Teenage Memories

Verano de 2013, noche extrañamente calurosa para Londres. Apartamento en las afueras. Lujoso. A nombre de Waters, la mayor de las cuatro residentes. Podría decirse que la fiesta se había salido de madre, pero, ¿qué más daba? Todos los vecinos, londinenses, estaban disfrutando de vacaciones en las Islas Baleares o en el Caribe. La música sonaba altísima y quién sabe de donde había salido toda la bebida. Olía levemente a marihuana y eso hacía que nadie estuviera de mal humor. Los cuerpos subían y bajaban, iban de un lado al otro, pegados y sudados. Descrito así no suena agradable, pero cualquiera que estuvo en esa fiesta dirá que es la mejor de su vida. Increíble que haya pasado ya más de un año.
Charlotte Wesley fue la primera de las chicas en encontrarlo. Le echó parte del contenido de su vaso de plástico por encima. Que bonito, conocer al chico con el que te liarías porque le has echado la mitad de tu vodka por encima. Pero es casual, ¿no? Michael Clifford la miró de tal forma que ella se dio cuenta que daba igual si no se disculpaba, pero no fue así. Pidió perdón y ahí comenzó su conversación. Quince minutos después estaban en el pasillo del edificio besándose como si no hubiera mañana.
La siguiente fue Elizabeth Martin. Calum Hood y ella se conocieron cuando él decidió salir de todo el bullicio del lugar. Ella ya estaba en la terraza, sentada en el pequeño sofá de exterior que tenían allí. Se veía el Big Ben, como desde cualquier lugar de Londres. Cuando se miraron a los ojos se preguntaron como era posible que no se hubieran visto dentro. Hablaron una media hora como mucho antes de estar uno sobre el otro, acariciándose el pelo y la piel, deseando que aquel momento durara para siempre.
Drizzle Lawley es, probablemente, la que más se arrepiente de aquella noche, pero Luke Hemmings desde luego no. Ninguno de los dos recuerda como acabaron hablando, el alcohol era demasiado, pero la claridad con la que recuerdan estar subiendo las escaleras mientras se tocaban con desesperación es demasiada. Entre roce y roce, beso y beso, cada prenda fue sobrando, y ella, sin saberlo, se vio siendo la primera vez de un total desconocido, aunque nadie lo diría.
La última fue Aldew Waters, la que figuraba en los papeles del piso y se había prometido que la fiesta no se desmadraría. No le importó no cumplir la promesa. Ashton Irwin y ella comenzadon a hablar cuando vieron a sus amidos Elizabeth y Calum liándose a través del cristal de la ventana. Dew le dijo que la vista desde la azotea era mucho mejor que desde la terraza, y él quiso comprobarlo. Fue allá arriba donde se besaron por primera vez, la primera de muchas.

La mañana siguiente fue desastrosa. Echando a un lado como habían salido parados el salón, la cocina y el baño, era increíble que los cuatro miembros de una banda se hubieran liado con cuatro chicas que vivían juntas. El karma debían odiar a esos ocho adolescentes. Pero bueno, todo sería por tener batallitas que contarles a sus hijos cuando pretendieran hacer locuras. Pero aún así la verdadera historia, la de estas cuatro relaciones, la trama real, transcurre un año más tarde, cuando el destino decidió que sería divertido que se reencontraran. Todo fuera por sus memorias adolescentes, ¿no?