Between love and hate |Liam Payne|

Los últimos rayos del sol alumbraban las calles desiertas de Londres. La joven había decidido ir sola hacia su casa, sin compañía alguna. Las calles estaban silenciosas, la gente caminaba apresurada dando a entender que estaban ocupados y apresurados. Para que la señorita llegue a su destino,
tenía que pasar por dos largos callejones que tenían poca iluminación. Ella no temía pasar por ahí, ya que lo había hecho durante tres largos meses, pero esta vez sintió un viento fuerte recorrer su espalda, era una forma de presentir algo en caso de ella. Sintió miedo, pero siguió caminando adentrándose al primer callejón. Le faltaban pocos metros para que terminara aquella cuadra, cuando sintió unas manos posicionarse en su cintura. Ella se detuvo y trató de no perder la calma.

—¿A dónde vas dulzura? ¿No quieres divertirte un poco?— Logró pronunciar aquellas palabras el hombre que lucía tomado.

—¡Suélteme! ¡Borracho Asqueroso!— Forzó y logró librarse del agarre.

Corrió sin observar atrás, sabía que detenerse era un gran error en estos momentos. Era tanta la adrenalina que recorría por sus venas, que no se había percatado de aquella roca, en el cual tropezó y cayó haciendo que la cabeza choque con el suelo y esta sangró por el impacto.

—Por necia, te lastimaste cariño— Balbuceaba aquel hombre que ya se había posicionado encima de ella.

La joven abrió los ojos y se encontró con un hombre mayor de unos 30 o 40 años de edad, el cual estaba desabotonando su blusa lila que esta mañana ella se había puesto, trató de golpear al hombre pero este era más fuerte que ella.

Sus lágrimas recorrían sus hermosas mejillas rosadas y sus manos atacaban como podía aquel individuo, él cual le brindaba besoso no deseados alrededor s¿de su cuello e iba descendiendo por el hombro derecho de la joven. Ella sabía que no iba poder librarse de esto, ya que su fuerza era una milésima al lado de ese sujeto. Las lágrimas eran más abundantes, por eso todo observaba borroso. Hizo el último esfuerzo, extendió los brazos con la esperanza de encontrar algo con que defenderse, y al sentir algo rocoso hizo que que su cuerpo entre de nuevo en la lucha. Alzó como pudo aquella roca, culpable de su caída y ahora su salvación. Con todas sus fuerzas golpeó al hombre y este cayó encima de ella, por el gran impacto que hizo la roca con la cabeza del sujeto. Ella sabía que era hora de correr, empujó a un costado el cuerpo del tipo, se acomodó como pudo la blusa y corrió como si no hubiera un mañana. Sus piernas y sus pulmones pedían descanso, pero ella seguía corriendo aún y las abundantes lágrimas seguían cayendo de sus hermosos ojos marrones. Al observar su casa a unos pequeños metros sintió tranquilidad; dio unos cuantos pasos más y ya se encontraba ante la puerta, se dejó caer en ella y comenzó a llorar desconsoladamente sin importarle de la presencia de aquella persona que se iba acercando.

—¿Que pasa? ¿Te encuentras bien?— Habla preocupado y a la vez trata de abrazarla.

—¡Suéltame! Déjame sola , no es nada que te importe— Lo empujó un poco, pero este seguía en la misma posición.

—No digas eso, quiero ayudarte.— Esta vez las palabras de él se notaban muy sinceras.

—¡Lárgate! No estoy para discutir, déjame en paz.— Trató de hablar sin que la voz se le quiebre.

—No me iré. Si me importas. No te das cuenta que desde el primer día de clases, desde nuestra primera pelea como desconocidos.— Suspiró y continuó— Me he enamorado de ti.—El castaño tomó el mentón de la joven y fue acercándose al rostro de ella.