, pero mis piernas ya estaban sintiendo correr la adrenalina, lo que me hizo aumentar mas la velocidad. Llegamos al bosque donde encontré personas, una mujer se acerco llorando y abrazo a su hija con fuerza, dándome las gracias una y mil veces. La escena me enterneció, porque yo hubiera deseado que después de todas las cosas que había vivido mi madre me abrazara así.

- ¡Effy! - escuche gritar a Cedric y a Amos. Una vez que estuvieron al frente de mi me abrazaron con fuerza. - ¡Nunca mas! ¡Nunca mas vuelvas a darme la espalda así! - grito Cedric sacudiéndome los brazos.

- Estoy bien, tenia que salvarla - dije para tranquilizarlo.

- ¿Sabes el susto de muerte que me has echo pasar? - Me regaño Amos - ¡Por mas que tus intenciones fueron buenas, podrías haber muerto! ¡Soy responsable de ti! ¡Y tus abuelos hubieran muerto si algo te hubiera pasado!

- Lo se, Amos. Pero ya explique que fue por una buena causa. Estoy viva y eso es lo que importa - dije con calma. Sabia que no debía empezar a discutir, porque estaba en riesgo de que el me mandara derechito a mi casa y eso significaba la estúpida academia francesa.

- Effy Potter - escuche la voz de un hombre llamándome. Voltee y vi hombres con trajes, debían ser del ministerio - Debemos llevarla para hacerle unas preguntas.

- No, gracias - dije secamente volteándome de nuevo.

- No creo que entienda, usted debe...

- Se lo que debo o no debo hacer, pero me importa una mierda ir justo ahora con ustedes.

El ambiente se lleno de tensión, no me había dado cuenta de que todos nos miraban, algunos susurraban por lo valiente que era por contestarle, otros decían que era una mocosa maleducada pero poco me importaba.

- Usted utilizo el Maleficio Asesino.

Con eso hizo que todos comenzaran a hablar mas fuerte y algunas mujeres chillaban. Las personas me miraban como si fuera un bicho raro y algo de que temer. Levante la barbilla en alto.

- Fue para defenderme a mi y a esa niña. De lo contrario las dos hubiéramos muerto. ¿Pero donde estaban ustedes? Jugando ¿No? Porque si yo no llegaba a tiempo, hubiera habido una persona mas, y no es cualquier persona es una niña que tiene un futuro por delante.

- Ya es suficiente - dijo un hombre de cabellera rubia larga acercándose. Era Lucius Malfoy. - Deberá acompañarnos, Señorita Potter. Son las reglas.

- ¡No pueden llevar a Azkaban a una niña de catorce años! - replico molesto Amos - ¡Ella solo se defendió de...!

- Si, lo sabemos Diggory, pero Crouch quiere verla. Ya han encontrado a tu primito. Y me imagino que querrás estar enterada de todo lo que sucedió.

¿Harry? Ahora si que las cosas cambiaban. Mire a Cedric quien me miraba preocupado. Le asentí con la cabeza y el me devolvió el gesto. Dirigí mi mirada a los del ministerio de magia y simplemente tomaron de mi brazo. Aparecimos en el despacho del ministro de magia, me pidieron que tome asiento, por lo cual lo hice. Estaba cansada, muy cansada, así que recosté la cabeza en el escritorio, y de inmediato dormí profundamente.

Al otro día.

Me desperté en una habitación muy parecida a la que tenia cuando iba a Hogwarts, escuchaba las lechuzas cantar y el sonido del pequeño viento que había. tarde un poco en darme cuenta que de verdad estaba en Hogwarts. Me incorpore aun sorprendida, pero feliz. Sonreí un poco y vi que en la mesita ratona estaba una nota.

" Querida Effy:

Ven a verme a mi oficina una vez que hayas despertado ¿Que te parece tomar el te juntos? Podemos ir a la cabaña de Hagrid y comer uno de sus ricos pasteles ¿Que tal la idea, querida? Por cierto, tengo una bolsa llena de caramelos de cereza, espero que te gusten.

Albus Dumbledore."

Sonreí ante la propuesta, había extrañado al viejo barbon ese, también a Hagrid. Me levante y volví a sonreír cuando vi que había una ropa doblada sobre arriba de otra cama. La tome y me la coloque, era una nueva chaqueta negra, ya que la mía estaba quemada; también había uno short negro con un cinturón, y una remera con el estampado de un león. Yo seguía siendo de Gryffindor.

Camine hacia el baño y me lave la cara para borrar un poco las manchas negras de mi mejilla, y moje un poco mi pelo, aunque realmente quería una ducha, quería darme prisa por mi encuentro con Albus.

Llegue al despacho del director, dije la contraseña y la escalera de caracol apareció. La puerta se abrió rápidamente y voló un fénix posando en mi hombro. Le acaricie la cabeza y allí estaba, alto con una larga barba plateada, con sus anteojos en forma de luna y su larga túnica color celeste claro. Me sonría con alegría, no tarde en devolverle la sonrisa.

- Después de todos estos años, es un gusto volver a verte - dijo pasando por el costado su escritorio.

- Profesor Dumbledore. - me limite a decir. Me di la vuelta y comencé a caminar hacia la salida. No quería un reencuentro lleno de amor y alegría, porque eso ya había pasado ayer. Mi frialdad y mi dureza habían salido a flote cuando recordé que el debía decirme algo una vez que llegásemos a la cabaña de Hagrid.

Dumbledore me entendió y me siguió, el fénix se quito de mi hombro y volvió a la oficina, parece que nunca salía de allí. Caminamos en silencio hacia la cabaña de el semi gigante, el cual ya tenia preparado las tartas y el te.

- ¡Effy! ¡Por Merlín! ¡Mira lo grande que estas! - chillo Hagrid soltando algunas lagrimas.

- No he crecido casi nada desde la ultima vez que nos vimos, Hagrid - sonreí negando la cabeza.

- Claro que si, hace meses que no te veo. Envíe tu regalo ¿Lo recibiste bien? Supe que estabas algo rebelde...

- Si lo recibí, gracias. Y no, no estoy rebelde, lo soy.

- Oh pues, ¿te gusto?

- Claro que si - asentí sonriéndole una vez mas.

Dumbledore y yo nos sentamos en nuestros respectivos asientos. Hagrid nos dejo a solas para que tengamos nuestra privacidad.

- ¿Va a decirme por que estoy aquí? - pregunte después de unos minutos de silencio.

- Oh si, disculpa, me entretuve con este rico pastel - dijo Dumbledore para después darle un sorbo a su te - Como sabrás, el efecto del maleficio asesino no tuvo efecto en ti, lo cual es raro.

- ¿Y por que es raro? - pregunte soltando un suspiro - No quiero ser maleducada con usted, pero valla al grano.

Dumbledore me miro a los ojos, totalmente apenado. No sabia porque estaba así, no sabia porque el maleficio no había echo efecto en mi, pero sentía que no era por una buena razón.

- Eres un fénix. - Contesto finalmente. Lo mire sin entender ¿Un fénix? ¿Me estaba jodiendo? - Jacob Potter y Helena Black habían intentado numerosas veces tener hijos, pero la naturaleza no le permitía esa bendición - empezó a explicar - Hasta que tu naciste, pero estabas a punto de morir porque tu corazón era muy débil. Fue tu madre quien fue al templo de los fénix. Nadie sabe donde esta, ni siquiera yo lo se, solo se que lo encontró y fue hasta allí de rodillas, pidiendo que por favor salvasen a su hija. Estaba contigo en brazos, y les rogó de nuevo que te mantuvieran con vida. El fénix líder, la madre y creadora de todos los fénix, la gran Effelia, decidió unirse contigo para darte vida. Por eso los maleficios imperdonables son inmunes a ti, excepto el de maleficio torturador.

- ¿Que? - exclame sin poder creerlo - ¿Me esta diciendo que soy algo así como mitad fénix?

- Si, creo que eso podría ser - asintió pensativo - La consecuencia, y era algo que tus padres sabían, era que no podías morir con ningún tipo de hechizos, podían dañarte, podían dejarte en un estado de inconciencia, pero solo eso te hacia mas fuerte en vez de debilitarte. No puedes morir. Jamás.

¿Acaso me estaba diciendo que iba a ser una inmortal? ¿Que iba a vivir y ver que todos los demás morían ante mis narices? El solo pensar así, sentí las inmensas ganas de llorar, pero no me lo permití. Reprendí las lagrimas.

- Y como haces ahora, tampoco tienes permitido llorar - continuo - Como sabes, los fénix con sus lagrimas pueden curar a las personas, pueden restaurar su organismo y sus heridas. Por eso te niegas a llorar, el fénix en tu interior no lo permite, no permite desahogarte de aquella forma. Esa es la explicación de la cual eres dura, fría, orgullosa, y desconfiada, porque si confías, luego te desilusionan y lloras. Para el fénix, las lagrimas son demasiado valiosas como para desperdiciarse, las usan para curar personas. Effelia solo te permitirá llorar para salvarle la vida a una persona, no para calmar tu dolor.

- Eso es mentira - me levante de golpe, y deje caer lagrimas sin importar reprimirlas - Si hubiera sido así, hubiera salvado a muchas personas, hubiera podido comunicarme con ella y haber salvado al menos a las personas que estaban heridas por el ataque de ayer...

- Pero salvaste a esa niña - dijo con calma, volviendo a tomar su te - Esa lagrima, hizo que la niña sobreviviera del ataque del mortifago. Si bien, su efecto tarda en procesar, pero esa niña iba a morir porque sus pulmones habían absorbido demasiado humo. Stefany, tu la salvaste. El fénix y tu la salvaron.

Comencé a caminar de un lugar a otro, limpiándome las lagrimas y diciéndome a mi misma que tenia que haber otra explicación.

- ¿Como un fénix puede ser inmortal? ¿Por que el fénix se unió conmigo? ¿Por que no fue con otra persona? ¿Por que tengo visiones? ¿Es por eso que tengo este estupido apodo?

Dumbledore termino de comer el ultimo pedazo de su pastel. Me estaba matando de los nervios verlo tan tranquilo como sino me hubiera revelado nada.

- El fénix muere y renace, son inmortales, por lo tanto, tu no mueres ni renaces, pero sigues con vida por siempre. Effelia se unió a ti porque ya había visto el futuro que tendrías, vio cuan importante serás en esta historia y por eso decidió unirse a ti. Ver el futuro era su don primordial. Y si, tus padres te llamaban así principalmente por Effelia, en honor a ella. Cuando naciste, aun no había decidido un nombre para ti. Stefany resulto lo bastante enmascarado para no obviar que eras el fénix que todos quieren.

- ¿Hay alguna manera de que me despegue del fénix sin morir? - pregunte, Dumbledore se puso aun mas serio.

- Si, la forma es que te vuelvas impura, seas lo suficientemente impura como para que Effelia se separe de ti. Pero no eres impura.

- Mi corazón tiene odio. - replique dejando caer mas lagrimas.

- Pero no es suficiente. Lo será cuando estés de lado de Voldemort, cuando tu alma sea maldita.

- ¡Eso nunca sucederá! ¡El asesino a mis padres! - grite soltando mas lagrimas.

Estaba furiosa, furiosa porque sentía que todo era una mentira, que nada podía hacer cuando realmente quisiera llorar y solo llorar. Ahora entendía porque me sentía tan culpable con solo derramar una lagrima, era una horrible sensación de egoísmo. Dumbledore se paro al frente de mi, y con un pequeño frasco, recogió mis lagrimas hasta después de veinte minutos. El pequeño frasco estaba lleno.

- Así no te sentirás culpable - murmuro mientras ponia el tapón en el frasco.

Me limpie las mejillas mojadas y me quede pensando ¿había algo mas que saber?

- Siéntate, hay otra cosa.

<< ¿Y ahora que? >> pensé lanzando un bufido, aun así le hice caso y me senté.

- Cuando hagas un maleficio imperdonable, no te enviaran a Azkaban, cuando practiques magia fuera del colegio, no serás expulsada. El ministerio no puede prohibirte porque eres por una parte una criatura con poderes de la naturaleza. De todas formas, tu fénix no te dejara usarlos para el mal, solo para defenderte o para el bien.

Asentí. Poco me importaba tener ese estúpido privilegio. Lo único que quería era saber como diablos podría hacer para morirme algún día junto con todas las personas que amaba.

- Y otra cosa mas - ¿Mas? Que mierda - Effelia tenia una hermana menor, no con tanto poder pero si poderosa. Ella se unió con otra bruja.

- ¿Con quien? - pregunte con la boca abierta.

- Ya puedes salir - dijo Dumbledore, dando una sonrisa y dirigiendo su mirada hacia la puerta de la cabaña.

La puerta se abrió y salio detrás de Hagrid, una muchacha rubia, con las puntas de color azul, sus ojos eran amarillos con un destello verde. Su ropa era muggle igual que la mía, solo que usaba un vestido blanco con flores de colores claros. Nos miramos a los ojos y, de repente, un fuego quemo en mi interior. sentía que ya la conocía, sentía que ella formaba parte de mi.

Ella me sonrío, pero aparte la mirada hacia Dumbledore, esperando a que la presentara.

- Effy, ella es Miranda Evans. Miranda, ellas es Effy Potter. Es tu hermana por parte del fénix.