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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Disaster -
O W N :: Originales :: Originales :: One Shot's (originales)
Página 1 de 1. • Comparte
Disaster -
• Titulo: Disaster.
• Autor: Mica Rodríguez.
• Adaptación: no.
• Género: general.
• Contenido: -
• Advertencias: -
• Otras páginas: -
• Autor: Mica Rodríguez.
• Adaptación: no.
• Género: general.
• Contenido: -
• Advertencias: -
• Otras páginas: -
Zoe Müllinger, su adolescencia como muchacha rebelde había dejado rastros: una pequeña niña de ojos azules, sin padre. Una niña a la que tendría que criar sola, ya que no quería saber nada con ningún hombre nunca más.
Recordaba, casi toda, aquella noche en la que había quedado embarazada al mismo tiempo que le regalaba lo más puro en ella a un extraño. Un completo extraño. Lo único que realmente recordaba, con claridad, de él eran sus ojos. Unos enormes ojos azules, aquellos que eran totalmente iguales a los de la pequeña que tenía en brazos. Por desgracia aquellos serían una constante remanente de lo que había hecho. De la estupidez que había cometido.
— ¡Vamos, Zoey! —gritó Marya. —Créeme que no quieres perderte esta fiesta. Será de lo mejor.
Zoe tiró de su vestido hacia abajo, cubriendo un poco más sus muslos. No era suyo pero aún así no le incomodaba. La ropa de Marya era también su estilo. Corrió un poco más aprisa y la alcanzó.
—Necesito beber algo —dijo la rubia cerca del oído de su amiga. — ¿Dónde está Bo?
—Supongo que con Isaac, dijo que te lo prestaría si así lo quieres —le guiñó un ojo.
— ¿Isaac? —rió. — ¿Ese adonis? ¿En verdad?
—En verdad —sonrió.
—Bueno pues… iré por Bo.
Se movió con agilidad entre la gente que llenaba la pista de baile y llegó a Bonnie e Isaac en un par de minutos.
— ¡Hola! —el rubio la saludó efusivamente. — ¿Qué tal todo, Zoey?
—Genial, Isaac, gracias por preguntar —le guiñó y llevó su pelo hacia atrás. —Hola Bo.
— ¿Qué hay, Zoe? —bramó con una sonrisa que gritaba “vodka” en todos los idiomas. Alzó las cejas torpemente. —Puedes llevarte a Isaac si quieres.
El muchacho abrió los ojos desmesuradamente por la propuesta apresurada de la muchacha. — ¿Qué?
—No te hagas el idiota, me escuchaste a la perfección.
—Venía por algo de beber —los interrumpió. —Pásame la botella.
La pequeña morena le pasó la botella transparente y la rubia le dio un largo trago.
—Oh, joder —murmuró.
—Si serás idiota —rió la muchacha—, allí está el limón.
Luego de varios, muchos, tragos de vodka Müllinger apenas recordaba su nombre. Sentía que sus piernas se movían, y escuchó algunas palabras sueltas.
—Zoe, yo, ¿estás… segura de esto?
—Sí, tú solo hazlo —lo empujó dentro de la habitación.
A la mañana siguiente, tras despertar desnuda en la cama de un extraño, con la cabeza abombada y unas enormes ganas de vomitar, llamó a Jensen con lágrimas en los ojos.
— ¿Hola? —lo escuchó bostezar.
— ¿Jen? —preguntó ella. —Jen, soy Zoey —habló luego de sentirlo sonreír—, necesito que vengas a buscarme.
— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás? —estaba preocupado. —Zoe…
—Hubo una fiesta, en la casa de la hermandad —sollozó.
— ¿Por qué lloras? Zoey, ¿qué ha pasado? —repitió, esta vez con brusquedad.
—He… he hecho algo terrible. Te necesito.
—Joder, Zoe —masculló él. —Iré por ti, no te muevas de ahí —advirtió. Ella asintió como si él pudiera verla. Escuchó aquel tono que daba por finalizada la llamada.
Se levantó de la cama, juntando su ropa. Sintiéndose sucia, como una completa zorra. Tomó su ropa interior, colocándola en su lugar. Cogió una enorme sudadera del armario del muchacho con quien se había acostado y, sin mirar atrás, salió de la habitación.
Bajó las escaleras descalza, con sus zapatos en una mano y el resto de su ropa en la otra, y caminó fuera de la casa. Quedándose de pie en el portal.
Ya nada importaba.
Se sentía como una completa idiota.
— ¡Zoey!
Al oír aquel gritó alzó la cabeza. Jensen estaba de pie, algunos metros más allá.
Corrió hasta él, refugiándose en sus brazos. Era su mejor amigo. Él era quien nunca la defraudaría.
— ¿Por qué estás vestida así? —la miró, alejándola de él. —Es que acaso… ¿no llevas pantalones?
Ella rompió en llanto, abrazándolo de nuevo.
— ¿Qué ha sucedido? ¿Qué te han… —su voz fue disminuyendo hasta convertirse en silencio. Comprendió que ella necesitaba de su compañía. Entendió que tan solo debía estar ahí, sosteniéndola.
Tomó los tacones y la ropa que ella tenía entre sus manos, arrojándolo todo dentro del auto. Al hacerlo vio algo más de ropa interior entre aquellas prendas. Supo que no llevaba más que unas posibles bragas de superman –sus favoritas–.
Le acarició el cabello con suavidad, tratando de tranquilizarla.
—Ya, Zoe —murmuró—, ya estoy aquí —le dijo. —Deja de llorar.
—Soy una estúpida —sollozó. —Yo…
—No es necesario que me lo digas ahora, nena —la miró a los ojos. —Cuando estés lista.
Subieron a la pequeña camioneta de Jensen y se quedaron en silencio.
—Me he revolcado con un extraño —dijo, y era cierto. Se había revolcado.
— ¿Qué?
—Yo… no quiero que tu… no quiero ser una decepción para ti tambien —murmuró avergonzada. Llenó sus pulmones de aire. —Tomé de más, no medí lo que hacía —fue diciendo a medida que encontraba el coraje necesario—, desperté en la cama de un extraño. Tan solo sé su nombre… él… —cada vez su voz era más baja. —Joder le di mi virginidad a un maldito extraño —se removió bruscamente en la butaca del carro, golpeando el tablero con rabia contenida. Las lágrimas comenzaron a caer, y una risa histérica de escapó de sus labios.
Jensen se quedó quieto, observándola. Era la primera vez que la veía de esa manera.
—¡Mi virginidad! —exclamó. —Se supone que eso debía ser algo especial, algo que iba a suceder cuando fuera tiempo.
No resistió más y tiró de ella para sostenerla entre sus brazos. La rubia escondió su cara en el hueco de su cuello.
—No me sueltes nunca —le pidió.
—Jamás lo haré.
Jensen la acompañó mientras daba a luz a la pequeña Isabella.
Él había permanecido con ella durante todo el embarazo.
Él se había portado como si fuera el padre de la niña, había sido impredecible e indispensable.
Al día siguiente del nacimiento de Bella, Jensen entró a la habitación de la clínica.
—Hola Zoey —sonrió. — ¿Cómo te sientes?
—Bien, mejor que ayer —rió. —¿No es hermosa?
—Claro que sí, es preciosa.
Ella no pudo evitar perderse en él, se quedó observándolo.
—Yo… —guardó silencio y tomó a la niña en brazos—, yo puedo ayudarte a criarla —los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas— claro… solo si tu quieres que lo haga…
Recordaba, casi toda, aquella noche en la que había quedado embarazada al mismo tiempo que le regalaba lo más puro en ella a un extraño. Un completo extraño. Lo único que realmente recordaba, con claridad, de él eran sus ojos. Unos enormes ojos azules, aquellos que eran totalmente iguales a los de la pequeña que tenía en brazos. Por desgracia aquellos serían una constante remanente de lo que había hecho. De la estupidez que había cometido.
— ¡Vamos, Zoey! —gritó Marya. —Créeme que no quieres perderte esta fiesta. Será de lo mejor.
Zoe tiró de su vestido hacia abajo, cubriendo un poco más sus muslos. No era suyo pero aún así no le incomodaba. La ropa de Marya era también su estilo. Corrió un poco más aprisa y la alcanzó.
—Necesito beber algo —dijo la rubia cerca del oído de su amiga. — ¿Dónde está Bo?
—Supongo que con Isaac, dijo que te lo prestaría si así lo quieres —le guiñó un ojo.
— ¿Isaac? —rió. — ¿Ese adonis? ¿En verdad?
—En verdad —sonrió.
—Bueno pues… iré por Bo.
Se movió con agilidad entre la gente que llenaba la pista de baile y llegó a Bonnie e Isaac en un par de minutos.
— ¡Hola! —el rubio la saludó efusivamente. — ¿Qué tal todo, Zoey?
—Genial, Isaac, gracias por preguntar —le guiñó y llevó su pelo hacia atrás. —Hola Bo.
— ¿Qué hay, Zoe? —bramó con una sonrisa que gritaba “vodka” en todos los idiomas. Alzó las cejas torpemente. —Puedes llevarte a Isaac si quieres.
El muchacho abrió los ojos desmesuradamente por la propuesta apresurada de la muchacha. — ¿Qué?
—No te hagas el idiota, me escuchaste a la perfección.
—Venía por algo de beber —los interrumpió. —Pásame la botella.
La pequeña morena le pasó la botella transparente y la rubia le dio un largo trago.
—Oh, joder —murmuró.
—Si serás idiota —rió la muchacha—, allí está el limón.
Luego de varios, muchos, tragos de vodka Müllinger apenas recordaba su nombre. Sentía que sus piernas se movían, y escuchó algunas palabras sueltas.
—Zoe, yo, ¿estás… segura de esto?
—Sí, tú solo hazlo —lo empujó dentro de la habitación.
A la mañana siguiente, tras despertar desnuda en la cama de un extraño, con la cabeza abombada y unas enormes ganas de vomitar, llamó a Jensen con lágrimas en los ojos.
— ¿Hola? —lo escuchó bostezar.
— ¿Jen? —preguntó ella. —Jen, soy Zoey —habló luego de sentirlo sonreír—, necesito que vengas a buscarme.
— ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estás? —estaba preocupado. —Zoe…
—Hubo una fiesta, en la casa de la hermandad —sollozó.
— ¿Por qué lloras? Zoey, ¿qué ha pasado? —repitió, esta vez con brusquedad.
—He… he hecho algo terrible. Te necesito.
—Joder, Zoe —masculló él. —Iré por ti, no te muevas de ahí —advirtió. Ella asintió como si él pudiera verla. Escuchó aquel tono que daba por finalizada la llamada.
Se levantó de la cama, juntando su ropa. Sintiéndose sucia, como una completa zorra. Tomó su ropa interior, colocándola en su lugar. Cogió una enorme sudadera del armario del muchacho con quien se había acostado y, sin mirar atrás, salió de la habitación.
Bajó las escaleras descalza, con sus zapatos en una mano y el resto de su ropa en la otra, y caminó fuera de la casa. Quedándose de pie en el portal.
Ya nada importaba.
Se sentía como una completa idiota.
— ¡Zoey!
Al oír aquel gritó alzó la cabeza. Jensen estaba de pie, algunos metros más allá.
Corrió hasta él, refugiándose en sus brazos. Era su mejor amigo. Él era quien nunca la defraudaría.
— ¿Por qué estás vestida así? —la miró, alejándola de él. —Es que acaso… ¿no llevas pantalones?
Ella rompió en llanto, abrazándolo de nuevo.
— ¿Qué ha sucedido? ¿Qué te han… —su voz fue disminuyendo hasta convertirse en silencio. Comprendió que ella necesitaba de su compañía. Entendió que tan solo debía estar ahí, sosteniéndola.
Tomó los tacones y la ropa que ella tenía entre sus manos, arrojándolo todo dentro del auto. Al hacerlo vio algo más de ropa interior entre aquellas prendas. Supo que no llevaba más que unas posibles bragas de superman –sus favoritas–.
Le acarició el cabello con suavidad, tratando de tranquilizarla.
—Ya, Zoe —murmuró—, ya estoy aquí —le dijo. —Deja de llorar.
—Soy una estúpida —sollozó. —Yo…
—No es necesario que me lo digas ahora, nena —la miró a los ojos. —Cuando estés lista.
Subieron a la pequeña camioneta de Jensen y se quedaron en silencio.
—Me he revolcado con un extraño —dijo, y era cierto. Se había revolcado.
— ¿Qué?
—Yo… no quiero que tu… no quiero ser una decepción para ti tambien —murmuró avergonzada. Llenó sus pulmones de aire. —Tomé de más, no medí lo que hacía —fue diciendo a medida que encontraba el coraje necesario—, desperté en la cama de un extraño. Tan solo sé su nombre… él… —cada vez su voz era más baja. —Joder le di mi virginidad a un maldito extraño —se removió bruscamente en la butaca del carro, golpeando el tablero con rabia contenida. Las lágrimas comenzaron a caer, y una risa histérica de escapó de sus labios.
Jensen se quedó quieto, observándola. Era la primera vez que la veía de esa manera.
—¡Mi virginidad! —exclamó. —Se supone que eso debía ser algo especial, algo que iba a suceder cuando fuera tiempo.
No resistió más y tiró de ella para sostenerla entre sus brazos. La rubia escondió su cara en el hueco de su cuello.
—No me sueltes nunca —le pidió.
—Jamás lo haré.
Jensen la acompañó mientras daba a luz a la pequeña Isabella.
Él había permanecido con ella durante todo el embarazo.
Él se había portado como si fuera el padre de la niña, había sido impredecible e indispensable.
Al día siguiente del nacimiento de Bella, Jensen entró a la habitación de la clínica.
—Hola Zoey —sonrió. — ¿Cómo te sientes?
—Bien, mejor que ayer —rió. —¿No es hermosa?
—Claro que sí, es preciosa.
Ella no pudo evitar perderse en él, se quedó observándolo.
—Yo… —guardó silencio y tomó a la niña en brazos—, yo puedo ayudarte a criarla —los ojos de la muchacha se llenaron de lágrimas— claro… solo si tu quieres que lo haga…
Mica Rodríguez
Re: Disaster -
Coño que hermoso ¡Hola! me llamo esmeralda y ame el Os, en serio. Soy una lectora constante de este tema, casi nunca leo novelas es muy raro en mi. Leo originales, no me gustan los Fanfics. Que bello, de verdad es genial, muy bueno.
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
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