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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 7 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
Oh, de nada, por lo de los comentarios, jaja
Sube pronto
Adoro esta nvoela, cada dia mas
Lo digo en serio :D
Sube pronto
Adoro esta nvoela, cada dia mas
Lo digo en serio :D
LittleThings
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
jajaja joe quiere ser un hombre civilizado u.u es tan valiente..
siguela!!!
siguela!!!
jamileth
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
aw joseph se pasa despues todo ese rato fingiendo placer no puedo complacer a la rayiz en serio pobre mujer yo ya hubiera explotado... Siguela pronto
aranzhitha
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
Capitulo 22
Quería intimidad. Quería las luces encendidas para poder verla, para ver la excitación que sabía tenía reflejada en el rostro.
Pero anhelaba más la intimidad. No pensaba dejar que nadie los contemplara haciendo el amor.
Se levantó y la ayudó a ponerse de pie. La condujo a la cama, y se inclinó para alisar las sábanas.
—Échate —susurró.
Ella se deslizó sobre el colchón y alargó las manos hacia él.
De pie junto a la cama, la observó, sintiéndose abrumado por emociones que lo atravesaban hasta el mismo núcleo de su ser.
La deseaba con una necesidad física que lindaba la locura. Pero eso no era más que una pequeña parte de lo que sentía por ella. Quería cosas que nunca antes había querido. Cosas que temía plasmar en palabras. Que lo asustaban.
La necesidad de supervivencia hizo que desterrara esos pensamientos mientras se desnudaba. Al llegar a los pantalones, vaciló. Quería excitarla despacio, disfrutar de cada momento del placer de ella antes de tomar nada para sí mismo. Pero si se quedaba desnudo junto a ______, sabía que le sería imposible no ceder a la codicia de tenerla.
Se dejó tos calzoncillos y se tendió a su lado. La mano de ella le acarició la espalda, llegó hasta la cintura elástica y se detuvo.
—Aún no —fue todo lo que dijo Joseph, mientras alargaba la mano.
La acarició desde el hombro hasta la cadera, disfrutando de la sensación de la tela sedosa del camisón. Luego, volvió a subir. Se detuvo a jugar unos momentos con el escote antes de deslizar la mano por debajo.
Con delicadeza le acarició la curva interior de un pecho, después del otro, satisfecho al oír cómo ella contenía el aliento y se aceleraba para él.
Continuó con una caricia lenta y premeditada hasta el pezón, rozándolo antes de retirarse.
Ella emitió un sonido frustrado y se tensó hacia él en la oscuridad, suplicando en silencio un contacto más satisfactorio. Pero aún no pensaba darle lo que ambos querían. No hasta excitarla al mismo nivel volcánico en que se encontraba él.
Le subió el camisón hasta pasárselo por encima de la cabeza, pero mantuvo los brazos enredados en la tela, que empleó como una cuerda para sujetarle las muñecas y enroscarla alrededor de una de las barras del cabecero metálico.
Al terminar, la tuvo desnuda, con los brazos levantados por encima de la cabeza. El camisón sedoso era un freno frágil. Sabía que, de haberlo querido, ______ se podría haber soltado. Pero se quedó quieta, con el rostro hacia él.
— ¿Estás bien? —le preguntó él pegando los labios a su oído.
-Sí.
Joseph asintió en la oscuridad. Nunca antes había deseado atar a una mujer. Y sabía que mentalmente la ataba a él, aun cuando sabía que no tenía derecho a ello.
Se arrodilló a su lado y con gentileza la acarició debajo de los pechos y por la curva de la cadera, un contacto leve y excitante a medida que su fantasía crecía. En ese momento la tenía en su poder. Podía hacer lo que quisiera con ella. Y sabía con exactitud qué era eso.
Cuando ella pronunció su nombre, con voz suave y suplicante, se inclinó para darle un beso en la mandíbula y descender por la fina columna del cuello.
Dedicó un tiempo considerable a esa tarea. Lentamente, descendió, provocándole las cumbres de los pechos, para terminar con incursiones por los pezones erectos.
No tenía unos pechos grandes, pero eran tan receptivos... Introdujo un pezón en la boca y succionó, provocándole un jadeo de ruego cuando empleó labios y dientes. Mientras succionaba, dedicó la mano libre para jugar con el otro pezón, apretando y frotando como sabía que la excitaba.
______ arqueó el cuerpo y se retorció bajo las caricias que le dedicaba. Nunca en la vida Joseph había deseado tanto a una mujer. Desesperado por tenerla, pegó el pene a su cadera.
Con delicadeza le lamió la caja torácica; después se movió hacia el centro de su cuerpo para meterle la lengua en el ombligo.
Sintió los músculos de ella temblar y provocaron una misma respuesta en él.
Agarró una almohada y la metió bajo sus glúteos, con el fin de abrirle los muslos y situarse entre ella.
______ emitió un sonido leve, que podría haber sido una protesta... o una invitación.
No le importaba. Sabía lo que quería. Besarla. Darse un festín con su esencia.
Con suavidad le apartó los pliegues del sexo con los dedos y sintió que se aceleraba al descubrir hasta dónde llegaba la excitación de ______. Estaba blanda, inflamada y lubricada.
Con un sonido torturado procedente de su garganta, se inclinó para encontrarla con la boca y beber la dulzura con labios y lengua.
Sabía a calor, a miel y a deseo femenino. Y al comenzar a explorarla, ______ se pegó con urgencia a él.
Al aferraría por las caderas para aquietarla con una especie de amable salvajismo, ella gimió en protesta.
Pero esa noche quería el control, el poder y la satisfacción de llevarla al clímax.
No había manera de expresar sus emociones con palabras. A cambio, utilizó la boca.
La besó, la acarició. Experimentó con el ritmo, la presión y el ángulo de la boca hasta descubrir qué era lo que más le gustaba a ella.
Y cuando sintió los primeros temblores del orgasmo contra su boca, sintió que algo fiero y tierno le atenazaba el pecho.
______ gritó su nombre cuando la llevó hasta el precipicio. Joseph bebió del orgasmo, asombrado por las sensaciones que le transmitía desde el núcleo del cuerpo hasta sus labios.
Aguardó hasta que los temblores se mitigaron. Luego, medio enloquecido por su propia necesidad, se arrancó los calzoncillos e introdujo el miembro palpitante en ella.
El sexo siempre había sido una forma de placer físico. Pero esa noche era una pequeña parte de lo que sentía.
Fue dominado por unas emociones que jamás habría podido articular. Sin embargo, las sintió hasta lo más hondo del alma.
La sintió moverse al mismo ritmo que él Sin darse cuenta, ______ se había soltado y le clavaba las uñas en la espalda.
Entonces Joseph tembló con la fuerza absoluta de su liberación, con la cabeza echada hacia atrás a medida que el éxtasis lo envolvía.
Sintió el cuerpo de ella convulsionarse, sintió que lo agarraba con más fuerza, la oyó gemir de placer mientras lo seguía al lugar adonde había vuelto a guiarla.
Se derrumbó sobre ella, demasiado extenuado para moverse. Cuando el cerebro volvió a funcionarle, intentó ponerse de costado, pero ella no se lo permitió.
—Quédate dentro de mí —murmuró.
Él también quería permanecer conectado a ella el tiempo que pudiera. La rodeó con los brazos y rodó hasta situarse de lado sin soltarla.
Quería intimidad. Quería las luces encendidas para poder verla, para ver la excitación que sabía tenía reflejada en el rostro.
Pero anhelaba más la intimidad. No pensaba dejar que nadie los contemplara haciendo el amor.
Se levantó y la ayudó a ponerse de pie. La condujo a la cama, y se inclinó para alisar las sábanas.
—Échate —susurró.
Ella se deslizó sobre el colchón y alargó las manos hacia él.
De pie junto a la cama, la observó, sintiéndose abrumado por emociones que lo atravesaban hasta el mismo núcleo de su ser.
La deseaba con una necesidad física que lindaba la locura. Pero eso no era más que una pequeña parte de lo que sentía por ella. Quería cosas que nunca antes había querido. Cosas que temía plasmar en palabras. Que lo asustaban.
La necesidad de supervivencia hizo que desterrara esos pensamientos mientras se desnudaba. Al llegar a los pantalones, vaciló. Quería excitarla despacio, disfrutar de cada momento del placer de ella antes de tomar nada para sí mismo. Pero si se quedaba desnudo junto a ______, sabía que le sería imposible no ceder a la codicia de tenerla.
Se dejó tos calzoncillos y se tendió a su lado. La mano de ella le acarició la espalda, llegó hasta la cintura elástica y se detuvo.
—Aún no —fue todo lo que dijo Joseph, mientras alargaba la mano.
La acarició desde el hombro hasta la cadera, disfrutando de la sensación de la tela sedosa del camisón. Luego, volvió a subir. Se detuvo a jugar unos momentos con el escote antes de deslizar la mano por debajo.
Con delicadeza le acarició la curva interior de un pecho, después del otro, satisfecho al oír cómo ella contenía el aliento y se aceleraba para él.
Continuó con una caricia lenta y premeditada hasta el pezón, rozándolo antes de retirarse.
Ella emitió un sonido frustrado y se tensó hacia él en la oscuridad, suplicando en silencio un contacto más satisfactorio. Pero aún no pensaba darle lo que ambos querían. No hasta excitarla al mismo nivel volcánico en que se encontraba él.
Le subió el camisón hasta pasárselo por encima de la cabeza, pero mantuvo los brazos enredados en la tela, que empleó como una cuerda para sujetarle las muñecas y enroscarla alrededor de una de las barras del cabecero metálico.
Al terminar, la tuvo desnuda, con los brazos levantados por encima de la cabeza. El camisón sedoso era un freno frágil. Sabía que, de haberlo querido, ______ se podría haber soltado. Pero se quedó quieta, con el rostro hacia él.
— ¿Estás bien? —le preguntó él pegando los labios a su oído.
-Sí.
Joseph asintió en la oscuridad. Nunca antes había deseado atar a una mujer. Y sabía que mentalmente la ataba a él, aun cuando sabía que no tenía derecho a ello.
Se arrodilló a su lado y con gentileza la acarició debajo de los pechos y por la curva de la cadera, un contacto leve y excitante a medida que su fantasía crecía. En ese momento la tenía en su poder. Podía hacer lo que quisiera con ella. Y sabía con exactitud qué era eso.
Cuando ella pronunció su nombre, con voz suave y suplicante, se inclinó para darle un beso en la mandíbula y descender por la fina columna del cuello.
Dedicó un tiempo considerable a esa tarea. Lentamente, descendió, provocándole las cumbres de los pechos, para terminar con incursiones por los pezones erectos.
No tenía unos pechos grandes, pero eran tan receptivos... Introdujo un pezón en la boca y succionó, provocándole un jadeo de ruego cuando empleó labios y dientes. Mientras succionaba, dedicó la mano libre para jugar con el otro pezón, apretando y frotando como sabía que la excitaba.
______ arqueó el cuerpo y se retorció bajo las caricias que le dedicaba. Nunca en la vida Joseph había deseado tanto a una mujer. Desesperado por tenerla, pegó el pene a su cadera.
Con delicadeza le lamió la caja torácica; después se movió hacia el centro de su cuerpo para meterle la lengua en el ombligo.
Sintió los músculos de ella temblar y provocaron una misma respuesta en él.
Agarró una almohada y la metió bajo sus glúteos, con el fin de abrirle los muslos y situarse entre ella.
______ emitió un sonido leve, que podría haber sido una protesta... o una invitación.
No le importaba. Sabía lo que quería. Besarla. Darse un festín con su esencia.
Con suavidad le apartó los pliegues del sexo con los dedos y sintió que se aceleraba al descubrir hasta dónde llegaba la excitación de ______. Estaba blanda, inflamada y lubricada.
Con un sonido torturado procedente de su garganta, se inclinó para encontrarla con la boca y beber la dulzura con labios y lengua.
Sabía a calor, a miel y a deseo femenino. Y al comenzar a explorarla, ______ se pegó con urgencia a él.
Al aferraría por las caderas para aquietarla con una especie de amable salvajismo, ella gimió en protesta.
Pero esa noche quería el control, el poder y la satisfacción de llevarla al clímax.
No había manera de expresar sus emociones con palabras. A cambio, utilizó la boca.
La besó, la acarició. Experimentó con el ritmo, la presión y el ángulo de la boca hasta descubrir qué era lo que más le gustaba a ella.
Y cuando sintió los primeros temblores del orgasmo contra su boca, sintió que algo fiero y tierno le atenazaba el pecho.
______ gritó su nombre cuando la llevó hasta el precipicio. Joseph bebió del orgasmo, asombrado por las sensaciones que le transmitía desde el núcleo del cuerpo hasta sus labios.
Aguardó hasta que los temblores se mitigaron. Luego, medio enloquecido por su propia necesidad, se arrancó los calzoncillos e introdujo el miembro palpitante en ella.
El sexo siempre había sido una forma de placer físico. Pero esa noche era una pequeña parte de lo que sentía.
Fue dominado por unas emociones que jamás habría podido articular. Sin embargo, las sintió hasta lo más hondo del alma.
La sintió moverse al mismo ritmo que él Sin darse cuenta, ______ se había soltado y le clavaba las uñas en la espalda.
Entonces Joseph tembló con la fuerza absoluta de su liberación, con la cabeza echada hacia atrás a medida que el éxtasis lo envolvía.
Sintió el cuerpo de ella convulsionarse, sintió que lo agarraba con más fuerza, la oyó gemir de placer mientras lo seguía al lugar adonde había vuelto a guiarla.
Se derrumbó sobre ella, demasiado extenuado para moverse. Cuando el cerebro volvió a funcionarle, intentó ponerse de costado, pero ella no se lo permitió.
—Quédate dentro de mí —murmuró.
Él también quería permanecer conectado a ella el tiempo que pudiera. La rodeó con los brazos y rodó hasta situarse de lado sin soltarla.
Nani Jonas
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
awwwwwwww
Joseph se esta enamorandoo :arre:
verdad??
ayy me encanta siguela
Joseph se esta enamorandoo :arre:
verdad??
ayy me encanta siguela
next to you
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
Wii, ese Joseph me sorprende, jaja
Sigue pronto, ya quiero saber que pasará :D
Sigue pronto, ya quiero saber que pasará :D
LittleThings
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
es un hecho joseph esta enamorado
y la rayiz tambien
es que hacen una gran pareja
siguela pronto
y la rayiz tambien
es que hacen una gran pareja
siguela pronto
aranzhitha
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
Hola chicas vengo a dejarles cap porqe mañana no podre subirles espero les guste
Capitulo 23
______ acurrucó la cabeza sobre su hombro y él le acarició el pelo.
—Deberíamos dormir. Ha sido una noche larga —murmuró Joseph.
—Sí.
Por primera vez aquella noche, agradeció que tuvieran que ir con cuidado de lo que decían. Lo último que quería era compartir sus emociones con ______. Eran demasiado nuevas. Descarnadas. Peligrosas.
Oliver leyó los informes de seguridad mientras bebía café y comía huevos Benedict. Era una pena no haber podido volver a instalar las cámaras en la Villa Agapanthus. Pero si Joseph Jonas la hubiera encontrado, lo habría considerado un acto abierto de hostilidad. Y aún no estaba preparado para enfrentarse a él. No sin poseer más información. Que esperaba que le llegara pronto de Estados Unidos.
Era divertido entrenarse con él. Porque no existía modo alguno de que pudiera ganar. No en Isla Orquídea, donde Oliver Reynard controlaba todas las variables.
Mientras Joseph y ______ estaban en la recepción, sus expertos en electrónica se habían asegurado de que todos los micrófonos funcionaban a la perfección.
Era una pena que no hubieran captado nada aparte de unas frases jadeadas y los sonidos de sexo salvaje y entusiasta.
No obstante, la información era útil. Significaba que se habían quedado en la villa después de retirarse a pasar la noche.
Por lo que daba a entender el informe, Joseph Jonas debía de ser un atleta sexual. Pero tenía sus inhibiciones. Durante la primera mitad de la fiesta privada, había guardado silencio y ______ había sido la única en hablar.
La mujer era ardiente, y él sabía cómo encenderla aún más. Al pensar en los planes que tenía para aquel mismo día, sintió un torrente de expectación carnal recorrerle las venas.
______ despertó despacio y, adormilada, recordó el modo en que Joseph le había hecho el amor la noche anterior. Había seguido dentro de ella al quedarse dormida, agotada por todas las actividades de la noche.
Se puso de costado y alargó la mano. Pero él no estaba, y al pasar la mano por las sábanas, las encontró frías.
De modo que llevaba despierto un rato. Y no se había molestado en despertarla. O en besarla. O en nada más.
Inexplicablemente, experimentó una profunda sensación de pérdida. Se puso boca arriba, clavó la vista en el techo y sintió los ojos húmedos.
Había creído que algo importante había cambiado entre ellos.
Sabía que el dolor vacío que la embargaba era irracional. Pero no pudo dominarlo.
«No te hagas esto», se ordenó con severidad. «Sabías en lo que te metías cuando suplicaste venir en esta misión. Nada ha cambiado. Es evidente que lo sucedido anoche no ha significado lo mismo para él que para ti».
Pero le había dado la impresión de que él le demostraba todo lo que le importaba.
Pegó las manos a los costados de los muslos, como si contener su propio cuerpo pudiera contener el dolor que le embargaba el corazón.
Sacó las piernas por el borde de la cama y se levantó. Estaba desnuda, tal como Joseph la había dejado.
No podía hacer nada si había cámaras en la habitación.
Con gesto de desafío, alzó una mano con el dedo anular en alto en saludo grosero.
Luego, se puso la ropa interior y fue al cuarto de baño.
Una ducha caliente la ayudó a devolverle la perspectiva adecuada a su mente.
Después, envuelta en una toalla esponjosa, regresó al dormitorio y eligió unos pantalones cortos de color amarillo limón y una blusa a juego con pequeñas mariposas bordadas en la pechera. Se calzó unas sandalias cómodas. Cuando salió al salón, tenía el pleno control de sus emociones y facciones.
Joseph se hallaba sentado a la mesa leyendo el New York Times, que sin duda Reynard importaba de Estados Unidos.
— ¿Has dormido bien? —preguntó él, doblando el diario y exhibiendo una sonrisa satisfecha.
Tuvo ganas de borrársela de la cara. Pero se contuvo.
Sea lo que fuere lo que hubiera pasado entre ellos durante la noche, esa mañana volvían a desempeñar sus papeles.
Respiró hondo y se obligó a ronronear.
—Dormí muy bien después de haber hecho el amor —fue hasta el carrito y se sirvió un café al que le añadió leche—. ¿Qué tienes planeado para hoy? —quiso saber.
—Uno de los chicos me invitó a jugar al golf.
— ¿Vas a ir?
Joseph la miró directamente a los ojos.
—Desde luego. ¿Por qué no te relajas por aquí? Más tarde nos reuniremos para almorzar.
______ quiso gritar. No quería que Joseph se fuera. Lo quería con ella... que le contara lo sucedido la noche anterior.
Él se incorporó, se acercó y le pellizcó la mejilla.
—Sé buena chica en mi ausencia.
—Oh, lo seré.
—Quédate aquí para que el sol no te queme esa piel tan bonita.
¿Quedarse dentro? ¿Era una advertencia?
En cuanto se marchó, le costó no ir de un lado a otro de la habitación.
Decidió poner una película de vídeo para enfrascarse en algo durante dos horas aburridas.
Cuando Joseph regresó, ______ sentía como si hubiera perdido medio cerebro.
Y mientras comían él le contó sus hazañas en el campo de golf.
Después, Joseph se levantó y se estiró.
— ¿Qué te parece si damos un paseo por la playa?
—Estupendo.
Joseph le tomó la mano mientras salían al sendero. Tenía los dedos fríos y ella lo miró con expresión de curiosidad, pero él guardó silencio mientras pasaban junto a los malditos jardineros que parecían estar por doquier.
Jardineros. Guardas. Probablemente fuera lo mismo, salvo que las armas de los segundos estaban a la vista.
Nadie los detuvo cuando llegaron a lo alto de la elevación que conducía hasta el océano. Mantuvo la mano de Joseph en la suya mientras descendía por la pendiente arenosa y luego se quedaban contemplando las aguas turquesas sintiendo el viento en la piel.
Joseph se hallaba inmóvil como una estatua.
— ¿Querías hablar? —preguntó ella al final.
—Sí.
— ¿Estaba Dawn en la torre? —inquirió cuando él no se explayó.
—Sí.
—Gracias a Dios.
—La mujer de la que me hablaste... Juanita, apareció para llevarle la cena. Parece que son amigas. Pude oírlas hablar y Juanita le contó que estabas en la isla.
— ¿Está de nuestro lado? —musitó ______.
—Se ofreció a acostarse con uno de los guardas, cuando este se mostró suspicaz. — ¿Tienes un plan para sacar a Dawn? —______, hay cosas que necesito contarte. — ¿Cuáles? —lo miró desconcertada. —Corres peligro.
Capitulo 23
______ acurrucó la cabeza sobre su hombro y él le acarició el pelo.
—Deberíamos dormir. Ha sido una noche larga —murmuró Joseph.
—Sí.
Por primera vez aquella noche, agradeció que tuvieran que ir con cuidado de lo que decían. Lo último que quería era compartir sus emociones con ______. Eran demasiado nuevas. Descarnadas. Peligrosas.
Oliver leyó los informes de seguridad mientras bebía café y comía huevos Benedict. Era una pena no haber podido volver a instalar las cámaras en la Villa Agapanthus. Pero si Joseph Jonas la hubiera encontrado, lo habría considerado un acto abierto de hostilidad. Y aún no estaba preparado para enfrentarse a él. No sin poseer más información. Que esperaba que le llegara pronto de Estados Unidos.
Era divertido entrenarse con él. Porque no existía modo alguno de que pudiera ganar. No en Isla Orquídea, donde Oliver Reynard controlaba todas las variables.
Mientras Joseph y ______ estaban en la recepción, sus expertos en electrónica se habían asegurado de que todos los micrófonos funcionaban a la perfección.
Era una pena que no hubieran captado nada aparte de unas frases jadeadas y los sonidos de sexo salvaje y entusiasta.
No obstante, la información era útil. Significaba que se habían quedado en la villa después de retirarse a pasar la noche.
Por lo que daba a entender el informe, Joseph Jonas debía de ser un atleta sexual. Pero tenía sus inhibiciones. Durante la primera mitad de la fiesta privada, había guardado silencio y ______ había sido la única en hablar.
La mujer era ardiente, y él sabía cómo encenderla aún más. Al pensar en los planes que tenía para aquel mismo día, sintió un torrente de expectación carnal recorrerle las venas.
______ despertó despacio y, adormilada, recordó el modo en que Joseph le había hecho el amor la noche anterior. Había seguido dentro de ella al quedarse dormida, agotada por todas las actividades de la noche.
Se puso de costado y alargó la mano. Pero él no estaba, y al pasar la mano por las sábanas, las encontró frías.
De modo que llevaba despierto un rato. Y no se había molestado en despertarla. O en besarla. O en nada más.
Inexplicablemente, experimentó una profunda sensación de pérdida. Se puso boca arriba, clavó la vista en el techo y sintió los ojos húmedos.
Había creído que algo importante había cambiado entre ellos.
Sabía que el dolor vacío que la embargaba era irracional. Pero no pudo dominarlo.
«No te hagas esto», se ordenó con severidad. «Sabías en lo que te metías cuando suplicaste venir en esta misión. Nada ha cambiado. Es evidente que lo sucedido anoche no ha significado lo mismo para él que para ti».
Pero le había dado la impresión de que él le demostraba todo lo que le importaba.
Pegó las manos a los costados de los muslos, como si contener su propio cuerpo pudiera contener el dolor que le embargaba el corazón.
Sacó las piernas por el borde de la cama y se levantó. Estaba desnuda, tal como Joseph la había dejado.
No podía hacer nada si había cámaras en la habitación.
Con gesto de desafío, alzó una mano con el dedo anular en alto en saludo grosero.
Luego, se puso la ropa interior y fue al cuarto de baño.
Una ducha caliente la ayudó a devolverle la perspectiva adecuada a su mente.
Después, envuelta en una toalla esponjosa, regresó al dormitorio y eligió unos pantalones cortos de color amarillo limón y una blusa a juego con pequeñas mariposas bordadas en la pechera. Se calzó unas sandalias cómodas. Cuando salió al salón, tenía el pleno control de sus emociones y facciones.
Joseph se hallaba sentado a la mesa leyendo el New York Times, que sin duda Reynard importaba de Estados Unidos.
— ¿Has dormido bien? —preguntó él, doblando el diario y exhibiendo una sonrisa satisfecha.
Tuvo ganas de borrársela de la cara. Pero se contuvo.
Sea lo que fuere lo que hubiera pasado entre ellos durante la noche, esa mañana volvían a desempeñar sus papeles.
Respiró hondo y se obligó a ronronear.
—Dormí muy bien después de haber hecho el amor —fue hasta el carrito y se sirvió un café al que le añadió leche—. ¿Qué tienes planeado para hoy? —quiso saber.
—Uno de los chicos me invitó a jugar al golf.
— ¿Vas a ir?
Joseph la miró directamente a los ojos.
—Desde luego. ¿Por qué no te relajas por aquí? Más tarde nos reuniremos para almorzar.
______ quiso gritar. No quería que Joseph se fuera. Lo quería con ella... que le contara lo sucedido la noche anterior.
Él se incorporó, se acercó y le pellizcó la mejilla.
—Sé buena chica en mi ausencia.
—Oh, lo seré.
—Quédate aquí para que el sol no te queme esa piel tan bonita.
¿Quedarse dentro? ¿Era una advertencia?
En cuanto se marchó, le costó no ir de un lado a otro de la habitación.
Decidió poner una película de vídeo para enfrascarse en algo durante dos horas aburridas.
Cuando Joseph regresó, ______ sentía como si hubiera perdido medio cerebro.
Y mientras comían él le contó sus hazañas en el campo de golf.
Después, Joseph se levantó y se estiró.
— ¿Qué te parece si damos un paseo por la playa?
—Estupendo.
Joseph le tomó la mano mientras salían al sendero. Tenía los dedos fríos y ella lo miró con expresión de curiosidad, pero él guardó silencio mientras pasaban junto a los malditos jardineros que parecían estar por doquier.
Jardineros. Guardas. Probablemente fuera lo mismo, salvo que las armas de los segundos estaban a la vista.
Nadie los detuvo cuando llegaron a lo alto de la elevación que conducía hasta el océano. Mantuvo la mano de Joseph en la suya mientras descendía por la pendiente arenosa y luego se quedaban contemplando las aguas turquesas sintiendo el viento en la piel.
Joseph se hallaba inmóvil como una estatua.
— ¿Querías hablar? —preguntó ella al final.
—Sí.
— ¿Estaba Dawn en la torre? —inquirió cuando él no se explayó.
—Sí.
—Gracias a Dios.
—La mujer de la que me hablaste... Juanita, apareció para llevarle la cena. Parece que son amigas. Pude oírlas hablar y Juanita le contó que estabas en la isla.
— ¿Está de nuestro lado? —musitó ______.
—Se ofreció a acostarse con uno de los guardas, cuando este se mostró suspicaz. — ¿Tienes un plan para sacar a Dawn? —______, hay cosas que necesito contarte. — ¿Cuáles? —lo miró desconcertada. —Corres peligro.
Nani Jonas
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
wwaaaaaa!!!!
como la dejas ahii
tienes que seguirlaaaaaaaaaa
prfas
como la dejas ahii
tienes que seguirlaaaaaaaaaa
prfas
next to you
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
awww joseph es un amor pero porque no se lo dice a la rayiz porque no le dice que la ama y porque la rayiz esta en peligro por Reynard o por dios que pasara siguela pronto
aranzhitha
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
nooo el depravado de reynald va detras de la rayis...pobresita...y con joe q no dice nada q fastidiooo
siguelaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaa
Julieta♥
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
Capitulo 24
El cuerpo de _______ se tensó. ¿En peligro de qué?
Estudió el rostro de Joseph, pero antes de que él pudiera decir algo más, una sombra bloqueó el sol. Los dos se volvieron para ver a un guarda de seguridad en la cima de la elevación.
Entonces el hombre habló.
—El señor Reynard me envió a pedirles que se reunieran con él esta tarde.
—Será un placer —respondió Joseph. Era la única respuesta que podía dar, a menos que pensaran lanzarse al mar y nadar hasta el continente.
El guarda no volvió a hablar mientras los conducía hasta la mansión. Al pasar delante de una de las piscinas, ______ vio a otros invitados. Todo el mundo alzó la vista con interés mientras los dos seguían al guarda al interior de la casa.
Algo en las expresiones hizo que ______ sintiera como si se dirigiera a su propio funeral.
Atravesaron la zona de recepción y bajaron por el pasillo donde la primera vez habían explorado las habitaciones privadas. Pero el hombre giró hacia otra parte de la mansión. Cruzaron otro ventanal y salieron a un patio hermosamente cuidado y cerrado. Pequeñas palmeras proyectaban su sombra sobre el suelo de cerámica. Otras macetas tenían flores. Y el agua caía desde una pequeña cascada a un estanque donde florecían unos lirios y nadaban peces.
Por el patio había distribuidas unas tumbonas y sillas mullidas. Lo único que quebraba la escena apacible eran los ocupantes: Oliver Reynard y Calista.
—Oh, aquí están —comentó Reynard al verlos entrar—. Joseph, quería mostrarle mi zona de embarcadero, ya que hablamos del traslado del cargamento.
—Cierto —respondió Joseph.
—Estoy seguro de que las mujeres se aburrirán, así que pueden relajarse y charlar mientras nos esperan.
—Oh, bueno —comentó ______. La expresión de Calista era como si quisiera comérsela de almuerzo—. No se me dan muy bien los negocios.
—No tardaremos mucho. Sé que les gustará llegar a conocerse un poco mejor —Reynard palmeó el hombro de Joseph—.Vamos.
______ se acercó al estanque para observar a los peces entre la flora acuática.
— ¿Quieres darles de comer? —preguntó Calista.
—Mmm, claro.
La mujer le llevó una rebanada de pan de la cesta que había en la mesa. En cuanto los peces la vieron, se congregaron en el borde del estanque. Calista rompió un trozo y se lo arrojó. Los peces pelearon por capturarlo.
—Tu turno —dijo la amante de Reynard, alargándole el pan.
No hubo manera de evitar que sus dedos se rozaran cuando ______ lo aceptó. Retiró con rapidez la mano y se puso a alimentar a los peces.
— ¿Puedo ofrecerte algo para beber? ¿O para comer?
—No, gracias, acabo de terminar de almorzar.
—Bueno, yo quiero algo fresco, Y me sentiría rara si no te unieras a mí.
—Muy bien —______ asintió.
— ¿Qué te apetece?
—Mmm, té con hielo.
—Excelente. Tenemos una maravillosa mezcla tropical que Oliver reserva para los invitados especiales. Yo beberé un ponche de ron -—se dirigió a la mesa de hierro forjado e hizo sonar por dos veces una campanilla. Al instante apareció un hombre con uniforme de camarero—. Bennett, queremos beber algo. Y también un poco de esa maravillosa macedonia que tomamos después de la comida. A la señorita Griffin un té con hielo, y para mí un ponche de ron.
—Muy bien —el hombre dio la vuelta y se marchó.
Calista apartó una silla y se sentó. ______ hizo lo mismo.
— ¿Cómo fue vuestra noche... después de que os marcharais? —preguntó la amante de Reynard.
—Bien.
Calista le sonrió como si compartieran una broma privada.
Llegaron las bebidas junto con la fruta.
— ¿Cuándo crees que volverán? —quiso saber ______ mientras echaba azúcar líquida en el té.
—No tardarán mucho.
______ bebió un sorbo. Sabía extraño.
— ¿Qué clase de té es? —preguntó.
—Nuestra mezcla especial.
Con cautela, probó otro sorbo, y luego dejó la copa y pinchó un trozo de sandía con un palillo.
Calista la observaba con atención. Durante un rato hablaron de cosas intrascendentes, pero la mujer parecía tensa.
— ¿Qué sucede? —quiso saber ______.
—Oliver se irritará si no cumplo con mi tarea de anfitriona. Por favor, no le digas que no te ha gustado el té.
—Oh, desde luego que no —aceptó _____, bebiendo un poco más. Lo que realmente quería hacer era verter el brebaje en la planta más cercana.
Calista pareció relajarse.
—Deberías haber aceptado mi primer consejo —indicó.
— ¿Sobre qué?
—Disfrutar de lo que tiene la isla.
—Lo hago.
—No lo creo —Calista emitió una risa breve—. Pero te aseguro que lo harás.
— ¿Y eso qué se supone que significa? —quiso saber un poco alarmada.
—Estás a punto de averiguarlo —se encogió de hombros.
De pronto ______ sintió la garganta seca. Alargó la mano hacia la copa de té y dio otro sorbo. Sentía la cabeza nebulosa y el corazón le martilleaba.
—No me siento bien —musitó—.Creo que regresaré a la villa —las palabras sonaron densas a sus oídos.
Algo no funcionaba bien. Se preguntó si Calista había envenenado el té. La preocupación adquirió dejes de pánico. Ya no pensaba con mucha claridad. Pero lo que dominaba su mente era la idea de regresar a la villa y vomitar lo que había ingerido.
El cuerpo de _______ se tensó. ¿En peligro de qué?
Estudió el rostro de Joseph, pero antes de que él pudiera decir algo más, una sombra bloqueó el sol. Los dos se volvieron para ver a un guarda de seguridad en la cima de la elevación.
Entonces el hombre habló.
—El señor Reynard me envió a pedirles que se reunieran con él esta tarde.
—Será un placer —respondió Joseph. Era la única respuesta que podía dar, a menos que pensaran lanzarse al mar y nadar hasta el continente.
El guarda no volvió a hablar mientras los conducía hasta la mansión. Al pasar delante de una de las piscinas, ______ vio a otros invitados. Todo el mundo alzó la vista con interés mientras los dos seguían al guarda al interior de la casa.
Algo en las expresiones hizo que ______ sintiera como si se dirigiera a su propio funeral.
Atravesaron la zona de recepción y bajaron por el pasillo donde la primera vez habían explorado las habitaciones privadas. Pero el hombre giró hacia otra parte de la mansión. Cruzaron otro ventanal y salieron a un patio hermosamente cuidado y cerrado. Pequeñas palmeras proyectaban su sombra sobre el suelo de cerámica. Otras macetas tenían flores. Y el agua caía desde una pequeña cascada a un estanque donde florecían unos lirios y nadaban peces.
Por el patio había distribuidas unas tumbonas y sillas mullidas. Lo único que quebraba la escena apacible eran los ocupantes: Oliver Reynard y Calista.
—Oh, aquí están —comentó Reynard al verlos entrar—. Joseph, quería mostrarle mi zona de embarcadero, ya que hablamos del traslado del cargamento.
—Cierto —respondió Joseph.
—Estoy seguro de que las mujeres se aburrirán, así que pueden relajarse y charlar mientras nos esperan.
—Oh, bueno —comentó ______. La expresión de Calista era como si quisiera comérsela de almuerzo—. No se me dan muy bien los negocios.
—No tardaremos mucho. Sé que les gustará llegar a conocerse un poco mejor —Reynard palmeó el hombro de Joseph—.Vamos.
______ se acercó al estanque para observar a los peces entre la flora acuática.
— ¿Quieres darles de comer? —preguntó Calista.
—Mmm, claro.
La mujer le llevó una rebanada de pan de la cesta que había en la mesa. En cuanto los peces la vieron, se congregaron en el borde del estanque. Calista rompió un trozo y se lo arrojó. Los peces pelearon por capturarlo.
—Tu turno —dijo la amante de Reynard, alargándole el pan.
No hubo manera de evitar que sus dedos se rozaran cuando ______ lo aceptó. Retiró con rapidez la mano y se puso a alimentar a los peces.
— ¿Puedo ofrecerte algo para beber? ¿O para comer?
—No, gracias, acabo de terminar de almorzar.
—Bueno, yo quiero algo fresco, Y me sentiría rara si no te unieras a mí.
—Muy bien —______ asintió.
— ¿Qué te apetece?
—Mmm, té con hielo.
—Excelente. Tenemos una maravillosa mezcla tropical que Oliver reserva para los invitados especiales. Yo beberé un ponche de ron -—se dirigió a la mesa de hierro forjado e hizo sonar por dos veces una campanilla. Al instante apareció un hombre con uniforme de camarero—. Bennett, queremos beber algo. Y también un poco de esa maravillosa macedonia que tomamos después de la comida. A la señorita Griffin un té con hielo, y para mí un ponche de ron.
—Muy bien —el hombre dio la vuelta y se marchó.
Calista apartó una silla y se sentó. ______ hizo lo mismo.
— ¿Cómo fue vuestra noche... después de que os marcharais? —preguntó la amante de Reynard.
—Bien.
Calista le sonrió como si compartieran una broma privada.
Llegaron las bebidas junto con la fruta.
— ¿Cuándo crees que volverán? —quiso saber ______ mientras echaba azúcar líquida en el té.
—No tardarán mucho.
______ bebió un sorbo. Sabía extraño.
— ¿Qué clase de té es? —preguntó.
—Nuestra mezcla especial.
Con cautela, probó otro sorbo, y luego dejó la copa y pinchó un trozo de sandía con un palillo.
Calista la observaba con atención. Durante un rato hablaron de cosas intrascendentes, pero la mujer parecía tensa.
— ¿Qué sucede? —quiso saber ______.
—Oliver se irritará si no cumplo con mi tarea de anfitriona. Por favor, no le digas que no te ha gustado el té.
—Oh, desde luego que no —aceptó _____, bebiendo un poco más. Lo que realmente quería hacer era verter el brebaje en la planta más cercana.
Calista pareció relajarse.
—Deberías haber aceptado mi primer consejo —indicó.
— ¿Sobre qué?
—Disfrutar de lo que tiene la isla.
—Lo hago.
—No lo creo —Calista emitió una risa breve—. Pero te aseguro que lo harás.
— ¿Y eso qué se supone que significa? —quiso saber un poco alarmada.
—Estás a punto de averiguarlo —se encogió de hombros.
De pronto ______ sintió la garganta seca. Alargó la mano hacia la copa de té y dio otro sorbo. Sentía la cabeza nebulosa y el corazón le martilleaba.
—No me siento bien —musitó—.Creo que regresaré a la villa —las palabras sonaron densas a sus oídos.
Algo no funcionaba bien. Se preguntó si Calista había envenenado el té. La preocupación adquirió dejes de pánico. Ya no pensaba con mucha claridad. Pero lo que dominaba su mente era la idea de regresar a la villa y vomitar lo que había ingerido.
Nani Jonas
Re: "Compañeros De Trabajo" - Joe y tu Terminada
aww esa calista le hecho algo al té si yo decia nunca a que beber lo que un extraño te de, nunca sabes que le puedn poner aww que pasara siguela pronto
aranzhitha
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