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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Suicide season {n. colectiva}
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Suicide season {n. colectiva}
- ficha:
- Nombre: suicide season
Autor: colectiva
Género: drama, romance.
Adaptación: la canción de BMTH, creo.
Advertencias: nope. todo depente de la narración de cada escritora.
Otras Páginas: nope.
Los ancianos narran la extraña leyenda titulada La temporada de suicidios. Sucede cada trece años. Siempre se encuentran docenas de cadáveres adolescentes, de entre dieseis y dieciocho años. Las pruebas de la muerte son sencillas de hallar: botes de pastillas a punto de vaciarse, profundos cortes en las muñecas, ahorcamientos, disparos en la sien, entre otros.
Actualmente todos tenemos algunos conocimientos sobre el conocido acoso escolar, las personas con trastornos alimenticios o adicciones variadas. Pero, al igual, la violencia en el hogar, de género, las violadores, las perdidas de familiares o las enfermedades mentales, siguen existiendo y atormentando a miles de personas en el mundo.
La temporada de suicidio ha vuelto, y desgraciadamente, los adolescentes atormentados siguen luchando sin conocer el gran peso que se les vendrá encima.
Actualmente todos tenemos algunos conocimientos sobre el conocido acoso escolar, las personas con trastornos alimenticios o adicciones variadas. Pero, al igual, la violencia en el hogar, de género, las violadores, las perdidas de familiares o las enfermedades mentales, siguen existiendo y atormentando a miles de personas en el mundo.
La temporada de suicidio ha vuelto, y desgraciadamente, los adolescentes atormentados siguen luchando sin conocer el gran peso que se les vendrá encima.
Ellos quieren terminar con el dolor, no con su vida.
orden.
code.
- en hide:
Última edición por sykes. el Lun 23 Jun 2014, 2:40 am, editado 6 veces
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
uh prepárense que ya tienen lectora chicas. va a estar buenísima.
Invitado
Invitado
Re: Suicide season {n. colectiva}
¿Sabes? Te estaba acosando hace 5 minutos ;-; ¿destino? creo que sí.fluttershy. escribió:uh prepárense que ya tienen lectora chicas. va a estar buenísima.
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
wow, ¿en serio? brujeRÍA ahresykes. escribió:¿Sabes? Te estaba acosando hace 5 minutos ;-; ¿destino? creo que sí.fluttershy. escribió:uh prepárense que ya tienen lectora chicas. va a estar buenísima.
Invitado
Invitado
Re: Suicide season {n. colectiva}
Nos ha echado el ojo un jinato ahq (?)fluttershy. escribió:wow, ¿en serio? brujeRÍA ahresykes. escribió:¿Sabes? Te estaba acosando hace 5 minutos ;-; ¿destino? creo que sí.fluttershy. escribió:uh prepárense que ya tienen lectora chicas. va a estar buenísima.
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
JAJAJAJAJAJJAsykes. escribió:Nos ha echado el ojo un jinato ahq (?)fluttershy. escribió:wow, ¿en serio? brujeRÍA ahresykes. escribió:¿Sabes? Te estaba acosando hace 5 minutos ;-; ¿destino? creo que sí.fluttershy. escribió:uh prepárense que ya tienen lectora chicas. va a estar buenísima.
Invitado
Invitado
Re: Suicide season {n. colectiva}
CAPÍTULO 001
Era oficial, mi mente había desarrollado un curioso odio hacia los jueves. Desconocía la razón principal, pero se desarrollaba entre las clases de educación física, mis insoportables compañeros y las miradas curiosas de algunas chicas al ver mis tatuajes. Sí, definitivamente, odiaba la secundaria tanto como a los jueves.
Colgué de mi hombro mi mochila, comenzando a sentir la presión de los libros tirar hacia abajo. El estrés se colocó nuevamente en mi frente, y unos insoportables martillos azotaron variadas veces mi pared craneal.
<< Gracias, mundo, es una gran manera de empezar la mañana —pensé con sarcasmo. >>
El ascensor cerró sus puertas en cuanto entré. Me froté levemente los ojos. Aquella noche había sido agraciado con la visita del insomnio, y del cuidado intenso de mi padre para calmar sus lloros. La noche había transcurrido normal, careciendo de golpes, nuevas heridas en mis nudillos o quejidos por parte de mi hermano sobre el estado de nuestra figura paterna.
Detrás del cristal de la puerta del portal, logré divisar al grupo de agresores que solían hacer de mi existencia un infierno ardiente. Decidí acelerar mi paso, descender mi visión hacia mi teléfono móvil y centrar mi atención en la música que reproducía el aparato. Tenía cierto aprecio a todas las canciones de Bullet For My Valentine, especialmente a Truth Hurts, porque de alguna manera, lograba comprender mi estado a la perfección.
La música y sus letras eran las únicas que podían decirme con sus mensajes recomponedores que todo iba a estar bien, aunque desgraciadamente, mi mente suicida y carecedora de esperanzas me mostraba diariamente más razones por las cuales dejar una habitación libre en el mundo, y ocupar una más en el infierno.
Unos gritos masculinos tocaron mis tímpanos ligeramente, apartando a la música unos segundos antes de volver a escuchar Timper Timper de la maravillosa voz de Matt Tuck. El sonido de un insulto, tan temprano y con mi estómago totalmente vacío, era difícil de dejar pasar. Aquella mañana estaba demasiado blando, lo que supondría un día duro, lleno de nuevo moretones, cicatrices recién abiertas y cientas razones por las que golpear una última vez la pared y disparar mi cráneo, terminar con todo.
Sonaba tan atractivo.
Nuevamente, soltaron algunas blasfemias por sus bocas antes de que cruzara la esquina de mi edificio y me sentase en un portal cercano. Era el 33, ocho número posterior al mío.
Divisé a la lejanía a un muchacho que conocí hacía unos años por casualidad en la enfermería. Se llamaba Dylan, al igual que yo era homosexual. Había escuchado que le diagnosticaron depresión muy pronto, por lo cual su historia se convertía en una difícil y complicada.
De cierta manera, esas personas tan fuertes, que todavía no se han marchado de este mundo, eran un ejemplo a seguir. Pero por la manera contraria, conocía que tenía intenciones de suicidarse, al igual que yo. No todos podemos aguantar tanto tiempo el acoso continuo de homófogos.
Las primeras tres clases fueron rápidas. No percibí ningún comportamiento extraño en mis compañeros de aula, ni tampoco noté miradas asqueadas o algún gesto similar. Básicamente, se limitaban a ignorarme, y susurrar palabras inadecuadas sobre mi orientación sexual, la historia de mi familia, o algún rumor insano sobre mi pasado que me aterraba conocer.
Hablaban por hablar, porque simplemente conocer sus bocas para hacer eso. Y para tragar genitales masculinos, la mayoría de integrantes femeninos de aquel centro escolar.
Y finalmente, tuvo que levantarme para trasladarme al exterior, donde el entrenador Harrison nos esperaba sonriente. Sujetaba con fuerza en su mano derecha un balón de fútbol. Temí lo peor, lo que exactamente me tocaría: jugar un partido con los animales salvajes de mi clase.
Me coloqué al lado del entrenador, sintiendo como comenzaba a dificultarse mi respiración a medida que ellos se acercaban y curvaban sus bocas ascendentemente. No necesitaría un suicidio, porque ellos celebrarían mi asesinato en unos escasos minutos.
—Buenos días —habló el entrador Harrison finalmente; lanzó un par de veces al aire el balón, y lo atrapó sin dificultad en el aire—. Creo que ya adivináis la actividad de hoy.
Las chicas asistieron con la cabeza. Divisé a uno de los gorilas sin cerebros abrir la boca para realizar un comentario sin sentido intelectual. << Si vas a quedar mal, ¿para qué coño hablas, retrasado mental? —me dije a mí mismo. >> Al instante, me arrepentí de haber pensado tal cosa.
Había descubierto que la esquizofrenia te regalaba la desagradable sensación de creer que los demás pueden escuchar lo que pasa por tu mente.
—Cállate, Steve, usted no sabe una mierda de fútbol en realidad, así que espero que no rompa a nadie una pierna, porque lo pagaría caro —le calló con agilidad el entrenador.
Uno de ellos, totalmente diferente a Steve, hizo una expresión de enojo. Efectivamente, le habían quitado la oportunidad de dislocarme un hombro o algo por el estilo.
—Corran tres vueltas al campo, chicas —entre quejidos y conversaciones ajenas, comenzaron a juntarse en grupos y a rodear el campo en el que jugarían posteriormente. El entrenador se volvió nuevamente hacia nosotros. Posó su mirada en mí; mis rodillas temblaron débilmente ante la terrible idea de tener que soportar la respiración dificultada entre empujones, risas e insultos—. Blair, usted será portero.
Un escalofrío recorrió todas mis vértebras. A pesar de ser uno de los mejores puestos que había recibido en todo el trimestre, conocía las planificaciones de mis agresores, y no eran realmente agradables.
—Tierra llamando a Blair, ¿quiere responder? —volví mi cabeza hacia el entrenador Harries, quién me miraba con el ceño fruncido. Ahora el balón reposaba bajo su sobaco; algo realmente repugnante, personalmente—. Es capitán, ¡y te toca elegir!
Mis ojos se posaron en mi clase. En frente mío —seguramente el capitán del equipo contrario— descansaba Robert Bells, o más conocido como Robert la Campana, gracias a la traducción al español de su apellido. Su cabello no estaba peinado, y su rostro había sido adornado por una expresión de Poker desconocida para mí.
—Em... —murmuré; divisé a Evan Doe sonriéndome, apuntándose hacia el pecho, indicándome que quería que le eligiese.
<< Dios, ¿por qué quiere que le elija? —pensé, y repentinamente apreté mis párpados—. Mierda, quizás me ha oído. ¡Joder! ¡¿Cómo me va a oír?! >>
—Evan —dije finalmente.
Deseaba descontrolada conocer las razones por las cuales Evan quería estar en mi equipo. A veces, se había acercado a mí para entablar conversación, y otras, me había llevado a la enfermería para curar mis heridas. No comprendía su comportamiento...¿por qué no era cómo todos los demás? ¿Por qué no me agredía, ni tampoco me insultaba? ¿Acaso le caía...bien? No. Eso es imposible.
Él se acercó, pasó un brazo por mis hombros y me apretó contra él.
—¡Evan y Jack son gays!
—¡Evan y Jack son novios!
—¡Evan y Jack se la meten por detrás!
Los comentarios aparecieron en el ambiente. El entrenador Harrison les mandó callar instantáneamente, pero Evan ni siquiera se inmutó, permaneció a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja.
Se percató de mis ojos, y él se giró a observarme. Sus ojos eran caramelos, acompañaban a la perfección a sus cabellos pelirrojos. Era un chico tierno, lindo, atraía a mis brazos para rodear su cuerpo y juntarnos en un tierno abrazo. Era una sensación extraña pero agradable. Quizás Evan era agradable. Quizás él me podría salvar.
<< ¿¡Qué!? ¡No! ¡Nadie va a salvarte, Jack! ¡Eres un pringado! >>
Mi subconsciente tenía razón. ¿Quién se interesa en un suicida esquizofrénico? ¿En un antisocial acosado severamente? ¿En una persona a la cuál abusan de ella a veces en casa? ¿Quién quiere...a alguien que se odia a si mismo?
Con pesadez, suspiré y me adentré en el baño. El instituto carecía de una sala para cambiarnos, por lo que nos manteníamos agradecidos por poder cambiarnos individualmente en los baños.
Cuando aparté la camiseta de mí, noté como tocaban la puerta. Aparté la prenda, la metí en mi bolsa y me giré con temor. No lograría descifrar sus planes si la mente se me nublaba, la respiración se aceleraba y comenzaba a actuar con angustia.
—¿Jack? —preguntó Steve.
De repente, el recuerdo de Evan metiendo el último gol del partido vino a mi mente. Gracias a él, habíamos ganado 3 a 1. Logré parar algunos goles, recibiendo una enhorabuena por su parte. Me agradaba ese chico.
Desgraciadamente, eso me condujo a la terrible idea de venganza por parte de los gorilas sin cerebro. Bueno, quizás tengan cerebro, pero en sus genitales estimulados por la adolescencia.
—Aquí no está —sentí alivio.
Pero no se marcharon, permanecieron inmóviles allí. ¿Qué debía hacer? ¿Cambiarme rápidamente y salir corriendo antes de que alcanzaran? ¿O quedarme ahí quieto, pensando, esperando a una agresión renovada?
—Te aseguro que está aquí, ¡solo que la muy nenaza no responde!
Comenzó a golpear la puerta con el puño. Gracias a dios, había echado el seguro y aquello aguantaría lo suficiente antes de que se me ocurriese un plan.
Bajé la tapa del retrete lentamente, logrando no emitir ningún ruido demasiado sonoro que captara su atención. Los golpes aumentaron en fuerza y velocidad, al igual que los gruñidos atraían a otros y se animaban a atormentarme sin cesar.
Me coloqué la camiseta rápidamente. Los demonios de mi cabeza comenzaban a salir de las esquinas más oscuras y me acechaban, me estaban encerrando en un callejón repleto de penumbra del cuál sería difícil salir.
—¡Nenaza! ¡Sal de ahí!
—¡Gallina!
—¡Maricón de mierda!
—¡Tu madre no estaría orgulloso de ti, da la cara!
Mi corazón se aceleró. Era la hora de dejar que mis piernas fuesen abrazadas por mis brazos y que me balanceara, esperando a que todo se calmase por la entrada de un profesor en los baños.
Deslicé mi cuerpo por la pared del baño. La respiración estaba matándome. Escuchaba voces que susurraban, pero con el caos que había detrás de la puerta, no lograba entender sus palabras. Aunque nunca conseguía hacerlo. Eran como pequeños seres que intentaban hablarme pero no lograban su objetivo, porque sus voces no estaban lo suficientemente desarrolladas para ser totalmente comprensibles.
—Ts —escuché. Y distinguí lo real que había sido esa llamada de atención.
Bajé mis ojos hacia mi calzado, dónde había una nota doblada un par de veces. Fruncí el ceño con confusión, y tomé el papel. Lo leí tan rápido que me costó un poco entender por qué alguien estaría interesado en mí. ¿Por qué? ¿Acaso Evan estaba con este chico?
Agarré el bolígrafo que había pasado posteriormente el tal Ben, y me digné a contestarle.
Sentí mi estómago rugir. Las voces de los chicos de mi clase no cesaban ni aunque les quemaran las extremidades, por lo que me limité a concentrarme en la conversación con aquel totalmente desconocido y ayudar a mi respiración a retomar su ritmo normal.
Colgué de mi hombro mi mochila, comenzando a sentir la presión de los libros tirar hacia abajo. El estrés se colocó nuevamente en mi frente, y unos insoportables martillos azotaron variadas veces mi pared craneal.
<< Gracias, mundo, es una gran manera de empezar la mañana —pensé con sarcasmo. >>
El ascensor cerró sus puertas en cuanto entré. Me froté levemente los ojos. Aquella noche había sido agraciado con la visita del insomnio, y del cuidado intenso de mi padre para calmar sus lloros. La noche había transcurrido normal, careciendo de golpes, nuevas heridas en mis nudillos o quejidos por parte de mi hermano sobre el estado de nuestra figura paterna.
Detrás del cristal de la puerta del portal, logré divisar al grupo de agresores que solían hacer de mi existencia un infierno ardiente. Decidí acelerar mi paso, descender mi visión hacia mi teléfono móvil y centrar mi atención en la música que reproducía el aparato. Tenía cierto aprecio a todas las canciones de Bullet For My Valentine, especialmente a Truth Hurts, porque de alguna manera, lograba comprender mi estado a la perfección.
La música y sus letras eran las únicas que podían decirme con sus mensajes recomponedores que todo iba a estar bien, aunque desgraciadamente, mi mente suicida y carecedora de esperanzas me mostraba diariamente más razones por las cuales dejar una habitación libre en el mundo, y ocupar una más en el infierno.
Unos gritos masculinos tocaron mis tímpanos ligeramente, apartando a la música unos segundos antes de volver a escuchar Timper Timper de la maravillosa voz de Matt Tuck. El sonido de un insulto, tan temprano y con mi estómago totalmente vacío, era difícil de dejar pasar. Aquella mañana estaba demasiado blando, lo que supondría un día duro, lleno de nuevo moretones, cicatrices recién abiertas y cientas razones por las que golpear una última vez la pared y disparar mi cráneo, terminar con todo.
Sonaba tan atractivo.
Nuevamente, soltaron algunas blasfemias por sus bocas antes de que cruzara la esquina de mi edificio y me sentase en un portal cercano. Era el 33, ocho número posterior al mío.
Divisé a la lejanía a un muchacho que conocí hacía unos años por casualidad en la enfermería. Se llamaba Dylan, al igual que yo era homosexual. Había escuchado que le diagnosticaron depresión muy pronto, por lo cual su historia se convertía en una difícil y complicada.
De cierta manera, esas personas tan fuertes, que todavía no se han marchado de este mundo, eran un ejemplo a seguir. Pero por la manera contraria, conocía que tenía intenciones de suicidarse, al igual que yo. No todos podemos aguantar tanto tiempo el acoso continuo de homófogos.
Las primeras tres clases fueron rápidas. No percibí ningún comportamiento extraño en mis compañeros de aula, ni tampoco noté miradas asqueadas o algún gesto similar. Básicamente, se limitaban a ignorarme, y susurrar palabras inadecuadas sobre mi orientación sexual, la historia de mi familia, o algún rumor insano sobre mi pasado que me aterraba conocer.
Hablaban por hablar, porque simplemente conocer sus bocas para hacer eso. Y para tragar genitales masculinos, la mayoría de integrantes femeninos de aquel centro escolar.
Y finalmente, tuvo que levantarme para trasladarme al exterior, donde el entrenador Harrison nos esperaba sonriente. Sujetaba con fuerza en su mano derecha un balón de fútbol. Temí lo peor, lo que exactamente me tocaría: jugar un partido con los animales salvajes de mi clase.
Me coloqué al lado del entrenador, sintiendo como comenzaba a dificultarse mi respiración a medida que ellos se acercaban y curvaban sus bocas ascendentemente. No necesitaría un suicidio, porque ellos celebrarían mi asesinato en unos escasos minutos.
—Buenos días —habló el entrador Harrison finalmente; lanzó un par de veces al aire el balón, y lo atrapó sin dificultad en el aire—. Creo que ya adivináis la actividad de hoy.
Las chicas asistieron con la cabeza. Divisé a uno de los gorilas sin cerebros abrir la boca para realizar un comentario sin sentido intelectual. << Si vas a quedar mal, ¿para qué coño hablas, retrasado mental? —me dije a mí mismo. >> Al instante, me arrepentí de haber pensado tal cosa.
Había descubierto que la esquizofrenia te regalaba la desagradable sensación de creer que los demás pueden escuchar lo que pasa por tu mente.
—Cállate, Steve, usted no sabe una mierda de fútbol en realidad, así que espero que no rompa a nadie una pierna, porque lo pagaría caro —le calló con agilidad el entrenador.
Uno de ellos, totalmente diferente a Steve, hizo una expresión de enojo. Efectivamente, le habían quitado la oportunidad de dislocarme un hombro o algo por el estilo.
—Corran tres vueltas al campo, chicas —entre quejidos y conversaciones ajenas, comenzaron a juntarse en grupos y a rodear el campo en el que jugarían posteriormente. El entrenador se volvió nuevamente hacia nosotros. Posó su mirada en mí; mis rodillas temblaron débilmente ante la terrible idea de tener que soportar la respiración dificultada entre empujones, risas e insultos—. Blair, usted será portero.
Un escalofrío recorrió todas mis vértebras. A pesar de ser uno de los mejores puestos que había recibido en todo el trimestre, conocía las planificaciones de mis agresores, y no eran realmente agradables.
—Tierra llamando a Blair, ¿quiere responder? —volví mi cabeza hacia el entrenador Harries, quién me miraba con el ceño fruncido. Ahora el balón reposaba bajo su sobaco; algo realmente repugnante, personalmente—. Es capitán, ¡y te toca elegir!
Mis ojos se posaron en mi clase. En frente mío —seguramente el capitán del equipo contrario— descansaba Robert Bells, o más conocido como Robert la Campana, gracias a la traducción al español de su apellido. Su cabello no estaba peinado, y su rostro había sido adornado por una expresión de Poker desconocida para mí.
—Em... —murmuré; divisé a Evan Doe sonriéndome, apuntándose hacia el pecho, indicándome que quería que le eligiese.
<< Dios, ¿por qué quiere que le elija? —pensé, y repentinamente apreté mis párpados—. Mierda, quizás me ha oído. ¡Joder! ¡¿Cómo me va a oír?! >>
—Evan —dije finalmente.
Deseaba descontrolada conocer las razones por las cuales Evan quería estar en mi equipo. A veces, se había acercado a mí para entablar conversación, y otras, me había llevado a la enfermería para curar mis heridas. No comprendía su comportamiento...¿por qué no era cómo todos los demás? ¿Por qué no me agredía, ni tampoco me insultaba? ¿Acaso le caía...bien? No. Eso es imposible.
Él se acercó, pasó un brazo por mis hombros y me apretó contra él.
—¡Evan y Jack son gays!
—¡Evan y Jack son novios!
—¡Evan y Jack se la meten por detrás!
Los comentarios aparecieron en el ambiente. El entrenador Harrison les mandó callar instantáneamente, pero Evan ni siquiera se inmutó, permaneció a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja.
Se percató de mis ojos, y él se giró a observarme. Sus ojos eran caramelos, acompañaban a la perfección a sus cabellos pelirrojos. Era un chico tierno, lindo, atraía a mis brazos para rodear su cuerpo y juntarnos en un tierno abrazo. Era una sensación extraña pero agradable. Quizás Evan era agradable. Quizás él me podría salvar.
<< ¿¡Qué!? ¡No! ¡Nadie va a salvarte, Jack! ¡Eres un pringado! >>
Mi subconsciente tenía razón. ¿Quién se interesa en un suicida esquizofrénico? ¿En un antisocial acosado severamente? ¿En una persona a la cuál abusan de ella a veces en casa? ¿Quién quiere...a alguien que se odia a si mismo?
Con pesadez, suspiré y me adentré en el baño. El instituto carecía de una sala para cambiarnos, por lo que nos manteníamos agradecidos por poder cambiarnos individualmente en los baños.
Cuando aparté la camiseta de mí, noté como tocaban la puerta. Aparté la prenda, la metí en mi bolsa y me giré con temor. No lograría descifrar sus planes si la mente se me nublaba, la respiración se aceleraba y comenzaba a actuar con angustia.
—¿Jack? —preguntó Steve.
De repente, el recuerdo de Evan metiendo el último gol del partido vino a mi mente. Gracias a él, habíamos ganado 3 a 1. Logré parar algunos goles, recibiendo una enhorabuena por su parte. Me agradaba ese chico.
Desgraciadamente, eso me condujo a la terrible idea de venganza por parte de los gorilas sin cerebro. Bueno, quizás tengan cerebro, pero en sus genitales estimulados por la adolescencia.
—Aquí no está —sentí alivio.
Pero no se marcharon, permanecieron inmóviles allí. ¿Qué debía hacer? ¿Cambiarme rápidamente y salir corriendo antes de que alcanzaran? ¿O quedarme ahí quieto, pensando, esperando a una agresión renovada?
—Te aseguro que está aquí, ¡solo que la muy nenaza no responde!
Comenzó a golpear la puerta con el puño. Gracias a dios, había echado el seguro y aquello aguantaría lo suficiente antes de que se me ocurriese un plan.
Bajé la tapa del retrete lentamente, logrando no emitir ningún ruido demasiado sonoro que captara su atención. Los golpes aumentaron en fuerza y velocidad, al igual que los gruñidos atraían a otros y se animaban a atormentarme sin cesar.
Me coloqué la camiseta rápidamente. Los demonios de mi cabeza comenzaban a salir de las esquinas más oscuras y me acechaban, me estaban encerrando en un callejón repleto de penumbra del cuál sería difícil salir.
—¡Nenaza! ¡Sal de ahí!
—¡Gallina!
—¡Maricón de mierda!
—¡Tu madre no estaría orgulloso de ti, da la cara!
Mi corazón se aceleró. Era la hora de dejar que mis piernas fuesen abrazadas por mis brazos y que me balanceara, esperando a que todo se calmase por la entrada de un profesor en los baños.
Deslicé mi cuerpo por la pared del baño. La respiración estaba matándome. Escuchaba voces que susurraban, pero con el caos que había detrás de la puerta, no lograba entender sus palabras. Aunque nunca conseguía hacerlo. Eran como pequeños seres que intentaban hablarme pero no lograban su objetivo, porque sus voces no estaban lo suficientemente desarrolladas para ser totalmente comprensibles.
—Ts —escuché. Y distinguí lo real que había sido esa llamada de atención.
Bajé mis ojos hacia mi calzado, dónde había una nota doblada un par de veces. Fruncí el ceño con confusión, y tomé el papel. Lo leí tan rápido que me costó un poco entender por qué alguien estaría interesado en mí. ¿Por qué? ¿Acaso Evan estaba con este chico?
Hey. Mi nombre es Ben Thompson. Sé que te llamas
Jack Blair. Espero que no te estén haciendo nada.
Soy de la clase E, en frente de la tuya. Estaba aquí,
porque no soporto matemáticas, y empecé a escu-
char todo este barullo. Espero que te encuentres
a salvo. Por cierto, me gustan tus camisetas de
Bullet For My Valentine, es un grupo admirable.
Jack Blair. Espero que no te estén haciendo nada.
Soy de la clase E, en frente de la tuya. Estaba aquí,
porque no soporto matemáticas, y empecé a escu-
char todo este barullo. Espero que te encuentres
a salvo. Por cierto, me gustan tus camisetas de
Bullet For My Valentine, es un grupo admirable.
Agarré el bolígrafo que había pasado posteriormente el tal Ben, y me digné a contestarle.
Sentí mi estómago rugir. Las voces de los chicos de mi clase no cesaban ni aunque les quemaran las extremidades, por lo que me limité a concentrarme en la conversación con aquel totalmente desconocido y ayudar a mi respiración a retomar su ritmo normal.
Hola, Ben. No sé de me conoces pero me siento
alagado de que lo hagas, no sé. Supongo que
estaré aquí un largo tiempo hasta que se les
vaya la menstruación. ¿Tienes dos piercings en
el labio inferior? Porque creo que ya sé quién
eres. Oh, gracias, creo. Tengo una obsesión in-
sana por Matt Tuck y Corey Tylor, de Slipknot.
alagado de que lo hagas, no sé. Supongo que
estaré aquí un largo tiempo hasta que se les
vaya la menstruación. ¿Tienes dos piercings en
el labio inferior? Porque creo que ya sé quién
eres. Oh, gracias, creo. Tengo una obsesión in-
sana por Matt Tuck y Corey Tylor, de Slipknot.
sigue: bloom
Ledger.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Amo como escribes me encantó el capítulo y no sabía que yo era la segunda, so, de inmediato me pongo a escribir.
El capítulo me mató y Jack siempre estará en mi corazón (?) me cae genial el weón.
ily
El capítulo me mató y Jack siempre estará en mi corazón (?) me cae genial el weón.
ily
Bloom.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Ya sé que me lo vas a negar, pero tu redacción es para tirar cohetes y chss, no digas nada, pero no he encontrado faltas de ortografíaue já, no puedes decir nada. El capítulo perfecto. Amo a Jack y a Ben. Ben es amooooooooor
Black Widow.
Re: Suicide season {n. colectiva}
asdfgjhklñ me encantó el capítulo completamente. Jack siempre será mi amor eterno gay ue. la nota, *shoro panes* ue, espero el siguiente capítulo ansiosa de mi turno. bye.
holmes.
Re: Suicide season {n. colectiva}
sldkjhgsldkjhgsldkjf pos me mato!! me encanta :3 escribes tan lskjhgdkljfh xD :3
baekhyun.
Re: Suicide season {n. colectiva}
;;_;; no se si escuches rap, joker o si escuche a Porta, y este sensual y hermoso capitulo me recordó a voces en mi interior de El porta ;__;
antes del comentario de unos de los raperos que mas me gustan te dirían que eres una de las mejor escritoras en todo OWN y amo miles de veces BFMV <33 Riot <33 y que los allas puesto en tu cap es lo mas askdljs. bueno solo eso y amo a Jack y a Evan <333
besos y espero el cap de bloom.
antes del comentario de unos de los raperos que mas me gustan te dirían que eres una de las mejor escritoras en todo OWN y amo miles de veces BFMV <33 Riot <33 y que los allas puesto en tu cap es lo mas askdljs. bueno solo eso y amo a Jack y a Evan <333
besos y espero el cap de bloom.
Karou.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Wow hermosura, omg, ese capitulo estuvo de infarto, estuvo perfecto, nio una falta ortografica haha, pues quiero mas capitulos, please.
nina.
Re: Suicide season {n. colectiva}
Todos en esa escuela son re malparidos, pobre Jack. Ben <333 que cosita, fue adorable lo de la carta. Joker, adoro como narras, como expresas los sentimientos del chico. Fue hermoso <3 mueve el culo Bloom y síguela, ahr.
crybaby.
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