Fallen Angel (Multicrossover)

Múltiples explosiones se  escuchaban por debajo de la primera planta de la casa en la cual vivía todo el equipo de Vali así como Asia e Issei. Aunque no lo demostrara se sentía tan frustrado de la forma en que hablaban del que fungió como su padre cuando toda su familia de dio la espalda solo por no ser de sangre pura y luego como lo maltrataron cuando se enteraron que poseía un Sacred Gear.

—«Compañero» —habló Albión sacando de su furia desenfrenada al chico.

— ¿Qué quieres? —preguntó con desgana para finalmente dejarse caer en el suelo de rodillas—. No me vengas con tu terapia de loquero barato —le advirtió antes de que empezara.

—«Sería bueno que no te involucres en el asunto de la excalibur, no a menos que quieras revelar tu identidad —le dijo de manera bastante prudente. Si Ddraig lo escuchara se reiría de él, pero vamos últimamente ellos dos hacían el papel de padre para sus actuales podadores.

—Se enteraran de todos modos. Creo… que sería prudente ir al inframundo y decirles a los Reyes Demonios que la descendencia del Antiguo Lucifer aún vive —dijo tomando una botella de agua que se encontraba en el suelo de la habitación—. Sería una buena opción iniciar por contarle a Rias y a Sona.

—«¿Y luego qué harás?, probablemente te persigan por eso» —preguntó con voz cansina el dragón.

—Amenazarlos con destruir todo el consejo de ancianos que probablemente serán los que se opongan, los actuales Reyes son más comprensivos, además hasta estoy siendo prudente. Que se queden con el trono del inframundo y toda esa mierda yo solo quiero pelear con personas fuertes y aun sin guerra existen de esas —murmuró masajeando su cuello. Miro a la pared donde se encontraban varias fotos de todos los chicos por todo el mundo desde Las Cataratas del Iguazú hasta en algún punto perdido en la Brecha Dimensional, tomo la toalla que se encontraba a lado de la botella y comenzó a secar el sudor en su rostro y en su cuello.

—Deberías de subir a comer —la voz de la ex-monja hizo que el chico saltara de sorpresa—. Todos nos preocupamos por ti y por Issei y sabemos que Azazel es como su padre y el hecho de que lo acusen de cosas como robar injustificadamente una espada es tonto, pero sería bueno que eso no acabe con su moral. Demuéstrenles a esos avaros que tú y Azazel no son así, y hablar con los demonios sería buena opción.

—Pues estoy hablando con una, Asia. Ahora mismo podrías ir con tu ama a delatarme —le dijo con una sonrisa tomando sus cosas para dirigirse a piso de arriba.

—Me ofende que me creas una soplona —dijo con fingida angustia—, pero no podría hacer eso siendo que fuiste tú quien me rescato del maldito de Diodora. Por cierto ve a tomar una ducha antes de ir a comer.



—Así que este exorcista será lo único que necesitarás para que la excalibur funcione por completo. Vaya cosa más aburrida, mis chicos ya han hecho ese trabajo —murmuró una persona en un trono, en frente de él se encontraba otro sujeto con cinco pares de alas oscuras saliendo de su espalda.

Detrás del sujeto del trono se encontraban dos chicos con nueve colas de zorro detrás su espalda y que máscaras cubrían sus rostros que evitando que alguien descubriera quien se encontraba detrás de ellas. Los zorros tenían flotando a su alrededor varias esferas brillantes color carmesí y en el suelo un circulo con varios signos escritos y en medio de este el cadáver perforado de un hombre de cabello rubio platinado. Las esferas comenzaron a brillar con más intensidad.

— ¿Qué es lo que le hacen al ambiente? —preguntó el ángel caído al notar que varias de las plantas de lugar se marchitaban y de estas salía energía que iba directo al cadáver.

—Reaniman a nuestro portador del excalibur por medio de senjutsu y el maná de las cosas, después de todo no les es muy difícil siendo un Yōkai de tipo kyubi—.

Ya que detrás del trono se encontraba un ventanal que daba paso a un jardín hermoso llenos de rosales sumado a  la fuerza con la que el maná iba hacia el cadáver, que era extremadamente alta, una estela color blanco se formó para terminar en el cadáver; entonces el caído vio con detenimiento, todos los rosales se secaron excepto un pequeño rosal con diminutas y adorables rosas rojas que se encontraba justo enfrente de donde la fémina de los zorros estaba.

—Hey aun puedes hacer uso de un rosal más —le dijo y ella negó con la cabeza.

—No. Solo me agradan las rosas rojas —murmuró sin despegar la vista del cadáver al cual con delicadeza inhumana los huesos que estaban perforando el pecho del joven volvían a su lugar acomodándose y dándole forma de nuevo a la caja torácica del exorcista.

—Y que tienen de especial patéticas florecillas—. A pesar de que la chica traía la máscara que cubría su rostro sintió su penetrante mirada y una pequeña risilla del joven kitsune a su lado no presagió nada bueno acercarse.

—Rojo, rojo como la sangre que correrá al iniciar la guerra en contra de los plumeros que se hacen llamar ángeles. Rojo como quedará el vaticano al terminar con su absurda dictadura—. El que antes era un cadáver ahora solo era el cuerpo de un exorcista inconsciente, de pronto este sentó y tomó una gran bocanada de aire. Asustado miro a todos lados hasta concentrarse en la kitsune—. Bienvenido de vuelta, Freed Sellzen—

—Bien el portador de la Excalibur está listo, ahora solo falta que cumplas tu parte Kokabiel haz la espada —ordenó.

—Por su puesto Rizevim —asintió con miedo el caído.



—Así que quieres hablar con mi hermana —preguntó la presidenta del consejo estudiantil mientras jugaba una partida de ajedrez contra Vali—, si no es una indiscreción ¿para qué?

—Podría decirle en este momento si promete guardar el secreto hasta que hable con su hermana presidenta —dijo Vali tomando el último caballero de Sona.

—Adelante señor Morningstar sorpréndame —ánimo la chica de anteojos moviendo su reina dentro del rango para derrotar a Vali—, Jaque.

—Mi verdadero apellido es Lucifer, quisiera decir un discurso muy rebuscado pero vamos al grado, mi abuelo es hijo del Primer Lucifer. Jaque mate —dijo adelantando su torre hasta el rey de Sona, ella se había quedado anonadada, había notado que Vali solo había estado perdiendo tiempo para contarle algunas anécdotas de su vida, pensó que el tal vez quería arreglar una cita con ella o solo huir de los rumores que circulaban por la escuela del pero jamás pensó que le fuera a liberar una bomba de tal calibre en ese instante.

—Llamaré a mi hermana inmediatamente —dijo ella—. Pero porque a ella y no inmediatamente ir con el hermano de Rias.

—Creo que dentro de todos los Reyes Demonio su hermana es la más comprensiva, después de todo por eso lleva el título de Leviatán ¿no? —La campana sonó y Vali se levantó del asiento—, me temo que por ahora me retiro, andaré por aquí si su hermana viene.

—Lo más seguro es que venga mañana, quiero decir es el día de demostración a los padres. Y no solo Serafall estará aquí, sino también el joven Sirzechs —dijo ella también levantándose para acompañar a la salida al joven lucifer.

—Lo tomare en cuenta, pero creo sería más prudente hablar con su hermana primero, si me disculpa presidenta —salió del salón y Sona simplemente se quedó estática allí.

—Un Lucifer —se limitó a decir.

—Entonces tú perteneces al linaje de Lucifer original —pregunto la chica de coletas quien después de hacer una sesión de fotos con los chicos de la academia de Kuoh decidió acompañar a su hermana menor para arreglar un pequeño asunto que había surgido.

—Así es señorita Leviatán —respondió educadamente el aludido—, no es como si fuese cosa del otro mundo, solo quería comunicar esto a los demonios, no quiero que me persigan hasta por debajo de las piedras cuando se enteren —masculló apartando la vista de la chica. Ella lo vio, apretaba con fuerza la mandíbula y los puños, dedujo que algo había pasado para abandonar el lado de los Reyes Antiguos, soltó una sonrisa comprensiva y colocó una de sus delicadas manos sobre la de Vali.

—No te preocupes Vali-kun, hablaré con Sirzechs-kun de este asunto —aseguró ella con una sonrisa.

—No use los honoríficos por favor —dijo él con una falsa sonrisa.

—Solo si prometes tutearme —Vali hizo un mohín pero aun así aceptó su propuesta con un asentimiento—, aunque creó el consejo pondrá un montón de peros para aceptarte de este lado —dijo ladeando un poco su cabeza.

—Aun esta la opción de amenazarlos a muerte —dijo él en broma—. La verdad que no me interesa que me acepte o no, simplemente me sugirieron que no me ocultará más y menos con el asunto de las Excalibur robadas—. El rostro de la Reina Demonio se tornó serio.

—Azazel dijo que el Hakuryuukou estaba con él y era su mano derecha, será posible que tú seas el Hakuryuukou —preguntó ella. Vali asintió al momento de que ella terminó de hablar—. Pero eres un demonio no es así.

—Mi madre era una humana así que por eso obtuve la Sacred Gear, detalles menores—. El timbre con insistencia comenzó a sonar anunciando el inicio de la nueva jornada escolar, pero ahora bajo la atenta mirada de los padres de familia.

—Suerte con tus clases Vali —se despidió la reina demonio y Vali se dirigió a su salón de clases.



—Perdone profesor pero que tiene que ver una escultura en inglés. Lo aceptaría gustoso si pidiera hacer, no sé, la estatua de la libertad o el Big Ben que representan las culturas occidentales de habla inglesa. Pero por favor fingir ser infantes solo para ponernos a jugar con arcilla —reclamó Vali viendo el bloque del material antes mencionado, cabe destacar que todos los padres lo miraban asombrados, su perfecto léxico inglés, cargado con elegancia y además su atractivo hacían que no solo a las estudiantes sino también las madres de estas les temblaran las piernas.

—Es una demostración de arte para sus padres —replicó el maestro de inglés.

—Ya termine —gritó con euforia Issei bajando la tensión que había entre el maestro, este miró hacia la arcilla del chico y levantó una ceja interrogante—, ¿Qué? Es Pou, idéntico al que tengo en mi móvil —chillo alzando las manos.

Una carcajada salió de alguien entre los padres que se encontraban al final del salón, sin excepción alguna todos voltearon a ver al hombre el cual salía la risa. Segundos después Vali e Issei se encogieron en sus escritorios maldiciendo de mil maneras a Azazel.

—A la dirección —ordenó el maestro a los dos chicos.

—De todos modos ni habla bien inglés —masculló Issei levantándose y yendo a la puerta—. Pero me vengare y exentaré el semestre —le dijo al profesor. Este simplemente negó masajeando el puente de su nariz. Todos lanzaron un suspiro de asombro. Era la primera vez que escuchaban decir una amenaza tal a un maestro y no demandarlo antes, ambos chicos sonrieron.

—Si claro, vayan a la dirección chicos —dijo en tono cansino el profesor, ambos asintieron y salieron del salón solo para ir detrás del viejo edificio a charlar.

— ¿Y qué pasó? —pregunto con emoción Issei

—Se sorprendió —

— ¿Y qué le dijiste? —volvió a preguntar con el mismo tono.

—Que se quedaran con el inframundo y que a mí me dejaran vivir en paz —

—Y…

—Cierra la maldita boca Issei no sé qué más pase de ahora en adelante y por mi mejor si no me toman en cuenta —masculló enfadado Vali.

—Bien, pero, y si no desearan dejarte a un lado —cuestionó sentándose debajo del frondoso árbol que se encontraba enfrente de la ventana que daba al salón del Club de Investigación de lo Oculto.

—Fingiré demencia —respondió iracundo a punto de hacer que Issei se tragara todas y cada una de sus palabras o al menos meterselas por donde le cupieran. Por su parte el castaño se limitó a asentir y recostarse en el pasto.

—Creí que los habían mandado a la dirección —de un salto se levantaron Vali e Issei poniéndose en guardia inmediatamente al oír al hombre detrás de sus espaldas.

—Vamos viejo, no te enojes. Además tu hija no se molestara porque estés aquí —le dijo de manera tranquila Issei. Baraquiel negó divertido.

—Quisiera decir que estoy aquí por ella pero las cosas se han acelerado terriblemente y algunas mitologías se han enterado del pacto—. De nuevo pero esta vez con emoción en su mirada saltaron ambos chicos desde el suelo.

—Enserio. ¿Patearemos traseros de otras mitologías? —preguntó con entusiasmo Issei. El cadre sonrió divertido al notar que los chicos que tenía enfrente aun no dejaban de ser los entusiasmados niñitos que conoció hacía ya diez años.

—No —respondió rotundamente acabando con los ánimos fervientes que tenían los chicos.

—Entonces —respondieron al unísono.

—Los Asgardianos y los Olímpicos quieren unirse a la tregua —ambos abrieron los ojos de forma descomunal. La campana sonó y su, de por sí ya pésimo, entusiasmo que andaba por los suelos se bajó más para quedar a tres metros bajo tierra—. A sus clases ya chicos, vamos que sería bueno que no los mandaran a la dirección de nuevo—. Ambos chicos procedieron a dar la vuelta para dirigirse a su salón—. Por cierto Vali tengo algo que decirte —el chico volteo a ver a su compañero y este asintió yéndose del lugar.

—Pero no te pierdas que no pondré ninguna excusa en tu nombre —dijo y desapareció de la vista de ambos.

—Azazel quiere que vayas con él a América —le dijo seriamente—, sabía que le ibas a revelar a los demonios de tu existencia así que antes de lidiar con todas las trabas y peros que te pondrán decidió darte un descanso—. Aún incrédulo Vali frunció el ceño y se limitó a asentir, total que podía pasar en América.

Como deseaba perder la cuenta del tiempo que llevaba sentado en esa silla pero el maldito reloj de pared  junto con su estúpido tic-tac le recordaban a cada segundo que pasaba que llevaba aproximadamente cuatro horas allí.

—El Capitán América así como su compañera Black Widow además acompañados de Iron Patriot detuvieron al Mandarín antes de que causara estragos de talla mundial —miró a la televisión de plasma que estaba situada encima de la puerta corredera que guiaba fuera de la sala VIP solo para encontrarse a los superhéroes antes mencionados por la rubia estadounidense.

—Si continúas así romperás la silla, Vali. Relajate y espera a que el avión llegue —Azazel tomó asiento en la silla contigua a él y sonrió despreocupadamente llevándose alguna especie de galleta con aderezo encima a la boca.

—Bueno las noticias no ayudan, temo terminar siendo secuestrado por algún americano —bufó señalando al hombre que sonreía a las cámaras—. No creo que él sea al que todos llaman Mandarín.

—Si es o no es no importa, solo es una cubierta para lo que pasó realmente.

—Y todos nos preguntamos ¿Qué sucedió con Iron Man? —dijo con cizaña una reportera, cabe destacar también rubia que entrevistaba a alguien. Las cámaras pasaron de la reportera a una chica de cabello blanco.

— ¿Qué más iba a pasar? —respondió con ironía—. Al borde del colapso por quedar sepultado bajo los escombros de la mansión de Malibú y como cereza del pastel bajo el agua, cariño, te suplico que no hagas preguntas con respuestas tan obvias—. La chica de la televisión con un vestido entallado color vino escaneo con la mirada a la reportera y después pasó la mirada al resto de estos, Vali soltó una risotada.

—Vaya chica, yo no me metería con ella —susurro como si aconsejara a la reportera.

—Señorita Stark es cierto que también la señorita Potts fue secuestrada —todos miraron con extrañeza al joven de cabello castaño que aparentemente tenía la misma edad que ella. La cámara la enfocó de nuevo a ella para que todos notaran como pasaba saliva.

—Desgraciadamente sí. Por eso aprecio los esfuerzos que hicieron tanto el Capitán América como Black Widow por encontrarla —habló con una sonrisa forzada y tomando con fuerza el podio en el que estaba.

— ¿Así que usted seguirá al frente de Stark Industries? —volvió a preguntar con tono profesional que al parecer encanto a la chica pues procedió a contestar inmediatamente.

—Claro, hasta que tanto Virginia como mi padre se recupere del shock y el estrés postraumático que el Mandarín les dejo—. El sonido de los aviones que se divisaban por el ventanal que se encontraba a un lado de Vali enmudeció la televisión y este desvió la mirada hacia la pista de aterrizaje.

—Señor Königseelen, joven Morningstar, su avión los espera —les dijo una azafata de cabello castaño y ojos azules, ellos asintieron se levantaron y tomaron sus maletas para luego seguir a la azafata hasta el avión que los tres abordaron. El caído y el demonio mestizo se acomodaron en un par de asientos y la azafata se dirigió a la cabina dejándolos solos.

—Y ahora me dirás porque los cuidamos María —pregunta una de las dos mujeres que se encontraban en la cabina, la pelirroja a su lado negó con la cabeza y sonrió.

—Un pequeño favor —murmuró ella encendiendo los controles para iniciar el despegue del avión.

—Hacia Stark, por favor. No es secreto que no le harías ni un favor aunque de eso dependiera tu vida —murmuró la mujer de melena marrón.

—No hacía Tony, Melinda, hacia Rennata —respondió.

—Crees que…

—No aceptara y menos si la siguen presionando. Pero si entra no me sorprendería que en algunos meses tengamos que llamarla directora —murmuró Natasha.

—Sí, bueno, no todas tenemos el valor de entrar a la misma habitación donde está un terrorista con tan solo unos tacones con pinchos—. El silencio inundó la cabina y los dos pilotos procedieron a elevar el avión.



Virginia Potts respiraba de manera errática presa de sus miedos, su frente cubierta de frío sudor y los espasmos recurrentes mostraban que fuera lo que sea que estuviese soñando no era nada bueno. La atenta mirada del joven Stark quien ahora era su psicólogo por excelencia pasaba en instantes a escribir cada reacción que tenía en el diario donde registraba todo lo que ocurría y decía cada vez que tenían una sesión. Un segundo después de que Dimitri dejara de escribir en el diario ella se levantó, miró a todos lados aterrorizada para al final encontrarse con Dimitri con una hermosa sonrisa angelical.

—Hola Pepper —saludó amigablemente. Se obligó a regularizar su respiración y relajó todo su cuerpo—. Deberías tomar un poco de agua —sugirió Dimitri distraído de nuevo apuntando cosas en su diario.

Soltó un ligero gemido y llevó sus rodillas hasta su pecho haciéndose un ovillo. La mirada atenta de Dimitri analizaba con detalle cada movimiento que hacía Pepper. El, a pesar de negarse, soltó unas lagrimillas en silencio, después lentamente estiro las piernas de nuevo, tomó el vaso de agua y bebió su contenido de un solo trago todo su contenido. Dejo vaso en la mesilla y observó en silencio a Dimitri quien no hacía otra cosa más que tomar anotaciones.

—Cuando dejaras de ser tan misterioso y me dirás que pasa Dimitri —le dijo sin rodeos. El Stark por su parte continúo escribiendo cosas. Algunos segundos después, los más largos para Pepper y cuando ella perdió toda la esperanza de que le contestara, suspiró.

—No es misterio, la psicología podría decirse que es una de las ciencias más difíciles pues que no podemos controlar lo que piensas y lo que sientes, no hay prueba y error como con una de las partes de la armadura de papá, no al menos de esa forma —a pesar de la explicación del chico negó con todas sus fuerzas. Odiaba sentirse así, débil. No podía estar así. Ella era el soporte de Tony, si ella se quebraba él también lo hacía.

—Pero… —intentó presentar su disconformidad pero Dimitri el corto negando con la cabeza.

—Pep, no tienes ni idea de las hipótesis que tengo que formular para ver de qué forma reaccionas, pero siempre me terminas sorprendiendo —se quitó las gafas y después tallo un poco sus ojos y la miró. Pepper al segundo noto el cambio de actitud de Dimitri. Paso de ser ese psicólogo altamente profesional graduado en Yale a ser de nuevo el adolescente que debería ser, con una sonrisilla traviesa y lleno de vida. —Pero siendo sincero hoy solo te deje dormir porque he notado que no duermes más de cinco minutos, eso te puede estar afectando también.

Virginia se descolocó y se mantuvo en shock por dos segundos. Si eso fue lo único que dijo porque después se levantó hecha una fiera. Apretó los puños con fuerza y también los dientes.

— ¿Por qué hiciste eso Dimitri? Se supone que debes hacer que superé mi trauma, no dejarme dormir a gusto —vociferó con enfado contra el chico. Dimitri encogió los hombros y se levantó de su cómoda silla de piel negra, se colocó sus gafas y se paró en frente de la pelirroja.

—Pepper, no todo son traumas. Además, no podemos avanzar si tu cerebro está cansado y no piensa con claridad. ¿Qué te parece si mañana continuamos? —cerró el diario y se alejó de Pepper.

Con los ánimos encrespados y sintiéndose una niña regañada por su padre tomó lo primero que encontró en su mano —que fue un cojín parte del sillón donde antes dormía— y se lo lanzó a Dimitri.

—Mañana nos veremos. No hay discusión, señorita Potts —dijo sin voltear cuando procedió a salir de la habitación.

El ruido era ensordecedor, no entendía cómo los neoyorquinos podían vivir como si nada entre un mar silbidos incesantes de los taxis que inundaban la ciudad como un cardumen de atunes amarillos acompañados de los improperios de los conductores de estos. Aunque todo se compensaba con el olor a chocolate que la pasada época decembrina dejaba. Miró hacia todos lados, listo para golpear a cualquier cosa que se le atravesase enfrente con ánimo que difiriera completamente de ayudarle o en el caso más normal dejarlo en paz.

Miró con curiosidad como los edificios inundaban su vista cada segundo. No importa de qué tamaño fuesen, forma y hasta de qué color siempre estaban uno detrás de otro, organizados como perfectas piezas de dominó listas para derrumbarse. De un momento a otro su mirada se centró en las personas que salían de cada edificio. Todos, hombres y mujeres, salían como autómatas uno tras de otro ataviados con pulcros trajes, y casi siempre con camisas blancas como uniformes.

—Dime que mientras estemos aquí no me harás vestir así —murmuró aterrorizado señalando al grupo de ejecutivos que salían de Oscorp, Azazel soltó una carcajada y negó con la cabeza.

—No todos son iguales Vali. Además, nosotros nos dirigimos a Stark Industries, y creeme, Norman Osborne y Tony Stark difieren mucho en actitud y gustos —aseguró el caído.

El auto donde viajaban se detuvo y Vali rogó con todas su fuerzas para que al salir se encontrará con el hotel donde se hospedarían, pero no fue así, su destino era totalmente diferente. Estaban frente a un imponente edificio que —como todos los demás— tenía enormes vidrieras en vez de muros, miró hacia arriba y por primera vez en mucho tiempo se sintió pequeño.

—Bienvenido señor Königseelen —su vista se fijó en la joven frente a él, con un vestido plisado color bermellón con el cuello en «v» con tacones negros y su cabello perfectamente acomodado hacia la izquierda en ligeras ondas.

—Gracias señorita Stark —habló Azazel cuando Vali aún estaba en embelesado viendo a Rennata—. Déjeme presentarle a mis sobrino, Vali Morningstar —el aludido despertó de su ensoñación cuando Azazel coloca la mano en su espalda.

—Un placer conocerla —murmuró con tono aristocrático. Su interior se retorció con ganas. Sabía que se debía comportar bien pero aquellas clases que en el castillo Lucifer le habían enseñado hacía tanto tiempo en se momento afloraron su «principesco» yo.

Ella escaneó con la mirada a ambos hombre y un escalofrío recorrió con fuerza su espina dorsal. Sabía que enfrente de ella se encontraban sus enemigos mortales. Miró al cuervo y una sonrisa traviesa cruzó su rostro pero dio la media vuelta antes de que el caído se diera cuenta.

—En la entrevista parecía ser completamente entallado —enterró su nariz en la bufanda azul rey que lo cubría del frío que aún se sentía pero no llegaba a calar en los huesos, apartó el abrigo color café que estaba ocultando las bolsas de sus jeans y metió sus manos en ellas para después seguir a la chica Stark y a Azazel.

—Entonces esta sería el último piso —finalizó Rennata con el recorrido a sus visitantes por la torre. Vali la miró incrédulo, se acercó al ventanal y allí vio el helipuerto y después señaló hacia allá.

— ¿Y qué hay arriba? La baticueva… no perdón, el pent-house de los Vengadores —dijo con ironía pero jamás espero que la chica, hija de Iron Man, le respondiera con un asentimiento.

—Digamos que está prohibido para los civiles —le dijo. El abrió los ojos como plato y de no ser porque su quijada estaba pegada con el resto de su cuerpo habría caído cerca de ochenta y siete pisos, eso sí la torre no tenía ningún sótano.

— ¡Hey! Azazel ¿Cuánto tiempo? —Rennata abrió los ojos desmesuradamente mientras que saltaba en su lugar.

—Papá… no, Anthony Edward Stark —grito la chica apretando con fuerza los puños.

—Sí, sí. Cariño haces un buen trabajo de CEO de Stark Industries pero relájate un poco —la chica rechino los dientes y cruzó los brazos sobre su pecho.

—El que debería de estar relajándose eres tú —masculló con ira la chica mientras que su padre simplemente sonreía.

—Y tú en la preparatoria, pero bueno —desvió su mirada al hombre de flequillo dorado—. Gustas algo de beber —le preguntó.

—Claro ¿Por qué no? —Miró a su sobrino—. Porque no paseas por allí con Rennata —dijo alegremente Azazel. La chica miró a su padre y noto que él asentía a la idea de Azazel.

—Pero…

—Relájate cariño…

— ¡Que no me digas cariño! —Resoplo la chica—. Está bien, está bien —dijo calmando su ira y yendo al elevador.

—Vamos, ve con ella —el joven demonio sonrió falsamente y tomó el gorro que cubría su plateado cabello y lo bajó hasta casi cubrir su rostro.

Ya adentro del elevador simplemente se produjo un silencio. Rennata en principio creyó sería incómodo y Vali también tenía esa idea pero todo cambió cuando el elevador en vez de que como siempre sonará una de esas aburridas piezas de Chopin para amenizar el lugar sonó American Idiot de Green Day.

—Apuesto a que si el capitán Rogers escuchara esto se muere —susurro riendo.

—En serio no comprendo cómo viven tan… alocada y ruidosamente —le dijo Vali.

—Bueno viniste al peor lugar de los Estados Unidos para buscar tranquilidad. Estas en New York, “la ciudad que nunca duerme” —dijo ella y después se quitó los tacones que traía.

—No se supone que ningún civil subía aquí que porque estamos arriba, señorita Stark —le dijo y ella sonrió.

—Yo vivo acá arriba así que para darte un tour por la ciudad no iré tan… así —se señaló a sí misma. Él la miró con detenimiento pero sus neuronas se negaron a hacer alguna sinapsis para decirle que se veía hermosa así.

—Bueno pues…

Cuando el ascensor se abrió ella salió corriendo con los tacones en la mano. Vali, por el contrario, a paso lento salió admirando todo el lugar. En tonos plateados y completamente reluciente. Casi podría jurar que todo estaba milimétricamente acomodado y si movía algo se notaría al instante.

—Pero que carajos, de cuando acá me interesa tanto los que puede pasar con cosas tan insignificantes como las humanas —murmuró sacándose el gorro.

—«Pobre niñato. No comprendes lo que sucede» —se mofó el dragón blanco.

—Quizá. No es muy difícil de adivinar pero, ella —miró por el ventanal  y ahora en definitiva no se sentía como hace algunas horas al llegar.

—Bien, podemos salir —alegó la chica apareciendo de entre uno de los corredores. Vali la miro y de nuevo se sorprendió. Ahora su cabello estaba completamente lacio y tenía un gorrito como el de él en color bermellón acompañado de un saco y unos shorts del mismo color, una blusa blanca y  unos converse blancos algo gastados.

El joven demonio sintió sus mejillas arder y volvió la vista a la ciudad de New York al atardecer. El reflejo de la chica se empezó a mostrar en el pulcro vidrio.

—Vamos. Aunque no habrá diferencia si salimos a las seis de la tarde o a las once de la noche. Las calles siempre estarán iluminadas —susurró también perdiendo su vista más allá de la ciudad, donde no había nada más que boque. Claro está que el resto de edificios la imposibilitaba viéndolo pero ella sabía que allí estaba.