Stockholm syndrome {Larry Stylinson.

Abrí mis ojos lentamente, parpadeé varias veces para que mi visión se aclarase y fue allí cuando quise levantarme bruscamente pero sentí como algo que parecía cuerdas me lo impidieron.

― ¿Dónde estoy? ¿Qué quieres de mi maldito demente? ―grité lleno angustia y desesperación al sentirme atado de pies y manos, literalmente.

―No grites, nadie te oirá ―sentí su voz tan calma que me heló por completo.

― ¿Qué es lo que quieres? Quédate con el maldito bolso y...

― ¿Crees que si quisiera tu bolso hubiera hecho todo esto? ―soltó una sonora carcajada aguda.

―Mi familia no es de mucho dinero, no pagarán un rescate, déjame ir y juro que no diré nada ―pedí queriendo voltear a verle, sabía que estaba detrás de mí y eso era aún más desesperante.

―No pediré rescate, te soltaré cuando me des lo que yo quiero y serás tú quien vuelva a mí ―posó su mano en mi hombro logrando que un escalofrío me recorriera de pies a cabeza.

―No sé de qué me hablas, no sé quién eres ¡No sé nada! ―dije elevando la voz y levante la mirada para observarlo por sobre mi hombro. La habitación estaba a media luz, pero era suficiente para poder verlo detenidamente: Su cabello era castaño, su piel clara, tenía una sonrisa picaresca, la cual me daban ganas de quitarle del rostro porque lo hacía ver sumamente atractivo, candente. El maldito era la perfección en persona. Perdí el aire por un instante cuando pude sentir su mirada penetrante puesta en mí, recorriendo mi figura entera con aquellos hermosos ojos que me recordaban al oscuro cielo de verano y al mar por las noches: Zafiro, eran como perfectas piedras de zafiro.

―Te daré una pista de lo que hablo ―volvió a colocarse tras de mí y sentí ambas manos posándose en mis hombros, bajando muy lentamente hacia mi pecho. Una corriente eléctrica me invadió hasta lo más profundo de mi ser cuando su aliento caliente impactó en mi nuca ― ¿Aun no sabes Harry? ―me susurró al oído. Cerré fuertemente mis ojos cuando su tacto llegó a mi entrepierna. Mierda, estaba excitándome con un maldito demente.

―Detente ya ―pedí con la voz entrecortada ya que comenzó a frotar mi miembro sobre la ropa―, por favor. ―agregué casi en un susurro mientras ocurría lo inevitable, una erección bajo mi pantalón.

―Harry, tu boca pide que me detenga, pero tu cuerpo no dice lo mismo ―mencionó disfrutando de mi sufrimiento para luego con suma delicadeza rozar sus labios en mi cuello mientras tomaba mi barbilla. Tortuosamente su lengua cálida se deslizó hasta mi mejilla, donde se detuvo y se paró justo frente a mí. No lo veía, mis ojos permanecían cerrados, pero podía sentir cada movimiento, hasta que de pronto, no sentí nada más. Abrí mis ojos y lo vi revolviendo un cajón, aun no me había percatado de cómo era aquel lugar, una habitación pequeña, pero lo suficientemente grande para que entrase una cama matrimonial, una mesa de luz a  cada lado, un pequeño armario y un sofá. Volvió hacia mí observándome fijamente mientras en su mano derecha sostenía una bandana color marfil.

― ¿Qué harás con eso? ―pregunté intrigado observando cada uno de sus movimientos―, responde ―exigí elevando la voz pero me ignoró por completo. Se acercó a mí y colocó esa bandana tapando mis ojos― oye ¿Qué demonios estás haciendo?―cuestioné algo alterado pero él no respondió. Ató la venda lo necesariamente fuerte para que yo no viera absolutamente nada. Separé mis labios para manifestarme en contra de lo que estaba haciendo y sentí dos de sus dedos rozando temblorosamente mi boca.

―Al fin puedo sentirte ―susurró antes de poner una mano tras mi nuca y comenzar con un jugueteo de labios y lengua a través de mi cuello, succionando con extrema delicadeza por algunos momentos. Oleadas de deseo y excitación atravesaron mi cuerpo, apreté mi abdomen queriendo levantarme de la silla, mi lado racional quería huir pero por otra parte agradecía estar atado para no poder hacerlo. Bajó un poco el cuello de mi remera para bajar lentamente mientras sus manos se deslizaban a través de mi torso hasta detenerse en el cierre de mis jeans, el cual bajó sin previo aviso luego de haber desprendido también el botón.

―Basta ―rogué con voz rasposa y algo temblorosa, estaba encendiéndome.

―No Harry, no me detendré ―pude sentir como se arrodilló frente a mi apoyándose en mis piernas, una vez allí, frotó mis genitales con total descaro, logrando que me pusiese aún más duro― tú no quieres que me detenga, ni yo. ―Sus finos labios se posaron por sobre la tela de mi bóxer, sentí mi pene palpitar, el demente sabía lo que hacía y yo, lo disfrutaba por más que quisiera evitarlo. Posó sus manos en elástico de mi bóxer y los deslizó hacia abajo, por un simple acto inconsciente me levanté de la silla lo que me fue posible para que de una vez por todas bajase mis ropas. Mi pene se liberó de la tela que estaba casi estrangulándome a causa de la erección. Casi de inmediato sentí su mano sobre él, apretándolo apenas, lo suficiente para que un gemido placentero saliese de mis labios.

―Oh dios ―exclamé echando mi cabeza hacia atrás cuando su lengua hizo contacto con mi glande para luego hacer círculos alrededor de este, mientras una de sus manos comenzaba a masturbarme lento, logrando que lo deseara aún más.

―Pídeme lo que desees Harry, quiero cumplir tus más sucias fantasías ―confesó en un tono de voz tan provocativo, que erizó mi piel.

―Déjame verte ―solté sin pensar. Podría haberle pedido que me dejara ir, pero lo único que quería en ese momento era ver su rostro mientras me hacía sexo oral.

―Tus deseos son órdenes ―volvió a incorporarse y pude sentir su aliento justo frente a mis labios mientras desataba la venda― eres más sucio de lo que creía Harry ―dijo antes de quitar la tela de mis ojos para que pudiese verlo, estaba justo frente a mí. Mordí mi labio y respiré profundo, me había dejado sin palabras― ¿Qué quieres que haga ahora Harry? ―preguntó sentándose sobre mí. Haciendo que mi erección al desnudo choque con la suya que aún estaba bajo sus jeans― vamos Harry, responde ―insistió rozando nuestros labios mientras hacía un suave vaivén sobre mí.

―Suéltame ―me atreví a pedir sobre su boca, ninguno de los dos dijo más nada, mordió mi labio con deseo haciéndome gemir. No pude evitar cerrar mi boca contra la suya para así comenzar con un beso salvaje. Nuestros labios se abrían y cerraban sin freno, su lengua se introdujo en mi boca chocando con la mía. Nos besamos como si el mundo estuviera por acabarse, jamás un beso me había encendido de esa manera, era irracional, pero sumamente excitante recorrer el interior de su boca con mi lengua era una sensación inexplicable. Siguió frotando su cuerpo contra el mío cada vez más rápido. Me rodeó con sus brazos hasta llegar a mis muñecas para así deshacer el nudo de la soga que me mantenía atado. Quise de inmediato llevar mis manos hacia su cuerpo, solo quería tocarlo y quitarle la ropa, pero me sujetaba de estas para que no lo hiciera. Bajo sus besos hacia mi cuello enloqueciéndome al dar suaves mordiscos. Aflojó su agarre mientras bajaba por mi pecho y aproveché para librar mis manos, las cuales se posaron sobre su cabeza para apurarlo un poco más y bajase de una vez.

Su rostro estaba a la altura de mi ombligo, y cuando empuje su cabeza hacia abajo levanto la mirada dedicándome una seductora sonrisa, sin más preámbulos, tomo mi miembro entre sus manos para luego llevárselo a la boca. Inhalé con fuerza mientras enredaba mis dedos en su cabello empujándolo un poco hacia mí para que llegara más profundo. El chico lo hacía sin problemas y con muchas ganas, el me deseaba, era evidente, y ahora, yo lo deseaba a él. Observarlo mientras lo hacía era sumamente excitante, pero que además me mirara era una tortura. Mi mano lo llevó a hacerlo más rápido por ese sentimiento de lujuria que se había apoderado de mí, él me había hecho perder la cordura.

―Detente ―solté su cabello― detente o me vendré en tu boca. ―advertí agitado, sintiendo como mi orgasmo se aproximaba.

―Hazlo Harry, yo sé que quieres ―dijo mirándome ahora masturbándome velozmente con ambas manos.

El maldito quería que acabase en su boca y no me podía imaginar algo más guarro y excitante que eso, por lo cual no hablé más, dejé todo en sus manos. Lo observaba como recorría mi pene hasta el punto que  casi desaparecía dentro de su boca. Mi cuerpo entero se estremeció al ver como mi semen salía de entre sus labios por las comisuras, hasta que sacó mi miembro de su boca para tomarlo con su mano y sacar hasta la última gota de aquel líquido blanco. No podía dejar de observarlo, como si mis ojos tuvieran un imán que solo era atraído por su cuerpo. De la manera más guarra y excitante limpio los restos de semen que había debajo de su boca para luego pasar la lengua por sus finos labios. Yo solo jadeaba recuperándome del que probablemente había sido el mejor orgasmo de mi vida.

―Eres sucio Styles ―dijo ladeando la cabeza mientras desataba mis pies de la silla―, ya puedes irte si quieres. ―habló con total calma dirigiéndose a la cama en la cual se recostó.

― ¿Cómo sabes mi nombre? ―cuestioné levantándome e instintivamente acomodé mi ropa.

―Pues... Digamos que se mucho más de ti que solo tu nombre ―se recostó en la cama con sus brazos tras la cabeza haciendo notar su musculatura.

― ¿Qué sabes de mí? ―indagué con suma curiosidad sentándome al borde de la cama sin despegar mis ojos de él.

―Harry Styles, hace una semana cumpliste los dieciocho años y al fin puedo tenerte en mi casa sin ser un delito, ya sabes... Podría ir preso si fueses menor.

―El secuestro también es un delito e irás preso si presento una denuncia.

―No lo harás ―rió con total confianza― tampoco lo hubieras hecho antes, estoy seguro, solo que esperar tanto este día lo hace aún más excitante.

― ¿Esperaste mucho este día? ―pregunté confuso por lo cual él dibujó esa estúpida sonrisa irresistible en su rostro― ya sabía que estabas demente, pero ahora me preocupa más ¿Acaso tu enviaste a ese tipo a robar mi bolso para hacerte el héroe y que confiara en ti?

― ¡Claro que no! Ese imbécil te golpeó, yo jamás quise dañarte, eso solo fue casualidad y no podía dejar pasar la oportunidad.

― ¿Porque no simplemente te acercaste a mí? Nunca te había visto en mi vida pero sin dudas hubiera aceptado salir contigo.

―De esta manera fue más intenso ―levantó las cejas en un gesto picaresco― y aún no termina, sigues secuestrado y no te irás hasta que yo lo decida ―se deslizó hasta mi caminando sobre sus rodillas y tomó mi nuca antes de pegarme de golpe a él y besarme― ¿Ya estas recuperado? Aún hay mucho por hacer ―habló sobre mis labios.

―Dime tu nombre antes ―exigí rodeando su cuerpo con mis brazos.

―Louis, pero tú puedes llamarme como desees.

―Louis ―repetí con una media sonrisa― eres un maldito pervertido ¿Cuál es tu edad?

―Sabes mi nombre, ya es suficiente ―volvió a besarme. 
Introduje mis manos debajo de su remera, necesitaba sentir su piel y era sumamente placentero. Sus manos bajaron por mi espalda hasta llegar a mi trasero, en donde se detuvo para descaradamente introducir una de ellas bajo mis ropas las cuales quitó con un poco de mi ayuda. 
Louis no tenía vergüenza alguna ¿Porque yo debería tenerla? Llevé mis manos hacia su trasero, como cada parte de él era perfecto. Fui yo ahora quien se separó del beso, para recuperar el aire y porque además no podía contener más las ganas que tenía de recorrer su cuerpo con mis labios. Él se detuvo y subió las manos por mi espalda cuando un camino de besos húmedos bajaba por su pecho, levanté su remera hasta quitarla, desabroché sus jeans y metí mi mano debajo de ellos. Quería torturarlo hasta que se retorciera de placer como él lo había hecho conmigo. No pasó mucho tiempo para que la habitación estuviese llena de ropa tirada por el suelo, su cuerpo caliente y el mío rozaban sin prendas de por medio.

―Oh Harry, no te detengas ―exclamó cuando mi mano comenzó a masturbarlo, su voz llena de placer me excitaba aún más, estar con él era estar en el paraíso. Sin previo aviso introduje su pene en mi boca y sentí un fuerte gemido de su parte. Levanté la mirada que chocó con la de él, sus labios entre abiertos y su respiración forzada me volvían loco, por lo cual dejé aquel jugueteo de meter y sacar su miembro de mi boca para dejarlo dentro mientras me movía de atrás a adelante, poco tiempo pasó para que fuese él quien indicara el ritmo al posar su mano sobre mi nuca exigiendo más.

Seguimos un rato con esa acción hasta que tomó mi cabello hacia atrás y sin previo aviso se agachó a mi altura para besarme. Se separó solo unos instantes para llevar dos de sus dedos hacia mi boca, los cuales mordí suavemente y recorrí con mi lengua. Luego de esto, volvió a besarme llevando su mano hacia mi trasero y fue allí cuando sentí uno de sus dedos dentro de mí. Mordí su labio por lo cual se separó, me volteó y sin preguntar me tumbó sobre la cama boca abajo.

―Nunca antes había deseado a un hombre como te deseo a ti Harry ―me habló al oído y pude sentir como su miembro erecto rozaba con mi trasero mientras el mordía levemente el lóbulo de mi oreja.
 
―Tampoco yo, Louis ―dije entre dientes. Quise voltearme pero me lo impidió comenzando a dar leves mordiscos por mi hombro y espalda. Masajeó mis nalgas con deseo, supe que moría de ganas de penetrarme y yo solo quería que lo hiciera.

Una vez más pude sentir uno de sus dedos en mí, casi de inmediato, uno más comenzando a hacer suaves movimientos de afuera hacia adentro, cada vez más profundo lo que me hacía suspirar por momentos. Uno más se adentró en mí comenzando a hacer cierta presión para dilatar mi entrada.

―Quiero que seas mi perra Harry ¿Lo serás? ―preguntó tomando mi cadera con ambas manos para que quedase de rodillas y luego volvió a tumbarme hacia adelante, solo que ahora me encontraba en una posición que facilitaría la penetración. Estiró su brazo hasta alcanzar un pequeño paquete que había sobre la mesa de luz, lo abrió con sus dientes y colocó el preservativo en su pene.

―Seré lo que tú quieras, Louis ―él sabía cómo excitarme, también yo sabía cómo excitarlo a él por lo cual supe que mi respuesta lo había enloquecido y lo confirmé cuando posicionó su pene en mi entrada comenzando a empujar. Un suspiro salió entre dientes de mi boca, esto podía ser doloroso al principio, pero no dejaba de ser sumamente excitante. Empujó otro poco sin soltar mis caderas las cuales apretó, posiblemente quedarían marcas allí, solté otro gemido más fuerte el cual no pude contener, era cuidadoso en cada movimiento, lo cual era muy relajante y me dejaba disfrutar por completo del encuentro. En cuestión de segundos, él ya estaba dentro de mí, moviéndose muy lentamente de afuera hacia adentro para que me acostumbrase a su tamaño. Los jadeos constantes no tardaron en hacerse presentes  y aumentaron cuando sin prisa, el ritmo pasó de lento a moderado una vez que ya mi cuerpo estaba predispuesto para él.

―Di mi nombre Harry, quiero que me hagas saber cuánto te gusta esto ― llevó una de sus manos hacia mi miembro para masturbarme al ritmo de sus embestidas.

―Me encanta Louis, no te detengas ―solté con dificultad apretando mis ojos con fuerza ante semejante momento de placer, era increíble lo bien que se sentía, parecía hecho a mi medida.

Cada segundo que pasaba el placer aumentaba y el lado salvaje de ambos quedaba en evidencia a cada gemido mientras yo le pedía que no se detenga y él no contenía su necesidad de aumentar la velocidad.

Su ritmo se había vuelto casi bestial, de golpe se detuvo saliendo de mí. No fue necesario decir nada, probablemente estuviera agotado, y es que realmente había hecho todo el trabajo pero aun no era suficiente para llegar al clímax, por eso, se recostó sobre la cama observándome con sus ojos zafiro llenos de lujuria, probablemente era la imagen más jodidamente perfecta que haya visto en mi vida. Me posicioné sobre él para volver a introducir su miembro en mí. Comencé a cabalgar con mis manos apoyadas en su envidiable torso, me daban ganas de recorrerlo con mi lengua, era lo más atractivo que haya visto jamás.

Yo era el responsable de llevar el ritmo, pero él bien me ayudaba tomando mi cintura llevándome de atrás hacia adelante. Sus manos se encargaban de recorrerme entero, nunca me habían hecho sentir tan deseado, de la manera en que me observaba era única.

―Me vengo Harry, no te detengas ―pese a mi cansancio, sus palabras bastaron para que utilizase mis pocas energías en cabalgar rápidamente sobre él. Apretó con fuerza mis caderas y pronunció mi nombre entre gemidos ahogados justo cuando apretó su abdomen con fuerza entreabriendo sus finos labios soltando el aire con fuerza, de inmediato, pude sentir como se vino dentro de mí y todos los músculos de su cuerpo se relajaron. Su cuerpo bañado en transpiración hizo que me sintiera en el cielo ¿Acaso había algo más sensual que ese hombre?
Sabía que yo aún no había llegado al orgasmo, así que apenas retomó un poco el aire quitó su miembro de mí y tomó nuevamente el control de la situación.

―Voy a devolverte el favor Harry ―habló antes de besarme. Se encontraba recostado a mi lado, sosteniendo el peso de su cuerpo sobre su codo mientras su mano hacía rápidos vaivenes sobre mi miembro. ―Vamos Harry, córrete para mí ―susurró de manera sucia a mi oído y fue lo último que necesite para retorcerme de placer y manchar mi pecho y su mano con hilos de semen.

Jadeaba con fuerza mientras lo observaba fijo a los ojos, él sonreía con total satisfacción. ¿Cómo demonios esto había sucedido? ¿En qué momento me volví tan loco como para terminar teniendo sexo en casa de un extraño? ¿Cómo era posible que hubiese perdido la cordura de tal manera? Respondí todas aquellas dudas con solo observar su cuerpo desnudo junto al mío. Su envidiable figura llena de tatuajes, su abdomen perfectamente marcado, su sonrisa descarada y cada facción de su rostro hasta llegar a sus increíblemente bellos ojos zafiro.
Lo miraba encantado, sin pronunciar palabra alguna, me atreví a correr el flequillo de su rostro que estaba pegado a su frente a causa del sudor que había provocado tan fogoso encuentro. No pude evitar hacer una caricia luego de aquel movimiento para luego dejar un beso sobre sus labios al cual correspondió y ahora sí se dejó caer exhausto sobre la cama.

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