Delicioso Castigo (Nick Jonas & Tu)

Mientras salía, _________ se quitó las gafas y la pe­luca. Para cuando salió por la puerta trasera se había despojado también del amplio vestido del disfraz y había sacado la pistola. Vestida tan solo con unos pan­talones cortos negros y una ceñida camiseta de punto que le facilitaba los movimientos, giró en la esquina de la casa pistola en mano.
Maldijo entre dientes cuando el perro del vecino comenzó a ladrar como loco. Cuando se agachó tras el coche aparcado en el callejón del vecino, una oscura silueta salió por la puerta principal de la casa bajo vi­gilancia. Probablemente, el perro había puesto en guardia a sus ocupantes.
_________ retrocedió sigilosamente y luego corrió por el callejón para rodear la casa y acercarse al vehículo desde la dirección contraria.
De pronto se encendió una luz en una ventana cer­cana y tuvo que arrojarse tras unos arbustos para evi­tar ser vista. Tuvo que reprimir un gemido de dolor cuando una rama rota le rozó la pierna.
Respiró profundamente y comenzó a arrastrarse de nuevo hacia el callejón. Apenas había avanzado unos metros cuando el coche se puso en marcha hacia ella, sin luces. Permaneció totalmente pegada al suelo mientras el vehículo pasaba a su lado. Luego, alzó la cabeza para tratar de ver la matrícula, pero no pudo hacer una identificación positiva en la oscuridad. A pesar de todo, estaba segura de que se trataba del ve­hículo de la noche anterior.
Cuando el coche salió del callejón, se puso en pie y corrió a la parte trasera de la casa bajo vigilancia. Al menos ya tenía una idea bastante clara de quién estaba vendiendo o comprando las drogas, pensó mientras re­gresaba.
Nick estaba esperándola abajo cuando entró en la casa.
—¿Por qué has tardado tanto? —preguntó.
—Se supone que deberías estar vigilando arriba — replicó ________—. He tenido que rodear el bloque porque estaban vigilando la entrada y...
—¡Dios mío! —exclamó Nick, cuya mirada esta­ba fija en las piernas de ________—. ¡Estás sangrando!
—No es nada. He tenido que ocultarme tras unos arbustos para evitar que me vieran.
—¿Nada? —repitió Nick mientras tomaba un pañuelo de papel y se ponía de cuclillas para secarle la sangre.
En cuanto sintió su mano en el muslo, toda clase de sensaciones recorrieron el cuerpo de _________.
—Dame eso —dijo, impaciente—. Puedo hacerlo yo.
Nick siguió de cuclillas, mirándola con el ceño fruncido.
—¿Qué te pasa? ¿Acaso no te hicieron suficiente caso cuando eras pequeña? ¿Tienes que hacerte la he­roína con la esperanza de que tu foto salga en los pe­riódicos?
—Solo hago mi trabajo —dijo ________. Nick si­guió mirándola hasta hacerla sentirse incómoda—. Será mejor que vuelva arriba.
Él se irguió de inmediato para impedirle avanzar.
—No puedo seguir así —dijo.
—En ese caso, llama a uno de tus primos para que venga a recogerte —sugirió ella.
—No me refiero a eso. Me refiero a tu ropa. Esos pantalones y esa camiseta me están volviendo loco.
Sin transición, inclinó la cabeza y tomó en sus labios los de ________, cuya capacidad de pensar se esfumó al instante. Lo rodeó con los brazos por el cuello y se aferró a él como si su vida dependiera de ello. Sus sentidos explotaron. El delicioso sabor de Nick le exigió volver a saborearlo una y otra vez, y la sensación de su musculoso cuerpo totalmente pegado al de ella provocó un incendio entre sus piernas.
No puso ninguna objeción cuando él deslizó las manos hasta las curvas de su trasero y la presionó contra su dura y evidente erección. Probablemente ha­bría protestado si no lo hubiera hecho.
Le gustaba saber que estaban igual de excitados. Necesitaba saber que Nick anhelaba lo prohibido tanto como ella, aunque aquello no hiciera que su comportamiento fuera más racional, por supuesto.
—Tengo que... subir —dijo cuando por fin logró tomar aire.
—Voy contigo —susurró Nick contra sus labios. Pero volvió a besarla en cuanto subieron y _______ sintió que su mente y su cuerpo se derretían. Debería estar pegada al telescopio. Debería, pero no lo estaba haciendo. Solo lograba pensar en meter las manos bajo la camisa de Nick para sentir el calor de su pecho. Su aliento escapó de entre sus labios en un tembloroso ge­mido de impotente rendición.
—Debo de estar volviéndome loca —murmuró.
—Yo ya lo estoy.
Nick deslizó la mano bajo el elástico de los pan­talones cortos de _______ y la encontró húmeda y to­talmente dispuesta. Quería estar dentro de ella, rodea­da por su calor. Ya. Quería sentir aquellas bonitas piernas rodeando con firmeza sus caderas. Necesitaba satisfacer el deseo que no paraba de crecer según pa­saban los días.
Sin apartar los labios de ella, avanzó hacia la cama y la arrastró consigo cuando se dejó caer. Aquella no era su cama, y ni siquiera estaban en su casa, pero le daba lo mismo. Solo necesitaba sentir el cuerpo de ________ bajo el suyo, saborear una vez más su boca, acariciar su increíble cuerpo...
—¿Qué nos sucede? —dijo _______, jadeante, mien­tras se retorcía bajo sus caricias.
—Ojalá lo supiera —logró decir Nick antes de volver a besarla.