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La Dulce Vengansa Joe y Tu
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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La Dulce Vengansa Joe y Tu
Capitulo 1
"¿D-Disculpa?" tartamudeó _______ _______. Sus ojos ambarinos se abrieron como platos mientras miraba al hombre que tenía enfrente, sentado ante el lujoso escritorio de roble. Seguramente no había oído bien. Bajo ningún concepto...
"Ya me has oído," murmuró. Su intensa mirada se clavó en la suya con expresión inquietante.
"No lo diré dos veces." ______ le miró boquiabierta, demasiado aturdida para hablar. No podía creer lo que estaba oyendo, no podía creer que ese hombre, Joseph Adam Jonas, estuviese sugiriendo-mejor dicho, exigiendo- semejante cosa. En cualquier otra situación su respuesta habría sido "si". Bajo estas circunstancias su orgullo sólo le permitía decir... "No." Sacudió la cabeza, tragando bruscamente al mirarlo.
"No me utilizarás de esa manera, Joe. No puedo creer que te atrevas siquiera a sugerirlo," susurró. Arqueó las cejas, pero, por lo demás, permaneció tranquilo e impasible. Su mirada arrogante recorrió todo su cuerpo de arriba a abajo, desnudándola. Esto era demasiado teniendo en cuenta que había pensado que tendrían un encuentro improvisado, pensó. La manera en que él intentaba dominar la situación no tenía nada de improvisado.
Apretó los dientes con fuerza pensando que el muy bastardo probablemente estaría disfrutando un montón con su incomodidad. ¿Pero, acaso podía culparlo? Si las circunstancias fueran a la inversa, pensó, no sabía como lo trataría. Joe , suspiró. El hombre que había protagonizado más sueños húmedos durante su adolescencia de los que podría recordar, finalmente se había fijado en ella como mujer. Tenía treinta años y había esperado mucho, mucho tiempo para que este momento se hiciese realidad. Pero ahora que había llegado, pensó malhumoradamente, tenía que rechazarlo. Se percató de la ironía.
A los cuarenta estaba quizás aún más guapo que la primera vez que le había puesto la vista encima con trece años. Se había enamorado instantáneamente de él, un hombre de veintitrés años, pero no había necesitado una gran experiencia social para darse cuenta de que esta atracción era y sería siempre unilateral.
Los hombres con el aspecto de Joe no se conformaban con mujeres como _______ ________.
Ni siquiera si esa mujer era la hija del hombre más rico de Atlanta, Georgia.
Si había una cosa que _____ había aprendido relacionándose desde niña con la crème de la crème de la sociedad, era que los hombres atractivos y poderosos deseaban esposas trofeo, hermosas, altas y esqueléticas. Deseaban mujeres que comieran ensalada y bebieran agua mineral y que se creyesen que eso era una comida-no una mujer que comía filetes y patatas al horno (rebosantes de mantequilla y nata, por supuesto), bebía refrescos con azúcar, y gozaba de todo esto sin el más mínimo remordimiento. Deseaban mujeres con extremidades lo bastante largas como para abarcar el tronco de un árbol-no una mujer cuyas piernas eran más cortas que el tocón de un árbol talado. Suspiró. Estaba claro que nunca sería exquisitamente femenina.
_____ caminó hacia la puerta de la oficina, y después se paró a medio camino. Volteó la cabeza, mirándolo por encima del hombro.
"Independientemente de lo que decidas hacer" dijo suavemente, "quiero que sepas que estoy y he estado siempre en contra de lo que te hizo mi padre." Le dio la impresión de que su mirada tensa se relajaba levemente pero no podría asegurarlo. "Y no hablo por hablar".
De hecho, ella había sido la principal defensora de Joe. Cuando su padre le dio la espalda a su joven protégé, echándolo como si fuese un trasto viejo sólo para ganar un dinero fácil, se murió de verguenza. Pasaron muchos años antes de que pudiera perdonarlo y relacionarse con él como se supone que deben hacerlo padre e hija. Y aún así, habían pasado algunos años más antes de que la tensión entre ellos se relajase.
"Adiós, Joe" susurró, continuando su camino hacia la puerta. Suspiró. Desearía que las cosas hubieran resultado de otra manera. Y sobretodo desearía haber podido cumplir sus fantasías de acostarse con Joe sin que ésto fuera el resultado de un sacrificio por su familia. Pero a los ojos de Joe Jonas, estaba segura, uno de los _______ tenía que pagar por los pecados paternos. Y puesto que su padre estaba muerto y ahora era ella la dueña de ________ Chemicals, francamente, sólo había una mujer que pudiese pagar por ellos.
Llegó hasta la gran puerta doble de la elegante oficina y se dispuso a abrirla. De repente, una brusca palmada sonó contra la viga de madera justo encima de su cabeza e hizo que se detuviese. Tragó saliva con nerviosismo, al sentir el calor irradiado por el cuerpo enorme que se apretaba contra su espalda. Juraría que estaba excitado. Por ella como mujer o por el poder que ejercía sobre ella-o por ambas razones-no sabría decirlo.
"Piensa bien lo que haces, _______," murmuró. "Tu madre y tu hermano confían en que tomes la mejor decisión para todos." Se debatió entre la excitación y la cólera. Excitación porque era la primera vez que lo escuchaba llamarla familiarmente "_________" en lugar de "____". Cólera porque acababa de dar por hecho que su madre y su hermano eran tan codiciosos como su padre. Y venció la cólera.
"Mi madre," dijo con voz agria, "nunca me perdonaría que me dejase utilizar como una puta común." Sus fosas nasales se abrieron. "Y mi hermano pensaría lo mismo.
"Ya veo," gruñó Joe junto a su oreja. Podía sentir sus ojos intensos e inteligentes taladrando su cráneo. Analizando. Evaluando. Calculando. Eso era lo que mejor se le daba. Ese era el motivo de que, a diferencia del montón de ex-empleados que su padre había engañado, Joe Jonas se las hubiese arreglado para abrirse paso hasta la cima. Ahora ella estaba a su merced."¿Pero qué crees tú que es lo mejor?, querida _____." Posó una mano sobre su hombro, frotándolo, acariciándolo. "¿Cuál es la mejor decisión ejecutiva que puedes tomar, la mejor para ti? Tu familia tiene tanto que perder. Es decir," concluyó," puedo enterrar el pasado, así tu familia, corrupta o no, podrá continuar con el ritmo de vida al que se ha acostumbrado.
El cuerpo de _______ se tensó. "Quieres que sea tu puta," dijo en voz baja. "Independientemente de lo que pienses de mi familia, me educaron para algo mejor que eso."
"Eras la niña de papá," murmuró contra su oído. Se apretó más contra ella, su gruesa erección presionando contra su espalda. "No tengo ninguna duda de que Lorenzo te educó para que fueses todo lo que él no pudo ser."
Lo que hacía aún más dulce su venganza contra la familia ________, pensó ella sombríamente. A los ojos de Joe ella era dulce e inocente-una auténtica dama de la alta sociedad.
Y, en todos los sentidos de la palabra, un auténtico chivo expiatorio. Su columna vertebral se tensó.
De repente, todo cobró sentido. Súbitamente, entendió por qué un hombre que lo tenía todo, un hombre que podría poseer a cualquier mujer que se le antojase, quería tenerla como amante... Porque ella no era en absoluto como su padre. Y porque tenía la esperanza de que Lorenzo _______, el hombre que lo había traicionado, se enterase desde la tumba de que Taylor Jacob había conseguido convertir a su querida ______ en el mismo tipo de persona que Lorenzo había sido en vida-una vulgar puta que haría cualquier cosa por dinero.
"¿Qué quieres de mí?" masculló. "¿Sexo? ¿Cuántas veces? ¿Y hasta cuando?" ________ giró sobre los talones, clavando sus ojos ardientes en los suyos. Con más de metro ochenta de estatura, era casi treinta centímetros más alto que su uno cincuenta y cinco así que tuvo que empujarlo un poco hacia atrás para poder mirarlo a los ojos, pero en ese momento estaba demasiado enfadada como para sentirse intimidada por eso.
"¿Cuántas cosas te tendría que aguantar?" escupió. Joe sonrió, un gesto arrogante diseñado para enfurecerla aún más. Y lo consiguió.
"¿Bien?" chilló. "¡Continúa con tus exigencias! No puedo dejar a mi familia en la calle cuando está en mis manos evitarlo y tú lo sabes condenadamente bien. Dime tan solo qué diablos quieres de mi, "gritó con furia," y lo tendrás."
Él se rió entre dientes y sus intensos ojos recorrieron hasta el último rincón de su cuerpo.
Su mirada peligrosa se detuvo en sus pechos, memorizando el contorno de sus pezones. "Quiero mucho más de ti que sexo, ________," dijo suavemente. Demasiado suavemente. "Lo quiero todo."
Ella tragó con un nudo en la garganta. "¿Que quieres decir exactamente?" dijo casi sin fuerzas. Sus pechos se endurecieron bajo su mirada. "No estoy de humor para acertijos." Él arqueó las cejas, pero no dijo nada. Metió las manos en los bolsillos de su exclusivo traje italiano y la miró fijamente.
"Todo," murmuró, "significa exactamente eso." Su mandíbula se endureció. "El sexo no es suficiente, mi __________. Ni por asomo es suficiente."
Ella se ruborizó, sintiéndose como un tonta pues durante un momento había pensado que Joe Jonas quería acostarse con ella. Qué idea más ridícula, concedió. Se mordió el labio. Podría tener a cualquier mujer que deseara. Ya tenía que estar muy necesitado para tirarse a alguien tan corriente como ella.
"Oh, no pienses que te has librado," gruñó, creyendo que la mirada que le había dirigido era de alivio. "Te follaré cuando y como me dé la gana. Pero el sexo sólo es una mínima parte de tu penitencia, querida."
Vaciló y la preocupación ensombreció sus rasgos de nuevo. "¿Qué quieres decir exactamente?" murmuró. "Ahora sí que no te entiendo."
"Quiero ser tu dueño," dijo simplemente, sin andarse por las ramas. Sus ojos se clavaron en los suyos, su expresión de nuevo perturbadora. "Casarme contigo, dejarte preñada, tener todo el control sobre tu cuerpo..."
Sus ojos verdes se abrieron de par en par. Era lo último que había esperado oír. ¿Casarse con ella? No necesiba casarse para asumir el control de _______ Chemicals.
"Con la coyuntura actual, sólo tenía que decirle una palabra al banco y a la junta directiva y la empresa sería toda suya. "...y Lorenzo se enterará desde la tumba que no sólo he tenido éxito colándome en su preciosa compañía sino también en su jodida línea sanguínea."
_______ lo miró sin comprender, demasiado atontada como para reaccionar. El magnífico plan de Joe estaba más allá de cualquier cosa que ella se hubiese podido imaginar. Estaba más allá, lo sobrepasaba y se adentraba en el puro surrealismo.
"¿Estás loco?" susurró. "No puedes desear realmente casarte conmigo. ¿Por que ibas a condenarnos a ambos a una eternidad de..."
"El momento de las preguntas y las respuestas ha terminado," anunció con arrogancia, una ceja oscura levantada. "Tienes dos opciones, querida. Sé de mi propiedad y yo dejaré en paz a tu familia. O rechaza la oportunidad que te estoy ofreciendo de salvarlos y perderás todo en el proceso. Eres tú quien tiene que tomar la decisión."
Su mirada chocó con sus pechos, luego retrocedió hasta su cara. "Tómala y hazlo rápido."
Parpadeó, incapaz de formular un pensamiento coherente y aún menos de tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre. "¿Por qué hablas de propiedad?" dijo débilmente. "El matrimonio no es exactamente propiedad..."
"El mío lo será." El mío. No el nuestro. Había captado perfectamente el uso del posesivo.
Los ojos calculadores de Joe bajaron de nuevo, devorando sus pechos, buceando en su sexo cubierto por el pantalón.
"Me follarás cuando y como yo quiera. Complacerás cada uno de mis caprichos y satisfarás mis más perversas fantasías." Su cuerpo reaccionó a sus palabras, excitándose en contra de su voluntad. "Me darás tantos hijos como yo te diga. Harás lo que te mande. Nunca mirarás ni tocarás sexualmente a otro hombre... " Sus ojos penetrantes se clavaron en los de ______. "Seré tu dueño," murmuró. "Por completo." Ella tragó con dificultad, los ojos abiertos de par en par. "Hazme saber tu decisión, Srta. _______." Su mandíbula estaba tensa, la mirada dura. "El tiempo comienza a contar, y ya comienzo a impacientarme. "
"¿D-Disculpa?" tartamudeó _______ _______. Sus ojos ambarinos se abrieron como platos mientras miraba al hombre que tenía enfrente, sentado ante el lujoso escritorio de roble. Seguramente no había oído bien. Bajo ningún concepto...
"Ya me has oído," murmuró. Su intensa mirada se clavó en la suya con expresión inquietante.
"No lo diré dos veces." ______ le miró boquiabierta, demasiado aturdida para hablar. No podía creer lo que estaba oyendo, no podía creer que ese hombre, Joseph Adam Jonas, estuviese sugiriendo-mejor dicho, exigiendo- semejante cosa. En cualquier otra situación su respuesta habría sido "si". Bajo estas circunstancias su orgullo sólo le permitía decir... "No." Sacudió la cabeza, tragando bruscamente al mirarlo.
"No me utilizarás de esa manera, Joe. No puedo creer que te atrevas siquiera a sugerirlo," susurró. Arqueó las cejas, pero, por lo demás, permaneció tranquilo e impasible. Su mirada arrogante recorrió todo su cuerpo de arriba a abajo, desnudándola. Esto era demasiado teniendo en cuenta que había pensado que tendrían un encuentro improvisado, pensó. La manera en que él intentaba dominar la situación no tenía nada de improvisado.
Apretó los dientes con fuerza pensando que el muy bastardo probablemente estaría disfrutando un montón con su incomodidad. ¿Pero, acaso podía culparlo? Si las circunstancias fueran a la inversa, pensó, no sabía como lo trataría. Joe , suspiró. El hombre que había protagonizado más sueños húmedos durante su adolescencia de los que podría recordar, finalmente se había fijado en ella como mujer. Tenía treinta años y había esperado mucho, mucho tiempo para que este momento se hiciese realidad. Pero ahora que había llegado, pensó malhumoradamente, tenía que rechazarlo. Se percató de la ironía.
A los cuarenta estaba quizás aún más guapo que la primera vez que le había puesto la vista encima con trece años. Se había enamorado instantáneamente de él, un hombre de veintitrés años, pero no había necesitado una gran experiencia social para darse cuenta de que esta atracción era y sería siempre unilateral.
Los hombres con el aspecto de Joe no se conformaban con mujeres como _______ ________.
Ni siquiera si esa mujer era la hija del hombre más rico de Atlanta, Georgia.
Si había una cosa que _____ había aprendido relacionándose desde niña con la crème de la crème de la sociedad, era que los hombres atractivos y poderosos deseaban esposas trofeo, hermosas, altas y esqueléticas. Deseaban mujeres que comieran ensalada y bebieran agua mineral y que se creyesen que eso era una comida-no una mujer que comía filetes y patatas al horno (rebosantes de mantequilla y nata, por supuesto), bebía refrescos con azúcar, y gozaba de todo esto sin el más mínimo remordimiento. Deseaban mujeres con extremidades lo bastante largas como para abarcar el tronco de un árbol-no una mujer cuyas piernas eran más cortas que el tocón de un árbol talado. Suspiró. Estaba claro que nunca sería exquisitamente femenina.
_____ caminó hacia la puerta de la oficina, y después se paró a medio camino. Volteó la cabeza, mirándolo por encima del hombro.
"Independientemente de lo que decidas hacer" dijo suavemente, "quiero que sepas que estoy y he estado siempre en contra de lo que te hizo mi padre." Le dio la impresión de que su mirada tensa se relajaba levemente pero no podría asegurarlo. "Y no hablo por hablar".
De hecho, ella había sido la principal defensora de Joe. Cuando su padre le dio la espalda a su joven protégé, echándolo como si fuese un trasto viejo sólo para ganar un dinero fácil, se murió de verguenza. Pasaron muchos años antes de que pudiera perdonarlo y relacionarse con él como se supone que deben hacerlo padre e hija. Y aún así, habían pasado algunos años más antes de que la tensión entre ellos se relajase.
"Adiós, Joe" susurró, continuando su camino hacia la puerta. Suspiró. Desearía que las cosas hubieran resultado de otra manera. Y sobretodo desearía haber podido cumplir sus fantasías de acostarse con Joe sin que ésto fuera el resultado de un sacrificio por su familia. Pero a los ojos de Joe Jonas, estaba segura, uno de los _______ tenía que pagar por los pecados paternos. Y puesto que su padre estaba muerto y ahora era ella la dueña de ________ Chemicals, francamente, sólo había una mujer que pudiese pagar por ellos.
Llegó hasta la gran puerta doble de la elegante oficina y se dispuso a abrirla. De repente, una brusca palmada sonó contra la viga de madera justo encima de su cabeza e hizo que se detuviese. Tragó saliva con nerviosismo, al sentir el calor irradiado por el cuerpo enorme que se apretaba contra su espalda. Juraría que estaba excitado. Por ella como mujer o por el poder que ejercía sobre ella-o por ambas razones-no sabría decirlo.
"Piensa bien lo que haces, _______," murmuró. "Tu madre y tu hermano confían en que tomes la mejor decisión para todos." Se debatió entre la excitación y la cólera. Excitación porque era la primera vez que lo escuchaba llamarla familiarmente "_________" en lugar de "____". Cólera porque acababa de dar por hecho que su madre y su hermano eran tan codiciosos como su padre. Y venció la cólera.
"Mi madre," dijo con voz agria, "nunca me perdonaría que me dejase utilizar como una puta común." Sus fosas nasales se abrieron. "Y mi hermano pensaría lo mismo.
"Ya veo," gruñó Joe junto a su oreja. Podía sentir sus ojos intensos e inteligentes taladrando su cráneo. Analizando. Evaluando. Calculando. Eso era lo que mejor se le daba. Ese era el motivo de que, a diferencia del montón de ex-empleados que su padre había engañado, Joe Jonas se las hubiese arreglado para abrirse paso hasta la cima. Ahora ella estaba a su merced."¿Pero qué crees tú que es lo mejor?, querida _____." Posó una mano sobre su hombro, frotándolo, acariciándolo. "¿Cuál es la mejor decisión ejecutiva que puedes tomar, la mejor para ti? Tu familia tiene tanto que perder. Es decir," concluyó," puedo enterrar el pasado, así tu familia, corrupta o no, podrá continuar con el ritmo de vida al que se ha acostumbrado.
El cuerpo de _______ se tensó. "Quieres que sea tu puta," dijo en voz baja. "Independientemente de lo que pienses de mi familia, me educaron para algo mejor que eso."
"Eras la niña de papá," murmuró contra su oído. Se apretó más contra ella, su gruesa erección presionando contra su espalda. "No tengo ninguna duda de que Lorenzo te educó para que fueses todo lo que él no pudo ser."
Lo que hacía aún más dulce su venganza contra la familia ________, pensó ella sombríamente. A los ojos de Joe ella era dulce e inocente-una auténtica dama de la alta sociedad.
Y, en todos los sentidos de la palabra, un auténtico chivo expiatorio. Su columna vertebral se tensó.
De repente, todo cobró sentido. Súbitamente, entendió por qué un hombre que lo tenía todo, un hombre que podría poseer a cualquier mujer que se le antojase, quería tenerla como amante... Porque ella no era en absoluto como su padre. Y porque tenía la esperanza de que Lorenzo _______, el hombre que lo había traicionado, se enterase desde la tumba de que Taylor Jacob había conseguido convertir a su querida ______ en el mismo tipo de persona que Lorenzo había sido en vida-una vulgar puta que haría cualquier cosa por dinero.
"¿Qué quieres de mí?" masculló. "¿Sexo? ¿Cuántas veces? ¿Y hasta cuando?" ________ giró sobre los talones, clavando sus ojos ardientes en los suyos. Con más de metro ochenta de estatura, era casi treinta centímetros más alto que su uno cincuenta y cinco así que tuvo que empujarlo un poco hacia atrás para poder mirarlo a los ojos, pero en ese momento estaba demasiado enfadada como para sentirse intimidada por eso.
"¿Cuántas cosas te tendría que aguantar?" escupió. Joe sonrió, un gesto arrogante diseñado para enfurecerla aún más. Y lo consiguió.
"¿Bien?" chilló. "¡Continúa con tus exigencias! No puedo dejar a mi familia en la calle cuando está en mis manos evitarlo y tú lo sabes condenadamente bien. Dime tan solo qué diablos quieres de mi, "gritó con furia," y lo tendrás."
Él se rió entre dientes y sus intensos ojos recorrieron hasta el último rincón de su cuerpo.
Su mirada peligrosa se detuvo en sus pechos, memorizando el contorno de sus pezones. "Quiero mucho más de ti que sexo, ________," dijo suavemente. Demasiado suavemente. "Lo quiero todo."
Ella tragó con un nudo en la garganta. "¿Que quieres decir exactamente?" dijo casi sin fuerzas. Sus pechos se endurecieron bajo su mirada. "No estoy de humor para acertijos." Él arqueó las cejas, pero no dijo nada. Metió las manos en los bolsillos de su exclusivo traje italiano y la miró fijamente.
"Todo," murmuró, "significa exactamente eso." Su mandíbula se endureció. "El sexo no es suficiente, mi __________. Ni por asomo es suficiente."
Ella se ruborizó, sintiéndose como un tonta pues durante un momento había pensado que Joe Jonas quería acostarse con ella. Qué idea más ridícula, concedió. Se mordió el labio. Podría tener a cualquier mujer que deseara. Ya tenía que estar muy necesitado para tirarse a alguien tan corriente como ella.
"Oh, no pienses que te has librado," gruñó, creyendo que la mirada que le había dirigido era de alivio. "Te follaré cuando y como me dé la gana. Pero el sexo sólo es una mínima parte de tu penitencia, querida."
Vaciló y la preocupación ensombreció sus rasgos de nuevo. "¿Qué quieres decir exactamente?" murmuró. "Ahora sí que no te entiendo."
"Quiero ser tu dueño," dijo simplemente, sin andarse por las ramas. Sus ojos se clavaron en los suyos, su expresión de nuevo perturbadora. "Casarme contigo, dejarte preñada, tener todo el control sobre tu cuerpo..."
Sus ojos verdes se abrieron de par en par. Era lo último que había esperado oír. ¿Casarse con ella? No necesiba casarse para asumir el control de _______ Chemicals.
"Con la coyuntura actual, sólo tenía que decirle una palabra al banco y a la junta directiva y la empresa sería toda suya. "...y Lorenzo se enterará desde la tumba que no sólo he tenido éxito colándome en su preciosa compañía sino también en su jodida línea sanguínea."
_______ lo miró sin comprender, demasiado atontada como para reaccionar. El magnífico plan de Joe estaba más allá de cualquier cosa que ella se hubiese podido imaginar. Estaba más allá, lo sobrepasaba y se adentraba en el puro surrealismo.
"¿Estás loco?" susurró. "No puedes desear realmente casarte conmigo. ¿Por que ibas a condenarnos a ambos a una eternidad de..."
"El momento de las preguntas y las respuestas ha terminado," anunció con arrogancia, una ceja oscura levantada. "Tienes dos opciones, querida. Sé de mi propiedad y yo dejaré en paz a tu familia. O rechaza la oportunidad que te estoy ofreciendo de salvarlos y perderás todo en el proceso. Eres tú quien tiene que tomar la decisión."
Su mirada chocó con sus pechos, luego retrocedió hasta su cara. "Tómala y hazlo rápido."
Parpadeó, incapaz de formular un pensamiento coherente y aún menos de tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre. "¿Por qué hablas de propiedad?" dijo débilmente. "El matrimonio no es exactamente propiedad..."
"El mío lo será." El mío. No el nuestro. Había captado perfectamente el uso del posesivo.
Los ojos calculadores de Joe bajaron de nuevo, devorando sus pechos, buceando en su sexo cubierto por el pantalón.
"Me follarás cuando y como yo quiera. Complacerás cada uno de mis caprichos y satisfarás mis más perversas fantasías." Su cuerpo reaccionó a sus palabras, excitándose en contra de su voluntad. "Me darás tantos hijos como yo te diga. Harás lo que te mande. Nunca mirarás ni tocarás sexualmente a otro hombre... " Sus ojos penetrantes se clavaron en los de ______. "Seré tu dueño," murmuró. "Por completo." Ella tragó con dificultad, los ojos abiertos de par en par. "Hazme saber tu decisión, Srta. _______." Su mandíbula estaba tensa, la mirada dura. "El tiempo comienza a contar, y ya comienzo a impacientarme. "
Val's Matth.
Re: La Dulce Vengansa Joe y Tu
Ola!!!!!!!!!! Primera lectora!!!
ahhh me enknta xfa sube +
es increible q joe le diga q la quiere embarazar
ohh
siguela!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
xfa pon el primer cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ahhh me enknta xfa sube +
es increible q joe le diga q la quiere embarazar
ohh
siguela!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
xfa pon el primer cap!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
jamileth
Re: La Dulce Vengansa Joe y Tu
chicas mañana me voy de vieje y no llegare en 10 dias asi que les subire el 2 y no subire asta unos 10 dias mas o cuendo tenga mas tiempo ok las quiero adio
Capitulo 2
_______ aceptó vacilantemente la mano de Joe. Sentía la boca seca como un
estropajo. Enlazó sus grandes dedos con los suyos y la condujo hacia el
aeroplano privado de la empresa. Ni en sueños habría esperado que tuvieran una
verdadera luna de miel. Se había sorprendido mucho, y sobre todo se había
preocupado, cuando una hora después de casarse, su marido le había comunicado que
se dirigían hacia la isla tropical que poseía en Costa Rica y que permanecerían
allí dos meses.
El plan resultaba excitante, pero también sobrecogedor. Nadie podría oír sus
gritos si él tenía intención de hacerle daño.
Si se dejaba guiar por la lógica, él no parecía el tipo de persona que
disfrutase haciendo daño a los demás, pero por otra parte, ¿y ella qué sabía?
Apenas lo conocía. Además, pensó malhumoradamente, Joe creía que había estado
confabulada con su padre. No creía que las escasas palabras con las que había
intentado defenderse en su oficina, palabras que habían llegado cinco años
tarde, hubieran supuesto alguna diferencia. Suspiró, preguntándose otra vez qué
tendría pensado hacer con ella.
Y, maldita sea, de todos modos, no existía ninguna forma de luchar contra él.
Verdaderamente, Joe había convertido su sumisión en una parte legal de su
matrimonio. La había obligado a firmar una declaración jurada, en la que bajo
pena de expulsar a su familia de la casa familiar, ella se compremetía a obedecerlo
ciegamente. Legalmente, recordó apretando los dientes, ni siquiera podría
levantarle la voz sin que castigase a los suyos.
Se le ensancharon las aletas de la nariz. Había creído que en una semana su
familia se encontraría en la calle. Al contrario de lo que pensaba Joe ella
nunca había sido del tipo dulce y sumiso. Las mujeres dulces y sumisas no
podrían dirigir con eficacia compañías que manejan millones de dólares. Y ella
lo había hecho eficazmente antes de la absorción. El problema estaba en que su padre
antes de su muerte había tomado un montón de decisiones económicas absurdas, y
esto casi había agotado el capital.
Aunque seguro que su marido ya lo sabía. Se preguntaba si eso no sería parte
del aliciente de casarse con ella-la ocasión de someter por la fuerza a una
mujer fuerte e independiente que después de haber sangrado sus efectivos hasta
agotarlos no podría luchar contra él durante mucho tiempo.
Treinta minutos más tarde, el avión había despegado y les habían servido unos
cócteles. ______ se sentó en su asiento frente a su nuevo marido bebiendo una
margarita. Miró por la ventana, observando distraídamente las nubes que pasaban
a su lado, demasiado nerviosa para establecer contacto visual con el hombre que
ostentaba semejante poder sobre ella.
"Tienes unos pechos espléndidos," murmuró Joe, consiguiendo su total
atención, los ojos abiertos como platos. No esperaba que fuera tan directo-
aunque ahora ya tenía una pista. Ser directo formaba parte de su naturaleza.
"Puedo ver cómo tus pezones se yerguen bajo la blusa." Observó como
ella se despejaba la garganta nerviosamente y apartaba la mirada."¿Es por
el frío, la excitación, o son las dos cosas?"
Excitación, pensó, retorciéndose un poco en su asiento. "Frío,"
susurró.
_______ cerró los ojos brevemente, cogiendo fuerzas. Aunque pareciese una idea
perversa y estúpida, su cuerpo siempre había respondido naturalmente al hombre
sombrío y prohibido que se sentaba enfrente. Era como si los dioses hubieran
creado su cuerpo con el único propósito de deleitarse con Joe Jonas. Ningún
otro hombre conseguía que se pusiese caliente sólo con unas palabras o una
simple mirada. Ninguno, sólo Joe.
Odiaba admitirlo, pero parecía más peligroso y atractivo que nunca. Todavía
llevaba el mismo traje negro italiano con el que se casaron. Estaba tan
atractivo con el pelo negro despeinado y con la corbata suelta colgando
descuidadamente de su cuello... Su atlética musculatura se marcaba incluso bajo
la ropa que cubría su cuerpo. Sus ojos eran de un cafe profundo e intenso, las
líneas de la risa en las comisuras contrastando brutalmente con la dura
expresión de su rostro.
"Entonces tendré que ponerle remedio," dijo suavemente, posando el
brandy. "Quiero que mi mujer esté siempre derritiéndose por mi, muriéndose
por mi pene"
_______ se quedó sin respiración, terriblemente excitada. Era demasiado. A su
líbido no le importaba que lo único que Joe desease de ella fuese venganza.
Éste seguía siendo el hombre con el que había soñado secretamente casi toda su
vida.
Ya estaba excitada, reconoció. Si la tocaba probablemente estallaría sólo con
su contacto. Respiró profundamente, pues no deseaba avergonzarse sucumbiendo
tan pronto. Después de todo, el hombre que había anhelado durante tantos años
era el mismo que le había arrebatado las riendas de su vida. Debía tener esto
presente.
"Sácate la ropa." Ella abrió los ojos de par en par. Levantó la
cabeza de golpe topándose con su mirada atenta. "¿Q-Qué?" musitó sin
aliento. Sentía como si el corazón fuese a salírsele del pecho. ¡Vaya! No perdía
el tiempo con preliminares.
Increiblemente, su mirada se intensificó aún más.
"Sácate la ropa," repitió.
"P-Pero la tripulación..."
"La ropa," dijo suavemente, recordándole con la mirada el acuerdo
matrimonial. "Quítatela."
________ contuvo el aliento. Nunca había permitido que un hombre la viera
des*nuda a plena luz del día. Plantearse hacerlo era lo más espantoso que podía
imaginarse. Pero, paradójicamente, también era lo más excitante.
¡Ojalá su libido no actuase por su cuenta! Joe deseaba venganza no a ella.
"Estoy esperando," murmuró. "Quiero ver desnudos esos prietos
pezones sin nada que me estorbe la vista." Ella se atragantó con la
margarita, después posó el vaso. Vaciló un momento, pero inevitablemente, se
levantó y se dispuso a desnudarse. En realidad no tenía otra opción, se recordó
________. Tendría que obedecer mientras pudiese o por lo menos hasta que
encontrase una manera de salir de este lío. Si existía alguna."¿Te puedes
dar la vuelta?" Pidió tímidamente, bajando la cabeza avergonzada.
"¿Por favor?"
"No." Joe tomó su brandy y se arrellanó en el asiento. _______ alzó
la mirada, sorprendida por la obvia excitación de su voz. Luego volvió a
bajarla inmediatamente, observando el bulto prominente en sus pantalones.
"Quiero mirar a mi esposa, no la trasera del jodido avión," dijo con
voz pastosa. Ella se mordió el labio. El recuerdo de su padre diciéndole que
necesitaba perder peso, que era demasiado gorda y desagradable, inundaba su
memoria.
"No tienes mucho que mirar," susurró. "... No estoy intentando
retractarme de nuestro acuerdo, pero yo..."
"Creo que tengo mucho que mirar," interrumpió él, sorprendiéndola.
"Ahora demuéstramelo. Estos pezones ahora son míos... y ese sexo sólo me
pertenece a mí. Quiero velos
Inspiró profundamente intentando tranquilizarse, sus palabras la habían
excitado más que sentir las manos de diez hombres acariciando a la vez todo su
cuerpo. No deseaba sentirse atraída por él, vistas las circunstancias de su
matrimonio, pero lo estaba. Era difícil no sentirse atraída por un hombre tan
atractivo que, conscientemente o no, conseguía que se sintiese hermosa. ______
inclinó la cabeza y comenzó a quitarse la ropa lentamente. Evitó cuidadosamente
mirarlo, pero podía sentir como su mirada intensa devoraba sus pezones mientras
se quitaba primero la blusa blanca de seda y a continuación el sujetador blanco
de encaje.
Capitulo 2
_______ aceptó vacilantemente la mano de Joe. Sentía la boca seca como un
estropajo. Enlazó sus grandes dedos con los suyos y la condujo hacia el
aeroplano privado de la empresa. Ni en sueños habría esperado que tuvieran una
verdadera luna de miel. Se había sorprendido mucho, y sobre todo se había
preocupado, cuando una hora después de casarse, su marido le había comunicado que
se dirigían hacia la isla tropical que poseía en Costa Rica y que permanecerían
allí dos meses.
El plan resultaba excitante, pero también sobrecogedor. Nadie podría oír sus
gritos si él tenía intención de hacerle daño.
Si se dejaba guiar por la lógica, él no parecía el tipo de persona que
disfrutase haciendo daño a los demás, pero por otra parte, ¿y ella qué sabía?
Apenas lo conocía. Además, pensó malhumoradamente, Joe creía que había estado
confabulada con su padre. No creía que las escasas palabras con las que había
intentado defenderse en su oficina, palabras que habían llegado cinco años
tarde, hubieran supuesto alguna diferencia. Suspiró, preguntándose otra vez qué
tendría pensado hacer con ella.
Y, maldita sea, de todos modos, no existía ninguna forma de luchar contra él.
Verdaderamente, Joe había convertido su sumisión en una parte legal de su
matrimonio. La había obligado a firmar una declaración jurada, en la que bajo
pena de expulsar a su familia de la casa familiar, ella se compremetía a obedecerlo
ciegamente. Legalmente, recordó apretando los dientes, ni siquiera podría
levantarle la voz sin que castigase a los suyos.
Se le ensancharon las aletas de la nariz. Había creído que en una semana su
familia se encontraría en la calle. Al contrario de lo que pensaba Joe ella
nunca había sido del tipo dulce y sumiso. Las mujeres dulces y sumisas no
podrían dirigir con eficacia compañías que manejan millones de dólares. Y ella
lo había hecho eficazmente antes de la absorción. El problema estaba en que su padre
antes de su muerte había tomado un montón de decisiones económicas absurdas, y
esto casi había agotado el capital.
Aunque seguro que su marido ya lo sabía. Se preguntaba si eso no sería parte
del aliciente de casarse con ella-la ocasión de someter por la fuerza a una
mujer fuerte e independiente que después de haber sangrado sus efectivos hasta
agotarlos no podría luchar contra él durante mucho tiempo.
Treinta minutos más tarde, el avión había despegado y les habían servido unos
cócteles. ______ se sentó en su asiento frente a su nuevo marido bebiendo una
margarita. Miró por la ventana, observando distraídamente las nubes que pasaban
a su lado, demasiado nerviosa para establecer contacto visual con el hombre que
ostentaba semejante poder sobre ella.
"Tienes unos pechos espléndidos," murmuró Joe, consiguiendo su total
atención, los ojos abiertos como platos. No esperaba que fuera tan directo-
aunque ahora ya tenía una pista. Ser directo formaba parte de su naturaleza.
"Puedo ver cómo tus pezones se yerguen bajo la blusa." Observó como
ella se despejaba la garganta nerviosamente y apartaba la mirada."¿Es por
el frío, la excitación, o son las dos cosas?"
Excitación, pensó, retorciéndose un poco en su asiento. "Frío,"
susurró.
_______ cerró los ojos brevemente, cogiendo fuerzas. Aunque pareciese una idea
perversa y estúpida, su cuerpo siempre había respondido naturalmente al hombre
sombrío y prohibido que se sentaba enfrente. Era como si los dioses hubieran
creado su cuerpo con el único propósito de deleitarse con Joe Jonas. Ningún
otro hombre conseguía que se pusiese caliente sólo con unas palabras o una
simple mirada. Ninguno, sólo Joe.
Odiaba admitirlo, pero parecía más peligroso y atractivo que nunca. Todavía
llevaba el mismo traje negro italiano con el que se casaron. Estaba tan
atractivo con el pelo negro despeinado y con la corbata suelta colgando
descuidadamente de su cuello... Su atlética musculatura se marcaba incluso bajo
la ropa que cubría su cuerpo. Sus ojos eran de un cafe profundo e intenso, las
líneas de la risa en las comisuras contrastando brutalmente con la dura
expresión de su rostro.
"Entonces tendré que ponerle remedio," dijo suavemente, posando el
brandy. "Quiero que mi mujer esté siempre derritiéndose por mi, muriéndose
por mi pene"
_______ se quedó sin respiración, terriblemente excitada. Era demasiado. A su
líbido no le importaba que lo único que Joe desease de ella fuese venganza.
Éste seguía siendo el hombre con el que había soñado secretamente casi toda su
vida.
Ya estaba excitada, reconoció. Si la tocaba probablemente estallaría sólo con
su contacto. Respiró profundamente, pues no deseaba avergonzarse sucumbiendo
tan pronto. Después de todo, el hombre que había anhelado durante tantos años
era el mismo que le había arrebatado las riendas de su vida. Debía tener esto
presente.
"Sácate la ropa." Ella abrió los ojos de par en par. Levantó la
cabeza de golpe topándose con su mirada atenta. "¿Q-Qué?" musitó sin
aliento. Sentía como si el corazón fuese a salírsele del pecho. ¡Vaya! No perdía
el tiempo con preliminares.
Increiblemente, su mirada se intensificó aún más.
"Sácate la ropa," repitió.
"P-Pero la tripulación..."
"La ropa," dijo suavemente, recordándole con la mirada el acuerdo
matrimonial. "Quítatela."
________ contuvo el aliento. Nunca había permitido que un hombre la viera
des*nuda a plena luz del día. Plantearse hacerlo era lo más espantoso que podía
imaginarse. Pero, paradójicamente, también era lo más excitante.
¡Ojalá su libido no actuase por su cuenta! Joe deseaba venganza no a ella.
"Estoy esperando," murmuró. "Quiero ver desnudos esos prietos
pezones sin nada que me estorbe la vista." Ella se atragantó con la
margarita, después posó el vaso. Vaciló un momento, pero inevitablemente, se
levantó y se dispuso a desnudarse. En realidad no tenía otra opción, se recordó
________. Tendría que obedecer mientras pudiese o por lo menos hasta que
encontrase una manera de salir de este lío. Si existía alguna."¿Te puedes
dar la vuelta?" Pidió tímidamente, bajando la cabeza avergonzada.
"¿Por favor?"
"No." Joe tomó su brandy y se arrellanó en el asiento. _______ alzó
la mirada, sorprendida por la obvia excitación de su voz. Luego volvió a
bajarla inmediatamente, observando el bulto prominente en sus pantalones.
"Quiero mirar a mi esposa, no la trasera del jodido avión," dijo con
voz pastosa. Ella se mordió el labio. El recuerdo de su padre diciéndole que
necesitaba perder peso, que era demasiado gorda y desagradable, inundaba su
memoria.
"No tienes mucho que mirar," susurró. "... No estoy intentando
retractarme de nuestro acuerdo, pero yo..."
"Creo que tengo mucho que mirar," interrumpió él, sorprendiéndola.
"Ahora demuéstramelo. Estos pezones ahora son míos... y ese sexo sólo me
pertenece a mí. Quiero velos
Inspiró profundamente intentando tranquilizarse, sus palabras la habían
excitado más que sentir las manos de diez hombres acariciando a la vez todo su
cuerpo. No deseaba sentirse atraída por él, vistas las circunstancias de su
matrimonio, pero lo estaba. Era difícil no sentirse atraída por un hombre tan
atractivo que, conscientemente o no, conseguía que se sintiese hermosa. ______
inclinó la cabeza y comenzó a quitarse la ropa lentamente. Evitó cuidadosamente
mirarlo, pero podía sentir como su mirada intensa devoraba sus pezones mientras
se quitaba primero la blusa blanca de seda y a continuación el sujetador blanco
de encaje.
Val's Matth.
Re: La Dulce Vengansa Joe y Tu
hola nueva lectora
wow como joe es muy directo no? jajajaj
siguela pronto plis
wow como joe es muy directo no? jajajaj
siguela pronto plis
Nani Jonas
Re: La Dulce Vengansa Joe y Tu
Milllll perdoness por la tardanza! Pero es q hhe estado ful y ni tiempo me da de conectarmee!
Por amo de dioss siguela en cuanto llegues de viaje!
Espero q lo disfrutes al maximooo!
Siguelaaaa
Bueh bueh esta de mas decirte q amo como escribess!
X dioss siguelaaa
Att: tu megaa fielisimaa lectoraaa! Beosss awuaa ya haces Faltaa :(
Por amo de dioss siguela en cuanto llegues de viaje!
Espero q lo disfrutes al maximooo!
Siguelaaaa
Bueh bueh esta de mas decirte q amo como escribess!
X dioss siguelaaa
Att: tu megaa fielisimaa lectoraaa! Beosss awuaa ya haces Faltaa :(
Yhosdaly
Re: La Dulce Vengansa Joe y Tu
PARA LAS QUE NO SABIAN AVISE Q NO ESTARIA EN MI CIUDAD 10 POR ESO NO SUBURIA NOVE ASI QUE LES DEJO LA NOVE Y ¡¡¡BIENVENIDADS A LAS NUEVAS LECTORAS :)!!!!
Agarró sus pechos con las manos y usó los pulgares para restregarle los
dilatados pezones. "Preciosos," murmuró con voz densa. "Tienes
unos pezones grandes y alargados. Perfectos para chupar."
Ella apretó los muslos con fuerza y expulsó el aliento. Su boca estaba tan
cerca que podía sentir su aliento cálido en los pezones. "G-Gracias."
Comenzó a lamerla sin piedad, sorprendiéndola, y obligándola a jadear. Fue
turnándose entre sus pechos, lamiendo lentamente la aureola de cada pezón para
luego chupar la punta con toda la boca.
_________ lloriqueó, sentía debilidad en las piernas, como si fuesen de
mantequilla. Él endureció la lengua alrededor de su pezón izquierdo y lo atrajo
al calor de su boca. Ella gimió suavemente cuando sus labios lo apresaron, y
cuando comenzó a succionar no pudo evitar hundir instintivamente las manos en
su pelo oscuro. Joe pasó los diez minutos siguientes colmando sus tetas de
atenciones. Chupó un pezón durante un par de minutos, después cambió al otro e
hizo lo mismo. Luego repitió el proceso una y otra vez, y una vez más hasta que
ella se aferró a él sin aliento.
Él levantó la cabeza de su pecho, con los párpados entornados. "Ahora el
resto," murmuró posesivamente. "Enséñame ese maravilloso sexo, ahora
me pertenece."
Jadeando y con los pezones hinchados y doloridos, _________ obedeció.
Retrocedió un paso y con manos temblorosas alcanzó la cremallera trasera de la
minifalda blanca. Al desabrocharse, bajó la vista a sus pechos y comprobó que
sus pezones estaban enrojecidos y dilatados. Se podía ver el débil borde de las
marcas de los dientes, y esta visión hizo que se humedeciese aún más.
"Ahora quítate las bragas," dijo Joe roncamente cuando la falda se
deslizó hacia abajo enroscándose a sus pies. "Quiero verte completamente desnuda, vestida sólo con los
tacones."
Las bragas blancas de seda cayeron a continuación, uniéndose con rapidez a la
ropa que estaba en el suelo. Oyó como Joe suspiraba y no estaba muy segura de
cómo interpretar ese sonido. Se mordió el labio inferior, sintiéndose de nuevo
avergonzada e insegura de su cuerpo. ¿Estaba excitado o irritado? No sabría decirlo.
No debería importarle.
"¿Te depilas completamente el sexo?," dijo él con voz ronca.
"¿Siempre lo has tenido rasurado?"
Ella asintió, todavía demasiado avergonzada para mirarlo a los ojos.
"¿Por qué?" murmuró él. "¿Te gusta lo sensible que se vuelve
cuando te masturbas?"
Su cara enrojeció subitamente, dándole la respuesta. Desvió la miraba.
"Demuéstramelo," ordenó con voz arrogante y posesiva.
"Siéntate, separa las piernas, y demuéstrame cuánto te gusta
tocarte."
" Joseph ..."
"Demuéstramelo," la cortó, interrumpiendo su protesta. "Tu sexo
ahora me pertenece, _______. De ahora en adelante, lo usarás sólo para
complacer a tu marido, no para ti misma."
Luchó por recuperar el aliento. Este hombre tenía el don de la palabra. ______
sabía que ésta iba a ser la masturbación más corta de su vida pues ya estaba a
punto de correrse. "De acuerdo," susurró.
Sentada enfrente de él, ________ abrió las piernas de par en par colocando una
sobre cada reposabrazos. Podía sentir su mirada penetrante clavada
descaradamente en su sexo expuesto, una mirada que la marcaba como hierro
candente.
"Tócate," dijo con voz pastosa. Él se desabrochó los pantalones y
liberó su erección de la prisión en que se encontraba. Era larga y gruesa, con
una vena que se marcaba en el medio, de la raíz a la cabeza. "Juega con tu
sexo para mí."
________ deslizó los dedos hacia abajo hasta encontrar el clítoris. Se mordió
el labio al ver como la contemplaba con la mirada entornada. Cerró los ojos y
comenzó a manipular su clítoris, frotándolo circularmente hasta que su respiración
se fue volviendo más y más pesada.
"Muy bien, buena chica," dijo con tono grave. "Sigue frotándote
el sexo para mí. De ahora en adelante tendrás que pedirme permiso antes de
acariciarte. ¿Lo entiendes, _______?"
En algún recóndito lugar de su mente febril encontró las fuerzas necesarias
para asentir.
"Este sexo ahora es mío," le recordó posesivamente. "y nadie lo
tocará sin antes pedir permiso a su dueño."
_______ jadeó y la pasión se arremolinó en su interior formando un nudo en su
vientre. Continuó restregando los dedos sobre su chocho mojado, el clítoris
hinchado le palpitaba clamando por la culminación.
Oyó entrar al ayudante personal de Joe y, por un momento, acarició la idea de
parar. Pero sabía que eso no le gustaría a su marido. Continuó masturbándose,
más allá del límite en que podría importarle si alguien la miraba. Es más,
saber que otro hombre la estaba observando sin que ella lo viese ya que tenía
los ojos cerrados, hacía que se excitase aún más si cabe. Se acarició más
fuerte y un quejido suave escapó de sus labios.
"Espléndido," murmuró Joe con voz excitada. "Exquisito."
Se corrió con un gemido ruidoso, sintiendo como la sangre encendía su cara. Los
pezones disparados hacia fuera, dilatados e hinchados. Su aliento entrecortado
y jadeante.
"Eso será todo por ahora," oyó que Joe murmuraba a Tom, su auxiliar.
Abrió los ojos y observó como su marido aceptaba una copa de brandy. "No
necesitaremos más de sus servicios hasta que el avión aterrice."
"Por supuesto, Sr. Jonas."
Tom se retiró con expresión impasible pero el bulto de sus pantalones contaba
otra historia.
Joe entrecerró los ojos y la miró, diciéndole sin palabras que no
consentiría que mirase la ingle de su ayudante.
¿Entonces por qué permitió que su ayudante mirase como se masturbaba? se
preguntó vacilante. Sin embargo, se dio cuenta de que ya sabía la respuesta.
Joe probablemente había querido exhibir su posesión ante un varon inferior otra
muestra de dominación sobre ella. No sabía si sentirse insultada o adulada por
el hecho de que él la encontrase digna de exhibición. “No
vuelvas a mirar nunca el pene de otro hombre," dijo su marido con
desaprobación.
"No me gusta como me hace
sentir."
Ella abrió los ojos de par en par, sorprendida por el hecho de que él hubiese
confesado tanto. Se despejó la garganta y desvió la mirada. "Lo
siento," murmuró. "¿Ya puedo cerrar las piernas?"
"No." Se arrellanó en su asiento y acercó el brandy a los labios.
"Estoy gozando de las vistas," dijo descaradamente.
_______ se ruborizó. "¿Por qué permitiste que Tom entrase aquí y me mirase
si no querías que me fijase en su reacción?" Lo observó con atención.
"¿Cómo esperabas que reaccionase?"Él sonrió levemente. "¿Sinceramente?"
Ella asintió con lentitud.
"La verdad es que no me di cuenta de que había entrado hasta que era
demasiado tarde. Cuando se excitó... " Su voz se fue apagando y su
mandíbula se endureció. "No me gustó. Y cuando notaste su erección, "
murmuró, "me puse celoso. No provoques mis celos otra vez, por
favor." _______ sintió que el corazón se le salía del pecho. ¿Por qué era
tan sincero con ella? Y sobre todo, se preguntaba, ¿por qué estaba celoso?
Dadas las circunstancias, lo lógico sería pensar que Joe habría gozado al
avergonzarla delante de cualquiera. Este hombre era un enigma que tardaría
mucho tiempo en descifrar.
________ expulsó el aliento. Le había sorprendido que Joe hubiese admitido una
debilidad dos veces en cinco minutos. Nunca habría esperado que se mostrase vulnerable
tan pronto, o nunca.
"Gracias por contestar a mi pregunta," susurró, desviando la mirada,
confundida.
"De nada." _______ se quedó allí sentada unos quince minutos, con el
sexo desnudo y expuesto para su marido, sus pies calzados con los tacones altos
colgando de cada uno de los reposabrazos del asiento. Su mirada cafe intensa no
se apartaba de su carne. Simplemente estaba allí sentado, bebiendo su brandy, y
memorizando cada uno de los rincones de su sexo.
De vez en cuando, ________ dirigía la mirada
ambarina hacia su pene hinchado, que aún la inquietaba más que su propio deseo.
Asumió que él estaba disfrutando su excitación, sin ninguna prisa por llegar al
orgasmo. Sin embargo, su necesidad asumió el control.
"Chúpamela," ordenó con voz pastosa. "Arrodíllate a mis pies y
chúpame el pene." Con los ojos como platos ______ se mordió el labio. Por
un momento vaciló, pero al final, y en virtud de su contrato legal, obedeció
sin protestar.
_______ cerró las piernas y se puso de pie, después se arrodilló delante de él.
Con los rizos cafes rojisos cayendo en cascada sobre su espalda, lo tomó en su
boca sin ceremonias. El sonido de su respiración entrecortada le provocó un
nudo de deseo en el vientre.
"Muy bien, pequeña," gruñó Joe roncamente, y sus dedos se enroscaron
en su pelo. "Tómate tu tiempo aprendiendo a conocerla. Chúpala como si
fuese un chupachús."
Ella hizo lo que le mandaba. _______ había echo
sexo oral antes, pero su intención siempre había sido excitar al hombre para la
cópula. Esta era la primera vez que se demoraba, lamiendo su rabo de arriba a
abajo, familiarizándose con él desde la vena abultada hasta el minúsculo
agujero en lo alto del capullo. Joe acunó su cara entre las palmas todo el
tiempo, observando simplemente como se familiarizaba con su pene. No intentó
obligarla a ir más rápido, sino que permitió que lo explorara a placer.
_______ engulló su pene hasta la garganta y sus pezones se endurecieron con el
sonido de su gruñido. Sus dedos se ocuparon de masajearle las pelotas,
enredándose entre sus rizos.
"Ahora voy a foll*arte la cara," masculló. "Ya no puedo más, nena,
se acabaron los jugueteos."
Joe se levantó de su asiento, cuidando que sus labios no soltaran su pene en
ningún momento. La agarró por la parte de atrás de la cabeza e introdujo la
pene en su boca tan profundamente como pudo, gimiendo al sentir sus labios
contra sus testículos.
"Eso es," dijo roncamente, y sus músculos se tensaron mientras
zambullía el pene tieso en su boca, metiéndolo y sacándolo una y otra vez.
"Engúllela toda."
________ gimió con la boca llena, notando como su polla se inflamaba más y más.
Él comenzó a cabalgar dentro de su boca más y más rápido, apretando y
contrayendo las nalgas mientras le follaba la cara.
"Cómeme todo mi pene" gruñó. Y bombeó adentro y afuera, más rápido y
más duro, mientras el sonido de la saliva y los labios en contacto con su carne
dura invadía la cabina.
"Demuéstrame cuánto disfrutas atiborrándote con mi pene" ______ gruñó
contra su virilidad y luego pasó a la acción. Le comió el pene más y más
rápido, más profundo y más duro, meneando la cabeza adelante y atrás mientras
lo absorbía hasta perder el sentido.
Sus músculos se tensaron y su respiración se hizo más trabajosa.
"Te voy a inundar con mi leche, pequeña," masculló fuera de control.
Sus caderas rebotaron adelante y atrás, golpeándola en cada embestida.
"Trágatelo todo," dijo roncamente.
Ella lo abarcó en toda su longitud, empujando glotonamente el glande hasta casi
tocar el fondo de su garganta, profundamente, con movimientos expertos. Gimió
contra su pene hinchado, gozando del poder que sintió cuando sus dedos se
tensaron más en su pelo y él comenzó a gemir totalmente descontrolado.
"Bébetelo," gimió, mientras todo su cuerpo se estremecía. "Trágatelo
todo, hasta el fondo."
Joe se corrió con un fuerte bramido, y este gruñido atronador retumbó por toda
la cabina del aeroplano. Con movimientos regulares,
_______ mantuvo el ritmo con la cabeza, y sus labios extrajeron hasta la última
gota de semen que pudieron obtener. Implacable en su succión, mantuvo el ritmo
febril hasta que lo drenó del todo, hasta dejarlo completamente agotado y
saciado.
Resollando, él se derrumbó en su asiento porque ya no podía sostenerse más
tiempo en pie.
"Chúpame las pelotas," dijo roncamente, acunando su cara de nuevo, y
empujándola hacia su entrepierna. "Me relaja." ________ hizo lo que
le ordenaba, aunque no surtió el efecto que él había pretendido. Unos minutos
después, su pene volvía a estar tiesa e hinchada, preparada de nuevo para que
se la mamase. Le dio todo lo que quiso, ordeñándolo una vez más hasta que se
derrumbó por completo y cayó dormido.
Permaneció arrodillada a sus pies mientras él dormía, besando suavemente sus
testículos agotados. Intuyó que eso era lo que deseaba Joe. También intuyó que,
por alguna razón, él necesitaba tener esa intimidad con ella, se diese cuenta o
no.
Joe durmió casi tranquilamente durante lo que quedaba de viaje hasta la isla
privada. Despertaba de vez en cuando, como si temiese que lo hubiera
abandonado, sin embargo la agarraba con satisfacción por la nuca y se volvía a
dormir tan pronto como sentía sus labios abrazando sus huevos, mimándolo.
_________ se preguntó inútilmente por qué seguía arrodillada delante de él, con
sus pelotas en la boca. Se consoló pensando que no tenía otra elección, pues no
quería enfrentar la realidad: había deseado a Joe Jonas tan desesperadamente
como, por alguna extraña razón, él la deseaba a ella.
Agarró sus pechos con las manos y usó los pulgares para restregarle los
dilatados pezones. "Preciosos," murmuró con voz densa. "Tienes
unos pezones grandes y alargados. Perfectos para chupar."
Ella apretó los muslos con fuerza y expulsó el aliento. Su boca estaba tan
cerca que podía sentir su aliento cálido en los pezones. "G-Gracias."
Comenzó a lamerla sin piedad, sorprendiéndola, y obligándola a jadear. Fue
turnándose entre sus pechos, lamiendo lentamente la aureola de cada pezón para
luego chupar la punta con toda la boca.
_________ lloriqueó, sentía debilidad en las piernas, como si fuesen de
mantequilla. Él endureció la lengua alrededor de su pezón izquierdo y lo atrajo
al calor de su boca. Ella gimió suavemente cuando sus labios lo apresaron, y
cuando comenzó a succionar no pudo evitar hundir instintivamente las manos en
su pelo oscuro. Joe pasó los diez minutos siguientes colmando sus tetas de
atenciones. Chupó un pezón durante un par de minutos, después cambió al otro e
hizo lo mismo. Luego repitió el proceso una y otra vez, y una vez más hasta que
ella se aferró a él sin aliento.
Él levantó la cabeza de su pecho, con los párpados entornados. "Ahora el
resto," murmuró posesivamente. "Enséñame ese maravilloso sexo, ahora
me pertenece."
Jadeando y con los pezones hinchados y doloridos, _________ obedeció.
Retrocedió un paso y con manos temblorosas alcanzó la cremallera trasera de la
minifalda blanca. Al desabrocharse, bajó la vista a sus pechos y comprobó que
sus pezones estaban enrojecidos y dilatados. Se podía ver el débil borde de las
marcas de los dientes, y esta visión hizo que se humedeciese aún más.
"Ahora quítate las bragas," dijo Joe roncamente cuando la falda se
deslizó hacia abajo enroscándose a sus pies. "Quiero verte completamente desnuda, vestida sólo con los
tacones."
Las bragas blancas de seda cayeron a continuación, uniéndose con rapidez a la
ropa que estaba en el suelo. Oyó como Joe suspiraba y no estaba muy segura de
cómo interpretar ese sonido. Se mordió el labio inferior, sintiéndose de nuevo
avergonzada e insegura de su cuerpo. ¿Estaba excitado o irritado? No sabría decirlo.
No debería importarle.
"¿Te depilas completamente el sexo?," dijo él con voz ronca.
"¿Siempre lo has tenido rasurado?"
Ella asintió, todavía demasiado avergonzada para mirarlo a los ojos.
"¿Por qué?" murmuró él. "¿Te gusta lo sensible que se vuelve
cuando te masturbas?"
Su cara enrojeció subitamente, dándole la respuesta. Desvió la miraba.
"Demuéstramelo," ordenó con voz arrogante y posesiva.
"Siéntate, separa las piernas, y demuéstrame cuánto te gusta
tocarte."
" Joseph ..."
"Demuéstramelo," la cortó, interrumpiendo su protesta. "Tu sexo
ahora me pertenece, _______. De ahora en adelante, lo usarás sólo para
complacer a tu marido, no para ti misma."
Luchó por recuperar el aliento. Este hombre tenía el don de la palabra. ______
sabía que ésta iba a ser la masturbación más corta de su vida pues ya estaba a
punto de correrse. "De acuerdo," susurró.
Sentada enfrente de él, ________ abrió las piernas de par en par colocando una
sobre cada reposabrazos. Podía sentir su mirada penetrante clavada
descaradamente en su sexo expuesto, una mirada que la marcaba como hierro
candente.
"Tócate," dijo con voz pastosa. Él se desabrochó los pantalones y
liberó su erección de la prisión en que se encontraba. Era larga y gruesa, con
una vena que se marcaba en el medio, de la raíz a la cabeza. "Juega con tu
sexo para mí."
________ deslizó los dedos hacia abajo hasta encontrar el clítoris. Se mordió
el labio al ver como la contemplaba con la mirada entornada. Cerró los ojos y
comenzó a manipular su clítoris, frotándolo circularmente hasta que su respiración
se fue volviendo más y más pesada.
"Muy bien, buena chica," dijo con tono grave. "Sigue frotándote
el sexo para mí. De ahora en adelante tendrás que pedirme permiso antes de
acariciarte. ¿Lo entiendes, _______?"
En algún recóndito lugar de su mente febril encontró las fuerzas necesarias
para asentir.
"Este sexo ahora es mío," le recordó posesivamente. "y nadie lo
tocará sin antes pedir permiso a su dueño."
_______ jadeó y la pasión se arremolinó en su interior formando un nudo en su
vientre. Continuó restregando los dedos sobre su chocho mojado, el clítoris
hinchado le palpitaba clamando por la culminación.
Oyó entrar al ayudante personal de Joe y, por un momento, acarició la idea de
parar. Pero sabía que eso no le gustaría a su marido. Continuó masturbándose,
más allá del límite en que podría importarle si alguien la miraba. Es más,
saber que otro hombre la estaba observando sin que ella lo viese ya que tenía
los ojos cerrados, hacía que se excitase aún más si cabe. Se acarició más
fuerte y un quejido suave escapó de sus labios.
"Espléndido," murmuró Joe con voz excitada. "Exquisito."
Se corrió con un gemido ruidoso, sintiendo como la sangre encendía su cara. Los
pezones disparados hacia fuera, dilatados e hinchados. Su aliento entrecortado
y jadeante.
"Eso será todo por ahora," oyó que Joe murmuraba a Tom, su auxiliar.
Abrió los ojos y observó como su marido aceptaba una copa de brandy. "No
necesitaremos más de sus servicios hasta que el avión aterrice."
"Por supuesto, Sr. Jonas."
Tom se retiró con expresión impasible pero el bulto de sus pantalones contaba
otra historia.
Joe entrecerró los ojos y la miró, diciéndole sin palabras que no
consentiría que mirase la ingle de su ayudante.
¿Entonces por qué permitió que su ayudante mirase como se masturbaba? se
preguntó vacilante. Sin embargo, se dio cuenta de que ya sabía la respuesta.
Joe probablemente había querido exhibir su posesión ante un varon inferior otra
muestra de dominación sobre ella. No sabía si sentirse insultada o adulada por
el hecho de que él la encontrase digna de exhibición. “No
vuelvas a mirar nunca el pene de otro hombre," dijo su marido con
desaprobación.
"No me gusta como me hace
sentir."
Ella abrió los ojos de par en par, sorprendida por el hecho de que él hubiese
confesado tanto. Se despejó la garganta y desvió la mirada. "Lo
siento," murmuró. "¿Ya puedo cerrar las piernas?"
"No." Se arrellanó en su asiento y acercó el brandy a los labios.
"Estoy gozando de las vistas," dijo descaradamente.
_______ se ruborizó. "¿Por qué permitiste que Tom entrase aquí y me mirase
si no querías que me fijase en su reacción?" Lo observó con atención.
"¿Cómo esperabas que reaccionase?"Él sonrió levemente. "¿Sinceramente?"
Ella asintió con lentitud.
"La verdad es que no me di cuenta de que había entrado hasta que era
demasiado tarde. Cuando se excitó... " Su voz se fue apagando y su
mandíbula se endureció. "No me gustó. Y cuando notaste su erección, "
murmuró, "me puse celoso. No provoques mis celos otra vez, por
favor." _______ sintió que el corazón se le salía del pecho. ¿Por qué era
tan sincero con ella? Y sobre todo, se preguntaba, ¿por qué estaba celoso?
Dadas las circunstancias, lo lógico sería pensar que Joe habría gozado al
avergonzarla delante de cualquiera. Este hombre era un enigma que tardaría
mucho tiempo en descifrar.
________ expulsó el aliento. Le había sorprendido que Joe hubiese admitido una
debilidad dos veces en cinco minutos. Nunca habría esperado que se mostrase vulnerable
tan pronto, o nunca.
"Gracias por contestar a mi pregunta," susurró, desviando la mirada,
confundida.
"De nada." _______ se quedó allí sentada unos quince minutos, con el
sexo desnudo y expuesto para su marido, sus pies calzados con los tacones altos
colgando de cada uno de los reposabrazos del asiento. Su mirada cafe intensa no
se apartaba de su carne. Simplemente estaba allí sentado, bebiendo su brandy, y
memorizando cada uno de los rincones de su sexo.
De vez en cuando, ________ dirigía la mirada
ambarina hacia su pene hinchado, que aún la inquietaba más que su propio deseo.
Asumió que él estaba disfrutando su excitación, sin ninguna prisa por llegar al
orgasmo. Sin embargo, su necesidad asumió el control.
"Chúpamela," ordenó con voz pastosa. "Arrodíllate a mis pies y
chúpame el pene." Con los ojos como platos ______ se mordió el labio. Por
un momento vaciló, pero al final, y en virtud de su contrato legal, obedeció
sin protestar.
_______ cerró las piernas y se puso de pie, después se arrodilló delante de él.
Con los rizos cafes rojisos cayendo en cascada sobre su espalda, lo tomó en su
boca sin ceremonias. El sonido de su respiración entrecortada le provocó un
nudo de deseo en el vientre.
"Muy bien, pequeña," gruñó Joe roncamente, y sus dedos se enroscaron
en su pelo. "Tómate tu tiempo aprendiendo a conocerla. Chúpala como si
fuese un chupachús."
Ella hizo lo que le mandaba. _______ había echo
sexo oral antes, pero su intención siempre había sido excitar al hombre para la
cópula. Esta era la primera vez que se demoraba, lamiendo su rabo de arriba a
abajo, familiarizándose con él desde la vena abultada hasta el minúsculo
agujero en lo alto del capullo. Joe acunó su cara entre las palmas todo el
tiempo, observando simplemente como se familiarizaba con su pene. No intentó
obligarla a ir más rápido, sino que permitió que lo explorara a placer.
_______ engulló su pene hasta la garganta y sus pezones se endurecieron con el
sonido de su gruñido. Sus dedos se ocuparon de masajearle las pelotas,
enredándose entre sus rizos.
"Ahora voy a foll*arte la cara," masculló. "Ya no puedo más, nena,
se acabaron los jugueteos."
Joe se levantó de su asiento, cuidando que sus labios no soltaran su pene en
ningún momento. La agarró por la parte de atrás de la cabeza e introdujo la
pene en su boca tan profundamente como pudo, gimiendo al sentir sus labios
contra sus testículos.
"Eso es," dijo roncamente, y sus músculos se tensaron mientras
zambullía el pene tieso en su boca, metiéndolo y sacándolo una y otra vez.
"Engúllela toda."
________ gimió con la boca llena, notando como su polla se inflamaba más y más.
Él comenzó a cabalgar dentro de su boca más y más rápido, apretando y
contrayendo las nalgas mientras le follaba la cara.
"Cómeme todo mi pene" gruñó. Y bombeó adentro y afuera, más rápido y
más duro, mientras el sonido de la saliva y los labios en contacto con su carne
dura invadía la cabina.
"Demuéstrame cuánto disfrutas atiborrándote con mi pene" ______ gruñó
contra su virilidad y luego pasó a la acción. Le comió el pene más y más
rápido, más profundo y más duro, meneando la cabeza adelante y atrás mientras
lo absorbía hasta perder el sentido.
Sus músculos se tensaron y su respiración se hizo más trabajosa.
"Te voy a inundar con mi leche, pequeña," masculló fuera de control.
Sus caderas rebotaron adelante y atrás, golpeándola en cada embestida.
"Trágatelo todo," dijo roncamente.
Ella lo abarcó en toda su longitud, empujando glotonamente el glande hasta casi
tocar el fondo de su garganta, profundamente, con movimientos expertos. Gimió
contra su pene hinchado, gozando del poder que sintió cuando sus dedos se
tensaron más en su pelo y él comenzó a gemir totalmente descontrolado.
"Bébetelo," gimió, mientras todo su cuerpo se estremecía. "Trágatelo
todo, hasta el fondo."
Joe se corrió con un fuerte bramido, y este gruñido atronador retumbó por toda
la cabina del aeroplano. Con movimientos regulares,
_______ mantuvo el ritmo con la cabeza, y sus labios extrajeron hasta la última
gota de semen que pudieron obtener. Implacable en su succión, mantuvo el ritmo
febril hasta que lo drenó del todo, hasta dejarlo completamente agotado y
saciado.
Resollando, él se derrumbó en su asiento porque ya no podía sostenerse más
tiempo en pie.
"Chúpame las pelotas," dijo roncamente, acunando su cara de nuevo, y
empujándola hacia su entrepierna. "Me relaja." ________ hizo lo que
le ordenaba, aunque no surtió el efecto que él había pretendido. Unos minutos
después, su pene volvía a estar tiesa e hinchada, preparada de nuevo para que
se la mamase. Le dio todo lo que quiso, ordeñándolo una vez más hasta que se
derrumbó por completo y cayó dormido.
Permaneció arrodillada a sus pies mientras él dormía, besando suavemente sus
testículos agotados. Intuyó que eso era lo que deseaba Joe. También intuyó que,
por alguna razón, él necesitaba tener esa intimidad con ella, se diese cuenta o
no.
Joe durmió casi tranquilamente durante lo que quedaba de viaje hasta la isla
privada. Despertaba de vez en cuando, como si temiese que lo hubiera
abandonado, sin embargo la agarraba con satisfacción por la nuca y se volvía a
dormir tan pronto como sentía sus labios abrazando sus huevos, mimándolo.
_________ se preguntó inútilmente por qué seguía arrodillada delante de él, con
sus pelotas en la boca. Se consoló pensando que no tenía otra elección, pues no
quería enfrentar la realidad: había deseado a Joe Jonas tan desesperadamente
como, por alguna extraña razón, él la deseaba a ella.
Val's Matth.
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