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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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We can't feel the pain { Larry Stylinson }
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: One Shot's
Página 1 de 1. • Comparte
We can't feel the pain { Larry Stylinson }
Ficha de la serie
• Titulo: We can't feel the pain.
• Autor: Yo en toda su totalidad.
• Adaptación: Ninguna.
• Género: Intento de drama. Algo de romance.
• Contenido: Drama sin sentido (?).
• Advertencias: Situación algo confusa (?).
• Otras páginas: No.
Sólo cuando estás a mi lado me siento tranquilo.
Porque mientras más te amo, más cerca de la felicidad estoy.
Dejó caer la pluma, sereno y pensativo, su vista clavada en cada letra que escribió segundos atrás y con la cual se sentía tan identificado – tan sincero y con los sentimientos a flor de piel. Ojos verdes observando con detenimiento, profundo y analítico, encontrando imperfecciones que él sabe no existen, pero no encontraba otra mejor manera de perder el tiempo que leer frente a sí sólo una pequeña porción de sus sentimientos.
Comenzó a golpear la mesilla de noche con los dedos – el sonido llegando a sus oídos como campanadas de una iglesia, fuertes, directas y sonoras. Miró de reojo la fotografía que estaba a su lado derecho, y de pronto sintió cómo las lágrimas empañaban su vista y comenzó a ver borroso. Bajó su cabeza mientras dejaba que una risilla apagada saliera de sus labios, tratando de tranquilizarse sin cometer ninguna estupidez en el proceso, porque sabe que las cosas podrían terminar mal. Y no quiere que eso pase.
Quiere que todo vaya perfecto, como siempre.
Escucha el sonido de la puerta y siente su corazón latir a mil por segundo. Se humedece los labios con nerviosismo, comienza a cepillar su cabello y talla sus ojos con el dorso de la mano. No quiere que le vea llorar; de hecho, ahora que lo pensaba, no quiere que vea los sentimientos que tiene. Al menos no ahora. Quizás en un futuro cercano, cuando todos la conozcan y Louis no pueda hacer nada más que mirarle a la distancia, con sus ojos azules estudiándolo, tratando de encontrarle un defecto que le permita saber si todo va bien o no. O quizá nunca, que no sepa quién fue el que lo escribió ni mucho menos cuando lo escribió, ni por qué lo hizo.
Porque no todas sus letras son escritas por el presente o el futuro, sino también por el pasado.
Los pasos que tratan ser sigilosos se escuchan por las escaleras, y a pesar de ser un hombre alto, siente su cuerpo temblar y trata de encogerse – luego se burla de sí mismo porque aunque quiera desaparecer, sabe que siempre será encontrado. No importa lo que pase.
Podría ser que Louis simplemente comience a pasear su mirada por la habitación, tratando de ignorarlo porque no viene de buen humor y no quiere iniciar una pelea, al menos no con él. Quizá, sólo quizá, Louis sólo le dará un beso en su cabeza, saldrá de la habitación sin susurrar palabra alguna, y él escuchará la puerta abrirse y cerrarse un minuto después. No lo sabe. Ahora su mundo, su vida – su mente y corazón – están rodeados de rosas con espinas, tanto marchitas como florecientes, y él sólo puede sentir el cabello acariciar su rostro.
Oculta rápidamente la hoja en cuanto se da cuenta que los pasos se detuvieron en la puerta, y vuelve a secar las lágrimas que aún siguen ahí, luchando por salir. Ruega para que Louis no entre, que no lo vea así, porque sabe que no le gusta, porque no quiere que le mire con pena, con odio a sí mismo, con una mirada que siente se está apagando poco a poco. Quizá sólo sea su imaginación. No lo sabe. Tampoco sabe por qué el cielo no le escuchó y dejó que Louis girara la perilla de la puerta y entrara, tan sigiloso como en estos últimos meses trataba de ser.
Tampoco sabe el por qué se engaña a sí mismo – Louis lo lee, lo entiende. Lo conoce a la perfección, a él y cada uno de sus movimientos. Sabe ya por la posición de su cuerpo y la rigidez de sus hombros que estaba llorando, que esa fotografía que está a su lado derecho fue el detonante. Incluso sospecha que estaba escribiendo, ya que su antebrazo derecho siempre muestra atisbos de un ligero tiemble, y sólo pasa cuando él imprime demasiadas emociones en una canción.
Lo sabe todo, y no hay necesidad de engañarlo. Pero aún así se empeña en hacerlo. Lo ha hecho en los últimos meses.
Cuando siente el cálido aliento de Louis a su espalda, no puede hacer otra cosa más que girarse para encararlo, aunque siempre lo quiso evitar desde un principio. Pero su presencia es tan imponente, tan difícil de ignorar – inclusive siente que le ordena sin hacerlo.
Louis le besa las mejillas, la frente, nariz, cabello, sus labios. Y él cierra los ojos, los aprieta, indispuesto a una respuesta coherente o a un saludo hiperactivo.
—Hola.
Y Louis habla, expectante, tranquilo, analítico. Esperando una respuesta indirecta, pero llena de sinceridad abrumadora, asfixiante, pero que resulte tan irónico para hacerle sentir bien. Al menos unas horas. Al menos unas noches.
—Hola—finalmente responde, indeciso, y sólo atina a abrazarlo y obligarle a que se coloque entre sus largas piernas, él aún sentado y Louis de pie frente a él—. Pensé que no llegarías.
Un silencio incómodo les saluda con una sonrisa agridulce, y no se disipa hasta que Louis decide hablar de nuevo, ignorando lo dicho por Harry, mientras éste entierra su rostro en el pecho del otro.
—No me gusta verte llorar. —Habla – su voz calmada pero con un tono de reproche en ella—. No me gusta verte llorar por cosas tristes, mucho menos si es por mi culpa. Pero a la vez me encanta.
Harry sólo asiente, indicándole que le escucha, y aprieta sus labios en una mueca de sutil dolor.
—Me encanta porque tus ojos brillan, se vuelven aún más hermosos y bellos, y siento que el aire se va de mis pulmones por momentos; a veces me recrimino por eso, y me digo que soy demasiado cruel contigo por pensar así—confiesa tranquilamente—. Luego se me olvida porque giras tu rostro hacia mí, sonriendo, y me doy cuenta que te ves tan perfecto llorando cuando es por felicidad… Y más si es gracias a mí. Por mi culpa. Me encanta que tus emociones de amor giren en torno a mí, me encanta que todo lo que escribes sea dirigido a mí. Incluso si es bueno o malo, me siento tan amado y la soledad que en ocasiones me abraza se va, lejos, y tu recuerdo llega a mi mente en un santiamén.
Él no sabe qué decir, simplemente espera. Y Louis se separa de él, lentamente, y con sus manos le obliga a que alce el rostro. Y ve los ojos llorosos de Harry – brillosos, hermosos y bellos, llamándole en la lejanía. Le besa los labios de manera delicada, separándose sólo un poco, lo suficiente como para que ambos puedan hablar.
—Pero en esta ocasión sé que lloras de tristeza. Y también sé que es por mí.
Harry asiente, inseguro, y planta en su rostro sonrojado una sonrisa ladeada, de amargura. Louis deja el celular en la mesilla, sólo moviendo su brazo.
—Lo siento. —Le implora—. Lo siento tanto.
—Lo siento, lo siento—Harry repite, voz más ronca saliendo de sus labios—. Lo siento tanto, tanto… Soy tan–
Y Louis le calla, besándole suavemente, alzándolo y llevándolo a la cama, despacio y sin prisas; demostrándole su amor con los ojos abiertos, sin obligarlo a hacer nada más que sonreír, disfrutar y sentir lo que él siente en esos momentos. Porque Louis quiere sentir también los sentimientos de Harry, sus emociones más traicionares y las nostálgicas, las depresivas.
El celular suena y el nombre Eleanor aparece en la pantalla. Y Louis lo ve, Harry lo sospecha, pero ninguno hace algo para reaccionar. Harry escucha la respiración intranquila de Louis por la llamada, pero poco a poco se va calmando, tranquilizándose, y él sonríe de manera feliz por primera vez en la noche. Y le besa el cuello, tierno y amoroso, y le encanta la manera en que Louis suelta una risilla tratando de mejorar la situación.
—Lo siento. —Él niega, niega efusivamente, porque no hay nada que sentir. No hay nada que perdonar.
—No hay nada que reprochar—susurra.
—Lo siento tanto, Harry.
—No hay nada que perdonar.
—Harry.
—Sólo ámame a mí. Dame un poco de tu amor.
Los lo besa efusivo, sonriente y con lágrimas en los ojos. Sabe de qué escribió la canción. Lo descubrió ahora.
—Tú no necesitas permiso para que te dé mi amor. Sólo te amo a ti. Tú no tienes sólo un poco. Lo tienes todo, Harry. Absolutamente todo.
Harry lo sabe, por eso deja que también sus lágrimas salgan libremente, sin tapujos, y ambos se hacen el amor llorando, con los sentimientos a flor de piel, tocándose como si fuera su primera vez; el sonido del celular siendo ignorado y el viento entrando por la ventana, y dejan que la luz de la luna les ilumine como toda las noches lo hace.
—Lo tienes todo. —Louis le susurra cuando ambos se corren.
—Absolutamente todo—Harry reafirma, acomodando a Louis en su pecho.
Hay un silencio cómodo, y Harry se pregunta cómo es que sus sentimientos se aclararon en tan poco tiempo. En sólo minutos, inclusive horas, no lo sabe. Escucha a la respiración de Louis calmada, y sabe que está dormido ya. Sus ojos cansados eran notorios inclusive en la oscuridad, y sólo atina a acariciarle el cabello, a besarlo, a sonreír y mirarlo dormir tan tranquilo, tan amado y tan lleno.
Tan feliz y sincero.
—Bienvenido a casa, cariño.
Comenzó a golpear la mesilla de noche con los dedos – el sonido llegando a sus oídos como campanadas de una iglesia, fuertes, directas y sonoras. Miró de reojo la fotografía que estaba a su lado derecho, y de pronto sintió cómo las lágrimas empañaban su vista y comenzó a ver borroso. Bajó su cabeza mientras dejaba que una risilla apagada saliera de sus labios, tratando de tranquilizarse sin cometer ninguna estupidez en el proceso, porque sabe que las cosas podrían terminar mal. Y no quiere que eso pase.
Quiere que todo vaya perfecto, como siempre.
Escucha el sonido de la puerta y siente su corazón latir a mil por segundo. Se humedece los labios con nerviosismo, comienza a cepillar su cabello y talla sus ojos con el dorso de la mano. No quiere que le vea llorar; de hecho, ahora que lo pensaba, no quiere que vea los sentimientos que tiene. Al menos no ahora. Quizás en un futuro cercano, cuando todos la conozcan y Louis no pueda hacer nada más que mirarle a la distancia, con sus ojos azules estudiándolo, tratando de encontrarle un defecto que le permita saber si todo va bien o no. O quizá nunca, que no sepa quién fue el que lo escribió ni mucho menos cuando lo escribió, ni por qué lo hizo.
Porque no todas sus letras son escritas por el presente o el futuro, sino también por el pasado.
Los pasos que tratan ser sigilosos se escuchan por las escaleras, y a pesar de ser un hombre alto, siente su cuerpo temblar y trata de encogerse – luego se burla de sí mismo porque aunque quiera desaparecer, sabe que siempre será encontrado. No importa lo que pase.
Podría ser que Louis simplemente comience a pasear su mirada por la habitación, tratando de ignorarlo porque no viene de buen humor y no quiere iniciar una pelea, al menos no con él. Quizá, sólo quizá, Louis sólo le dará un beso en su cabeza, saldrá de la habitación sin susurrar palabra alguna, y él escuchará la puerta abrirse y cerrarse un minuto después. No lo sabe. Ahora su mundo, su vida – su mente y corazón – están rodeados de rosas con espinas, tanto marchitas como florecientes, y él sólo puede sentir el cabello acariciar su rostro.
Oculta rápidamente la hoja en cuanto se da cuenta que los pasos se detuvieron en la puerta, y vuelve a secar las lágrimas que aún siguen ahí, luchando por salir. Ruega para que Louis no entre, que no lo vea así, porque sabe que no le gusta, porque no quiere que le mire con pena, con odio a sí mismo, con una mirada que siente se está apagando poco a poco. Quizá sólo sea su imaginación. No lo sabe. Tampoco sabe por qué el cielo no le escuchó y dejó que Louis girara la perilla de la puerta y entrara, tan sigiloso como en estos últimos meses trataba de ser.
Tampoco sabe el por qué se engaña a sí mismo – Louis lo lee, lo entiende. Lo conoce a la perfección, a él y cada uno de sus movimientos. Sabe ya por la posición de su cuerpo y la rigidez de sus hombros que estaba llorando, que esa fotografía que está a su lado derecho fue el detonante. Incluso sospecha que estaba escribiendo, ya que su antebrazo derecho siempre muestra atisbos de un ligero tiemble, y sólo pasa cuando él imprime demasiadas emociones en una canción.
Lo sabe todo, y no hay necesidad de engañarlo. Pero aún así se empeña en hacerlo. Lo ha hecho en los últimos meses.
Cuando siente el cálido aliento de Louis a su espalda, no puede hacer otra cosa más que girarse para encararlo, aunque siempre lo quiso evitar desde un principio. Pero su presencia es tan imponente, tan difícil de ignorar – inclusive siente que le ordena sin hacerlo.
Louis le besa las mejillas, la frente, nariz, cabello, sus labios. Y él cierra los ojos, los aprieta, indispuesto a una respuesta coherente o a un saludo hiperactivo.
—Hola.
Y Louis habla, expectante, tranquilo, analítico. Esperando una respuesta indirecta, pero llena de sinceridad abrumadora, asfixiante, pero que resulte tan irónico para hacerle sentir bien. Al menos unas horas. Al menos unas noches.
—Hola—finalmente responde, indeciso, y sólo atina a abrazarlo y obligarle a que se coloque entre sus largas piernas, él aún sentado y Louis de pie frente a él—. Pensé que no llegarías.
Un silencio incómodo les saluda con una sonrisa agridulce, y no se disipa hasta que Louis decide hablar de nuevo, ignorando lo dicho por Harry, mientras éste entierra su rostro en el pecho del otro.
—No me gusta verte llorar. —Habla – su voz calmada pero con un tono de reproche en ella—. No me gusta verte llorar por cosas tristes, mucho menos si es por mi culpa. Pero a la vez me encanta.
Harry sólo asiente, indicándole que le escucha, y aprieta sus labios en una mueca de sutil dolor.
—Me encanta porque tus ojos brillan, se vuelven aún más hermosos y bellos, y siento que el aire se va de mis pulmones por momentos; a veces me recrimino por eso, y me digo que soy demasiado cruel contigo por pensar así—confiesa tranquilamente—. Luego se me olvida porque giras tu rostro hacia mí, sonriendo, y me doy cuenta que te ves tan perfecto llorando cuando es por felicidad… Y más si es gracias a mí. Por mi culpa. Me encanta que tus emociones de amor giren en torno a mí, me encanta que todo lo que escribes sea dirigido a mí. Incluso si es bueno o malo, me siento tan amado y la soledad que en ocasiones me abraza se va, lejos, y tu recuerdo llega a mi mente en un santiamén.
Él no sabe qué decir, simplemente espera. Y Louis se separa de él, lentamente, y con sus manos le obliga a que alce el rostro. Y ve los ojos llorosos de Harry – brillosos, hermosos y bellos, llamándole en la lejanía. Le besa los labios de manera delicada, separándose sólo un poco, lo suficiente como para que ambos puedan hablar.
—Pero en esta ocasión sé que lloras de tristeza. Y también sé que es por mí.
Harry asiente, inseguro, y planta en su rostro sonrojado una sonrisa ladeada, de amargura. Louis deja el celular en la mesilla, sólo moviendo su brazo.
—Lo siento. —Le implora—. Lo siento tanto.
—Lo siento, lo siento—Harry repite, voz más ronca saliendo de sus labios—. Lo siento tanto, tanto… Soy tan–
Y Louis le calla, besándole suavemente, alzándolo y llevándolo a la cama, despacio y sin prisas; demostrándole su amor con los ojos abiertos, sin obligarlo a hacer nada más que sonreír, disfrutar y sentir lo que él siente en esos momentos. Porque Louis quiere sentir también los sentimientos de Harry, sus emociones más traicionares y las nostálgicas, las depresivas.
El celular suena y el nombre Eleanor aparece en la pantalla. Y Louis lo ve, Harry lo sospecha, pero ninguno hace algo para reaccionar. Harry escucha la respiración intranquila de Louis por la llamada, pero poco a poco se va calmando, tranquilizándose, y él sonríe de manera feliz por primera vez en la noche. Y le besa el cuello, tierno y amoroso, y le encanta la manera en que Louis suelta una risilla tratando de mejorar la situación.
—Lo siento. —Él niega, niega efusivamente, porque no hay nada que sentir. No hay nada que perdonar.
—No hay nada que reprochar—susurra.
—Lo siento tanto, Harry.
—No hay nada que perdonar.
—Harry.
—Sólo ámame a mí. Dame un poco de tu amor.
Los lo besa efusivo, sonriente y con lágrimas en los ojos. Sabe de qué escribió la canción. Lo descubrió ahora.
—Tú no necesitas permiso para que te dé mi amor. Sólo te amo a ti. Tú no tienes sólo un poco. Lo tienes todo, Harry. Absolutamente todo.
Harry lo sabe, por eso deja que también sus lágrimas salgan libremente, sin tapujos, y ambos se hacen el amor llorando, con los sentimientos a flor de piel, tocándose como si fuera su primera vez; el sonido del celular siendo ignorado y el viento entrando por la ventana, y dejan que la luz de la luna les ilumine como toda las noches lo hace.
—Lo tienes todo. —Louis le susurra cuando ambos se corren.
—Absolutamente todo—Harry reafirma, acomodando a Louis en su pecho.
Hay un silencio cómodo, y Harry se pregunta cómo es que sus sentimientos se aclararon en tan poco tiempo. En sólo minutos, inclusive horas, no lo sabe. Escucha a la respiración de Louis calmada, y sabe que está dormido ya. Sus ojos cansados eran notorios inclusive en la oscuridad, y sólo atina a acariciarle el cabello, a besarlo, a sonreír y mirarlo dormir tan tranquilo, tan amado y tan lleno.
Tan feliz y sincero.
—Bienvenido a casa, cariño.
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