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Ahí estaba de nuevo. Con las sábanas blancas tapando mi cuerpo casi desnudo, mi ropa tirada por toda la habitación, y una botella de vino vacía en la mesa de noche, contemplando su espalda mientras se colocaba el pantalón, deseando no ser tan tonta. 
Era todo en él. Desde sus ojos grises hasta su voz ronca. La barba de varios días que casi siempre me hacía cosquillas mientras me besaba, el conjunto de lunares que adornaban su rostro, cuello y pecho, los tatuajes, y la forma en la que sus ojos se achinaban mientras sonreía. Todo en él era capaz de convertir las mariposas que revoloteaban en mi estómago en abejas asesinas. 
Ese fin de semana no habíamos ido a ninguna fiesta. Al menos yo no. Mi hermano había sido el encargado de poner nuestra casa y mucho alcohol, y como Ezra no se perdía nada que tuviese música, bebidas y mujeres, había asistido, aunque la verdad era que no tenia ni la mínima idea cómo se había enterado ni cómo había echo para entrar porque él no era amigo de mi hermano.
Lo nuestro era una patética rutina. Él llegaba a la fiesta, encaraba a la mitad de las mujeres presentes, yo lo observaba desde lejos mientras tomaba alguna que otra cosa para poder soportar el dolor que me producía no poder tenerlo sólo para mí, y luego, cuando ya estaba cansado o simplemente ninguna se abría de piernas como él quería, venía hacia mi y yo caía. 

—¿Qué hora es?— pregunté, fingiendo que acababa de despertarme cuando en realidad había estado mirando como se vestía todo este tiempo. Sus ojos se encontraron con los míos volviéndome loca. ¿Qué debía hacer para tenerlo? 
—Medio día— respondió cortante— Deberías irte— Casi había olvidado como terminaba todo. Él simplemente se marchaba sin explicación alguna y no lo volvía a ver hasta que no me lo cruzaba en alguna fiesta o en la misma Facultad. 

Ni un mensaje, ni una llamada. 
Recogió mi vestido y mis zapatos y los dejó junto a mí. Eso era lo máximo que podía hacer para seguir entre la delgada línea de “rompecorazones” y “caballero”.  Ezra Lancaster sabía cómo debía comportarse con las mujeres, pero sobretodo, sabía cómo salir ganando siempre. 
Lo odiaba. 
Odiaba no poder ser lo suficientemente buena para él. Odiaba ser siempre la última opción. Odiaba ser tan débil y en vez de olvidarlo con algún otro o con nadie, seguía cayendo en su cama con la esperanza de que cuando despertara me confesara que estaba loco por mi, que me amaba y que quería estar la vida entera conmigo. Odiaba no poder ser una persona normal y seguir creyendo en cuentos de hadas. 
Mis amigas tenían razón: Yo era una niña enamorada de un estúpido que solo dejaba cicatrices en mi corazón. 

—La pasé bien— solté antes de que saliera de la habitación, seguramente para volver a su departamento. 
—Es solo sexo, Roseline. No te olvides— respondió con una sonrisa cínica en su rostro. 
 —Para ti es solo sexo, Ezra— me levanté de la cama ignorando el hecho de que él pudiera verme medio desnuda. Ya no me interesaba eso. Tomé mi vestido y me lo pasé por la cabeza rápidamente. —¿No piensas decir nada? — pregunté cuando me percaté de que no se había ido aún. El muy pervertido se debía estar divirtiendo un poco más mientras me cambiaba. 
—¿Qué quieres que diga? Ya te dije, es sólo sexo para mí. Probablemente me olvide en un par de horas. 
—¿Tan poca cosa soy?— él no dijo nada. Ni lo negó ni lo afirmó. Uno de mis zapatos salió volando de mi mano hacía él, pero Ezra fue más rápido y lo esquivó— Vete a la mierda— su risa me puso pelos de puntas— La próxima vez lo pensaré dos veces antes de tener "solo sexo" contigo en cualquier hotelucho. 
—Vamos, Roseline. Sabes muy bien como yo que no puedes resistirte—  Le tiré mi otro zapato y él volvió a esquivarlo.
Ezra seguía riéndose. Seguro que nuestros gritos se escuchaban hasta en la recepción. 
—Tú no puedes resistirte, idiota. Todo el mundo sabe que ya las mujeres no caen a tus píes como lo hacían antes. Estas viejo y demacrado. 
—¿Con qué cara me decis eso? Si yo no accediera a acostarme contigo probablemente aún serias virgen— esta vez fui yo la que soltó una carcajada. 
—Tus amigos no dicen lo mismo...
—Entonces, la próxima me avisas y yo te presento a alguno. Seguro que estarán felices de pasar por tu piernas— apreté mi labio inferior entre mis dientes. Ya no tenía nada para tirarle. 
—¡Genial!—logré articular. Las lágrimas picaban en mis ojos pero no lloraría frente a él. —Será lindo ver tu cara cuando yo esté dividiéndome con tus amigos y tú estés solo. Porque siempre vas a estar solo, Ezra. Ya no eres lo mismo que antes. Ahora solo te ven como el grandote que está a punto de recibirse que continúa asistiendo a fiestas y emborrachándose como si fueses un adolescente. Estás solo. Nadie te quiere— Sus manos se apretaron en puños. La ira transformó su cara y cuando lo vi caminar hacía mí, pensé lo peor. 

Cerré los ojos con fuerza como si eso fuese hacerme desaparecer y esperé. 
Esperé cualquier cosa, menos el ruido de la puerta abrirse y luego cerrarse. 
Cuando abrí los ojos, él ya no estaba. 
Me tiré en la cama. Quería que la tierra se abriera en ese preciso momento y me tragara para no tener que verle la cara nunca más, para no sentirme tan sola y vacía, porque por más que eso le hubiese dicho a él, yo estaba igual,  para no volver tener “solo sexo” con él. 
Volví a hacerme la promesa de que la próxima sería más fuerte, aunque dudaba mucho en si iba a poder cumplirla o acabaría visitando otro hotel de Los Ángeles. 
Tomé mi teléfono de la mesa de noche y habría el grupo que habíamos creado con mis amigas. 

“¿Alguna en línea?”, pregunté.  Quería que volvieran a repetirme las razones de porqué no debía continuar con Ezra- por más que me las conocía de memoria-.

“Estas loca”, respondió Ariadna. Dejé caer las lagrimas que se habían acumulado en mis ojos. Ella había estado presente cuando Ezra me tomó de la cintura y me susurró al oído lo lindo que me quedaba el vestido negro que había terminado arrancando hace un par de horas atrás porque estaba demasiado borracho como para ponerse a buscar el cierre. 

“Lo se”.  

Me aferré a la almohada sintiendo su olor. Era tan adicta a él. Ezra era mi droga sin dudas. 
Quería quedarme ahí para siempre y consumirme, pero la puerta sonó un par de veces.  
A regañadientes me levanté y caminé hacía la misma. Un hombre de no más de cuarenta años me sonreía mientras se relamía el labio inferior. 
Que asco. 

—La cuenta— se limitó a decir tendiéndome un pedazo de papel. 
Genial. Tendría que pagar yo, otro vez. 
—Gracias— respondí tomando el papel antes de cerrar la puerta. 

Comencé a leer la cuenta encontrando otra razón por la que debía alejarme de él.  Si seguía así, me fundiría. 
Habitación. 
Frutillas con crema. 
Vino. 
¡¿Qué!? ¿Desde cuando yo tomaba vino? 
Nota mental: Dejar de ser tan estúpida.


La clase había sido demasiado aburrida puesto a que la mayoría de los alumnos no habían asistido -algo realmente curioso ya que esa era la última clase que teníamos antes del examen- y la profesora había decidido que no avanzaría demasiado en el tema. 
Lo único que había llamado mi atención lo suficiente como para dejar de tomar nota de lo que la señora Milton decía era Savannah y sus preguntas sobre porqué había desaparecido el sábado y dónde me había metido, aunque ya lo sabía. 
Realmente iba a ser una buena abogada. Había logrado marearme con todas sus preguntas y no se calmó hasta que le pregunté que había hecho ella el sábado. 
Já. Te gané Savannah. 
Ahora caminaba- mejor dicho, corría- por los pasillos de la Facultad rogando por salir de ese lugar, volver a mi casa y encerrarme en mi habitación con mis cosas y todo lo que me daba paz. 
Me dolía la cabeza, los pies y  el estómago. 
No era mi mejor día. 
Todo había empezado cuando bajé a desayunar y mi cereal se había acabado, también el café y el juego de naranja. Mi auto se había quedado a medio camino porque se le había pinchado un neumático y mi vestido se había levantado a mitad de la calle producto de una ráfaga de viento maldita que jugó conmigo y vaya que se divirtió. 
Todo eso sumado al horrible fin de semana.
Había considerado el hecho de volver a mi casa, hacerme la enferma y faltar, pero: uno, eso era cosa de chicos; dos, tenía exámenes y si faltaba luego no entendería nada; y tres, no podía dejar que él me afectará a ese punto. 
Bajé las escaleras que conducían a la salida de la Facultad de Abogacía y al gran campus donde se encontraba la misma, encontrándome con mi mejor amigo y casi hermano. 
Aún no había descubierto cuál era el acondicionador que utilizaba para tener un cabello así: sedoso y con brillo. Todo lo contrario al mío que todos los días me daba un dolor de cabeza para peinarlo y a veces me ganaba. Hoy, por ejemplo. 

—¿Todo bien?— pregunté cuando llegué a su lado, haciendo mi mejor intento por parecer normal y no como una persona demacrada que había perdido el gusto por vivir, porque vamos... esa era la mejor descripción de mí misma. 
—¿Bien?— soltó con su típica mirada reprobatoria, llena de decepción. 

Oh no, él también. 

—Dylan... 
—Cierra la boca, Rosie. No vengas con pretextos porque ya me los sé de memoria. ¿En qué estabas pensando? ¿Acaso te gusta que te traten como basura? Porque eso es lo que hace Ezra contigo. ¿Cuando aprenderás a valorarte? Eres mucho más que ese pedazo de mierda, Roseline. 
—Yo... Yo no estaba pensando realmente— admití. Si me ponía a analizar, le había dicho que sí porque estaba borracha y porque deseaba que me besara tal y como lo había hecho con Susan antes de que ella lo rechazará comentándole que tenía novio y que estaba enamorado de él. Ahora me daba asco haber besado sus labios luego de que había compartido saliva con la zorra más grande del campus. 
—¡Por supuesto que no estabas pensando! Oh Dios, si yo hubiese estado ahí te hubiese arrastrado hasta el baño y te hubiese metido dentro de la ducha con agua bien fría para que se te pasara la calentura. 
—¡No me trates como una puta! —grité. Mis ojos habian comenzado a arder. 
Ése era mi límite. No permitiría que mi mejor amigo me catalogara de puta porque era algo que no podía soportar. 

—Eso es lo que demuestras ser cada vez que te vas con él— las lágrimas comenzaron a caer no por la crueldad de sus palabras, sino porque tenía razón. 

¿Acaso nadie era capaz de entender que estaba malditamente enamorada de Ezra? ¿Qué su amor me hacía sentir viva porque sin él no era más que una aburrida estudiante de Abogacía? Él era mi matiz de color en esta vida gris. 

—Deja de llorar, Roseline. Sabes muy bien que lo que te estoy diciendo es verdad. Debes dejar ese estúpido enamoramiento de lado porque va a terminar matándote algún día y ahí si tendrás motivos suficientes para llorar... 
—¡Basta!— lo interrumpí. Por suerte, no había nadie a nuestro alrededor. No quería que nadie más viniera y me juzgara por ser tan tonta e ingenua. —Detente por favor... 
—¿Y tú cuando vas a detenerte, Rosie?— Su mirada pasó de ser fría y exigente, a una dulce, casi maternal. 
—Es muy fácil decir lo que está bien y lo que está mal sin parar un segundo y ponerse en los zapatos del que está sufriendo. Es muy fácil juzgar cuando no lo estas viviendo, Dylan. 

Y si me preguntas si estoy haciendo lo correcto, probablemente te responda que no tengo ni la menor idea... Porque hago lo que puedo, lo que sé, lo que me sale. Solo sé que si me quedo de brazos cruzados explotaré algún día. 
Sé muy bien que Ezra no es lo mejor y que en algún lugar de éste maldito mundo hay alguien que podría amarme como yo lo amo a él. Pero no quiero a nadie más que no sea él.... De alguna extraña manera, me hace sentir viva—solté. Él parpadeó un par de veces intentando asimilar cada palabra. No esperaba que lo entendiera, solo quería que supiera como me sentía. 

—¿A qué le llamas sentirse vivo, Rosie?— preguntó él— ¿A ser ignorada o a tener sexo? Sabes que te amo, eres mi mejor amiga y me duele tener que decirte todo esto, pero si no lo hago corro el riesgo de tener que soportarte por meses en pijama, pantuflas y toda despeinada, llorando hasta quedarte dormida. 
 
Lo miré mal. Él no era la mejor persona para dar consejos. Aún le costaba asumir lo que realmente era y que quería hacer con su vida. 

—No me hables de eso, Dylan. Al menos no cuando no puedes manejar ni tus propios problemas— dije recuperando la compostura y dignidad- algo que solo fingía tener puesto que la había dejado en algún hotel de Nueva York-. 
—No importa ahora quien es mejor y peor. Estamos hablando de ti. Debes aprender a valorarte. Eres genial, Rosie— me halagó. 

Si con eso piensas ganar, Dylan, vas por mal camino. 

—Lo único que quiero ahora es desaparecer—  respondí, acomodando mi bolso en el mi hombro derecho para luego comenzar a caminar hacia mi casa, ignorando por completo los llamados de mi amigo. 

Saqué los audiculares y los conecté al celular. La música me ayudaría por un rato. 
¿Sería demasiado exagerada si pidiera un translado a Europa? Sí. Exagerada y cobarde. 
Quizás si cambiaba de turno y dejaba de asistir a fiestas o reuniones dejaría de verlo. 
Suspiré antes de cruzar la calle que daba por finalizado el campus universitario. 
Si todo fuese tan fácil el ser humano ya hubiese descubierto la cura contra el cáncer, habría construido una cuidad en la luna y hubiese descubierto como conservar el agua de los glaciares.

Spoiler:

Lily luce como una diosa en la fotito.  Wow, Prisc, definitivamente no tengo palabras para expresar todo lo que me hiciste sentir a lo largo de tu capítulo. Lo único que puedo decir es que fue de lo más hermoso  ah, mentira, tengo muchas más cosas que decirte. La verdad es que, a diferencia de ti (y quizá la mayoría de las chicas), no odio a Ezra :( me gusta su forma de ser y su nombre, me encantan los antagonistas; a veces me agradan más que el propio personaje principal. Rosie me ha cautivado con su forma de ser, aunque es un poco testaruda, y creo que debería quererse un poquito más a sí misma y buscarse a alguien que de verdad la aprecie por quien es. Amo tu forma de narrar todo lo que sucedió, me pareció todo tan bonito; te juro que no pude despegar mis ojos del monitor mientras leía lo que has escrito, Prisc. Valió la pena esperar un par de días por un capítulo tan maravilloso como este. Espero la sigan pronto, estoy enamorada de esta colectiva, omg.
Besos y abrazos a todas.  

Lo sé, por eso la elegí. Amo su pelo corto. Ok. A mi me gusta Ezra, es decir, me gusta el personaje. Siento que le da algo a la novela. Además de que es muy real, porque si nos ponemos a pensar muchos chicos son como Ezra, así como muchas chicas son como Rosie. Pero obvio que si vamos por el lado sentimental, definitivamente no quería a un Ezra en mi vida.
Gracias por tus palabras Lily. Las aprecio muchísimo porque vos sos una gran escritora y que me digas eso... idk, me emociona.
Si, la verdad es que las hice esperar mucho. Pero acá estamos, ya empezamos y por nada en el mundo voy a dehar que esto fracase. Si lo hace tienen el derecho de tirarme una silla por la cabeza.
Esperamos a Pam que seguro esta igual que yo con los examenes finales. Besos ♡
 

 sip, al fin subí. Siento mucho haberlas hecho esperar tanto tiempo, pero bueno, a veces uno quiere hacer todo y no le sale nada.
Yo también lo odio. Seguro que si estaba en la situación de Rosie no solo le tiraba los zapatos por la cabeza, le tiraba cualquier cosa que encontrara. Rosie esta ciega de amor, pero bueno, de eso se trata esta nc. A mi tambien me ilusiona mucho, y realmente deseo que no se estanque bc hace mucho tiempo que ando con esta idea en la cabeza y me gustan mucho todos los roles que hay. Esperamos a Pam. Besos Vic ♡.

Gracias Dani. Espero que estés mejor. Cualquier cosa sabes que contas conmigo. Besos ♡

Espero que te haya ido bien, y que la solución que te di te haya sanado por asi decirlo. Posta que es re bueno. Se lo recomiendo a todos porque osea Matty Healy es la solución a todo. Jajajaja. Gracias bby. Besos ♡