Fly away from here [Draco Malfoy] CANCELADA TEMPORALMENTE

- ¿Se te ofrece algo? – dije con frialdad mirándolo de arriba abajo.

- ¿Podría sentarme aquí? Es que no hay más lugar. Y con los de Slytherins no me llevo bien…

- Qué problema el tuyo – replique haciéndolo ver que no lo quería conmigo.

- Puedo comprarte golosinas – extendió su sonrisa. Algo dentro mío paro por unos segundos.

<< El corazón >> pensé.

- Nombre – suspire con pesadez.

- ¿El tuyo o el mío? – dijo con humor.

- El tuyo, genio – revolee los ojos.

- Cedric Diggory. Es un placer… - hizo señas con sus manos para que dijese mi nombre.

- Effy, Effy Potter – Conteste, el me extendió mi mano pero simplemente no la tome. Su rostro estaba algo sorpresivo, pero algo me decía que no era por mi falta de educación – solo pasa, siéntate y cuando venga la señora con los dulces quiero que me compres algo ¿Trato?

- Echo – sonrió satisfecho. Cerró la puerta y se situó enfrente mío. – Y bueno ¿De qué casa serás?

- ¿Casa?

- Ya sabes, Gryffindor, Slytherins, Hufflepuffs y Ravenclaws. - Asentí recordando lo que sabia según mi visiones - En alguna de las cuatro casas debes quedar. Seria genial que quedaras en Hulfflepuffs.

- ¿Y eso por qué?

- Porque yo soy de allí – respondió contento. Negué con la cabeza.

- Preferiría Slytherins. – el chico arrugo la cara sorprendido.

- No creo que seas mala, generalmente los magos codiciosos y malvados van a esa casa.

- Entonces Revenclaws estará bien – me encogí los hombros.

- Debes ser muy inteligente e ingeniosa para entrar allí.

- Dime que Gryffindor no es tan malo y que me podrán admitir – suspire con pesadez.

- No, suelen estar los que son valientes y honorables.

- ¡Ahí entro yo! – exclame con euforia – Aunque no tenga nada de honorable, soy muy valiente – dije con orgullo, levantando el mentón.

- Estoy seguro que entraras allí – sonrió Cedric ¿Qué este chico no dejaba su estúpida sonrisa de una buena vez?

- ¿Y a qué año vas tú?

- A cuarto – contesto mientras sacaba unas cartas de su bolsillo – Hogwarts es divertido y se puede aprender mucho. Estoy seguro que te gustara.

- ¿Para qué son las cartas? – pregunte ignorando lo que había dicho anteriormente.

- ¿No crees que vamos a estar un poco aburridos mientras esperamos ir a Hogwarts? Juguemos al poker ¡Es divertido! Es un juego muggle, uno de mis amigos me enseño.

- No se jugar – hice una mueca.

- Yo te enseño – propuso y yo no me negué.

Había algo en el que me agradaba mucho. Era muy tierno y simpático conmigo, aunque yo fuera completamente asquerosa y mal educada con él. Pero siempre había sido así. Las personas nuevas me daban desconfianza, siempre había sentido la sensación de que no debía confiar en nadie ni en nada. Quizás fue por el sentimiento de abandono que sentía. Cuando era chica y preguntaba por mis padres, mis abuelos no sabían que contestar. Pensé que me habían abandonado con mis abuelos porque no me querían. Años después cuando comencé a poder controlar las visiones sobre el futuro que tenia, decidí invertir mi don volviendo hacia el pasado. Un terrible error. Una niña de nueve años no podía controlar muy bien sus dones. Eso provocó que tuviera pesadillas viendo como Bellatix y Voldemort (o como la mayoría le dice El-que-no-debe-ser-nombrado) mataban a mis padres. Descubrí que mis abuelos no eran mis abuelos, que yo era una hechicera y que tenía un gran destino por delante. Podía parecer genial mirar el futuro pero no, en verdad no lo era.

Mientras las horas pasaban, Cedric fue un gran profesor en cuanto me comenzó a explicar de qué consistía el juego, aunque varias veces me lo explico cuando comenzamos a jugar señalo que era realmente buena. Yo le regale una de mis sonrisas pequeñas y él me devolvió el gesto pero exagerado.

- ¡Ya estamos llegando! ¡Ya estamos llegando! – se escucho a un niño gritar de emoción.

- Que estúpido – negué con la cabeza mientras veía como Cedric guardaba las cartas - ¡Hey! ¡Estaba ganando!

- En cuestiones de minutos bajaremos y ni siquiera nos pusimos los uniformes – replico con una sonrisa. - ¿Te cambias tu primero o yo?

- Primero tu – dije levantándome. – No te tardes.

Salí de allí y me apoye al lado de la puerta esperando a que Cedric se cambiara rápido. Habíamos estado todo el tiempo tonteando con el juego que nos habíamos olvidado de ponernos los uniformes. Los estudiantes pasaban mientras hablaban los unos con los otros. Algunos me dirigían miradas de mala manera y otras curiosas. Todas las ignore. Me importaba una mierda de lo que pensaran de mí.

Minutos después cuando ya comenzaba a hartarme, centre mis ojos en un niño con pelo platinado que debía tener mi misma edad. Sus ojos grises se encontraron con los míos. Y en ese momento…




- ¡Effy! – escuche gritar a Cedric a mi oído. Yo me sobresalte y lo mire confundido. El mostraba preocupación en su rostro – Ya te puedes cambiar.

Yo asentí algo abrumada por la visión que había tenido. Comencé a cambiarme con rapidez antes de que a Cedric se le ocurriera entrar. Empecé a sentir una angustia fuerte en mi pecho, un dolor casi insoportable dentro de mi ¿Qué iba a hacer? Pero ¿A qué situación me estaba enfrentando? No lo sabía realmente, solo sabía que no debía conocer a ese chico. Solo sabía que él era un peligro para mi existencia y para muchos otros. Quien quiera que fuera ese tal Draco Malfoy (según en mi visión) no iba a entrar en mi vida por nada del mundo. Y punto.

- ¡Los de primero por aquí! – grito Hagrid mientras sostenía un farol.

- Bien, aquí nos separamos – se encogió los hombros Cedric. Yo lo mire algo triste – Nos veremos en el comedor ¡Hasta pronto, Effy! – se despidió agitando la mano mientras se reunía con sus amigos.

Genial, ahora quedaba sola como estúpida. No es que me gustara la compañía de Cedric, sino que era el único que conocía y soportaba un poco. Camine dirigiéndome a las canoas. Hagrid me sonrió desde lejos y yo le devolví la sonrisa. Al subirme a la canoa, observe al chico de lentes que era mi vecino en el mundo Muggle, estaba sentado junto con un chico pelirrojo. Desvié la mirada de ellos dos y me coloque mi reproductor de música. Quería al menos distraerme y estar tranquila al menos unos minutos.

- ¿Cómo has estado, Effy? – pregunto Hagrid una vez que estuvimos en tierra.

- Bien, tío – conteste sonriendo.

- Creí que…

- ¿Iría a la escuela de magia en Francia? No, gracias. – me encogí los hombros y seguí caminando con el grupo de chicos de primero.

Ahora si entraríamos a nuestra escuela, la que sería el centro de nuestras vidas por los próximos seis años.

Una visión me ataco con fuerza cuando observe una de las torres. Allí arriba veía como bailaba el flamenco que me habían enseñado a bailar mi abuela. Podía sentir la música y la pasión por todo mi cuerpo, danzando una y otra vez. Mis pasos eran firmes, delicados y llenos de poder. Mi mentón bien en alto como solía hacerlo cada vez que el orgullo se apoderaba de todo mi ser. Ahora era el orgullo y la pasión quienes controlaban mi cuerpo. Era hermosa, yo era hermosa con la danza. Mis rasgos más maduros y femeninos. Una visión de mi que nunca antes había tenido tan clara. Y en cuanto termine el baile, le sonreí al chico de pelo platinado que aplaudía y sonreía con cariño. Sentía todo mi corazón acelerar una y otra vez.

- ¿Estás bien? – pregunto el pelirrojo mientras me sacaba de mis pensamientos.

- Si – asentí aun abrumada. Esto no podía ser cierto.

- ¿Otra visión? – pregunto Hagrid en un susurro.

- Si, Hagrid. Otra visión.

Y esperaba de todo corazón que no se hiciese realidad.

Una vez que entramos al castillo, comenzamos a caminar por los pasillos. Hagrid me había comentado de que la profesora McConagall nos llevaría hacía el comedor para que el sombrero seleccionador hiciera su tarea. No había preguntado que tarea tenia asignada, pero me di cuenta cuando recordé la conversación con Cedric. El sombrero elegiría la casa donde nosotros debíamos estar. Quizás ir a Hulfflepuffs con Cedric no seria tan malo. El es mayor y generalmente no me gusta las personas tan simpáticas como el, pero era el único que conocía en toda la escuela, a excepción de Hagrid por supuesto.

Cuando comenzamos a subir una de las tantas escaleras, una mujer con un gorro de bruja en la cabeza nos hizo señas para que parásemos. Era una mujer mayor con un aire de seriedad y autoridad. Me recordaba a mi abuela cuando estaba furiosa.

- Bienvenidos a Hogwarts - dijo la profesora quien debía ser McConagall - Ahora en un momento pasaran por aquí para reunirse con sus compañeros. Pero antes de tomar sus asientos serán seleccionados para sus casas. Son Gryffindor, Hulfflepuffs, Ravenclaws y Slytherins. Mientras esten aquí, su casa será como su familia.

¿Familia ese montón de desconocidos? Si claro, como no. ¿Enserio pensaba que yo iba a relacionarme con extraños? No me atreví a decirlo en alto, no quería problemas el primer día. Quizás el segundo si podría decir algo, pero por ahora me convenía mantenerme callada. Lo único que hice fue mirarla como si estuviera loca, pero ella no lo noto, o bueno, simplemente me ignoro.

- Con sus triunfos ganaran puntos - prosiguió la profesora - Sino respetan las reglas, los perderán. Y al final del año la casa que tenga mas puntos recibirá la copa de la casa.

¿Entonces cual era el chiste de ganarlos y después perderlos porque algún idiota no cumple las reglas? << No hables, mantén la boca cerrada >> pensé para mi misma. Además ¿Qué tanto drama por una copa? Cielos, era como si quiera que compitiéramos todo el tiempo.

- ¡Trevor! - grito un niño pasando por mi lado.

El niño recogió su sapo y le dirigió una mirada de disculpas a la profesora. Algunos soltaron risitas por debajo y otros dejaron ver claramente sus carcajadas. Yo no hice ni lo uno ni lo otro, ni siquiera sonreí. El niño se levanto y se disculpo con la profesora.

- La ceremonia de Selección comenzara en un instante - dicho esto ultimo camino hacia otra dirección dejándonos solos.

- ¡Es cierto! - exclamo una voz. La piel de repente se me erizo y senti un escalofrío recorrer toda mi espalda. Observe junto con otros chicos al rubio platinado quien mantenía una sonrisa irónica en el rostro - Lo que decían en el tren - aclaro al ver los rostros confusos - Harry Potter ha venido a Hogwarts.

- ¿Harry Potter? - mascullo el chico que era dueño del sapo.

Varios estudiantes comenzaron a murmurar sobre ese tal Harry Potter. Lo que me había sorprendido a mi, era que el muchacho tenia mi mismo apellido.

- Ellos son Crabbe y Goyle - señalo a sus amigos, miraba a alguien en especial pero yo estaba al lado del chico pelirrojo por lo que no pude distinguir bien a quien le hablaba - Yo soy Malfoy, Draco Malfoy - se presento poniéndose al frente del chico de ojos verdes y lentes. Así que ese era Harry Potter…

El chico pelirrojo que estaba a mi lado, sofoco una risita al escuchar el nombre del rubio. Draco le dirigió una mirada fulminadora.

- ¿Crees que mi nombre es gracioso? No tengo que preguntar el tuyo. Esa cara, y esa ropa usada y vieja ¡Debes ser un Weasley!

El pelirrojo lo miro con cierta impotencia y tristeza a la vez ¿Enserio ese niño mimado y estupido seria el atractivo y lindo chico que veía en mis visiones? Aunque con esa actitud, no importaba mucho lo exterior.

- Te darás cuenta que algunas familias son mejores que otras, Potter. No te conviene amistar con los equivocados - le dirigió una mirada a el chico Weasley - Yo te puedo ayudar - declaro dándole la mano.

Harry miro la mano de Draco y luego sin devolverle el gesto, volvió a mirarlo a la cara.

- Ya se quien es el equivocado. Muchas Gracias.

Sonreí al ver el echo de que no era un tonto que se dejaba llevar por tipos como ese Draco Malfoy. Justo la profesora McConagall, quien con un pergamino toco el hombro de Malfoy indicándole que se fuera a su lugar. El rubio le dirigió una mirada fulminadora a Harry quien la ignoro por completo.

- El momento llego. Síganme.

Las puertas del gran comedor se abrieron y entramos caminando dirigiéndonos al frente de todo. Observe el cielo maravillada al ver el techo, era como si se pudiera ver através de las paredes observando el hermoso cielo negro con nubes. Había velas flotando en el aire iluminando todo el lugar, y cuatro mesas donde habían muchos estudiantes observándonos con sonrisas, de alguna forma dándonos la bienvenida.

- El cielo no es real - dijo una chica de pelo castaño a mi lado - Esta encantado para que parezca el cielo nocturno. Lo se porque leí la historia de Hogwarts.

- ¿Y yo te lo pregunte? - dije con brusquedad y seguí caminando mas rapido.

Bien, no fue algo muy educado de mi parte, pero me costaba demasiado ser gentil y educada con un extraño. Antisocial, esa palabra me quedaba perfecta. Además de antipatica.

- ¡Esperen aquí por favor! - pidió la profesora justo cuando llegamos cerca de unos escalones. Observe intrigada el sombrero que estaba arriba de un pequeño banco. - Antes de comenzar, el profesor Dumboldor les dirigirá unas palabras.

El anciano se levanto de su silla que estaba en el medio de la mesa de los profesores. Recordé esa barba, esa tunica violeta y esos ojos a la perfección. El había sido quien me había dado en adopción a los Parker, a mis queridos abuelos. Me había sacado de mi escondite donde mis padres me habían puesto para que Bellatix y Voldemort no me acecinaran. Le debía las gracias.