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POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
Titulo: POLE DANCE.
Autor: J. A. Hornbuckle.
Adaptación: Si.
Género: HOT, ROMANCE, INTRIGA, PELIGRO
Contenido: CLASIFICACION “C”
Advertencias: ¿LENGUAJE OFENSIVO?
Otras páginas: SI.
Siglas: (TD) TU DIMINUTIVO, (TN) TU NOMBRE.
Los Personajes: JOE JONAS Y TU.
PEZA
SINOPSIS
____(TN) Thomas estaba al final de la cuerda. Trabajando en cuatro empleos insignificantes para completar su media beca en la Universidad donde está determinada a obtener su título en un plazo de cuatro años como sus padres habían planeado. Pero es difícil estudiar, mucho menos dormir cuando tienes tantas cosas que hacer. Al escuchar a su compañera de laboratorio describir su trabajo como bailarina de pole dance en el club Fuego y lo mucho que le pagan además de las propinas, ____(TN) decide presentarse.
Esperando entrevistarse con un hombre troglodita de mediana edad, tipo mafioso, ____(TN) queda sorprendida al descubrir que su entrevista era con el joven copropietario con un cuerpo de infarto, JOSEPH JONAS. Él pronto descubre que ____(TN) no está hecha para ser una bailarina del club Fuego, pero definitivamente está hecha para él, sobre todo cuando tiene evidencia de primera mano de cómo es tratada por uno de sus jefes y el presidente de un banco que le hace una visita en su apartamento después del horario bancario.
Está aún más intrigado cuando recibe una verificación de sus antecedentes y descubre que ella era exactamente quien dijo que era, una estudiante, sin familia viva, esforzándose por cumplir con sus compromisos de trabajo y la escuela. En su trabajo esa clase de honestidad es rara y queda completamente cautivado.
JOE comienza una campaña para ganar el corazón de ____(TN) pero ella es tan ferozmente independiente que tiene problemas para romper sus muros. Considera su ayuda como ―tratar de asumir el control‖ y trata de resistirse a él a cada instante. No ayuda cuando es abordada por una celosa ex-amante que dice que Jack va a intentar comprar su lugar en su cama. Sus esfuerzos son obstaculizados aún más por un socio de negocios desconfiado, un asesino en serie cuyas víctimas son actuales o viejas bailarinas del club Fuego, y Floyd, el gato.
A través de todo esto, ¿puede JOE, cansado del mundo, convencer a la ingenua pero independiente ____(TN)que compartir su vida no significa renunciar a ella?
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
Ya estoy de regreso con ustedes y les traigo esta nueva historia con nuestro amado JOE JONAS.
Espero sus comentarios, y así subir el capitulo 1.
Espero y les agrade la historia.
Espero sus comentarios, y así subir el capitulo 1.
Espero y les agrade la historia.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 1
Sabía cuándo había tomado la decisión de dar la entrevista que era probablemente la equivocada.
Pero no sentí que tuviera otra opción. Estaba a solo medio camino de mi segundo año de universidad y ya estaba endeudada hasta el ombligo. No podía encontrar un trabajo bien pagado que encajara con mi horario de clases, sin importar donde hiciera la solicitud. Tenía que encontrar otro trabajo, cualquier trabajo, el cual pudiera traer más dinero y permitirme pagar mi parte de la carrera porque no tenía a nadie ni nada más que pudiera suministrar los fondos que necesitaba para completar mi educación y comer al mismo tiempo.
Sopa ramen preparada en una estufa de dos quemadores usada podía sustentar un cuerpo de veinte años solo por cierto tiempo. Y, dado que estaba determinada a graduarme en cuatro años con tan poca deuda como fuera posible en vez de los seis años financiados-por-sus-padres que harían la mayoría de mis compañeros, hacía que mi estómago estuviera gruñendo constantemente. Como una estudiante de segundo, un año más vieja que la mayoría, había estudiado las diferencias y había escogido el ramen por encima de la "taza de sopa de..." lo que sea, por que costaba la mitad y estaba dentro de mi presupuesto, las cosas estaban así de mal. Así como, realmente mal.
La mejor parte de mi horrible dieta fue que nunca experimenté el Freshman Fifteen, esos horribles siete kilos de los que había oído hablar que lo estudiantes acumulan cuando empiezas la universidad y finalmente estás fuera de la influencia y control de tus padres. No, mi escasa dieta, la cual consistía en sólo el almuerzo y la cena de $0.17 centavos por cada paquete, ayudó no sólo en términos de dinero sino que fue clave en la eliminación de la grasa de bebé que se había quedado en mi barriga y muslos pero que me mantuvieron oculta y aislada en el instituto.
Era de apariencia normal, más bien alta aunque un poco mayor, estudiante de segundo año quien era solo una de muchas de una de las multitudes, de las otras chicas del campus.
Lo que no era normal, sin embargo, era la búsqueda de maneras de hacer dinero. Estaba constantemente atenta, oídos siempre listos, para encontrar formas de traer dinero adicional.
No tan buena en la computadora, de buen agrado acepté trabajos de los que otros se burlarían: limpiar baños en la cadena local de supermercados, pulir autos en el exclusivo lavadero de autos o vaciar orinales en el asilo de la localidad. Trabajé a cualquier y todas horas siempre y cuando no interfiriera con mi horario de clases.
Así que, cuando escuché a mi compañera de laboratorio, Renee, hablando acerca del baile en tubo en el club local Fuego con su hermana de fraternidad, simplemente tenía que oír.
―Entonces, es como que te vistes con esa tanga y finges que el tubo es, como que tu pareja... como en un tipo de fiesta, ¿cierto? —explicó Renee―. ¿Y tú realmente trabajas en el tubo y luego giras hacia todos éstos, algo así como pervertidos, sentados ante la consola la cual está como totalmente colocada al lado de dónde tú estás, algo así como bailando? —Todas las oraciones de Renee siempre terminaban en una pregunta lo cual, en mi opinión, era una de sus cualidades más adorable.
De acuerdo, su única cualidad adorable porque la hacía linda. Por otra parte, consideraba a Renee como una total y completa cabeza hueca. Pero pasé por alto esta evidente falta porque estaba muy bien dotada en dinero, eso es. Renee y su siempre-lista tarjeta de crédito habían proveído más comidas, dulces y diversión antes o durante los grupos de estudio de lo que podría contar en el par de meses en lo que habíamos estado juntas en nombre de la ciencia.
―Entonces, ¿sólo tienes que bailar y sacudir tu tam-tam y tus cosas de chicas en las caras de estos pervertidos y ellos meterán dinero en cualquier correa de lo que tengas puesto? ¡Juro por Dios, es, como, increíble! ¿Una vez fui a casa con más de $300.00 dólares sólo por bailar como cuando lo hago para mí misma? —Renee pasó sus ojos sobre mí y se dio un cuarto de vuelta para tratar de bloquearme de oír por casualidad. No es que le hubiera dado toda mi atención, desanimada como estaba y utilizando excesivamente mi resaltador amarillo en cualquiera y todas las oraciones que contenían palabras científicas en mi libro de laboratorio.
Si no me detenía pronto, el capítulo 18 iba a ser un lío de páginas abultadas, resaltadas y empapadas, haciendo el libro inútil para poder ser revendido.
Tal vez fue el bloqueo que tuve en mi cuerpo en relación a sus palabras que estaba respondiendo porque, tengo que admitirlo, fueron los $300.00 los que llamaron mi atención. Toda mi atención.
En el mejor de los casos, sólo logró conseguir $150.00 o $175.00 durante una semana buena de cada uno de mis trabajos extras, pero Renee ha conseguido $300.00 dólares por sesiones de baile. ¡Por sesión! ¡No por día o por semana, sino por sesión! ¡Santa mierda!
Mi mente giraba mientras trataba de hacer los cálculos pensando en cuánto más dinero podría tener en lugar de esta-mierda-por-dólares que actualmente hago trabajando en horas insanas y tratando de decidir exactamente a cuál de los trabajos de mierda podría renunciar.
Sabía que el dinero extra que ella ganaba era sólo para pagar una parte importante de la tarjeta de crédito de papi sin que él lo supiera antes de que el estado de cuenta se actualizara. Él sólo le gritaba, había confesado ella durante uno de sus maratones de tapas y cerveza, si su estado de cuenta era más de un tercio de la línea de crédito.
Sin pensarlo, la miré de arriba abajo a través de mi cortina de cabello.
Renee no tenía mucho que admirar, en mi opinión, porque lo único que realmente tenía era su largo cabello rubio hasta la cintura. Su cuerpo era ―equitativamente regular‖ para citar a mi abuela Lela, con pechos más bien pequeños, una cintura gruesa y caderas contundentes que amenazaban, pero nunca completamente, con desbordarse por encima de sus siempre presentes jeans. Observando sus supuestos ―atractivos‖, fui inmediatamente convencida
de que yo podría hacer lo que fuera que ella estuviera haciendo. Y recuerdo haber pensado maliciosamente en ese momento, ¿podría hacerlo, como, mejor?
Así fue que me encontré delante de JOE, el gerente de Fuego, menos de tres días después de escuchar a Renee diciendo algo, por primera vez, que era interesante para mí.
Como compañera de laboratorio, Renee era una mierda. Como consejera de carrera, podría tener esperanzas.
—Eres estudiante de tiempo completo —gruño JOE mientras miraba por encima de mi currículum.
Estábamos en una de las oficinas dentro de las entrañas de Fuego para mi entrevista, una enorme sala sin ventanas, la iluminación venía de las pequeñas luces centrada en el perímetro de las paredes. El único movimiento de JOE era el clic del bolígrafo que sostenía al lado de su oído mientras leía detenidamente mi hoja de vida. Las luces se reflejaban en su largo y oscuro cabello castaño que tocaba el cuello de su camiseta negra y también de sus bien desarrollados y fuertes hombros mientras yo nerviosamente me acomodaba en una de las sillas colocadas frente a su monstruosamente grande escritorio.
JOE, en el sentido físico, no parecía ser un hombre desagradable aunque era, por definición, un chico muy caliente. Su estado natural parecía ser de calma, calma en su caminata que había sido silenciosa mientras me guiaba a una de las dos sillas de cuero frente a su escritorio, sus amplios hombros moviéndose en contra del ritmo de sus rodillas mientras cruzaba la vasta extensión a su área de la oficina escondida-en-una-esquina. Las palabras felino y vigorosa-fuerte-elegancia dieron vuelta en el borde de mi mente mientras él bajaba la longitud de sí mismo en su gran asiento de respaldo alto. Y, ya que había imaginado que un mono peludo, de mediana edad tipo mafioso, sería mi entrevistador, estaba más que intimidada por la juventud de JOE, sus miradas calientes que picaban, su vestimenta casual y su actitud tranquila.
—No —dije mientras me centraba en la punta del bolígrafo que entraba y salía de su cubierta—. Quiero decir, sí, soy estudiante de tiempo completo. — Nerviosamente, crucé de nuevo mis piernas y miré sus ensombrecidos ojos mientras seguía con mis intentos de instalarme en una de las sillas más exuberantes que el cuero, colocadas directamente frente a su escritorio tamaño océano.
—¿Alguna vez has bailado profesionalmente antes, exótico o de otra manera —preguntó. Sabía que esta era una pregunta crucial y sentí que mi estómago se apretaba mientras desesperadamente buscaba las palabras adecuadas para decir. Me quedé viendo dentro de las profundidades de sus ojos color ámbar esperando obtener una idea o una pista de cuál podría ser la respuesta correcta—. ¿Qué hay de gimnasia? ¿Has estado involucrada en eso? — continuó.
Tan pronto como mi cerebro había aceptado la idea de trabajar en el club, había estado haciendo investigaciones sobre el baile en tubo. Primero pasé horas en línea en la biblioteca de la universidad mirando a través de YouTube para ver de qué se trataba y haciendo notas de los movimientos básicos. Entonces practiqué tanto como pude, trabajando en la rigidez mientras trataba de estirar mis músculos en los splits y doblando mi cabeza hacia mis rodillas sin doblarlas. Mientras no estaba segura de que pudiera realizar el ―Bamn
(haciendo una amplia v con tus piernas mientras te mantienes firme en el tubo), había estado practicando mi ―contoneo y mi ―palmoteo de nalgas‖, sin embargo, y me sentí algo segura en mis habilidades con esos.
—Uhm. ―Me levanté―. Bueno, no, no exactamente profesional. —Evadí—. Tomé baile y lecciones de gimnasia cuando niña. Ya sabe, cosas como tap, ballet y danza moderna. —Hice una pausa, mi mente corría en cómo darle al ―gancho‖ que me llevaría a obtener el trabajo ya que sus hermosos ojos cálidos no estaban dando ningún tipo de información—. ¡Pero siempre que bailo parece que consigo MUCHA atención! —Esperaba que pudiera notar lo que yo consideraba mi sonrisa ganadora y actitud alegre, en vez de mi lamentable inexperiencia para el trabajo como lo evidenciaban mi currículum y respuestas.
JOE bajó la mirada a mis piernas que se mostraban debajo de mi escasa falda de mezclilla, una falda normalmente para ser usada con leggings o mallas gruesas, antes de continuar su estudio de mi dolorosamente corto pero cuidadosamente elaborado currículum y chasqueó su pluma otra vez. Esperé, contando los clics de su pluma antes de su siguiente pregunta, sintiendo el goteo de sudor nervioso bajando por el centro de mi espalda alrededor del clic treinta y cinco. $300.00 era un MONTÓN de dinero, especialmente por una sola sesión de trabajo, me recordé.
Sentí pinchazos en mi piel mientras sus ojos de nuevo parecían concentrarse en mis piernas y viajaron hasta el lindo top de gasa estilo campesino de los sesentas que pillé la semana pasada por $ 2.50 en la tienda de caridad local. Adivinaba que él trataba de determinar qué cantidad de relleno podría incluir mi sujetador y saqué mis hombros hacia atrás para mostrarle que lo que veía era lo que sus clientes podrían esperar.
Pero podía sentir el calor revelador de mi rubor mientras trataba de afrontar sin vergüenza su escrutinio, el enrojecimiento trepó por mi pecho hasta la línea de mi cabello.
Lo que esperaba que no pudiera ver eran las perlas de mis pezones mientras miraba mis pechos. Podía sentirlo, o más bien lo que su observación había causado. Lo cual era una inflamación por su imparable mirada, primero en mis pezones coloreados de oscuro y luego el endurecimiento de los puntos por sí mismos. Y mientras aquellos puntos rosados se ponían firmes, me hice consciente del latido de mi corazón golpeando entre mis piernas y mi coño humedecido mientras él continuaba contemplando mis pechos.
A menudo había imaginado ser admirada de esta manera e incluso había leído acerca de cómo las partes rosadas de una mujer se hinchaban y los labios se humedecían con una mirada bien dirigida de alguien que encontraras atractivo o te estimulara físicamente. De acuerdo, entonces yo había resaltado esa porción en mi libro de texto de ―La educación sexual y tú en mi primer año del instituto. Soy una chica que remarca desde hace mucho tiempo, ¿qué puedo decir? Estaba, sin embargo, un poco sorprendida ante la línea directa entre mis pezones y la ahora temblorosa carne entre mis piernas. No podía recordar ese pequeño pedacito en el libro.
—Mientras puedo apreciar que puedas seducir a los muchachos de fraternidad que no han venido, no creo que seas exactamente lo que estamos buscando en términos de una bailarina —dijo JOE con una sonrisa torcida mientras sus ojos parecían indecisos en encontrarse con los míos. Su voz iba más por la línea de un gruñido. Juro por Dios, que parecía retumbar y rodar y salir de su boca como un gruñido. El timbre de su voz era como pasar tus manos sobre terciopelo quemado, pero casi dolorosamente suave al mismo tiempo.
JOE parecía más caliente que caliente. Pero su voz era aún más caliente.
Imaginaba que su media sonrisa estaba ahí para suavizar el golpe de su rechazo y mi corazón cayó a mis rodillas viendo que el sueño de tener un solo trabajo se alejaba de mí como un cubo siendo rápidamente arrastrado hacia el mar por la marea.
Mi mente se apresuró a dar con una respuesta ingeniosa, algo inteligente para impedir que me alejara de la posibilidad de ganar tal suma de dinero. Pero no podía pensar nada en respuesta; nada para influir en él para que me aceptara mientras mis ojos se lanzaban alrededor buscando inspiración.
Volviendo mi cabeza, vi a un tubo de metal en una plataforma levantada metida entre las sombras en la cueva que era su oficina y una idea comenzó a formarse.
—¿Y si le mostrara que puedo hacerlo? —pregunté sin aliento―. ¿Me contrataría si pudiera ponerlo ca... caliente sólo por bailar? —Tropecé con mis palabras con esta pregunta. Una pregunta que nunca había creído que pensara alguna vez, mucho menos pronunciarla.
Hubo un par de latidos de silencio mientras los ojos de JOE sostenían los míos, con suerte sopesando mi sugerencia. Mi corazón retumbaba pesadamente mientras esperaba, viendo su cabeza inclinarse en deliberación como si sopesara su veredicto, antes de que su melosa mirada se enganchara a la mía.
—De acuerdo, cariño, ve por ello —contestó mientras giraba interruptores que vi que estaban incrustados encima de su gran escritorio de madera oscura. El resto del cuarto fue sumergido en la oscuridad y un haz de brillante luz estaba ahora centrada sobre el brillante y metálico tubo—. ¿Cuál canción es la que deseas? —preguntó—. Tengo de todo en el iPod.
Furiosamente, corrí a través de todo lo que conocía en mi cabeza. Este era mi tiempo de triunfo o de fracaso y este hombre probablemente había estado en todas partes y probablemente ha visto todo eso y más. Necesitaba algo para realmente capturar su atención y asegurarlo de contratarme. Sabía que no podía elegir algo que había estado alrededor de la cuadra, nada de lo que hubiera escuchado como fondo en anuncios o en las películas que había visto o incluso lo que era popular en la radio. Mi mente corría para elegir una canción que me distinguiera de las otras bailarinas para demostrarle, al hombre con mi futuro en sus manos, que yo era digna de bailar en su club y hacer el dinero que tan desesperadamente necesitaba. Pensé y descarté multitudes de canciones a un ritmo rápido, mientras miraba sus sombríos ojos.
—Porcelain de Moby —contesté en voz baja sabiendo sin lugar a dudas y con cada molécula de mi cuerpo que sería la elección perfecta para presentarle a JOE lo que era capaz de hacer en el arte del baile seductor.
Buscando a tientas en su iPod mientras miraba por encima de su hombro en mi dirección y con su ceja izquierda levantada en una pregunta, lo escuché murmurar algo así como que una chica de mi edad no debería saber acerca de la música de Moby.
Me levanté de la silla con un pequeño fruncimiento de ceño hacia la altísima plataforma tratando de controlarme mientras me ponía de pie y con valentía pregunté—: ¿Apreciar la buena música tiene un límite de edad?
Lo que JOE no podía ver en la oscuridad, que por suerte ahora rodeaba su escritorio, era que mis rodillas temblaban con la fuerza suficiente para derribarme. Me puse de pie lentamente, despegando literalmente mis muslos del cuero de la silla mientras intentaba equilibrarme sobre mis sandalias de tiras plateadas prestadas de diez centímetros. Entrevistas de estríper requerían zapatos de estríper y los había conseguido prestados de una de mis vecinas con la esperanza de que me ayudaran a mostrar que sería la "estrella naciente" que podía ganar un montón de dinero por sesión. Aunque, ahora estaba teniendo mis dudas acerca de su utilidad viendo cómo probablemente sólo revelarían mi inexperiencia no sólo en bailar por dinero, sino también en usar tacones en general. Botas de tacón bajo o simples sandalias eran más mi calzado.
Finalmente encontré mi equilibrio y me tambaleé mientras trataba de abrirme camino hacia el escenario, a seis zancadas cortas del área del escritorio, pero bien podrían haber sido diez kilómetros. Me podía escuchar pisando con fuerza mientras me movía en los pesados zapatos y me recordé añadir más balanceo de cadera en un intento de parecer más seductora y más mundana.
Podía ver el círculo de luz mostrando claramente dónde se estaba llevando a cabo la entrevista, pero mi bravuconería me estaba abandonando con cada paso que daba a pesar de mi entrenamiento interior. La luz era sorprendente en su brillantez ya que señalaba hacia abajo desde el techo y se disparaba sobre el brillante tubo del piso-al-techo mostrando exactamente donde se suponía que debía estar. Vi que había espejos en cada pared que rodeaba el tubo y añadían toques de luz al área de baile.
Me acerqué a la plataforma que determinaría el resto de mi vida financiera como estudiante universitaria y levante una pierna para subirme en la plataforma elevada a treinta centímetros, mientras los primeros compases del teclado de Moby comenzaba.
—No estoy lista, todavía. —Me lancé sobre mi hombro con un pie en el escenario y el otro, incómodamente en el suelo junto con mi trasero lamentablemente, y de lo que estaba segura era una vista poco atractiva señalando totalmente en su dirección.
—Lo siento —respondió JOE―. Déjame saber cuándo, ¿sí?
Tanto si fue su disculpa, su ―sí‖ casual o la suavidad de su voz profunda, nunca lo sabré; pero gane fuerza con la respuesta de JOE. Su tranquilo tono agarró mis nervios histéricos poniéndoles fin y pareció fortalecer mi determinación.
Me las arreglé para llegar al pequeño escenario y me paré dentro del área detrás del tubo que estaba sumido en la oscuridad. Agarré el tubo y me di cuenta de que era un tubo de giros el cual debería, si mi investigación fue correcta, facilitarme hacer las vueltas alrededor de él.
Mis rodillas todavía estaban temblando y los músculos de mi estómago se estremecían cuando escuché a JOE caminar alrededor del área frente al tubo. Me protegí los ojos para ver de qué iba todo el ruido, sólo para descubrir que
estaba arrastrando una silla para sentarse cerca de unos dos metros y medio del centro del escenario. Obviamente, quería capturar la experiencia completa de mi pericia aún por descubrir del baile en tubo.
Esperé a que se sentara y luego con voz entrecortada dije—: Bien, ahora. — Mientras tomaba lo que esperaba fuera una dramática pose allí entre las sombras.
JOE dirigió su control remoto por encima de su hombro y luego se puso cómodo en su silla extendiendo sus largas piernas vestidas con desgastados jeans y cruzando sus pies a la altura de los tobillos, sus manos entrelazadas descansaban cómodamente sobre su bien formado pecho.
Con las notas que iniciaba una de mis canciones más preciadas, dirigí mi pie derecho hacia el tubo usando mis manos extendidas en movimientos para captar la luz del entorno y traerla hacia mí, mientras poco a poco, rotaba mi cadera hacia la luz y para tocar el tubo.
Mientras piano inicial se ponía a cien, comencé a fingir que el tubo era el hombre de mis sueños, al cual añoraba y anhelaba, al que yo, sin duda, me entregaría totalmente. La canción siguió mientras yo bajaba, caminaba y me balanceaba alrededor de él burlonamente, perdida en los dulces sonidos de la música.
En mi fantasía, me envalentoné y empecé a acariciar la brillante longitud del tubo, pasando suavemente una mano y luego la otra arriba y abajo de su longitud con la seguridad de que ―él era el que yo quería mientras mis caderas giraban tentadoramente.
Con coquetería le di la espalda al tubo mientras sin pensarlo cerraba mis ojos y me recargaba contra él. Lentamente levanté un brazo por encima de mi cabeza, presioné mi espalda contra ―su brillante y frío exterior, balanceándome ligeramente para alejar mi cabello y exponer mi cuello y hombros como si diera acceso a ―su toque.
Provocativamente, me incliné desde mis caderas, mis manos resbalaban por mis muslos manteniendo aún mis rodillas cerradas mientras suavemente frotaba mi trasero contra ―su firmeza moviéndome de lado a lado. Meneándome sin pensar, sentí los globos de cada mejilla frotarse contra el duro tubo, un poco encantada mientras acumulaba la mezclilla de mi falda entre las mejillas de mi trasero.
Mientras las notas crecían, giré, hice piruetas y me meneé, con el cabello revoloteando y dando vueltas a mi alrededor. Pero nunca quité una mano del tubo mientras giraba usando ambas manos y muslos mientras me frotaba, arrastraba y tocaba mis temblorosas piezas rosas con su brillante superficie.
En mi fantasía, mis movimientos fueron diseñados para atraer e invitar una respuesta de este objeto inanimado mientras me encontraba atrapada en mi alucinación de seducción.
Al coro me encontró enganchado una pierna alrededor de mi leal "amante" para girar en un delicioso círculo permitiéndole a mi cabeza caer hacia atrás, a mi cabello colgar hacia mi cintura y presentar el arco de mi cuello mientras giraba lentamente, con los pies levantados, usando sólo mis manos y muslos bajándome del tubo.
Estaba perdida en el poder hipnótico de la canción, los tonos seductores y mi propia imaginación.
Hubo un brillante estallido de luz contra mis ojos y poco a poco los abrí pero no vi nada más que mi propio reflejo en los espejos. Acuclillándome, dejé caer mi trasero en mis talones y audazmente abrí mis rodillas para sentarme a horcajadas sobre el metal frío pero aún lo suficientemente consciente de mi audiencia de uno como para apuntar mi entrepierna lejos de su directa mirada, pero aún se reflejaba en los espejos que rodeaba el tubo.
Poniéndome derecha, de nuevo pasé mis partes rosadas contra el tubo juguetonamente... un pezón aquí, un largo y lento deslizamiento de mi vulva allá, una rápida vuelta para presionar mi trasero.
Para ese momento, y con esa hermosa música, me perdí otra vez en la melodía, en mis movimientos y olvidé completamente que era una huérfana hundida en deudas y que sólo estaba solicitando un trabajo. Que estaba ahí sólo para impresionar a alguien que podría ayudarle a pagar por los próximos dos años y medio de mi vida. Estaba atrapada en la fantasía de ser deseada, necesitada. Hay tan delicioso poder en ser sexualmente deseada y estaba completamente perdida en el mundo de mi propia invención, la fantasía de él, aún si solo ―él era un tubo frío y de metal.
Cuando las últimas notas se desvanecieron, me encontré en el suelo, con la espalda arqueada en señal de rendición, las piernas levantadas y entrelazadas alrededor del reluciente latón del tubo.
Como si eso no fuera suficientemente malo, me sorprendí frotando lentamente mis ahora completamente empapadas bragas que estaban pulsando con mis temblorosos, inflamados y expandidos pliegues rosados, sólo separados de la deliciosa frialdad de mi acerado ―amante por un pedacito de seda, y sólo a un par de empujes de cadera del único éxtasis que había experimentado sola en mi cama y con mis dedos.
Decir que respiraba con dificultad habría sido una sutileza.
No sé si hubo simplemente un par de latidos de silencio o si me perdí por un rato, pero lo siguiente de lo que me di cuenta fue del chirrido de la silla de JOE.
Traté de soltarme del tubo con tanta gracia como fuera posible y levanté la mirada sólo para ver su espalda mientras se dirigía a su escritorio. Retirando mi cabello de mi cara, le di un vistazo al tubo mientras me colocaba en una posición sentada, buscando los reveladores signos de humedad en su lustrosa superficie. Moviéndome rápidamente, conseguí un olorcillo de mi propia excitación y tenía la esperanza de que no se hubiera sentado tan cerca del escenario para ver cualquier mancha o para oler lo que mi baile había generado dentro de mí.
Jake golpeó el interruptor de su escritorio y la brillante luz alrededor del tubo se apagó y las luces indirectas del perímetro de la habitación regresaron. Esos pocos segundos me dieron el respiro que necesitaba para colocar mi falda hacia abajo y mover mis pies hasta el final del escenario. Mi sonrojo estaba en neón, un latido en mi pecho y cara siguieron a los pocos momentos de mi abandonado baile.
Jake se volvió lentamente hacia mí mientras rodeaba el borde de su escritorio pero, por la iluminación ambiental, no podía ver su expresión. Mi corazón seguía corriendo y todavía estaba tratando de recuperar el aliento.
Después de lo que se sintió como días de silencio pero probablemente fueron unos pocos segundos, no pude evitar la pregunta.
—¿Y bien?
Usando un gesto de mano de ―ven aquí mientras de nuevo dirigía sus ojos hacia mi currículum de una sola hoja, Jake me hizo señas para que me volviera a sentar en una de las sillas frente a su escritorio. Mientras me sentaba, me di cuenta de que estaba metiendo remilgadamente mi falda y me sentaba derecha como si se otorgaran puntos por la perfecta postura y buen comportamiento.
Jake lentamente se hundió en su silla al otro lado de la mía, nunca encontrando mis ojos, y, recogiendo su pluma, empezó a chasquear. Otra vez.
fue..—Ese fue un gran espectáculo —comenzó Jake―. Tu elección de música
—¿Inspiradora? —pregunté con optimismo cuando vaciló.
—Inusual —afirmó Jake finalmente mirándome aunque podría jurar que su mirada de tonos ámbar estaba en mi barbilla. El clic de la pluma parecía golpear en un ritmo más rápido mientras hablaba.
—¿Y el baile? —pregunté tratando de sonar tranquila, fría y serena, aunque estaba empezando a sudar a la espera de su respuesta, su veredicto. Los chasquidos estaban llegando aún más rápido y me encontré respirando al ritmo de ellos.
—¿Eres consciente de que estarías vistiendo sólo un tanga si te convirtieras en una bailarina? —preguntó JOE murmurado tranquilamente pero aun así todavía evitando mis ojos.
—S... sí —tartamudeé pero podía sentir otro rubor delator arrastrándose desde mi cuello hasta mi cara mientras pensaba en la exposición de mi descubierto y desnudo pecho a los pervertidos de Renee. No era que yo fuera una mojigata, al menos eso era lo que me decía a mí misma, pero es sólo que no estaba acostumbrada a mostrar mi propia existencia descubierta a extraños que me hacían temblar.
—Tal vez estoy fuera de lugar aquí... uhm... ____(TN) —dijo JOE echando un vistazo a mi currículum donde mi nombre estaba presentado en negrita y fuente Calibri número catorce—. Pero tengo la impresión de que el baile exótico no es exactamente tu elección de una carrera. Así que, ¿por qué estás realmente aquí? —El clic de la pluma se detuvo mientras sus amielados ojos oscuros finalmente encontraban los míos muertos y centrados en la pregunta que yo misma me había estado haciendo desde que llegué.
Luché conmigo misma. ¿Decir la verdad o mentir? Hubo más de algunos latidos de silencio mientras peleaba dentro de mí misma.
—En verdad, señor, simplemente necesito el dinero.
Su ceja izquierda se levantó mientras me estudiaba. Usando de nuevo su movimiento de mano de ―ven aquí, me di cuenta de que quería más de mi historia.
Le expliqué a JOE sobre mantener mis calificaciones para cumplir con los requisitos de la beca y la muerte de mis padres en un accidente de auto al inicio del verano seguida de mi graduación del instituto. Mientras que el seguro había cubierto gran parte de los costos de los entierros, todavía quedaban cuentas que pagar, necesidades financieras por ser aclaradas y lo poco que quedó fue retenido en un fideicomiso hasta que cumpliera veinticinco años.
—Sólo tengo una beca parcial que cubre la colegiatura. Pero estoy trabajando en cuatro trabajos de tiempo parcial ahora, que no me dejan mucho tiempo para estudiar. Si en su lugar pudiera conseguir un solo trabajo... un trabajo que me ayudará a conseguir el dinero que necesito para pagar los gastos de laboratorio, libros y las otras necesidades como comida a fin de sobrevivir... entonces podría tener tiempo para ambas cosas, dormir y estudiar. —Hice una pausa mientras me permitía reconocer qué tan asustada estaba de dejar la universidad. Había sido el sueño de mis padres que obtuviera mi título; un sueño que no era negociable. Habían decidido que yo lo iba a hacer mejor en la vida que ellos y habían estado convencidos de que un título de la universidad era la forma de hacerlo—. He tomado casi todo lo que puedo manejar. Aunque francamente, la presión es... —Me detuve comprendiendo que estaba hablando demasiado rápido y demasiado honestamente.
—¿Casi la suficiente para hacerte quitar tu ropa en público? —Terminó en voz baja o tan suavemente como su profunda y áspera voz le permitió.
—Ajá —admití en un susurro, con mis manos retorciéndose en mi regazo, sintiendo mi rubor profundizarse.
Levanté la mirada para evaluar su reacción a mi confesión pero sus ojos estaban de regreso a mi única hoja que pintaba los aspectos más destacados de mi experiencia laboral. Mientras esperaba, no pude evitar admirarlo.
JOE era un hombre espléndido, con su oscuro cabello largo hasta el hombro, bien definido, amplios pómulos y mentón cuadrado el cual, combinado con sus suaves ojos color ámbar, eran una combinación mortal.
Además, le había mostrado a él de todas las personas mi sexualidad; un lado que nunca había mostrado a nadie, nunca. Sentí una intimidad entre nosotros diferente a aquella en la mayoría de los entrevistadores/entrevistados. Al menos, esperaba que eso fuera lo que estaba sintiendo después de mi lasciva exhibición en el tubo. Mi baile, y su provocada excitación posterior, todavía resonaban en mi interior.
El clic de la pluma comenzó de nuevo y observé su gran oficina tratando de distraerme de él y del hecho de que su elección sería o bien verme obtener mi título con un trabajo en su club o preguntando ¿Desea papas fritas con eso?
—Tengo que verte desnuda —murmuró con su cabeza todavía agachada.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 2
—Eh... ¿qué? —Mi corazón tropezó mientras mis ojos se dispararon a su cara y mi cabeza trató de darle sentido a sus palabras—. ¿Des... desnuda? ¿Aquí? ¿Ahora?
El chasquido de la pluma se detuvo cuando él levantó sus ojos a los míos. Asintió. Mi corazón comenzó a golpear casi fuera de mi pecho.
—Uhm. —Mi mente trató de recordar lo que tenía de ropa interior y frenéticamente me pregunté si las luces estarían encendidas o apagadas cuando me quitara la ropa. Nunca me había desnudado a la vista de cualquier otra persona desde que comencé a bañarme sola cuando tenía siete años.
Debajo de las sábanas era más mi estilo.
Debajo de las sábanas y en la oscuridad, si quieres saber la verdad.
—Ah, claro. Bien. —Podía sentir el rubor comenzar a crecer una vez más, mientras él deslizaba una ceja hacia el nacimiento de cabello, solo de pensar en hacerlo. Con el hecho de que mi ropa no tardaría en ser descartada y todos mis pedacitos rosados estarían abiertos a los suyos, a este hermoso, exitoso, pedazo de hombre, a su inspección. Probablemente ha visto a cientos o incluso a miles de otras chicas en diversos grados de desnudez, me dije a mí misma.
Sí, pero él nunca me ha visto a mí.
Y nunca me han visto así.
—¿Hay algún problema? —preguntó sin dejar de mirarme directamente a los ojos.
—N...no, uhm. Quiero decir, no hay un problema real. —Mi voz se fue apagando con incertidumbre y mis ojos se deslizaron lejos de los suyos, que incluso yo sabía que mis palabras eran mentira.
—Si se siente incómoda... —JOE comenzó mientras su ceja izquierda se levantaba de nuevo hacia el nacimiento de su cabello.
—N...no, no. Estoy bien. —Forcé mis labios en una firme pero falsa sonrisa mientras tragué con fuerza—. Entonces, ¿está bien aquí?
Sin esperar su respuesta, usé mis manos en los apoyabrazos de su silla de oficina de nuevo para apalancarme a mí misma y ponerme de pie, tambaleándome hacia atrás en mis plataformas. Al día de hoy, no sé cómo mis piernas me han sostenido. Mis rodillas sonaron al juntarse en el momento de mi latido acelerado y me sentí ligeramente asqueada al pensar en mi próxima presentación. Podía sentir mis ojos mirando nerviosamente en todas partes menos a él mientras traté de permanecer quieta en mis zapatos prestados y en posición vertical.
No puedo recordar si JOE incluso respondió a mi pregunta, pero sí recuerdo cuán adormecidas se sentían mis manos mientras iban debajo de mi blusa y comenzaban a desabrochar la falda jean. Bajé la cremallera a mitad de camino cuando oí la voz de JOE rompiendo el silencio.
—____(TN), cariño.
Escuché su suave rugido mientras mis manos se detenían de jugar en la cintura de la falda, una cadera ya apuntaba hacia arriba para ayudarme a moverla fuera.
Me quedé helada.
—¿Sí? —pregunté levantando los ojos hacia él.
—En este negocio, generalmente te quitas el top primero.
—Oh. —Otra vez pude sentir el rubor trabajar su camino hacia el norte a través de mi pecho y cara.
Crucé los brazos para agarrar el dobladillo de mi top de gasa y comencé a levantarlo. Esto es demasiado, me dije a mí misma. Pero 300 dólares por sesión, mi otro yo susurró tentadoramente.
—¿Podemos tener un poco de música? —pregunté con cautela sin mirar para prolongar el momento, pero con la esperanza de perderme en la música como cuando estaba bailando en el tubo—. Tú eliges.
Él se volvió de nuevo a su sistema de sonido mientras descrucé las manos y simplemente las coloqué en el fondo de mi blusa. Los sonidos iniciales de la sexy voz especial de Fifty Cent nos rodearon y hablaron de una tienda de dulces y de piruletas de caramelo. Oí el crujido de la silla de JOE mientras lentamente se volvía hacia mí, aunque no me atrevía a mirarlo.
Tomando una respiración profunda, me preparé mentalmente, mientras obligué a mis caderas a comenzar a moverse al compás de los golpes del ritmo de la canción de acoplamiento. Traté de ser graciosa, sigilosamente limpiar mis palmas sudorosas en mi falda antes de agarrar el borde de mi blusa y empezar a moverla hacia arriba. Sentí el frío del aire acondicionado golpear el sudor nervioso que brillaba en mi piel cuando me levanté el top. Mostré mi vientre y estómago lentamente mientras juntaba la tela ligera y la alzaba. Cuando mis manos rozaron la banda inferior de mi sujetador, perdí los nervios.
Furtivamente di una mirada rápida a través de mi cabello que había empezado a oscilar a tiempo con el balanceo de mis caderas, vi que JOE estaba sentado hacia delante en su escritorio, apoyando su barbilla en sus nudillos con sus codos firmemente apoyados en el escritorio de caoba. Sus ojos eran como de
láser, moviéndose sobre mi piel con tal intensidad que casi podía sentir su caricia. Me volví tan pronto como esos malditos zapatos me lo permitieron y le presenté mi espalda sin darme cuenta, sin saber, que estaba más que interesado en mí desvistiéndome. Ese pensamiento trajo los temblores de regreso y preparé mis rodillas contra el cuero del asiento de la silla para ayudarlas. Otra vez levanté el dobladillo de mi camisa y lo subí por encima de mi cabeza rápidamente, con torpeza.
Recordando que tenía que seducirlo, sacudí mi cabello para moverlo en su lugar alrededor de mis hombros y espalda cuando lancé mi top hacia fuera casualmente, o con tanta naturalidad como mis empapados, temblorosos dedos de sudor, pudieron desenredar la tela de gasa, y la dejé caer al lado de la silla. Di un vistazo a JOE sobre mi hombro para calibrar su reacción. Sus ojos se encontraron con los míos y había una energía que chisporroteaba definida que describió un arco entre nosotros mientras nuestras miradas se encontraban antes de que se moviera hasta mis caderas ondulantes.
Tragué audiblemente mientras todas mis partes rosadas respondían con un espasmo de esa breve mirada compartida.
Aún de espaldas, me crucé de brazos de nuevo, tomando cada pecho con la mano contraria y luego lentamente volviéndome hacia él, cuidando de mantener mis caderas en movimiento al ritmo de la canción. Podía sentir cómo se endurecían mis pezones contra mis palmas a través de las copas de mi sujetador y me armé de valor para mostrar mis partes femeninas a este impresionante, guapo desconocido.
Estaba reacia a quitar mis manos.
Mi mente estaba corriendo tan rápido como mis latidos.
Sabía que tenía que descubrirme, pero mis manos no querían obedecer mi orden mental.
Agarré las copas del sujetador para presionar la tela más duro en contra de mis pechos y las correas, en respuesta, cayeron de mis hombros. Los ojos de JOE siguieron el movimiento mientras una correa lentamente se deslizaba de mi hombro y siguió abajo por mi brazo. Aunque no sentí la correa, sentí la intensidad de su mirada concentrada. Centrado mientras sus ojos seguían el descenso de la correa luego se movió visualmente para acariciar mis pechos, que ahora estaban aplastados y cubiertos bajo el agarre de mis manos.
Incluso mi ropa parecía tener mente propia y estaba en el plan para que me desnudara.
300 dólares por sesión, susurró mi corazón. Me temblaron las manos mientras las forzaba a liberar la tela del sostén.
Cerré los ojos y solté mis manos mientras intentaba arquear la espalda en lo que esperaba fuera un movimiento sexy y llegué detrás de mí para desabrochar la funda traidora que ya estaba a medio camino. Manteniendo los ojos cerrados, deliberadamente saqué las correas por encima y fuera de mis manos, permitiendo que el sujetador se deslizara hasta el suelo antes de levantar los brazos con tanta gracia como era posible en un movimiento de danza.
Aunque en retrospectiva, no estaba segura de que no estaba tomándole el pelo como un títere en una cuerda de marioneta.
Me tambaleé hacia delante y permití que mi cabello cayera sobre mis hombros para ocultar parte de mi rubor y de mis pechos descubiertos. Abrí los ojos y di una mirada a JOE a través de los hilos de mi cabello, pero él todavía estaba en la misma posición, con la barbilla en sus nudillos. Solo sus ojos brillantes parecían estar recorriendo mi piel desnuda, acariciando mis hombros, pechos y vientre expuesto abrasadoramente a su sentido. Podía sentir mis pezones endurecerse aún más mientras su mirada parecía ser atraída de nuevo una y otra vez. Levanté los brazos y moví mis hombros suavemente para que mis pechos rebotaran en lo que esperaba fuera una manera atractiva y vi las cejas de JOE levantarse en respuesta inmediata a mi movimiento.
Me di la vuelta, presentando mi espalda una vez más al tiempo de la música, abriendo el botón situado en la falda y tirando de la lengüeta de la cremallera. Estaba empezando a perder mi nerviosismo y comenzando a sentir el poder dentro al exponerme a este magnífico hombre, quien parecía estar disfrutando de todo lo que estaba viendo. Eso, y recordé que me había puesto mi mejor braguita que hace juego con mi sostén. Hecha de encaje color crudo cremoso, era la ropa interior más cara que alguna vez había poseído y sabía que mostraba mi bajo vientre, el culo y montículo en la mejor luz, debido a la forma sutil, adornos delicados y paneles de satén.
Miré de nuevo por encima del hombro mientras la música continuaba.
¿Era transpiración lo que veía rebordear la frente de JOE? ¿Por qué tenía los puños apretados, los nudillos blancos mientras sus manos se aferraban una a la otra con tanta fuerza mientras observaba mi baile para él?
Envalentonada, dejé de tocar la cremallera de mi falda y llegué detrás para gentilmente tomar mis nalgas mientras moví mi cabello y miraba por encima de mi hombro.
Mis ojos otra vez se quedaron atrapados en los suyos.
Mis músculos estaban tensos, con las rodillas bloqueadas, mientras continuaba moviendo mis caderas al pulso de la música y movía la mezclilla de la tela para arriba. El aire frío acarició mis muslos mientras poco a poco arrastraba el dobladillo hasta que pude sentir que la parte inferior de mis nalgas estaban a la vista.
No es mentira, mis bragas estaban empapadas mientras me exponía a sus ojos. Actuando con mis lecciones de YouTube, ejecuté el ―meneo, moviéndome por mis nalgas, usando solo los músculos de los muslos. Ese fue el único movimiento que había podido practicar en la intimidad de mi propia casa.
Y si el sonido audible de la inhalación de JOE era una indicación, mi práctica había dado sus frutos.
Me volví hacia él y, agarrando la cintura de la falda, lentamente arrastré la tela por mis elegantes muslos bronceados. Capturando la falda sobre mis elevados tacones, me las arreglé para ponerlos a un lado a medida que continuaba mi baile. Me volví hacia él y di un paso adelante presionando mis piernas en el borde de su escritorio mientras hacía un balanceo de cuerpo con las manos por encima de mi cabeza. Estaba casi desnuda, excepto por el cuidadoso hecho a mano, aunque saturado a fondo, pedazo de encaje atrapado entre mis piernas mientras seguía bailando para este magnífico hombre. Mi latido era casi tan fuerte como la música, mientras apoyaba las manos en su escritorio arqueando mi trasero hacia arriba para presentar mis pechos a su inspección abrasadora.
Y él me inspeccionó, lo hizo.
A fondo.
Podía sentir, mientras lo miraba, sus ojos marcándome mientras me veía. Una y otra vez su escrutinio me tocó los pezones y pechos, mientras ellos temblaban por mis movimientos. Levanté una rodilla al escritorio y luego oí su suave gemido.
—Détente —murmuró JOE, su voz cubierta de aterciopelado acero mientras señalaba con el control remoto al estéreo sobre su hombro.
No necesitaba decirlo dos veces debido a que el cese de la música pareció derribar mi bravuconería.
Usando mi brazo para protegerme la mitad superior, me agaché, con el trasero en los tacones, mientras buscaba mi descuidada falda retirada y la levanté lo más rápido que mis dedos pudieron hacerlo. Mi mente daba vueltas con vergüenza, que fue golpeada con el dilema milenario del top o la parte inferior primero. La decisión de esa modestia era el mejor punto de valor, le di la espalda a JOE y me metí de nuevo en mi falda, deslizándome en mi top tan rápido como mis torpes dedos podían moverse y conseguí acomodarlo en su lugar a una velocidad récord. Mientras me había vuelto a vestir a toda prisa indebidamente, no fui tan rápida para enfrentarlo.
Tomando una respiración profunda de valor, poco a poco me di la vuelta y me dejé caer de nuevo en el cuero de la silla de visitantes teniendo mucho cuidado de no mirarlo a los ojos. ¿Qué se había apoderado de mí? ¿Cómo podría haberme degradado a mí misma con tanto baile y quitándome la ropa para este perfecto desconocido? Claro, el dinero era un buen incentivo, pero ¿hacer eso? Hacer cosas desagradables por desagradable, aunque el buen dinero todavía era forraje mental que un idiota pudiera frotar en mí cuando salieran del club.
Me senté esperando, viendo mis manos dando vueltas a sí mismas en mi regazo.
—____(TN). —Comenzó JOE lentamente—. No creo...
—Escucha —interrumpí bruscamente, mirando en su dirección, pero buscando por todas partes, en cualquier lugar, excepto a él—. No creo que esta fuera una buena idea. Me refiero a que el dinero solo sonaba demasiado bueno para dejarlo pasar y realmente, realmente lo necesito, pero no creo que pueda hacer esto. Renee puede, pero yo no me siento cómoda haciéndolo. —Agité los brazos alrededor de su oficina en un esfuerzo por mostrar lo que ―esto significaba—. Y la idea de pervertidos mirándome de arriba a abajo o tocándome, incluso si es solo para meter la punta de un billete me pone un poco enferma, si quieres saber la verdad. No creo que pueda hacer esto. De verdad, no lo creo.
Sabía que estaba balbuceando, pero no me importaba.
—Realmente te agradezco tu tiempo, eh, y tu, ah, atención, pero creo que probablemente debería irme —continué alcanzando mi gastado bolso, de segunda mano, de imitación de diseñador y una chaqueta delgada que había escondido debajo de mi silla previamente.
Mis ojos trataron de detectar algún rastro errante de ropa que hubiera arrojado fuera por mi abandono mientras mantenía mi boca en movimiento. A pesar de que sabía que tenía la ropa puesta, no me sentía cubierta. Espiando un poco de encaje de color crudo a escondidas de la esquina de su escritorio, me fui de agaché con los tacones mientras lo alcanzaba y agarraba mi brasier errante, metiéndolo en las entrañas de mi gran bolso. Me incorporé en mi ropa desgastada y prestada, agradecida de que solo hubiera una ligera influencia en mi postura debido a la ayuda del reposabrazos de la silla de visitantes.
—Gracias de nuevo por tu, ah, tiempo y, uhm, consideración —dije señalando con mi cara de manera general mientras agarraba mi bolso y chaqueta raída a mi pecho y caminaba hacia una trayectoria que esperé fuera la dirección correcta de la puerta.
—____(TN). —Oí su voz de nuevo, pero la sensación de la perilla de la puerta en la palma de mi mano me dio un renovado sentido de valentía. Torcí el metal frío bajo mis dedos y me sentí mareada al pensar en mi inminente liberación—. Gracias de nuevo —dijo en lo que esperaba fuera un tono poco ventoso, agitando mi mano sobre mi hombro, cuando salí al pasillo. Mis rodillas todavía estaban temblando y me aferré a la barandilla mientras subía las escaleras alfombradas en mis ridículamente altos zapatos prestados antes de romper a correr a través de la puerta de la planta baja y hacer un giro brusco a las puertas principales que llevaban a mi libertad.
***
JOE se quedó quieto como una piedra mientras escuchó los tacones de ____(TN) repiquetear por la escalera.
Podía sentir sus ojos como un ciervo en unos faros mientras su cerebro intentaba hacer entrar en sentido sobre lo que había visto, de lo que había sido testigo.
Estaba impreso en su cerebro. Su cuerpo, sus movimientos, la esencia de
ella. ella estaba finalmente fuera de su club.
—No me jodas —murmuró mientras escuchaba el portazo pesado cuando
El aburrido ―bam del segundo portal de la parte superior de la escalera pareció liberarlo de su quietud.
JOE se ajustó sus jeans a la altura de su ingle, con un movimiento firme hasta su creciente erección.
Bien, ahora eso ya era algo. Algo que no había previsto. Algo para lo que no estaba preparado pero, Cristo, estaba caliente. Apretó el intercomunicador por Dale.
Soltando el botón, juró en voz baja. ¿Qué diablos fue ESO? A medida que su inmovilidad se disipaba, JOE se pasó las manos por la cara y se dio cuenta de que estaba sudando.
Esperó a que su mano derecha apareciera y, mientras esperaba, trató de calmar su respiración y de reorganizar su pene completamente lleno de sangre a una posición más cómoda ya que la anterior se ajustaba y la estocada solo había añadido más leña a su fuego.
Joder, habían pasado años desde que había llegado a estar tan excitado solo viendo a una mujer hermosa bailar o desvestirse. Pero lo que había visto en la última media hora le había excitado como nada que pudiera recordar. ____(TN), en su determinación en la entrevista, le había proporcionado la más erótica vista que jamás había visto en su vida. Su corazón seguía brincando y su pene era casi granito rígido.
Seguro, ella era hermosa, con un gran cuerpo, pero JOE sabía que era más que eso. Había follado más que su parte justa de mujeres hermosas, algunas con mejores cuerpos que el de ella. Era su inocencia y dulzura que brillaba a través de ella, a pesar de que fueron las bravatas que utilizaba como escudo lo que lo habían capturado. Sabía que ella había estado nerviosa, era difícil pasarlo por alto. Pero, su coraje mezclado con la embriagadora sensualidad sofisticada se había apoderado de él desde el momento en que había entrado.
Lo cual era probablemente la razón por la que le había pedido, sin pensar en ello primero, desnudarse a pesar de que no tenía ninguna intención de contratarla para ningún tipo de trabajo en el Club. Número uno, era demasiado joven, y número dos, este negocio masticaría el lado dulce de ella y no de una manera agradable. Su cabello grueso y curvas redondeadas lo habían llamado desde el momento en que entró por la puerta. Luego, cuando fue alcanzado por sus movimientos, no cualificados, sin educación, pero malditamente sexys.
El olor de su excitación y la vista de su piel cremosa, el color rosa de sus pezones desnudos no habían estado mal tampoco.
—¿Me llamaste? —JOE podía escuchar el interrogatorio suave en la voz de Dale mientras pasaba a través de la pesada puerta.
Dale era una de las pocas personas en las que JOE podía confiar y había confiado en él desde la primaria. Ellos tenía una historia juntos que se extendía por décadas y que había sido una constante en la vida del otro. Mientras habían seguido carreras separadas después de la secundaria, se habían mantenido en contacto y, finalmente, habían hecho negocios juntos, el Club Fuego era solo uno de sus exitosos emprendimientos.
JOE miró a Dale, teniendo en cuenta la bien planchada camisa abotonada y pantalones de vestir. Donde JOE se inclinó hacia la apariencia ―quiero ser estrella de rock —como una de sus ex chicas había marcado—, Dale abrazaba por completo el estilo ―hombre de negocios joven en subida. Desde su rubio cabello oscuro, casual –aunque caro– y estilo de sus botas escandalosamente caras, Dale trabajaba una apariencia que tenía a toda cazafortuna en tres condados jadeando por su atención.
—¿Todavía tenemos al investigador privado dentro? —preguntó JOE.
—Claro, Rich sigue haciendo extrañas investigaciones para nosotros cuando es necesario. ¿Qué pasa? —Dale se inclinó contra la puerta cruzando los brazos.
—Necesitamos que investigue más allá de lo que está aquí. —JOE lanzó el periódico sobre el escritorio.
Despegándose a sí mismo de la puerta, Dale dio unos rápidos dos pasos para tomar la hoja antes de que se deslizara hasta el suelo. Pudo ver que era una hoja de vida de una página que sólo estaba medio llena de 8 x 10.
—¿Estamos contratando? —Los ojos de Dale se movieron por el papel teniendo en cuenta la fecha de nacimiento y la negrita de los títulos de trabajo.
Levantando los ojos hacia JOE, se corrigió con una sonrisa:
—¿Estamos contratando a menores de edad, lavadoras de retretes?
JOE sacudió la cabeza ante el sarcasmo en la voz de Dale. Los dos estaban muy conscientes de las leyes y se mantenían estrictamente en el lado derecho de ella a la hora de sus negocios. Eran exitoso e intentaban con todos sus esfuerzos mantenerse dentro de los lineamientos de la ciudad, mandatos del condado, estatales y federales referentes a cada una de sus empresas.
—¿Huelo... —Dale hizo una pausa mientras levantó la cabeza después de su breve lectura y tocó el encabezado moviéndolo de lado a lado, olfateando el aire—... a chica?
—No es una consideración incluso como lavaplatos. —____(TN) decidió ignorar la segunda pregunta mientras respondía a la primera—. Contacta a Rich y pregúntale si puede hacer un informe completo sobre ella. Quiero saber lo más que sea posible en el menor tiempo posible.
—Está bien, lo haré. Aunque, el plazo tendrá un costo extra —le recordó Dale, dejando que se le desviara por el momento. JOR asintió, sabiendo que Rich proporcionaría tanta información como estuviera disponible de ____(TN) y, si JOE estaba dispuesto a pagar más por la velocidad, entonces, el informe estaría en sus manos lo antes posible.
—Tenemos que hacer algo acerca de Fiona. —Dale cambió el tema al tiempo que se acomodaba en una de las sillas de cuero recientemente abandonadas por la encantadora y calienta ____(TN). Con la mirada de JOE, Dale continuó—: Ella está de nuevo pidiendo más dinero y más bebidas durante las horas de las noches en las que está.
JOE puso los ojos en blanco pensando para sí mismo por enésima vez que si bien los clientes eran un enorme desafío para mantener un negocio en funcionamiento, era el personal contratado quien era un dolor grave en su trasero. Fiona era una de las bailarinas y una de las cuatro cabezas de cartel que se utilizaban en los tubos. Era impresionante, con su cabello rojo en capas y piernas largas y deliciosas e incluso tenía un puñado de devotos que no se perdían su actuación. Pero Fiona pensaba que valía mucho más de lo que en realidad era, sobre todo para la ciudad. Es cierto que se había colocado tercera en el Tubo de Baile de los campeonatos de 2009 y durante mucho tiempo, el club había estado feliz de haberla contratado. Pero, Fiona era una diva con D mayúscula, insistiendo en su propia mesa de maquillaje, intimidando a las nuevas chicas y apareciéndose tarde a sus llamados. Comportamiento que había comenzado después de que había logrado su camino a la cama de JOE, poco después de su contratación. Fiona también había desarrollado un hábito muy desagradable de exigir más dinero cada tres meses que comenzaron la semana después de que JOE la había expulsado de su vida y de sus putas rabietas de diva de su cama. Se rumoreaba que ahora estaba unida a Hank, uno de sus guardias, después de romper su camino a través de la mayoría de los otros empleados de sexo masculino de Fuego, con excepción de Dale.
Después de una larga semana de aventura desastrosa con su bailarina principal en los primeros días, Dale había aprendido su lección. Y se aseguró de que su amigo y socio de negocios entendiera que ninguno de los dos debía nunca, bajo ninguna circunstancia, pedir ayuda. Dado que JOE no había
compartido su corta relación de Fiona Fiasco con nadie, pudo llegar a un acuerdo sin pestañear, una postura a la que ambos se habían apegado desde hace seis años desde que habían estado en el negocio.
—¿Tienes a alguien en lista para llenar su lugar?
—Nancy está lista para moverse hacia arriba y Pam ha estado insinuando que le gustaría probar el escenario en vez de servir bebidas —respondió Dale—. Pero si dejamos ir a Fiona podríamos perder a Hank también.
JOE, aunque sin sorpresa, seguía siendo infeliz ante la idea. Hank era un buen hombre, y un gran gorila que tenía la extraña habilidad de escoger qué cliente era propenso a causar problemas con solo un rápido vistazo a la habitación y erradicar ese problema antes de que se convirtiera en un inconveniente. Podía escoltar a un cliente rebelde fuera tan rápido y silenciosamente como era posible a la vez que murmuraba al oído del cliente que esperaban verle la próxima vez. Encontrándose con el 1.90m de JOE en altura, pero dos veces más amplio en su pecho, Hank se había abierto camino a través de las filas de seguridad de Fuego. Estaba recomendado para más cambios y más responsabilidad por Max, la cabeza de seguridad de JOE y de Dale. Incluso Max había presionado para que Hank se convirtiera en una parte de la contratación y el entrenamiento de los nuevos guardias y, en consecuencia, tenían menos problemas que cualquiera de los rivales de los clubes de la zona.
Perder a Hank sería un golpe mucho más duro que perder a Fiona.
—Que ella logre la siguiente infracción y así se endulza la situación para él —dijo JOE con firmeza—. ¿Suena bien?
—Vale la pena el tiro, de todos modos —respondió Dale levantándose—. ¿Algo más?
—No, encuéntrate con la inmobiliaria respecto a la dirección arriba indicada, en Buxby. —JOE tomó sus llaves del escritorio y comenzó a moverse mientras Dale se levantaba, también.
Dale sabía que JOE estaba buscando expandir su negocio de contabilidad y los negocios en que la arena estaba en auge. Habían comprado la firma original hace poco más de un año cuando el propietario había muerto de forma inesperada y estaban sumando más clientes a diario sobre la base del nivel de experiencia de su CPC1, esos que habían decidido quedarse con los nuevos propietarios. El área por encima de la cafetería local, ocupada por Buxby era enorme y podría contener el doble de cubículos de su ubicación actual y a un precio más barato. Dale sabía que si era lo que necesitaban JOE haría que diera una mirada y luego la decisión sería tomada en conjunto. Ambos apreciaban que la piedra angular de su éxito fuera las decisiones que los dos hacían y acordaban.
Girando a la puerta, JOE preguntó:
—¿Tú?
—Llamar a Rich en cuanto a la lavadora de baños, empezar mi plan para despedir a Fiona la próxima vez que parpadee mala mierda y hacer todo lo posible para mantener a Hank. Entonces, me ocuparé de la bella Penélope cuyo padre es dueño de cuatro concesionarios de automóviles usados. Ella es la princesa de segunda mano, hombre, y se imagina a sí misma un poco como un gato montés —respondió Dale con una mirada lasciva y moviendo las cejas.
—Juega limpio chico grande, y vuelve a mí cuando ese informe llegue en el minuto que lo haga, ¿sí? —dijo JOE por encima del hombro con una sonrisa mientras abría la puerta y movía los dedos en despedida.
—Claro —dijo Dale en voz baja preguntándose qué era tan intrigante que tendría a JOE investigando a esta chica en particular y si tenía algo que ver con los aromas maravillosos que todavía flotaban en el aire. Tomando la puerta antes de que pudiera cerrarla, Dale se armó de valor contra la, seguro como la mierda, tercera guerra mundial que experimentaría al lanzar el trasero de Fiona mientras seguía a JOE por las escaleras.
1- CPC: Contadores Públicos Certificados.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 3
—Vamos, nena —murmuré—. Solo un viaje más y podrás tomar un descanso. —Giré la llave de encendido de nuevo, pero esta vez solo hubo pequeños clics en lugar del sonido gruñendo que había oído tras los cinco primeros intentos de conseguir poner mi auto en marcha. Era un gigante que había comprado con la ayuda de mis padres tan pronto como conseguí mi licencia, pero cada vez necesitaba más dinero con los numerosos problemas de motor que se estaban produciendo con más y más frecuencia.
Apoyé la cabeza en el volante con la esperanza de que solo se hubiera inundado el motor.
Era mi excusa de ―irme cuando no podía ponerlo en marcha. Esta era solo la mierda que necesitaba, pensé reconociendo que mi garganta comenzaba a engrosarse y mis ojos comenzaban a picar, una clara evidencia de que mi cuerpo iba a liberar todas las emociones reprimidas del día. Me armé de valor, sin embargo, dispuesta a las lágrimas, sabiendo que el llanto no ayudaría ahora.
Espera a llegar a casa, antes de caerte a pedazos. Enderecé la vieja manta que había olvidado sacar del maletero cuando el verano había terminado el año pasado. Ahora la estaba usando para ayudarme a mantener el calor debido a que el calentador había dejado de funcionar.
Solo había vencido la liberación emocional de nuevo cuando escuché unos golpes en la ventana del lado del conductor. Saltando en respuesta, lo único que pude pensar era, ¿qué demonios ahora?
Poco a poco bajé la ventana para ver a JOE agachado.
—¿Algún problema? —preguntó mientras mi corazón comenzó a brincar con su cercanía. A pesar de que se veía aún mejor en la luz del día, todavía estaba mortificada por lo que había pasado en su oficina.
Había contado con nunca, nunca volver a verlo en esta vida.
—No arranca —dije apoyando la cabeza hacia atrás en la consola con el fin de romper el rayo tractor de sus ojos que ahora estaban a pocos centímetros de distancia de mí y se inclinaban hacia adelante en mi ventana abierta.
—Inténtalo de nuevo —sugirió JOE y giré la llave y oí los clics. Metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros bien gastados, sacó su teléfono y marcó un número mientras se enderezaba—. ¿Trails? Sí. Envía el remolque al club. Tienes que recoger un Buick color azul marino y llevarlo de vuelta a la tienda. Haz que Skeet lo revise y que me avise, ¿de acuerdo?
—¿Qué estás haciendo? —pregunté mientras colgó la llamada.
—Haciendo que remolquen tu auto —respondió JOE con calma guardando su teléfono. Me abrió la pesada puerta del auto que chilló con esfuerzo—, no creas que podrás ponerlo en marcha, querida. Vamos, te voy a dar un paseo.
—Pero, yo...
—____(TN), es solo un remolque y un paseo. Consigue tus cosas y te llevaré a casa o a dondequiera que necesites estar. —Parecía determinado según su evidenciada postura, con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre el pecho mientras esperó que saliera. Mi cuerpo no se movió, pero lo miré mientras frenéticamente traté de pensar en una razón para quitarme su compañía.
—JOE, no creo que...
—No voy a decirlo de nuevo. Consigue tus cosas, cariño, y vamos.
Lo miré, a su postura varonil mientras un par de latidos saltaban con mi mente aun corriendo por una razón, cualquier razón, para declinar antes de que me diera cuenta de que realmente era la mejor solución a mi problema. Llegué detrás de mí para arrastrar un par de zapatos tenis listos para-la-basura que dejaba en mi auto para las ―emergencias. Ya había abandonado las sandalias de zorra de cuando llegué por primera vez. No era la primera ocasión que había tenido problemas con la Bestia como había llamado cariñosamente y acertadamente a mi enorme Rivera '87 y los tenis ayudaban cuando tenía que ir a pie después de que la Bestia tenía un ―episodio, como eufemísticamente llamé cada detalle.
Volteé mi cuerpo a la salida, deslicé mis pies en mis tenis y capté la mirada de JOE mientras comencé a desenrollar la vieja manta de a mi alrededor.
—Uh, un calentador en el Fritz —le expliqué.
JOE me llevó alrededor de la parte trasera del club a un Silver Kia Optima y abrió los seguros.
—Necesito hacer una parada rápida antes de dejarte. ¿Está bien? — preguntó mientras abría la puerta del pasajero para mí. Estaba un poco desconcertada por los modales de JOE abriéndome la puerta y asentí—. Dame la llave para dejársela a Jorge y luego podemos irnos. —Luché pero finalmente saqué mi llave del auto fuera del aro, luego observé a JOE trotar hacia la puerta para entregarla. Mientras entregaba mi llave, me senté y subrepticiamente examiné el interior de su auto, no tenía ninguna de las comodidades y lujos de un auto, a diferencia del mío, de este año, ni de esta década.
Manejó en una especie de tenso silencio solo roto por el sonido de sus indicadores mientras hacía su camino hacia la pequeña porción que los lugareños llamaban ―centro. Estacionó el auto en un lugar milagrosamente abierto en la concurrida calle principal y apagó el motor.
—¿Quieres venir conmigo? —me preguntó dándome una mirada al tiempo que abría la puerta a pesar de que no esperó mi respuesta mientras caminaba alrededor del auto y abría la puerta. Mi mano fue capturada en la suya cuando me ayudó y JOE siguió sosteniéndola mientras tiraba suavemente de mí a través de la calle a Buxby’s, la única casa de café de nuestra ciudad.
Era un lugar frecuentado por los adolescentes y gente de la universidad, pero fuera de mi rango de precio, de forma que a menos que Renee decidiera tratar, era un lugar que había evitado. Buxby’s era grande, lleno de pequeñas mesas y cómodos sofás que parecían rodear la estación de café y sus vitrinas llenas de tentadoras delicias de panadería. No solo era una delicia para los ojos y nariz, sino que el café era asesino y conocido por ser el mejor de la ciudad.
—Café primero —anunció JOE mientras sostenía la puerta abierta en lo alto de la estructura. No tenía otra opción que entrar en el calor de la tienda bajo el brazo mientras trataba de girar mi cuerpo a través de la pequeña apertura tratando de evitar tocarlo. No hubo ayuda para ello, sin embargo, nuestros cuerpos se conectaron mientras lo rozaba. Mis ojos vieron los de él por el breve roce de nuestros cuerpos y la electricidad que había quemado entre nosotros antes ahora se desataba de nuevo con solo un poco de contacto inocente. Mi latido, ese músculo involuntario, aceleró y un latido suave comenzó de nuevo en todas las zonas de color rosa mientras mi rubor comenzaba. Mis rodillas se volvieron agua y, a pesar de que llevaba zapatos menos peligrosos, mis pies se enredaron mientras intenté dar un paso más lejos de él.
Como si sintiera la reacción de mi cuerpo, sentí la mano de JOE en mi codo.
—Quieta, muchacha bonita —dijo suavemente, inclinado la cabeza junto a la mía—, es solo café.
Nos abrimos paso a la línea corta para ordenar y saludé con la mano a un par de personas que conocía de la instituto tratando de ser suavemente ocasional. Vi las cabezas comenzar a unirse mientras la gente era llamada a paso lento hacia el mostrador. Hubo murmullos bajos e incluso un par de risas, mientras miraban hacia nosotros. Mis ojos vagaron por los otros clientes, capturando un rápido vagar de mirada arriba y abajo de las mujeres evidentemente encantadas al magnífico JOE antes de que rápidamente voltearan hacia mí y fruncieran el ceño. Los hombres, por otro lado, miraron primero mis piernas expuestas y viajaron hacia arriba con un ojo agudo hacia tal detalle que me encontré apretando el cinturón de mi chaqueta y sosteniendo el cuello derecho.
Estoy segura de que hacíamos una pareja incongruente, pero no creo que fuéramos apenas dignos de la atención que atraíamos. JOE, sin embargo, parecía ajeno a las miradas y los comentarios de la cafetería llena de gente.
Volví la mirada al suelo, determinada a salir de esto con la mayor dignidad posible.
JOE me dio el vaso alto de plástico, con un pitillo. Puso su mano en la mía volviéndose para dirigirme hacia la puerta, pero ni siquiera recuerdo el pedido. Todavía estaba en una especie de neurosis de guerra de nuestra entrevista y estaba tratando de equilibrar a este cortés, casi cortesano, hombre quién me había mirado con tanta atención cuando expuse mis pedacitos de color rosa para él en las entrañas de su club de striptease.
Habíamos caminado solo un par de pasos por la acera cuando JOE empujó lo que parecía ser un timbre en la puerta al lado de una puerta de inserción, algo que probablemente perderías serpenteando por la calle, pero que se encontraba junto a la cafetería. Oí un chasquido y un zumbido mientras el seguro era soltado.
JOE y yo nos encontramos en la parte superior de las escaleras junto a una mujer regordeta mayor sonriendo quién sacudió las manos calurosamente. Mientras que ella parecía estar a finales de sus años cuarenta, Jean estaba muy elegantemente vestida y llevaba su peso extra con clase. JOE hizo las presentaciones y los dos comenzaron a caminar a través de la enorme sala mientras hablaban en voz baja.
Al fin sola por un momento, me acerqué a las ventanas que daban a la calle de abajo mientras bebí mi latte de caramelo. Mis ojos no vieron la lluvia golpear las ventanas que se alineaban en el frente de la oficina vacía. Mi mente corrió, recordando mi baile, mis finanzas y preguntándome qué haría al respecto con Bestia.
No sé cuánto tiempo me quedé allí perdida en mis pensamientos, pero la sensación de los ojos de JOE en mí me trajeron de vuelta al momento. Me aparté de la ventana y encontré sus orbes dorados puestos en mí con intención, con una precisión mortal mientras siguieron el rastro de mi pitillo desde mi taza a mis labios. Mi acción había sido involuntaria, algo que siempre he hecho para capturar el resto de la crema que permanece en la parte inferior de la taza.
Pero era muy consciente de que los ojos ardientes de JOE me observaban mientras lamía la crema del pitillo y luego succionaba el líquido restante al final. Hice una pausa, a medio movimiento mientras nuestros ojos se enganchaban, y la electricidad que habíamos compartido en su oficina, se arqueó de nuevo entre nosotros.
Como sin pensarlo, JOE se movió directamente a mí, sus pasos firmes y seguros. Mi pulso cardiaco se aceleró viéndolo caminar hacia mí, sin que nuestras miradas se rompieran nunca, mientras él se movió más y más cerca. Se paró justo delante de mí antes de que se diera cuenta de que no estábamos solos.
Hubo un par de golpes de silencio, mientras ambos dejábamos nuestros ojos.
—Haré que Dale te llame, Jean. —Retumbó JOE por encima del hombro, pero sus ojos volvieron a los míos y pude ver que había algo que se movía en sus profundidades aunque no podía decir qué era.
JOE utilizó de nuevo la presión sobre la parte baja de mi espalda para impulsarnos hacia adelante, para guiarme hacia la parte superior de las escaleras. Salimos del edificio y me colocó cuidadosamente en el asiento del pasajero de su auto, los dos en silencio. Pero el aire estaba lleno de cosas no dichas.
—Uhm, ¿JOE? Puedo tomar un autobús desde aquí. Quiero decir, no tienes que llevarme a casa. Estoy segura de que tú... ah.... estás ocupado y necesitas volver.
—Te veré en casa, querida —dijo mientras se abrochaba el cinturón y encendió el auto
—Eh, en realidad... —murmuré manteniendo mis ojos firmemente hacia adelante—. Si pudiéramos... quiero decir, si pudieras... ah...
—Dilo de una vez, ____(TD) —le oí retumbar.
—¿Estaría bien pasar primero por el Mini Mart justo al lado de Grant? El Sr. Mahmood tiene mi cheque de pago. —El sueldo que se suponía que me lo daría el martes. Pero me di cuenta de que tenía que perseguirlo para conseguirlo cada semana. Y cada semana tenía que evitar sus manos para conseguir dicho sueldo.
—No hay problema.
JOE estacionó el auto en uno de los espacios frente a la tienda y antes de que pudiera siquiera darme la vuelta para decirle que solo serían unos minutos, él estaba fuera de su puerta y abriendo la mía. Su mano estaba en mi espalda inferior y me llevó dentro de la tienda.
—Hola, Khalid. ¿Está el Sr. Mahmood aquí? —le pregunté, consciente de JOE de pie detrás de mí en mi hombro izquierdo. Vi como Khalid tomó el teléfono y presionó dos botones antes de hablar en un idioma que no conocía en el teléfono. Hubo un par de ―sí que dijo, que fueron las únicas palabras que pude entender en lo que Khalid había murmurado en el teléfono.
—Mahmood dice que vayas a la parte de atrás —dijo Khalid con una sonrisa. Mi corazón se hundió. Sabía lo que la sonrisa significaba y no, no, quería ir a la trastienda para reunirme con Mahmood. Pero necesitaba mi cheque.
Me volví hacia JOE.
—Uh, tardaré solo un... —Pero no tuve la oportunidad de terminar mientras JOE agarraba mi bíceps y me acompañó hasta la parte trasera de la tienda, al pasillo que conducía a la habitación de atrás.
—Digas lo que digas, solo tienes que ir con él, ¿no? —susurró JOE en mi oído. Tuve el tiempo justo de cabecear antes de que JOE llamara a la puerta.
Hubo un sordo ―adelante y JOE abrió y entró por la puerta primero.
—¡Jesús, Mahmood! —Oí gritar a JOE pero había puesto una mano en medio de mi pecho para empujarme detrás de la puerta y usó la otra para tirar de mí detrás de él.
—¿Qué mierda, JONAS? —Oí al Sr. Mahmood gritar de nuevo, pero hubo un sonido de metal tintineante que sonó sospechosamente como una hebilla de cinturón saliendo de la habitación. Mi corazón brincó mientras sumé dos más dos para conseguir un ―Ewww. Sin pensarlo puse las manos en la espalda de JOE y descansé mi frente allí también.
—Vine con mi chica para obtener su cheque de pago —gruñó JOE. Me di cuenta de que su cuerpo estaba cerrado hasta lo más ajustado y que su voz era aguda—, estaba con ella cuando tu hijo te llamó para decirle que estaba aquí. Fue jodido allí, Mahmood, cuando tu puto chico le dijo que fuera a la mierda de atrás para conseguir su maldito cheque.
Hubo silencio por un par de segundos, pero no una tranquila calma. Una tranquilidad tensa espeluznante.
—¿Quieres decirme por qué diablos estabas esperando a mi chica con tu pene, Mahmood?
—No es lo que parece, JOE...
—Nunca malditamente lo es. Dame su cheque.
Mis manos estaban agarrando el abrigo de JOE y había cerrado los ojos.
—¡Dije. Dame. El. Maldito. Cheque! —Eso no lo dijo alto, sino con intención suave y mortal.
Oí traqueteo de papel y sentí a JOE moverse bajo mis manos. —Ahora, solo para que quede claro... —Ella está malditamente despedida. —¿Por qué?
—Ya me oíste, JONAS. Está despedida.
—¿Nena? ¿Quieres ser despedida? —Oí a JOE preguntar tratando de cambiar a mi dirección, pero tenía tal control sobre él que no podía moverse con facilidad, y mucho menos voltearse.
Mis pensamientos estaban corriendo. Necesitaba el dinero. No podía quedarme sin mi trabajo en el Mini-mart. No era un trabajo duro, simplemente era sin cerebro y por muy poco dinero u horas. Pero, aun así, lo necesitaba. Sacudí la cabeza con pesar.
—Creo que quiere quedarse, Mahmood, pero por mi vida, no te podría decir por qué. Así es como serán las cosas. Ella hará sus turnos y en lugar de estarla persiguiendo, dejarás tu trasero abajo para tener su cheque y poner tu puta mierda cuando lo hagas, le enviarás por correo sus cheques. ¿Entiendes?
—Ella está malditamente despedida, JONAS.
—No, Mahmood, no lo está. Mira, si está putamente despedida entonces le avisaremos a Sam por teléfono para que abra una demanda de acoso sexual. Contra ti. Será mejor que sea la primera vez que hayas hecho esta mierda. Me pregunto si a las otras chicas les gustaría presentar una reclamación. —Escuché a JOE hacer pausa antes de continuar—. Ahora, ¿vas a jugar con las reglas y dejarle el trabajo a mi chica o vamos a hacer que se ponga feo?
Oí un rasguño en la silla y sentí a JOE de nuevo ponerse tenso bajo mis manos. Metió la mano hacia atrás y me desenredó de su chaqueta, empujándome rápidamente lejos y hacia un lado.
—No quiero hacer eso, hombre. Pateé tu trasero en más de una ocasión y fue entonces cuando eras veintitrés kilos más ligero y diez años más joven. ¿Crees que puedes tomar esto ahora?
—Ella pone un pie fuera de la línea y está fuera de aquí. —¿Escuchaste eso, ____(TN)? —Sí, JOE. —¿Estás bien con eso, ____(TN)?
—Sí, JOE.
—Está bien, tú bastardo —llamó JOE volviéndose hacia mí antes de dar vuelta rápida a la oficina—. Y si mi chica me dice una, solo una vez que tratas de hacer alguna cosa con ella, entonces llamaré a Sam, ¿de acuerdo?
No sé cómo Mahmood respondió porque no oí nada, pero debí haber hecho algún gesto ya que JOE estaba sonriendo cuando se volvió hacia mí para darme el paso y sacarme de la tienda. Esta vez necesitaba su guía ya que mi cuerpo estaba temblando duro. Me guío al asiento del pasajero y se quedó en mi espacio con la puerta abierta mientras me até el cinturón de seguridad. Lo miré cuando no se apartó.
—JOE... —dije en voz baja, y vi cómo su cuerpo se calmó completamente al oír el sonido de mi voz antes de que se adelantara y frotara los nudillos a lo largo de mi mejilla. No pude evitar inclinarme contra su mano mientras sostenía su mirada.
Parecía distraído mientras le daba las instrucciones de mi casa antes de que se retirara hacia el tráfico. Yo estaba suspirando, volviendo los ojos hacia la ventana, vagamente notando el paisaje húmedo, mientras lo pasábamos, deseando que JOE fuera más rápido mientras conducía.
Quería estar en casa. Necesitaba estar en casa. Por fin podría poner este día detrás cuando llegara a casa.
—Gran casa, nena —dijo JOE mientras apagaba el auto y se asomaba por encima de la gran estructura que estaba rodeada de veranos bien cuidados, de parterres de flores y césped que se extendía sobre el resto de la propiedad hasta la esquina.
No era que viviera en el conjunto de la enorme casa. Mi parte era solo un minúsculo situado en un dormitorio de la planta baja. Pero la mansión había estado en mi familia durante años y en los últimos años había sido convertida en cuatro apartamentos de diferentes tamaños y planos de piso. Lo había heredado de mis padres quienes lo habían heredado de mi abuela por el lado de mi madre.
Como una sola vivienda, nuestra casa de la familia había sido monumental y un testimonio perfecto de la riqueza de mi abuelo. Pero, después de un ataque cardiaco repentino hace unos cuarenta años, mi abuela había ido perdiendo la mayor parte de su finca. La mayor parte de ella se había ido con malas transacciones de tierras y a las inversiones promocionadas por guapos, mercachifles nefastos empeñados en tener éxito, al separar a la hermosa viuda de sus activos, tanto monetarios como físicos si las historias alrededor de la ciudad eran creíbles.
Mi padre era el que había dividido la casa en apartamentos después de ganar su licencia general de contratista y de aprender los aspectos financieros de su suegra, Lela. Problemas era decir poco al ver cómo la abuela había estado ocultando su estado casi indigente de su única hija, mi madre. Solo se descubrió cuando mi madre había estado haciendo un inventario para reponer la despensa después de que Lela fuera al hospital por una fractura de cadera, causada por tropezar con el desigual linóleo de la tradicional cocina. El armario sostenía una sorprendente cantidad de comida gourmet para gatos y galletas en medio de habas verdes y duraznos enlatados en casa.
El dolor de ella fue, que la abuela Lela no era dueña de un gato. Eché un vistazo a la casa y traté de ver a través de los ojos de JOE.
—Sí, lo es —respondí en un susurro—. Mis padres tuvieron que conseguir el poder notarial sobre la finca de la abuela con el fin de obtener los permisos necesarios para hacer la renovación cuando ella se negó a mudarse con ellos. El plan de papá era tener cuatro apartamentos de un dormitorio y alquilar tres para pagar tanto la hipoteca como los gastos de manutención de la abuela Lela. Funcionó muy bien hasta que las inspecciones mostraron que el techo necesitaba ser reemplazado y la inclinación de la formal sala de estar que era todo lo que encontrábamos peculiar y lleno de carácter en realidad era debido a un desplazamiento de las bases. Más dinero se necesitaba y mis padres no tuvieron más remedio que tomar una segunda hipoteca en nuestra casa con el fin de conseguir el trabajo hecho aquí.
—¿Tu padre hizo el trabajo? —cuestionó JOE en voz baja sin dejar de mirar hacia la casa. Asentí, demasiado atrapada en los recuerdos para hablar—. Buen trabajo. No se puede decir que se trata de apartamentos y no de una casa de familia —continuó—. Mantuvo las grandes líneas de la estructura original. Debe haber sido artesano.
Era cierto. Solo desde el exterior no se podía saber que la casa eran en realidad cuatro apartamentos distintos. Papá no había tenido educación formal para respaldarlo, pero parecía tener buen ojo para la arquitectura y al detalle. Había mantenido la puerta original que conducía a un pasillo con sus dos unidades de la planta baja y la escalera original que llevaba a las otras dos unidades y a la pequeña sala de lavandería en el segundo piso.
Los ojos de JOE se volvieron hacia mí mientras en voz baja preguntó:
—¿Te la dejaron cuando murieron?
Una vez más, solo pude asentir, pero podía sentir mis dientes morder mi labio inferior, en un esfuerzo por mantener las lágrimas a raya, lágrimas que no quería que viera. Levantando la mirada a la casa, me di cuenta una vez más que era una de las únicas cosas tangibles que me había dejado mi familia y que era a la vez una bendición tenerla y una maldición para mantener. No sé si podía sentir mi creciente melancolía o si solo quería tocarme de nuevo, pero JOE tomó mi mano apoyada en la consola entre nosotros.
—Querida... —Comenzó cuando sus dedos se encontraron con los míos. La electricidad de su piel caliente en mi mano otra vez me trajo de vuelta al momento y sacudí mi mano.
Agarrando el asa de la puerta, preparé mi escape. Para no ser menos, oí la puerta de JOE abrirse antes que la mía, incluso haciendo estallar el pestillo de la mía y estaba delante de mí antes de que pudiera salir completamente del asiento.
—No tienes que abrirme la puerta, JOE. —Mi voz era más aguda de lo que había previsto. Solo quería, no, necesitaba crear una distancia entre nosotros.
—Te voy a ver hasta el fondo, ____(TN). Lidia con ello —gruñó suavemente mientras una vez más me impulsaba hacia delante con solo un toque suave en la parte baja de mi espalda. Le di una mirada sobre mi hombro mientras pisoteé los escalones antes de usar la llave en la puerta exterior.
—No me estás trayendo a casa de una cita —le espeté.
Cuando la puerta se abrió de golpe, me di cuenta de las grandes voces que reverberan alrededor de la sala.
Empujando y abriendo más la puerta, pude ver a Layton Jamison, el presidente del Banco de Ahorros y Préstamo de Grantham, por encima de Marianne, mi vecina de enfrente quién estaba gritándole en la cara mientras meneaba un dedo.
—Y, además, enfermo hijo de agua de escoria. —La voz de Marianne se apagó cuando ambos volvieron sus ojos hacia JOE y hacia mí en la puerta.
Debido a que mis padres solo me habían heredado la propiedad, sus edificios periféricos y la casa en sí estaban a unos seis meses antes de su propia muerte, todavía bajo el arma financiera. El Sr. Jamison y el abogado que me recomendaron me explicaron una y otra vez que la herencia de impuestos mataba cualquier capital en la propiedad que mis padres pudieron haber disfrutado y los impuestos regulares se comían cualquier otro beneficio que podría haber habido.
Luego estaba el mantener una hermosa aunque hay que decirlo, una casa vieja.
—Sra. Tomas —ronroneó el señor Jamison cuando se volvió hacia mí, alisando la parte superior de su camisa de rayitas finas luego pasando la mano por la alta corbata. Parecía tener una impresión de diferentes M&M de colores. No es el tipo de corbata que se puede esperar de un Presidente del Banco—. Una palabra, por favor.
—Claro —murmuré tratando de pensar en una razón para que Jamison estuviera aquí, en mi espacio, en este momento de la noche. Por lo general, estaba obligada a reunirme con él en su oficina para que pudiera masticarme y decirme cuán tarde en mis ―responsabilidades financieras estaba y para recordarme lo mucho que había hecho por mí en solucionar lo de la propiedad de mi padre. Vi a Marianne darme una mirada burlona antes de disparar sus ojos al señor Jamison, quién parecía estar ignorándola ahora.
Le asentí un hola en silencio a ella cuando me volví hacia la puerta de mi apartamento con mi mente buscando, buscando una razón por la que el banquero hubiera venido a mi casa.
Oí los maullidos de Floyd mientras deslicé mi llave en la cerradura, aunque un maullido hubiera sido una descripción más adecuada. Floyd, mi compañera de cuarto de refugio adoptado, no se parecía al pequeño gatito, lindo que había
estado entre jaulas y jaulas de animales abandonadas en el local del refugio de animales. Ahora estaba en toda su gloria con las bolas castradas, seis kilos de pelusa adorable tanto como un ronroneo feroz y fuerte voz que era más que la demandada voz alta que podría significar cualquier cosa, desde ―Necesito un regalo a ―Sienta tu trasero porque necesito un masaje.
Floyd, como la mayoría de los gatos, era dueño de su propietaria en lugar de al revés.
Casi me había olvidado que JOE estaba detrás de mí hasta que sentí su calor en mi espalda cuando saqué mi llave de la cerradura de mi departamento y rápidamente empecé a encender las luces en mi pequeño espacio mientras JOE tomaba una pose casual apoyada contra la pared cerca de la puerta mirando a mi gato hacer una loca carrera por el corto pasillo hasta mi habitación. El Sr. Jamison llegó hasta el fondo y puso su gruesa carpeta de archivo en la barra que separaba mi cocina del salón. Se aclaró la garganta y comenzó a hablar.
—Srta. Tomas, este es un asunto que será mejor discutir en privado acerca de su situación financiera personal.
Sus ojos cortaron a JOE con énfasis.
También miré a JOE y encontré sus ojos con los míos. Su mirada fija parecía darme el poder de decidir si quería tenerlo aquí para este debate o no. Puesto que ya había visto casi todo mi cuerpo sin ropa, oído una gran parte de mi pasado, ya era consciente de mis estrechos financieros, y había acabado de amenazar a uno de mis jefes, me di cuenta que no se iba a sorprender por cualquier otra noticia.
Además, era un gran amortiguador contra el gusano del Sr. Jamison. Si JOE podía atacar al Sr. Mahmood, muy bien podía manejar a mi banquero.
No había dos hombres que pudieran ser más diferentes. Mientras Jamison tenía unos 15 años más que JOE, también tenía cerca de 36 kilos sobre él también. Puesto que era también un poco más bajo que mi estatura de 1,80 metros, en comparación con los imponentes 1,95 metros de JOE, él era en resumen, como una bola de masa blanca, suave y blandita. Pero, la mayoría de las albóndigas no lucen lazos multicolores adornados con M&M.
—Puedes hablar delante de JOE —le dije, encaramándome en el brazo de mi sofá a un escaso pie, aunque la posición de alerta de JOE fue informal. No se me escapó que me había puesto a mí misma, para que JOE estuviera entre el lugar donde el señor Jamison se puso de pie y donde yo estaba sentada.
—¿JOE? ¿Cómo JOE JOAS? —preguntó Jamison dándole a JOE una mirada por encima.
—Sí —respondió JOE mientras se apartaba de la pared y se paraba a mi lado, con una mano suavemente apoyada en mi hombro. Jamison no perdió el movimiento de la mano mientras JOE retumbó con sus ―manos a la obra.
—Bien. —Jamison comenzó con una respiración hacia adentro—. Está atrasada en sus pagos de nuevo, Srta. Tomas.
—¿Cuánto? —JOE ladró cortando la meliflua voz del banquero de Jamison que solo no había hecho más que empezar con su conocido tema. Estaba pensando que JOE de alguna manera tenía suficiente buena razón.
—Ahora, señor JONAS —dijo Jamison con un claro esfuerzo por tomar el control de la conversación después de la interrupción altamente indeseable y explosiva de JOE.
—¿Con cuánto está atrasada, Jamison?
—Bueno, vamos a ver... —Jamison alcanzó el archivo de la barra y comenzó a hojear la multitud de páginas—. Un mes y ocho días. Lo cual, como sabe, Srta. Tomas, está claramente en violación de su contrato de hipoteca.
—Tonterías —dijo JOE con firmeza en su voz profunda cuando sentí su mano en mi tenso hombro—. Esa es un montón de mierda y lo sabes. Ella podría pagar un interés adicional y tal vez una sanción, pero solo con 39 días de retraso no debería ser suficiente para que el jefe del banco viniera a las puertas de ____(TN) después de las putas horas de trabajo del banco.
JOE bajó la barbilla hacia mí y miró mis ojos, pareciendo darme algún tipo de advertencia. Volvió a mirar a Jamison con el ceño fruncido.
—¿Qué clase de mierda estás tratando de tirar, Jamison? —Hubo más de un par de segundos de silencio mientras JOE miraba al Sr. Jamison quien se había hinchado considerablemente con el primer sonido del desafío de JOE.
Permanecí tranquila durante su breve intercambio que parecía contener muchas más cosas, bajo la superficie, de lo que estaba oyendo. La tensión en la sala era apetecible, pero, de nuevo, no sabía por qué. A decir verdad, no esperé la participación inmediata de JOE en el trato con mi banquero aunque debo admitir que estaba agradecida por ello. Bueno, algo así. Tal vez si él no hubiera ya tenido que enfrentar a uno de mis jefes por mi cheque hoy, eso es.
—Sabe qué, me encargaré de eso, señor Jamison —dije, finalmente uniéndome a la conversación—. Uno de los inquilinos está atrasado en su alquiler y no he tenido el dinero para pagarle pero le envié lo que tenía a mano a tiempo. —Pam, del Tres era notoria por retrasarse en su renta y, como no tenía un cojín de efectivo para absorberlo, tuve que hacer un pago corto de la hipoteca. Esta es la tercera vez que pasaba y la tercera vez que tenía que enfrentar al señor Jamison como resultado.
Vi la cara del presidente del banco enrojecer mientras hablaba, aunque no estaba segura de sí era de rabia o de vergüenza de ser llamado a hacer sus tareas delante de un testigo. Miró de nuevo a JOE mientras espetaba el archivo de cerca.
—Miraremos su cuenta hasta estar al corriente de nuevo —dijo Jamison secamente mientras me miró con severidad antes de mover sus ojos a la deriva y su rostro tomó un aspecto diferente, mientras caía a mi pecho donde mi abrigo se había abierto exponiendo la gasa delgada de mi top.
―Ewww, mi mente gimió tan pronto tomé el cinturón de la delgada chaqueta esperando contra toda esperanza que el viscoso hombre no hubiera visto mis pezones a través de la tela de gasa. Había olvidado que mi sujetador aún estaba abarrotado en mi bolso.
—Terminaste —gritó JOE con mi movimiento, dando un paso hacia el gordito banquero envejecido mientras saltaba, sobresaltándose. Por el tono de JOE sabía que él había captado bien mi movimiento para ocultarme o había atrapado al señor Jamison comiéndome con los ojos.
—Me iré, entonces —oí al señor Jamison murmurar mientras salía rápidamente por mi puerta. Después de oír el ruido sordo de la puerta exterior mientras se iba, me puse de pie y me volví hacia JOE.
—¿JON? Escucha, estaba en casa de ____(TN) Tomas y ella estaba allí con JOE JONAS. ¿Cómo iba yo a saber por qué estaba allí? Eh, eh. Síp. Una mosca en la sopa es una buena manera de decirlo. Lo haré.
Layton Jamison cerró el teléfono y se quedó mirando las ventanas iluminadas del apartamento de ____(TN).
Había pasado tanto tiempo, tanto esfuerzo por esa pequeña y hermosa potranca en línea. Casi la tenía donde quería. Pero ahora había tenido que cruzarse de espadas con ese vendedor ambulante de carbón.
Y había perdido con el hombre más joven. Jamison no se hacía ilusiones acerca de sus propias miradas. Sabía que JONAS tenía un llamamiento con las damas. Pero la belleza se marchitaba y los tiempos duros tenían una forma de mostrarse en el rostro de una persona, incluso en un rostro tan hermoso como el de JONAS.
Si la memoria no le fallaba, el padre de JONAS había bebido hasta morir. ¿Había esperanza de que esto fuera como de tal palo, tal astilla?
Layton Byron Jamison odiaba perder, sobre todo con hombres como JOE JONAS. Hombres que pensaban que eran demasiado buenos para usar su banco y mantenían sus fondos fuera de la ciudad. Fuera de su control. Quiénes hacían su dinero de la manera en que JOE hacía, con tráfico de pornografía, incluso si Jamison, en ocasiones, participó y disfrutó de ese carbón. A fondo.
Hubiera sido diferente si el juez Everett y Walt Saltzman, el antiguo jefe de la policía no hubieran sido acusados de corrupción. Eran la pareja perfecta que completaba la base de poder que incluía a Jamison y a Stuart McBride, abogado en ley. Respaldados entonces, entre los cuatro, podían hacer lo que quisieran con quien quisieran con muy poco esfuerzo. Pero con el Juez y Saltzman fuera, los planes tenían una manera de alejarse de él y de JON.
—Maldita sea, al infierno —murmuró, golpeando su mano contra el volante.
Observó la silueta bien proporcionada de ____(TN) perfilarse mientras corría las cortinas por las grandes ventanas que daban a su apartamento antes de encender su convertible Audi 350C y comenzar su camino a su hogar desolado sin alma, sin amor.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
Nuevaaaaaaaaaa lectora, me presento, me llamo Julieta, me podes decir July o Ju, soy de Argentina y tengo 15 añoos :)
Me gustooo, seguilaa
Me gustooo, seguilaa
Julii_19
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
Okis JU, me alegra que te agrade. Yo soy de México, y especificamente de Villahermosa,Tabasco.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 4
Pasé las manos por la piel caliente de Floyd mientras él empujaba y se movía en mis dedos. La sensación familiar de frotarlo ayudó a calmar el temblor de mis manos al recordar la sensación de la mano de JOE enganchando mi cuello cuando me atrajo hacia él después de que Jamison se fuera.
Había medio tropezado, medio dado un paso hacia él dándome de plano contra su ancho pecho duro, cuando mis manos apretaron el dobladillo en la cintura por debajo de su chaqueta mientras su otro brazo me abrazó alrededor de mi espalda, manteniéndome cerca.
Él no dijo nada durante un tiempo, pero solo me sostuvo.
Y, Dios me ayude, lo dejé. Había pasado tanto tiempo desde que alguien me había tocado de alguna manera, forma o modo, y estar en sus manos se sentía tan... tan bueno.
Tan bueno, que comencé a relajarme contra él. Como me relajé, sentí que mis ojos empezaron a arder antes de que las lágrimas comenzaran a caer. Traté de detenerlos.
Realmente lo hice. No quería humillarme aún más por berrear como un bebé en contra de este hombre maravilloso, pero lo que quería y lo que mi cuerpo necesitaba parecían ser dos cosas diferentes en este momento.
—Todo va a estar bien, cariño —gruñó suavemente contra mi cabello mientras frotaba mi espalda y yo sollozaba en su contra. Cada vez que traté de obtener un control sobre mis lágrimas parecía que ellas de nuevo se formaban y, por un tiempo, pensé que nunca cesarían. Pero, lo hicieron. Con el tiempo.
Afortunadamente.
Cuando mis ojos dejaron de trasbordar y mi respiración se normalizó, traté de salir del cálido y maravilloso abrazo de JOE. Pero él no me dejó ir.
—Tranquila, cariño, ¿sí? —Oí y sentí su voz retumbar contra mí mientras frotaba una mano de arriba a abajo en mi espalda. Su otra mano, en mi cabello, todavía me sostenía cerca pero su pulgar comenzó a deslizarse suavemente sobre la piel detrás de la oreja.
Y él todavía seguía sosteniéndome.
—¿Mal día, chica bonita? —retumbó contra al oído que había presionado a su pecho.
Asentí. Él se rió en voz baja. —Apuesto. Decidí hacerme la valiente.
Aparté mi cabeza de su pecho, —aunque ―quité mi cabeza lejos, sería más verídico ya que yo había empapado completamente su camiseta con mi ataque de llanto— y la incliné para mirarlo y murmuré:
—Bienvenido a mi mundo.
La mano que tenía en el cuello se movió hasta mi cara y sentí que la deslizó por mi mejilla mientras observaba su rostro dividido en una lenta sonrisa antes de que él me agarrara del mentón.
—¿Siempre es emocionante, cariño?
—No siempre —admití. Y era verdad. Tenía un montón de mierda en mi vida, pero por lo general se extendía a lo largo de unos cuantos días. No todos a la vez como hoy. Dios, hoy.
—Bien, aquí está cómo va a ser. Si una de esas bolsas de porquería con nombre, alcanza u obtienen vistazos de ti desde más allá de la calle, me llamas, ¿sí? —JOE usó su agarre en mi cabello para alar mi cabeza hacia atrás hasta que pudiera ver mis ojos—. ¿Entendiste? —susurró, aunque mi corazón reconoció que no era tanto una pregunta como una demanda.
—Lo tengo —le contesté en voz baja, perdida otra vez en su hermosa mirada. Uno pensaría que habría tenido un infarto con toda la paliza errática que había ocurrido en el transcurso de este día. Pero podía sentir que era solamente un pálpito a lo largo, ya sea más rápido o más profundo dependiendo de JOE.
Su mirada fija. Sus palabras. Su atención.
—Está bien, cariño —ofreció antes de suavemente besar mi frente y deslizar su tarjeta de visita en mi mano.
—Hasta más tarde, JOE —exclamé suavemente sintiendo todavía la impresión de sus labios y el eco de la calidez de sus manos cuando lo vi salir. Y fue solamente con el sonido del golpe de la puerta exterior cerrándose que me atreví a moverme.
Suspirando, le di un último rasguño a Floyd antes de dejarlo salir, depositándolo de nuevo en el suelo mientras caminaba por el corto pasillo de mi pequeño apartamento, tirando y quitando mi ropa por el camino. Decidí tomar una ducha, aunque no tenía muchas esperanzas de que fuera a sentirme limpia durante mucho tiempo. Había demasiadas capas de ―asco en mí después de los eventos de hoy.
Abrí el grifo de agua caliente y, mientras esperé a que se calentara, miré fijamente mi reflejo en el espejo.
Me sentía más vieja de alguna manera, tal vez más sabia después de mi incursión en la parte más oscura de la sociedad, —aunque mi mente gritaba, ―¡Intentaste ser una stripper!—, tratando de conseguir mi pago de un demonio sexual —¿quieres decirme por qué tienes tu puta polla afuera?—, la reunión improvisada con el titular de la hipoteca de mi casa y todo eso pasando en la compañía de un, caliente, magnífico campeón anteriormente desconocido. En realidad no podía ver ninguna diferencia perceptible en mis ojos, sin embargo.
Solamente el restante y los sentimientos rotundos que resonó en mi interior. Había algo que parecía nadar justo debajo de la superficie de mi iris azul-verde. Aunque, esto podría haber sido solo un truco de la débil luz en mi pequeño cuarto de baño. O el recordatorio de que iba a tener que hacer la dieta ramen, dos al día, por un tiempo con el fin de ponerme al día con la hipoteca.
O porque este había sido un día de mierda en absoluto.
El peor día de mi vida fuera de... bueno, ya sabes. No fue sino hasta después de haber restregado con una esponja mi piel en carne viva y estar en la repetición del champú, que mis paredes cuidadosamente sostenidas bajaron y empecé a llorar de nuevo. Mis lágrimas manaron suavemente, silenciosamente al principio y luego pronto se transformaron en el enganche de respiraciones y lagrimeos marcando una completa fusión.
Pasado un tiempo me encontré acurrucada en una protectora posición fetal en el diminuto piso de la ducha, los pinchazos del agua ahora fría rozando mi piel mientras sollocé hacia fuera mi decepción, desesperación y el vacío en el diminuto cubículo de fibra de vidrio.
Solamente después de que sequé mi cuerpo y mi cabello con golpecitos de la toalla, estaba metida calurosamente en la cama, y tenía los ojos cerrados que me encontré recordando la calidez de los ojos dorados de JOE y me deleité con el recuerdo de ser arropada de manera tan segura en sus brazos.
—Hola —dijo JOE a su iPhone después de ver que la llamada era de Dale.
Todavía estaba un poco mojado por la ducha en su gimnasio después de su entrenamiento semanal que se había consentido después de dejar a ____(TN) en su casa. Su gimnasio quiere decir, que le pertenecía la llave, el estoque y el barril después de haber comprado en una venta de estado hace un par de años. Anteriormente con un estudio de boxeo, JOE había hecho reformas mínimas, manteniendo una parte como entrenamiento para boxeadores y el resto para los que quisieran hacer ejercicio individual. No había lycra, las distracciones por caras-dulces estaban disponibles o incluso buscadas por su clientela y el calendario mensual nunca, nunca se incluyó algo que contenía las palabras ―aeróbico o ―baile.
—Tengo el informe que querías —dijo Dale—: está sobre tu escritorio siempre que decidas volver, oh rey de todo lo que gana el oro.
JOE no pudo evitar que sus labios se levantaran en una sonrisa al oír las palabras de su amigo y se sorprendió ligeramente que el informe fuera entregado en el corto espacio de unas pocas horas.
—¿Conseguiste ordenar el resto? —preguntó tratando de evitar cualquier burla ulterior mientras terminaba de empujar su ropa en su bolsa de entrenamiento.
—Estoy viendo a Fiona como un halcón y esperando, o preparándome en realidad, para disparar en su culo bien formado y exigente. Hank está cerrado pero tengo que decir, que vamos a intentarlo para mantener su trasero particular a bordo. —JOE casi podía sentir a Dale suspirar a través del teléfono—. ¿Debo planear ver el lugar encima de Buxby?
—Sí, el agente inmobiliario está a la espera de tu llamada. Creo que te gustará.
—Bastante bien, voy llamar mañana a primera hora. ¿Hay algo más que deba saber? —JOE se dio cuenta de que Dale estaba ya medio fuera de la conversación y lo dejó ir sin más instrucciones.
Un corto paseo en el exterior llevó a JOE a la playa de estacionamientos de Fuego dónde tiró todo alrededor hasta la esquina alejada donde estaba el espacio reservado con su nombre.
No es la mejor zona de la ciudad, aunque tampoco la peor, el club era uno de los muchos negocios que se alineaban en la calle, una calle que había que tener un cierto deseo de estar para encontrarla evidentemente. Jeroglíficos Humanos, el salón de tatuajes local y el mejor en el condado y Encantamientos, el mejor en el comercio de juguetes para adultos, inciso a su club. No le pasó desapercibido a ninguno de los propietarios de los tres establecimientos que ellos atendían a un cierto tipo de clientela, del tipo que tenía negocios en la Calle Central, pero conseguían sus pasos en gastar su tiempo y dinero en el lado ―más oscuro‖ de la ciudad.
Enfocó el Kia en el espacio marcado ―Sr. JONAS y apagó el motor de alta potencia. Hizo una pausa antes de salir, pensando de nuevo en la demonstración inexperta pero erótica de ____(TN) esa tarde. Echó un vistazo a su reloj y se sorprendió al ver que solo había pasado doce horas desde que había visto a su baile. Mierda, diez horas desde que había entrado por ella contra Mahmood. Nueve horas y media desde que había hecho retroceder al banquero basura en su nombre.
Joder.
¿Ella siempre era tratada de esta manera?
JOE no lo entendía. ¿Cómo es posible que alguien tan limpio y dulce permanezca tan limpia y dulce con toda la mierda que se enfrentaba? Todos aquellos malditos pedazos de mierda tenían una mano en su vida; una mano que podría hacerlo mejor, pero querían agarrarla, tomarla con ellos en vez de valorar la belleza de todo lo que ella era, trataba de ser.
A pesar de que solo pasaron unas cuantas horas, parecía como una eternidad desde que había estado con ella. No podía sacarla de su mente o de sus pantalones, si su actual semiduro era cualquier cosa para estar cerca.
Tal vez solo tengo que echar un polvo, reflexionó JOE mientras emitía una señal sonora de las cerraduras.
Pero, la idea no poseía aún el brillo tenue de la tentación. Él había sido uno de los más grandes jugadores del condado en su juventud, coqueteando y clavando la mayor parte de las bellezas que otros chicos y hombres solo podían soñar con tener. Pero ahora, acercándose a los treinta, él buscaba algo más que la fricción de otro cuerpo.
No es que fuera adverso a ser acunado en los límites cálidos de unos muslos cremosos. JOE se acabó de hacer muy específico de cuales cremosos muslos lo acunarían y que si la mente y la personalidad del acunador fueron suficientes para mantener su interés después de que ellos hubieran hecho la acción en horizontal.
A decir verdad, ser dueño de un club de striptease, mientras ser una mierda de carga de pastel, también había mostrado a JOE el lado más sórdido del sexo. Al igual que sentarse en la primera fila de un teatro, JOE era consciente de los dobladillos deshilachados y manchas de sudor de los trajes, el maquillaje mal aplicado de los actores y las marcas de cinta que muestran donde se suponía ellos debían estar de pie.
Esto tomó toda la magia de la historia que se desarrolló.
No había nada peor, en su opinión, que ver a una de esas magníficas estrellas, de piernas largas en los bastidores, mientras esperaban para salir al escenario. Verla con sus coloretes, luego esparciéndolo en sus pezones con una expresión de cara de póquer antes de estallar en el escenario con un entusiasmo forzado. Todo con la esperanza de que si ella es lo suficientemente vivaz, lo suficientemente caliente, de alguna manera, de algún modo sacar el máximo provecho posible y sería capaz de pagar la guardería o la factura médica para uno de los niños en casa.
Y, tan cuidadosamente como él y Dale entrevistaran, examinaran y tenían a la chica continuamente probada, todavía había unas cuantas que recogían una adicción a las drogas.
O recogían a un hombre que creía que su trabajo era su sueldo y mejor le entregara en su mano el sobre de dinero o estaría luciendo el negro y azul en zonas que incluso los clientes podían ver. O aquellas bailarinas que creían que la regla de Fuego de ―no coño no se aplicaba a ellas y tarde o temprano serían agarradas en la etapa final, superando el refuerzo de la tanga a un lado para dar un espectáculo muy privado e ilegal a los ojos de un cliente después de haber sido engatusada por el ondear de múltiples billetes de cincuenta o cien dólar y un susurro ferviente.
Todo esto, el uso excesivo de substancias tóxicas en cualquier forma, los moretones de una vida en un hogar abusivo y el destello de soldados en un ―tetas club de striptease, encontró a su personal despedido, sin preguntas, sin razones aceptadas.
Tal vez era un romántico, pero JOE anhelaba estar con alguien que le ayudara a sentirse limpio y bueno. Algo que lo alejara de mal gusto y le diera esperanza inmaculada en la conexión fácil que surgía de dos personas que simplemente disfrutaban uno del otro y no solo a un nivel físico.
Y, tal vez, solo tendría que tomar mi mano para domarlo otra vez, pensó con una sonrisa tratando de dispersar a sus oscuros pensamientos.
Esa ____(TN), ahora.
¿Qué tenía ella que lo había envuelto en nudos? Tendría suerte si él no viniera en sueños esta noche, manchando las sábanas en una parodia de sus catorce años de edad.
Encendiendo las luces perimetrales en el enorme espacio de la planta baja del club, JOE hizo su camino alrededor de la mesa y agarró el sobre grande que había sido colocado al frente y al centro para que no pasara desapercibido. Apretando las lengüetas, rompió el sello y vertió las hojas en su palma.
Solo seis páginas salieron y JOE se asomó en el sobre para ver si había otras atrapadas en su interior.
No, solo seis.
¿Quién coño solo tiene seis malditas páginas?
Al final de su cuarta lectura, sin embargo, JOE sabía por qué había solo seis páginas. Y que ____(TN) realmente había dado todo de sí misma en su breve tiempo con él ayer, en cada puta forma.
Ella era una persona real y JOE quería todo, ese dulce pedazo de autenticad en su vida y en su cama. Él miró otra vez la lista de clases y referencias de trabajo.
Iba a ser difícil dar tiempo al tiempo pero JOE sabía que cuando ponía su mirada en un objetivo, haría y podría hacer lo que fuera para alcanzarlo.
La hermosa, trabajadora y conducida ____(TN) era un objetivo muy digno a pesar de su diferencia de edad, aunque ella pudiera pensar de otra manera. Después de solo unas pocas horas juntos, JOE ya había visto destellos de su orgullo y su ingenuidad, su determinación que lindaba en la terquedad y sus chispazos de carácter que ardían brillante y entonces rápidamente se iban. Sí, podría ser complicado en todos los sentidos. Pero había sido difícil de desempaquetarse del alrededor de ella cuando había llorado. Lloró en sus malditos brazos. Algo que nunca le había pasado en toda su vida.
El cuerpo de JOE se quedó completamente inmóvil mientras recordaba que ni una sola vez, fuera de una sonrisa forzada que ella le había dado durante su entrevista, ni una sola vez ____(TN) había sonreído abiertamente, sonrió o incluso rió. Ni una puta vez.
—Jódeme —susurró JOE suavemente. Aunque, en ese momento, incluso él mismo no podría haber dicho que si era un deseo, un voto o simplemente una maldición.
—Loco y Floreciente Infierno2. —Respiré mientras mis ojos recorrieron de nuevo el artículo que anunció mis calificaciones para la mitad del semestre. No era frecuente que pronunciara mi versión revisada de la frase de maldición favorita de mi padre, pero la situación pareció estar pidiendo por ello.
3.0, y estaba jodida.
Mi beca dependía de mí manteniendo un sólido promedio de calificaciones de 3.75. Y aquí estaba la prueba irrefutable de que no lo estaba consiguiendo. Miré de nuevo tratando de averiguar lo malo y en qué había fallado en la clase.
En negocio 201 era un sólido 4.0 como lo era en Física. Pero la maldita Biología y Discurso me estaban pateando el culo. Podía culpar en parte a la efervescente, aunque muda como una caja de piedras, Renee por la calificación de laboratorio mientras ella no lo hizo mierda y de ninguna manera contribuyó a nuestro grupo fuera de saciar mi hambre de la variedad no ramen y conseguir achisparme sobre la tarjeta de crédito de papá.
Discurso, sin embargo, era todo sobre mí.
—Hijo de la pala de un agitador —murmuré a la mamá del que daba las calificaciones en mi completa expresión. Qué puedo decir, soy una oportunista igual cuando se trata de palabrotas de padres—. Oh, Floyd —le dije mientras hacía suavemente su camino hacia mí—. ¿Qué voy a hacer? —Lo enganché bajo su vientre y lo acuné, patas arriba, cerca de mi pecho. Reconociendo algo bueno cuando lo tenía, Floyd detuvo su lucha y se relajó en mis caricias de frotarle la barriga cuando comencé a caminar la decena de metros delante de mi puerta y por el corto pasillo. Era la única parte clara disponible para la estimulación en mi diminuto espacio.
¡Qué semana maldita!
Primero la —estremecimiento intencionado— entrevista con el divino JOE y ligeramente mejor, pero todavía nerviosa por la tarde gastada con él defendiéndome de dos de mis torturadores —doble estremecimiento—, los problemas con el calentador de agua del Cuatro —ningún técnico disponible hasta el jueves a menos que esté dispuesta a pagar el precio de la opción de $200 por emergencia que no está cubierto por el seguro—, y tener que poner un aviso de ―pagar el alquiler o desalojar‖ en la puerta de Pam después de no haber recibido ninguna respuesta a mis golpes con el fin de preguntar, aunque dispuesta a rogar y suplicar si fuera necesario, por el alquiler atrasado.
El golpe final llegó cuando fui echada de mi trabajo de lavado de autos, ya que el propietario, Héctor, tenía un primo que acababa de conseguir su tarjeta verde y necesitaba un trabajo.
Y ahora esto.
Mis calificaciones.
Liberando a Floyd, poco a poco me hundí en mi cómodo sofá mientras me asomé sin ver a mis ventanas.
¿Cómo iba a arreglar esto?
Mi mente corrió y se lanzó de idea en idea, pero ninguna de las que tenía iba a conseguir los resultados que necesitaba.
Echando un vistazo a un reloj de plástico barato sobre la puerta, vi que todavía tenía un par de horas para agarrar al profesor Davis antes de que las clases terminaran por el fin de semana. Agarrando mi bolso, acaricié a Floyd pidiéndole que me deseara suerte al salir de mi apartamento.
iba.
Marianne, la inquilina del dos, estaba regresando del porche cuando me
—Oye, tú —me llamó suavemente con su voz musical. Marianne vivía al otro lado de mi pasillo y era una de mis inquilinas a largo plazo habiendo vivido aquí antes de la muerte de la abuela Lela. Una rubia natural curvilínea, era la
arrendataria ideal. El alquiler siempre pago a tiempo, cualquier ruido mantenido al mínimo y ningún hombre extraño era visto salir de su apartamento en cualquier hora del día o de la noche. Las únicas cosas que realmente sabía de ella era que estaba trabajando para una compañía de contabilidad local mientras hacían cambios ocasionales en Buxby durante los fines de semana, y consideraba el azul el color de su firma. Toques de ello se podía encontrar en todos sus equipos y, por lo que pude ver a través de la puerta abierta, en su apartamento.
—Hola —le saludé de vuelta, mirando a mis pies en los escalones limpios del porche, pero todavía helados cuando comencé a bajar por ellos.
baja:
Parando por encima de mí, Marianne me tocó el brazo preguntando en voz
—¿Estás bien, cariño?
Hice una pausa antes de dar un paso y levanté mis ojos azules verdes a sus enormes ojos azul bebé.
—Uh-huh —dije con una leve inclinación de cabeza—. Justo a la salida para ver si puedo negociar una calificación más alta —confesé. Todos los inquilinos sabían que tenía un programa completo a nivel de Estado, así como una plétora de empleos impares pero era la comprensión de que ellos sabían que como su propietario, atendería a sus llamadas de día o de noche o volvería a ellos tan pronto como mis tiempos libres, clases o trabajos permitirían.
—¿Qué clase?
—Discurso —admití.
—¿Discurso? —repitió ella mientras miraba lejos de mí, perdida en sus propios pensamientos—. Te puedo ayudar. Logré conseguir que mi novio del instituto fuera elegido como presidente de clase con mis habilidades de escribir un discurso. ¿Sabes que es todo sobre el tema, no? —Sus ojos volvieron a los míos, calentando ligeramente.
—Uhm, bien, pero esa no es la cuestión en la que parezco tener problemas —le respondí rápidamente. Estaba recordando las críticas que había recibido y sabía que ninguna de ellas, ni siquiera la más despectiva de los que maliciosamente llamaban la atención sobre mi ropa, mi altura o mi figura, incluyeron nada sobre mi elección del tema—. Tiendo a hablar demasiado rápido o demasiado suave o demasiado confuso o algo que haga eficaz mi punto.
—De todos modos puedo ayudar —indicó ella con confianza—. ¿Por qué no dejamos de lado algún tiempo y puedes entregarme tus discursos y vamos a trabajar en ellos juntas? Carl era un fanfarrón de tal manera que mi trabajo principal, además de escribir cada palabra que tenía que decir delante de una audiencia de más de dos, que incluía tanto a él como yo, fue volver sus gritos en un bramido suave. Si yo lo pude frenar, cariño, puedo dejarte salir. De hecho, vamos a compartir la cena y el vino primero para asegurar de que te relajes y estés lista para ir.
Aunque nosotras nunca habíamos socializado en el sentido más estricto, sentí que Marianne y yo siempre habíamos tenido una estrecha relación. La cena sería buena, pero ayuda experimentada sería aún mejor.
—Estás adentro —le dije—. Esperemos que el profesor Davis esté dispuesto a dejarme hacer el crédito adicional para subir mi nota.
—¿El domingo por la tarde está bueno para ti? —preguntó Marianne.
Asentí agradecida. No tuve mucha ayuda ahora que estaba por mi cuenta y me gustó mucho su oferta. Acariciando mi brazo ella asintió y se volvió para seguir hacia atrás. Como yo estaba pisando cautelosamente por la vereda, ella llamó por mi nombre.
—¿____(TN)?
Capturé sus ojos cuando me di vuelta con cuidado, la parte superior de mi cuerpo hacia ella, pero mantuve mis pies firmemente plantados en el camino helado.
—¿Aquel señor Jamison? —casi susurró mientras se le arrugó la nariz—, no es un buen tipo, dulzura. Por favor, no dejes que te consiga sola en cualquier lugar fuera del banco, ¿de acuerdo?
—¿Conoces al señor Jamison? —pregunté todavía torcida y sorprendida por su advertencia. ¿Cuál fue su experiencia con el Sr. Jamison?
—Sí, chica, más de lo que quiero o necesito —dijo Marianne en un suspiro, mirando hacia el cielo. Devolviendo sus ojos a los míos, dijo con firmeza—: Solo cuídate cuando estés con él, dulzura.
—Uhm, está bien —murmuré, después de ver su giro hacia la puerta principal.
Apreté el cinturón de mi chaqueta, sintiendo el frío de enero en el corte del viento a través de la fina tela y con cuidado seguí mi camino por el sendero.
Mi siguiente compra, cuando mi presupuesto lo permitiera, sería un abrigo de lana caliente, me prometí a mí misma cuando empecé mi caminata de tres cuadras a la Tudor House, donde se encontraba mi clase de discurso.
Justo cuando me estaba acercando a la estrecha cinta de hormigón que proyectaba desde la acera principal y me conducía a mi sala de clase, vi a un hombre alto balancear su larga, larga pierna, sobre su gran, gran moto. No pude ver claramente su rostro mientras se ajustaba su chaqueta, pero había algo familiar en su postura, en sus hombros.
—Oye, ____(TN) —llamó. ¿Cómo este tipo sabía mi nombre?
Protegí mis ojos para ver mejor en el resplandor de la nieve cuando escaneé mis recuerdos de alguien que conociera que montara una motocicleta y me quedé en blanco mientras mis pasos tartamudeaban. No fue hasta que él hizo un gesto, rodando la mano hacia su pecho, en un movimiento insinuante que lo tuve.
¡JOE!
Oh, mierda, JOE.
Mi corazón se aceleró hasta que prácticamente golpeó fuera de mi pecho y cada zona rosada en mi cuerpo se incorporó y se dio cuenta, incluyendo la punta muy fría de mi nariz.
Parecía que cada fibra de mi cuerpo se había convertido de repente en una animadora, levantando sus pompones y gritando, ―Squeeeee muy fuerte solo de pensar en él.
Pensamientos que había sido muy cuidadosa de alejar desde que él me trajo a casa la otra noche. Pensamientos que solamente tendría sola en mi cama.
—Oye, JOE —contesté tratando de ser lo más fría y serena como posiblemente podría ser, a pesar del boom rotundo del aumento de latidos de mi corazón.
Maldita sea, podría haber dicho: ―JOE, ¿verdad? o, mejor aún, ―¿te conozco? Sí, lo sé. Debería. Tendría. Podría.
—¿Estás bien, cariño? —me preguntó.
Extraño, ya eran dos personas hoy que me preguntaban si estaba bien. Desde que mis padres habían muerto podía contar con una sola mano con qué frecuencia eso había sucedido.
Asentí y luego le hice mi propia pregunta:
—¿Por qué estás aquí? —Intenté sutilmente, encubiertamente tomar todo lo maravilloso de él a través de mis ojos.
Ataviado en su chaqueta de cuero, botas y jeans desgastados, me imaginé que se vestía para estar cómodo en vez de tratar de impresionar. En las entrañas de su club, vestido con jeans y una camiseta, JOE solo aparentaría ser un chico malo, del tipo que una madre le advertiría. Sentando a horcajadas sobre una motocicleta y vestido con una chaqueta de cuero, él era el peligroso que un padre exigiría que se mantuviera alejada, pero que tú escaparías libre para estar con él en cada oportunidad.
—Solamente visitando un viejo amigo —respondió jugando con las correas de su casco—. Siento mucho no poder haberte ofrecido un trabajo, cariño —dijo JOE suavemente, en voz tan baja que me encontré dando un paso hacia él para asegurarme de que escuché cada palabra. Sus ojos encontraron a los míos y pude ver la sinceridad en sus profundidades doradas.
—No te preocupes. Técnicamente, rehusé el trabajo, ¿recuerdas? — respondí igualmente en voz baja, sorprendida de que mis palabras hablaran la verdad. No culpo a JOE por no contratarme cuando fui yo la que no podía esperar para hacer una demonstración para él y luego no podía quedarme para que me dijera que no era exactamente lo que el club necesitaba. Estaba lo suficientemente cerca de él y lo suficiente tranquila ahora para ver qué tan gruesas eran sus oscuras pestañas tan sombreadas y enmarcando sus hermosos ojos.
Dios, él era magnífico.
—¿Estamos bien?
—Mm-hmm —mascullé aun mirándolo fijamente, obligándome a mirar directamente su mirada. Era la misma bravuconería que había usado durante mi entrevista, pero ahora mi estómago se calentó mientras lo observaba. Hubo un destello, un movimiento por debajo de su mirada dorada de que estaba aprobando y, sin embargo, vigilando.
Pareciendo tomar una decisión, JOE apartó la mirada y después, arrastrando sus ojos de nuevo a los míos se alzó de su asiento de la motocicleta mientras enganchó la parte trasera de mi cuello y me atrajo hacia su pecho. Y, justo como antes, fui pillada fuera de equilibrio, tropezando antes de aferrarme a la suave piel de su chaqueta.
—Eso está bien —susurró mientras sus labios rozaban suavemente mi frente. Sentí el calor de sus dedos a través de mi delgada chaqueta cuando él soltó mi cuello y deslizó su mano por mi espalda.
Incliné mi mirada fija suavemente hasta sus labios carnosos dándole a entender lo que yo quería, había anhelado la sensación de su boca en la mía desde mi baile, ya que él había tomado Mahmood y Jamison, ya que había estado en sus brazos. Alcé los ojos y encontré los suyos y vi la conciencia de mis necesidades reflejadas allí. JOE me liberó con una sonrisa y me empujó hacia atrás un poco antes de resbalar el casco en su cabeza, recostándose en el asiento y girando la llave en la ignición. Temblorosa di otro paso atrás y me di cuenta una vez más, en su presencia, que mis rodillas se hacían agua.
—Que estés bien, preciosa, ¿sí? —dijo por encima del rugido del motor.
Lo único que pude hacer fue asentir en respuesta mientras lo observé liberar el soporte de patada y, mirando por encima del hombro, la sacó a la calle. Mis ojos lo siguieron mucho después de que él hubiera desaparecido de mi vista.
¿Qué diablos fue eso?, pensé furiosamente mientras me quitaba de encima lo que fuera que me había congelado, todavía con mucho dolor consciente de mi propio latido del corazón en todos los diferentes lugares. Me volví e hice mi camino para ver si mi profesor se sentía generoso.
2 El insulto en realidad debe ser Maldito y Sangriento Infierno, pero su papá debió modificarlo a Loco y Floreciente Infierno, que en inglés rima con el otro.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 5
—Hola Sra. Baxter —llamó abriendo la puerta del cuarto mientras que equilibraba una bandeja cubierta en una mano—. Hora de la cena.
JOE miró hacia la asistente de enfermería mientras ella hacia su camino dentro de la habitación de la Sra. Lily en el Hogar de ancianos Shady Acres. Sus ojos volvieron a su persona más querida, ahora que su hermano se había ido. Era mayor y su cuerpo se estaba viniendo abajo poco a poco todos los días, pero era tan hermosa hoy como lo era el día en que lo abrazó cuando tenía solo seis años.
—Hola ____(TN) —escuchó la voz melódica de la Sra. Lilly decir—. Ven a conocer a mi JOSEPH.
A la mención de su nombre, la cabeza de JOE volteó de golpe a la asistente enfermera. La suya fue lenta para deducirlo, pero cuando finalmente se abrió camino a la suya, vio sus ojos ampliarse y su boca abrirse en un círculo perfecto de ―oh.
Ambas miradas volvieron a la Sra. Lillian Baxter mientras ella continuó hablando, sin darse cuenta de sus impresiones al ver el uno al otro aquí, en este lugar.
—JOSEPH, esta es la chica de la que te he estado hablando. ____(TN), este es mi amado Jacob.
—Encantado de conocerte, ____(TN)—gruñó JOE en voz baja con una sonrisa descarada, sus ojos vagando arriba y abajo por su bata de enfermería verde claro.
—JOSEPH —le oyó decir con voz entrecortada y atrapó el rubor que ella estaba tratando de ocultar cuando se inclinó sobre la mesa rodante, trayéndola hacia el regazo de su paciente.
—____(TN), ¿qué estás haciendo aquí un sábado? —Pidió la Sra. Lily.
—Uhm, intercambié con Carmen cuando tomó mi turno del jueves — respondió ____(TN). JOE podía ver que se cuidó de evitar mirar hacia él, sosteniendo una postura oh-tan-casual con una mano en su cadera y la otra en equilibrio sobre la mesilla de noche, pero resultó lo más lejos posible de él.
—¿Cuál era esa cosa especial que habías hecho? Oh, sí, una entrevista. —La Sra. Lily señaló con el rostro hacia él, pero JOE sabía que, con su pérdida de visión, no podía realmente verlo, a excepción de su sombra borrosa. Volvió la cabeza hacia atrás en la dirección de ____(TD)—. ¿Cómo te fue con eso, querida?
Él observó a ____(TN) volverse roja de nuevo mientras entrecerraba sus ojos en él antes de contestar.
—No conseguí el trabajo.
—Lo siento mucho. Tal vez mi JOSEPH tenga algo para ti. Es un hombre de negocios muy exitoso, ¿verdad, JOSEPH?
Ahora le tocó a JOE retorcerse mientras fue expuesto por la única mujer que alguna vez amó.
—Podría ser capaz de encontrar algo —gruñó mientras los ojos de ____(TN) se encontraron con los suyos. Ella movió la cabeza en sentido negativo.
—JOSEPH me estaba contando de una chica muy maravillosa que conoció recientemente. Suena encantadora. Entonces, ¿por qué no la invitaste a salir? — La Sra. B apuntó su cara de nuevo a donde JOE se retorcía en su silla.
—No empiece, Sra. Lilly —gruñó JOE.
—JOSEPH...
—Me tengo que ir, señora B. Tengo un montón de cenas que entregar — dijo ____(TN) con sus ojos aún pegados a los suyos. Observó, su corazón derritiéndose, mientras la chica que quería como su propia dulzura, reverentemente se inclinó para besar a su madre de alquiler.
—Un momento, ah, ____(TN), ¿verdad? —Vio cómo sus cejas se elevaron ante su pregunta─ .¿Te importaría tomar una foto de mí con mi chico?
JOE pensó que nunca había visto nada más hermoso que la cara de ____(TD) mientras se suavizaba a su petición.
—Encantada —respondió y alcanzó el teléfono que estaba sosteniendo hacia ella—. Ooh, señora B. Una foto con su ¡JOSEPH! ¿No es genial?
____(TN) estaba haciendo su camino de regreso a recoger las bandejas de la cena, cuando JOE la alcanzó.
—Oye, niña bonita.
—Oye, JOE. —Había detenido sus movimientos, pero aún no lo estaba mirando. De hecho, le resultó interesante que encontrara sus zapatos tan interesantes.
—Mírame, ____(TD), ¿sí?
Él la observó mientras ella lentamente llevó su mirada hacia él.
—He estado oyendo acerca de ti, querida, por un buen rato. Siempre quise conocer a la chica que la Sra. Lilly alababa, que ha sido tan buena con ella.
—He oído hablar de ti, también, JOE —admitió en voz baja. Cristo, le encantaba cuando decía su nombre de esa manera—. Ella es algo especial, ¿verdad?
—Sí, lo es —contestó JOE en un murmullo de corazón—. La única madre que he conocido. Nos tomó a Frank y a mí bajo su ala cuando éramos pequeños. Me dio un hogar cuando Frank entró en el ejército.
—¿Quién es Frank? —oyó preguntar, su voz tan suave que era casi un susurro.
—Mi hermano.
—La escuché hablar de él. ¿Ranger del Ejército? ¿Fallecido en Afganistán?
Era el turno de JOE de asentir. Todavía era muy difícil hablar de Frank en voz alta a pesar de que parecía ser capaz de pensar en él ahora sin dolor.
—Lo siento por tu pérdida. —JOE vio que era ella realmente compasiva. Tanta gente le había dicho esas mismas palabras al enterarse de la muerte de Frank pero sabía que ____(TN) realmente entendía y se solidarizó.
—Gracias. ¿A qué hora sales?
La observó mientras ella metió la mano en su bolsillo trasero y sacaba su teléfono.
—Alrededor de una hora, pero tengo que llegar a mi otro trabajo después, lo siento —dijo ella.
—¿En otra ocasión, chica preciosa?
—Me encantaría, JOE —escuchó su voz suave decir mientras su hermoso rostro se alzaba hacia el suyo y le tocaba el brazo.
Dios, era preciosa.
Le tomó todo lo que tenía de no inclinar su boca hasta tocar la de ella, pero él le dio una sonrisa y un guiño antes de girar y alejarse de ella malditamente de nuevo.
—Situación arriba. —JOE oyó a Max, Jefe de Seguridad, en el altavoz de la oficina—. Fiona y Jamison en silla tres.
—¿Estas grabando? —le preguntó JOE con su voz tensa.
—Como siempre —respondió.
—¿Todavía en la cabina? —preguntó con los dientes apretados.
—Parece que ella está a punto de terminar. Oh mierda, eso es la segunda ahora. —La voz de Max fue cuidadosamente controlada.
—Tú y tus hombres agarren a Jamison. Iré por Fiona cuando llegue al vestidor.
—Está bien, jefe. ¿Vas a estar bien enfrentando a Fiona por ti mismo?
JOE pensó por un minuto. Fiona podría ser un infierno sobre ruedas y había perdido su temperamento a menudo por los desaires reales o imaginarios con los otros bailarines. Tanto JOE y Dale tuvieron numerosas conversaciones con ella con respecto a su trato con otros miembros del personal, pero no hicieron nada hasta que comenzaron a enviarla a su casa, sin paga por el turno. Parecía funcionar pero todavía se le iría la boca de vez en cuando aunque no con tanto veneno y ya no se ponía física.
JOE tomó una respiración lenta y constante.
—Después de que te asegures que Jamison se ha ido, únete a mí en el vestidor. Si no estoy allí, trata en la oficina. Además, pídele a Sky que llame a Dale y consigue que baje.
—Hecho y hecho, jefe. ¡Nos vemos en unos minutos! —concluyó Max antes de que desconectara el teléfono. JOE colgó el teléfono y dio un puñetazo sobre la mesa. Esta vez había ido demasiado lejos, había puesto el club en peligro con
su exhibida raja en una de las cabinas de baile privado. Él se movió rápidamente hacia la puerta y por el pasillo hacia el vestidor. Al llegar a él, hizo un doble golpe antes de entrar.
Sus ojos hicieron una exploración rápida hacia la izquierda por los armarios, luego a la derecha viendo a Kristen en el vestidor más lejano a la mesa, retocando su maquillaje. Fiona se sentó en la mesa más cercana jugueteando con su cabello.
—Fiona, una palabra en mi oficina, por favor —gruñó JOE, sin dejar la puerta.
Se volvió lentamente, sus pechos todavía expuestos de su tiempo en la planta alta, y vio como le dio una de sus sonrisas lentas y sensuales.
—Quieres verme a solas en tu oficina —murmuró, sacando una mano sobre su pecho desnudo.
—Sí. Inmediatamente.
—Voy a estar allí, cariño —dijo lamiéndose los labios lentamente.
JOE salió de la habitación y regresó a su oficina negando. Fiona era una pieza de trabajo. Ellos tuvieron una cosa alrededor de una semana, cuando fue contratada por primera vez hace años. Había tomado mucho convencerla de que él había terminado con ella y su escena final fue mala. La primera vez que JOE alguna vez había querido golpear a una mujer. No lo hizo, aunque sinceramente lo quería.
Se sentó detrás del escritorio antes de que él escuchara un golpe y luego vio a Fiona meter su cabeza por la puerta.
—¿Querías verme?
—Entra, Fiona. —Le indicó las sillas frente al escritorio. Sonó el teléfono y tomó la llamada, mientras que Fiona se dejó caer en una de las sillas del visitante y cruzó las piernas. Se había cubierto con una chaqueta transparente que no ocultaba nada.
—Bueno. Sácalo de nuevo. ¿Dale? Está bien —gruñó antes de colgar el teléfono. Miró a Fiona mientras trataba de contener su temperamento. La perra estaba sentada allí medio desnuda y sonriente—. ¿Cuál es la regla número uno aquí, Fiona?
Observó el cuerpo de Fiona estremecerse tanto a su tono como a sus palabras mientras una sonrisa se deslizó en su cara.
— ¿Perdón? —Preguntó con un resoplido y un movimiento de cabeza—. No puedes estar hablando en serio.
—Como un ataque al corazón. Te pregunto de nuevo, Fiona, ¿cuál es la regla número uno en Fuego? —La voz de JOE era tan dura como el acero y sostuvo su mirada.
Observó mientras chupaba sus mejillas y sus ojos recorrieron la habitación.
—¿No recuerdas, Fiona? Vamos, tienes que firmar las reglas cada año para mostrar que estás de acuerdo con ellas.
Se echó el cabello hacia atrás y volvió a cruzar las piernas delante de él, con una mirada fija.
—Nunca. Malditamente. Mostrar. Tu. Coño. ¿Verdad, Fiona? ¿No es la regla que aceptaste?
Ella rompió el contacto visual mientras dejó escapar un suspiro ruidoso y comenzó a cruzar los brazos sobre el pecho.
eso.
—No se aplica a mí —se burló con un gesto desdeñoso. —Estás tomándome el pelo. —JOE no podía creer que acababa de decir
—Soy la que trae los grandes apostadores, JOE, y lo sabes. Sin mí, no tienes verdadero talento de trabajo en los tubos. Así que si me voy, esos grandes consumidores se irán conmigo.
—Tengo otras bailarinas, Fiona... —comenzó JOE.
—Tienes una mierda, JOE. Sin mí, tienes solo un puñado de putas sin talento amontonadas por todo en el escenario —dijo con un feo giro de su boca.
JOE hizo otra lenta sacudida de cabeza.
—Soy la estrella aquí, JOE. Sin mí este lugar simplemente es otro pequeño club de striptease en un pueblo atrasado. —La barbilla de Fiona sobresalía—. Soy lo mejor que tienes.
—Reglas, Fiona —la voz de JOE era firme—. Rompiste la regla número uno.
Fiona lo miró mientras su voz continuó. —Te estoy dando treinta minutos para conseguir tu mierda e irte. —Pero, JOE... —Vete. A. La Mierda. De. Aquí. ¡Ahora! Fiona finalmente comenzó a moverse, pero se volvió de nuevo en la puerta. —No lo digas, Fiona —murmuró JOE con un suspiro.
El portazo de la oficina dio evidencia de la ira de Fiona. No fue hasta tres minutos después, cuando la puerta se abrió de nuevo para admitir a Dale, vestido a la perfección con un traje azul marino y camisa a rayas azul abierta en el cuello.
—Escuché que teníamos un problema —dijo Dale, la espalda apoyada en la puerta, con las manos hundidas en los bolsillos.
—Max atrapó a Fiona mostrando sus partes mientras daba un baile erótico. Lo tengo en la cinta. Solo la tuve aquí y le dije que tenía treinta minutos para largarse.
Dale asintió.
— ¿Fue bien?
—Sí. Tan bien como se puede esperar —resopló—. ¿Por qué no vas a supervisar la partida de su alteza, sí? Tengo que comprobar si ellos consiguieron sacar a Jamison del club y lo pusieron en camino.
—¿Qué pasa con Jamison?
—Él es a quien ella estaba dándole el baile de exhibición. Jamison. —JOE todavía no podía creerlo.
—Bueno, voy a ir a ver a Fiona. ¿Conseguimos alguna armadura, un chaleco a prueba de balas, tal vez? —preguntó Dale con una sonrisa.
JOE sonrió y negó.
—Mi última voluntad y testamento está con Sam —anunció Dale por encima del hombro mientras salía de la oficina. JOE se rió entre dientes y se sorprendió al oír el sonido de la misma. Él todavía estaba enojado pero hablar con Dale había ayudado. Hizo su camino a la planta alta y usó la puerta principal, ya que no quería pasar por el club para llegar a la parte de atrás. Para llegar a Jamison. Dio un golpecito al pasar por Hank que estaba trabajando la puerta y continuó alrededor del edificio. Vio a Max y Tony sosteniendo los brazos de un presidente de un banco muy ebrio de pie bajo la luz de la puerta de la cocina.
—Ashíííí está, el vendedor ambulante enn pershoonaa —dijo Jamison arrastrando las palabras cuando JOE se unió al grupo. JOE hizo una elevación de la barbilla a sus muchachos y le dio el presidente del banco otra por encima.
—Él está destrozado —dijo, afirmando lo obvio.
—Hemos estado aquí desde el mediodía, ¿verdad Tony? —dijo Max.
—Sí, los ha estado golpeando de nuevo. Sky trató de conseguir que se fuera antes, pero el chico amante aquí no se quería ir.
—Estaba esperando a mi Fiona —intervino Jamison con un movimiento y un arrastre de pies—. Eshaa es la mejor.
—¿Alguien llamó a un taxi? —le preguntó JOE a Max.
—Sí, estamos esperando a que aparezca, jefe.
JOE vio a Jamison doblarse de repente por la cintura y Max dio un paso atrás mientras todavía sostenía el brazo de Jamison. Tony no era tan rápido y el vómito de Jamison salpicó en sus zapatos y pantalones.
—¡Hijo de puta! Acabo de conseguir estos zapatos la semana pasada —gritó Tony antes de soltar el brazo de Jamison—. Tú eres una mierda estúpida —le gritó en el oído a Jamison.
Jake contuvo su sonrisa y miró a Max que había girado la cabeza.
—Voy a tomar tu lugar, Max, y esperar al taxi. Pienso que a Dale le vendría bien un poco de respaldo en el vestidor, ¿sí?
Jake se movió para agarrar el brazo de Jamison y Tony ahora estaba limpiándose sus zapatos en la parte de atrás de sus pantalones mientras murmuraba obscenidades.
—¿Crees que erees una claasee de semental, ¿verdad Sr. Gran jefe?
JOE giró la cabeza para evitar los zumbidos y escupitajos volando de la boca del presidente del banco.
Vio las luces de un auto viniendo a la vuelta de la parte trasera del edificio. Tenía la esperanza por Cristo que fuera el puto taxi.
Lo era.
Soltó el brazo de Jamison y dejó a Tony que lo ayudara en la cabina.
—Oye, Rick —saludó al taxista mientras metió la mano en el bolsillo por su clip de dinero y plegó uno de cincuenta—. Llévalo a casa, ¿ok?
—Seguro, JOE. Conozco la manera, esta no es mi primera vez llevando su borracho trasero a su casa.
JOE sonrió y golpeó el techo del taxi como despedida mientras se volvía para hacer su camino de vuelta al club.
¡Qué maldita noche!
—¿Cómo te fue con tu profesor? —Marianne se estiró sobre el montículo de cómodas almohadas en tonos azules a un lado de la mesa de café conmigo a través de los cómodos cojines de su sofá de dos plazas en el otro. Acabábamos de terminar un infierno de comida de un plato de lasaña y una ensalada con mi casera vinagreta de cilantro limón y terminando con cannolli y café descafeinado con sabor a avellana para el postre.
—Extraño —le respondí con un suspiro—. Estaba preparada para marchar allí y argumentar mi caso cuando me preguntó si estaría dispuesta a dar un discurso más, cada período de clase, para elevar mi calificación. —Recordé sintiéndome incómoda incluso acercándome al Prof. Davis desde que era solo unos pocos años mayor, preguntarle por maneras, sugerencias o ideas para elevar mi calificación. Pero todos mis grandes planes de rogar y suplicar quedaron en el camino con su más que generosa, sin embargo preventiva, oferta.
—Genial —dijo Marianne en voz baja—. De vez en cuando, conseguimos un descanso de los buenos chicos.
—Uh, sí —le contesté, no dejándome pensar en estar en el lado de ―los buenos chicos quienquiera que sean. Recordando su advertencia respecto al señor Jamison, me pregunté ociosamente si el mundo de Marianne era en blanco y negro en lugar de la multitud de tonos grises que parecían tener en el mío.
—¿Trajiste tus discursos? —preguntó Marianne mientras lentamente se puso de pie y comenzó a limpiar nuestros platos de postre y tazas de café.
—Los dejé en mi bar. Voy a correr y conseguirlos —dije, sabiendo que estaría de vuelta en menos de un minuto. Cerré la puerta de Marianne y justo cuando estaba girando la llave en la cerradura de mi apartamento, escuché a Layne del cuatro, pisando fuerte por las escaleras desde su apartamento del segundo piso.
—¡Hola, Cay! —Layne era nada si no entusiasta. Como diseñadora de joyas, era la ―artística‖ de nosotros en la Casa de Lela como llamé a nuestro colectivo. Aunque el nombre oficial era ―Arminster Arms dado que el nombre de la abuela de soltera era Lela, parecía demasiado estirado para describir el elenco de personajes que en la actualidad residían allí. Layne era alta, con el cabello largo negro y elegante que siempre llevaba medio alto en giros complicados sujeto por algunas de las obras de arte que hizo a mano ―en su tiempo libre.
»Tengo algo para ti —declaró mientras corría de vuelta a su apartamento, apareciendo de nuevo en la parte superior de las escaleras—. Entregado ayer.
Mis ojos giraron y atraparon la caja grande insertada al lado de la barandilla mientras ligeramente saltó hacia abajo, la parte inferior de su cabello negro rebotando alrededor de sus hombros.
—No he pedido nada —dije mientras me alcanzaba en mi puerta. Marianne asomó la cabeza desde el otro lado del pasillo a lo que pasaba.
—¿Paquete sin ordenarlo? —preguntó con una sonrisa—. ¡Un misterio genial!
Sentí sus ojos en mí, unos azules y otros de un marrón tan profundo como para ser negro. Tragando fuerte gentilmente agarré el paquete que Layne estaba empujando hacia mí.
—La etiqueta de devolución dice que es de Meer’s —anunció Layne. Todos conocíamos los grandes almacenes de gama alta, que era el Rey de todas las cosas materiales en esta parte del mundo. Un lugar que había visitado, pero que nunca había comprado cualquier cosa, desde que sus precios estaban lejos, muy lejos de mi alcance. Tan lejos de mi alcance, que Meer’s podría haber estado en otra galaxia.
—¿No vas a abrirlo? —preguntó Marianne. Layne asintió dando su aprobación tácita.
—Pero no he pedido nada de Meer’s. —Estaba manteniendo mi inocencia en lo que seguro iba a ser un error.
—Aw, vamos —animó Layne—. Solo un vistazo rápido. He estado muy curiosa ya que lo recibí. ¿No estás incluso preguntándote qué hay ahí?
Era verdad, quería ver lo que había dentro. Volviéndome hacia mi puerta, abrí mi apartamento y las tres caminamos dentro. Con solo el bajo resplandor de luz de la estufa para guiarme, rápidamente encendí la lámpara de pie en el otro lado de la barra. Las chicas tomaron sus lugares en los taburetes mientras me afané en localizar mi cuchillo en las entrañas de mi cajón de chucherías en mi pequeña cocina. Soy una firme creyente de que cada cocina necesita un cajón de chucherías, incluso si solo hay tres cajones en la pequeña, minúscula habitación.
—Vaya, Louise, ____(TN). Ni siquiera tienes un lavaplatos —declaró Marianne mientras sus ojos recorrían mi pequeña área de cocina. Es verdad, mi apartamento era el menos actualizado en el edificio, pero la abuela no había querido cualquiera de los aparatos inútiles de nueva invención o pertrechos que las otras unidades tenían. Aunque mi pequeña ducha tenía barandas en dos de sus tres paredes que los otros apartamentos no tenían. Como para colgar mis cosas de baño sin tener que comprar uno de esas cosas sobre la ducha, me dije.
Encontrando el cuchillo usado, quité la cinta de la caja y saqué las aletas hacia atrás con cuidado. Una envoltura de burbuja era la capa superior que solo cubría otra caja, pero este segundo cuadro estaba cubierto elegantemente en papel de embalaje de color verde claro alegremente estampado con pequeños resortes de lavanda. Mientras lo saqué y alejé la caja, vi que estaba enroscado en una magnífica cinta color verde oliva atada en un moño suave y esponjoso.
—¡Hay una tarjeta! —susurró Layne y me di cuenta de que tanto ella como Marianne estaban casi tan emocionadas como yo estaba sobre mi caja, mi presente, si este papel hermoso y brillante moño eran cualquier indicación.
No había recibido un presente desde... bueno, ya sabes.
Atrapando la tarjeta antes que cayera al suelo, puse con cuidado el paquete abajo, moviendo rápidamente la cubierta exterior al lado de mi única encimera de la cocina. Pasé un dedo por debajo de la solapa del sobre y lentamente deslicé la tarjeta de alta calidad con bordes dorados fuera.
Incluso el calor de un rubor de todo el cuerpo no puede mantenerse en el frío del invierno. Disfrútalo. Dice la tarjeta. Simplemente firmada, JJ.
¡Mierda! Era de JOE
Mientras solo había oído su nombre completo una vez de los labios gordos del señor Jamison, también sabía que JOE era el único que había visto alguna vez algo parecido que se asemejara a un ―rubor-corporal-completo en mí. Mis manos estaban temblando y mis oídos zumbando mientras me extendía a rasgar la envoltura de papel.
—¿Qué dice? —le preguntó Layne a Marianne mientras se extendía por la tarjeta. Apenas estaba aún consciente de su presencia mientras mis manos tantearon para desatar el contenido de mi regalo. Mi regalo de JOE, mi mente se corrigió, mientras luchaba por hacerse oír por encima de mis fuertes latidos.
Empujé el papel de regalo al suelo y abrí la caja mientras mis dedos atravesaban el papel de seda que ocultaba lo que sea que me había dado.
—Supongo que no va a devolverlo, ¿eh? —Marianne estaba sonriendo con arrepentimiento mientras murmuraba en voz baja y chocó contra Layne haciendo énfasis. Mis manos sintieron la lana suave pero pesada mientras sacaba la prenda de vestir y la sostenía contra mí.
—¡Es un abrigo! —dijo Layne con una palmada de la mano.
Ella tenía razón. Era un abrigo, pero un abrigo como nunca había visto.
Un profundo, verde y azul con un toque de marrón en su pila, que era un sueño. Del largo de un vestido, cruzado, era una visión de costuras princesa y botones de concha de tortuga. Mis manos acariciaban la calidad de su tela mientras mis ojos acariciaron el acabado de cuero marrón que bordeaba, lo que desencadenó la perfección de sus líneas. Me atreví a ponérmelo, deslizando el brazo en una manga solo para ver que la capa estaba forrada con una tela suave de color marrón dorado cálido, el color exacto de los ojos de JOE. Me apresuré ahora, queriendo sentir el calor de los ojos de JOE en mí otra vez aunque fuera solo a través de una pieza de ropa.
Se ajustó como si hubiera sido diseñada solo para mí.
—Santo cielo, chica —exclamó Marianne—. ¿Tienes un admirador secreto del que no sabemos?
Al igual que Marianne, nadie había visto jamás a hombres saliendo de mi apartamento, principalmente porque nunca he tenido hombres en mi apartamento. ¿No había estado allí cuando el mejor de los mejores me había escoltado a casa?
—No lo entiendo —dijo Layne mientras volvía a leer la tarjeta. Le dio la vuelta como si el reverso en blanco pudiera ofrecer una pista sobre lo que significaban las palabras.
Me abotoné cada botón y até el cinturón del mismo tejido alrededor de mi cintura mientras pisaba con cuidado a través de la devastación de mi frenesí de desenvoltura que ahora llenaba el piso de la cocina. Mi apartamento solo tenía un pequeño espejo de encima de mi lavabo del baño, así que aparté las cortinas y las cortinas más de mi gran ventana frontal arqueada para verme envuelta en la belleza del regalo de JOE.
Era absolutamente impresionante, pero aún mejor, me hizo ver hermosa. Pude ver sus líneas limpias y ordenadas desenfocando los bordes de mi torpeza y definiéndome en sofisticación, o al menos, lo que yo pensaba que lucía como sofisticación. Mientras que en el fondo sabía que era uno de los muchos conocidos como ―estudiantes muertos de hambre‖, lo que vi reflejado en mi espejo improvisado era una estudiante que tenía sus metas claramente establecidas y estaba en camino a lograrlas. Me giré, viendo a mi auto reflejado capturado en la superficie brillante de las oscuras ventanas mientras la falda del abrigo se levantó y luego se instaló a mí alrededor. Había incluso una capucha desmontable que descubrí mientras mis dedos voltearon el cuello antes de llegar a detenerme ante mi audiencia.
Entonces puse mis manos en los bolsillos. Estaban llenos de caramelos.
Oh mí... caramelo. Como el desnudo frente al escritorio de JOE. La canción sexy que había elegido. Candy Shop.
Si tuviera alguna duda en absoluto de quien venía mi abrigo, los dulces en los bolsillos fueron todo lo que necesité.
Pude sentirme romper en una sonrisa enorme. Era algo que no me había sentido haciendo desde hace mucho, mucho tiempo.
—Oh, cariño, te ves tan hermosa —suspiró Marianne.
—Dejas a todos fuera de combate, ____(TD). —Layne estuvo de acuerdo.
Volviéndome hacia atrás para mirar mi reflejo y, por una vez en mi vida, no podía no estar de acuerdo antes de extenderme a regañadientes y cerrar las cortinas.
Las chicas me ayudaron a recoger los papeles y cajas, limpiando después de mi torbellino de desenvoltura.
Layne volvió a subir a su apartamento en el cuatro.
Marianne y yo fuimos a su apartamento, el dos, para que pudiéramos trabajar en mis discursos.
Y seguí con mi nuevo abrigo puesto todo el tiempo.
—JOE, la línea de tres. —El intercomunicador zumbó mientras una vez más trató de darle sentido al último balance de la cadena de lavanderías que Dale y JOE estaban pensando en comprar. Pero, por más que lo intentó, su mente no estaba llena con los dólares y los centavos de la empresa que estaban pensando en comprar.
Estaba llena de visiones de la piel sin defectos de ____(TN) mientras el aroma de ella parecía permanecer en el aire de su oficina.
¿Llegaría a ser capaz de sentarse aquí de nuevo sin imaginar sus pechos desnudos y oler su dulce aroma terrenal?
JOE se frotó los ojos cansados mientras levantaba el auricular y apuñalaba en el botón de la línea tres.
—JONAS —respondió dándose cuenta que su voz era más como un gruñido que la habitual por la interrupción.
—¿JOE? —la suave voz susurró en su oído.
Se disparó derecho en su silla, que estaba a solo dos latidos por delante de su polla haciendo lo mismo, mientras reconocía al instante la voz de ____(TN).
—Es ____(TN). ¿ ____(TN) Tomas? —Su dulce y suave voz, se detuvo—. Recibí el regalo, el abrigo —continuó—. Es hermoso.
—Me alegro que te guste, querida —gruñó imaginándola usando lo que él había escogido.
Había sido toda una incursión para él en la sección de prendas de vestir exteriores de la tienda por departamentos. Él se dio cuenta que su estatura y físico de alguna manera hacían que se destacara entre la multitud, pero no había estado buscando el tipo de atención que había recibido cuando estuvo allí. Tras cerciorarse de que la mujer regordeta y pequeña, con el curiosamente cabello teñido de naranja, era una vendedora, él descaradamente ignoró todas las otras mujeres que se habían reunido a su alrededor ofreciendo sugerencias después de haber murmurado: ―¿Abrigos de mujeres?.
—¿Cómo sabes mi talla mucho menos que yo necesitaba uno? —preguntó ____(TN) con su voz suave y entrecortada.
¿Era posible venirse con solo escuchar su charla?
Obviamente lo era, ya que el comercio de sexo telefónico era un negocio muy lucrativo y algo en lo que él y Dale habían considerado entrar, pero que descartaron. El club de striptease, habían decidido mutuamente, era el único campo en la vereda sórdida del sexo en el que estaban dispuestos a participar.
Pero JOE nunca pensó que iba a ser susceptible a conseguir sus bolas drenadas por solo hablar en el teléfono, aunque el sonido de la voz de ____(TN) lo tenía definitivamente considerándolo. Presionó la palma de la mano en su dura longitud, en un esfuerzo para aliviar la inmediata pulsación que su voz había causado.
Al darse cuenta de que aún no había contestado, JOE tomó una respiración audible.
—Sentí cuan delgado era el tuyo cuando te vi fuera del Estado. Adiviné la talla. —Aunque, verdaderamente Sharon-la-empleada-de-ventas fue la que escogió la talla basada en la descripción detallada de JOE. Casi se echó a reír en voz alta recordando como los ojos de Sharon se redondearon y ampliaron por como de minucioso JOE había descrito la figura de ____(TN).
—No puedo recordar cuando he tenido un mejor regalo. —Su suave voz lo estaba volviendo loco y podía sentir su polla palpitar de nuevo en respuesta al sonido.
—Como la tarjeta dice, ____(TN). Disfrútalo.
—Gracias, JOE, por el abrigo y el caramelo. Realmente significa mucho. — Escuchó un suspiro.
—Escucha, cariño, ¿estás disponible para comer algo mañana? No sé, ¿cuál es tu horario? —Mintió ya que él tenía su horario de clases casi memorizado, así como su agenda de trabajo.
Mañana, lunes era Biología y Oratoria separados por el hogar de ancianos y terminando con el lavado de autos.
—Uhm, mañana por la noche podría estar bien —dijo ella vacilante—. ¿Digamos alrededor de las seis?
Los lunes en el club era por lo general un lavado, ya que era la noche más lenta de la semana. Las seis era un poco temprano para él, pero sabiendo que por lo general o estaba ya sea en movimiento o estudiando desde tempranas horas hasta cerca de la medianoche, las seis de la tarde era factible. JOE sacó el archivo de ella porque estaba un poco confundido ya que Héctor Suárez había informado a Rich que ellos cerraban el lavado de carros cada noche a las ocho en punto. Tal vez había reorganizado su agenda desde que el reporte había sido realizado.
—A mí me funciona. Vestimenta informal.
—Nos vemos, entonces —confirmó ____(TN).
—Hasta luego, bebé —respondió con un tono indicando claramente su reticencia en dejarla desconectar el teléfono a pesar de que sabía que tenía que hacerlo.
Pero su corazón seguía corriendo mientras desconectaba la llamada.
—Abajo, muchacho —murmuró como si la frase de su juventud funcionara mejor en su polla de casi de treinta años como lo hizo entonces.
JOE volvió a levantar las hojas financieras indescifrables de Suds 'N' Duds y trató de darles sentido.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 6
—Recomiendo las enchiladas de pollo —me dijo JOE mientras leíamos nuestros menús en el restaurant y cantina ―Enrique’s Taste of México justo a media cuadra de la avenida principal de nuestra pequeña ciudad.
Deslicé mis ojos sobre la hoja plastificada para encontrar los suyos con una cálida sonrisa.
—Suena bien para mí —acordé mientras miraba alrededor del restaurante.
Nos habían asignado una cabina en el medio del restaurant elegido por él, que estaba decorado en cada pared y cada lámina del techo con piñatas diferentes hechas a mano y llenas de color. El Enrique’s era un lugar cómodo y bien conocido de nuestra zona que ofrecía excelente comida, espectaculares bebidas y personal agradable.
Me sorprendió cuando JOE se deslizó a mi lado en la banca, lanzando nuestras chaquetas y mi bolso al asiento del otro lado de la mesa.
—Entonces, JOE. —Empecé después de que la camarera se acercara sin hacer ruido y, con una sonrisa, entregara nuestras papas fritas, la salsa y las bebidas después de tomar nuestras órdenes de comida—. De alguna manera sabes mucho acerca de mí.
Le sonreí con ironía y giré mi cuerpo hacia él. Vaya, alguna vez.
—¿Te importaría ser recíproco? —Enganché con mis labios el pitillo que estaba atrapado en la parte superior de mi espesa margarita virgen para cubrir mi vergüenza por permanecer pegada a él.
—¿Quieres que te salpique alguna información, cariño, para equilibrar las cuentas? ¿O debemos ir a Mahmood para que sacuda su pene sobre mí otra vez? —preguntó JOE con una sonrisa, sus ojos cayendo a mis labios que estaban apoderándose del pitillo. Deslizó su brazo por encima de la parte superior del asiento detrás de mí mientras mantenía sus ojos fijos en los míos.
Mierda.
Podía sentir el rubor comenzar a subir de nuevo a pesar de que había jurado, jurado que actuaría como un adulto en nuestra cita. Y lo haría, había juzgado que lo estaba haciendo bien hasta que mencionó ―salpicar, sin importar la referencia al Mahmood.
—Eh, ewww. No. Lo que quiero decir es... ¿cuál es tu historia?
Los ojos de JOE se clavaron en los míos por un par de latidos antes de que comenzaran a recorrer las festivas paredes y echar un vistazo a la sala de comedor que estaba lenta, pero constantemente, llenándose de gente.
—No hay mucho que contar, supongo —dijo finalmente tomando su cerveza. Miró por todas partes excepto a mí mientras tomaba un largo trago antes de volver a sujetarme con su mirada dorada. Le di tiempo, tal como él me había dado en mi desastre de entrevista.
»¿Qué tanto quieres saber, preciosa? —gruñó, levantando una ceja de esa manera que ahora me era familiar.
Todo, susurró mi corazón, pero solo levanté las cejas e imité su gesto de ―ven con la mano casualmente mientras tomaba otro sorbo de mi bebida, usando la lengua para enganchar el pitillo. Vi una lenta sonrisa trabajar su camino hasta su rostro mientras lo veía observar mi movimiento de la mano y luego regresó a mirar mi boca. No había pasado por alto que me había llamado ―preciosa dos veces.
—Nací y crecí aquí. Mi mamá se fue cuando tenía tres años, así que fuimos solo mi hermano que tenía seis en ese momento y yo. No la recuerdo, pero mi hermano recuerda que papá era un desastre cuando ella se fue. Papá nunca se recuperó de su partida, si quieres saber la verdad.
JOE hizo una pausa y comió una patata después de cargarla de espesa salsa, masticando pensativamente antes de continuar.
—Uno de mis primeros recuerdos es el de Frank de pie sobre una silla cerca de la estufa preparando sopa de pollo con fideos enlatada para nuestra cena. —La cara de JOE era una mueca mientras estaba perdido en los recuerdos, utilizando lentamente su pulgar para quitar la etiqueta de su botella de cerveza—. Él ni siquiera sabía que había que agregar agua a la sopa hasta que estuvo en segundo grado y pudo leer la etiqueta. —Su voz se detuvo y pensé en cambiar la dirección de sus pensamientos y deshacerme de esa mueca.
Aunque, incluso el ceño fruncido logró que sus ya magníficas características se convirtieran en una hermosa visión de su honestidad toda masculina.
—¿Cómo conociste a la señora Baxter?
—No sé si la había visto antes o qué, pero tenía seis. Frank me estaba enseñando a andar en dos ruedas cuando hice mal un giro. —Vi como el rostro de JOE suavizó su ceño fruncido y adquirió una expresión que solo podía interpretar como ―amor—. El raspón en mi rodilla era bastante malo y estaba llorando, muy fuerte, tanto por el golpe en mi rodilla como por la cara de Frank viéndolo. Supongo que la Sra. Lilly había visto nuestras travesuras desde su ventana de la cocina y había captado todo. Llegó corriendo con un botiquín de primeros auxilios bajo el brazo y me curó con algún tipo de crema, una curita y un cootch y una Coodle.
—¿Cootch y una Coodle? —repetí, no había oído nunca esa expresión.
—Lo que tú llamarías un abrazo y un beso, ¿sí? —respondió JOE con una sonrisa que inclinó su boca hacia la mía.
—Un gran nombre para eso —dije atrapada en la magia de su historia y de sus ojos.
—Se convirtió en nuestra chica a la que acudir. Siempre que Frank o yo necesitábamos a alguien para algo, la Sra. Lilly era lo único que teníamos. Papá era un descuidado incluso en cuanto a recordar que tenía hijos, por lo que dependíamos de ella para todo. Cuando tenía como ocho años, Frank y yo llenamos nuestra pequeña carreta con el correo apilado sobre la mesa de la cocina y lo llevamos directo a donde ella. La Sra. Lilly nos hizo abrir sobre por sobre y colocar el contenido en pilas separadas. Una vez que hicimos eso, se llevó las manos a la cara y se puso a llorar. Frank y yo estábamos tan asustados que casi morimos. Descubrimos que había cheques por el pago de alquiler de las tres propiedades de papá, tanto como facturas por pagar de hace cuatro meses. —Lo vi tomar otro sorbo de su cerveza. Sus ojos se veían muy lejanos.
»Fue la Sra. Lilly quién enseñó a Frank cómo hacer un depósito en el banco y obligó a papá a firmar los cheques que Frank escribía. Incluso nos hizo hacer un cheque a nombre de ella para poderlo cambiar y darnos efectivo para pasajes y compras en la tienda de víveres. Ella era nuestro ángel.
Hubo un espacio de quietud mientras procesaba sus palabras. Podía ver a la señora Baxter haciendo eso, teniendo a ambos muchachos bajo su ala, tratándolos como si fueran sus propios hijos. Muy parecido a lo que había hecho conmigo.
—¿Cómo entraste en el negocio de los clubes de striptease ? —pregunté en voz baja, tomando mi propia botana y sumergiéndola en la salsa. Existen dos escuelas de pensamiento respecto a la salsa: una suave y una espesa. Estaba firmemente arraigada a la suave.
—Se vendió una de las casas que heredé, así como una estación de gasolina después de Dale. Mi socio de negocios y mejor amigo, me convenció de que era una gran inversión. Habíamos comprado y reformado la estación de servicio de la salida Este de la ciudad y luego la vendimos a Mahmood, quien también era un pedazo de mierda entonces. —JOE tomó otro largo trago antes de continuar—. Eso, junto con los ingresos de la casa, y con lo que pusimos con Dale, pudimos comprar el club de plano —replicó, aunque sabía que no era toda la historia. Estudié la mano de JOE, que seguía trabajando en la etiqueta de la botella de cerveza, mientras yo trataba de añadir todas las palabras que habían quedado sin decir en la imagen que había creado.
—Debí haber dicho ―Cuestión de suerte, supongo como la línea de aquel viejo chiste.
—¿Qué viejo chiste? —pregunté con una inclinación de cabeza para indicar mi confusión y me sacudí de nuevo para volver al aquí y ahora.
—¿Qué hace una buena chica como tú en un sitio como éste? —respondió con una sonrisa antes de inclinar lo último de la botella a sus labios sonrientes.
Colocando juntas las piezas del chiste, me reí mientras la camarera con las manos cubiertas con guantes de horno deslizaba nuestros platos delante de nosotros.
—¡Caliente! —advirtió antes de preguntar si queríamos recambios en nuestras bebidas.
Extraño, pero todo el tiempo, o al menos desde que mi risita salió de mi boca, JOE se me quedó mirando. Sacudí mi cabeza y le dije a la camarera que estábamos bien por el momento.
No tomamos los primeros bocados ya que los dos esperábamos a que la comida se enfriara. Adiviné que JOE había decidido que cambiar el sentido de la conversación era una jugada justa.
—Entonces, me dices cosas respecto a tu vida, la muerte de tus padres, etc., etc. ¿algo más que quieras añadir a eso?
Asentí mientras cargaba mi tenedor. Esto era una treta enferma para mí. Toneladas de comida por la que no había pagado, demonios, si, iba a invertir tanto de mi misma como él estaba invirtiendo en mí, siendo mi compañía.
—Tomé un año sbático para asntarme y retomr el rmbo....
El balbuceo se debió a mis esfuerzos de tratar de no salir del estado ―cool a pesar de que mi enchilada me estaba chamuscando. Tratar de soltar algo que ya está en tu boca y que además está más caliente que el infierno mientras tratas de mantener el final de una conversación y continuas tratando de ser cool, es lo peor.
¿Todavía no has tenido esa experiencia? Créeme, no es divertida.
Vi como JOE hizo esa cosa de levantar una sola ceja mientras movió su mano hacia su pecho. ¡Oh! Sabía lo que eso significaba. JOE quería más información.
—Me tomé un año sabático para asentarme y retomar el rumbo —repetí mientras sorbía y luego soplaba en el bocado remanente en mi tenedor—. Mi hermana estaba en el auto cuándo ocurrió el accidente. Fue la única que sobrevivió, pero estuvo en coma por ocho meses.
Me entretuve, enredando los hilos de queso derretido por encima de mi tenedor en el siguiente bocado. ¿Realmente confío en él lo suficiente como para compartir la mierda absoluta de cómo estaba perdida sin mi familia y las nuevas responsabilidades que sus pérdidas habían originado?
—Con mamá y papá fallecidos, era la única familiar que me quedaba. — Mantuve los ojos en mi plato mientras finalmente compartía la peor parte de eso, lo más malo de lo malo dentro de mí.
»Yo, ah... tuve que... —Tuve que parar por un momento. Quería sacar esto. Pero esto, esto era muy profundo y no quería salir, ser vocalizado—. Fui quién dio el visto bueno para apagar las máquinas que la mantenían con vida.
Allí. Lo dije y nunca, nunca había compartido eso con otra alma viviente.
No quería ver su rostro, convencida de que tendría la mirada piadosa, la cual, viniendo de él, me aplastaría absolutamente. Pero cuando me aventuré a darle una mirada, él todavía estaba usando el pulgar para sostener la botella de cerveza para raspar la etiqueta. Hizo una inclinación de cabeza rápida con una sonrisa simpática —mis jueces mentales le dieron un diez perfecto tanto por el intento como por la ejecución—, antes de llegar a su tenedor.
JOE retiró su brazo de mí mientras los dos comenzábamos a aplicarnos en nuestras respectivas comidas. No pasó mucho antes de que nos engancháramos en tomar bocados del plato del otro, dado que su burrito de carne asada estaba tan bueno como las enchiladas de pollo que había recomendado.
La camarera vino a ver cómo estábamos. JOE, después de decirle de nuestra satisfacción con todo, conmigo asintiendo de acuerdo pero con la boca demasiado llena para hablar, le pidió que nos tomara una fotografía con su teléfono.
Me quedé muy sorprendida.
Me conmovió.
—¿Quién es este tipo? —me pregunté mientras le sonreí a la cámara sin darme cuenta de que en realidad lo había murmurado en voz alta hasta que oí el ladrido de la risa de JOE.
JOE sin expresión era caliente.
JOE con una sonrisa era mega-caliente.
JOE riendo a carcajadas de algo que has dicho, tirando de ti más cerca mientras su cabeza cae hacia atrás con la fuerza de la carcajada que tú causaste. No tiene precio.
Sentí, más que ver, el flash de la cámara de su teléfono, dado que aún estaba perdida dentro de mi cabeza, perdida en los sonidos de su risa.
—Debí haber ordenado dos, viendo cómo no eres nada tímida a la hora de comer de mi plato —bromeó JOE. Echando un vistazo a las migajas que quedaban en mi plato y luego en mi tenedor que estaba generosamente amontonado con la carne y el queso de su burrito e incluso arremolinado en sus frijoles y arroz, me reí.
—Supongo que tenía hambre —le respondí con una sonrisa—. Por supuesto, ¡siempre tengo hambre! —Llevé el tenedor lleno a mi boca, rodé los ojos y me meneé un poco en el éxtasis ante el sabor.
JOE me miró masticar y la pequeña sonrisa que había estado conteniendo se deslizó lentamente de su cara.
—¿Qué? —le pregunté después de tragar mientras él mantenía sus ojos en mí. Levanté mi servilleta y limpié completamente alrededor de mi boca. ¿Tenía algo en la cara?
—Nada —dijo JOE suavemente envolviendo su brazo alrededor de mí otra vez—. Simplemente disfrutando la vista. Así como tu sonrisa, niña bonita.
Levanté la vista y nuestros ojos se encontraron. Sentí que mi cuerpo se ponía tenso mientras sus dedos se deslizaron por la parte trasera de mi cuello trayendo mi cara más cerca de la suya. Vi sus ojos de nuevo bajar a mi boca y de alguna manera se me olvidó cómo respirar.
Su rostro se suavizó cuando dijo:
—Nunca pensé que me iba a encontrar comiendo...
—¡JOE! —Oí una voz masculina más allá, cortando las palabras de JOE. Los dos nos volvimos a mirar hacia el pasillo. Escuché a JOE murmurar ―mierda en voz baja mientras espiaba el gigante rubio de pie junto a nuestra mesa. Era fácilmente de la altura de JOE o más, con una cara muy abierta, infantil que estaba sonriendo de alegría al ver a JOE.
—Hank, Fiona —dijo JOE con una inclinación de cabeza.
Me había perdido totalmente de ver a la pelirroja alta y de piernas largas de pie ligeramente detrás y a la derecha del hombre rubio grande. Ella era hermosa, a pesar de que llevaba demasiado maquillaje, pero su ropa no parecía coincidir con su belleza. Su camiseta de color rosa suave con volantes y plisados sería muy elegante si ella fuera una niña de trece años de edad, pero quedaba solo un poco demasiado apretada a través de su gran pecho y la falda de color caqui era solo un poco demasiado corta y desviada por la frontera entre ―sexy y ―vulgar.
—Ella es ____(TN) —dijo JOE—. ____(TN), ellos son Hank y Fiona. Hank es guardia de seguridad en el club y Fiona solía bailar allí.
—Hola, Hank, Fiona —ofrecí mientras me inclinaba hacia JOE, balanceándome mientras me inclinaba hacia delante con una mano en su firme muslo—. Encantada de conocerlos.
Hank empujó nuestros abrigos en la esquina y se sentó frente a nosotros tirando a Fiona detrás de él. Miré a JOE y pude ver un músculo comenzar a temblar en su mandíbula apretada cuando su mano pasó de mi cuello y se trasladó hasta el hombro, donde comenzó a frotar mi brazo. Mientras no se dijo nada, me dio la impresión de que tener a esta pareja acompañándonos en este momento particular era inoportuno.
Los ojos de Fiona siguieron la caricia de JOE en mi brazo.
—Lisa dijo que había una espera de 45 minutos y la barra estaba llena, tendríamos que esperar de pie. ¿No les importa compartir la mesa, verdad JOE? —preguntó Hank con una amplia sonrisa.
Me sorprendí sonriéndole a Hank a cambio.
Con una sonrisa en respuesta, JOE negó, pero dijo:
—Estamos casi terminando, sin embargo. ¿Postre, cariño? —preguntó en voz baja, volviéndose hacia mí mientras me halaba más apretada a su costado.
—Claro —le susurré, atrapada como siempre, en su mirada dorada.
—Un flan y dos cafés —dijo JOE a la camarera cuando despejó nuestros platos—. Y creo que estos dos quieren ordenar.
Miré por encima de la mesa y capté la mirada de Fiona mientras observaba nuestro intercambio. No tenía ni idea de lo que estaba pasando en su cabeza, pero de seguro que parecía que tenía un palo en el culo, si su labio acurrucado era una indicación.
—Entonces, ¿cómo se conocieron? —preguntó Fiona en voz un poco alta después de que ella y Hank ordenaron—. Quiero decir, honestamente JOE. ¿Estás rondando escuelas secundarias ahora para conseguir carne fresca?
—Bebé —dijo Hank en voz baja, pero en un tono de advertencia, poniendo una mano en su brazo.
—Fiona —advirtió JOE en un tono agudo—. No empieces.
—¿No empiece qué, cariño? Solo estaba preguntando cómo se conocieron, eso es todo. Ella solo parece un poco, bueno, demasiado joven para alguien tan experimentado como tú. ¿Cuántos años tienes, ____(TD), diecisiete, dieciocho...? — Fiona dejó que su voz se apagara mientras sus ojos recorrieron mi camiseta Henley color crema que había combinado con una gargantilla de cuero y turquesa, y aretes de turquesa tachonados. Me había tomado el tiempo para utilizar la plancha en el cabello e incluso había añadido un poco de rímel y rubor. Pensé que lucía bonita cuando JOE se presentó a mi puerta. Ahora, sin embargo, bajo la dura lectura de Fiona, no estaba tan segura.
»¿Tu mamá siquiera sabe que estás fuera o que te sales por la ventana del dormitorio para estar con JOE a escondidas? —continuó maliciosamente.
Mis ojos parpadearon lentamente mientras trataba de calmar a mi perra interior y evitar abofetearla.
—Mi madre está muerta, Fiona, y soy lo suficientemente mayor como para no tener que colarme en cualquier lugar, pero gracias por tu preocupación. —Mi voz estaba un poco en el lado frágil dado que me sentía como si estuviera siendo atacada, pero no estaba segura de por qué ella sentía la necesidad de hablarme de esa manera. Si pensaba que simplemente iba a aceptar su mierda, tendría que buscar otra cosa.
Oí a Hank gemir y disparé mi mirada a la suya. Sus ojos se disculparon cuando se encontraron con los míos.
—Su nombre es ____(TN), Fiona —gruñó JOE en voz baja pero con firmeza—. Y tu juego termina ahora.
—¿Qué juego, querido? —Fiona escondió sus ojos e hizo algo con su boca que hizo que le creyera que estaba tratando de lucir sexy, pero realmente no era atractivo para nada—. Después de todo, tenemos una historia juntos, JOE. Solo estoy preocupada por tu bienestar. No quisiera que fueras encerrado con cargos de abuso de menores, ¿verdad? —ronroneó ella mientras sacudía su cabello, lo que causaba que su escote sobre expuesto temblara como gelatina.
¿No existían reglas respecto a cuan bajo puede ser un cuello en V?
Ewww... mi mente finalmente captó las palabras de Fiona. ¿Él había tocado eso? Tuve una imagen de ello y no fue bonita.
¿Mi precioso JOE y esta prosti? Oh, al infierno que no.
—Fue hace mucho tiempo, Fiona, y solo por poco rato.
—Pero fue realmente bueno mientras duró, ¿no es así, JOE? —presionó con una mirada triunfante hacia mí.
—No, no lo fue —dijo JOE firmemente—. Lo lamento, Hank.
Levanté la vista a tiempo para ver los ojos de JOE reunirse con los de Hank antes de que el gigante rubio se encogiera de hombros.
JOE incluso me dio una mirada antes de suspirar. No entendía lo que estaba trabajando detrás sus ojos, pero estaba segura de que, lo que fuera que eso era, no era algo que él quería decir, o que yo supiera.
—Eras una mierda en la cama cuando comenzamos y se puso peor cuando te enteraste de que no iba a andar por allí agarrado por mi polla para comprarte todas las cosas que pensabas que merecías simplemente por estar extendida para mí. Y ¿la verdad? Significabas poco para mí cuando comenzamos, y nada para el final de esa semana. Así que, detén esta mierda ahora. La única historia real que tenemos es que yo firmo tus cheques de pago.
Mi corazón estaba corriendo mientras miraba las palabras de JOE golpear. La mueca de Fiona se había ido y había extendido sus labios en una pequeña y poco atractiva línea mientas escuchaba.
La camarera trajo nuestros cafés y flan a una mesa en completo silencio.
JOE miró a Hank y parecieron compartir un momento de una conversación silenciosa. Hank nos acercó nuestras chaquetas y mi cartera mientras Fiona parecía fascinada con el patrón de la mesa.
—Creo que vamos a terminar la noche —gruñó JOE mientras nos levantábamos y me ayudó a ponerme el abrigo. Hizo un levantamiento de quijada a Hank antes de colocar su mano en la parte baja de mi espalda, guiándome fuera del restaurante, sin nunca dar a Fiona ni un vistazo mientras nos marchábamos.
Sentí que era mejor si solo nos marchábamos en silencio.
Irme con JOE a mi lado, sosteniendo mi mano.
—Este es un espacio realmente agradable —murmuró JOE más tarde mientras colgaba nuestros abrigos en el pequeño estante en la pared al lado de mi puerta.
—¿Espacio? Creo que estás estirando la verdad si llamas a esto un ―espacio.
Habíamos compartido una cena grandiosa que había resultado sorprendentemente divertida y disfrutable, más allá del encuentro con Fiona. Nuestro viaje de regreso a mi casa nos encontramos riéndonos y bromeando entre nosotros. No me había dado cuenta de que JOE tenía tal sentido del humor, y mucho menos una tendencia seria a los juegos de palabras y yo me había desenrollado completamente bajo su mirada cálida y sutil aunque de gran nitidez y su ingenio. Descubrimos nuestras diferencias y similitudes argumentando sobre las estaciones satelitales del estéreo de su auto.
Estaba completamente enamorado de cualquier cosa de los 70 u 80 y yo era parcial al hip-hop y al nuevo jazz. Nos tomamos el pelo el uno al otro sin piedad sobre nuestras elecciones mientras escaneábamos a través de las diferentes estaciones.
En un momento, echó la cabeza hacia atrás y rugió cuando estábamos en un semáforo y le recordé que el hilo musical de los ascensores tocaba algo de la música que le gustaba especialmente. Como en el restaurante, estaba fascinada por JOE riendo.
Ahora estábamos de regreso en mi apartamento, para mi decepción, terminando la velada.
—Te ofrecería una bebida, pero todo lo que tengo es el agua del grifo — admití suavemente colgando mi abrigo en el estante de madera barata antes de deslizar mis manos sobre él, para suavizarlo, acariciarlo. Cualquier dinero extra que tenga ahora iba a la reparación de la ―bestia y para cualquier emergencia con mis arrendadores.
—No te preocupes, cariño —susurró JOE. Hubo un par de segundos de silencio en los que pude sentir sus ojos en mí antes de escucharlo retumbar—. ____(TD), ven aquí.
Giré en su dirección y capté el brillo en sus ojos dorados. Dio unos pasos hacia mí, que con su larga zancada y mi espacio minúsculo, hizo que me tuviera en sus brazos en menos de un parpadeo.
—Necesito probarte —murmuró antes de bajar la cabeza mientras sus brazos se apretaron a mí alrededor. Mantuve mis manos en su pecho entre nosotros para prevenirlo de sentir la reacción de mi corazón a sus suaves palabras, pero planté mi boca para ofrecerle mis labios.
Esto era lo que había estado esperando, deseando y anhelando tener y, mientras su boca se reunió con la mía, resultó ser mucho mejor de lo que imaginaba acostada sola en mi cama. Suaves y húmedos y sin embargo imperativos, sus labios se movieron sobre los míos antes de que su lengua me hiciera cosquillas en la comisura de la boca en una silenciosa petición para que la abriera.
Mis labios se separaron y la lengua de JOE se deslizó dentro.
Ondulando suavemente, con la cabeza inclinada para ganar aún más acceso.
Aunque traté de detenerlo, un gemido se escapó de mí al mismo tiempo que el espasmo silbó alzándose entre mis piernas. Sentí un latido de respuesta en el creciente bulto que estaba presionando contra mi cadera y me di cuenta que no era la única afectada por la actividad de nuestras bocas. Perdida en el conocimiento de que era seguro que JOE me deseaba tanto como yo a él, deslicé mis manos hasta rodear sus anchos hombros, con una mano deslizándose más hacia arriba para sumergirse en su cabello largo y grueso y mantener su cara pegada a la mía.
Sus manos también se movían.
Inclinándose, capturó mis nalgas revestidas en jean y trajo a mi cuerpo en contacto directo con la dureza dentro de sus vaqueros. Doblando las rodillas ligeramente, movió sus caderas para estrujarse contra mí.
Todas las cosas rosadas estuvieron en alerta roja ante su maniobra de agarrar y frotar.
Drenó mi lengua en su boca y comenzó a succionarla, imitando el ritmo de sus caderas. Después de unos momentos, dejó mi lengua para chupar mi labio inferior, chasqueando con la punta de su lengua.
Me estaba derritiendo. Su boca, mientras se retorcía, lamía y chupaba, se convirtió en todo mi foco.
Lo deseaba.
Deseaba esa boca en mí.
En todo mi ser.
Su boca comenzó a enlentecerse y lo sentí comenzar a retirarse.
Pero no estaba lista.
Ni de cerca.
Incliné la cabeza empecé a usar sus movimientos, aquellos que me acababa de enseñar, usándolos en mí, en él.
Toqué la punta de la lengua para moverla lateralmente contra la costura de sus labios cerrados, invadiendo su boca para enredar mi lengua carnosa y
húmeda con la suya. Bebí la punta y, mientras dibujaba más dentro de mi boca, chupé un poco más duro usando mis labios para capturarlo y estrujarlo. Primero succioné su labio superior, luego el inferior, recordando lamer y estrujar cada uno de ellos, cuando me di cuenta de que los sonidos que escuchaba no eran solo de JOE.
Los besos de JOE me hacían arder.
Pero yo, usando mi boca en él, me hacía arder todavía más.
Ambos nos detuvimos un poco y los besos se volvieron más cortos, más suaves antes de desenganchar nuestras bocas. JOE apretó su frente contra la mía y en el silencio me pareció que él estaba jadeando tan fuerte como yo.
—Vaya —le susurré cuando finalmente tuve suficiente aire para hablar y suficientes células cerebrales para articular una palabra.
—Joder, cariño. —¿Y? —No sabía cómo iniciar lo que quería que sucediera a continuación. Lo único que sabía es que lo deseaba.
—Me voy a retirar tan pronto como pueda hacer que mis pies vuelvan a trabajar —murmuró JOE halando mi cabeza hacia su pecho mientras usaba su otra mano para apretar mi espalda.
—¿Te vas? —Levanté la cabeza y lo miré. ¿Sonaba tan decepcionada como me sentía? Esperaba que no. Pero ¿él no me deseaba?
—Quiero tomar esto despacio. Saborearlo, ¿sí? —gruñó suavemente en mi cabello.
¿Eh? Al demonio con ir despacio.
O ¿qué tal si saboreamos el enredarnos despacio? Oh, Dios. Por favor, no me dejes escapar de lo que estoy pensando esta vez.
—¿Estás seguro? —Dios, hubiera querido ocultar la decepción creciendo dentro de mí cuando hablé. Pero incluso podía oír el tono de mi voz diciendo mucho más que las palabras que salieron de mi boca.
—Estoy seguro, hermosa. —JOE me dio un beso en la nariz antes de darme un apretón final mientras bajaba los brazos.
Nos pusimos de pie inmóviles por un momento, cerca pero sin tocarnos. Enderecé mi top y JOE agarró su correa para tirar de sus pantalones hacia arriba, al mismo tiempo que nuestros ojos permanecían encontrados.
Finalmente rompí el silencio.
—Me divertí esta noche, JOE. Gracias.
—Yo también. ¿Quieres intentarlo de nuevo mañana?
No, ¡quería probarlo esta noche! ¡Quería probarlo... justa... malditamente... ahora!
—¿Te refieres a salir otra vez?
—¿Qué te pareció que quise decir, niña bonita? —Su sonrisa maliciosa me dijo que sabía exactamente la dirección en que había ido mi mente con su pregunta.
—Sí, me gustaría eso. —Mi voz sonaba tranquila en el exterior.
¿En el interior? Mi cerebro estaba gritando, ¡Sí, por el amor de Dios, por favor!
—¿Misma hora?
Asentí, sin confiar en poder contener mis gritos internos de placer si abría la boca.
Lo acompañé hasta la puerta y recibí un beso dulce, duro pero corto. —Sé buena, cariño. —Hasta luego, JOE. Me tomó horas llegar a dormir esa noche.
JOE se giró mientras se subía a su auto y echó un vistazo a las ventanas de ____(TN). Lo que había dicho lo tenía riendo y apoyándose en la puerta del auto abierta mientras observaba. Allí estaba ella, su chica, su silueta reflejada en las cortinas transparentes, con los brazos levantados sobre su cabeza, haciendo ―cuernos de metal cuando gritó, ―¡anotación! lo suficientemente fuerte para ser escuchado desde la calle, antes de que comenzara a bailar alrededor de su apartamento en evidente regocijo. Él todavía estaba riendo mientras se abría camino a casa de ver la imagen de su danza feliz de la victoria.
A JOE le tomó horas llegar a dormir esa noche.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 7
JOE estaba funcionando en piloto automático mientras conducía a casa de _____(TN) la noche siguiente.
JOE estaba funcionando en piloto automático mientras conducía a casa de _____(TN) la noche siguiente.
Mientras maniobraba el auto por las calles con calmada eficiencia, su mente estaba, como lo había estado durante las últimas pocas semanas, enredada. ¿Cómo iba a evitar arrastrar toda esa limpia dulzura, toda esa belleza al suelo y follarla hasta que no pudiera andar cuando ella hiciera algo tan inocente como, digamos, solo abrir la jodida puerta?
Le tomó todo lo que tenía anoche salir y dejarla con solo una boca hinchada.
suya.
Pero, joder, esa boca. La sensación de ella en sus brazos. Su boca en la
Ayúdame, pensó, totalmente queriéndolo decir como una oración. Incluso hasta tuvo que utilizar el puño jodiéndose a sí mismo dos veces
antes de que pudiera pensar en dormir.
Parte de ello sabía que era porque la había visto casi desnuda y tenía los recuerdos de sus curvas así sin ropa. Su cuerpo estaba hecho para las manos de un hombre con sus finos y llenos pechos, su marcada cintura y redondo y tembloroso culo.
Incluso su olor, Dios, pensar en el aroma de su excitación podía enviarle por el borde.
Afortunadamente, anoche solo había conseguido un breve atisbo o hubiera perdido el control. Aunque, casi lo había hecho cuando ella inocentemente, vacilante, había tomado el control en el beso y usó sus propios movimientos en él. No creía que alguna vez hubiera sido besado así. De hecho, sabía que no.
La había dejado sabiendo que lo deseaba, que se habría abierto a él si hubiera hecho el más ligero movimiento, si hubiera dado la mínima indicación.
Y él había querido, joder, lo quería. Pero dijo en serio lo que dijo. Realmente quería ir despacio con ella.
Aunque, no sabía cuánto tiempo iba a ser capaz de aguantarse. Especialmente después de haberla atrapado haciendo su feliz baile de alegría. Por él. Dios, por él.
La primera vez que hacía esto, una segunda cita. Pero entonces, pensándolo bien, no había tenido tantas primeras citas tampoco. Rondar había sido su estilo, andar por un club, cualquier club y escoger cualquier hembra que encontrara atractiva, que le llamara la atención.
Y ellas nunca decían que no.
Pero nunca estaban alrededor cuando se despertaba al día siguiente ya que él se iba del sitio o se aseguraba de que ella dejara vacante su lugar lo antes posible cuando la fiesta se terminaba.
Pero quería una segunda cita con ____(TN). Solo quería estar con ella.
—¿Este sitio en serio tiene las mejores hamburguesas de la ciudad? — preguntó Caitlin mientras miraba alrededor del comedor adjunto a Greatway Lanes, la bolera local.
—Las mejores que he probado. Ruidoso como el infierno pero... — JOE se encogió de hombros.
Su conversación no fluía como lo había hecho la noche anterior.
Ambos estaban demasiado conscientes del otro, sus ojos encontrándose y apartándose solo para volver a atraparse otra vez. JOE se encontró observando sus movimientos, la forma en que gesticulaba cuando hablaba, como jugaba con el mantel de papel y los cubiertos todavía envueltos en su servilleta cuando hacía una pausa para pensar antes de responder.
Llevaba su cabello en una coleta esta noche y JOE quería liberarlo, recorrer su mano por su extensión, sentir el pesado deslizamiento a través de sus dedos. Los toques casuales de ayer tampoco estaban. Cada roce de sus dedos, incluso solo golpear inocentemente los hombros, parecía detener sus palabras.
Probablemente no debería haberse sentado junto a ella como lo había hecho anoche pero la quería cerca, muy cerca. Intentó poner una mano en la parte posterior de la cabina y un enrojecimiento subió a su rostro.
Cristo, sabía exactamente dónde en su cuerpo sus rubores eran visibles y quería, necesitaba poner sus labios ahí.
____(TN) se inclinó más cerca, poniendo su hombro bajo su brazo mientras susurraba: suya.
—¿Estás tan incómodo como lo estoy yo? JOE giró la cabeza y metió la barbilla para presionar su frente contra la
—Seguro que lo estoy, chica bonita.
—Bien —anunció ella.
—¿Bien?
—Claro. ¿No has escuchado que la miseria ama la compañía? —Sus labios jugaron con una sonrisa.
JOE dejó caer su brazo desde detrás de la cabina para descansarlo en sus hombros.
—¿Eres miserable, ___(TD)?
Pareció tomarse un minuto y respirar profundamente antes de contestar:
—No, miserable no. —Su cabeza se movió suavemente de lado a lado, su frente deslizándose contra la suya para añadir énfasis a sus palabras. La mantuvo en contacto con la suya, moviendo el lado de su cabeza, su mejilla rozando la suya alcanzando hasta que su boca tocara su oreja.
—No puedo esperar a estar contigo, JOE —susurró.
¡Santa mierda! ¿Ahora qué se suponía que debía hacer?
Sus ojos se encontraron y se fusionaron cuando sus dedos se movieron y lentamente tiraron de la goma de su cabello, permitiendo la libertad de caer por sus hombros, por su espalda, y a través de sus dedos. JOE sintió que se le entrecortaba la respiración ante su jadeo cuando trabajó sus dedos bajo la caída para tocar, acariciar, y sintió el resonante pulso en su ingle. Observó mientras ella lentamente cerraba los ojos y presionaba su cabeza contra su mano.
—¿____(TN)? Hola, cariño, pensé que era tú.
____(TN) asomó su cabeza alrededor de JOE y encontró a Marianne de pie en el mostrador.
—Hola, Marianne, ¿qué pasa?
JOE no sabía cómo conocía a la bonita rubia que saludaba a ____(TN), pero la conocía de alguna parte, de alguna manera. Se volvió al mostrador para colocar su pedido y se acercó a la mesa.
—¿Se están divirtiendo? —preguntó con sus ojos en ____(TN), antes de moverse hacia JOE mientras se inclinaba contra el banco—. Hola, Sr. JONAS.
—¿Se conocen? —preguntó ____(TN) mirando primero a JOE y luego a Marianne.
—Es dueño de la empresa de contabilidad donde trabajo —explicó Marianne.
Ah, así que es por eso que la conocía. JOE dejó salir un suspiro inaudible, contento de que solo la conocía en un sentido de negocios.
—¿Ustedes dos van jugar a los bolos, o qué? —preguntó Marianne. Su conocimiento de la vida personal de JOSEPH JONAS era nulo—. Tenemos una pequeña competición en marcha que es tres contra tres pero podemos añadir cuatro si están interesados.
JOE se volvió hacia ____(TN) otra vez con una ceja levantada.
—Tú elijes, cariño.
—Creo que pasamos —le dijo ____(TN) a Marianne, pero sus ojos estaban atrapados en JOE —. Tal vez en otra ocasión.
—Sabia decisión. Ninguno de nosotros anotó más de cien la primera vez — admitió Marianne con una carcajada. Se volvió hacia el mostrador—. Mi pedido ya está. ¡Tengo que irme antes de que los nativos se pongan inquietos!
Tan pronto como se fue Marianne, sus pedidos de hamburguesas y patatas estaban listos y JOE se acercó al mostrador para tomarlos.
Él tenía razón.
Esa era la mejor hamburguesa que ____(TN) había probado.
Las ventanas estaban completamente cubiertas con vapor por el calor y la respiración pesada en el auto de JOE, aparcado en la calle fuera de la casa de ____(TN). Habían estado en ello durante unos buenos veinte minutos y JOE estaba seguro de que sus temperaturas corporales habían contribuido en la niebla de sus ahora opacas ventanas del auto.
—Está bien, chica bonita. Sé que te gusta jugar, sígueme. —La voz de él era un jadeo, un susurro brusco y pesado—. Alternaremos movimientos. Te haré algo y tú me harás lo mismo, ¿está bien?
—¿Qué? —Los ojos de ____(TN) estaban medio abiertos y su respiración era profunda y pesada. Su chica estaba demasiado excitada para escucharle, para entender lo que estaba diciendo.
Cuando los besos empezaron, ambos estaban en sus asientos. Pero a diferencia de la noche anterior, los besos eran todo menos lento desde el primer momento. Eran hambrientos. Sus bocas se juntaron con calor: profundas, húmedas, buscando, encontrando. Sus manos se aferraron, tirando, liberando y luego agarrando para acercarse más, lo más cerca.
Desde el momento en que había apagado el motor y ella se volvió hacia él, sus bocas se habían fusionado y negado a dejarlo ir. Sin detener sus lenguas durante solo un segundo, ninguno de ellos fue consciente de que JOE había agarrado a ____(TN) por las axilas y había tirado de ella a través de la consola para quedar a horcajadas sobre su regazo.
Pero él necesitaba desacelerar las cosas. No quería que su primera vez fuera en un auto. Había demasiados recuerdos de sus conquistas sexuales de la escuela secundaria hechas en un auto para que esto fuera especial con ella. Para ella.
Pero, quería jodidamente, hundirse profundamente dentro de ella.
Necesitaba enfriar las cosas, volver a su cabeza en lugar de pensar en meterse en su cuerpo.
Pero, joder, su cuerpo.
Sus rodillas y muslos lo estaban abrazando apretadamente mientras estaba a horcajadas sobre él. Sus pechos estaban pegados al suyo y los pequeños movimientos de sus caderas empujando, frotando contra la plenitud en su ingle lo estaba volviendo loco.
Y los sonidos, oh Dios, los pequeños y sexys maullidos cuando su frotamiento conectaba con lo que él sabía que era su punto dulce.
Sus manos estaban en su culo, agarrando sus firmes cachetes. Era todo lo que podía hacer para no empujarla más fuerte contra él. Para empujar sus caderas hacia arriba y dejar que la costura de sus pantalones proporcionaran la fricción para enviarla por el borde. Pero no quería que sus pantalones le dieran su liberación. Si ____(TN) se iba a correr entonces, por Dios, iba a ser por sus dedos, su polla o su boca no por una jodida costura.
Pero, en aquel momento, no estaba seguro de que pudiera controlarse lo suficiente para darle lo que necesitaba.
—Está bien, así es como va a ir —continuó JOE sus manos moviéndose de sus caderas para capturar su rostro—. Voy a hacer un movimiento. Cuando pare, quiero que hagas el mismo movimiento en mí. ¿Lo tienes?
—¿Hacer lo mismo en ti? — JOE escuchó que su jadeante voz repetía y lo sintió resonar en su polla.
—¿Lista?
—Dios, JOE —gimió ____(TN).
Iba a tomar eso como un ―sí.
JOE llevó sus labios al suave y sensible punto en su cuello, justo debajo del lóbulo de su oreja. Lo besó ligeramente, moviendo sus besos por su cuello. Tan pronto como su boca alcanzó su hombro, inmediatamente usó su lengua para lamer su cuello en un continuo y húmedo movimiento. Terminó con un lento círculo de su lengua en el punto en el que empezó chupando ligeramente.
Se apartó en un silencioso pedido hacia ella, para que siguiera su camino.
Pero su voz se quedó atrapada cuando la miró en la reluciente luz que venía de las ventanas empañadas.
Joder.
Su jodida belleza hizo que su respiración se entrecortara.
La cabeza de ____(TN) estaba echada hacia atrás y su cuello estaba totalmente expuesto. Ni siquiera se había dado cuenta de que todo el tiempo que había estado trabajando en su cuello sus manos había capturado sus pechos y sus pulgares estaba frotando, dando golpecitos contra los duros pezones incluso a través de su camisa y sujetador, bajo su ahora desabotonado abrigo. Sintió que su polla latía mientras sus manos continuaban moviéndose, para pellizcar las puntas ligeramente. Sus caderas se estaban moviendo lentamente hacia delante y hacia atrás frotando, acariciándose contra su dura longitud. Y atrapó un olor de ella, su esencia.
—Tu turno cariño. —Incluso él podía escuchar el ronco gruñido gutural de sus palabras susurradas.
____(TN) bajó su barbilla para capturar sus ojos. En el brillo de las farolas, solo se mostraba el más ligero borde de color azul verdoso de sus irises.
—Mi turno —susurró mientras sus manos empujaban su abrigo para moverlo a la esquina de sus hombros. Su mirada permaneció quieta en él mientras sus dedos vagaban hacia arriba para levantar su cabello, apartarlo de su cuello. Puso sus ojos en el punto en que pretendía trabajar y la sintió inclinarse antes de sentir su boca, su suave, húmeda, jodidamente caliente boca, tocando tiernamente, dulcemente contra la piel de su expuesto cuello.
La piel de gallina que brilló por su piel ante la sensación de su boca fue una sorpresa.
El pulso de su polla, en respuesta, no lo fue.
Mientras que JOE había besado su camino por su cuello, ____(TN) no fue tan sutil. Usó sus dientes tanto como su boca. Raspar, deslizar húmedo y morder. Luego repetir.
Trabajando su camino hacia abajo lentamente, tan malditamente lento. Tortuosamente lento.
JOE casi sintió alivio cuando su boca se encontró con la coyuntura de su cuello en su hombro pensando que ella solo haría una larga y lenta lamida de vuelta a donde había empezado.
Pero no su chica.
Joder, no. Hizo de su juego un meneo de humedad, usando su sexy lengua para chasquear, girar e incitar cada milímetro de su sensible piel hasta que pensó que iba a explotar por la sensación, su sensación. Besándolo mientras frotaba, acariciaba, y se movía contra su caliente y fuerte dureza. Incluso había usado sus uñas en su pecho cubierto por la camisa, raspando en pequeño y lentos círculos para provocar sus pezones en picos duros.
Encendiéndolo. Parecido a como él le había hecho a ella, pero con su propio toque.
Los propios y especiales movimientos de ____(TN).
JOE movió sus manos bajo su top y las llenó con la plenitud de sus pechos adornados con encaje. Sus dedos buscaron, y encontraron los sensibles pezones, capturando cada uno entre un pulgar y dedo índice para rodar mientras su boca otra vez encontró la suya.
La respuesta de ____(TN) fue inmediata.
Atrapó su bajo gemido en su boca mientras sus caderas empujaban lentamente, hundiéndose más fuerte contra él. Se detuvo y hubo una corta pausa antes de que sintiera sus suaves y cálidas manos hacer su camino bajo su camisa. Deslizándose, frotando, moviéndose sobre las colinas y valles de su estómago, su pecho. Palmeó sus pezones antes de usar otra vez sus uñas para suavemente, amablemente rozar sus pezones usando su lengua para chasquear, lamer y acariciar cada superficie de su boca.
Y, justo como antes, su cuerpo reaccionó. Intentó pero no pudo evitar el pesado gemido que escapó por su garganta y el fuerte empuje de sus caderas, forzando a que su polla chocara contra ella. Anhelando la sensación de ella incluso a través de dos pantalones.
¿Quién fue el jodido idiota que pensó este estúpido y jodido juego?
Supo que su idea, el pensamiento de desacelerar esto, había sido contraproducente. Totalmente.
Era hora de parar o la tomaría aquí mismo, aquí jodidamente en el frío auto.
Y eso no era lo que quería.
____(TN), su dulce chica, sus manos alrededor de sus hombros abrazándolo cerca, inclinó su frente contra la suya y una vez más admitió:
—Te necesito tanto que me duele, cariño.
Y él estaba caliente, más caliente de lo que alguna vez recordaba estarlo. Y puede que le doliera, pero valdría la pena. Sabía que valdría la pena, si esperaba.
Pero, ¿esta chica?
Podía cuidar de ella, quería cuidar de sus necesidades.
—Date la vuelta, cariño —dijo suavemente, lentamente mientras sus manos guiaban sus piernas para llevarla a través de la consola, colocándola de espaldas a su puerta del auto, sus pies en el asiento del copiloto, su culo en su regazo.
—Cuidaré de ti, ¿sí? —____(TN) mantuvo una mano a través de su hombro mientras la movía, la ponía en posición—. Cariño, abre tu cremallera para mí — susurró, sus labios contra los de ella.
Sintió que su mano liberaba su hombro y atrapó un codo en sus costillas mientras ella intentaba maniobrar en el estrecho espacio entre su cuerpo y el volante. Los únicos sonidos en el auto eran sus pesados jadeos y el sonido del metal deslizándose de la cremallera de sus pantalones mientras se abría.
JOE miró a la abertura de sus pantalones. El tramo de su piel, su vientre expuesto entre su camisa y el comienzo de sus bragas, le llamaban, causando otro latido contra el culo de ____(TN). Deslizó su palma abajo, atrapando el elástico en su cinturilla, deslizando sus dedos bajo él.
La sintió moverse. Su cabeza se dejó caer hacia atrás contra la ventana mientras curvaba sus caderas hacia arriba, alcanzando su mano descendiendo lentamente. Podía ver las cuerdas de su cuello mientras sus caderas empujaban, alcanzando para conectar con sus dedos. Sus manos fueron a su muñeca, agarrándola apretadamente, empujando.
—Por favor —la escuchó suplicar y empujó su muñeca más fuerte hacia abajo mientras se apretaba contra su mano—. Quiero... —Eso fue todo lo que susurró. Pero esas palabras hablaban a gritos. Golpearon su cerebro, su corazón y su polla todo al mismo tiempo.
Así que deslizó sus dedos más abajo, más rápido antes de detenerse para ahuecar su montículo. Sus dedos se movieron, deslizándose hacia abajo por la humedad hasta que alcanzaron su centro, el cremoso y caliente centro y se curvaron. Deslizó un dedo en su apretada funda y su mano se presionó fuerte contra su hinchada protuberancia mientras empezaba a mover su mano arriba y abajo, adelante y hacia atrás.
—Sí —siseó ella empezando a enterrarse más fuerte contra su mano, presionando en un ritmo contado en sus dedos.
—Boca, cariño —susurró JOE contra su expuesto cuello.
Su boca se volvió hacia la suya y él la atrapó, usándola húmedamente como lo quería hacer con los labios bajo sus dedos. Subió por su resbaladiza hendidura para girar, deslizar y frotar su hinchado clítoris usando su propia humedad. Ella tembló contra él y volvió a mover sus dedos hacia abajo, deslizándose otra vez en su centro mientras usaba su pulgar para continuar frotando y acariciando. Su boca imitaba el movimiento de sus dedos.
Sus caderas dieron espasmos, tirando hacia arriba, intentando atrapar su ritmo.
Separó su boca de la suya mientras su mano agarraba sus hombros, llevándolo hacia delante, presionando sus pechos contra su pecho, poniendo su rostro en su cuello.
Estaba tan jodidamente apretada con solo un dedo dentro de ella. — JOE. Oh Dios. JOE. Caliente. Tan increíblemente caliente.
Su voz, su cuerpo tembloroso, su jodido calor, su humedad bajo su mano. Esto era para él, por él.
Lo sintió entonces. El pulso de su canal apretando sus dedos mientras su orgasmo empezaba a fluir, a tronar a través de ella. Sus caderas se detuvieron alcanzando, forzando hacia arriba con un bajo grito de lamento. Pero sus dedos continuaron moviéndose, desacelerando solo lo suficiente para mantener la sensación.
JOE estaba cautivado, casi asombrado por la belleza de su dicha. Era una visión de placer carnal y su vista, la espalda arqueada con las caderas empujando, más lentas ahora contra su mano que estaba tan profundamente metida en sus pantalones abiertos y bragas, se incrustó en su cerebro.
Sus manos fueron alrededor de él otra vez, enterrando su rostro en su cuello, su cabello encrespándose con cada respiración pesada que tomaba ella. JOE desenredó su mano de sus bragas y pantalones que liberaron todo el aroma de su excitación en los confines de su auto.
—Jodidamente hermosa —se escuchó murmurar, sus labios junto a su oreja. No eran palabras que planeaba decir, ni palabras que alguna vez hubiera dicho en alto. Pero sabía que quiso decir cada jodida sílaba.
Sintió que la respiración de ____(TN) comenzaba a volverse más lenta y sus brazos liberaron el agarre en sus hombros, pero no lo dejó ir completamente.
—¿Eso ha ayudado, cariño? —Había una sonrisa en su voz que no pudo detener si lo intentaba, mientras le preguntaba silenciosamente.
Ella asintió, la frente todavía presionada contra su garganta. ____(TN) todavía no podía hablar. Podía sentir los ecos residuales de su liberación todavía vibrando por ella, deteniendo sus extremidades pero con pulsos pequeños que involuntariamente movían sus caderas.
JOE la sintió volver a sí lentamente, como si estuviera entrando en cada músculo presente uno a uno. Esperó, dándole el espacio que necesitaba para procesar lo que había pasado entre ellos.
—¿ JOE? —Escuchó contra su cuello, su voz suave, muy suave, un susurro.
—Sí, chica bonita, aquí mismo —susurró en respuesta, apretando sus brazos, uno alrededor de sus hombros y el otro alrededor de su cintura. Era todo lo que podía hacer para no llevar sus dedos a su boca para ganar un bocado de ella.
—¿Cariño?
—Todavía aquí, preciosa —susurró otra vez y sintió que su sonrisa se hacía más grande.
—Eso ha sido, oh Dios mío... ¿ JOE?
—Sí, cariño. — JOE se estaba mordiendo los labios intentando mantener su risa dentro. Estaba suponiendo que su chica nunca había llegado por la mano de un amante antes. El pensamiento de eso llenó su corazón tanto como su polla.
Hubo un momento de silencio antes de sentir que su cabeza abandonaba su hombro.
Los ojos de ____(TN), brillando en la luz de las farolas por las ventanas empeñadas del auto, finalmente se encontraron con los suyos.
—Esa ha sido la cosa más preciosa que he sentido en toda mi vida.
Oh, Cristo.
La polla de JOE se agitó ante sus palabras, la honestidad que estaba reflejada en sus ojos, la sensación de ella en sus brazos. Estaba seguro ahora de que no solo no lo había encontrado con la mano de alguien, tal vez ni siquiera con la suya. Luchó contra un gemido.
—¿Pero, cariño? —Escuchó a través de la neblina de su cuerpo y las reacciones de su corazón—. Tú no has conseguido... ah, no has conseguido... — El rostro de ____(TN) era un estudio, sus ojos deslizándose a la puerta del copiloto, luego sobre su hombro derecho, mirando alrededor del auto con movimientos medidos—. No has... um...
—Estoy bien. —No quería sonar tan tenso como se sentía su cuerpo.
—Pero, no necesitas... —Todavía no podía encontrarse con sus ojos.
—Estoy bien —le aseguró, intentando sin éxito hacer que su voz sonara mucha, mucha más confiada de lo que se sentía.
—Muéstrame qué hacer, cariño —la escuchó susurrar, suplicar, mientras sus labios se atraparon en los suyos. Oh, joder. Su corazón se aceleró para latir en el triple de tiempo. ¿Estaba pidiendo...?
—Déjame hacerte sentir bien, también. —Sus labios estaban en su cuello y sus dedos estaban en la parte inferior de sus pantalones. Abrió el botón lentamente mientras su mano continuaba moviéndose, lamiendo y acariciando húmedamente contra su cuello.
JOE se movió para echar el asiento hacia atrás hasta que estuvo completamente reclinado. Mientras se movía, ____(TN) se movió, también. Llevó sus piernas de vuelta sobre la consola y otra vez se puso a horcajadas sobre su regazo, con el volante en su espalda.
—Dime qué hacer —susurró otra vez, fervientemente mientras plantaba ambas manos en su pecho.
—Libérame —dijo, moviendo sus manos para abrir sus desabotonados pantalones. El aire era frío en las glándulas de su expuesta polla que se asomaba por la parte superior de sus bóxers. Sus suaves manos bajaron el elástico, destapándolo, rodeándolo. Puso sus manos sobre las suyas.
El calor, oh Dios, el calor de solo sus manos.
—Necesito humedad, ____(TN) —gimió cuando sintió su primera tentativa de caricia moviéndose de la base a la cabeza.
Observó mientras ____(TN) se detenía. ¿Había pedido demasiado?
Luego sus ojos la siguieron mientras movía sus manos a sus propios pantalones todavía abiertos y deslizó una mano en ellos. El pensamiento, la vista de ella tocándose le hizo deslizar su mano, acariciando su propia dura carne con ganas.
Ella capturó su humedad, la humedad que él había causado, y deslizó su ahora cremosa mano arriba y debajo de su largura como el hierro.
—¿Mejor?
—¡Dios, sí! —Las manos de JOE cubrieron las suyas mientras empujaba hacia arriba, deslizando la longitud él mismo en sus calientes, y resbaladizas palmas, las manos que estaban envueltas apretadamente alrededor de él, que estaban luchando por contenerlo. No se dio cuenta de que sus manos se habían deslizado otra vez bajo su top y sujetador para empujarlos hacia arriba. Eso fue, hasta que sus ojos vieron lo que habían hecho sus manos. La vista de su piel rosa de marfil, tan calientemente expuesta desde la parte superior de sus pechos hasta sus pantalones ampliamente abiertos bajo su abrigo abierto, el jodido abrigo que él le había comprado, envió una descarga desde sus ojos a su polla.
—Mueve mi camisa hacia arriba cariño —Ordenó con una voz fuerte cuando sus caderas estaban empujando hacia arriba, deslizándose en sus suaves, apretadas, jodidamente calientes y húmedas manos. La sintió dejar ir el exquisito apretón y el frío golpeó sus abdominales y su pecho cuando ella deslizó su camisa hacia arriba hasta sus pezones antes de volver la mano para capturar y continuar con sus caricias.
Sintió que surgía a través de su polla, la corrida construyéndose desde su columna vertebral. Sus caderas curvadas hacia delante, hundiéndose en sus firmes caricias mientras se subía sobre sus codos.
Quería conducirse dentro de su húmeda y dulce suavidad.
La necesitaba.
JOE mantuvo sus ojos abiertos, en su rostro. Ella estaba mirando su polla deslizarse forzosamente en sus manos que ahora estaban resbaladizas por su líquido pre seminal, y una mirada de asombro capturada en sus ojos y boca.
Se inclinó hacia delante y llevó su barbilla hacia delante mientras sus suaves labios empezaban a usar sus movimientos en él. Sintió su boca lamiendo, capturando, chupando, liberando mientras sus manos acariciaban su duro eje. Él estaba empujando, curvándose hacia arriba.
—Más apretado, ____(TN).
Ella apretó sus manos para agarrarle más fuerte.
—Jodido infierno —gruñó JOE, con los dientes apretados.
Golpeó.
Oh, querido dulce Dios. Golpeó.
—¡____(TN)! —gimió liberando sus codos para dejar caer su cuerpo y cabeza en el asiento.
Golpeando. Latiendo. ¡Cristo!
Observó su rostro, su dulce chica. Totalmente atrapada en el momento, ella miraba los chorros cristalinos de su venida, siguiendo su trayectoria en total
asombro. Cuando los chorros aminoraron y cesaron, ____(TN) levantó sus ojos a los suyos.
—Impresionante —susurró antes de sumergirse en su boca, sus manos todavía sosteniendo su temblorosa polla.
JOE no pudo discutir.
PEZA
Re: POLE DANCE - JOE JONAS Y TU
CAPITULO 8
Era un manojo de nervios al día siguiente. Había terminado mis cosas en el mini-mart, realizando la limpieza de memoria ya que mi cabeza no estaba en sintonía con los movimientos de mi cuerpo.
Había tenido un montón de tiempo para pensar la noche anterior, mientras caminaba a mi primera clase del día. Pero mis pensamientos eran como un disco rayado.
JOE era un hombre asombroso.
Quien podía hacer cosas asombrosas.
Quien me había enseñado muchas cosas asombrosas. Cosas que, cuando las recordaba, causaban que un palpitar placentero reverberara en todas mis partes rosadas.
Y los recuerdos. El recuerdo de su mano debajo de mis bragas, acariciando, recorriendo, acariciando con vehemencia, empujándome... empujándome.
Mis recuerdos de las manos de JOE.
Y, entonces, mis manos en él.
Los efectos visuales, las imágenes mentales de JOE. Su cara mientras lo acariciaba, la vista de su pecho, su abdomen, su jeans abiertos. Sus caderas empujando, conduciéndose en mis manos.
Oh. Mi. Dios.
Me sentía mareada y crucé las piernas por setecientas veintitrés veces desde que me senté en la clase.
***
—Oye, chica bonita. —Oí el gruñido de JOE retumbando en mis oídos a través de mi teléfono—. Pensando en pedir comida griega esta noche. Puede ser en tu casa a las siete, las siete y media con comida, ¿no?
Estaba entre clases y lenta para reaccionar porque mi mente estaba todavía en la memoria de nuestra sesión en el auto. Todavía estaba revisando mis ―instantáneas de estar con JOE en su auto. De JOE desnudo en su auto.
—Claro —contesté—. Pero, ¿ JOE? —¿Mmm-hmm? —le oí decir. —¿Cómo conseguiste mi número de teléfono? —Estaba en tu hoja de vida —dijo en voz baja.
—¿Conservaste mi currículum? Hubo una breve carcajada y luego le oí decir: —Alrededor de las siete, las siete y media, ¿sí?
Bien, así que no podía decirte sobre el inicio de nuestra experiencia de comer con la comida griega. Mi cabeza estaba involucrada en todas las cosas de JOE. Se sentó en el sofá de dos plazas y me senté en el suelo frente a él después de traer platos, cubiertos y servilletas de papel a la antigua mesa de café blanca, encontrada en una sesión de buceo en basurero, eso me había dado una nueva oportunidad de vida por cubrirla con pintura blanca y aplicar papel de lija para darle un aspecto envejecido.
Él era divertido, tan divertido que mis músculos del estómago llegaron a doler. No podía recordar un momento en que me hubiera reído tanto que mis músculos protestaron. Especialmente mientras cenaba comida que nunca había tenido antes.
Después de que terminamos de comer, lo que incluyó la miel Baklava, hice un ordenado rápido en mi cocina antes de regresar con JOE, sentada a su lado en el mueble de dos plazas que llamaba sofá.
—¿No hay televisión?
—No estoy mucho en casa —contesté. Estaba trabajando la esquina de mi sofá. Mis tacones contra el cojín del asiento y mis brazos enroscados alrededor de mis pantorrillas—. El costo de la unidad y el costo del cable para obtener cualquier tipo de imagen no difusa están un poco fuera de mí presupuesto en este momento. Además, cuando estoy en casa, estoy estudiando o lavando ropa, etc., etc.
Levanté mis ojos a JOE y quedé atrapada, como siempre, en el rayo de atracción de sus profundidades doradas.
JOE se acercó más en el pequeño sofá. —¿Disfrutaste la comida? Alcanzó su mano y la enganchó en mi cuello.
—Sí, nunca la había comido antes, pero estoy impresionada. —Lo veía que venía hacia mí, poco a poco cuidadoso antes de tocar mis labios con los suyos en un corto, suave beso. Su mano fue hacia arriba desde mi codo hasta mi hombro antes de deslizarse a través de mi espalda mientras utilizaba la presión para llevarme hacia él, pecho a pecho. Su cabeza se inclinó de nuevo hacia delante y presionó su frente contra la mía.
—Me gustó venirme en tus manos anoche, cariño. —Sus labios nunca, real, verdaderamente dejaron los míos, pero él comenzó a murmurar contra ellos mientras hablaba.
—¿Disculpa? —chillé mientras sus palabras provocaban un incendio forestal dentro de mí.
—Te deseo, ____(TN). Quiero estar dentro de ti. No puedo pensar, cariño, excepto en enterrarme en tu caliente humedad. —La frente de JOE se pegó a la mía, su voz increíblemente brusca. Retrocedió un poco, lo que creo que hizo para medir mi reacción a sus palabras.
—Yo también —admití con un suspiro entrecortado, pero todavía hipnotizada por los ojos de JOE. A decir verdad, toda nuestra conversación era surrealista. Mi mente no podía dar sentido a lo que mis pensamientos estaban, en el ― JOE de Anoche, no el ― JOE del aquí y ahora. Por no hablar de que este hombre, este hermoso pedazo de carne masculina, utilizó sus dedos para darme magia y entonces me había permitido, me había enseñado, cómo hacerle sentir la magia a él, también.
Acerqué mi mano a JOE y vi como él enganchaba mis dedos.
Tomé la iniciativa y me levanté, tirando de su mano mientras lo dirigía hacia mi dormitorio. JOE agarró y rodeó mi cintura con firmeza cuando nos detuvimos en el final de mi cama.
—¿Estás segura, cariño? —susurró acercándose para mirarme a los ojos ensombrecidos, se inclinó de nuevo para un rápido beso.
—Ya era hora, ¿no te parece? —Le tomé del cabello suavemente mientras miraba de nuevo hacia su rostro reflejado por la luz de la luna y la suave luz de las lámparas de la sala mientras usaba mis manos en los botones de su camisa azul oxford para abrirla con tanto entusiasmo como un largamente esperado regalo de Navidad. Deslicé el algodón por sus hombros y me atreví a dejar pequeños besos sobre su clavícula y musculoso pecho mientras trataba de deslizarle las mangas de la camisa por las manos. Después de tener las manos libres, me tomó un par de intentos antes de darme cuenta que tenía que parar y desabrocharle los puños, él empezó a mover las manos en la cintura de mi camisa de Henley. Me alegré de haber elegido mi pieza favorita para llevar esta noche ya que pensaba que el color del albornoz realmente realzaba mis ojos y piel. Sus manos volvieron a acariciarme entre mis omóplatos, después de haber quitado mi barbilla de su cuello y mi cabello que se había quedado atrapado en los pocos botones. Así que desnudar no era tan suave y tan sexy como yo había imaginado, pero todavía estaban recibiendo los resultados, como en, desnudarse uno al otro.
—Reconozco ese sujetador, nena —dijo JOE con una sonrisa suave mirando hacia abajo entre nosotros. Debería, ya que fue el que había llevado durante mi presentación en su oficina. Sus dedos dejaron de acariciar mi espalda y se detuvo en el broche trasero. En cuestión de segundos pude sentir las bandas de la seda cara aflojarse a mi alrededor.
—Guau —respiré por su experiencia en desengancharlo tan rápido.
—Guau — JOE hizo eco mientras quitaba el satén y el cordón de mi pecho y, de nuevo, vio mis pechos sueltos. Su mano se levantó y trazó la perla de un oscuro pezón de punta rosada mientras la otra mano corría la sedosa tela hacia abajo.
—Estaban adoloridos al tacto, entonces, cariño —admitió en un susurro y yo sabía que él estaba hablando de cuando había hecho mi striptease delante de su escritorio. Sentí sus manos suavemente tomar la plenitud de mis pechos antes de que sus dedos comenzaran a apretar y girar mis pezones. Oh Dios, no lo había imaginado anoche. Realmente había una relación directa entre todas mis partes rosas. Mi cabeza empezó a dar vueltas, casi mareada por su toque burlón. Lo había estado sintiendo también, explorando todos los maravillosos músculos de su espalda, pero, por sus palabras, me sentí agarrando la cintura de sus pantalones para no perder el equilibrio.
—No todavía, ____(TN) —advirtió JOE malentendiendo completamente mi intención. Su otra mano se deslizó hasta la entrepierna de mis pantalones para tocarme con firmeza. Podrías haberme pagado, pero no habría sido capaz de detener el empuje de mi apenas cubierto coño en su mano o el ya no suave gemido que mi garganta no podía contener. Esa presión, su calor a través de la gruesa tela de mis pantalones, fue mi perdición. Estaba harta de jugar, de las burlas. Me moría por tenerlo dentro de mí.
—Jesús, nena —gimió JOE mientras veía y sentía como respondía a él. Enterró sus labios en mi cuello y me trajo de vuelta contra su forma dura, para crear de nuevo sutilmente la fricción que tanto parecía anhelar. Desconectando sus labios, me agarró y me llevó por primera vez en su hombro, tirándome en el colchón antes de cubrirme con rapidez con su longitud. Sus labios otra vez capturaron los míos mientras nuestras lenguas bailaban húmeda, firmemente juntas a un ritmo que mi cuerpo estaba gritando por tener dentro de mí.
JOE se levantó y me miró a los ojos mientras sus manos alcanzaban el botón de mis pantalones. Yo solo podía devolverle la mirada mientras él finalmente me liberaba de la mezclilla. Deslizando su peso a mi lado, sentí que mis jeans eran bajados y me levanté y moví mis caderas para ayudar a que me desprendiera de mis jeans ajustados. Cuando estaban en mis rodillas, levantó sus ojos a los míos sonriendo a la vista de mi tanga.
—Lo bueno es que los mantuviste, cariño —dijo, y yo sabía que él estaba de nuevo refiriéndose a la danza en su oficina. Levanté una rodilla medio cubierta en silenciosa súplica, pidiendo ayuda para eliminar la cubierta extraña. JOE obedeció y me ayudó a quitarme el material no deseado. Después de lanzar la ofensiva mezclilla a un lado, sus labios encontraron los míos mientras su mano vagaba hacia abajo sobre mi pecho, pellizcando un pezón ligeramente antes de
pasar sobre mi vientre y finalmente se establecieron para frotar la coyuntura húmeda empapada de mis bragas.
— JOE —gemí en su boca mientras plantaba mis pies en el colchón para un mejor empuje contra su mano.
—Jesús, ____(TD) —le oí gemir—. Jodidamente magnífico.
Su mano se movió y sentí que se deslizaba dentro, hasta el fondo dentro de mi ropa interior, antes de que su dedo encontrara y rodeaba mi hinchado clítoris. Mi cuerpo era una cuerda de arco tensa mientras sus dedos seguían frotando encima y alrededor de mi centro de placer y agarré su espalda tirando de él hacia mí mientras mis caderas se movían buscando la liberación. Abrí los ojos para verlo observar mientras sus dedos se movían bajo la seda antes de que sus ojos se deslizaran por mi cuerpo hacia mi cara. Estaba tan cerca y sabía que JOE lo sabía, lo sentía mientras susurraba:
—Jodidamente hermosa, ____(TD). Cada centímetro.
Lo sentí moverse para sentarse a mi lado mientras los dos lados de mi tanga eran arrancados por mis piernas. El aire era fresco contra mi humedad, que después de su asistencia, ahora, incluso, se humedeció la parte superior de mis muslos. Mis bragas empapadas fueron descuidadamente arrojadas lejos y JOE se reposicionó entre mis piernas hasta que sentí su aliento cálido en la piel sensible de mi estómago inferior. Hizo llover besos suaves en un rastro por mi cuerpo, mientras se movía aún más abajo y, finalmente, se arrodilló al final de mi cama. Él suavemente me agarró de los tobillos y me deslizó hacia abajo hasta que el borde del colchón estaba detrás de mis rodillas.
—Te voy a comer, nena —gruñó en voz baja, levantó mis piernas para colocarlas sobre sus hombros, mientras los pulgares abrían mis labios externos para exponer mi interior y todo mi color rosado en su gloria hinchada—. Recuerdo ese olor —murmuró densamente antes de sentir su boca caer y empezar a, sin otra palabra para ello, devorarme. No pude contener los sonidos de placer que mi garganta estaba haciendo ante la sensación de sus labios sobre mí. Fue su húmeda lengua girando combinado con su suave chupar que me tuvo en un frenesí, pero no fue hasta que sentí uno de sus dedos recorrer suavemente hacia arriba en mi apretado, húmedo, agujero que estuve totalmente perdida. Choqué contra la onda orgásmica solo marginalmente consciente de que mis manos estaban ahora agarrando su cabello y mis caderas seguían moviéndose, montado su lengua. Sus dedos desaceleraron mientras se deslizaban dentro y fuera de mi canal cremoso. Le oí moverse al final de la cama, pero él siguió acariciando y dulcemente besando alrededor de mi montículo, sin romper el contacto, pero dando a mi cuerpo tiempo para recuperarse.
—Mejor de lo imaginado, cariño —murmuró JOE mientras se limpiaba mi humedad de la boca y las mejillas en mi muslo antes de deslizarse por mi cuerpo y rebotar la cabeza de su miembro duro contra mi clítoris sensible.
¿Cuándo se quitó el resto de la ropa?, me pregunté solo a medias ya que mi cuerpo seguía palpitando.
Nuestras bocas se fundieron de nuevo y me probé en su lengua hasta que JOE se separó para inclinarse y enganchar sus pantalones desde el lado de la cama para sacar un condón. JOE puso el paquete de aluminio contra mis labios.
—¿Un poco de ayuda aquí? —preguntó en una sonrisa, los ojos bailando en mis todavía palpitantes-por-la-corrida-de-todas-las-corridas ojos abiertos como platos. Apreté mis dientes en un rincón de la pequeña pieza mientras él quitaba el resto de la basura con el fin de abrir el paquete. Sacó el látex con una mano y cayó a su lado, JOE tiró descuidadamente el papel de aluminio en el suelo. Miré con atención absorta mientras deslizaba el condón sobre la gran longitud de su polla hermosa y rígida teniendo cuidado de mantener un espacio en la sensible cabeza; un movimiento que terminó en una cadera sexy estocada en su puño. Sentí un espasmo rotundo en todas mis partes rosadas.
Quería esa dureza dentro de mí.
Lo necesitaba en mi interior.
Sin pensarlo, tiré mi pierna alrededor de él y anclé un pie en el suelo, pero me apunté sobre su dureza fuertemente enfundada.
—Te deseo —le dije, haciendo eco de su gruñido y frotando mis partes rosadas hinchadas contra su rigidez cubierta de látex con mi propia lubricación natural. Vi el destello en las profundidades de sus ojos lo que me tomé como consentimiento mientras agarraba su dura longitud en la mano y la apuntaba hacia mi humedad cremosa. Sentí la punta caliente de él a través del látex, firme en contra de mi apertura jugosa mientras me sentaba—. Te necesito, JOE —dije en voz baja mientras trataba de explicar mis movimientos audaces tanto a él como a mí misma mientras inclinaba mi núcleo para recibirlo y comencé a deslizarme hacia abajo, centímetro a centímetro, en su polla dura.
Estaba llena de él y, con tan poca experiencia, lo más completa que podía posiblemente estar. Me quedé allí, sintiendo mis labios vaginales contra su base, haciendo una pausa en su longitud por un par de segundos antes de que me enderezara y sentí mis caderas, casi involuntariamente, comenzar a moverse. Empujando y retorciéndome, me levanté y bajé en esa longitud impía y él pareció permitirme establecer el ritmo, un lavadero, me senté recta y dejé caer mi cabeza detrás de mí, mientras todas mis otras áreas rosa gritaban ― JOE con fuerza.
***
Joder, pensó JOE mientras miraba a su polla dura como una roca siendo devorada por el coño húmedo de ____(TN) y sintió su cabello acariciar sus muslos mientras arqueaba el cuello hacia atrás mientras se empalmaba sobre él con un gemido dulce. Nunca había presenciado algo tan erótico, tan jodidamente primitivo como verla disfrutar montando su polla. Su jugosa estrechez parecía hecha solo para él y, sucumbiendo a su impulso primitivo, le agarró una cadera en cada mano mientras empezaba a impulsarse, rápido y duro, dentro de ella. Sus pezones suculentos rebotaban al ritmo de sus embestidas a unos escasos centímetros de su cara. JOE se curvó y con una mano entre sus hombros llevó su pecho hacia él, bajó la cabeza para capturar una de las puntas color rosa en la boca y empezó a chupar con avidez. Mientras se movía, ella deslizó sus brazos hasta sus hombros y arqueó la espalda aún más para darle un mejor acceso a su pecho. Al oír su gemido áspero y sentir sus manos sobre su piel tensa, se trasladó a chupar su otro pecho con la esperanza de traerla más cerca de lo que su cuerpo instintivamente sabía que estaba.
Podía sentir su propio clímax construyéndose en la base de su espina dorsal y sabía que iba a venirse, y venirse duro. Pasando un brazo alrededor de su culo mientras sostenía el otro detrás de él para un mejor movimiento, JOE empujó a ____(TN) con más fuerza contra él, aplastando sus senos contra su pecho musculoso y sintió sus uñas comenzar a cavar en sus hombros mientras ella comenzaba a perderse en las sensaciones que la inundaban ahora. Sintió a sus bolas apretándose mientras se disponían a vaciarse dentro de ella.
Queriendo su placer primero, él movió su mano de sus caderas y la deslizó entre ellos para presionar y tirar contra su clítoris hinchado.
— JOE —exclamó mientras su pulgar giraba y sacudía el nudo hinchado mientras se movía a sí mismo dentro y fuera de ella, incluso más rápido, más fuerte—. Voy a, oh, Dios, JOE, voy a...
Sintiendo que ella empezaba a latir y apretarse mientras sus caderas se sacudían a su alrededor, JOE movió los labios y buscó su boca. Se balanceó de arriba y abajo, adentro y afuera mientras tragaba los sonidos de sus gritos de liberación de su cuerpo dentro de la unión de sus bocas. Enterrado en ella, podía sentir sus fluidos rodear su polla rígida antes de soltarse en el depósito del preservativo mientras él se entregaba a su propio orgasmo. En algún momento, sus labios se habían movido de su boca a su cuello y sintió sus propios gruñidos de placer reverberar contra su piel. Como no quería dejar que el sentimiento se fuera, JOE movió sus caderas lentamente, arrastrándola hacia arriba y abajo sobre su larga longitud, dentro y fuera de esa todavía temblorosa estrechez.
____(TN) dejó caer la cabeza sobre su pecho mientras él se recostaba en la cama y ella gimió de nuevo, solo más suave esta vez y con solo un tirón suave de sus caderas.
—Oh Dios mío —la oyó suspirar. Había más de un par de compases silenciosos en la pequeña habitación, ya que ambos trataban de controlar su respiración. Sus manos siguieron apretando y acariciando, no queriendo dejar que las reacciones de sus cuerpos se alejaran. Finalmente, JOE suavemente
empujó sus caderas dando la silenciosa señal para salir de ____(TN) con cuidado antes de que rodara a su lado, con la cabeza en su pecho.
—Necesito deshacerme de esto, cariño —explicó JOE justo antes de que ella fuera capaz de recostarse completamente en contra de él, y él hizo un lento curvado de abdominales para sentarse en el borde.
Después de tirar el condón, JOE se detuvo al final de la cama y se limitó a mirarla todavía acurrucada en un lado, desnuda encima de las sabanas tomándose un momento para disfrutar de la vista de ella en la luz reflejada. Él negó y sus labios temblaron mientras se sentaba en el borde y comenzaba a acariciar la cadera más cercana a él.
—¿____(TN)?
—Mm-hmm —respondió ella, sus ojos moviéndose a él, pero no del todo centrados.
—¿Ésta es una cama individual, bonita? —preguntó con un temblor en la voz. ____(TN) se levantó sobre un codo y lo miró mientras trataba de encontrar el espacio para posarse en el borde de su pequeña cama.
—Uh, sí. ¿Por qué? —Cuando él no respondió, ____(TN) continuó—. Solo tenía permitido tomar los muebles de mi habitación y solo tenía una cama individual cuando vivía con mis padres —explicó, la más pequeña actitud defensiva en su voz.
JOE escuchó y tuvo un pequeño pensamiento desde su mente, demasiado rápido para atraparlo. Vio su mano mientras corría suavemente desde la rodilla hasta la cadera mientras se calmaba para tomar el pensamiento cuando rodeara su mente de nuevo.
—¿Como única beneficiaria no heredaste la totalidad de su patrimonio? — preguntó después de atrapar la idea, ya que de nuevo rodeó su mente. Eso no tenía sentido. No había ninguna razón por la que no debería haber recibido todos los muebles de la casa a menos que hubiera sido coleccionables u otros elementos que tuvieran un alto valor. ¿Camas? No debería haber sido incluso una consideración. Tendría que conseguir una copia de la voluntad y hablar con Sam, su abogado tenía que llegar al fondo de esto. El humor de JOE después de hacer el amor con pasión en un espacio tan pequeño fue olvidado mientras pensaba en lo poco que sabía acerca de la ley de herencia de haberla experimentado de primera mano después de la muerte de su padre y la muerte de su hermano en Afganistán. Su voz interior le decía que algo no estaba bien. Tendría que dejarlo ir, por ahora, sin embargo, hasta que tuviera suficiente para seguir adelante.
JOE miró de nuevo a ____(TN), devolviendo a su mente de nuevo a las curvas resaltadas en el resplandor de la otra habitación, y vio que ella lo miraba con
solemnidad. Demasiado solemnemente después de sus actividades anteriores. Bajando la mano de su cintura la presionó en apelación silenciosa para que se moviera y se acostó junto a ella pegándose contra su cuerpo, primero de atrás hacia adelante luego de un lado al pecho, pero simplemente no había ninguna esperanza sin importa qué postura intentara. Finalmente, se deslizó bajo las sábanas y trasladó a ____(TN) por debajo de ellas, así él estaba boca arriba con ella escondida en su costado.
—Cariño, no seré capaz de dormir contigo en una cama individual — retumbó en su cabello con una sonrisa que ella pudo oír en su voz, mientras sus pies colgaban de la parte inferior de su colchón—. Mientras funcionó por esta primera vez porque no podía esperar para tenerte, no vamos a ser capaces de jugar adecuadamente en un espacio tan pequeño.
____(TN), yaciendo más en él que fuera, levantó la cara hacia él mientras hablaba y veía a sus cejas juntarse en la parte de ―jugar adecuadamente de su oración.
—Nena —explicó tratando todavía más difícil de no reír y reír a carcajadas al recordar sus últimos movimientos, así como la imagen mental de los dos tratando de dormir juntos en el pequeño colchón—.Tu cama es demasiado pequeña. —Observó el surco entre sus cejas, mientras este se profundizaba—. Quiero dormir contigo, ____(TN) —continuó, mirándola mientras dejaba caer su rostro a rodar aún más hacia él, ahora enterrando la cara en su cuello mientras él continuaba, moviéndose para cubrirse. JOE sabía, tan joven como era, lo expuesta que se debía estar sintiendo por sus dos actividades anteriores y la charla de su menos-que-adecuada-cama.
Él se inclinó hacia delante y le dio un beso suave en la frente mientras curvaba el brazo alrededor de su espalda para frotar entre sus omóplatos.
—¿Cariño? Necesito espacio para jugar contigo mientras estamos desnudos. Para mí es importante, ¿no? Así que, la próxima vez, estaremos en mi casa. —____(TN) finalmente levantó la cabeza y miró a los ojos antes de que finalmente asintiera, pero podía ver la inseguridad en sus ojos.
Él apretó sus brazos que estaban a su alrededor.
—No es una cosa de una sola vez, bonita. No por mucho. Así que, necesitas tomar la píldora para que no haya nada entre nosotros —continuó JOE con la esperanza de decirlo todo de una vez pero viendo su rostro con cuidado, todavía elevado hacia él, mientras hablaba—. ¿Vas a poder con esto o tengo que pagarlas?
Había más de un par de compases silenciosos mientras miraba de nuevo sus hermosos ojos verde azulados permitiéndole su tiempo para asimilar todo lo que había dicho. No tu uso normal de píldoras, pensó reconociendo que su juventud e ingenuidad le obligaba a hablar con más franqueza de la que había tenido antes.
—Creo que puedo conseguirlas en el campus —murmuró ____(TN) suavemente.
—Bueno. — JOE, tratando de encontrar un lugar más cómodo, giró su cuerpo curvilíneo suave lejos del suyo y se enroscó alrededor de su espalda, pero sus pies y piernas aún sobresalían en el frío de la habitación. Podía sentir las suaves mejillas de su culo contra su polla y movió su cabello para poder mordisquear la piel sensible de su cuello—. Una última cosa antes de la segunda ronda —susurró entre besos.
—¿Segunda ronda? —preguntó ella girándose ligeramente para mirarlo por encima del hombro.
—Mm-hmm. Segunda ronda —dijo JOE en un firme pero suave rugido—. Tu auto será entregado mañana. Skeet dice que estará como nuevo. Aunque, tengo que decirte, cariño, necesitas uno nuevo.
—Mm-hmm, agradezco tu ayuda para conseguir que funcione. ¿Van a necesitar dinero para la reparación cuando lo entreguen?
Aunque las palabras fueron dichas casualmente, casi coloquial, JOE pudo sentir que su corazón se aceleraba bajo el brazo que había envuelto a su alrededor mientras él correctamente supuso que ella estaba más que preocupada por el costo que conseguir que ese maldito engendro corriera. La jodida cosa costaba más por repararse que lo que probablemente valiera.
—Sin cuidado, nena. Sin costo para ti —dijo moviendo los labios de nuevo al punto dulce donde su hombro se unía a su cuello.
—¿No hay costo para mí? —El cuerpo de ____(TN) se quedó quieta esperando la respuesta de JOE. Cuando ella se encontró con el silencio, se separó y se volvió para mirarlo y afirmó, en lugar de preguntar esta vez: —No hay costo para mí.
—Sí, cariño, sin costo para ti.
—¿Estás loco? —explotó ella, aumentando el volumen de su voz—. ¡Pago mis cosas, JOE! —dijo ____(TN) firmemente rodando fuera de la estrecha cama enganchándose en el edredón pesado mientras rodaba, dejándolo solo con la sabana muy usada para cubrirse—. Pago mis propias cosas —repitió con la frente en alto y orgullosa en un lado de la cama mientras continuaba enrollando el grueso edredón completamente alrededor de su cuerpo.
JOE se apoyó en un codo y la miró fijamente, en toda su gloria magníficamente ofendida, sabiendo que sería determinada con esto. Tendría que haber recordado lo testaruda que ella podría ser, pero esto era diferente que solo hablar para que la dejara hacer una entrevista de baile. Sabía que la había herido al casi reírse de exiguo tamaño de la cama, pero la había realmente ofendido en el pago de las reparaciones de su auto. Él no lo entendía. Su experiencia había demostrado que la mayoría de las mujeres querían todo lo que tenía para dar y que incluso, en ocasiones, tomaban más de lo que estaba dispuesto a dar en el frente financiero.
—El abrigo fue una cosa, JOE, pero pagar por la reparación de mi auto. Nuh-uh, no va a suceder —declaró ____(TN) cruzando los brazos sobre su pecho.
Sí, era determinada. Jódeme, pensó para sí mismo en un silencioso suspiro mientras se frotaba la mano por la cara.
—¿Esto es importante para ti? —preguntó JOE en voz baja. —¿Pagar por esto? —La vio asentir bruscamente—. Sabes que poseo el taller de reparaciones, ¿no?
—¡Por supuesto que sí! —exclamó levantando una de sus manos y sosteniendo la pesada colcha cerca de su pecho con la otra—. ¿Por qué no sería así, puesto que ya pareces poseer tanto en esta ciudad? ¡Apuesto a que eres el propietario de Enrique y de Buxby, también! —terminó ella un poco salvajemente.
Guau. Nena. Primero, Dale y yo poseemos un número de negocios aquí y en todo el condado, pero no jodidamente poseo Enrique o Buxby. — JOE no quería decirle que estaban buscando comprar el edificio de Buxby, que acaba de pasar a ser un muy largo edificio a lo largo del bloque—. En segundo lugar, la reparación de tu auto, incluyendo las partes que necesitan ser reemplazadas, con Skeet y el trabajo de sus muchachos, ya se contabilizó en los libros, que es una de las ventajas de ser un copropietario.
JOE se movió para sentarse en el borde de la cama, los pies en el suelo, frente a ella.
—Ya se han ocupado, cariño.
—¿Cuánto, JOE? —preguntó ____(TN) más suave pero igual de tensa que antes. Ella retorció de nuevo su cuerpo en los confines de su edredón.
Dios, que terca.
—No va a suceder, ____(TD) —respondió él igual de suavemente pero con firmeza. Se puso de pie desnudo ante ella mientras la rodeaba en toda su cubierta barata, pero pesada, fibra llena. JOE bajó su boca con la esperanza de cambiarla de la ―____(TN) independiente-obstinada con la esperanza de volver a la ―____(TN) sexualmente abandonada que lo había montado con tanto ardor apenas hace un rato.
Sus labios nunca dejando los de ella, lentamente comenzó a desenvolverla de su toga sabiendo que la segunda ronda iba a ser incluso mejor que la primera, incluso si tuvieran que utilizar el suelo para hacerlo.
En otra parte de la ciudad, un par de ojos vieron como la bailarina, ahora vestida con jeans saludaba a sus compañeros de trabajo y se metía en su auto. Los ojos siguieron el Chevy de último modelo, mientras salía de la zona de estacionamiento y giraba a la izquierda.
No había necesidad de apresurarse ya que los ojos que miraban ya sabían adónde la joven bailarina iba. Una mano enguantada metió la mano en el bolsillo apuntando el cortador de cajas y otros accesorios que esas noches de caza requerían.
Ésta sería castigada igual que las otras dos. Y con ojos brillaban mientras las escenas de castigo de la otra bailarina brillaron como el mercurio a través de su memoria. La excitación se deslizó junto con los recuerdos y los ojos miraron la cuerda situada en el asiento del pasajero.
—Voy a hacer que sea bueno para ti, cariño —prometió, finalmente arrancando el auto, yendo tras la próxima chica que debía ser aleccionada, una lección que podría curar su necesidad al pecado y salvar su alma.
PEZA
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