Tan solo una espectadora. |One Shot|

Ficha de la serie

Desde la esquina del cuarto lo observo, tan solo una espectadora de su euforia infantil. A pesar de haber dejado atrás su niñez con el tiempo, las tizas y los borradores reemplazan ahora a aquellos aviones de papel y misiles. Sus risas siguen siendo las mismas, sus ojos entrecerrados y sus ojos resplandecientes.

Su alegría es contagiosa, me hace reír como si fuera yo misma la causante de ella, como si por mi causa pintara él en su rostro las carcajadas y las arrugas en su nariz.

Fascinada, vuelvo a mirarlo horas después, el momento de euforia terminado. el profesor entra al aula y el ambiente ahora es serio. Nos separan en grupos y sin quejarme me siento a su lado, en donde me lo indicaron.

Nos dan como tarea hablar de nuestras pasiones, de qué cosas nos inspiran, de qué nos hace esforzarnos. Somos tres personas en el grupo, pero mis ojos y mi mente ignoran completa y conscientemente a aquél que incompleta el par.

Al cabo de un rato, el profesor se nos acerca y nos pide a cada uno explicar brevemente qué resolvimos contestar y por qué. Al llegar su turno, tengo que luchar conmigo misma para no apoyar mi mentón sobre mi mano y mirarlo con descaro. En su lugar, una leve inclinación de cabeza de hace presente y toda mi atención está puesta en él. En la convicción y la seguridad que demuestra.

Parece haber cambiado totalmente; el niño jugando divertido hacía unas horas había sido reemplazado totalmente por éste jóven decidido y con pasiones, sueños y metas, empeñado en alcanzarlas.

Mi fascino hacia él no termina, ni siquiera en la última hora de clases, en la que conversamos tranquilamente sobre temas triviales. Dibujos a medio terminar descansan en mi lado de la mesa y dibujos a medio empezar de su lado. Alguno que otro está rayado por los lápices que ahora reemplazan a las tizas en la batalla, de la que él ya no participa.

En su lugar él está conversando conmigo, acá, en la esquina de la habitación, en donde yo lo observaba a él horas atrás.

De repente, su mirada se pierde, fija en un punto del cuarto que no reconozco. Con mi mirada sigo a la suya y entonces el pecho se me hunde cuando me doy cuenta...

Ella tiene un lápiz en la mano y una sonrisa en el rostro. Él, desde la esquina del cuarto la observa, sólo un espectador de su euforia infantil.