The Punk Muffins Tour.

A decir verdad, Beatrice se sentía bastante aturdida. Estaba pasando por uno de los mejores momentos de su vida. Realmente estaba viviendo como en un gran sueño y le costaba creer que todo era real. Pasó de ser una simple universitaria de veinte años a ser una de las sonidistas de un gran, gran tour.

Sonrió mirando su computadora, llevándose su lápiz a la boca, mordiéndolo. Decidiendo las pistas que iba a usar, repasando los playlists una y otra vez. Quería recordarlos de memoria, a pesar de -internamente- saber que no lo conseguiría. Beatrice era una chica muy obstinada y el hecho de no poder recordar cada lista hacía que se frustre y con ello, tengo un humor realmente malo.

— Rubia, eh—  llamaron detrás de ella, "rubia", ese maldito era increíble—. ¿Eres sorda o qué? Te estoy hablando.
— Oye, Blas...
—  Blake—  corrigió el castaño, mirando con desprecio a Bee, quien sonrió internamente. Pensó bien sus próximas palabras antes de que salieran de su boca;
—  Como sea, no me interesa. Eres tan... insignificante en mi vida. Estoy ocupada aquí— señaló la mesa llena de hojas, lapices y una laptop medio abierta.
— ¿Quién te crees que eres?— siseó Blake indignado.
— Es una pregunta muy difícil— hizo una pausa—, oh no, espera. Soy una persona. Como tu. Bueno, al menos eso creo porque... pareces un ogro la mayor parte del tiempo.
— Vete a la mierda, rubia.
— Después de ti, imbécil.

Y la conversación finalizó con un portazo por parte de Blake y un bufido salido de la boca de Beatrice. Ambos sabían lo que les esperaba. Un guerra sin fin.

— Bea...
— ¿QUÉ?— gritó histérica.
— Hey, lo siento, solo quería saber si tenías una lista de las canciones para hoy, es que Blake bueno... él— suspiró frotándose la nuca— no debimos mandarlo.
— Lo siento, Kenzo. No quería hablarte así, es que, ya sabes.

El rubio asintió con una pequeña sonrisa. Bee rápidamente volteó buscando la hoja que le había pedido. Al cabo de unos cinco minutos- y dejando aun más desorden- la encontró y se la entregó a Kenzo. Recibió un "gracias" por parte del muchacho que desapareció de su vista casi al instante. Al quedarse sola pensó en el estúpido Blake. Él era un maldito. Y ella... también.
Svy trataba de no dormirse. Sus ojos se cerraban en contra de su voluntad. Quizá no haya sido tan buena idea haberse quedado despierta hasta las cinco de la madrugada solo porque si. Se sentía cansada. Se sentía una completa estúpida. Y lo era. Hoy debía cantar, debía tener su energía al cien por ciento. Mas estaba desparramada en un silla tratando de no dormirse. Sydra reía por lo bajo mientras observaba a su amiga.

— ¿Acaso tuviste sexo anoche?— preguntó la castaña encarnando una ceja— ¡SVY!
— Baja la voz, hobbit— respondió en tono ronco la chica de pecas.
— Oh, maldito Blake Underwood— susurró Sydra, para sí misma. Svy sonrió antes de bostezar, por décima vez—. En serio, ¿qué has hecho anoche? Estas... destruida.
— Oh, gracias, amiga— contestó haciendo énfasis a la última palabra— estoy pasando por una gran abstinencia refiriéndome al tema del sexo, Sydra.
— Ouch, eso es triste— la castaña pensó unos minutos antes de continuar con su charla—. Besé a Lucas y le di una oportunidad, ya sabes para conocernos y…
— ¿Lucas? ¿El mismo Lucas que yo creo? ¿Ese Lucas?
— ¿Cuántos Lucas conoces en el tour?
— Es interesante… en serio espero que todo salga bien.

Ricky interrumpió la charla del dúo tan peculiar para avisarles que en cinco saldrían rumbo al concierto acústico en la radio Y100. Ambas asintieron, tomaron sus cosas y salieron de la habitación. Svytlana pasó una mano por su cabello, tratando de ordenarlo, aunque obtuvo lo contrario. Suspiró frustrada –y cansada- dejando de lado el tema del cabello para concentrarse en Blake Underwood molestando a su mejor amiga.

— ¿Qué tenemos aquí? ¡UN OOMPA LOOMPA! Ah, no, es solo Sydra.

Tanto Svy, como todos los presentes en el hall no tardaron en soltar una gran carcajada. Se había vuelto costumbre del ojiazul molestar a la pequeña Monterleigh, y para ser sincera, sus chistes cada vez eran mejores.

Sydra se abalanzo contra la espalda de Blake quien no tardo en tomar sus piernas y correr por todo el lugar, recibiendo insultos de la chica. Grandes insultos.

Y ese era Blake, el que la mayoría conocía, riendo y pasando realmente un buen momento. Una vez que la castaña bajó de su espalda, no dudo en abrazarlo y susurrarle un “lo siento, pequeña, sabes que te quiero”. Le dio un pequeño abrazo a Svy, la cual correspondió sin pensarlo. Les regaló una pequeña sonrisa a los demás, y por fin, salieron del hotel adentrándose en las camionetas.

Ninguno de sus compañeros y amigos, tanto como Edmond preguntaron acerca de la escena anterior. Era algo a lo que estaban acostumbrados. Sabían que no pasaba nada –hablando de amor- entre Sydra y Blake. Solo eran muy buenos amigos. Y eso es lo que ambos necesitaban. Alguien que los haga sonreír en todo momento.
Blake tomó sus "lápices", como el solía llamarle a sus baquetas y prontamente tomó asiento detrás de la batería que estaba preparada para él. Llamó a Adam para preguntarle qué canciones tocarían (si, no se había tomado el tiempo de leer el playlist que la rubia había creado para aquella ocasión, a pesar de no ser mas de cuatro canciones). El moreno anunció que comenzarían con do you want me (dead?). Blake no pudo evitar sonreír, era una de las canciones que mas le gustaba interpretar. Y no sólo porque en ese momento se sentía fuertemente identificado con la canción -por primera vez alguien pasaba por su cabeza al tocar, la menos imaginada y la más pensada, Bea Muller-


La voz de Kenzo resonó en el lugar. Tan agradable al oído como siempre.



Y era verdad. Blake estaba cansado de la actitud de la chica. Aunque sabía (porque aunque no quisiese admitirlo) que la culpa era completamente suya. Él la había tratado mal sin excusa alguna, ¿qué podía esperar? Negó disimuladamente mientras seguía el ritmo de la canción. Sacó a Beatrice de sus pensamientos y tocó como siempre lo hacía. Cantando casi en susurro. Tenía una linda- pero casi desconocida- voz. Blake no cantaba, rara vez lo hacia. No se tenía tanto amor propio para creer los comentarios de sus amigos. Debería cantar más, pero él prefería quedarse atrás, con su gran amor, la batería. Quien había sido la única compañera de vida de el castaño.
Había sido un día realmente agradable tanto para Mad Sounds como para Greenless. Se podría decir que ambas bandas dieron un concierto genial y todos habían quedado satisfechos.

A pesar de su cansancio, Svy logró mantener la sonrisa todo el día y cantar como fenomenal, como siempre lo hacía. Aunque en lo único que estaba pensando era en llegar al hotel para dormir unas considerables horas. Apenas entraron a la camioneta, se acomodó en el hombro de su tío y, por fin, cerró los ojos.

Pero su hermoso momento no duró tanto como ella pensaba, ya que al poco tiempo de la acción, sus "amigos" comenzaron a molestarla, sacudiéndola, tirandole del pelo porque todos resultaban ser muy maduros. Svytlana suspiró frustrada, maldiciendo a todos y mirando por la ventana, totalmente molesta.
A decir verdad estaba siendo el peor día de Brazil, su día libre no estaba yendo como lo esperaba. Había salido, había conocido a un lindo chico el cual le ofreció ir a tomar un café al Starbucks más cercano y ella no se había negado, ¿quién se le negaría? Pero al saber que iba a terminar esperando que la "cita" fuese un broma al estilo Disaster Date o algun remake al estilo del programa, nunca- en serio nunca- hubiera aceptado.

Rodó los ojos al ver como Ben trataba de limpiarse el Frappuccino que se le había caído minutos antes en su pantalón y que armara una gran escena echándole la culpa a una de las meseras (vale aclarar una culpa inexistente, el tipo era un idiota).

— Oye, deberías calmarte— aconsejó Zily ganándose una mirada de odio de parte del chico de ojos verdes. La morena, totalmente indignada por la actitud, tomó su vaso, su cartera y su celular, saliendo del lugar inmediatamente.

Más indignante fue para Brazil Mccardi al ver que Ben ni siquiera se había acercado a hablarle y pedirle disculpas. Puso un poco mas de presión en su vaso debido al enojo y camino las -seis quizá- cuadras hasta el hotel. Con un humor que ni siquiera Marc podía conseguir en ella.

Lo único que hizo mientras caminaba hacía el hotel es maldecir al chico de una y mil formas. Cosas que probablemente nunca le diría, pero la satisfacia de algún modo saber que nunca más lo vería.

— Emm, ¿Brazil?— preguntaron una vez que llegó al hotel, la castaña se dio vuelta para encontrarse con unos lindos ojos azules.
— La misma— sonrió, de un momento a otro Ben se había esfumado de su mente, que ahora era ocupada por el chico que la había ayudado con sus papeles hace unas semanas—. Ed, ¿cierto?
— El mismo— imitó consiguiendo que ambos soltaran una pequeña risa—, ¿todo en orden?
— Supongo— contestó encogiéndose de hombros—. Sólo una mala cita, si es que se le puede llamar cita. ¿Qué hay de ti?
— Oh, ¿de mi? No mucho— sonrió de costado. Zily sonrió, sin saber muy bien qué decir a continuación por lo que se limitó a esperar que Edmond siguiera hablando—. Entonces, ¿te veo luego?
Brazil asintió, casi resignada— Claro, nos vemos, Ed.

Y sin respuesta alguna, el ojiazul se escapó de su vista hacia quién sabe donde. A Brazil le intrigaba aquel chico, aparecía, parecían tener una charla normal y luego, sin más, se iba. Negó mirando el punto por donde el chico había desaparecido y acto seguido caminó hacia el ascensor.
— Miren a quién tenemos aquí— Cora sonrió abiertamente—, el asombroso Blake Underwood.
— Ese soy yo— contestó, mientras guardaba su celular en el bolsillo trasero y se acercaba a la rubia—. Aquí tenemos a la hermanastra de mi mejor amigo.
— Que eso no te intimide— dijo lentamente, acercándose al castaño.
— Haré el intento— sonrió melosamente, siguiéndole el juego.
— ¡¡¡SE SEPARAN EN TRES... DOS...!!!— gritó Tristan al ver la escena.
Ambos rieron cómplices y miraron al susodicho inocentemente— No tienes por qué preocuparte, amigo.
— No tiene por qué preocuparte, amigo— repitió Tristan en tono agudo—. Una vez más y te cortare las bolas mientras duermes, lo juro.
— ¿Esto es por Cora o es por lo nuestro? Amor, soy tuyo si me aceptas— bromeó Blake. La rubia soltó una carcajada mientras que su hermanastro le mostraba el dedo medio— Relaja tu culo, Tris. Solo estamos jugando.
— Claro, "jugando"— dijo haciendo comillas con las manos a la última palabra— Ven aquí, Shrek. Y tu, mucho cuidado.

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