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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por LittleRabbit69 Lun 25 Ago 2014, 8:07 pm

Ficha de la Novela

Título: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik
Autor: E.L James/LittleRabbit69
Adaptación: Si a Ziall
Género: Drama/ Romance
Contenido: , relaciones homosexuales, malas palabras, violencia.
Advertencia: Obviamente no te estoy obligando a leer esta novela, y si lo haces es bajo tu propio riesgo, no te puedo asegurar lo que pasara en cada capítulo, y si la novela no es de tu agrado CIERRA LA VENTANA Y DESAPARECE…. Sexo homosexual y si le tienes miedo a eso, pobre de ti……sean todos bienvenidos!! Excepto los que vienen a molestar
PD: ni se molesten en dejar comentarios negativos ;)


CINCUENTA SOMBRAS MAS OSCURAS.

Introducción.


Él ha vuelto. Mamá está dormida o vuelve a estar enferma. Yo me escondo y me acurruco debajo de la mesa de la cocina. Veo a mamá a través de mis dedos. Está dormida en el sofá. Su mano cae sobre la alfombra verde y pegajosa, él lleva sus botas grandes con la hebilla brillante y está de pie junto a mamá. Gritando.

Pega a mamá con un cinturón. «¡Levanta! ¡Levanta! Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta. Eres una jodida puta.»

Mamá hace un ruido, como si sollozara. «Para. Por favor, para.» Mamá no grita. Mamá se acurruca más.

Yo tengo los dedos metidos en las orejas, y cierro los ojos. El ruido cesa.

Él se da la vuelta y veo sus botas cuando irrumpe en la cocina.

Todavía lleva el cinturón. Intenta encontrarme.

Se agacha y sonríe. Huele mal. A cigarrillos y alcohol. «Aquí estás, mierdecilla.»


Un gemido escalofriante lo despierta. ¡Dios! Está empapado en sudor y su corazón late desaforadamente. ¿Qué coño? Se sienta de un salto en la cama y se coge la cabeza con ambas manos. Dios… Han vuelto. El ruido era yo. Respira profunda y acompasadamente, para despejarse la mente y las fosas nasales del olor a bourbon barato y a cigarrillos Camel rancios.

Hola aquí esta la novela no subiré diario pero cuando suba será maratón xd
LittleRabbit69
LittleRabbit69


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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por Anonyme Sáb 30 Ago 2014, 10:54 pm

*u* Me encanto la introducción, espero que subas pronto :)
Anonyme
Anonyme


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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por Nikole Horan Miér 17 Sep 2014, 2:46 pm

asi es estoy aqui
so... Solo un comentario? Really?
QUE LES PASA! Ok no
pos... Vengo a decirte que la sigas, si asi es siguela o voy a Mexico y te corto el pene Sergio
so.... Besos del panda!
Pd-hace mil año no entraba aqui
Nikole Horan
Nikole Horan


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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por LittleRabbit69 Dom 19 Oct 2014, 6:04 pm

por Anonyme escribió:
*u* Me encanto la introducción, espero que subas pronto :)

Ya subo
LittleRabbit69
LittleRabbit69


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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por LittleRabbit69 Dom 19 Oct 2014, 6:06 pm

por Nikole Horan escribió:
asi es estoy aqui
so... Solo un comentario? Really?
QUE LES PASA! Ok no
pos... Vengo a decirte que la sigas, si asi es siguela o voy a Mexico y te corto el pene Sergio
so.... Besos del panda!
Pd-hace mil año no entraba aqui

Huy que amoroso, ya la sigo, necesito mi miembro para poder vivir, igual hace mil años que no subía aquí

Ya subo, kisses de conejo
LittleRabbit69
LittleRabbit69


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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por LittleRabbit69 Dom 19 Oct 2014, 6:08 pm

capitulo 01.

He sobrevivido al tercer día post-Zayn, y a mi primer día en el trabajo. Me ha ido bien distraerme. El tiempo ha pasado volando entre una nebulosa de caras nuevas, trabajo por hacer y el señor Jack Hyde. El señor Jack Hyde… se apoya en mi mesa y sus ojos azules brillan cuando baja la mirada y me sonríe.

—Un trabajo excelente, Ni. Me parece que formaremos un gran equipo.

Yo tuerzo los labios hacia arriba y consigo algo parecido a una sonrisa.

—Yo ya me voy, si te parece bien —murmuro.

—Claro, son las cinco y media. Nos veremos mañana.

—Buenas tardes, Jack.

—Buenas tardes, Ni.

Recojo mi maletín, me pongo la chaqueta y me dirijo a la puerta. Una vez en la calle, aspiro profundamente el aire de Seattle a primera hora de la tarde. Eso no basta para llenar el vacío de mi pecho, un vacío que siento desde el sábado por la mañana, una grieta desgarradora que me recuerda lo que he perdido. Camino hacia la parada de autobús con la cabeza gacha, mirándome los pies y pensando como será estar sin mi querido Kevin, mi viejo Escarabajo… o sin el Audi.

Descarto inmediatamente esa posibilidad. No. No pienso en él. Naturalmente que puedo permitirme un coche; un coche nuevo y bonito. Sospecho que él ha sido muy generoso con el pago, y eso me deja un sabor amargo en la boca, pero aparto esa idea e intento mantener la mente en blanco y tan aturdida como sea posible. No puedo pensar en él. No quiero empezar a llorar otra vez… en plena calle no.

El apartamento está vacío. Echo de menos a Louis; lo imagino tumbado en una playa de Barbados bebiendo sorbitos de un combinado frío. Enciendo el televisor de pantalla plana para que el ruido llene el vacío y dé cierta sensación de compañía, pero ni lo escucho ni lo miro. Me siento y observo fijamente la pared de ladrillo. Estoy entumecido. Solo siento dolor. ¿Cuánto tendré que soportar esto?

El timbre de la puerta me saca de golpe de mi abatimiento y siento un brinco en el corazón. ¿Quién puede ser? Pulso el interfono.

—Un paquete para el señor Horan —contesta una voz monótona e impersonal, y la decepción me parte en dos.

Bajo las escaleras, indiferente, y me encuentro con un chico apoyado en la puerta principal que masca chicle de forma ruidosa y lleva una caja de cartón. Firmo la entrega del paquete y me lo llevo arriba. Es una caja enorme y, curiosamente, liviana. Dentro hay dos docenas de rosas blancas de tallo largo y una tarjeta.

‘Felicidades por tu primer día de trabajo.
Espero que haya ido bien.
Y gracias por el planeador. Has sido muy amable.
Ocupa un lugar preferente en mi mesa.
Zayn.’

Me quedo mirando la tarjeta impresa, la grieta de mi pecho se ensancha. Sin duda, esto lo ha enviado su asistente. Probablemente Zayn ha tenido muy poco que ver. Me duele demasiado pensar eso. Observo las rosas: son preciosas, y no soy capaz de tirarlas a la basura. Voy a la cocina, diligente, a buscar un jarrón.


Y así se establece un patrón: despertar, trabajar, llorar, dormir. Bueno, tratar de dormir. No consigo huir de él ni en sueños. Sus ardientes ojos mieles, su mirada perdida, su cabello negro y brillante, todo me persigue. Y la música… tanta música… no soporto oír ningún tipo de música. Procuro evitarla a toda costa. Incluso las melodías de los anuncios me hacen temblar.

No he hablado con nadie, ni siquiera con mi madre, ni con Mark. Ahora mismo soy incapaz de tener una conversación banal. No, no quiero nada de eso. Me he convertido en mi propia isla independiente. Una tierra saqueada y devastada por la guerra, donde no crece nada y cuyo porvenir es inhóspito. Sí, ese soy yo. Puedo interactuar de forma impersonal en el trabajo, pero nada más. Si hablo con mamá, sé que acabaré más destrozado aún… y ya no me queda nada por destrozar.


Me cuesta comer. El miércoles a la hora del almuerzo conseguí comerme una taza de yogur, y era lo primero que comía desde el viernes. Sobrevivo gracias a una recién descubierta resistencia a base de cafés con leche y Coca-Cola Light. Lo que me mantiene en marcha es la cafeína, pero me provoca ansiedad.

Jack ha empezado a estar muy encima de mí, me molesta, me hace preguntas personales. ¿Qué quiere? Yo me muestro educado, pero he de mantenerle a distancia.

Me siento y reviso un montón de correspondencia dirigida a él, y me gusta distraerme con esa tarea insignificante. Suena un aviso de correo electrónico y rápidamente compruebo de quién es.

Santo cielo. Un correo de Zayn. Oh, no, aquí no… en el trabajo no.

_________________________________
De: Zayn Malik
Fecha: 8 de junio de 2013 14:05
Para: Niall Horan
Asunto: Mañana

Querido Niall:
Perdona esta intromisión en el trabajo. Espero que te esté yendo bien.
¿Recibiste mis flores?
Me he dado cuenta de que mañana es la inauguración de la exposición de tu amigo en la galería, y estoy seguro de que no has tenido tiempo de comprarte un coche, y eso está lejos. Me encantaría acompañarte… si te apetece.
Házmelo saber.

Zayn Malik
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.
_________________________________


Mis ojos se llenan de lágrimas. Dejo mi mesa a toda prisa, corro al lavabo y me escondo en uno de los compartimentos. La exposición de Liam. Maldita sea. La había olvidado por completo y le prometí que iría. Oh, no, Zayn tiene razón, ¿cómo voy a ir hasta allí?

Me aprieto las sienes. ¿Por qué no me ha telefoneado Liam? Ahora que lo pienso… ¿por qué no ha telefoneado nadie? He estado tan absorto que no me he dado cuenta de que mi móvil no sonaba.

¡Maldita sea! ¡Soy un idiota! Aún está desviado al iPhone. Dios santo. Zayn ha estado recibiendo mis llamadas; a menos que haya tirado el iPhone. ¿Cómo ha conseguido mi dirección electrónica?

Sabe qué número calzo; no creo que una dirección de correo electrónico le suponga un gran problema.

¿Puedo volver a verle? ¿Puedo soportarlo? ¿Quiero verle? Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás mientras la tristeza y la añoranza destrozan mis entrañas. Claro que sí.

Quizá, quizá puedo decirle que he cambiado de idea… No, no, no. No puedo estar con alguien que siente placer haciéndome daño, alguien que no puede quererme.

Fogonazos de recuerdos torturan mi mente: el planeador, cogidos de la mano, los besos, la bañera, su delicadeza, su humor, y su mirada sexy, oscura, pensativa. Le echo de menos. Han pasado cinco días, cinco días de agonía que me han parecido eternos. Por las noches lloro hasta quedarme dormido, deseando no haberme marchado, deseando que él fuera diferente, deseando que estuviéramos juntos. ¿Cuánto durará este sentimiento horrible y abrumador? Vivo un calvario.

Me rodeo el cuerpo con los brazos, me abrazo, me abrazo fuerte, me sostengo a mí mismo. Le echo de menos. Realmente le echo de menos… Le quiero. Así de simple.

¡Niall Horan, estás en el trabajo! He de ser fuerte, pero quiero ir a la exposición de Liam y, en el fondo, mi lado masoquista quiere ver a Zayn. Inspiro profundamente y vuelvo a mi mesa.

_________________________________
De: Niall Horan
Fecha: 8 de junio de 2013 14:25
Para: Zayn Malik
Asunto: Mañana

Hola, Zayn:
Gracias por las flores; son preciosas.
Sí, te agradecería que me acompañaras.
Gracias.

Niall Horan
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
_________________________________


Reviso mi móvil y veo que las llamadas siguen desviadas al iPhone. Jack está en una reunión, así que llamo rápidamente a Liam.

—Hola, Liam, Soy Ni.

—Hola, desaparecido.

Su tono es tan cariñoso y agradable que casi basta con eso para provocarme otra crisis.

—No puedo hablar mucho. ¿A qué hora he de estar mañana en tu exposición?

—Pero, ¿vendrás?

Parece emocionado.

—Sí, claro.

Al imaginar su gesto de satisfacción, sonrío sinceramente por primera vez en cinco días.

—A las siete y media.

—Pues nos vemos allí. Adiós, Liam.

—Adiós, Ni.

_________________________________
De: Zayn Malik
Fecha: 8 de junio de 2013 14:27
Para: Niall Horan
Asunto: Mañana

Querido Niall:
¿A qué hora paso a recogerte?

Zayn Malik
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.
_________________________________

_________________________________
De: Niall Horan
Fecha: 8 de junio de 2013 14:32
Para: Zayn Malik
Asunto: Mañana

La exposición de Liam se inaugura a las 19:30. ¿A qué hora te parece bien?

Niall Horan
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
_________________________________

_________________________________
De: Zayn Malik
Fecha: 8 de junio de 2013 14:34
Para:Niall Horan
Asunto: Mañana

Querido Niall:
Portland está bastante lejos. Debería recogerte a las 17:45.
Tengo muchas ganas de verte.

Zayn Malik
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.
_________________________________

_________________________________
De: Niall Horan
Fecha: 8 de junio de 2013 14 :38
Para: Zayn Malik
Asunto: Mañana

Hasta entonces, pues.

Niall Horan
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
_________________________________


Oh, Dios. Voy a ver a Zayn, y por primera vez en cinco días mi estado de ánimo mejora un ápice y me atrevo a preguntarme cómo habrá estado él.

¿Me ha echado de menos? Seguramente no como yo a él. ¿Ha encontrado a un nuevo sumiso o alguna sumisa de dondequiera que los saque? Esa idea me hace tanto daño que la desecho inmediatamente. Miro el montón de correspondencia que he de clasificar para Jack y me pongo a ello mientras lucho por expulsar a Zayn fuera de mi mente una vez más.

Por la noche doy vueltas y vueltas en la cama intentando dormir. Es la primera vez en varios días que no he llorado hasta quedarme dormido.

Visualizo mentalmente la cara de Zayn la última vez que le vi, cuando me marché de su apartamento. Su expresión torturada me persigue. Recuerdo que él no quería que me fuera, lo cual me resultó muy extraño. ¿Por qué iba a quedarme si las cosas habían llegado a un punto muerto? Los dos evitábamos nuestros propios conflictos: mi miedo al castigo, su miedo a… ¿qué? ¿Al amor?

Me doy la vuelta, me invade una tristeza insoportable, y me abrazo a la almohada. Él no merece que le quieran. ¿Por qué se siente así? ¿Tiene algo que ver con su infancia? ¿Con su madre biológica, la puta adicta al crack? Esos pensamientos me acechan hasta la madrugada, cuando finalmente caigo agotado en un sueño convulso.


El día pasa muy, muy despacio, y Jack se muestra inusualmente atento. Sospecho que es por la camisa de manga corta azul y blanca de rayas finas, los tirantes y los pantalones de traje gris oscuro que llevo, pero trato de no pensar mucho en eso. El traje me queda más holgado de lo debido, pero finjo que no me doy cuenta. Lo cierto es que estoy bastante sexy.

Por fin son las cinco y media, recojo mi maletín, e intento mantener la calma. ¡Voy a verle!

—¿Sales con alguien esta noche? —pregunta Jack cuando pasa junto a mi mesa de camino a la salida.

—Sí. No. La verdad es que no.

Arquea una ceja y me mira, claramente intrigado.

—¿Una novia?

Me ruborizo.

—No, un amigo. Un ex novio.

—A lo mejor mañana te apetece ir a tomar una copa después del trabajo. Has tenido una primera semana magnífica, Ni. Deberíamos celebrarlo.

Sonríe, y en su cara aparece una emoción desconocida que me incomoda.

Se mete las manos en los bolsillos y sale tranquilamente por la puerta. Veo su espalda que se aleja y frunzo el ceño. ¿Tomar copas con el jefe es buena idea?

Meneo la cabeza. Primero he de enfrentarme a una noche con Zayn Malik. ¿Cómo voy a hacerlo? Corro al lavabo a darme los últimos toques.

Me examino la cara con severidad en el enorme espejo de la pared durante un buen rato. Tengo ojeras. Se me ve angustiado. Me mojo la cara y me arreglo el pelo un poco, e inspiro profundamente. Tendrá que bastar con eso.

Cruzo nervioso el vestíbulo y, al pasar por recepción, saludo con una sonrisa a Claire. Creo que ella y yo podríamos ser amigas. Jack está hablando con Elizabeth mientras yo voy hacia la puerta, y él corre a abrírmela con una sonrisa enorme.

—Pasa, Ni —murmura.

—Gracias —sonrío, avergonzado.

Fuera, junto al bordillo, Higgins espera. Abre la puerta de atrás del coche. Vacilante, me giro para mirar de reojo a Jack, que ha salido detrás de mí. Está contemplando el Audi SUV, consternado.

Me giro de nuevo, me encamino hacia el coche y subo detrás, y allí está él sentado —Zayn Malik—, con su traje gris, sin corbata y el cuello de la camisa blanca desabrochado. Sus ojos mieles brillan.

Se me seca la boca. Está soberbio, pero me mira con mala cara. ¿Por qué?

—¿Cuánto hace que no has comido? —me suelta en cuanto entro y Higgins cierra la puerta.

Maldita sea.

—Hola, Zayn. Yo también me alegro de verte.

—No estoy de humor para aguantar tu lengua viperina. Contéstame.

Sus ojos centellean.

Por Dios…

—Mmm… He comido un yogur al mediodía. Ah… y un plátano.

—¿Cuándo fue la última vez que comiste de verdad? —pregunta, mordaz.

Higgins ocupa discretamente su puesto al volante, pone en marcha el coche y se incorpora al tráfico.

Yo levanto la vista y Jack me hace un gesto, aunque no sé qué ve a través del cristal oscuro. Le devuelvo el saludo.

—¿Quién es ese? —suelta Zayn.

—Mi jefe.

Miro a hurtadillas al guapísimo chico que tengo al lado y que contrae los labios con firmeza.

—¿Bueno? ¿Tu última comida?

—Zayn, la verdad es que eso no es asunto tuyo —murmuro, sintiéndome extraordinariamente valiente.

—Todo lo que haces es asunto mío. Dime.

No, no lo es. Yo gruño fastidiado, pongo los ojos en blanco, y Zayn entorna la mirada. Y por primera vez en mucho tiempo tengo ganas de reír. Intento reprimir esa risita que amenaza por escaparse. Zayn suaviza el gesto mientras yo me esfuerzo en poner cara seria, y veo que la sombra de una sonrisa aflora a sus maravillosos labios perfilados.

—¿Bien? —pregunta en un tono más conciliador.

—Pasta alla vongole, el viernes pasado —susurro.

Él cierra los ojos, y la ira, y posiblemente el pesar, barren su rostro.

—Ya —dice con una voz totalmente inexpresiva—. Diría que desde entonces has perdido cinco kilos, seguramente más. Por favor, come, Niall —me reprende.

Yo bajo la vista hacia los dedos, que mantengo unidos en el regazo. ¿Por qué siempre hace que me sienta como un niño descarriado?

Se gira hacia mí.

—¿Cómo estás? —pregunta, todavía con voz suave.

Pues, la verdad, estoy destrozado… Trago saliva.

—Si te dijera que estoy bien, mentiría.

Él inspira intensamente.

—Yo estoy igual —musita, se inclina hacia mí y me coge la mano—. Te echo de menos —añade.

Oh, no. Piel con piel.

—Zayn, yo…

—Ni, por favor. Tenemos que hablar.

Voy a llorar. No.

—Zayn, yo… por favor… he llorado mucho —añado, intentando controlar mis emociones.

—Oh, cariño, no. —Tira de mi mano y sin darme cuenta estoy sobre su regazo. Me ha rodeado con sus brazos y ha hundido la nariz en mi pelo—. Te he echado tanto de menos, Niall —susurra.

Yo quiero zafarme de él, mantener cierta distancia, pero me envuelve con sus brazos. Me aprieta contra su pecho. Me derrito. Oh, aquí es donde quiero estar.

Apoyo la cabeza en él y me besa el pelo repetidas veces. Este es mi hogar. Huele a lino, a suavizante, a gel, y a mi aroma favorito… Zayn. Durante un segundo me permito fantasear con que todo irá bien, y eso apacigua mi alma inquieta.

Unos minutos después, Higgins aparca junto a la acera, aunque todavía no hemos salido de la ciudad.

—Ven —Zayn me aparta de su regazo—, hemos llegado.

¿Qué?

—Al helipuerto… en lo alto de este edificio.

Zayn mira hacia la alta torre a modo de explicación.

Claro. El Charlie Tango. Higgins abre la puerta y salgo. Me dedica una sonrisa afectuosa y paternal que hace que me sienta seguro. Yo le sonrío a mi vez.

—Debería devolverte el pañuelo.

—Quédeselo, señor Horan, con mis mejores deseos.

Me ruborizo mientras Zayn rodea el coche y me coge de la mano. Intrigado, mira a Higgins, que le devuelve una mirada impasible que no trasluce nada.

—¿A las nueve? —le dice Zayn.

—Sí, señor.

Zayn asiente, se da la vuelta y me conduce a través de la puerta doble al majestuoso vestíbulo. Yo me deleito con el tacto de su mano ancha y sus dedos largos y hábiles, curvados sobre los míos. Noto ese tirón familiar… me siento atraído, como Ícaro hacia el sol. Yo ya me he quemado, y sin embargo aquí estoy otra vez.

Al llegar al ascensor, él pulsa el botón de llamada. Yo le observo a hurtadillas y él exhibe su enigmática media sonrisa. Cuando se abren las puertas, me suelta la mano y me hace pasar.

Las puertas se cierran y me atrevo a mirarle otra vez. Él baja los ojos hacia mí, esos vívidos ojos verdes, y ahí está, esa electricidad en el aire que nos rodea. Palpable. Casi puedo saborear cómo late entre nosotros y nos atrae mutuamente.

—Oh, dios —jadeo, y disfruto un segundo de la intensidad de esta atracción primitiva y visceral.

—Yo también lo noto —dice con ojos intensos y turbios.

Un deseo oscuro y letal inunda mi entrepierna. Él me sujeta la mano y me acaricia los nudillos con el pulgar, y todos los músculos de mis entrañas se tensan deliciosa e intensamente.

¿Cómo puede seguir provocándome esto?

—Por favor, no te muerdas el labio, Niall —susurra.

Levanto la mirada hacia él y me suelto el labio. Le deseo. Aquí, ahora, en el ascensor. ¿Cómo iba a ser de otro modo?

—Ya sabes qué efecto tiene eso en mí —murmura.

Oh, todavía ejerzo efecto sobre él. El dios que llevo dentro despierta de sus cinco días de enfurruñamiento.

De golpe se abren las puertas, se rompe el hechizo y estamos en la azotea. Hace viento y, como voy en manga corta, tengo frío. Zayn me rodea con el brazo, me atrae hacia él y vamos a toda prisa hasta el centro del helipuerto, donde está el Charlie Tango con sus hélices girando despacio.

Un hombre alto y rubio, de mandíbula cuadrada y con traje oscuro, baja de un salto, se agacha y corre hacia nosotros. Le estrecha la mano a Zayn y grita por encima del ruido de las hélices.

—Listo para despegar, señor. ¡Todo suyo!

—¿Lo has revisado todo?

—Sí, señor.

—Higgins te espera en la entrada.

—Gracias, señor Malik. Que tenga un vuelo agradable hasta Portland. Señor —me saluda.

Zayn asiente sin soltarme, se agacha y me lleva hasta la puerta del helicóptero.

Una vez dentro me abrocha fuerte el arnés, y tensa las correas. Me dedica una mirada de complicidad y esa sonrisa secreta suya.

—Esto debería impedir que te muevas del sitio —murmura—. Debo decir que me gusta cómo te queda el arnés. No toques nada.

Yo me pongo muy colorado, y él desliza el dedo índice por mi mejilla antes de pasarme los cascos. A mí también me gustaría tocarte, pero no me dejarás. Frunzo el ceño. Además, ha apretado tanto las correas que apenas puedo moverme.

Ocupa su asiento y se ata también, luego empieza a hacer todas las comprobaciones previas al despegue. Es tan competente… Resulta muy seductor. Se pone los cascos, gira un mando y las hélices cogen velocidad, ensordeciéndome.

Se vuelve hacia mí y me mira.

—¿Listo, cariño?

Su voz resuena a través de los cascos.

—Sí.

Esboza esa sonrisa juvenil… que llevo tanto tiempo sin ver.

—Torre de Sea-Tac, aquí Charlie Tango Golf… Golf Echo Hotel, listo para despegar hacia Portland vía PDX. Solicito confirmación, corto.

La voz impersonal del controlador aéreo contesta las instrucciones.

—Roger, torre, Charlie Tango preparado.

Zayn gira dos mandos, sujeta la palanca, y el helicóptero se eleva suave y lentamente hacia el cielo crepuscular.

Seattle y mi estómago quedan allá abajo, y hay tanto que ver…

—Nosotros ya hemos perseguido el amanecer, Niall, ahora el anochecer.

Su voz me llega a través de los cascos. Me giro para mirarle, boquiabierto.

¿Qué significa eso? ¿Cómo es capaz de decir cosas tan románticas? Sonríe, y no puedo evitar corresponderle con timidez.

—Esta vez se ven más cosas aparte de la puesta de sol —dice.

La última vez que volamos a Seattle era de noche, pero la vista de este atardecer es espectacular, de otro mundo, literalmente. Sobrevolamos los edificios más altos, y subimos más y más.

—El Escala está por ahí. —Señala hacia el edificio—. Boeing allá, y ahora verás la Aguja Espacial.

Estiro el cuello.

—Nunca he estado allí.

—Yo te llevaré… podemos ir a comer.

—Zayn, lo hemos dejado.

—Ya lo sé. Pero de todos modos puedo llevarte allí y alimentarte.

Me mira fijamente.

Yo muevo la cabeza, enrojezco, y opto por una actitud algo menos beligerante.

—Esto de aquí arriba es precioso, gracias.

—Es impresionante, ¿verdad?

—Es impresionante que puedas hacer esto.

—¿Un halago de su parte, señor Horan? Es que soy un hombre con muy diversos talentos.

—Soy muy consciente de ello, señor Malik.

Se vuelve y sonríe satisfecho, y por primera vez en cinco días me tranquilizo un poco. A lo mejor esto no estará tan mal.

—¿Qué tal el nuevo trabajo?

—Bien, gracias. Interesante.

—¿Cómo es tu jefe?

—Ah, está bien.

¿Cómo voy a decirle a Zayn que Jack me incomoda? Se gira hacia mí y se me queda mirando.

—¿Qué pasa?

—Aparte de lo obvio, nada.

—¿Lo obvio?

—Ay, Zayn, la verdad es que a veces eres realmente obtuso.

—¿Obtuso? ¿Yo? Tengo la impresión de que no me gusta ese tono, señor Payne.

—Vale, pues entonces olvídalo.

Tuerce los labios a modo de sonrisa.

—He echado de menos esa lengua viperina.

Ahogo un jadeo y quiero chillar: ¡Yo he echado de menos… todo lo tuyo, no solo tu lengua! Pero me quedo callado, y miro a través de la pecera de vidrio que es el parabrisas de Charlie Tango, mientras seguimos hacia el sur. A nuestra derecha se ve el crepúsculo y el sol que se hunde en el horizonte —una naranja enorme, resplandeciente y abrasadora—, y es evidente que yo, Ícaro otra vez, vuelo demasiado cerca.

***

El crepúsculo nos ha seguido desde Seattle, y el cielo está repleto de ópalos, rosas y aguamarinas perfectamente mezclados, como solo sabe hacerlo la madre naturaleza. La tarde es clara y fría, y las luces de Portland centellean y parpadean para darnos la bienvenida cuando Zayn aterriza en el helipuerto. Estamos en lo alto de ese extraño edificio de Portland de ladrillo marrón del que partimos por primera vez hace menos de tres semanas.

La verdad es que hace muy poco. Sin embargo, siento que conozco a Zayn de toda la vida. Él maniobra para detener el Charlie Tango, y finalmente las hélices se paran, y lo único que oigo por los auriculares es mi propia respiración. Mmm. Esto me recuerda por un momento la experiencia Thomas Tallis. Palidezco. Ahora mismo no tengo ningunas ganas de pensar eso.

Zayn se desata el arnés y se inclina para desabrocharme el mío.

—¿Ha tenido buen viaje, señor Horan? —pregunta con voz amable y un brillo en sus ojos verdes.

—Sí, gracias, señor Malik —contesto, educado.

—Bueno, vayamos a ver las fotos del chico.

Tiende la mano, coge la mía y bajo del Charlie Tango.

Un hombre de pelo canoso con barba se acerca para recibirnos con una enorme sonrisa. Le conozco: es el mismo anciano de la última vez que estuvimos aquí.

—Joe.

Zayn sonríe y me suelta la mano para estrechar la del hombre con afecto.

—Vigílalo para Stephan. Llegará hacia las ocho o las nueve.

—Eso haré, señor Malik. Señor —dice, y me hace un gesto con la cabeza—. El coche espera abajo, señor. Ah, y el ascensor está estropeado, tendrán que bajar por las escaleras.

—Gracias, Joe.

Zayn me coge de la mano, y vamos hacia las escaleras de emergencia.


Permanecemos sentados en silencio mientras nuestro chófer nos conduce a la galería. Mi ansiedad ha vuelto en plena forma, y me doy cuenta de que el rato que hemos pasado en el Charlie Tango ha sido la calma que precede a la tormenta. Zayn está callado y pensativo… inquieto incluso; la atmósfera relajada que había entre ambos ha desaparecido. Hay tantas cosas que quiero decir, pero el trayecto es demasiado corto. Zayn mira meditabundo por la ventanilla.

—liam es solo un amigo —murmuro.

Zayn se gira y me mira, pero sus ojos oscuros y cautelosos no dejan entrever nada. Su boca… ay, su boca es provocativa y perturbadora. La recuerdo sobre mí… por todas partes. Me arde la piel. Él se revuelve en el asiento y frunce el ceño.

—Tienes unos ojos preciosos, que ahora parecen demasiado grandes para tu cara, Niall. Por favor, dime que comerás.

—Sí, Zayn, comeré —contesto de forma automática y displicente.

—Lo digo enserio.

—¿Ah, sí?

No puedo reprimir el tono desdeñoso. Sinceramente, qué cínico es este chico… este chico que me ha hecho pasar un calvario estos últimos días. No, eso no es verdad, yo mismo me he sometido al calvario. No. Ha sido él. Muevo la cabeza, confuso.

—No quiero pelearme contigo, Niall. Quiero que vuelvas, y te quiero sano —dice en voz baja.

—Pero no ha cambiado nada.

Tú sigues siendo Cincuenta Sombras.

—Hablaremos a la vuelta. Ya hemos llegado.

El coche aparca frente a la galería, y Zayn baja y me deja con la palabra en la boca. Me abre la puerta del coche y salgo.

—¿Por qué haces eso? —digo, en voz más alta de lo que pretendía.

—¿Hacer qué? —replica sorprendido.

—Decir algo como eso y luego callarte.

—Niall, estamos aquí, donde tú quieres estar. Ahora centrémonos en esto y después hablamos. No me apetece demasiado montar un numerito en la calle.

Me ruborizo y miro alrededor. Tiene razón. Es demasiado público. Me mira y aprieto los labios.

—De acuerdo —acepto de mal humor.

Me da la mano y me conduce al interior del edificio.

Estamos en un almacén rehabilitado: paredes de ladrillo, suelos de madera oscura, techos blancos y tuberías del mismo color. Es espacioso y moderno, y hay bastantes personas deambulando por la galería, bebiendo vino y admirando la obra de Liam. Al darme cuenta de que Liam ha cumplido su sueño, mis problemas se desvanecen por un momento. ¡Así se hace, Liam!

—Buenas noches y bienvenidos a la exposición de Liamlley James —nos da la bienvenida una mujer joven vestida de negro, con el pelo castaño muy corto, los labios pintados de rojo brillante y unos enormes pendientes de aro.

Me echa un breve vistazo, luego otro a Zayn, después vuelve a mirarme y se ruboriza.

Arqueo una ceja. Es mío… o lo era. Me esfuerzo por no mirarla mal, y cuando sus ojos vuelven a centrarse, pestañea de nuevo.

—Ah, eres tú, Ni. Nos encanta que tú también formes parte de todo esto.

Sonríe, me entrega un folleto y me lleva a una mesa con bebidas y un refrigerio. Vale, no se estaba fijando en Zayn. ¡Se estaba fijando en mí!

—¿La conoces?

Zayn frunce el ceño.

Yo digo que no con la cabeza, igualmente desconcertado.

Él encoge los hombros, con aire distraído.

—¿Qué quieres beber?

—Una copa de vino blanco, gracias.

Hace un gesto de contrariedad, pero se muerde la lengua y se dirige al servicio de bar.

—¡Ni!

Liam se acerca presuroso a través de un nutrido grupo de gente.

¡Madre mía! Lleva traje. Tiene buen aspecto y me sonríe. Me abre los brazos, me estrecha con fuerza. Y hago cuanto puedo para no echarme a llorar. Mi amigo, mi único amigo ahora que Zayn está fuera. Tengo los ojos llenos de lágrimas.

—Ni, me alegro muchísimo de que hayas venido —me susurra al oído, y de pronto se calla, me aparta un poco y me observa.

—¿Qué?

—Oye, ¿estás bien? Pareces… bueno, raro. Dios mío, ¿has perdido peso?

Parpadeo para no llorar. Él también… no.

—Estoy bien, Liam. Y muy contento por ti. Felicidades por la exposición.

Al ver la preocupación reflejada en su cara tan familiar, se me quiebra la voz, pero he de guardar la compostura.

—¿Cómo has venido? —pregunta.

—Me ha traído Zayn —digo con repentino recelo.

—Ah. —A Liam le cambia la cara, se le ensombrece el gesto y me suelta—. ¿Dónde está?

—Por ahí, pidiendo las bebidas.

Cabeceo en dirección a Zayn, y veo que está charlando tranquilamente con alguien en la cola. Cuando dirijo los ojos hacia él, levanta la vista y nos sostenemos la mirada. Y durante ese breve instante me quedo paralizado, contemplando a ese chico increíblemente guapo que me observa con cierta emoción mal disimulada. Su expresión ardiente me abrasa por dentro y por un momento ambos nos perdemos en nuestras miradas.

Dios… Ese maravilloso chico quiere que vuelva con él, y en lo más profundo de mi ser una dulce sensación de felicidad se abre lentamente como una campánula al amanecer.

—¡Ni! —Liam me distrae y me siento arrastrado otra vez al aquí y ahora—. Estoy encantado de que hayas venido… Escucha, tengo que avisarte…

De repente, la señorita de cabello muy corto y carmín rojo le interrumpe.

—Liam, la periodista del Portland Printz ha venido a verte. Vamos.

Me dedica una sonrisa cortés.

—¿Has visto cómo mola esto? La fama. —Liam sonríe de oreja a oreja, y es tan feliz que no puedo evitar hacer lo mismo—. Luego te veo, Ni.

Me besa la mejilla y veo cómo se acerca con paso resuelto a una mujer que está al lado de un fotógrafo alto y desgarbado.

Hay obras fotográficas de Liam por todas partes, algunas de ellas colocadas sobre unos lienzos enormes. Las hay monocromas y en color. Mucho de los paisajes poseen una belleza etérea. Hay una fotografía del lago de Vancouver tomada a primera hora de la tarde, en la que unas nubes rosadas se reflejan en la quietud del agua. Y durante un segundo, me siento transportado por esa tranquilidad y esa paz. Es algo extraordinario.

Zayn aparece a mi lado, inspiro profundamente y trago saliva, intentando recuperar parte del equilibrio perdido. Me pasa mi copa de vino blanco.

—¿Está a la altura?

Mi voz tiene un tono más normal.

Él me mira desconcertado.

—El vino.

—No. No suele estarlo en este tipo de eventos. El chico tiene bastante talento, ¿verdad?

Zayn está contemplando la foto del lago.

—¿Por qué crees que le pedí que te hiciera un retrato? —digo, sin poder evitar un deje de orgullo.

Él, impasible, aparta los ojos de la fotografía y me mira.

—¿Zayn Malik? —El fotógrafo del Portland Printz se acerca a Zayn—. ¿Puedo hacerle una foto, señor?

—Claro.

Zayn esconde el rictus. Yo doy un paso atrás, pero él me sujeta la mano y me pone a su lado. El fotógrafo nos mira a ambos, incapaz de disimular la sorpresa.

—Gracias, señor Malik. —Dispara un par de fotos—. ¿Señor…? —pregunta.

—Horan —contesto.

—Gracias, señor Horan.

Y se marcha a toda prisa.

—Busqué en Internet fotos tuyas con alguna pareja. No hay ninguna. Por eso Louis creía que eras gay.

Los labios de Zayn esbozaron una sonrisa.

—Eso explica tu inapropiada pregunta. No. Yo no salgo con nadie, Niall… solo contigo. Pero eso ya lo sabes —dice con ojos vehementes, sinceros.

—¿Así que nunca sales por ahí con tus… —miro alrededor inquieto para comprobar que nadie puede oírnos—… sumisos?

—A veces. Pero eso no son citas. De compras, ya sabes.

Encoge los hombros sin dejar de mirarme a los ojos.

Ah, o sea que solo en el cuarto de juegos… su cuarto rojo del dolor y su apartamento. No sé qué sentir ante eso.

—Solo contigo, Niall —susurra.

Yo enrojezco y me miro los dedos. A su manera, le importo.

—Este amigo tuyo parece más un fotógrafo de paisajes que de retratos. Vamos a ver.

Me tiende la mano y yo la acepto.

Damos una vuelta, vemos varias obras más, y me fijo en una pareja que me saluda con un gesto de la cabeza y una sonrisa enorme, como si me conocieran. Debe de ser porque estoy con Zayn, pero la chica me mira con total descaro. Es extraño.

Damos la vuelta a la esquina y entonces veo por qué la gente me ha estado mirando de esa forma tan rara. En la pared del fondo hay colgados siete enormes retratos… míos.

Empalidezco de golpe y me los quedo mirando atónito, estupefacto. Yo: haciendo pucheros, riendo, frunciendo el ceño, gritando, risueño. Son todos primeros planos enormes, todos en blanco y negro.

¡Vaya! Recuerdo a Liam trajinando por ahí con la cámara cuando vino a verme un par de veces, y cuando había ido con él para hacer de chófer y de ayudante.

Petrificado, Zayn mira fijamente todas las fotografías, una por una.

—Por lo visto no soy el único —musita en tono enigmático, con los labios apretados.

Creo que está enfadado.

—Perdona —dice, y su centelleante mirada marrón me deja paralizado momentáneamente.

Se da la vuelta y se dirige al mostrador de recepción.

¿Qué le pasa ahora? Anonadado, le veo charlar animadamente con la señorita de cabello muy corto y carmín rojo. Saca la cartera y entrega una tarjeta de crédito.

Dios mío. Debe de haber comprado una de las fotografías.

—Hola, tú eres la fuente de inspiración. Son unas fotos fantásticas.

Es un chico con una melena rubia y brillante, que me sobresalta. Noto una mano en el codo: es Zayn, ha vuelto.

—Eres un tipo con suerte.

El melenas rubio sonríe a Zayn, que le mira con frialdad.

—Pues si —masculla de mal humor, y me lleva a parte.

—¿Acabas de comprar una de estas?

—¿Una de estas? —replica, sin dejar de mirarlas.

—¿Has comprado más de una?

Pone los ojos en blanco.

—Las he comprado todas, Niall. No quiero que un desconocido se te coma con los ojos en la intimidad de su casa.

Mi primera reacción es reírme.

—¿Prefieres ser tú? —inquiero.

Se me queda mirando. Mi audacia le ha cogido desprevenido, creo, pero intenta disimular que le hace gracia.

—Francamente, sí.

—Pervertido —le digo, y me muerdo el labio inferior para no sonreír.

Se queda con la boca abierta; ahora es obvio que esto le divierte. Se rasca la barbilla, pensativo.

—Eso no puedo negarlo, Niall.

Mueve la cabeza con una mirada más dulce, risueña.

—Me gustaría hablarlo contigo luego, pero he firmado un acuerdo de confidencialidad.

Suspira, y su expresión se ensombrece al mirarme.

—Lo que me gustaría hacerle a esa lengua tan viperina.

Jadeo, sé muy bien a qué se refiere.

—Eres muy grosero.

Intento parecer escandalizado y lo consigo. ¿Es que no conoce límites?

Me sonríe con ironía, y después tuerce el gesto.

—Se te ve muy relajado en esas fotos, Niall. Yo no suelo verte así.

¿Qué? ¡Vaya! Cambio de tema —sin la menor lógica— de las bromas a la seriedad.

Me ruborizo y bajo la mirada. Me echa la cabeza hacia atrás, e inspiro profundamente al sentir el tacto de sus dedos.

—Yo quiero que te relajes conmigo —susurra.

Ha desaparecido cualquier rastro de broma.

Vuelvo a sentir un aleteo de felicidad interior. Pero ¿cómo puede ser esto? Creo que tenemos problemas.

—Si quieres eso, tienes que dejar de intimidarme —replico.

—Tú tienes que aprender a expresarte y a decirme cómo te sientes —replica a su vez con los ojos centelleantes.

Suspiro.

—Zayn, tú me querías sumiso. Ahí está el problema. En la definición de sumiso… me lo dijiste una vez en un correo electrónico. —Hago una pausa para tratar de recordar las palabras—. Me parece que los sinónimos eran, y cito: «obediente, complaciente, humilde, pasivo, resignado, paciente, dócil, contenido». No debía mirarte. Ni hablarte a menos que me dieras permiso. ¿Qué esperabas? —digo entre dientes.

Continúo, y él frunce más el ceño.

—Estar contigo es muy desconcertante. No quieres que te desafíe, pero después te gusta mi «lengua viperina». Exiges obediencia, menos cuando no la quieres, para así poder castigarme. Cuando estoy contigo nunca sé a qué atenerme, sencillamente.

Entorna los ojos.

—Bien expresado, señor Horan, como siempre. —Su voz es gélida—. Venga, vamos a comer.

—Solo hace media hora que hemos llegado.

—Ya has visto las fotos, ya has hablado con el chico.

—Se llama Liam.

—Has hablado con Liam… ese chico que la última vez que le vi intentaba meterte la lengua en la boca a la fuerza cuando estabas borracho y mareado —gruñe.

—Él nunca me ha pegado —le replico.

Zayn me mira enfadado, la ira saliéndole por todos los poros.

—Esto es un golpe bajo, Niall —me susurra, amenazante.

Me pongo pálido, y Zayn, crispado de rabia apenas contenida, se pasa las manos por el pelo. Le sostengo la mirada.

—Te llevo a comer algo. Parece que estés a punto de desmayarte. Busca a ese chico y despídete.

—¿Podemos quedarnos un rato más, por favor?

—No. Ve… ahora… a despedirte.

Me hierve la sangre y le miro fijamente. Señor Maldito Obseso del Control. La ira es buena. La ira es mejor que los lloriqueos.

Desvío la mirada despacio y recorro la sala en busca de Liam. Está hablando con un grupo de chicas. Camino hacia él y me alejo de Cincuenta. ¿Solo porque me ha acompañado hasta aquí tengo que hacer los que me diga? ¿Quién demonios se cree que es?

Las jóvenes están embebidas en la conversación de Liam, en todas y cada una de las palabras. Una de ella reprime un gritito cuando me acerco, sin duda me reconoce de los retratos.

—Liam.

—Ni. Perdonadme, chicas.

Liam les sonríe y me pasa un brazo sobre los hombros. En cierto sentido tiene gracia: Liam, siempre tan tranquilo y discreto, impresionando a las damas, pero sin que le interesen.

—Pareces enfadado —dice.

—Tengo que irme —musito ofuscado.

—Acabas de llegar.

—Ya lo sé, pero Zayn tiene que volver. Las fotos son fantásticas, Liam… eres muy bueno.

Él sonríe de oreja a oreja.

—Me ha encantado verte.

Me da un abrazo enorme, me levanta un poco del suelo, de manera que veo a Zayn al fondo de la galería. Pone mala cara, y me doy cuenta de que es porque estoy en los brazos de Liam. Así que, con un movimiento perfectamente calculado, le echo los brazos alrededor del cuello. Me parece que Zayn está a punto de tener un ataque. Se le oscurecen los ojos hasta un punto bastante siniestro, y se acerca muy despacio hasta nosotros.

—Gracias por avisarme de lo de mis retratos —mascullo.

—Hostia. Lo siento, Ni. Debería habértelo dicho. ¿Te gusta Liam?

Su pregunta me deja momentáneamente desconcertado.

—Mmm… no lo sé —contesto con franqueza.

—Bueno, están todos vendidos, así que a alguien le gusta Niall. ¿A que es fantástico? Eres un chico de póster.

Y me abraza más fuerte. Cuando Zayn llega me fulmina con la mirada, aunque por suerte Liam no le ve.

Liam me suelta.

—No seas tan caro de ver, Ni. Ah, señor Malik, buenas noches.

—Señor Payne, realmente impresionante. Lo siento pero no podemos quedarnos, hemos de volver a Seattle —dice Zayn con educada frialdad, enfatizando sutilmente el plural mientras me coge de la mano—. ¿Niall?

—Adiós, Liam. Felicidades otra vez.

Le doy un beso fugaz en la mejilla y, sin que apenas me dé cuenta, Zayn me saca a rastras del edificio. Sé que arde de rabia en silencio, pero yo también.

Echa un vistazo arriba y debajo de la calle; luego, de pronto, se dirige hacia la izquierda y me lleva hasta un callejón silencioso, y me empuja bruscamente contra la pared. Me sujeta la cara entre las manos, obligándome a alzar la vista hacia sus ojos fervientes y decididos.

Yo jadeo y su boca se abate sobre la mía. Me besa con violencia. Nuestros dientes chocan un segundo y luego me mete la lengua entre los labios.

El deseo estalla en todo mi cuerpo como en el Cuatro de Julio, y respondo a sus besos con idéntico ardor, entrelazo las manos en su pelo y tiro de él con fuerza. Él gruñe, y ese sonido sordo y sexy del fondo de su garganta reverbera en mi interior, y Zayn desliza la mano por mi cuerpo, hasta la parte de arriba del muslo, y sus dedos llegan a mi miembro erecto.

Yo vierto toda la angustia y el desengaño de los últimos días en nuestro beso, le ato a mí… y en ese momento de pasión ciega, me doy cuenta de que él hace lo mismo, de que siente lo mismo.

Zayn interrumpe el beso, jadeante. Sus ojos hierven de deseo, encendiendo la sangre ya ardiente que palpita por todo mi cuerpo. Tengo la boca entreabierta e intento recuperar un aire precioso, hacer que vuelva a mis pulmones.

—Tú… eres… mío —gruñe, enfatizando cada palabra. Me aparta de un empujón y se dobla con las manos apoyadas en las rodillas, como si hubiera corrido una maratón—. Por Dios santo, Niall.

Yo me apoyo en la pared jadeando e intento controlar la desatada reacción de mi cuerpo, trato de recuperar el equilibrio.

—Lo siento —balbuceo en cuanto recobro el aliento.

—Más te vale. Sé lo que estabas haciendo. ¿Deseas al fotógrafo, Niall? Es evidente que él siente algo por ti.

Muevo la cabeza con aire culpable.

—No. Solo es un amigo.

—Durante toda mi vida adulta he intentado evitar cualquier tipo de emoción intensa. Y sin embargo tú… tú me provocas sentimientos que me son totalmente ajenos. Es muy… —arruga la frente, buscando la palabras—… perturbador. A mí me gusta el control, Ni, y contigo eso… —se incorpora, me mira intensamente—… simplemente se evapora.

Hace un gesto vago con la mano, luego se la pasa por el pelo y respira profundamente. Me coge la mano.

—Vamos, tenemos que hablar, y tú tienes que comer.
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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por LittleRabbit69 Dom 19 Oct 2014, 6:09 pm

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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

Mensaje por LittleRabbit69 Dom 04 Ene 2015, 2:52 pm

capitulo 02.

Me lleva a un restaurante pequeño e íntimo.

—Habrá que conformarse con este sitio —refunfuña Zayn—. Tenemos poco tiempo.

A mí el local me parece bien. Sillas de madera, manteles de lino y paredes del mismo color que el cuarto de juegos de Zayn —rojo sangre intenso—, con espejitos dorados colocados arbitrariamente, velas blancas y jarroncitos con rosas blancas. Ella Fitzgerald se oye bajito de fondo, cantándole a esa cosa llamada amor. Es muy romántico.

El camarero nos conduce a una mesa para dos en un pequeño reservado, y yo me siento, con aprensión, preguntándome qué va a decir.

—No tenemos mucho tiempo —le dice Zayn al camarero cuando nos sentamos—, así que los dos tomaremos un solomillo al punto, con salsa bearnesa si tienen, con patatas fritas y verduras, lo que tenga el chef; y tráigame la carta de vinos.

—Ahora mismo, señor.

El camarero, sorprendido por la fría y tranquila eficiencia de Zayn, desaparece. Zayn pone su iPhone sobre la mesa. Madre mía, ¿es que no puedo escoger?

—¿Y si a mí no me gusta el solomillo?

Suspira.

—No empieces, Niall.

—No soy un niño pequeño, Zayn.

—Pues deja de actuar como si lo fueras.

Es como si me hubiera abofeteado. Le miro y pestañeo. De modo que será así, una conversación agitada, tensa, aunque es un escenario muy romántico, pero sin flores ni corazones, eso seguro.

—¿Soy un crío porque no me gusta el solomillo? —murmuro, intentando ocultar que estoy dolido.

—Por ponerme celoso aposta. Es infantil hacer eso. ¿Tan poco te importan los sentimientos de tu amigo como para manipularle de esa manera?

Zayn aprieta los labios, que se convierten en una fina línea, y frunce el ceño mientras el camarero vuelve con la carta de vinos.

Me ruborizo. No había pensado en eso. Pobre Liam… Desde luego, no quiero darle esperanzas. De repente me siento avergonzado. Zayn tiene parte de razón: fue muy desconsiderado hacer eso. Examina la carta de vinos.

—¿Te gustaría escoger el vino? —pregunta y arquea las cejas, expectante, es la arrogancia personificada.

Sabe que no entiendo nada de vinos.

—Escoge tú —contesto, hosco pero escarmentado.

—Dos copas de Shiraz del valle de Barossa, por favor.

—Esto… ese vino solo lo servimos en botella, señor.

—Pues una botella —espeta Zayn.

—Señor —se retira dócilmente, y no le culpo por ello.

Miro ceñudo a Cincuenta. ¿Qué le carcome? Ah, probablemente sea yo, y en algún lugar de lo más profundo de mi mente, el dios que llevo dentro se alza somnoliento y sonríe. Ha estado durmiendo una temporada.

—Estás muy arisco.

Me mira impasible.

—Me pregunto por qué será.

—Bueno, está bien establecer el tono para una charla íntima y sincera sobre el futuro, ¿no te parece?

Le sonrío con dulzura.

Aprieta la boca dibujando una línea firme, pero luego, casi de mala gana, sus labios se curvan hacia arriba y sé que está intentando disimular una sonrisa.

—Lo siento —dice.

—Disculpas aceptadas, y me complace informarte de que no he decidido convertirme en vegetariano desde la última vez que comimos.

—Eso es discutible, dado que esa fue la última vez que comiste.

—Ahí esta otra vez esa palabra: «discutible».

—Discutible —dice con buen humor, y su mirada se suaviza. Se pasa la mano por el pelo y vuelve a ponerse serio—. Ni, la última vez que hablamos me dejaste. Estoy un poco nervioso. Te he dicho que quiero que vuelvas, y tú has dicho… nada.

Tiene una mirada intensa y expectante, y un candor que me desarma totalmente. ¿Qué demonios digo a eso?

—Te he extrañado… te he extrañado realmente, Zayn. Estos últimos días han sido… difíciles.

Trago saliva, y siento crecer un nudo en la garganta al recordar mi desesperada angustia desde que le dejé.

Esta última semana ha sido la peor de mi vida, un dolor casi indescriptible. No se puede comparar con nada. Pero la realidad me golpea y me devuelve a mi sitio.

—No ha cambiado nada. Yo no puedo ser lo que tú quieres que sea —digo, forzando a las palabras a pasar a través de mi garganta.

—Tú eres lo que yo quiero que seas —dice en voz baja y enfática.

—No, Zayn, no lo soy.

—Estás enfadado por lo que pasó la última vez. Me porté como un idiota. Y tú… tú también. ¿Por qué no usaste la palabra de seguridad, Niall?

Su tono ha cambiado, ahora es acusador.

¿Qué? Vaya… cambio de rumbo.

—Contéstame.

—No lo sé. Estaba abrumado. Intenté ser lo que tú querías que fuera, intenté soportar el dolor, y se me fue de la cabeza. ¿Sabes…?, lo olvide —susurro, avergonzado, y encojo lo hombros a modo de disculpa.

Quizá podríamos habernos evitado todo este drama.

—¡Lo olvidaste! —me suelta horrorizado, se agarra a los lados de la mesa y me mira fijamente.

Yo me marchito bajo esa mirada. ¡Maldita sea! Vuelve a estar furioso. El dios que llevo dentro también me observa. ¿Ves dónde te has metido tu solito?

—¿Cómo voy a confiar en ti? —dice ahora en voz baja—. ¿Podré confiar alguna vez?

Llega el camarero con nuestro vino y nosotros seguimos mirándonos, ojos Mieles a Celestes. Ambos llenos de reproches no expresados, mientras el camarero saca el corcho con innecesaria ceremonia y sirve un poco de vino en la copa de Zayn. Automáticamente, Zayn la coge y bebe un sorbo.

—Está bien —dice cortante.

El camarero nos llena las copas con cuidado, deja la botella en la mesa y se retira a toda prisa. Zayn no ha apartado la vista de mí en todo el rato. Yo soy el primero en rendirme, rompo el contacto visual, levanto mi copa y bebo un buen trago. Sin saborearlo apenas.

—Lo siento —murmuro.

De pronto me siento estúpido. Le dejé porque creía que éramos incompatibles, pero ¿me está diciendo que podría haberle parado?

—¿Qué sientes?

—No haber usado la palabra de seguridad.

Él cierra los ojos, parece aliviado.

—Podríamos habernos evitado todo este sufrimiento —musita.

—Parece que tú estás bien.

Más que bien. Pareces tú.

—Las apariencias engañan —dice en voz baja—. Estoy de todo menos bien. Tengo la sensación de que el sol se ha puesto y no ha salido durante cinco días, Ni. Vivo en una noche perpetua.

Me quita la respiración oír que lo reconoce. Oh, Dios, como yo.

—Me dijiste que nunca te irías, pero en cuanto la cosa se pone dura, coges la puerta y te vas.

—¿Cuándo dije que nunca me iría?

—En sueños. Creo que fue la cosa más reconfortante que he oído en mucho tiempo, Niall. Y me sentí relajado.

Se me encoge el corazón y cojo la copa de vino.

—Dijiste que me querías —susurra—. ¿Eso pertenece ya al pasado? —dice en voz baja, cargada de ansiedad.

—No, Zayn, no.

Se le ve tan vulnerable al exhalar…

—Bien —murmura.

Esa revelación me deja atónito. Ha cambiado de opinión. Antes, cuando le decía que le quería, se quedaba horrorizado. El camarero vuelve. Nos coloca rápidamente los platos delante y se esfuma de inmediato.

Dios mío. Comida.

—Come —ordena Zayn.

En el fondo estoy hambriento, pero ahora mismo tengo un nudo en el estómago. Estar sentado frente al único chico al que he amado en mi vida, hablando de nuestro incierto futuro, no favorece un apetito saludable. Miro mi comida con recelo.

—Que Dios me ayude, Niall; si no comes, te tumbaré encima de mis rodillas aquí en este restaurante, y no tendrá nada que ver con mi gratificación sexual. ¡Come!

No te sulfures, Malik. Mi subconsciente me mira por encima de sus gafas de pasta. Está totalmente de acuerdo con Cincuenta Sombras.

—Vale, comeré. Calma los picores de tu mano suelta, por favor.

Él no sonríe y sigue observándome. Yo cojo de mala gana el cuchillo y el tenedor y corto el solomillo. Oh, está tan bueno que se me deshace en la boca. Tengo hambre, hambre de verdad. Mastico y él se relaja de forma evidente.

Cenamos en silencio. La música ha cambiado. Se oye de fondo una suave voz de mujer, y sus palabras son el eco de mis pensamientos. Desde que él entró en mi vida, ya nunca seré el mismo.

Miro a Cincuenta. Está comiendo y mirándome. Hambre, anhelo, ansiedad, combinados en una mirada ardiente.

—¿Sabes quién canta? —pregunto, intentando mantener una conversación normal.

Zayn se para y escucha.

—No… pero sea quien sea es buena.

—A mi también me gusta.

Finalmente, esboza su enigmática sonrisa privada. ¿Qué está planeando?

—¿Qué? —pregunto.

Él menea la cabeza.

—Come —dice gentilmente.

Me he comido la mitad del plato. No puedo más. ¿Cómo podría negociarlo?

—No puedo más. ¿He comido bastante para el señor?

Él me observa impasible sin contestar, y consulta su reloj.

—De verdad que estoy lleno —añado, y bebo un sorbo del delicioso vino.

—Hemos de irnos enseguida. Higgins está aquí, y mañana tienes que levantarte pronto para ir a trabajar.

—Tú también.

—Yo funciono habiendo dormido mucho menos que tú, Niall. Al menos has comido algo.

—¿Volveremos con el Charlie Tango?

—No, creo que me tomaré una copa. Higgins nos recogerá. Además, así al menos te tendré en el coche para mí solo durante unas horas. ¿Qué podemos hacer aparte de hablar?

Oh, ese es su plan.

Zayn llama al camarero para pedirle la cuenta, luego coge su iPhone y hace una llamada.

—Estamos en Le Picotin, Tercera Avenida Sudoeste.

Y cuelga el teléfono. Sigue siendo muy cortante por teléfono.

—Eres muy cortante con Higgins, de hecho, con la mayoría de la gente.

—Simplemente voy directo al grano, Niall.

—Esta noche no has ido al grano. No ha cambiado nada, Zayn.

—Tengo que hacerte una proposición.

—Esto empezó con una proposición.

—Una proposición diferente.

Vuelve el camarero, y Zayn le entrega su tarjeta de crédito sin mirar la cuenta. Me analiza con la mirada mientras el camarero pasa la tarjeta. Su teléfono vibra una vez, y él lo observa detenidamente.

¿Tiene una proposición? ¿Y ahora qué? Me vienen a la mente un par de posibilidades: un secuestro, trabajar para él. No, nada tiene sentido. Zayn acaba de pagar.

—Vamos. Higgins está fuera.

Nos levantamos y me coge la mano.

—No quiero perderte, Niall.

Me besa los nudillos con cariño, y la caricia de sus labios en mi piel reverbera en todo mi cuerpo.

El Audi espera fuera. Zayn me abre la puerta. Subo y me hundo en la piel suntuosa. Él de dirige al asiento del conductor, Higgins sale del coche y hablan un momento. Eso no es habitual en ellos. Estoy intrigado. ¿De qué hablan? Al cabo de un momento suben los dos y observo a Zayn, que luce su expresión impasible y mira al frente.

Me concedo un momento para examinar su perfil: nariz recta, labios carnosos y perfilados, el pelo que le cae en rizos deliciosamente sobre la frente. Seguro que este hombre divino no es para mí.

Una música suave inunda la parte de atrás del coche, una espectacular pieza orquestal que no conozco, y Higgins se incorpora al escaso tráfico en dirección a la interestatal 5 y a Seattle.

Zayn se gira para mirarme.

—Como iba diciendo, Niall, tengo que hacerte una proposición.

Miro de reojo a Higgins, nervioso.

—Higgins no te oye —asegura Zayn.

—¿Cómo?

—Higgins —le llama Zayn.

Higgins no contesta. Vuelve a llamarle, y sigue sin responder. Zayn se inclina y le da un golpecito en el hombro. Higgins se quita un tapón del oído que yo no había visto.

—¿Sí, señor?

—Gracias, Higgins. No pasa nada; sigue escuchando.

—Señor.

—¿Estás contento? Está escuchando su iPod. Olvida que está presente. Como yo.

—¿Tú le has pedido expresamente que lo hiciera?

—Sí.

Ah.

—Vale. ¿Tu propuesta?

De repente, Zayn adopta una actitud decidida y profesional. Dios… Vamos a negociar un pacto. Yo escucho atentamente.

—Primero, deja que te pregunte una cosa. ¿Tú quieres una relación vainilla convencional y sosa, sin sexo pervertido ni nada?

Me quedo con la boca abierta.

—¿Sexo pervertido? —levanto la voz.

—Sexo pervertido.

—No puedo creer que hayas dicho eso.

Miro nervioso a Higgins.

—Bueno, pues sí. Contesta —dice tranquilamente.

Me ruborizo. El dios que llevo dentro está ahora inclinado de rodillas ante mí, con las manos unidas en gesto de súplica.

—A mí me gusta tu perversión sexual —susurro.

—Eso pensaba. Entonces, ¿qué es lo que no te gusta?

No poder tocarte. Que disfrutes con mi dolor, los azotes con el cinturón…

—La amenaza de un castigo cruel e inusual.

—¿Y eso qué quiere decir?

—Bueno, tienes esas varas y fustas y esas cosas en tu cuarto de juegos, que me dan un miedo espantoso. No quiero que uses eso conmigo.

—Vale, o sea que nada de fustas ni varas… ni tampoco cinturones —dice sardónico.

Yo le observo desconcertado.

—¿Estás intentando redefinir los límites de la dureza?

—En absoluto. Solo intento entenderte, tener una idea más clara de lo que te gusta o no.

—Fundamentalmente, Zayn, lo que me cuesta más aceptar es que disfrutes haciéndome daño. Y pensar que lo harás porque he traspasado determinada línea arbitraria.

—Pero no es arbitraria, hay una lista de normas escritas.

—Yo no quiero una lista de normas.

—¿Ninguna?

Niego con la cabeza, pero estoy muy asustado. ¿Qué pretende con esto?

—Pero ¿no te importa si te doy unos azotes?

—¿Unos azotes con qué?

—Con esto.

Levanta la mano.

Me siento avergonzado e incómodo.

—No, la verdad es que no. Sobre todo con esas bolas de plata…

Gracias a Dios que está oscuro; al recordar aquella noche me arde la cara y se me quiebra la voz. Sí… hazlo otra vez.

Él me sonríe.

—Sí, aquello estuvo bien.

—Más que bien —musito.

—O sea que eres capaz de soportar cierto grado de dolor.

Me encojo de hombros.

—Sí, supongo.

¿Qué pretende con todo esto? Mi nivel de ansiedad ha subido varios grados en la escala de Richter.

Él se acaricia el mentón, sumido en sus pensamientos.

—Niall, quiero volver a empezar. Pasar por la fase vainilla y luego, cuando confíes más en mí y yo confíe en que tú serás sincero y te comunicarás conmigo, quizá podamos ir a más y hacer algunas de las cosas que a mi me gusta hacer.

Yo le miro con la boca abierta y la mente totalmente en blanco, como un ordenador que se ha quedado colgado. Creo que está angustiado, pero no puedo verle bien, porque estamos sumidos en la noche de Oregón. Y al final se me ocurre… eso es.

Él desea la luz, pero ¿puedo pedirle que haga esto por mí? ¿Y es que acaso a mí no me gusta la oscuridad? Cierta oscuridad, en ciertos momentos. Recuerdos de la noche de Thomas Tallis vagan sugerentes por mi mente.

—¿Y los castigos?

—Nada de castigos —Niega con la cabeza—. Ni uno.

—¿Y las normas?

—Nada de normas.

—¿Ninguna? Pero tú necesitas ciertas cosas.

—Te necesito más a ti, Nial. Estos últimos días han sido infernales. Todos mis instintos me dicen que te deje marchar, que no te merezco. Esas fotos que te hizo ese chico… comprendo como te ve. Estás tan guapo y se te ve tan relajado… No es que ahora no estés precioso, pero estás aquí sentado y veo tu dolor. Es duro saber que he sido yo quien te ha hecho sentir así. Pero yo soy un hombre egoísta. Te deseé desde que apareciste en mi despacho. Eres exquisito, sincero, cálido, fuerte, listo, seductoramente inocente; la lista es infinita. Me tienes cautivado. Te deseo, e imaginar que te posea otro es como si un cuchillo hurgara en mi alma oscura.

Se me seca la boca. Dios… Si esto no es una declaración de amor, no sé que es. Y las palabras surgen a borbotones de mi boca, como de una presa que revienta.

—Zayn, ¿por qué piensas que tienes un alma oscura? Yo nunca lo diría. Triste quizá, pero eres un buen chico. Lo noto… eres generoso, eres amable, y nunca me has mentido. Y yo no lo he intentado realmente en serio. El sábado pasado fue una terrible conmoción para todo mi ser. Fue como si sonara la alarma y despertara: me di cuenta de que hasta entonces tú habías sido condescendiente conmigo y de que yo no podía ser la persona que tú querías que fuera. Luego, después de marcharme, caí en la cuenta de que el daño que me habías infligido no era tan malo como el dolor de perderle. Yo quiero complacerte, pero es duro.

—Tú me complaces siempre —susurra—. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?

—Nunca sé qué estás pensando. A veces te cierras tanto… como una isla. Me intimidas. Por eso me callo. No sé de qué humor vas a estar. Pasas del negro al blanco y de nuevo al negro en una fracción de segundo. Eso me confunde, y no me dejas tocarte, y yo tengo un inmenso deseo de demostrarte cuánto te quiero.

Él me mira en la oscuridad y parpadea, con recelo creo, y ya no soy capaz de contenerme más. Me desabrocho el cinturón y me coloco en su regazo, por sorpresa, y le cojo la cabeza con ambas manos.

—Te quiero, Zayn Malik. Y tú estás dispuesto a hacer todo esto por mí. Soy yo quien no lo merece, y lo único que lamento es no poder hacer todas esas cosas por ti. A lo mejor, con el tiempo… pero sí, acepto tu proposición. ¿Dónde firmo?

Él desliza sus brazos a mi alrededor y me estrecha contra sí.

—Oh, Ni —gime, y hunde la nariz en mi cabello.

Permanecemos sentados, abrazándonos mutuamente, escuchando la música del coche… una pieza de piano relajante… reflejo de nuestros sentimientos, la dulce calma después de la tormenta. Me acurruco en sus brazos, apoyo la cabeza en el hueco de su cuello.

—Que me toques es un límite infranqueable para mí, Niall —murmura.

—Lo sé. Me gustaría entender por qué. Además, para hacerte los tatuajes han tenido que tocarte, ¿no?

—Con los tatuajes es diferente, me centro en el dolor, es una forma de escape.

Al cabo de un momento, suspira y dice en voz baja:

—Tuve una infancia espantosa. Uno de los chulos de la puta adicta al crack… —Se le quiebra la voz, y su cuerpo se tensa al recordar algún terror inimaginable—. No puedo recordar aquello —susurra, estremeciéndose.

De pronto se me encoge el corazón al recordar esas horribles marcas de quemaduras que tiene en la piel. Oh, Zayn. Me abrazo a su cuello con más fuerza.

—¿Te maltrataba? ¿Tu madre? —le digo con voz queda y preñada de lágrimas.

—No, que yo recuerde. No se ocupaba de mí. No me protegía de su chulo. —Resopla—. Creo que era yo quien la cuidaba a ella. Cuando al final consiguió matarse, pasaron cuatro días hasta que alguien avisó y nos encontraron… eso lo recuerdo.

No puedo evitar un gemido de horror. Cielo santo… Siento la bilis subirme a la garganta.

—Eso es espantoso, terrible —susurro.

—Cincuenta sombras —murmura.

Aprieto los labios contra su cuello, buscando y ofreciendo consuelo, mientras imagino a un crío de ojos Cafes, sucio y solo, junto al cuerpo de su madre muerta.

Oh, Zayn. Aspiro su aroma. Huele divinamente, es mi fragancia favorita en el mundo entero. Él tensa los brazos a mi alrededor y besa mi cabello, y yo me quedo sentado y envuelto en su abrazo mientras Higgins nos conduce a través de la noche.

***

Cuando me despierto, estamos cruzando Seattle.

—Eh —dice Zayn en voz baja.

—Perdona —balbuceo mientras me incorporo, parpadeo y me desperezo, aún en sus brazos, sobre su regazo.

—Estaría eternamente mirando cómo duermes, Ni.

—¿He dicho algo?

—No. Casi hemos llegado a tu casa.

—Oh, ¿no vamos a la tuya?

—No.

Enderezo la espalda y le miro.

—¿Por qué no?

—Porque mañana tienes que trabajar.

—Oh —digo con un mohín.

—¿Por qué, tenías algo en mente?

Me ruborizo.

—Bueno, puede…

Se echa a reír.

—Niall, no pienso volver a tocarte, no hasta que me lo supliques.

—¡Qué!

—Así empezarás a comunicarte conmigo. La próxima vez que hagamos el amor, tendrás que decirme exactamente qué quieres, con todo detalle.

—Oh.

Me aparta de su regazo en cuanto Higgins aparca delante de mi apartamento. Zayn baja de un salto y me abre la puerta del coche.

—Tengo una cosa para ti.

Se dirige a la parte de atrás del coche, abre el maletero y saca un gran paquete de regalo. ¿Qué demonios es eso?

—Ábrelo cuando estás dentro.

—¿No vas a pasar?

—No, Niall.

—¿Y cuándo te veré?

—Mañana.

—Mi jefe quiere que salga a tomar una copa con él mañana.

Zayn endurece el gesto.

—Para celebrar mi primera semana —añado enseguida.

—¿Dónde?

—No lo sé.

—Podría pasar a recogerte por allí.

—Vale… Te mandaré un correo o un mensaje.

—Bien.

Me acompaña hasta la entrada del vestíbulo y espera mientras saco las llaves del bolsillo. Cuando abro la puerta, se inclina, me coge la barbilla y me echa la cabeza hacia atrás. Deja la boca suspendida sobre la mía, cierra los ojos y dibuja un reguero de besos desde el rabillo de un ojo hasta la comisura de mi boca.

Me derrito y se me escapa un leve gemido.

—Hasta mañana —musita él.

—Buenas noches, Zayn.

Percibo el anhelo en mi voz.

Él sonríe.

—Entra —ordena.

Yo cruzo el vestíbulo cargado con el misterioso paquete.

—Hasta luego, nene —dice, luego se da la vuelta con su elegancia natural y vuelve al coche.

Una vez dentro del apartamento, abro la caja del regalo y descubro mi portátil McBook Pro, el iPhone y otra caja rectangular. ¿Qué es eso? Desenvuelvo el papel de plata. Dentro hay un estuche de piel negra alargado.

Lo abro y es un iPad. Madre mía… un iPad. Sobre la pantalla hay una tarjeta blanca con un mensaje escrito a mano por Zayn:

‘Niall… esto es para ti.
Sé lo que quieres oír.
La música que hay aquí lo dice por mí.
Zayn’

Tengo una recopilación grabada por Zayn Malik en forma de iPad de última generación. Meneo la cabeza con disgusto por el despilfarro, pero en el fondo me encanta. Jack tiene uno en la oficina, así que sé cómo funciona.

Lo enciendo y, cuando aparece la imagen del escritorio, reprimo un grito: una pequeña maqueta del planador. Dios. Es el Blanik L23 que le regalé, montado en una peana de vidrio, sobre lo que creo que es el escritorio del estudio de Zayn. Me quedo boquiabierto.

¡Lo montó! Lo montó de verdad. Ahora recuerdo que lo mencionó en la nota de las flores. Me flaquean las piernas, y en este instante sé que ha pensado mucho en ese regalo.

Deslizo la flecha de la parte inferior de la pantalla para desbloquearla y vuelvo a ahogar un gemido. El fondo de pantalla es una foto de Zayn y de mí en el entoldado de la fiesta de mi graduación. Es la que publicó el Seattle Times. Zayn está tan guapo que no puedo evitar sonreír de oreja a oreja. ¡Sí, y es mío!

Doy un golpecito con el dedo y la imagen de pantalla cambia, y aparecen varias nuevas. Una aplicación Kindle, iBooks, Words… lo que sea todo eso.

Pero Dios. ¿La Biblioteca Británica? Pulso el icono y aparece un menú: COLECCIÓN HISTÓRICA. Me desplazo hacia abajo y selecciono NOVELAS DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX. Otro menú. Presiono en el título: ’EL AMERICANO’ DE HENRY JAMES. Se abre una nueva ventana, que me ofrece una copia del libro escaneada para lectura. Cielo santo… ¡es una primera edición, publicada en 1879, y la tengo en mi iPad! Me ha comprado la Biblioteca Británica, y solo he de darle a un botón.

Salgo rápidamente, sabiendo que soy capaz de perderme en esta aplicación eternamente. Localizo una aplicación de «buena alimentación» que hace que ponga los ojos en blanco y sonría al mismo tiempo, otra de noticias, una del tiempo, pero él en su nota hablaba de música. Vuelvo a la pantalla principal, pulso el icono de iPod y aparece una lista de títulos. Voy pasando las canciones y la selección me hace sonreír. Thomas Tallis… me costará olvidarme de eso. Al fin y al cabo la oí dos veces, mientras me azotaba y me follaba.

«Witchcraft.» Mi sonrisa se expande… bailando alrededor del gran salón. La pieza de Bach de Marcello… Oh, no, eso es demasiado triste para mi estado de ánimo actual. Mmm. Jeff Buckley… sí, he oído hablar de él. The Fray, mi grupo favorito, y una canción titulada «Principles of Lust» de Enigma. Típico de Zayn. Sonrío. Otra llamada «Possession»… oh, sí, muy Cincuenta Sombras. Y unas cuantas más que no conozco.

Selecciono una canción que me llama la atención, y le doy al play. Se titula «Try» de Nelly Furtado. Ella empieza a cantar, y su voz es como un pañuelo de seda que se enrolla a mi alrededor y me envuelve. Me tumbo en la cama.

¿Esto significa que Zayn va a intentarlo? ¿Intentará esta relación nueva? Me embebo de la letra mirando al techo, intentando entender este giro. Él me extrañó. Yo le extrañé. Debe de sentir algo por mí. A la fuerza. Este iPad, estas canciones, estas aplicaciones… lo nuestro le importa. Le importa de verdad. Mi corazón se llena de esperanza.

Termina la canción y tengo los ojos rebosantes de lágrimas. Rápidamente selecciono otra: «The Scientist» de Coldplay, uno de los grupos favoritos de Louis. Conozco el tema, pero nunca he escuchado la letra de verdad. Cierro los ojos y dejo que las palabras me inunden y me invadan.

Empiezan a brotar las lágrimas. No puedo contenerlas. Si esto no es una disculpa, ¿qué es? Oh, Zayn.

¿O es una invitación? ¿Contestará a mis preguntas? ¿Estoy sacando demasiadas conclusiones de esto? Probablemente, esté sacando demasiadas conclusiones de esto.

Me enjugo las lágrimas. Tengo que mandarle un e-mail para darle las gracias. Saltó de la cama para coger el cacharro.

Coldplay sigue sonando, mientras me siento en la cama con las piernas cruzadas. El Mac se enciende y me conecto.

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De: Niall Horan
Fecha: 9 de junio de 2013 23:56
Para: Zayn Malik
Asunto: IPAD

Me has hecho llorar otra vez.
Me encanta el iPad.
Me encantan las canciones.
Me encanta la aplicación de la Biblioteca Británica.
Te quiero.
Gracias.
Buenas noches.

Ni xx
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De: Zayn Malik
Fecha: 10 de junio de 2013 00:03
Para: Niall Horan
Asunto: iPad

Me encanta que te guste. Yo también me he comprado uno.
Ahora, si estuviera allí, te secaría las lágrimas a besos.
Pero no estoy… así que vete a dormir.

Zayn Malik
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.
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Su respuesta me hace sonreír… siempre tan dominante, siempre tan Zayn. ¿Esto cambiará, también? Y en ese momento me doy cuenta de que espero que no. Me gusta tal cual es —autoritario—, mientras yo pueda enfrentarme sin miedo al castigo.

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De: Niall Horan
Fecha: 10 de junio de 2013 00:07
Para: Zayn Malik
Asunto: Señor Gruñón

Suenas igual de dominante que siempre, posiblemente tenso y probablemente malhumorado, señor Malik.
Yo sé algo que podría aliviar eso. Pero es verdad que no estás aquí… no me dejarías quedarme y esperas que te suplique…
Sueña con ello, señor.

Ni xx
P.D.: Veo que también has incluido la versión de Stalker’s Anthem de «Every Breath You Take». Disfruto mucho de tu sentido del humor, pero ¿lo sabe el doctor Atkin?
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De: Zayn Malik
Fecha: 10 junio de 2013 00:10
Para: Niall Horan
Asunto: Tranquilidad tipo zen

Mi queridísimo señor Horan:
En las relaciones vainilla también hay azotes, ¿sabes? Normalmente consentidos y en un contexto sexual… pero yo estaría muy contento de hacer una excepción con usted.
Te tranquilizará saber que el doctor Atkin también disfruta con mi sentido del humor.
Ahora, por favor, vete a dormir; si no, mañana no servirás para nada.
Por cierto… suplicarás, créeme. Y lo estoy deseando.

Zayn Malik
Presidente tenso de Malik Enterprises Holdings, Inc.
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De: Niall Horan
Fecha: 10 de junio de 2013 00:12
Para: Zayn Malik
Asunto: Buenas noche, dulces sueños

Bueno, ya que me lo has pedido con tanta amabilidad, y como me encanta tu deliciosa amenaza, me acurrucaré con el iPad que me has dado con tanto cariño y me quedaré dormido ojeando la Biblioteca Británica, escuchando la música que habla por ti.

Ni xx
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De: Zayn Malik
Fecha: 10 de junio de 2013 00:15
Para: Niall Horan
Asunto: Una petición más

Sueña conmigo
x

Zayn Malik
Presidente de Malik Enterprises Holdings, Inc.
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Me pongo rápidamente el pijama, me cepillo los dientes y me meto en la cama. Me pongo los auriculares, saco el globo deshinchado del Charlie Tango de debajo de la almohada y me abrazo a él.

Estoy radiante de alegría, y mi boca entreabierta dibuja una sonrisa enorme y bobalicona. Cómo cambia todo en un día. ¿Cómo voy a poder dormir?

José González empieza a cantar una melodía cadenciosa con un hipnótico acorde de guitarra, y me sumerjo lentamente en el sueño, maravillado de que el mundo se haya arreglado en una noche, y preguntándome vagamente si debería hacer una lista de temas para Zayn.
LittleRabbit69
LittleRabbit69


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Mensaje por Nikole Horan Dom 04 Ene 2015, 5:31 pm

porque putas nola sigueeeees
Nikole Horan
Nikole Horan


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Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]  Empty Re: Cincuenta Sombras Más Oscuras De Malik [AU-Ziall Horalik]

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