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Pasión Recobrada (Nick Jonas & Tu) Adaptación
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Pasión Recobrada (Nick Jonas & Tu) Adaptación
porQe no nos va a gustar???
vamos Siguela! no nos dejes asi
Sigue
vamos Siguela! no nos dejes asi
Sigue
Vanee LovatoD'Jonas
Re: Pasión Recobrada (Nick Jonas & Tu) Adaptación
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa Chicas :3 Como están?
Les cuentoooooooo, Les tenia preparado una maratón para el sabado, pero discuti con mi padre, me quito el internet (se suponia que por una semana) & ahora no le hablo, ayer sentido por eso me dijo que me conectara pero ya saben necesitaba mantener mi dignidad intacta (? xD & me conecte ahora que no hay nadie :)
Chicas no creo que les guste mucho lo que pase en los proximos capitulos por eso decidi ponerlos todos juntos :l
Besooos! <3
1/5
-Yo no estoy tergiversando nada -replicó-. Pero tú cuentas las cosas como te conviene.
Como Nick no parecía comprender de qué estaba hablando, ____________ le recordó una de sus últimas conversaciones.
-Cuando te dije que deberías nombrar a Hank capataz, me dijiste que aún no estaba preparado. Pero ahora me estás diciendo que, gracias a él, Jamie y Billy eran capaces de hacer las cosas como es debido.
Entrecerró los ojos en un silencioso desafío, retando a Nick a rebatida.
-Así que o una cosa o la otra. Nick alzó las manos.
___________________
-Ahora no tengo tiempo de discutir.
Como hizo ademán de marcharse, ____________ se plantó delante de él, impidiéndole escapar.
-Aparentemente sí, porque eso es justo lo que estás haciendo.
Nick abrió los ojos al mirar por encima de la cabeza de su esposa. ___________ se volvió y vio a Vanessa y a Luke saliendo de la casa.
-Hola, ¿cómo está Hank? -preguntó Vanessa desde el porche.
Luke salió corriendo hacia sus padres.
Savannah fue la primera en recobrar la compostura. Cubriéndose los ojos con la mano para protegerse del sol y poder ver mejor a Vanessa y a su hijo, contestó:
-Se ha roto un brazo.
Luke se quedó boquiabierto.
-¿Pero se pondrá bien?
____________ sonrió. Por mal que le fueran las cosas, siempre tendría a Luke. Su hijo era lo mejor que le había pasado en la vida.
-Sí, cariño, Hank se va a poner bien. Sólo necesita un poco de tiempo para curarse.
-¿Sabes? -dijo Vanessa. Bajó los tres escalones del porche y miró hacia Nick- Si necesitas ayuda, estoy segura de que mi padre podrá enviarte a un par de hombres del Doble Corona para solventar esta...
Como era Vanessa y la conocía bien, Nick no quería ser brusco con ella. Pero no le gustaba que pensara que necesitaba la caridad de nadie. Ni siquiera, indirectamente, la suya.
-Gracias por el ofrecimiento, pero no necesito ninguna ayuda -contestó.
____________ abrió los ojos como platos. ¿Cómo podía ignorar un ofrecimiento como aquél?
- Pero si acabas de decir...
Nick le dirigió entonces una mirada de acero.
-Puedo arreglármelas solo.
Se negaba a ser visto como un pobre mexicano que necesitaba la ayuda de los Fortune para salir de apuros. Su orgullo no le permitiría aceptar nunca la caridad, procediera de donde procediera y por buenas que fueran las intenciones de la persona que la ofrecía. Cuando se aceptaba un favor como aquél, uno siempre estaba en deuda, y él estaba decidido a no deber nada a nadie.
Vanessa se acercó a Nick.
-No supondría ningún problema -insistió- Sé que ahora ha cedido un poco el trabajo en el rancho y estoy segura de que...
Nick se obligó a curvar los labios en una sonrisa que no duró ni diez segundos.
-He dicho que gracias, pero no -repitió- Podré arreglármelas solo.
____________ tomó aire. Estaba cansada de ser una esposa complaciente, cansada de esperar a que Nick entrara en razón. Se lo había dicho de todas las formas posibles y, aun así, él se negaba a comprender.
Ella era su apoyo, su contable, la madre de sus hijos, y la tenía en menos consideración que al último potro nacido en el rancho.
Aquello tenía que cambiar.
-No -dijo con firmeza. No se atrevía a mirado por miedo a que la voz se le quebrara- No podemos arreglárnoslas solos.
Nick tenía la firme convicción de que una esposa o un marido no podían contradecirse delante de nadie, ni siquiera delante de sus mejores amigos. Miró a __________ con expresión dura y los ojos entrecerrados.
-___________...
Era una advertencia.
Vanessa le dirigió a __________ una sonrisa de disculpa.
-Será mejor que me vaya -dijo rápidamente. Pero cuando comenzó a moverse, Luke se plantó delante de ella para impedir que fuera hacia su coche.
-¿No me voy contigo? -preguntó decepcionado.
Vanessa le acarició la mejilla.
-No, cariño. Creo que tus padres no se van air a ninguna parte. Quizá en otro momento -le prometió.
Les cuentoooooooo, Les tenia preparado una maratón para el sabado, pero discuti con mi padre, me quito el internet (se suponia que por una semana) & ahora no le hablo, ayer sentido por eso me dijo que me conectara pero ya saben necesitaba mantener mi dignidad intacta (? xD & me conecte ahora que no hay nadie :)
Chicas no creo que les guste mucho lo que pase en los proximos capitulos por eso decidi ponerlos todos juntos :l
Besooos! <3
1/5
-Yo no estoy tergiversando nada -replicó-. Pero tú cuentas las cosas como te conviene.
Como Nick no parecía comprender de qué estaba hablando, ____________ le recordó una de sus últimas conversaciones.
-Cuando te dije que deberías nombrar a Hank capataz, me dijiste que aún no estaba preparado. Pero ahora me estás diciendo que, gracias a él, Jamie y Billy eran capaces de hacer las cosas como es debido.
Entrecerró los ojos en un silencioso desafío, retando a Nick a rebatida.
-Así que o una cosa o la otra. Nick alzó las manos.
___________________
-Ahora no tengo tiempo de discutir.
Como hizo ademán de marcharse, ____________ se plantó delante de él, impidiéndole escapar.
-Aparentemente sí, porque eso es justo lo que estás haciendo.
Nick abrió los ojos al mirar por encima de la cabeza de su esposa. ___________ se volvió y vio a Vanessa y a Luke saliendo de la casa.
-Hola, ¿cómo está Hank? -preguntó Vanessa desde el porche.
Luke salió corriendo hacia sus padres.
Savannah fue la primera en recobrar la compostura. Cubriéndose los ojos con la mano para protegerse del sol y poder ver mejor a Vanessa y a su hijo, contestó:
-Se ha roto un brazo.
Luke se quedó boquiabierto.
-¿Pero se pondrá bien?
____________ sonrió. Por mal que le fueran las cosas, siempre tendría a Luke. Su hijo era lo mejor que le había pasado en la vida.
-Sí, cariño, Hank se va a poner bien. Sólo necesita un poco de tiempo para curarse.
-¿Sabes? -dijo Vanessa. Bajó los tres escalones del porche y miró hacia Nick- Si necesitas ayuda, estoy segura de que mi padre podrá enviarte a un par de hombres del Doble Corona para solventar esta...
Como era Vanessa y la conocía bien, Nick no quería ser brusco con ella. Pero no le gustaba que pensara que necesitaba la caridad de nadie. Ni siquiera, indirectamente, la suya.
-Gracias por el ofrecimiento, pero no necesito ninguna ayuda -contestó.
____________ abrió los ojos como platos. ¿Cómo podía ignorar un ofrecimiento como aquél?
- Pero si acabas de decir...
Nick le dirigió entonces una mirada de acero.
-Puedo arreglármelas solo.
Se negaba a ser visto como un pobre mexicano que necesitaba la ayuda de los Fortune para salir de apuros. Su orgullo no le permitiría aceptar nunca la caridad, procediera de donde procediera y por buenas que fueran las intenciones de la persona que la ofrecía. Cuando se aceptaba un favor como aquél, uno siempre estaba en deuda, y él estaba decidido a no deber nada a nadie.
Vanessa se acercó a Nick.
-No supondría ningún problema -insistió- Sé que ahora ha cedido un poco el trabajo en el rancho y estoy segura de que...
Nick se obligó a curvar los labios en una sonrisa que no duró ni diez segundos.
-He dicho que gracias, pero no -repitió- Podré arreglármelas solo.
____________ tomó aire. Estaba cansada de ser una esposa complaciente, cansada de esperar a que Nick entrara en razón. Se lo había dicho de todas las formas posibles y, aun así, él se negaba a comprender.
Ella era su apoyo, su contable, la madre de sus hijos, y la tenía en menos consideración que al último potro nacido en el rancho.
Aquello tenía que cambiar.
-No -dijo con firmeza. No se atrevía a mirado por miedo a que la voz se le quebrara- No podemos arreglárnoslas solos.
Nick tenía la firme convicción de que una esposa o un marido no podían contradecirse delante de nadie, ni siquiera delante de sus mejores amigos. Miró a __________ con expresión dura y los ojos entrecerrados.
-___________...
Era una advertencia.
Vanessa le dirigió a __________ una sonrisa de disculpa.
-Será mejor que me vaya -dijo rápidamente. Pero cuando comenzó a moverse, Luke se plantó delante de ella para impedir que fuera hacia su coche.
-¿No me voy contigo? -preguntó decepcionado.
Vanessa le acarició la mejilla.
-No, cariño. Creo que tus padres no se van air a ninguna parte. Quizá en otro momento -le prometió.
WhoIam13
Re: Pasión Recobrada (Nick Jonas & Tu) Adaptación
2/5
- No -dijo __________ de pronto, sorprendiendo a Vanessa y a Luke por la intensidad de su voz- Sus padres se van a ir. O por lo menos, uno de ellos.
Nick, que estaba a punto de entrar en el corral, se detuvo y giró sobre sus talones. Estaba tan desconcertado por lo que ___________ acababa de decir que se olvidó de que había alguien delante de ellos.
-¿Qué estás diciendo?-le preguntó sin alterarse.
___________ reunió valor. Seguir cediendo con la esperanza de que Nick recuperara la sensatez no era el camino a seguir. Era obvio que aquello no funcionaba.
- Estoy diciendo que a lo mejor Luke no es el único que se va a ir con Vanessa -miró a su amiga- ¿Tienes sitio para uno más?
Vanessa desvió la mirada hacia el furioso semblante de Nick antes de preguntarle a su amiga:
-¿Para ti?
Ya era tarde para dar marcha atrás, y quizá fuera lo mejor.
-Sí, para mí.
-Sí, ____________ -contestó por fin-, pero quizá deberías pensártelo mejor.
___________ sabía que si vacilaba no lo haría. Ya comenzaban a temblarle las rodillas. Pero estaba resuelta. No había gloria sin valor.
Y quizá, le susurró una vocecilla en su interior, tampoco habría marido. '
Alzó la barbilla con expresión decidida.
-Ya me lo he pensado -le estaba contestando a Vanessa, pero fue a Nick a quien miró al decir-A lo mejor necesitamos pasar algún tiempo separados.
Después, se volvió de nuevo hacia Vanessa, con una súplica silenciosa en la mirada.
-¿Te importaría subir con Luke a su habitación y prepararle algo de ropa?
___________ sabía que Vanessa comprendería que era una excusa para que se alejara con el niño. Y también que conocía a Luke lo suficiente como para evitar que éste presenciara una pelea entre sus padres, porque, sin duda alguna, estaban a punto de pelearse. Sin protestar, Vanessa tomó a Luke de la mano.
-Vamos, precioso, veamos lo que nos vamos a llevar.
Quizá fueran imaginaciones suyas, pero ___________ tuvo la sensación de que su hijo seguía a Vanessa con desgana. Justo antes de cruzar la puerta, el niño volvió la cabeza y miró preocupado a sus padres.
-Vale -dijo-, pero no gritéis.
Aquello estuvo a punto de destrozarle el corazón.
Eso, más que ninguna otra cosa, la convenció de que Nick y ella tenían que aclarar su situación antes de que comenzara a afectar a su hijo.
-No gritaremos -le prometió ___________, forzando una sonrisa.
Una sonrisa que desapareció en cuanto Luke entró en la casa.
Nick esperó a que la puerta se cerrara para volverse hacia __________.
-No estás siendo razonable.
____________ debería haberse imaginado que iba a decirle algo así.
-Estoy siendo más que razonable -lo contradijo-. He sido razonable durante cinco años. He sido razonable mientras te veía trabajar cada vez más, nunca menos. Razonable mientras esperaba a que pusieras nuestra relación como la primera de tus prioridades, no como la última.
-Eso es ridículo -intentó no elevar la voz- Luke y tú no habéis sido nunca los últimos. Maldita sea, ___________, esto no es un concurso.
- Pues yo tengo la sensación de que lo es.
Nick continuó como si ella no hubiera dicho nada. -y cinco años no son tiempo suficiente como para asentar un rancho.
¿Pero no se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo? Estaba invirtiendo en el rancho un tiempo que nunca recuperaría.
-Pero son cinco años con los que ya no cuentas. Cinco años de la vida de tu hijo que te has perdido. Y cinco años de nuestra propia vida.
Estaba comenzando a provocarle dolor de cabeza.
-¿De qué estás hablando? -preguntó Nick-.A ti y a Luke os veo cada día.
-y siempre has dado por sentado que estaríamos a tu lado -replicó __________.
Nick vio que los peones del rancho miraban en su dirección. Y maldijo a ____________ por haber elegido aquel momento para plantear esa discusión.
-No emplees esas frases estereotipadas conmigo.
Yo no doy nada por sentado. Yo dependo de ti.
Sí, dependía de ella, pero también la descuidaba.
__________ quería que le demostrara que la quería, que le dedicara parte de su tiempo.
- Hasta a tus peones les pagas mejor que a mí. Nick se quedó mirándola como si estuviera hablándole en una lengua extranjera.
-Pero si te doy a ti todo el dinero del rancho. ¿Qué más quieres? Por el amor de Dios, tú eres la contable.
-No quiero dinero. Te quiero a ti -reiteró ___________ por milésima vez.
-¿Y cómo demonios piensas conseguir eso yéndote con Vanessa?
__________ no estaba en condiciones de pensar más allá que en el momento. Lo único que sabía era que necesitaba alejarse de allí. Estar cerca de Nick sintiéndose abandonada le dolía demasiado.
-No lo sé. Quizá de esa forma me eches de menos. O a lo mejor te das cuenta de que eres más feliz sin mí -cuadró los hombros, como si fuera un soldado a punto de ir por primera vez al frente-o En cualquier caso, ya va siendo hora de que lo averigüemos.
Nick buscó sus ojos, como si todavía no se creyera lo que estaba oyendo.
- Entonces ¿estás hablando en serio?
___________ presionó los labios para evitar que le temblaran y comenzó a marcharse.
-Nunca había hablado tan en serio.
Nick estaba teniendo problemas para entenderla.
Era imposible que __________ estuviera diciendo realmente lo que él pensaba que estaba diciendo. -Entonces vas a dejarme.
Sonaba tan cruel cuando él lo decía... Pero no podía ceder, se dijo ___________. Estaba perdida. Tenía que ser fuerte. Por el bien de ambos.
-Creo que necesitamos un descanso para arreglar las cosas.
Nick la miró con los ojos entrecerrados.
-Si te vas de esta casa, nuestro matrimonio habrá terminado.
No podía haberle dicho nada peor.
___________ no iba a permitir que la amenazaran, ni que la hicieran sentirse acorralada. En su opinión, había hecho lo imposible para intentar que su matrimonio funcionara. A lo largo del año anterior, había intentando justificar de mil maneras su conducta, sus ausencias, pero todo aquello pertenecía al pasado. Estaba cansada de intentar vencer obstáculos, cansada de fingir que todo iba a salir bien cuando las cosas iban cada vez peor.
Le había costado mucho aceptar la situación, pero ya no podía seguir viviendo así, continuamente tensa y sin nada positivo en lo que centrarse.
-Muy bien. En ese caso, todo ha terminado, porque pienso ir a casa de Vanessa.
Nick la fulminó con la mirada. Jamás la habría creído capaz de algo así, de darle un ultimátum, de obligarlo a enfrentarse a todos sus principios sólo porque ella necesitaba estar segura de que la quería.
Y la quería. Diablos, la quería desde que había sabido que llevaba un hijo suyo en su vientre. Aquel rancho era para ella, para Luke y para el bebé que estaba en camino.
Los niños necesitaban sentirse orgullosos de sus padres. Y ____________ le estaba pidiendo que lo sacrificara todo porque se sentía insegura.
Maldita fuera. Nick la amaba, pero no iba a permitir que dirigiera su vida. ¿Qué clase de hombre lo permitiría? ¿Qué clase de ejemplo le estaría dando de esa forma a su hijo?
-Sí, supongo que sí -dijo en un tono totalmente inexpresivo.
El sonido de sus pasos alejándose continuó repitiéndose en el cerebro de __________ mucho tiempo después de que corriera al interior de la casa.
Para preparar su equipaje.
Vanessa estaba en lo alto de las escaleras cuando ___________ entró en la casa.
-¿Cómo va todo?
___________ alzó la mirada hacia ella.
-Digamos que he tenido momentos mejores.
Le resultaba difícil hablar a través del nudo que de pronto se había materializado en su garganta. ____________ se negaba a llorar delante de su amiga. Temía empezar y ser incapaz de detenerse.
Continuaba sintiendo sus hormonas como si estuvieran enloquecidas. Y en ese momento, sentía acumularse un océano de lágrimas tras sus ojos.
Apretó los labios, decidida a superar el llanto. Alzó la mirada hacia Vanessa. Sabía que debería haberlo consultado antes con ella, pero había dicho que también ella se iba a su casa para que Nick la oyera. En secreto, esperaba que Nick comprendiera que tenía que replantearse cuáles eran sus prioridades, que debía poner a su familia por delante de todo.
Tragó saliva y se aclaró la garganta. -¿Puedo quedarme en tu casa?
- No -dijo __________ de pronto, sorprendiendo a Vanessa y a Luke por la intensidad de su voz- Sus padres se van a ir. O por lo menos, uno de ellos.
Nick, que estaba a punto de entrar en el corral, se detuvo y giró sobre sus talones. Estaba tan desconcertado por lo que ___________ acababa de decir que se olvidó de que había alguien delante de ellos.
-¿Qué estás diciendo?-le preguntó sin alterarse.
___________ reunió valor. Seguir cediendo con la esperanza de que Nick recuperara la sensatez no era el camino a seguir. Era obvio que aquello no funcionaba.
- Estoy diciendo que a lo mejor Luke no es el único que se va a ir con Vanessa -miró a su amiga- ¿Tienes sitio para uno más?
Vanessa desvió la mirada hacia el furioso semblante de Nick antes de preguntarle a su amiga:
-¿Para ti?
Ya era tarde para dar marcha atrás, y quizá fuera lo mejor.
-Sí, para mí.
-Sí, ____________ -contestó por fin-, pero quizá deberías pensártelo mejor.
___________ sabía que si vacilaba no lo haría. Ya comenzaban a temblarle las rodillas. Pero estaba resuelta. No había gloria sin valor.
Y quizá, le susurró una vocecilla en su interior, tampoco habría marido. '
Alzó la barbilla con expresión decidida.
-Ya me lo he pensado -le estaba contestando a Vanessa, pero fue a Nick a quien miró al decir-A lo mejor necesitamos pasar algún tiempo separados.
Después, se volvió de nuevo hacia Vanessa, con una súplica silenciosa en la mirada.
-¿Te importaría subir con Luke a su habitación y prepararle algo de ropa?
___________ sabía que Vanessa comprendería que era una excusa para que se alejara con el niño. Y también que conocía a Luke lo suficiente como para evitar que éste presenciara una pelea entre sus padres, porque, sin duda alguna, estaban a punto de pelearse. Sin protestar, Vanessa tomó a Luke de la mano.
-Vamos, precioso, veamos lo que nos vamos a llevar.
Quizá fueran imaginaciones suyas, pero ___________ tuvo la sensación de que su hijo seguía a Vanessa con desgana. Justo antes de cruzar la puerta, el niño volvió la cabeza y miró preocupado a sus padres.
-Vale -dijo-, pero no gritéis.
Aquello estuvo a punto de destrozarle el corazón.
Eso, más que ninguna otra cosa, la convenció de que Nick y ella tenían que aclarar su situación antes de que comenzara a afectar a su hijo.
-No gritaremos -le prometió ___________, forzando una sonrisa.
Una sonrisa que desapareció en cuanto Luke entró en la casa.
Nick esperó a que la puerta se cerrara para volverse hacia __________.
-No estás siendo razonable.
____________ debería haberse imaginado que iba a decirle algo así.
-Estoy siendo más que razonable -lo contradijo-. He sido razonable durante cinco años. He sido razonable mientras te veía trabajar cada vez más, nunca menos. Razonable mientras esperaba a que pusieras nuestra relación como la primera de tus prioridades, no como la última.
-Eso es ridículo -intentó no elevar la voz- Luke y tú no habéis sido nunca los últimos. Maldita sea, ___________, esto no es un concurso.
- Pues yo tengo la sensación de que lo es.
Nick continuó como si ella no hubiera dicho nada. -y cinco años no son tiempo suficiente como para asentar un rancho.
¿Pero no se daba cuenta de lo que estaba ocurriendo? Estaba invirtiendo en el rancho un tiempo que nunca recuperaría.
-Pero son cinco años con los que ya no cuentas. Cinco años de la vida de tu hijo que te has perdido. Y cinco años de nuestra propia vida.
Estaba comenzando a provocarle dolor de cabeza.
-¿De qué estás hablando? -preguntó Nick-.A ti y a Luke os veo cada día.
-y siempre has dado por sentado que estaríamos a tu lado -replicó __________.
Nick vio que los peones del rancho miraban en su dirección. Y maldijo a ____________ por haber elegido aquel momento para plantear esa discusión.
-No emplees esas frases estereotipadas conmigo.
Yo no doy nada por sentado. Yo dependo de ti.
Sí, dependía de ella, pero también la descuidaba.
__________ quería que le demostrara que la quería, que le dedicara parte de su tiempo.
- Hasta a tus peones les pagas mejor que a mí. Nick se quedó mirándola como si estuviera hablándole en una lengua extranjera.
-Pero si te doy a ti todo el dinero del rancho. ¿Qué más quieres? Por el amor de Dios, tú eres la contable.
-No quiero dinero. Te quiero a ti -reiteró ___________ por milésima vez.
-¿Y cómo demonios piensas conseguir eso yéndote con Vanessa?
__________ no estaba en condiciones de pensar más allá que en el momento. Lo único que sabía era que necesitaba alejarse de allí. Estar cerca de Nick sintiéndose abandonada le dolía demasiado.
-No lo sé. Quizá de esa forma me eches de menos. O a lo mejor te das cuenta de que eres más feliz sin mí -cuadró los hombros, como si fuera un soldado a punto de ir por primera vez al frente-o En cualquier caso, ya va siendo hora de que lo averigüemos.
Nick buscó sus ojos, como si todavía no se creyera lo que estaba oyendo.
- Entonces ¿estás hablando en serio?
___________ presionó los labios para evitar que le temblaran y comenzó a marcharse.
-Nunca había hablado tan en serio.
Nick estaba teniendo problemas para entenderla.
Era imposible que __________ estuviera diciendo realmente lo que él pensaba que estaba diciendo. -Entonces vas a dejarme.
Sonaba tan cruel cuando él lo decía... Pero no podía ceder, se dijo ___________. Estaba perdida. Tenía que ser fuerte. Por el bien de ambos.
-Creo que necesitamos un descanso para arreglar las cosas.
Nick la miró con los ojos entrecerrados.
-Si te vas de esta casa, nuestro matrimonio habrá terminado.
No podía haberle dicho nada peor.
___________ no iba a permitir que la amenazaran, ni que la hicieran sentirse acorralada. En su opinión, había hecho lo imposible para intentar que su matrimonio funcionara. A lo largo del año anterior, había intentando justificar de mil maneras su conducta, sus ausencias, pero todo aquello pertenecía al pasado. Estaba cansada de intentar vencer obstáculos, cansada de fingir que todo iba a salir bien cuando las cosas iban cada vez peor.
Le había costado mucho aceptar la situación, pero ya no podía seguir viviendo así, continuamente tensa y sin nada positivo en lo que centrarse.
-Muy bien. En ese caso, todo ha terminado, porque pienso ir a casa de Vanessa.
Nick la fulminó con la mirada. Jamás la habría creído capaz de algo así, de darle un ultimátum, de obligarlo a enfrentarse a todos sus principios sólo porque ella necesitaba estar segura de que la quería.
Y la quería. Diablos, la quería desde que había sabido que llevaba un hijo suyo en su vientre. Aquel rancho era para ella, para Luke y para el bebé que estaba en camino.
Los niños necesitaban sentirse orgullosos de sus padres. Y ____________ le estaba pidiendo que lo sacrificara todo porque se sentía insegura.
Maldita fuera. Nick la amaba, pero no iba a permitir que dirigiera su vida. ¿Qué clase de hombre lo permitiría? ¿Qué clase de ejemplo le estaría dando de esa forma a su hijo?
-Sí, supongo que sí -dijo en un tono totalmente inexpresivo.
El sonido de sus pasos alejándose continuó repitiéndose en el cerebro de __________ mucho tiempo después de que corriera al interior de la casa.
Para preparar su equipaje.
Vanessa estaba en lo alto de las escaleras cuando ___________ entró en la casa.
-¿Cómo va todo?
___________ alzó la mirada hacia ella.
-Digamos que he tenido momentos mejores.
Le resultaba difícil hablar a través del nudo que de pronto se había materializado en su garganta. ____________ se negaba a llorar delante de su amiga. Temía empezar y ser incapaz de detenerse.
Continuaba sintiendo sus hormonas como si estuvieran enloquecidas. Y en ese momento, sentía acumularse un océano de lágrimas tras sus ojos.
Apretó los labios, decidida a superar el llanto. Alzó la mirada hacia Vanessa. Sabía que debería haberlo consultado antes con ella, pero había dicho que también ella se iba a su casa para que Nick la oyera. En secreto, esperaba que Nick comprendiera que tenía que replantearse cuáles eran sus prioridades, que debía poner a su familia por delante de todo.
Tragó saliva y se aclaró la garganta. -¿Puedo quedarme en tu casa?
WhoIam13
Re: Pasión Recobrada (Nick Jonas & Tu) Adaptación
3/5
No había terminado de decirlo cuando Vanessa ya estaba bajando a toda velocidad las escaleras. Luke estaba en su dormitorio, intentando decidir todavía los juguetes que pensaba llevarse. De modo que las dos amigas estaban solas. Vanessa se acercó a _________ y le rodeó el cuello con los brazos.
-Sabes que eso no hace falta ni que lo preguntes. Luke y tú podéis quedaros en mi casa durante todo el tiempo que queráis.
Y entonces retrocedió para observar su rostro. -No es que no me apetezca tener de nuevo cerca a mi mejor amiga, ¿pero estás segura de que esto es lo que quieres? Tanto tú como yo sabemos que los hombres pueden llegar a ser muy cabezotas cuando está en juego su orgullo.
____________ curvó los labios en una sonrisa mientras retenía las lágrimas.
-Sí, lo sé, pero ésta es la última batalla que puedo librar, Vanessa. Si no consigo que Nick se dé cuenta de que me echa de menos, si no puedo hacerle darse cuenta de todo lo que está tirando por la borda porque no es capaz de valorarlo, bueno, en ese caso, es que a lo mejor he estado engañándome a mí misma durante todo este tiempo.
Miró la fotografía que había sobre la repisa de la chimenea. Era una fotografía en la que aparecían ellos dos y había sido hecha poco antes de que Luke naciera.
-A lo mejor he estado enamorada de un hombre que en realidad ya no existe -cuadró los hombros y miró a Vanessa-.Y si ése es el caso, ya es hora de que vaya averiguándolo y continúe con mi vida.
Continuar con su vida. Como si realmente pudiera arrancarse a Nick del corazón y seguir adelante. Jamás habría ningún otro hombre en su vida. Aunque viviera cien años, sabía que nunca iba a amar a otro hombre. Jamás le entregaría a otro hombre su corazón como se lo había entregado a Nick.
Maldito fuera.
Vanessa tenía sus dudas sobre lo que ___________ se proponía hacer, pero sabía también que su amiga tenía la necesidad de hacer algo. Y era posible que de aquella manera le hiciera reaccionar a Nick.
Aun así, ella pensaba que a lo mejor había otra forma de encauzar la situación.
-¿Habéis pensado en acudir a un consejero matrimonial?
__________ rió secamente, sacudiendo la cabeza.
- Para eso hace falta tiempo, que es exactamente lo que ha provocado esta discusión entre Nick y yo. Tiempo y comunicación -añadió con pesar- Nick ni siquiera está dispuesto a admitir que tenemos problemas, y menos todavía a hablar de nuestros problemas con nadie. ¿Y con un desconocido? -soltó una risotada. Era absolutamente imposible.
-Con un profesional -señaló Vanessa.
Aunque, conociendo a Nick, tenía que admitir que su amiga tenía razón. Nick jamás iría a un consejero matrimonial. En lo que a sus asuntos se refería, era más callado que una tumba.
-Un profesional al que no conoce. Así es como Nick lo vería -la sonrisa desapareció de los labios de __________-. No, creo que éste es el único camino.
Vanessa vaciló un instante, pero después planteó la pregunta que veía revolotear sobre el matrimonio de _________ como un espectro amenazador.
-¿Y si no va a buscarte? ¿Y si decide esperar hasta que vuelvas?
Aquella posibilidad ya se le había ocurrido a __________.
-Entonces yo daré el siguiente paso. Pediré el divorcio -le dolía pronunciar aquella palabra.
Le dolía hasta pensarla.
Y a Vanessa no le costó comprender el dolor de su amiga. Sabía cómo se sentiría. Ella misma había pasado por eso cuando un montón de papeles legales habían dado por terminado su matrimonio con Devin.
-Oh, _________...
___________ forzó una sonrisa, intentando animar a su amiga. Pero cada vez le estaba resultando más difícil.
-Todavía no hemos llegado a eso. Ahora, ayúdame a preparar la maleta -la urgió-. Estoy tan nerviosa que podría terminar metiendo las perchas en la maleta y dejando fuera la ropa.
-Así podrías empezar a cambiar de imagen -dijo Vanessa, animando a su amiga con una sonrisa- Quién sabe, a lo mejor funciona.
Le pasó el brazo por los hombros mientras subían las escaleras.
Nick las observó marcharse.
Estaba en el segundo corral, en el más alejado de la casa, donde entrenaba a los caballos que iba a vender. Para intentar sacarse de la cabeza la discusión que había tenido con ___________, estaba cepillando a Flecha de Fuego, el caballo que había decidido domar primero.
Y mientras pasaba el cepillo por las crines de la yegua, vio a ___________ saliendo de la casa con Luke. Al igual que el niño, con una maleta en la mano.
Por un segundo, algo parecido a la esperanza inundó su pecho.
Pero entonces vio que Vanessa salía con dos maletas más, las metía en el coche y volvía a la casa por más.
Y su corazón pareció adquirir entonces el peso del plomo.
Realmente estaba ocurriendo, pensó. ___________ y su hijo se marchaban.
Cerró la mano con tanta fuerza alrededor del cepillo que por un momento estuvo a punto de partido.
__________ sentó a Luke en el asiento de atrás, rodeó el coche y se sentó tras el volante. Cerró la puerta y lo puso en marcha. El sonido del motor borró por un instante todos los sonidos que rodeaban a Nick.
El balde de agua jabonosa que había utilizado para lavar a la yegua continuaba a sus pies. Nick jamás se mostraba furioso en el corral, con los caballos. Sabía que eran criaturas sensibles, capaces de sentir cuándo ocurría algo malo a su alrededor. Pero en aquel momento, incapaz de dominarse, le dio una patada al cubo. El agua se derramó hacia los lados, dejando a su paso una estela de espuma.
-¿Ocurre algo, jefe? -le preguntó Billy.
Nick no contestó, pero continuó cepillando a la yegua.
Billy, un joven siempre alegre, se acercó para recoger el cubo y la esponja que se habían caído al suelo. A los veintitrés años, aquel joven vaquero por fin había dejado de crecer, pero había alcanzado casi el metro noventa. Tenía el pelo rubio y rizado y lo llevaba más largo de lo que se estilaba por la zona. Los días más húmedos, el pelo se le rizaba alrededor del rostro como una corona dorada.
El peón miró hacia la casa y vio que se alejaban dos coches.
-Yo pensaba que iba a marcharse de acampada con su mujer.
-Bueno, pues ya no nos vamos -se encogió de hombros con un gesto de despreocupación- El accidente de Hank lo ha cambiado todo.
Billy se pasó la mano por la parte de atrás de los pantalones.
-Ah.
El tono con el que parecía estar diciéndole a su jefe que entendía perfectamente lo ocurrido, le valió una dura mirada de Nick.
Pero Billy ensanchó su sonrisa.
-¿Alguna vez le he dicho lo que pienso de las mujeres, jefe?
-No.
Aquella única palabra debería haberle advertido de que Nick no quería oír nada de lo que tenía que decirle. Pero con aquel joven, andarse con matices era perder el tiempo.
-Las mujeres son como las rosas -le explicó- Hasta las más bonitas tienen espinas, y necesitan un montón de... ¿cómo lo llamaríamos? Diplomacia -sonrió satisfecho tras haber encontrado la palabra adecuada- Ésa es la única manera de poder manejarlas sin terminar sangrando. Pero, en cualquier caso, merece la pena.
Jamie se unió en aquel momento a ellos y posó la mano en el hombro de Billy.
- Eso lo dice un hombre que sólo ha estado con una mujer en toda su vida -soltó entre risas.
-O, al menos, eso es lo que la gente cree -contestó Billy.
Jamie regresó a su trabajo. Y sólo entonces, Billy volvió a mirar a Nick.
-Si alguna vez necesita hablar, jefe -le dijo, bajando la voz para que Jamie no pudiera oírlo-, cuente conmigo.
No tenía ningún sentido contestarle al chico de mala manera, pensó Nick. Al fin y al cabo, no tenía la menor idea de lo que estaba pasando y su intención era buena.
Nick señaló con la cabeza hacia los establos.
-Bueno, de momento, ya que estás aquí, vete a dar de comer a los potros.
El vaquero inclinó la cabeza, alegrándose de ser útil.
-Muy bien. Y después a lo mejor puede dejarme observarlo mientras entrena a los caballos.
-Sí, a lo mejor -repitió Nick.
Aquello pareció ser suficiente para Billy.
No había terminado de decirlo cuando Vanessa ya estaba bajando a toda velocidad las escaleras. Luke estaba en su dormitorio, intentando decidir todavía los juguetes que pensaba llevarse. De modo que las dos amigas estaban solas. Vanessa se acercó a _________ y le rodeó el cuello con los brazos.
-Sabes que eso no hace falta ni que lo preguntes. Luke y tú podéis quedaros en mi casa durante todo el tiempo que queráis.
Y entonces retrocedió para observar su rostro. -No es que no me apetezca tener de nuevo cerca a mi mejor amiga, ¿pero estás segura de que esto es lo que quieres? Tanto tú como yo sabemos que los hombres pueden llegar a ser muy cabezotas cuando está en juego su orgullo.
____________ curvó los labios en una sonrisa mientras retenía las lágrimas.
-Sí, lo sé, pero ésta es la última batalla que puedo librar, Vanessa. Si no consigo que Nick se dé cuenta de que me echa de menos, si no puedo hacerle darse cuenta de todo lo que está tirando por la borda porque no es capaz de valorarlo, bueno, en ese caso, es que a lo mejor he estado engañándome a mí misma durante todo este tiempo.
Miró la fotografía que había sobre la repisa de la chimenea. Era una fotografía en la que aparecían ellos dos y había sido hecha poco antes de que Luke naciera.
-A lo mejor he estado enamorada de un hombre que en realidad ya no existe -cuadró los hombros y miró a Vanessa-.Y si ése es el caso, ya es hora de que vaya averiguándolo y continúe con mi vida.
Continuar con su vida. Como si realmente pudiera arrancarse a Nick del corazón y seguir adelante. Jamás habría ningún otro hombre en su vida. Aunque viviera cien años, sabía que nunca iba a amar a otro hombre. Jamás le entregaría a otro hombre su corazón como se lo había entregado a Nick.
Maldito fuera.
Vanessa tenía sus dudas sobre lo que ___________ se proponía hacer, pero sabía también que su amiga tenía la necesidad de hacer algo. Y era posible que de aquella manera le hiciera reaccionar a Nick.
Aun así, ella pensaba que a lo mejor había otra forma de encauzar la situación.
-¿Habéis pensado en acudir a un consejero matrimonial?
__________ rió secamente, sacudiendo la cabeza.
- Para eso hace falta tiempo, que es exactamente lo que ha provocado esta discusión entre Nick y yo. Tiempo y comunicación -añadió con pesar- Nick ni siquiera está dispuesto a admitir que tenemos problemas, y menos todavía a hablar de nuestros problemas con nadie. ¿Y con un desconocido? -soltó una risotada. Era absolutamente imposible.
-Con un profesional -señaló Vanessa.
Aunque, conociendo a Nick, tenía que admitir que su amiga tenía razón. Nick jamás iría a un consejero matrimonial. En lo que a sus asuntos se refería, era más callado que una tumba.
-Un profesional al que no conoce. Así es como Nick lo vería -la sonrisa desapareció de los labios de __________-. No, creo que éste es el único camino.
Vanessa vaciló un instante, pero después planteó la pregunta que veía revolotear sobre el matrimonio de _________ como un espectro amenazador.
-¿Y si no va a buscarte? ¿Y si decide esperar hasta que vuelvas?
Aquella posibilidad ya se le había ocurrido a __________.
-Entonces yo daré el siguiente paso. Pediré el divorcio -le dolía pronunciar aquella palabra.
Le dolía hasta pensarla.
Y a Vanessa no le costó comprender el dolor de su amiga. Sabía cómo se sentiría. Ella misma había pasado por eso cuando un montón de papeles legales habían dado por terminado su matrimonio con Devin.
-Oh, _________...
___________ forzó una sonrisa, intentando animar a su amiga. Pero cada vez le estaba resultando más difícil.
-Todavía no hemos llegado a eso. Ahora, ayúdame a preparar la maleta -la urgió-. Estoy tan nerviosa que podría terminar metiendo las perchas en la maleta y dejando fuera la ropa.
-Así podrías empezar a cambiar de imagen -dijo Vanessa, animando a su amiga con una sonrisa- Quién sabe, a lo mejor funciona.
Le pasó el brazo por los hombros mientras subían las escaleras.
Nick las observó marcharse.
Estaba en el segundo corral, en el más alejado de la casa, donde entrenaba a los caballos que iba a vender. Para intentar sacarse de la cabeza la discusión que había tenido con ___________, estaba cepillando a Flecha de Fuego, el caballo que había decidido domar primero.
Y mientras pasaba el cepillo por las crines de la yegua, vio a ___________ saliendo de la casa con Luke. Al igual que el niño, con una maleta en la mano.
Por un segundo, algo parecido a la esperanza inundó su pecho.
Pero entonces vio que Vanessa salía con dos maletas más, las metía en el coche y volvía a la casa por más.
Y su corazón pareció adquirir entonces el peso del plomo.
Realmente estaba ocurriendo, pensó. ___________ y su hijo se marchaban.
Cerró la mano con tanta fuerza alrededor del cepillo que por un momento estuvo a punto de partido.
__________ sentó a Luke en el asiento de atrás, rodeó el coche y se sentó tras el volante. Cerró la puerta y lo puso en marcha. El sonido del motor borró por un instante todos los sonidos que rodeaban a Nick.
El balde de agua jabonosa que había utilizado para lavar a la yegua continuaba a sus pies. Nick jamás se mostraba furioso en el corral, con los caballos. Sabía que eran criaturas sensibles, capaces de sentir cuándo ocurría algo malo a su alrededor. Pero en aquel momento, incapaz de dominarse, le dio una patada al cubo. El agua se derramó hacia los lados, dejando a su paso una estela de espuma.
-¿Ocurre algo, jefe? -le preguntó Billy.
Nick no contestó, pero continuó cepillando a la yegua.
Billy, un joven siempre alegre, se acercó para recoger el cubo y la esponja que se habían caído al suelo. A los veintitrés años, aquel joven vaquero por fin había dejado de crecer, pero había alcanzado casi el metro noventa. Tenía el pelo rubio y rizado y lo llevaba más largo de lo que se estilaba por la zona. Los días más húmedos, el pelo se le rizaba alrededor del rostro como una corona dorada.
El peón miró hacia la casa y vio que se alejaban dos coches.
-Yo pensaba que iba a marcharse de acampada con su mujer.
-Bueno, pues ya no nos vamos -se encogió de hombros con un gesto de despreocupación- El accidente de Hank lo ha cambiado todo.
Billy se pasó la mano por la parte de atrás de los pantalones.
-Ah.
El tono con el que parecía estar diciéndole a su jefe que entendía perfectamente lo ocurrido, le valió una dura mirada de Nick.
Pero Billy ensanchó su sonrisa.
-¿Alguna vez le he dicho lo que pienso de las mujeres, jefe?
-No.
Aquella única palabra debería haberle advertido de que Nick no quería oír nada de lo que tenía que decirle. Pero con aquel joven, andarse con matices era perder el tiempo.
-Las mujeres son como las rosas -le explicó- Hasta las más bonitas tienen espinas, y necesitan un montón de... ¿cómo lo llamaríamos? Diplomacia -sonrió satisfecho tras haber encontrado la palabra adecuada- Ésa es la única manera de poder manejarlas sin terminar sangrando. Pero, en cualquier caso, merece la pena.
Jamie se unió en aquel momento a ellos y posó la mano en el hombro de Billy.
- Eso lo dice un hombre que sólo ha estado con una mujer en toda su vida -soltó entre risas.
-O, al menos, eso es lo que la gente cree -contestó Billy.
Jamie regresó a su trabajo. Y sólo entonces, Billy volvió a mirar a Nick.
-Si alguna vez necesita hablar, jefe -le dijo, bajando la voz para que Jamie no pudiera oírlo-, cuente conmigo.
No tenía ningún sentido contestarle al chico de mala manera, pensó Nick. Al fin y al cabo, no tenía la menor idea de lo que estaba pasando y su intención era buena.
Nick señaló con la cabeza hacia los establos.
-Bueno, de momento, ya que estás aquí, vete a dar de comer a los potros.
El vaquero inclinó la cabeza, alegrándose de ser útil.
-Muy bien. Y después a lo mejor puede dejarme observarlo mientras entrena a los caballos.
-Sí, a lo mejor -repitió Nick.
Aquello pareció ser suficiente para Billy.
WhoIam13
Re: Pasión Recobrada (Nick Jonas & Tu) Adaptación
4/5
La fiesta para recaudar fondos destinados a los niños portadores del VIH se estaba celebrando en uno de los salones del hotel más importante de San Antonio. El salón estaba abarrotado de gente célebre. Al principio, aquello le había hecho sentirse a Melissa «Wilkes» un tanto intimidada.
Había visto a auténticas celebridades hablando con multimillonarios hechos a sí mismos y con ricos de segunda y tercera generación. Mientras jugueteaba con su copa de vino, Melissa tenía serios problemas para decidir qué grupo era su favorito.
Los más ricos, supuso, porque el dinero bastaba para convertirlos en auténticas celebridades. Aquella idea le hizo sonreír mientras daba otro sorbo a su copa.
El vino no se le estaba subiendo a la cabeza. Al contrario, le daba fuerzas. La ayudaba a comprender mejor lo que iba a suceder.
Lo que ella -iba a hacer que sucediera.
Pegarse a Jason y hacerse pasar por su esposa había sido una de las cosas más inteligentes que había hecho nunca, decidió.
Y en aquel momento, estaba concentrándose en hacer algo incluso más inteligente.
Sacar a Ryan Fortune de aquel rebaño de hombres deseables y hacerlo completamente suyo.
Por supuesto, sabía que estaba casado, pero Lily Fortune era su tercera esposa. Y a un hombre que se había casado tres veces, no le importaría celebrar una cuarta boda, se dijo Melissa. Y, por supuesto, para ella no tenía ninguna importancia ser la primera.
Siempre y cuando se asegurara de ser la última. Melissa Fortune.
Sí, sonaba bien.
Y sonaría mejor cuando la alianza que Lily Fortune llevaba en su dedo izquierdo desapareciera.
Melissa ya sabía que iba a pedir una alianza mucho más grande cuando le tocara a ella.
Ni siquiera se le ocurría pensar que quizá nunca le tocara. La confianza en sí misma era el distintivo de su personalidad. Joven, atractiva y bien dotada, siempre había conseguido todo lo que se proponía.
Y en aquel momento estaba decidida a mejorar su vida.
Cuando Jason había entrado en su vida con un plan para desacreditar a Ryan Fortune por alguna «injusticia» cometida al parecer con sus antepasados, Melissa se había mostrado de acuerdo en hacerse pasar por su esposa. Eso le daba a Jason un aire de respetabilidad que necesitaba. Y así lo había hecho, hasta terminar harta.
Pero una vez había probado la buena vida, quería más.
Y para ello necesitaba a Ryan Fortune.
Jason parecía haber desaparecido, pensó mientras miraba a su alrededor, hacia los invitados que circulaban por el salón.
Como Jason sabía orquestar las cosas siempre a su favor, había conseguido llegar a ser el hombre adecuado en el momento adecuado, cuando estaba buscando un puesto en Fortune TX, la compañía dirigida por Logan, uno de los sobrinos de Ryan. Jason sabía que habían surgido problemas en el interior de la empresa y que Ryan trabajaba en ella como consejero. Jason había conseguido hacerse notar rápidamente, labrarse un nombre dentro de la empresa.
Y, de esa manera, había conseguido llamar la atención de Ryan. Un hombre que tenía fama de recompensar a aquellos que hacían bien su trabajo.
Le divertía pensar en ello. Poco sabía Ryan que Jason estaba trabajando tan duramente con el fin de poder desacreditarlo y, a la larga, quedarse él con la empresa.
Y esos eran los mismos objetivos que tenía Melissa hasta que había decidido poner fin a su situación. Hasta que la buena vida le había abierto sus puertas y le había mostrado todas las posibilidades que se le ofrecían al estar casada con un hombre tan rico y poderoso como Ryan Fortune.
Jason nunca iba a ser un hombre como él. Había algo absolutamente destructivo en Jason. Estaba decidido a causar la ruina de Ryan.
Mientras que ella estaba decidida a ascender socialmente.
Trabajando tras bambalinas, Melissa había empezado a forjarse su propio futuro. De momento, se había asegurado de estar presente en todas las actividades benéficas a las que Ryan dedicaba su tiempo. Se las arreglaba para coincidir con él y se aseguraba de que, cada vez que Ryan daba media vuelta, la encontrara tras él. Siempre dispuesta a ayudar.
Y no perdía una sola oportunidad de coquetear con Ryan, de halagarlo. Cuando Jason lo había advertido, Melissa le había contestado que sólo lo hacía para distraer a Ryan de sus verdaderos propósitos. Y el estúpido de Jason se lo había tragado.
Hasta cierto punto.
Pero a Melissa no le importaba lo que Jason pensara o dejara de pensar. Su objetivo era seducir a Ryan Fortune.
Y desde luego, no sería un trabajo tan odioso como otras de las cosas que había hecho. A los cincuenta y nueve años, Ryan Fortune continuaba siendo un hombre muy atractivo; un hombre de pelo oscuro y con una sólida musculatura consolidada durante los muchos años que llevaba trabajando en el rancho.
Pero aunque hubiera sido un monstruo, no le habría importado. Aquel hombre tenía suficiente dinero como para hacerse extremadamente deseable ante sus ojos.
Tras terminarse el vino, Melissa dejó su copa en una mesa cercana y tomó una copa más de una de las bandejas que llevaba un camarero. Bebió profundamente, sintiendo cómo el líquido corría por sus venas. Y sintiéndose capaz de conquistar el mundo.
Pretendía continuar con su plan desde dos direcciones diferentes. La primera era resultarle a Ryan atractiva, que era algo que ya había conseguido. El que Ryan no hubiera cedido de momento a sus menos que veladas insinuaciones para que se citara con ella en una de las suites del hotel no la había disuadido. Estaba convencida de que Ryan terminaría sucumbiendo.
La segunda parte de su plan consistía en crear discordia entre Ryan y su esposa. ¿Cómo iba a ofrecerle a Ryan un hombro sobre el que llorar si en realidad no tenía nada por lo que lamentarse? De modo que había decidido ofrecerle a Ryan algo de lo que quejarse: los celos infundados de su esposa.
En los labios de Melissa apareció una sonrisa mientras imaginaba la escena. Ella podía llegar a ser muy, muy comprensiva.
La paciencia nunca había sido su fuerte, pero estaba dispuesta a esperar.
Y de pronto vio la oportunidad de comenzar a sembrar las semillas de la discordia y la sospecha. Lily, vestida de un suave color lavanda, se excusó para dirigirse al cuarto de baño.
Melissa la siguió inmediatamente. Sabía que Jason continuaba en el salón, sin duda alguna, urdiendo su propia trampa. Pero ya era hora de que ella pusiera en funcionamiento la suya.
Los servicios de señoras estaban situados en el centro de un largo pasillo empapelado con un papel pintado que era un placer a los ojos, aunque sólo fuera por lo caro que era.
El cuarto de baño era más grande y estaba más limpio que la casa en la que Melissa había crecido. En cuanto entró, Melissa miró rápidamente a su alrededor. Ninguno de los servicios parecía estar siendo utilizado. Melissa se relajó. Aquello iba a ser mucho más fácil de lo que pensaba.
Lily Fortune estaba frente a un lavabo, arreglándose cuidadosamente el maquillaje. A los cincuenta y nueve años, ella también continuaba siendo una mujer muy atractiva.
Evidentemente, a Ryan Fortune le gustaban las mujeres hermosas, pensó Melissa. Lo cual era un punto a su favor, puesto que era más joven que Lily y, desde luego, mucho más atractiva. .
Dejó su bolso en el mostrador, al Iado del de Lily, y saludó a ésta con la cabeza. Lily le devolvió la sonrisa, pero la suya fue el tipo de sonrisa educada que intercambiaban dos personas que coincidían en un acto de ese tipo.
-Hola, Lily.
Era imposible no detectar el tono de familiaridad.
Lily entrecerró ligeramente los ojos mientras miraba a aquella mujer más joven que ella.
-¿Nos conocemos?
-Todavía, no -se interrumpió Melissa en un tono cargado de significados. Realmente, disfrutó al decir lo siguiente-: Pero tu marido, sí.
Lily volvió a dirigirle una educada sonrisa. Estaba intentando no ser desdeñosa, pero sabía que Ryan era un hombre muy, muy ocupado. Ella misma se consideraba afortunada al poder verlo con tanta frecuencia como lo veía y le agradecía que procurara cenar con ella diariamente. A veces eso significaba que comenzaban a cenar a las once de la noche, pero la hora no importaba, siempre y cuando estuvieran juntos.
- Ryan conoce a tanta gente que me resulta imposible conocerlos a todos -contestó Lily.
-Soy Melissa, la esposa de Jason Wilkes -el apellido era falso, al igual que su relación con Jason.
Para ser sincera, Melissa no tenía la menor idea de cuál era el verdadero nombre de Jason, pero tampoco figuraba en sus planes averiguado. Ella tenía que ocuparse de sí misma, no de Jason.
El semblante de Lily se ilumino al oírla.
-Oh, sí, Ryan habla muy bien de Jason -miró a través del espejo a la otra mujer-. Deberías estar muy orgullosa de tu marido.
-y tú del tuyo -antes de que Lily tuviera oportunidad de musitar el obligado «gracias», Melissa continuó con malicia-Tienes un buen semental, ¿sabes? A su edad, la mayor parte de los hombres no son capaces de funcionar y si lo hacen, su capacidad está bajo mínimos, no sé si me entiendes. Pero ése no es el caso de Ryan -sonrió.
Lily dejó caerla mano a un lado. Colocó el cepillo sobre el mostrador y se volvió a mirar a la joven. Encontraba ofensiva la intimidad de su tono. Por supuesto, sus palabras eran suficientemente ambiguas como para interpretar que se estaba refiriendo a la capacidad de trabajo de su esposo... si no hubiera sido por la palabra «semental».
Aquella palabra le hacía verlo todo bajo una luz diferente.
-¿Perdón? -preguntó con expresión altiva.
Lo había conseguido, pensó Melissa. Había sido más fácil de lo que esperaba.
-¿Te resulta violenta esta situación, Lily? -fingió amabilidad- ¿Sabes?, supongo que ése podría ser tu problema. Si quieres conservar a un hombre como Ryan, puedes verte en situaciones muy violentas -se inclinó hacia delante y advirtió que Lily se tensaba en respuesta-o supongo qué tendrás que estar renovándote constantemente en la cama. En caso contrario, tu marido podría aburrirse y comenzar a alejarse de ti -sonrió con aire de suficiencia- Pero supongo que decido ahora es como intentar cerrar la puerta del establo cuando el caballo ya se ha escapado -eligió una metáfora de lo más sugerente.
Lily creía con firmeza en la fidelidad de su marido.
No porque estuviera al tanto de lo que hada en cada momento, sino porque confiaba en él.
-¿Qué estás insinuando? -le preguntó.
Melissa esbozó una sonrisa lenta y sensual, destinada a hacerla sentirse incómoda. En realidad, Ryan no había hecho nunca nada más atrevido que estrecharle la mano, pero no había ningún motivo para que su esposa lo supiera.
-Yo creo que es bastante obvio incluso para... -se interrumpió un instante, como si estuviera intentando recordar-. ¿Qué expresión es la que Ryan utiliza? Ah, sí, para una Princesa de Hielo, eso es.
Lily se aferró al mostrador.
-¿Estás insinuando que Ryan y tú...?
Melissa esbozó una sonrisa que era pura malicia.
-¿A ti que te parece?
El enfado coloreó las mejillas de Lily. Ryan era un buen hombre, un hombre decente. No era un hombre que actuara a escondidas de su esposa. No tenía por qué hacerlo. Lily admitía que había estado muy reservado últimamente, pero asumía que era por motivos relacionados con el trabajo. Tenía demasiadas cosas en las que pensar y con esos horribles rumores que estaban corriendo sobre el cadáver, no le extrañaba que estuviera pensativo y callado.
-No te creo.
-Eso, querida, es cosa tuya -tomó su bolso, una vez cumplida su misión- Dicen que las esposas siempre son las últimas en enterarse. Y, normalmente, es porque viven tan encerradas en su mundo que ni siquiera se dan cuenta de que sus maridos han perdido el interés por ellas.
-Ryan me ama.
Melissa apenas se limitó a asentir.
-Haces bien en creerlo, Lily. ¿Quién sabe? Quizás incluso puedas ganar -se interrumpió para reforzar el efecto de sus palabras- ,pero lo dudo. y sin más, salió de nuevo del cuarto de baño.
La risa burbujeaba en su garganta mientras oía lo que suponía era el ruido hecho por Lily al dejarse caer contra una de la paredes del cuarto de baño.
Un tanto para el equipo de casa, se felicitó Melissa.
11
-¿Qué demonios crees que estás haciendo?
Jason Jamison descargó toda su furia en la mujer que se estaba haciendo pasar por su esposa en cuanto entraron en el coche.
Esa pequeña zorra podía echado todo a perder. Melissa se alisó el vestido por debajo del cinturón de seguridad. Odiaba los cinturones de seguridad. Siempre le arrugaban la ropa.
- Te aseguro que no sé de qué estás hablando. Jason detuvo el coche frente a un semáforo.
-¿Ah, no? Estás intentando acercarte a Ryan lo suficiente como para poder verle su ropa interior.
Había sido testigo de ello esa misma noche. Melissa se mantenía en todo momento al lado de Ryan, lo agarraba del brazo e incluso presionaba sus senos contra él.
Jason había tenido que hacer un enorme esfuerzo para guardar las apariencias durante la noche. Como una mariposa buscando una flor sobre la que detenerse, Melissa no paraba de perseguir a Ryan. Y, en algún momento, Jason había conseguido oír parte de lo que le estaba diciendo. Tal como sospechaba, Melissa se estaba ofreciendo a aquel hombre.
Aquello no era lo que él tenía en mente cuando había jurado vengar a su abuelo, un hombre que se había visto obligado a morir en la miseria por culpa de los Fortune.
Cuando Melissa se echó a reír en respuesta a aquella observación, el sonido de su risa lo irritó hasta la locura. La rabia que había estado reprimiendo, la rabia que lo había llevado a asesinar una vez en su vida amenazaba con desbordarse y arrastrar con ella a aquella mujer.
Tensó las manos sobre el volante.
-Vaya, querido -respondió Melissa en el mismo tono sensual que había empleado con Ryan-, yo sólo estoy intentando ayudar.
Y un infierno, pensó Jason. Él tenía ojos para ver.
-Sólo estás intentando ayudarte a ti misma.
La miró con los ojos entrecerrados y se saltó un semáforo. A su derecha, un coche tuvo que frenar bruscamente para evitar una colisión. Melissa se tensó y tomó aire para tranquilizarse.
- Eh, cuidado, no querrás que nos matemos antes de que hayamos logrado nuestro objetivo, ¿verdad?
Suavizó su sonrisa mientras se volvía hacia él.
-Jason, de verdad, tienes que intentar dominar tu genio si no quieres echar a perder todo lo que has hecho en Fortune TX para labrarte un nombre. Ryan no querrá seguir trabajando contigo si se entera de que eres un hombre tan exaltado.
Jason odiaba e! tono despectivo que estaba utilizando. Odiaba el sonido de su voz. Si no fuera por él, Melissa continuaría viviendo en una ciudad minúscula, intentando a duras penas ganarse algún dólar, en vez de estar disfrutando de aquel nivel tan alto de vida.
La fiesta para recaudar fondos destinados a los niños portadores del VIH se estaba celebrando en uno de los salones del hotel más importante de San Antonio. El salón estaba abarrotado de gente célebre. Al principio, aquello le había hecho sentirse a Melissa «Wilkes» un tanto intimidada.
Había visto a auténticas celebridades hablando con multimillonarios hechos a sí mismos y con ricos de segunda y tercera generación. Mientras jugueteaba con su copa de vino, Melissa tenía serios problemas para decidir qué grupo era su favorito.
Los más ricos, supuso, porque el dinero bastaba para convertirlos en auténticas celebridades. Aquella idea le hizo sonreír mientras daba otro sorbo a su copa.
El vino no se le estaba subiendo a la cabeza. Al contrario, le daba fuerzas. La ayudaba a comprender mejor lo que iba a suceder.
Lo que ella -iba a hacer que sucediera.
Pegarse a Jason y hacerse pasar por su esposa había sido una de las cosas más inteligentes que había hecho nunca, decidió.
Y en aquel momento, estaba concentrándose en hacer algo incluso más inteligente.
Sacar a Ryan Fortune de aquel rebaño de hombres deseables y hacerlo completamente suyo.
Por supuesto, sabía que estaba casado, pero Lily Fortune era su tercera esposa. Y a un hombre que se había casado tres veces, no le importaría celebrar una cuarta boda, se dijo Melissa. Y, por supuesto, para ella no tenía ninguna importancia ser la primera.
Siempre y cuando se asegurara de ser la última. Melissa Fortune.
Sí, sonaba bien.
Y sonaría mejor cuando la alianza que Lily Fortune llevaba en su dedo izquierdo desapareciera.
Melissa ya sabía que iba a pedir una alianza mucho más grande cuando le tocara a ella.
Ni siquiera se le ocurría pensar que quizá nunca le tocara. La confianza en sí misma era el distintivo de su personalidad. Joven, atractiva y bien dotada, siempre había conseguido todo lo que se proponía.
Y en aquel momento estaba decidida a mejorar su vida.
Cuando Jason había entrado en su vida con un plan para desacreditar a Ryan Fortune por alguna «injusticia» cometida al parecer con sus antepasados, Melissa se había mostrado de acuerdo en hacerse pasar por su esposa. Eso le daba a Jason un aire de respetabilidad que necesitaba. Y así lo había hecho, hasta terminar harta.
Pero una vez había probado la buena vida, quería más.
Y para ello necesitaba a Ryan Fortune.
Jason parecía haber desaparecido, pensó mientras miraba a su alrededor, hacia los invitados que circulaban por el salón.
Como Jason sabía orquestar las cosas siempre a su favor, había conseguido llegar a ser el hombre adecuado en el momento adecuado, cuando estaba buscando un puesto en Fortune TX, la compañía dirigida por Logan, uno de los sobrinos de Ryan. Jason sabía que habían surgido problemas en el interior de la empresa y que Ryan trabajaba en ella como consejero. Jason había conseguido hacerse notar rápidamente, labrarse un nombre dentro de la empresa.
Y, de esa manera, había conseguido llamar la atención de Ryan. Un hombre que tenía fama de recompensar a aquellos que hacían bien su trabajo.
Le divertía pensar en ello. Poco sabía Ryan que Jason estaba trabajando tan duramente con el fin de poder desacreditarlo y, a la larga, quedarse él con la empresa.
Y esos eran los mismos objetivos que tenía Melissa hasta que había decidido poner fin a su situación. Hasta que la buena vida le había abierto sus puertas y le había mostrado todas las posibilidades que se le ofrecían al estar casada con un hombre tan rico y poderoso como Ryan Fortune.
Jason nunca iba a ser un hombre como él. Había algo absolutamente destructivo en Jason. Estaba decidido a causar la ruina de Ryan.
Mientras que ella estaba decidida a ascender socialmente.
Trabajando tras bambalinas, Melissa había empezado a forjarse su propio futuro. De momento, se había asegurado de estar presente en todas las actividades benéficas a las que Ryan dedicaba su tiempo. Se las arreglaba para coincidir con él y se aseguraba de que, cada vez que Ryan daba media vuelta, la encontrara tras él. Siempre dispuesta a ayudar.
Y no perdía una sola oportunidad de coquetear con Ryan, de halagarlo. Cuando Jason lo había advertido, Melissa le había contestado que sólo lo hacía para distraer a Ryan de sus verdaderos propósitos. Y el estúpido de Jason se lo había tragado.
Hasta cierto punto.
Pero a Melissa no le importaba lo que Jason pensara o dejara de pensar. Su objetivo era seducir a Ryan Fortune.
Y desde luego, no sería un trabajo tan odioso como otras de las cosas que había hecho. A los cincuenta y nueve años, Ryan Fortune continuaba siendo un hombre muy atractivo; un hombre de pelo oscuro y con una sólida musculatura consolidada durante los muchos años que llevaba trabajando en el rancho.
Pero aunque hubiera sido un monstruo, no le habría importado. Aquel hombre tenía suficiente dinero como para hacerse extremadamente deseable ante sus ojos.
Tras terminarse el vino, Melissa dejó su copa en una mesa cercana y tomó una copa más de una de las bandejas que llevaba un camarero. Bebió profundamente, sintiendo cómo el líquido corría por sus venas. Y sintiéndose capaz de conquistar el mundo.
Pretendía continuar con su plan desde dos direcciones diferentes. La primera era resultarle a Ryan atractiva, que era algo que ya había conseguido. El que Ryan no hubiera cedido de momento a sus menos que veladas insinuaciones para que se citara con ella en una de las suites del hotel no la había disuadido. Estaba convencida de que Ryan terminaría sucumbiendo.
La segunda parte de su plan consistía en crear discordia entre Ryan y su esposa. ¿Cómo iba a ofrecerle a Ryan un hombro sobre el que llorar si en realidad no tenía nada por lo que lamentarse? De modo que había decidido ofrecerle a Ryan algo de lo que quejarse: los celos infundados de su esposa.
En los labios de Melissa apareció una sonrisa mientras imaginaba la escena. Ella podía llegar a ser muy, muy comprensiva.
La paciencia nunca había sido su fuerte, pero estaba dispuesta a esperar.
Y de pronto vio la oportunidad de comenzar a sembrar las semillas de la discordia y la sospecha. Lily, vestida de un suave color lavanda, se excusó para dirigirse al cuarto de baño.
Melissa la siguió inmediatamente. Sabía que Jason continuaba en el salón, sin duda alguna, urdiendo su propia trampa. Pero ya era hora de que ella pusiera en funcionamiento la suya.
Los servicios de señoras estaban situados en el centro de un largo pasillo empapelado con un papel pintado que era un placer a los ojos, aunque sólo fuera por lo caro que era.
El cuarto de baño era más grande y estaba más limpio que la casa en la que Melissa había crecido. En cuanto entró, Melissa miró rápidamente a su alrededor. Ninguno de los servicios parecía estar siendo utilizado. Melissa se relajó. Aquello iba a ser mucho más fácil de lo que pensaba.
Lily Fortune estaba frente a un lavabo, arreglándose cuidadosamente el maquillaje. A los cincuenta y nueve años, ella también continuaba siendo una mujer muy atractiva.
Evidentemente, a Ryan Fortune le gustaban las mujeres hermosas, pensó Melissa. Lo cual era un punto a su favor, puesto que era más joven que Lily y, desde luego, mucho más atractiva. .
Dejó su bolso en el mostrador, al Iado del de Lily, y saludó a ésta con la cabeza. Lily le devolvió la sonrisa, pero la suya fue el tipo de sonrisa educada que intercambiaban dos personas que coincidían en un acto de ese tipo.
-Hola, Lily.
Era imposible no detectar el tono de familiaridad.
Lily entrecerró ligeramente los ojos mientras miraba a aquella mujer más joven que ella.
-¿Nos conocemos?
-Todavía, no -se interrumpió Melissa en un tono cargado de significados. Realmente, disfrutó al decir lo siguiente-: Pero tu marido, sí.
Lily volvió a dirigirle una educada sonrisa. Estaba intentando no ser desdeñosa, pero sabía que Ryan era un hombre muy, muy ocupado. Ella misma se consideraba afortunada al poder verlo con tanta frecuencia como lo veía y le agradecía que procurara cenar con ella diariamente. A veces eso significaba que comenzaban a cenar a las once de la noche, pero la hora no importaba, siempre y cuando estuvieran juntos.
- Ryan conoce a tanta gente que me resulta imposible conocerlos a todos -contestó Lily.
-Soy Melissa, la esposa de Jason Wilkes -el apellido era falso, al igual que su relación con Jason.
Para ser sincera, Melissa no tenía la menor idea de cuál era el verdadero nombre de Jason, pero tampoco figuraba en sus planes averiguado. Ella tenía que ocuparse de sí misma, no de Jason.
El semblante de Lily se ilumino al oírla.
-Oh, sí, Ryan habla muy bien de Jason -miró a través del espejo a la otra mujer-. Deberías estar muy orgullosa de tu marido.
-y tú del tuyo -antes de que Lily tuviera oportunidad de musitar el obligado «gracias», Melissa continuó con malicia-Tienes un buen semental, ¿sabes? A su edad, la mayor parte de los hombres no son capaces de funcionar y si lo hacen, su capacidad está bajo mínimos, no sé si me entiendes. Pero ése no es el caso de Ryan -sonrió.
Lily dejó caerla mano a un lado. Colocó el cepillo sobre el mostrador y se volvió a mirar a la joven. Encontraba ofensiva la intimidad de su tono. Por supuesto, sus palabras eran suficientemente ambiguas como para interpretar que se estaba refiriendo a la capacidad de trabajo de su esposo... si no hubiera sido por la palabra «semental».
Aquella palabra le hacía verlo todo bajo una luz diferente.
-¿Perdón? -preguntó con expresión altiva.
Lo había conseguido, pensó Melissa. Había sido más fácil de lo que esperaba.
-¿Te resulta violenta esta situación, Lily? -fingió amabilidad- ¿Sabes?, supongo que ése podría ser tu problema. Si quieres conservar a un hombre como Ryan, puedes verte en situaciones muy violentas -se inclinó hacia delante y advirtió que Lily se tensaba en respuesta-o supongo qué tendrás que estar renovándote constantemente en la cama. En caso contrario, tu marido podría aburrirse y comenzar a alejarse de ti -sonrió con aire de suficiencia- Pero supongo que decido ahora es como intentar cerrar la puerta del establo cuando el caballo ya se ha escapado -eligió una metáfora de lo más sugerente.
Lily creía con firmeza en la fidelidad de su marido.
No porque estuviera al tanto de lo que hada en cada momento, sino porque confiaba en él.
-¿Qué estás insinuando? -le preguntó.
Melissa esbozó una sonrisa lenta y sensual, destinada a hacerla sentirse incómoda. En realidad, Ryan no había hecho nunca nada más atrevido que estrecharle la mano, pero no había ningún motivo para que su esposa lo supiera.
-Yo creo que es bastante obvio incluso para... -se interrumpió un instante, como si estuviera intentando recordar-. ¿Qué expresión es la que Ryan utiliza? Ah, sí, para una Princesa de Hielo, eso es.
Lily se aferró al mostrador.
-¿Estás insinuando que Ryan y tú...?
Melissa esbozó una sonrisa que era pura malicia.
-¿A ti que te parece?
El enfado coloreó las mejillas de Lily. Ryan era un buen hombre, un hombre decente. No era un hombre que actuara a escondidas de su esposa. No tenía por qué hacerlo. Lily admitía que había estado muy reservado últimamente, pero asumía que era por motivos relacionados con el trabajo. Tenía demasiadas cosas en las que pensar y con esos horribles rumores que estaban corriendo sobre el cadáver, no le extrañaba que estuviera pensativo y callado.
-No te creo.
-Eso, querida, es cosa tuya -tomó su bolso, una vez cumplida su misión- Dicen que las esposas siempre son las últimas en enterarse. Y, normalmente, es porque viven tan encerradas en su mundo que ni siquiera se dan cuenta de que sus maridos han perdido el interés por ellas.
-Ryan me ama.
Melissa apenas se limitó a asentir.
-Haces bien en creerlo, Lily. ¿Quién sabe? Quizás incluso puedas ganar -se interrumpió para reforzar el efecto de sus palabras- ,pero lo dudo. y sin más, salió de nuevo del cuarto de baño.
La risa burbujeaba en su garganta mientras oía lo que suponía era el ruido hecho por Lily al dejarse caer contra una de la paredes del cuarto de baño.
Un tanto para el equipo de casa, se felicitó Melissa.
11
-¿Qué demonios crees que estás haciendo?
Jason Jamison descargó toda su furia en la mujer que se estaba haciendo pasar por su esposa en cuanto entraron en el coche.
Esa pequeña zorra podía echado todo a perder. Melissa se alisó el vestido por debajo del cinturón de seguridad. Odiaba los cinturones de seguridad. Siempre le arrugaban la ropa.
- Te aseguro que no sé de qué estás hablando. Jason detuvo el coche frente a un semáforo.
-¿Ah, no? Estás intentando acercarte a Ryan lo suficiente como para poder verle su ropa interior.
Había sido testigo de ello esa misma noche. Melissa se mantenía en todo momento al lado de Ryan, lo agarraba del brazo e incluso presionaba sus senos contra él.
Jason había tenido que hacer un enorme esfuerzo para guardar las apariencias durante la noche. Como una mariposa buscando una flor sobre la que detenerse, Melissa no paraba de perseguir a Ryan. Y, en algún momento, Jason había conseguido oír parte de lo que le estaba diciendo. Tal como sospechaba, Melissa se estaba ofreciendo a aquel hombre.
Aquello no era lo que él tenía en mente cuando había jurado vengar a su abuelo, un hombre que se había visto obligado a morir en la miseria por culpa de los Fortune.
Cuando Melissa se echó a reír en respuesta a aquella observación, el sonido de su risa lo irritó hasta la locura. La rabia que había estado reprimiendo, la rabia que lo había llevado a asesinar una vez en su vida amenazaba con desbordarse y arrastrar con ella a aquella mujer.
Tensó las manos sobre el volante.
-Vaya, querido -respondió Melissa en el mismo tono sensual que había empleado con Ryan-, yo sólo estoy intentando ayudar.
Y un infierno, pensó Jason. Él tenía ojos para ver.
-Sólo estás intentando ayudarte a ti misma.
La miró con los ojos entrecerrados y se saltó un semáforo. A su derecha, un coche tuvo que frenar bruscamente para evitar una colisión. Melissa se tensó y tomó aire para tranquilizarse.
- Eh, cuidado, no querrás que nos matemos antes de que hayamos logrado nuestro objetivo, ¿verdad?
Suavizó su sonrisa mientras se volvía hacia él.
-Jason, de verdad, tienes que intentar dominar tu genio si no quieres echar a perder todo lo que has hecho en Fortune TX para labrarte un nombre. Ryan no querrá seguir trabajando contigo si se entera de que eres un hombre tan exaltado.
Jason odiaba e! tono despectivo que estaba utilizando. Odiaba el sonido de su voz. Si no fuera por él, Melissa continuaría viviendo en una ciudad minúscula, intentando a duras penas ganarse algún dólar, en vez de estar disfrutando de aquel nivel tan alto de vida.
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