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Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
- Título: Muñeco
- Autor: Sarae
- Adaptación: Sí, de la serie "Muñeco" de Sarae.
- Género: Romance.
- Contenido: escenas eróticas, lenguaje vulgar, contenido homoerótico.
- Advertencias: Twincest.
AVISO
Esto es una ADAPTACIÓN de la serie "muñeco" de Sarae, eso quiere decir que adaptaré la historia a los personajes al igual que intento adaptar los personajes a la historia.
Sé que ya habrá alguna adaptación del fic por algún lado, no sé como será, pero las que he comenzado a leer han sido cambiar los nombres y poca cosa más, y eso me hizo reescribir el fic pero adaptandolo al NARRY en casi todos los sentidos.
Lo único que pido es que me dejeis un pequeño mensaje para saber si os está gustando el fic, debeis entender que es un poco difícil porque básicamente reescribo el fic original y tiene su trabajo :$.
La trama pasará en Alemania como el fic original, puesto que Inglaterra no ha tenido ningun problema con los judíos o los negros y creo que ese es un muy buen punto que no se debe perder ^^.
No sé con qué frecuencia podré actualizar, tenía pensado comenzar en unos meses más pero creo que tengo suficientes capítulos adaptados para ir subiendo de vez en cuando :D, además que últimamente estoy de muy buen humor y quiero compartir esto con vosotro@s. Leí el fic original y la verdad es que lo amé, lo recomiendo con todas las ganas y sé que, aunque algunas veces es muy vulgar, podríais emocionaros con él como lo hice yo.
También debo avisar que esto es un boyxboy y twincest, así que si no te gusta no comiences a leer. Por otra parte hay fuertes escenas explícitas de sexo, y muchas también. Se utiliza lenguaje vulgar y expresiones obsenas en alguna ocasión.
Como ya he dicho el fic original es de Sarae, y todos los méritos y todas las alabanzas van a ella, que de verdad me parece una estupenda escritora y es una pena que lo haya dejado, por lo que sé al menos.
Pido que, si no os gusta este género o la novela en sí, no dejéis vuestros comentarios desagradables, simplemente ignorad la novela y listo, ni vosotros comentáis algo que no os gusta ni yo me irrito ^^
Última edición por stealmydiary el Mar 25 Nov 2014, 8:53 am, editado 6 veces
stealmydiary
INTRODUCCIÓN
Introducción
By Harry
28 de Septiembre, una y media de la tarde, Stuttgart. Mi regreso a casa después de una noche desenfrenada en el local de Black no fue muy agradable. Aún estaba medio borracho, más bien resacoso después de dos horas encerrado en el baño más pestilente y asqueroso que pudiera encontrar en veinte kilómetros a la redonda. Me había quedado sin condones y el mareo se me pasó de golpe después de la paliza que había tenido que propinar al mismísimo Black para que se olvidara del asunto de tirarme a la zorra de su novia. No era mi culpa que esa puta se vendiese al primero que se le pusiese en frente, y mucho menos que conmigo lo hiciese gratis.
Tenía pensado tirarme en la cama y dormir hasta las tres de la tarde del día siguiente, pero un obstáculo inoportuno se interponía entre mi cama y yo. Mi padre había cambiado la cerradura como tantas veces me había amenazado que haría y eso me estaba encolerizando. Golpeé la puerta con el puño varias veces, con toda la fuerza que en ese momento podía.
- Es por tu bien, Harry – escuché la voz clara de mi padre al otro lado de la puerta y eso me enfureció más.
Estuve a punto de tirar la puerta abajo a base de patadas y puñetazos, gritando que me abriera, amenazándole con lo que era obvio: en cuanto entrara le metería una paliza hasta que se olvide de tonterías; pero no me abrió. Si no fuera porque las ventanas estaban embarrotadas, hubiese trepado hasta mi cuarto y hubiese cumplido mi amenaza, pero era imposible atravesar los barrotes. Imposible forzar la cerradura que yo mismo me había encargado que fueran inaccesibles.
Después de darle una última patada furiosa a la puerta me fui a mi coche, al cual quería mucho más que al hombre que se hace llamar mi padre. Nadie había trabajado más que yo para conseguirlo, ni siquiera mi viejo en toda su vida. Cierto que la mitad del dinero lo había conseguido mediante apuestas del estilo “Si tumbo a este, me daréis veinte euros”, “Si te salvo el culo, me tendrás que dar cincuenta euros”, “No prenderé fuego a tu coche si me das cien euros” o “No te mataré, pero suelta doscientos euros”.
La ley de la calle. La ley de mi vida… mi ley.
Mi calle, mis leyes; mi ciudad, mi dictadura; mis muñecos, mi juego. Simple.
Abrí el maletero del coche sabiendo lo que me esperaba allí: mi ropa, mi guitarra, mis gorras, mis pertenencias… todo en el maletero del coche. El hijo de puta de mi padre me había echado de la casa como un perro y yo sabía lo que quería. ¡Joder, sí! Incluso me había actualizado el GPS del coche con el mapa de Hamburgo y sus alrededores; y me había dejado una nota pegada al volante. Sin leerla la cogí y la hice trizas, tirando los trozos frente a la puerta y escupiendo sobre ellos.
En ese momento Guetti se acercó medio arrastrándose, con la cola amputada entre las patas y soltando aullidos lastimeros.
- ¡Espero que se la dejes a Andreas, maldito hijo de puta! – Le grité a mi viejo desde fuera caminando hacia mi coche y arrancándolo con un humor de perros.
Toda aquella mierda era absurda, innecesaria. ¿A quién le importa si voy por la calle con las ganas de tirarme al cuello de cualquiera que me mirase más de lo que debe? ¿A quién le importa cuánto alcohol consumiera, cuanto fumara o si incluso me drogo? ¿A quién le importa la cantidad de tatuajes que tengo en el cuerpo? ¿A quién demonios le importa cuántas veces follo al día o si lo hago con condón? ¿Qué, si le pego palizas a los débiles, si me meto en peleas callejeras por diversión, si robo coches o prendo fuego a algo? Era un delincuente, eso ya lo sabía desde hace años, pero ¿Y qué? ¿A quién coño le importa eso?, ¿A mi viejo? Nah, por mucho que se haga la víctima no le importa; ¿A mi madre? ¿Esa tía a la que no veo desde lo cuatro años, la que desapareció de mi vida sin más, desatendiéndose de mí? Si no le importé siendo un niño mucho menos ahora siendo un marginado social. Pero lo que no paraba de taladrarme era que, después de tantos años sin hablarse, lo hicieron ahora precisamente para decidir qué hacer conmigo. Aquello no tenía ni pies ni cabeza.
De repente me veía conduciendo por la carretera que llevaba a Hamburgo a ciento treinta, a conocer a mi madre y a ese hermano mellizo perdido del cual no recuerdo absolutamente nada excepto que tenía los ojos azules. Mi madre era abogada de oficio, ganaba una pasta y suponía que sería una amante de las reglas y las leyes, pija, rodeada de lujos, vestida de negro y una maniática del orden. Yo era un delincuente que pasaba más tiempo en comisaría que en casa, fichado a mis diecinueve años, con antecedentes y poco dispuesto a cambiar para convertirme en una réplica de mi hermano. Sería fácil, solo tendría que ser como soy y pronto estaré de vuelta en Stuttgart, al fin y al cabo no encajaría en aquel mundo de color rosa. No deseaba encajar allí, sinceramente me importaba una mierda no encajar; me gusta como soy, me gusta jugar a ser dios, pelearme, sentir la sangre de otros en mis manos, sentir el dolor, el miedo, el placer del sexo brusco… no sentía ningún interés en ser aceptado allí, Stuttgart ya me da lo que necesito.
Lo que sí tenía mi interés era encontrar una muñeca nueva, una con la que jugar el tiempo que fuese a estar allí, eso estaría realmente bien. Una bonita muñeca con la que jugar, experimentar, arriesgarme, con la que pueda disfrutar plenamente del sexo y todo lo que ello conllevara. Una muñeca a la que hacer sufrir, a la que romper; y cuanto más daño le haga a mi madre o a mi hermano, mejor…
Mientras pensaba y conducía fue cayendo la noche, una sonrisa se formó en mis labios cuando mis pensamientos se aclararon. Poco me importaba de quién se tratase mi nuevo juguete ni qué fuera para mí la verdad. Cualquier criatura bonita con cuerpo de porcelana y fácil de manejar estaría bien. Cuanto más cerca… mejor.
¿Cómo hubiera pensado siquiera pensado que el juguete perfecto podría ser mi hermano mellizo?
Pero… ¿Realmente me importa?
Un muñeco cercano y perfecto estaba allí, esperándome.
¿Quién lo hubiese imaginado? Por lo menos una tía, pero no.
El candidato perfecto, mi hermano, Niall…
Mi próximo muñeco.
Pobre muñeco…
stealmydiary
Re: Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
Hola Primera lectora , esta genial esta adaptacion :D Me encantaria que siguieras
Att: fiel lectora
pd:te quiero
Att: fiel lectora
pd:te quiero
sarilla123
Re: Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
PD: me encanta seguila :D pls :D
Pd:2:Se me olvido decir adios :D
Pd:2:Se me olvido decir adios :D
sarilla123
Capítulo 1
Capítulo 1.1
- Hey… - aparté la pajita de mi boca, sobresaltado, encogiéndome por la repentina corriente que recorrió mi columna vertebral cuando el individuo que tenía en frente posó su mano sobre mi hombro - ¿Estás solo? – Su voz gruesa y ronca me sonaba inusual pero sexy. Nos miramos unos segundos antes de que él se sentara a mi lado sin ninguna invitación, poniéndome nervioso.
- Eh… pues – su voz grave era tan diferente a la mía que por un segundo me avergoncé.
Un sudor frío recorrió mi cuerpo mientras le miraba, intentando disimular. Su cabello era una mata de rizos desordenados, apartados de su frente gracias a un pañuelo negro mal atado; una camiseta blanca se ajustaba a su cuerpo, dejando entrever tatuajes, muchos tatuajes, demasiados para mi gusto. Toleraba los tatuajes, pero hasta cierto punto y en lugares más discretos, aquel tipo tenía los brazos tatuados por todos lados y, como se veía a través de la tela medio transparente de su camiseta, también su pecho. Sus pantalones negros se ajustaban a su cintura, y sus botas negras parecían querer pasar a una vida mejor; sus manos sujetaban una sudadera del mismo color que el pañuelo de su cabeza. Piercing en el labio, ojos verdes con una mirada clara e indiferente… nunca me había cruzado con alguien así y no sabía cómo clasificarlo. Contuve el aliento cuando me di cuenta que él estaba haciendo su propio escrutinio sobre mí, evaluándome con la mirada de arriba abajo hasta finalmente mirarme a los ojos y sonreír. Era una sonrisa pícara y seductora que me dejó helado. Dejando ver unos hoyuelos en sus mejillas que contrastaban con la malicia de la sonrisa.
Busqué con la mirada una cara conocida. Liam, Zayn… no los veía por ninguna parte y el estómago se me encogió de horror.
- ¿Estás solo? – Volvió a preguntarme el tío que se había sentado a mi lado. Tendría mi edad, quizás un año más, eso me relajó.
- No, no estoy solo. Estoy con unos amigos que… - Volví a buscarles con la mirada. Seguía sin encontrarlos - …no están. Debería ir a buscarlos. – Me puse de pie, estaba dispuesto a alejarme de él.
- ¿Tienes prisa? Te invito a algo…
- No, gracias.
- ¿Por favor? Si te mueves mucho de aquí no tardarás mucho en tener las huellas dactilares de todo el pub en tu culo – el lugar en donde estaba era el típico sitio en el que te manoseaban el culo cada dos pasos y eso me hizo pensarlo un poco. Al cabo de dos segundos volvía a sentarme.
- Vale – me terminé el vodka que había estado tomando, incómodo. Él me miraba atentamente y a los pocos segundos de terminar mi bebida ya tenía otra delante - ¿Por qué me miras tanto?
- ¿Sabes que a quién quería acercarme era a la chica que había estado aquí hace dos minutos?
- ¿Ah sí?
- No te enfades.
- No lo hago. Solo que no entiendo por qué no vas tras ella, digo, no tienes que estar aquí…
- Quiero estar aquí. Me has llamado la atención y si me fuera creo que aunque lo intentara ya no podría apartar la mirada de ti – bajé la cabeza cuando sentí mis mejillas calentarse. Aquello era ridículo.
- Yo no…
- ¿Tienes novia?
- Hasta el invierno pasado, sí – quizás debería haber dicho que sí.
- Interesante… ¿Y novio? – El líquido que en ese momento estaba pasando por mi garganta se fue por el lado equivocado a causa de la sorpresa, haciéndome toser y cortándome momentáneamente la respiración. Él me dio varios golpecitos en la espalda, mordiéndose los labios para no reírse y me encogí cuando sentí su mano caliente sobre mi brazo desnudo. Saltaron chispas por ese simple roce y apartó la mano en seguida, observándome con una ceja alzada, la curiosidad y la sorpresa pintadas en sus ojos verdes.
Acabábamos de conectar. Sin más historias.
- ¿Cómo te llamas?
- Niall – Ya no había marcha atrás.
- Niall… tengo un hermano que se llama Niall.
- ¿Sí? No es un nombre muy común – me encogí de hombros y sin saber por qué sonreí – Yo también tengo un hermano. No lo veo desde los cuatro años y viene mañana desde Stuttgart – sus ojos verdes por un segundo brillaron con sorpresa, su boca se abrió como si fuese a decir algo, pero finalmente acabó riendo.
- ¿Desde Stuttgart?
- Sí ¿Por qué?
- Hum… por nada – le di un nuevo sorbo al vodka, los ánimos estaban subiendo pero los nervios seguían ahí - ¿Desde los cuatro años no le ves?
- No. Mis padres se separaron, él se quedó con mi padre y yo con mi madre. Es… como esas historias en la que separan a dos gemelos y no vuelven a saber más del otro hasta muchos años después.
- ¿Sois gemelos? – Negué con la cabeza.
- Mellizos en realidad… o eso me han dicho. No lo recuerdo apenas, solo que jugábamos en el parque en la arena a hacer castillos y esas cosas que hacen los hermanos.
- ¿Y no has sabido nada de él desde entonces?
- No.
- ¿Y por qué de repente después de…? – Sus ojos verdes se clavaron en los míos con curiosidad.
- Quince años.
- ¿Tienes diecinueve?
- Recién cumplidos – sonreí orgulloso.
- Qué casualidad, yo también – quizás es efecto del alcohol, pero me pareció escuchar en su voz un toque de ironía y diversión - ¿Y por qué ahora viene de Stuttgart? Para… ¿Verte? – Puse los ojos en blanco y giré el asiento para quedar frente a él.
- Es una historia muy larga.
- Tengo toda la noche por delante – sonreí, no solo habíamos conectado… me gustaba.
- Se metió en un lío o algo así. Por lo que me contó mi madre insultó a un profesor, él le pegó y mi hermano se defendió, pero se le fue de las manos. Le metió una paliza y después, cuando lo expulsaron de la universidad, prendió fuego al coche del profesor, solo porque estaba cabreado por ser expulsado. Pasó la noche en comisaría y lo acusaron de delincuente, no era la primera vez que estaba en esas movidas. Iban a meterlo a la cárcel pero mi madre es abogada y tiene contactos; pagó la fianza y pactó con mi padre traerlo aquí, para intentar mejorarlo o algo así.
- Hum… tu hermano es un chungo entonces – Se tragó su bebida de un sorbo sin apartar sus ojos verdes de los míos.
- Sí, y eso me asusta.
- ¿por qué? – La sonrisa pícara no se borraba de su cara y eso me estaba poniendo nervioso.
- Pues imagínatelo. Mi madre está casi las veinticuatro horas fuera de casa, cualquier día que le dé la gana tendrá el tiempo de amordazarme, maltratarme y hasta de violarme si quiere – arrugué la nariz – cualquier día de estos aparecerá mi cadáver en las noticias – el soltó una fuerte carcajada que yo no dudé en secundar. Su risa era estupenda.
La tensión había desaparecido, aún no había hablado con nadie de mi hermano y hacerlo con aquel desconocido que me erizaba la piel me había quitado un peso de encima. Uno que no sabía que tenía.
- Estás jodido ¿No?
- Me temo que sí. Por eso mis amigos me han arrastrado aquí hoy, querían que ligara, me tirara a alguien y… - me callé de golpe, ruborizándome vergonzosamente. Él entrecerró los ojos con malicia mientras la sonrisa pícara volvía a sus labios. Su lengua recorrió sus labios hasta detenerse en su piercing, jugueteando con él antes de volver a meterla a su lugar. Junté las piernas y sentí la tentación de llevar mi mano hasta mi entrepierna, sabiendo lo que encontraría allí, era inevitable y me asustaba.
Nunca me había pasado algo así y no tenía idea de qué hacer. Nunca me había atraído un tío y por su puesto los royos de una noche no eran lo mío. Pero aquel chico me estaba mirando de una manera que de seguir así por mucho rato dudaba controlar mis ganas de abalanzarme sobre él.
- Mis amigos también me han arrastrado hasta aquí como… despedida – un nudo en mi garganta se formó al escuchar sus palabras.- Me mudo a Hamburgo y no los veré en un tiempo largo.
- ¿Aquí? ¿Te mudas aquí?
- Sí, aquí cerca – se rio pero yo no le vi la gracia. – Puede que esta no sea la única vez que nos veamos.
- Ah… no…
- ¿Te gustaría volver a verme? – desvié la mirada a un lado al escuchar su pregunta, sabiendo que si seguía mirándole volvería a ruborizarme y aquello comenzaba a cansarme, no quería parecer una colegiala enamorada. Mi pelo rubio, aplastado contra mi frente, se movió hacia delante, tapando levemente mis ojos y dándome cierta intimidad que necesitaba en aquel momento. Pero sus dedos se encargaron de apartarlo de mi frente y ponerlo tras mi oreja, haciendo que las chispas volviesen a saltar pero sin sobresaltarme. Más bien un hormigueo de deseo me recorrió el cuerpo. – Debería irme – No había notado cuándo se había acercado a mi hasta que sentí su aliento contra mi oído, provocando que cada célula de mi cuerpo se estremezca - ¿Te vienes conmigo?
Tragué saliva y apreté los ojos cerrados, sintiendo su mano sobre mi muslo, cerca de la ingle. Su agarre se apretó con suavidad, haciendo que me levantara casi de un salto y abriese los ojos, con el corazón bombeando la sangre que poco a poco se iba acumulando en un único lugar más al sur. Ya ni siquiera me llegaba la suficiente al cerebro como para pensar que aquello no era buena idea.
Me gustaba, y en cierto modo sentí la curiosidad de probarlo, pero solo con él. Nunca había sentido esa conexión con nadie y era realmente atractiva la idea de ir un poco más allá. Sería especial, aunque eso no significase que fuera del todo buena.
Él me agarró la mano y me fue guiando entre la muchedumbre. Yo mantuve la mirada clavada en el suelo en todo momento, no quería pensar mucho, no quería porque sabía lo que sucedería. Mis orejas y mis mejillas ardían y mi cabeza me iba a estallar, mi cerebro no paraba de gritarme que no era buena idea pero mi cuerpo me decía otra cosa, yo quería, simplemente lo deseaba.
Ya que iba a pasar los siguientes meses y quizás años viviendo un martirio con mi hermano, al menos disfrutaría aquella noche y me guiaría del consejo de Liam y Zayn, dejando que aquel recuerdo quedase grabado en mi cabeza. Porque si de algo estaba seguro era que lo recordaría toda su vida.
En el último segundo levanté la mirada y eché un último vistazo al local, mi mirada se encontró con la de Liam, mi amigo estaba a unos metros, acompañado de una chica, con un vaso en la mano y me miraba con los ojos como platos y la boca semi abierta por la sorpresa. Desvié la mirada y salí de un salto. Su mano liberó la mía una vez estuvimos fuera para ponerse la sudadera, tapando sus tatuajes y eso, extrañamente, me decepcionó un poco.
- ¿Nervioso? Pareces helado – su sonrisa me puso el vello de punta, haciéndome rozar con los dedos el colmo de la excitación. Ahora, bajo la luz de las farolas, su rostro me pareció pura atracción, incluso podía jurar que me sonaba de algo pero no terminaba de encajarlo. - ¿Pasa algo? – Preguntó esta vez con tono preocupado, dejando de lado la malicia y el coqueteo.
- No, nada… es solo que… - Empezamos a caminar a través del callejón apenas iluminado, los nervios comenzaron a provocarme ansiedad cuando me di cuenta que no le conocía absolutamente de nada y estaba caminando a su lado a un destino del que no tenía idea. Pero lo peor de todo es que ni siquiera estaba preocupado. – Un amigo… me ha visto…
- ¿Y eso es malo?
- No, no creo.
- Espero que no piense que voy a hacerte cosas guarras – soltó con ironía y yo solté una risita nerviosa. – Ese es mi coche – mi mirada se clavó en el enorme todo terreno, un enorme Cadillac oscuro, medio camuflado en la oscuridad del callejón pero aun así reluciente, aparcado solitario en plena noche. Tragué saliva.
- ¿El Cadillac?
- ¿Hay algún otro por aquí? – Parecía muy orgulloso de su coche. Anduve hacia él con cierta ilusión; los coches nunca habían sido mi tema favorito, pero siempre había sabido apreciar un buen coche y aquel… aquel era el rey de los coches. Las ventanas estaban tintadas y eso provocó que mi corazón se acelerase más de lo que ya estaba.
- Es muy grande.
- No es lo único que tengo grande – cuando me di cuenta sus brazos ya me habían arrinconado entre su cuerpo y el salpicadero del coche. Apoyé las manos sobre el capó, sorprendido, me temblaban los labios de pura excitación y una corriente de aire frío me congeló las piernas. Sus labios rozaban los míos provocándome una agonía que no me imaginaba podría sentir con tan solo ese toque.
- ¿Es… la primera vez que haces esto?
- Depende – dijo con una risita. – En mi coche, sí… con un hombre, también – Ante eso me sentí cohibido, mucho. El temblor de mis labios se extendió por todo mi cuerpo y el contacto que él pretendía tomar con mis labios me intimidó hasta hacerme retroceder, cayendo hacia atrás. Mi espalda dio contra el capó del coche y quedé medio tumbado sobre él. Oí su risa suave contra mi oído y su rostro descendió hasta que nuestras frentes quedaron apoyadas la una en la otra. – No te pongas nervioso, no rompería un muñeco tan bonito.
¿Muñeco…?
A esas horas de la noche, en la entrada del otoño, en un callejón oscuro, las temperaturas podían llegar a cero perfectamente y, como me encontraba en esos momentos, podría haber sufrido una hipotermia y ni siquiera me habría dado cuenta. El calor que me recorría la entrepierna y se extendía por todo mi cuerpo, me envolvía y casi me hacía inmune al frío de la noche, algo que parecía hacer perfectamente el chico que se encontraba sobre mí.
Su piercing rozando mis labios cada vez que los movía intentando acaparar los míos más y más, buscando más profundidad con su lengua dentro de mi boca. Se escurría por ellos y jugueteaba con mi lengua, provocándome escalofríos placenteros. Noté un hilillo de saliva escurrirse por la comisura de mis labios cuando él se separó, sonriendo.
Se lamió los labios y vi que era condenadamente sexy cuando hacía eso. Sentí la presión de mi miembro erecto bajo mis pantalones, casi me dolía. Una de sus manos heladas se coló bajo mi camiseta, acariciando mi piel con brusquedad pero causándome escalofríos placenteros. Eché la cabeza hacia atrás, entreabriendo los labios y deshaciéndome en suspiros. Uno de sus dedos fríos me rozó un pezón y un gemido tembloroso salió de mis labios.
Sus labios no tardaron en rodearlo, haciéndome estremecer y apoyar las manos en sus hombros, clavando las uñas en ellos al sentir como sus dientes se cerraban sobre él.
- No – gemí.
- ¿No qué? – Me pellizcó el otro pezón con fuerza y una sensación que variaba entre el placer y el dolor quedó atascada en mi garganta, deseando estallar en gemidos. Pero antes de que ningún sonido pudiese escapar de mi boca él me la tapó con una mano, dejando caer por completo su cuerpo sobre mí y mirándome a los ojos con tanto deseo que me abrumó. Sus ojos verdes habían oscurecido y yo simplemente estallé en temblores con el contacto de su mirada contra la mía. – No gimas tan alto, aún estamos en la calle.
Estaba a punto de tener sexo en la calle con un desconocido y en lugar de parar a pensarlo más lo único que hice fue asentir y cerrar la boca. En cualquier otra situación estaba seguro que le hubiese golpeado y hubiese salido corriendo, pero en aquel momento sentía que me estaba volviendo loco de placer y de anticipación por lo que venía. Sus ojos, su sonrisa y sus gestos me tenían completamente idiotizado.
- Puedes tocarme si quieres, no te voy a morder. – Se burló de mi pasividad y entonces me atreví a alzar las manos hasta su cabeza. Sus rizos se enredaron entre mis dedos, con un tacto más suave del que hubiese imaginado, porque a simple vista se veían sucios y ásperos. Le quité el pañuelo sin ningún cuidado, admirando la forma en que sus rizos desordenados caían sobre su frente, y entonces volvió a juntar sus labios con los míos. Cerré los ojos y disfruté, dejando viajar nuestras lenguas a la boca del otro, compartiendo aliento y suspiros ansiosos. Sus frías manos se posaron en mi espalda, acariciándola con la yema de los dedos descendiendo hasta dar con mis pantalones, esto provocó escalofríos en mí. Atrapó mi labio inferior entre sus dientes y empezó a lamerlo de manera húmeda y asquerosa pero realmente excitante. Notaba mi entrepierna cada vez más dura y sus manos se atrevieron a meterse bajo mis pantalones, agarrando mi trasero con fuerza.
Se separó de mí y se quitó la sudadera, dejando a la vista nuevamente la camiseta blanca que transparentaba sus tatuajes. Cuando se inclinó hacia mí nuevamente, me mordió la barbilla y su lengua comenzó a recorrer mi cuello hasta llegar a mi oído; notaba los firmes músculos contra mí y eso, en lugar de apartarme, me hacía querer más, más de esa fricción que su abdomen hacía contra mi entrepierna cada vez que se movía.
- ¡Oh, joder! – Gemí fuertemente, sin poder ni querer evitarlo. Él se separó de mí y me observó seriamente, como si se hubiese dado cuenta de algo. Temí que se quisiese echar para atrás en ese momento y mi voz sonó temblorosa al hablar. - ¿Qué… qué pasa? – Vi el movimiento de su nuez al tragar saliva antes de que su sonrisa maliciosa volviese a sus labios.
- Nada – susurró acercándose otra vez a mí.
Sus manos empezaron a bajar mis pantalones con un ansia que hizo latir mi corazón con fuerza. La vergüenza me invadió de repente y me deshice en temblores cuando quedé casi totalmente expuesto. No sabía si los temblores se debían a la fuerte excitación que sentía o al frío que hacía. Él se rio.
- Estás muy duro – se separó unos centímetros de mí y volví a colocarme la camiseta como pude, temblando furiosamente. Mis ojos observaban cómo comenzó a bajarse los pantalones ajustados, lo justo para poder ver su miembro tan erecto como el mío. Tragué saliva, aún más nervioso - ¿Nunca has hecho esto antes? – Me preguntó mirándome con una ceja alzada.
- ¿E-eh? – Me castañeaban los dientes y rodeé mi propio cuerpo con mis brazos. – N-no.
- Estás temblando – su frente se pegó a la mía y pude sentir su aliento cálido contra mis labios helados. Sus labios comenzaron a rozarse contra los míos en pequeños besos. – Estás helado. Joder… - Rodeé su cuello con mis brazos, no estaba dispuesto a que aquello se quedase así, de ninguna manera. Todo su cuerpo acabó sobre mí, haciéndome sentir su calor. Sus manos acariciaban cualquier trozo de piel que encontraban con tanta rudeza que hacía desaparecer el frío por su simple contacto. – Lo siento. Que burro soy… - le oí murmurar contra mi oído antes de sentirlo tirar de mi suavemente. Cuando mis piernas temblorosas tocaron el suelo casi me caigo, de no ser porque él me sujetó.
- N-no-no… - me quejé cuando él me cogió en brazos y me llevó a la puerta trasera de su coche. – Su-suéltame – abrió la puerta y me dejó dentro, sobre unos asientos de cuero.
- Espérame aquí – y cerró la puerta. ¿A dónde quería que fuera solo con las zapatillas puestas y una camiseta mal colocada? Me acurruqué allí, intentando entrar en calor ¿Cómo había acabado en esa situación tan vergonzosa?
stealmydiary
Re: Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
Omg! Dios casi lo hacen en media calle , jajajajaja seguila y ese liam ya me lo imajino con cara de " que coño pasa aqui"
Siguela
Pd:te quiero :)
Siguela
Pd:te quiero :)
Mashton4ever
Re: Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
Pd: soy la misma que comento antes es que cambie de cuenta
Mashton4ever
Re: Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
jajajaj. Gracias por leer y comentar, ahorita mismo la sigo^^, si te gusta recomiendala porfa :).
Pd: yo también te quiero *.*
Pd: yo también te quiero *.*
stealmydiary
Re: Muñeco [ADAPTACIÓN- NARRY STORAN]
Te informo que tu novela carece de la ficha reglamentaria. Pasa por las reglas y edita el primer mensaje o correrás el riesgo de que borremos tu historia sin aviso previo. Posees un plazo de 48 horas para cambiar lo requerido. Cualquier duda, queja, o sugerencia, contáctame por mp.
wylan
Capítulo 1.2
Capitulo 1- Parte 2
- Espérame aquí – y cerró la puerta. ¿A dónde quería que fuera solo con las zapatillas puestas y una camiseta mal colocada? Me acurruqué allí, intentando entrar en calor ¿Cómo había acabado en esa situación tan vergonzosa?
Él entró por la puerta del conductor segundos después y metió la llave en el contacto, encendiendo la calefacción y mirándome un segundo antes de salir y entrar por la puerta trasera. Me aparté haciéndole sitio, viendo que llevaba en las manos la ropa que me había quitado y su sudadera, la cual me puso por encima de mis hombros, abrigándome un poco.
- ¿Mejor? – Asentí con la cabeza ante su pregunta. – Te habías puesto azul. ¿Quieres que te lleve a casa?
- ¿Ya?
- Son las cinco de la mañana. ¿Tienes otros planes o…quieres seguir? – Me miró con la sonrisa pícara de antes, haciéndome ruborizar de nuevo. – Puedes vestirte aquí si quieres, no miraré. – Me cubrí más con la sudadera, intentando disimular que seguía completamente excitado. Olía a él. – ¿No quieres volver a casa?
- No es eso.
- ¿Entonces?
- Nada… - quería estar más tiempo con él y, por qué negarlo, terminar lo que habíamos comenzado - ¿Y tú qué?
- ¿Yo?
- ¿No quieres volver a casa? – Durante unos segundos pareció pensativo.
- No es eso. Te dije que me iba a mudar aquí, pero hasta mañana no tengo casa, así que pensaba dormir en el coche.
- Ah… – me acurruqué en la sudadera antes de caer en que si yo estaba allí, él no podría dormir. – Esto… si quieres que me vaya para dormir, solo tie…
- No, no – su sonrisa fue la más encantadora de toda la noche – si quieres quedarte a dormir lo que queda de noche… no tengo ganas de dormir solo hoy, ahí fuera está muy oscuro. – Hizo una mueca con los labios que me hizo reír. – Además, aquí se está calentito.
- Sí – su expresión volvió a ser seria de nuevo y empezó a toquetearse en piercing del labio con los dedos.
- Si quieres… - se acercó un poco más a mí, vacilando – aún tienes los labios azules…
- Aun están congelados, necesitan cal… - su mano se posó sobre mi mejilla, acariciándola tiernamente, acercando sus labios a los míos de nuevo.
- Aún quiero jugar con mi muñeco. – No entendía qué quería decir con lo de muñeco, pero no me disgustaba del todo. Además que no le volvería a ver después de aquella noche.
Nuestros labios volvieron a juntarse, nuestras lenguas volvieron a pelear la una contra la otra, esta vez con más ansias que antes. La sudadera acabó debajo de mí cuando él se tumbó encima de mí. Él había vuelto a colocarse el pañuelo negro en la cabeza y yo se lo quité, sintiendo sus rizos acariciarme el rostro, sin apartar ni un segundo mis labios de los suyos.
Se separó de mí, agarrando los brazos que había cruzado tras su cuello y apartándolos de él. Dejé que mis brazos cayesen dócilmente a ambos lados de mi cabeza, observando como quitaba mi camiseta y luego la suya, dejándolo todo en un montón. Mis ojos recorrieron cada centímetro de piel tintada y mi pelvis dio un tirón doloroso, aquello era realmente sexy. Cuando reparé en sus músculos la necesidad de acariciarlos me azotó con fuerza. Al ver la necesidad en mis ojos se rio antes de comenzar a bajarse los pantalones; desnudándose sobre mí. Nunca había pensado que desearía tanto tocar a alguien y que ese alguien me tocase a mí.
- Quiero… quiero – se inclinó sobre mí, manteniendo cierta distancia entre ambos cuerpos, torturándome. Él estaba suspirando ansiosamente y en su cuerpo se podía ver un brillo a causa del sudor que le causaba el calor de la calefacción y el de la excitación.
- ¿Qué? – Tragué saliva ante su ronca voz. – Haré todo lo que me pidas. – Y de verdad deseaba que así fuese.
- Tócame. – Pedí en un susurro. Sus manos estaban calientes, sudorosas y callosas pero en lugar de darme asco me gustaba y me excitaba. Me acariciaba cada trozo de piel que podía con ternura, como si pudiese romperme, sin dejar de mirarme a los ojos. Dejó caer su cuerpo sobre el mío completamente, apoyando las manos en mi cintura y acariciándola con sus pulgares. Notaba como nuestros miembros se rozaban al mínimo movimiento, deshaciéndonos en gemidos. Y supe lo que quería: - Bésame.
Hacía mucho calor de repente, nuestros cuerpos estaban cubiertos por una capa de sudor. Mis manos recorrían su espalda con ansias, casi arañándola. Nuestros labios se devoraban, con nuestras lenguas jugueteando furiosamente. Mis manos recorrieron sus hombros, bajando hasta su pecho y dibujando con los dedos las golondrinas y la enorme mariposa que allí habían pintadas.
- Les tenías ganas ¿Eh? – Se burló, besando ahora mi cuello mientras yo bajaba las manos por su abdomen. Me mordió con algo de fuerza pero sin llegar a hacerme daño y se restregó contra mí en un movimiento brusco, provocándome un fuerte gemido. Él soltó un ronco gemido cuando una de mis manos se cerró sobre algo más duro que sus músculos. – Si me tocas ahí voy a reventar.
- No es mala idea.
- Si reviento, se acaba el juego, muñeco – mis manos dócilmente volvieron a su cuello, lo último que deseaba en aquel momento era que el juego terminase.
- Revienta en mí – Su boca entreabierta se torció en una sonrisa maliciosa.
- Ven aquí muñeco – sus manos tiraron de mí hacia arriba, apoyé los antebrazos en los asientos, levantando un poco la espalda y mi trasero quedó sobre sus piernas flexionadas. El calor era intenso, los latidos de mi corazón también.
- Házmelo. – Me abandonaba por completo a él… a un desconocido. Eso sonaba incluso imposible para mí, algo que nunca haría, pero él… no era un simple desconocido, él era algo más aunque no sabía cómo definirlo.
Grité fuerte cuando me penetró de golpe, esta vez no de placer sino de dolor. No resultaba agradable sentir que algo tan grande y grueso se introducía en tu cuerpo con esa brutalidad. Dolía los mil demonios y para probarlo unas lágrimas corrieron por mis mejillas de puro dolor. Él me apretó contra su cuerpo y yo eché la cabeza hacia atrás hasta que chocó contra el asiento. Se movía y el dolor aumentaba. Apreté los dientes, esperando que terminara cuanto antes y de repente paró. Noté como me soltaba poco a poco sobre el asiento, sin salir de mí.
- ¿Por qué… paras? – Su mano se cerró sobre mi miembro, acariciándolo con suavidad y haciéndome estremecer.
- Acaríciate. – Mi mano obedeció rápidamente, como si fuese mi propia orden y no la del otro. Mi propio contacto me ponía el vello de punta y sus ojos, sin perderse detalle de mis movimientos, me excitaban lo inimaginable. Nuestras manos se tocaron cuando ambas se cerraron sobre mi miembro erecto, cada vez más duro.
Entonces comenzó a moverse nuevamente a moverse sobre mí, inclinándose sobre mi cuerpo. Nuestros labios se rozaban, compartíamos el mismo aliento, el mismo cuerpo. El dolor casi había desaparecido, seguía allí, pero ya no tan molesto, pues el placer que sentía al ser acariciado al mismo ritmo que las embestidas, lo opacaba. Sentía calambrazos de placer con cada estocada, con cada beso, con cada caricia. Aquello se estaba convirtiendo en el paraíso para mí.
- No… puedo… más – lloriqueé.
- ¡Dios…! – Le oí susurrar, su voz se había vuelto aún más ronca y grave. Cerré los ojos, tenía la mente en blanco y lo único que conseguí fue rodear con mis piernas su cintura, empujándole más contra mí. Una de mis manos se enredó en sus rizos, apretando suavemente. Estábamos tan excitados y el ritmo había comenzado a ser tan brutal que no aguantamos mucho más.
Mi mano se impregnó de mi propia semilla, mi espalda se curvó y abrí la boca, incapaz de pronunciar sonido alguno, ahogándome en mi propio placer. Sentí mi entrada humedecerse, repleta de su esencia. Apreté los dientes con su última embestida, que impulsó mi cuerpo hacia atrás. Apreté con brusquedad su cuero cabelludo y grité tan fuerte como en ese momento mi garganta me permitió. Oí su gruñido contra mi oído y sentí como estrujaba mi miembro hasta el punto de hacerme remover, con un ligero espasmo. Su cuerpo cayó flácido sobre el mío, nuestra respiración ahogada era el único sonido que rompía el silencio absoluto que se hizo entre nosotros. Sentía nuestros cuerpos en contacto, empapados de sudor. Estaba húmedo. No me importaba.
Se me cerraban los ojos, embriagado por el ambiente y los brazos que me rodeaban. Pensé que quizás él se había quedado dormido al sentirlo completamente quito y cerré los ojos; pero su mano hizo que volviera a abrirlos al sentirla quitar algunos mechones de pelo que se habían pegado a mi frente por el sudor.
- Muñeco…
- ¿Hum?
- ¿Quieres dormir conmigo lo que queda de noche?
- Mmhm – cerré nuevamente los ojos y él se rio.
- Te llevaré a casa – Se apartó de mí y yo lloriqueé, abriendo los brazos a la espera de que se tirara sobre mí de nuevo. – El delincuente de tu hermano aparecerá hoy.
- Me quieres echar.
- Quiero dormir – me senté en seguida.
- Lo siento – cogí mi ropa con la mano. – Perdona… - murmuré. Me sentí humillado ante mi estúpido comportamiento. – Me he tomado… demasiadas confianzas – demasiadas para un lío de una noche. Un simple lío de una noche.
Comencé a vestirme con urgencias, sintiendo la necesidad de salir corriendo en ese instante y ganas de llorar.
- ¿Sabes una cosa? – Él también se vestía, solo que más lentamente, observándome con esa sonrisa de chico malo que me ponía el vello de punta. – Me gustaría estar más tiempo contigo, aunque no lo parezca. He disfrutado mucho. – Bajé la cabeza, avergonzado, y él me agarró un mechón de pelo, acercó su rostro y lo mordió. El corazón, otra vez… - Han sido muchas noches y esta, ha sido la más especial – tragué saliva.
Me soltó el pelo y salió del coche, se sentó en el asiento del conductor y me miró a través del espejo retrovisor.
- ¿No vienes? Te llevaré a casa, necesito que me guíes.
***
- ¡Niall! ¿Se puede saber dónde estás? ¡Hemos estado llamándote toda la noche! – Tuve que apartarme el móvil del oído para que los gritos de Zayn no me reventaran el tímpano. Suspiré con los ojos en blanco cuando le escuché continuar hablando, esperando pacientemente a que el sermón terminase para poder decir algo.
- Zayn, calla…
- ¡Estábamos preocupados, tío! Liam dijo que te habías ido. Se ha puesto histérico ¿Dónde se supone que estás?
- Eh… estoy de camino a casa – dejé que el aire de la ventanilla abierta me refrescara un poco las ideas y la mente, era necesario.
- ¿A tu casa? ¡Pero si estamos muy lejos! ¿Por qué no nos has esperado? ¿Por qué no nos dijiste nada?
- Porque estabais ocupados buscando un royo con el que pasar la noche y me dejasteis solo. Por eso.
- Niall… - suspiró. – Vale, lo siento. ¿Dónde estás? Iremos a buscarte.
- No hace falta. Ya… voy en coche. Me llevan a casa – le miré de reojo, estaba concentrado en la carretera pero sabía que estaba escuchando.
- ¿Quién?
- Pues…
- Liam quiere hablar contigo.
- No tengo ganas de hablar, estoy cansado.
- Pero está…
- Me da igual. Estoy bien, no os preocupéis. Mañana os llamaré si así os quedáis tranquilos.
- Bueno… vale ¿Seguro que estás bien?
- Estupendamente.
- Y ¿Quién te lleva a casa? Será alguien de confianza ¿No? – Puse los ojos en blanco, Zayn siempre me trataba con a un hermano pequeño al que había que proteger.
- Claro, es de confiaza.
- Vale. Buenas noches entonces y… Niall, cuando llegues dame un toque o no puedo dormir tranquilo. ¡Hazlo!
- Vaaaaale mami. Yo también te quiero – colgué.
- ¿Eran tus amigos?
- Sí. Son buenos, un poco burros y salidos, aunque a veces muy serios, pero buenos.
- Y te han dejado solo en una fiesta.
- Si… no… bueno, técnicamente… pero no son malos.
- Si fueran buenos amigos, hubieran impedido esto.
- ¿Esto?
- Que yo te cazara. – No sé si fue el sentido de la frase o su voz ronca y lenta lo que me hizo sentir ligeramente caliente otra vez.
- No es algo malo. No es algo por lo que tenga que preocuparme – sus labios se curvaron en una sonrisa - ¿Verdad? – Su sonrisa se ensanchó, haciendo sus hoyuelos más visibles.
- Claro que no. Soy un tío decente que va a misa todos los domingos y que no se mete en líos… nunca.
Capté la ironía al momento.
- Es a la izquierda – giró el volante y condujo varios metros hasta que le detuve. – Es aquí – frenó lentamente. No podía creer que hubiéramos tardado tan poco en llegar. ¡Mierda! Liam me cortaría los huevos al día siguiente, Zayn le buscaría con un bate de béisbol hasta debajo de las piedras y mi hermano… mi hermano… lo mejor será que mantenga mi boca cerrada.
- Mi hermano… - observé la puerta de la casa cerrada. En ese momento me pareció una casa embrujada.
- ¿De verdad le tienes miedo a tu hermano? – Le di un pellizco en el brazo ante su burla, haciéndome el enfadado.
- Claro que no. Estoy nervioso, eso es todo.
Abrí la puerta del coche y salí de él. No quería irme, quería… quería otra noche más, pero él no me detuvo.
- Gracias por traerme.
- Ha sido un placer, muñeco – Sonreí.
- Bueno, pues… ya nos veremos por ahí.
- Muñeco… - me indicó con su dedo que me acercara y yo me incliné sobre la ventanilla abierta dentro del coche. Él sujetó mi barbilla y me dio un beso en los labios, metió algo en el bolsillo de mi chaqueta y me soltó dándome un empujón que me hizo salir del coche con brusquedad. – Si tu hermano te causa problemas puedes llamarme. Lo mataré – Sonrió con más malicia de lo que lo había hecho en toda la noche y, antes de que pudiera reaccionar, el enorme Cadillac abandonaba mi calle.
Me metí en la casa intentando hacer el mínimo ruido posible por si mi madre se encontraba durmiendo en su habitación. Eran las ocho de la mañana, ya había amanecido y no había dormido nada aún. Entré a la cocina para tomar algo y todo estaba como lo había dejado. Los platos sucios aún estaban en el fregadero, todo estaba por medio y eso solo significaba una cosa: mamá no estaba en casa. Quizás había pasado la noche con Gordon… genial... más trabajo para mí.
Pero antes dormiría, definitivamente.
Aun llevaba su sudadera puesta cuando entré en el baño, dispuesto a darme una ducha rápida antes de irme a la cama. Pero no lo hice, cada fibra de mi cuerpo olía a él y con eso lo sentía tan cerca.
Pensando en eso me eché sobre la cama, abrazado a su sudadera. Podría llamarle con la excusa de que se me había olvidado devolvérsela y podríamos volver a vernos.
Me dormí… ni siquiera le había preguntado su nombre…
***
- ¡Niall! ¿Se puede saber dónde estás? ¡Hemos estado llamándote toda la mañana! – Tuve que apartarme el móvil del oído para que los gritos de Zayn no me reventaran el tímpano… otra vez.
- Buenos días, Zayn. Se empieza por ahí.
- ¡Te dije que me dieras un toque cuando llegaras! ¿Tan difícil era?
- Me quedé dormido. Lo siento.
- ¡Una mierda! Quiero verte en el Dona en cinco minutos.
- Hum… pues va a ser que no. ¿Para qué quieres verme ahora?
- ¿Que para qué? Detalles, Niall, quiero detalles. Ayer mojaste ¿Verdad?
- Hum…
- ¿Verdad?
- Hum…
- Liam me ha dicho que… ¡No! ¡Idiota! – Oí un par de golpes y gritos. En ese momento sujeté el móvil con el hombro mientras me dedicaba a lavar un plato a fondo. Restos de comida se me pegaron a la uña y sacudí la mano, asqueado, salpicándome el agua en la cara, algo de lavaplatos se metió en mis ojos, haciéndome sentir un gran escozor. Acababa de recordar por qué nunca lavaba los platos en casa; prefería cualquier otra cosa.
- Niall, soy yo – el móvil se me cayó al suelo mientras me restregaba el ojo con el brazo, intentando hacer desaparecer el escozor, pero lo único que conseguí fue empeorarlo.
- ¡Joder! – Me agaché a recoger el móvil, que había ido a parar bajo la mesa de la cocina.
- ¿Niall? ¿Niall estás ahí? – Oí voz de Liam al otro lado. Me golpeé la cabeza con la mesa cuando intenté levantarme.
- ¡Ah, mierda! – Aquella no era mi mañana desde luego.
- Niall ¿Estas bien?
- ¡Si, sí!
- ¿Qué pasa?
- Nada – me acaricié la cabeza con la mano antes de darme cuenta que esta me olía al asqueroso lavaplatos que había estado utilizando y además seguía mojada. Tomé aire y pedí paciencia. – No puedo ir, Zayn parece que no lo entiende, ¡díselo!
- ¿por qué no puedes?
- Mi hermano… mi madre ha ido a recogerlo y…
- Bueno, era de esperar, pero tenemos que hablar sobre lo de… anoche.
- Ah.
- No te hagas el tonto.
- ¿Se lo has dicho a Zayn?
- ¿El qué exactamente? Porque realmente no sé qué pasó. No te veía por ningún lado y de repente te veo saliendo cogido de la mano de ese tío. ¿Qué pasó? ¿Lo conocías? ¿A dónde fuisteis?
- Liam, hablamos en otro momento, ahora viene mi madre y mi hermano y estoy estresado ¿Vale?
- ¿Estás bien? – Me dolía la garganta y tenía fiebre. No sería de extrañar que después de lo que hice la noche anterior en plena calle ahora esté resfriado.
- Sí, luego nos vemos.
- Espera, Niall… - Colgué, no tenía ganas de nada ¿Qué pasaba? Me había levantado pensando en él y llevaba desde entonces pensando en él. Me era imposible sacármelo de la cabeza.
Miré el móvil y me mordí el labio. Ya había añadido el número que me había dado, a nombre de Él, un nombre no muy acertado, pero como no sabía su nombre… tampoco iba mal encaminado.
Me subí la cremallera de la chaqueta hasta arriba, tenía mucho frío y me dolía el cuerpo. Y cuando estornudé lo acepté. Estaba enfermo.
Apoyé la mano en el suelo para salir debajo de la mesa, encontrándomelo encharcado. Me había dejado el grifo abierto y el agua se había desbordado.
- ¡Mierda! – me levanté para cerrar el grifo y me golpeé con el pico de la mesa en el proceso y empapándome la ropa de paso al caer en el suelo. Ahora tendría que volver a fregar el suelo y a ducharme. El subir a mi habitación y acurrucarme en la sudadera me llamaba más que nunca en este momento. Miré otra vez el móvil.
Quería llamarlo, me sentiría mejor después de escuchar y saber su nombre.
Oí entonces como las llaves de casa empezaban a abrir la cerradura.
- ¡Niall, cariño, ya hemos llegado! – Los gritos entusiasmados de mi madre me hicieron avergonzarme. Seguía llamándome “cariño, tesoro, cielo” incluso delante de mis amigos. Era realmente vergonzoso y solo esperaba que avergonzara de igual manera a mi hermano.
Suspiré y después de cerrar el grifo, nervioso, empecé a caminar hacia la puerta cuando pisé torpemente el suelo encharcado y volví a caer sobre él.
- ¡Joder, mierda!
- ¡Cielo! – Mi madre ya estaba frente a mí, mirándome preocupada – Cielo, ¿Estás bien?
- Sí…
- Menos mal – me pegó un guantazo en cuanto pude levantarme y tuve que sujetarme de la mesa para no caer de nuevo - ¡Sabes que no me gustan las palabrotas!
- Mamá, me he caído – lloriqueé.
- Niall, no contestes. Harry… - Suavizó el tono de voz en seguida y su mirada se desvió hacia el umbral de la puerta. – Siento esto pero no soporto que nadie diga palabrotas en mi casa, por eso, si tienes por costumbre decirlas, no lo hagas aquí ¿De acuerdo?
- Sin problemas.
Esa voz… me quedé paralizado, muerto. Los latidos de mi corazón eran lejanos, una sensación angustiosa y agónica se lo tragó todo y un ligero pitido en mis oídos me aisló de la realidad unos segundos.
- Cariño… - mi mamá me sonrió con la cara iluminada. Me abrazó por los hombros cariñosamente – hace tanto que no os veis… éste es tu hermano, Harry – dejé de respirar en cuanto cruzamos miradas. Esos ojos verdes que la noche anterior me habían mirado con tanto deseo ahora me observaban con algo de diversión. Esos labios que habían recorrido cada centímetro de mi piel, esa sonrisa ensanchándose. Llevaba puesta una sudadera verde musgo, pero sabía que debajo de esta se escondían esos tatuajes que había dibujado con mis dedos la noche anterior.
Harry… mi hermano mellizo.
- Cuanto tiempo sin vernos, Niall – se dirigió a mí con un tono ansioso y malvado. Sus labios susurraron una palabra inaudible pero sé exactamente que dijo.
Muñeco…
- Niall, cielo, tienes muy mala cara, estás pálido… ¿Niall? – Todo se puso negro de repente. - ¡Niall, cariño!
Negro, todo negro. ¿Mi hermano mellizo? ¿Él? ¿Y yo? ¿Un muñeco? ¿SU muñeco?
Dios… ¿Qué locura había hecho esa noche?
Caí con esa pregunta en mente, sin respuesta. Todo negro.
Su sonrisa con hoyuelos…
¿En serio… me he convertido en el muñeco de mi propio hermano gemelo?
Supongo que viviré a partir de ahora con esa pregunta en la cabeza.
stealmydiary
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