The Connection.

Ethan Farewell.
Rebelde. Pennsylvania. 2300 horas.
Ethan Farewell nunca fue una persona optimista. De ningún tipo. O por lo menos (o tal vez) desde que llegó a la Resistencia. No le mal entiendan, Ethan ama su trabajo (¿trabajo?) como Mindscraper, pero hay veces que los viejos tiempos le acechan. Supone que es normal, de alguna manera. 

Como ahora, por ejemplo, mientras está sentado hablando con Stephany sobre cualquier cosa que cruce por sus mentes, a la luz de la luna. Ethan siempre se pone pensativo en noches como esta, la luna acariciando su rostro, las estrellas apenas visible por la calurosa ciudad y una noche rota. Al notar la ausencia de su mejor amigo en la conversación, la morocha decide bombardearle con preguntas:

—Vale, ¿qué sucede? —Pregunta, rodando los ojos, formando una impresión de cansancio. Y tenía razón de estarlo, Ethan siempre hacía estas cosas que hacían parecer que hablaba sola. Él oji-azul le mira como si estuviera loca. — Siempre haces lo mismo cuando salimos de la base a media noche. Te desconectas del mundo. Y ahora me interesa saber en que estabas pensando —Stephany se acomoda en su lugar y se sienta en forma de indio, y hace que Ethan ría un poco. —, así que éscupelo. ¿En qué pensabas?

El oji-azul la mira, tirándose un poco atrás. Una ola de aire frío le recorre la espina dorsal, haciendo que cierre los ojos por un momento. Allí, en la noche fría de Pennsylvania, sentado en la cima del edificio donde sus padres solían vivir y observando las estrellas le hacía pensar en muchas cosas. Ethan le sonríe a su mejor amiga.

—En todo y nada a la vez —Responde él, con un aire de poeta estropeado. La morocha rueda los ojos.

—Me sorprende lo especifico que llegas a ser a veces, Ethan —Ríe Stephany, haciendo que el oji-azul sonría.

Stephany y Ethan han sido mejores amigos desde que ambos pusieron un pie en la base de la Resistencia. Stephany fue una de las pocas personas quien insistió en entablar una conversación con él y la única que perseveró. Desde entonces, han sido inseparables. La morocha siempre ha sido la única persona con la cual Ethan ha podido hablar abiertamente y la única, desde la muerte de sus padres, con la cual ha podido confesarle su secreto.

—Ah, vale —Responde él, sin borrar la sonrisa de su rostro —. Estaba pensando sobre la Base, sobre La Conexión... todo.

Stephany le mira, con una sonrisa triste en el rostro. Desde que supo sobre el trágico pasado de sus padres, ha intentado de tratarle con mucha más delicadeza. Aun que esta sepa más de él que nadie más, Ethan sabe que jamás saldría con ella y viceversa. Son como hermanos. Salir sería demasiado... extraño.

—A veces también lo hago —Se encoje de hombros la morocha—, es normal. A veces me preguntó que hubiera pasado si no me hubiera unido a la Resistencia.

—No tendrías a este fortachón cuidándote las espaldas por dondequiera que vallas —Dice riéndo Ethan, lo que hace que Stephany suelte una carcajada.

—Eso sería bueno —Sé burla ella, ganándose una mirada ofendida más que falsa por parte del oji-azul. 

—Ja, ja, ja. Muy graciosa, Harvey  —Responde a sus burlas Ethan—. Pero creo que tienes razón en eso, Steph. A veces me lleno la cabeza pensando "¿Qué hubiera pasado?"s. Siempre me pregunté que hubiera pasado si mis padres no hubieran intentado divorciarse. 

Stephany vuelve a mirarle con la misma sonrisa triste, y luego articula unas sabias palabras: —No hay que pensar en eso, Ethan. Aunque sea tentador, las decisiones están tomadas y no podemos cambiar el pasado. Tampoco quiero cambiar el mío, ¿sábes? Me gusta mi presente. Y también mi futuro, y, con suerte, ese futuro consista de una ciudad sin La Conexión.

—¿Cuándo te volviste tan lista?

—¿Cuándo te volviste tan idiota? —Suspira fingiendo estar abatida—, esas son unas de las miles preguntas del Universo que jamás podremos responder —Stephany se encoje de hombros mientras Ethan le fulmina con la mirada, haciendo que la morocha sonría, sin embargo, no hace que la mirada helada de su mejor amigo desaparezca —. Es broma, Ethan.

La discusión de ambos es interrumpida por el sonido de un arma disparándose, y luego, un grito desgarrador.

—Corre.

—Mierda.

 Mahogany Melbourne.
Estudiante. Chicago. 1600 horas.


Sí Mahogany hubiera sabido que Maxon y la pandilla de sus amigos idiotas la iban a perseguir todo el camino hasta casa, probablemente hubiera tomado el autobús o algo así. Pero no, Mahogany tenía que correr mientras todos ellos casi le pisaban los talones. La vida de Mahogany Mebourne es así: triste. Mahogany siempre fue una muchacha tímida, y aprovechándose de eso, todos la elegían para meterse con ella, porque sabían que jamás iba a decir nada. Mahogany carece de una personalidad carismática o alguna personalidad alguna, incluso. Sí te preguntan quién carajo es Mahogany Melbourne, probablemente te digan la chica tímida y extraña que se viste como ñoña. O como la hermana de Maxon Melbourne, uno de los muchachos más populares de la Secundaria.
Pensar que Maxon, el peor de los bravucones, es su hermano, le hace querer vomitar toda su comida. Maxon es un monstruo disfrazado de jugador de Hockey popular y guapo. A pesar de ser tal monstruo, Mahogany podía llegar a admitir (con un poco de dificultad, debido a su desprecio contra el chico y su timidez masiva), que el chico era guapo. No siempre te encuentras a un chico rubio, fortachón, con ojos azules y alto en todos lados. Sí tuviera una remota pizca de bondad o algún tipo de otro atributo que tuviera que ver con una buena personalidad, probablemente sería el chico más guapo de todo el mundo. Pero no, Maxon era una mala persona. Un abusador.

A veces Mahogany se cansaba de ser pisoteada por su hermano mayor, pero era casi imposible que le hablará sin que le diera un ataque de pánico. Aparentemente a sus padres no les importaba como sus hermanos le tratarán, porque nunca hicieron nada al respecto. Merica, de 22 años, quien gracias a Dios ya abandonó la casa Melbourne para mudarse con su novio Hummel, un hombre igual de malvado que su pareja, siempre remarcaba lo fea que era y como necesitaba muchísimo maquillaje para estar remotamente presentable. Luego, esta el pequeño demonio en crecimiento, Collien, de trece, quién siempre le dice que hacer, y, Mahogany, en sumisión, siempre lo hace. Y, bueno, ya conocen a Maxon. 

Mahogany siempre se sintió como la doncella quién necesita ser rescatada urgentemente. La chica ha estado esperando a que La Conexión llegué y le diga quién es el amor de su vida y que la rescate de este hoyo negro que es su vida. Pero por ahora, Mahogany solo puede soñar. 

—¡Mahogany! ¡Ven a limpiar la cocina, estúpida!

Y eso es todo lo que necesita para seguir resistiendo.

hola monolA: