cold hearted{resutados.,.!

En la mañana, Martin había jurado sentirse terrible. Una fuerte punzada en el estómago le advirtió de un día que iniciaría, sería y acabaría mal. Melanie, Luke y su madre le sentenciaron en cuanto le vieron salir de su habitación, pues, varios días atrás este había tenido una actitud bastante mezquina. Aunque era normal en él, si, en lo que respecta a las demás personas; sin embargo, ellos eran su familia y esto de “cambiar” iba de mal en peor.

Martin salió de su calle, observó el lugar vagamente y se dirigió hacia el centro, para luego tomar el autobús y partir en el hacia el Hotel Fournier, su lugar de trabajo, cosa que también era una tortura. Martin llevaba su uniforme habitual, cada vez sintiéndolo más ajustado y maldecía en voz baja cada vez que pegaba un respingo ante cualquier ruido exaltador. Cualquiera diría que se trata de un loco; sin embargo, Martin simplemente está algo ido y desequilibrado.

Martin se vio entrando en el Hotel de repente, suspiró ofuscado y susurró para sí mismo —Uhm, aquí vamos de nuevo. Sonrisas, despedidas y cortesía, Martin, mantén la calma y… ¿qué más era?—Martin estaba seguro de que había algo que recordar después de esto. Martin dejó su abrigo en su casillero correspondiente y salió de allí, casi deprisa—Martin, eh…—la recepcionista del lugar le llamó. Martin regresó para verla y esta le dijo e hizo recordar lo que había olvidado—Péinate, cariño— le dedicó una sonrisa afable y este regresó a arreglar su cabello. Ese día, además de reprenderse por olvidar mínimas, pero importantes detalles, recitar en su cabeza una y otra vez el itinerario de Sonrisas, despedidas y cortesía, tendría que golpearse cual pecador si llegara a olvidar una de estas.

¿Qué hay de la noche de Martin? Su ropa era algo aparentemente normal.  Jersey color negro azabache, pantalones ajustados color blanco, zapatillas deportivas y su peinado relativamente desorganizado había regresado. Podríamos evitar hablar del tema que ganó protagonismo de su noche, aquella partida de billar, en la que resultó ser el  perdedor ante una muchacha, si, una mujer. No es que fuese machista, pero Martin sentía la necesidad de impresionar y no le salió como le esperaba. La mujer era atractiva, esto le llamó mucho la atención, esto y el hecho de sentirse intimidado por ella, lo llevaron a perder. Luego de tirar todo, Martin salió sin despedirse de allí.

No sabía a donde llegaría, pero de todos los sitios que anduvo, eligió el menos apropiado y esperado, para él. Cuarenta y cinco minutos de camino a pie y llegó al último lugar en el que querría estar esa noche. No es porque el bar fuese malo, sino porque allí estaba esa mujer,  la que le había ganado la partida de billar en el bar anterior. Martin quiso huir del lugar, pero esta ya le había pillado y claro, no quiso ser descortés. Martin se acercó con cuidado, se detuvo un milisegundo para detallar a esa mujer. Decir que carecía de belleza sería un pecado, una mentira muy grande y hasta podría decirse que tendría que ser reprendido todo aquel que si quiera lo llegará a pensar. Martin hablaba poco con mujeres atractivas, era algo reservado, poco hablador y buscaba impresionar como de lugar. Esta vez decidió ser algo, diferente, quiero decir, lo que hizo a continuación es algo que ocasionaría, sin duda, una gran rivalidad, con ciertos límites y algo de tensión, de esa que te hace desear más y obtener mucho más de aquello ¿me explico? Martin sólo optó por decir algo que llegó a su mente, en esos días el muchacho hablaba, olvidaba cosas y escupía palabras de las que el mismo se reprendía—Bueno, al parecer está insatisfecha y ha venido a por más de esta noche, algo más de mi ¿no?—Martin le dedicó una sonrisa y continúo —¡Espere! Uno de los dos está siguiendo al otro y definitivamente no soy yo—el muchacho, parecía llevar la situación a su manera y definitivamente le estaba encantando—¿Cómo sabía que llegaría a este lugar? ¿Y qué es lo que busca a aquí? Bueno, antes de que diga cualquier cosa, he sido yo quien ha llegado luego y podría ser una prueba de que usted no es la acosadora y definitivamente yo tampoco—a esta altura de la situación, Martin había adoptado una actitud bastante convincente y estaba seguro de lo que estaba diciendo ¡le encantaba esta noche de repente! Antes de que la muchacha abriera su boca, él se apresuró a decir—Ah, olvidé decir, hola—luego, se inclinó para alcanzar un trago de una bandejilla y le sonrió a la mujer, de inmediato bebió su trago y Martin, esperanzado de que esta no respondiera por miedo a él o a sus palabras, se quedó viéndola durante los siguientes segundos.