what the heart wants.- os

Sé que no te importo tanto como tú me importas -o me importabas-, pero también sé que sentiste eso, amabas mis labios tanto como yo los tuyos. Me lo dijiste el mismo día que pediste ser mi novio, fue el único día en el que no mentiste, Zayn.

Pero cuando pienso en nuestra relación, cuando yo no dudaba de ella, siempre me acuerdo de aquella noche. O tarde, ni siquiera recuerdo la hora. Sé que eran alrededor de las siete cuando llegué a tu departamento. La tarde estaba calurosa pero soplaba una brisa que hacía del clima algo perfecto, por eso fui caminando hasta tu  casa. Siempre solía pedirte que el día en el que yo fuera a tu apartamento no fumaras, ya que odio aquel insoportable olor y el sentir el humo acumularse en un lugar. Ugh, simplemente horrible. Pero -¿Es que siempre hay un pero?- ese día debiste olvidarlo. Luego de haber subido hasta el séptimo piso y tocar el timbre de tu casa dos veces, me abriste.

Me abriste la puerta y  cuando saliste tú, no saliste solo. Te acompañaba una nube negra y tu gran amigo el cigarro en tu mano.

— Lo siento, no quería incomodarte. — De seguro yo había hecho alguna mueca o algo, sino no serías capaz de decir algo así. — ¿Quieres ir al parque? — Actuabas como si enserio te importara pero sé que no, ya que llevaste el palito blanco a tu boca y succionaste. 

No te contesté, no explícitamente. Simplemente me acerqué y te besé. Te besé lenta y gustosamente, como yo siempre lo hacía. Aceleraste los movimientos, buscando algo mas. Como tú siempre lo hacías. Tus manos, tus besos, nuestras miradas, nuestros movimientos nos condujeron hacia tu sillón, tu amarillo, viejo y sucio sillón. 

— Jamas creí que me besarías al mismo tiempo que fumo. — Me sonreíste y  sentí como me retabas a hacerlo, tu mirada me lo exigía. Me pedías que lo hiciera, y así fue. Luego de tantas veces viéndote, luego de tantas veces regañandote, luego de tantas lecciones dadas de como afectaba tu vida, lo hice. Tomé tu muñeca y sin despegar mis ojos de los tuyos, llevé el cigarrillo a mi boca y te imité. Inspiré y exhalé. Me ahogué y empecé a toser, era horrible ¿Cómo había tanta gente que lo hiciera con tanta satisfacción? — Tranquila, te iras acostumbrando. — Volviste a besarme rápido e intenso, tu lengua me recorrió toda la cavidad bucal y la sentí en mi garganta. Si ahora pienso en ello me da asco, pero en ese momento era exquisito. Estoy segura de que si hubiera sido otro chico yo ya habría estado de vuelta en mi casa, pero eras tú, Zayn. Mi única y tóxica debilidad. 

 Agarraste mis muñecas y las condujiste hasta el dobladillo de tu remera, me incitaste a sacártela, a tirarla lejos. Al parecer tardé mucho tiempo pensándolo porque tú te me adelantaste. Tomaste mi camisa y me la sacaste ¿Me quejé, me asusté, me molesté? Claro que no, por segunda vez, eras Zayn. Ya no estaba tan enfocada en nuestros besos, pensaba en si debería separame de ti, decirte que te calmaras, que no era el momento. Sin embargo, cuando nuestros labios se separaron, no fui yo quien lo provocó. Te levantaste y te fuiste por un rincón, sin decir nada, dejándome sola, en sujetador y en tu sillón. Cuando volviste tenías dos botellas de cerveza en tus manos y en tu pecho... nada. Te quedaste semidesnudo a mi lado, ofreciendo una bebida alcohólica. Zayn, sabías que yo no bebía. 

Esa fue la primera vez que fumé.

Esa fue la primera vez que me emborraché.