secrets {one shots

Bad feeling, broken heart

Una sonrisa, inocente.
Un cruce de miradas, esperanzador.
Una charla, escasa.

Inocentes cosas que dieron a mi parte enamoradiza e imaginativa, una esperanza. Aun que la parte realista estaba ahí, cada ver que me perdía en sus ojos oscuros, hacía que la olvidara y diera paso a la otra parte de mi a hacer las mil y una historias sobre un posible romance.

Si, estoy un poco enamorada, no se si es exactamente dicho sentimiento, pero mi interior me dice que si en gran parte. Cuando le veo o estoy cerca de él; Se me hace un nudo en el estomago, estoy nerviosa, no puedo mirarle a los ojos por que me pierdo en ellos, le devuelvo tímidamente la sonrisa, hago todo por mi mano y si necesita ayuda se la presto...

Sin embargo hoy he vuelto a sentir lo mismo que la otra vez y no puedo evitar preguntármelo, ¿por que siempre tengo que fingir una sonrisa, pensar que estoy bien y si me habla de su novia animarle?

Si efectivamente hoy, mis sospechas se han hecho ciertas, definitivamente está saliendo con dicha rubia de bote. Pero sin embargo no podría hablarle mal ni nada por el estilo, por que encima es simpática. Aun así no podría, ya la otra vez lo probé pero no puedo odiar a nadie y realmente tampoco veo que tenga la culpa, ha sido cosa del destino. Se que le daré mi apoyo en cuanto a su novia, que me parecerá bien por que para mi ante todo es su felicidad, si él está feliz pues vale, yo lo soportaré. Si rompen, estaré allí si necesita una mano amiga o un pañuelo humano. Por que realmente siempre acabo sintiéndome así; Usada.

Tal vez debería ser más egoísta, no contestarle bien a ella y si él necesita ayuda negarse la. Pero sin embargo... Seamos realistas, no puedo cambiar, acabaré haciendo todo lo anterior dicho y acabaré como siempre triste y sola, en un lado de mi habitación mientras escribo como me siento.

Así estoy.
En mi pequeña habitación, escribiendo.
Y recordando el beso que me ha roto el corazón.

La luz entra por la ventana haciendo que me despierte de mi sueño profundo, me muevo de la cama refunfuñando entre las sábanas, al fin consigo abrir mis ojos y salgo de la cama. Apoyo los pies sobre la moqueta de madera para luego caminar lentamente, me pongo contra la ventana y estiro los brazos para desperezarme, a continuación voy hasta el baño. Este es moderno, en tonos blancos y negros. Me miro ante el espejo. Pero lo que consigo ver es mis ojos hinchados, mis rulos se ponen entre mi cara desordenados tapando un poco las enormes ojeras que se asoman por debajo de mis ojos también estoy bastante pálido, me empiezo a arreglar peinándome y lavándome la cara, incluso me pongo algo de maquillaje para tapar el horrible estado de mi cara. Después paso por el armario, me pongo los pantalones para luego tender sobre la puerta la chaqueta, la camisa y la pajarita. Paso por el pasillo hasta llegar a la cocina, me preparo un café con extra de cafeína y un par de tostadas, como rápidamente y luego me paso directamente a acabar de vestirme. Cuando ya estoy paso por la puerta, doy un último vistazo para luego marcharme.

Paseo por las nubladas calles de Londres hasta llegar al salón del hotel Versant, donde ella celebra su boda. El hotel es bastante lujoso, en cierta parte me alegro, está cumpliendo su boda de ensueño. Sin embargo no puedo quitarme de la cabeza su sonrisa, sus preciosos ojos y los labios que nunca conseguí probar. Paso por el ascensor hasta llegar a la primera planta donde ella debe estar arreglándose, en la puerta me encuentro a Helen su mejor amiga “no se puede ver a la novia antes de la boda” me dice ella con una risita, pero sin embargo le contesto con mal humor “eso es para el novio”, lo peor es que ella no ha hecho nada ni si quiera tiene la culpa de mi estado por lo que luego me siento culpable por mis palabras. Entro a la habitación, es completamente blanca pero con colores beis mezclados en las cortinas y las sábanas de la cama. Ella se está retocando su precioso cabello castaño, el cual está semi-recogido con unas flores sobre esta haciendo que su cabello no recogido caiga en ondas perfectamente formadas, el vestido es de una forma griega, blanco y de seda, con un poco de vuelo, un tanto ajustado a sus perfectas curvas. Ella me ve reflejado en el espejo justo detrás de ella, pide a las demás que se vayan de la habitación y me mira a los ojos con su preciosa sonrisa.

-Harry, dios te ves increíble, definitivamente ese traje te sienta muy bien-me dice ella abrazándome, haciendo que respire su aroma a rosas y esboce una sonrisa.
-te he traído algo, es algo que bueno tu madre me hizo prometer que te daría y como debes llevar algo viejo…-le dije sacando el colgante que traía en una caja.
-Oh, Harry es precioso, yo no..-intentó decir ella pero yo le tape suavemente los labios con mi dedo, para luego hacer que se girara y ponerle aquel colgante. Se le ajustaba perfectamente al cuello, cayendo sobre la parte alta de su pecho, justo en medio de las clavículas.- Gracias- me dijo ella sonriendo otra vez- ¿Puedes creértelo, yo en mi propia boda?
-Por su puesto, además estoy seguro de que seguramente eres la novia más guapa que se ha casado en el mundo-le dije yo siendo algo sincero.
-No digas eso, por favor-me replicó empezando a sonrojarse.
-Escucha, tengo que hablar contigo-le dije poniéndome serio y cogiéndole de las manos para atraer la levemente hacia mi.
-¿Pasa algo Hazz?-me pregunta ella empezando a preocuparse. Hazz, hacía mil que sus labios no pronunciaban ese nombre y mucho más que yo lo escuchara.
-No puedo soportarlo más y por favor no me interrumpas, necesito hacer esto-le dije viendo como ella iba a formular una palabra para preguntarme- Se que en cierto modo esto es egoísta, pero durante estas últimas semanas me he estado volviendo loco por reprimir lo que siento, así que tengo que decírtelo, te amo.-le solté al fin sintiendo un alivio, en lo profundo de mi alma- Y no, no te amo simplemente como amigo que es lo que he tenido que soportar durante toda la vida ya que mi amor hacia ti parecía ser invisible, aun que no lo hicieras como algo a propósito muchas veces lo que conseguías siendo totalmente sincera era hacerme daño en mi corazón. He soportado tus peleas, tus lamentos por los desamores reprimiéndome por no besar cada lágrima que caía en tu perfecto rostro, lamentándome por que no vieras lo asombrosa que te veía y te sigo viendo, por no haber hecho esto antes…- le dije haciendo que sus lagrimas empezaran a asomarse por su rostro, al igual que yo y sus manos empezaran a temblar, las besé cuidadosamente y luego la miré a los ojos- Es que no puedo conseguir ver un mundo ni una vida sin ti, simplemente no le encuentro el sentido  y aun que se que te estoy estropeando ese maquillaje que te debe de haber llevado un mínimo de una hora he de decirte que no me importa, por que eres perfecta con y sin él, por que aun que esto es lo más egocéntrico que seguramente me estarás viendo hacer, lo hago por que el dolor que siento en mi corazón –apoyando su pequeña mano sobre mi pecho- es mas grande que todo. Así que solo quiero que sepas, lo mucho que te quiero y que siempre lo haré. Lo siento, de verdad, pero sentía que debía hacerlo y ahora me despido para que tu puedas seguir con tu boda, es un gran tío y esto lo digo de verdad, me alegro por ti.-finalmente le robo un beso antes de salir por la puerta y ver como ella cae al suelo.

Me encuentro en un estado de locura máximo, empiezo a quitarme la chaqueta y la tiro sobre el suelo, para mi suerte me encuentro con un rubio amigo mío y sin pensarlo le doy los anillos y me marcho por el enorme ascensor. Allí me quito la pajarita y empiezo a desabrocharme la camisa, un calor se ha apoderado de mi. El sonido del ascensor me indica que he llegado a la planta baja así que corro hasta llegar a mi apartamento en el centro de la cuidad, cuando ya estoy pulso el botón del último piso, para luego coger las escaleras y subir a la azotea, después simplemente me siento en el borde.

Aún siento el sabor de sus labios contra los míos. Distintas imágenes empiezan a aparecer por mi mente haciendo que mis lagrimas caigan sin control, el baile de fin de curso, cumpleaños, fiestas, noches de los dos juntos, reconciliaciones, noticias inesperadas, su vuelta a Londres… Se que tal vez el acto que estoy apunto de hacer es el más cobarde que una persona puede hacer, pero tal vez tu no sabes el dolor que estoy sintiendo en mi interior, no puedo soportarlo y aun que en el fondo una parte de mi está feliz la otra me recuerda constantemente que ella nunca será mía. Me pongo de pié y estiro los brazos, siento como el aire se posa en mi cuerpo y luego cuento hasta tres. Uno, dos y tres. Salto al vacío, el tiempo pasa lentamente así que cierro los ojos y disfruto ese instante de libertad. Lo último que siento es un fuerte golpe en mi cabeza, pero sin embargo mi última imagen en mente sigue siendo su perfecto rostro hasta que todo se vuelve oscuro.

Era una mujer.

Una de cabello rubio platino y piel pálida.

Ella miraba directamente hacia mi dirección. Yo me paré ante el paso de cebra observándola pero un pitido me hizo sobresaltar, recordándome donde estaba, al volver mi vista donde ella estaba esta había desaparecido. Suspiré y seguí mi camino hacia el instituto.

El cielo estaba cubierto por unas pequeñas nubes grises, los arboles eran anaranjados a causa de que el otoño ya había empezado desde hacía tiempo y en lo cierto estaba a punto de finalizar, cruzo uno de los charcos mientras subía a la calzada mirando el reflejo del cielo. Dos calles más y llego a mi preciada institución, denominada: Wechist High School. Empiezo a correr apresurada, no se como lo hago pero siempre consigo llegar con algo de retraso, encuentro la clase de literatura y me siento ante uno de los asientos de penúltima fila. Yo miraba por la ventana distraída y medio dormida cuando diviso de nuevo aquella cabellera rubia, negué con mi cabeza y la profesora me llamó la atención “Señorita Coleman, ¿puede usted decirme quien fue el creador de los libros de bolsillo?” me pregunta ella haciendo que mis ojos se pongan totalmente abiertos y mis mejillas empiezan a sonrojarse “Pues, fue… -intentaba recordar algo pero no lo conseguía, en eso una voz me hizo estremecer y a la vez contestar- ¿Charles Dickens?” le dije nerviosa y ella asintió con rabia, le pedí inmediatamente ir al baño por que notaba un mareo. Cosa que ella me respondió “si, ves” con mala gana, corrí hacia donde este se encontraba.

Bebí agua y me lavé la cara para luego observarme ante el espejo, en mi rostro pálido asomaban unas grandes ojeras gracias a la falta de sueño, mi pelo estaba recogido en una coleta alta no muy bien hecha, como ropa llevaba un jersey beis que me venía bastante grande, al parecer también había perdido peso. Me incliné ante el lavabo para estirar la espalda –que hizo un extraño sonido- luego levanté mi vista para encontrarme de nuevo con la mujer rubia, me asusté, pero empezaba a estar harta de esta historia.

-¡Déjame en paz!-le grite poniendo las manos sobre mi cabeza.
-No quiero hacerte daño, solo quiero saber donde estoy.-me contestó ella con serenidad.
-En el instituto de Wechist Hid School, si lo se estás muy lejos de tu casa pero es que estas muerta.-le contesté notando como mis lágrimas volvían a brotar- Así que ahora, vete.
-¿Es lo que quieres?-me preguntó haciendo que la mirara, yo asentí- En ese caso… Gracias-me susurró para luego desaparecer.

Odiaba como me hacía sentir rechazarles , pero no podía soportarlo. ¿Por qué tenían que venir a mi? Llevo días sin poder dormir, no paran de acecharme, quieren ayuda pero hay veces que no puedo soportarlo hace que sienta que la cabeza me va a explotar. Salgo del baño, con el pelo apartado de mi rostro y mis manos en él, pero me choco con alguien. Un hombre, un hombre de color, ojos negros, tez seria y cuerpo musculoso. Trago saliva, intento caminar unos pasos pero él me detiene, siento el miedo pasando por mis venas. Me quedo completamente inmóvil durante unos instantes para luego correr cuanto pude, salí por la gran puerta de metal para luego correr por toda la gran pista de fútbol pero para mi suerte ahí me esperan dos hombres más, igual de corpulentos. Estos me agarran y me llevan a rastras de una furgoneta de color negro, me amordazan y me ponen unas esposas, la última frase que oigo me aterra recordarla.


¿Buscándome, por que? Ese hombre sabía mi secreto, pero no entiendo como si ni si quiera lo saben mis padres. Pero la droga empieza a hacerme efecto y todo se emborrona.

Solíamos tocar el cielo y te dejé caer.

Puedo escuchar como mi madre me está hablando mientras conduce de camino a casa, sin embargo mis oídos sordos no la escuchan, sólo un leve murmullo que no logro entender. Mi mirada está fija en la carretera viendo como se acerca el camino hasta casa. Una vez aparca bajo del coche apoyando la mochila sobre uno de mis hombros y camino hasta la puerta, la abro para luego ir directa a mi habitación pasando automáticamente del saludo de mi hermana. Una vez en esta dejo mi bolsa sobre el suelo más la chaqueta en el perchero. Voy a cerrar la habitación pero mi madre me lo impide poniendo su mano.

— Cariño tienes que cenar algo, en cima que llegas tarde a casa por la escuela tienes que comer. Después si quieres descansas —dice mi madre intentando convencerme, pero yo niego con la cabeza.
— Si como algo voy a vomitarlo. No me encuentro bien, sólo necesito dormir —le contesto cerrando la puerta.

Ni siquiera me doy cuenta de que le he cerrado en las mismas narices, simplemente me deslizo sobre la puerta para acurrucarme y cerrar los ojos. Noto el latido de mi corazón al perfecto compás. Me levanto y abro la ventana dejando pasar algo de aire a través de la cortina blanca, el móvil de metal hace un leve sonido haciendo que mi vista se fije en él, pero además puedo ver detrás de este el corcho con recortes y fotos, lo que me va a provocar seguramente un derrumbamiento.
Efectivamente, una lágrima se escapa. Y como el dicho dice: la gota que colmó el vaso. En este caso esa simple lágrima provoca que me salgan otras sin parar, intentando hacer el menos ruido posible. Me siento sobre la cama observando detenidamente algunas de las imágenes y recordando.  Como en la que salimos ambas con el mismo vestido y el mismo maquillaje, la pasada fiesta de halloween. Ambas íbamos vestidas con trajes de los años 20, con tiaras y el maquillaje de zombie. Esa fiesta, sin duda una de las mejores y con el tesoro más preciado de mi vida. Recuerdo algunas de las pocas anécdotas que nos pasaron: el hombre mayor que quiso ligar con Sam, mi torpeza para acabar llena de ponche, la fiesta, las luces, los sustos, todo. Es imposible de pararlo, ahora ya no.
Sé perfectamente que han pasado dos meses, ¿y que se supone que debo hacer yo ahora? No puedo seguir adelante, al parecer nadie parece darse cuenta, pero no puedo. Estoy completamente estancada. No duermo, no como, apenas hago algo, voy por la calle pareciendo un zombie gracias a mis ojeras y mi forma de vestir desarreglada. Estoy sola en esto.

Joder Sam, esto no es lo mismo sin ti.

Samantha Sammuel Brooks, una chica de diecisiete años -como yo- normal y corriente. De cabello rubio, con tendencia a pintarse las puntas cada equis tiempo de un color, ojos azules y sonrisa contagiosa; una chica preciosa. Esa chica extrovertida que me mostró como de verdad era y el secreto de vivir la vida, la que me sacó de mi timidez para mostrar mi verdadera personalidad. La que solía hacerme feliz día a día, me entendía, me consolaba, me ayudaba, nos divertíamos; era mi gemela. Para muchos pasará al olvido y solo la recordarán en la celebración del aniversario de su muerte, pero yo sin embargo la recuerdo en cada rincón y en cada esquina. No puedo olvidarla, ha formado tanto y tanta parte de mi...

Mi sollozo aumenta e intento esconderlo hundiendo mi cara en una cabecera. Sé cual es mi estado, mi cara esta completamente roja y mis ojos rojos, el dolor de cabeza parece ser intenso. Una vez que estoy un poco más calmada, seco un poco las lágrimas y bebo agua. Apoyo mi espalada contra la pared recogiendo mis piernas con los brazos, miro al frente y recuerdo una foto de ella y mía con las dos en esa misma posición, imaginándola a mi lado. Sin embargo al mirar hacia la derecha puedo comprobar que eso es solo mi ilusión, es como un fantasma que se desvanece por que en la realidad, me encuentro sola.

¡Sam por favor vuelve! Necesito decirte verdaderamente adiós, no me has permitido eso, te lo debo, te debo despedirme cara a cara. No soy nada, tu y yo éramos como la naranja completa ahora ni si quiera soy la mitad, no soy nada sin ti. ¡Por favor te necesito! Escuchar tu voz, las llamadas telefónicas, las tonterías que hacíamos, los domingos de películas, las fotos, los vídeos, las fiestas que hacíamos con nuestro grupo... ¿Recuerdas cómo te conocí? Si, fue de la forma más estúpida e rara posible pero lo hicimos y doy gracias a dios por ello. Recuerdo estar cantando una canción de Culture club, mientras me duchaba después de clase de gimnasia, tu viniste corriendo casi cayéndote por culpa del jabón asustándome ya que ambas estábamos desnudas, estabas emocionada por encontrar a alguien que tuviera "buen gusto musical" ya que tu amabas los ochenta. Desde entonces fuimos inseparables, te puedo agradecer enormemente haberme hecho salir del cascarón, gracias a ti aprendí a expresar mi verdadero talento sin importarme lo que pensaran los demás de mi, me hiciste fuerte y me demostraste lo mucho que valía.

Desde luego eras, eres y serás mi mejor amiga. Te quiero demasiado para dejarte ir, Sam.

¿Sabes que quiero hacer? Quiero ir al bar donde solíamos ir con carnets falsos pero que siempre acababan pillándonos, aun que al fin y al cabo el barman no nos decía nada, si ese... ¿cómo le llamabas? ,¡A si, ruloso sexy! Seguro que si fuera te encontraría cantando en el karaoke o bebiendo tequila. Espera...

Entonces automáticamente me cambio de ropa para acomodar mis shorts de cuero a conjunto de la chupa de cuero mi camiseta básica, un collar y las botas, no se que estoy haciendo ahora mismo pero cojo el skate y me dirijo al bar. Antes de entrar peino un poco mi cabello, me pinto los labios y los ojos con eyeliner.

Al entrar se puede ver como el humo oscurece todo, lo cierto es que para ser viernes hay muchísima gente en pista sin embargo yo me voy a la otra parte donde está la bara y el karaoke. Me siento sobre el taburete rojo y me deslizo sobre la mesa hasta que alguien me toca el hombro.

— ¿Qué quieres preciosa? —me pregunta el barman yo sonrió.
— Sal, limón y tequila —le respondo segura.
— ¿Estas segura de hacerlo tu sola? —me cuestiona y yo le miro mal.
— No soy una niña, Edward, deja la botella —le respondo y él ríe mientras trae el pedido susurrando "no me llamo Edward".

No cuento los chupitos ni el proceso al que me someto, pero cuando veo que empiezo a marearme un tanto paro y me quedo quieta hasta que se me pasa un poco. Luego ando hasta el escenario, torpemente, hasta llegar y pedirle una canción.

— Pon Come on Eileen de Dexy's Midnight Runners —le digo segura de mi misma.
— Cielo esa canción no se puede cantar, sin embargo la puedo poner para que bailes si quieres —dice él, yo asiento el caso es que quiero que la ponga.

Desde el momento que empieza me pongo a bailar como una loca sola en medio, recordando aquélla fiesta de final de curso, entre giro y giro parece que esté girando con ella cogida de ambas manos.



En una de mis vueltas más lo borracha que estoy casi caigo al suelo, entonces doy gracias a que esos fuertes brazos me sujetaran. Miro a los ojos del chico, esos hermosos ojos verdes. ¡Maldita Sam, tienes razón, es perfecto! Me lleva a una mesa donde me dice que espere hasta recoger sus cosas para llevarme a descansar. Pero yo me levanto y corro a la calle para luego ponerme a caminar sin rumbo, los coches pitan pero yo no hago caso las lágrimas me vuelven a salir pero no puedo pararme, no tengo rumbo ni destino, la necesito. El chico me viene me agarra y me para, empieza a regañarme por no haberle escuchado luego me ve la cara, me seca las lágrimas con las manos para luego ponerme su chaqueta.

— Char, yo te llevo —me dice.
— Edward no hace falta —digo mirando a un lado.
— Como es posible que no sepas mi nombre, después de tanto tiempo viniendo al bar y iba al mismo instituto que tu —me reprocha.
— Se que ese es tu segundo nombre —le respondo y él se sorprende.
— Yo te resguardo —me dice para luego llevarme hasta su coche y hacerme sentir segura por primera vez en mucho tiempo.

Los ojos de la venganza.

la historia de una primavera [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

El sudor caía en forma de gotas sobre mi frente, mis puños vendados golpean el saco arbitrariamente, cada golpe resuena en mi cabeza recordándome la pesadilla de aquél día. Que pese a haber pasado unos meses no puedo quitármelo de la cabeza, cada noche vivo el infierno y despierto jadeando y gritando, Clary me abraza intentando calmarme pero nada funciona. Si duermo vuelvo a aquél día, tampoco puedo estar quieta, cualquier sonido lento que se infiltre en mi mente me horroriza.  Simplemente pensarlo me pone frenética haciendo que mi odio salga a la luz, uno de mis golpes se clavan en el saco haciendo que se rompa y la arena salga. Maldita sea. Me apoyo frente a este, paralizándolo y uniendo mi frente contra el saco ahora inmóvil. Cierro los ojos y vuelvo a aquél día.

El sol brillaba en lo alto del cielo, mis compañeros y yo habíamos quedado para ir a concentración organizada por todos los sindicatos defensores de la población -de trabajo, estudiantil, etc- el seguimiento de esta era del noventa y nueve por ciento de la población. Se podía respirar el aire ideológico y la unión entre los iguales. Los gritos de los indignados cubrían la ciudad, donde acabó en el centro de esta, el ayuntamiento. Un hombre leyó el pregón con el megáfono para luego continuar con la ruta que finalizaría en la plaza más antigua de la ciudad, donde descansaba la estatua de un republicano que logró que junto a sus compañeros que se firmara la segunda república. En el camino nos cruzamos con unos de los bancos que había robado a la mitad de la publicación -cabrones- un grupo de los más radicales empezó a aporrear las puertas reventando estas y las ventanas, haciendo que los corruptos del propio banco corrieran por las escaleras atemorizados, el sonido de la alarma de la policía logró que todos nos fuéramos corriendo pero en la calle paralela nos encerraron, tendiéndonos una emboscada. Los policías empezaron a aporrear a las personas del lugar, todos intentábamos huir pero era algo casi imposible, muchos quedaron heridos. Pero eramos más fuertes y la fuerza y la unión es el poder más peligroso. Unos cuantos quemaron contenedores mientras otros cogían mobiliario y se creaba la bastilla.
Pero la lucha no duró mucho.
Fue en la segunda noche cuando empezaron a venir fuerzas especiales que fueron cogiéndonos uno a uno, tapándonos con bolsas negras para situarnos en el vehículo. Mi cuerpo en dolorido con moratones mientras mis lagrimas y las de mis propios amigos caían al suelo de acero del coche. Jace consiguió soltarse, rápidamente me quitó la bolsa de la cabeza y me desató, después ayudamos a los cuatro restantes y abrimos la puerta para huir del coche en marcha tirándonos al suelo y consiguiendo escapar, pero con heridas fuertes.

Al llegar a casa mi madre me abrazó, sus ojos estaban enrojecidos por haber llorado durante mi ausencia, yo le correspondí. Mientras que Jace esperaba detrás de mi. Fuimos al baño para curarnos las heridas con alcohol y lavarnos las heridas, empecé a curarle la ceja con mi mano temblando acercándome obviamente hacia él, supe que notaba el miedo que recorría mi cuerpo.

— Shh, cálmate, escucha—me empezó a decir agarrando mi mano y obligándome a mirarle— Te prometo que haré lo que sea para que no te pase nada, ¿vale?
— Si, vale. Jace deberías ir al hospital, tienes el brazo roto.
— No importa, además será el primer lugar donde nos busquen.

Sus palabras me hicieron pensar, no solo nos buscarían en el hospital, si descubrían quienes eramos vendrían a buscarnos a casa. Dormimos en el salón hasta el dia siguiente, unas voces se oían desde la puerta principal. Unos agentes estaban en ella preguntando a mi madre, ella respondía y aseguraba que no sabía nuestro paradero. Debemos irnos. Cuando han pasado unas horas decidimos irnos con mochilas llenas de provisiones y ropa, estaba anocheciendo intentamos salir entre los coches por si había alguien al cruzar un par de calles una luz nos iluminó.

— ¡Corre, ves a la fábrica! —me grita y yo me quedo mirando al frente con mi pulso acelerado, me agarra atrayéndome hacia él y besando mis labios, sabía que era una posible despedida— ¡Corre!

Ese fue el último día que vi a Jace, televisaron su llegada a la cárcel y una semana después le trasladaron al campo para radicales.

Me limpié el sudor con la ducha rápidamente para luego recoger mis cosas, taparme con la chaqueta y la bufanda para que no se me viera muy bien y correr hasta la estación de tren. A mitad de camino sonó la alarma, el toque de queda había sido iniciado y aún me faltaban tres calles, las más oscuras. Para mi suerte me topé con un hombre robusto y musculado que me tapaba el paso, por su símbolo supe que era un Owl, un vigilante de la noche y me haría pagar por no cumplir las reglas. Me preparé para una batalla imposible cuando una daga se clavó en el pecho tirándolo a tierra, una figura masculina se asomó en las sobras. De pelo moreno, cuerpo marcado vistiendo una chaqueta de cuero negra y pantalones del mismo color, su rostro lo cubría una máscara de Guy Fawkes. Corre, de nuevo esa palabra que me hizo reaccionar para llegar a la estación de tren donde podría estar más a salvo si conseguía el último tren saliente en cuatro minutos.

the girl with red shoes.  {prox

El antes.

Clase de economía es literalmente un tuesto, Marie y yo intentamos pasar el rato aun que veo como ella también se está aburriendo como yo. Empiezo a garabatear en mi cuaderno sin prestar atención a la presentación cuando una bola de papel me golpea en la cabeza haciendo que yo me agache a recogerla, al abrir la nota mis ojos se abren como platos. Alice era la artista del grupo, hacía unos dibujos increíblemente realistas y este no era una excepción. En el dibujo se puede apreciar a una chica de voluminosos senos en los cuales entre ellos hay un miembro bastante grande que salpica a la cara y los pechos de la chica llenos de semen por que este se había corrido, en la parte de bajo en mayúsculas había escrito: "¡Quiero esto ya, perras!". Hecho una carcajada para luego pasárselo a mi amiga situada a mi lado por lo que ella reacciona exactamente igual que yo, se gira y hace como si felara un pene para luego enviarle un beso con su mano mientras que el profesor no nos ve. El timbre nos regala su bella melodía, adiós a la última hora de tortura.

— Recordad que a las dos hemos quedado en el vestuario de los chicos con Alex —nos recuerda Alice para salir corriendo a besar a su novio, o mejor dicho ligue.

La rubia y yo nos vamos a nuestra habitación para cambiarnos de ropa. Algo sencillo como siempre; shorts, sudadera de mi ex y zapatillas. Vamos a Tom's por que es el lugar más cercano y barato a los alrededores del campus de la universidad y al no tener dinero para coche ni gasolina nos toca ir a pata. Una hamburguesa doble de queso y bacon con cola, creo que eso consigue arreglarlo todo, básicamente si luego la acompañas de un poco de maria claro. Después de disfrutar de nuestro manjar volvemos al campus para dormir hasta que se haga la hora en la que habíamos quedado, los demás estaban de fiesta pero la mitad de ellos no iban a pasar de curso y nosotras pretendíamos irnos a la mejor fiesta de la historia en Florida, así que simplemente dejábamos pasar algunas oportunidades como esa. Mis ojos parecen estar de acuerdo conmigo por lo que rápidamente se cierran dejándome entrar en trance, sin embargo los nervios me recorren y no duermo bien, empiezo a despertarme a cada hora hasta que a la una digo basta. Me siento en la cama dejando caer mis pies sobre el borde de esta.

— Tu tampoco puedes —me dice la rubia girándose hacia mi.
— No —le respondo de forma seca— Necesito un cigarro.
— Me apunto.

Nos salimos al balcón de nuestra habitación, ninguna de las dos teníamos nada de tabaco pese a un peta por lo que sin molestarnos en preocuparnos lo prendemos para disfrutar lentamente de sus caladas. Los estudiantes van de un lado para otro borrachos o fumados con pollos en las cabezas o tatuajes hechos con sharpie donde pone palabras como "pene, loser o gay". Los restos de la ceniza caen al suelo desde lo alto del apartamento deshaciéndose en el aire como el polen. A las dos menos diez salimos del apartamento bailando y cantando hasta llegar al de Alice, simplemente giramos el paño de la puerta para encontrárnosla montando a su novio.

— ¡Que asco! —exclama Marie para luego cerrar la puerta y pararnos a reír.
— ¡Que mierdas hacéis putas! —dice la pelirroja poniéndose su camiseta al salir de la puerta— ¿Nunca os han dicho que hay que llamar antes de entrar?
— Oh venga no me jodas ahora y vamos que Alex nos estará esperando —le digo agarrándola de la mano para correr por los pasillos, bajar las escaleras y cambiar de bloque.
— Mierda espera, voy a comprarme algo a la cafetería —dice la rubia tocándose el estómago y Alice se une, pero yo me voy al vestuario.

Me siento en el banco situado entre las taquillas de los deportistas para después empezar a jugar con mi anillo de plata girándolo sobre la madera o mis dedos. Cada giro de sonido metálico queda gravado en mi mente como algo ligero pero que cuando acaba la vuelta hace un sonido fuerte al volver a tomar velocidad, un chico me saca de mis pensamientos; Alex. Un chico de pelo castaño, bronceado, de cuerpo escultural y estatura de modelo, cualquier chica desearia estar con él o al menos tener el placer de tirarselo pero para la suerte de todas a él le interesan otras cosas o como bien diría Alice: "a él solo le gustan nos penes, así que guardaos los coños". Con la mierda de los exámenes no he podido verle casi, y es mi mejor amigo.

— ¿Me has echado de menos?
— Es imposible no extrañarte maricona —le digo con una sonrisa.
— ¿Y el resto del rebaño? —pregunta mirando a los lados.
— ¿Rebaño? Ahora eres granjero y no me he enterado.
— No, pero me follé a uno —dice él haciendo que ambos nos echemos a reír.



Hace un mínimo de media hora que estas dos perras no han vuelto, ahora yo apoyada mi cabeza en la barriga de Alex el cual está apoyado por la pared de las duchas. No entiendo por que tardan tanto, la cafetería está en el bloque central que está junto a este. Seguro que se han ido finalmente a la fiesta de James.

Unos pasos fuertes y rápidos se acercan hasta el vestuario, levanto mi cabeza y miro a mi amigo, no entiendo nada, la puerta choca contra la pared logrando que resuene en todo el vestuario y después de esto dos figuras femeninas corren hasta nuestro lugar. Son Alice y Marie, vienen fatigadas y una de ellas con un corte en el brazo.

— ¿Dónde estabais joder? —pregunta él quitándomelo de la boca.
— Por si no te has dado cuenta llevo un corte en el brazo pedazo de idiota —le responde una Marie agresiva.
—¿Que mierda os ha pasado? —les pregunto.
— Íbamos de camino al vestuario después de más de veinte minutos de indecisión por parte de esta —dice señalado a la rubia— cuando unos capullos nos han parado para robarnos el dinero, pensábamos que estaban de broma así que pasamos de ellos y le hicieron eso a Marie. Nos apuntan con una pistola real y una navaja y se lo llevan.
— ¿Les habéis dado vuestra pasta?
— ¡Tenía una pistola en la puta cabeza!

Alice tenía los ojos húmedos de haber llorado, nos adentramos en las duchas y empezamos a contar el dinero. Mierda, no llegaba a los setecientos dólares y todos sabíamos la respuesta: No iríamos de vacaciones a Florida y tendríamos que quedarnos como pringados en el campus. Alex se rasca la cabeza, Marie se tapa la cara con las manos y Alice se hundió entre sus rodillas.

— Pues yo quería follar —suelta Marie después de cinco minutos de silencio absoluto.
— Por ahí estará Charlie deseando —le dice Alex.
— Aún podemos conseguirlo —les digo— ¿Estáis dispuestos a lo que sea, hasta robar o atracar por ir de spring breaker?
— Si —responden todos.
— ¿Y si cogemos prestado algún coche y lo llevamos a una chatarrearía?
— ¿Quien nos va a dejar el coche para semejante gilipollez? —pregunta Alice y le hecho una mirada.
— O se lo pillamos a Barnie o se lo robamos a alguien, este sito es como Canadá, dejan muchos abiertos.
— Yo prefiero joderle la vida a ese profesor capullo así que me apunto.

Nada nos iba a parar, esto es spring breaker amigos.