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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Caliente al Tacto
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
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Caliente al Tacto
titulo: caliente al tacto.
autor: howell. aka sophie.
adaptación: no.
género: drama, fantasía.
advertencias: contenido homosexual.
otras páginas: no, por el momento.
notas: título sacado de hora de aventura, inspiración por hello de nu'est, ship weirdo bc jren y amin son la hostia.
autor: howell. aka sophie.
adaptación: no.
género: drama, fantasía.
advertencias: contenido homosexual.
otras páginas: no, por el momento.
notas: título sacado de hora de aventura, inspiración por hello de nu'est, ship weirdo bc jren y amin son la hostia.
Miré la blanca nieve marcarse bajo mis pisadas y me agaché, abrazando mis rodillas con un brazo mientras que con mi mano libre tomaba algo de nieve. No sentía frío; mejor dicho, no sentía nada. Un árbol se mecía suavemente a lo lejos por la clara brisa que había, pero yo no podía sentirlo; tampoco sentía los sonidos de los niños correteando por la fresca nieve de la mañana o el sol calentar algo de mi piel expuesta. No sentía nada, pero extrañamente, mi expresión seguía igual de inexpresiva que cuando desperté esta mañana. Parece que ni yo me sentía a mí mismo.
Levanté la vista de la nieve y me levanté suavemente, recordando que estaba en medio de la calle y la barredora de nieve pasaría en cualquier momento. Miré una vez más a los niños y comencé a caminar, ahora a un lado de la calle, sin querer molestar a las parejas que caminaban románticamente por la vereda.
Caminé por un sinfín de tiempo hasta que llegué a una calle extrañamente familiar. Los niños ya no estaban, sus padres los habían llamado; el día se había nublado y volvería a nevar en cualquier momento. Miré a mi alrededor y todo lo que pude ver fueron distintas gamas de grises mezclado con el blanco cegador de la nieve, pero algo me llamó la atención: una casa resaltaba entre las demás, a pesar de ser exactamente igual. Una ventana estaba abierta y se veían unas flores blancas, que a pesar de estar a punto de marchitarse, lucían igual de hermosas que las flores frescas que antes había en mi casa.
Me acerqué a las flores y las olí. No sentí nada, ni el agradable olor que pensé que tendrían ni el que parecía el suave tacto de los pétalos contra las yemas de mis dedos.
Miré más a fondo y vi dentro de la casa. Frente a la ventana había un sillón y una pareja sentada en él. El chico apoyaba su brazo cariñosamente sobre el hombro de la chica y ella se acomodaba mejor en espacio que él le proporcionaba sobre su torso. Era una bella pareja, así que no entendí por qué dolía mi pecho hasta que el chico giró su cabeza hacia las ventana.
A pesar de no sentir nada, una pequeña parte de mí se rompió en cuanto vi a Minhyun sonreír melancólicamente las flores.
El viento sopló una vez más y con él me alejé de aquella casa.
Esta vez no había una bella nieve, sino una tranquila lluvia. Hasta hace poco había llovido y ahora había parado, pero eso no quitaba el hecho de que la gente siguiera en su casa a protegerse de la ausencia de ésta. Yo, en cambio, prefería estar afuera, de nuevo en el medio de la calle y de nuevo frente a aquella casa blanca donde las flores ya se habían marchitado hace tiempo.
Miré cada detalle de ésta, recordando los buenos momentos que pasé allí con el chico que ahora estaba parado detrás de mí. Me lo imaginaba con un rostro de sorpresa, pero el miedo a voltearme y ver que no podía verme me embriagó y me hizo seguir viendo aquella ventana donde ya no había rastro de pétalos blancos.
—¿Ren?
Mi corazón se congeló al igual que la temperatura y giré mi cabeza inmediatamente, encontrándome con el rostro de Minhyun; sorpresa, total y completa sorpresa, tal y como había imaginado.
No contesté y dejé que él se acercara torpemente hasta quedar a una distancia prudente de mi inerte cuerpo.
—¿Eres tú, Ren?
Abrí mi boca pero rápidamente la cerré. Bajé mi cabeza, incapaz de verlo a los ojos; en cambio, miraba un charco justo bajo mis pies, observando el reflejo de mi cabello rubio y mi rostro inexpresivo de siempre. ¿Cómo es que Minhyun podía verme? Se supone que él ya no es nada de mí y no tiene sentido que me vea con esos ojos que antes solían brillar con mi reflejo. Él no podía ver mi reflejo en el charco y yo no podía ver mi reflejo en sus ojos.
Un trueno me hizo salir de mi transe y me encogí en el lugar. Minhyun reaccionó y se acercó a abrazarme, como solía hacer cuando había una tormenta y mi miedo hacia los relámpagos se hacía presente; pero lo detuve, ya que no quería decepcionarlo.
Él se quedó en el lugar mirando mi mano levantada en una clara señal de que no se acercara. El dolor era reflejado en su rostro y me dolía verlo así; me mataba, pero no podía hacer nada. Esto era por su bien.
—Ren, no entiendo —dijo luego de un rato de silencio.
En todo el rato no había dejado de mirarlo a los ojos y él había hecho lo mismo. Yo sabía que él no entendía antes de que lo dijera; sus ojos lo expresaban. Aún así, esperé a que lo dijera para señalar mi muñeca en alto, mostrando la piel llena de marcas que se mostraba.
Unas lágrimas aparecieron en sus ojos.
—No puede ser posible —afirmó. Las primeras lágrimas descendieron por sus pálidas mejillas, las cuales tomaban color a cada segundo.
Llevó las manos a sus ojos y comenzó a tallarlos, intentando detener las lágrimas. Seguía repitiendo la misma frase, una y otra vez. "No puede ser posible, Ren no, no él, no puede ser posible". Lucía como un pequeño niño llorando porque su helado se calló, al igual que hace muchos años cuando éramos pequeños. Lo que daría por regresar a esos tiempos.
—No es verdad —dijo, dándose por vencido y soltando un sollozo. Calló sobre sus rodillas y siguió sollozando en medio de la calle. La lluvia comenzó a caer de a poco.
Caminé en silencio hasta quedar frente a él y volví a arrodillarme como cuando quise tocar la nieve; esta vez lo que toqué fue su mano, por primera vez en tanto tiempo sintiendo calor.
Él levantó su vista y me miró. Esperanza fue lo único que pude ver en su mirada.
—Ren —pronunció luego de un corto silencio—, eres tú.
Lo miré igual de inexpresivo como desde el comienzo.
—Eres tú, de veras eres tú —afirmó con una sonrisa que amenazaba con quebrarse en sollozos nuevamente.
Esa sonrisa desapareció, pero no por los sollozos, sino por la manera en la que moví mi cabeza lado a lado, negando.
Abrí mi boca para decir algo, pero las palabras no salían. La cerré y elevé una de mis manos hasta su mejilla, tocándola, borrando sus nuevas lágrimas con mis pulgares de manera suave y pausada, tomando pequeños descansos para acomodar su cabello que se había alborotado y caía sobre su frente.
—Estás frío —dijo, apretando el agarre en la otra mano. Por primera vez en todo este tiempo, sonreí. Una pequeña sonrisa ladina demostrando...
¿Qué demostraba?
Él hizo un puchero en amenaza a volver a llorar. Esta vez sonreí de veras, porque aún si no mostraba mis dientes la sonrisa era una genuina.
Acerqué mi rostro el suyo hasta que rozamos nuestras narices. Quedamos así un rato hasta que ya no hubo rastros de que volviera a llorar. La lluvia se hizo más fuerte y él tembló entre mis manos; ¿qué temperatura había?, ¿hacía frío? Seguía sin sentir nada que no fuera el calor de Minhyun entre las yemas de mis dedos.
—Va a empeorar —anunció mientras la lluvia seguía creciendo—. ¿Por qué no vamos adentro?
Negué nuevamente sin borrar mi sonrisa. Hice unos pequeños círculos con mi pulgar aún en su mejilla y subí mi otra mano a su rostro, como cuando él hacía en nuestros besos por temor a que escapara. No lo besé, sin embargo dejé un suave roce en su frente.
Las lágrimas se acumularon de nuevo en sus bellos ojos mirándome con dolor y tristeza, abriendo su boca para decir algo que nunca escuché; antes de que dijera algo me fui de allí.
El mal tiempo parecía haberse calmado y ahora un bello sol se mostraba orgulloso en el cielo azul sin rastro de nube alguna. No me gustaba ese tiempo, me parecía demasiado intenso para un alma tranquila como yo, pero había alguien a quien sí le gustaba.
Me senté sobre la piedra a esperar a que llegara Minhyun con las mismas flores que había en su ventana desde hace tiempo, cosa que no pasó hasta unas horas más. Él había vestido de traje, como siempre hacía en este día a pesar de que supiera que me gustaba más con ropa casual. En sus manos había un ramo de flores blancas que dejó frente a la piedra, mirando las letras talladas en ésta.
"Choi Minki"
—Ren —suspiró, haciendo el mismo puchero que hace cuando no quiere llorar—, creo que es hora de llamarte por tu verdadero nombre.
Sonreí ante eso. Crucé mis manos sobre mi regazo y esperé a que él se decidiera por hacer algo; finalmente, decidió sentarse en la tierra, apoyado contra la tabla de piedra. Corrí mis piernas para darle más lugar y comencé a jugar con su cabello, el cual se movía con cada suave brisa que pasaba en ese día que tenía apariencia de ser caluroso.
Seguimos así un rato hasta que me paré de la lápida y me senté frente a él, abrazando mis piernas en el hueco que había dejado por sus piernas abiertas en una posición extraña pero que parecía cómoda. Me quedé así, con mi rostro entre mis rodillas, observándolo mirar el cielo. Se quedó allí un rato más hasta que miró hacia adelante, justo donde yo estaba.
—Te amo, Minki.
Volví a sonreír, sabiendo que en realidad no podía verme.
Quise responderle, pero de mi boca no salían palabras desde que dejé de sentir el ardor en mis muñecas. A pesar de eso, puse mi mano sobre la suya, conformándome con eso. Aún si no entrelazábamos nuestros dedos y él no sabía que yo estaba allí, confiaba en que sabría cuánto lo amo a él.
Su mano estaba cálida.
Levanté la vista de la nieve y me levanté suavemente, recordando que estaba en medio de la calle y la barredora de nieve pasaría en cualquier momento. Miré una vez más a los niños y comencé a caminar, ahora a un lado de la calle, sin querer molestar a las parejas que caminaban románticamente por la vereda.
Caminé por un sinfín de tiempo hasta que llegué a una calle extrañamente familiar. Los niños ya no estaban, sus padres los habían llamado; el día se había nublado y volvería a nevar en cualquier momento. Miré a mi alrededor y todo lo que pude ver fueron distintas gamas de grises mezclado con el blanco cegador de la nieve, pero algo me llamó la atención: una casa resaltaba entre las demás, a pesar de ser exactamente igual. Una ventana estaba abierta y se veían unas flores blancas, que a pesar de estar a punto de marchitarse, lucían igual de hermosas que las flores frescas que antes había en mi casa.
Me acerqué a las flores y las olí. No sentí nada, ni el agradable olor que pensé que tendrían ni el que parecía el suave tacto de los pétalos contra las yemas de mis dedos.
Miré más a fondo y vi dentro de la casa. Frente a la ventana había un sillón y una pareja sentada en él. El chico apoyaba su brazo cariñosamente sobre el hombro de la chica y ella se acomodaba mejor en espacio que él le proporcionaba sobre su torso. Era una bella pareja, así que no entendí por qué dolía mi pecho hasta que el chico giró su cabeza hacia las ventana.
A pesar de no sentir nada, una pequeña parte de mí se rompió en cuanto vi a Minhyun sonreír melancólicamente las flores.
El viento sopló una vez más y con él me alejé de aquella casa.
Esta vez no había una bella nieve, sino una tranquila lluvia. Hasta hace poco había llovido y ahora había parado, pero eso no quitaba el hecho de que la gente siguiera en su casa a protegerse de la ausencia de ésta. Yo, en cambio, prefería estar afuera, de nuevo en el medio de la calle y de nuevo frente a aquella casa blanca donde las flores ya se habían marchitado hace tiempo.
Miré cada detalle de ésta, recordando los buenos momentos que pasé allí con el chico que ahora estaba parado detrás de mí. Me lo imaginaba con un rostro de sorpresa, pero el miedo a voltearme y ver que no podía verme me embriagó y me hizo seguir viendo aquella ventana donde ya no había rastro de pétalos blancos.
—¿Ren?
Mi corazón se congeló al igual que la temperatura y giré mi cabeza inmediatamente, encontrándome con el rostro de Minhyun; sorpresa, total y completa sorpresa, tal y como había imaginado.
No contesté y dejé que él se acercara torpemente hasta quedar a una distancia prudente de mi inerte cuerpo.
—¿Eres tú, Ren?
Abrí mi boca pero rápidamente la cerré. Bajé mi cabeza, incapaz de verlo a los ojos; en cambio, miraba un charco justo bajo mis pies, observando el reflejo de mi cabello rubio y mi rostro inexpresivo de siempre. ¿Cómo es que Minhyun podía verme? Se supone que él ya no es nada de mí y no tiene sentido que me vea con esos ojos que antes solían brillar con mi reflejo. Él no podía ver mi reflejo en el charco y yo no podía ver mi reflejo en sus ojos.
Un trueno me hizo salir de mi transe y me encogí en el lugar. Minhyun reaccionó y se acercó a abrazarme, como solía hacer cuando había una tormenta y mi miedo hacia los relámpagos se hacía presente; pero lo detuve, ya que no quería decepcionarlo.
Él se quedó en el lugar mirando mi mano levantada en una clara señal de que no se acercara. El dolor era reflejado en su rostro y me dolía verlo así; me mataba, pero no podía hacer nada. Esto era por su bien.
—Ren, no entiendo —dijo luego de un rato de silencio.
En todo el rato no había dejado de mirarlo a los ojos y él había hecho lo mismo. Yo sabía que él no entendía antes de que lo dijera; sus ojos lo expresaban. Aún así, esperé a que lo dijera para señalar mi muñeca en alto, mostrando la piel llena de marcas que se mostraba.
Unas lágrimas aparecieron en sus ojos.
—No puede ser posible —afirmó. Las primeras lágrimas descendieron por sus pálidas mejillas, las cuales tomaban color a cada segundo.
Llevó las manos a sus ojos y comenzó a tallarlos, intentando detener las lágrimas. Seguía repitiendo la misma frase, una y otra vez. "No puede ser posible, Ren no, no él, no puede ser posible". Lucía como un pequeño niño llorando porque su helado se calló, al igual que hace muchos años cuando éramos pequeños. Lo que daría por regresar a esos tiempos.
—No es verdad —dijo, dándose por vencido y soltando un sollozo. Calló sobre sus rodillas y siguió sollozando en medio de la calle. La lluvia comenzó a caer de a poco.
Caminé en silencio hasta quedar frente a él y volví a arrodillarme como cuando quise tocar la nieve; esta vez lo que toqué fue su mano, por primera vez en tanto tiempo sintiendo calor.
Él levantó su vista y me miró. Esperanza fue lo único que pude ver en su mirada.
—Ren —pronunció luego de un corto silencio—, eres tú.
Lo miré igual de inexpresivo como desde el comienzo.
—Eres tú, de veras eres tú —afirmó con una sonrisa que amenazaba con quebrarse en sollozos nuevamente.
Esa sonrisa desapareció, pero no por los sollozos, sino por la manera en la que moví mi cabeza lado a lado, negando.
Abrí mi boca para decir algo, pero las palabras no salían. La cerré y elevé una de mis manos hasta su mejilla, tocándola, borrando sus nuevas lágrimas con mis pulgares de manera suave y pausada, tomando pequeños descansos para acomodar su cabello que se había alborotado y caía sobre su frente.
—Estás frío —dijo, apretando el agarre en la otra mano. Por primera vez en todo este tiempo, sonreí. Una pequeña sonrisa ladina demostrando...
¿Qué demostraba?
Él hizo un puchero en amenaza a volver a llorar. Esta vez sonreí de veras, porque aún si no mostraba mis dientes la sonrisa era una genuina.
Acerqué mi rostro el suyo hasta que rozamos nuestras narices. Quedamos así un rato hasta que ya no hubo rastros de que volviera a llorar. La lluvia se hizo más fuerte y él tembló entre mis manos; ¿qué temperatura había?, ¿hacía frío? Seguía sin sentir nada que no fuera el calor de Minhyun entre las yemas de mis dedos.
—Va a empeorar —anunció mientras la lluvia seguía creciendo—. ¿Por qué no vamos adentro?
Negué nuevamente sin borrar mi sonrisa. Hice unos pequeños círculos con mi pulgar aún en su mejilla y subí mi otra mano a su rostro, como cuando él hacía en nuestros besos por temor a que escapara. No lo besé, sin embargo dejé un suave roce en su frente.
Las lágrimas se acumularon de nuevo en sus bellos ojos mirándome con dolor y tristeza, abriendo su boca para decir algo que nunca escuché; antes de que dijera algo me fui de allí.
El mal tiempo parecía haberse calmado y ahora un bello sol se mostraba orgulloso en el cielo azul sin rastro de nube alguna. No me gustaba ese tiempo, me parecía demasiado intenso para un alma tranquila como yo, pero había alguien a quien sí le gustaba.
Me senté sobre la piedra a esperar a que llegara Minhyun con las mismas flores que había en su ventana desde hace tiempo, cosa que no pasó hasta unas horas más. Él había vestido de traje, como siempre hacía en este día a pesar de que supiera que me gustaba más con ropa casual. En sus manos había un ramo de flores blancas que dejó frente a la piedra, mirando las letras talladas en ésta.
"Choi Minki"
—Ren —suspiró, haciendo el mismo puchero que hace cuando no quiere llorar—, creo que es hora de llamarte por tu verdadero nombre.
Sonreí ante eso. Crucé mis manos sobre mi regazo y esperé a que él se decidiera por hacer algo; finalmente, decidió sentarse en la tierra, apoyado contra la tabla de piedra. Corrí mis piernas para darle más lugar y comencé a jugar con su cabello, el cual se movía con cada suave brisa que pasaba en ese día que tenía apariencia de ser caluroso.
Seguimos así un rato hasta que me paré de la lápida y me senté frente a él, abrazando mis piernas en el hueco que había dejado por sus piernas abiertas en una posición extraña pero que parecía cómoda. Me quedé así, con mi rostro entre mis rodillas, observándolo mirar el cielo. Se quedó allí un rato más hasta que miró hacia adelante, justo donde yo estaba.
—Te amo, Minki.
Volví a sonreír, sabiendo que en realidad no podía verme.
Quise responderle, pero de mi boca no salían palabras desde que dejé de sentir el ardor en mis muñecas. A pesar de eso, puse mi mano sobre la suya, conformándome con eso. Aún si no entrelazábamos nuestros dedos y él no sabía que yo estaba allí, confiaba en que sabría cuánto lo amo a él.
Su mano estaba cálida.
Invitado
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Re: Caliente al Tacto
holis, mi nombre es sophie y espero que les guste esto<3 es raro escribirlo bc shippeo so hard a ren con jr pero hay algo que hace que el minren me guste bc minhyun. igual, si no entienden bc chinos no importa, soy feliz mientras lean :posoc: te amoramo, quien sea que seas<3
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Re: Caliente al Tacto
porque matar coreanos es la actividad favorita de la pasi-line
no se que decir o sea yo no shippeo jren y o sea se mato y la tipa reirrelevante y casi llore pero no bc yo soy la unnie. no se que más poner pero como siempre esta hermoso y lo reame y eso
no se que decir o sea yo no shippeo jren y o sea se mato y la tipa reirrelevante y casi llore pero no bc yo soy la unnie. no se que más poner pero como siempre esta hermoso y lo reame y eso
kai.
Re: Caliente al Tacto
perra sabes que soy re sensible y pones el link en tu tema para que lo lea casi lloro, pero me controlé y no lo hice. porque estaba mi hermano.
igual, está hermoso, xq?xq? te amo, amo como escribis, amo todo y... vite que ando con los feels? me iré a tragar mientras reflexiono sobre esto como la gorda que soy. te amo. (¿ya lo dije?)
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