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"La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
SEGUILA!!!!!! Uy me desespero, esta es la clase de novela en la que
No quiero quje los capitulos terminen mas! Menos mal q son largos asiq compensan xD jajaja me encanta la nove!
No quiero quje los capitulos terminen mas! Menos mal q son largos asiq compensan xD jajaja me encanta la nove!
DrippyJoBrosBTR
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
Nueva LECTORA!! segui La Nove!!
es Genial ,me encanta, espero la SIGAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
es Genial ,me encanta, espero la SIGAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
BeStronggg
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
Aaaaahh nuevaa lectora reportandose!
Porr diosss ameeeeeeeeeeeeeeee la noveeeee! Ahh dios nicholas estann perfectooo!!! Pero por qe tanto misteriooo???? Quiero saber como se murio y de que clase de reglas rompio! Y quiero saber si no se va a ir no puede irseeeeeee nooo no puedeeee por dios no se que la rayis aga algo para impedirlo no se que se encarne en alguien mas ! Pero no le pueden sacar al nicho!
Ahhh bueno te digo que la novee me encantooooo tiene que segirrlaa perooo yaaaa!
Por sierrto me llamo Natalia, pero puedes decirme Nath,Natty , o Ronnie ( por mi usuario xD) o como se te plasca nose!
Buee porrfasssss seguilaa rapidoo quee me estoy muriendo de la intriiga!!!!!!!
Besoo <3
Porr diosss ameeeeeeeeeeeeeeee la noveeeee! Ahh dios nicholas estann perfectooo!!! Pero por qe tanto misteriooo???? Quiero saber como se murio y de que clase de reglas rompio! Y quiero saber si no se va a ir no puede irseeeeeee nooo no puedeeee por dios no se que la rayis aga algo para impedirlo no se que se encarne en alguien mas ! Pero no le pueden sacar al nicho!
Ahhh bueno te digo que la novee me encantooooo tiene que segirrlaa perooo yaaaa!
Por sierrto me llamo Natalia, pero puedes decirme Nath,Natty , o Ronnie ( por mi usuario xD) o como se te plasca nose!
Buee porrfasssss seguilaa rapidoo quee me estoy muriendo de la intriiga!!!!!!!
Besoo <3
RoonnieJonas
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
Continuación…
La lluvia caía con fuerza en el interior, desatando su furia sobre las desnudas tierras, a lo lejos empezaban ya a verse las débiles luces de los relámpagos. El cielo había abierto sus compuertas y descargaba el agua que erosionaría los campos y abriría surcos en los sembrados, por suerte la mayoría de las cosechas ya habían sido recogidas, así que no causaría daño. Ajenos a aquel deshago de la naturaleza, los huéspedes del hotel se afanaban en dar los últimos retoques a sus disfraces, o se apresuraban ya hacia el comedor para unirse a la fiesta. Las salas principales habían sido decoradas con calabazas, y adornos típicos de la noche de Halloween, Susan y Shadow habían hecho un increíble trabajo.
_____ volvió a mirar nuevamente el escote de su vestido, Nicholas la había sacado prácticamente a rastras de la habitación, ella había preferido quedarse allí con él, disfrutar del poco tiempo que les quedase a solas, pero él se había negado rotundamente. Insistía en decirle que aquella era su noche y sedujo su curiosidad hablándole nuevamente de los obsequios que aquella noche les reservaba. Las protestas acerca de la escasa tela del corpiño de su vestido no hacían otra cosa que hacerle reír.
—Tengo la impresión de que se me van a salir los pechos de un momento a otro — respondió tirando nuevamente hacia arriba del escote del traje, para luego mirar con ojos entrecerrados a su acompañante—, hubiese creído que a estas alturas conocerías de sobra mis medidas.
Nicholas le dedicó una sonrisa muy masculina y pagada de sí misma antes de bajar ligeramente la mirada hacia los montículos que se alzaban por encima del pronunciado escote y arquear ligeramente las cejas.
—La conozco, _____ —ronroneó él apartando la mirada de sus pechos para alzarla a sus ojos—, cada centímetro de ellas.
—Espera, esta me la sé —le respondió ella con la misma ironía—, se quedaron sin tela.
Él sonrió ante la irónica respuesta y se inclinó para susurrarle al oído con esa voz tan sensual y caliente que hacía que se derritiera allí mismo.
—¿No te ha gustado mi regalo? —Le acarició la oreja con el aliento—, yo te encuentro preciosa con él… pero no me opongo a quitártelo, seguro que lo que hay debajo también me gustará.
_____ jadeó y se apartó como si la hubiese quemado. Sus mejillas adquirieron color inmediatamente.
—Me encanta tu regalo, adoro tu regalo —aseguró haciendo énfasis en cada frase—, y sobre todo, quiero mantenerlo encima de mi cuerpo, gracias.
Nicholas se echó a reír ante la absolutamente convencida declaración de la exuberante morena que se movía inquieta ante él.
—Bien —aceptó tomando su mano enguantada, girándole la muñeca y alzándola para mordisquear ligeramente la piel oculta por el guante—, porque solo es el primero de esta noche.
Si le hubiese dicho con ese mismo tono que se desnudara, le habría sido un poco complicado recordar que estaban en un corredor abierto a cualquiera que pasara por allí antes de ceder a su petición. Se obligó a retirar la mano que todavía le sostenía para indicarle con un gesto de la cabeza la escalinata que descendía a escasos metros de donde estaban ellos.
—¿Más regalos? No puedo contener mi entusiasmo —respondió ella con demasiada ironía. A él no se le había escapado ese pequeño cambio repentino en su carácter. Al principio si había sido así con él, se había mostrado precavida y se escudaba detrás de esa fachada de ironía y distanciamiento, pero eso había sido antes de que las cosas se complicaran hasta terminar en la misma cama. Ella no era así, la conocía lo suficiente para saber que volvía a escudarse, negándose a afrontar lo que estaba por llegar. No podía culparla, pero tampoco quería que sus últimas horas con ella fueran una pantomima.
Nicholas le alzó el rostro con la punta de los dedos, obligándola a mantener la mirada.
—No pienses, solo siente —su voz fue como una caricia—, es todo lo que podemos permitirnos.
_____ se soltó de su mano y apartó inmediatamente la mirada, tomó el antifaz que colgaba de su muñeca y se lo llevó a la cara para enmascarar su rostro. Solo deseaba poder hacer lo mismo con su corazón.
—Solo por esta noche —respondió ella volviendo a mirarle, el antifaz no hacía sino dar más expresividad a sus preciosos ojos violeta—, solo y únicamente por esta noche.
Él le correspondió con una ligera inclinación antes de tenderle la mano esperando que la tomara.
—Es la noche de Sammain, _____ —fue la respuesta de Nicholas—, todo puede ocurrir.
_____ tomó su mano y dejó que la llevara hasta la escalinata. Sin el bastón, tenía que apoyarse en Nicholas y teniendo en cuenta que sus botas nuevas tenían un cómodo aunque ligeramente alto tacón, hacían su caminar algo más inseguro.
Con un suspiro de resignación se apoyó en el pasamanos para empezar a bajar, Nicholas había insistido en que utilizara la escalera argumentando que ya habría tiempo para lo extraordinario a lo largo de la noche. Lástima que él no fuera el que anduviese sobre tacones y con una rodilla totalmente destrozada y llena de cicatrices. Bajando la mirada a esta, agradeció que las preciosas y suaves medias fueran oscuras y las ocultaran.
—Si sigues inclinándote así, tendré que darte la razón acerca de tus pechos — ronroneó Nicholas lo suficientemente cerca para que solo ella lo escuchara.
Irguiéndose inmediatamente le dedicó una mirada hostil la cual estaba a punto de ser acompañada por una aguda contestación que fue interrumpida por la inesperada aparición de una de las parejas del hotel.
—_____…
_____ se calló al oír el saludo de la señora Everhall, girándose ligeramente sin soltar el pasamanos observó a la elegante señora, la cual estaba impecablemente ataviada con un precioso disfraz de cabaretera, mientras que su esposo, quien le dedicó una leve inclinación y una amable sonrisa a modo de saludo, iba vestido al estilo de un gánster de los años veinte. Realmente, hacían una preciosa pareja.
La mujer se detuvo junto a ella y sonrió mirando también a Nicholas… aquello hizo saltar una pequeña alarma en la mente de la muchacha. No, esa mujer no ha sonreído a mi fantasma.
—Querida, estás impresionante —le aseguró la mujer observando con ojo crítico el vestuario de la pequeña morena, para luego asentir complacida dando énfasis a sus palabras—, sin duda vas a ser la envía de todas las mujeres en la fiesta… y no solo por el hermoso traje…
La mirada de la mujer ascendió entonces a Nicholas. Para ese momento, a _____ ya le estaba dando vueltas la cabeza, su mirada voló a su acompañante quien le dedicó un giño antes de inclinarse levemente para tomar la mano de la mujer y llevarse los nudillos a los labios.
—Señora.
La mujer asintió con la cabeza visiblemente alagada un instante antes de volver la mirada a su marido y dedicarle un guiño.
—Um… y además es todo un caballero —sonrió volviendo nuevamente a _____ para susurrarle al oído—, no lo dejes escapar, querida, esa clase de hombres no abundan.
Con un rápido saludo la pareja se excusó y continuó bajando, la risa de la mujer llenó el aire mientras respondía a algún comentario de su esposo un instante antes enlazarle el brazo y atravesar el recibidor.
La pequeña morena se volvió entonces hacia Nicholas, quien era la viva imagen de un niño travieso que fingía no haber roto un plato en su vida. Encogiéndose de hombros, le respondió.
—Ya te lo dije… es Sammain… la línea que separa mi mundo del tuyo es muy delgada… —le hizo un sensual guiño.
Sí, adiós a tu exclusividad sobre el perfecto espécimen, hermana, la aguijoneó su conciencia.
Oh ya cállate, estúpida conciencia. _____ respiró profundamente y enlazó su brazo libre alrededor del de Nicholas, para sorpresa de este mismo, que cubrió su mano como esperando una respuesta.
—La próxima vez, avísame antes, ¿ok? —Respondió ella agarrándose a él para bajar el siguiente peldaño—, no creo que apreciasen demasiado el ver cómo me caigo rodando por las escaleras de la impresión.
Nicholas esbozó una irónica sonrisa ante su respuesta y la sujetó mientras bajaban.
Susan le tendió a Frank una copa con una especie de ponche de color naranja, el hombre había accedido finalmente a acompañarla a la fiesta, si bien, lo difícil había sido convencerlo de que se pusiera un disfraz, pero ella no era de las que aceptara un no por respuesta. Después de varios intentos y sugerencias por parte de su nieta, Frank había accedido a ponerse un traje, representando perfectamente el papel de uno de los lores de antaño. Lo cierto es que estaba impresionante, Susan no esperaba que un hombre de su edad se viese tan bien con aquel traje azul oscuro, el chaleco, y todos sus complementos, incluyendo el antiguo reloj que bordeaba una cadena desde el botón al bolsillo. Era un auténtico Dandi.
Susan se había decidido entonces por un traje de época de Jane Austen, su escritora de romántica favorita, el color verde y dorado del vestido la hacía parecer mucho más joven de los treinta y cinco que tenía e incluso le daba un toque muy cándido. El discreto y diminuto antifaz, se fijaba a su rostro casi como una segunda piel, enfatizando unos ojos iguales a los de su hermana.
Volvió a mirar nuevamente hacia la puerta, hacía casi una hora que había dejado a _____ terminando de arreglarse, sonrió al recordar cómo había protestado ante el espejo al ver el pronunciado escote que dejaba a la vista parcialmente parte de sus pechos, no le cabía la menor duda que había sido un hombre el que había escogido el atuendo, pero tenía que darle crédito, la pequeña nunca se había visto tan hermosa, lástima que sus ojos se vieran tan apagados y tristes. Aunque había intentado ocultarlo bajo una fachada de ironía y distanciamiento, la conocía bien y le dolía el saber que sufría y no poder hacer nada para evitarlo.
—Por mucho que mires la puerta, no va a aparecer antes —le aseguró Frank llevándose la copa a la nariz para oler el líquido antes de animarse a probarlo.
—Me prometió que iba a bajar —respondió ella volviendo la mirada hacia su acompañante—, y de eso hace ya más de una hora.
—Esta noche es especial para _____, Susan…—respondió el hombre haciendo una mueca ante el ácido sabor de su bebida—, déjala que haga lo que quiera, necesita aprovechar cada momento que le depare la vida, hay cosas que son demasiado efímeras.
La mujer miró al hombre a su lado y por primera vez llegó a preguntarse el porqué de todo aquello, ¿Por qué ellas? ¿Por qué eran las únicas en una larga lista de mujeres en su familia?
—¿Por qué nosotras, Frank? —Casi sin poder evitarlo, las palabras habían abandonado sus labios—. ¿Por qué ahora?
El hombre se encogió de hombros.
—No estoy seguro de cómo funciona esto, Susan —aceptó bajando la mirada a su copa—, todo lo que se, es que siempre ha habido una de ustedes cuando ha habido algún custodio que ha necesitado de su “palabra”. No se elige, simplemente sucede… algunas veces tarda más en despertar, en otras ocasiones… bueno… simplemente sucede.
Susan suspiró.
—Las cosas se van a poner difíciles después del amanecer —murmuró ella volviendo nuevamente la mirada hacia la puerta para ver finalmente a la pareja que estaba esperando—, solo espero estar a la altura de las circunstancias.
Nicholas bajó la mirada a la mano que se había cogido con más fuerza de su brazo, estaba tan nerviosa y asustada que lo único que deseaba era sacarla de allí y pasar el tiempo que les quedara a solas. Pero _____ necesitaba esto, los necesitaba a ellos. Su mirada vagó por la sala elegantemente decorada, por un momento fue como volver atrás en el tiempo, la gente festejando, el salón engalanado, solo faltaba su hermana apareciendo por detrás para desearle una feliz noche de hallowen. Sonrió, una sonrisa irónica, pero en su época no había tenido lo más importante, a la mujer que llevaba del brazo a su lado.
Localizó a Susan y al hombre que estaba a su lado al final de la sala, por la descripción que había hecho _____ de su abuelo, y lo que él mismo había indagado, aquel hombre con rostro amable y mirada inteligente debía ser Frank.
Bajando la mirada hacia _____, le acarició los dedos que se aferraban a su brazo con su mano libre.
—¿Estás lista? —preguntó, no quería presionarla, deseaba que fuera ella la que diese el primer paso.
Alzó la mirada hacia él y Nicholas se murió un poco por dentro, pese al antifaz, la mirada que había en sus ojos lo hacía sentirse como un canalla, dios sabía que no quería dejarla pero las cartas ya estaban sobre la mesa y boca arriba, debía acatar la decisión que había marcado el azar.
Ella tomó aire y se recompuso inmediatamente.
—Acabemos con esto —aceptó, sus labios curvándose en una irónica mueca—, no puedo esperar a ver la cara que pondrán cuando te vean a mí lado.
Nicholas sonrió en respuesta… Si ella supiera.
Frank dejó la copa en una mesa cercana y caminó lentamente hacia la mayor de sus nietas, quien observaba a la pareja que acababa de hacer su aparición. Una conocedora sonrisa curvó sus labios.
—Y los muertos caminarán entre los vivos en la noche de Sammain —murmuró para sí, deteniéndose al lado de Susan.
La mujer volvió la cara hacia él y lo miró sorprendida durante un instante. Sus ojos volaron nuevamente hacia la pareja que hacía su entrada, _____ y su acompañante se habían detenido un instante al lado de un matrimonio de edad y estaban intercambiando unos comentarios, la mujer, al igual que su marido no solo veían al apuesto y alto acompañante de su hermana, estaban hablando con él.
Susan saltó al sentir el inesperado contacto de la mano de Frank sobre su hombro.
—Cierra la boca, querida —bromeó Frank, haciendo que Susan se sonrojara—, deduzco por tu expresión que ya has coincidido antes con el caballero.
Susan miró a Frank pero no confirmó ni desmintió esa afirmación.
—Es Halloween, Susan… todo es posible en esta noche —le aseguró palmeando su mano antes de salir al encuentro de la pareja.
—Halloween —repitió Susan, por un instante sus ojos adquirieron un tenue brillo de dolor que se desvaneció tan rápido como había llegado. Con un profundo suspiro, siguió a Frank.
_____ sonrió educadamente a la señora Everhall y se excusó, Frank ya los había visto y caminaba ahora hacia ellos seguido de Susan. Por primera vez en mucho tiempo se sintió realmente nerviosa, todos sus sentidos le pedían que diese la vuelta y echase a correr. Pero no estaba en ella esa cobardía. Como si sintiese el tumulto de sus emociones, le rodeó la cintura con un fuerte brazo y la atrajo contra él acariciando su oreja levemente con sus labios en un suave murmullo. Ella asintió en respuesta y ambos se adelantaron para encontrarse con el hombre y su sobrina.
Nicholas no se perdió el brillo de reconocimiento y respeto que cruzó por los ojos del hombre cuando posó la mirada en él un instante antes de tomar las manos de su nieta más joven y obligarla a dar un paso hacia delante para poder contemplarla. Había verdadero orgullo en su mirada cuando esta se posó en _____. Solo por eso, se relajó.
—Y he aquí la joya que faltaba por iluminar esta noche —la galanteó antes de llevarse la mano a sus labios y dedicarle una extravagante reverencia—, estás preciosa, cariño.
—Gracias, abuelo —respondió ella, con un ligero rubor cubriendo sus pómulos.
El hombre sonrió complacido e incluso orgulloso cuando oyó la palabra “abuelo” en los labios de su nieta. Su mirada se volvió entonces a su acompañante, no hubo necesidad de palabras, con un simple apretón de manos, los dos hombres se dijeron más cosas de las que habrían podido pronunciar.
—Deduzco que tú eres Nicholas —respondió Frank finalmente al estrechar la mano del otro hombre.
—Una sabia deducción —aceptó Nicholas correspondiendo a la cálida bienvenida.
_____ se volvió entonces a Susan quien había estado observando discretamente al hombre por debajo de sus tupidas pestañas. Le correspondía a ella hacer esta presentación.
—Sue… —llamó su atención, su hermana se volvió a ella y asintió. _____ sonrió en respuesta y se acercó al hombre—, él es Nicholas.
Susan se limitó a tenderle la mano que el hombre tomó y se llevó a los labios, su sonrisa era engañosa y ciertamente misteriosa, al igual que sus palabras.
—Madamoiselle… —susurró besando sus nudillos, su mirada fija en la de la mujer.
—Es un placer conocerte… al fin —respondió ella retirando lentamente la mano de la de él, para volverse de inmediato a _____ y hacerle un guiño.
—Lo mismo digo —aceptó él volviendo a su posición, rodeando a _____ con un brazo en un posesivo gesto que no se le pasó a ninguno de los dos.
_____ paseó entonces la mirada por todo el comedor antes de dirigirse nuevamente a Susan.
—Has hecho un trabajo impresionante —le aseguró la morena.
Susan negó con la cabeza.
—El mérito no es todo mío —aseguró buscando entre la gente disfrazada a la artífice—, Shadow ha trabajado más que nadie y se ha ocupado de todos los detalles, yo me he limitado simplemente a aportar mi experiencia. Es una chica realmente extraordinaria.
—Sí, lo es —aceptó _____ alzando la cabeza para mirar a Nicholas de lado.
Él asintió. Sus ojos cafés volaron por la sala buscando a la adolescente que había visto crecer, Shadow había sido su puerto en la tempestad durante parte de su solitaria eternidad, le debía al menos una despedida. Volviendo la mirada hacia _____, ella asintió.
—Hay algo que tenemos que hacer —fue la única explicación que abandonó los labios de la chica.
Frank asintió, tomó nuevamente sus manos y la atrajo a un cálido abrazo.
—Disfruta de tu noche, pequeña, disfruta de cada minuto de ella —le susurró al oído mientras la abrazaba—, ya habrá tiempo para que hablemos.
—Hablaremos, abuelo —le aseguró ella a modo de promesa—. Lo haremos.
_____ se volvió entonces a Susan, quien asintió y abrazó también a su hermana.
—Si me necesitas…
_____ le devolvió el abrazo y le besó la mejilla.
—Siempre te necesité, Sue —le respondió con una cálida sonrisa.
Susan asintió y la dejó ir. Nicholas se despidió del hombre y a continuación se inclinó nuevamente ante ella. Susan lo miró a los ojos y aquello fue todo lo que necesitó Nicholas para saber que la mujer cumpliría la promesa que le había hecho.
—Gracias.
Susan negó con la cabeza.
—Vayan.
Nicholas enlazó la cintura de _____ y se alejaron en dirección al otro lado de la habitación, donde la delgada y alta adolescente, vestida como una adorable dama de época, charlaba animadamente con Mary Rose y otra mujer, con la que guardaba un muy ligero parecido.
Como si sintiera su presencia, Shadow se volvió, su mirada entonces se cruzó con la de _____. Sonriendo se recogió la falda del vestido y se dirigió hacia ella. Su enérgico y alegre paso se fue haciendo más lento hasta llegar a detenerse cuando su mirada recayó en el hombre que acompañaba a _____. Por un momento pensó que el corazón había dejado de latirle, a pocos pasos de ella, vestido de la misma forma que en aquella vieja y amarillenta fotografía que conservaba, estaba su ángel de la guarda.
Nicholas realmente sufrió cuando vio el reconocimiento en los cristalinos ojos de Shadow y las lágrimas deslizándose por sus mejillas, aquella niña era la viva imagen de su hermana e incluso su carácter era muy parecido al suyo, y en cierto modo, era la única familia que le quedaba.
Indeciso bajó la mirada hacia _____, quien asintió.
—Este momento es solo suyo —le susurró ella.
Nicholas se inclinó y la besó en la mejilla para luego caminar él solo hacia Shadow.
_____ permaneció donde estaba, observando la escena como un mudo espectador, pero estaba feliz por él. Sabía que Shadow significaba mucho para Nicholas, lo menos que podía darle, era la oportunidad de despedirse también de ella.
Sonriendo, vio a la alta adolescente echarse a llorar y abrazar a Nicholas cuando este le acarició la mejilla en un tierno gesto.
Con una triste sonrisa, dio media vuelta y los dejó en la escasa intimidad que se puede tener en una sala llena de gente.
_____ se sentó en uno de los asientos de la vacía recepción y empezó a masajearse la rodilla izquierda, volvía a notarla agarrotada y sabía que solo era cuestión de tiempo que el agarrotamiento se convirtiera en un sordo dolor. Suspiró, a fuera la tormenta iba cobrando mayor intensidad, la lluvia golpeaba furiosa contra los cristales haciendo notar su presencia, lo más seguro es que siguiera lloviendo durante toda la noche. La recepción había quedado completamente vacía, apenas se veía algún que otro invitado rezagado que cruzaba el recibidor para después perderse por el corredor que llevaba al comedor. La música se oía de manera apagada, al igual que las risas de la gente. Los envidiaba.
Se echó hacia atrás en el asiento, apoyando la cabeza contra la pared, el escudo de piedra situado sobre la entrada del segundo piso llamó su atención, lo había visto la primera vez que llegó al hotel y ya no había vuelto a reparar en él. Una enorme ave con una llave con alas entre sus patas.
—Extraño escudo de armas —murmuró para sí.
—No es un escudo de armas —negó Nicholas, apareciéndose repentinamente a su izquierda—, al menos no el nuestro. Si recuerdo lo que me había contado mi madre, había sido un encargo hecho por mi abuelo, aunque no he podido encontrarle el significado.
_____ se enderezó en el asiento cuando lo vio a su lado, Nicholas la tomó de la cintura y la ayudó a levantarse de nuevo.
—No debiste haberte ido así —le reprochó él bajando la mirada a su rodilla para luego mirarla a ella—. ¿Te duele?
_____ asintió con la cabeza y respondió a su reproche.
—Supuse que agradecerías un poco de privacidad —respondió ella encogiéndose de hombros.
Nicholas la rodeó con sus brazos y le apartó el pelo de la cara.
—La única privacidad que necesito es contigo —le aseguró acariciando sus labios en un dulce beso—. Shadow prácticamente me ha echado, me ha pedido que cuide muy bien de ti… Es una niña muy dulce.
—Sí, lo es —asintió _____ cerrando los ojos ante su agradable contacto—, y se convertirá en una mujer muy especial.
Nicholas asintió y le acarició el cuello con la nariz.
—Tengo otro regalo para ti —ronroneó en su cuello—, quería esperar un poco para dártelo, pero no puedo.
_____ se estremeció ante su contacto, sus manos se deslizaron por sus hombros enlazándose detrás de su cuello.
—No necesitas hacerme ningún regalo —negó ella ocultando el rostro en su cuello—, no necesito nada más que a ti… así…
Nicholas se separó unos centímetros de ella, lo justo para poder posar su frente contra la de ella y suspirar.
—_____… ambos sabemos lo que va a pasar esta noche… tienes que hacerlo…
—No puedo —respondió ella en un doloroso suspiro.
—No tienes otra opción.
—Lo sé.
Nicholas cerró los ojos con fuerza, ¿Por qué tenía que ser tan difícil? ¿Por qué tenía que doler tanto? Posando las manos sobre los hombros de ella, la separó de él para mirarla a la cara.
—¿Aceptarás mi regalo?
_____ alzó una mano y le acarició el rostro antes de asentir levemente.
Entonces Nicholas hizo la cosa que menos se podía esperar, se dejó caer de rodillas ante ella, sus manos todavía enlazadas en su cintura. Lentamente, y sin apartar la mirada de aquellos ojos violetas empezó a deslizar su mano derecha y después la izquierda por sus caderas, acariciando sus muslos, para volar entonces hacia su rodilla lastimada, sus manos se perdieron por debajo de la falta, sus dedos acariciaron lentamente las medias, recorriendo las cicatrices ocultas con los dedos, creando un agradable calorcillo que poco a poco subió de intensidad hasta convertirse en un abrasador fuego. _____ gritó de dolor un instante antes de que empezara a remitir y notase que la rigidez que siempre acompañaba a su rodilla se había ido.
Parpadeando varias veces, bajó la mirada hacia su rodilla, Nicholas se ponía ya en pie y retrocedió unos pasos, mirándola. Su mano extendida la llamó como un canto de sirena. Y ella caminó hacia él. Caminó… ya no cojeaba, el agarrotamiento se había ido así como el dolor, bajó la mano y la deslizó temerosa y un jadeo de sorpresa e incredulidad escapó de entre sus labios al no poder notar las feas cicatrices que la habían marcado. Se levantó la falta y bajó la media con rapidez, ahogando un sollozo cuando observó atónita que las cicatrices se habían ido, la piel de su rodilla volvía a estar totalmente lisa y sin marcas.
Un par de solitarias lágrimas habían escapado de sus ojos y se deslizaban ya por sus mejillas cuando alzó la mirada para ver a Nicholas sonriéndole.
—¿Por qué? —no pudo evitar preguntar, su voz sonó estrangulada.
Nicholas extendió la mano para acariciarle la cara.
—Porque nadie se lo merece más que tú. Has perdido ya demasiadas cosas, _____, cuando yo ya no esté…
Ella le tapó la boca con los dedos y negó con la cabeza. Nicholas se los cogió y los besó.
—Si no hubiese sido por ella, jamás te habría encontrado —murmuró él, había dolor en sus ojos cafés y un agradecimiento que iba más allá de las palabras.
_____ inclinó la cabeza.
—¿Quién es ella, Nicholas? —Preguntó, esta noche tendría que saber la verdad, necesitaba saber el motivo por el que fue enviada a él—, déjame entender… déjame saber qué fue lo que hizo que te quedaras aquí.
Nicholas le sostuvo la mirada, tomó sus manos y la acercó a él.
—Háblame, Nicholas —le suplicó. Ella jamás suplicaba.
—Me quedé por ella, _____. Solo por ella.
_____ volvió a mirar nuevamente el escote de su vestido, Nicholas la había sacado prácticamente a rastras de la habitación, ella había preferido quedarse allí con él, disfrutar del poco tiempo que les quedase a solas, pero él se había negado rotundamente. Insistía en decirle que aquella era su noche y sedujo su curiosidad hablándole nuevamente de los obsequios que aquella noche les reservaba. Las protestas acerca de la escasa tela del corpiño de su vestido no hacían otra cosa que hacerle reír.
—Tengo la impresión de que se me van a salir los pechos de un momento a otro — respondió tirando nuevamente hacia arriba del escote del traje, para luego mirar con ojos entrecerrados a su acompañante—, hubiese creído que a estas alturas conocerías de sobra mis medidas.
Nicholas le dedicó una sonrisa muy masculina y pagada de sí misma antes de bajar ligeramente la mirada hacia los montículos que se alzaban por encima del pronunciado escote y arquear ligeramente las cejas.
—La conozco, _____ —ronroneó él apartando la mirada de sus pechos para alzarla a sus ojos—, cada centímetro de ellas.
—Espera, esta me la sé —le respondió ella con la misma ironía—, se quedaron sin tela.
Él sonrió ante la irónica respuesta y se inclinó para susurrarle al oído con esa voz tan sensual y caliente que hacía que se derritiera allí mismo.
—¿No te ha gustado mi regalo? —Le acarició la oreja con el aliento—, yo te encuentro preciosa con él… pero no me opongo a quitártelo, seguro que lo que hay debajo también me gustará.
_____ jadeó y se apartó como si la hubiese quemado. Sus mejillas adquirieron color inmediatamente.
—Me encanta tu regalo, adoro tu regalo —aseguró haciendo énfasis en cada frase—, y sobre todo, quiero mantenerlo encima de mi cuerpo, gracias.
Nicholas se echó a reír ante la absolutamente convencida declaración de la exuberante morena que se movía inquieta ante él.
—Bien —aceptó tomando su mano enguantada, girándole la muñeca y alzándola para mordisquear ligeramente la piel oculta por el guante—, porque solo es el primero de esta noche.
Si le hubiese dicho con ese mismo tono que se desnudara, le habría sido un poco complicado recordar que estaban en un corredor abierto a cualquiera que pasara por allí antes de ceder a su petición. Se obligó a retirar la mano que todavía le sostenía para indicarle con un gesto de la cabeza la escalinata que descendía a escasos metros de donde estaban ellos.
—¿Más regalos? No puedo contener mi entusiasmo —respondió ella con demasiada ironía. A él no se le había escapado ese pequeño cambio repentino en su carácter. Al principio si había sido así con él, se había mostrado precavida y se escudaba detrás de esa fachada de ironía y distanciamiento, pero eso había sido antes de que las cosas se complicaran hasta terminar en la misma cama. Ella no era así, la conocía lo suficiente para saber que volvía a escudarse, negándose a afrontar lo que estaba por llegar. No podía culparla, pero tampoco quería que sus últimas horas con ella fueran una pantomima.
Nicholas le alzó el rostro con la punta de los dedos, obligándola a mantener la mirada.
—No pienses, solo siente —su voz fue como una caricia—, es todo lo que podemos permitirnos.
_____ se soltó de su mano y apartó inmediatamente la mirada, tomó el antifaz que colgaba de su muñeca y se lo llevó a la cara para enmascarar su rostro. Solo deseaba poder hacer lo mismo con su corazón.
—Solo por esta noche —respondió ella volviendo a mirarle, el antifaz no hacía sino dar más expresividad a sus preciosos ojos violeta—, solo y únicamente por esta noche.
Él le correspondió con una ligera inclinación antes de tenderle la mano esperando que la tomara.
—Es la noche de Sammain, _____ —fue la respuesta de Nicholas—, todo puede ocurrir.
_____ tomó su mano y dejó que la llevara hasta la escalinata. Sin el bastón, tenía que apoyarse en Nicholas y teniendo en cuenta que sus botas nuevas tenían un cómodo aunque ligeramente alto tacón, hacían su caminar algo más inseguro.
Con un suspiro de resignación se apoyó en el pasamanos para empezar a bajar, Nicholas había insistido en que utilizara la escalera argumentando que ya habría tiempo para lo extraordinario a lo largo de la noche. Lástima que él no fuera el que anduviese sobre tacones y con una rodilla totalmente destrozada y llena de cicatrices. Bajando la mirada a esta, agradeció que las preciosas y suaves medias fueran oscuras y las ocultaran.
—Si sigues inclinándote así, tendré que darte la razón acerca de tus pechos — ronroneó Nicholas lo suficientemente cerca para que solo ella lo escuchara.
Irguiéndose inmediatamente le dedicó una mirada hostil la cual estaba a punto de ser acompañada por una aguda contestación que fue interrumpida por la inesperada aparición de una de las parejas del hotel.
—_____…
_____ se calló al oír el saludo de la señora Everhall, girándose ligeramente sin soltar el pasamanos observó a la elegante señora, la cual estaba impecablemente ataviada con un precioso disfraz de cabaretera, mientras que su esposo, quien le dedicó una leve inclinación y una amable sonrisa a modo de saludo, iba vestido al estilo de un gánster de los años veinte. Realmente, hacían una preciosa pareja.
La mujer se detuvo junto a ella y sonrió mirando también a Nicholas… aquello hizo saltar una pequeña alarma en la mente de la muchacha. No, esa mujer no ha sonreído a mi fantasma.
—Querida, estás impresionante —le aseguró la mujer observando con ojo crítico el vestuario de la pequeña morena, para luego asentir complacida dando énfasis a sus palabras—, sin duda vas a ser la envía de todas las mujeres en la fiesta… y no solo por el hermoso traje…
La mirada de la mujer ascendió entonces a Nicholas. Para ese momento, a _____ ya le estaba dando vueltas la cabeza, su mirada voló a su acompañante quien le dedicó un giño antes de inclinarse levemente para tomar la mano de la mujer y llevarse los nudillos a los labios.
—Señora.
La mujer asintió con la cabeza visiblemente alagada un instante antes de volver la mirada a su marido y dedicarle un guiño.
—Um… y además es todo un caballero —sonrió volviendo nuevamente a _____ para susurrarle al oído—, no lo dejes escapar, querida, esa clase de hombres no abundan.
Con un rápido saludo la pareja se excusó y continuó bajando, la risa de la mujer llenó el aire mientras respondía a algún comentario de su esposo un instante antes enlazarle el brazo y atravesar el recibidor.
La pequeña morena se volvió entonces hacia Nicholas, quien era la viva imagen de un niño travieso que fingía no haber roto un plato en su vida. Encogiéndose de hombros, le respondió.
—Ya te lo dije… es Sammain… la línea que separa mi mundo del tuyo es muy delgada… —le hizo un sensual guiño.
Sí, adiós a tu exclusividad sobre el perfecto espécimen, hermana, la aguijoneó su conciencia.
Oh ya cállate, estúpida conciencia. _____ respiró profundamente y enlazó su brazo libre alrededor del de Nicholas, para sorpresa de este mismo, que cubrió su mano como esperando una respuesta.
—La próxima vez, avísame antes, ¿ok? —Respondió ella agarrándose a él para bajar el siguiente peldaño—, no creo que apreciasen demasiado el ver cómo me caigo rodando por las escaleras de la impresión.
Nicholas esbozó una irónica sonrisa ante su respuesta y la sujetó mientras bajaban.
Susan le tendió a Frank una copa con una especie de ponche de color naranja, el hombre había accedido finalmente a acompañarla a la fiesta, si bien, lo difícil había sido convencerlo de que se pusiera un disfraz, pero ella no era de las que aceptara un no por respuesta. Después de varios intentos y sugerencias por parte de su nieta, Frank había accedido a ponerse un traje, representando perfectamente el papel de uno de los lores de antaño. Lo cierto es que estaba impresionante, Susan no esperaba que un hombre de su edad se viese tan bien con aquel traje azul oscuro, el chaleco, y todos sus complementos, incluyendo el antiguo reloj que bordeaba una cadena desde el botón al bolsillo. Era un auténtico Dandi.
Susan se había decidido entonces por un traje de época de Jane Austen, su escritora de romántica favorita, el color verde y dorado del vestido la hacía parecer mucho más joven de los treinta y cinco que tenía e incluso le daba un toque muy cándido. El discreto y diminuto antifaz, se fijaba a su rostro casi como una segunda piel, enfatizando unos ojos iguales a los de su hermana.
Volvió a mirar nuevamente hacia la puerta, hacía casi una hora que había dejado a _____ terminando de arreglarse, sonrió al recordar cómo había protestado ante el espejo al ver el pronunciado escote que dejaba a la vista parcialmente parte de sus pechos, no le cabía la menor duda que había sido un hombre el que había escogido el atuendo, pero tenía que darle crédito, la pequeña nunca se había visto tan hermosa, lástima que sus ojos se vieran tan apagados y tristes. Aunque había intentado ocultarlo bajo una fachada de ironía y distanciamiento, la conocía bien y le dolía el saber que sufría y no poder hacer nada para evitarlo.
—Por mucho que mires la puerta, no va a aparecer antes —le aseguró Frank llevándose la copa a la nariz para oler el líquido antes de animarse a probarlo.
—Me prometió que iba a bajar —respondió ella volviendo la mirada hacia su acompañante—, y de eso hace ya más de una hora.
—Esta noche es especial para _____, Susan…—respondió el hombre haciendo una mueca ante el ácido sabor de su bebida—, déjala que haga lo que quiera, necesita aprovechar cada momento que le depare la vida, hay cosas que son demasiado efímeras.
La mujer miró al hombre a su lado y por primera vez llegó a preguntarse el porqué de todo aquello, ¿Por qué ellas? ¿Por qué eran las únicas en una larga lista de mujeres en su familia?
—¿Por qué nosotras, Frank? —Casi sin poder evitarlo, las palabras habían abandonado sus labios—. ¿Por qué ahora?
El hombre se encogió de hombros.
—No estoy seguro de cómo funciona esto, Susan —aceptó bajando la mirada a su copa—, todo lo que se, es que siempre ha habido una de ustedes cuando ha habido algún custodio que ha necesitado de su “palabra”. No se elige, simplemente sucede… algunas veces tarda más en despertar, en otras ocasiones… bueno… simplemente sucede.
Susan suspiró.
—Las cosas se van a poner difíciles después del amanecer —murmuró ella volviendo nuevamente la mirada hacia la puerta para ver finalmente a la pareja que estaba esperando—, solo espero estar a la altura de las circunstancias.
Nicholas bajó la mirada a la mano que se había cogido con más fuerza de su brazo, estaba tan nerviosa y asustada que lo único que deseaba era sacarla de allí y pasar el tiempo que les quedara a solas. Pero _____ necesitaba esto, los necesitaba a ellos. Su mirada vagó por la sala elegantemente decorada, por un momento fue como volver atrás en el tiempo, la gente festejando, el salón engalanado, solo faltaba su hermana apareciendo por detrás para desearle una feliz noche de hallowen. Sonrió, una sonrisa irónica, pero en su época no había tenido lo más importante, a la mujer que llevaba del brazo a su lado.
Localizó a Susan y al hombre que estaba a su lado al final de la sala, por la descripción que había hecho _____ de su abuelo, y lo que él mismo había indagado, aquel hombre con rostro amable y mirada inteligente debía ser Frank.
Bajando la mirada hacia _____, le acarició los dedos que se aferraban a su brazo con su mano libre.
—¿Estás lista? —preguntó, no quería presionarla, deseaba que fuera ella la que diese el primer paso.
Alzó la mirada hacia él y Nicholas se murió un poco por dentro, pese al antifaz, la mirada que había en sus ojos lo hacía sentirse como un canalla, dios sabía que no quería dejarla pero las cartas ya estaban sobre la mesa y boca arriba, debía acatar la decisión que había marcado el azar.
Ella tomó aire y se recompuso inmediatamente.
—Acabemos con esto —aceptó, sus labios curvándose en una irónica mueca—, no puedo esperar a ver la cara que pondrán cuando te vean a mí lado.
Nicholas sonrió en respuesta… Si ella supiera.
Frank dejó la copa en una mesa cercana y caminó lentamente hacia la mayor de sus nietas, quien observaba a la pareja que acababa de hacer su aparición. Una conocedora sonrisa curvó sus labios.
—Y los muertos caminarán entre los vivos en la noche de Sammain —murmuró para sí, deteniéndose al lado de Susan.
La mujer volvió la cara hacia él y lo miró sorprendida durante un instante. Sus ojos volaron nuevamente hacia la pareja que hacía su entrada, _____ y su acompañante se habían detenido un instante al lado de un matrimonio de edad y estaban intercambiando unos comentarios, la mujer, al igual que su marido no solo veían al apuesto y alto acompañante de su hermana, estaban hablando con él.
Susan saltó al sentir el inesperado contacto de la mano de Frank sobre su hombro.
—Cierra la boca, querida —bromeó Frank, haciendo que Susan se sonrojara—, deduzco por tu expresión que ya has coincidido antes con el caballero.
Susan miró a Frank pero no confirmó ni desmintió esa afirmación.
—Es Halloween, Susan… todo es posible en esta noche —le aseguró palmeando su mano antes de salir al encuentro de la pareja.
—Halloween —repitió Susan, por un instante sus ojos adquirieron un tenue brillo de dolor que se desvaneció tan rápido como había llegado. Con un profundo suspiro, siguió a Frank.
_____ sonrió educadamente a la señora Everhall y se excusó, Frank ya los había visto y caminaba ahora hacia ellos seguido de Susan. Por primera vez en mucho tiempo se sintió realmente nerviosa, todos sus sentidos le pedían que diese la vuelta y echase a correr. Pero no estaba en ella esa cobardía. Como si sintiese el tumulto de sus emociones, le rodeó la cintura con un fuerte brazo y la atrajo contra él acariciando su oreja levemente con sus labios en un suave murmullo. Ella asintió en respuesta y ambos se adelantaron para encontrarse con el hombre y su sobrina.
Nicholas no se perdió el brillo de reconocimiento y respeto que cruzó por los ojos del hombre cuando posó la mirada en él un instante antes de tomar las manos de su nieta más joven y obligarla a dar un paso hacia delante para poder contemplarla. Había verdadero orgullo en su mirada cuando esta se posó en _____. Solo por eso, se relajó.
—Y he aquí la joya que faltaba por iluminar esta noche —la galanteó antes de llevarse la mano a sus labios y dedicarle una extravagante reverencia—, estás preciosa, cariño.
—Gracias, abuelo —respondió ella, con un ligero rubor cubriendo sus pómulos.
El hombre sonrió complacido e incluso orgulloso cuando oyó la palabra “abuelo” en los labios de su nieta. Su mirada se volvió entonces a su acompañante, no hubo necesidad de palabras, con un simple apretón de manos, los dos hombres se dijeron más cosas de las que habrían podido pronunciar.
—Deduzco que tú eres Nicholas —respondió Frank finalmente al estrechar la mano del otro hombre.
—Una sabia deducción —aceptó Nicholas correspondiendo a la cálida bienvenida.
_____ se volvió entonces a Susan quien había estado observando discretamente al hombre por debajo de sus tupidas pestañas. Le correspondía a ella hacer esta presentación.
—Sue… —llamó su atención, su hermana se volvió a ella y asintió. _____ sonrió en respuesta y se acercó al hombre—, él es Nicholas.
Susan se limitó a tenderle la mano que el hombre tomó y se llevó a los labios, su sonrisa era engañosa y ciertamente misteriosa, al igual que sus palabras.
—Madamoiselle… —susurró besando sus nudillos, su mirada fija en la de la mujer.
—Es un placer conocerte… al fin —respondió ella retirando lentamente la mano de la de él, para volverse de inmediato a _____ y hacerle un guiño.
—Lo mismo digo —aceptó él volviendo a su posición, rodeando a _____ con un brazo en un posesivo gesto que no se le pasó a ninguno de los dos.
_____ paseó entonces la mirada por todo el comedor antes de dirigirse nuevamente a Susan.
—Has hecho un trabajo impresionante —le aseguró la morena.
Susan negó con la cabeza.
—El mérito no es todo mío —aseguró buscando entre la gente disfrazada a la artífice—, Shadow ha trabajado más que nadie y se ha ocupado de todos los detalles, yo me he limitado simplemente a aportar mi experiencia. Es una chica realmente extraordinaria.
—Sí, lo es —aceptó _____ alzando la cabeza para mirar a Nicholas de lado.
Él asintió. Sus ojos cafés volaron por la sala buscando a la adolescente que había visto crecer, Shadow había sido su puerto en la tempestad durante parte de su solitaria eternidad, le debía al menos una despedida. Volviendo la mirada hacia _____, ella asintió.
—Hay algo que tenemos que hacer —fue la única explicación que abandonó los labios de la chica.
Frank asintió, tomó nuevamente sus manos y la atrajo a un cálido abrazo.
—Disfruta de tu noche, pequeña, disfruta de cada minuto de ella —le susurró al oído mientras la abrazaba—, ya habrá tiempo para que hablemos.
—Hablaremos, abuelo —le aseguró ella a modo de promesa—. Lo haremos.
_____ se volvió entonces a Susan, quien asintió y abrazó también a su hermana.
—Si me necesitas…
_____ le devolvió el abrazo y le besó la mejilla.
—Siempre te necesité, Sue —le respondió con una cálida sonrisa.
Susan asintió y la dejó ir. Nicholas se despidió del hombre y a continuación se inclinó nuevamente ante ella. Susan lo miró a los ojos y aquello fue todo lo que necesitó Nicholas para saber que la mujer cumpliría la promesa que le había hecho.
—Gracias.
Susan negó con la cabeza.
—Vayan.
Nicholas enlazó la cintura de _____ y se alejaron en dirección al otro lado de la habitación, donde la delgada y alta adolescente, vestida como una adorable dama de época, charlaba animadamente con Mary Rose y otra mujer, con la que guardaba un muy ligero parecido.
Como si sintiera su presencia, Shadow se volvió, su mirada entonces se cruzó con la de _____. Sonriendo se recogió la falda del vestido y se dirigió hacia ella. Su enérgico y alegre paso se fue haciendo más lento hasta llegar a detenerse cuando su mirada recayó en el hombre que acompañaba a _____. Por un momento pensó que el corazón había dejado de latirle, a pocos pasos de ella, vestido de la misma forma que en aquella vieja y amarillenta fotografía que conservaba, estaba su ángel de la guarda.
Nicholas realmente sufrió cuando vio el reconocimiento en los cristalinos ojos de Shadow y las lágrimas deslizándose por sus mejillas, aquella niña era la viva imagen de su hermana e incluso su carácter era muy parecido al suyo, y en cierto modo, era la única familia que le quedaba.
Indeciso bajó la mirada hacia _____, quien asintió.
—Este momento es solo suyo —le susurró ella.
Nicholas se inclinó y la besó en la mejilla para luego caminar él solo hacia Shadow.
_____ permaneció donde estaba, observando la escena como un mudo espectador, pero estaba feliz por él. Sabía que Shadow significaba mucho para Nicholas, lo menos que podía darle, era la oportunidad de despedirse también de ella.
Sonriendo, vio a la alta adolescente echarse a llorar y abrazar a Nicholas cuando este le acarició la mejilla en un tierno gesto.
Con una triste sonrisa, dio media vuelta y los dejó en la escasa intimidad que se puede tener en una sala llena de gente.
_____ se sentó en uno de los asientos de la vacía recepción y empezó a masajearse la rodilla izquierda, volvía a notarla agarrotada y sabía que solo era cuestión de tiempo que el agarrotamiento se convirtiera en un sordo dolor. Suspiró, a fuera la tormenta iba cobrando mayor intensidad, la lluvia golpeaba furiosa contra los cristales haciendo notar su presencia, lo más seguro es que siguiera lloviendo durante toda la noche. La recepción había quedado completamente vacía, apenas se veía algún que otro invitado rezagado que cruzaba el recibidor para después perderse por el corredor que llevaba al comedor. La música se oía de manera apagada, al igual que las risas de la gente. Los envidiaba.
Se echó hacia atrás en el asiento, apoyando la cabeza contra la pared, el escudo de piedra situado sobre la entrada del segundo piso llamó su atención, lo había visto la primera vez que llegó al hotel y ya no había vuelto a reparar en él. Una enorme ave con una llave con alas entre sus patas.
—Extraño escudo de armas —murmuró para sí.
—No es un escudo de armas —negó Nicholas, apareciéndose repentinamente a su izquierda—, al menos no el nuestro. Si recuerdo lo que me había contado mi madre, había sido un encargo hecho por mi abuelo, aunque no he podido encontrarle el significado.
_____ se enderezó en el asiento cuando lo vio a su lado, Nicholas la tomó de la cintura y la ayudó a levantarse de nuevo.
—No debiste haberte ido así —le reprochó él bajando la mirada a su rodilla para luego mirarla a ella—. ¿Te duele?
_____ asintió con la cabeza y respondió a su reproche.
—Supuse que agradecerías un poco de privacidad —respondió ella encogiéndose de hombros.
Nicholas la rodeó con sus brazos y le apartó el pelo de la cara.
—La única privacidad que necesito es contigo —le aseguró acariciando sus labios en un dulce beso—. Shadow prácticamente me ha echado, me ha pedido que cuide muy bien de ti… Es una niña muy dulce.
—Sí, lo es —asintió _____ cerrando los ojos ante su agradable contacto—, y se convertirá en una mujer muy especial.
Nicholas asintió y le acarició el cuello con la nariz.
—Tengo otro regalo para ti —ronroneó en su cuello—, quería esperar un poco para dártelo, pero no puedo.
_____ se estremeció ante su contacto, sus manos se deslizaron por sus hombros enlazándose detrás de su cuello.
—No necesitas hacerme ningún regalo —negó ella ocultando el rostro en su cuello—, no necesito nada más que a ti… así…
Nicholas se separó unos centímetros de ella, lo justo para poder posar su frente contra la de ella y suspirar.
—_____… ambos sabemos lo que va a pasar esta noche… tienes que hacerlo…
—No puedo —respondió ella en un doloroso suspiro.
—No tienes otra opción.
—Lo sé.
Nicholas cerró los ojos con fuerza, ¿Por qué tenía que ser tan difícil? ¿Por qué tenía que doler tanto? Posando las manos sobre los hombros de ella, la separó de él para mirarla a la cara.
—¿Aceptarás mi regalo?
_____ alzó una mano y le acarició el rostro antes de asentir levemente.
Entonces Nicholas hizo la cosa que menos se podía esperar, se dejó caer de rodillas ante ella, sus manos todavía enlazadas en su cintura. Lentamente, y sin apartar la mirada de aquellos ojos violetas empezó a deslizar su mano derecha y después la izquierda por sus caderas, acariciando sus muslos, para volar entonces hacia su rodilla lastimada, sus manos se perdieron por debajo de la falta, sus dedos acariciaron lentamente las medias, recorriendo las cicatrices ocultas con los dedos, creando un agradable calorcillo que poco a poco subió de intensidad hasta convertirse en un abrasador fuego. _____ gritó de dolor un instante antes de que empezara a remitir y notase que la rigidez que siempre acompañaba a su rodilla se había ido.
Parpadeando varias veces, bajó la mirada hacia su rodilla, Nicholas se ponía ya en pie y retrocedió unos pasos, mirándola. Su mano extendida la llamó como un canto de sirena. Y ella caminó hacia él. Caminó… ya no cojeaba, el agarrotamiento se había ido así como el dolor, bajó la mano y la deslizó temerosa y un jadeo de sorpresa e incredulidad escapó de entre sus labios al no poder notar las feas cicatrices que la habían marcado. Se levantó la falta y bajó la media con rapidez, ahogando un sollozo cuando observó atónita que las cicatrices se habían ido, la piel de su rodilla volvía a estar totalmente lisa y sin marcas.
Un par de solitarias lágrimas habían escapado de sus ojos y se deslizaban ya por sus mejillas cuando alzó la mirada para ver a Nicholas sonriéndole.
—¿Por qué? —no pudo evitar preguntar, su voz sonó estrangulada.
Nicholas extendió la mano para acariciarle la cara.
—Porque nadie se lo merece más que tú. Has perdido ya demasiadas cosas, _____, cuando yo ya no esté…
Ella le tapó la boca con los dedos y negó con la cabeza. Nicholas se los cogió y los besó.
—Si no hubiese sido por ella, jamás te habría encontrado —murmuró él, había dolor en sus ojos cafés y un agradecimiento que iba más allá de las palabras.
_____ inclinó la cabeza.
—¿Quién es ella, Nicholas? —Preguntó, esta noche tendría que saber la verdad, necesitaba saber el motivo por el que fue enviada a él—, déjame entender… déjame saber qué fue lo que hizo que te quedaras aquí.
Nicholas le sostuvo la mirada, tomó sus manos y la acercó a él.
—Háblame, Nicholas —le suplicó. Ella jamás suplicaba.
—Me quedé por ella, _____. Solo por ella.
Chicas esta es la continuación del capítulo anterior. (:
Bienvenidas SomeoneLIKEyou y Natalia, casi mi tocayita jajaja
Que buenos que les guste tanto la novela, porque yo la ameee y me alegra que ustedes igual :D
Naty(:
Última edición por Natuu! el Dom 11 Mar 2012, 12:40 am, editado 1 vez
Natuu!
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
DIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSS Como la dejas ahii!! sos Malaa
ay ya quiero saber que va a pasar con la Rayis y Nicho... No quiero qe sufran
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAA
PD: Gracias por la bienvenida XD
ay ya quiero saber que va a pasar con la Rayis y Nicho... No quiero qe sufran
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAA
PD: Gracias por la bienvenida XD
BeStronggg
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
Hola!
Soy tu nueva lectora ;)
y me encanta la nove!!!! xD
tienes que seguirla!! :P
Soy tu nueva lectora ;)
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Mare.Loves-Jonas
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
mori,mori,mori,morii 1000 veces y volvi a revivir
tienesss q seguirlaaaa por favor
me encantaaa ,,, ,,,
nick haaaaa es hermosooo, tan lindo que le habla a la rayiss *_____* :arre:
siguelaaa pliss
by maria
tienesss q seguirlaaaa por favor
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siguelaaa pliss
by maria
Angel´S // JB
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
CAPÍTULO 17
Nicholas se separó de _____ y caminó hacia la ventana, la lluvia empezaba a golpear con cierta intensidad los cristales, la oscuridad en el horizonte se teñía de ocasionales relámpagos, la tormenta cubría toda la región y se acercaba lentamente a ellos… en más de un sentido.
Volvían a estar en la privacidad de la habitación de ella, sin darle tiempo a parpadear los había trasladado a ambos allí donde no habría posibilidad de que nadie pudiera interrumpirlos.
Su voz sonó lejana e impersonal cuando empezó a hablar, como si quisiese mantenerse a sí mismo alejado del pasado.
—La conocí en una de las reuniones a las que era tan aficionada mi madrastra. Al haber vivido toda su vida en la ciudad, digamos que pensaba que el campo estaba bien para retirarse una temporada, pero no para vivir y alternar con la gente de las plantaciones. Estaba decidida a que Cathie conociera algo más que la sencilla vida que había llevado hasta entonces, a menudo le llenaba la cabeza a mi hermana de las supuestas maravillas que proporcionaban las grandes ciudades, de la sofisticación que adquiría una señorita en comparación a la sencillez del campo. Cathie solo era una niña y como todas las señoritas de su edad se embelesaba por todo.
_____ observó en silencio como los labios de Nicholas se estiraban en una cínica sonrisa.
—Pero ella adoraba esto — Nicholas se volvió hacia _____ haciendo un gesto hacia la ventana—, “yo soy una chica de campo, Nick, no una señorita remilgada” solía decirme cada vez que la esposa de mi padre desaparecía de nuestra vista. Yo adoraba a mi hermana, le había prometido a mi madre cuidar de ella y esa promesa pesaba sobre mi conciencia más que ninguna otra cosa. Yo fui quien animó a Cathie a ir con Sharon a la ciudad, a conocer a señoritas de su edad en otros ambientes, que conociese la diferencia que había entre vivir en el campo y el ajetreo de la ciudad, no quería que el día de mañana, si decidía quedarse en esta casa se preguntase que habría pasado si hubiese conocido otros ambientes. Había visto lo que eso había traído a la vida de mi madre y no lo quería para mi hermana — Nicholas hizo un alto, sus recuerdos no estaban tan borrosos como habría querido pensar, sus ojos se posaron un instante en _____, pero ella no estaba segura de que la viera realmente, su mirada se veía perdida, sumida en los recuerdos—. La primera vez que la vi llevaba un vestido color borgoña con bordados azules, estaba sentada al lado de mi hermana y reía tímidamente por un comentario que le había hecho Cathie, era algo más alta que ella y extremadamente delgada, sus manos envueltas en unos finos guantes bordados jugueteaban con un discreto abanico sobre su regazo. Recuerdo que Cathie me había visto allí, observándola como un estúpido en el umbral de la puerta de la pequeña salita y se había apresurado en presentarme a su nueva amiga, la Señorita Veronike Trevein.
El silencio se instaló entonces entre los dos, Nicholas se había callado repentinamente, sus pasos lo habían llevado nuevamente hacia la ventana, _____ permaneció callada, temía que si hablaba, él dejara de hablarle y ella necesitaba saber tanto como él necesitaba hablar de ello.
Con un resignado suspiro, Nicholas retomó sus recuerdos.
—Con sus enormes ojos de color avellana y suaves modales era la viva imagen de la candidez y feminidad, el primer pensamiento que pasó por mi cabeza mientras mi hermana nos presentaba fue que la quería para mí —una irónica sonrisa cubrió sus labios y se notó en su voz—. ¿Candidez? ¿Inocencia? Pura fachada. Sus visitas a mi hogar empezaron a hacerse más continuadas, Cathie intentó advertirme pero yo estaba demasiado cegado por ella, pasé de rebatir sus absurdas acusaciones e insinuaciones sobre Veronike a ignorarlas, yo pensaba que Cathie estaba celosa por tener que competir con otra mujer por mi cariño, se lo dije y le aseguré que era ridículo.
Nicholas volvió a negar con la cabeza, como amonestándose a sí mismo.
—Nos hicimos amantes —respondió con cierto tono de ironía en la voz—. Debo decir que no me sorprendió demasiado que no fuera virgen, su pasión, su desinhibición lo dejaba patente en cada previo encuentro pero yo la deseaba igualmente, la quería… hasta tal punto que me decidí a proponerle matrimonio.
_____ dio un respingo cuando repentinamente la expresión de Nicholas cambió a una de completa furia, la mandíbula apretada, sus ojos llameantes.
—Padre se opuso terminantemente —su voz ahora sonaba tensa, dura—, decía que si me unía a esa mujer, podía ir haciendo mis maletas y largarme de esta casa. Cathie intentó interceder ante los dos cuando se percató que todos sus esfuerzos por ponerme sobre aviso fueron ignorados y desechados y Veronike — Nicholas soltó un bufido de sorna—, ella me decía que esperáramos, que tarde o temprano el viejo entraría en razón y permitiría nuestro matrimonio. Lloró ante mí diciéndome que lo mejor sería separarnos, que jamás permitiría que los vínculos con mi familia se rompieran por su culpa, incluso sugirió que nos separáramos un tiempo, así yo podría intentar convencer a mi padre sin que la presencia de ella molestara en su casa y al mismo tiempo ella podría ir arreglando las cosas para la boda.
Nicholas se pasó las manos por el pelo en un gesto desesperado.
—Yo no estaba dispuesto a dejarla marchar, a mis ojos era demasiado buena para que tuviera que volver a soportar los desplantes e insultos de la vieja tía solterona con la que vivía. Sus padres, había dicho ella, habían muerto cuando ella era apenas una niña y la única familia que se había hecho cargo de ella era una hermana de su padre, una mujer amargada que solo vivía para volcar su frustración sobre su única sobrina — Nicholas había pasado a relatar esa parte de la historia con total sorna—. Yo la idolatraba… vaya un estúpido que era.
_____ lo observó sin decir palabra, interiormente se dolía por él, se había enamorado profundamente de una mujer que por lo que había visto hasta el momento, no era tan buena como él suponía.
Nicholas continuó el relato algo más calmado.
—Durante toda una semana fui de discusión en discusión con el viejo pero su respuesta era siempre la misma o incluso más dura ahora que Veronike se había vuelto a la ciudad. Cathie intentaba por todos los medios apaciguar a nuestro padre y hacerle entrar en razón, al menos al principio, antes de que se volviera retraída hacia ese tema y mirase a nuestro padre con un profundo desprecio y dolor en la cara que solo ahora me doy cuenta de ello. Todas las pruebas estaban ahí pero yo estaba demasiado obcecado por ella y no veía las cosas con claridad. Mi hermana, siempre brillante y vivaz empezó a decaer poco a poco, su carácter se volvió hosco y a menudo evitaba mi compañía. Fue entonces cuando empecé a preocuparme y a desconfiar, ¿Qué podía ser lo que había llevado a Cathie a aquel estado? No lo supe hasta que era ya demasiado tarde: Los dos hombres que ella más amaba en aquel momento, se estaban destrozando como perros rabiosos por una mujer que no valía si quiera el suelo enlodado por el que caminaba.
El puño de Nicholas golpeó con dureza la pared junto a la ventana, _____ hizo ademán de moverse pero se congeló en el momento en que vio la mirada de ira y la mandíbula apretada de él al tiempo que sus palabras salían atropelladamente de sus labios.
—Cathie enfermó, se pasó casi cinco días debatiéndose entre la vida y la muerte, la fiebre había hecho presa de ella y no había manera de bajársela, la alta temperatura declinó en delirios, gritos y súplicas, ni siquiera creo que supiera que estaba allí con ella. Me sentía tan culpable que no permití que nadie se acercara a ella, me había encerrado con ella y solo permitía que entrara el doctor y una de nuestras criadas que había sido quien nos había criado, día tras día, cuando la fiebre subía hasta provocarle convulsiones la escuché hablar sobre nuestro padre, sobre Veronike, como ambos me habían traicionado. No podía creerlo, realmente todo tenía que ser fruto de la altísima fiebre.
Nicholas ahora se volvió a mirar a _____, en sus ojos se mezclaba el dolor y el odio.
—La mujer a la que había creído amar había sido amante de mi padre —respondió él con voz firme a la par que letal—. Cathie los había visto discutir en una ocasión en la biblioteca, ella había recelado desde el principio de la mujer, la había conocido en una fiesta a la que había acudido con su madrastra en la ciudad, se la habían presentado y había estado tan emocionada y deslumbrada por la elegancia de la mujer que no había visto su verdadera cara, pero Cathie siempre tuvo un sexto sentido para la gente y enseguida vio el verdadero rostro de Veronike. Intentó decírmelo, pero no la escuché.
_____ asintió lentamente y decidió hacer la pregunta.
—¿Qué ocurrió la noche de tu muerte?
Nicholas la miró un instante y asintió.
—Después que Cathie se repuso, confirmó toda la historia. Enfrenté al viejo en la biblioteca y lo amenacé con matarlo si volvía a tocar a mi prometida —continuó Nicholas—. Busqué a Veronike, debía haber una buena explicación para todo aquello, todavía me resistía a creer la verdad que se me presentaba. Se presentó ante mí como una víctima, una mujer que había caído presa de la venganza de un padre a su hijo. Mi padre podía ser muchas cosas, pero jamás forzaba a una mujer, no lo necesitaba. Me cegó la furia, la acusé de ser una zorra, de engañarme cuando supuestamente yo la quería… la repudié allí mismo, en el salón de su propia casa ante los asombrados criados y le prohibí volver acercarse a mí.
Nicholas hizo una pausa y observó a _____ que ahora se había sentado en la cama.
—Aquella noche se celebraba la fiesta de navidad que como cada año mi madrastra se encargaba de organizar por todo lo alto. El salón estaba totalmente engalanado, mi madrastra y el viejo habían empezado a dar la bienvenida a los invitados a primera hora de la tarde, Sharon recuerdo que llevaba un vestido color champán que realzaba el brillante color negro de su cabello, el collar que su esposo le había regalado aquel mismo día lanzaba pequeños destellos sobre su pecho — Nicholas sonrió como si recordase algo agradable—, Cathie se había acercado a mí y me había susurrado si habría utilizado el brillo de las piedras para cegar a cualquiera que se atreviera a fijar la mirada en el montículo que se asomaba de sus pechos o precisamente para atraerla hacia ellos. Ella estaba preciosa aquella noche, tenía el pelo café adornado con diminutas flores a juego con el vestido azul que llevaba, parecía un angelito.
_____ no pudo evitar murmurar.
—Adorabas a tu hermana.
Él asintió sin vacilar.
—Ella era la única cosa totalmente pura en mi vida —aceptó con cierto tono de nostalgia antes de volver la mirada hacia la ventana al oír el cada vez más cercano sonido de un trueno—. Aquella noche también había tormenta…
_____ lo observó en silencio, su corazón se encogía en armonía con el dolor que debía sentir Nicholas.
—Los invitados empezaban ya a retirarse así que no hacía falta que siguiera haciendo acto de presencia cuando lo último que deseaba era estar alternando con señoritas estúpidas y hombres que lo único que hacían era jactarse de su última conquista o hablar de política —respiró profundamente como para darse ánimos antes de continuar—. Subí a mi habitación, abrí la puerta y allí estaba ella.
Nicholas pareció vacilar, su mirada cayó de nuevo en la ventana como si su mente se esforzase por ordenar sus recuerdos.
—No era ni la sombra de la mujer que yo recordaba, su piel antes blanca y tersa estaba amarillenta y en zonas presentaba un ligero color morado, como si se hubiese llevado un golpe, o se lo hubiesen propinado, el brillante y sensual pelo rojizo que siempre le había caído en tirabuzones ahora era una masa enredada y sin brillo, el vestido que llevaba puesto caía holgado sobre su cuerpo, como si no fuese suyo. Realmente llegué a sentirme culpable de verla en aquel estado. — Nicholas no vio el brillo de lágrimas sin derramar que se iban amontonando en los ojos de _____—. Sus ojos tenían un enfebrecido brillo cuando me apuntaba con una vieja pistola, su mano temblaba ligeramente y sus labios se torcieron en una horrible mueca cuando me vio.
Las lágrimas que _____ se afanaba por evitar que se deslizaran por sus mejillas empezaron a resbalar de sus ojos mientras escuchaba a Nicholas.
—Empezó a gritar que le había arruinado la vida, su mano temblaba, todo su cuerpo temblaba y yo solo podía ver la pistola en su mano, intenté hablar con ella, calmarla pero estaba totalmente enloquecida. Empezó a hablar de un pasado que yo desconocía, de una vida de lujos y diversión que había esperado alcanzar a mi lado, de palizas y castigos por parte de su tía de los que jamás había tenido noticias, de hecho, lo último que había sabido de ella después de la discusión en el salón de su casa es que se había marchado a Europa. Me gritaba que yo la había marcado de por vida, que la gente jamás le perdonaría eso, que hubiese sido mejor ahogarla cuando había nacido. En realidad no me paré a pensar en lo que decía, para mí eran todo cosas inconexas y el arma que se balanceaba en su mano me preocupaba mucho más que su enloquecida cháchara.
Nicholas volvió a hacer un alto en la narración, eran sus manos las que ahora temblaban apretadas en sendos puños a ambos lados de sus caderas.
—Conseguí acercarme a ella lo suficiente para intentar quitarle el arma, forcejeamos, ella peleó con uñas y dientes, su arma entre sus manos y las mías y entonces oí el disparo seguido por el olor a pólvora y el repentino llanto de un niño.
_____ contuvo el aliento, las lágrimas empapaban sus mejillas, sus labios se apretaban evitando escapar un angustiado sollozo.
—No entendí en un principio que había pasado, sus ojos se abrieron desmesuradamente y creo que realmente vi arrepentimiento en ellos pero mi visión se estaba haciendo borrosa y empecé a marearme, bajé la mirada a las manos y las vi cubiertas de sangre, la misma sangre que empapaba mi camisa. — Nicholas respiró con dificultad, como si estuviese reviviendo aquel mismo momento—. Voces, ruido de pasos precipitándose por el pasillo, el llanto de aquel niño que se incrementaba, femeninos gritos lastimeros, la voz de mi hermana llamándome, creo incluso que también escuché al viejo llamarle zorra a Veronike. Más gritos y finalmente un nuevo disparo.
Nicholas sacudió la cabeza como intentando despejarse antes de continuar.
—Solo podía oír el llanto del niño, sabía que Cathie me gritaba que me quedara, oía a mi padre gritándole a mi madrastra que pidiera un médico pero yo solo podía concentrarme en el llanto del bebé.
Nicholas se volvió entonces hacia _____, en sus ojos había dolor, arrepentimiento pero también una enorme determinación.
—Lo siguiente que recuerdo es estar de pie en el pasillo mirando a mi hermana Cathie sentada contra la pared que daba a mi habitación, sollozando desconsoladamente al tiempo que intentaba calmar a la bebé que medio desnuda y envuelta en una especie de manta rosada no cesaba de llorar —su mirada se suavizó al responder—. Aquel bebé era mi hija y yo acaba de morir.
Nicholas suspiró, por primera vez en varios siglos, el peso de todo aquello empezaba a ser más liviano.
—Me quedé junto a ella, algo tiraba de mí, pero me negué a abandonarla, ella lloraba de miedo y hambre, era tan pequeña, tan vulnerable…
—Te quedaste por ella —al fin, el motivo salía a la luz.
—Ningún niño debería quedarse solo, su madre… mi padre forcejeó con ella para sacarle el arma y esta se disparó… no pasó de aquella noche —Respondió Nicholas antes de apretar con fuerza los ojos y añadir—. Ninguna de las dos lo hizo.
_____ jadeó de dolor. A Nicholas se le encogió doblemente el corazón por ella, le habían arrebatado incluso esa posibilidad que Veronike había despreciado tanto. Arrodillándose ante ella le limpió las lágrimas del rostro.
—Ella estaba muy enferma, _____ —le aseguró él compartiendo su dolor con la pequeña morena—, decidí quedarme con ella, velar por ella y jamás me arrepentí de ello. Solo lamento no haberlo sabido antes, ella no se merecía tener el mismo destino que corrieron sus padres.
—Te condenaste por amor —susurró ella doliéndose por él.
—Y volvería a hacerlo, _____, una y otra vez —aseguró descansando su frente contra la de ella—. Solo por amor.
Ella cerró los ojos saboreando durante un leve instante la sensación de su contacto, sus pequeñas manos ascendieron a las barbudas mejillas, enmarcando su rostro para bajarlo a su altura.
—Por amor acabamos condenándonos todos, Nicholas —respondió ella mirándose en sus ojos—, la pregunta es ¿Merece la pena la condena?
Sus labios se unieron a los de él diciéndole en un solo beso todo lo que su corazón se negaba a decir en voz alta. Él la rodeó con los brazos y se permitió perderse en el calor de aquel cuerpo femenino. Necesitaba amarla una última vez.
Volvían a estar en la privacidad de la habitación de ella, sin darle tiempo a parpadear los había trasladado a ambos allí donde no habría posibilidad de que nadie pudiera interrumpirlos.
Su voz sonó lejana e impersonal cuando empezó a hablar, como si quisiese mantenerse a sí mismo alejado del pasado.
—La conocí en una de las reuniones a las que era tan aficionada mi madrastra. Al haber vivido toda su vida en la ciudad, digamos que pensaba que el campo estaba bien para retirarse una temporada, pero no para vivir y alternar con la gente de las plantaciones. Estaba decidida a que Cathie conociera algo más que la sencilla vida que había llevado hasta entonces, a menudo le llenaba la cabeza a mi hermana de las supuestas maravillas que proporcionaban las grandes ciudades, de la sofisticación que adquiría una señorita en comparación a la sencillez del campo. Cathie solo era una niña y como todas las señoritas de su edad se embelesaba por todo.
_____ observó en silencio como los labios de Nicholas se estiraban en una cínica sonrisa.
—Pero ella adoraba esto — Nicholas se volvió hacia _____ haciendo un gesto hacia la ventana—, “yo soy una chica de campo, Nick, no una señorita remilgada” solía decirme cada vez que la esposa de mi padre desaparecía de nuestra vista. Yo adoraba a mi hermana, le había prometido a mi madre cuidar de ella y esa promesa pesaba sobre mi conciencia más que ninguna otra cosa. Yo fui quien animó a Cathie a ir con Sharon a la ciudad, a conocer a señoritas de su edad en otros ambientes, que conociese la diferencia que había entre vivir en el campo y el ajetreo de la ciudad, no quería que el día de mañana, si decidía quedarse en esta casa se preguntase que habría pasado si hubiese conocido otros ambientes. Había visto lo que eso había traído a la vida de mi madre y no lo quería para mi hermana — Nicholas hizo un alto, sus recuerdos no estaban tan borrosos como habría querido pensar, sus ojos se posaron un instante en _____, pero ella no estaba segura de que la viera realmente, su mirada se veía perdida, sumida en los recuerdos—. La primera vez que la vi llevaba un vestido color borgoña con bordados azules, estaba sentada al lado de mi hermana y reía tímidamente por un comentario que le había hecho Cathie, era algo más alta que ella y extremadamente delgada, sus manos envueltas en unos finos guantes bordados jugueteaban con un discreto abanico sobre su regazo. Recuerdo que Cathie me había visto allí, observándola como un estúpido en el umbral de la puerta de la pequeña salita y se había apresurado en presentarme a su nueva amiga, la Señorita Veronike Trevein.
El silencio se instaló entonces entre los dos, Nicholas se había callado repentinamente, sus pasos lo habían llevado nuevamente hacia la ventana, _____ permaneció callada, temía que si hablaba, él dejara de hablarle y ella necesitaba saber tanto como él necesitaba hablar de ello.
Con un resignado suspiro, Nicholas retomó sus recuerdos.
—Con sus enormes ojos de color avellana y suaves modales era la viva imagen de la candidez y feminidad, el primer pensamiento que pasó por mi cabeza mientras mi hermana nos presentaba fue que la quería para mí —una irónica sonrisa cubrió sus labios y se notó en su voz—. ¿Candidez? ¿Inocencia? Pura fachada. Sus visitas a mi hogar empezaron a hacerse más continuadas, Cathie intentó advertirme pero yo estaba demasiado cegado por ella, pasé de rebatir sus absurdas acusaciones e insinuaciones sobre Veronike a ignorarlas, yo pensaba que Cathie estaba celosa por tener que competir con otra mujer por mi cariño, se lo dije y le aseguré que era ridículo.
Nicholas volvió a negar con la cabeza, como amonestándose a sí mismo.
—Nos hicimos amantes —respondió con cierto tono de ironía en la voz—. Debo decir que no me sorprendió demasiado que no fuera virgen, su pasión, su desinhibición lo dejaba patente en cada previo encuentro pero yo la deseaba igualmente, la quería… hasta tal punto que me decidí a proponerle matrimonio.
_____ dio un respingo cuando repentinamente la expresión de Nicholas cambió a una de completa furia, la mandíbula apretada, sus ojos llameantes.
—Padre se opuso terminantemente —su voz ahora sonaba tensa, dura—, decía que si me unía a esa mujer, podía ir haciendo mis maletas y largarme de esta casa. Cathie intentó interceder ante los dos cuando se percató que todos sus esfuerzos por ponerme sobre aviso fueron ignorados y desechados y Veronike — Nicholas soltó un bufido de sorna—, ella me decía que esperáramos, que tarde o temprano el viejo entraría en razón y permitiría nuestro matrimonio. Lloró ante mí diciéndome que lo mejor sería separarnos, que jamás permitiría que los vínculos con mi familia se rompieran por su culpa, incluso sugirió que nos separáramos un tiempo, así yo podría intentar convencer a mi padre sin que la presencia de ella molestara en su casa y al mismo tiempo ella podría ir arreglando las cosas para la boda.
Nicholas se pasó las manos por el pelo en un gesto desesperado.
—Yo no estaba dispuesto a dejarla marchar, a mis ojos era demasiado buena para que tuviera que volver a soportar los desplantes e insultos de la vieja tía solterona con la que vivía. Sus padres, había dicho ella, habían muerto cuando ella era apenas una niña y la única familia que se había hecho cargo de ella era una hermana de su padre, una mujer amargada que solo vivía para volcar su frustración sobre su única sobrina — Nicholas había pasado a relatar esa parte de la historia con total sorna—. Yo la idolatraba… vaya un estúpido que era.
_____ lo observó sin decir palabra, interiormente se dolía por él, se había enamorado profundamente de una mujer que por lo que había visto hasta el momento, no era tan buena como él suponía.
Nicholas continuó el relato algo más calmado.
—Durante toda una semana fui de discusión en discusión con el viejo pero su respuesta era siempre la misma o incluso más dura ahora que Veronike se había vuelto a la ciudad. Cathie intentaba por todos los medios apaciguar a nuestro padre y hacerle entrar en razón, al menos al principio, antes de que se volviera retraída hacia ese tema y mirase a nuestro padre con un profundo desprecio y dolor en la cara que solo ahora me doy cuenta de ello. Todas las pruebas estaban ahí pero yo estaba demasiado obcecado por ella y no veía las cosas con claridad. Mi hermana, siempre brillante y vivaz empezó a decaer poco a poco, su carácter se volvió hosco y a menudo evitaba mi compañía. Fue entonces cuando empecé a preocuparme y a desconfiar, ¿Qué podía ser lo que había llevado a Cathie a aquel estado? No lo supe hasta que era ya demasiado tarde: Los dos hombres que ella más amaba en aquel momento, se estaban destrozando como perros rabiosos por una mujer que no valía si quiera el suelo enlodado por el que caminaba.
El puño de Nicholas golpeó con dureza la pared junto a la ventana, _____ hizo ademán de moverse pero se congeló en el momento en que vio la mirada de ira y la mandíbula apretada de él al tiempo que sus palabras salían atropelladamente de sus labios.
—Cathie enfermó, se pasó casi cinco días debatiéndose entre la vida y la muerte, la fiebre había hecho presa de ella y no había manera de bajársela, la alta temperatura declinó en delirios, gritos y súplicas, ni siquiera creo que supiera que estaba allí con ella. Me sentía tan culpable que no permití que nadie se acercara a ella, me había encerrado con ella y solo permitía que entrara el doctor y una de nuestras criadas que había sido quien nos había criado, día tras día, cuando la fiebre subía hasta provocarle convulsiones la escuché hablar sobre nuestro padre, sobre Veronike, como ambos me habían traicionado. No podía creerlo, realmente todo tenía que ser fruto de la altísima fiebre.
Nicholas ahora se volvió a mirar a _____, en sus ojos se mezclaba el dolor y el odio.
—La mujer a la que había creído amar había sido amante de mi padre —respondió él con voz firme a la par que letal—. Cathie los había visto discutir en una ocasión en la biblioteca, ella había recelado desde el principio de la mujer, la había conocido en una fiesta a la que había acudido con su madrastra en la ciudad, se la habían presentado y había estado tan emocionada y deslumbrada por la elegancia de la mujer que no había visto su verdadera cara, pero Cathie siempre tuvo un sexto sentido para la gente y enseguida vio el verdadero rostro de Veronike. Intentó decírmelo, pero no la escuché.
_____ asintió lentamente y decidió hacer la pregunta.
—¿Qué ocurrió la noche de tu muerte?
Nicholas la miró un instante y asintió.
—Después que Cathie se repuso, confirmó toda la historia. Enfrenté al viejo en la biblioteca y lo amenacé con matarlo si volvía a tocar a mi prometida —continuó Nicholas—. Busqué a Veronike, debía haber una buena explicación para todo aquello, todavía me resistía a creer la verdad que se me presentaba. Se presentó ante mí como una víctima, una mujer que había caído presa de la venganza de un padre a su hijo. Mi padre podía ser muchas cosas, pero jamás forzaba a una mujer, no lo necesitaba. Me cegó la furia, la acusé de ser una zorra, de engañarme cuando supuestamente yo la quería… la repudié allí mismo, en el salón de su propia casa ante los asombrados criados y le prohibí volver acercarse a mí.
Nicholas hizo una pausa y observó a _____ que ahora se había sentado en la cama.
—Aquella noche se celebraba la fiesta de navidad que como cada año mi madrastra se encargaba de organizar por todo lo alto. El salón estaba totalmente engalanado, mi madrastra y el viejo habían empezado a dar la bienvenida a los invitados a primera hora de la tarde, Sharon recuerdo que llevaba un vestido color champán que realzaba el brillante color negro de su cabello, el collar que su esposo le había regalado aquel mismo día lanzaba pequeños destellos sobre su pecho — Nicholas sonrió como si recordase algo agradable—, Cathie se había acercado a mí y me había susurrado si habría utilizado el brillo de las piedras para cegar a cualquiera que se atreviera a fijar la mirada en el montículo que se asomaba de sus pechos o precisamente para atraerla hacia ellos. Ella estaba preciosa aquella noche, tenía el pelo café adornado con diminutas flores a juego con el vestido azul que llevaba, parecía un angelito.
_____ no pudo evitar murmurar.
—Adorabas a tu hermana.
Él asintió sin vacilar.
—Ella era la única cosa totalmente pura en mi vida —aceptó con cierto tono de nostalgia antes de volver la mirada hacia la ventana al oír el cada vez más cercano sonido de un trueno—. Aquella noche también había tormenta…
_____ lo observó en silencio, su corazón se encogía en armonía con el dolor que debía sentir Nicholas.
—Los invitados empezaban ya a retirarse así que no hacía falta que siguiera haciendo acto de presencia cuando lo último que deseaba era estar alternando con señoritas estúpidas y hombres que lo único que hacían era jactarse de su última conquista o hablar de política —respiró profundamente como para darse ánimos antes de continuar—. Subí a mi habitación, abrí la puerta y allí estaba ella.
Nicholas pareció vacilar, su mirada cayó de nuevo en la ventana como si su mente se esforzase por ordenar sus recuerdos.
—No era ni la sombra de la mujer que yo recordaba, su piel antes blanca y tersa estaba amarillenta y en zonas presentaba un ligero color morado, como si se hubiese llevado un golpe, o se lo hubiesen propinado, el brillante y sensual pelo rojizo que siempre le había caído en tirabuzones ahora era una masa enredada y sin brillo, el vestido que llevaba puesto caía holgado sobre su cuerpo, como si no fuese suyo. Realmente llegué a sentirme culpable de verla en aquel estado. — Nicholas no vio el brillo de lágrimas sin derramar que se iban amontonando en los ojos de _____—. Sus ojos tenían un enfebrecido brillo cuando me apuntaba con una vieja pistola, su mano temblaba ligeramente y sus labios se torcieron en una horrible mueca cuando me vio.
Las lágrimas que _____ se afanaba por evitar que se deslizaran por sus mejillas empezaron a resbalar de sus ojos mientras escuchaba a Nicholas.
—Empezó a gritar que le había arruinado la vida, su mano temblaba, todo su cuerpo temblaba y yo solo podía ver la pistola en su mano, intenté hablar con ella, calmarla pero estaba totalmente enloquecida. Empezó a hablar de un pasado que yo desconocía, de una vida de lujos y diversión que había esperado alcanzar a mi lado, de palizas y castigos por parte de su tía de los que jamás había tenido noticias, de hecho, lo último que había sabido de ella después de la discusión en el salón de su casa es que se había marchado a Europa. Me gritaba que yo la había marcado de por vida, que la gente jamás le perdonaría eso, que hubiese sido mejor ahogarla cuando había nacido. En realidad no me paré a pensar en lo que decía, para mí eran todo cosas inconexas y el arma que se balanceaba en su mano me preocupaba mucho más que su enloquecida cháchara.
Nicholas volvió a hacer un alto en la narración, eran sus manos las que ahora temblaban apretadas en sendos puños a ambos lados de sus caderas.
—Conseguí acercarme a ella lo suficiente para intentar quitarle el arma, forcejeamos, ella peleó con uñas y dientes, su arma entre sus manos y las mías y entonces oí el disparo seguido por el olor a pólvora y el repentino llanto de un niño.
_____ contuvo el aliento, las lágrimas empapaban sus mejillas, sus labios se apretaban evitando escapar un angustiado sollozo.
—No entendí en un principio que había pasado, sus ojos se abrieron desmesuradamente y creo que realmente vi arrepentimiento en ellos pero mi visión se estaba haciendo borrosa y empecé a marearme, bajé la mirada a las manos y las vi cubiertas de sangre, la misma sangre que empapaba mi camisa. — Nicholas respiró con dificultad, como si estuviese reviviendo aquel mismo momento—. Voces, ruido de pasos precipitándose por el pasillo, el llanto de aquel niño que se incrementaba, femeninos gritos lastimeros, la voz de mi hermana llamándome, creo incluso que también escuché al viejo llamarle zorra a Veronike. Más gritos y finalmente un nuevo disparo.
Nicholas sacudió la cabeza como intentando despejarse antes de continuar.
—Solo podía oír el llanto del niño, sabía que Cathie me gritaba que me quedara, oía a mi padre gritándole a mi madrastra que pidiera un médico pero yo solo podía concentrarme en el llanto del bebé.
Nicholas se volvió entonces hacia _____, en sus ojos había dolor, arrepentimiento pero también una enorme determinación.
—Lo siguiente que recuerdo es estar de pie en el pasillo mirando a mi hermana Cathie sentada contra la pared que daba a mi habitación, sollozando desconsoladamente al tiempo que intentaba calmar a la bebé que medio desnuda y envuelta en una especie de manta rosada no cesaba de llorar —su mirada se suavizó al responder—. Aquel bebé era mi hija y yo acaba de morir.
Nicholas suspiró, por primera vez en varios siglos, el peso de todo aquello empezaba a ser más liviano.
—Me quedé junto a ella, algo tiraba de mí, pero me negué a abandonarla, ella lloraba de miedo y hambre, era tan pequeña, tan vulnerable…
—Te quedaste por ella —al fin, el motivo salía a la luz.
—Ningún niño debería quedarse solo, su madre… mi padre forcejeó con ella para sacarle el arma y esta se disparó… no pasó de aquella noche —Respondió Nicholas antes de apretar con fuerza los ojos y añadir—. Ninguna de las dos lo hizo.
_____ jadeó de dolor. A Nicholas se le encogió doblemente el corazón por ella, le habían arrebatado incluso esa posibilidad que Veronike había despreciado tanto. Arrodillándose ante ella le limpió las lágrimas del rostro.
—Ella estaba muy enferma, _____ —le aseguró él compartiendo su dolor con la pequeña morena—, decidí quedarme con ella, velar por ella y jamás me arrepentí de ello. Solo lamento no haberlo sabido antes, ella no se merecía tener el mismo destino que corrieron sus padres.
—Te condenaste por amor —susurró ella doliéndose por él.
—Y volvería a hacerlo, _____, una y otra vez —aseguró descansando su frente contra la de ella—. Solo por amor.
Ella cerró los ojos saboreando durante un leve instante la sensación de su contacto, sus pequeñas manos ascendieron a las barbudas mejillas, enmarcando su rostro para bajarlo a su altura.
—Por amor acabamos condenándonos todos, Nicholas —respondió ella mirándose en sus ojos—, la pregunta es ¿Merece la pena la condena?
Sus labios se unieron a los de él diciéndole en un solo beso todo lo que su corazón se negaba a decir en voz alta. Él la rodeó con los brazos y se permitió perderse en el calor de aquel cuerpo femenino. Necesitaba amarla una última vez.
Hola de nuevo chicas!
Bienvenida Mare.Loves-Jonas (:
Natuu!
Última edición por Natuu! el Dom 11 Mar 2012, 12:41 am, editado 1 vez
Natuu!
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
ameeee el capp
me encantaa la novee
:sad: :sad: :sad: estubo muy tristee
siguelaaa....
by maria
pd: fiel lectora
me encantaa la novee
:sad: :sad: :sad: estubo muy tristee
siguelaaa....
by maria
pd: fiel lectora
Angel´S // JB
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
CAPÍTULO 18
_____ no dejaba de darle vueltas a la cabeza, la tormenta había alcanzado ya a situarse prácticamente sobre el hotel y la intensidad de esta iba cada vez a más, los rayos perforaban el oscuro cielo seguidos casi al mismo tiempo por el retumbar de los truenos. Si no fuese una locura, juraría que la tormenta se estaba haciendo eco de sus cada vez más tumultuosos pensamientos, si tan solo ella pudiera liberarse de la misma manera.
Nicholas se movió a su espalda apretándola más contra él al tiempo que le acariciaba el hombro con la rasposa barbilla antes de depositar un ligero beso sobre este.
—Un penique por tus pensamientos —susurró su cálido aliento al oído.
—Si me das cien dólares por ellos, a lo mejor me lo pienso —respondió ella con total convicción arrancando con ello una carcajada en su amante.
Nicholas la giró lo suficiente para poder mirarla, quería gravar cada uno de sus rasgos en su memoria, desde las delicadas cejas oscuras, los enormes y brillantes ojos violetas bordeados por unas espesas pestañas, el pequeño y coqueto lunar que tenía en el cuello, la grácil línea de su clavícula, el tono y el sabor de su piel. Bajó su boca sobre la de ella mordisqueándole el labio inferior para luego pasarle la lengua e introducirse finalmente en el húmedo interior y enlazarla con la de ella hasta robarle el aliento.
Ella gimió bajo su contacto, sus brazos rodeando perezosamente su espalda y cuello, disfrutando de la intimidad compartida.
Nicholas abandonó su boca y descansó la frente sobre la de ella, los ojos cerrados, la respiración acelerada.
—No quiero dejarte —susurró, el dolor se notaba en el temblor de su voz.
—No quiero que me dejes —respondió ella en un suave susurro, pero interiormente sabía que lo que ambos desearan no importaba, había llegado el momento en que sus caminos se separaran.
El cuerpo femenino empezó a temblar bajo el suyo, los silenciosos sollozos se atascaban en la garganta, las lágrimas quemando en sus ojos dispuestas a correr por sus mejillas como ríos de lava candente, ocultó el rostro en el hueco de su hombro, no quería que la viera llorar, no quería empañar aquellos momentos que le estaban robando al tiempo.
Nicholas se limitó a acariciarle el pelo apretando su frágil cuerpo desnudo contra el suyo, el alba se iba acercando peligrosamente, la furia de la tormenta no hacía si no retrasar el momento pero no lo eludía. Tendría que dejarla, lo sabía, la carga que lo había estado reteniendo se había liberado de su alma permitiéndole continuar el camino… ¿Pero qué pasaba si aquel ya no era el sendero que quería recorrer?
Suspirando se volvió a _____.
—Se agota el tiempo, _____ —le susurró apoyando los labios en su coronilla.
_____ asintió contra su hombro un instante antes de permitirle abandonar la cama.
Nunca había sido una cobarde y no iba a empezar ahora, tenía una misión que llevar a cabo esa noche y no se detendría hasta alcanzarla.
Bajó las escaleras lentamente, su mano izquierda acariciaba levemente el pasamanos de madera notando su lisa y suave textura bajo la yema de los dedos, sus pequeños pies enfundados en los antiguos botines de tacón se posaban con seguridad en cada peldaño, el bastón había quedado relegado al olvido, así como el continuo dolor que le laceraba la rodilla izquierda. Le hubiese gustado saltar y corretear subiendo y bajando las escaleras solo por el placer de poder volver a hacerlo. Se detuvo, Nicholas avanzó un par de escalones más hasta darse cuenta que no la acompañaba y se volvió, ella permanecía allí de pie, preciosa y sexy con aquel bendito traje de cabaretera que había dispuesto para ella, el color violeta oscuro de la tela armonizaba con sus ojos, y el encaje negro realzaba su piel clara. Dios del cielo, como la amaba.
—¿_____? —preguntó al tiempo que arqueaba una ceja acentuando su pregunta.
_____ bajo la mirada a sus pies y levantó ligeramente su pierna herida para bajar el escalón que había por debajo de ella, y luego otro y otro, hasta detenerse al lado de Nicholas.
—Gracias, por esto —respondió ella en un susurro, las lágrimas no derramadas brillaban en sus ojos.
Nicholas la miró y negó con la cabeza.
—Gracias a ti —respondió él alzando la mano y posándola suavemente sobre su pecho, sintiendo los latidos del corazón—. Por esto. Si el mío latiese, lo haría a este ritmo, seguiría su mismo compás, porque te pertenecería, te pertenecería por entero.
_____ solo asintió. Aunque hubiese querido decir algo, no habría podido, su voz se había unido al nudo de su garganta.
Nicholas le tendió la mano y enlazó los dedos con los suyos cuando ella se la dio.
—Vamos, quiero un último baile contigo, cabaretera.
Ella sonrió, aunque la sonrisa no llegó a iluminar sus tristes ojos.
—Estaré encantada de concedértelo.
Susan tomó un nuevo sorbo de su vino blanco mientras observaba ligeramente distraída el ambiente de la fiesta, la gente reía y brindaba y comparaban los más variopintos disfraces que habían adquirido para la ocasión, su mirada recorría lentamente a los asistentes evaluándolos, midiéndolos, una costumbre de la que era incapaz de desprenderse incluso fuera del trabajo.
—Deja de buscarla —oyó una voz masculina al tiempo que notaba un toquecito en el hombro. Susan se giró a tiempo de ver a Frank—. Cuando les parezca oportuno volver, lo harán. Déjala que disfrute del tiempo que le queda a su lado.
Susan bajó la mirada al abanico que llevaba entre las manos enguantadas un instante antes de volverla hacia Frank, sus ojos violeta, algo más oscuros que los de su hermana, reflejaban su preocupación.
—No quiero que le vuelvan a hacer daño, Frank —respondió ella en un susurro—, _____ no estaba enamorada de Paul cuando ese jodido bastardo se salió de la carretera provocando el accidente, y sin embargo, lo disculpó…, el cancelar después la boda, fue lo mejor que le pudo haber pasado… pero… con él… jamás la había visto así, se ha enamorado y va a dejarlo marchar.
Frank sonrió a su sobrina y le pasó el brazo por los hombros acercándola a él de modo que pudieran hablar con algo más de confianza.
—Así que ahora si aceptas su legado —aquello era una afirmación, no una pregunta. Susan dio un respingo y su mirada se volvió recelosa hacia Frank quien continuó como si no hubiese pasado nada—. Ya llegará tu turno, querida —Susan apartó la mirada y se enderezó como si no le importase nada de todo aquello—. Quédate cerca de tu hermana. _____ va a necesitarte ahora más que nunca.
Susan volvió nuevamente la mirada hacia su abuelo, ese viejo loco era más astuto de lo que jamás nadie llegaría a pensar. Con un ligero asentimiento, acarició la curtida mano que tenía sobre su hombro.
—Bien —aceptó él satisfecho—, ahora haz el favor de poner una bonita sonrisa en tu hermosa cara, sobrina, o asustarás incluso a los fantasmas.
Aquella pequeña broma compartida arrancó una sonrisa real a Susan que se volvió de nuevo hacia la entrada del comedor que había sido arreglado para acoger a un buen grupo de gente, la sonrisa en el rostro femenino fue substituida gradualmente por una expresión de completo asombro e incredulidad.
_____ entraba de la mano de Nicholas en el salón, la pareja se había detenido un instante en el umbral antes de ser asaltados casi de inmediato por Shadow quien tomó a _____ de las manos y giró con ella antes de fundirse ambas mujeres en un cálido abrazo. Los labios de Susan se movieron varias veces pero fue incapaz de articular palabra, se sentía incapaz de apartar la mirada de su hermana la cual sonreía y se movía con soltura sin necesidad del bastón que había estado usando antes, no se apreciaba problema alguno o torpeza en los movimientos de su pierna herida. Shadow abrazó entonces al alto vaquero para luego responder a algo que preguntaba _____ y señalar en su dirección con un gesto de la mano. Tras despedirse, la pareja continuó hacia el lugar en el que estaba su familia.
—Vaya, los milagros existen después de todo —murmuró Frank igual de sorprendido que su nieta.
_____ se detuvo ante la pareja, su mirada calló de inmediato sobre su hermana mayor y se sonrojó ligeramente al ver que esta la estudiaba como si fuera un cuadro. Si no la conociera tan bien y entendiese las circunstancias de ese completo examen, se sentiría molesta. Pero Susan había cometido errores como también los había cometido _____ y ya era tiempo de que hicieran las paces y se comportaran como lo que eran.
—_____… —susurró ella tendiéndole las manos a su hermana al tiempo que miraba sorprendida hacia las botas de su hermana.
_____ sonrió algo vacilante y estiró una mano hacia ella.
—Mi regalo de Sammain —susurró ella mirando a la hermana que había estado tanto tiempo oculta bajo aquella fachada de autosuficiencia y glamur.
Susan abrazó a la pequeña morena apretándola fuertemente contra ella mientras enterraba la cara contra su pelo y le susurraba.
—Lo siento, pequeñita —susurró Susan, las lágrimas podían oírse en el ligero temblor de su voz—, debí haberme dado cuenta mucho antes.
_____ correspondió a su abrazo y susurró a su vez.
—Solo intentabas protegerme, Sue —murmuró _____—, creo que yo habría hecho lo mismo.
Nicholas se acercó a su mujer cuando esta retrocedió separándose de su hermana.
La mirada de Susan fue de uno a otro para finalmente detenerse en Nicholas y tenderle la mano.
—Gracias.
Nicholas tomó su mano y se la llevó a los labios en un caballeresco saludo.
—Ha sido un placer.
Los altavoces que se habían instalado cobraron vida de nuevo como lo habían estado haciendo a lo largo de la noche llamando la atención de los presentes. En esta ocasión, la alta adolescente morena estaba subida a la tarima con el micrófono en mano, se la veía preciosa vestida de dama de época, ahora más que nunca el parecido con Cathie, la hermana de Nicholas era más que palpable.
Shadow sonrió a los presentes y al ver que tenía toda su atención, procedió a hablar.
—Hola a todos —saludó con una risita—. Les diría eso de “Buenas noches”, pero creo que son algo así como las tres de la mañana y creo que ya hay gente que empieza a pensar en lo bien que se estaría dentro de las sábanas —hubo un coro general de risas—. Solo quería darles las gracias en nombre de todos los miembros de Los Robles por asistir a esta fiesta de Halloween e invitarlos al último baile de la noche. Gracias a todos.
Nicholas se volvió entonces hacia _____, la mirada de la chica se tiñó de tristeza pero con todo logró sonreír y tenderle la mano antes de volverse a su familia.
—Los veré después.
Susan asintió y los observó alejarse hacia el centro de la sala donde las parejas se estaban reuniendo para bailar.
_____ se acomodó en los brazos de Nicholas y se dedicó a disfrutar del cálido contacto de su cuerpo pegado al de ella. Los segundos colgaban sobre su cabeza como la espada de Damocles, cada respiración que daba se hacía más dolorosa, cada paso que los acercaba más al segundo siguiente pesaba casi tanto como una losa sobre su alma, no quería que el tiempo transcurriese, no quería enfrentarse a lo que sabía que vendría después, le faltaba valor.
—N… no puedo —susurró ella sacudiendo la cabeza—, no puedo hacerlo…
_____ abandonó sus brazos, dio media vuelta y echó a caminar con paso rápido sorteando a la gente hasta que alcanzó la puerta de entrada y sin mirar atrás, salió por ella.
Nicholas no perdió tiempo en ir tras ella.
Nicholas se movió a su espalda apretándola más contra él al tiempo que le acariciaba el hombro con la rasposa barbilla antes de depositar un ligero beso sobre este.
—Un penique por tus pensamientos —susurró su cálido aliento al oído.
—Si me das cien dólares por ellos, a lo mejor me lo pienso —respondió ella con total convicción arrancando con ello una carcajada en su amante.
Nicholas la giró lo suficiente para poder mirarla, quería gravar cada uno de sus rasgos en su memoria, desde las delicadas cejas oscuras, los enormes y brillantes ojos violetas bordeados por unas espesas pestañas, el pequeño y coqueto lunar que tenía en el cuello, la grácil línea de su clavícula, el tono y el sabor de su piel. Bajó su boca sobre la de ella mordisqueándole el labio inferior para luego pasarle la lengua e introducirse finalmente en el húmedo interior y enlazarla con la de ella hasta robarle el aliento.
Ella gimió bajo su contacto, sus brazos rodeando perezosamente su espalda y cuello, disfrutando de la intimidad compartida.
Nicholas abandonó su boca y descansó la frente sobre la de ella, los ojos cerrados, la respiración acelerada.
—No quiero dejarte —susurró, el dolor se notaba en el temblor de su voz.
—No quiero que me dejes —respondió ella en un suave susurro, pero interiormente sabía que lo que ambos desearan no importaba, había llegado el momento en que sus caminos se separaran.
El cuerpo femenino empezó a temblar bajo el suyo, los silenciosos sollozos se atascaban en la garganta, las lágrimas quemando en sus ojos dispuestas a correr por sus mejillas como ríos de lava candente, ocultó el rostro en el hueco de su hombro, no quería que la viera llorar, no quería empañar aquellos momentos que le estaban robando al tiempo.
Nicholas se limitó a acariciarle el pelo apretando su frágil cuerpo desnudo contra el suyo, el alba se iba acercando peligrosamente, la furia de la tormenta no hacía si no retrasar el momento pero no lo eludía. Tendría que dejarla, lo sabía, la carga que lo había estado reteniendo se había liberado de su alma permitiéndole continuar el camino… ¿Pero qué pasaba si aquel ya no era el sendero que quería recorrer?
Suspirando se volvió a _____.
—Se agota el tiempo, _____ —le susurró apoyando los labios en su coronilla.
_____ asintió contra su hombro un instante antes de permitirle abandonar la cama.
Nunca había sido una cobarde y no iba a empezar ahora, tenía una misión que llevar a cabo esa noche y no se detendría hasta alcanzarla.
Bajó las escaleras lentamente, su mano izquierda acariciaba levemente el pasamanos de madera notando su lisa y suave textura bajo la yema de los dedos, sus pequeños pies enfundados en los antiguos botines de tacón se posaban con seguridad en cada peldaño, el bastón había quedado relegado al olvido, así como el continuo dolor que le laceraba la rodilla izquierda. Le hubiese gustado saltar y corretear subiendo y bajando las escaleras solo por el placer de poder volver a hacerlo. Se detuvo, Nicholas avanzó un par de escalones más hasta darse cuenta que no la acompañaba y se volvió, ella permanecía allí de pie, preciosa y sexy con aquel bendito traje de cabaretera que había dispuesto para ella, el color violeta oscuro de la tela armonizaba con sus ojos, y el encaje negro realzaba su piel clara. Dios del cielo, como la amaba.
—¿_____? —preguntó al tiempo que arqueaba una ceja acentuando su pregunta.
_____ bajo la mirada a sus pies y levantó ligeramente su pierna herida para bajar el escalón que había por debajo de ella, y luego otro y otro, hasta detenerse al lado de Nicholas.
—Gracias, por esto —respondió ella en un susurro, las lágrimas no derramadas brillaban en sus ojos.
Nicholas la miró y negó con la cabeza.
—Gracias a ti —respondió él alzando la mano y posándola suavemente sobre su pecho, sintiendo los latidos del corazón—. Por esto. Si el mío latiese, lo haría a este ritmo, seguiría su mismo compás, porque te pertenecería, te pertenecería por entero.
_____ solo asintió. Aunque hubiese querido decir algo, no habría podido, su voz se había unido al nudo de su garganta.
Nicholas le tendió la mano y enlazó los dedos con los suyos cuando ella se la dio.
—Vamos, quiero un último baile contigo, cabaretera.
Ella sonrió, aunque la sonrisa no llegó a iluminar sus tristes ojos.
—Estaré encantada de concedértelo.
Susan tomó un nuevo sorbo de su vino blanco mientras observaba ligeramente distraída el ambiente de la fiesta, la gente reía y brindaba y comparaban los más variopintos disfraces que habían adquirido para la ocasión, su mirada recorría lentamente a los asistentes evaluándolos, midiéndolos, una costumbre de la que era incapaz de desprenderse incluso fuera del trabajo.
—Deja de buscarla —oyó una voz masculina al tiempo que notaba un toquecito en el hombro. Susan se giró a tiempo de ver a Frank—. Cuando les parezca oportuno volver, lo harán. Déjala que disfrute del tiempo que le queda a su lado.
Susan bajó la mirada al abanico que llevaba entre las manos enguantadas un instante antes de volverla hacia Frank, sus ojos violeta, algo más oscuros que los de su hermana, reflejaban su preocupación.
—No quiero que le vuelvan a hacer daño, Frank —respondió ella en un susurro—, _____ no estaba enamorada de Paul cuando ese jodido bastardo se salió de la carretera provocando el accidente, y sin embargo, lo disculpó…, el cancelar después la boda, fue lo mejor que le pudo haber pasado… pero… con él… jamás la había visto así, se ha enamorado y va a dejarlo marchar.
Frank sonrió a su sobrina y le pasó el brazo por los hombros acercándola a él de modo que pudieran hablar con algo más de confianza.
—Así que ahora si aceptas su legado —aquello era una afirmación, no una pregunta. Susan dio un respingo y su mirada se volvió recelosa hacia Frank quien continuó como si no hubiese pasado nada—. Ya llegará tu turno, querida —Susan apartó la mirada y se enderezó como si no le importase nada de todo aquello—. Quédate cerca de tu hermana. _____ va a necesitarte ahora más que nunca.
Susan volvió nuevamente la mirada hacia su abuelo, ese viejo loco era más astuto de lo que jamás nadie llegaría a pensar. Con un ligero asentimiento, acarició la curtida mano que tenía sobre su hombro.
—Bien —aceptó él satisfecho—, ahora haz el favor de poner una bonita sonrisa en tu hermosa cara, sobrina, o asustarás incluso a los fantasmas.
Aquella pequeña broma compartida arrancó una sonrisa real a Susan que se volvió de nuevo hacia la entrada del comedor que había sido arreglado para acoger a un buen grupo de gente, la sonrisa en el rostro femenino fue substituida gradualmente por una expresión de completo asombro e incredulidad.
_____ entraba de la mano de Nicholas en el salón, la pareja se había detenido un instante en el umbral antes de ser asaltados casi de inmediato por Shadow quien tomó a _____ de las manos y giró con ella antes de fundirse ambas mujeres en un cálido abrazo. Los labios de Susan se movieron varias veces pero fue incapaz de articular palabra, se sentía incapaz de apartar la mirada de su hermana la cual sonreía y se movía con soltura sin necesidad del bastón que había estado usando antes, no se apreciaba problema alguno o torpeza en los movimientos de su pierna herida. Shadow abrazó entonces al alto vaquero para luego responder a algo que preguntaba _____ y señalar en su dirección con un gesto de la mano. Tras despedirse, la pareja continuó hacia el lugar en el que estaba su familia.
—Vaya, los milagros existen después de todo —murmuró Frank igual de sorprendido que su nieta.
_____ se detuvo ante la pareja, su mirada calló de inmediato sobre su hermana mayor y se sonrojó ligeramente al ver que esta la estudiaba como si fuera un cuadro. Si no la conociera tan bien y entendiese las circunstancias de ese completo examen, se sentiría molesta. Pero Susan había cometido errores como también los había cometido _____ y ya era tiempo de que hicieran las paces y se comportaran como lo que eran.
—_____… —susurró ella tendiéndole las manos a su hermana al tiempo que miraba sorprendida hacia las botas de su hermana.
_____ sonrió algo vacilante y estiró una mano hacia ella.
—Mi regalo de Sammain —susurró ella mirando a la hermana que había estado tanto tiempo oculta bajo aquella fachada de autosuficiencia y glamur.
Susan abrazó a la pequeña morena apretándola fuertemente contra ella mientras enterraba la cara contra su pelo y le susurraba.
—Lo siento, pequeñita —susurró Susan, las lágrimas podían oírse en el ligero temblor de su voz—, debí haberme dado cuenta mucho antes.
_____ correspondió a su abrazo y susurró a su vez.
—Solo intentabas protegerme, Sue —murmuró _____—, creo que yo habría hecho lo mismo.
Nicholas se acercó a su mujer cuando esta retrocedió separándose de su hermana.
La mirada de Susan fue de uno a otro para finalmente detenerse en Nicholas y tenderle la mano.
—Gracias.
Nicholas tomó su mano y se la llevó a los labios en un caballeresco saludo.
—Ha sido un placer.
Los altavoces que se habían instalado cobraron vida de nuevo como lo habían estado haciendo a lo largo de la noche llamando la atención de los presentes. En esta ocasión, la alta adolescente morena estaba subida a la tarima con el micrófono en mano, se la veía preciosa vestida de dama de época, ahora más que nunca el parecido con Cathie, la hermana de Nicholas era más que palpable.
Shadow sonrió a los presentes y al ver que tenía toda su atención, procedió a hablar.
—Hola a todos —saludó con una risita—. Les diría eso de “Buenas noches”, pero creo que son algo así como las tres de la mañana y creo que ya hay gente que empieza a pensar en lo bien que se estaría dentro de las sábanas —hubo un coro general de risas—. Solo quería darles las gracias en nombre de todos los miembros de Los Robles por asistir a esta fiesta de Halloween e invitarlos al último baile de la noche. Gracias a todos.
Nicholas se volvió entonces hacia _____, la mirada de la chica se tiñó de tristeza pero con todo logró sonreír y tenderle la mano antes de volverse a su familia.
—Los veré después.
Susan asintió y los observó alejarse hacia el centro de la sala donde las parejas se estaban reuniendo para bailar.
_____ se acomodó en los brazos de Nicholas y se dedicó a disfrutar del cálido contacto de su cuerpo pegado al de ella. Los segundos colgaban sobre su cabeza como la espada de Damocles, cada respiración que daba se hacía más dolorosa, cada paso que los acercaba más al segundo siguiente pesaba casi tanto como una losa sobre su alma, no quería que el tiempo transcurriese, no quería enfrentarse a lo que sabía que vendría después, le faltaba valor.
—N… no puedo —susurró ella sacudiendo la cabeza—, no puedo hacerlo…
_____ abandonó sus brazos, dio media vuelta y echó a caminar con paso rápido sorteando a la gente hasta que alcanzó la puerta de entrada y sin mirar atrás, salió por ella.
Nicholas no perdió tiempo en ir tras ella.
Chicas quedan solamente dos capítulos y el epílogo para que la novela llegue a su fin (:
Natuu!!
Última edición por Natuu! el Dom 11 Mar 2012, 12:38 am, editado 1 vez
Natuu!
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
siguelaaa
quiero saber q pasa con la *-----* rayiss
quiero saber q pasa con la *-----* rayiss
Angel´S // JB
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
CAPÍTULO 19
“Quizás aquel corazón no latiera bajo mi mano, pero yo lleva su ritmo impreso
en el alma”
_____ Connors, Redentora de Almas.
en el alma”
_____ Connors, Redentora de Almas.
Se negaba a mirarle, Nicholas le había dado alcance deteniéndola apenas entraron en el hall de la recepción, pero ella se negaba a mirarle. Tomando su barbilla entre el dedo pulgar y el índice la obligó a volver la cara hacia él, aquella separación los estaba matando a ambos pero retrasar lo inevitable no iba a servirles de nada. Los ojos violetas lo miraron con tanto dolor que se le partía el alma, el brillo de lágrimas sin derramar inundaba su mirada, deseaba decirle que todo iría bien, prometerle tantas cosas pero ella era demasiado inteligente para tan vano consuelo. La verdad era el único camino de acción por muy dura o cruel que resultara para ambos.
—Debo irme —le susurró con su mano todavía apoyada a la suave mejilla femenina.
_____ movió la cabeza alejándose de su contacto cuando esas palabras penetraron en su mente igual que el agua se filtra por los recovecos de un muro que se va deshaciendo. Sabía que antes o después ese muro se vendría abajo por la fuerza del agua y que nada ni nadie lo detendrían.
—_____ —se estiró para alcanzarla.
Ella se volvió dándole la espalda, lo único que ocupaba su mente eran sus palabras y la verdad que estas encerraban. No podía permitir que la tocara, en el momento en que lo hiciera tendría que aceptar una verdad para la que todavía no estaba preparada.
Sus suaves pisadas resonaron tras ella a medida que se alejaba de él, al principio un lento y pausado caminar, sus manos apretándose a ambos lados de su vaporosa falda, entonces se hizo más rápido y por primera vez en mucho tiempo echó a correr.
—¡_____! —quiso detenerla.
—Espera.
Nicholas sintió el repentino tirón sobre su brazo, su mirada se volvió a la derecha para ver a Jerry con una mano en su hombro y otra en el antebrazo, reteniéndole. Sin embargo, fue la mirada compasiva y con un cierto atisbo de comprensivo dolor el que evitó que se liberara de un tirón de él y saliera tras _____.
—Es hora de que se enfrente a la realidad—respondió en un tono firme y sin inflexión, como si supiese que era inevitable—, déjala a solas.
Rotando los hombros y tirando ligeramente de su brazo se libró de la molesta sujeción. Deseaba herirle de la misma manera en que tantas y tantas veces lo había herido a él, pero ya no merecía la pena, lo único que había realmente merecido la pena en toda su vida, la iba a perder a penas despuntara el amanecer.
—No me digas lo que tengo que hacer —fue su seca respuesta.
—No debiste haber permitido que pasara, Nicholas Jerry.
Nicholas soltó un irónico bufido, a aquella frase podrían atribuírseles varios momentos de su vida.
—Hay muchas cosas que debería haber evitado padre, pero _____, no es una de ellas. Solo lamento no tener tiempo para demostrarlo.
El hombre dirigió la mirada hacia la puerta abierta de la entrada principal que se iluminó en ese momento con un repentino relámpago.
—Tiempo es algo que todos pedimos alguna vez, pero que a muy pocos se nos concede —suspiró volviendo la mirada hacia él—. Sé que la amas, pero tú también debes dejarla libre.
Nicholas apretó los dientes antes esa gran verdad que se había obligado a afrontar. Se había enamorado de ella pese a que sabía que tendría que dejarla ir.
—Te ha hecho un regalo inapreciable, no eches por tierra sus esfuerzos.
Nicholas lo miró un último instante antes de salir por la puerta directo al enorme aguacero que había traído la tormenta.
—Lamento mucho todo lo que ha pasado, hijo —murmuró en voz baja viéndolo salir a la tormenta—. No me falles Redentora de Almas, esta clase de regalos solo se otorgan una vez.
La tormenta desataba toda su rabia sobre la tierra castigando con su virulencia todo lo que encontraba a su paso, no se trataba si no del ciclo de la vida, aquella agresiva descarga de agua nutriría los campos y llenaría los manantiales de agua así como abastecería diques y presas. Todo en el ciclo de la vida tenía su lugar, su orden, incluso la muerte.
El cielo se iluminaba una y otra vez con los desiguales relámpagos, el fuerte estruendo del trueno escasos segundos después quedaba apagado por la intensa lluvia que caía con fuerza sobre la tierra, como si el cielo estuviese haciendo eco de las almas que se debatían en aquellos mismo momentos bajo su enorme cúpula.
_____ aferraba mojados puñados de piedra y arena, enterrando los dedos en el húmedo y sucio suelo, sus desgarradores sollozos quedaban opacados por el estruendo de la torrencial lluvia que caía sobre ella como lanzas sin piedad. Arrodillada en el suelo, daba rienda suelta a todo el dolor que su corazón y su alma había estado reteniendo desde hacía días, desde hacía incluso años. Las lágrimas eran barridas por el interminable goteo del agua que chorreaba de su pelo, bañando su cara, bañándola entera.
El aterrador sonido de la tormenta sobre su cabeza, su solitaria figura encogida, arrodillada golpeando el suelo una y otra vez, de su garganta escapando desgarradores sollozos… parecía el marco de una desgarradora escena de abandono.
Su rostro se elevó por unos segundos hacia el cielo, permitiendo que el desgarrador grito que había estado cerrando su garganta la abandonara reverberando en el fragor de la tormenta. Los árboles del sendero apenas eran mudos testigos del desgarrador eco del corazón femenino que en aquel momento sangraba sin poder detenerse.
Permaneció sentada sobre sus piernas, los brazos cayendo medio muertos a sus costados mientras el espeso pelo negro chorreaba agua cayéndole en enredados mechones cuando echó la cabeza atrás sollozando, gritando al oscuro cielo.
—¡Maldito seas! —Gritó bajo la tormenta, un rayo iluminó el cielo en respuesta—. No me obligues… déjalo conmigo…
Sacudió la cabeza, la pluma del tocado se sacudió cayéndole enredada en los mojados rizos que le ocultaban el rostro.
—¡Por qué, maldito seas! ¡Por qué!...Déjalo conmigo… por favor… déjalo conmigo…
No sentía el ardor de la garganta, el dolor la cortaba como un diestro espadachín, hundiendo su espada siempre en algún punto clave dejándola indefensa, herida.
—No puedo… no puedo hacerlo… —sollozaba a voz en grito—. ¡No quiero!
El corazón se le encogía al verla así, tan vulnerable, desgarrada por el dolor, un sangrante dolor que estaba lacerando su alma en aquel mismo momento.
Salió a la fuerte tormenta, alzó la mirada al oscuro cielo mirando los luminosos relámpagos que surcaban la enorme bóveda, cerró los ojos durante un instante sintiendo como el agua resbalaba por su rostro, como caía sobre él a modo de fuertes lanzas golpeando con fuerza su piel y empapándolo como jamás había hecho. Aquello solo era un recordatorio más de la noche, ya casi madrugada en la que se encontraba, y la confirmación de que su alma ya no estaba sujeta a la tierra.
Sus pasos fueron lentos, dándole tiempo a la lluvia para calarle, haciendo que su pelo café se oscureciera cayendo por sus pómulos pegados a la cabeza, su mirada se emborronaba con la insistente agua, ni siquiera se molestó en pasarse la mano por el rostro, sabía perfectamente que no serviría de nada.
No podía hacer más que mirarla y desear que todo fuera distinto, no quería alcanzarla, se resistía a darse prisa pese a que sus brazos y sus manos se morían por abrazarla, pese a que su cuerpo ardía por tenerla de nuevo pegada a él…No estaba preparado para dejarla, dios, jamás lo estaría.
Los ahogados sollozos se clavaron como pequeños puñales en su corazón, ahora estaba lo suficientemente cerca de ella para oírla llorar pese a la aterradora intensidad de la tormenta que desataba su furia sobre la cabeza de ambos.
—_____…
La chica ahogó un sollozo, su espalda se tensó ante el tono de su voz, su pecho todavía hipaba intentando contener el dolor, las lágrimas continuaban mezclándose con el incansable torrente de agua que bajaba por su cuerpo, aumentando el charco a sus pies. El hermoso vestido estaba ahora enlodado y lleno de suciedad, la pluma que había adornado su pelo caía rota y totalmente inservible… los guantes estaban desgarrados y agujereados en los dedos.
No se volvió a él, ni siquiera lo intentó, respiró hondo un par de veces intentado alejar los sollozos sin llegar a conseguirlo… No iba a darle la oportunidad de verla destrozada por su partida, pero era tan difícil.
Nicholas se arrodilló tras ella y la rodeó con sus brazos, apretándola contra su pecho mientras descansaba la barbilla sobre su cabeza.
_____ jadeó y apretó con fuerza los ojos, ¿Cómo iba a ser capaz de pronunciar las palabras si todo en ella gritaba que no lo hiciera?
“No puedo perderte… a ti no” pensó ella temblando entre sus brazos, sus pequeñas manos ascendieron para aferrarse a los brazos que la envolvían.
—Ha llegado el momento, pequeñita —respondió él, su declaración fue acompañada por un relámpago. Ella saltó y él la apretó aún más.
“¡No te vayas!” pensó, quería gritarlo en voz alta pero no se atrevía.
—Dios, _____ —la apretó contra él—, por qué has tenido que cruzarte en mi camino, no soy capaz de dejarte ir.
Ella apretó los ojos y volvió a sollozar, no pudo evitarlo.
—Por favor, amor, no llores —su voz se había quebrado por completo, ahora se oía el llanto incluso en su propia voz masculina—, no sé cómo, pero encontraré la manera…
Nicholas la giró en sus brazos de modo que pudiera mirar los ojos violeta que tanto le gustaban.
—Volveré a ti, _____.
_____ observó aquellos ojos cafés tan decididos, sabía que lo haría.
Separó los labios en un intento de decir algo, tragó saliva nuevamente hasta que finalmente solo pudo asentir.
—Te libero de la eternidad… ve en paz, amor mío —susurró ella ahogando un nuevo sollozo.
Nicholas bajó su boca sobre la de ella en un hambriento y desesperado beso, apoyando después su frente en la de ella al tiempo que la abrazaba.
—Espérame…—le susurró.
Nicholas empieza a desvanecerse en sus brazos, se separan y se quedan mirándose el uno al otro. _____ empieza a negar con la cabeza, resistiéndose a dejarle ir, su mano se extendiéndose lentamente hacia él quien la toma…
“Espérame”
Leyó en sus labios. _____ continuó negando con la cabeza, el dolor le desgarraba el pecho, reflejándose en sus ojos…
“Por favor”
Ella continuó negando sin saber por qué… no podía permitir que se quedara, había sufrido ya bastante…
“Ve en paz” murmuró ella, sus labios se movieron pero no escapó ni una sola palabra.
La cabeza ladeada, los labios ligeramente separados, el dolor desgarrando su mirada… era el final… se estaba rompiendo… ya no más….
—¡Te libero! —gritó desgarradoramente con todo el dolor oprimiendo su corazón y coloreando sus palabras.
Una repentina ráfaga de luz explosionó y donde estaba Nicholas ya no había nada… ella gimió, grito… lloró como si la hubiesen atravesado con una espada al rojo vivo.
Susan se encogió ante el fuerte estruendo de los truenos, la tormenta había continuado azotando la zona con increíble intensidad desde que empezara la noche, la luz de los sucesivos relámpagos iluminó penetró por las ventanas e iluminó la oscura figura masculina que permanecía de pie ante la puerta. Su nerviosismo no hizo más que aumentar en el preciso instante en que la figura se volvió hacia ella, los brillantes y profundos ojos cafés del hombre enviaron un escalofrío resbalando por su columna.
—Ha hecho su elección —Murmuró el hombre antes de dar media vuelta y empezar a caminar hacia la intensa lluvia.
Susan abrió la boca para responder pero sus palabras quedaron ahogadas por un repentino grito desgarrador que fue acompañado por un rápido relámpago y un posterior trueno.
—Lo ha hecho… —susurró una voz a sus espaldas.
Susan se volvió con un salto para ver allí parado a su abuelo con Shadow a su lado, sus ojos brillantes como si fuera a derramar alguna lágrima.
El entendimiento la golpeó robándole el aliento, sus ojos se abrieron desmesuradamente un instante antes de llenarse de una dolorosa sensación premonitoria. Se había preocupado al ver a _____ abandonar precipitadamente la sala seguida de cerca por Nicholas pero no quiso creer que todo fuera a suceder tan deprisa.
—Lo ha liberado —entendió por fin Susan.
Sus tacones resonaron en el silencioso lugar mientras se acercaba lentamente hasta la puerta y se asomaba a la lluviosa noche. La luz del hotel apenas iluminaba la sección frontal de la casa dejando varias áreas en penumbra que cobraban un aspecto espectral con cada nuevo relámpago que iluminaba el cielo. Su mirada recorrió rápidamente la extensión ante ella, la lluvia continuaba cayendo con fuerza ayudada con el viento que la movía de un lado a otro impidiéndole una visión más clara de los alrededores.
El corazón empezó a latirle con más rapidez, el aire empezó a atascársele en la garganta casi al mismo tiempo que una conocida sensación de temor se extendía por su columna vertebral. La misma sensación que había tenido tiempo atrás cuando supo que _____ había tenido el accidente de coche.
El delicado peinado quedó completamente arruinado una vez la mujer salió del protector umbral del hotel, el fino vestido de seda se caló inmediatamente pegándose a su cuerpo como una segunda piel al tiempo que la hacía tiritar. Los tacones de sus zapatos italianos se hundieron en el húmedo suelo con cada precario paso que daba alejándose un poco de la puerta principal del hotel y acercándose más a la fila de antiguos árboles que flanqueaba la entrada.
Un jadeo de dolor escapó de sus labios cuando un nuevo relámpago iluminó con su intensidad la oscura zona del túnel de árboles revelando a su vez la menuda figura que permanecía sentada en el suelo con la cara vuelta hacia la lluvia. Sus manos ascendieron a su boca en una apretada madeja de dedos antes de dejar escapar un dolorido jadeo y dirigir nuevamente sus pisadas hacia ella.
Susan se detuvo a los pies de _____, la pequeña morena apretaba las manos en dos sucios puños a ambos lados de su cadera mientras, su ausente mirada se volvió entonces hacia la mujer que permanecía de pie a su lado.
—_____…
—Se ha ido, Sue… —susurró _____ ladeando ligeramente la cabeza y esbozando lo que podría considerarse una mueca—, le he dejado ir…
La mujer cayó entonces de rodillas ante _____, sus ojos a esas alturas ya estaban llenos de lágrimas, tomó una de los sucios puños de su hermana pequeña en una de sus manos y ahuecó la mejilla de ella con la otra mano.
—Lo siento, cariño, lo siento mucho…
Las lágrimas empezaron a abandonar de nuevo sus ojos, un instante antes de que un desgarrador sollozo reverberara en el aire, no fue hasta que se encontró en el refugio de los brazos de Susan que se dio cuenta que aquellos desgarradores gritos eran los suyos.
—Todo irá bien, tesoro, estoy aquí, no dejaré que nadie te lastime nunca más, shhhh… yo te cuidaré…
Pero _____ no escuchaba. El dolor era demasiado intenso para poder concentrarse en cualquier otra cosa que no fuera la imagen de su amor desvaneciéndose en el aire. Si tan solo pudiera irse a algún sitio donde nada la dañara, dónde nadie la alcanzara nunca más.
—Mi amor.
Las palabras escaparon de sus labios sin que siquiera se diera cuenta. Susan las oyó y abrazó con más fuerza a _____, llorando con ella, llorando por todo el daño que le había hecho inadvertidamente a la persona que debería haber protegido sin importar el costo.
—Todo irá bien, _____. Estoy aquí, hermanita, estoy aquí.
Susan alzó la mirada de _____ cuando sintió una mano sobre su hombro. Al girarse se encontró al abuelo Frank abrigándolas con un paraguas, a su lado la pequeña adolescente era incapaz de retener sus propias lágrimas.
—Vamos a dentro —sugirió él sin hacer ni un solo intento por alcanzar a sus nietas. Simplemente se quedó allí esperando.
Susan asintió y se levantó obligando a su hermana a hacer lo mismo, Shadow se apresuró a ayudarla para sostener a _____.
Juntas se encaminaron hacia la casa.
Frank se quedó observando el lugar en que había estado su nieta, un escalofrío subió por su espalda un momento antes de que diera media vuelta y emprendiera el regreso tras ellas.
El viento y la fuerte lluvia dejaban tras de sí el eco de una promesa.
“Espérame”
“Volveré, amor mío, pase lo que pase, encontraré la manera de volver a ti.”
Queda solamente un capítulo y el epílogo (:
Natuu!
Última edición por Natuu! el Dom 11 Mar 2012, 12:37 am, editado 1 vez
Natuu!
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
CAPÍTULO 20
La luz entraba por la ventana iluminando suavemente el par de maletas que había sobre la cama, una de ellas permanecía abierta con varias piezas de ropa esparcidas sobre la cama. Susan estaba comprobando los estantes del mueble sobre el que estaba la televisión asegurándose de que no quedara nada olvidado cuando oyó un suave golpe a la puerta seguido de la dulce voz de Shadow.
—¿Necesitas ayuda? —sugirió la chica con timidez.
Susan observó a la niña durante unos instantes y asintió al tiempo que llevaba las prendas que había encontrado en los cajones al lado de las otras.
—Puedes ayudarme a doblar todo esto para meterlo en la maleta —le sugirió al tiempo que empezaba a hacerlo ella.
Shadow caminó lentamente hacia la cama y cogió una camiseta que había visto llevar a _____ al principio de su estancia, sin poder evitarlo las lágrimas acudieron a sus ojos.
—Va a recuperarse, ¿verdad? —preguntó con voz quebrada alzando la mirada hacia Susan.
Aquella era la pregunta que se había estado repitiendo ella misma durante toda la última semana. Su hermana no había vuelto a pronunciar palabra desde aquella horrible noche, todavía se le encogía el corazón al recordar los desgarradores sollozos, el temblor que había recorrido el cuerpo de la pequeña morena antes de desmayarse entre sus brazos. Había querido llevársela con ella en el primer vuelo de aquella misma mañana, pero Frank la había convencido para quedarse aunque fuese uno o dos días más, _____ no estaba en condiciones para enfrentarse a un viaje, de hecho, no estaba en condiciones de enfrentarse a nada.
La mañana siguiente a aquella noche de pesadilla había subido a llevarle el desayuno a _____ y se la había encontrado sentada en el alfeizar de la ventana, con la cabeza apoyada en uno de los laterales y la mirada perdida en el horizonte, había bromeado con ella a cerca de lo mucho que le gustaba madrugar pero ni siquiera había vuelto la cabeza para mirarla o para gritarle que se largara de la habitación y se metiera en sus propios asuntos. No había reaccionado, como tampoco lo había hecho en los sucesivos días, se pasaba el tiempo con la mirada perdida, sin responder a estímulo alguno.
El médico que la había examinado se había limitado a decirle que parecía tratarse de un fuerte shock, un mecanismo de autodefensa que el cuerpo y la mente ponían en marcha ante un suceso demasiado fuerte, angustioso o impactante y que era cuestión de tiempo que saliese de ese estado. Pero después de una semana, la paciencia de Susan se había acabado, Frank se había marchado apenas la tarde anterior para adelantarse a la clínica de un amigo suyo y prepararlo todo para que viese a _____, si bien, él era de la opinión que ningún doctor podría hacer nada por su sobrina, que solo cuando ella estuviese dispuesta a enfrentarse de nuevo al mundo, saldría de ese mutismo auto impuesto.
Volviéndose completamente hacia Shadow atrajo a la chica hasta su pecho y la abrazó, esa niña había estado más cerca de _____ en aquellas últimas semanas de lo que lo había estado nadie y al contrario que la mayoría de la gente sabía la identidad del apuesto desconocido que se había presentado con su hermana del brazo en la fiesta de Halloween.
—Haremos todo lo posible para que así sea, cariño —le aseguró Susan alejándola un poco para poder mirarle a la cara mientras le acariciaba el pelo.
Shadow sorbió por la nariz y asintió lentamente antes de añadir.
—No es justo, nada de esto es justo —susurró limpiándose las lágrimas que se habían deslizado por su rostro—. No tenían derecho a separarlos.
Susan no supo que decir. Aquello estaba más allá de las posibilidades de cualquiera de ellos, aunque hubiesen querido no podrían haber hecho nada, _____ había cumplido su papel respondiendo a la herencia que habían recibido de la rama paterna de la familia, una herencia que había hecho de la infancia de su hermana pequeña un infierno en algunas ocasiones, pero que no habría podido eludir por mucho que quisiera hacerlo.
—_____ se pondrá bien, Shadow —la consoló Susan acariciándole el cabello café—. Haremos todo lo posible para que se ponga bien muy pronto.
Nada más salir por la puerta de desembarque echó un vistazo a su alrededor, había gente haciendo cola frente a la cinta que delimitaba el acceso, algunos movían la cabeza de manera realmente graciosa estirándose por encima de la gente que se amontonaba ante la salida e incluso había alguno que otro que sostenía unas pancartas con un nombre o apellido. Consultó su reloj, todavía faltaba algo más de una hora para las doce, había tiempo. Su mirada recorrió lentamente la enorme sala deteniéndose a leer los indicadores u observando cómo la gente metía las maletas en aquellos simpáticos carritos y salía después con ellos por unas puertas de cristal automáticas, la luz del sol entraba a raudales a través de los enormes ventanales iluminando el interior y la megafonía sonaba una y otra vez anunciando en varios idiomas los vuelos que acaban de llegar, estaban a punto de salir o sufrían retrasos.
Nunca había pensado que llegaría el día en que vería aquello de primera mano, que serían sus pisadas las que recorrerían el camino que lo separaba de su hogar de nacimiento. Había existido un día en el que había estado deseoso de viajar, ahora en lo único que podía pensar era en regresar al hogar, en regresar a ella.
Se aseguró la tira de la bolsa de viaje al hombro y cambió el caro maletín de cuero negro de una mano a otra para poder hurgar en el bolsillo izquierdo del abrigo y sacar de él con esfuerzo algunos papeles, el resguardo del billete de avión y algo de efectivo. Una vez encontró lo que buscaba comprobó el papel escrito a mano y echó un nuevo vistazo hacia las puertas, satisfecho, volvió a guardar los papeles en el bolsillo y se dirigió a la puerta del aeropuerto.
Entrecerró los ojos al salir y recibir de lleno la potente luz del día, el cielo estaba totalmente despejado y la calle estaba inundada del ruido de los coches y el ajetreo propio de la gente. Parpadeó un par de veces hasta que finalmente optó por coger las gafas de sol que sobresalían del bolsillo superior de su abrigo y ponérselas. El alivio fue inmediato.
Las cosas se habían sucedido con tal rapidez que no estaba seguro qué parte había sido real y cual se la había imaginado, en un momento estaba despidiéndose y al siguiente se encontraba en algún otro lugar en el que solo había niebla y una extraña calidez, una figura se acercaba a él desde la espesa niebla y solo cuando estuvieron frente a frente se dio cuenta de que no era solo una figura, era una de las mujeres que más había amado en su vida y junto a ella empezaron a aparecer otras dos.
Se había encontrado contemplando a su familia, la familia a la que había dado la espalda hacía tantísimo tiempo y con la que por fin iba a reunirse y todo gracias a la mujer que amaba.
—Cathie… —susurró, sus ojos empañándose ante la hermosa visión de su hermana.
—Nicholas —sonrió ella antes de correr hacia él y abrazarle con fuerza—. Te he extrañado mucho, hermanito.
—Y yo a ti, pequeña —aceptó apretándola, agradeciendo silenciosamente aquella nueva oportunidad.
—Ha sido un camino largo y difícil, hijo —oyó entonces la voz de su madre, quien lo miraba con ternura de pie al lado de su marido—, lo has hecho bien.
Los ojos de Nicholas se llenaron de lágrimas al contemplar a su madre y solo pudo asentir, mientras rodeaba a su hermana con el brazo, su mirada fue entonces a la de Jerry, quien miraba con amor a su esposa y finalmente lo miró a él.
—Pensé que querrías tener la oportunidad de verlas antes de continuar —le dijo el hombre adelantándose con su esposa.
Nicholas frunció el ceño.
—¿Continuar?
El hombre esbozó una triste sonrisa, miró a su mujer quien asintió y se volvió a su hijo.
—No es tu momento, Nicholas —le aseguró con suavidad—, este solo es un alto en el camino, tu alma ahora pertenece a una Redentora de Almas, de ti depende el que quieras recuperarla o no.
Nicholas sacudió la cabeza.
—_____ te ha liberado de tus ataduras, hijo, tu alma es suya ahora —sonrió la mujer tendiendo su delicada mano, que fue atesorada por la de su hijo—, como es tuya la de ella.
Nicholas miró al matrimonio, a sus padres buscando en sus rostros una confirmación a su esperanza.
—Vuelve a ella, Nicholas, disfruta de esta segunda oportunidad —asintió su padre posando su mano sobre su hombro—. No la hagas esperar más.
Nicholas parpadeó varias veces cuando su hermana se soltó de su mano y le besó la mejilla antes de volver junto a sus progenitores.
—Volveremos a vernos, hermano, hasta entonces, sé feliz.
La garganta se le cerró con la emoción de contemplar a su familia, su corazón se hinchaba por el amor por ellos y la gratitud para la mujer que amaba y a la que volvería.
—Le has prometido volver —le recordó su padre.
—Y volveré.
Sueño o realidad, lo cierto es que acababa de bajarse de un avión después de cruzar el Atlántico para volver a la mujer que había sanado su alma y se había quedado con su corazón. Se tomó un momento para observar todo y empaparse de aquel nuevo ambiente hasta que reparó en la fila de taxis apostados en uno de los laterales del edificio y se dirigió hacia allí.
—Buenos días —lo saludó el taxista bajando del vehículo para dirigirse hacia la parte de atrás y abrir el maletero para que depositara en él las maletas—. ¿A dónde le llevo?
—A la hacienda… —se detuvo y esbozó una irónica sonrisa— Al hotel Los Robles, está en las afueras.
—Precioso lugar —aseguró el taxista abriendo la puerta de atrás de pasajeros— ¿Va de visita?
—Digamos, que alguien me está esperando. —aceptó subiendo en la parte de atrás del coche.
Shadow ayudó a meter la última de las maletas en el maletero del taxi estacionado a unos metros de la entrada del hotel, ya estaba cargado todo el equipaje de las dos hermanas. La chica se volvió lentamente hacia la entrada para ver a Susan acompañando a _____, todavía le asombraba que la morena caminara perfectamente sin aquella leve cojera que a veces se hacía más pronunciada obligándola a apoyarse en el bastón. La morena se había limitado a sonreír y responderle “es mi regalo de Sammain” cuando se lo había preguntado, Nicholas había estado justo detrás de ella y había hecho un guiño a Shadow a modo de complicidad.
—Ojalá estuvieras aquí ahora, Nick —susurró la niña echando a caminar hacia la pareja de mujeres.
Susan sonrió a la adolescente.
—Gracias Shadow —respondió Susan quien rodeaba la espalda de su hermana con un brazo para instarla a moverse.
La chica solo asintió, su mirada pasó de una hermana a la otra. _____ permanecía inexpresiva, con la mirada perdida y sus ojos violetas apagados, el cabello le caía en bucles sobre los hombros y le enmarcaba la cara. Shadow se acercó a ella e hizo todo lo posible para que la mirara, sus manos se cerraron en las de _____ intentando transmitirle de esa manera todo lo que sentía en ese momento y que no era completamente capaz de expresar.
—Tienes que reponerte pronto, ¿me oyes? Tenemos una función de teatro a la que asistir juntas, no dejaré que te evadas de tu promesa —le aseguró Shadow antes de abrazarla con fuerza y susurrarle al oído de modo que solo era lo oyera—. No te rindas _____, yo estoy segura que él jamás lo hará.
Shadow se separó de ella y le apartó un mechón de pelo que le había caído delante de los ojos antes de volverse hacia Susan.
—Cuídala mucho —pidió Shadow con voz temblorosa.
Susan estiró la mano para posarla un momento sobre el brazo de la chica.
—Lo haré, Shadow, te lo prometo —aseguró Susan con total convicción—. Esta vez todo será distinto.
Shadow asintió y se hizo a un lado. Susan se volvió entonces hacia _____ y la instó a caminar.
—Es hora de volver a casa, _____ —murmuró Susan conduciendo a la chica hacia el coche. El conductor esperaba a un lado con la puerta trasera abierta.
Shadow contempló con tristeza como las dos chicas se dirigían lentamente hacia el taxi que las esperaba ya con el motor en marcha, el conductor se adelantó para ayudar a Susan pero esta declinó la oferta con educación y apretó a _____ más contra sí. Sus ojos cafés volaron más allá de las dos mujeres, pasando por el camino arbolado hasta caer sobre un vehículo que se iba acercando poco a poco por el sinuoso camino que llevaba al hotel, por el color estaba casi segura de que sería otro taxi trayendo a algún nuevo huésped al hotel. Suspiró, aquel era el ciclo de todo hotel, huéspedes que se iban y otros que llegaban.
El nuevo taxi entró por el pasillo de frondosos árboles que se alzaban a ambos lados formando una cúpula, dado lo estrecho del camino, Susan no se apresuró a la hora de hacer entrar a _____ en el coche, tendrían que esperar a que el otro vehículo entrase para poder salir ellas. El ronroneo del motor de detuvo cuando el conductor estacionó unos metros por delante de ellos, quedando casi a la altura de la propia entrada del hotel.
El conductor bajó del coche un instante después de que el pasajero hubiese pagado la carrera y procedió a bajar las maletas del coche mientras se abría una de las puertas traseras y descendían un pie enfundado en una bota tejana con puntera de plata, el hombre salió del coche incorporándose cuan alto era al tiempo que se llevaba a la cabeza el sombrero tejano que había estado sujetando en las manos.
Su profunda y sexy voz con un ligero acento sureño hizo girar más de una cabeza.
—Justo a tiempo —murmuró alzando unos brillantes ojos cafés hacia las mujeres que lo miraban atónitas un par de metros más alejadas.
Shadow ahogó un grito cubriéndose la boca con las manos al reconocer al hombre que permanecía allí en pie envuelto en un aura de rotunda masculinidad y misterio. La reacción de Susan no se hizo esperar mucho más, sus ojos se abrieron desmesuradamente y sus labios se movieron varias veces sin poder articular palabra.
_____ sin embargo, no había tenido reacción alguna, quizá porque ni siquiera era consciente de su presencia.
Nicholas esbozó una divertida sonrisa al ver la reacción de las dos chicas, pero esta se borró siendo sustituida inmediatamente por una expresión de preocupación y anhelo cuando sus ojos recayeron en la figura inmóvil y menuda de _____.
—_____ —murmuró él casi al mismo tiempo que echaba a andar hacia ella.
Susan dio un paso atrás instintivamente, aquello era más de lo que podía enfrentar aquella semana, el novio fantasma de su hermana había vuelto y estaba caminando hacia ellas y se veía más vivo que nunca.
—Lamento el retraso, amor —empezó a hablar a pocos pasos de encontrarse frente a _____—, pero ya sabes, cuando dispones de una eternidad, unos pocos días no parecen tanta cosa.
Nicholas se volvió entonces hacia Susan que todavía sostenía a _____ y le sonrió con calidez.
—Hola Susan —la saludó con una leve inclinación de cabeza antes de extender sus manos hacia la pequeña morena que seguía ajena a todo y tras pedir permiso a Susan con la mirada, está la soltó dejando que Nicholas se hiciera cargo de ella.
Susan se apartó un poco de ellos, reuniéndose con Shadow que se había adelantado sin dejar de mirar al recién llegado totalmente atónita. Las dos mujeres se miraron un instante antes de volver de nuevo la vista hacia la pareja.
Nicholas se inclinó un poco para quedar a la altura del rostro de _____ el cual tomó entre sus grandes manos, obligándola a mirarle a los ojos.
—Te prometí que encontraría la manera de volver a ti, amor mío —murmuró Nicholas observando sus ojos violetas en los que se veía reflejado.
Nicholas tomó una de las manos de _____ entre las suyas y la posó sobre su pecho, directamente encima de su corazón.
—He vuelto, mi pequeña Redentora de Almas —murmuró sin dejar de mirarla, en su mirada se reflejaba todo el amor que sentía por ella—. Y esta vez, es para siempre.
_____ parpadeó un par de veces, su cabeza se inclinó un poco hacia abajo hasta centrar la mirada sobre la mano que mantenía sobre el pecho de Nicholas, sobre un corazón que latía a un ritmo acelerado. Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas al mismo tiempo que sus ojos volvían a encontrarse con los de él. Su voz fue apenas un murmullo ahogado cuando respondió.
—Nicholas.
Susan se echó a llorar y a reír al mismo tiempo cuando vio a _____ reaccionar, al igual que Shadow quien la abrazó efusivamente.
Antes de que pudiera moverse siquiera, Nicholas se encontró siendo abrazado con fuerza por aquella pequeña mujer que no solo lo había liberado, si no que le había dado la esperanza de una nueva vida. Sus brazos la rodearon al mismo tiempo atrayéndola más hacia él, encajándola en su cuerpo y reclamando su boca en un hambriento y pasional beso lleno de promesas.
—¿Necesitas ayuda? —sugirió la chica con timidez.
Susan observó a la niña durante unos instantes y asintió al tiempo que llevaba las prendas que había encontrado en los cajones al lado de las otras.
—Puedes ayudarme a doblar todo esto para meterlo en la maleta —le sugirió al tiempo que empezaba a hacerlo ella.
Shadow caminó lentamente hacia la cama y cogió una camiseta que había visto llevar a _____ al principio de su estancia, sin poder evitarlo las lágrimas acudieron a sus ojos.
—Va a recuperarse, ¿verdad? —preguntó con voz quebrada alzando la mirada hacia Susan.
Aquella era la pregunta que se había estado repitiendo ella misma durante toda la última semana. Su hermana no había vuelto a pronunciar palabra desde aquella horrible noche, todavía se le encogía el corazón al recordar los desgarradores sollozos, el temblor que había recorrido el cuerpo de la pequeña morena antes de desmayarse entre sus brazos. Había querido llevársela con ella en el primer vuelo de aquella misma mañana, pero Frank la había convencido para quedarse aunque fuese uno o dos días más, _____ no estaba en condiciones para enfrentarse a un viaje, de hecho, no estaba en condiciones de enfrentarse a nada.
La mañana siguiente a aquella noche de pesadilla había subido a llevarle el desayuno a _____ y se la había encontrado sentada en el alfeizar de la ventana, con la cabeza apoyada en uno de los laterales y la mirada perdida en el horizonte, había bromeado con ella a cerca de lo mucho que le gustaba madrugar pero ni siquiera había vuelto la cabeza para mirarla o para gritarle que se largara de la habitación y se metiera en sus propios asuntos. No había reaccionado, como tampoco lo había hecho en los sucesivos días, se pasaba el tiempo con la mirada perdida, sin responder a estímulo alguno.
El médico que la había examinado se había limitado a decirle que parecía tratarse de un fuerte shock, un mecanismo de autodefensa que el cuerpo y la mente ponían en marcha ante un suceso demasiado fuerte, angustioso o impactante y que era cuestión de tiempo que saliese de ese estado. Pero después de una semana, la paciencia de Susan se había acabado, Frank se había marchado apenas la tarde anterior para adelantarse a la clínica de un amigo suyo y prepararlo todo para que viese a _____, si bien, él era de la opinión que ningún doctor podría hacer nada por su sobrina, que solo cuando ella estuviese dispuesta a enfrentarse de nuevo al mundo, saldría de ese mutismo auto impuesto.
Volviéndose completamente hacia Shadow atrajo a la chica hasta su pecho y la abrazó, esa niña había estado más cerca de _____ en aquellas últimas semanas de lo que lo había estado nadie y al contrario que la mayoría de la gente sabía la identidad del apuesto desconocido que se había presentado con su hermana del brazo en la fiesta de Halloween.
—Haremos todo lo posible para que así sea, cariño —le aseguró Susan alejándola un poco para poder mirarle a la cara mientras le acariciaba el pelo.
Shadow sorbió por la nariz y asintió lentamente antes de añadir.
—No es justo, nada de esto es justo —susurró limpiándose las lágrimas que se habían deslizado por su rostro—. No tenían derecho a separarlos.
Susan no supo que decir. Aquello estaba más allá de las posibilidades de cualquiera de ellos, aunque hubiesen querido no podrían haber hecho nada, _____ había cumplido su papel respondiendo a la herencia que habían recibido de la rama paterna de la familia, una herencia que había hecho de la infancia de su hermana pequeña un infierno en algunas ocasiones, pero que no habría podido eludir por mucho que quisiera hacerlo.
—_____ se pondrá bien, Shadow —la consoló Susan acariciándole el cabello café—. Haremos todo lo posible para que se ponga bien muy pronto.
Nada más salir por la puerta de desembarque echó un vistazo a su alrededor, había gente haciendo cola frente a la cinta que delimitaba el acceso, algunos movían la cabeza de manera realmente graciosa estirándose por encima de la gente que se amontonaba ante la salida e incluso había alguno que otro que sostenía unas pancartas con un nombre o apellido. Consultó su reloj, todavía faltaba algo más de una hora para las doce, había tiempo. Su mirada recorrió lentamente la enorme sala deteniéndose a leer los indicadores u observando cómo la gente metía las maletas en aquellos simpáticos carritos y salía después con ellos por unas puertas de cristal automáticas, la luz del sol entraba a raudales a través de los enormes ventanales iluminando el interior y la megafonía sonaba una y otra vez anunciando en varios idiomas los vuelos que acaban de llegar, estaban a punto de salir o sufrían retrasos.
Nunca había pensado que llegaría el día en que vería aquello de primera mano, que serían sus pisadas las que recorrerían el camino que lo separaba de su hogar de nacimiento. Había existido un día en el que había estado deseoso de viajar, ahora en lo único que podía pensar era en regresar al hogar, en regresar a ella.
Se aseguró la tira de la bolsa de viaje al hombro y cambió el caro maletín de cuero negro de una mano a otra para poder hurgar en el bolsillo izquierdo del abrigo y sacar de él con esfuerzo algunos papeles, el resguardo del billete de avión y algo de efectivo. Una vez encontró lo que buscaba comprobó el papel escrito a mano y echó un nuevo vistazo hacia las puertas, satisfecho, volvió a guardar los papeles en el bolsillo y se dirigió a la puerta del aeropuerto.
Entrecerró los ojos al salir y recibir de lleno la potente luz del día, el cielo estaba totalmente despejado y la calle estaba inundada del ruido de los coches y el ajetreo propio de la gente. Parpadeó un par de veces hasta que finalmente optó por coger las gafas de sol que sobresalían del bolsillo superior de su abrigo y ponérselas. El alivio fue inmediato.
Las cosas se habían sucedido con tal rapidez que no estaba seguro qué parte había sido real y cual se la había imaginado, en un momento estaba despidiéndose y al siguiente se encontraba en algún otro lugar en el que solo había niebla y una extraña calidez, una figura se acercaba a él desde la espesa niebla y solo cuando estuvieron frente a frente se dio cuenta de que no era solo una figura, era una de las mujeres que más había amado en su vida y junto a ella empezaron a aparecer otras dos.
Se había encontrado contemplando a su familia, la familia a la que había dado la espalda hacía tantísimo tiempo y con la que por fin iba a reunirse y todo gracias a la mujer que amaba.
—Cathie… —susurró, sus ojos empañándose ante la hermosa visión de su hermana.
—Nicholas —sonrió ella antes de correr hacia él y abrazarle con fuerza—. Te he extrañado mucho, hermanito.
—Y yo a ti, pequeña —aceptó apretándola, agradeciendo silenciosamente aquella nueva oportunidad.
—Ha sido un camino largo y difícil, hijo —oyó entonces la voz de su madre, quien lo miraba con ternura de pie al lado de su marido—, lo has hecho bien.
Los ojos de Nicholas se llenaron de lágrimas al contemplar a su madre y solo pudo asentir, mientras rodeaba a su hermana con el brazo, su mirada fue entonces a la de Jerry, quien miraba con amor a su esposa y finalmente lo miró a él.
—Pensé que querrías tener la oportunidad de verlas antes de continuar —le dijo el hombre adelantándose con su esposa.
Nicholas frunció el ceño.
—¿Continuar?
El hombre esbozó una triste sonrisa, miró a su mujer quien asintió y se volvió a su hijo.
—No es tu momento, Nicholas —le aseguró con suavidad—, este solo es un alto en el camino, tu alma ahora pertenece a una Redentora de Almas, de ti depende el que quieras recuperarla o no.
Nicholas sacudió la cabeza.
—_____ te ha liberado de tus ataduras, hijo, tu alma es suya ahora —sonrió la mujer tendiendo su delicada mano, que fue atesorada por la de su hijo—, como es tuya la de ella.
Nicholas miró al matrimonio, a sus padres buscando en sus rostros una confirmación a su esperanza.
—Vuelve a ella, Nicholas, disfruta de esta segunda oportunidad —asintió su padre posando su mano sobre su hombro—. No la hagas esperar más.
Nicholas parpadeó varias veces cuando su hermana se soltó de su mano y le besó la mejilla antes de volver junto a sus progenitores.
—Volveremos a vernos, hermano, hasta entonces, sé feliz.
La garganta se le cerró con la emoción de contemplar a su familia, su corazón se hinchaba por el amor por ellos y la gratitud para la mujer que amaba y a la que volvería.
—Le has prometido volver —le recordó su padre.
—Y volveré.
Sueño o realidad, lo cierto es que acababa de bajarse de un avión después de cruzar el Atlántico para volver a la mujer que había sanado su alma y se había quedado con su corazón. Se tomó un momento para observar todo y empaparse de aquel nuevo ambiente hasta que reparó en la fila de taxis apostados en uno de los laterales del edificio y se dirigió hacia allí.
—Buenos días —lo saludó el taxista bajando del vehículo para dirigirse hacia la parte de atrás y abrir el maletero para que depositara en él las maletas—. ¿A dónde le llevo?
—A la hacienda… —se detuvo y esbozó una irónica sonrisa— Al hotel Los Robles, está en las afueras.
—Precioso lugar —aseguró el taxista abriendo la puerta de atrás de pasajeros— ¿Va de visita?
—Digamos, que alguien me está esperando. —aceptó subiendo en la parte de atrás del coche.
Shadow ayudó a meter la última de las maletas en el maletero del taxi estacionado a unos metros de la entrada del hotel, ya estaba cargado todo el equipaje de las dos hermanas. La chica se volvió lentamente hacia la entrada para ver a Susan acompañando a _____, todavía le asombraba que la morena caminara perfectamente sin aquella leve cojera que a veces se hacía más pronunciada obligándola a apoyarse en el bastón. La morena se había limitado a sonreír y responderle “es mi regalo de Sammain” cuando se lo había preguntado, Nicholas había estado justo detrás de ella y había hecho un guiño a Shadow a modo de complicidad.
—Ojalá estuvieras aquí ahora, Nick —susurró la niña echando a caminar hacia la pareja de mujeres.
Susan sonrió a la adolescente.
—Gracias Shadow —respondió Susan quien rodeaba la espalda de su hermana con un brazo para instarla a moverse.
La chica solo asintió, su mirada pasó de una hermana a la otra. _____ permanecía inexpresiva, con la mirada perdida y sus ojos violetas apagados, el cabello le caía en bucles sobre los hombros y le enmarcaba la cara. Shadow se acercó a ella e hizo todo lo posible para que la mirara, sus manos se cerraron en las de _____ intentando transmitirle de esa manera todo lo que sentía en ese momento y que no era completamente capaz de expresar.
—Tienes que reponerte pronto, ¿me oyes? Tenemos una función de teatro a la que asistir juntas, no dejaré que te evadas de tu promesa —le aseguró Shadow antes de abrazarla con fuerza y susurrarle al oído de modo que solo era lo oyera—. No te rindas _____, yo estoy segura que él jamás lo hará.
Shadow se separó de ella y le apartó un mechón de pelo que le había caído delante de los ojos antes de volverse hacia Susan.
—Cuídala mucho —pidió Shadow con voz temblorosa.
Susan estiró la mano para posarla un momento sobre el brazo de la chica.
—Lo haré, Shadow, te lo prometo —aseguró Susan con total convicción—. Esta vez todo será distinto.
Shadow asintió y se hizo a un lado. Susan se volvió entonces hacia _____ y la instó a caminar.
—Es hora de volver a casa, _____ —murmuró Susan conduciendo a la chica hacia el coche. El conductor esperaba a un lado con la puerta trasera abierta.
Shadow contempló con tristeza como las dos chicas se dirigían lentamente hacia el taxi que las esperaba ya con el motor en marcha, el conductor se adelantó para ayudar a Susan pero esta declinó la oferta con educación y apretó a _____ más contra sí. Sus ojos cafés volaron más allá de las dos mujeres, pasando por el camino arbolado hasta caer sobre un vehículo que se iba acercando poco a poco por el sinuoso camino que llevaba al hotel, por el color estaba casi segura de que sería otro taxi trayendo a algún nuevo huésped al hotel. Suspiró, aquel era el ciclo de todo hotel, huéspedes que se iban y otros que llegaban.
El nuevo taxi entró por el pasillo de frondosos árboles que se alzaban a ambos lados formando una cúpula, dado lo estrecho del camino, Susan no se apresuró a la hora de hacer entrar a _____ en el coche, tendrían que esperar a que el otro vehículo entrase para poder salir ellas. El ronroneo del motor de detuvo cuando el conductor estacionó unos metros por delante de ellos, quedando casi a la altura de la propia entrada del hotel.
El conductor bajó del coche un instante después de que el pasajero hubiese pagado la carrera y procedió a bajar las maletas del coche mientras se abría una de las puertas traseras y descendían un pie enfundado en una bota tejana con puntera de plata, el hombre salió del coche incorporándose cuan alto era al tiempo que se llevaba a la cabeza el sombrero tejano que había estado sujetando en las manos.
Su profunda y sexy voz con un ligero acento sureño hizo girar más de una cabeza.
—Justo a tiempo —murmuró alzando unos brillantes ojos cafés hacia las mujeres que lo miraban atónitas un par de metros más alejadas.
Shadow ahogó un grito cubriéndose la boca con las manos al reconocer al hombre que permanecía allí en pie envuelto en un aura de rotunda masculinidad y misterio. La reacción de Susan no se hizo esperar mucho más, sus ojos se abrieron desmesuradamente y sus labios se movieron varias veces sin poder articular palabra.
_____ sin embargo, no había tenido reacción alguna, quizá porque ni siquiera era consciente de su presencia.
Nicholas esbozó una divertida sonrisa al ver la reacción de las dos chicas, pero esta se borró siendo sustituida inmediatamente por una expresión de preocupación y anhelo cuando sus ojos recayeron en la figura inmóvil y menuda de _____.
—_____ —murmuró él casi al mismo tiempo que echaba a andar hacia ella.
Susan dio un paso atrás instintivamente, aquello era más de lo que podía enfrentar aquella semana, el novio fantasma de su hermana había vuelto y estaba caminando hacia ellas y se veía más vivo que nunca.
—Lamento el retraso, amor —empezó a hablar a pocos pasos de encontrarse frente a _____—, pero ya sabes, cuando dispones de una eternidad, unos pocos días no parecen tanta cosa.
Nicholas se volvió entonces hacia Susan que todavía sostenía a _____ y le sonrió con calidez.
—Hola Susan —la saludó con una leve inclinación de cabeza antes de extender sus manos hacia la pequeña morena que seguía ajena a todo y tras pedir permiso a Susan con la mirada, está la soltó dejando que Nicholas se hiciera cargo de ella.
Susan se apartó un poco de ellos, reuniéndose con Shadow que se había adelantado sin dejar de mirar al recién llegado totalmente atónita. Las dos mujeres se miraron un instante antes de volver de nuevo la vista hacia la pareja.
Nicholas se inclinó un poco para quedar a la altura del rostro de _____ el cual tomó entre sus grandes manos, obligándola a mirarle a los ojos.
—Te prometí que encontraría la manera de volver a ti, amor mío —murmuró Nicholas observando sus ojos violetas en los que se veía reflejado.
Nicholas tomó una de las manos de _____ entre las suyas y la posó sobre su pecho, directamente encima de su corazón.
—He vuelto, mi pequeña Redentora de Almas —murmuró sin dejar de mirarla, en su mirada se reflejaba todo el amor que sentía por ella—. Y esta vez, es para siempre.
_____ parpadeó un par de veces, su cabeza se inclinó un poco hacia abajo hasta centrar la mirada sobre la mano que mantenía sobre el pecho de Nicholas, sobre un corazón que latía a un ritmo acelerado. Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas al mismo tiempo que sus ojos volvían a encontrarse con los de él. Su voz fue apenas un murmullo ahogado cuando respondió.
—Nicholas.
Susan se echó a llorar y a reír al mismo tiempo cuando vio a _____ reaccionar, al igual que Shadow quien la abrazó efusivamente.
Antes de que pudiera moverse siquiera, Nicholas se encontró siendo abrazado con fuerza por aquella pequeña mujer que no solo lo había liberado, si no que le había dado la esperanza de una nueva vida. Sus brazos la rodearon al mismo tiempo atrayéndola más hacia él, encajándola en su cuerpo y reclamando su boca en un hambriento y pasional beso lleno de promesas.
Natuu!
Re: "La Redentora de Almas" (Nick&Tu) Terminada
EPÍLOGO
“Al final entendí que es lo que una Redentora de Almas tiene que hacer para liberar el alma de su custodio… entregar su corazón”
_____ Connor, La Redentora de Almas
_____ Connor, La Redentora de Almas
_____ cerró el cuaderno de gastadas tapas de cuero y dejó el bolígrafo a un lado estirándose ligeramente contra el tronco del árbol, sus labios se estiraron en una mueca de incomodidad mientras intentaba estirar las piernas buscando una postura más cómoda. Nicholas la observó apoyado en la empalizada de la cerca, su mano acariciaba distraídamente la testuz del semental castaño pero su mirada estaba puesta en la mujer sentada a la sombra de los árboles, los ojos violetas ascendieron hasta encontrarse con los suyos y sonrió en respuesta.
—Agradecería un poco de ayuda en estos momentos, Nicholas —refunfuñó ella intentando sentarse incorporada.
Él sonrió en respuesta, le dio una última palmada al caballo y caminó hacia su mujer tendiéndole la mano para ayudarla a levantarse.
—Se te van a terminar los paseos hasta aquí por una buena temporada, cabaretera — le aseguró rodeándole la cintura con un brazo al tiempo que bajaba la mirada hacia el redondeado vientre de su esposa.
_____ bufó en respuesta y se acomodó en los brazos de su marido, posando su mano libre sobre la que Nicholas tenía sobre su dilatado vientre.
—Llevas diciendo eso mismo toda la semana —respondió ella disfrutando del calor del cuerpo de su marido contra su espalda.
Nicholas se rió en respuesta.
—Nunca voy a ganar contigo, ¿verdad? —se burló él besándole el cuello.
Ella sonrió.
—Ya has ganado amor mío —respondió ella apretando la mano que ambos tenían sobre su vientre—. Gracias por el último de tus regalos de Sammain.
Bueno chicas, esta novela a llegado a su fin
Agradesco mucho a todas las que siguieron hasta aquí, espero que les haya gustado, de verdad.
Yo por mi parte continuare subiendo otras adaptaciones, si gustan pasarse a leerlas.
De nuevo muchas gracias (:
Natuu!!
Natuu!
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